viernes, mayo 29, 2015

¿Debería Reino Unido permanecer como miembro de la UE?

Obnubilados por el resultado electoral del pasado domingo, no estamos prestando atención a muchas otras cosas que pasan fuera de nuestro mundillo local. En la UE, sin ir más lejos, esta ha sido una semana muy intensa, llena de rumores griegos y realidades británicas. El que las dos palabras que más de moda están hoy en día en Europa sean Grexit y Brexit es un síntoma de que parece haber más gente dispuesta a irse que a quedarse en el club, y eso es, de por sí, una mala noticia. Confió en que ninguna de estas salidas se materialice, pero el riesgo cierto ya está ahí.

Coincidiendo con el inicio de la legislatura, con esa pomposa ceremonia regia en el parlamento de Wetsminster que parece sacada de un rodaje de época, Cameron ha iniciado una gira por capitales europeas para explicar su idea del referéndum y, de paso, usarlo como arma negociadora a la hora de obtener mejores condiciones para la permanencia de Reino Unido en la UE. La idea es simple: o me da más y me quedo o hago la consulta y a saber qué pasa. La pregunta a ser votada por parte de los británicos, que es con lo que hoy titulo el artículo, está formulada de manera que parece llamar más al sí que al no, pero la mera idea de plantearla es un riesgo muy serio. La hipotética salida de Londres del club de la UE sería perjudicial para ambos, un mal juego en el que todos perderíamos, y que ahora mismo consiste en una subasta para ver quién lo haría en mayor grado. Empresas que cambiarían de residencia fiscal, el fin del espacio Schengen y la ciudadanía comunitaria en el Reino Unido, problemas para una city global que actúa como polo financiero de gran parte de los bancos europeos (el Santander sin ir más lejos) etc etc. Y por encima de todo la idea de fragmentación, de ruptura, de hacer reversible un sueño que hasta ahora sólo caminaba en la dirección de la unión, bien es cierto que muchas veces a través de un sendero retorcido y lleno de fango. La consulta fue una de las propuestas con las que Cameron se presentó a las elecciones que, de manera brillante, ha ganado, por lo que es obvio que su mención no corresponde a un farol o ardid de juego de cartas, sino que busca zanjar de una vez por todas, si eso es posible, la ambigua relación que los británicos viven con los continentales. Hoy en día Reino Unido ya es un socio extraño de la UE, no sólo porque no participe en el euro, sino porque desde hace tiempo se desvinculó de la política agraria común, la PAC, recibiendo a cambio el famoso cheque británico, y en general participa de muchas de las políticas comunes de manera tangencial, cuando no directamente autista. El país posee dos almas, una que mira a Europa y otra al gigante norteamericano, que habla su lengua y es un mercado directo para sus empresas. Y en Londres sigue latiendo, cierto que cada vez menos, un corazón que recuerda su pasado imperial, de no hace demasiadas décadas, y que es fácil suponer aún sangra por la herida de la pérdida. Hace poco más de medio siglo Reino Unido seguía siendo una potencia colonial de primer orden, y eso ahora no es sino una excusa para fabricar recuerdos turísticos y reuniones de la Commonwealth en las que la reina de Inglaterra sigue siendo la soberana de todos ellos. El inglés, orgulloso vencedor de la II Guerra Mundial, ve poco a poco como en el continente surge de nuevo un poder, esta vez económico, y que una Alemania con una economía insuperable le gana en casi todos los aspectos. Y eso le crea enormes recelos, que el populismo nacionalista alienta para poder pescar en ellos. Y de ahí surgen tensiones que no dejan de entorpecer el camino de la Unión.

¿Se llevará a cabo finalmente la consulta? A día de hoy las probabilidades de que eso ocurra son altísimas, y en ese caso el resultado, incierto, determinaría el futuro de la UE, querámoslo o no. Curiosamente los nacionalistas escoceses, los otros vencedores de las recientes elecciones, son muy pro europeos, mientras que el núcleo anti UE se encuentra localizado en las huestes más recalcitrantes del propio Cameron. Si logra dominar a los suyos y obtiene un SÍ en la consulta todos habremos ganado, pero hasta que eso se produzca nos quedan meses, años hasta 2017, de nervios, intrigas y, también, sondeos. Hablaremos mucho de este asunto.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el Lunes festivo. Hasta el Martes 2, disfruten y sean felices.

jueves, mayo 28, 2015

Corrupción consentida, y aplaudida, en el fútbol

Somos muy hipócritas en el tema de la corrupción. Castigamos sin saña a quienes la practican si no son “de los nuestros” y nos mostramos comprensivos con los de nuestro bando cuando realizan actos igualmente reprobables. Por no hablar de la pequeña corruptela de cada día, en la que de una manera muy laxa, y siempre a favor de uno, nos saltamos las normas porque no nos ven, nos conviene, no nos pillan o porque nos da la gana. Esas pequeñas corruptelas son las que inflan el globo de la gran corrupción, y mal síntoma es que alguien se indigne cuando se usa ese argumento. Parece que en estos tiempos la gente es más inflexible con estos comportamientos, pero ya veremos que ocurre cuando vuelva el dinero y la fiesta.

Y luego, además, hay sectores en los que la corrupción anida sin tapujo alguno y nadie la denuncia ni a nadie escandaliza. El fútbol es el paradigma absoluto de esto. Pocos sectores económicos habrá que generen mayor cantidad de dinero y que estén sometidos a menos controles que el fútbol, y todo lo relacionado con él. Equipos, federaciones, directivos, entrenadores, jugadores… las cifras que se mueven en torno a cada uno de los miembros de este colectivo son disparatadas, fruto de un ansia social que les ha colocado en el pedestal más absoluto, desde el que les consiente hacer lo que les venga en gana si el equipo de los colores gana. Muchos han sido los casos destapados en torno al fútbol, el último el conocido ayer sobre la presunta corrupción que se investiga en torno a numerosos altos cargos de la FIFA, que al final se han quedado en nada, me da la impresión de que por ausencia de ganas de investigarlos, y no me atrevo a afirmar que por orden de no hacerlo para no acabar en el fondo del encofrado de las obras de un nuevo estadio. Resulta asombroso ver como las administraciones públicas carecen de recursos para todo, pero las obras en los estadios no cesan, financiadas generosamente con recursos públicos, y las subvenciones, directas o encubiertas, se mantienen para que el sector siga viviendo a cuenta del estado y los particulares. Los gobiernos saben, desde la época romana, lo importante que es tener a la gente entretenida con espectáculos que les impidan darse cuenta de lo que sucede realmente, y por ello es seguro que no se realizará inspección fiscal alguna por parte de la Hacienda, que no duda en meter a muchos en la cárcel, para controlar los contratos entre equipos, jugadores y representantes, donde es más que probable que se produzcan elusiones fiscales de gran calibre, o se revisen las operaciones urbanísticas que permiten recalificar terrenos municipales de enorme valor y donárselos por la cara al equipo “de los colores” a cambio de nada. Algunas asociaciones vecinales han paralizado un juego de este tipo en torno al Santiago Bernabéu, pero sin que ninguna instancia pública, que entre otras cosas para eso cobra, hubiera investigado el asunto. Si en los palcos de los estadios se cocinan acuerdos entre políticos y empresarios, cómo va alguna instancia municipal o nacional a investigar a los presidentes de los equipos, cuyos comportamientos públicos son, por lo general, lamentables, y cuyas finanzas privadas crecen como la espuma durante su etapa de gestión de los clubes? Y por no hablar de asuntos como el reparto de los derechos televisivos, la ausencia de controles antidopaje dignos de tal nombre (desde luego nada que ver con el ciclismo) y un montón de aspectos más que muestran, día a día, que el fútbol es un territorio en el que la ley no impera, y que el dinero, repartido entre muy pocos, y de manera opaca, es el auténtico balón que rueda por el terreno de juego.

Y ante estas evidencias, ¿cuál es la reacción de la sociedad? ¿Pita a los jugadores como a los políticos cuando van a los plenos? ¿Realiza escraches frente a sus mansiones como junto a la casa de banqueros? ¿Se moviliza en su contra y les da la espalda como hace con los gobernantes? No, nada de eso. No deja de aplaudir a los modernos gladiadores, se desgañita gritando sus nombres, se vuelve loca con sus victorias, y continua elevando el pedestal desde el que, esas figuras, y los que entorno a ellas viven, siguen existiendo fuera de todo control, riéndose sin parar de la claque que les ha elevado al altar desde el que contemplan y manejan la vida de todos a su antojo. Y que no deje de haber partidos nunca, nunca jamás.

miércoles, mayo 27, 2015

Esperanza Aguirre ante el espejo de Herrera

Esperanza Aguirre siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, y ha podido hacerlo mientras eso le suponía más votos que sus rivales y le otorgase el poder. Sus desplantes, chulería, populismo, malas formas, altanería, desprecio a los rivales y compañeros, todo se le perdonaba porque ganaba de manera absoluta. Nunca ha dado explicaciones de las tramas corruptas que se extendieron bajo su gobierno en la Comunidad de Madrid, y siempre se ha sentido por encima del bien y del mal. Como animal político, nunca defrauda, y para los periodistas, es una joya absoluta, y más ahora que está completamente fura de sí, tras haber fracasado en las elecciones municipales.

