martes, abril 30, 2013

La tragedia de Bangladesh y el coste de las cosas


Parece que hoy, después de varios días de búsqueda entre los escombros, y agotadas las esperanzas de encontrar supervivientes en medio de las ruinas, empezará a ser destruido con maquinaria pesada lo que queda del edificio de ocho plantas que se derrumbó la semana pasada en Dacca, capital de Bangladesh, donde se han dado por fallecidos ciertos a más de trescientas personas y se habla de que las víctimas finales podrían triplicar esa horrenda cifra. El que este desastre haya sucedido en un lugar tan lejano, física y mentalmente ha hecho que, por su mera relevancia numérica, no le hayamos prestado nada de la atención que merecía.

Lo que ha trascendido algo a la opinión pública es el sórdido debate sobre las condiciones de vida de quienes trabajaban allí, y el hecho de que los productos que fabricaban en condiciones de semiesclavitud estaban destinados a lucir en las perchas de las tiendas occidentales. En este caso a España le toca muy de cerca, ya que Mango era, junto a la irlandesa Primark, la principal destinataria de esos textiles que se cosían en el edificio siniestrado. No es una novedad, pero si usted no lo sabe, debiera ser consciente de que los productos que utilizamos en nuestro día a día, tanto para vestir como para el ocio, la cultura y muchos otros fines, son creados, ideados y diseñados en países como el nuestro, el primer mundo, pero son montados y ensamblados en el tercer mundo, y traídos de vuelta a nuestros mercados en inmensos barcos cargados de contenedores hasta niveles que le hacen a uno pensar que si no se hunden es un milagro. Los bajos costes de la mano de obra y la perfecta gestión logística, unida al inmenso número de pedidos que se trabajan en los encargos, hacen que el precio final de la unidad que pagamos en la tienda sea tan ridículamente bajo. ¿Cuánto pueden costar unos pantalones? ¿10 o 15 euros? Si uno se pone a pensar en todos los procesos que se encuentran cosidos a los bolsillos del pantalón que se está probando, empezando por la plantación del algodón hasta el embalaje del producto, pasando por cientos de procesos fabriles, se da cuenta de que el precio de la etiqueta es muy bajo. Y hechos como este desastre de Bangladesh pone sobre nuestros ojos uno de los principales factores que hacen que ese precio sea como es, las condiciones en las que se trabaja en esos países para satisfacer la demanda occidental. Ropa, calzado, iphones…todo lo que usted se pueda imaginar se ensambla en inmensos complejos industriales donde miles, millones de personas, trabajan en condiciones dickensianas durante muchísimas horas al día a cambio de salarios infames, logrando así que la cadena de producción no pare y que los costes sean contenidos. A veces estas condiciones laborales son difíciles de creer, pero se dan, seamos conscientes. Hay un argumento de peso para defender esta situación, y es que la población que así trabaja vivía aún peor antes de que los negocios fabriles se instalaran en aquellos países, dado que estaban anclados a una agricultura de subsistencia que era la causa de frecuentes hambrunas y éxodos. Eso es cierto, y en todos los países del sureste asiático la riqueza que ha generado la globalización, que está detrás de todo esto, ha permitido que millones de personas salgan de la pobreza a cambio de un trabajo en una cadena de montaje que a cualquiera de nosotros nos parecería lo más cercano a un campo de concentración. Por ello, la discusión sobre si esto es mejor que lo que había antes tiene poco recorrido, lo más interesante es ver si lo que existe ahora puede o debe ser mejorado, y me parece que las dos cuestiones tienen una respuesta obvia, pero con un corolario desagradable. ¿A qué coste?

Nos hemos hecho adictos a una cultura de consumo low cost, donde todo cuesta poco, y se tira cuando no vale para cambiarlo por otra cosa. Ni valoramos el trabajo ni el esfuerzo que se encuentra detrás de los productos, y sólo buscamos precios bajos, cuanto más bajos mejor. Si los trabajadores de ese edificio de Bangladesh hubieran disfrutado de mejores condiciones laborales y eso se hubiera traducido en una subida del precio de los productos en la tienda, ¿estaríamos dispuestos a pagarlo? ¿Cuántos consumidores aceptarían subidas de precio a cambio de condiciones laborales dignas en la cadena de producción? ¿Lo haría usted? Piénselo un instante cada vez que tenga en sus manos cualquier producto, y dese cuenta de todo lo que ha podido suceder para que llegue hasta sus manos.

Mañana y pasado, 1 y 2 de mayo, es fiesta en Madrid, pero el Viernes 3 trabajo, así que habrá artículo… disfruten del puente o, de no tenerlo, de los días de descanso de que dispongan.

lunes, abril 29, 2013

Rajoy en la tormenta


Llueve con fuerza en una desapacible mañana invernal en Madrid. Las nubes cubren todo el cielo y, pese a encontrarnos a las puertas de Mayo, el tiempo ha regresado a Febrero, tanto por sus temperaturas como por su inclemencia. Hubo unos pocos días de primavera que animaron a la gente a salir a la calle con ropas cortas y sandalias, pero el espejismo, que de eso se trataba, duró poco, y este fin de semana y los días venideros nos esperan jornadas grises y oscuras, húmedas, frías y de inequívoco sabor invernal. Definitivamente el tiempo no acaba de ponerse bueno en 2013, pese a las bondades que suponen estas lluvias.

Algo parecido a esto del tiempo es lo que le pasa a Rajoy con la economía. Ve un dato aislado que mejora, una brizna de euros asomando por alguna esquina dispuestos a ser recogidos y empieza a lanzar un discurso de optimismo y victoria, anunciando que ya estamos en el final de la crisis, que ya vemos el verano. Y entonces aparece, como negra nube de tormenta, un nuevo dato macro que supone un mazazo para ese brote que asomaba en la estepa, esa ramita en la que Rajoy ya veía una flor, y que tras la acción de la nube oscura se ha convertido en un matojo arrancado de raíz que yace inerme en el suelo. La EPA de la semana pasada ha sido la nueva entrada de viento invernal procedente del polo de la crisis que ha vuelto a poner a todo el mundo ante la cruda realidad que nos toca llevar, a la que día sí y día también tratamos de negar desde el discurso oficialista, ahora encarnado por el PP, antes por el PSOE, y sus cortes de aduladores. Pero la realidad es tozuda, y no se cambia con varitas mágicas ni promesas ensoñadoras. Quizás creyó Rajoy que la bajada de la prima a unos sangrantes 300 puntos era un alivio que mostraba el final de la agonía, pero se equivoca. Puede que el buen dato de balanza comercial que registra el sector exterior le diera alas para pensar que ahí está la luz que nos llevará a la redención, pero, aunque es lo mejor de todo, yerra en su deseo. No, salir de esto va a ser una agonía de muchos muchos años, en los que los agentes, públicos y privados, tienen que deshacerse de toda la deuda contraída, desapalancarse, y será un camino lento y tortuoso hasta poder reconstruir los balances de las empresas, familias y gobierno. En esta legislatura no concluirá este proceso, y eso, que la legislatura está perdida en materia económica, es lo que vino a reconocer el gobierno en la rueda de prensa del Consejo de Ministros del pasado viernes, donde no arrojó la toalla del todo, pero sí se mostró como un boxeador sonado, arrinconado en lo profundo del ring, y sin saber muy bien ni qué hacer ni por donde salir. Sabe Rajoy que si esto es así, su futuro está condenado, no podrá ganar las elecciones ni repetir en el cargo, y lo que le queda de mandato será una constante tortura, camino a una derrota en la que no está claro quién será el ganador. Y eso, tristemente, parece ser lo que más le preocupa, su futuro político y el de los suyos, y no el del país. En eso Rajoy es como tantos otros políticos, personas que ven sus cargos como plataformas de crecimiento personal, lugares donde poder dar rienda suelta a su ego, poder y capacidad de control, pero no sitios en los que trabajar por el bien de la comunidad, en los que sacrificarse por la sociedad que lee ha escogido. Ha bastado año y medio para que Rajoy se muestre como otro político cualquiera, con sus características propias, algunas de ellas imposibles de comprender para el común de los mortales, como su ocultismo y aversión a la comparecencia pública, pero igual que los demás en su corteza de vista, cortoplacismo y tactismo, ajeno a la Política con mayúsculas, el sacrificio y la determinación para acabar con la crisis, a costa de su carrera y prestigio. Una pena por su figura, pero mucha más pena por el conjunto del país.

Hay quienes dicen que ante los chaparrones, reales o figurados, Rajoy siempre está como el que oye llover pero nunca se moja, y que espera a que escampe para decir que ya se ha acabado el chubasco. Esa táctica, unida a su capacidad para desaparecer ante los problemas y no dar la cara, pudiera ser válida ante asuntos de índole menor, interna y local, y de hecho le ha funcionado tan bien que le ha llevado hasta la presidencia del gobierno, pero es completamente inútil para enfrentarse a un problema de verdad, de los gordos, como es esta crisis económica que poco a poco muta en social y de régimen. Rajoy está a tiempo de cambiar, de pegar un volantazo y empezar a gobernar de verdad, pero el tiempo se le acaba, aunque no sea consciente de ello. Dado que su futuro es muy negro, espero que tenga valor al menos de caer haciendo lo que debe y no haciendo lo que hasta ahora. En sus manos está.

viernes, abril 26, 2013

La Diputación Foral de Vizcaya y el derroche de dinero público


Una de las críticas que más frecuentemente se hace a los políticos es que ante la dramática situación que vivimos, y la cifra de al EPA de ayer es el mejor ejemplo de nuestra tragedia vital, sus intereses se centran en ellos mismo, en su supervivencia, en no hacer lo que es debido sino lo que les conviene para mantenerse en el cargo. Asistimos a recortes continuos de servicios esenciales pero no vemos que los políticos practiquen la austeridad en sí mismos, en sus estructuras de poder y en gastos superfluos que son prescindibles, y más en estas épocas. La Diputación Foral de Vizcaya DFV ha dado esta semana un ejemplo de lo que no se debe hacer.

