lunes, octubre 31, 2016

De rufianes y demócratas

No hubo sorpresas en la sesión de investidura del sábado y Rajoy resultó elegido como presidente del gobierno en segunda vuelta, con el curioso resultado de serlo con el menor número de votos negativos de todos los presidentes que elegidos lo han sido. La abstención del PSOE, rota por quince votos negativos, otorgó el mandato de la cámara a un Rajoy que, maniatado en parte, jura hoy su cargo ante el Rey. Se acabó la situación provisional de “en funciones” y ahora empieza el día a día de las negociaciones para sacar normas en una legislatura de vida incierta pero, a buen seguro, intensa.


Lo más reseñable de la sesión del sábado fue volver a comprobar, por si alguno tenía dudas, el abismo que separa a los demócratas de los intolerantes, la enorme brecha que hay entre los que, ideológicamente separados, creemos en la ley y la libertad, y la minoría que sólo cree en su palabra, y considera a los demás como sus siervos. Esta vez ese papel sectario e intolerante fue ejercido por Gabriel Rufián, parlamentario de ERC, un hombre definido por su apellido. Su intervención, breve, como todas las demás, fue hosca, chulesca, inapropiada y, sobre todo, totalitaria. Con un tono propio del niño abusón de colegio que sin duda soñó con ser en su infancia, Rufián iba desgranando insultos y vilezas contra un PSOE que, en esas ofensas, éramos todos. Sus palabras eran aplausos para aquellos que, durante años, han atentado, herido y matado a miembros del PSOE, del PP, de cualquier otro partido, de cualquier otra institución civil, de cualquier otra condición. Asistían los diputados del PSOE, y muchos otros de la cámara, y los medios de comunicación, a una infame soflama que me recordaba los viejos tiempos de Batasuna en el parlamento vasco, cuando con la sangre aún caliente de una víctima del terrorismo sobre una gris acera, jaleaban a los asesinos y echaban sombras de culpa contra el asesinado y sus familias, recitando aquello del “algo habrá hecho” que tantos infames han pronunciado tan alto como bajo han caído en su catadura moral. Las palabras de Rufián exigían respuesta, y en apenas unos segundos, sin que el tiempo del micrófono dejara oírlas todas, Antonio Hernando, el portavoz del PSOE, le dio la réplica debida, diciendo alto y claro que muchos miembros del PSOE han dado su vida, han sido asesinados a lo largo de la historia de España, para que alguien tan rufián como Rufián pudiera subir a esa tribuna para decir lo que había dicho. Y entonces estalló un aplauso de la bancada socialista, popular, ciudadana, PNV y otras formaciones, que actuó como lejía ante la suciedad depositada en la tribuna de oradores. Un aplauso que devolvía algo de dignidad a una cámara vejada, a un hemiciclo violentado que, una vez más, como si se tratara de los años de la dictadura, había escuchado la voz de un totalitario extenderse a lo largo de sus gradas. A ese aplauso no se unió la bancada de Podemos, no se sumaron los que todo el día presumen de ser demócratas pero nunca ejercitan esa actitud. No se unieron los que proclaman ser la sonrisa de una nación, pero que sólo se ríen cuando humillan y desprecian a los que no piensan como ellos. La imagen en la que algunos de sus parlamentarios se enfrentan, con una cara que lo dice todo, a José Manuel Villegas, de Ciudadanos, que les reprocho su actitud, lo dice todo. En esa ira que exhalan se encuentra su auténtica “sonrisa”.

Así comienza esta legislatura. Con un gobierno en minoría, una oposición dividida y, en parte, sumida en un trauma interno de órdago, y muchos asientos en la cámara ocupados por formaciones antisistema que harán todo lo posible para que el gobierno caiga y, sobre todo, se venga abajo la democracia que entre todos, y cada día, construimos y debemos defender de quienes la atacan. Tendremos momentos muy divertidos en los meses que vienen por delante, con acuerdos que aún nos asombrarán más de lo que ya hemos visto (o no) pero lo que vivimos el sábado en el Congreso no tuvo nada de gracioso. Nada de nada.


viernes, octubre 28, 2016

En defensa del Congreso de los Diputados


Este Sábado, poco antes de las 20:00 si se cumplen los plazos previstos, Rajoy será investido Presidente del Gobierno por mayoría simple en segunda votación tras la abstención de, al menos, once socialistas, sin que aún esté claro por cuánto se superará esa cifra, siendo ese uno de los puntos más morbosos de la sesión. Ayer, sin sorpresas, Rajoy perdió la primera votación, que requiere mayoría absoluta. 180 noes frente a 170 síes que definen una correlación de supuestas ideologías, y dejan a las claras la necesidad de acordar en la legisla tura que, ahora sí, arranca. Sino, todos seguiremos perdiendo fuerzas e ilusiones.

Coincidiendo con la sesión del sábado, se ha convocado una manifestación tipo “rodea el Congreso” para denunciar a la casta política y lo que denominan, los convocantes, ilegítima investidura, golpe de estado, pucherazo y cualquier otro epíteto de alta graduación que de sus bocas siempre se dirige hacia los partidos democráticos pero nunca a los dictadores reales que defienden con la misma vehemencia. Iglesias, ayer desde la tribuna del Congreso, se puso manifestante, exaltado, se dedicó a insultar a todos los que pudo en el tiempo en el que habló, demostró, por si quedaban dudas, qué tipo de personaje es, y alentó de manera indirecta esa manifestación, jugando a nadar y esconder la ropa, que es el juego que más practican los cobardes o los que quieren sacar tajada de cualquier aspecto de la vida. No me van a ver en esta columna defendiendo la honorabilidad de congresistas que no la tienen, ni amparando los casos de corrupción que, algunos juzgándose ahora, muestran que hay muchas ramas podridas en el árbol democrático bajo el que nos cobijamos, pero es ese árbol, débil y enfermo, pero aún vivo, el único que tenemos. Sabemos en España, por décadas de experiencia, qué es lo que sucede cuando el árbol cae y es sustituido por alambre de espino. Cualquier democracia, la más imperfecta de todas, la más pulida, será siempre fallida, tendrá problemas y no logrará cubrir las aspiraciones de los ciudadanos, porque eso no es posible, pero la prefiero a la más eficiente de las dictaduras. Ese Congreso que se pretende rodear el sábado por algunos que nunca se han manifestado contra el terrorismo estuvo ya cerca de cuarenta años rodeados, sitiado, aplastado por el franquismo. En sus asientos no se sentaban diputados, sino títeres. Sus leones, grandes y sólidos, nada podían hacer para evitar que los sables y pistolas los dominasen bajo el látigo de su violencia. Ese Congreso también fue rodeado en 1981, asaltado por Tejero y sus mariachis, cuando en esos bancos se sentaban diputados que ya, sí, representaban electores. Diputados mejores o peores, algunos corruptos, otros no, algunos con liderazgo e ideas, otros no. Todos ellos fueron asaltados a tiros por el fantasma de un pasado que se resistía a morir. Hoy, 2016, cada uno de los 350 diputados sentados en su escaño, todos ellos, representan a ciudadanos de este país, ciudadanos que tienen problemas muy diversos, algunos quizás irreconciliables, que viven vidas que pueden ser de lo más opuestas, pero que todos ellos desean, por encima de todo, vivir en un país próspero y libre. Ciudadanos que, en su mayor parte, acudimos en junio a unas elecciones y, con nuestro voto, conformamos esa cámara que, aunque no lo parezca, es el lugar en el que reside el poder del país. En los parlamentos elegidos democráticamente reside la soberanía del país, y visitarlos es conocer el corazón de su democracia. Porque del voto libre y sin coacciones nacen, con la esperanza de representar a ciudadanos libres e iguales.
 
Todo candidato elegido como presidente de acuerdo al reglamento del Congreso lo es legítimamente, guste más o menos. Manifestarse denunciando un “golpe” o ideas similares no es sino una cruel burla hacia aquellas personas que, en tantos países del mundo, viven sometidas a regímenes en los que, como en España hace años, votar es delito, opinar se reprime, expresarse se castiga y manifestarse, cosa muchas veces prohibida, es uno de los caminos más rectos hacia una dura cárcel. Por eso la manifestación del sábado, además de antidemocrática y carente de sentido es, sobre todo, injusta y falsa.

jueves, octubre 27, 2016

La iglesia y los polvos


Quizás, en medio de la investidura y tantos otros avatares, la noticia que más comentarios está causando esta semana es la de la nueva regulación que el Vaticano ha estipulado sobre las cenizas de los fallecidos. Las cremaciones se han disparado, creo que superan los enterramientos físicos, y las cenizas, sus urnas y lo que se hace con ellas da para todo tipo de anécdotas y comentarios. Estipula la Iglesia que las cenizas y sus contenedores no se pueden tener en casa ni ser arrojadas por ahí, ni transformadas en joyas u otros objetos, sino que deben mantenerse en lugar sagrado, so pena de no celebrar un funeral por el fallecido.
 
