miércoles, marzo 27, 2024

El puente de Baltimore

Lo que sucedió ayer en Baltimore fue asombroso, increíble, digno de película, de esos tiempos en los que las películas eran más imaginativas que en la realidad. Las imágenes nocturnas en las que se ve el puente sobre la bahía son curiosas, con el negro de la celosía sobre el fondo de luces de la ciudad y el mar. Es difícil apreciar, si no te lo cuentan, que un enorme portacontenedores se aproxima por la parte inferior izquierda, desde el fondo, hacia uno de los pilares del puente. De repente, se percibe el impacto y la estructura empieza a desmoronarse desde el lado izquierdo de la imagen, sin esperanza alguna. En segundos, todo se ha volatilizado.

Va a haber que investigar mucho para saber por qué se ha producido un accidente tan grave, y serán varias, seguramente, sus causas. El enorme barco pudo avisar al puerto en su breve singladura que tenía problemas de abastecimiento energético, que se le estaba yendo la luz si quieren decirlo así, y que eso le hacía perder el control y gobierno de la nave. Si uno vuelve a ver las imágenes nocturnas, identificando dónde está el buque, sí que se aprecia que en un momento dado la fila de luces de una de sus cubiertas se apaga por completo, para volver a encenderse y apagarse ya de manera definitiva. ¿Qué fallo técnico se dio? ¿Por qué el barco tomó un rumbo directo de colisión contra el puente? Si la falta de electricidad se hubiera producido en un rumbo convencional de salida bajo el vano del puente las consecuencias habían sido nulas. Como es habitual en estas maniobras, en el barco se encontraba un práctico, personal del puerto que conoce sus detalles y guía a la tripulación en las maniobras de entrada y salida. Sus declaraciones, las de toda la tripulación y los registros de la “caja negra” que tienen estas embarcaciones serán determinantes para saber qué es lo que ha fallado. Por la parte del puente, nada que objetar. El buque era un portacontenedores de más de doscientos metros de largo, cargado hasta los topes, decenas de miles de toneladas de fuerza bruta con una inercia gigantesca, ante la que no hay pilar o estructura de soporte que pueda hacer nada. Inaugurado a principios de los setenta, lo único que se le puede achacar al puente, por lo que he leído, es que no contase con estructuras defensivas llamadas “duques de Alba” que rodean los pilares para que, en caso de que un barco se desvié se choque contra ellos y el impacto, si llega a las pilas principales, sea el menor posible. Tampoco tenía una estructura que rodease a los pilares en su asentamiento, algo así como una especie de islita artificial, que muchas veces se utiliza para los trabajos de cimentación y construcción, y que se queda con valor algo decorativo, pero, también, protector contra la corrosión del agua y posibles impactos. Una vez que la masa inercial del buque impacta contra la estructura el puente está condenado. El arco de celosía soportaba la carretera de tres carriles por sentido con tirantes que colgaban desde la arquería a la plataforma, y todo el voladizo se sustentaba en dos enormes puntos de apoyo, desde donde se extendía una plataforma de carretera en celosía sin arco hasta llegar al tramo de puente convencional de pilares con vigas de hormigón prefabricadas. Al vencerse uno de los apoyos del arco éste ya no puede realizar su trabajo de soporte y se cae por su propio peso sobre el buque causante del impacto. El equilibrio de cargas de la estructura desaparece y el segundo gran soporte se convierte en un pivote sobre el que los restos de celosía, desequilibrados, se vencen por el lado contrario al del impacto. En apenas segundos todo el enorme entramado de vigas se desmorona y acaba cayendo, fragmentado, sobre las aguas, dejando una imagen en la que parte de las estructuras se ven sobre el mar mientras que otros restos quedan sumergidos, en función del tamaño de los fragmentos en los que, finalmente, ha quedado partido lo que era un puente. El canal de navegación queda bloqueado por los restos de la estructura metálica derrumbada, el barco que impacta permanece dañado, algo escorado por la brecha del impacto, clavado a lo que queda de los soportes contra los que se ha estrellado y el destrozo es absoluto.

Además de los fallecidos, casi todos ellos miembros de una contrata de construcción que reparaban una parte del firme del puente, este desastre bloquea por completo el puerto de Baltimore, el primero del país por comercio de coches y camiones ligeros, y uno de los relevantes en otras cargas como gas natural licuado, contenedores o graneles. Los daños económicos para la ciudad van a ser enormes dado el cierre indefinido de la instalación, y se van a prolongar mucho tiempo. Los efectos para la economía de EEUU, leves, no serán nulos, y el coste de eliminación de los restos del viejo puente y diseño construcción de uno nuevo, significativos y prolongados en el tiempo. Menudo desastre.

Subo a Elorrio por Semana Santa y me cojo dos días. Pásenlo muy bien, parece que va a hacer mal tiempo en todas partes, aunque bueno es que llueva. Si no pasa nada a lo Baltimore nos leemos el miércoles 3 de abril

martes, marzo 26, 2024

Putin utilizará el atentado

Es duro ver las imágenes de los presuntos terroristas detenidos por los cuerpos de seguridad rusos, presentados ante los medios ante el tribunal que ha decretado su ingreso en prisión preventiva durante un par de meses. Amoratados, con evidentes síntomas de tortura, uno de ellos con una oreja cortada a semejanza del pasaje evangélico que se leerá en estas fechas, todo muestra la pulcritud con la que las autoridades rusas se conducen por el mundo, y el “escrupuloso” respeto a los derechos humanos que ejercitan. No he visto a ningún propagandista, de los pagados por el Krmelin, que se rasga las vestiduras por todo lo que pasa en occidente, señalar a las autoridades de Moscú por estas crueles escenas.

Putin ayer compareció nuevamente para retorcer su teoría del atentado. Ante las absolutas evidencias de la ejecución yihadista del mismo no le quedó más remedio que admitir que, en efecto, han sido islamistas del ISIS-K los causantes de la matanza, pero a continuación se mantuvo en sus trece y dejó caer que si bien los ejecutores podían ser esos los organizadores y quienes realmente estaban detrás del mismo eran los ucranianos, los autores intelectuales, en una expresión que a muchos se les hará familiar. La masacre del viernes es culpa de sus ejecutores y ejemplo de fallo en la prevención de la seguridad del estado, que desatendió las advertencias occidentales al respecto y que ha permitido que se le cuele un gol en forma de atentado despiadado, pero, una vez sucedido, la maquinaria de propaganda del Kremlin está más que dispuesta a aprovechar cada una de las víctimas causadas en el ataque como munición para sus propios intereses militares en Ucrania. Si ya desde hace semanas se venía sospechando de una posible nueva orden de reclutación para llevar más hombres al frente, las escenas del Crocus que vivimos el viernes serán bien utilizadas para alentar el deseo de venganza de la población, aún en shock, y canalizar la ira hacia los ucranianos, los que para el kremlin se esconden detrás de la fachada islamista. Es burdo, absurdo, carente de sentido, pero no descarten que funcione. A escala también en España tenemos un gobierno que no deja de mentir y utilizar la propaganda para vender falsedades, que son compradas por no pocos. En Rusia la ventaja para el gobierno es que, al contrario que en España, ejerce su poder en el marco de una dictadura que reprime sin cuartel. Por ello, aunque veamos imágenes de un apenado Putin vela en mano en un memorial dedicado a las víctimas, en el fondo está feliz porque la casualidad le ha brindado una oportunidad no prevista para enardecer el espíritu patriótico y dirigirlo a favor de sus objetivos. Al conocerse la noticia, sin que se hubiera producido aún reivindicación alguna, la teoría de un atentado de falsa bandera organizado por el propio aparato del kremlin no se descartaba, porque no sería la primera vez que sucesos de semejante nivel de depravación y retorcimiento han llegado a suceder en Rusia. Cuando Putin llega al poder se producen en Moscú una serie de atentados sobre edificios residenciales que causan decenas de muertos. El gobierno ruso los vincula rápidamente con comandos terroristas chechenos, que ya habían realizado acciones en el pasado en la capital, y a partir de ahí lanza una movilización que desatará la segunda guerra de Chchenia, la que laminará Gorzny, y servirá para elevar a Putin al nivel de poderoso y eficaz mandatario, a lomos de un ejército triunfante sobre las hordas separatistas. Varios son los analistas que sospechan que algunos de esos atentados no fueron tales, sino acciones organizadas desde el poder ruso que buscaban crear la excusa para desarrollar una guerra en Chechenia que pusiera fin a ese problema y otorgara al desconocido Putin la vitola de líder victorioso. Es uno de los temas más oscuros de aquellos años, y la sombra de la sospecha no ha llegado a disiparse. Dado el comportamiento mafioso del poder del Kremlin, la teoría del autoatentado, aunque suene horrenda, no era del todo descartable, pero al poco se vio que no era así. En todo caso Putin quiere que le sea útil para sus depravados fines, sin importarle demasiado la autoría real del ataque y lo que ha permitido que se pueda llevar a cabo.

Mientras en Europa crece el temor, uno más en la lista, a que ISIS-K se sume al grupo de dolores de cabeza de seguridad que nos amenazan, en Rusia el luto por la matanza va a ser sustituido en breve por olas de propaganda antiucraniana que reforzarán el mensaje de guerra mesiánica entre la verdad de Moscú y la infamia de Kiev, cuando es justo al revés. La memoria de los inocentes asesinados el viernes será mancillada por las autoridades de su país, que ven en ellos piezas que sirven para construir nuevas mentiras en su imperio de terror y sometimiento. Muchos, rusos y ucranianos, seguirán muriendo en los campos del este por deseo del dictador que no cesa en su afán de odiar a todo lo que pueda hacer sombra a su megalomanía.

lunes, marzo 25, 2024

Masacre terrorista en Moscú

En los vídeos que empezaron a circular el viernes por la tarde noche, poco recomendables dada su dureza, las tomas las realizan los que están dentro del Crocus City Hall, el pabellón multiusos donde se produce el ataque. La mayoría de las imágenes se captan desde la zona cercana a la entrada, un gran vestíbulo acristalado con escaleras mecánicas, con estilo de centro comercial moderno, donde los terroristas no dudan en acribillar a todos los que encuentran. Los cristales que rodean el acceso saltan en pedazos a la vez que se ve a personas que tratan de huir, pero, bajo ráfagas de disparos, caen y se amontonan unas sobre otras.