Este organismo foral, que posee mucho poder, porque entre otras cosas es el que recauda los impuestos en Vizcaya, está presidida desde hace algunos años por Jose Luis Bilbao, un personaje que dijo una vez que lo más grande en el mundo es ser del Athletic, del PNV y de la Virgen de Begoña, toda una declaración de intenciones, típica por cierto de los nacionalistas, encantados de estar todo el día dividiendo a la ciudadanía entre los buenos (ellos) y los malos (todos los demás). Yo, que no soporto el fútbol, soy antinacionalista y no me llama el marianismo debo ser muy pequeño a ojos del señor Bilbao, pero si tributo en Vizcaya, como lo hacía hasta hace no muchos años, soy igual que el resto de los ciudadanos de ese territorio. Pues bien, la DFV del señor Bilbao ha decidido rescatar el equipo de Baloncesto de Bilbao ciudad mediante el uso de los recursos púbicos, al ser imposible que el patrocinador del club abonase los importes adeudados en el contrato que se firmó hace un par de años. El acuerdo al que han llegado el club y la DFV supone que el gobierno foral otorga 1,5 millones de euros de ayuda directa a la entidad deportiva y perdona los 3,7 millones de euros que ésta tenía con la Hacienda Foral, por lo que el club queda saneado de deudas y los salarios de la plantilla se garantizan para al menos esta temporada y, supongo, alguna más. Y todo ello, por supuesto, con recursos públicos obtenidos mediante impuestos del conjunto de los ciudadanos, empresas y demás entidades obligadas a tributar en Vizcaya, les guste el baloncesto o no, sean fanáticos del deporte o les traiga al pairo. La excusa que ha dado la DFV para llegar a este acuerdo se argumenta en que, de no hacerlo, el equipo estaría en trance de desaparición y que una entidad que lleva el nombre de Bilbao y de Vizcaya por el mundo entero tiene un valor añadido al que el territorio no puede renunciar. No entro en si estos argumentos son válidos o no, que pueden defenderse hasta cierto punto, no lo niego, pero lo que me parece lamentable es que un gestor público debe ser consciente de que no gestiona SU dinero, sino el dinero de los ciudadanos, que les es detraído mediante impuestos. Bilbao no ha cogido la chequera de su cuenta corriente y se la ha dado al club de baloncesto, ya que de hacerlo nada habría que objetar, sino que ha cogido la chequera de la DFV, que se nutre del dinero de los contribuyentes, para darle ese dinero. En una época de recortes, escasez de recursos, donde la necesidad de priorizar el gasto, eliminar lo superfluo y redundante y centrarse en lo importante y necesario, la DFV sigue con sus mensajes de austeridad, recortes en los servicios básicos de los ciudadanos pero se gasta cinco millones del ala en el equipo de baloncesto. Seamos un poco demagogos ¿Cuántos sueldos de profesores, o de personal sanitario, se pueden pagar con cinco millones de euros? ¿Cuántos despidos que se han efectuado en Vizcaya en este último año en organismos dependientes de la DFV se hubieran evitado con cinco millones de euros? ¿Cuántos de los inscritos en la EPA en Vizcaya en este trimestre de 2013 no lo estarían de haberse destinado ese dinero a otros fines?

Esta medida, populista, demagógica y que seguro contará con el beneplácito de gran parte de la sociedad, es solo un pequeño ejemplo del dinero que todas las administraciones en España tiran a la basura sosteniendo equipos de fútbol y demás clubs deportivos quebrados que viven del presupuesto público sin enterarse de la guerra que hay ahí fuera, en la mejor de las tradiciones romanas del pan y circo, que en este país hemos convertido en todo un estilo de vida. Pero hay indignados que se rebelan. Los camioneros autónomos de Vizcaya, ahogados por la crisis, piden a la DFV que a ellos también les perdonen las deudas fiscales, ya que también pasean el nombre de la provincia por todo el territorio. Qué Bilbao, ¿les perdonas a ellos o no? ¿y si te lo piden con la camiseta del Athletic y una estampa de la amatxu?

jueves, abril 25, 2013

6.202.700 parados

¿Os fijáis? Hoy los parados están en las portadas de la prensa, pero mañana volverán a desaparecer. Lamentable

La EPA de los seis millones


Hay días en los que la actualidad parece que decide citarse consigo misma varias veces para lograr que el efecto de las noticias se amplifique, y así hacer imposible la labor de los periodistas, desbordados por los acontecimientos. Así sucedió la semana pasada en EEUU y va a suceder hoy en España, donde está convocada huelga de metro en Madrid por la tarde, un presunto asalto al Congreso de los Diputados para las 17:00, y a primera hora de la mañana, los datos de la EPA del primer trimestre del año y la presentación de los resultados en ese mismo periodo del Banco Santander, el primero de los grandes que se examina.

De todos estos eventos el más trascendente, por mucho, es el de la EPA. Dentro de poco más de una hora (cuando escribo esto aún no son las 8) el INE certificará, casi con toda seguridad, que en España hay oficialmente más de seis millones de parados, dando así la cifra redonda y mágica que llena titulares, pido tipos de letra amplios y colapsa las portadas. Ese registro, nunca jamás alcanzado en España, será analizado por unos y otros de múltiples maneras. El gobierno quiere venderlo como el techo de una montaña de desempleo que ya hemos coronado y que empezaremos a bajar en breve, la oposición lo usará como arma arrojadiza contra el gobierno y los sindicatos y patronal ofrecerán ruedas de prensa en las que no dirán nada nuevo que no hayan dicho cuando alcanzamos, hace poco tiempo, los cuatro y los cinco millones. Ninguno dirá la verdad, que es que esa cifra es una vergüenza nacional, la principal de ellas, y que supone el fracaso del país, fracaso compartido por las instituciones públicas, privadas, sociales y de todo tipo. Y es que pese a todo lo que oigan, no se llamen a engaño. A ningún gobernante le preocupa demasiado el paro. Desde luego no le importa nada a aquellos que, sumidos en ensoñaciones nacionalistas crean mundos y naciones milenarias donde sólo hay pequeñas diferencias sociológicas de menor calado, o a gestores públicos interesados en mantener sus cuotas de poder, control económico e ingresos, que sólo ven a tres meses vista y que su único objetivo a largo plazo es tratar de ser reelegidos cueste lo que cueste. Tampoco pierden el sueño por los parados sindicatos o empresarios, que no encuentran en el desempleado quien pague sus cuotas, trabaje por ellos o financie su dispendio, y así podría seguir durante mucho tiempo, analizando cada una de las organizaciones que, en teoría, velan por la creación de empleo y, en general, la mejora económica del país, y que día tras días demuestran su incompetencia, cuando no vileza. El paro es un drama, es ÉL drama, y pese a lo que se nos quiera vender de manera interesada, es la base de todo nuestro problema. Una legislación arcaica, propia de un franquismo sociológico que sigue reinando en nuestra mentalidad colectiva, una falta de financiación que ahoga todo tipo de proyecto emprendedor, sea del sector que sea, una acumulación de gobiernos de todo tipo, dimensión y pelaje, cuyo único objetivo es poner trabas para crear negocios con tal de cobrar por superar cada uno de los peajes que se les ocurre, una cultura acomodaticia por parte de amplios sectores sociales que esperan que sean precisamente esos gobiernos incompetentes los que creen el empleo… son profundas y complejas las causas que nos han llevado hasta este punto de profunda depresión económica, que se refleja como en ninguna otra parte en un mercado laboral descompuesto, deshecho y desestructurado, en el que los que tenemos empleo nos levantamos cada mañana dando gracias al cielo por tenerlo y los que no lo tienen viven día y noche en el infierno de la ausencia. Yo estuve varios años en paro a finales de los noventa, y puedo volver estarlo en cualquier momento, y se lo angustiosa que es esa situación, lo mal que se siente uno, e intuyo lo que debe doler que vivas en un país en el que a nadie parezca importarle lo más mínimo.

Si este gobierno quiere, de verdad, pasar a la historia por algo útil, y no por desperdiciar una oportunidad como lo está haciendo, debiera ser valiente, arriesgado, y empezar a reformar de verdad las estructuras anquilosadas de este país, desmontando chiringuitos, gobiernos locales y regionales, trabas administrativas, trámites y problemas, copiando legislaciones y modelos que en otros países funcionan y que permiten que en un par de días se pueda crear un negocio… en definitiva, pegarse un tiro en el pie para salvar a la población del país. ¿Lo hará? Lo dudo mucho, no veo el valor audacia y coraje necesario. Así que ya saben. Cifra maldita, jaculatorias y penitencias públicas de media hora a lo largo de la mañana, y como quien oye llover por la tarde…. triste país este que nos acoge y que entre todos conformamos.

miércoles, abril 24, 2013

El inmenso poder de un tweet


Ayer fue un día de fiesta en el mercado, con la prima de riesgo rozando sus mínimos de más de un año, perdiendo por momentos la cota de los 300, y el Ibex disparado subiendo más de un 3%, seguramente al calorcito de los rumores que apuntan a que las medidas de reforma y recorte del viernes serán más duras de lo que se esperaba. Como no estamos acostumbrados a oír cosas buenas de la bolsa últimamente pueden ustedes brindar con champán, pero les aconsejo que terminen la botella, porque estas subidas pueden ser mañana bajadas, y viceversa, que todo está muy revuelto e indefinido.

Pero en lo que quería fijarme más en detalle de lo sucedido ayer en los mercados es el derrumbe instantáneo que sufrió la bolsa americana a golpe de rumor, lo que en el argot se llama un “flash crash” y que, por fortuna, se quedó en un mero susto, pero que da lugar a muchas preguntas de gran alcance. Las cosas fueron así. En un momento dado, entorno a las 19 horas en España, la cuenta de twitter de Associated Press (AP), una de las grandes agencias de noticias del mundo, relata que ha habido un atentado con bomba en la Casa Blanca y que Obama está herido. Ese mensaje cala en un ambiente de nervios tras los sucesos de Boston y es retuiteado (reenviado por seguidores de la cuenta de AP a sus propios seguidores) más de cuatro mil veces, y genera un efecto derrumbe en la cotización del Dow Jones que, como pueden ver en la gráfica, es lo más parecido a un precipicio. A los pocos minutos AP emite un comunicado oficial en el que anuncia que esa noticia del atentado es falsa, y que alguien ha hackeado su cuenta en Twitter para difundirla. Inmediatamente vuelve la calma a medio mundo, la bolsa rebota con la misma fuerza con la que se derrumbaba minutos antes y se posiciona en un nivel idéntico al que tenía antes de la emisión del falso rumor, dejando tras de sí un profundo y finísimo abismo. A media noche la cuenta de AP seguía inactiva, lo que muestra que el ataque no fue simplemente una intromisión de un aficionado, y en ella se podía leer un mensaje de disculpas por la falta de servicio debida a problemas técnicos. Este episodio se ha quedado, finalmente, en una anécdota que dará para algunos chistes y que provocará risas maliciosas en los rostros de los competidores de AP, pero muestra muy a las claras dos cosas, al menos, que me parecen muy importantes, y más en los tiempos en los que vivimos. Una es la mayor o menor seguridad que poseen las redes sociales que usamos en el día a día, que están sujetas a ataques por parte de desaprensivos que pueden usurpar nuestra personalidad para hacerse con nuestros datos, contactos, o simular simplemente que somos nosotros para encubrir sus fechorías o, simplemente, para hacer el tonto a costa de nuestro nombre. ¿Son seguras estas webs? ¿Hasta qué punto poseen sistemas de controles exhaustivos y potentes? Los bancos, poseedores de grandes redes y sistemas de datos, han aprendido a blindarlos en muchos casos a base de ataques y robo de información que en ellos se almacenaba. Puede que un usuario y contraseña no sea suficiente para garantizar la confidencialidad y seguridad del acceso, pero en todo caso twitter, dado que esta vez ha sido en esa red donde se ha producido el ataque, debiera investigar muy en serio qué es lo que ha pasado, quién lo ha hecho, cómo, y dar explicaciones para evitar que algo así vuelva a suceder. Porque el efecto de ese bulo, aunque breve, fue enorme, y si llega a extenderse de manera viral y no es cortado por un desmentido oficial a tiempo sus consecuencias podrían ser muy serias, y en ese caso no estaríamos hablando de una anécdota, sino de un grave problema, y aquí es donde está el otro punto importante, el que más, de este asunto, y no es otro que el inmenso poder e influencia que estas redes poseen en nuestro mundo. Lo que allí aparece condiciona en muchas ocasiones nuestra opinión, comportamiento, pensamiento y decisiones. ¿Hasta qué punto eso es lógico? ¿No tienen demasiado poder las redes sociales?

