viernes, noviembre 30, 2018

Genética a la carta


Si algo demuestra la historia es que todo aquello que resulta posible acaba sucediendo, y que debemos prepararnos ante ello. En el caso de la ciencia esta idea es tan certera que la idea de prohibir descubrimientos resulta absurda una vez que se han dado. Ante la apertura de las cajas de Pandora debemos estudiar cómo gestionar los problemas derivados, como enfrentarnos a ellos, pero asumir que las cajas abiertas no se pueden cerrar. Por poner un ejemplo bruto, el arma nuclear, una vez descubierta, no puede ser “olvidada” salvo que nos extingamos todos, y por tanto su presencia seguirá en nuestras vidas, sociedades y relaciones internacionales, las condicionará y deberemos regularla para tratar de convivir con ella.

La genética es otro de esos mundos en los que los descubrimientos avanzan a toda velocidad y su capacidad de transformar las vidas empieza a verse ya tan prodigiosa como, si me apuran, peligrosa. El número de leyes y normas que regulan aspectos relacionados con la ingeniería genética y su uso no deja de crecer, pero las tecnologías en este campo corren mucho más y nos abocan ante escenarios que, hace no muchos años, eran de película de ciencia ficción. El anuncio por parte del científico chino He Jiaunkui de haber creado los primeros bebes genéticamente modificados, una par de gemelas, ha encendido muchas alarmas y todos los debates científicos y éticos posibles. He ha modificado uno de los genes de las niñas mediante la técnica CRISPR para protegerlas del virus del SIDA, generando así en ellas la mutación conocida que hace que haya personas que sean inmunes a virus de la inmunodeficiencia humana. Así, estas niñas chinas no se contagiarán del SIDA sea cual sea su vida y acciones, y transmitirán esa mutación a su descendencia, por lo que crearán una línea de mutantes inmunes a esa enfermedad. Suena extraño decir eso de mutantes, pero es así, y en este caso mediante la intervención externa de la ciencia. La polémica científica es enorme, y se centra tanto en si realmente He ha hecho lo que dice que ha hecho (un hecho muy relevante demanda pruebas muy relevantes) como la técnica utilizada, el CRISPR y los riesgos asociados a la misma cuando se produce el desarrollo futuro de los embriones. Hay estudios que prueba que esas técnicas pueden dejar secuelas que se manifiesten en forma de cánceres, aunque por motivos obvios, hasta ahora, no había experiencias humanas, y también está sobre la mesa de los expertos la necesidad de esta modificación dado que las niñas, al nacer, no iban a tener esa enfermedad. Como bien señala Javier Sampedro en este artículo, son dos los pasos que He se ha saltado al desarrollar su experimento, al usar técnicas no contrastadas y al efectuar una mejora genética, que no curación. Esas niñas son superiores a sus congéneres y compañeras, se han curado preventivamente de una enfermedad que pudieran contraer (o no) en el futuro, poseen un escudo que no tendrían en caso de haber nacido sin alteración y eso abre la puerta a que se puedan producir no sólo esta modificación, sino cualquier otra que se considere como mejora en la concepción de futuros embriones. ¿Y qué consideramos como mejora? ¿Es la altura o el color de los ojos un aspecto mejorable? Una vez abierta la puerta de las modificaciones, y a medida que se conocen cuáles son los genes que intervienen en la codificación de los distintos aspectos de nuestra existencia, físicos y no, la posible demanda de modificaciones sólo va a encontrar el límite de la responsabilidad profesional de los que desarrollen las intervenciones y, desde luego, del dinero que los padres de las criaturas pongan sobre la mesa, que en estas cuestiones puede ser mareante. ¿Cuánto estaría dispuestos a pagar un millonario por modificaciones que mejorasen a su futuro hijo? El inverso también es cierto, ¿Se podría hacer un cambio que creara una especie inferior para ser usada como mano de obra? Estas frases esconden, en unas pocas palabras, tantos conceptos complejos y sombríos que desborda todos los debates imaginables.

La ética está muy en el fondo en toda esta historia, superada por completo por la misma, pensarán muchos. El problema es que, como antes señalaba, una vez abierta la puerta, debemos empezar a pensar en cómo regulamos este tipo de actividades, qué consideramos permisible y qué no, si debemos perseguir algunas de ellas o no, si se abre la puerta a que el dinero no compre ya salud, sino mejoras (o empeoramientos) y las consecuencias que puede tener todo eso. Debemos estudiar estos temas con rigor y de manera lo más tranquila y detallada posible, porque frente a los rancios y vacíos debates que llenan la actualidad política de, por ejemplo, nuestro país, la genética es uno de esos temas que va a revolucionar nuestro mundo por completo. ¿Estaremos preparados para ello?

jueves, noviembre 29, 2018

La crisis Rusia ucrania va a peor


Estos últimos días hemos vivido un agravamiento acelerado de la crisis que viven Rusia y Ucrania desde hace años, que sigue larvada en la zona fronteriza que comparten ambas naciones, pero que ha tenido en este caso un escenario marítimo, en forma de enfrentamiento entre barcos de ambas armadas por el tráfico en el estrecho de Kerch, puerta de acceso al mar de Azov, que Rusia trata de convertir en aguas propias. Choques de navíos, disparos, gritos y la retención de algunos soldados ucranianos por parte de las tropas rusas son, de momento, el saldo de aquel incidente, que ha provocado que Kiev decrete la ley marcial apenas a cuatro meses de las presidenciales y que las amenazas de uno y otro lado aumenten de tono y gravedad. Esa guerra, que sigue en las regiones limítrofes, amenaza con extenderse por todas partes.

En este conflicto, de formas modernas pero raíces clásicas, hay que recurrir a los mapas porque la geografía impone mucho. Si tiene un ordenador o similar, abra una aplicación al respecto y, sino, busque el querido atlas que duerme en una de las estanterías de su casa, y viaje al norte del mar negro, atravesando el cuerno de oro de Estambul, para llegar a la península de Crimea. Como es sabido, Rusia se la anexionó tras la disputa de 2014 y poco pudo hacer Ucrania para que sus derechos en esa zona se respetasen. Una vez hecha suya, Rusia se encontró con que poseía un enclave, aislado, porque esa península se conecta a territorio ucraniano y no hay enlace con suelo ruso. Para arreglar este problema, Putin puso en marcha el proyecto de construcción de un puente que uniera Crimea con el territorio continental ruso, hasta llegar a la ciudad de Krasnodar, la principal de la zona. Este puente fue inaugurado a principios de este año 2018, y el estrecho que salva es el de Kerch, de tal manera que ya se puede transitar por carretera entre Rusia continental y Crimea. Al norte del estrecho de Kerch se extiende una zona marítima cerrada, que es el mar de Azov, que en su orilla este baña costas rusas y en la mayoría de su orilla norte, ucranianas. Las principales ciudades ucranianas de esta zona son Berdiansk y, sobre todo, Mariúpol, que tiene un importante puerto con abundante tráfico comercial. De hecho, si uno se fija en el mapa, son tres los puertos de los que dispone Ucrania, Mykolaiv y, sobre todo, Odesa, al oeste de Crimea, y Mariúpol al este. La zona de Mariúpol es fronteriza no sólo con la propia Rusia, sino también con las zonas ucranianas de Doniets y Lugansk, en disputa desde 2014, declaradas territorios independientes y escenario de combates, disparos y de un goteo de muertos y heridos que ya no aparecen en nuestros televisores, pero que se producen casi a diario. El nuevo puente sobre Kerch está teniendo un efecto secundario muy interesante además del de permitir la conexión con Crimea, que es el de bloquear en parte el puerto de Mariúpol. Rusia no ha hecho (apuesten que a propósito y ganarán) una gran obra de ingeniería, y con apenas treinta metros de altura sobre las aguas, el puente bloquea la mayor parte de barcos mercantes que antaño cruzaban el Azov rumbo a Ucrania. ¿Con qué objetivo? El de siempre, ahogar, extorsionar y debilitar a Ucrania por ese flanco, ya debilitado por el insidioso comportamiento de las repúblicas rebeldes. Si el puerto de Mariúpol se agosta y entra en declive la crisis económica en la zona será enorme, y probablemente cale mejor entre una población debilitada el mensaje de la madre Rusia para que se levanten contra el gobierno de Kiev. Para el conjunto de Ucrania, con una economía muy tocada tras la guerra de 2014, esto no es sino otro tiro en el pie que agrava una situación ya de por sí muy delicada, y alienta los mensajes nacionalistas de enfrentamiento, cada vez más intentos en sectores de la población que carecen de muchas otras alternativas. Juega Putin con la presunta ventaja de que, en un combate mayor, tiene todas las de ganar, y pica sin cesar al oponente para que entre a un trapo que supondría su desastre.

Taimado como pocos, el malvado Vladimiro acusa al presidente de Ucrania de provocar los incidentes para sacar réditos en las elecciones de finales de marzo, y esa cuarta o quinta derivada de todo lo sucedido puede ser cierta, como también lo es que la popularidad del presidente ruso, tocada por la anunciada reforma de las pensiones, crece cuando las tropas de Moscú se pasean por territorios limítrofes y sus ejercicios son mostrados en la televisión oficial rusa a todo el bobo y platillo imaginable. Como ven, la situación es seria, potencialmente muy peligrosa, y obliga a poner muchos ojos sobre ella, porque aunque parezca que nos pilla lejos, sucede en el este de Europa. No se cómo va a evolucionar este suceso de los marinos retenidos, pero me da que aún nos quedan varios capítulos en el proceso de agravamiento de este conflicto. Mucho mucho cuidado.

miércoles, noviembre 28, 2018

Lo de Gibraltar


Desde pequeño recuerdo como en las historietas largas del añorado Forges (sniff, sniff) en un momento dado uno de los personajes se giraba y, mirando a una montaña, gritaba en plan quijotesco un “Gibraltar español” que era más un grito de rebeldía que de deseo anhelado, o quizás incluso la forma de sustituir un taco que el personaje iba a exclamar por alguna contrariedad. Era divertido y hacía presente la historia de esa roca que, convertida en anacrónica colonia, existe en el sur de España desde hace tres siglos, y que probablemente siga así otros muchos siglos, dada la intransigencia de la decadente potencia imperial británica y la incapacidad económica de España de suscitar atractivo a los residentes del peñón. Ese es el principal argumento para que nadie quiera moverse de sus posiciones.