El segundo grupo de vídeos muestra el interior del auditorio del centro, una enorme sala semicircular con capacidad para varios miles de personas, donde se iba a celebrar un concierto de rock. El aforo parece parcialmente desalojado, pero la imagen es engañosa porque, al igual que el cámara que toma las imágenes, muchos otros asistentes se encuentran agachados, buscando que la fila de asientos que está delante de ellos les haga de parapeto ante lo que parece ser un grupo de personas que disparan. En efecto, vemos sobre el primer graderío a dos o tres terroristas con armas automáticas que no dudan en disparar a lo que ven, creando mucho más caos y pánico del que usted pueda ser capaz de imaginar. Las tomas son bastante estáticas, desde el refugio en el que el que las está captando trata de protegerse. Viendo esas escenas uno ya podía imaginarse la magnitud de lo que estaba sucediendo, pero luego nos enteramos de que se produjo el incendio del local, obra también de los terroristas, y que las llamas acabaron por consumir gran parte de la estructura del edificio, arrasando por completo el auditorio y convirtiéndolo en una absoluta ruina, con el techo derrumbado y precipitado en forma de vigas rotas sobre escenario y plateas. Las escenas de los bomberos al día siguiente muestran la sala, donde hace falta imaginación para situarse y pensar que corresponde al mismo escenario que vimos en los vídeos pasados, con un enorme boquete en el techo, desde el que se puede ver el cielo gris de un Moscú atacado. Policías y bomberos trabajan conjuntamente tratando de separar amasijos de hierro, para permitir el acceso a todas las zonas que han quedado en pie de la estructura en busca de posibles víctimas. El balance de la noche del viernes, una cuarentena de muertos, envejece rápidamente a lo largo del sábado, superándose con creces el centenar, y con varios cientos de heridos de diversa consideración. El exterior del recinto, un lugar similar al BEC de Barakaldo o al IFEMA de Madrid, se ve lleno de equipos de seguridad, asistencias sanitarias y policías, que intentan empezar a recopilar pruebas de lo sucedido, mientras en todo el país comienza una operación de caza a los terroristas que han perpetrado semejante barbarie. Las condenas internacionales a lo sucedido se agolpan unas sobre otras, así como los comunicados de reivindicación del maldito estado islámico en su rama del Jorasán, ISIS-K en siglas anglosajonas, y de hecho los islamistas difunden algunos vídeos tomados por los propios atacantes desde cámaras que portan con ellos, con el objeto de documentar sus atrocidades. Los dos escenarios comentados se repiten, pero esta vez no desde la perspectiva de los aterrados ciudadanos indefensos, sino desde la de los que los buscan para cazarlos. Las imágenes tiemblan y tienen poca definición, pero no otorgan duda alguna sobre lo que está pasando y añaden un toque de crueldad aún mayor si cabe a lo que vimos el día anterior. Personas orgullosas de asesinar en masa se graban con el anhelo de pasar a la posteridad por su acción, como esos psicópatas que atacan los colegios norteamericanos, atiborrados de armas y tecnología. Allí es una rabia escondida o el deseo de venganza personal, aquí es el fanatismo religioso y, también, la venganza contra Rusia por sus acciones en Siria y Afganistán. En el fondo es lo mismo, odio descarnado, sin límite, sin piedad alguna, buscando causar el mayor daño posible.

La sociedad rusa, conmocionada, vive el luto de un atentado de crueldad masiva, y su gobierno, noqueado, ve como sus servicios de seguridad no han podido evitarlo, a pesar de contar con información occidental que avisaba de la posibilidad de que algo así sucediera. A menos de una semana de la reelección aplastante de Putin como presidente del país, el dolor de los moscovitas será usado por el dictador en su beneficio, y ya pone un ojo en Ucrania como culpable de un acto vil del que el gobierno de Zelensky no tiene responsabilidad alguna. Días de lloros en Moscú, preludios de más días tristes en el este, de feos días de venganza alentada desde el kremlin.

viernes, marzo 22, 2024

Ser realistas sobre la guerra de Ucrania

Ayer, mientras el sedicioso chulesco organizaba un mitin en el que se reía de todos los españoles y humillaba, sobre todo, a los que se a sus pies se han arrodillado para amnistiarlo, asistí a una charla en la fundación Rafael del Pino en la que tres autores se reunieron para presentar el último libro de uno de ellos, la analista Mira Milosevich, experta en el mundo euroasiático y autora de anteriores trabajos de referencia sobre Rusia. En este caso, el libro busca en la historia de aquella nación las razones profundas de su actual expansionismo y cómo esa tendencia no se va a ver frenada en el corto plazo. Fue un debate de altura, serio y con mucho contenido.

Evidentemente, la guerra de Ucrania estaba en todo momento presente en el debate, y tanto en las preguntas posteriores como en las intervenciones de los ponentes el futuro de lo que suceda en el campo de batalla planeaba como una de las principales incógnitas para saber cuál será el devenir de la Rusia de Putin, de Europa, de la alianza trasatlántica y de, en parte, la correlación global de fuerzas en un mundo al que esa guerra le puede venir lejana o no, pero que le sirve como lección práctica de enfrentamiento moderno. La conclusión fundamental que saqué sobre este tema es que la cosa pinta mal para Kiev. Tras un primer año de shock, el 2022, marcado por la invasión y el fracaso del intento de descabezamiento del gobierno de Zelensky, y un año 2023 que empezó con optimismo para los que apoyamos a Ucrania ante la necedad del ejército ruso y la reconquista de regiones por parte de Kiev, el tercer año de enfrentamiento se presenta sombrío, realista como lo definió Niblett, dada la relación de fuerzas entre los contendientes, el proceso de aprendizaje de la moderna guerra multidominio que está mostrando el ejército ruso y la flojera en los apoyos occidentales a Ucrania. Las ayudas norteamericanas siguen empantanadas en un Congreso de Washington en el que el aislacionismo gana peso, y eso sin que Trump haya vencido en las elecciones. Los europeos debemos de empezar a asumir que Ucrania es nuestra responsabilidad, y que del devenir de esa guerra, en la que son los nacionales de aquel país los que luchan y mueren, es en gran parte el devenir de nuestra UE. Si Rusia gana la posición europea quedará seriamente tocada y el riesgo físico para las naciones colindantes será real. Si Rusia es contenida y ve que no es capaz de hacer frente a la guerra la posición de fuerza de la UE habrá mejorado notablemente y eso nos dará un margen de seguridad colectiva propio del que, hasta ahora, carecíamos. Pero todo eso, la respuesta defensiva de la UE, se debe producir a sabiendas de que EEUU ha dejado de ser un aliado fiable. Está en nuestras manos que seamos capaces de mantener el esfuerzo militar de Ucrania y así lograr una solución futura que sea lo más ventajosa posible para Europa y lo menos posible para Rusia. De eso se trata. En la actual guerra de desgaste Rusia cuenta con mucha más población y recursos propios que Ucrania, y no está sola, ni militar ni financieramente. Las sanciones económicas contra Moscú se han mostrado como una herramienta imperfecta y, sobre todo, no compartida por otros importantes países, como China o India, que poseen peso suficiente en el escenario global como para crear círculos de financiación y comercio alternativos a los dominados por el sistema occidental. Rusia se irá achicando a medida que la guerra se mantenga, pero eso no parece preocupar al dictador que la rige, y por ahora China se convierte en el ganador económico de un conflicto que le ha abierto las puertas de par en par al mercado ruso y que le sirve para adquirir materias primas y energía del gigante eslavo a un precio de descuento. Lo que se suponía una herramienta para estrangular a la economía de Moscú ha sido, en parte, poco más que una vía para infringir daño a las clases bajas y medias occidentales. En este punto el realismo tampoco está de más.

Los escenarios futuros que sobrevolaban la charla de ayer tenían en mente un futuro alto el fuego, que no acuerdo de paz, que explicite una Ucrania dividida, partida, con una zona anexionada por Rusia y otra volcada completamente hacia Europa, sin que aún esté nada claro dónde podría situarse la frontera física de esas dos partes, que emularían al escenario coreano. De momento, sin embargo, todos coincidían en que la guerra seguirá durante todo este año, porque los contendientes mantienen fuerzas y esperanza en su victoria. Eso sí, en la coyuntura actual, el tiempo corre en contra de Kiev. Y la responsabilidad de su futuro cada vez recae más en los europeos. No podemos fallarles, no podemos fallarnos a nosotros mismos.

jueves, marzo 21, 2024

Cupos y privilegios

No es nueva la idea del cupo catalán que se ha sacado de la manga Pera Aragonés, en una muestra de cierta desesperación preelectoral. Ya en la transición se estudió esa propuesta, pero entonces Pujol la rechazó. Sabía de números, de los costes que genera recaudarlos y de las mordidas que podía sacar con ellos, y prefirió ahorrarse los primeros y obtener las segundas por otra vía, sin que la hipotética hacienda catalana se pudiera ver envuelta en escándalos que afectasen a su partido e imagen. Artur Mas también lo pidió en medio de la crisis financiera, para ocultar la quiebra de su gobierno, y del no que obtuvo se inventó el “procés” que le consumió.

El sistema de cupo es factible en un estado descentralizado, pero exige unos cálculos precisos y, sobre todo, un sentido común de responsabilidad, pertenencia y nobleza, cosa que nunca ha existido en el nacionalismo periférico, ahora mutado en sedicioso en gran parte. Una de las mayores falacias que se repiten todos los días es la de que hay territorios que pagan más y otros menos, lo que es completamente falso. Los territorios no pagan impuesto alguno, son las empresas y ciudadanos que residen en ellos los que los pagan. Un señor pobre en Cataluña paga menos impuestos que un señor rico en Extremadura. Que en Cataluña haya una proporción mucho más alta de ricos que de pobres respecto a Extremadura hará que la recaudación media de un catalán sea más alta, pero eso es por la fortuna, nunca mejor dicho, de tener y poseer más. Es probable que a alguien que gana 15.000 euros al año le gustaría pagar 20.000 euros de impuesto sobre la renta, sobre todo porque eso significaría que sus ingresos superarían los 40.000 con una muy elevada probabilidad. La experiencia de cupo en España se circunscribe a las haciendas forales, ese residuo de la época carlista que no pudo ser abolido en la Constitución y que, por ello, es legal. Las tres haciendas vasas y Navarra recaudan sus impuestos y pagan luego lo que se llama el cupo a la hacienda nacional, para compensar los gastos que la administración central realiza en el territorio o en el conjunto del país para el servicio común de los ciudadanos de esas provincias. De lo visto en estos años existe la sensación clara de que, para las arcas forales, el cupo ha sido beneficioso porque la aportación pagada a la caja común es menos que la debida, y por eso, entra otras cuestiones, el nacionalismo catalán lo reclama. No hay una causa de justicia social, eficiencia distributiva, criterios objetivos de gravamen por renta, diseño de políticas sociales de gasto o cosas por el estilo debajo de la propuesta de Aragonés, sino una mera intención de quedarse con más dinero del obtenido de las rentas altas y medias catalanas para que las formaciones políticas que comanden la Generalitat, nacionalistas por supuestos, se queden con más parte. A las rentas altas catalanas, como a todas las rentas altas de todas partes, el sinuoso y supremacista discurso de que “si gestionamos nuestros impuestos pagaremos menos porque no subvencionaremos a los pobres del resto de España” no les suena mal, porque todo lo que una renta alta pueda eludir de impuesto le vendrá bien, sea la excusa que se use para ello, y por eso la propuesta de cupo catalán tiene cierto apoyo desde hace tiempo en las clases dirigentes empresariales catalanas, que buscan la manera de bajar sus gravámenes. Que el cupo foral sea injusto es una arbitrariedad en la práctica, pero dado el pequeño peso económico que tienen las cuatro haciendas forales en el conjunto de la nación, peso que, por cierto, sigue bajando año tras año, el conjunto del país se puede permitir vivir relativamente sin esa aportación, pero la economía catalana es, más o menos, la quinta parte de la del conjunto del país, también declinando, y eso es excesivo para que el egoísmo de los sediciosos no genere graves consecuencias al conjunto de la hacienda nacional, al presupuesto y a las políticas de gasto.