Sí, Esperanza ha fracasado. No ha sido la única, desde luego, pero lo ha hecho. En Madrid ciudad, sin ir más lejos, mayor aún es el fracaso del tertuliano Carmona. En el PP también han fracasado dirigentes regionales como Bauzá, Fabra, Monago, Cospedal o Rudí, y desde luego ha fracasado Rajoy. El lunes el presidente del gobierno, en su comparecencia, tardía, trató de escurrir el bulto y vender una realidad que ni el mismo se la cree. Y tuvo que ser ayer, en la entrevista de Carlos Alsina en Onda Cero a Juan Vicente Herrera cuando el líder regional del partido que mejores resultados ha sacado, precisamente ese, fuera el que abriera la caja de los truenos de las responsabilidades, el que pusiera un grito, liviano, como todas las expresiones castellanas, en forma de autocrítica. Apunto Herrera que a lo mejor no es presidente de la Junta de Castilla y León, lanzó toda una carga de profundidad contra la estrategia electoral seguida por el PP en el conjunto de la campaña, y refiriéndose a Rajoy, a preguntas de Alsina, le recomendó que se mirase al espejo para considerar si realmente es el candidato que debe presentarse a las generales. Tremendo. Y todo ello, recordemos, de quien prácticamente ha revalidado su mayoría absoluta, y que posee una oposición disgregada que no le puede arrebatar el puesto. A lo largo de la tarde, en un movimiento que desmentía el discurso complaciente del Lunes de Rajoy, fueron cayendo uno tras otro los barones regionales que, habiendo ganado las elecciones, saben que han perdido el gobierno, y anunciaban que en los próximos congresos regionales, algunos a celebrar en pocos meses, no optarán a ser candidatos, dejando la puerta abierta a otros. Rudi en Aragón, Bauzá en Baleares y Fabra en la Comunidad Valenciana ayer sí hicieron ejercicio de responsabilidad política. Sí asumieron, en carne propia, unos resultados decepcionantes, y esperados, que les han arrebatado la opción de llegar al gobierno regional. En muchos casos esas dimisiones son más crueles si cabe porque saben que su pérdida de poder se debe al desastre de gestión realizado desde la central de Génova en materias como la recuperación económica y la corrupción. Herrera no es culpable de la Gürtel, ni Bauzá de la Púnica, ni Rudi de Bárcenas, pero como quien debía haber segado las cabezas que hubieran impedido que esos escándalos crecieran no lo ha hecho, ellos han expiado las culpas en su nombre. Con sus errores propios, y cargando muchos de los ajenos, han soportado el voto de castigo. Su marcha les honra.

Pero Esperanza no. Ella es única. Ella, que nunca atajó la corrupción que campaba por doquier por su partido, que escurrió el bulto de la gestión de la crisis para no quemarse, que conspira contra los suyos y sus superiores cada vez que puede, y que ha sacado un mal resultado que le quita la opción de ser alcaldesa, no. Ella no. Compareció ayer para dar una rueda de prensa en la que ofrece la alcaldía al PSOE para que no gobierne Ahora Madrid, en lo que no es sino una forma absurda de inflar aún más la expectativa de voto del movimiento que encabeza Manuela Carmena. Esperanza debió comparecer ayer para, como hicieron otros, admitir su fracaso y anunciar su marcha, pero prefirió alargar una agonía sin sentido. Ella es así.

martes, mayo 26, 2015

Rajoy y la perseverancia

El estilo político de Rajoy ha sido criticado desde su más tierna infancia. Indolente, diletante, pasota, dejado… muchos y gruesos han sido los adjetivos descalificativos usados sobre su persona y formas, que la verdad son extrañas y provenientes de otra época. Como respuesta a sus críticos, Rajoy puede exhibir su currículum, en el que desfilan cargos hasta aburrir y una victoria que le llevó en 2011 a la presidencia del gobierno, cosa de la que sólo pueden presumir con orgullo seis personas desde que Suárez, el primero de ellos, lo consiguió. Por tanto, el método Rajoy, extravagante e incomprensible para muchos, le ha funcionado.

Pero eso no quiere decir que vaya a seguir haciéndolo en el futuro. Ejemplos tenemos de líderes que, sin salirse de nuestro país, comenzaron con una trayectoria política ascendente pero que, ante cambios de la realidad que les tocaba gestionar, se negaron a admitirla, se llenaron de soberbia, desconocimiento o tacticismo, y acabaron fracasando estrepitosamente. El caso del gobierno de ZP es paradigmático. Tras una primera legislatura en la que pudo y debió cambiar el rumbo de la política económica, ZP se dedicó a inflar aún más la burbuja que le permitía mantener un nivel de gasto insostenible, que era la fuente de sus votos, dada la sangría que le suponía sus muchas declaraciones y medidas puramente políticas. Cuando la burbuja estalló ZP se negó a verlo, nunca reconoció su error y siguió, como los dibujos animados, pataleando en el aire mientras el abismo se agrandaba bajo su figura, en la creencia de que ese foso no era real. Llegó un momento en el que sólo el se creía a salvo del desastre, y el desastre le consumió. Visto en retrospectiva, ¿pudo hacer algo para evitar su derrota? Muy probablemente no, y cuando llegó el rubicón de 2010 su única opción elegante (y coherente) era dimitir. Pero en 2008 y 2009 pudo hacer algo para enderezar la situación o, al menos, que no se desarbolara del todo. ¿Por qué no lo hizo? No lo se. Cientos de articulistas nacionales e internacionales repetían todos los días que íbamos a un desastre cierto, como así fue, pero desde el gobierno y sus fieles, que siempre los hay a la vera de cualquier poder, nada se cambió. Todo siguió igual y ZP y el PSOE fueron directos a los arrecifes que los destrozaron y hundieron. En la playa, Rajoy contemplaba el espectáculo, sabiéndose seguro ganador de la contienda, y mientras recogía los pertrechos dejados por la marea se sentía seguro y satisfecho. Hoy, pocos años después, en una coyuntura económica algo distinta a la de entonces (pero ojo, con las mismas debilidades esperando a aflorar) Rajoy vuelve a ser el capitán de un barco que, ciego ante la realidad, dirige su proa rumbo a otros arrecifes que, como todos, son más poderosos que la nave en la que se ha embarcado. Oye los cantos de sirena de los aduladores que siguen subidos a su chepa, algunos también lo estaban en la chapa de presidentes pasados, y confiando en su instinto, espera que el agua suba, la nave se eleve y el trompazo electoral de este Domingo sólo sea un susto sin consecuencias. Convencido de ello, sujeta firme el timón y no va a hacer cambio alguno.

Y como pasó con ZP en su momento, analistas, periodistas, opinadores, gente de la calle, barrenderos, todo el mundo sabe que es seguro que se va a estrellar, que guía la nave con la misma soberbia y ceguera de quienes antes le precedieron, y de que llegará un momento en el que será demasiado tarde para cambiar de rumbo (ya lo es, creo) y que las generales de noviembre, sea cual sea su resultado, le quitarán la mayoría absoluta y abrirán el camino a un gobierno, o muy débil del PP, o de coalición de fuerzas opositoras. Y en ese momento alguien lamentará a la vera, al lado mismo de Rajoy, los errores cometidos. Y conociendo al presidente, es probable que los admita y entonces se dé cuenta de la oportunidad que perdió. O no.

lunes, mayo 25, 2015

Amargas victorias, dulces derrotas

Fue Felipe González el que acuñó los conceptos con los que he titulado hoy, refiriéndose al hecho de que, en política, a veces los resultados no son lo que parecen. Se puede ganar en general pero perder en casi todo, y no ser el primero en casi ningún lado pero acceder al poder. En unas elecciones tan atomizadas como las municipales, esto es obvio. Ayer en votos acumulados ganó el PP, pero eso no quiere decir nada si no se puede transformar en alcaldías. En voto absoluto el PSOE y los movimientos de Podemos no ganaron, pero si son capaces de coaligarse alcanzarán una enorme cuota de poder, como no la han tenido en mucho tiempo.

Esa es la gran lección que se puede extraer de las elecciones de ayer, y que el PP se ha negado a ver en estas pasadas semanas. Ganar ya no es gobernar. Con cuatro partidos en liza en casi todos los consistorios y parlamentos autonómicos, es imposible conseguir mayorías absolutas y se abre un tiempo de pactos, acuerdos y negociaciones en las que el PP parte con todas las de perder. Su estrategia electoral se basaba en dos pilares. Por un lado el reconocimiento mediante el voto de la recuperación económica, que desde hace ya varios meses vive el país, y por otro el que el peso real de los movimientos de izquierdas que auguraban las encuestas sería mucho menor. Ambos factores no han funcionado como esperaban en Génova. Por un lado la recuperación, que existe, no es capaz de tapar aún las heridas de una crisis que ha hecho mucho daño y ha transformado, en gran parte, a la sociedad española. La falta de empatía del PP con los que más la están sufriendo ha sido clamorosa, y fíjense que digo empatía, no dinero ni recursos. Quizás con unos gestos, una forma de presentar las cosas mientras se hacían el PP hubiera podido salvar los muebles, pero no ha sido así. La otra premisa, la burbuja demoscópica de Podemos y Ciudadanos, tampoco ha sido tal burbuja. Los resultados alcanzados por Ada Colau en Barcelona y Manuela Carmena en Madrid son, partiendo de la nada, espectaculares, y otro tanto sucede con las alcaldías gallegas, arrasadas por una marea de descontento ciudadano. En muchas de estas localidades el PSOE, que se presenta como ganador de estas elecciones, resulta ser barrido del mapa hasta ser convertido, a mucha distancia, en tercera fuerza (el desastre de Carmona en Madrid capital es antológico) pero, y eso es cierto, el PSOE no se convierte en el PASOK, y va a poder alcanzar poder, lo que le dará un aire de vitalidad de cara al enfrentamiento en las generales. En el mapa autonómico la situación es parecida. Salvo Extremadura (el PSOE mantiene Asturias), donde Monago pierde pese a todo su populismo desatado, el PP gana en el resto de comunidades en liza pero perderá el gobierno de muchas de ellas, como puede ser el caso de Castilla la Mancha, Cantabria, Baleares o la Comunidad Valenciana. Los barones regionales pierden el cetro y se enfrentan a una legislatura en la que coaliciones a varias bandas, cuyo principal aglutinante es el descontento ante el PP, se harán con los gobiernos. Si en 2011 la ola de indignación contra el desastre de ZP aupó al PP a su mayor cuota de poder local de la historia, esa misma ola indignada le ha destronado hoy. El error de no ver por qué pasó aquello en 2011 es la causa del desastre de hoy.