Un comentario desafortunado en twitter es capaz de hundir la reputación y carrera de una persona, poniéndola a ojos de muchas otras que de nada le conocen como un auténtico deshecho, objeto de burla y escarnio. Vivir en un mundo que se mueve a golpe de frases cortas es muy peligroso, y como mínimo puede provocar situaciones como las de ayer, y otro tipo de movimientos bruscos, anómalos y gregarios, que se alejan de todo lo que tenga que ver con serenidad, calma e información contrastada y veraz. Debemos tener mucho cuidado con lo que ponemos en la red y lo que leemos, y contrastarlo todo, y los medios de comunicación, a los que otorgamos un plus de credibilidad y confianza, debieran ser mucho más escrupulosos en este asunto. Hay mucho que aprender y reflexionar tras lo sucedido ayer.

martes, abril 23, 2013

El día del libro


Ayer, volviendo en metro del trabajo a casa, hubo un momento en el que estuve rodeado por cinco chicas, jóvenes y modernas, alguna de ellas ya montada en el vagón cuando yo subí a él y otras que fueron incorporándose en las siguientes paradas. Las cinco iban obnubiladas con su teléfono móvil, jugando, escribiendo en el whatsapp o viendo lo que fuera, tres de ellas con auriculares y las otras dos con las orejas libres de cables. Y yo, que leía una buena novela, miraba de vez en cuando a mi alrededor siendo consciente de que ninguna de las cinco sabía que estaba allí. De hecho no creo que ni fueran conscientes de estar acompañadas de otras personas.

Es en este contexto en el que se celebra el día de hoy, 23 de Abril, el día del libro, el invento que durante más tiempo ha proporcionado ocio a la humanidad. Numerosos actos se celebrarán a lo largo del día en muchas ciudades del mundo para homenajear a los libros, los lectores y las historias que les unen a ambos en una curiosa e íntima comunión de fe y placer. Resulta tópico hablar en estas fechas de la crisis editorial, de las bajadas de las ventas derivadas de la crisis y del efecto que tiene el libro digital, tanto como soporte como espoleta del pirateo de los ejemplares, pero sin obviar estos problemas, que existen y son serios, yo quiero hablarles hoy del tiempo que dedicamos a la lectura, tiempo que sacamos de algún sitio, porque tiempo es lo único que no podemos comprar, el día no tiene más horas de las que da, y el tiempo que le dediquemos a una cosa, inevitablemente, no se le estamos dando a nada más. La imagen de ayer en el metro me hizo recordar lo adictos que nos hemos vuelto al condenado móvil de nuestro bolsillo y, sobre todo, la inmensa cantidad de tiempo que le dedicamos, que lo extraemos de las relaciones con los demás y de otras formas de ocio como, por ejemplo, la lectura. Usted, querido lector, puede hacer el experimento de analizar sus costumbres literarias, cuántos libros lee al mes, al año, y medir si esa intensidad lectora se ha visto reducida desde el momento en el que el Smartphone de las narices entró en su vida, desde el momento en el que empezó a arrastrar pantallas en vez de hojas. Las horas y horas que se dedican a chatear con gente a la que no vemos y que, cuando tenemos delante, no hacemos caso porque estamos chateando con otros, o los interminables minutos de juegos en la pantalla, quizás antes estuvieran repartidos en otras actividades, y una de ellas, ojalá, pudiera ser leer. Leer requiere su tiempo, se puede ir más o menos deprisa, en función de la habilidad personal y de lo mucho o poco que nos guste el texto ante el que nos enfrentamos, pero es recomendable no hacerlo mirando al reloj, sentándose tranquilamente, poniéndose cómodo, y dejándose llevar por la historia que se nos expone, que requiere su tiempo de maduración para contarnos los detalles y entresijos, para apasionarnos, engancharnos y atraparnos. Si no le damos ese tiempo, si tratamos a las novelas y ensayos como frases de whatsapp, aceleradas, cortas, directas e instantáneas, nos cargaremos el trabajo del escritor, porque la novela no nos gustará por muy buena que sea. Acostumbrados a la inmediatez, a la respuesta automática, instantánea y directa, el tiempo requerido para que una historia prenda en nuestro interior puede hacerse largo, tedioso e inútil, y eso sería un desastre. Convertir nuestra vida en impulsos a golpe de móvil y teclitas sería una pérdida tan grande que no somos ni capaces de intuir, supondría renunciar al inmenso placer que es leer y, sobre todo, nos cortaría las alas de la imaginación, ese músculo tan poderoso que cada vez se nos atrofia antes, al que ni prestamos atención ni ejercitamos. Las páginas, llenas de letras, sentimientos, conocimiento e historias, son la máquina de entrenamiento de la imaginación. No renunciemos a ella.

Mi consejo y homenaje al libro en este, su día, y en el resto de días del año, es que busquen un hueco en su vida para leer, dense un espacio para la lectura, en papel o ebook, lo que más les plazca, pero háganlo. Y en el momento en el que empiecen a leer en ese tiempo, apaguen su móvil, desconéctenlo, elimínenlo de su vida. Dejen que las frases sean las que dominen en ese espacio de tiempo, que los diálogos y párrafos se adueñen de usted, y durante los minutos y horas que se hayan puesto, tengan intimidad con su libro, con su historia, con su amante. Que no haya tristes pitidos o molestos avisos que perturben su vuelo, su viaje hacia el infinito mundo que se abre tras las tapas de un libro.

lunes, abril 22, 2013

En gran lío de Boston


A lo largo del fin de semana hemos asistido al final mediático y policial de los atentados de Boston. Tras una operación de cierre de la ciudad y sus barrios periféricos que parecía planificada por el equipo de efectos especiales de una productora de Hollywood, en la madrugada del viernes al sábado era detenido Dzhojar Tsarnaev, hermano pequeño de Tamerlan, presuntos autores ambos del atentado del Lunes y de la muerte de un policía en el tiroteo que tuvo lugar la mañana del viernes en su huida, provocada por la difusión por parte del FBI de las fotos de los sospechosos.

Cuando salí del trabajo camino al autobús de Bilbao me enteré de que los autores del atentado eran chechenos…. “chechenos, qué pinta esto aquí” fue mi primer pensamiento, sorprendido, porque no encajaba esa nacionalidad con ninguna de las dos vías de investigación principales abiertas para aclarar lo sucedido. A saber, la pista islamista o el atentado de descerebrados o grupos organizados, pero internos, norteamericanos. El sangriento historial del conflicto checheno une componentes islámicos y nacionalistas que han causado muchos muertos en numerosos actos terroristas, pero todos llevados a cabo en el territorio de la república exsoviética o en Moscú, durante los años de cruel guerra que ambas partes mantuvieron hasta convertir a Grozni, la capital chechena, en un erial de escombros y cadáveres. Nunca los chechenos han actuado fuera de su territorio de influencia, y por lo que he visto alguno de los grupos terroristas allí afincados se han desvinculado del atentado de Boston, asegurando que su enemigo es Rusia, pero que EEUU les da igual. Creo que es necesario desactivar esta línea de investigación y centrarse del todo en los dos hermanos Tsarnaev, que llevaban tiempo residiendo en EEU y que son la clave del asunto. Algunas fuentes afirman que el mayor, Tamerlan, era el líder mientras que el menor, el que sigue vivo, le seguía y, cuando se vio sólo y acorralado, no tenía opción alguna de escapar. Se están buscando datos a lo largo de las biografías de ambos, y es verdad que el perfil del hermano mayor es más interesante. Llevaba muchos años en EEUU, le encantaba el boxeo y a juicio de los que le conocían, era una persona normal, sin rasgos que pudieran delatar un componente islamista. Sus escritos en algunas webs rusas, sin embargo, sí tienen un componente salafista más intenso, pero tampoco el de un extremista yihadista al uso. Hizo un viaje a Chechenia hace seis meses, según su familia para renovar los visados y otros trámites, y los expertos destacan que a la vuelta de su estancia allí el contenido islamista de sus escritos se intensificó. ¿A quién vio en esa estancia chechena? ¿Contactó con grupos islamistas con los que ya mantenía relaciones o fue su primera incursión en la causa? Habrá que aclarar mucho este viaje y todo lo que allí sucedió. La familia se desgañita afirmando que ninguno de los hermanos es terrorista y que todo obedece a un complot para echarles los muertos encima, aunque estas declaraciones, sobre todo llevadas a cabo por su padre, contrastan bastante con lo que ha dicho su tío, también residente en EEUU, que cuando se enteró de que eran sus sobrinos los buscados por la policía cargó con ellos con rabia, exhortando a que se entregasen, y acusándoles de haber deshonrado el nombre de la familia y de todo el pueblo checheno. Por tanto, la familia de los chicos puede aportar pistas, pero también mucha confusión.

Lo más interesantes es que el FBI ha revelado que, a petición del gobierno ruso, Tamerlan fue investigado y al parecer interrogado por la policía norteamericana, dado que los servicios secretos rusos lo consideraban sospechoso de frecuentar círculos islamistas. Sin embargo el FBI finalmente no lo encausó porque no vio culpabilidad en sus hechos o actitudes. De ser eso cierto indicaría dos cosas. Una, que Tamerlar tenía un perfil que, en general, impide la concesión y renovación de visados, e induce a sospechas, y que el FBI no pudo llegar a actuar contra él, bien porque fue muy bueno en el interrogatorio y no levantó sospechas o porque los agentes no supieron hacerle cantar o, porque en ese momento, Tamerlan tenía sus simpatías por los barbudos salafistas pero no era uno de ellos. Como verán, muchas, muchas preguntas sin respuesta.

viernes, abril 19, 2013

Reinhart & Rogoff y el Excel


Soy economista y trabajo en ese mundo, aunque cuando me preguntan qué es lo que hago en la oficina no suelo saber que contestar. La mayor parte del tiempo de mi jornada laboral la paso delante del Excel, haciendo cuentas, tablas, dinámicas, combinadas, ratios, enlaces, estimaciones, etc y como es obvio alguna que otra vez me equivoco. Curiosamente esta semana el tema de las equivocaciones en el Excel se ha convertido en uno de los debates más divertidos, complejos y morbosos en el mundo económico, ha hecho que Internet hierva y ha devaluado algunos de los perfiles investigadores más famosos de nuestro tiempo.