Realmente, si se fijan, sólo los ricos que dominan las regiones ricas quieren el cupo, y ser separatistas, y no es por casualidad. El supremacismo racial que está en la base del nacionalismo, no es otra cosa, se ve muy alimentado del egoísmo cuando se da en un territorio en el que la renta media es más alta. Cuanto más tengo más quiero, y más me molestan los que de ello pretenden una parte. Estas políticas son muy de derechas, de clase adinerada. Lo paradójico de nuestro cutre país es que se venda como de izquierda, como progresista, la creación de nuevos privilegios para los que ya los tienen. Sí, es el mundo al revés, y es injusto por mucho que lo repitan los que se creen en la capacidad de otorgar carnets de buen o mal ciudadano.

miércoles, marzo 20, 2024

El petróleo está subiendo

Otro día nos fijaremos en el disparo de otra materia prima que es fundamental para nuestra vida, y en parte goce, pero hoy nos centraremos en el petróleo, que también tiene su importancia en la vida, ¿verdad? Si echamos un vistazo al gráfico se puede ver que, por ejemplo, el WTI, referencia en EEUU, (en Europa es el Brent) alcanzó un máximo parcial a finales de septiembre e inicio de octubre de 2023, en el entorno de los 90 dólares, coincidiendo con los ataques de Hamas a Israel. Luego se mantuvo unas semanas en ese entorno y, a partir de ahí, comenzó una senda descendente que lo llevó a perder, por poco, los setenta dólares a mediados de diciembre.

Desde ahí, poco a poco, sin hacer ruido, ha ido subiendo, y ayer cerró a 83 dólares el barril, un precio en la zona alta de lo que se ha visto en los últimos tiempos. El por qué el petróleo sube y baja da para varios libros y pocas certezas, ya que su mercado está tan condicionado por la marcha del ciclo económico global como por el de las expectativas de crecimiento futuro y todo lo relacionado con la geopolítica. Para simplificar mucho, y perder matices, digamos que la bajada navideña pudo ser debida a la convicción de que la guerra de Israel y Hamas no se iba a extender más allá de Gaza, lo que lo convertía en un conflicto regional sin generar riesgos globales, y que las noticias que llegaban de China eran de enfriamiento económico sostenido, con demanda a la baja, deudas inmobiliarias crecientes y riesgo de deflación. Ahora, en marzo, en el primer día de la primavera, ¿cuáles son las causas que impulsan el ascenso del crudo? En Gaza el desastre es total, pero la guerra sigue siendo local. Los ataques hutíes están encareciendo la cadena de suministro global al dejar al mar rojo y al canal de Suez fuera de la mayor parte de las rutas comerciales. La economía China ha mostrado estas semanas algunos datos que podrían indicar que no se recupera, pero sí que no empeora, y la tan temida recesión global que se anuncia desde hace dos años no llega y no llega, sepultada por unos índices bursátiles disparados y economías, como la de EEUU, carburando a toda potencia. El impacto de los ataques ucranianos de estos pasados días a algunas refinerías rusas añade algo de picante, en forma de tensión y reducción de oferta, que presiona los precios al alza. Sea por lo que sea lo cierto es que el barril sube, y esto no estaba en muchas de los modelos predictivos sobre la economía en este 2024. A corto plazo, si la subida se modera, estaremos ante un pico de precios de efectos menores que no irá a más, y no generará muchas consecuencias, pero si el nivel de los ochenta se convierte en un suelo permanente durante bastante tiempo, con picos y valles, sí empezará a generar efectos serios. Para nosotros el petróleo es coste puro, un factor que debemos importar sí o sí y el precio supone un valor que se nos detrae directamente de la renta que generamos. Una bajada del barril es una inyección de dinero en nuestra economía en forma de insumo más barato, por lo mismo que un ascenso es como si nos subieran los impuestos directamente. En el contexto global, una subida del barril supone un incremento de costes productivos y, con el tiempo, una traslación de los mismos a la cadena de precios, por lo que esto se puede traducir en unas tensiones inflacionarias añadidas a las que ya vivimos. Tenemos desde hace tiempo un nivel de precios que está causando graves problemas y destruyendo poder adquisitivo de las clases medias, y sólo en estos últimos meses, por la bajada de productos como la electricidad y algunos alimentos, se está viendo un poco de luz al final del túnel, pero no olvidemos, una luz que supone que los precios, en media, suben mucho menos, habiéndonos comido el escalón de subida que sufrimos en 2022 y 2023 sin visos de poder recuperar el poder adquisitivo que se ha perdido. Si el barril induce a un nuevo disparo de precios el daño sobre el consumidor será intenso.

La posibilidad de una nueva subida de precios en el horizonte puede tener otro efecto no esperado, que es el retraso, aún mayor, en la bajada de tipos de interés por parte de los bancos centrales. Las apuestas en otoño eran que la reducción de tipos sería en primavera, y ahora mismo nadie espera bajadas antes del inicio del verano. La FED y el BCE están muy atentos a los datos de precios, y si observan que la moderación que se ha visto en los últimos meses en principal y subyacente revierten las bajadas se retrasarán. Actualmente tipos como los de los bonos o el euríbor ya anticipan los retrasos que vivimos. ¿Irán a más?. Ahora mismo es muy difícil predecirlo.

martes, marzo 19, 2024

Macarras con sueldo público

La última de Miguel Ángel Rodríguez, conocido como MAR, el jefe de gabinete de Ayuso, ha sido amenazar por mensajes de whatsapp a una periodista de un medio de comunicación, eldiario.es, en relación a las noticias publicadas por él sobre el presunto delito fiscal del novio de Ayuso. Ese medio es una web de marcado sesgo izquierdista, o eso dice, por lo que aprovecha cualquier oportunidad para atizarle al PP y a todo el espectro de centro derecha. Da igual la ideología que venda el medio, el comportamiento de MAR es infame, condenable y merece toda la crítica y reprobación posible. MAR cobra, y no poco, del presupuesto de la Comunidad de Madrid, pagado con los impuestos de todos, sea cual sea su ideología, la tengan o no.

El de MAR es el último de una serie de casos en los que servidores públicos, o que debieran serlo, se han convertido en vulgares macarras de taberna al mando de cargos que les otorgan prebendas, privilegios y, por lo que se ve, barra libre para abusar de ellos sin control. El que se está demostrando como una figura en este tipo de comportamientos degradantes es Óscar Puente, el actual ministro de fomento. Ya en su época como alcalde de Valladolid los que residen en esa ciudad se acostumbraron a su faltona manera de hablar, dirigirse a quien no le bailase el agua y, en general, a unas formas propias de un matón de poca monta. Su ascenso en el PSOE hasta posiciones de poder, algo incomprensible, se ha dado en paralelo a la conversión de X, la antigua twitter, en una especie de estercolero global, en el que se pueden encontrar joyas valiosas entre grandes cantidades de mierda e inmundicia. Puente tuitea sin freno, insultando y amenazando a todo el mundo, sin cortarse lo más mínimo. Como pasa con el caso de MAR, los medios afines al partido de quien amenaza silencian los hechos, corren una cortina sobre ellos y buscan en el pozo de mierda ajeno declaraciones basura para tapar el hedor que sale del propio. La hiperactividad de Puente pone en un brete mayor a los portavoces de la progresía patria, convertidos en una nueva inquisición moral que disfruta dictando qué es lo ético y qué no lo es. Lo de MAR es una vergüenza, lo de Puente también. Diez palabras que están prohibidas, así, seguidas, en la mayor parte de cabeceras y medios de nuestro país. Hay una cosa en común que tienen estos dos personajes, que es que cobran del erario público, de los impuestos de todos, sea cual sea su ideología, la tengan o no. Sí, la misma frase con la que concluye el primer párrafo de hoy. Y es casi seguro que también utilizan dinero público, que sale de esos mismos impuestos, para alimentar las bocas de quienes callan ante sus excesos y jalean los de los demás. Eso es corrupción, sí, usar fondos de todos para fines partidistas, pero no me interesa aquí ese asunto, no, sino el estético, el mero hecho de que personajes de una zafiedad absoluta, que no merecen ser contratados para ningún tipo de empleo por ser unos maleducados sin vergüenza alguna hayan llegado a ocupar posiciones de poder, privilegio y sueldo que la mayoría de los españoles, este que les escribe desde luego, jamás alcanzarán. ¿Qué está pasando para que sujetos que sólo merecen el desprecio por su comportamiento y el ingreso durante meses en un reformatorio lleguen a esas cotas de poder? ¿Cuándo la selección de élites en España degeneró hasta el punto de que este tipo de basuras morales puedan alcanzar puesto de dirigencia? No es que estemos ante un caso de selección adversa, sino simplemente la degeneración total. A buen seguro MAR y Puente son excelentes pelotas de sus jefes, aduladores sin freno de quien les otorga el puesto y garantiza la nómina, y usan todas sus bondades para loar a la persona que les ha otorgado el cargo por dedocracia. Y una vez en él, se comportan como lo que son, sujetos infames, indignos, que uno jamás querría tener al lado en la parada del autobús, en la cola del cine o en cualquier otra situación vital. Personas que, con su comportamiento, avergüenzan a todos los que les rodean. Seres que sólo sirven para ser expuestos como modelo de lo repulsivo, de lo que se debe dejar atrás, de lo que huir.

Es curioso, en tiempos en los que la teoría de la ejemplaridad pública de Javier Gomá ha conseguido despuntar en las listas de ventas de libros y en la de los conceptos, donde se menciona la necesidad de llevar una vida que, en su falta, sea echada de menos por lo digna que llegó a ser, los cargos públicos empiecen a ser auténticos contraejemplos “gomianos” de tal manera que sea justo la manera en la que ellos se comportan la guía que sirve para saber cómo no debe ser el ejemplar. Nada hay más motivo de orgullo en la vida que no ser como MAR o Puente, nada más debido que despreciarlos siendo justo lo contrario a ellos. Eso sí, no habrá medios que defiendan al que así se porte. Al ejemplar sólo le rodeará el silencio y, claro, la falta de nómina pública. Escoja.

lunes, marzo 18, 2024

Putin, chulesco

Por una vez, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, estuvo espabilado y también felicitó a Putin por su victoria electoral a principios del fin de semana, para que esperar a un recuento que iba a dar un resultado arrollador. No ha habido muchas incidencias en las elecciones rusas, más allá de algunos gestos de protestas protagonizados por valientes cuyos familiares tardarán mucho en volver a ver. Urnas manchadas e, incluso, alguna quemada, pero poco más. Se produjeron concentraciones de votantes ayer al mediodía frente a los colegios, como reclamaba la oposición, pero nada que haya alterado en exceso la jornada en el país.