Gibraltar ha sido el último escollo para lograr la firma del acuerdo del Brexit. El gobierno español se dio cuenta de que el artículo 184 del tratado acordado entre los negociadores comunitarios y Londres ofrecía una interpretación que podría ser favorable a la pérfida Albión y lesiva para los intereses españoles. Desde un principio se aseguró que todo acuerdo entre la UE y Reino Unido sobre la roca requeriría el consentimiento expreso de España, otorgándonos de facto capacidad de veto, pero ese 184 no permitía tal cosa. ¿Qué hacer? Pataleta, poco más era posible. El gobierno de Sánchez se rebeló públicamente contra ese artículo, amenazando con un veto en la cumbre del domingo que no era tal, dado que la aprobación del protocolo por la UE requería mayoría suficiente, no unanimidad. Por detrás, se abrió una negociación a tres bandas para tratar de enmendar ese artículo. ¿Cuál ha sido el resultado final? Pues lo de siempre en estos casos, ni una posición ni la otra. El artículo se mantiene intacto, lo que es una victoria absoluta para los británicos, y se adjunta al tratado acordado una serie de documentos para que la interpretación de dicho artículo sea favorable a los intereses españoles, lo que es una relativa victoria nacional. Hay una enorme discusión entre expertos sobre si esos apéndices interpretativos poseen valor jurídico como tales o no, y según a quién se pregunte se obtendrá una respuesta, por lo que dado que no soy un experto, no esperen una de mi. A la hora de vender el acuerdo se ha producido lo que es obvio, y debe ser tenido en cuenta para su análisis. Los dos gobiernos, británico y español, han vendido en casa la victoria absoluta y total de sus intereses y la derrota del otro. Sánchez organizó una comparecencia en Moncloa en la que sólo le faltaba anunciar la derogación del tratado de Utrech, mientras que May alardeaba en su parlamento de la victoria e integridad de toda la familia británica, de la que Gibraltar es un hijo muy querido. Los opuestos a ambos acusaban con fiereza a ambos gobiernos de haber claudicado, con argumentos bastante similares. Y resulta evidente que si uno escucha a las cuatro fuentes, dos gobiernos y dos oposiciones, y sus medios de comunicación afines, encuentra una curiosa situación cruzada en la que los opositores británicos defienden al gobierno español y los detractores patrios a la primera ministra May. ¿Cuál es la verdad del asunto? Como muchas veces, el término medio. Cierto es que la situación británica es mejor que la española si atendemos a la mayor parte de juristas, pero España ha conseguido unas salvaguardias que pueden ser muy útiles si se trabajan y utilizan como es debido en caso de pleitos y confrontaciones. En el fondo el acuerdo y la posición lograda por cada uno refleja el poder e influencia que cada país posee en el mundo y, en este caso, en la UE. Nos guste o no, pintamos poco, y nada hacemos para pintar más. Países más pequeños como Portugal maniobran de maravilla para sostener cotas de poder más elevadas, mientras que nuestra indolencia se suma a la falta de medios y ganas para lograr representación. Lo sucedido con la justicia belga y alemana este año muestra hasta qué punto pesamos poco, y lo de Gibraltar ha sido una nueva muestra.

De todas maneras, recordemos que esta pseudobizantina discusión sobre el artículo y su interpretación puede tener una fecha de caducidad tan temprana como la del próximo 11 de diciembre. En menos de dos semanas el parlamento británico vota el texto del acuerdo, y si lo rechaza todo se iría a la porra y volveríamos a un escenario de brexit caótico y descontrolado. May está haciendo campaña por todo el país para lograr un sí que sería, de paso, la salvación de su gobierno y poder, pero a día de hoy los números no salen y las probabilidades de que salga un no son muy altas. Por lo tanto, detractores y partidarios del acuerdo, esperen unos días sentados y tranquilos, y tras la votación vemos en qué escenario estamos y cómo lo afrontamos. Y ajeno a todo esto, el paraíso fiscal de Gibraltar seguirá facturando sin límite alguno, dando trabajo a una zona depauperada hasta el extremo.

martes, noviembre 27, 2018

Aterrizaje perfecto de Insight en Marte


Ayer por la noche hora española, poco antes del inicio del Telediario, la sonda Insight de la NASA logró aterrizar sobre la superficie de Marte tras más de doscientos días de viaje, culminando una maniobra de unos siete minutos en los que eran decenas, cientos, las cosas que podían salir mal. Esta misión no lleva un rover, un vehículo, sino que es fija y tiene objetivos centrados en el estudio de la geología marciana. Es la primera que va a taladrar la superficie roja, hasta una profundidad de cinco metros, y lleva consigo dos nanosatélites, cubesat en el argot, que le sirven para transmitir los datos a la Tierra y que, desde ayer, orbitan Marte.

Aterrizar en Marte, o amartizar si lo prefieren, es una de las cosas más complejas que imaginarse uno pueda, y más de una vez el intento se ha saldado con un fracaso estrepitoso en forma de estrellato contra la superficie. Sin ir más lejos ese fue el destino de la última misión europea. Tocar la superficie de cuerpos pequeños, con escasa gravedad y carentes de atmósfera es algo relativamente sencillo y de lo que tenemos experiencia desde, sin ir más lejos, la llegada a la Luna, pero los planetas grandes que poseen atmósfera y gravedad son otra cosa muy distinta. Tres son los problemas fundamentales que debemos vencer. El primero es lograr que la sonda o el objeto que va a aterrizar penetre en la atmósfera a la velocidad y ángulo adecuado para que no rebote contra ella, como lo hacen las piedras con las que a veces jugamos en el río. En función de la velocidad de llegada y el tipo y densidad de la atmósfera el ataque será distinto. Una vez superado eso el objeto debe atravesar una atmósfera que le va a ofrecer resistencia y freno, a cambio de calentarlo muchísimo, por lo que hay que llevar un escudo protector, que evite que la sonda se achicharre. El escudo pesa y se debe portar desde el inicio, y debe tener dimensión suficiente como para cubrir la sonda, por lo que a mayor tamaño del envío, más escudo, con más coste, peso y todo lo que imaginen. Una vez superado esto con éxito queda tacar suelo. Este último paso es, curioso, más sencillo en la Tierra, porque la atmósfera es densa y los paracaídas ofrecen una alta capacidad de frenado. Hemos visto varias veces como resulta brusco, pero efectivo, que las sondas tripuladas de los Soyuz, que traen de vuelta a los astronautas del espacio, se peguen un pequeño golpe en la estepa kazaja bajo la cúpula de varios paracaídas. Pero en Marte esto no es posible, porque la atmósfera es muy poco densa. Los suficiente para freír en la entrada, pero incapaz de servir para que un paracaídas frene. Las sondas marcianas pueden alcanzar la zona alta de la atmósfera a velocidades del orden de doscientos kilómetros por hora, ¿Cómo se frena eso? Lo más socorrido es lo que ha usado esta vez Insight, que es un sistema de retrocohetes instalado en la base de la sonda, que quedan al aire una vez que el escudo protector de la reentrada es desechado, y que frenan al objeto para otorgarle un aterrizajes suave. En sondas más pequeñas se han usado otras técnicas, como los balones inflables tipo airbag que protegieron al Pathfinder, o el Skycrane, sistema puntero de cohetes y cables que permitido aterrizar a Curiosity, el último rover. Nuevamente, cuando más pesado es el envío que llega a Marte más fuerza hace falta para frenarlo y todo se complica. Y todo esto que estamos contando, todas estas fases, se realizan a minutos luz de la Tierra, de entre ocho a quince en función de las órbitas relativas de ambos mundos, por lo que no pueden ser teledirigidos desde aquí. Hay que diseñar una secuencia automática de aterrizaje que lea los parámetros de los instrumentos de la sonda y que, en función de lo que registre, vaya cumpliendo los pasos hasta tocar suelo, todo de manera programada. Eso implica que si al llegar a Marte hay algo que no está previsto y sucede, todo puede irse al traste. Como ven, riesgo extremo.

Esta vez se han superado todos esos problemas y la toma de tierra ha sido correcta, como lo muestra la primera imagen tomada por la cámara de la sonda, aún llena de polvo y suciedad, que entre otras cosas indica que los sistemas y comunicaciones de la nave funcionan. Ahora toca desplegar el instrumental científico y comenzar la misión sobre el terreno, que busca, sobre todo, conocer la geología del planeta, si existen restos de sismología en él y, con ellos, saber cuál es la composición y estructura interna de Marte. El taladro perforante ayudará, por primera vez, a saber qué hay bajo la superficie. La misión tiene prevista una duración de algo más de un año terrestre, y a buen seguro nos deja titulares interesantes y muchísima y muy valiosa información.

viernes, noviembre 23, 2018

El disparate del Black Friday, y a crédito


El martes me llegó un SMS de mi entidad financiera ofertándome un crédito para el Black Friday, el loco día de las compras prenavideñas importado de EEUU que “celebramos” hoy. Se me ofertaban desde 300 hasta 3.000 euros de efectivo, con plazo máximo para solicitarlo el próximo domingo 26 y con unas condiciones 2inmejorables” según la promoción que debía consultar, raudo, en mi oficina más cercana o con mi gestor de confianza. Tuve que leerlo varias veces para dar crédito, por mi parte, a lo que significaba aquel mensaje, y deduje rápidamente que si el producto se oferta es porque habrá más de uno que lo contrata, o incluso lo ha pedido expresamente, y mi asombro empezó a dispararse como la facturación de las tiendas hoy.