Quizás será porque desde Roma se busca batir un récord, pero creo que los que en la curia establecen este tipo de normativas saben que, en la práctica, no las cumple casi nadie. Tantas son las normas y preceptos de la iglesia que son obviados por todos, sean creyentes o no, que a buen seguro algún gerifalte de la Santa Sede sonríe para sí cada vez que declama un nuevo decreto de prohibición que, a sabiendas, nadie acatará. Este asunto de las cenizas, más allá de los numerosos chistes que ha generado, pone sobre la mesa no tanto la gestión de la muerte y los restos de nuestros seres queridos como la pérdida del papel de la religión en general, y de la iglesia en particular, en los ritos sociales que nos determinan como personas. Hubo una época no muy lejana en la que era la iglesia y sus ceremonias la que marcaba el paso vital de la persona, su nacimiento, su entrada en sociedad, su unión a un ser querido, su trascendencia y su muerte. En todos esos pasos, y en muchos otros, la iglesia, su ceremonial, sus representantes, eran intermediarios obligados, y regían así la vida de las personas. Poco a poco, a medida que la sociedad se ha ido sacralizando, ese papel se ha perdido. El matrimonio ha sido, claramente, la institución en la que la iglesia ha perdido mayor relevancia, siendo hoy las ceremonias civiles las mayoritarias y el vínculo entre ellas, poco indisoluble, por decirlo de una manera. La caída de la natalidad ha hecho que los bautizos, comuniones y confirmaciones sean sucesos anecdóticos y de escasa relevancia social, aunque de una enorme carestía. Queda la muerte, el último de los pasos, el más angustioso. La religión en este punto exhibe músculo, porque al mensaje de paz y amor que predica (aunque no lo parezca eso proclaman todas) se une, obviamente, porque eso las transforma en religiones, la fe en una vida más allá de la presente, expresada de una u otra manera. Ante el fin, el miedo se dispara, la angustia crece y las vocaciones reverdecen. Casi todo el mundo se pone a rezar cuando su propia vida o la de los seres queridos afronta un duro trance, y las oraciones que nunca se quisieron aprender brotan de los labios con una fluidez propia del río Jordán en época de lluvias. Aunque empiezan a surgir ceremonias civiles de despedida, en los funerales la iglesia sigue teniendo casi el monopolio del asunto, y ante unos familiares destrozados por la muerte de su ser querido, es esta institución la que les acoge, consuela y ofrece una ceremonia pública y social de duelo y acompañamiento. ¿Es realmente así? En muchas ocasiones esto es cierto, pero en otras no. Muchas personas han abandonado la iglesia no tanto por la pérdida de fe, sino porque sus ritos y los que los ofician han dejado de ofrecerle el consuelo y esperanza que buscan de manera ininterrumpida. Y decisiones como la tomada por el Vaticano esta semana son un paso más para que ese proceso de desconexión entre iglesia y ciudadanía se ahonde aún más.
 
El dolor de la pérdida de un familiar puede ser amortiguado por la fe en una vida plena en el más allá, pero en el momento de la muerte, en sus días posteriores, y en todo el proceso de gestión del luto, el que se queda en el mundo de los vivos es quien sufre realmente la pérdida. Y las cenizas que muchos tienen, tenemos, en casa, ayudan a aliviar ese natural proceso de asimilación de la marcha del ser querido. Muchos les hablan, les rezan, les acompañan, porque en ellas encuentran ese ansiado consuelo y compañía, que en tantas ocasiones nunca obtuvieron de sacerdotes o de iglesias, sea cual sea su creencia. El Vaticano se equivoca notablemente con esta nueva doctrina, y dudo que más de uno le haga caso.

miércoles, octubre 26, 2016

Rajoy gana el juego


En política, como en muchas otras cosas en la vida, las estrategias deben ser valoradas por sus resultados finales, no por sus planteamientos a priori. Si he ganado un partido, lo hice bien, jugara como jugase, y si consigo ser investido como Presidente del Gobierno, también mi táctica ha resultado ser la correcta, pese a todas las críticas y dudas que hubieran surgido en torno a ello. Eso es lo que debe estar pensando ahora Rajoy que, trescientos y poco días después, afronta esta tarde una nueva investidura en la que, esta vez sí, con la abstención de algunos socialistas, le proclamará nuevamente Presidente, y esta vez de verdad, no en funciones.
 
Eso sí, presidirá Rajoy un gobierno débil en medio de la ruina política del país, tras un año convulso en el que la credibilidad de los gobernantes es nula entre los gobernados. El daño infringido al sistema político debido a los golpes, bajos y de otro tipo, que se han dado los partidos e instituciones, es muy alto, y esas heridas requerirán mucho tiempo para poder ser curadas. El PP, con 137 diputados, no puede aprobar norma alguna en solitario, y aún con el apoyo de Ciudadanos, necesitará pactar casi todo para poder sacarlo adelante. Más allá de cuestiones básicas, como la posición del país ante organismos internacionales, la gestión del terrorismo islamista o el desafío soberanista catalán, todo está en el aire, empezando por unos presupuestos que Bruselas exige que, por fin, sean realistas y recorten lo que deben. En frente el PP tiene un guirigay de cuidado, con un PSOE maltrecho como primera fuerza opositora. La abstención del sábado, aún no sabemos de qué dimensión, va a desgarrar más si cabe las costuras de un partido que se deshilacha por momentos, en una de las crisis más graves de las vividas a lo largo de su centenaria historia. Curiosamente, cuanto más dure el gobierno de Rajoy más tiempo tendrá el PSOE para repararse y armar una alternativa viable. Un gobierno del PP débil que, pongámonos en un caso extremo, cayera el año que viene tras no poder aprobar presupuestos, abocaría a unas elecciones en muy breve plazo y enfrentaría al PSOE convulso ante un precipicio insalvable. Su salvación y reconstrucción va a ser una de las noticias río de esta legislatura que ahora empieza de verdad. Y luego está Podemos, que como el gato de Schrödinger, quiere estar en la viva calle y las muertas instituciones. La crisis del PSOE ha ocultado, en parte, el cisma que se vive en ese movimiento, cisma que enfrenta a los posibilistas, con Errejón a la cabeza según los medios, que buscan mantener la transversalidad del partido y un tono amable, frente a los duros, los estalinistas, encabezados por el líder supremo, Pablo Iglesias, que no tolera que nadie le haga sombra, ni siquiera el Sol en verano, y busca agitar las calles para obtener en ellas lo que los votos no le han dado. Mi visión es que cuanto más se radicalice Podemos más apoyo popular perderá, y más marginal se hará, pero eso no implica que su táctica de broncas no suponga mucha sal en el ya excesivamente condimentado plato de la política nacional. Ciudadanos, por su parte, tiene una posición intermedia, posibilista, atractiva en potencia pero peligrosa en la práctica, ya que puede mostrar lo útil que es votarles para desarrollar reformas pero corre el riesgo de acabar diluido entre la bronca PP con el resto de la cámara. Tendrá que mostrar mucha cintura a sabiendas de que será penalizado por ella. Y luego están los nacionalistas moderados, PNV sobre todo, que pueden sacar mucha tajada, léase pasta, de esta coyuntura. Y no lo duden, la sacarán.
 
El hecho mismo de arrancar la legislatura y saber que no hay una campaña electoral en el horizonte ya es una buena noticia, pero no nos engañemos, es sólo el principio. El país necesita un montón de reformas, pactos, acuerdos y cambios, profundos muchos de ellos, que van a exigir a los partidos mucho diálogo y consenso, y todo ello en un contexto internacional y, especialmente, europeo, que no es nada favorable. Esta legislatura puede ser muy importante y fructífera, o muy decepcionante. Y la paciencia ante las decepciones se agota. A ver de lo que son capaces los diputados y, sobre todo, la sociedad española en su conjunto.

martes, octubre 25, 2016

El viernes alguien tiró media Internet


Aunque lo más comentado en los medios nacionales sea el desmadre, o el drama si ustedes lo prefieren, de la decisión de abstenerse del comité federal del PSOE, creo que, por mucho, la noticia más relevante de estos últimos tres días es el ataque que logró derrumbar gran parte de Internet el pasado viernes, ataque muy novedoso no tanto por la táctica utilizada, sino por los medios con los que se llevó a cabo, y por la voraces consecuencias que provocó. A eso de la tarde noche del viernes gran parte de los servicios tan importantes como Twitter, Spotify y otros similares estaban completamente caídos, y el mapa de servidores afectados parecía el de una epidemia planetaria.
 
El ataque tuvo lugar mediante una técnica muy clásica denominada en la jerga DoS, denegación de servicio. Consiste en que uno, dos, miles de ordenadores infectados se lanzan como posesos a solicitar a un servidor de internet la descarga de una página. El servidor está configurado para atender muchísimas descargas simultáneas, lo que permite que usted, yo y muchos más podamos ver la misma web a la vez. Sin embargo, lógico, tiene un límite. Esas infinitas peticiones que llegan desde los ordenadores atacantes logran alcanzar ese límite y, entonces, el servidor no puede dar abasto y se bloquea, y esa web deja de estar disponible. Se cae. Viene a ser la versión cibernética de un pacto en el que usted y un grupo de amigos se ponen de acuerdo para acudir a la cola de una sucursal bancaria y no dejan de pedir extractos, consultas, etc, y lo empleados, saturados con sus peticiones, no pueden hacer caso a nadie y la cola de los clientes verdaderos, que ya sale por la calle, no deja de aumentar. Ataques de este tipo los ha habido en abundancia en años anteriores, son un clásico. ¿Cuál es la novedad esta vez? Que no se han utilizado ordenadores personales al uso, ni ordenadores en general, sino cosas, cosas que están conectadas a internet, como alarmas, gps, cámaras web, y miles y miles de cachivaches, que pertenecen a eso que llamamos Internet de las Cosas, que siempre están conectadas a la red, tienen muy poco software, y prácticamente ninguna protección. Que se sepa es la primera vez que se utilizan este tipo de elementos para un ataque, de este estilo o de cualquier otro, por lo que se ha descubierto, de manera brusca y costosa, una vulnerabilidad donde prácticamente nadie pensaba que la hubiera. El uso de estos dispositivos no va a dejar de crecer en el futuro, en forma de electrodomésticos conectados, coches autónomos o no y cualquier otro tipo de máquina que usted pueda imaginar que interactúe con la red. Resulta que este ataque nos revela que esa otra red, que hasta ahora permanecía algo oculta, completamente a nuestro servicio, formada por multitud de cacharros “tontos”, tiene sus riesgos y ofrece la posibilidad de ser una nueva puerta de ataque. El otro factor que ha llamado mucho la atención de este ataque ha sido su eficacia, en el sentido de daños, webs caídas. El propio diseño de Internet como una estructura descentralizada garantiza que sea imposible tumbarla en la práctica al no existir un núcleo del que todo dependa. Los expertos, al ver las consecuencias del ataque, se han quedado muy preocupados porque ha sido mucho más devastador de lo que hubiera cabido esperar. Casi en algunos aspectos equivalía a un corte de luz en determinadas zonas, y ya se sabe que sin luz nada funciona. La intensidad y eficacia del ataque tiene a mucha gente asombrada y, con motivo, preocupada.
 