Putin debe estar decepcionado, no ha llegado al 90% de los votos, pero se ha quedado cerca. Un 88% de los sufragios escrutados han sido para su candidatura que, a medida que se perpetúa en el poder, obtiene un mayor refrendo popular. La eficacia del Kremlin a la hora de amañar las elecciones empieza a ser ya digna de profesionales, y es casi seguro que, dentro de seis años, si sigue vivo, Putin se volverá a presentar y sacará más del 90%, es su próximo reto. A sus 71 años se ve aún joven y con ganas, sobre todo si se compara con los aspirantes a la victoria electoral en EEUU. Tras conocerse los primeros resultados escrutados Putin compareció ante la prensa internacional en una rueda de prensa en la que él era el único protagonista, daba el paso a los entrevistadores, los señalaba para que mantuvieran los turnos de pregunta y, en general, daba la imagen de lo que es, el dueño y señor de la situación. No es que le preocupe mucho la legitimidad de su poder, porque para eso podía arriesgarse a unos comicios en los que hubiera rivales de verdad, pero ayer se le veía especialmente satisfecho por el enorme “respaldo popular” cosechado y por la victoria conseguida. Se mostraba altanero, confiado, dejando escapar de vez en cuando una sonrisita de esas que hielan la escena en la que se producen. Qué gran personaje han perdido los guionistas de cine para encarnar el papel de malo, qué desgracia tenemos que sea una persona real y con un enorme poder. De lo poco que puede entender de su comparecencia, en ruso y doblada en un inglés apresurado, Putin se mostró combativo y fuerte. Además de dar las gracias al pueblo ruso por el apoyo que había recibido, el mensaje central era que Rusia es un actor poderoso, alguien a quien no se le puede despreciar, un poder constituido en el mundo y que como tal actuará, defendiendo sus intereses. Dio por sentado que no habrá aun tregua en Ucrania en los próximos meses, porque no tendría mucho sentido rebajar la intensidad de los ataques ahora que el enemigo empieza a quedarse sin munición, me pareció entender, así que esa “operación militar especial” sigue en marcha y, tras el resultado de las urnas, es bastante probable que se intensifique, tanto en los ataques a distancia como los que estamos viendo estas semanas como por tierra, con una nueva ofensiva militar para la que no es descartable una nueva movilización de tropas. Tras los resultados, Putin se siente respaldado por la sociedad rusa para hacer lo que le venga en gana en el frente ucraniano y en todos los demás asuntos que le parezcan relevantes, y es probable que la tendencia que vemos en su poder de profundizar en el discurso nacionalista, identitario y mesiánico se agudice. La ofensiva de Putin contra occidente va en serio, no sólo porque nos considera un rival económico y geopolítico, sino porque, sobre todo, nos ve como algo inferior, como débiles, como una sociedad decadente, dividida, llena de disputas, sometida a las ideas gays, carente de fe religioso, no sometida a Dios, incapaz de ejercer la fuerza para la mera supervivencia. Si flaqueamos en la ayuda a Ucrania y le permitimos ganar la guerra, le estaremos dando parte de razón.

Ayer escuché a un analista decir que la Rusia de Putin ya ha transitado la mayor parte del camino que va del autoritarismo al totalitarismo, y es verdad. A lo largo de este mandado de seis años Putin superará a Stalin en el tiempo al frente del estado ruso, y sólo se podrá comparar ya con zares del siglo XVIII y similares. Todo lo que haga desde su posición de poder supondrá una amenaza, mayor o menor, para Europa, nuestra economía y nuestro modo de vida. No está sólo en su visión violenta del mundo, y puede que para finales de año tenga un socio fiable en Washington. Ayer el capullo Vladimiro tenía motivos para festejar, lo que es algo que nos debe preocupar, y mucho.

viernes, marzo 15, 2024

Putin, reelegido

Uno de los muchos delitos cometidos por los secesionistas catalanes que pretende borrar la infame amnistía aprobada ayer en el Congreso, en una de las jornadas más tristes de su historia, son todos los relacionados con la consulta ilegal de 2017, y el propio referéndum falso, con aquellas urnas chinas. Una pantomima que pretendía hacerse pasar por democracia, pervirtiendo todo el sentido de ese concepto, una estafa, una simulación, una gran mentira. Es lo que buscan los dictadores, refrendos falsos que vistan de elegido lo que no son sino decisiones unilaterales tomadas por ellos, despreciando a todos los demás.

Puigdemont, Junqueras y demás no son sino aprendices del maestro que, junto a las cúpulas del Kremlin, ha elevado esto de las elecciones amañadas a una dimensión casi no vista. No es de extrañar que el secesionismo catalán contase con el apoyo, explícito y encubierto, de la dictadura rusa, tanto por el daño que el proces suponía para una nación de la UE como por el mero hecho de que el gran dictador contemplase, divertido, a pequeños émulos, becarios que tratan de imitarle en fondo y forma. Sí, hay elecciones en Rusia, sí, la gente va a votar, pero de los candidatos que se presentan sólo uno va a ganar, el resto son mariachis puestos como adorno y cualquiera que pudiera ser opositor real a Putin está en el exilio, encarcelado o, directamente, muerto. La única duda de estos comicios es cuánta ventaja va a sacar Vladimiro, qué porcentaje de voto considerará el suficiente como para sentirse satisfecho ¿El 80%? ¿Más o un poco menos? No descarten que a medida que avance el domingo por la tarde algunos de los responsables del recuento electoral le ofrezcan a Putin un escrutinio ya tabulado con unos márgenes similares, y el autócrata asentirá ilusionado, dando carta de legalidad a la mentira, como ayer en el Congreso, y esperando a la mañana del lunes para que ese escrutinio maravilloso sea portada de sus medios, los únicos que pueden emitir. La dictadura casi perfecta actuando ante nuestros ojos con gran eficacia, y sin rubor alguno. Además, no faltarán algunos tontos útiles, aquí y en otras naciones, que miren admirados al reelegido líder y le vean como una esperanza frente a nuestras decadentes democracias. Otros, como Puigdemonto o Trump, ven a Putin como alguien a quien imitar, porque le envidian profundamente. Él sí ha conseguido desarrollar una dictadura de ordeno y mando, un régimen con todos los poderes a su servicio en el que sólo su voluntad dicta lo que se puede hacer o lo que no. Para el pequeño dictador que anida en el nauseabundo corazón de los secesionistas, o del magnate que aspira nuevamente a la presidencia de EEUU, Putin es el admirado, el que lo ha conseguido, el ganador de una carrera hacia la dictadura que ellos emprenden cada día y que, pena, los contrapesos y sistemas de las democracias occidentales se lo ponen difícil. “Qué basura de democracia” pensará el sedicioso en Waterloo, creyéndose ser un rey de la Cataluña histórica y mítica (los mitos nunca han existido) y que no puede ejercer su poder absoluto por no se que historias de constitución, legalidades, mayorías, jueces, derechos y demás tonterías. Si pudiera lo aboliría todo, haría una única ley en la que fuera lo que el dicta lo que se deba de cumplir sin discusión alguna ni recurso a tribunal que valga (eso es lo que aprobaron en la ilegalidad de 2017) y al que no le guste, leña, persecución, cárcel y exilio, como mínimo. Contempla Trump, desde su residencia de Florida, la posibilidad de volver a la Casa Blanca, pero está harto de que haya contrapesos que le impidan ejercer el papel de presidente absoluto que él se cree que es. “Se van a enterar esos” piensa mientras se zampa hamburguesas baratas en una habitación decorada con el estilo más hortera y recargado posible, soñando ya en cómo va a ejercer el poder a su plena voluntad, eliminado a todos los que algo el discutan. A todos. A todos. Seguro que en su escritorio hay una foto en marcada de Putin, y Trump la mira sin dejar de pensar “tú sí que sabes, tú sí que te lo has montado bien”.

La escena que hemos visto estos días de voluntarios del gobierno ruso llevando las urnas puerta por puerta a las viviendas de los residentes en las zonas ucranianas ocupadas por el ejército Z es la viva imagen de la dictadura trabajando, del voto no libre, de la perversión de la elección, de la violación de la democracia. Todo el mundo debe votar, y sólo lo permitido. El teatrillo cuesta dinero y esfuerzo, pero sirve para engañar a más de uno, y así se convierte en rentable para el dictador. Una vez ejercido su “derecho al voto” el ciudadano cierra la puerta y sabe que su hogar no es refugio para el poder si hace algo que el poder no quiere o, simplemente, si el poder determina que el ciudadano ha cometido alguna actividad ilegal.

jueves, marzo 14, 2024

Hastío electoral

Ayer se votaban en el parlamento de Cataluña las enmiendas a la totalidad del presupuesto regional, el paso previo para poder aprobar las cuentas. ERC, gobernante, y PSC, muleta, habían acordado un proyecto de cuentas conjunto, y en frente, todos los demás, desde los sediciosos de Junts hasta el PP, estaban en contra. La decisión quedaba en manos de los Comunes, lo que queda del experimento de pablemos y compañía allí. Obsesos con el decrecimiento y empobrecer a todo el mundo, votaron en contra del presupuesto por algunas de las inversiones que en él se recogían, y lo tumbaron. A los pocos minutos Aragonés adelantó las elecciones.