Lanzarse a comprar este día es algo que, en sí mismo, no tiene mucho sentido, pero hacerlo a crédito es, simplemente, suicida, por no usar términos más gruesos. Sólo un descerebrado como Rufián sería capaz de hacer algo así. Se supone que en estos días hay un aluvión de ofertas, pero no hay descuentos salvajes que puedan compensar los disparatados intereses que poseen los préstamos al consumo. Los TAE que figuran bajo esas promociones son enormes, y suponen un sobrecoste inaudito para peticiones de dinero que, sinceramente, no son necesarias. Hace un tiempo se puso de moda lo de pedir un crédito para irse de vacaciones, lo que no he sido capaz de entender jamás, y lo de hoy no es sino una nueva vuelta de tuerca a esa idea, inconsciente, de que el crédito puede suplir la capacidad de compra que uno posee con sus propios ingresos. Cierto es que hay compras y compras, y créditos y créditos. Prácticamente es obligatorio hipotecarse para comprar una vivienda, pero un lugar de residencia es algo necesario y supone una inversión para quien lo adquiere. Fundir dinero en bienes de consumo con crédito es el camino más rápido que existe para arruinarse, y el banco que sea capaz de colocarlos sí que habrá hecho un buen negocio en estos días. Y no les cuento las entidades que se publicitan en ese mercado alternativo de crédito que roza la usura, cuando no es directamente esa la práctica en la que vive. Anuncios de concesión de pocos miles de euros “al instante”, sólo con una llamada, dinero directo, y otras expresiones similares se utilizan para captar la atención del consumidor y, si pica, sablearlo sin misericordia, siendo estas supuestas entidades prestamistas lo más parecido que existe en la realidad al mítico Drácula de las novelas. Ellas sí que se van a quedar hasta la última gota de nuestra cuenta corriente, y si hay ya no queda nada no descarten que deban pagarles en sangre pura y dura. Son incontables los casos de personas que cuentan su historia de ilusión con ese crédito que supuso el primer paso en un camino de desgracias, no sólo financieras. Créanme, cada vez que vean esas ofertas, huyan como de la peste, cambien de canal, dejen de mirar la valla publicitaria, piensen en otra cosa. Son estafas encubiertas. Los préstamos al consumo de las entidades financieras reguladas son menos abusivos, pero en ningún caso se convierten en chollos. Intereses que, a la hora de la verdad, pueden multiplicar por ocho o diez los que corresponden a una hipoteca se dan en un mercado competitivo pero muy caro. La lógica implicaría que nadie solicitaría un crédito ruinoso para adquirir un consumible de corta vida, o incluso de voraz y breve disfrute, pero en la economía la lógica es borrosa, y el consumidor no es racional. Usted y yo, todos tenemos sesgos que alteran nuestras percepciones y conductas, que hacen que acabemos actuando de una manera distinta a como pretendemos, y quienes venden los productos los conocen, y tratan de que caigamos en ellos. A veces lo consiguen, otras no, y si lo consiguen a crédito, doble victoria para ellos y derrota estrepitosa para nosotros. Así que mucho cuidado.

De hecho está por ver, directamente, que las ofertas de un día como el de hoy lo sean tanto. Muchos negocios suben los precios a lo largo del mes de octubre para bajarlos en estas fechas y “parecer” que el descuento es grande, cuando en realidad no lo es. Lo ideal es planificar las compras y seguir los precios semanas antes para ver realmente quiénes los han bajado y quienes no, y comprar lo que se necesite, nada más. La web Nada es gratis, porque nada lo es, publica en una entrada reciente una serie de útiles consejos para controlar las compras y llevarlas a cabo con cabeza y las mayores garantías posibles para que no seamos estafados ni nos arruinen. Sentido común por encima de todo y frialdad. Y si no necesitan nada, no compren nada. Recuerden que eso también es posible. Siempre lo es, de hecho.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo festivo el lunes. Abríguense y nos leemos el martes 27.

jueves, noviembre 22, 2018

El derrumbe bursátil de las FAANG


Hace poco más de un mes los índices de la bolsa norteamericana marcaron nuevos máximos históricos, espoleados por el sector tecnológico. El Dow Jones y el SP500, índice selectivo y general de empresas de aquel país subía con ganas, pero era el Nasdaq, el índice de empresas tecnológicas e innovadoras, el que lideraba la fiesta. Y allí destacaban, por encima de todo, las FAANG, acrónimo de Facebook, Apple, Amazón, Netflix y Google (su matriz es Alphabet, pero no rompamos por ello una buena sigla) con subidas imparables en el años. Al inicio del otoño las dos “A” de la sigla alcanzaron una capitalización bursátil del billón de dólares, billón europeo, millón de millones, el PIB de España. Una barbaridad.

Hoy las cosas son bastante diferentes, tras más de un mes de volatilidad desatada y caídas en todos los índices. Ese grupo de empresas ha perdido, de media, algo más de un 20% en sus cotizaciones, con bajadas que en el caso de Facebook superan el 30%, y aplicar esos porcentajes de corrección al volumen de capitalización bursátil nos genera pérdidas por cientos de miles de millones de dólares, cifras estratosféricas del capital que se ha desvanecido en unos pocos días. A más de uno la cena de acción de gracias, que se celebra hoy en EEUU le va a sentar muy mal cuando vea el estado de sus inversiones, y quienes, con razón, se sentían en la gloria hace no mucho ahora tendrán el susto en el cuerpo muy bien metido, sin que sepan qué hace, si mantener posiciones o liquidarlas, en función de las ganancias que acumulen o las pérdidas que puedan aflorar, que de todo habrá. ¿Qué se esconde detrás de esta bajada? ¿Hay causas profundas que expliquen esta corrección? El derrumbe de Apple se produjo al poco de presentar sus últimos resultados trimestrales, inmensos en volúmenes de facturación e ingresos, en consonancia con lo esperado, pero con unas perspectivas algo sombrías para la temporada navideña y con la sensación de haber llegado a un techo en las ventas de sus modelos. ¿Esto es así? ¿basta eso para que la acción sufra semejante correctivo? En temas complejos como estos debemos huir de las causas únicas y, probablemente, lo que tengamos detrás es un conjunto de circunstancias que han aflorado, de manera caprichosa, en estas jornadas. El ciclo de la economía norteamericana está siendo larguísimo y se nota agotamiento, en algún momento deberá caer y esos miedos crecen a medida que no llega la bajada de PIB esperada, la pérdida de impulso del crecimiento económico global que afecta a EEUU y el resto de naciones, las políticas que surgen desde los centros de poder, no sólo la Casa blanca, se llenan de populismo y siembran inestabilidad global, la guerra comercial con China sigue ahí, con picos y valles, la propia desaceleración china tan anunciada y, quizás, algo presente, el elevado valor de las propias cotizaciones bursátiles, que viven un inmenso mercado alcista como pocos se recuerdan, y que a buen seguro necesitaran de una corrección hubiera o no motivos externos… echen la culpa a lo que prefieran. También se está hablando de un factor nuevo, que es la madurez, o el agotamiento incluso, del modelo de negocio de las redes sociales, cosa que le hace especial daño a Facebook. Las redes ya no son tan idílicas y molonas (por usar un término que no me gusta pero que en ellas se emplea mucho) y muchos están descubriendo el lado oscuro de las mismas, especialmente en lo que hace al linchamiento social que generan y a la sensación, certera, de que todo se encamina a sacar dinero al usuario vía la comercialización de su información. Como siempre pasa, muchas redes empezaron siendo una utopía libertaria, un mundo nuevo sin los factores oscuros que nos torturan en nuestro día a día real, y han acabado replicando el mundo analógico en lo bueno y en lo malo, creando propiedades específicas de lo digital, tanto también en lo bueno como en lo malo. Si las redes empiezan su decadencia, o al menos han dejado ya atrás el estrellato, todos los negocios vinculados a ellas se verán afectados. ¿Se esconde algo así tras estas vejadas? Sólo el tiempo lo dirá

Curiosamente, o no, en la bolsa China se vivió un fenómeno similar hace un año con la caída de las BAT, trío de empresas formado por Baidu (el Google chino) Ali Babá (el Amazon chino) y Tencent, conglomerado tecnológico que para entendernos aúna componentes de Apple, Microsoft y Oracle. La caída de esos gigantes ha sido seguida allí por el resto de empresas y la bolsa de Shanghái ofrece ahora mismo un rendimiento anual del entorno del -20%, que deja al -9% de nuestro Ibex convertido en un chollo. En el caso asiático es más probable que la bajada de las BAT fuera una señal de enfriamiento de la economía de aquel gigante, pero no se si las FAANG son el indicador más certero para anunciar la inminencia de la esperada recesión norteamericana, aunque es verdad que, por su propio tamaño, podrían precipitarla. En fin, como ven, muchas dudas en un apasionante mundo del que casi nada entendemos.

miércoles, noviembre 21, 2018

Marchena, un justo entre mil necios


El whastapp que pillaron a Ignacio Cosidó alardeando de cómo el pacto PP PSOE permitiría a los primeros controlar una de las salas del Supremo ha sido la puntilla que ha rematado el crédito de un Tribunal, el más alto, que pasa por las horas más bajas desde que se constituyó. El infame chalaneo que orquestaron los dos grandes partidos para repartirse las sillas del alto tribunal, con el acuerdo tácito de Podemos si sacaba algún botín, ha quedado destrozado por la mera estulticia de los necios, a los que no bastaba con vejar una institución, sino que encima debían alardear de ello, presumir, chulear como vulgares que sujetos que son de lo que han arramplado. No le s ha podido la codicia, sino su simple y absoluta necedad.

Ha tenido que ser un hombre justo, Manuel Marchena, el propuesto como presidente del Supremo, el que diga que todo esto es insoportable, y haya renunciado a presidir nada de nada. En su carta de dimisión, emitida ayer a muy primera hora de la mañana, mientras un tren descarrilaba en Cataluña y la justicia hacía lo mismo en el palacio de las Salesas de Madrid, Marchena deja muy claro que él es juez, no es político, que no se presta a manipulaciones o control por parte de aquellos que creen que todo es utilizable para sus fines, que no se va a dejar ensuciar por el juego indecente de los trileros que se visten de responsables gestores de la cosa pública, y que no cuenten con él para cargos y prebendas, de muy alta distinción, ensuciadas en el fango de la política. El texto de Marchena debiera ser enmarcado y figurar en colegios, paradas de autobús y marquesinas callejeras, para que todo el mundo pudiera leer y a alguno se le cayera la cara de vergüenza, pero a sabiendas de que no sería efectos para aquellos que ya no tienen ni cara ni asomo de vergüenza alguna. PP y PSOE cocinaron a oscuras un pacto que, como en ocasiones anteriores, buscaba cubrir las espaldas mutuas en caso de que alguna de ellas tuviera encontronazos judiciales, bien por procesos que afecten a algunos de los dirigentes de ambos partidos o por intereses más oscuros, relacionados, y no solo, con el tema catalán. Otorgar cargo como precio para comprar voluntades, algo que funciona de maravilla en las cúpulas y estructuras de los partidos, que callan la disidencia, incluso diríase que el pensamiento, con coches oficiales, sueldos públicos y dádivas tan generosas como cleptómanas. La colocación que ha hecho Pedro Sánchez de todos sus fieles en posiciones relevantes, y muy bien pagadas, desde su llegada al poder es el último ejemplo de este proceso. La carne es débil, y varios miles de euros y el respeto adulador de los demás hacia el poder ablandan cualquier tipo de discrepancia y oposición interna, convirtiendo a antiguos enemigos del partido en los más leales colaboradores y ejecutantes de las políticas que surgen de la preclara mente del líder, antaño sujeto a críticas feroces, hoy colmado de alabanzas desde el recién estrenado despacho oficial. Pero mira por donde, de vez en cuando, como islas en el Pacífico, surgen personas íntegras, que poseen ideas y valores, sujetos a los que un cargo y un sueldo no compra, ciudadanos que han trabajado para hacerse una carrera profesional y no han crecido en la corte de pelotas y babosos que llenan todos los centros de poder que en el mundo existen, y se rebelan. No aceptan ser comprados, no se pliegan ante el dictado de un poder al que no otorgan legitimidad en función de sus sucios actos, y se convierten en seres apartados, incomprendidos, insultados, vilipendiados, orillados, ridiculizados. Apenas dos o tres de los más de ochenta que tuvieron acceso a las black de CajaMadrid Bankia renunciaron a poseerlas por considerarlas irregulares, una valiente fue la que denunció el escándalo de Acuamed y le ha costado la salud y la vida profesional, y un juez ha dicho que no ante el conchabeo orquestado entre bambalinas entre quienes no piensan en otra cosa que en proteger las vergonzosas acciones que no dejan de realizar día sí y día también.