Para el resto de formaciones el resultado es dispar. Ciudadanos, partiendo de la inexistencia, logra un fantástico resultado, que le obliga a enfrentarse con la realidad y enseñar sus cartas de cara a pactos futuros. IU y UPyD son los grandes perdedores, estando casi condenados a la desaparición. Y en el bando nacionalista el PNV sonríe tras conservar Bilbao y hacerse, tras muchísimos años, con San Sebastián, mientras que CiU camina de derrota en derrota tras la figura del desnortado Mas, y pierde su joya de Barcelona. Como bien dijo el periodista Rubén Amón, la jornada de reflexión de estas elecciones no era el sábado, sino hoy lunes. Y tanto ganadores como perdedores tienen mucho en qué pensar.

viernes, mayo 22, 2015

La batalla electoral de Madrid

Este Domingo son las elecciones municipales y autonómicas, miles de urnas repartidas por doquier que darán miles de resultados, de victorias, derrotas y sensaciones encontradas. Los que se dedican al Excel y powerpoint están calentando motores ante una de las noches visualmente más complejas que imaginarse puedan, y se escriben hoy, y mañana, cientos de discursos con versiones diferentes en función de lo que dicte el voto. Pocas veces unas elecciones tan importantes como estas han estado tan cargadas de significado, incertidumbre y nervios entre todos los oponentes. No está claro quién va a ganar ni, en ese caso, si podrá gobernar.

Antes era relativamente sencillo quién ganaba estos comicios. PP y PSOE se repartían la mayor parte del mapa y bastaba con echar un ojo a la distribución de colores. Los más de 8.000 ayuntamientos formaban un mosaico en el que, o bien el rojo o el azul, eran el dominante. Ahora ya no. La bajada de votos del PP, que viene de su mejor resultado local de la historia, y la aparición de fuerzas emergentes, léase Podemos y Ciudadanos, van a complicar mucho el mapa y llenarlo de color. Por eso lo que pase en Madrid, feudo histórico del PP, es fundamental para determinar si los populares ganan o pierden estos comicios. En esta región se escoge el gobierno de la Comunidad y, entre todos los demás, el Ayuntamiento de Madrid. Es casi seguro que en votos y concejales / escaños, el PP sea la fuerza ganadora, pero no está nada claro que pueda gobernar. En el Ayuntamiento Esperanza parte como favorita, siendo seguida por la candidatura de Manuela Carmena por Ahora Madrid, marca blanca de Podemos. Es carmena la que parece estar concentrando el voto “útil” de izquierdas que no quiere ve al PP en el Palacio de Cibeles, dejando al PSOE y a su candidato Carmona, un personaje, en una tercera posición. En el caso de la Comunidad, con Cifuentes a la cabeza, la situación de la izquierda es la inversa, con un PSOE encabezado por Ángel Gabilondo, extraño y agradable candidato, que lidera ese bloque frente a la formación de Podemos, cuya cabeza visible no recuerdo ahora y eso ya es indicativo de la fuerza que tiene su candidatura en este ámbito. Ciudadanos en ambos casos se sitúa como cuarta fuerza, todo según los sondeos, y podría tener un papel decisivo para conformar gobierno en ambas instituciones. Dado por sentado un acuerdo postelectoral entre PSOE y Podemos, liderado en cada caso por el que quede primero en su elección, si la suma de ambos supera a los escaños obtenidos por el PP, la abstención o apoyo de Ciudadanos sería clave. Y no está nada claro qué es lo que harían los chicos de Albert Rivera en ese caso, incluso es posible que jugasen a un doble juego, con posicionamiento distinto en cada institución, para fortalecer el mensaje de que no se casan con nadie. En todo caso estarían obligados a retratarse y tomar decisiones de verdad, cosa que siempre es costosa. Publica la prensa hoy que el PP ofrece un apoyo al PSOE en Andalucía para la investidura de Susana Díaz a cambio de que el PSOE permita que la lista más votada (en Madrid, esto no se dice) sea la que gobierne a partir del Domingo. No creo que se alcance este acuerdo, pero el hacer referencia a esta opción muestra el temor que existe en Génova a perder alguna de sus plazas, léase de nuevo Madrid, en caso de una unión PSOE Podemos.


¿Qué acabará pasando? No lo se, su voto lo decidirá, y digo el suyo dado que yo no voto en Madrid. Me da la sensación de que al menos una de las dos instituciones va a escaparse del control del PP, y de serlo veo más probable al Ayuntamiento, donde todo el mundo, incluido medio PP, le tienen muchas ganas a Esperanza, y vería su derrota, o mejor dicho, victoria sin gobierno, como una merecida lección. Pero serán los votos, concejales, e intereses de poder los que determinen alianzas, pactos y acuerdos. Lo cierto es que el Lunes volveremos a leernos con un panorama muy distinto al que tenemos hoy, y veremos de paso si las encuestas han atinado en sus pronósticos o no. Fin de semana de pesadilla el que espera a los demoscópicos.

jueves, mayo 21, 2015

Reclamando daños y perjuicios a la pitonisa

Un grupo de asaltantes trata de entrar a una casa. Lo hacen para recuperar un dinero, y esa acción y la posterior denuncia de la asaltada los lleva a un juicio en el que sale a la luz una historia de los más absurda y que demuestra hasta qué punto podemos ser irracionales, tontos y carentes de lógica. Para algunas cosas somos muy fríos pero para otras no hay manera. Por eso las encuestas electorales o la economía, dos de los ámbitos de estudio más dependientes del comportamiento humano, a veces producen pifias inmensas y fracasan por completo a la hora de predecir comportamientos. Simplemente no hay modelo que pueda contemplar una historia como esta.

El protagonista, expresidente del equipo de fútbol de Castellón (el fútbol es de lo peor, jejeje) estaba presuntamente enamorado, y no está claro si no era correspondido o si su pudor le impedía comunicar sus sentimientos a su amada. Lo cierto es que, atrapado en el dilema del corazón, el señor Laparra, que así se apellida el sujeto, decidió subirse por completo a la ídem. Se puso en contacto con una pitonisa para que le hiciera un conjuro de amor, que al parecer consiste en realizar ciertas acciones para así llamar la atención de la amada y que ella caiga prendada ante el caballero. Podría uno pensar que lo lógico es que él lo intentara por medios convencionales, pero no, recurrió al esoterismo. Lo que debía hacer el señor Laparra para invocar el corazón de su Dulcinea del Toboso era bañarse en agua en la que, durante 40 días, habían estado sumergidas unas flores, que quizás para entonces ya habían echado raíces, y después, recoger tierra de un cementerio y frotarse el cuerpo con ella. Si al menos el orden de las pruebas hubiera sido el inverso el enamorado podría haberse limpiado la tierra del camposanto con el agua putrefacta, pero no. Quizás el conjuro se basaba en lo de atraer generando repulsión, porque ambas cosas realizadas una detrás de otra no se cómo serán para la piel, pero desde luego dejan un olor corporal de lo más intenso, ya se imaginan. El estudio y receta de la pitonisa fue facturado, como corresponde a tamaña dedicación y solidez científica, al módico precio de 160.000 euros, que no consta si eran con o sin IVA, o si permitían desgravar en el IRPF, o si incluían descuento en tiendas de marca. No se sabe ni siquiera si las flores que debían arrojarse en la bañera estaban incluidas o no. Laparra pagó religiosamente (quizás no sea el término más adecuado en este contexto, pero se entiende) y llevó a cabo el ritual. Al parecer, no dio resultado. Quizás las flores no estuvieron 40 días exactos en remojo, o el agua tenía demasiada cal, o la tierra del camposanto provenía de una obra adyacente y no era realmente un lugar de reposo, o era muy arcillosa, o calcárea. Quién sabe. La cuestión es que, de manera completamente incomprensible, la solución de la pitonisa no dio resultado. Asombrado, y sin entender el porqué, Laparra se sintió estafado, y decidió que había pagado demasiado dinero por un servicio que, finalmente, no había sido exitoso. Y decidió recuperar su dinero. Quizás llamó a la pitonisa varias veces y se encontró una grabación en la que debía elegir mediante marcación el conjuro utilizado, y luego pulsar 1 si el conjuro había funcionado y 2 sino, y luego 1 si el conjuro le había generado alergia, 2 urticaria, 3 rozaduras, 4 persecuciones del vigilante del cementerio, etc. Y todo ello tarifado a 1,8 euros el minuto, esta vez seguro que con IVA. En todo caso Laparra, enamorado o no, sentía su corazón abandonado y su cartera vacía, y decidió poner remedio al segundo de sus problemas de una manera nada esotérica.