Las catalanas tocaban en primavera del año que viene, pero es una tradición local allí, tanto como los castellets, el hacer elecciones de manera constante cada pocos meses, en un clima de inestabilidad política absoluta. Con el adelanto de ayer el calendario electoral nacional se ha convertido en una agotadora carrera que empieza en las vascas de abril, sigue por las catalanas de mayo y se acaba, se supone, en las europeas de junio, en lo que va a ser un trimestre de constante campaña en todo el país, de enfrentamiento a cara de perro entre los partidos, nacionales y autonómicos, y de suciedad total, Vienen semanas asfixiantes de propaganda desatada y de exabruptos ante los que hay pocas vías de defensa, salvo la de eludir la actualidad. El desgobierno sanchista, que no esperaba lo sucedido ayer, se queda en hibernación hasta el resultado autonómico catalán, dado que sus dos principales socios, Junts y Esquerra, dirimirán el odio que se tienen en el tablero electoral local, y nada se podrá aprobar en un congreso en el que Sánchez requiere del acuerdo de todos aquellos a los que ha unido su triste destino. De hecho, es probable que la infame ley de amnistía, que se vota hoy, sea la única que se apruebe en este trimestre. Ojalá no fuera así, pero salvo deseable sorpresa, es lo que parece que ocurrirá. Moncloa, ante la voladura de Aragonés, ha tenido que improvisar un argumentario de urgencia, admitir que este año ya no habrá presupuestos y decir que se pone a trabajar en los de 2025, cuando es sabido por todo el que está en la administración que eso del presupuesto es algo que se empieza a elaborar a la vuelta del verano. La precariedad en la que vive el desgobierno que padecemos es tan elevada que, en la práctica, va a ejercer como si estuviera en funciones hasta que pase este superciclo electoral. De cuáles sean los resultados que se den y de si el sedicioso Puigdemont se vaya a presentar como candidato a la Generalitat dependerá la supervivencia de la coalición de gobierno. La lógica dice que en las vascas y europeas el PSOE sacará un mal resultado y en las catalanas bueno. De hecho, gran parte de la estrategia de Moncloa (Ferraz ya no existe en la práctica) pasa por que Illa saque un resultado que le permita hacerse con la Generalitat, contando así con un poder propio regional de primera división. En esa ecuación el apoyo de ERC es vital, y que Junts saque un mal resultado que debilite sus posiciones también. Todo lo demás pondría en un brete los planes de Sánchez. Un resultado en el que, como en el pasado, Illa gane pero no pueda gobernar, o que haya un acuerdo mínimo secesionista entre Junts y Esquera, o que el peso de los Puigdemoníacos sea lo suficientemente relevante como para condicionar el futuro gobierno catalán desestabilizaría aún más la posición de Moncloa. Además, una vez aprobada la infame amnistía, si el sedicioso puede volver y ocupar posiciones de poder, su desprecio hacia el gobierno central se volverá tan insultante como explícito, y la situación de desgaste a la que se puede enfrentar Sánchez sería insoportable en el tiempo. Como es muy difícil saber qué resultado acabará saliendo, toca hacer escenarios de fantasía y luego contrastarlos con la realidad.

Si el Sanchismo tiene, a priori, bastante que perder, el PP parte de una posición tan baja que sólo puede ganar. Descontando las europeas, tanto en Cataluña como en el País Vasco parte el PP de unos resultados cutres e irrelevantes, por lo que poco mérito tendrá si asciende. Que ese ascenso se convierta en relevante de cara a sus intereses y a los de la gobernabilidad regional es otra cosa, y es a lo que aspiran en Génova, quizás con más ilusión que realidad. El resto de formaciones, especialmente las que componen la macedonia de Sumar, es probable que sufran un efecto “gallego” y, si no desaparecen, se conviertan en muy poco relevantes. En todo caso, ya lo siento, tocan demasiadas elecciones. Y sí, yo también estoy cansado de la política. Mucho.

miércoles, marzo 13, 2024

Nadie se acuerda de Haití

Después del catastrófico terremoto de 2010, que causó cientos de miles de muertos, la solidaridad del mundo se centró en Haití, el país más pobre de América y uno de los más paupérrimos del mundo. Como suele suceder, pasadas las semanas, otros hechos acapararon la atención del mundo y aquella crisis fue perdiendo espacio en los titulares, pero el inmenso Forges, al que tanto se le echa de menos, se pasó meses y meses incluyendo “pero no te olvides de Haití” en la parte inferior de sus viñetas, que tenían, por obligación, anclaje en la actualidad más inmediata. Ahora que Forges ya no está nadie nos recuerda lo que pasa en ese lugar.

Por eso, que Haití vuelva a la parte alta de los titulares y el tiempo de los informativos es síntoma de que algo bastante feo está sucediendo allí, y no se equivoca si así piensa. Ya antes del terremoto aquel era un país descompuesto tras años de dictadura cruel, represión y miseria, con poca capacidad propia para salir adelante y con elementos violentos y corruptos por doquier capaces de hacer lo que sea por controlar la nación. Desde entonces las cosas han ido a peor, y el país ni si quiera ha sido capaz de entrar en una típica dinámica latinoamericana de gobiernos elegidos y derrocados por golpes militares, no. No es capaz ni de llegar a semejante nivel de decadencia, está mucho más abajo. Desde hace años Haití es pasto de las bandas criminales, que imponen el orden en las zonas que controlan, y el estado, o eso que entendemos por ese nombre, no existe en la práctica. Se han celebrado algunos comicios, violentos y con acusaciones de fraude, pero han terminado en revueltas y magnicidios, con una autoridad gubernamental que es capaz apenas de mantener la frontera de la nación con República Dominicana, país con el que comparte la isla de la Española. El asesinato del último presidente del país, Jovenel Moïse, acaecido en 2021, sumió a la nación en el caos total, y lo que ahora ha llegado hasta los medios es el resultado de una especie de guerra desatada entre bandas, señores de la droga, militares y ex miembros de fuerzas de seguridad, líderes tribales de barrio y, en general, facciones sin límite que se disputan el poder en una ciudad, territorio, barrio, y que no se cortan lo más mínimo a la hora de disparar contra quienes consideran rivales, lo que incluye a todos los demás. La población del país tiene como principal objetivo comer a lo largo del día y llegar viva a la noche, sin que ninguno de los múltiples incidentes armados que se suceden en todas las poblaciones les alcancen y les manden al más allá. El que ha ocupado provisionalmente el puesto de primer ministro desde hace unos meses, Ariel Henry, ha anunciado que ofrece su dimisión para tratar de que el país tenga un gobierno de transición unificado que pueda organizar unas elecciones, pero su anuncio tiene más de asunción de lo imposible de su mandato que de otra cosa. Lo ha hecho desde Puerto Rico, donde se encuentra desde hace varias semanas, incapaz de volver a Puerto Príncipe, la capital haitiana, porque bandas criminales varias han amenazado con disparar al avión que le traiga de vuelta sin esperar a que llegue a tocar la pista de aterrizaje. No hace ni dos semanas del asalto de alguna de estas bandas a una de las principales cárceles del país, de la que liberaron a los cerca de tres mil presos que allí se encontraban, la mayor parte por abundantes delitos de sangre, con el objeto de reclutarlos para sus filas y así fortalecer la capacidad “negociadora” de cada una de las facciones. Uno de los jefes de esas bandas que parece destacar entre los demás, apodado el barbacoa, amenazó con desatar una guerra civil total en el país sin Henry no se largaba, sin dejar muy claro cuál era la diferencia entre lo que señalaba como amenaza y la realidad que se vive cada día en las calles del país. Probablemente nadie se atrevió a preguntarle nada al personaje, ni sobre eso ni sobre cualquier otra cosa, a riesgo de acabar como abono en un vertedero.

Desde hace años se lleva planificando una misión internacional, bajo el paraguas de la ONU, en la que fuerzas de naciones principalmente africanas tratarían de establecer el orden en Haití, con vistas a que unos futuros comicios pudieran desarrollarse con las mínimas garantías de seguridad y transparencia. La degeneración total en la que se encuentra ahora mismo la situación en la isla ha bloqueado esa intervención y deja en manos de los señores de la guerra, y sus milicias, lo que suceda en el futuro. En una especie de versión real y mucho más cruenta que la novelada de Juego de Tronos, serán las armas las que decidan quién se hace con el poder, y los que no las tengan seguirán haciendo todo lo posible para sobrevivir en el que puede que, ahora mismo, sea el peor país del mundo.

martes, marzo 12, 2024

Veinte años del 11M

Ayer se cumplió el vigésimo aniversario de los crueles atentados del 11 de Marzo en Madrid, dos décadas que han apaciguado el dolor de la sociedad por la vileza que se vivió aquellos días, pero que siguen recientes en la memoria de las víctimas que sufrieron lo indecible. Ciento noventa y dos fallecidos dejan historias de dolor como para no terminar de contarlas nunca. El hecho de que entonces, y hoy también, las víctimas sean despreciadas por los políticos, que las vieron en su momento como útiles a sus intereses, centrados en mantenerse o acceder al poder, lo condiciona. Y es que el 11M también fue testigo de nuestro fracaso como sociedad. Inapelable.

Quizás fueron esos los días más desagradables que he vivido en Madrid, donde llevaba algo más de año y medio residiendo, en lo que iba a ser un traslado temporal por trabajo en contra de mi voluntad para acabar siendo mi lugar habitual de residencia y vida. Fueron distintos a los días del encierro por la pandemia, también marcados por el dolor y el miedo, pero no por la indignación, porque no había culpables en la pandemia, no existía alguien a quien achacar la culpa. No hay intelecto que haga que una proteína se configure de la manera efectiva para que encaje en nuestras células y convierta a un virus inofensivo en un letal visitante. La pandemia, en el sentido existencialista de Camus, era cruel pero absurda. El 11M, fue producto de personas, de inteligencias, de decisiones, de fanáticos yihadistas que planearon una acción cruel y devastadora, que querían causar el mayor daño posible, era un hecho evitable desde el momento en que fue una elección humana el que sucediera. Y eso lo convertía, como todo atentado, en un acto de sadismo que los que lo sufren o vemos desde fuera no llegamos a comprender del todo, por mucho que lo estudiemos. El asesinato, el poner una bomba, la eliminación física de otra persona por unas ideas propias, sean cuales sean, se convierte en una barrea infranqueable para muchos humanos, y es lo que permite que las sociedades sobrevivan, pero son elementos que se ven como naturales para unos pocos, para aquellos para los que su idea de sociedad, de vida, de fe, de lo que sea, está por encima de las vidas de los demás. Salvo en una guerra, donde muchas veces las decisiones de matar o morir están plenamente entrelazadas y se cruzan con las opciones de supervivencia de cada uno de los combatientes, el terrorismo tiene un componente de planificación fría que asusta, que te hace dudar de la consistencia del mundo en el que vives. Semanas antes del 11M había personas dando vueltas por los cercanías de Madrid, a lo mejor coincidí con algunos de ellos, que iban pensando cuál era la manera más óptima de matar, de ser efectivo con las cargas que sabían que dejarían en ese mismo vagón. Estudiaban horarios, recorridos, apuntaban datos, organizaban y preparaban un acto cuyo fin era matar a la máxima cantidad de gente posible. A diario todos y cada uno de nosotros desarrollamos proyectos propios o relacionados con el trabajo que nos exigen una preparación, una organización, disciplina, actos regulares…. No se, piense en ese grupo de amigos que prepara una obra de teatro para la función de fin de curso del colegio, o esa mujer que se ha puesto como reto hacer una carrera de 10 kilómetros este año, lo que se le ocurra. Todos organizan parte de su vida, creando huecos, para tratar de alcanzar ese objetivo. No son propósitos de año nuevo o de cambio de vida, no, sino metas buscadas, accesibles, con un tiempo dado para ser logradas, que se acerca. Entre esos millones de planes que se fraguaban a finales de febrero de 2004 uno era el de cometer una matanza en Madrid, y a ello se dedicaron muchas personas, algunos recursos económicos, tiempo, entrega, esfuerzo y sacrificio, como si de la acción más importante se tratara por parte de quienes a ello se dedicaron. Y, mierda, no hay duda de que lograron el objetivo buscado. Pasarán a la historia por causar una de las mayores tragedias que ha vivido esta ciudad, este país.