Podemos tirar edificios, sabemos cómo reconstruirlos y que en pocos años vuelvan a erigirse en el horizonte, pero volver a levantar instituciones después de haber destrozado su prestigio es mucho más costoso, lento y, en ocasiones, prácticamente imposible. Lo que han hecho el PP y el PSOE con el Supremo es un caso de, así lo pienso, alta traición a la democracia y de absoluta irresponsabilidad ante la sociedad española. Populistas de todo tipo tienen en este asunto gasolina abundante para carburar sus sucios motores y pregonar la indecencia cometida, que ansían repetir aún con más saña si son capaces de alcanzar el poder. Sánchez y Casado debieran dimitir después de lo sucedido, leer en público la carta del juez Marchena, y tras ello no volver jamás a la escena pública.

martes, noviembre 20, 2018

Doscientos años del Museo del Prado


Ayer el equipo del Telediario de TVE, con Carlos Franganillo a la cabeza, tuvo la osadía de realizar su emisión desde el Museo del Prado, en el día en el que esa pinacoteca, quizás la mejor del mundo, cumplía 199 años y daba comienzo a los festejos del doscientos aniversario de su fundación. Durante muchos minutos, salas, personal y obras de arte se emitieron en horario de máxima audiencia compitiendo contra el resto de la programación, en un ejercicio de realización tan difícil como quijotesco. Franganillo daba paso a las noticias desde uno de los platós más espectaculares del mundo, con Las Meninas de fondo, escena de la que han aprendido todos los realizadores y directores de cine del mundo.

Leí hace unas semanas, no recuerdo donde, que El Prado es un museo familiar porque muchos españoles acuden dos veces en su vida; una cuando son niños llevados por sus padres, otra cuando son padres llevando a sus hijos. En mi caso incumplo plenamente este dicho, raro que soy en todo, dado que nunca lo he visitado con mis padres y casi seguro que jamás llevaré a unos hijos que no existirán. Mi primera visita al Prado está llena de brumas, tuvo lugar en el viaje de estudios de octavo de EGB en 1986, ya penas tengo recuerdo de las obras vistas, salvo las sensaciones de las grandes galerías y la columnata de la puerta de Velázquez. En las esporádicas vistas que hice a Madrid con posterioridad creo que apenas tuve la oportunidad de volver al museo, y no fue sino hasta que por trabajo me convertí en residente de la capital hasta que volví a encontrarme con sus salas y pasillos, que ahora suelo frecuentar un par de veces al año, aprovechando las exposiciones temporales que se organizan para dar un garbeo por la colección general sin prisa ni orden. Es El Prado un museo soberbio, tanto en la colección que alberga como por el edificio que la contiene, ejemplo para museos de todo el mundo y logro máximo de aquel autor llamado Juan de Villanueva, que supo crear en una parcela amplia pero irregular y desnivelada un bloque compacto, lo suficientemente inmenso para albergar lo que en su día se pensó que fueran colecciones de naturaleza pero con un diseño tan sobrio que lo hace parecer modesto e integrado en su entorno. Convenció Bárbara de Braganza a Fernando VII, quizás el peor Rey de nuestra historia, para que cambiara de destino aquel edificio y sirviera para exponer las colecciones de pintura real, y así comenzó la historia de un museo muy especial, enclavado en la zona noble de la ciudad, que da nombre y sentido a un paseo que con los años se ha convertido en referencia para el arte universal y que, como el Sol, se sitúa en el centro de un sistema de museos que orbitan en torno a él. El Reina Sofía y el Thyssen, poseedores de colecciones de enorme valor y belleza, complementa y agrandar la leyenda de un Prado que, como si fuera un templo, requiere de cierta conmoción del visitante y de una ligera reverencia en su entrada, pero que colma al que cruza sus puertas con un despliegue de arte tan espectacular como valioso, no en el sentido monetario, sino en el patrimonial de la humanidad. Sus salas, a veces atestadas, esconden joyas en casi todas las esquinas, muchas veces orilladas por las masas que acuden a ver las grandes y famosas obras, merecedoras de todos los aplausos que reciben. Por su tamaño, el Prado no es abordable en una visita y hacerlo supone en sí mismo una manera de desperdiciarlo, de tratar de empacharse con la mejor pastelería en vez de degustarla poco a poco. No dejen de ver esas obras maestras si no las han contemplado nunca en persona, pero piérdanse por sus salas sin orden ni rumbo, de puerta en puerta, saltando de una a otra sin saber lo que les espera, y a buen seguro saldrán colmados sea lo que sea que el museo les muestre. Como los amigos de toda la vida o el amor verdadero, que puede que sean lo mismo, el Prado siempre cumple lo que de él uno espera, y lo entrega a cambio de nada. Sí, hay que pagar entrada, en España los museos no son gratuitos como en otros países, pero ¿cuánto dinero gastamos en cosas superfluas que no nos aportan nada? Pruebe a cambiar una mañana de rutina en el centro comercial por una visita al Prado. Su bolsillo y alma se lo agradecerán.

Es Madrid una ciudad con componentes raros. Carece de río como tal, aunque se haya adecentado ahora el entorno del arroyo que quiere juagar ese papel, y sus iglesias son, salvo excepciones, bastante decepcionantes. La Almudena quiere ser catedral pero a mi modo de ver se queda en un pastiche que ni quiere ni puede, y que frente al Palacio Real al que mira de frente apenas puede levantar un palmo del suelo. Es el Prado la auténtica catedral de esta ciudad, reverenciado, respetado y querido como tal. Todos los habitantes de la urbe, amen o no el arte, saben que ese lugar es importante, por lo que es y lo que alberga, y harán todo lo posible para defenderlo del paso del tiempo y las desidias humanas. El mejor regalo para su cumpleaños es visitarlo, hacerlo realmente propio, sentirlo como lo que es, la extensión más regia del salón de la casa de cada uno de nosotros.

lunes, noviembre 19, 2018

Obesidad


El pasado viernes, tras dar una pequeña vuelta por el centro y comprar algún libro, ya de noche, acabé como siempre en alguna de las cafeterías de la zona, tomando algo y leyendo. En la mesa sita junto a mi se encontraban tres mujeres, de una edad que estimo superaba los cuarenta, pero no por mucho (aviso, soy malo para echar edades) y por lo poco que pude captar de sus conversación estaban hablando de sus hijos y del colegio. Dos de ellas estaban algo gorditas, pero nada del otro mundo. La tercera sí que estaba obesa, y mucho. Llevaba una camiseta de manga corta y dejaba ver unos brazos que equivalían en volumen a mis piernas, formados por masas informes que colgaban y se movían tambaleantes a cada gesto que hacía con la mano.

Entorno a las tres se encontraba una suculenta tarta de chocolate que estaba siendo devorada sin descanso. Las otras dos amigas tomaban café y la tercera una infusión en vaso ancho y alto, al que en el tiempo en el que estuve por allí echó dos azucarillos completos, sin descartar que antes de que yo llegase hubiera arrojado alguno más. No hace falta ser un genio para echar cuentas y suponer que la cantidad de calorías que esa chica se estaba metiendo en el cuerpo en aquella merienda excedía por completo cualquier cifra razonable. Casi se podía sentir como la maquinaria de su cuerpo era forzada, una vez más, ante una ingesta de azúcares para la que nada en la biología y genética le había preparado para poder aguantar. ¿Cuáles serían los niveles de las constantes sanguíneas de aquella mujer? ¿Cuántas estrellitas obtendría en sus análisis? Sospecho que, como decía alguno de los amigos de mi padre, lo suyo sería de (al menos) cinco estrellas, lujo asiático en forma de constantes disparadas. Lo que observaba era algo que, cada vez, resulta más común en nuestro alrededor, obesidades elevadas, no ya las típicas gorduras normales que a un servidor le resultan incluso atractivas en cuerpos femeninos (entre eso y las figuras esqueléticas no tengo dudas). El volumen de los gordos ha ido en aumento a medida que los hábitos de consumo han cambiado y el sedentarismo se ha hecho casi absoluto. Hoy en día las opciones para moverse son escasas, y mucho menos las necesidades para ello. Resulta curioso ver cómo los gimnasios tienen éxito pero muchos de sus clientes acuden a ellos en coche, lo que resulta ya de por sí una contradicción muy llamativa. Nuestros cuerpos están diseñados para acumular grasas porque hasta hace pocos siglos lo de la alimentación no era una cosa regular que se hiciera tres veces a la semana. El hambre se encontraba a la vuelta de cualquier recodo y no había garantías de que esa pieza de carne degustada se fuera a repetir en el corto plazo. Las cosas han cambiado mucho, y las posibilidades de adquirir proteínas y grasas en cualquier comercio a nuestro alcance se han disparado. En el mundo moderno ya hay más enfermos por sobrepeso que pobres que padecen hambre, lo que demuestra lo mal que nos organizamos. La ingesta masiva de comida, demasiadas veces no de buena calidad, y el estar quietos durante casi todo el día suponen una combinación nefasta para cuerpos que necesitan actividad o que, si no se les proporciona movimiento, requieren mucho menos combustible. Acorde a las necesidades de cada uno y del ritmo metabólico que cada cuerpo demanda, hay que ajustar la ingesta y el consumo para que el balance se mantenga dentro de unos límites normales, sin excesos ni hacía el obeso ni hacia la delgadez extrema, dado que ambas situaciones son malas para nuestro cuerpo y generan problemas de salud de muy distinta índole, pero que pueden ser serios a la larga. El negocio de las dietas, casi todas ellas estafas, sigue creciendo junto a la media del volumen de nuestro cuerpo, y las angustias en torno a la figura física, en un proceso de melancolía y frustración que no lleva a ninguna parte.