Dos preguntas obvias surgen tras esto. Quién y para qué ha llevado a cabo esto. Es difícil saberlo, pero a la primera pregunta, la respuesta más obvia es que no parece el trabajo de un grupo improvisado de hackers. Últimamente se han repetido ataques que, como mínimo, constaban con el respaldo de estados, principalmente Rusia, China y Corea del Norte. Lo más probable, aunque es difícil precisarlo, es que estemos ante un caso similar, por todos los motivos de complejidad comentados anteriormente. Habrá que investigarlo con cuidado. A la pregunta del “para qué” las respuestas pueden ser infinitas, desde la prueba, la demostración y el presumir de lo que se es capaz hasta el logro de cualquier objetivo estratégico. A saber

viernes, octubre 21, 2016

“Patria”, de Fernando Aramburu

¿Puede una novela ser capaz de explicar la historia mejor que un ensayo? Sí, si está escrita con sentimiento, claridad y matices, si aprovecha todos los recursos, enormes, que la literatura ofrece para ser el vehículo más poderoso de transmisión de sensaciones y emociones que existe. Cuando lo logra, esa novela se convierte en patrimonio, en lugar de referencia, en sitio de visita obligada para poder conocer una época, unos hechos, unas gentes, que son mucho más que datos, fechas y sucesión de avatares. Fernando Aramburu ha logrado ese difícil objetivo en “Patria” y la ha convertido en lectura no obligatoria, no, sino necesaria.

Patria es la historia de dos familias a lo largo de muchos años, y es mucho más. Es la historia de cómo los componentes de esas familias se enroscan en torno a sí mismos, primero en el cariño y la amistad, y poco a poco, en el hacha con la que se representa a la serpiente etarra como símbolo de su maldad. Es el relato de cómo la política, la iluminación, el fanatismo, la demencia, logra anidar en los corazones de algunos y los destruye, a ellos y a todo lo que les rodea. Cómo algunos listos saben manipular, exaltar emociones en aquellos que ven necesitados, en jugar con ellos como piezas de ajedrez particular, sin importarles el daño que les van a causar el dolor infinito que puedan provocar en su entorno. Es la historia de cómo la convivencia de un lugar, en este caso el País Vasco, puede ser destruida por completo en nombre de una patria ficticia, de unas ideas supremacistas, excluyentes, fanáticas, que ponen a las personas a su servicio y consideran enemigos a todos los que a ellas se oponen. Una historia de cobardías, de recelos, silencios y escondites, en la que gran parte de la población se escuda en el miedo, se rodea de él, para ni siquiera saludar a quien hasta ayer era tu amigo y hoy es tu oponente, porque lo dictan unas pintadas en la calle y unos gritos coreados desde una pancarta. Es una historia de huidas, de pánico entre personas normales, que nunca quisieron ser héroes, pero que las vida les enfrentó al más cruel de los destinos, el de saber que sus enemigos viven con ellos, en el mismo portal, en la misma acera. Una historia de trabajo esforzado, de sacrificio por sacar a la familia adelante, mientras ves que el virus del fanatismo nacionalista lo infecta todo, y desde cualquier barrera en la que te encuentres, soñando que es un burladero, descubres que te puede empitonar sin poder hacer nada para evitarlo. Es la historia de unas madres poderosas, fuertes, recias, duras como ellas solas, como tantas que conozco, con unos maridos pusilánimes, obsesionados por el trabajo, ausentes de cariño, que viven en parejas donde el amor hace tiempo que se perdió, que crían hijos a los que la calles y sus fuerzas vivas arrebatan, a unos dándoles pistolas, que servirán para matar a otros. Es la vida de matrimonios que, rodeados de iglesia y otras instituciones sociales, creadas en un principio para cohesionar, se ven aplastados por ellas, triturados por sacerdotes y ediles que sólo representan a la maldad en la que se han convertido, y que juegan con las voluntades como si fueran muñecos de feria. Son muchas historias, enormes, inmensa, intrincadas todas ellas como recia urdimbre, en la que reconozco a cada personaje, le pongo cara, voz, apellido, imagen familiar, en la que cada escena me suena vivida, sentida y narrada. Es “Patria” la crónica de la vergüenza de lo sucedido, y de lo que aún pasa, en una tierra herida, manchada por la sinrazón y el terror. Una tierra vejada por la locura identitaria.

Y es una historia la que cuenta “Patria” en la que casi siempre llueve, en la que abundantes, negras y plomizas nubes cubren un cielo que hace mucho que dejo de ser azul. Una cubierta oscura sobre la que los personajes penan, deambulan, huyen, escapan, son asesinados, acallados, ocultados, engañados, derrotados. Unas nubes que retratan a la perfección lo que muchos sienten pero muy pocos expresas, en una tierra en la que los sentimientos y afectos, en gran parte, siguen proscritos. Leer las páginas que ha escrito Aramburu te estruja el alma, te la comprime, porque lo que cuenta, en forma de novela, es la más cruda y cruel de las realidades.


Subo este fin de semana a Elorrio, el Lunes me lo cojo festivo y el martes debiera tener ya el ordenador actualizado. A ver si es verdad y no hay retrasos. Disfruten y cuidado con la lluvia, será intensa en gran parte del país.

jueves, octubre 20, 2016

La ESA vuelve a tropezar con Marte

Ayer era un día trascendental para la exploración europea. La misión Exo MArs llegaba a su destino y sus dos componentes principales se la jugaban al todo o nada. La nave mandada consta de un satélite que debe orbitar el planeta, denominado TGO, cuyo fin principal es estudiar las trazas de metano que existen en la atmósfera marciana y determinar hasta qué punto son de origen geológico o de un pasado biológico que pudiera esconderse bajo la superficie. La maniobra de inserción orbital del satélite fue correcta, y ya se encuentra dando vueltas a unos 400 kilómetros sobre la superficie.

El otro componente, el módulo Schiaparelli, tenía un fin más espectacular y efímero. Su objetivo era posarse sobre la superficie de Marte y desde allí confirmar que había llegado en buen estado, demostrando así que la tecnología europea permite posar un ingenio de manera segura sobre Marte. Nada se sabe de esta sonda. Su última transmisión tuvo lugar en la fase de descenso, con los paracaídas abiertos, pero no hay constancia de que tomase “tierra” de manera segura o, como se empieza a temer, se estrellase fatalmente. Amartizar, si se me permite la expresión, es una operación muy muy difícil. Marte tiene atmósfera, como la Tierra, pero es mucho más liviana, lo que ofrece problemas de todo tipo. Como cuando las naves regresan a la Tierra, toda entrada debe hacerse en un ángulo muy preciso, ni muy plano, lo que haría rebotar la nave contra la atmósfera como esas piedras que se lanzan y vuelan sobre los ríos, ni muy acusado, que la convertiría en un bólido y la achicharraría del todo. El ángulo de ataque adecuado siempre genera fricción y mucho calor, y las naves deben llevar un escudo protector que disipe el calor y no las achicharre. Una vez superada esta prueba el resto es relativamente sencillo… en la Tierra!!!;La densidad de nuestra atmósfera hace que los paracaídas frenen la nave y esta se pueda posar sin muchos problemas en el suelo. Pero la baja densidad de la atmósfera marciana reduce mucho la eficacia de los paracaídas, que frenan la caída, sí, pero no logran que la velocidad baje mucho más allá de los 80 kilómetros por hora, dependiendo del objeto de que se trate. En todo caso, suficiente para que se destroce en un impacto contra el suelo. Es por ello necesario el uso de retrocohetes para frenar el bólido y evitar el impacto. Así que, ya ven, por lo menos tenemos tres elementos que pueden fallar en el proceso de la entrada. Y luego hay otro que muchos olvidan. Marte está muy lejos, ayer a unos diez minutos luz. Todos esos procesos no pueden controlarse desde aquí, sino que deben estar completamente automatizados, y diseñado con precisión el algoritmo que arranque uno tras otro con el tiempo preciso para que sean efectivos. Un error, unos segundos en los que la secuencia de operaciones se desarrolle de manera no prevista, o un incidente sorpresa puede dar con toda la misión al traste. Por eso, lograr aterrizar allí es una aventura de un riesgo y peligrosidad apabullante. No lo sería tanto en una nave tripulada, porque el piloto humano podría alterar secuencias y tomar decisiones sobre la marcha, pero aun así el “amartizaje” es mucho más difícil que el aterrizaje. Posarse en la Luna, por ejemplo, que carece de atmósfera, muy poca gravedad y que está a poco más de un segundo luz de aquí, es infinitamente más sencillo. De ahí que la tasa de fallos y estrellatos sobre Marte sea muy elevada. Todas las naciones que han mandado misiones han mordido en alguna ocasión el polvo del planeta rojo.


Se espera rueda de prensa de la ESA esta mañana para confirmar o, al menos, intuir qué es lo que ha pasado, pero en este momento todo parece apuntar a que la sonda Schiaparelli ha unido su destino al Beagle 2, anterior intento de amartizaje europeo, que se saldó con un fracaso aún más estrepitoso. Las consecuencias, de confirmarse el fallo, serían graves, dado que esta era una prueba de demostración de que la ESA sería capaz de aterrizar un rover sobre Marte en la misión prevista para 2020, por lo que si el test ha fallado es probable que la futura misión robótica deba ser replanteada en muchos aspectos. Y eso implica cambios presupuestarios y retrasos, siempre indeseables. Quedaremos a la espera de lo que nos confirme la ESA

miércoles, octubre 19, 2016

La batalla de Mosul

Por si no teníamos poca desgracia con la ración que nos ofrece Alepo cada día, el inicio de la batalla de Mosul promete una sobredosis de violencia, muerte y destrucción que se le puede acercar bastante. Entre uno y dos millones se estima que son los habitantes que residen en esa ciudad, capital del norte de Irak, tomada hace dos veranos por las huestes de DAESH, sin apenas librar enfrentamiento alguno, en medio de la desbandada de las tropas regulares iraquíes, que huyeron, algunos ni con lo puesto, dejando pertrechos de guerra, dinero, recursos y ciudadanos para que DAESH los explotase y esclavizase a su gusto.