Llamó a unos amigos, uno de los cuales es una mujer llamada Carmen Felicidad (¿y si lo hubieras intentado con ella?, ¿probaste?) y asaltaron el domicilio de la pitonisa, sito a 60 kilómetros de Zaragoza. Y ahí es donde finalmente, escondida bajo una mesa y asustada, la mujer dotada de poderes paranormales llamó a la Guardia Civil para que fueran a rescatarla de unos vándalos que la amenazaban a ella, a sus propiedades y conocimientos. El juicio, que finalmente no se ha celebrado porque las partes han llegado a un acuerdo, impone penas menores de cárcel y multas para Laparra y sus amigos asaltantes, Carmen Felicidad incluida.

Y me queda una duda inmensa. ¿De quién estaba enamorado Laparra? ¿Qué pensará ella cuando lea semejante sarta de tonterías?

miércoles, mayo 20, 2015

El islamismo de DAESH se hace con Ramadi

Ayer mismo, mientras disfrutábamos de un refrescante descenso de las temperaturas, cuando las terrazas de finales de mayo seguían llenas en todas las ciudades, estando la cartelería electoral colgada en farolas y demás estandartes de la ciudad, mientras unos cuantas personas y yo disfrutábamos de un bello concierto de música renacentistas en el Museo del Prado, miles de personas huían con lo puesto, o ni siquiera con eso, de la ciudad iraquí de Ramadi, a unos cien kilómetros al oeste de Bagdad, mientras las banderas negras de DAESH se elevaban en azoteas y minaretes, anunciando la llegada de la pesadilla.

Somos tan volubles que si los islamistas no degüellan ante nuestros televisores o asesinan en nuestras calles los olvidamos como si no hubieran existido. Pero no, siguen ahí. De hecho la constancia que muestran, su absoluta perseverancia hasta el final, es una de sus mayores bazas. Ante ella, la estrategia occidental, caracterizada por la duda, el impulso potente seguido del repliegue, y la ausencia de ideas a medio y largo plazo, está condenada a fracasar, o al menos a no doblegar al enemigo. Resulta descorazonador que se vaya a cumplir un año de la fundación de ese infame califato islámico y que sólo hayamos sido capaces de movilizar unos aviones para que efectúen bombardeos tácticos que apenas logran frenar el avance de sus huestes. A lo largo de estos meses DAESH ha reculado en algunas zonas pero se mantiene muy firme en otras, y allí donde reina el terror se impone con fiereza inusitada. Son miles las personas asesinadas por sus creencias, o su falta de ellas, que lo mismo da. Los refugiados crecen, ya que a medida que la ola negra avanza la población huye despavorida para salvarse de esos asesinos, en una clara muestra de lo eficaz que resulta su estrategia de tierra quemada, por muy repugnante que nos pueda parecer. Ahora, nuevamente Bagdad aparece en el horizonte de estas tropas fanáticas, y se vuelve a mostrar la fragilidad del ejército iraquí, en el que tanto dinero invirtieron los norteamericanos, en lo que, sin duda, es una de sus inversiones más ruinosas de tofos los tiempos. Son los chiíes, aliados de Irán, enemigos acérrimos del poder establecido en Bagdad, los que combaten en primera línea contra las filas de la bandera negra, y ponen muertos, muchos muertos, que es la forma de impedir que los asesinos prosperen. Pero este combate corre el riesgo de eternizarse, porque ambas partes obtienen refuerzos de fanáticos llegados de todo el mundo y de ingresos que aportan los países que, de manera encubierta o descarada, los amparan. Es una guerra muy sucia, de constante desgaste, de frentes móviles, bastante urbana, carente de divisiones mecanizadas que se enfrentan en campo abierto, y si de incursiones, grupúsculos de unos cien combatientes que atacan aldeas y las arrasan, y tratan de consolidar territorio. Si no se produce una intervención decidida por parte de fuerzas occidentales el riesgo de que la situación se eternice es muy elevado. Ese mismo escenario es el que contemplamos cada día en la guerra de Siria, que ya va por su cuarto año, y es el más absoluto caos imaginable, con todos contra todos y sin que nadie sea capaz de vencer, en una versión repugnante y nada atractiva de Juego de Tronos.

Ahora Ramadi ya es territorio hostil a la vida y la inteligencia, pertenece a la edad media mental en la que viven los fanáticos de DAESH, y para sus moradores las alternativas son sólo tres. Muerte, sometimiento o huida. Irak vuelve a ser el ejemplo de hasta qué punto pueden ir las cosas mal y el desastre humanitario, expresión vacua que sirve para calmar nuestras conciencias, no deja de crecer. Y, por supuesto, no seremos capaces de ofrecer la sangre de ninguno de nuestros compatriotas para defender la civilización (cristiana, musulmana, con o sin el apellido que deseen) y como en los treinta, el nazismo, antes de cruz gamada, ahora de caracteres islamistas, seguirá expandiéndose. Ramadi es, también, nuestra derrota.

martes, mayo 19, 2015

Lo que cuesta un riñón, literalmente

La noticia es compleja, sórdida, y revela el submundo que está continuamente en ebullición aunque no seamos conscientes de ello. El jefe de un clan serbio dedicado al ropo de casas descubre que su hijo necesita un trasplante de riñón, y como no es capaz de encontrarlo en los armarios de las viviendas que desvalija, encuentra un inmigrante, al que ofrece 6.000 euros a cambio de ese órgano. El inmigrante acepta en principio, acuciado por la necesidad, pero luego se lo piensa dos veces, y entonces empiezan a chantajearlo y amenazarles para que se tumbe en la camilla y entregue, como si se tratase del mercader de Venecia, la carne estipulada.

Esta historia de malos malísimos y bueno pobrísimo pone sobre la mesa, otra vez, el orillado asunto del comercio de órganos para trasplantes, del que estamos libres en España, salvo situaciones como la descrita, pero que parece estar a la orden del día en otros lugares, y digo parece porque de esto sí que no hay información fiable. España es líder mundial de donaciones, con 36 donantes por millón de habitantes, según pude oír ayer por la radio, y aun así hay listas de espera de enfermos que ansían recibir los órganos que les permitan escapar de, sino una muerte próxima, sí de una vida esclavizada a una máquina. En todo el mundo las listas son amplias, y hasta que la tecnología permita recrear órganos personalizados, cosa que puede ser realidad en unas pocas décadas, la demanda es muy superior a la oferta, y esto hace que, desde una visión económica, el precio suba. El órgano donado se “cotiza” en un mercado de demanda muy inelástica y oferta ilegal. Hay voces que reclaman que, para acabar con este problema, se de libertad a las personas para entregar sus órganos, y que se pueda comerciar con ellos, de tal manera que el “precio” del riñón bajaría y no sería necesario que personas de países del tercer mundo sean amputadas para conseguir ese órgano. Sin embargo este debate es muy vidrioso, porque abre las puertas no sólo a la plena comercialización de la salud, aún más de lo que ya lo está, sino al hecho de que los que tengan suficiente dinero puedan comprar su bienestar saltándose las listas de espera y accediendo a un privilegio que les puede dar, literalmente, la vida. Para un sistema público de salud esto es impensable, porque es la lista de espera, el que primero llega, o la prioridad de urgencia, el que peor está, lo que determina a quién se le implanta el nuevo órgano que se disponga, y así es como debe seguir siendo. Pero, ¿y la sanidad privada? Hoy en día ya tenemos centros privados, en España y fuera, en los que pagar mucho dinero puede representar, en ocasiones, acceder a tratamientos no disponibles en la sanidad pública. Creo que para las cosas serías de verdad la sanidad pública, al menos en nuestro país, sigue estando a años luz de la privada, pero esa sensación de que se puede “comprar” la salud existe en la población. ¿Y cuál es el límite? ¿Hasta dónde podemos considerar presentable pagar y obtener a cambio un trato mejor? Si lo único que ofreciese la sanidad privada serían habitaciones individuales, grandes y muy cómodas, es probable que este debate no existiera. La mera sensación de que el importe de la cuenta corriente determina las posibilidades de supervivencia es algo que nos asusta y, en gran parte, repulsa, pero se produce cada día en muchos países que no poseen un sistema sanitario asistencial como el nuestro, léase el europeo. Sin irse muy lejos, es sabido que en EEUU la sanidad es mucho más un asunto de ingresos y costes que de prestaciones y medicinas.

