viernes, abril 29, 2016

Ya no hay pediatras en Alepo

Podía hoy hablarles de un montón de cosas. De los datos de una EPA que nos dejan un primer trimestre estancado en lo que hace al empleo, y una población activa descendente. De la bolsa, que en febrero estaba derrumbada y desde entonces ha hecho ricos a los que en ella, con valor, se metieron. Del desastre de Venezuela, cuya economía y sociedad agonizan de la mano de un régimen que tiene demasiados admiradores en nuestros lares. O de las monedas romanas encontradas por casualidad en una obra en Tomares, Sevilla, cientos de kilos de ellas, todo un tesoro en cualquiera de sus acepciones.

Pero la guerra llama a la puerta, y sus bombazos, destrozos y esquirlas rompen toda la escaleta que uno pudiera hacerse. Con los meses de nueva campaña que tenemos por delante volveremos a cerrar los ojos a lo que pase fuera, y Siria desaparecerá de los titulares de los medios, salvo cuando el número de muertos sea tan alto que no los puedan ocultar. Ayer un ataque, muy probablemente efectuada por el régimen de Asad, sobre la ciudad de Alepo, uno de las principales que siguen en manos de los rebeldes, dejó casi treinta muertos, destruyó un hospital gestionado por Médicos sin Fronteras y, entre otros, acabó con la vida del último pediatra que quedaba en la ciudad. Supongo que ese profesional viviría en medio de la más horrenda de sus pesadillas, viendo como sus pacientes no ya pueden ser curados, sino que eran asesinados por una guerra que ha destrozado todo en aquel país. Ayer su tortura acabó, junto con la de otros profesionales sanitarios y pacientes, engullidos por los escombros de lo que, hasta hace unos instantes, eran los restos de su hospital, y que hace algunos años quizá fuera un centro de salud normal y corriente, como el que se encuentra en su barrio, con pacientes, consultas, viejecitos y niños en sus zonas, colas y listas de espera. La guerra de Siria, que había experimentado un par de semanas de relativa calma tras la puesta en marcha de la tregua auspiciada por EEUU y Rusia, se ha revuelto nuevamente y aumenta de intensidad día a día. Las conversaciones de Ginebra se encuentran suspendidas sin que se sepa cuándo podrán ser retomadas, y sin saber tampoco si realmente van a servir para algo. Y en medio del desorden, el ejército de Asad, acompañado por la aviación rusa, avanza en distintas zonas del país, tanto las controladas por los islamistas de DAESH como los bastiones rebeldes del norte, donde Alepo es uno de los principales. Sometida a cerco desde hace meses, bombardeada de manera inmisericorde día tras día, las imágenes que llegan de esa ciudad, escasas, de mala calidad, son las de un lugar apocalíptico, en el que el Sol del desierto ilumina cañones de cascotes, que es en lo que se han convertido las calles, repletas de restos de lo que en su día fueron edificaciones, que hoy lucen como esqueletos, como vulgares carcasas rotas, vacías, con forjados reventados y colgando de vigas y estructuras que, apoyadas unas sobre otras, apenas se tienen en pie. Las paredes desaparecieron con los primeros bombardeos, y muestran a veces el interior de lo que eran habitaciones, lugares de vida, en la que los ciudadanos de esa ciudad reían, comían, bebían, hacían su vida, preocupados por lo que les rodeaba o ajenos a ello. Y entre esos esqueletos, frecuentemente, se ven montañas de escombros, fruto del último ataque, sobre las que varias personas, casi indistinguibles entre las nubes de polvo, se afanan en rescatar a los que, esta vez, han quedado sepultados por el efecto de las bombas.

Ayer fue un hospital, hoy quizás lo sea un edificio de vivienda, mañana puede que un colegio. No lo se. Da igual. Lugares llenos de vida que se derrumban por nuestra mano y aplastan y matan a quienes en ellos hacían su vida. Poco a poco los niños en Alepo se mueren, víctimas de esa guerra y de la malnutrición y enfermedades que con ellas han invadido la ciudad. Los afortunados podrán escapar de ahí, de la mano de sus familiares, hacia no se sabe que frontera, valla o campamento. Los que no puedan no serán ni conscientes de que ya no hay un pediatra que pueda velar por ellos. Murió, fue asesinado, ayer, en la primera línea de su frente de guerra, frente a su camilla, en su consulta.