A lo largo de estos dos años el territorio conquistado por el Estado Islámico ha alcanzado su máxima extensión y, desde algo menos de un año, no deja de menguar, tanto en el frente sirio como en el kurdo e iraquí. Esa pérdida de terreno es muestra de debilidad y, sobre todo, de ganas por parte de los enemigos de acabar con ellos, que no es poco. La actuación de las tropas internacionales está siendo escasa en esta guerra, dada su virulencia, número de bajas y el pánico que tenemos los occidentales a recibir cadáveres en casa. Subcontratamos a los kurdos e iraquíes para que hagan el trabajo sucio y, desde luego, pongan los muertos. El principal apoyo de los ejércitos europeos y norteamericano en esta guerra está siendo la logística y el entrenamiento de las tropas. Este último punto es decisivo en el caso del ejército iraquí. La comentada y vergonzosa huida de Mosul fue el punto más bajo de un supuesto ejército, recreado tras la ocupación norteamericana, que fracasó por completo en su primera prueba seria. Con el país partido, con tropas iraníes en suelo suní y la seguridad de la nación inexistente en todo punto, tiene en Mosul el ejército local la posibilidad de reconciliarse con su pueblo y consigo mismo. Los años en los que DAESH ha sometido a la población de la ciudad ya no podrán recuperarse, y es difícil que alguna vez podamos saber realmente cómo se vivió allí bajo ese régimen fanático y opresor, pero cuando Mosul sea reconquistada, tocará volver a integrarla en un régimen de seguridad y derechos, no se muy bien bajo la bandera de que nación, porque me parecería milagroso que el Irak que hemos conocido se mantuviera en pie tras esta infinita guerra en la que vive, pero en todo caso los residentes en esa ciudad necesitan ser rescatados del yugo salafista. La gran pregunta es cuánto va a costar esto. Cuánto va a costar en tiempo, en recursos, en vidas, en destrozos. Qué va a quedar de Mosul y de sus habitantes tras la batalla que ahora empieza. Se ha visto, por ejemplo en Palmira, que que DAESH no es muy eficiente en el enfrentamiento en campo abierto y que, pese a ser capaz de resistir en entornos atrincherados, no puede sostener una batalla convencional frente a blindados y equipo pesado ni siquiera en un entorno urbano, que le favorece sobremanera. Pero eso no quiere decir que esta guerra sea fugaz, y acabe en pocos días con la desbandada de los yihadistas. Ojalá, pero dudo que así sea. La posibilidad de usar a miles de civiles como rehenes en el campo de batalla es muy cierta, y ya nos han demostrado los yihadistas el (nulo) aprecio que tienen por los que no son como ellos. Vienen tiempos muy duros y muy sucios para Mosul, pase lo que pase.

Ante esta perspectiva, muchos de los habitantes de la ciudad, optarán por huir como sea, tratando de salvar sus pertenencias y, sobre todo, su pellejo. El éxodo de refugiados que va a generar esta batalla puede ser enorme, tan inmenso como los que llevamos meses, años, viendo en medio de la indiferencia global. Alepo, su ruina, su miseria, su destrucción, es el espejo en el que se miran los habitantes de Mosul, sabedores que los que no huyeron a tiempo de lo que fue la capital económica de Siria ahora están muertos o malviven entre escombros. No se si Mosul correrá el mismo destino, espero que no, pero pocas noticias buenas van a llegar desde allí en las próximas jornadas.

martes, octubre 18, 2016

La sede de Bankia es un edificio torcido

El Viernes supimos, mejor dicho, descubrimos que había pruebas, que la inspección del Banco de España era plenamente consciente del desastre que era Bankia antes de su salida a bolsa, y advertía que ese paso, el de la bolsa, bien pudiera ser la última de las imprudencias que se podrían cometer antes de que el monstruo financiero estallase del todo. Desde hace tiempo se ha especulado con el hecho de qué era lo que sabía el supervisor de Bankia, y qué no, hasta qué punto las cuentas estaban ocultas y actúo a ciegas o, con conocimiento de causa, fue negligente y contribuyó al destrozo. Ahora el veredicto parece bastante claro.

Hay muchos casos en estos años de desplome que pueden ser estudiados como ejemplo de hasta qué punto todo falló y nos llevó a la ruina, pero pocos son tan complejos, densos y clarificadores como el de Bankia. En él se dan la mano la corruptela financiera, el chanchuello cutre, la prepotencia, la incompetencia política, sea cual sea la ideología a la que se mire, la no asunción de responsabilidades y el desprestigio de todos los que por ese asunto han pasado. Lo más significativo de Bankia frente a otros casos es que, por su tamaño, su derrumbe nos abocó al rescate financiero, ese que muchos niegan y se produjo plenamente, y sin el cual el país hubiera estado a un pasito de caerse por el precipicio del rescate real. Recuerdo que cuando se estaba calentando el proceso de salida a bolsa de la entidad no eran pocos los artículos serios que alertaban de todo aquello, que denunciaban una huida hacia adelante por parte de unos gestores, encabezados por Rodrigo Rato, a los que nadie era capaz de toser decisión alguna, y recomendaban encarecidamente no acudir a esa OPV bursátil. Repito. No era uno o dos articulistas sueltos, orates proféticos en el desierto, sino bastantes. El sentimiento de desesperación que tenía aquella historia era palpable y ponía nervioso a cualquiera que leyese alguna noticia sobre ello. Desde mi conocimiento del mundo bancario y financiero, a nivel de usuario y curioso lector, para nada profesional, la operación me parecía un disparate mayúsculo, y si las cifras que se manejaban por ahí de impagos y destrozo inmobiliario asociadas tanto a Caja Madrid como a Bancaja eran ciertas, la posibilidad de desastre me parecía total. Sine embargo el proceso se llevó a cabo, hubo risas y aplausos en el vejado parqué de la bolsa de Madrid, con Rato y el resto de la ejecutiva de la Caja como estrellas absolutas, rodeados de miembros del gobierno, oposición, organismos reguladores como la CNMV y el Banco de España y demás prebostes patrios, celebrando lo que para algunos era un éxito y, repito, para no pocos, el momento del impacto de un ruinoso Titanic contra un iceberg que le iba a hundir sin remedio. Con el tiempo, no mucho, pudimos ver que la realidad era muy distinta a los oropeles y risas que llenaron ese día las portadas de los medios. El fracaso de gestión, de la política al frente de las cajas públicas, del asalto de lo común por parte de los que se consideraban con derecho a apropiárselo, fuera cual fuese el carnet ideológico que lucieran, llevó a la ruina absoluta de los accionistas de Bankia, los últimos en una larga lista de engañados que vieron perder sus ahorros en la debacle de la crisis. Si se hubiera hecho caso a los técnicos del Banco de España no hubiera habido accionistas, nada habrían perdido, y el país se habría ahorrado parte de la factura del rescate, no toda, pero si algo. Nada se hizo como es debido, y así pasó lo que pasó.


Dado que el sector de la banca se basa mucho en la confianza y seguridad, sus sedes suelen ser (o solían, ahora el gremio anda muy desorientado) sólidos y pétreos edificios que daban imagen de poder y robustez. Recuerdo, antes de la salida a bolsa, haber quedado con mi amiga ABG en Plaza Castilla un día en el que ella pasaba por Madrid, y le comenté, mirando la sede de BAnkia, en una de las torres Kio, que cuando “eso se caiga” arrastrará a todo el país a la catástrofe. Pocas veces acierto en mis vaticinios, y siento que esta vez fuera así, pero lo cierto es que la idea de situar la sede de una entidad bancaria quebrada en un edificio torcido ya lo decía casi todo. Era imposible que esa historia acabase bien.

lunes, octubre 17, 2016

Correa es Gürtel

Poco a poco, muchos años después de que las causas se destaparan y llegasen a oídos de la opinión pública, los juicios sobre corrupción se celebran en España. Esa tardanza, premeditada, buscada y forzada por todos aquellos que podrían poner medios para evitarla, es una manera de hacer que esa referida justicia lo sea menos, mucho menos. Nunca dejaré de repetir que el estafador Madoff fue juzgado (y condenado) en Nueva York apenas nueve meses después de conocerse su gigantesca estafa piramidal. Pese a todo, estos días tenemos ante nuestros ojos algunos juicios sobre corruptelas pasadas, y es el de la Gürtel el más sustancioso y, por ahora, esclarecedor de todos ellos.

Y lo es por la declaración de Francisco Correa, el cerebro de la trama, el que dio nombre al caso, con la traducción que hicieron los policías de su apellido al alemán para disimular lo que se traían entre manos. Hasta ahora habíamos conocido a algunos personajes secundarios de esta trama corrupta, como Jesús Sepúlveda y su mujer Ana Mato, que parecían lo que se está empezando a ver, personajes de poca voluntad, mira corta y precio barato. Habíamos visto también declaraciones de Pablo Crespo, ya situado en lo alto del escalafón, con aire de jefe y con ínfulas de mandón. Y por supuesto teníamos a Luis Bárcenas, el adorado objeto de deseo de cualquier periodista y novelista, que cumplía con todos los estándares del mafioso, abrigo inclusive, y que se ha convertido en la imagen viviente de la corrupción en España. Pero nos faltaba ver y oír al presunto cabecilla, al sujeto más listo de todos, el señor Correa, el señor Gürtel. Y lleva dos días declarando ante el Tribunal en lo que me parece que es una de las muestras más absolutas de profesionalidad y entereza en lo que hace a la gestión corrupta. Dice Correa que el no es “don Vito” ni el padrino ni nada por el estilo, como al parecer le apodaban en algunas de las grabaciones que constan en el sumario, pero lo cierto es que se comporta con un aplomo y seriedad que le hace plenamente merecedor de ese apodo. Domina Correa la escena y el tribunal de una manera pasmosa. Habla suave, tranquilo, explicando casi todo y sin aspavientos, sin broncas ni medias tintas. Pasa horas sentado en el banquillo y, como si fuera un consultor, al que sólo le faltara el inevitable powerpoint, desgrana su forma de trabajo, cómo funcionaba el imperio empresarial y conseguidor que había erigido, con la misma naturalidad con la que podría estar hablando del impacto de las TIC en los medios de comunicación o de cualquier otro tema. Relata la manera de conseguir los contactos, de pulir adjudicaciones en Ministerios por parte de empresas constructoras, de las mordidas cobradas y repartidas entre los cabecillas en caso de que esas adjudicaciones se consiguieran, y de las dádivas y regalos que otorgaba, con toda la naturalidad y justificación del mundo, a aquellos que contribuían a hacer más grande su fortuna personal. Escucharle es asistir en directo a una clase magistral de corrupción, se pueden tomar notas y hacer un trabajo o proyecto sobre cómo sería usted capaz de montar una trama corrupta en su municipio, provincia o gobierno, da igual el lugar. Correa aparece como un personaje serio, no como un mangante o estafador típico de las películas españolas, sujeto a contingencias, improvisador y chapucero. No, Correa no es de esos. Parece sacado de una serie norteamericana de buena factura, de esas en las que se paga a un enorme equipo de guionistas para que creen una trama como la que el señor Gürtel suelta de su boca con la naturalidad de quien lo lleva haciendo así desde tiempo inmemorial. Correa representa la profesionalización de la corrupción y, también, su expresión más depurada, refinada, letal y, desde luego, efectiva para los que la practican.