Noticias como esta de la que hoy hablo nos ponen ante debates que resultan incómodos, que preferiríamos evitar, pero que tocan problemas que existen en nuestro día a día, más o menos presente. Prostitución, drogas, eutanasia, aborto, etc son cuestiones muy complejas, carentes de soluciones fáciles, inmediatas y sencillas (carentes por completo de ellas en casi todos los casos) que polarizan mucho nuestras discusiones y nos ponen al borde de nuestros ideales, prejuicios, valores y creencias. Y estos asuntos, y otros similares de igual complejidad, no dejan de ser cada vez más relevantes en una sociedad, la nuestra, cuya complejidad no deja de crecer. El caso de ayer era delictivo en todos sus aspectos, negro como él sólo, pero ¿cuántas zonas grises encontramos cada día?

lunes, mayo 18, 2015

Cuánto cuestan las cuestas (para OOM)

Les hablaba hace unas semanas de la carrera que corrió mi amiga EIA y del sufrimiento del corredor, maratoniano o no, y de lo imposible que es alcanzar esos logros sin pundonor, y unas cuentas reflexiones más dichas desde la distancia del cómodo observador. Este viernes festivo fui a dar una vuelta en bici con un compañero de trabajo, OOM. El término “dar una vuelta” es engañoso, porque se intuye cómodo, agradable y tranquilo, y lo cierto es que, si exceptuamos la belleza del entorno de la sierra madrileña, no se cumplió ninguno de los tópicos que antes mencionaba. Más bien fu un puro ejercicio de sufrimiento.

La idea era, llegando en coche a Miraflores de la Sierra, subir el alto de la Morcuera, de primera categoría, y bajarlo para alcanzar Rascafría, dar una vuelta por ahí y volver por la misma ruta de antes hasta el coche. Como el camino de retorno fue una odisea en la que no fui capaz de hacer en bici ni una tercera parte de la ascensión, les contaré mis sensaciones durante la primera subida, que sí logré coronar, aunque en un estado lamentable. Enfrentarse a un puerto de montaña en bici es ser consciente de que nunca, hasta que llegues al final, vas a tener descanso. Sufrirás más o menos, tendrás momentos duros y otros mucho más, pero no vas a poder descansar, dado que si dejas de dar pedales te caes. Es una prueba de esfuerzo continuada que te va minando poco a poco, mientras la cabeza aguanta el dolor y sabe que, por cada pedalada, el final está más cerca. Es esa ilusión en el final, que a veces se ve y otras no, la que te permite sacar fuerzas, conservar la esperanza y seguir en el esfuerzo. El viernes la subida se presentaba continuada, con rampas medias del 7% y 8% por kilómetro durante los cerca de ocho kilómetros de subida, que siguen una carretera algo estrecha de dos carriles, firme bueno aunque con tramos agrietados, y un paisaje de inmensa belleza, rodeado de bosques y de vistas asombrosas a medida que se va ganando altura sobre el llano. Empecé poco a poco, sabiendo que el reto de la ascensión iba a ser muy duro para mi, pero con la ilusión de que podría afrontarlo. No estoy en plena forma, ni mucho menos, pero sí esperaba llegar a la cima con solvencia. A mi lado OOM, que no había cogido la bici desde a saber cuándo, pero que no deja de hacer deporte, iba a mi ritmo con notable comodidad. Los kilómetros pasaban y la ascensión cada vez era más bella, pero mis piernas empezaban a reclamar la atención a una cabeza que no dejaba de contemplar el paisaje. Con una respiración acelerada y una sensación de dolor cada vez más intensa, metí un desarrollo más cómodo y traté de regular, viendo que la subida iba a ser mucho más dura de lo que esperaba. A mitad de ascensión, y tras lograr convencerlo, OOM me dejó atrás, dado que su rito suave de subida era más rápido del ya muy renqueante en el que yo me movía. Y es en esos momentos cuando uno empieza a darse cuenta de que ascender es sufrir, y poco más, que es aguantar, persistir, perseverar, bajar la cabeza, apretar los dientes, tratar de que el dolor que te sube desde la rodilla a la cadera y te inflama las piernas no te domine, de que el calentón que sientes en tus extremidades no inflame tu mente. En ese momento, haya miles de personas al lado tuyo o no, estás completamente sólo. Tú, la máquina y la cuesta, y todo depende de cuánto aguantes y de lo larga que sea la pendiente. Uno de los dos va a ganar.

Los tres últimos kilómetros de ascensión fueron eternos, inacabables, de minutos que parecen horas y metros que se estiran como kilómetros. Atisbando ya la meta, el collado en el que la carretera, caprichosa, cambia de pendiente y se tira hacia el otro lado, el viento frío e intenso salió a recibirme, para que no fuera solo el Sol quien me acompañase hasta lo alto. De frente, sin pausa, el viento gritaba como si quisiera que no alcanzase la meta, y yo, casi desfallecido, como un Ulises atado a, en este caso, un manillar, no alteraba el rumbo fijo en el cartel del puerto de montaña. Lo alcancé, desfondado, deshecho, dolorido, sin ninguna sensación de vitoria, sólo de daño, sin saber lo que me esperaba aún. Y ahí estaba OOM para ayudarme.

jueves, mayo 14, 2015

Ciudadanos, o cómo ganar en río revuelto

Hablaba ayer de Podemos, el fenómeno político de la temporada, pero sería injusto, e irreal, que no me refiriese a Ciudadanos, otra formación a la que las encuestas, de momento, le otorgan un papel decisivo el 24 de Mayo, y que desde hace unos meses ha superado a Podemos como la marca de moda en el patio político. Como si una burbuja sucediera a otra, el desinfle de las huestes de Iglesias ha sucedido en paralelo al auge de la formación de Rivera, y eso que tengo muchas dudas de que entre los votantes de ambos partidos haya un elevado trasvase de votos.

Ciudadanos, como Podemos, también es un partido personalista, lo cual es bueno para conseguir una relevancia pública en el panorama mediático, pero puede ser letal una vez que el partido crece y es mucho más que su líder o fundador. Rivera parece que ha ido estudiando uno a uno los errores que ha cometido Iglesias en su proceso de ascenso a los altares catódicos, y los ha ido enmendando. Donde el líder con coletas ponía indignación y demagogia, Rivera aportaba serenidad y formas amables, la arrogancia de Iglesias contrasta con la afabilidad de Rivera… casi son como dos polos opuestos, que en cierto modo reflejan dos visiones del problema que vive España. Podemos se nutre de los descontentos e indignados por la crisis que, hartos de sentirse engañados, quieren romper el tablero de juego de pura rabia, cargárselo todo, invalidarlo, refundar una nueva sociedad. Ciudadanos también se alimenta de esa ola de crítica, pero recoge el guante y trata de ofrecer una posible solución a los problemas. Para simplificar las cosas, y ya saben que eso es caer en el riesgo de la equivocación, Podemos implica protesta y Ciudadanos propuesta. Rivera, que lleva muchos años en política, pegándose y siendo zurrado por el inmenso poder del nacionalismo catalán, ha encontrado un filón en el aire tecnocrático y responsable de muchos de sus fichajes, con Luis Garicano a la cabeza, a cuyas charlas yo iba hace un par de años cuando no lo conocían demasiados y había huecos en el auditorio, y se ha lanzado al ruedo con unas propuesta en materias económicas, principalmente, pero no solo, que han logrado el gran éxito de liderar el debate en torno a ellas. Podemos no ha logrado articular un programa económico de tal nombre ni, sobre todo, situar sus propuestas en el centro del debate. Ciudadanos sí, tanto por los apoyos como por las críticas que recibe, y eso ya es un triunfo para una formación que, carente de representantes en las instituciones y de poder duro, vive de los medios y del ruido que en ellos pueda hacer. Dentro de esa simplificación, ¿representa Ciudadanos, como dicen muchos, a los indignados de derechas? Es evidente que recoge un voto de antiguos seguidores del PP que se sienten decepcionados por Rajoy y sus medidas, pero desde luego son votantes del PP que no han comulgado plenamente ni con la ideología del partido ni con sus líderes, son “peperos templados” por llamarlos de una manera, liberales de verdad (y no, Esperanza Aguirre NO es liberal) pero también recoge ciudadanos a descontentos del PSOE, y a muchos otros votantes moderados, de izquierdas y derechas, que no se sienten representados por las formaciones de toda la vida y que ven en la deslegitimación que plantea Podemos una especie de pataleta, quizás motivada, pero que no sirve para mucho más que para expresar un desahogo. Rivera ha sido en este sentido muy hábil para darse cuenta de que la crisis política ha sido tan profunda que ha permitido madurar un voto de descontento que ha ido más allá de la bronca. La indignación 1.0 ha dado paso poco a poco a la búsqueda de soluciones, en la fase 2.0

¿Cuáles son las expectativas reales de poder que tiene Ciudadanos? No las se, dado el volátil panorama electoral y demoscópico en el que vivimos. En poco más de una semana tendremos una primera estimación verdadera. Corre el riesgo de sufrir, como Podemos, un desinfle a medida que avance el tiempo y que la sobreexposición en los medios le empiece a pasar factura (ya está empezando a cometer errores tontos en este sentido) De momento, a falta de votos, buenos sean los datos y análisis, y este breve y visualmente bello artículo de Kiko Llaneras es una muy buena base para estudiar en torno a qué posición se sitúan las formaciones políticas en España, cómo son percibidas y cuál es el espacio electoral que se disputan.