Hace pocos días se supo que Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, a los que apodaré coloquialmente como R&R habían cometido un error al hacer unos cálculos con Excel en un artículo econométrico que publicaron en el año 2010 en uno de los foros más prestigiosos del mundo (pueden bajarse aquí el PDF de dicho artículo) Ese error tenía lugar en un análisis estadístico que realizan en el artículo en el que tratan de demostrar de manera empírica su tesis de que cuando la deuda pública de un país supera el nivel del 90% el crecimiento de su economía se resiente de manera inexorable. Ese 90% sería el punto de no retorno a partir del que la deuda pasa a ser un instrumento a un problema, y se convierte en un lastre para la economía de la nación. La tesis de que los excesivos niveles de deuda acaban penalizando la estabilidad económica de un país no es nueva, pero fue el estallido de la vigente crisis, que en el fondo es de deuda, y la publicación del libro de dichos autores en 2009 titulado “Estas vez es diferente. Ocho siglos de necedad financiera” los que pusieron este asunto al frente de las prioridades de los economistas y políticos. En su libro, excelente pese a que la versión española es de prestado y requiere una nueva y completa traducción, R&R repasan ocho siglos de historia pasada para comprobar como el proceso de endeudamiento de un país siempre sigue un patrón similar, y que parece haber un punto en el que dicha acumulación empieza a crecer por si misma de manera insostenible, arrastrando a la economía al impago, la reestructuración, la quita y otros conceptos similares que hasta hace no demasiado eran desconocidos para gran parte de la población. ¿Cuál es ese volumen de deuda sobre el PIB que no debe ser rebasado? En su artículo de 201 R&R, basándose en los datos de su libro, lo estiman en el 90%. Esto es importante, porque organismos internacionales y políticos, deseosos de tener donde agarrarse de cara a llevar a cabo las políticas de recorte y consolidación fiscal, vieron en el artículo de R&R la base teórica, el soporte de la ciencia económica en el que basar su doctrina. Ese escrito ha sido citado, referenciado y esgrimido desde el día de su publicación por decenas de expertos, en cientos de foros, artículos y webs, y algunos llegan a afirmar que ha sido el argumento definitivo para avalar las políticas que llevamos experimentando desde hace algunos años. Y hete aquí que resulta que hay un error en los cálculos de Excel que R&R llevaron a cabo. Al parecer, el uso más o menos incompleto de los datos a la hora de calcular medias y medianas hace que ese límite del 90% no sea tal, una cifra absoluta e inamovible, sino que depende mucho de la muestra de países que se tomen y de su situación en lo que a las variables macro se trate en el momento del estudio. Vamos, que mucha deuda no es buena pero que no hay un límite objetivo para decir cuánta es suficiente. Este error ha hecho que todo el mundo se tire a la cabeza de R&R acusándoles de chapuceros, y lo que es peor, de estar al servicio de determinadas políticas y de haber obtenido los datos de manera más o menos fraudulenta a sabiendas, con el objeto de respaldar una visión ideológica concreta. La bronca en la web es tremenda y la polémica no deja de crecer.

¿Cuál es mi opinión? No se si R&R se equivocaron o no, pero resulta un poco infantil acusar a ese artículo de todo lo que se le está echando encima. Creo que los excesos de deuda son malos y, a la larga, insostenibles, pero el concepto de “exceso” depende de la capacidad del país para pagar y soportar. Italia no baja del 100% de deuda sobre el PIB y España va camino de alcanzar el 90% pero por diversas causas la española es mucho más insostenible que la italiana. Como la fiebre, a unos con 38 y medio les lleva al delirio y a otros con 40 sólo les hace sudar. Pero la fiebre no es buena y mucha deuda, tampoco. Dos completas referencias, de las muchas que hay, para analizar en detalle este asunto, en castellano, son este recopilatorio de economía en dos tardes y este artículo de Luis Garicano al respecto.

jueves, abril 18, 2013

Ataque de nervios en EEUU


Ayer los acontecimientos en EEUU fueron de todo tipo menos tranquilizadores. A lo largo del día se supo de la existencia de cartas envenenadas con ricina, tóxico mortal en caso de que logre penetrar en el cuerpo, remitidas a congresista y al propio presidente Obama. En el escenario del atentado del Lunes, Boston, los rumores, desmentidos y versiones variadas se sucedían, habiendo un detenido durante gran parre de la jornada y resultando que no era así unas horas después, y ahora las cadenas informan de una explosión en una planta de fertilizantes en Tejas que ha podido dejar muchos muertos. Nervios, nervios y más nervios.

Una de las consecuencias más profundas de los atentados del 11S en la sociedad americana, y que menos se ha entendido desde fuera, es la rotura del mito de la inviolabilidad del país, de que las cosas malas, los actos perversos, suceden fuera, allende los mares, pero en casa, en los EEUU, no hay motivo de temor ni peligro. Parte de este velo se rasgó al explotar la bomba que Timothy Mcveigh hizo estallar contra un edificio federal de Oklahoma en 1995, pero aquella matanza se vio como el acto irracional de un psicópata aislado, no como un problema interno del país. Aislado del mundo por dos grandes océanos, dotado de la inmensidad de una naturaleza desatada y de un poderío económico como no lo ha habido otro a lo largo de la historia, el estadounidense medio sigue creyendo a pie juntillas el mito creador de su nación, fundada por aquellos que huyeron de una Europa sumida en las guerras y las persecuciones religiosas. La creación de los EEUU corresponde a un ideal, no a un devenir histórico, y es de los escasos, muy escasos ejemplos de ello. Otra gran nación fundada bajo preceptos ideológicos fue, en el caso del siglo XX, la URSS, pero su desmoronamiento, por causas económicas, políticas y, también, ideológica, dejó solos a los EEUU en la gestión del poder y en la consecución de los ideales. Frente a los europeos, que a lo largo de su vida han conocido guerras sin fin, a excepción de este milagroso paréntesis en el que nos encontramos desde 1945, los norteamericanos no han disputado ninguna batalla sobre su suelo desde la guerra civil del siglo XIX; que ahora muchos asocian a “Lo que el viento se llevó” llegando a ver el incendio de Atlanta no como un acto de guerra sino como un decorado romántico. Los americanos que han muerto en combate desde hace siglo y medio lo han hecho siempre fuera de sus fronteras, en terceros países, lejanos o muy lejanos, en medio de lugares que identifican con violencia, caos y desorden, frente a la idílica vida del hogar. Movidos por ese ideal de extender el modelo norteamericano por el mundo y por el ejercicio del poder imperial, EEUU se ha visto continuamente involucrado en guerras muy variadas, tanto en dimensión, objetivo y resultado, que van desde las guerras mundiales hasta la última (de momento) la de Irak y Afganistán. Lo más importante que quiero resaltar es que la sensación de seguridad que los norteamericanos tienen al regresar a su país es tan grande como la de inseguridad que les embarga cuando lo abandonan. En su ciudad, en su estado, nunca va a haber un ataque de una población contra otra, o un campo de concentración, o un dictador que arrase el territorio y esclavice a la población. Esa sensación les embarga, hasta el punto de hacerles olvidar los graves problemas que afligen a su sociedad, comunes o diferentes a los de otros países, pero que allí se expresan a veces con una dimensión acorde a la de ese gigantesco país. Obviamente la arcadia soñada por los padres fundadores no se ha logrado y, pese a su poder y desarrollo, EEUU sigue teniendo un reverso tenebroso que lastra gran parte de su encanto, pero al menos, como dirían allí, es un problema interno, y ya lo arreglaremos entre nosotros.

Con el derrumbe de las torres gemelas esa sensación de seguridad en el hogar se hizo polvo, y el foso que se abrió en Manhattan simbolizaba perfectamente el agujero de incredulidad, de miedo y de incomprensión que había instalado en el corazón de cada norteamericano. Su habitual optimismo se vio duramente golpeado, ya no podrían decir que nunca pasarían cosas así en su territorio, en su nación. Años sin atentados han amortiguado esa desazón, pero sigue anidada en el fondo del ciudadano medio, y hechos como los sucedidos en Boston logran que aflore con más fuerza. EEUU vencerá al terrorismo, venga de donde venga, sea exterior o producto de radicales internos, pero algo ya no será igual en su psique social, algo se ha roto en ese sueño, haciendo en parte despertar a la realidad a la población.

miércoles, abril 17, 2013

Rouco Varela contraprograma


El atentado de Boston ha hecho que toda la actualidad quede relegada a un segundo plano, y eso ha impedido que tenga la relevancia debida la visita que hizo Rajoy el Lunes al Vaticano para verse con el Papa Francisco, y las consecuencias de la misma, muy interesantes, que vuelven a evidenciar las tirantes relaciones entre la iglesia y el estado, y de paso señala cuáles son los poderes ascendentes y en declive dentro de la institución católica, que atraviesa por un momento convulso, expectante y lleno de incertidumbres. Las señales de todo esto se han producido en esta ocasión de cara al público, lo que también es algo extraño y novedoso.

Rajoy acude a Roma a ver a Francisco a escaso un mes de su coronación como Papa, pero no se ha reunido con Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, desde que ha accedido a la presidencia del gobierno, en Diciembre de 2011. Año y medio sin hablar con la jerarquía católica del país y un mes para ir a Roma a ver al Papa, estas cosas no suelen ser casuales. El contenido del encuentro papal no ha trascendido, pero se ha dicho que se habló de asuntos mundanos (fútbol, etc) y en lo religioso el Papa Francisco incidió mucho en la necesidad de la justicia y equidad a la hora de aplicar los recortes que lleva a cabo el gobierno. Y lo noticioso es que, casi a la vez que se producía ese encuentro, tenía lugar en Madrid la reunión del plenario de la Conferencia Episcopal, que fue aprovechada por Rouco para hacer una rueda de prensa en la que elevó altas y claras las peticiones de la iglesia en sus materias “clásicas” (aborto, matrimonio homosexual y educación) tratando de hacerse oír en medio del tumulto diario y, quién lo hubiera dicho, restando protagonismo al encuentro papal en Roma. Esta es otra de esas cosas que no suceden por casualidad. ¿Qué indica todo esto? En mi opinión existe una lucha larvada en el seno de la iglesia entre dos facciones muy distintas, no tanto en sus principios teológicos como en la aplicación de los mismos a la moralidad. Por un lado están los estrictos, de los que Rouco sería su líder político (que no religioso), que agrupan a movimientos modernos y muy activos, como los neocatecumenales, legioanrios de Cristo, etc, que suponen la visión más estricta de la moral católica y tratan de que el gobierno altere las leyes ya aprobadas para adaptarlas a su visión de la sociedad. Durante los últimos años éste ha sido el sector que ha dominado ampliamente la jerarquía y ha determinado el mensaje que de allí emanaba. En frente se encuentra una maraña desorganizada, debilitada por su escasa unidad, mayoritariamente formada por curas de base, de parroquias pequeñas, de algunas órdenes religiosas clásicas como jesuitas o franciscanos, menos interesados en las leyes que aprueban los gobiernos y más en la labor pastoral, diocesana y diaria de una iglesia que ven cómo, poco a poco, pierde relevancia entre la población. El nombramiento de Papa Francisco puede suponer un giro sorprendente en esta larvada pugna, porque es evidente que el mensaje de apoyo total que llegaba de Roma a los partidarios del sector actualmente dominante se va a ver muy debilitado, y los primeros gestos y decisiones de Francisco indican que apoyaría con más ímpetu a esa iglesia de calle frente a la que actualmente ejerce el poder. Si a ello sumamos que Rouco, por edad y desgaste, afronta sus último mandato al frente de la iglesia española, uno puede suponer que el mensaje que lanzó el Cardenal este pasado Lunes era un aviso a navegantes, una forma de decir “aquí seguimos” tratando de marcar el territorio y mostrando a los suyos y a lso de enfrente que la batalla sigue, y que los que actualmente rigen los destinos de la iglesia en España no van a dejar el poder tan fácilmente. El relevo de Rouco, que creo que termina su mandato en 2014, será sin duda el escenario de una encarnizada lucha, que será revestida de debate interno para amortiguarla de cara a la galería, y que decantará quién controla el rumbo de la iglesia española.