Muchos son los rumores sobre el posible pacto, parcial o no, al que Correa y su abogado podrían haber llegado con la fiscalía. Pide el Ministerio Público una pena de 125 años de cárcel para el personaje, pero es probable que con su declaración la pena solicitada se reduzca. Lo cierto es que Correa sería una mina como empleado en un servicio de inteligencia de primera división, como un nuevo Paesa, como un agente capaz de estafar a todos y en todo y llevarse él el dinero. Su estancia en la cárcel sería un desperdicio para el país. A buen seguro ojeadores de inteligencia de otros países ya le están echando un ojo a sus declaraciones. Y en Hollywood y otras sedes de estudios preparan ofertas para que se incorpore no como jefe de guionistas, sino como escribano en exclusiva. Una joya de personaje. Un diamante en bruto.

viernes, octubre 14, 2016

Bob Dylan, Nobel de literatura

Polémica intensa la que se ha organizado en torno a la concesión del Nobel de literatura a Bob Dylan, con acérrimos partidarios y detractores, en la más pura de las tradiciones hispánicas. En este país, donde tan poca gente lee y con tanto orgullo se presume de no tener libros, todos estamos enzarzados sobre si ese premio está justamente otorgado o no, sobre si es una tomadura de pelo o el reconocimiento a una obra singular que, convertida en música, es sobre todo poética. Dense una vuelta por la web y verán opiniones para todos los gustos, apasionadas y llenas de razones, o no.

Poco les puedo decir yo, porque más allá de algunas de las canciones mítica de Dylan, que todos hemos escuchado, y de estribillos traducidos y frases hechas que los utilizan, desconozco el contenido de la obra de Dylan. No la he leído nunca. Ni si quiera he escuchado todas sus canciones, porque no es ha sido para mi el cantante de referencia, ni mucho menos. Su esplendor me pilló cuando aún no existía y los años posteriores no me han permitido reencontrarlo. Pero yendo al fondo del asunto, el Nobel premia literatura, expresión escrita, “arrejuntamiento” de palabras que llegan al corazón del lector, bien sea en prosa, en verso o en diálogo teatral. ¿Produce eso Dylan? Serán los que le han leído los que tengan que pronunciarse, pero no tengo en principio prejuicio alguno ante su obra, que ya muchos habían destacado en el pasado más por su calidad literaria que por la musical. En las quinielas oficiosas que se hacen todos los años el nombre de Dylan solía figurar de manera ocasional, no siempre, pero no era raro verlo, hecho que revela que sus letras tenían ya un valor para muchos. Ahora tocará quizás publicarlas en castellano, que no se ni siquiera si existe una edición, completa o parcial, y que como sonetos y poemas, sean leídos por nosotros y, por tanto, valorados como realmente deben serlo. El único caso que se me ocurre con el que, presuntamente, podríamos comparar el trabajo de Dylan en España sería el de Joaquín Sabina, cuyas canciones todos conocemos más o menos y cuyas letras llegan al corazón de muchos a los que no les gusta su música. ¿Es Sabina merecedor del Cervantes? ¿Qué opinaría usted si se le otorgase dicho premio? ¿Se apuntaría al bando de los defensores del jurado o de los detractores? Creo que estas preguntas tienen más sentido referidas a un Sabina al que todos conocemos, y sobre todo entendemos, que a un Dylan que para muchos es una figura pero, para casi todos, es un susurrante en inglés del que apenas se entiende una palabra. Muchas veces he escuchado encendidos elogios de las letras de Sabina, y se debe reconocer que sus textos son, en muchos casos, lo más parecido a la poesía que han escuchado, y recitado, miles, millones de españoles, sobre todo de generaciones jóvenes. Y si esas letras, esa poesía ha servido para que alguno de los que la haya escuchado se introduzca en ese mundo, le pique el gusanillo y se ponga a leer a otros autores, más que merecido sea el premio que se le otorgue. He defendido en público que, por ejemplo, Stephen King sería merecedor del Nobel, porque practica una literatura muy buena, que engancha, atrapa, divierte y entretiene. Parece que, por defecto, debemos de premiar a los que no conocemos, no venden y no entretienen. Y eso no debe ser así. La obra literaria puede ser más o menos compleja, accesible y despejada, pero tiene que hacer disfrutar al lector, porque sin lector puede haber escritor, sí, pero no literatura. ¿Dylan lo logra? Pues entonces premio bien dado.


¿Quieren que le ponga una pega al premio? Venga, pero no por el premiado, le reitero, sino por la idea preconcebida que tenemos de que el jurado del Nobel reparte el premio, entre otras cuestiones, por nacionalidades, por lo que a EEUU no le volverá a tocar en bastante tiempo, y eso hace que el gran Philip Roth pueda quedarse sin el premio que le falta, premio que merece por encima de casi todos, si me lo permiten. La obra de Roth, inmensa, es mucho más áspera y ácida que muchas canciones, sean o no de cantautor, y como cuenta Karina Sainz Borgo en este fenomenal artículo, puede ser el gran damnificado del premio concedido ayer. Ojalá nos equivoquemos. Felicidades a Dylan, y segamos esperando a Roth

jueves, octubre 13, 2016

Unamuno y el 12 de Octubre

Ayer se conmemoró, entre otros aniversarios coincidentes con la Fiesta Nacional, el ochenta centenario del discurso de Unamuno en la Universidad de Salamanca, unas palabras que supondrían su condena en vida y la inminente llegada de su muerte, acaecida dos meses más tarde mientras penaba en su destierro de Fuerteventura, donde fue confinado por los franquistas tras el suceso de Salamanca. Su grito de “Venceréis, pero no convenceréis” resonó en todo el país, se quedó grabado en las paredes del centro universitario en el que fue expresado y supuso, en cierto modo, el epitafio de su vida.

Unamuno, como él era, murió cabreado. Y su vida y obra refleja muy bien las contradicciones de eso que se llama ser español, un accidente geográfico e histórico, como lo es el de pertenecer a cualquier otra nacionalidad, que está lleno de connotaciones peyorativas, fruto de una historia pasada convulsa y llena de momentos luminosos y trágicos que, en cierto modo, se parece bastante a la de otras naciones. La principal diferencia respecto a ellas es que sus ciudadanos han aprendido a vivir con los estigmas de su pasado o, en su caso, a olvidarlos, mientras que en España seguimos dándoles vueltas y vueltas sin saber muy bien que hacer. Como lo pasaba a Unamuno, escritor, filósofo y, sobre todo, polemista, no se si amante de la bronca, pero desde luego creador de muchas y acicate de las mismas cuando ya estaban generadas. Poco se le lee hoy, en un país en el que poco se lee a todo el mundo, pero Unamuno representa, en su trayectoria vital, el espíritu de la contradicción y la decepción que nos llena a muchos y que, también, nos hace mal vivir con nuestros semejantes. Antinacionalista vasco furibundo, bilbaíno de pro y enfrentado a todo lo que le hacía dudar, Unamuno encarna el convulso y caótico inicio del siglo XX en España, sujeto a corrientes políticas y sociales que, provenientes del exterior, arraigaron aquí en terreno abonado y dieron lugar a grandes árboles que acabarían enfrentándose sin piedad. Fue Unamuno monárquico durante un tiempo, pero se desencantó del régimen a medida que su decadencia era imparable, y se convirtió en republicano. Celebró la llegada de la nueva forma de gobierno, esperanzado, con la ilusión de que fuera un punto y aparte a los grandes problemas económicos, sociales y, por su puesto, culturales, que asolaban España, pero poco a poco también se desencantó de un régimen que, en muy poco tiempo, mostró su incapacidad para gobernar el país y apaciguar la ira de dos sociedades que, cada vez, se mostraban más enfrentadas. Amante del orden y el conocimiento, el caos republicano, que iba cada vez a más, le enervaba, y acabó viendo con buenos ojos las intentonas de golpe de estado que, discretas o descaradas, se organizaban contra el régimen. Llegada la gorda, la de julio de 1936, Unamuno se posicionó claramente a favor de los sublevados, y creyó nuevamente que esa era la buena, la oportunidad de estabilizar el país y darle sosiego. Pero él, como todos, se sorprendió muchísimo, y se aterró aún más, al comprobar que el golpe de julio no iba a ser otro episodio de “espadones” como lo habían sido muchos a lo largo del anterior siglo XIX, sino el inicio de una guerra civil, una guerra cruel, salvaje y descarnada que lo iba a destrozar todo y matar a casi todos. En octubre de 1936, sin llegar a los tres meses de una guerra que duraría tres años, Unamuno vivía espantado del horror que lo dominaba todo. Se veía en medio de un fracaso colectivo, repudiaba su apoyo a los crueles golpistas y abjuraba de los republicanos que, manteniendo una legitimidad, se comportaban de igual manera. Todo era un desastre.