Cuando volví a casa la tarde del jueves 11 lo hice en metro. Tenía dudas, pero pensé que estaría todo tan vigilado que la posibilidad de un nuevo atentado era escasísima. Cometí un error de cálculo que no se tradujo en nada, ya que luego pudimos comprobar que la célula asesina seguía operativa, y no fue hasta la operación de Leganés cuando se pudo respirar sin miedo. En el viaje de vuelta, sobre raíles, el silencio era total, en una época en la que los móviles, también utilizados para activar las bombas, no nos tenían abducidos a todos. Ese silencio definía el estupor de una ciudad, el espanto, el miedo. La efectividad de lo que los malditos yihadistas habían planificado y ejecutado.

lunes, marzo 11, 2024

Un adiós (para JJAA)

Respiramos de veinte a treinta veces al minuto en reposo, de manera imperceptible, autónoma, sin darnos cuenta, pero sin cesar. Es la función vital más urgente y necesaria del cuerpo, y en parte sí podemos controlarla de manera consciente. Si queremos, dejamos de hacerlo, y a los pocos segundos la incomodidad nos llega, sin saber muy bien cómo, pero de todas partes. Dejamos de jugar y el vacío que empezaba a producirse se ve cubierto nuevamente de aire y todo regresa a la normalidad. Volvemos a olvidar la respiración y hacemos lo que sea sin reparar en que el aire no se queda quieto en ningún momento del resto de nuestra vida.

Para la familia AA JJAA era algo similar a ese aire que no se percibe pero que está. El mayor de sus hermanos, soltero, sin una prole asociada, era el más reservado y tranquilo de todos ellos. Sin la afición al deporte que parece ser marca de la casa en la familia, centrado en su vida de trabajo y en algunas aficiones que pasaban casi siempre por una posición estática y sentada, JJAA era una presencia constante en su familia y en la empresa común, pero para nada dado a llamar la atención. Las veces que hablé con él encontré a alguien bastante distinto al resto de los hermanos, más reservado, introspectivo, amante de lo que leía y con ganas de saber cómo era el mundo que le rodeaba. Poseía una curiosidad que, si el resto de la familia la ha volcado en gran parte a través del trabajo diario, él la centraba en cuestiones bastante más teóricas, como lo relacionado con la física y los descubrimientos en el campo de la cuántica, que son mundos en los que la lógica a la que acostumbramos a agarrarnos nos abandona, y como ese aire que mencionaba, sentimos malestar por su falta. Generoso y atento con sus sobrinos, era el respaldo de la madre, a la que acompañaba y cuidaba con mimo, pasando muchas horas con ella, a veces centrado en sus cosas, pero siempre dispuesto para que cualquier cosa que le pudiera surgir le fuera satisfecha. Era amante de la mesa, en esto sí que compartía afición con todos los suyos, y si me apuran, con el estereotipo vasco que tanto se vende, y degustaba de una manera muy propia, tan silenciosa como constante. De cuerpo generoso, el no hacer deporte le distinguía del resto y le otorgaba una figura nada atlética, en un grupo humano en el que el que no corre escala, o navega sobre las olas del mar o pedalea hasta la extenuación o hace cualquier otro tipo de ejercicio lleno de esfuerzo y, sí, también, riesgo. Veía JJAA los distintos esfuerzos de sus hermanos y cómo se enorgullecían de ello, y lo contemplaba desde la relativa distancia de la incomprensión en la que vivimos los que, como él, no damos al deporte y a sus gestas el valor que les otorgan quienes por ellas luchan. A veces le entraba la risa cuando alguno de sus hermanos empezaba a picarse con otro de ellos o con un allegado sobre si la marca que alcanzaron al subir determinada cumbre ya la habían mejorado o no era posible, o si la ola que pillaron era la más grande y la que el viento permitía superar con la tabla y vela de la mejor de las maneras posibles. En esos momentos su cara de escepticismo era casi tan auténtica como la mía, pensando en lo locos que estaban todos y lo cómodo que vivía él ajeno a semejantes esfuerzos. En eso nos parecíamos bastante, vivíamos más de lo que surge en el interior de lo que se logra con el esfuerzo físico. Era la excepción. En el trabajo, por lo que se, profesional y centrado, era de los creadores de la empresa y su papel, como él mismo, era interno, más bien reservado, pero necesario e importante como el que más. Comenzó la aventura empresarial desde el principio, con el resto, y pese a ser el mayo nunca ejerció de jefe. Parte del éxito del negocio a él se debe, como al resto de la familia.

Tanto verbo utilizado en pasado indica que JJAA ya no está. Desde finales de enero, cuando su corazón dijo basta de una manera tan brutal como repentina, vivía de prestado, gracias a la tecnología más moderna, que no mecaniza titanio, pero es capaz de mantener venas abiertas y fluidos vitales en circulación. Siempre con la esperanza de poder recuperarse, siempre con el temor de que la vida se extinguiera, JJAA se fue el pasado viernes de este mundo y deja un recuerdo inolvidable entre los suyos. El mayor de los AA ya no está, corresponde al resto de su amplia familia mantener su tributo y recordarle como era, a través del trabajo bien hecho. Un final demasiado anticipado para una vida que deseaba tanto por conocer, y ya no podrá. DEP

viernes, marzo 08, 2024

La guerra de Gaza empeora

Mientras Sánchez y los suyos traicionaban a todo el país y no cabían de orgullo por la felonía conseguida, en EEUU Biden daba el último discurso sobre el estado de la Unión de su actual mandato, un ejercicio de demostración de la unidad del país ante los problemas comunes, con el presidente compareciendo ante una sesión conjunta de ambas cámaras. Como Trump es un sanchista de pro, pasa de la unidad y contraprogramó una intervención en la que se dedicó a insultar a todos los que no son como él, muy en su línea. Sólo faltaba Bolaños junto al magnate dando saltos de alegría. No me consta que Gaza apareciese en el de Trump, pero sí en el de Biden.

Ayer se cumplieron cinco meses desde el inicio de la guerra de Gaza, comenzada por Hamas con su brutal ataque terrorista del 7 de octubre, y el balance que puede hacerse, desde cualquier punto de vista, es desolador. La franja está parcialmente arrasada, convertida en territorio inhabitable en su mayor parte. Edificios residenciales, infraestructuras y construcciones de todo tipo han sido laminadas por las tropas israelíes. Los muertos palestinos se contabilizan por decenas de miles, mientras que los refugiados son prácticamente el resto de los algo más de dos millones de personas que vivían en aquel lugar. Las bajas en el ejército israelí alcanzan varios centenares de fallecidos y heridos, los secuestrados por Hamas han sido rescatados parcialmente, pero más de un centenar siguen capturados, y son decenas los que han muerto a manos de sus captores o en las acciones militares cruzadas entre las tropas de la IDF y los milicianos islamistas. La imagen de Israel en el mundo se ha ido deteriorando sin freno a lo largo de estos meses, a partir de un pico de solidaridad por las salvajadas perpetradas por Hamas. La respuesta militar del gobierno de Netanyahu ha supuesto la digestión, para la opinión pública global, de un reguero de imágenes de extrema crueldad en la que palestinos civiles, muchos de ellos niños, mueren a diario en condiciones penosas entre escombros y llantos de sus familias que, impotentes, no pueden hacer nada para evitarlo. Los mensajes comunes de la casi todas las naciones tras el 7 de octubre han ido derivando hacia el silencio y, progresivamente, la crítica ante la actuación israelí, que va a lograr convertir Gaza en un erial, pero que no está nada claro que sea capaz de eliminar a Hamas como movimiento, aunque se cargue a muchos de sus milicianos. La actitud cada vez más descarada por parte de las fuerzas extremistas israelíes, las más ortodoxas, que mantienen una cuota de poder creciente al ser las que sostienen al gobierno (algo así como los sediciosos puigdemoníacos pero con la Tora por bandera) están alentando el incremento de la violencia no sólo en Gaza, sino también en Cisjordania, donde varios de los colonos que residen en asentamientos ilegales actúan sin mucho miramiento, realizando ataques a las residencias palestinas con las que comparten territorio de una manera similar a archipiélagos diseminados a lo largo de las colinas de ese lugar. En el norte de Israel siguen las escaramuzas entre las tropas de las IDF y las fuerzas de Hezbola, que amagan día sí y día también lanzando cohetes contra territorio israelí, pero sin decidirse a emprender una ofensiva en toda regla. Los discursos de sus dirigentes siguen la tónica incendiaria habitual en todos ellos, pero no pasan de ahí, y de momento, el temido frente libanés no acaba de concretarse en una segunda guerra, lo que es uno de los pocos hechos optimistas que existen en la zona. Esto, el que la guerra se mantenga encapsulada en el espacio de Gaza durante estos meses, contribuye a que la indignación ante lo que pasa no escales a alarma, y sigue dando margen de actuación a Israel, que puede sostener el frente bélico y sus costes, con enorme daño para la economía del país, pero con posibilidades de aguantar varios meses más. Eso no sería posible con una segunda guerra simultánea, capaz de dejar exhaustas las finanzas y capacidades de la nación.

Todos estos meses son un desastre, en el que quizás sólo los extremistas de Hamas, los sucios ayatolas iraníes que los manejan y los ultraortodoxos israelíes puedan declararse satisfechos al seguir dando rienda al odio acumulado que poseen, liberándolo en forma de asesinatos sin piedad a uno y otro lado. Sigo pensando que una de las derivadas que tenía la acción de Hamas era buscar el desastre de la imagen de Israel en el mundo, tentarle como a un toro con el capote y que embistiera, usando a los palestinos como anzuelo y carne de sacrificio. Si ese era uno de los objetivos, tristemente, se ha conseguido. El gobierno israelí empieza a ser tóxico para las naciones occidentales.

jueves, marzo 07, 2024

Sánchez, traiciones a la carta

Negociar con Sánchez es bastante sencillo, ya que lo único que le importa es su propia posición de poder, todo lo demás es prescindible, no hay nada que no pueda ser sacrificado. Su fábrica de falsas líneas rojas produce límites sin cesar que son puestos como infranqueables para, a los pocos días o semanas, convertirse en manchas diluidas por la lluvia que son arrastradas a la alcantarilla de la memoria, para olvidarse para siempre. Así, el proceso se repite sin cesar, hasta que el que está en frente consigue todo lo que quiere y Sánchez, necesitado de su apoyo, le da todo lo que haga falta. El que sea legal o no, simplemente, no importa. Es irrelevante. Para él.