¿Y el gobierno? En medio de esta batalla su posición debiera ser muy cómoda, dado que la prioridad es la economía y todo lo demás, todo, es secundario. Sin embargo los errores de comunicación que comete el ejecutivo son tan graves que la secuencia de acontecimientos en los que las declaraciones de Rouco se ven seguidas de unas palabras de Gallardón sobre la modificación de la Ley del aborto hace inevitable pensar en la posible influencia del primero en el segundo. Mi vaticinio es que el gobierno maquillará el aborto para contentar a unos y otros, y no lo logrará en ningún caso, y no alterará ninguna de las restantes normas a las que Rouco hizo alusión. Lo importante de esto es la batalla de la iglesia, en la que el gobierno debiera estar como mero espectador, a la espera de resultados claros.

martes, abril 16, 2013

Atentado en la maratón de Boston


Tengo varios amigos que corren. Salen por la tarde, en sus ratos libres, cuando pueden, se enfundan unas zapatillas y, solos o en compañía de otros, corren hacia el destino que se han marcado, dan la vuelta programada, y entrenan por placer, por divertirse o por lograr batir una marca o un reto personal. Algunos de ellos, especialmente compañeros de trabajo, acuden a lo largo del año a carreras de diez kilómetros o medias maratones, que suelen ser los puntos fuertes de su pasión. Conozco a más de uno que ha corrido alguna vez una maratón y en sus mentes suelen acudir habitualmente tres ciudades como objeto de deseo: Berlín, Nueva York y Boston.

Quizás sea a ellos a los que hoy deba preguntar, antes que a ningún otro, por cómo sienten en su interior lo que ha sucedido en Boston, cómo anoche vivieron la cascada de noticias que, inicialmente confusas, luego ya más detalladas, relataban el atentado con varias bombas que tuvo lugar en la meta de la maratón de esa ciudad norteamericana, y que al estallar sembraron el caos en toda la urbe, la histeria entre la población que aún llenaba las calles, pese a que hacía dos horas que habían entrado los ganadores de la carrera, y que sumió nuevamente a EEUU en la pesadilla de un atentado terrorista, que no se repetía desde el maldito 11S de hace once años y medio. A esta hora, amanecer en Europa, noche cerrada en la costa Este, sigue reinando la confusión sobre lo que ha sucedido exactamente, sobre los explosivo sutilizados, cuántas bombas han sido finalmente las que han explotado y cuántas las que han sido encontradas y desactivadas, y desde luego no se tiene pista alguna, que yo conozca, sobre los autores del atentado y sus motivaciones, pero desde luego si el malnacido que ha planificado esto buscaba causar conmoción, pavor y atención mediática a buena fe que lo ha conseguido. Ayer era un día festivo en la ciudad, el llamado Patriot Day, motivo por el que se corría la maratón y el número de personas y el ambiente callejero era el máximo imaginable en esa ciudad. Golpear en ese preciso momento es una muestra de saña, de estudiado ejercicio en la búsqueda del máximo impacto emocional y, a ser posible, humano. Las cifras de víctimas, tres fallecidos y más de un centenar de heridos, aún son provisionales porque varios de los ingresados en los hospitales están en estado crítico, muchos de ellos con miembros amputados, dejando según algunos testimonios imágenes de horror difíciles de soportar (algunas fotos corrían ayer por la web que no reenvié ni voy a enlazárselas). Pero además de la urgencia de las víctimas, EEUU vuelve a revivir la pesadilla del terror, la sensación de vulnerabilidad, la presencia del mal en su interior. Sean islamistas, radicales internos, racistas o cualquiera de los grupos que usted pueda imaginar, todos ellos descerebrados y viles, hoy EEUU se va a levantar herido, resacoso, tras una noche de pesadilla en la que han revivido fantasmas que creía olvidados, o al menos guardados a buen recaudo. Víctimas del 11S que desarrollan su día a día hoy se levantarán con una angustia que les será muy familiar, y que irá creciendo a medida que vean las imágenes del atentado de Boston, y les hará revivir el fuego de su tragedia personal. Policías, bomberos y cuerpos de seguridad locales de todo el país revivirán el infierno de hace once años con la crudeza de las imágenes de hoy, y se sentirán tan voluntariosos e impotentes como entonces. Cada vida salvada será un acicate y premio a su esfuerzo, pero cada vida perdida o mutilada será un duro golpe a su moral. Militares, investigadores, espías y fuerzas de seguridad se sentirán nuevamente frustrados y engañados, porque otra vez se ha producido un atentado sin que hayan podido evitarlo, y los logros de detenciones pasadas, de frustrados ataques que no tuvieron lugar gracias a su entrega y sacrificio pasarán al olvido ante la sensación de fracaso que ahora les embarga. La vieja pesadilla vuelve.

Y los corredores, exhaustos, que llegaron a la meta y se fueron a casa, los que se vieron afectados por la explosión y los que, a distancia del final, fueron bloqueados por la policía para que no siguieran, seguro que son los que menos entendían lo que pasaba. Doloridos por el esfuerzo pero satisfechos por llegar a la meta, nunca podrían imaginar que algo así pudiera llegar a suceder. Sospecho que hoy, en todo el mundo, cuando la gente salga a correr, se atará las zapatillas pensando en Boston, saldrá a las calles, aceras y parques sin poder olvidar las imágenes de esa llegada, y correrá, correrá para ganarse a sí mismo y dedicarle cada zancada a los muertos y heridos que vieron su futuro truncado en medio de las ovaciones de la meta, el santuario del atleta, convertida ayer en símbolo de muerte e infamia.

lunes, abril 15, 2013

La democracia y sus enemigos (para Beatriz Talegón)


¿Cómo son sus sábados por la noche? ¿Activos, desenfrenados y divertidos? ¿Suaves y románticos? ¿Aburridos? De todo un poco, verdad? Los míos no son de los que dan envidia, no se lo voy a negar, y habitualmente me llevan pronto a casa, a unas horas en las que la programación televisiva se ha llenado de debates políticos y sociales, que en el fondo no son sino una gradería enfervorizada que chilla, grita y dice opinar en medio del ruido. Hemos sustituido el sonido discotequero por el de los tertulianos forofos, y sinceramente, creo que hemos salido perdiendo.

En fin, que llegaba yo este pasado sábado noche a casa y puse la tele para ver que había por ahí. Una mala película, otra aburrida, mierdacinco y me paré un instante en el debate de la sexta, por llamarlo de alguna manera. De mientras me iba quitando la ropa en el salón (uuhh) observa a un grupo de mujeres gritando a una tercera. Entre las gritonas se encontraba una portavoz de la plataforma en contra de los desahucios y una periodista que es famosa por ser la mujer de un juez, y a la que estaban acusando con voces destempladas era Beatriz Talegón, chica que pertenece a las juventudes del PSOE que se hizo famosa hace unas semanas por un discurso bastante populista en contra de los dirigentes de su partido, y que luego, varios días después, tuvo que ser escoltada por la policía para abandonar una manifestación que tuvo lugar en Madrid en contra de las políticas del gobierno a la que acudió, donde fue reconocida por algunos participantes, que la increparon y acusaron, entre otras cosas, de ser… política!!. Ten el programa televisivo Talegón no estaba en el estudio, sino en una conexión en directo desde, creo recordar, un pueblo de Palencia, y entre la imposibilidad de responder en persona a las que le aludían y el retorno del sonido, que al parecer le llegaba con retardo, las posibilidades con las que contaba para poder defenderse en una discusión rápida eran escasas. Pero es que lo peor no era eso, sino lo que estaba teniendo que oír. Las exaltadas del estudio, erigidas en portavoces de la verdad revelada, pontificaban en contra de todo el mundo amparadas en la tragedia del desahucio, y eso les permitía determinar quién tenía derecho a protestar y quién no, quién podía salir a la calle a defender sus derechos y quién no, en un discurso totalitario que parecía sacado de un manual de historia del aciago siglo XX. Y Talegón, como política, como representante de un partido, como miembro del mismo, no tenía derecho a opinar, a protestar, a expresarse, a denunciar, a decir lo que le viniera en gana, porque formaba parte de la maquinaria opresora que había echado a la calle a miles de personas. Absorto, con la camisa aún en mi mano, y sin entender nada, observaba como Beatriz trataba de argumentar en defensa de la democracia yd el estado de derecho frente a los populismos que empiezan a hacerse dueños de la calle, y de que la ley es el instrumento que puede arreglar el desastre inmobiliario y social que tenemos entre manos, pero las vociferantes tertulianas no le dejaban acabar, y le decían que ella, como política, no tenía los mismos derechos que el resto de los ciudadanos, que debía saber que iba a ser objeto de agresiones, insultos y ataques por parte de la ciudadanía, dada su condición y por pertenecer a un partido, colaborador necesario en la creación de la burbuja la crisis posterior. De mientras semejante argumento totalitario era expresado con una franqueza y bravura que yo nunca había visto fuera del País Vasco el presentador del programa, imagino que encantado con la audiencia que, presumiblemente iba a cosechar el enfrentamiento, no decía nada. Cobarde, callaba ante la agresión.

Como liberal convencido que soy seguro que son muy pocos los puntos de coincidencia ideológicos que pueda compartir con Beatriz Talegón, pero ella y yo estamos de acuerdo en lo básico, en lo importante. La democracia se fundamenta en la existencia de ciudadanos libres e iguales, sometidos a la Ley y el estado de derecho, dotados de derechos y libertades que no pueden ser conculcados fuera de la Ley. El sábado por la noche algunas pretendían erigirse en tribunal para determinar si Beatriz era sujeta de derechos o no, si era ciudadana o súbdita, como en una dictadura. El sábado por la noche tuvo lugar un ataque a la libertad y la democracia vestido de debate contra una ciudadana llamada Beatriz talegón, y aquí lo denuncio para que todo el mundo, los cuatro locos que leen esto, lo sepan.

En cuanto terminé de quitarme la ropa, apagué el televisor.

viernes, abril 12, 2013

El incendio de Bermeo


Noches duras las de estos últimos días en Bermeo, localidad de la costa vizcaína en la que el miércoles de madrugada se desató un incendio, al parecer por un cortocircuito en una casa abandonada, que pasó de susto a desastre a medida que las llamas iban saltando de edificio en edificio, hasta reducir a escombros cuatro bloques del Casco Viejo, provocar el desalojo de cientos de vecinos y dejar a unos setenta de ellos sin vivienda. Aún hoy los bomberos trabajarán para apagar todos los rescoldos e iniciar las labores de desescombro de unos bloques en los que los recuerdos y pertenencias personales se han convertido no ya en ruina, sino simplemente en nada.