Y es entonces cuando su voz, su única arma, se levantó contra las fuerzas vivas que, en una Salamanca dominada por los que lo harían durante los siguientes cuarenta años, ya mostraban cómo iban a regir la voluntad del país. Unamuno pudo haber sido asesinado ese mismo día, tras sus palabras, y no fue por la falta de ganas de muchos de los que allí estaban. Sabía él que sus palabras le condenaban a una muerte segura, instantánea o no, pero las dijo. Uso su voz y su intelecto, fue el más valiente de todos los que en ese paraninfo se encontraban y, después del asesinado Garcia Lorca, se convirtió en el otro referente de la cultura aplastada por la sinrazón y la muerte. Unamuno es nuestro reflejo, espejo de nuestras contradicciones. Ojalá que también ejemplo de valentía y honradez. Leerle a él y otros muchos es el homenaje más sencillo que podemos hacerle.

martes, octubre 11, 2016

La conjura contra América, de Philip Roth

Al respecto de la publicación de “Patria”, la última novela de Fernando Aramburu, que aún no he leído, pero ardo en deseos de hacerlo, tanto en La Cultureta como en artículos de prensa se ha debatido sobre el curioso hecho de que a veces es la novela, ficción, la mejor manera de acercarse a una realidad histórica y comprenderla. Los ensayos nos pueden desmenuzar, por ejemplo, los avatares de las guerras napoleónicas, pero “Guerra y Paz” nos hará sentir en plenitud cómo vivieron las personas de esa época las batallas, conquistas, derrotas y sufrimientos que “La Grande Armé” iba extendiendo por el este de Europa. Es curioso, pero es verdad, la ficción a veces es la realidad encarnada.

En el marco de esta absurda campaña electoral en EEUU, como el jueves se concede el Nobel de literatura, y sigo rezando para que se lo den de una vez a Philip Roth, usaré aquí una de sus novelas para hacer un paralelismo entre lo que en ella se cuenta y la realidad potencial a la que se enfrenta el electorado norteamericano y la que empieza ya a conocer el británico de primera mano. La novela se titula “La conjura contra América”, es un texto que se aleja un poco de las novelas clásicas de Roth, pero que tiene, en lo más profundo, su sello. Se trata de una ucronía, género que se encuadra dentro de la ciencia ficción y que consiste en crear una historia alternativa a partir de un punto real de la secuencia de acontecimientos. En la novela, nos encontramos en 1940. Charles Lindbergh, el famoso aviador que cruzó el Atlántico, consigue ser nominada como candidato republicano a las presidenciales (este es el punto ficticio a partir del que la historia se altera) y logra vencer al demócrata FD Roosevelt. A partir de ese momento el gobierno de Washington comienza a practicar una política severa de aislacionismo respecto a los aliados que combaten en Europa, y realiza una propaganda constante a favor del régimen nazi, por el cual Lindbergh nunca ha ocultado sus simpatías a lo largo de una campaña electoral en la que las esvásticas y, en general, el paramilitarismo ha sido uno de sus armas de propaganda más utilizadas. Los Roth viven en la Newark que siempre aparece en los libros de Roth. Son una familia judía que, junto con otras, residentes en la zona o llegadas hace poco provenientes de una Europa que les ha expulsado, observan con terror cómo la pesadilla aria y el antisemitismo que eran el relato de los refugiados se empiezan a convertir en realidad en el suelo americano. Distintivos, encarcelamientos, opresión, silencio cobarde de los vecinos que hasta ayer saludaban... escenas que eran contadas por los que huían y que sonaban a cuentos de pesadilla empiezan a volverse comunes en unos Estados Unidos en los que el gobierno, policía y ejército empiezan a adoptar un tono que recuerda, preocupantemente, al de un estado totalitario. En el texto Roth va desgranando con maestría el oscuro tornar del sueño americano en pesadilla, lo frágiles que pueden ser las convicciones democráticas cuando el poder establecido decide destruirlas y usar la fuerza para acabar con ellas, y la necesidad de mantener los lazos de familia y amistad cuando todo empieza a derrumbarse alrededor. Centrado en la visión judía, el texto también muestra el derrumbe de los mitos americanos y los emblemas de la nación, que eran compartidos por todos, fuesen judíos o de cualquier otra procedencia, y como la presidencia del país pasa de ser un referente de gobierno y legitimidad a ponerse a la cabeza del envilecimiento de la nación. Poco a poco la conjura de los que se unieron para destruir América va cerrando su tenaza sobre una sociedad que no cree lo que ve pero que no sabe cómo responder.

Dirán algunos que esto es sólo una novela, pero lo cierto es que ya pasó en nuestro continente hace no demasiadas décadas, y que nuevos vientos de invierno soplan sobre nuestras libertades, procedentes de esos mismos negros reductos desde donde en el pasado fueron capaces casi de destruirnos. ¿Quién iba a imaginar que el gobierno de Reino Unido propusiera elaborar listas de trabajadores y alumnos no británicos? Para señalarlos, para diferenciarlos, para separarlos. Trump puede sonar a chiste, a farsa, y quizás sea el personaje más histriónico de esta nueva ola de populismo nacionalista que se nos echa encima, pero no es sino el reflejo de ese mal. Les aconsejo que lean la novela de Roth, esa y todas las demás, pero a cuatro semanas de las elecciones norteamericanas, ese me parece el mejor de los textos posibles.

lunes, octubre 10, 2016

Pero, ¿quién pensabais que era Trump?

Si Haití ha sido la más damnificada por el paso del huracán Matthew, EEUU, con algunas zonas de las Carolinas inundadas por el agua, sigue sufriendo la embestida permanente del fenómeno Trump, algo que sin duda se estudiará en el futuro en los libros de historia y sociología. La campaña presidencial, para la que quedan menos de cuatro semanas, vive polarizada por las declaraciones, conocidas o no, antiguas o recientes, de un sujeto que es lo que parece que es. Este fin de semana muchos se han escandalizado por un registro de hace una década en el que Trump se jactaba de poder abusar de las chicas que quisiera por ser una estrella.

La pregunta que me hago, sobre todo, es cómo alguien puede extrañarse de una grabación de este tipo si el personaje Trump no hace nada más que repetir esa actitud allá donde va. Desde el inicio de su quebrada carrera empresarial Trump ha alardeado de las mujeres con las que se ha acostado, de su virilidad, de lo buenas que estaban y de cómo las utilizaba. Su machismo no es patológico, sino sólo una manera natural de cómo el entiende las relaciones, dado que todas están subordinadas a su persona e interés. En este sentido Trump no es excesivamente racista. Él es el mejor y el resto tienen que vivir con la desgracia de no llegar a su altura. Algunos afortunados por la varita divina han tenido la suerte de conocerle y situarse a su lado, pero el resto son basura. Sean mujeres, hombres, blancos o negros. En cuestiones de sexo nada distingue a Trump de Berlusconi, otro personaje que sólo engañaba a los que se dejaban engañar. Si recuerdan su carrera empezó a frustrarse tras el escándalo de las fiestas “bunga bunga” y al presencia de una menor, pero eso no fue sino una de las miles de actuaciones vergonzantes que Silvio llevó a cabo con el conocimiento de todo el mundo. Escucharle luego hablar de decencia y honestidad era uno de los mejores espectáculos de humor a los que uno ha asistido. Y la situación actual, que hace de Trump, un golfo con todas las letras bien grandes, representante político de la extrema derecha evangélica norteamericana es, como mínimo, igual de divertida. Montones de fervorosos creyentes que residen en grandes áreas del interior de EEUU, en lo que se conoce como “el cinturón de la biblia” tienen como candidato a presidente a un putero profesional, a un sujeto que ha quebrado sus negocios, a un irresponsable bocazas que no deja de insultar a mansalva y, sobre todo, visto desde esa óptica bíblica, un contumaz pecador que no se arrepiente de ninguna de sus faltas. Es más, alardea de ellas y se muestra muy orgulloso, pidiendo perdón con boca pequeña por unas declaraciones privadas (en privado todos decimos de todo) que son exactamente las mismas que representa en público día a día. A lo largo de los dos últimos días pesos pesados del partido republicano han pedido a Trump que lo deje, anunciando que, en todo caso, no le van a votar. Pero Trump, desde luego, no va a abandonar una carrera que, gane o pierda, le va a dar mucho dinero y fama, le permitirá cuadrar las cuentas de sus quebrados negocios, dar un impulso a su familia y allegados y, cómo no, conocer chicas guapas en diversos estados. Es muy probable que ya tenga citas con algunas de ellas para someterlas a una intensa “entrevista de trabajo” mientras su mujer, como en el pasado hicieron la de Berlusconi o la de Strauss Khan (otro sujeto similar) calla o perdona en público la traición que sufre cada día en su vida.


Tras el segundo debate electoral, celebrado esta noche en San Louis, algunos medios señalan que Trump ha salido al ataque con todo, con ganas de morir matando, de no renunciar y de expandir todo el fango posible con tal de sobrevivir. Típico de los de su especie. Si como muchos esperamos, Trump pierde las elecciones, todo esto será un mal recuerdo y el fenómeno de su campaña pasará a estudiarse como, quizás, el momento en el que la política norteamericana cayó en su punto más bajo. Si Trump gana, que esperemos no suceda, prepárense para unos años de emociones fuertes, donde hasta puede ser que nos invadan los alienígenas para desalojarlo de una Casa Blanca que, sin duda, estará muy sucia.

viernes, octubre 07, 2016

Matthew golpea el Caribe y la costa este de EEUU

Mucho tiempo, afortunado, llevábamos sin que un potente huracán golpeara el caribe y a los países ribereños de ese cálido mar. De hecho, las últimas temporadas de estos fenómenos, que van del 1 de mayo al 31 de octubre, han sido anómalas por su suavidad. Pocas tormentas formadas, escaso desarrollo de la mayoría y muy pequeños ascensos de categoría. Han sido años muy pacíficos, anormales, en los que las aguas han estado tranquilas y las lluvias del cielo han sido útiles y mansas. Pero toda racha, recuérdenlo siempre, se acaba, y en este 2016, que empezó con la mansedumbre de los precedentes, se despide con una tormenta colosal.