Cuando salí de la cafetería las tres amigas seguían allí. Nada quedaba en el plato de la tarta ni en los vasos y tazas que las acompañaban. Comencé un pequeño paseo hasta el metro rumbo ya a casa, pensando entre otras cosas si ellas, sobre todo la más obesa, cenaría esa noche, y qué comería. ¿Cuántas calorías sería capaz de ingerir en un día normal? Ver escenas de este tipo me suele dejar preocupado, porque no son sino un maltrato autoinflingido y evitable al cuerpo, una manera de hacernos daño que no tiene mucho sentido. Algo parecido me pasa cuando veo a maratonianos o, en esta locura que nos ha invadido, a corredores que no pueden con su alma y siguen trotando rumbo al esguince o la luxación, cuando no al infarto. Cuidarse es necesario, y me da que todo empieza por reducir los excesos, que en nada son buenos. Puede que sólo en el amor no haya que poner límites, pero tengo muchas dudas al respecto.

viernes, noviembre 16, 2018

El gobierno crea el caos en la automoción


Me da que últimamente estoy abusando demasiado de la palabra caos, pero es que la realidad parece demandar en todo momento este concepto para permitir describirla ¿Cómo definirían ustedes sino el día vivido ayer en el Reino Unido? Quizás incluso se quede corto el término. Algo similar está pasando con el sector de la automoción, a una cámara algo más lenta, en los países de nuestro entorno, y de manera acelerada en el nuestro. Los globos sonda, intenciones, ideas peregrinas y demás iniciativas que el gobierno suelta a cada paso sobre lo que va a hacer en ese sector han sembrado la confusión total entre los consumidores, fabricantes e intermediarios. Pareciera que hubiese interés por desestabilizarlo, por arruinarlo. Es suicida.

España es, hablo de memoria, el segundo país de la UE en producción de vehículos. Tenemos plantas de un montón de marcas, ninguna propia, que son de las más productivas y rentables del mundo, y su aportación al PIB, empleo y riqueza es de una dimensión alucinante. En cada CCAA en la que se ubica una planta de automoción esa suele ser, casi con total seguridad, la mayor empresa de la región, al que más empleos tiene y la que más ingresos aporta a las arcas públicas. En un sector estratégico de primera división, que genera un efecto arrastre en tecnología y empleo como pocos, y que hay que cuidar y mimar de una manera especial. Las inversiones en este sector so intensas en capital y requieren largos años de amortización, se toman con cuidado, sin dejarse llevar por vientos y modas, y tienen unas dimensiones que asustan. Todo lo que sea perturbar el sector se paga, muy caro, en forma de inversiones canceladas y empleos perdidos. Por eso, alguien en el gobierno debiera sentarse un par de minutos y reflexionar sobre lo que está haciendo. Hay un cierto consenso global sobre la necesidad de ir cambiando la tipología de vehículos, de más contaminantes a menos, y de ahí a los eléctricos no contaminantes (por dónde circulan, otra cosa es cómo se produce esa electricidad) y también se sabe por todas las partes implicadas que las tecnologías limpias a día de hoy no son capaces de ofrecer las prestaciones y rendimientos de las fósiles. Comienza el ocaso de una forma de moverse y está naciendo otra, de todos es sabido, pero estamos en el punto en el que la nueva aún no camina como es debido. Es por ello que, sí, debe ser alentada, pero mientras tanto debemos sacar todo el partido posible a la tecnología vigente que, no lo olvidemos, es la que nos permite el día a día de nuestra forma de vida y economía. Anuncios alocados sobre prohibición de ventas de vehículos térmicos en plazos en los que no está ni claro cuál será la forma de moverse, ideas constantes sobre la subida de impuestos y demonización al diésel, siendo los diésel modernos menos contaminantes que los gasolina, imposiciones a las estaciones de servicio para generar una red de abastecimiento eléctrico para un parque apenas inexistente, dudas un día, nuevas dudas otro.. así no hay manera no ya de desarrollar política alguna, sino de crear las condiciones para una reflexión serena sobre qué movilidad queremos, que es lo que tenemos y podemos, y cómo transitamos de un lado a otro. Hoy el Ministerio de Industria, tras una semana en la que se ha acabado la paciencia de los implicados, ha convocado una reunión con las partes afectadas para explicarse y serenar los ánimos. La reunión será un fracaso, porque la patronal de fabricantes, UGT y CCOO ya han anunciado que no acudirán por considerar una convocatoria precipitada y no avisada aquella que, con apenas 24 horas de antelación, les requiere para debatir el futuro de su sector. Se sienten, con razón, ninguneados, orillados y maltratados por unas instituciones que parecen no entender el problema que tienen entre manos y las graves consecuencias que pueden generar sus vaivenes y ocurrencias.

Uniendo Brexit y coches, uno de los mayores temores de los británicos es que la planta que tiene Nissan en aquel país, una de las mayores de Europa, que fabrica los Qashqai para el continente, se traslade fuera de las islas en el caso de que las condiciones de salida de la UE sean muy lesivas o que la inestabilidad se adueñe del proceso. En nuestro país Almusafes, Figueruelas, Landaben, Valladolid, Vigo, Vitoria, son lugares en los que se asientan auténticos corazones industriales y que otorgan vida económica a las regiones en las que se encuentran. La política del gobierno al respecto del sector está siendo completamente irresponsable y esperemos que los daños causados ya hasta el momento no vayan a más. Nos jugamos todos mucho con ello.

jueves, noviembre 15, 2018

May gana la primera batalla ante los suyos


Theresa May llegó casi de rebote a la jefatura del gobierno británico tras la espantada de Cameron, que le dejó uno de los mayores marrones que imaginarse uno pueda. Desconocida para muchos de los suyos, convocó unas elecciones para afianzar su poder y perdió los suficientes escaños para seguir siendo mayoría pero no absoluta. Apoyándose en nacionalistas norirlandeses, su gobierno avanza en medio de la marejada del Brexit, perdiendo ministros como si fueran hojas otoñales y dándose por sentado que en cualquier momento su espigada figura caerá, víctima de los errores propios y las conspiraciones de muchos de los que le rodean, auténticos peligros públicos. Pero a pesar de todo, May resiste, cual Rajoy.

Ayer su logro fue grande. Conseguir que un gobierno dividido, el suyo, apoyase la propuesta de acuerdo de Brexit alcanzada con Bruselas se puede considerar un éxito absoluto para sus aspiraciones negociadoras, su posición ante el gobierno y la sociedad de Reino Unido. Cuando empezó la reunión era imposible saber qué es lo que iba a pasar, ya lo comentábamos ayer, y tras varias horas de discusión finalmente May compareció ante los periodistas mostrando un gesto distendido y sonriente, dentro de lo que ella es capaz, sabedora del avance que había logrado, pero consciente también de que la victoria de ayer dará paso a nuevas y más cruentas batallas en las que nada está decidido. Como si fueran rondas de un concurso por eliminatorias, May debe ganar todos los encuentros que tiene de ahora en adelante, dado que la pérdida de alguno de ellos supondría la eliminación del acuerdo y, probablemente, la suya propia. A partir de ahora el juego se producirá en dos escenarios diferentes. Una vez que se convoque una reunión extraordinaria de jefes de estado y de gobierno de la UE que lo ratifiquen, serán Londres y Bruselas los epicentros de lo que vaya a suceder, especialmente la capital británica. Bruselas tratará de mantener la posición unida de todos los socios, algo que era más sencillo en el indeterminado mundo preacuerdo y que ahora puede ser más difícil, como ya señalan algunas fuentes provenientes de otras capitales europeas. El texto acordado, más de quinientas páginas, deja muchas puertas abiertas y en sí mismo es una base para negociaciones futuras que deben concluir en un tratado cerrado, que no es lo que tenemos ahora. Es probable que, con sus dificultades, el proceso en Bruselas pueda llevarse a cabo sin demasiados problemas, pero es en Londres donde se va a juagar el todo por el todo. May deberá convencer a su partido de lo que se ha acordado, a otras fuerzas políticas, especialmente a los desnortados laboristas, y conseguir que Escocia vea con buenos ojos el tratado. Y sobre todo, alcanzar una mayoría de votos en el Parlamento de Westminster cuando llegue el momento de la votación del acuerdo. Ese será el punto decisivo. Si esa votación rechaza el pacto todo el esfuerzo realizado hasta el momento se irá a la basura y volveremos a la casilla de salida. En el Parlamento se sientan dos partidos grandes, con otros pequeñitos, y sobre todo dos corrientes ante el Brexit, los radicales y los moderados, que fracturan cada una de las formaciones que allí anidan. Ahora mismo es más probable un voto en contra que a favor del acuerdo en las filas conservadoras, donde la campaña contra May es muy intensa, y del laborismo se puede esperar cualquier cosa, comandado como está por un Jeremy Corbyn que ha hecho amplios guiños a los duros del Brexit y exhibe una posición más centrada en un arcaico socialismo que en la visión progresista y moderna de la vida que se le debiera suponer a su formación. ¿Sabremos algo más cuando llegue el día de la votación? No descarten el suspense hasta el último minuto.

En todo caso, y dentro del desastre que supone el Brexit en sí mismo, la victoria de ayer también es un alivio para todos nosotros. El Brexit es, lo reitero, una derrota para todos, pero será menos malo si resulta acordado y suave, y más lesivo cuanto más discutido sea. May logra minimizar daños en casa y en la UE, y muestra a otras naciones que ni una tan poderosa y grande (en el contexto de Europa) como Reino Unido es capaz de romper amarras con el club comunitario. Lo reitero, todo sigue estando en el aire, más de lo que parece, pero hay trabajo entre bambalinas para ir tejiendo una red de seguridad que impida un castañazo. Y eso es bueno para todos. ¿Lo ideal?, que el Brexit no se produjera y que Reino Unido se reincorporase a la UE, pero dado que eso parece imposible, conformémonos con lo menos malo.

miércoles, noviembre 14, 2018

¿Acuerdo para el Brexit? Ojalá


La sorpresa saltó ayer por la tarde en forma de noticia no confirmada por Bruselas pero sí pregonada por los medios británicos. Se había alcanzado un principio de acuerdo para el Brexit que soslayaba el problema de la frontera de Irlanda del Norte, permitiendo así cerrar negociaciones en muchos capítulos y poner en marcha el proceso de ratificación del acuerdo por las partes para llevarlo a cabo. No ha trascendido mucho del texto acordado, y según algunas fuentes el consenso se ha logrado dando una patada adelante al problema irlandés, en vista de que resulta imposible poder hacer algo realmente definitivo en este momento. La noticia es gorda, y tiene muchas repercusiones, si finalmente el acuerdo sale adelante.