En esto de la infame amnistía el proceso ha sido de libro, todo un manual de resistencia sanchista en la práctica, con el coste que eso supone para la legalidad, honestidad e igualdad de los españoles ante la ley, que quedará inevitablemente mancillada para siempre. Sánchez negó una y mil veces que fuera a conceder algo al sedicioso Puigdemont, recordemos que miembro preclaro de la derecha extrema independentista catalana. Tras los resultados de las elecciones de julio del año pasado, los siete escaños de Puigdemont decidían la posibilidad de que Sánchez siguiera en la Moncloa o no, y sospecho que esa misma noche, en unos pocos minutos, decidió que la amnistía estaba hecha, o lo que quisiera el prófugo, con tal de que él se mantuviera en el poder. A lo largo de estos meses hemos visto primero la teatralización del proceso, todo bien untado con dinero público para que algunos opinadores y los medios afines al sanchismo, que le necesitan para seguir recibiendo subvenciones y no quebrar, vendan la película de que todo es un proceso inevitable para encontrar la reconciliación, que todo es progresista y un montón de basura argumental equivalente, que tiene su público, pero que no deja de ser mentira por mucho que se repita. Con el avance de los meses, la amnistía, impensable, se convirtió en inevitable, y a medida que se iba construyendo la aberración jurídica que le iba a dar soporte se le empezaban a poner parches de uno y otro tipo porque el sedicioso jefe no se veía lo suficientemente cubierto. En un proceso patético de sometimiento al dictado de un sujeto repulsivo, Sánchez ha ido entregando, por capítulos, todo lo que el fugado le ha ido pidiendo, y los que apoyan a Sánchez se han ido ganando el sueldo a base de tragarse sus palabras cada dos semanas, porque lo que era impensable se convertía en obvio, en lo que jamás se iba a transigir se transformaba en un mero obstáculo técnico que se podía salvar con unas conversaciones en Waterloo, y todo así. Con el paso del tiempo opinadores, presuntos periodistas, intelectuales necesitados de ingresos para seguir viviendo, progresistas de guardia que están a la que salta y demás miembros del departamento de agitación y propaganda al servicio de Moncloa han ido cayendo en un ridículo cada vez más profundo a medida que su jefe, el que les ordena y paga, iba desdiciéndose en sus afirmaciones para ceder, ceder, ceder y ceder. Hace tiempo que la ley y los principios generales del derecho quedaron arrumbados por necesidades del sanchismo, pero sospecho que una hipoteca pendiente de pago es más acuciante para el servil que loa la última deriva del líder que la coherencia de pensamiento y la norma escrita consagrada como ley que no debe ser violada. Cuando no hay escrúpulo alguno a la hora de conservar el poder todo se puede convertir en obstáculos que se han de franquear como sea, y una vez que esa carrera empieza no termina, nada es susceptible de no ser hecho si con ello se garantiza que el mayor egoísta conocido ahora mismo en España pueda seguir durmiendo cada noche creyéndose presidente del gobierno. Lo es formal y legalmente. En lo moral, es un ejemplo de lo despreciable que podemos llegar a ser los humanos cuando las ambiciones nos ciegan. Todos podemos caer en ello. Sánchez parece regodearse en la inmundicia que ha creado.

Salvo gran sorpresa, que ojalá se produzca, pero no espero, por incomparecencia de la decencia en las filas de lo que en el pasado se llamó socialismo, la amnistía saldrá aprobada, y el sedicioso y su panda de traidores se reirán a la cara de todos nosotros, empezando por los pusilánimes que se lo han permitido. Como sucede habitualmente en la historia de España, los ciudadanos de a pie, pobres, están a merced de sujetos patibularios que les gobiernan de manera injusta, egoísta y únicamente centrada en su enriquecimiento personal y loa pública. Somos una nación de personas traicionadas, que, con lógica, cuando pueden, la abandonan en busca de otros lugares más honestos y justos.

miércoles, marzo 06, 2024

Cuando se jubila una voz (para Sergio Pagán)

En mi trabajo el ritmo de jubilaciones es creciente. Los años pasan y llega la edad del retiro. Algunos lo prolongan hasta el límite, y les aliento a ello dentro de mi papel de petardo en la oficina, porque van a estar mejor aquí que en el retiro forzado, pero mi iniciativa suele contar con escaso apoyo, aunque cierto que no nulo. La marcha de compañeros de trabajo por este motivo es, habitualmente, una pena, porque sabes que parte del contacto creado se va a mantener, pero es casi inevitable que se debilite. Sucede esto tanto con los que uno comparte trabajo como el resto de la vida, y las figuras públicas también se retiran, y dejan un hueco.

Hace un par de semanas se jubiló Sergio Pagán, una de las voces históricas de Radio Clásica, que ha llegado a ocupar altos cargos en la administración de la casa, como lo ha sido en su última etapa como director de programación, pero que, por encima de todo, ha sido una amante de la música antigua y barroca y se ha dedicado, con esmero, y paciencia, a difundirla por las ondas. Además de los programas de continuidad que llevaba en el verano, tenía dos fijos en la parrilla semanal de la emisora. Música antigua, los martes de 23 a 24 horas y la hora de Bach, los sábados de 11 a 12 de la mañana. Mientras que en el primero él utilizaba un motivo escogido cualquiera, sea una onomástica, un hecho histórico, la llegada de la primavera, un viaje a Venecia o lo que fuera para ir poniendo músicas desde los tiempos pretéritos hasta el barroco alusivas al tema que fuera, en el segundo la obra de Bach era el hilo conductor de todo el programa, aderezado a veces con autores contemporáneos del genio de Eisenac, en lo que era un constante homenaje a la figura del músico más complejo y, probablemente, genial de toda la historia. A Sergio Pagán le debo el haberme introducido en esos mundos musicales y llevar ya muchos años meciéndome en sus compositores y estilos, dejando otras músicas mucho más arrumbadas en el rincón del alma. En la década de los noventa escuchaba algo de clásica, especialmente Beethoven y Mozart, y también pinceladas de Bach, sobre todo en su obra instrumental de teclado, pero poco más. En aquellos tiempos Pagán tenía un programa en las noches de verano llamado Los colores de la noche, en el que, con un cierto aire de hilo de continuidad, engarzaba músicas de ese repertorio antiguo sin mucha temática previa que les sirviera de soporte. La sintonía de inicio era una música suave de violines con el rumor de una tormenta de fondo. A veces lo escuchaba, de manera esporádica, pero hubo una noche de verano especial, cerca de finales de los noventa. En Elorrio, noche calurosa, con la ventana de mi cuarto abierta, y como en la sintonía del programa, escuchando el rumor de trueno de fondo, con destellos de rayos que se distinguían detrás de Amboto, lo que quería decir que la tormenta estaba en la zona de Ochandiano o ya en Álava. Tenía la luz del cuarto apagada, para apreciar mejor el brillo de los rayos lejanos, y la radio puesta. Pagán empezó su programa y, tras una introducción breve, a la que no presté mucho caso, puso una composición larga, la misa Pangue Lingua de Josquin Desprez, en la versión de Tallis Scholar. Las piezas de la obra empezaron a sonar y, poco a poco, empecé a dejar de prestar atención a la tormenta, que seguía lejana, sin visos de querer acercarse, para escuchar aquella música que no tenía nada que ver con nada de lo que hubiera escuchado nunca en mi vida y que era, simplemente, maravillosa. Cuando llegó el Agnus Dei, el final de la pieza, yo estaba tan a gusto como asombrado, y claro, todavía quedaba esa triple invocación en las que Desprez es capaz de hacer cosas que nunca se han vuelto a lograr. Y descubrí un nuevo mundo musical. La obra terminó, se hizo un silencio de unos pocos segundos y, lo reconozco, mi gusto y valoración musical cambiaron radicalmente y para siempre. Pagán volvió a repetir el nombre del compositor, la pieza y el conjunto que la interpretaba, y puede apuntarlo parcialmente. Y al día siguiente, empecé a buscar cosas de esas.

Muchos habremos sido los que, gracias a Sergio y otros profesionales, hemos descubierto, músicas, producciones, trabajos de otros, y por ello debemos darles las gracias, porque su labor es la que permite que los nuevos retomen el trabajo de creadores antiguos y lo hagan salir a la luz. Modesto, de hablar pausado, ornitólogo, amate de la naturaleza, Pagan es uno de los mitos de Radio Clásica que ha llegado al final de su camino y comienza una vida nueva, alejado de los micrófonos. De él sólo conozco su voz, nada más, pero parte de mi vida le debe mucho. Poco más puedo decir que gracias, inmensas gracias, ante tanto y tan buen trabajo.

martes, marzo 05, 2024

Anodino supermartes en EEUU

Hoy es el supermartes, el día en el que más estado de EEUU celebran sus primarias para escoger al candidato demócrata y republicano a la presidencia. Normalmente, cuando hay disputada en la elección, esta es la jornada en la que todo suele quedar bastante claro y el que emerge como ganador resulta ser el elegido por su partido para disputar la carrera presidencial. Esto se da, sobre todo, en el partido que aspira a llegar al poder, porque si uno de ellos presenta un candidato presidencial a la reelección las primarias se convierten en poco más que un largo proceso de refrendo del que ya es presidente y desea volver a serlo.

Este es el caso de los demócratas, que presentan a un mal candidato, Biden, pero que es presidente y resulta ser la única baza conocida en el partido que, al mantener el poder, garantiza la unidad y las posibilidades de enfrentarse con algo de esperanza al dictamen electoral de noviembre. Pese a que crecen las voces de que debe retirarse y no optar a un segundo mandato, Biden las ha desdeñado, por ahora, y se ha embarcado en las primarias de su partido, convertidas un mero acto administrativo que el presidente está usando para tratar de levantar la moral de las bases de su partido, que día tras día se enfrentan a encuestas que les auguran la derrota y chistes sin parar sobre la salud de quien ostenta el cargo presidencial. En el bando republicano las primarias son de verdad, pero tienen la misma emoción que en el lado demócrata. Trump está arrasando de una manera humillante, y deja a Haley, valiente como ella sola, arrinconada. La disidente sólo ha conseguido vencer en las primarias de Washington DC, ciudad de aplastante mayoría demócrata. En el resto de estados Trump gana por ventajas que empiezan en el orden de la veintena de puntos y de ahí para arriba, por lo que es bastante probable que, una vez terminada la jornada de hoy, el magnate tenga suficientes compromisarios para dar por hecha su elección en la convención veraniega del partido, acto de masas que supone la consagración del candidato para los meses de carrera electoral que vienen por delante. El proceso de elección republicano comenzó con una cuadrilla muy numerosa de aspirantes y la incomparecencia de Trump, en una muestra de desprecio hacia todos ellos. Tras los primeros comicios el listado de oponentes se fue reduciendo de manera rápida y al final sólo Haley ha seguido postulándose como rival, en una carrera condenada al fracaso pero que le ha otorgado una popularidad nacional de la que carecía y la impronta de candidata viable en un mundo post Trump, sea eso lo que sea. El proceso de primarias republicanas ha mostrado que el partido está totalmente partido en dos. Por un lado, un sector minoritario, el que ha apoyado a Haley, mantiene las esencias republicanas de toda la vida, una visión de la política de derecha dura, religiosa, liberalismo de mercado, patriotismo y, muy importante, respeto a la legalidad y las formas, lo que viene a ser el partido de Reagan, Bush Nixon y todos sus clásicos. La otra facción, la mayoritaria, ha derivado en un partido populista de corte pseudorevolucionario, cuya principal fijación es la de derrocar al poder establecido que le impide hacerse con el mando de la nación. El mejunje ideológico de esta masa es variopinto. Domina el derechismo duro y la visión religiosa, pero en economía es el proteccionismo y el dirigismo estatal lo que más manda, algo bastante opuesto al liberalismo clásico o de otro estilo. Son patriotas hasta el extremo, nacionalistas profundos con toques racistas propios de los que viven enarbolados en una bandera. Y por encima de todo, no son educados ni consideran a la ley como un freno a sus aspiraciones. Su caudillo, Trump, encarna plenamente esa mezcla extraña en la que el populismo grosero es el ingrediente fundamental y el resto es poco más que insultos, soflamas y declaraciones gruesas carentes de contenido. En cada una de las elecciones primarias republicanas la ira, la venganza y la negación de la derrota de 2020 han sido las grandes fuerzas movilizadoras de voto.