Mañana es fiesta en Madrid ciudad, por lo que no habrá artículo hasta el Lunes 18. Aunque remite, ojo al calor!!

miércoles, mayo 13, 2015

Podemos y el carrito de Hotelling

En plena campaña electoral, en un año plenamente electoral, la marca Podemos y sus vaivenes en las encuestas es uno de los mayores misterios e intereses de los que han surgido en el panorama demoscópico en toda la breve historia de la democracia española. Aupada por el mesianismo de su líder, la indignación popular, y unas televisiones que vieron en ella un filón de audiencia, Podemos ha experimentado el mayor repunte jamás visto en las encuestas y, en los últimos sondeos, un descenso brusco igualmente impactante. ¿Es Podemos una burbuja? No lo creo, pero sí es verdad que muchas cosas influyen para que deje de ser la fuerza “fresca” que era hace unos pocos meses.

Más allá de errores propios cometidos por la formación, entre los que destacan el carácter chulesco y borde de su mesiánico líder, encantado de haberse conocido, la polémica por las corruptelas de Monedero (quien presume de limpio se ensucia doblemente cuando se mancha) y el apoyo a una Syriza que en Grecia va camino del desastre, Podemos se ha encontrado con la cruda realidad que afecta a todos los partidos que quieren gobernar. Y no lo olvidemos, el único objetivo por el que se forma un partido político es para acceder al poder, el resto son cuentos chinos. Ese dilema al que hace frente Podemos tiene un nombre en la teoría económica y se llama “Ley de Hotelling”. La idea es sencilla, a ver si puedo explicarla con claridad. Tenemos una playa en la que dos carritos de helado compiten por maximizar sus ventas. La pregunta es, ¿dónde se tienen que colocar para ello? Sin pensar mucho uno podría decir que, dividiendo la playa en tres tercios, cada uno se coloca en los puntos divisorios de los tercios, haciéndose así con los clientes de cada extremo y compartiendo los que se encuentran en la mitad. Sin embargo, uno de los carritos ve que si se aproxima un paso hacia el centro de la playa su extremo sigue siendo suyo, pero le ha quitado un trozo al carrito que se ha quedado quieto. Este segundo, al verlo, se da cuenta de lo que ha perdido y trata de recuperarlo con un movimiento simétrico, que también le acerca un paso hacia el centro. Siguiendo con este razonamiento los carritos cada vez se acercan más hasta que llegan a juntarse en el medio de la playa. ¿Cuál es el resultado final? Cada carrito tiene media playa para él, como al principio, pero para los bañistas la distancia a caminar es la mayor posible, y están pero que en la solución inicial. La competencia de los carritos ha generado un equilibrio estable que es más ineficiente que el primero, que estaba lleno de tentaciones para ser roto. Este ejemplo, adaptado a la política, hace que en un sistema bipartidista los partidos tiendan a aproximar sus propuestas hacia el denominado “centro” desdibujando sus perfiles, porque saben que si quieren ganar elecciones no pueden posicionarse demasiado lejos de ese punto, porque cualquier otro que les rebase hacia la mitad les puede quitar votos. Podemos sigue siendo un partido ideológico de base y sentimiento de izquierda extrema, pero sabe que si mantiene ese discurso nunca ganará, por lo que ha empezado a desdibujarlo para, en su lenguaje, “hacerse transversal” lo que quiere decir que desea pillar la mayor cantidad de votos de todas partes donde sea posible. Y eso, que para una formación clásica supone problemas de coherencia, para un movimiento surgido de una indignación extrema puede resultar devastador. Y de ahí puede venir, junto con las razones señaladas al principio, la pérdida de votos que señalan las encuestas a Iglesias y los suyos.

La única vía para escapar de esta trampa perversa, que es la que ha podido utilizar Syriza, es que la convulsión social haga que ese magma indignado sea lo suficientemente numeroso en votantes como para que no haga falta irse al centro para ganar. Por ello una situación social más estable, como la actual, respecto a la que se vivía hace un par de años, es potencialmente letal para Podemos, y le obliga a escoger. O se desdibuja y se convierte en un PSOE bis y fagocita al original o se mantiene fiel a sus inicios de estilo 15M y nunca ganará unas elecciones (y como dice la frase jocosa, Pablo Iglesias lo sabe). Ese es el dilema al que se enfrente el partido, y dentro de dos semanas sabrán ellos, y nosotros, cuál es su techo potencial

martes, mayo 12, 2015

El presidente de Airbus se sube al avión

Ayer Fernando Alonso habló ante las cámaras, y no llevaba un mono de colores ni un coche fastidiado. No, así se llama también el presidente de Airbus España, que en relación al accidente sevillano del Sábado anunció que esperan, hoy mismo, en Toulouse, probar otra vez el mismo modelo de avión y que en esta ocasión él también participará en el vuelo, como responsable de la empresa y como creyente y defensor del trabajo que todos han hecho a la hora de diseñar y construir el avión. Al ver la noticia en la tele me apreció apreciar un gesto de sorpresa por parte de una de las periodistas que realizaba las preguntas.

El gesto de Alonso lo ennoblece, y más en un tiempo en el que, desde la política, pero no sólo, se ha tratado de esquivar toda responsabilidad alguna, y que ante desastres o catástrofes los directivos de las empresas o responsables de la gestión pública arguyen continuamente excusas baratas de mal pagador para no hacerse responsable de lo sucedido, pese a que cobraran, de manera excelente, hasta un minuto antes del estrellato. La postura de Alonso es el equivalente al dicho ese que se practicaba en la marinería de que el capitán es el último en abandonar el barco ante su hundimiento, y que en el caso del Costa Concordia vimos hasta qué punto ha quedado obsoleto. Por lo que parece, en el mundo de la ingeniería estos casos son más comunes, o por lo menos hay más pruebas documentadas. Por poner un ejemplo muy local, cuentan las crónicas que el diseñador del soberbio arco del coro de la iglesia de Elorrio se quedó debajo del mismo mientras se retiraba el andamiaje que lo sostenía, para demostrar a todos los que aseguraban que se iba a desplomar que la construcción era sólida y, hasta hoy mismo, eterna. Se cuenta también que Santiago Calatrava, el inefable, al que tanto he defendido y admirado en tiempos pasados y tantos dolores me hace pasar hoy, se quedó en medio del puente del Alamillo de Sevilla (el que tiene ese pilono inclinado que, mediante tirantes, como si fuera un arpa, sostiene el tablero) cuando se produjeron las pruebas de carga del mismo, y que había una apuesta entre él y Borrell sobre si el puente aguantaría. Hoy en día el puente sigue en pie, y me parece, siempre lo digo, uno de los más bonitos del mundo. ¿Qué significan estos ejemplos? Principalmente dos cosas. Una es la de la creencia en lo que uno ha creado, diseñado o construido, en compañía de todos los demás. Los ingenieros, arquitectos y todo el mundo que ha trabajado en esa obra lo ha hecho lo mejor posible para que saliera adelante, y ese esfuerzo exige no sólo un reconocimiento, sino también es un motivo de orgullo sano para quienes lo han hecho. Aplaudimos a los que corren carreras, juegan partidos y enfrentan retos deportivos. Con mayor motivo debiéramos hacerlo a los que, cada jornada, acuden a sus puestos de trabajo y ejercitan su función con dedicación, interés y entrega, y eso es algo por lo que, quien lo realiza y de ello se beneficia, la sociedad debe estar orgullosa y reconocerlo. La profesionalidad, eso que no abunda tanto, y que a veces por ello tanto sorprende, es más habitual de lo que pudiéramos pensar, porque si no el mundo no funcionaría, acabaría colapsando. Con esa manera de hacer las cosas, la correcta, es como mejor se pone en evidencia a los estafadores, a los que no trabajan, a los que se aprovechan de otros, a los que se cuelgan medallas ajenas, a los que le echan cuento y no rinden. El buen ejemplo deja en evidencia al malo, y aunque los jefes muchas veces no lo reconozcan, así es.


La otra gran lección de esos gestos es la de la asunción de la responsabilidad. Si el arco de la iglesia o el puente se caen, bajo sus restos quedará la vida de quien los diseñó, que confiaba tanto en ellos como para arriesgarla. A veces las cosas salen mal, somos humanos, erramos, mucho, y la única manera de no equivocarse nunca es no hacer nada. Y errar es natural, y asumirlo también. El señor que se sube a un avión cuestionado o se coloca bajo un arco dudoso asume el riesgo y se comporta de manera honesta para los suyos y los demás. En el mejor sentido del concepto acuñado por Javier Gomá, es ejemplar, y muestra el camino a seguir. Buen vuelo, Fernando Alonso!!!!

lunes, mayo 11, 2015

Mal año para Airbus

2015 será un ejercicio que Airbus no olvidará nunca. De momento son ya dos los aparatos perdidos al estrellarse, en ambos casos con víctimas mortales. El primero fue el no accidente de los Alpes de hace poco más de un mes. Un modelo mediano, A320 creo que era, y cerca de 150 fallecidos por obra y (des)gracia de Andreas Lubitz. Este fin de semana, en Sevilla, el estrellato del A400M de transporte militar que hacía un vuelo de pruebas se ha saldado con cuatro muertos, dos heridos graves y una ciudad conmocionada. Y obviamente una empresa que ve como otro nubarrón aparece en sus cielos, metáfora quizás no muy afortunada, pero si elocuente.