Matthew ha oscilado constantemente entre las categorías 3 y 4, recordando siempre que el máximo establecido es cinco. Cuando tocaba tierra bajaba un peldaño y al volver al caliente mar que le sirve de combustible lo volvía a ascender. En su trayectoria impactó primero con el este de Cuba y el oeste de la isla de La Española, que es donde se encuentra Haití, ese país que si no ve que la desgracia le llega de lo profundo o desde el cielo lo hace mediante la corrupción y la dictadura. Aún es pronto para hacer balances de los daños en Haití, pero lo que ayer por la mañana no llegaba a cien muertos hoy se eleva ya a trescientos, y las imágenes que empezamos a ver muestran una destrucción digan de, también, un terremoto. Casas, muchas de ellas de endeble construcción, que se han enfrentado a un monstruo capaz de generar ráfagas muy superiores a los 200 kilómetros por hora, y de mover agua y objetos arrancados a esa velocidad, y que obviamente no han podido resistir el envite de semejante fuerza desatada. Créanme que no me gustaría hacer la prueba con mi propio piso para ver qué tal se comporta. Los daños en Cuba aún no están estimados, pero parece que son cuantiosos, y las víctimas, aunque menos que en Haití, se esperan y recuentan. Tras esos países han sido Bahamas y sus islas las afectadas por el reactivado huracán y, desde ayer al mediodía, es la Florida de EEUU la que se encuentra bajo los efectos de la tormenta. La estimación del paso de Matthew por la costa de EEUU es muy difícil de precisar, algunos modelos señalan que pudiera adentrarse más y otros que transitaría paralelo a la línea de costa sin penetrar. En todo es en las zonas costeras donde se concentra gran parte de la población del estado y la orden de evacuación tiene todo su sentido. Y si no echen un vistazo a esta imagen de radar y díganme que aspecto les da, y si ustedes, residiendo en Palm o Daytona Beach, saldrían corriendo o no. La población afectada en este caso se eleva a muchos millones de personas, y la orden de evacuación ha generado inmensos atascos en las ya de por si enormes autopistas que jalonan cada punto de los EEUU, ofreciendo esas imágenes de apocalipsis a las que son tan dadas las películas, en las que el sentido de salida de las ciudades se encuentra colapsado mientras que la entrada apenas es transitada por algún conductor despistado. Los efectos económicos del parón en el estado pueden ser intensos, aunque muy difíciles de estimar. Los parques de atracciones de Disney sitos en esas localizaciones llevan cerrados ya un par de días y todas las actividades de recreo están suspendidas hasta nuevo aviso. Dada la zona de ataque, tendremos a nuestra disposición decenas de imágenes y vídeos de cómo la naturaleza puede enseñar sus garras más duras y, hasta qué punto, ante ella, muchas de nuestras construcciones y estructuras apenas son capaces de resistir un “saludo de cortesía”. En la costa también se espera un intenso efecto producto de las mareas, no sólo por el oleaje, que también, sino por la subida del nivel del mar derivada de la muy baja presión que ha generado Matther en su entorno, subida que se estima puede llegar incluso a los cuatro metros en las zonas más expuestas.

A partir de la zona norte de la costa de Florida y la costa de Georgia la trayectoria del huracán se vuelve imprecisa. Ahora mismo los modelos prevén que no continúe se ascensión por las Carolinas y se vuelva a adentrar en el Atlántico, perdiendo algo de fuerza, en el entorno de la tarde del Domingo, pero ese pronóstico está siendo revisado casi al minuto, dada la inmensa complejidad que supone saber por dónde acaba moviéndose un fenómeno de esta naturaleza. En todo caso toda la costa Este de EEUU sigue en alerta en su tramo sur, y está por ver los efectos causados. Quizás los medios se centren más en Florida por proximidad y acceso a imágenes y testimonios, pero casi seguro que será Haití donde Matthew se convierta en un nombre inolvidablemente maldito.

jueves, octubre 06, 2016

¿Están locos estos británicos?

Este fin de semana tuvo lugar en Birmingham, segunda ciudad en tamaño del Reino Unido, el congreso del partido conservador, primero tras la aprobación del brexit y primero también en el que Teresa May se dirigía a las bases y cargos de su partido como líder del mismo y Primera Ministra, sin que haya superado aún votación alguna para hacerse con ambos cargos. El anuncio más determinante de ese acto fue que se concretó Marzo de 2017 como la fecha en la que se invocará el artículo 50 del Tratado de la UE para comenzar las negociaciones de desconexión del Reino Unido del club europeo. May hizo un discurso duro.

Y como respuesta a esa andanada de su jefa, a lo largo de la semana asistimos, con cara de incredulidad y preocupación, o al menos es la que a mi me domina, a anuncios que parecen sacados de los libros de historia del siglo XX, de su época entreguerras. Se ha producido una revuelta por parte de los responsables de la sanidad británica, en la que cerca de un 40% de los profesionales han obtenido su título fuera de las islas, para “renacionalizar” el servicio y cubrir todas esas plazas con trabajadores oriundos de las islas. Y en un ejercicio que roza la xenofobia, si no es que la alcanza por completo, el Ministerio de Interior insta a las empresas a hacer listas de los profesionales que no sean británicos y trabajen en ellas. El objetivo que busca con esta idea es el de catalogar “vacantes” que puedan ocupar ciudadanos del Reino Unido, previo despido y expulsión del trabajador no británico, claro está. También se ha anunciado un endurecimiento de la política de visados para estudiantes, con el objeto de que el acceso de los no británicos a las facultades del país sea más difícil y, llegado un punto que se considere de “saturación” imposible. Oxford y Cambridge no se qué habrán dicho al oír estas declaraciones, pero a buen seguro intensos escalofríos han recorrido las hiedras que cubren sus centenarios muros, tras los cuales se encuentra una selección de las mejores mentes de todo el planeta, sea cual sea su procedencia, origen, creencia, color de la piel o lengua materna. Todas estas bravatas anunciadas en cascada tras el pistoletazo de salida lanzado por May pueden ser interpretadas, si buscamos el lado tranquilo, como bravatas soltadas para tranquilizar a las huestes más radicales del conservadurismo británico y como arma de negociación de cara a los dos años (o más) que puede durar el proceso con Bruselas. Puede ser la típica táctica de ponerse gallito para luego ir reculando, y ya se sabe que los británicos de diplomacia entienden lo suyo. Pero sea o no una pose, anuncios de este tipo son de una gravedad enorme. Y lo son por el mensaje de fondo que transmiten un mensaje de puro nacionalismo xenófobo, un mensaje de discriminación, un mensaje antiliberal y una manera de entender la vida propia de mentes de siglos pasados. Durante décadas Reino Unido ha sido un faro de esperanza, de libertad, de oportunidades, frente a una Europa continental que caía una y otra vez en guerras y dictaduras a cada cual más cruel y opresora. Terminada la II Guerra Mundial las islas volvieron a ser lugar de acogida, nicho de oportunidades tanto para los que residían en las colonias del desmembrado imperio como para los europeos que trataban de buscarse la vida. Londres se convirtió, aún lo es, en la mayor y más poderosa ciudad de Europa, y un referente para casi todo en el mundo. Oxford y Cambridge son las universidades más prestigiosas de nuestro continente, la city reina en las finanzas globales… y así podríamos seguir dando ejemplos de cómo Reino Unido ha prosperado gracias al aluvión de profesionales de todo el mundo que allí han encontrado acomodo.

Decisiones como las anunciadas esta semana supondrán, de llevarse a cabo, enormes costes económicos y sociales para los que las padezcan y, también, aunque no quieran verlo, para el conjunto de la sociedad británica. Pero sobre todo, supondrán la traición más vergonzosa y cruel posible a los ideales sobre los que se erigió la gobernanza de aquellas islas, un régimen basado en la elección parlamentaria y la economía libre en la que la capacitación, el desempeño, la profesionalidad y la valía han sido, durante siglos, las únicas varas de medir. Querer sustituir eso ahora por la “limpieza de sangre” británica es, simplemente, desolador. ¿Has perdido el juicio, Reino Unido? ¡¡¡Qué estás haciendo!!!

miércoles, octubre 05, 2016

La globalización une vidas

Trump sigue pregonando su idea del muro y cosecha votos con ello, en Hungría el autoritario Orban incumple sus propias leyes y da validez a un referéndum que no alcanzó el cuórum requerido para rechazar las cuotas de refugiados impuestas por la UE, ayer en Reino Unido el responsable de sanidad amenazaba con expulsar a todos los médicos, especialmente los españoles, que no sean británicos, del sistema de salud de las islas… Populistas de izquierdas y derechas braman contra una globalización que, bien gestionada, es la mayor de las bendiciones que pueden sucederle a la economía y, sobre todo, a las sociedades humanas.

Ejemplo no económico. Este pasado viernes noche estaba en una parada de metro esperando a que llegase el tren en mi camino de vuelta a casa (no envidien mi vida nocturna de ocio, créanme). Leía de pies junto a un banco en el que estaba sentad, al lado mío, sola, una chica guapa, de cabellos rizados, que ojeaba un prospecto de propaganda de una marca de electrodomésticos. Llevaba manga corta y en su brazo derecho tenía tatuados unos caracteres en árabe. Aún quedaban unos minutos para que llegase el tren cuando se produjo la llegada de los pasajeros de otra línea que, correspondiendo con esa estación, se cambiaban a la línea en la que yo esperaba. Entre la nueva gente que poblaba el andén aparecieron dos chicas jóvenes, rubia y morena, que se sentaron en el banco junto a la que leía el folleto. Hablaban en un inglés que me sonaba muy norteamericano, pero no soy experto en esto, así que pensé que bien pudiera ser así. En un momento dado, la rubia se quedó mirando fijamente el tatuaje que llevaba la primera de las chicas, el de los caracteres en árabe, y en un castellano dificultoso pero bastante correcto, le preguntó a ver por qué llevaba escrito eso y si tenía familiares de origen árabe. La interpelada, un poco sorprendida al principio, dejó el folleto y le contestó que sí, que tenía ancestros árabes en su familia. Y entonces a la rubia le salió una enorme sonrisa en la cara, porque, en efecto, era norteamericana, pero su abuelo por la rama materna era árabe, y su madre había sido llamada en un nombre de esa cultura, que pronunció, pero que no soy capaz de poner aquí porque no llegué a entender bien ni me sonaba familiar. Y ella se llamaba de esa misma manera, y ninguna de sus amigas entendía por qué llevaba ese nombre tan raro en EEUU, nombre que ella llevaba con orgullo. La española, al oír el nombre, se alegró mucho, porque una de sus primas (creo) también se llamaba así. Sus abuelos paternos eran de ascendencia cubana y marroquí, y se habían conocido en Córdoba. Desde entonces era común que ambas tradiciones tuvieran mucho peso en su familia y, además de los caracteres tatuados en el brazo, sabía algo del idioma árabe, y era capaz de leerlo y escribirlo a nivel básico. La norteamericana le comentó que en su familia también existía la tradición de, al menos, aprender algunos caracteres, palabras y frases en árabe, para recordar al abuelo ya fallecido, y que ella lo hacía con mucho gusto y placer. Poco a poco, en apenas un par de minutos, las dos chicas habían encontrado un nexo común a sus muy distintas vidas de la manera más insospechada y, quizás, remota posible.