Con el proceso de primarias cerrado en la práctica, los dos candidatos deberán emplear parte de sus fuerzas en unir plenamente a sus bases y lanzar ya la campaña presidencial, con vistas a las convenciones de verano, creo que en julio la republicana y agosto la demócrata. Cada día de aquí al 5 de noviembre será escrutado de forma electoral por unos y otros, y los aciertos y errores se acumularán. Y también las sorpresas. Biden se presentará con 82 años mal llevados y Trump con 79. Son los candidatos más viejos de la historia y, si me permiten, de lo peor. A día de hoy la presidencia americana está en manos o del fracaso o del desastre, eso me parece el fondo de esta elección.

lunes, marzo 04, 2024

Pelotas de pádel

El viernes pasado, por la tarde, en compañía de un amigo, fue de espectador a una competición de pádel organizada por un cuerpo de funcionarios de los que más conozco, en el que tenemos amigos y allegados comunes. El evento era una competición de parejas en rondas de tal manera que se iban eliminando hasta llegar a unas semifinales y final, quedando así establecida quién era la pareja ganadora de la competición. Todo en un ambiente distendido, sin protocolos y con más ganas conjuntas de verse y tomar algo tras los partidos casi que la competición en sí. Nunca había visto eso del pádel en vivo y, la verdad, es llamativo.

Sí me había enterado de la fiebre que se vive con ese deporte, que para mi es como una versión rebajada del tenis, ahora que no me oyen los puristas de uno y otro lado. En este modelo la bola te puede venir por delante y por detrás, y es un poco lioso. Para mi, que carezco completamente de coordinación, es lo más parecido a una pesadilla, con una bola en movimiento por todas partes a la que hay que golpear, habilidad que me parece totalmente fuera de mi capacidad y entendimiento. A los pocos minutos de ver los partidos eso se transforma en lo habitual del deporte, algo que absorbe por completo a quienes lo desarrollan y que me resulta algo ajeno, así que empecé a fijarme en el tinglado en el que se desarrollaba la competición. Era una nave industrial en una zona urbana de Madrid algo aparatada, lindando con la M40 por el sureste. El pabellón estaba completamente reconvertido y alojaba una quincena de pistas de este deporte, sino más. Todas ellas estaban ocupadas, y por lo que pude ver menos de la mitad eran por el alquiler del campeonato de mis amigos. Cada partido lo juegan cuatro personas, por lo que entre jugadores y acompañantes allí había bastante gente. A un precio de alquiles de 25 euros la hora y media, por lo que me comentaron suele ser la tarifa habitual, ese pabellón estaba facturando una considerable cantidad de dinero. Cerca de la entrada se situaba la cafetería bar, con unos precios más propios del cogollo urbano de Madrid que de un polígono de las afueras, y su aforo, no pequeño, estaba bastante repleto, por lo que ahí también se generaban ingresos en abundancia. A medida que mis amigos más cercanos jugaban y quedaban eliminados por otros, algunos conocidos por mi, la mayoría no, iban dejando pistas libres, pero por lo que veía, en ningún momento se daba la situación de una pista vacía, un hueco o tiempo muerto. Nuevas parejas de grupos de gente ajenos a nosotros aparecían por allí y llenaban la instalación, en un flujo constante de personas que mantenía el local lleno, el pabellón con un nivel de ruido no elevado, pero constante, y las pelotas en permanente movimiento en cada una de las canchas. A cada minuto que pasaba aquel local generaba rentas que nada tenían que ver con el uso para el que fue construido, pero que mostraban hasta qué punto la reconversión industrial puede deparar sorpresas y llevar las infraestructuras obsoletas a tener una nueva vida totalmente ajena al destino para el que fueron configuradas. A saber qué empresa decidió levantar esa instalación y con qué fin, probablemente más ruidosos, sucio y, en su momento, igualmente rentable. Seguro que quienes lo hicieron no podían imaginar que en el postmoderno mundo de la tercera década del siglo XXI los pelotazos con raquetas extrañas de gente que trabaja en el mundo de la oficina iban a acabar colonizando sus instalaciones y abarrotándolas por completo. Si es que el futuro es un misterio imposible de desvelar, y en lo que hace a los gustos y aficiones humanas, más.

Terminado el torneo, todos nos juntamos en la cafetería del complejo para tomar algo, y pude comprobar que éramos algo menos de la mitad de los presentes en el local, donde había, al menos, un par de grupos numerosos de gente que estaba por allí y otros pequeñitos sueltos. Salí de las instalaciones a eso de las 21 horas, noche cerrada ya, y me fijé en las pistas que se veían desde las cristaleras del bar. Todas ellas seguían ocupadas, completamente, pegando pelotazos constantes y generando dinero. No se cuál sería el horario de la instalación, pero me da que desde que abre hasta que cierra está llena. Sí, lo del pádel es un exitazo y, también, un gran negocio. Dan ganas de buscar pabellones ruinosos y meterse a montar pistas a lo loco.

viernes, marzo 01, 2024

Navalny, su viuda y su madre

Cuando Joseba Pagazaurtundúa fue vilmente asesinado, con la complicidad de muchos, fueron su hermana Maite y su madre, Pilar Ruiz, las que se convirtieron en el estandarte de la familia y lideraron la revuelta de protesta ante la injusticia cometida. Ellas dejaron bien claro que no querían la presencia del PNV, cómplice del asesinato, en aquellos tiempos cariñosos socio del pacto de Estella, en sus funerales y demás ceremonias, y fue la madre Pilar la que dijo aquellas palabras a Patxi López, que haría cosas que les helarían la sangre, que se han mostrado cruelmente proféticas, ahora que como portavoz del PSOE la labor de López es blanquear a Bildu y alabar a los sediciosos catalanes como si en ello le fuera el sueldo. De hecho, le va.

En Rusia estamos viendo algo similar, sólo que allí el peso del poder asesino que elimina a los opositores es mucho más opresivo. Aquí es la viuda del político asesinado y su madre las que han dado la cara ante el mundo y son el símbolo inequívoco de la resistencia ante la mafia que domina el poder. La madre ha tenido el valor, directamente se puede usar el término “huevos” para ir a Rusia, a Siberia, al fin del mundo, hasta el presidio en el que su hijo ha estado recluido en los últimos meses, para exigir que le entreguen el cadáver de su hijo. Durante días y días el gobierno ruso ha sacado excusas de todo tipo para decir que el cuerpo del opositor no estaba disponible, en lo que todo el mundo ha supuesto que es el lapso de tiempo necesario para que los restos de lo que hayan hecho sobre el asesinado dejen de ser detectables en caso de que se le hubiera sometido a una autopsia fiable. Ante la cámara, con un fondo helador, la madre aparece sola, vestida de negro, menuda, con gafas, dirigiéndose directamente a Putin, sin miedo alguno una vez que su vástago ha sido segado, exigiendo al líder de la mafia que le dé el cuerpo de su hijo, en una escena que, sin el dramatismo de la composición, encarna plenamente el sentimiento de la escena de la “pietá” de María ante la cruz donde ha sido crucificado Jesús. El valor de esa mujer es mayor, infinitamente mayor, que el que poseemos cualquiera de nosotros. Algo similar se puede decir de la viuda. Al par de días de conocerse el asesinato de su marido, Yulia Navalnaya, apareció en un vídeo con un porte de lo más seria e imperial posible, en el que también se dirigía directamente a Putin. Le acusaba de ser el causante de la muerte de su marido, de haber dado la orden para que él desapareciera, der ser el responsable de esa y de otras muchas muertes que se suceden bajo la sombra de la dictadura del kremlin, y que nada en este mundo ni en otro será capaz de aliviar el dolor que ella sufre in de otorgar perdón a la crueldad que el dictador ejerce. En un reparto de papeles que parece ser acordado entre ellas, la madre ha querido estar junto al cuerpo de su hijo mientras que la viuda ha optado por recoger el estandarte opositor y convertirse en portavoz de lo que queda de sociedad libre en al atenazada Rusia. Varias son ya las intervenciones de Yulia en foros internacionales en los que su testimonio tiene el enorme valor del sufrimiento infringido por el mal y la capacidad resistir. El dolor y la ira de Yulia son parte de la fuerza que le permite seguir en pie y dar testimonio. En la comparecencia que ha tenido ante el parlamento europea Yulia ha dejado bien claro a los allí presentes que siguen siendo unos ingenuos, unos personajes que no son conscientes de la calse de sujeto que es Putin y del enemigo que puede llegar a ser. Yulia puede decir en primera persona lo que es sufrir el asesinato de uno de los suyos por parte del régimen, y conoce hasta qué punto durante años su marido, ella y todos los cercanos han sido cercados por la mafia putinesca. Los europarlamentarios, y el resto de europeos, a pesar de todo ello, seguimos viviendo en un mundo de fantasías, negándonos a asumir que el asesino que rige el kremlin nos busca y, en la medida que pueda, acabará con nosotros.

Ese mismo sujeto, Putin, que está a pocas semanas de volver a ganar unas amañadas elecciones presidenciales, realizó ayer un acto oficial en Moscú ante una recua de oligarcas, poderosos y demás prohombres de la sociedad rusa, en lo que se puede ver como una reunión oficial del clan mafioso. Ante un auditorio repleto, con una parafernalia autoritaria que no ofrecía duda alguna, Putin desgranó los objetivos del nuevo mandato que va a revalidar en breve, y la victoria ante la decadencia occidental está entre ellos. En medio de amenazas nucleares y miradas sucias, ayer en Moscú un enemigo nos miró a la cara. ¿Vamos a espabilar de una vez o no?