Viendo escenas como estas uno puede llegarse a imaginar lo que suponían los incendios en épocas pasadas, en los que las tecnologías y medios distaban mucho de los actuales, y la propagación del fuego se acababa a veces donde se acababan las casas que podían arder. Si uno pasea por el centro de Madrid podrá ver muchos edificios de pisos de siglos pretéritos en los que aún luce la placa de “asegurado por incendio” o similar, símbolo de que ese edificio pagaba al seguro, invento moderno, que era quién acudía a apagar el incendio en caso de que se produjera, y de hecho aún hoy el seguro mínimo obligatorio del hogar se llama “de incendio” recordando a causa de qué surge esta figura. Recordemos en este punto que la figura del bombero, o de los apagafuegos, las inventan precisamente los seguros, para evitar que los daños del incendio sean totales y por ello los costes de reposición se disparen. Los parques públicos, generalmente municipales, de bomberos son un invento bastante posterior. En todo caso antes los incendios eran mucho más devastadores. En los cascos antiguos de las ciudades las manzanas, llenas de madera, arracimadas unas contra otras, ofrecían el terreno perfecto, a modo de bosque reseco, para que un incendio se propagase sin límite. Las escenas de muchas películas en las que vecinos desesperados acarreaban cubos o ramas para evitar la propagación de las llamas eran de lo más común en pueblos y ciudades a lo largo de las épocas pasadas, de tal manera que todos los pueblos o ciudades tienen marcadas fechas en las que parte de su estructura urbana ardió, a veces hasta acabar por completo con la misma, como pasó en Londres en 1666 o, más recientemente, en Chicago en 1871. En estos casos los incendios muchas veces terminaban donde se acababan los edificios que pudieran arder, dada la precariedad de medios existentes. Condiciones meteorológicas adversas podían agravarlos aún más como pasó en Santander en 1941, donde un duro temporal de viento sur, con rachas muy fuertes y cálidas, contribuyó a extender las llamas y a darles mucho más poder de lo que hubieran podido tener de darse el fuego en una noche tranquila y fresca. Parece que en Bermeo, la noche en la que se desató el incendio, también soplaba un intenso viento sur, que obviamente no ayudó nada a extinguir las llamas y que las extendió sin control por todas partes. Hay una ley, que se aplica mucho en el caso de los incendios forestales, que es la llamada de los “tres treinta”, que describe las peores condiciones en las que se puede dar un incendio. A saber: más de treinta grados, viento soplando a más de 30 kilómetros por hora y menos de 30% de humedad. Si se da alguna de estas tres el incendio puede convertirse en algo muy peligroso, y la combinación de ambas es letal, y se ha dado en muchos de los grandes incendios que han asolado bosques y parajes en España y resto del mundo en estos últimos años. En el caso de los incendios urbanos la situación es distinta, dada la existencia de cortafuegos “naturales”, como pueden ser las calles, pero en todo caso las condiciones meteorológicas del momento deben ayudar de cara a que la extinción sea lo más rápida posible.

En Elorrio, mi pueblo, hay una plaza de forma triangular en el casco viejo, aneja a uno de los laterales de la iglesia, en la que lucen algunos árboles y un monumento. Uno de los laterales de esa plaza es una de las antiguas dos calles paralelas que conformaban el núcleo de la villa, flanqueadas ambas por edificios y encerradas en una muralla. La extraña existencia de una zona triangular en un espacio definido originalmente como un rectángulo de calles y manzanas tiene su origen, también, en un incendio, que en época medieval arrasó con varias de las manzanas que conformaban el núcleo original de viviendas, que posteriormente no fueron reconstruidas. Ahora el espacio es un lugar de ocio y disfrute, en su momento, como hoy en Bermeo, fue lugar de llanto, pérdida y dolor.

jueves, abril 11, 2013

El gran experimento japonés


No quiero convertirme en profeta, no, y es que ya es casualidad que justo ayer que escribí sobre la evolución del Bitcoin y su posible burbuja va la cotización de la moneda y se derrumba, perdiendo cerca de un 50% de su valor, lo que ha hecho que, casi seguro, el Bitcoin se asegure un puesto en la historia económica como el proceso de burbuja y pinchazo más acelerado jamás visto. Y como hoy quiero hablarles de Japón tampoco deseo que tras mis palabras el experimento al que se ha lanzado el Banco Central de Japón, el BoJ, descarrile a las primeras de cambio, aunque soy de los que opina que, al final, descarrilará, hable yo de ello o no.

Japón es un país al que debiéramos prestar mucha atención porque supone un ejemplo real donde poder comparar los problemas que sufre la UE. En los ochenta Japón se iba a comer el mundo y, de hecho, empezó a zampárselo. Pero se indigestó. La explosión de la burbuja inmobiliaria que hizo que el terreno del palacio imperial de Tokyo costara más que el estado de California arrasó el sistema financiero nipón y arrastro a multitud de empresas que estaban muy imbricadas con los bancos locales. En lo que se llamó la década perdida de los noventa, que fueron dos en realidad, la economía japonesa mostraba síntomas de encefalograma plano. Atonía en el crecimiento, déficit público y fiscal creciente, precios congelados con suave y peligrosa tendencia deflacionaria, bolsa arrastrada, etc. Mucha gente observaba con extrañeza lo que pasaba en el archipiélago sin entender nada, pero sin alarmarse, porque una de las características de la crisis japonesa es que fue local. Cuando llegó el derrumbe Japón se “desconectó” del mundo y no arrastró a otras economías, cosa que no ha sucedido en las crisis posteriores, especialmente a partir de la Tequila Mejicana de los noventa. ¿No era suficiente el grado de globalización financiera o tecnológica? ¿Hubo suerte? No lo se, la cosa es que Japón se convirtió en un caso raro al que nadie prestaba atención. Sucesivos gobiernos nipones trataban de reactivar la economía y el consumo local, sin éxito alguno, y la economía japonesa se convirtió poco a poco en la presa de países emergentes de su entorno, especialmente Taiwan y, sobre todo, Corea del Sur, que con un modelo de inversión productiva, especialización tecnológica y formación de capital humano de alta potencia e intensidad, ha desbancado a muchas de las marcas y firmas japonesas. La Samsung coreana de hoy es al Sony japonesa de los ochenta y noventa. La crisis global de 2008 hizo que todo el mundo sufriera en sus carnes una dosis de amarga medicina japonés, en cada lugar a su manera, en todos de manera dolorosa, y que muchos ojos volvieran la vista hacia el sol naciente para saber cómo se habían recuperado allí de la burbuja inmobiliaria. Al ver que no lo habían logrado las miradas de sorpresa se tornaron en susto, y algunos empezaron a señalar a Japón como el futuro de las economías occidentales tras la burbuja, endeudadas, envejecidas y condenadas a una evolución renqueante hacia la intrascendencia global. Como cada país es un mundo este escenario descrito puede ser cierto o no, pero se plasmará de manera muy diferente según donde se estudie. Lo que no se puede negar es que Japón ya usó hace años las armas monetarias que la Reserva Federal o el BCE llevan utilizando desde que estalló nuestra crisis. Eso de las expansiones cuantitativas, los famosos QE, y demás medidas “no convencionales” se han convertido en las herramientas más comunes del BoJ, que año sí y año también trata de estimular a la economía de su país con un shock monetario, que normalmente acaba diluyéndose en la nada.

Sin embargo esta vez el BoJ ha considerado que un shock es algo muy liviano y ha optado, siguiendo la infausta tradición local, por la explosión nuclear. Su plan de estímulo monetario no tiene parangón en el mundo y, perdiendo su independencia de facto a manos del nuevo gobierno japonés, ha inundado el país de liquidez mediante la compra masiva de bonos, hundiendo la cotización del yen, y haciendo que numerosos capitales salgan del país en busca de rentabilidades más altas, lo que puede explicar las subidas de las bolsas, especialmente las americanas, de estas últimas semanas. El objetivo final del BoJ es generar inflación y así estimular el consumo interno (y de paso reducir el importe de la deuda al depreciar la moneda) pero está por ver si tendrá éxito, o sólo será una de esas medidas que generan impactos indeseados e imprevisto allí y en otras partes del mundo. Habrá que seguirlo con atención.

miércoles, abril 10, 2013

La moneda Bitcoin y su posible burbuja


En estas últimas semanas se está hablando mucho en la red y, poco a poco fuera de ella, del Bitcoin, de la burbuja que está sufriendo, de si esto es un síntoma de descomposición de la economía real y de si esa moneda, que es lo que es un Bitcoin, puede representar valor real y hacer la competencia a las monedas tradicionales. Es un asunto complejo y algo “friky”, empezando porque el Bitcoin es una moneda virtual fruto de un programa informático que define cuál es su existencia su tasa de crecimiento y el, en teoría, máximo número de unidades que pueden llegar a existir.

La idea básica parece un juego. Hace algunos años un grupo de informáticos definió el Bitcoin como una unidad de valor en internet, que pudiera ser intercambiado entre desarrolladores y expertos de la red, a la manera que son utilizados los billetes de monopoly o las fichas de un casino. Para definirlos se usó un criterio matemático, definiendo el bitcoin como una secuencia de caracteres alfanuméricos de 64 bits de tamaño, definidos previamente por el programa generador de Bitcoins, que debían ser encontrados en las bases de datos que existen en la red. Para ello se usan programas informáticos que rastrean las webs buscando secuencias de esa dimensión y de la combinación dada. Encontrar Bitcoins se parece bastante a buscar oro en una mina, hay que cribar muchos datos para quedarse con una pepita. Esto, unido a que el programa generador de Bitcoins define cuántos se crean a lo largo del tiempo, determina que el número de monedas que existe en la red es limitado, y su crecimiento (ojo a este detalle, muy importante) no viene determinado por ninguna institución, organismo o persona, sino por el algoritmo que define lo que es un Bitcoin. Extraño, ¿verdad? ¿Y cómo consigue uno Bitcoins? Pues de dos maneras, buscándolos informáticamente, con el proceso de minería de datos que antes he mencionado o comprándoselos a quien ya los tenga, usando para ello dinero real. En principio el Bitcoin se usaba por desarrolladores, empresas de servicios web y expertos informáticos como medio de intercambio de favores y compra de bienes y servicios web, y tenía una cotización con el dólar real de escasos centavos de billete verde por una moneda web. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el interés por esta moneda se ha disparado, a la par que lo hacía su cotización. Ésta, la contraparte en dólares del Bitcoin, ha subido como la espuma y a día de hoy alcanza el grandioso valor de 233 dólares por cada una de estas virtuales monedas. Impactante. Se ha iniciado una fiebre de Bitcoin, con búsquedas masivas de esa moneda y ofertas de compra que han hecho a muchos pensar que nos encontramos ante una clásica burbuja, en este caso centrada en un bien mucho más extraño que unos tulipanes o que los pisos. ¿Es esto cierto? ¿hay burbuja? El debate en la red es intenso. Expertos como Sala y Martí opinan que sí lo es mientras que otros como Juan Ramón Rallo creen que no, pero mientras la discusión crece el valor del Bitcoin no deja de aumentar, y algunos hablan de hasta qué punto esta moneda puede ser competencia real del dólar o del resto de monedas que tenemos en la vida real. Esto creo que no va a llegar a suceder, sobre todo porque el hecho de que sea una moneda “autogenerada” sin que intervenga un banco central por detrás y que no se pueda, por tanto, expandir ni regular a discreción la hace muy interesante como fenómeno pero muy poco útil de cara al control al que acostumbran los políticos y las instituciones. Algo que no puede ser controlado y alterado, ni por tanto usado en beneficio propio, no interesa. Además, el que al generación de Bitcoins sea tan automatizada (tiene definido hasta un límite máximo de cuántos pueden llegar a existir) favorece un uso especulativo de los mismos y al formación de burbujas, como la que muy probablemente estamos viviendo.