Y ese condicional sobre el acuerdo recae, fundamentalmente, en la parte británica, sumida en el más absoluto caos, que se encuentra dividida sea cual sea la sección de su sociedad que estudiemos, y que no ofrece garantía alguno de respaldo ni a este ni a otro acuerdo posible. Ayer por la noche empezó el peregrinaje de ministros ante la sede del gobierno de May, esa casa de ladrillos negros sita en el 10 de Downing Street, recibiendo cada miembro del gabinete una copia de lo acordado y comprometiéndose a estudiarlo y, hoy decidir si lo apoyan o no. Para un seguidor de la política resulta asombroso, y genera una envidia infinita, ver como el presidencialismo al que estamos acostumbrados en España se difumina en Reino Unido, con un gabinete en el que no sólo está permitido discrepar, sino que el mero hecho de las unanimidades se observa con suspicacia. May está en una posición muy difícil desde que llegó al gobierno, y quizás sea hoy el primer día en el que se juegue su puesto de verdad. Si esta tarde su gobierno no ratifica el acuerdo, o se fractura en exceso (se dan por sentadas algunas dimisiones) carecerá de fuerza para elevar al Parlamento el texto y, quizás, decaiga como primera ministra. Si consigue el apoyo de su gobierno, o de lo que vaya quedando de él, mantendrá el cargo y se lanzará a convencer a los comunes conservadores para que apoyen el texto en Westminster, porque si en esa votación parlamentaria se rechaza el acuerdo, propugnado por ella, su figura caerá sin remisión. Dado que existen profundas divisiones entre los conservadores, los laboristas, el gobierno May, los poderes económicos, la sociedad en su conjunto y, si me apuran, el arzobispado de Canterbury, resulta absolutamente imposible saber que va a pasar una vez que se reúna el gabinete, a eso de las 15 horas españolas, por lo que supongo que los aficionados a las apuestas, que en las islas son legión, estarán ante una jornada apasionante en la que uno de los retos será definir posibles escenarios, y ni les cuento el que uno de ellos sea el que realmente se produzca. ¿Mirará May de reojo las deliberaciones del Supremo español para aprender cómo no hay que hacerlo? Me temo que bastante tendrá con vigilar su espalda de las puñaladas que, día sí y día también recibe de sus presuntos compañeros de partido, convertidos en una jauría descontrolada que no cesa de pegar gritos en contra de la UE y d cualquier entente cordial. Personajes como el exministro de Exteriores Boris Johnson han convertido la flema británica en algo muy alejado de las formas y al ironía para llevarlo al terreno del esputo, mostrando una actitud y formas propias de un pub del centro del país en plena noche de fútbol europeo. ¿Es realmente posible alcanzar un acuerdo con esa facción conservadora? Parece que no, y de ahí el mérito de una May sometida a todas las presiones y odios posibles, que trata de salvaguardar una situación para la que ni ella ni nadie estaban preparados, y que mantiene a su país y al resto de la UE en la incertidumbre total.

La reacción de las finanzas ayer por la tarde, con las bolsas europeas cerradas, fue la de un ascenso de la libra y bajada del interés de la deuda británica, lo que es un respaldo a la economía británica, porque todo el mundo sabe que un mal acuerdo es mejor que un no acuerdo, excepto los Johnson y sus alocados seguidores. Pero como ven el escenario es de una complejidad enorme, y las posibilidades de que lo pactado ayer descarrile hoy o los próximos días es muy elevada. Como señaló ayer un corresponsal de la BBC, “I haven’t got the foggiest idea” lo que viene a decir que la niebla (fog) impide saber qué puede pasar, así que si quieren, si queremos, respuestas, toca esperar y ver.

martes, noviembre 13, 2018

Tres años desde Bataclán


Seguimos mirando a París y a amargos sucesos. Hoy se cumplen tres años de los atentados yihadistas que sacudieron la capital francesa y dejaron helado a medio mundo. Varios comandos asesinos atacaron las inmediaciones del estadio de Francia, donde se jugaba un partido de fútbol, algunos locales de ocio y, sobre todo, la sala de fiestas Bataclán, en la que se celebraba un concierto de rock que acabó convertido en una masacre. Cerca de ciento treinta muertos repartidos a lo largo de los escenarios del ataque resumen lo que allí pasó y dan una idea del horror vivido. No se si París ha vuelto a ser la que fue, pero la herida que supuso en su espíritu y población fue tan severa como profunda.

¿En qué estado estamos actualmente en la lucha contra el yihadismo terrorista? Es esta una pregunta peligrosa, porque no tengo información precisa al respecto y porque una de las maneras de responderse, el tiempo que llevamos sin atentados, puede ser falaz. El último gran ataque islamista que sufrió Europa tuvo lugar en Barcelona, en el verano del año pasado, así que vamos camino del año y medio sin hechos de este tipo. Ese dato es un indicador positivo, porque significa que, o bien los terroristas no han logrado crear planes operativos de ataque o estos, en desarrollo, han sido frustrados por las fuerzas de seguridad, produciendo en ambos casos la nada en la que nos encontramos, vendida nada. ¿Por qué es una impresión de seguridad que resulta falsa? Porque en la trastienda del día a día sigue la lucha constante entre la seguridad y el ánimo terrorista, y bien sabido es que basta que falle una de las piezas de seguridad para que el atentado pueda llevarse a cabo, y de nada sirven decenas de intentonas frustradas frente a una efectiva. Por ello, pese a que podamos tener la sensación de relajación, humanan, natural e inherente a este periodo de no actividad, debemos mantenernos alertas y prevenidos ante lo que pueda pasar. Uno de los miedos que tenían las fuerzas de seguridad a la hora de prevenir atentados en nuestras naciones era todo lo relacionado con la guerra de Siria, tanto el entrenamiento en tácticas de combate que allí se ha dado por parte de los que han viajado al conflicto como el retorno de los mismos, convertidos en personas muy distintas a las que eran cuando marcharon, y el mismo efecto propagandístico que la guerra en levante y el emblema de DAESH ejercía en las células locales, contuvieran o no componentes retornados. Se hablaba de miles de posibles retornados y, evidentemente, el riesgo que comportaban esas cifras se hacía inasumible. ¿Qué es lo que ha pasado finalmente? No está muy claro ni tengo cifras en la mano para decirlo, pero por lo que he leído por ahí me da la sensación de que la mayor parte de los supuestos retornados que se contabilizaban en su momento yacen ahora en las arenas del desierto sirio. La crueldad y extensión de la guerra siria ha destrozado a la mayor parte de fuerzas combatientes, que han sido laminadas por el ejército de Asad con el imprescindibles apoyo ruso. Uno de los grandes derrotados ha sido el propio DAESH. Privado de territorio, ciudades y población dominada, me da la impresión de que una de las órdenes de combate emitidas en su lucha ha sido la de no hacer demasiados prisioneros, en la idea de que un yihadista muerto deja de ser peligroso. Leo precisamente hoy la situación en la que se encuentran algunos centenares de yihadistas occidentales en Siria, retenidos allí en terreno reconquistado por las fuerzas del gobierno, que no son juzgados por los tribunales locales y que no vuelven a los países de origen porque esas naciones, las nuestras, así lo desean. Las cifras son considerables, pero aun así reducidas respecto a lo que uno pudiera esperar. Parece que Siria ya no será caladero de terroristas, al menos de manera tan masiva como lo fue en un principio y se llegó a temer.

Pero el yihadismo es una fuerza terrible, y que actúa en plazos largos, en dimensiones temporales que se escapan al cortoplacismo en el que vivimos los occidentales. Mientras Siria se estabiliza bajo el yugo de Asad, otras regiones como Afganistán o el Sahel vuelven a erupcionar con bandas yihadistas muy conocidas por todos (como los malditos talibanes) u otras de nuevo cuño, especialmente en África. ¿Surgirán de allí movimientos y combatientes que vuelvan a atentar contra nuestras ciudades? Pudiera ser, dado que ya pasó lo mismo en el pasado. Por lo tanto, como reiteraba antes, toca mantener alta la guardia, intensificar el trabajo de las fuerzas de seguridad y, en días como el de hoy, mirando a París y a otros lugares azotados por la barbarie islamistas (en Madrid hay tantos en los que poder fijarse, demasiados) recordar a las víctimas y a sus allegados.

lunes, noviembre 12, 2018

Centenario de la Primera Guerra Mundial


En un París frío y lluvioso, que poco albergaba de lo que se entiende como ciudad de la luz, se reunieron ayer jefes de estado y de gobierno de medio mundo, en el entorno de las setenta naciones, para conmemorar la firma del armisticio que, a las 11 y 11 del 11 del 11 de 1918 dio por terminada lo que luego se conocería como Primera Guerra Mundial. En su momento, y aún hoy, se le llamo Gran Guerra, pero empequeñecida quedó por la contienda que vino después, lo que hace que ese apelativo de “Gran” sea más una cruel ironía que otra cosa. En su momento fue la mayor de las guerras conocidas, y lo que sucedió un par de décadas después la condenó a un olvido, a o un segundo plano, injusto y peligroso.