En los accidentes aéreos corremos mucho, demasiado, a la hora de buscar culpables, y debemos ser lo más cautos posibles. Ante esos dramas lo que se impone es la serenidad. Y el caso de los Alpes es paradigmático. A las pocas horas de estrellarse el vuelo todos los tertulianos de los medios eran expertos en aeronáutica y pontificaban a los cuatro vientos que el avión era viejo, que había pasado las revisiones, sí, pero que con esa edad el fallo mecánico era seguro. La culpa empezaba a recaer en Airbus cuando aún no se habían localizado si quiera los restos. Personal técnico de la empresa procedente de todas las plantas, de los distintos países en los que opera, corrieron raudos a la zona del accidente para ver qué había sucedido, mientras ellos y sus familiares podían oír en los medios a unos señores que no sabían de lo que hablaban señalándoles con el dedo acusador de la tragedia. Miles de ingenieros, diseñadores, trabajadores de montaje, informáticos… todas las profesiones que imaginarse uno pueda centradas en la construcción de lo que probablemente sean las máquinas más complejas y seguras que existen hoy en día, y todos ellos se vieron acusados de las cerca de 150 muertes sin que se tuviera aún una sola imagen del lugar del impacto. Al cabo de pocos días se supo la verdad, mucho más cruel de lo que nadie hubiese podido imaginar. Y Airbus salió de la escena. No era un accidente. ¿Alguien pidió perdón a la empresa? ¿Alguno de esos improvisados ingenieros aeronáuticos de postín se retractó? No, se reciclaron a psicólogos de guardia para analizar la mente de Lubitz, pero de las acusaciones que, hasta hacía unas horas, no dejaban de pregonar sobre la seguridad del modelo, su mantenimiento y longevidad, nada de nada. Ningún gesto de apoyo al fabricante, y a seguir pontificando. Y los técnicos que se vieron acusados volvieron a casa, y sus familias y ellos mismos, que habían visto comprometida su integridad profesional y, hasta cierto punto, su capacidad de trabajo, vieron como nadie les resarcía de lo dicho. Las acusaciones lanzadas no fueron refrendadas por la realidad, pero las debidas disculpas no se emitieron. Esto sucede en muchas ocasiones, casi nos hemos acostumbrado a ello, pero no deja de ser lamentable, y más cuando existen vidas perdidas y familias rotas como es en estos accidentes.

Por eso, ante todo, precaución y reserva. Veremos a ver cuántos opinadores han hecho este domingo el cursillo intensivo de aeronáutica militar para lucirse hoy ante la cámara, pero no se crean sus palabras. Hagan caso a los técnicos, que desde muy poco después del impacto trabajan sobre el terreno para saber qué ha pasado. Si ha sido un fallo mecánico, humano, de otro tipo, o una combinación de ambos. La complejidad del mundo aéreo no casa bien con las prisas histéricas que nos llevan en el día a día a buscar soluciones rápidas y sencillas a todo lo que vemos y que, por lo general, nos llevan a estrellarnos.

viernes, mayo 08, 2015

Cameron gana y rompe a las encuestas

Reino Unido es un país muy peculiar. Siguen orgullosos de ser una isla, conducen por la izquierda y echan vinagre y otras salsas raras a cosas que denominan comida. Electoralmente también son muy suyos. Votan en jueves, en donde mejor les parezca (pubs, colegios, gimnasios, etc) carecen de datos de participación y, diez horas después del cierre de los “colegios” aún no sabemos el resultado escrutado en un porcentaje significativo. Si eso pasase aquí nos llamaríamos de todo menos bonito. Si pasa allí, es su peculiaridad. Así habrá que tomárselo.

A tenor de la encuesta a pie de urna realizada por la prestigiosa BBC, Cameron ha hecho saltar la banca electoral y se ha llevado un premio gordo que ninguna encuesta anterior fue capaz de pronosticar. Sobre 650 escaños a repartir, los conservadores parecen haber superado claramente la barreara de los 300, situándose según el sondeo en 316, apenas a 10 guarismos de la mayoría absoluta. Ese es el resultado que parecen haber alcanzado los liberales demócratas de Nick Clegg, actuales socios de Cameron, que ha sufrido el ya conocido síndrome de la fagocitación que padece el pequeño que se asocia con el grande. Curiosamente, y pese al mal resultado, la posibilidad de reeditar el pacto con Cameron sería una oportunidad para que el partido, camino de un valor cada vez más menguado, mantenga una cierta cota de poder. Los laboristas, a los que los sondeos previos daban como casi empatados con los conservadores, se han estrellado, quedando muy por detrás de las huestes de Cameron. Es un muy mal resultado para ellos, que tendrán que analizar con detalle. ¿Las causas? Es difícil decirlo tan apresuradamente. Quizás el mensaje de fortaleza económica de los conservadores ha ganado entre el electorado común. También se ha dicho en bastantes ocasiones que el candidato laborista, Ed Miliband, era un personaje extraño, friky para algunos, y que no despertaba una simpatía inmensa ni entre su electorado propio ni, desde luego, el opuesto. Pero lo que sí es seguro es que el desastre laborista tiene una vinculación muy directa con la otra gran sorpresa de la noche, la arrasadora victoria del nacionalismo escoces. Los nacionalistas se han hecho con 58 de los 59 escaños que aporta Escocia, sí, sí, 58 de 59. Parece una victoria de esas que se denominan a la “búlgara” cuando en la época del telón de acero se amañaban las elecciones en los países del este de Europa. Este resultado, uno de los más interesantes, preocupantes y necesitados de análisis de los producidos esta noche, se ha dado en Escocia, terreno laborista por excelencia, y claro, todo lo que se ha llevado el nacionalismo se lo ha quitado al laborismo, lo que acentúa la derrota del segundo. Es como si, por poner un símil que no es exacto, en Cataluña los votantes del PSC desaparecieran para irse a CiU o ERC (bueno, sí es cierto que los votantes del PSC han desaparecido, pero no se han ido sólo al nacionalismo). Esta emergencia nacionalista vuelve a poner sobre la mesa el tema de Escocia, que parecía haberse cerrado tras el referéndum del otoño pasado, pero que resurge. La victoria de Cameron también hace que otro referéndum, el de la permanencia del reino Unido en la UE, empiece a asomar en el horizonte, dado que era una de sus promesas.

¿Es equiparable lo que ha sucedido en el Reino Unido a lo que pueda pasar en España? Pues ya saben, depende. Hay que tener en cuenta que el sistema electoral británico, mayoritario puro, hace que se “pierdan” muchos votos, porque el que gana su circunscripción, aunque sea por un solo voto, se la lleva, y el resto no consiguen nada. Por eso porcentajes de voto significativos, como los alcanzados por los demagogos de UKIP, más del 10%, se traducen en apenas 2 escaños, que es lo que se está barajando ahora. Y eso hace que la traslación al sistema español, proporcional con circunscripciones de múltiples escaños, sea casi imposible. Lo único seguro es que los encuestadores deben estar tirándose de los pelos tras su fracaso. Otra vez será.

jueves, mayo 07, 2015

Debate “politikon” de los buenos

“¿Cuál es la mejor respuesta que puede dar siempre un economista? Depende” Esta enseñanza nos la repetía sin cesar Ignacio Zubiri, mi profesor de Hacienda de cuarto, que nos hizo sudar muchísimo durante todo el año, pero que nos enseñó bastante. Y esa sentencia es de lo que más caló en mi interior. Como suelo decir muchas veces, las ciencias sociales son ciencias con “c” minúscula, frente a las otras. Se puede modelizar en ellas, y establecer supuestos e hipótesis, pero la comprobaciones, en muchas ocasiones, imposible, y las excepciones, continuas.

En este marco de duda permanente, que lo que te provoca son ganas de saber aún más, ayer estuve en un acto de esos que sacian el afán de curiosidad y le reconcilian a uno con el mundo intelectual. Hace un año el colectivo Politikon, un grupo de politólogos y, sobre todo, inquietos, que rigen uno de los blogs colaborativos más interesantes sobre el tema de la política y sociedad de los que se escribe en castellano, publicaron un libro, llamado “La urna rota” que, en medio de la efervescencia política que se vivía por aquel entonces, trataba de aportar algo de claridad, dejando sobre la mesa una serie de preguntas que las formaciones políticas, las existentes o futuras (que acabaron llegando) debían contestar. Y en todo caso a sabiendas de que la contestación sería parcial e incompleta, porque la política es un juego que busca la conciliación de intereses opuestos, y los acuerdos que ahí se alcancen siempre serán, por definición, insatisfactorios para casi todos, cuando no unánimemente reprobados. El libro, que leí con avidez, está escrito de manera clara, sencilla, muy rigurosa y, sobre todo, honesta. No es un recetario de soluciones, ni una especie de guía d autoayuda política, sino más bien la exposición de unos problemas muy serios y reales, y un muestrario de alternativas para abordarlos que, en cada caso, implican sacrificios, renuncias y elecciones. Es lo que tiene decidir. Sin escorarse ideológicamente, el libro suponía un soplo de aire fresco en un país en el que el sesgo de los medios cada vez es más acusado, el encono político en las discusiones siempre virulento, y la tendencia a la descalificación del adversario ante cualquier discrepancia, total. España ha sido un país demasiado habituado a las trincheras, y a veces han pasado de ser una cruel metáfora a una dramática realidad. Lo vemos todos los días en la radio, en los debates espectáculos de la televisión, que triunfan en audiencia a medida que caen en el caricaturismo. Politikon (y otros foros de estilo similar como Nada es Gratis, Hay derecho, Sintetia, etec) y su libro huyen de eso, garantizándose así que no lograrán una audiencia de masas, pero tratando en todo momento al lector de sus trabajos como un ciudadano educado, hablándole con el respeto debido y sin pretender engañarle con recetas mágicas, soluciones instantáneas, eslóganes de partido y argumentarios de tasca. No, sus trabajos son serios, porque pretenden hacer algo tan importante y difícil, en este ámbito de la política, como despejar alguna duda, o al menos hacerla un poco más pequeña. Ese, aparentemente simple, pero tan difícil, es su reto.