Lo que a mi entender demuestra el Bitcoin es que cualquier cosa que podamos imaginar puede llegar a existir y que, en materia económica y financiera, existe un creciente y preocupante grado de desconfianza respecto al dinero fiat como depósito de valor, y por ello crece el peso de Bitcoins, oro, colchones con cajas fuertes y demás elementos donde refugiar el valor que poseemos y del que no nos fiamos. Esta es una tendencia peligrosa, porque el dinero, aceptado obligatoriamente por ley, existe porque confiamos en él. Sino se deshace como el papel en el que está impreso. Para saber más del bitcoin este enlace o este otro son ejemplos de los muchos que explican su existencia y funcionamiento en detalle.

martes, abril 09, 2013

Se fundió la Dama de Hierro


Si Sara Montiel lo llega a saber se quita la vida hace un par de días o, mejor aún, se espera tres. La noticia de la muerte de la cantante, personaje mítico en España, conocida ayer a media mañana, iba a ser la gran noticia del día, pero a eso de las 14 horas llegó Margaret Thatcher, arrolladora como siempre, y su muerte eclipsó a la actriz e hizo que las referencias a los cuplés y películas de los cincuenta bajases varios centímetros en la escaleta de las webs, gracias a la Thatcher, una mujer controvertida donde las haya que nunca dejó a nadie indiferente y que, a su muerte, ha reproducido las pasiones y debates que generó en vida.

En vida Thatcher mandó, mandó mucho, y esa es una condición muy necesaria para ser querido y odiado. Unido al hecho de ser mujer, su llegada al poder supuso una revolución en el anquilosado mundo político europeo, y ni les cuento en el británico. Muchos la subestimaron, la vieron como una extraña (outsider que dicen ahora los finos) ajena a los tradicionales circos de poder, proveniente de un entorno de clase media sin relevancia, prestigio, apellido y solera, y se la tomaron como un experimento, un juguete con el que divertirse un rato y luego, pasada la gracia, desecharlo y volver a las andadas. Pero no, Margaret era una fuerza de la naturaleza, y su llegada al poder la mostró como realmente era, volcánica, impetuosa, dominante, llena de convicciones y dispuesta a salirse con la suya fuera el que fuese el asunto que se tratara. Creo que en parte es ese pasado despreciado por sus correligionarios el origen de esa fuerza y convicción, el saber que durante toda su vida había sido considerada como menor la obligó a esforzarse más, a saber batallar y a no rendirse. Poco a poco el resto de compañeros de partido se dieron cuenta de que habían elevado a un animal político tan puro y voraz como ningún otro a la cumbre del poder, y se vieron fagocitados por su figura. El gobierno era Thatcher, y ella era el gobierno. Su gestión, controvertida, alabada por muchos y criticada por muchos otros, es compleja de analizar y debe ser puesta en el contexto de un Reino Unido que, a muy finales de los setenta, cuando accede al cargo, se encuentra sumido en una crisis económica muy fuerte, producto de estructuras productivas anquilosadas y que ya no daban más de sí. Convencida de que algo había que cambiar, Thatcher revolucionó la economía y sociedad de la isla, introdujo amplios paquetes de liberalización en sectores que hasta el momento eran cotos privados de camarillas de políticos, sindicalistas y otros grupos intocables, y llevó a cabo su política con pasión y sin echarse para atrás pese a las protestas que, día sí y día también, conmocionaban Londres y el resto de ciudades del país. No le tembló el pulso, ni llamó a las cosas con subterfugios, ni se escondió en palabrería vacía y eufemística, como es tan habitual hoy en día. No rechazaba el debate y el enfrentamiento, es más, creo que le “ponía” discutir con sus adversarios, sabiendo que tenía grandes posibilidades de derrotarlos, y frente a viento y marea controló la década de los ochenta en su país y parte de Europa, mostrando a muchos gobiernos del continente el camino a seguir y las reformas a adoptar (la reconversión industrial española dejó imágenes muy similares a las de las protestas británicas, y es que atacó el mismo problema con las misma metodología). A medida que pasaban los años el desgaste de su figura iba creciendo, como pasa siempre al ejercer el poder, pero no fueron unas elecciones o una renuncia personal la que le apartó del poder, no, sino su propio partido, que conspiró para derribarla, asustado ante el poder inmenso que Thatcher acumulaba y la posibilidad de que su derrumbe arrastrase al propio partido a la debacle. La reina conservadora dejó el poder como lo dejan los reyes clásicos, no por voluntad propia, sino por una revuelta palaciega.

Hoy tendrán ustedes en prensa decenas, cientos de artículos que alaban o critican su figura, exaltan sus méritos y agrandan sus errores, y es que de todo hubo en un personaje complejo, polémico y que no dejó indiferente a nadie. En una Europa como la actual, a la deriva, sin rumbo y sin ningún liderazgo, la imagen de una gobernante que tenía ideas, las exponía en alto sin ambages y las aplicaba resulta casi revolucionaria. Frente al tactismo diario que, insoportablemente, nos gobierna, Thatcher creía en una misión, y como tal creyente actuó, frente a todo lo que se le puso por delante. Marcó una época, una generación, y dejó un legado grande y poliédrico que, desde ayer, corresponde a los historiadores enmarcar y evaluar.

lunes, abril 08, 2013

Sísifo y Europa


Nuestro querido continente parece estar maldito. Uno tras otro los países que lo conforman van cayendo en una espiral autodestructiva de deuda, impagos, rescates, recortes, nuevos impagos, quitas, decisiones sorpresa y vuelta a empezar. El mito de Sísifo, ese personaje mitológico condenado a elevar una roca hasta la cima de la montaña y que veía con crueldad como justo antes de llegar al borde la roca caía sobre sus pasos y le obligaba a remontar una y otra vez es la perfecta definición de lo que nos sucede. No salimos de este bucle depresivo sino cada vez somos más quienes lo conformamos.

Si hasta hace unos pocos días era Chipre quien ocupaba las portadas de los medios, ahora es Portugal quién lo hace, y no porque las cosas se hayan solucionado en la isla mediterránea, ni mucho menos, sino porque se han agravado en Lisboa. Al decisión del Tribunal Constitucional de declarar ilegales algunos de los recortes adoptados por el gobierno, entre ellos la eliminación de la extra de los funcionarios, impide que Portugal pueda alcanzar los objetivos de déficit comprometidos con la troika en su MoU de rescate y, por tanto, se expone a no recibir los pagos asociados a este mecanismo de ayuda financiera. Se está, por tanto, ante una situación peligrosa para todos los agentes implicados. Para el gobierno, porque ve frustradas varias de sus medidas y destrozado lo poco que le queda de legitimidad, de tal manera que los rumores de dimisión que circularon el fin de semana tenían visos de credibilidad. Para la población portuguesa, que se siente aliviada al saber que la decisión le afloja el yugo del recorte, pero que sabe que una norma no sirve de nada si no hay dinero por detrás, y que sin la ayuda del rescate no hay ingresos con que pagar, por ejemplo, al extra que se debe Para la imagen del país en su conjunto, ya estigmatizada por el hecho de encontrarse rescatado, que ve como el marasmo de Italia y Grecia le alcanza e invade también su gestión política, y para el conjunto de la UE, que cada vez se parece más a un zombie no sólo por su manera errática de caminar y por lo incomprensible de sus palabras, apenas murmullos inaudibles, sino también por arrastra en su cuerpo miembros que cada vez se parecen más a meros girones de carne, informes y desgarrados. Las extremidades de eso que llamamos Europa caen poco a poco sumidas en el marasmo político y financiero, y el centro, tanto en lo que hace al poder de decisión como al económico, se enfrenta cada vez más al problema con una actitud de indolencia y tardanza que sólo contribuye a aumentar la gravedad de la situación. La Comisión, ese organismo ejecutivo, creado para regir los destinos de la Unión y que, en acertada expresión de un comentarista político de este fin de semana, se ha convertido en poco más que una secretaría técnica al servicio de los jefes de estado y de gobierno, y su papel como árbitro, impulsor y ejecutor de la política comunitaria se ve cada vez más difuminado por el coro de voces de los miembros del Consejo, los “presis” que gobiernan la Unión tratando de marcar el rumbo que más convenga a sus intereses, sin importarles hacia donde vaya la nave en la que viajamos todos. Las peleas en el timón son constantes, nadie se preocupa de saber por dónde sopla el viento y en la bodega las vías de agua no dejan de crecer. Si creen que esto de la Unión Europea va por mal camino creo están en lo cierto. Trato de convencerme cada día de que esta situación acabará arreglándose, pero cada noche me acuesto con el temor de que no será así. Y a la mañana siguiente, como Sísifo, vuelta a empezar.

¿Y a España? ¿Cómo nos afecta lo de Portugal? Sumidos en nuestro propio marasmo, nos viene mal, o muy mal, que nuestro vecino se meta en más problemas. Más allá del efecto de hoy y mañana en la prima y los mercados, la decisión del Constitucional portugués se ha visto aquí como un aviso de lo que podría suceder si se admiten los recursos presentados por medidas similares ante el Constitucional español. Eliminar por sentencia recortes de 2012 ¿abocaría a España al rescate total? ¿Sería un golpe que no podría soportar el cada vez más débil gobierno de Rajoy? ¿Tensionaría los mercados de deuda hasta bloquearlos como en el verano pasado? Quién sabe, pero en todo caso, una nueva fuente de inestabilidad ha surgido.

viernes, abril 05, 2013

La imputación de la infanta


Desde que el miércoles al mediodía se supo que el Juez castro había imputado a la Infanta Cristina por el caso Noós todos los demás asuntos de la actualidad han sido retirados al fondo del desván, al menos en España, lo que demuestra que el ombliguismo siempre está a flor de piel. Decenas de páginas de periódicos, tertulias monográficas en televisión, entrevistas por doquier… a este paso Luís Bárcenas se va a querellar contra la infanta por robo de protagonismo mediático y usurpación de portadas, con lo contento que estaba el contando las pocas que le faltan para batir récords.