Esa fue, quizás, la última guerra a la que se acudió a los campos de batalla con deseo de gloria, sentimiento de honor y optimismo juvenil. Resulta asombroso leer las crónicas del verano de 1914, de unas naciones europeas que se empiezan a enfrentar en un clima de aventurismo y deseo auténtico de las poblaciones y de los opinadores de las mismas de alcanzar la gloria en los campos de batalla. Cuatro años después, el continente está lleno de ruinas, zonas extensas de Francia y Alemania son paisajes lunares, arrasados, en los que nada vive y sólo contienen restos de miles de muertos. Las bajas de todos los ejércitos superan cualquier cifra conocida y el balance global de pérdidas es escalofriante. El surgimiento de la guerra se ha estudiado en detalle, considerándose por todos los expertos como un ejemplo fascinante, y aterrador, de lo que las malas decisiones, basadas en mala información, y los prejuicios, pueden ser capaces de provocar. Años de crecimiento económico, de globalización, de revolución tecnológica y desarrollos nunca antes imaginados habían cambiado la faz del mundo, y envalentonado a las naciones europeas a creerse todas ellas superiores a sus vecinos. La rivalidad, tanto en el continente como en las colonias, era total, y el deseo de lograr la hegemonía global parecía estar al alcance de los rivales de Reino Unido, entonces el imperio más poderoso del mundo. Esa confianza, ese exceso de creencia en las capacidades de cada uno, el desarrollo de carreras armamentísticas por todas partes y los recelos mutuos eran la combinación perfecta para provocar un gran error. Quiso la historia y el azar que fuera el asesinato del archiduque austriaco en Sarajevo la mecha que puso en marcha una reacción en cadena de errores que llevó a la declaración global de la guerra, pero las condiciones eran tales que si ese día de verano Gabrilo Prinzip no llega a ejecutar el atentado (sucedió finalmente por los pelos) cualquier otro hecho fortuito hubiera sido capaz de desencadenar el desastre. Una vez iniciada la guerra todos los contendientes pensaban, y así lo decían, que sería breve, rápida y no muy dolorosa, y que en la misma Navidad de 1914 ya estarían otra vez las naciones europeas encalmadas. Esa Navidad fue la primera en la que miles de soldados la pasaron hacinados como ratas en apestosas trincheras, en las que el barro, las enfermedades, los disparos y el gas mataban a los humanos de manera industrial sin que los frentes avanzaran en lo más mínimo. Decenas de miles de británicos murieron el primer día de la inútil batalla del Somme, y en Verdún se aniquiló a gran parte de la juventud francesa y alemana para, al cabo de unas semanas, constatar que aquello no llevaba a ningún avance en las posiciones militares de ambas fuerzas. Muchos son los lugares en centroeuropea torturados hasta el extremo por esa guerra, llenos hoy de cenotafios, memoriales y enterramientos. La Gran Guerra fue un desastre absoluto, una carnicería inútil que arrasó gran parte de lo que era y pudo ser Europa, y sembró las semillas de una destrucción aún mayor, pese a que los combatientes, tras lo visto, se perjuraron que jamás volvería a suceder algo así. Para eso están las promesas, para incumplirlas.

Un siglo después, las lecciones de aquella guerra siguen vivas, y también lo está el temor de que no las hayamos aprendido como es debido. En su discurso junto al arco del triunfo napoleónico, Macron lanzó un alegato a favor del patriotismo entendido como el amor a lo propio siempre en colaboración con los demás, frente al nacionalismo, que sólo quiere a lo propio y se enfrenta a los demás. Lleno de buenas palabras y razón, su discurso era escuchado por los líderes poderosos de hoy en día, que tienen el multilateralismo no como una de sus prioridades, sino como un obstáculo para sus ambiciones. Con un Trump que desnorta a los EEUU de su senda de dominio global, con Rusia como poder económico decrépito pero militarmente creciente, y una china que ayer apenas fue vista pero que camina hacia el liderazgo global, ¿fue la ceremonia de ayer un aldabonazo efectivo? No lo se, el tiempo lo dirá. Ojalá que sí, y que los millones de muertos que costó aquella maldita guerra no se vuelvan a repetir jamás. En nuestras manos está.

jueves, noviembre 08, 2018

¿Cuándo es bueno legislar en caliente?


Estaba claro que había que aprovechar la ventana de oportunidad que la sorprendente sentencia del Supremo abría de par en par para que los políticos se colgasen la medalla de salvadores de la ciudadanía. El miércoles por la tarde todos, más o menos claros, eran partidarios de legislar para que el efecto de la sentencia no se extendiera a las nuevas hipotecas, y fue ayer Sánchez, desde el gobierno, cuando anunció que en el Consejo de Ministros de hoy se aprobará u Real Decreto que declare que la entidad financiera es el sujeto pasivo de la hipoteca, por lo que los nuevos titulares de la misma no pagarán el tributo, aunque a partir del lunes verán cómo se encarece el producto hipotecario y, en el fondo, tendrán, tendremos, que pagarlo.

Y a lo largo de la tarde de ayer me surgía una duda, infantil, inocente, de esas que no tienen malicia ni respuesta, relacionada con las polémicas sociales y judiciales. Cada vez que se produce un suceso violento o que genera un amplio rechazo social se reclaman, desde asociaciones de afectados, modificaciones legislativas para que cosas así no vuelvan a pasar o para que, realmente, cuando se reiteren, los causantes de las mismas afronten un castigo más duro. Y la respuesta común de políticos y legisladores es la de que legislar “en caliente” es un error, y que no debemos caer en esa actitud precipitada, simplista y algo demagógica. Respaldo bastante esta argumentación, pero para tratar de ser coherente, la respaldo independientemente de cuál sea el caso al que nos estemos enfrentando. Y compruebo con asombro como ayer se produjo un proceso de legislación no en caliente, sino en plena ebullición, sin que a nadie le haya resultado extraño o precipitado, o al menos que así lo haya manifestado públicamente. Cierto es que la actitud del Supremo en esta historia ha hecho necesaria que se produzca una revisión de la norma por parte del legislador, ¿pero cambiar una ley tributaria por un Real Decreto ofrece todas las garantías posibles? ¿Deja una puerta abierta a que una entidad financiera que se sienta perjudicada por el cambio de norma recurra la misma y pueda tumbarla? Mis conocimientos de derecho son escasos, por lo que las preguntas las lanzo porque no se sus respuestas. La precipitación a la que hemos asistido en este caso, celeridad asombrosa, contrasta notablemente con reformas legislativas requeridas por parte de la población, que se agudizan en casos concretos, y que son dilatadas en el tiempo por los partidos de una manera asombrosa. El caso de la edad penal de los menores y el tratamiento al que deben ser sometidos si cometen crímenes graves es uno de ellos. Pocos son afortunadamente los casos, pero cuando se producen inquietan especialmente, y ante ellos, y la demanda automática que surge entre las víctimas de esos delitos y parte de la sociedad, que se siente solidaria y amenazada junto a los sufridores del caso, la respuesta suele ser casi siempre la misma, la de que legislar en caliente es peligroso y se debe producir un debate entre expertos sobre las consecuencias que tiene un cambio normativo en esa materia. En el caso hipotecario el número de afectados es muy elevado, el clamor social generado enorme, pero también son amplias, complejas y de calado las consecuencias de tocar la norma que rige el mercado de las hipotecas. Si los bancos repercuten el impuesto a los clientes, cosa que hace todo aquel que tiene un tributo y puede pasárselo a otro, los costes de la hipoteca no variarán para el particular, pero se oscurecerán, enmascarados en subidas de tasas y de diferenciales, y al final puede que acabemos pagando aún más que lo que sería el importe tasado de un (anacrónico, injusto y necesitado de revisión) impuesto. ¿Alguien ha pensado en las consecuencias de todo esto? A buen seguro no, pero cargaremos con ellas, sea lo que sea que acabe pasando en ese mercado.

Realmente, ahora que no nos oye ni lee casi nadie (¡¡gracias, querido lector, por estar ahí!!) la pregunta del título de hoy se responde de una manera muy sencilla. Depende del número de votos que se puedan pescar con la reforma. Los cambios de normas de carácter penal tiene partidarios y detractores muy acérrimos y los votos que ganas por un lado los pierdes por el otro, y el saldo de legislar en caliente no está muy claro. En el caso de las hipotecas, todos se apuntaban al carro de la reforma porque era una ganancia de votos segura, sea quien sea el hacedor del cambio normativo, y cuando hay votos que ganar, no hay tiempo que perder, y la prisa todo lo domina. Así de simple y crudo. Hay quien a esto le llamará demagogia o cinismo. Y sí, es eso, que también son términos adecuados para describir lo que es la política del día a día.

Mañana es fiesta en Madrid ciudad, la Almudena, así que no habrá artículo. Hasta el Lunes 12

miércoles, noviembre 07, 2018

El Tribunal Supremo se hipoteca su futuro


El concepto de carga, de losa, de piedra de Sísifo que se esconde bajo la figura jurídica de la hipoteca se puede explicar de la manera más precisa posible estudiando la situación en la que queda el Tribunal Supremo tras la sentencia de ayer. En una enconada votación de 15 a 13, la decisión tomada dejó a todo el mundo asombrado, me atrevo a decir que incluso a la propia banca, que no esperaba una sentencia plenamente favorable para sus intereses. Daba por hecho que de ahora en adelante le tocaría pagar y rezaba (y peleaba) para que no tuviera efectos retroactivos, pero logró librarse de una y otra carga. Y la imagen del Tribunal, sumida en las sombras, ha quedado bastante en entredicho.

La gestión por parte del Tribunal de un asunto tan delicado y fácil de manipular ha sido nefasta, no por la decisión final acordada, sino por el procedimiento por el que se ha llegado a la misma. No puede ser que primero se decida A, luego B, luego se pida suspender el efecto de B y finalmente se opte por A como si aquí no hubiera pasado nada. Así no se hacen las cosas, sean A o B cualquiera de las opciones posibles que ustedes deseen ante cualquier problema. Ahora la indignación popular es palpable, y se va a acabar legislando a favor del cliente y en contra del banco para revertir el efecto de la decisión de ayer, y ningún partido votará en contra, pero el roto que se ha hecho a la institución judicial es enorme, tanto como el prestigio perdido. Es difícil defender tras lo sucedido que no ha habido presiones bancarias encubiertas, y el discurso demagógico y facilón de que los poderosos siempre ganan ha encontrado un filón en lo que ha sucedido estos días, filón que resulta muy difícil de rebatir. Y en medio de todo este ruido, dos asuntos en los que poca gente repara y que tienen la clave de lo que se esconde tras esta polémica. El primero es el de por qué tiene que estar gravado con un impuesto la constitución de una hipoteca. El afán recaudatorio del gobierno no conoce límites, y el mero hecho de firmar un papel con consecuencias legales conlleva pagar, lo que es algo tan arcaico como injusto. Un hipotecado paga un impuesto que un alquilado no, ¿por qué? ¿Somos los hipotecados una especie diferente que tenemos obligaciones superiores al resto? Si se quita el impuesto nadie lo paga, y este debate desaparece. En algunas naciones europeas existe y en otras no, no es algo que sea consustancial al hecho de existir, como es el respirar o mojarse cuando llueve con viento racheado, como sucede hoy en Madrid. El otro detalle es que este impuesto es cobrado por las Comunidades Autónomas, no por el gobierno central, y ellas deciden el importe del mismo, que oscila entre el 0,5% y el 1,5%. Tenemos gobiernos en las CCAA de todos los tipos; socialistas, peperos, coaliciones y hasta independentistas, y todas cobran el impuesto. ¿Ha propuesto alguna de ellas retirarlo o renunciar a él? Por supuesto que no. Esta figura es una de las causas por las que, durante la época d la burbuja, las CCAA también estaban encantadas con el disparo de los precios de los pisos, porque ganaban mucho dinero con ello. Pisos más caros son hipotecas más elevadas y más impuestos asociados a las mismas, y con ello más ingresos, destinados en unos casos a inversión, en otros a gastos superfluos y, visto lo visto, no poco a mordidas y prácticas clientelares de opaca legalidad. Ya ayer por la mañana la actual Ministra de Hacienda cuantificó el impacto para las arcas de las CCAA en cerca de 5.000 millones de euros de producirse una sentencia favorable al cliente con una retroactividad limitada de cuatro años, que era por lo que muchos apostaban, y dejó muy claro que el efecto no se daría en las cuentas nacionales, sino en la de cada una de las regiones, que son las que han cobrado el impuesto, cada una a un tipo que ella ha determinado.

