miércoles, mayo 27, 2015

Esperanza Aguirre ante el espejo de Herrera

Esperanza Aguirre siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, y ha podido hacerlo mientras eso le suponía más votos que sus rivales y le otorgase el poder. Sus desplantes, chulería, populismo, malas formas, altanería, desprecio a los rivales y compañeros, todo se le perdonaba porque ganaba de manera absoluta. Nunca ha dado explicaciones de las tramas corruptas que se extendieron bajo su gobierno en la Comunidad de Madrid, y siempre se ha sentido por encima del bien y del mal. Como animal político, nunca defrauda, y para los periodistas, es una joya absoluta, y más ahora que está completamente fura de sí, tras haber fracasado en las elecciones municipales.

Sí, Esperanza ha fracasado. No ha sido la única, desde luego, pero lo ha hecho. En Madrid ciudad, sin ir más lejos, mayor aún es el fracaso del tertuliano Carmona. En el PP también han fracasado dirigentes regionales como Bauzá, Fabra, Monago, Cospedal o Rudí, y desde luego ha fracasado Rajoy. El lunes el presidente del gobierno, en su comparecencia, tardía, trató de escurrir el bulto y vender una realidad que ni el mismo se la cree. Y tuvo que ser ayer, en la entrevista de Carlos Alsina en Onda Cero a Juan Vicente Herrera cuando el líder regional del partido que mejores resultados ha sacado, precisamente ese, fuera el que abriera la caja de los truenos de las responsabilidades, el que pusiera un grito, liviano, como todas las expresiones castellanas, en forma de autocrítica. Apunto Herrera que a lo mejor no es presidente de la Junta de Castilla y León, lanzó toda una carga de profundidad contra la estrategia electoral seguida por el PP en el conjunto de la campaña, y refiriéndose a Rajoy, a preguntas de Alsina, le recomendó que se mirase al espejo para considerar si realmente es el candidato que debe presentarse a las generales. Tremendo. Y todo ello, recordemos, de quien prácticamente ha revalidado su mayoría absoluta, y que posee una oposición disgregada que no le puede arrebatar el puesto. A lo largo de la tarde, en un movimiento que desmentía el discurso complaciente del Lunes de Rajoy, fueron cayendo uno tras otro los barones regionales que, habiendo ganado las elecciones, saben que han perdido el gobierno, y anunciaban que en los próximos congresos regionales, algunos a celebrar en pocos meses, no optarán a ser candidatos, dejando la puerta abierta a otros. Rudi en Aragón, Bauzá en Baleares y Fabra en la Comunidad Valenciana ayer sí hicieron ejercicio de responsabilidad política. Sí asumieron, en carne propia, unos resultados decepcionantes, y esperados, que les han arrebatado la opción de llegar al gobierno regional. En muchos casos esas dimisiones son más crueles si cabe porque saben que su pérdida de poder se debe al desastre de gestión realizado desde la central de Génova en materias como la recuperación económica y la corrupción. Herrera no es culpable de la Gürtel, ni Bauzá de la Púnica, ni Rudi de Bárcenas, pero como quien debía haber segado las cabezas que hubieran impedido que esos escándalos crecieran no lo ha hecho, ellos han expiado las culpas en su nombre. Con sus errores propios, y cargando muchos de los ajenos, han soportado el voto de castigo. Su marcha les honra.

Pero Esperanza no. Ella es única. Ella, que nunca atajó la corrupción que campaba por doquier por su partido, que escurrió el bulto de la gestión de la crisis para no quemarse, que conspira contra los suyos y sus superiores cada vez que puede, y que ha sacado un mal resultado que le quita la opción de ser alcaldesa, no. Ella no. Compareció ayer para dar una rueda de prensa en la que ofrece la alcaldía al PSOE para que no gobierne Ahora Madrid, en lo que no es sino una forma absurda de inflar aún más la expectativa de voto del movimiento que encabeza Manuela Carmena. Esperanza debió comparecer ayer para, como hicieron otros, admitir su fracaso y anunciar su marcha, pero prefirió alargar una agonía sin sentido. Ella es así.

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