En el acto de ayer, celebrado en Tipos Infames, una librería cafetería de la zona céntrica que debieran visitar obligatoriamente, respondió plenamente a ese espíritu. Local pequeño pero abarrotado de gente joven y con ganas de saber. Ponentes del blog que hablaban de lo que conocían, que no pontificaban, que expresaban sus escasas certezas y muchas dudas, que trataban de argumentar sus opiniones con datos y razones, no con convicciones, y, en general, un ambiente sano de ganas de saber, de inquietud por el futuro del país, de deseo de mejorarlo, pero sobre todo, de hacerlo desde el conocimiento, la honestidad y la realidad, para tratar de que una sociedad como la nuestra, con imperfecciones como todas, avance. Un lujo.

miércoles, mayo 06, 2015

Mudanza en la oficina

El espacio que nos rodea determina, en muchas ocasiones, cómo vivimos. Hacemos lo que hacemos en los huecos en los que nos movemos, y muchas veces ellos nos condicionan. La luz de las ventanas, el espacio entre sillas y mesas, el que puedas estirar los pies, o el que estés apretujado en una estancia llena de papeles y enseres. Estás cuestione, que hacen que IKEA se forre día a día, son tan importantes que muchas veces sólo nos damos cuenta de ellas cuando cambian de manera brusca o inesperada. Como en el día de hoy.

Y es que hoy hemos tenido en el trabajo la primera de las dos mudanzas que nos esperan este año. Con motivo de las obras de remodelación del edificio en el que trabajamos, y hasta que la planta de destino que va a ser nuestra definitiva, la 21, esté concluida, nos han bajado provisionalmente a la planta 8, en una de las que la obra ya ha terminado. La reforma ha consistido básicamente en pasar del siglo XIX al XXI. En origen nuestras oficinas han sido hasta hoy despachos de uno, dos o cuatro personas, completamente tabicados en madera desde el suelo hasta el techo, y un largo pasillo pegado al hueco de ascensores, en un estilo muy similar al de los departamentos universitarios de toda la vida. La luz era abundante, pero sólo porque desde la altura a la que nos encontrábamos, planta 19, entraba sol a raudales por las enormes ventanas del edificio. La movilidad entre los despachos era nula si exceptuamos las idas y venidas por el pasillo. A cambio, la privacidad de cada uno era mucho mayor, inmensa si pensamos en los que disponían de despacho individual, escasa entre los que, como yo, estábamos en uno compartido, el más poblado de toda la planta, por cierto. La imagen visual era casposa, con el color a madera ajada por todas partes y una sensación de agobio gracias a los archivadores y armarios que se encontraban dispersos por todas partes. La obra, más allá de la renovación de ventanas, techos, suelos y servicios, ha consistido en hacer las plantas más diáfanas, con despachos acristalados para los jefes y pradera de puestos de cuatro enfrentados dos a dos para el resto, con algunos armarios que ejercen de separatas y definen espacios, pero con una sensación de amplitud mucho mayor que hasta ahora. El tono de la oficina ha pasado del marrón antiguo a un blanco inmaculado, que es el que domina en todos los elementos de uso, que supongo irá “coloreándose” a medida que pase el tiempo, pero que da una sensación muy distinta. El hecho mismo de levantar la cabeza ahora mismo de mi monitor y ver una amplitud de espacio sin paredes da ya una sensación muy distinta. Más allá de las impresiones, habrá que ver cómo se amoldan los compañeros a un entorno muy distinto al que han estado habituados durante muchos muchos años. De momento lo que más se oyen son críticas y quejas, pero es probable que con el tiempo se vayan apaciguando y, con el uso, se haga del espacio, ahora casi virgen, un entorno de trabajo al que todo el mundo se acostumbre y, personalizándolo, haga también suyo.

Una discusión que hemos tenido estos días al respecto de la obra es si las praderas, estos espacios de oficina abierta tan en boga, son más productivos o no que los despachos, y hay opiniones para todos los gustos. El hecho de que estén ya implantados en casi todas las oficinas del mundo indicará, supongo, que lo son, porque están pensados para ello, y el diseño de una oficina, además de acoger a los trabajadores, persigue por encima de todo la eficiencia y la mayor productividad posible. Habrá que ver cómo lo llevamos y, sobre todo, qué sucede con los hasta ahora típicos gritos que se oían mucho, y deberán bajar de volumen. Experimentemos.

martes, mayo 05, 2015

Hermida se ha muerto en una noche de Luna llena

Amstrong posa su pie en la Luna en el verano de 1969, el 20 de Julio. Quedaban unos tres años para que yo naciese, y las misiones Apolo se acabaron en ese mismo año en el que vine al mundo, 1972. Así, la llegada del hombre a la Luna no es para mi un recuerdo, sino un hecho de la historia. Cientos, miles de veces he visto esa grabación, con la voz de Jesús Hermida de fondo, emocionada y tensa, pero con una satisfacción que, sospecho, embargaba a todos los que estaban viviendo ese momento desde cualquier parte del mundo. Antonio Muñoz Molina lo cuenta en “El viento de la Luna” con los ojos de un niño pobre e imaginativo.

Ayer, a los 77 años, de manera sorpresiva, sin que tuviese ninguna noticia sobre su posible mal estado de salud, en una noche cubierta que impedía ver la Luna llena, murió Jesús Hermida. Periodista televisivo, pocos alcanzaron su fama y se vieron tan imitados, tanto en lo que hacía como en cómo lo hacía. Fue el primer corresponsal de TVE en EEUU, a finales de los sesenta, y proveniente de un país gris y cerrado debió quedar deslumbrado por la potencia infinita de un imperio que, entonces, era aún más prodigioso que ahora, y de una televisión, la norteamericana, que siempre ha estado por delante. Tuvo la suerte de vivir grandes acontecimientos, como el citado de la Luna, o el Watergate, pero sobre todo, y además de ser un gran profesional, aprendió mucho. Vio que otra televisión era posible, que se podían hacer cosas que en España ni siquiera se habían imaginado, y que funcionaban. Con el bagaje de sus años de corresponsal y la mente llena de ideas, vuelve a España, y cuando ya la democracia está asentada, y se pueden experimentar cosas, Hermida, el fijo en todas las imitaciones de humoristas y cuñados que se hacen los graciosos, revoluciona la tele. Crea el formato del magazine, tanto de tarde como de mañana. Inventa ese contenedor de microespacios en el que entrevistas, tertulias, secciones prácticas y otras muchas cosas más se suceden de manera ininterrumpida, conducidas en todo momento por un maestro de ceremonias, él, que ayudado por un grupo de colaboradores, les otorga una presencia y espacio que hará que, en muchos casos, sus carreras vuelen de verdad, no como la intelectualidad de Monedero. Ahora parece obvio, impensable que no exista algo así, pero, por ejemplo, durante muchos años la emisión televisiva empezaba a las 12 o 2 de la tarde, no estoy seguro. Por la mañana había carta de ajuste o, a veces, repeticiones para llevar un hueco. Hermida inventa la mañana televisiva, la crea desde la nada, y todo lo que ustedes ven ahora es fruto de su trabajo e inventiva. Siempre inquieto, con la llegada de las privadas ve un nuevo nicho de oportunidad, y sin abandonar nunca TVE, se pasa a Antena3, donde dirige programas y entra en el consejo de administración de la cadena. Tanto desde el lado periodístico como el ejecutivo, todo el mundo habla con asombro de Hermida, de su capacidad de trabajo, de su inventiva, de su nunca rendirse ni temer los retos que le pudieran surgir. A medida que la edad le lleva a situarse fuera de la pantalla, que en España adora antes la juventud que la profesionalidad, son los talentos que él ha descubierto los que, diseminados por muchas cadenas, llevan su estilo y lo representan. Hermida deja de salir en escena, se vuelve interior, ejecutivo, empieza a ser un mito, y son más sus imitaciones que sus presencias. Su última aparición fue en la entrevista que le hizo al Rey Juan Carlos hace un par de años, por el 75 cumpleaños. Le llovieron las críticas por su condescendencia. Como señaló ayer por la noche en la radio un casi lloroso Ignacio Camacho, muy pocos entendieron aquella entrevista.

Miles de veces he visto a Hermida en televisión, y me ha gustado de manera intermitente. A veces parecía que el personaje se comía al periodista, pero su dominio de la escena era total. En 2009, con motivo del 50 aniversario de la llegada a la Luna, TVE organizó un especial el 20 de Julio, presentado por él, en el que se rodeó de figuras clásicas de la casa, que contaban su recuerdo de aquel momento, y de jóvenes periodistas del “ente” que empezaban como becarios o ayudantes en prácticas. Aquel fue quizás el homenaje encubierto que TVE debía a uno de sus grandes, aunque el programa no se diseñase para ello. Fue muy emotivo. Debieran reponerlo, ahora que Hermida ya, desde la Luna, puede verlo como siempre soñó.