De todo esto no se hablará ni hoy ni mañana ni nunca. Tras la noche de sorpresa y primeras reacciones, hoy vendrán las declaraciones solemnes, los anuncios de reformas legislativas y la idea de que algo habrá que hacer para que la pérfida banca pague lo que debe, cuando hasta hace tres semanas nadie se había fijado en este asunto. Todos los partidos, que son los que recaudan el impuesto, se pondrán de acuerdo para cambiar el sujeto pasivo del mismo, pero no para reducirlo o eliminarlo, e intentarán ponerse medallas ante un problema que, como otros tantos, es fruto de su avaricia recaudatoria. Y al Supremo no le defenderá nadie, y lleno de heridas tras un proceso kafkiano, tendrá que arreglárselas él solito para sanarlas. Sí, todo son hipotecas, algunas en dinero, las más en prestigio e imagen. Las primeras se pagan y saldan, las segundas son mucho más difíciles de pagar y, aun así, a veces no se acaban nunca.

martes, noviembre 06, 2018

Test a Trump en EEUU


Cada dos años, desde hace siglos, el primer martes después del primer lunes de noviembre se celebran elecciones en EEUU, lo que entre otras cosas demuestra hasta qué punto está arraigada la democracia en aquella nación y lo ridículas que suenan nuestras críticas, de recién llegados a este virtuoso sistema, a los que llevan ejerciéndolo desde mucho antes de que nacieran nuestros abuelos. En cada elección se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes, más de cuatrocientos escaños, escogidos en proporción a la población, y un tercio del Senado, que consta de dos miembros por cada uno de los cincuenta estados. Y elección sí elección no, se escoge presiente de los EEUU.

Las elecciones que no escogen presidente, como las de hoy, se conocen como las “mid term” de medio mandato, y suelen ser un test para ver cómo son acogidas por la población las políticas presidenciales. Habitualmente movilizan mucho menos lectorado que en las presidenciales y eso hace que no sean frecuentes movimientos bruscos de voto. ¿Va a ser esto así en esta ocasión? Muchos signos indican que no. La presencia de Trump lo cambia y condiciona todo, y esta es la primera ocasión en la que la parte de la sociedad que se opone a sus políticas, por llamarlas de alguna manera, se puede expresar en las urnas. Sabemos que se ha producido una movilización mucho más alta que en ocasiones anteriores, y hay constancia de ello porque en EEUU es obligatorio el registro previo para poder votar, registro que requiere un acto expreso del votante (aquí por defecto ese registro lo realiza el INE y todos somos votantes potenciales). Se asocia esa mayor inscripción a que colectivos de votantes que en las elecciones de hace dos años se quedaron en casa, y en cierto modo permitieron la victoria de Trump, esta vez no lo van a hacer y se molestarán en ir a su colegio y meter su papeleta. El supuesto de que esto sea así puede ser cierto o no, y eso condiciona todos los análisis previos que se están haciendo desde este lado del Atlántico. El deseo de que pierda Trump es elevado en muchos, también en mi, pero no debemos confundir deseos con realidades, porque ese el camino más rápido al error. Hace dos años ¿cuántos apostaban por la victoria del magnate? Muy pocos, y acabó sucediendo. Los periodistas y politólogos se convirtieron, de repente, en los nuevos economistas, expertos que fracasaban estrepitosamente en sus predicciones de futuro pero que luego eran grandiosos a la hora de encontrar razonamientos que justificasen lo que había sucedido, razonamientos que no fueron capaces de ver antes de la jornada electoral. Las apuestas para el día de hoy señalan como muy probable la victoria demócrata en la Cámara de Representantes y que los republicanos mantendrán el Senado. Que con las polémicas, salvajadas y demás acciones que desarrolla Trump cada día desde su despacho oval su partido no sea claramente derrotado demuestra muchas cosas, pero sobre todo una de ellas, la incapacidad de los demócratas para ejercer una línea de oposición coherente y que arrastre voto. Obama se ha movilizado en estas últimas semanas de campaña, creo que desesperado por lo que ve, pero sobre todo urgido a hacerlo por la ausencia de una figura de referencia en su bando que sea aglutinante y levante el voto. Como sucede también aquí, el mérito del gobernante lo es tanto como lo sea el demérito del oponente, y ahora mismo Trump monopoliza la vida política norteamericana, es la estrella absoluta, y en frente hay ruido, mucho ruido, pero disperso. Si los resultados finales son los anticipados los demócratas podrán bloquear algunas de las iniciativas presidenciales, y podrán tener tiempo para pensar en cómo afrontar la elección presidencial de 2020, y sobre todo, pensar con qué candidato hacerlo. Ahora mismo el liderazgo no existe en sus filas, y eso en muestra de su división y de las corrientes que viven en ellos. Y así difícilmente podrán volver al poder.

Junto a las elecciones legislativas, en este martes electoral se renueva la jefatura de muchos de los estados de la Unión, y en algunos casos también se pueden dar vuelcos, aunque sean cambios que apenas lleguen a nuestros medios. El mundo de los gobernadores de los estados es también una gran cantera de candidatos presidenciales, y puede que de ahí surjan sorpresas que se materialicen a lo largo de 2019. Y claro, también se votan numerosos refrendos locales de todo tipo, en una jornada de votaciones que empezó hace mucho, porque ya son mayoría los estados que permiten el voto anticipado. El resultado de lo que pase hoy es muy importante, y quizás lo conozcamos antes que la decisión hipotecaria del Supremo. Atentos a lo que pase.

lunes, noviembre 05, 2018

Sánchez se vende por un presupuesto


“Mi reino por un caballo” gritaba, por boca y letra de Shakespeare, Ricardo III en los campos de la batalla de Bosworth mientras sus tropas eran derrotadas en la que sería la última batalla de la guerra de las rosas. El rey muere en combate y con él se acaba la dinastía Plantagenet. En su desesperación Ricardo III promete todo lo posible y lo imposible para recabar ayuda, miente a los que le rodean para conseguir apoyos y vende como victoria futura lo que ya es una presente derrota. El texto de la obra os conmovedor, pero no esconde la vileza de lo que allí sucedió ni perdona al personaje real ninguna de sus culpas y males. Su cadáver, encontrado hace pocos años en bajo un aparcamiento en Leicester, devolvió a la actualidad el drama y aquellas historias.

Algo parecido hizo Pedro Sánchez la semana pasada al modificar las conclusiones de la abogacía del estado en las peticiones de delito de los encausados por la intentona golpista catalana del año pasado. Forzando a la abogacía a discrepar de la fiscalía y rebajar la condena, eludiendo el delito de rebelión, quería ofrecer un gesto a los independentistas a cambio de que estos apoyasen el proyecto de presupuestos. Que ese gesto abra la puerta a que la futura sentencia del Supremo al respecto pueda ser recurrida en el caso de condena por rebelión y que la imagen de las euroórdenes españolas dictadas en el extranjero, y rechazadas, hayan sido vapuleadas por el propio ejecutivo poco le importa. Sánchez ofrece un reino que no es suyo a cambio de un caballo presupuestario que bien poco vale, salvo el tiempo comprado en el ejercicio del poder, que es lo que más ansía todo gobernante. La decisión del viernes conllevó dos escenas de lo más ridículas, que dejan la imagen del gobierno a la altura de la nada. En una de ellas Carmen Calvo, vicepresidenta, ante la evidencia de que hace seis meses, seis, Sánchez defendía el delito de rebelión, argumentó que Sánchez, como presidente, nunca ha dicho eso, dejando el concepto de “hechos alternativos” fabricado por las huestes de la actual Casa Blanca asimilado a profundas verdades. Ante un renuncio de tal calibre lo mejor que podía haber hecho Calvo era eludir la pregunta y contestar con otra cosa, pero cometió la imprudencia de pretender engañar a la ciudadanía mucho más allá de lo que resulta posible. Ya se sabe, todos los días nos cuelan mentiras en todas partes, pero nunca tan exageradas que parezcan tomaduras de pelo. El segundo momento bochornoso lo protagonizo la Ministra de Justicia, Dolores Delgado, que debiera reunirse con Cospedal para dimitir ambas a la vez y buscar, de manera secreta, la manera de vengarse de Villarejo. Afirmó Delgado que la decisión de la abogacía del Estado había correspondido en exclusiva a criterios técnico jurídicos, sin presión alguna por parte de instancias políticas. Nadie la creyó cunado lo contaba, y aún así reiteraba el argumento en medio de la soledad. Al día siguiente, una clarificadora editorial de El País, la desmentía de manera definitiva, afirmando que “Los cambios de criterio de la Abogacía del Estado responden a una decisión política, y es en tanto que tal como debe ser juzgada” incidiendo en que esto no era sino un gran gesto que el gobierno mandaba a los independentistas, y que no debía ser considerado insuficiente por ellos. ¿Alguna rectificación de la ministra de justicia? No que conste, aunque quizás ha llamado este fin de semana a Villarejo para pedirle ayuda, o a Cospedal para encontrar consuelo. En efecto, como señala el editorialista, el gesto es grande, y abre una puerta a recursos posteriores a una sentencia del Supremo, el único que puede decir si estamos ante rebelión, sedición o cualquier otra figura jurídica, otorgando a los encausados una baza de primera división.

¿Y cuál ha sido la respuesta de los independentistas ante este comportamiento, inadmisible, del gobierno? El desprecio más absoluto, el ninguneo, la pataleta y, de momento, la negativa a apoyar los presupuestos, lo que pone al gobierno de Sánchez en la picota y a la legislatura en un brete. ¿Qué ha cosechado Sánchez con esta manipulación de la fiscalía? Nada. Baldío derroche de institucionalidad para nada. Tras el acuerdo de Munich, vendido como solución ante el creciente riesgo de guerra con los nazis, Churchill le dijo a Chamberlain: "Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra y elegiste la deshonra, y también tendrás la guerra". Pues algo así es lo cosechado por el gobierno. Creía yo que Iván Redondo, el gran asesor de Sánchez, sabría que iba a pasar esto. La verdad, me lo imaginaba bastante más listo.