Llegó el tren, subimos todos a él y las tres chicas (la morena norteamericana miraba y asentía, pero apenas participaba en la conversación) y yo acabamos distanciados lo suficiente para que ya no pudiera oír sus conversaciones, pero sí seguir apreciando la felicidad en sus rostros durante las dos paradas en las que coincidimos. Ahí fue cuando las americanas se despidieron y bajaron del vagón y fueron rumbo a su salida, mientras el tren arrancaba, la española del tatuaje se quedó sentada en su vagón y yo, leyendo aún, pensaba que la escena que había contemplado era una prueba de que, aunque nada es idílico, el intercambio, el derribar fronteras, el conocer a los demás, el no dejarse llevar por miedos absurdos pude ser fascinante.

martes, octubre 04, 2016

La sorpresa del No en Colombia

Es la segunda vez que me pasa este año. Me levanto por la mañana, pongo la tele, y el escrutinio de un referéndum que todo el mundo apostaba que iba a ser positivo cuando me eché a dormir se torna en cruda, raspada, pero clara derrota, dejando a las empresas demoscópicas otra vez en ridículo y a mi persona, en pijama frente al televisor, convertida en un manojo de sorpresas. En Junio fue el Brexit, cuya trascendencia para Europa y, por tanto para nosotros, es manifiesta. Ayer fue en Colombia, resultado que nos afecta menos como país pero sí mucho como sentimiento de comunidad hermanada con Latinoamérica.

He ido siguiendo por encima los avatares del acuerdo del gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC y las condiciones de la paz firmada hace un par de semanas. Por lo que veía, desde la distancia, se había optado por dar a los guerrilleros muchas garantías, prebendas y posesiones territoriales para garantizar su renuncia explícita a la violencia. Esas ganancias eran vistas por parte de la población colombiana como una rendición ante la violencia, y ese era el argumento principal de la campaña de los partidarios del no, campaña que, si se fijan ustedes, ha sido muy silenciada por los medios españoles, de uno y otro signo, dando por sentado en sus crónicas que el sí podría ganar con diferencias de hasta veinte puntos. Formé mi opinión sobre el tema gracias a dos artículos escritos por grandes escritores, Mario Vargas Llosa y Héctor Abad Faciolince, que expresaban su confianza en una paz sostenida tras décadas de guerra civil desatada, que nada tienen que ver con los conflictos terroristas vividos en Europa, ni por su origen, dimensión y alcance, y que pese a que no les parecían los mejores acuerdos, los consideraban los menos malos para lograr ese objetivo anhelado de la paz en un país que tanto la necesita para realizar su despegue definitivo. Por ello, reconozco que si hubiera tenido que votar lo habría hecho por el sí, no muy convencido quizás, pero por el sí. Ahora que el no ha ganado, por poco y con baja participación, pero ha ganado, la situación se vuelve muy enrevesada. El gobierno de Santos ha puesto todo su prestigio y futuro en este proceso de paz y se encuentra, justo al final, con un tropiezo muy serio e inesperado. Lo más importante ahora es conseguir que las FARC mantengan intacta su promesa del cese definitivo de las armas y la entrega de las mismas, y que se pueda establecer una nueva ronda de negociaciones en la que se endurezcan las condiciones con las que los guerrilleros retornan a la vida civil y es tratada, política y judicialmente, la organización. Recordemos que el objetivo primordial es el final de la guerra, hecho que ahora mismo ya está conseguido. Pese al no cosechado, las FARC saben que una vuelta a las armas sería mal vista por todos aquellos actores, internos y externos, que las han apoyado durante décadas. Afortunadamente, y esto es un cambio muy sustancial, la época de las guerrillas “liberadoras” que vivió Latinoamérica hace algunas décadas empieza a ser más asunto de historiadores que de periodistas, y los guerrilleros colombianos saben, aunque no lo reconozcan, que nunca van a ganar la guerra en la que estaban metidos y que cada vez su imagen será peor en un mundo que rechaza la violencia y la ve como un método bárbaro, del pasado, para solventar problemas. El despegue económico que ha vivido Colombia en estos últimos años, pese a que aún queda muchísimo por lograr y enormes desigualdades por cerrar, también resta atractivo a una manera de lucha que, en el fondo, no es más que terrorismo organizado a gran escala.

Quién sabe. Quizás del no cosechado surja un nuevo acuerdo que pueda ser refrendado y equilibre más los términos y de la sensación a las víctimas de la guerrilla que se han resarcido a sus familiares perdidos y no se ha claudicado ante los asesinos. En todo caso Colombia se enfrenta a un reto enorme, inesperado, y muy difícil. Si logra salir de él le espera una época de prosperidad y, sobre todo, de serenidad social que será como un regalo tras tantos años de violencia y penuria. Hay que confiar en el buen hacer de los colombianos y, en todo lo que necesiten, prestarles nuestra ayuda para que esta travesía acabe en buen puerto. Lo necesitan y, sobre todo, se lo merecen.

lunes, octubre 03, 2016

El PSOE y el caos

Dice la teoría del caos, en uno de sus aforismos que todo el mundo repite sin llegar a entenderlo, que el aleteo de una mariposa en Pekín es capaz de provocar un huracán en Nueva York. Esta frase significa que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden alterar y amplificar de una manera no previsible los efectos de las acciones. Son los llamados sistemas no lineales, no regidos por las ecuaciones que estudiábamos en clase, donde la fábrica de churros funcionaba muy bien cuando se le introducía un valor y nos daba otro que era el esperado. Aquí no, en estos sistemas puede acabar pasando de todo, y sin posibilidad de preverlo.

Este sábado tuvimos una buena muestra de lo bien que funciona esta teoría del caos y de las consecuencias que pueden llegar a tener los actos, tras lo que pasó a lo largo de todo el día en la sede socialista de Ferraz, en la que puede que esta semana tengan que llamar al personal de mantenimiento para arreglar los destrozos. Caos, es la verdad, un término muy diplomático para definir lo que pasó allí, en una reunión que duró todo el día, de 9 a 21 horas, con múltiples recesos, impases, tomas y dacas, propuestas, gritos, acusaciones de pucherazo, desmadre y tendencias suicidas propias de asambleas universitarias de los años ochenta. En una jornada que pasará a la historia del bochorno y ridículo del PSOE y, de paso, de la política española, Pedro Sánchez terminó por dimitir tras lograr los críticos, en una votación a mano alzada, rechazar su calendario exprés de primarias y congreso. Su caída era esperada por muchos desde hacía muchos días, pero empezaba a resultar obvio que Sánchez no iba a dejar de batallar hasta el final, aunque eso supusiera el destrozo del partido que, es un decir, lideraba. Más allá de las razones políticas y de luchas de poder de unos y otros, el fracaso de la estrategia de Sánchez, refrendado por derrotas sucesivas en las urnas, y su empecinamiento en no reconocerse responsable de esas pérdidas de votos, estaba arrastrando al partido a un callejón sin salida. Para él la disyuntiva era entre seguir optando a la presidencia del gobierno o la nada, y eso es suficiente abismo de vidas como para jugársela hasta el final. En frente, una amalgama de dirigentes territoriales asustados ante la deriva del partido, que mantienen poder en sus territorios pero ven como el PSOE no logra levantar cabeza en medio país y, desde luego, en cada elección regional que se celebra. Unidos por el rencor contra Sánchez, carentes de un proyecto ganador de cara a unas próximas, o no, elecciones, sus movimientos se llevaban orquestando desde hace tiempo. Varios han sido los enfrentamientos entre unos y otros a lo largo de estos meses y, desde la derrota del PSOE en País Vasco y Galicia, la guerra quedó abierta en canal. Día tras día los empujones, insultos y malas formas crecían, a la vez que los estatutos del partido eran enarbolados por unos y por otros para arrojárselos al contrario en un ejercicio de destrucción mutua asegurada. En la reunión del sábado todo acabó por estallar, se vivieron momentos dramáticos para una organización más que centenaria, que por momentos se encontraba partida, escindida en dos bandos antagónicos. Horas de lucha sin cuartel, ridiculizadas en las redes sociales con miles de chistes y montajes ingeniosos, narrados por ciertos medios de comunicación con un estilo muy cercano al del “Sálvame” y otras basuras televisivas, y con una conclusión esperada, la renuncia de un líder que ya no lo era, la creación de una gestora que no tiene muy claro qué es lo que puede hacer con los restos del partido que se le caen entre las manos y la incertidumbre, a 28 días de la convocatoria automática de elecciones generales, de qué hará el PSOE en una hipotética nueva investidura de Rajoy.

Seguro que les suena la película “Cortina rasgada” de Alfred Hitchcock. En ella, encuadrada en la época de la guerra fría, Paul Newman y Julie Andrews acuden como espías a Berlín oriental para descubrir un secreto científico de un profesor que vive allí. Hay una escena, muy dura, en una casa de campo, en la que Newman trata de matar a un comisario político que el gobierno de la RDA le ha puesto para seguirle en todo momento. Finalmente lo logra, pero durante varios minutos la angustia es enorme, porque matar, sin pistolas, cuesta mucho más de lo que parece. Esos minutos parecen horas y el ambiente, sin música, se vuelve sofocante. De manera ampliada, eso es lo que se vivió el sábado en Ferraz.