Y lo cierto es que sobre este asunto tampoco es que tenga mucho que decir, porque alabar o criticar la decisión de un juez es tan útil como quejarse del tiempo que hace, porque es algo que viene dado. Lo que me asombra de los discursos que oigo es cómo los argumentos tienden a darse la vuelta a medida que los hechos se suceden. Antes de esta imputación había una casi unanimidad a la hora de alabar el trabajo que estaba haciendo el juez. Pasado el miércoles ya tenemos tertulianos que le critican por la forma en la que está instruyendo el sumario mientras que otros lo elevan a los altares de la imparcialidad, por lo que, comparando con lo que quienes así ahora se expresan decían en el pasado (hace cinco días no más) deduzco que sus opiniones ni eran ni son relevantes. Otro interesante asunto es que, en la coyuntura de crisis en la que nos encontramos, el deseo de carnaza no tiene límites, y cada paso que se da es jaleado por muchos pero observado con sospecha por mucho otros, que ven en él una medida de cómo no somos iguales ante la ley y que todo consiste en un engaño. Antes de la imputación el coro crítico decía que no había un par para imputarla, pero tras ese hecho judicial el coro redobla su apuesta y dice que no habrá un par para sentarla en el banquillo, y argumentan, para ganar siempre, que si se le desimputa todo esto habrá sido una cortina de humo y que si se le juzga no habrá un par para condenarla, y así peldaño tras peldaño hasta el cadalso, donde algunos considerarían una deferencia injusta que fuera decapitada con un hacha afilada, debiendo someterse a una roñada como la que tiene en su casa el más humilde de los aparceros. Utilizar a la infanta como muestra de que los españoles no somos iguales ante la ley es un camino muy fácil y bien visto por la plebe, y por tanto se hará, pero es falso y populista. Es cierto que no somos iguales, sí, pero en donde se fija ese doble rasero es a la hora de cómo actúa la justicia con los que poseen poder efectivo, de verdad, real con r minúscula, no con R de Rey. Vean cómo evoluciona el caso de la condena de Alfredo Sáez, consejero delegado del Banco Santander y mano derecha de Botín, para notar que la justicia no es, en efecto, igual para todos, o cómo los juzgados, tribunales y medios tratan con indulgencia a estrellas del deporte como los futbolistas, absolviéndoles de todos los delitos que cometen día tras día, o como en multitud de programas televisivos vemos a personajes basura, que exaltan la drogadicción, la infamia y la desvergüenza, sin que nadie les condene por ello, mientras son aplaudidos por millones de personas que les siguen fielmente, y asaltarían el juzgado que osara amenazarles con condena alguna… Sí, la justicia no es igual para todos, pero Cristina no es el ejemplo perfecto para esa denuncia, sólo es un blanco ideal para descargar la ira contenida de una sociedad que ve como la podredumbre que en ella anida ha colonizado todos los estratos, y necesita estatuas que derrumbar, mitos que deben ser sacrificados en el altar de regeneración, quemados en una hoguera de San juan purificadora, que sea aplaudida con gozo por todo el respetable.

Mi opinión fría y relajada es que el futuro de Cristina depende de lo que diga el juez y la fiscalía. Sospecho que su principal delito es haberse casado con el presunto delincuente que es Urdangarín y haber metido a semejante pillo hasta la cocina de la institución monárquica, cosa que no se perdonará a sí misma nunca jamás. No me importa si es juzgada o no, condenada o no, me interesa saber a quiénes compraron Urdangarín y Torres con dinero público, cuánto defraudaron y qué cara y argumentos van a poner para no devolverlo. El resto es ruido, mucho ruido, peligroso hasta cierto punto, pero ruido en definitiva.

jueves, abril 04, 2013

Rajoy, en vídeo


Ayer, ante el máximo organismo entre congresos del PP, Mariano Rajoy compareció nuevamente en emisión televisada, haciendo público el discurso que en principio es de consumo interno para los dirigentes de su partido. Es la segunda ocasión en la que se recurre a este extraño y artificioso procedimiento, que se le da en llamar comparecencia, pero que no lo es. Ante un público entregadísimo, sus subordinados, Rajoy habló sobre los asuntos de la actualidad y mandó mensajes sobre un futuro económico que augura optimista, sin ser consciente del jardín en el que se está enredando.

Sinceramente, no entiendo la política de comunicación de Rajoy, el PP y de, en general, el gobierno. Es tan desastrosa, mala y cutre que parece diseñada por su propio enemigo. La imagen en la que decenas de periodistas asisten a la sala de prensa del partido frente a un monitor de televisión es degradante para la profesión de informador pero, sobre todo, es ridícula. Parece que Rajoy y su equipo han optado por la táctica de que si no se habla de un asunto éste se adormece y se evapora, jugando al escondite con él. Quizás en otros tiempos y con otras responsabilidades eso pudiera ser efectivo, pero estando en el mundo de la información global, y presidiendo un gobierno, eludir los problemas, evitar la prensa y esconderse es, simplemente, no ejercer el cargo que se ostenta. El que las únicas comparecencias en las que Rajoy haya admitido preguntas hayan sido las intervenciones conjuntas en el extranjero con mandatarios en visitas oficiales denota que hay un problema de fondo en el propio Rajoy, y en su equipo, un problema que no se si viene de un miedo atroz a la prensa, a la exposición o al qué dirán, pero que destroza la imagen de cualquier gobernante y equipo. Por otra parte Rajoy, en la comparecencia de ayer, volvió a mostrar que parece no haberse dado cuenta de que muy por encima de la responsabilidad de presidente de un partido político, lo es del gobierno de España. En sus escasas manifestaciones públicas hace Mariano especial hincapié en la defensa de “este partido” y de la trayectoria de un PP que se ha demostrado nada limpia, al menos en los aspectos financieros. Sin embargo Mariano no está ahí por el PP, sino por los millones de personas que le votaron, y sus decisiones nos afectan a todos los españoles, le hayan votado o no. Parece curioso que toda una vida dedicada a la política con el objeto de ser presidente del gobierno se corone con el logro de alcanzar ese cargo para, acto seguido, renunciar de facto al mismo y encerrarse aún más en el partido al que se ha pertenecido toda la vida. Es ingenuo pedir a los gobernantes que no sean conscientes de donde vienen, de acuerdo, pero se debe recordar en todo momento que los cargos públicos trascienden completamente la figura partidista, son algo mucho, muchísimo más importante y profundo, y como tales deben ser ejercidos. Con ZP en el gobierno empezamos a ver la deriva de un presidente que no aspiraba a serlo de todos los españoles, y que ante los problemas crecientes optaba por la táctica del escondite y la negación. Con Rajoy, de otra manera, porque todo el mundo tiene su estilo, la cosa es cada vez más similar. Envuelto en la bandera del partido, abstrayéndose de la realidad y vendiendo un futuro que no existe como esperanza hueca, Rajoy comete los mismos errores de forma que su antecesor y muestra un fondo cada vez más raquítico, vacío y yermo. Pero además, su congénito miedo a las preguntas logra que ponga de acuerdo a todos los medios para criticarle, erosiona aún más su imagen y debilita su ya maltrecho liderazgo.

Liderazgo… una palabra que está en boca de todos y que nadie es capaz de ejercer, empezando por mi mismo. En situaciones de crisis total como en las que nos encontramos el liderazgo es más necesario que nunca, y su ejercicio de manera responsable y seria es una demanda de toda la sociedad. Frente a ello el presidente del gobierno opta por el escapismo, las medias tintas y el ocultamiento tras un televisor que, si en la primera ocasión dio motivos para la broma, en su segundo uso sólo puede ser causa de reprobación. ¿Tiene miedo Rajoy? Si es así puede renunciar al cargo, nadie le obliga a seguir, pero si no renuncia debe ser presidente de una vez. Sino la historia, además de juzgarle como un fracaso, que es hacia dónde va como no enderece el rumbo, lo tratará de cobarde.

miércoles, abril 03, 2013

Las bravatas de Corea del Norte


Parece que Corea del Norte, envidiosa del protagonismo de la crisis europea en los medios internacionales, ha decidido hacer ruido para llamar la atención y que todo el mundo se fije en ella. Puede ser que estuvieran previstas procesiones de Semana Santa en Pyongyang y se hallan suspendido por la lluvia, o que los altos dirigentes del país tuvieran dinero en Chipre y se han cabreado viendo como ahora ya no pueden recuperarlo. Es poco probable que haya sido por alguna de estas causas, pero es tan difícil saber realmente porqué…

Y es que lo único que se tiene claro del régimen norcoreano es que no se sabe anda. No se tiene ni la menor idea de qué es lo que pasa en el país y, mucho menos, lo que sucede en las interioridades de un gobierno militar extremista, opaco, psicodélico y paranoide. Si no fuese porque todo lo que allí pasa bordea la más infame de las tragedias la situación del país llamaría a la risa y el chiste continuo. Primera monarquía comunista, Cuba tiene el dudoso honor de ir camino de ser la segunda, el actual dirigente supremo, el famoso y jovencito Kim Jong-Un es un chaval que a primera vista parece un candidato a un programa de reducción de peso por el aspecto que tiene de ser adicto a la comida basura. Lo pilla el alcalde de Nueva York y le pone a dieta ipso facto. De edad indeterminada, aunque se sospecha que menor de treinta años, casado y no se sabe si padre o no, que de todo hay rumores, el “comandante brillante” que así es llamado por los medios locales (bueno, el medio, que es una mera extensión del régimen) se hizo con el poder tras la muerte repentina de su padre Kim Jong-Il, el avejentado aficionado al porno y las películas del oeste, que entronizó a su padre Kim Il-Sung como presidente perpetuo del país para siempre jamás, sin importar que llevase muerto ya unos cuantos años. La muerte de Jong-Il nunca ha estado clara, se habló de numerosas enfermedades y derrames, pero es evidente que su hijo estaba muy joven y verde cuando llega al cargo y se hace con el control del estado y el ejército, que viene a ser lo mismo. Es probable que, como pasa en todas las dictaduras, el nuevo regente quiera dar golpes de autoridad para afianzar su liderazgo, y de hecho ha habido rumores de purgas y destituciones en la cúpula militar norcoreana, se dice que con sádicos fusilamientos de por medio, pero nada es seguro, y como esta dictadura es tan especial no está nada claro que ese tipo de comportamientos se den con las mismas características ya comprobadas en otros regímenes totalitarios. Es en este contexto, es decir, en medio de la nada, donde debemos enmarcar la escalada de declaraciones y amenazas que Corea del Norte lleva lanzando las últimas semanas, anunciado el fin del armisticio que mantiene con su enemiga Corea del Sur y llegando a afirmar que arrasará EEUU, Japón y todo lo que se le ponga por delante (sólo le ha faltado mencionar Chipre). Se sabe que el ejército del gordete Jong-Un es uno de los más grandes del mundo por el número de soldados, quizás el primero, con creo recordar seis millones de personas, una cuarta parte de la encarcelada población local, pero se le supone pobre de medios y dotado de una tecnología desfasada. Cierto, tienen el arma nuclear, y por eso se les teme y hace caso, pero en una fase de desarrollo que impide poder cargarla en un misil balístico y lanzarla contra un objetivo, cercano o lejano. Puede ser utilizada en un bombardeo clásico (soltarla desde un avión) pero dados los sistemas de guiado de misiles que tiene instalados EEUU en los países cercanos a la frontera norcoreana esa hipótesis es, como poco, remota. Sinceramente dudo que Corea del Norte esté en condiciones de lanzar una guerra como tal contra Corea del Sur. Sin embargo, a saber.

¿Estamos por tanto ante un riesgo serio de escalada local y, si todo se pone feo, global? ¿O sólo asistimos a una bravuconada de un líder que no controla a sus huestes y quiere hacerse el duro ante ellas? No está claro, pero me inclino a pensar en lo segundo, a sabiendas del enorme peligro que supondría lo primero. Corea del Norte está jugando con fuego y, aunque todo sea un amago, el riesgo de quemarse es elevado. Recordemos que Seul está a escasos cien kilómetros de la frontera norcoreana y que el peso económico y tecnológico de esa zona en el mundo es trascendental (por ejemplo, las pantallas táctiles de todos los móviles se hacen en Corea del Sur) así que habrá que estar atentos a lo que el joven Kim Jong-Un hace después de zamparse cada una de sus macrohamburguesas del desayuno.