Subo a Elorrio el fin de semana. El Lunes 2 es festivo en Madrid y me cojo extra el martes 3, por lo que el siguiente artículo debiera escribirlo el miércoles 4 de mayo, con las Cortes ya disueltas. Descansen mucho y sean felices.

jueves, abril 28, 2016

El futuro del petróleo pasa por Arabia Saudí

Aunque en estos últimos meses el barril ha recuperado algo de fuelle y cotiza en torno a los 42 44 dólares, tras los mínimos cercanos a los 30 de febrero, es evidente que el negocio del petróleo sufre un duro golpe a estos niveles, y que las alternativas al mismo, especialmente la movilidad eléctrica, empiezan a ser una amenaza al surtidor a medida que la tecnología de las baterías mejora. Allá donde más petróleo se produce y donde más se vive de él es donde va a resultar más necesario realizar reformas profundas para garantizar la pervivencia de la sociedad. Y ese lugar, estratégico, es Arabia Saudí.

Extraño país, reino feudal propiedad de la familia Saud, que hasta lo bautizó como si fuera parte de su estirpe, Arabia Saudí es la más poderosa de las llamadas monarquías del golfo, petroestados regidos por un islamismo radical y cuyo estilo político y social de vida es casi medieval, feudal en todos los aspectos. La inmensa mayoría de los ingresos del país provienen de un petróleo de muy alta calidad y bajísimo coste de extracción, un chollo absoluto, que ha permitido que ríos de divisas afluyan a ese país (en este caso país equivale a familia reinante) y así se puedan subvencionar todo tipo de costes. La economía saudí funciona como un atleta muy muy dopado, y mantiene un artificial nivel de vida por esas rentas. Si el petróleo dejara de ser “el activo” que lleva siendo durante décadas la quiebra de esa nación sería casi instantánea, y el colapso de su sociedad, y no sería aventurado pensar en una guerra entre lo que quede, tras el fin del maná. La bajada del crudo de 2015 2016 ha sido considerada por muchos analistas como un primer aviso de que el mercado de petróleo empieza a llegar a un punto de saturación. Es cierto que el consumo aún crecerá en el futuro por la demanda asiática, pero cada vez lo hará más despacio, y en los países occidentales es de esperar que empiece a bajar por cada coche eléctrico competitivo que llegue al mercado, o por la mera eficiencia en el uso del combustible. El fin del petróleo convertiría a los Saud en lo que eran en el siglo XIX, los jefes de una caravana de beduinos y pastores, que sobrevivían en el rigor de las arenas del desierto y en la intolerante interpretación wahabita del islam. Por ello, y viendo las barbas de sus vecinos pelar, ha anunciado en estos días uno de los príncipes saudíes, hay cientos, que su país va a comenzar un periodo de profundas reformas en lo económico, no en lo social, para tratar de garantizarse un flujo de ingresos alternativos al crudo y que, poco a poco, lo vaya supliendo. Es una buena idea, sobre todo porque el país aún tiene tiempo para poder virar su rumbo, viraje que en todo caso será lento y conflictivo. Uno de los anuncios de esta semana, impensable y que nunca siquiera había sido sugerido en el pasado, es el proceso de privatización parcial y salida a bolsa de Aramco, que es el nombre del monopolio saudí de la explotación petrolífera. La historia de Aramco es impresionante, y en ella participan nombres míticos como la Standar Oil de Rockefeller y otras sagas norteamericanas que, a principios del siglo XX, descubrieron que bajo el desierto saudí se escondía la mayor riqueza del planeta Tierra. Con el paso de los años los Saud nacionalizaron aquella empresa y desde entonces es una especie de ministerio del país. Sobre su valor siempre ha habido especulaciones de todo tipo, pero dando por sentado siempre que es la empresa con mayor valor del mundo. Las últimas cifras la valoran por unos 1,8 billones de euros, billones europeos. Apple, la reina en bolsa (qué palo se pegó ayer) vale más o menos un tercio de esa mareante cifra.

La idea Saudí es hacer una colocación inicial pequeña, de un 5%, y con los ingresos obtenidos, una cifra disparatada, crear un fondo soberano que invierta en tecnologías, negocios alternativos y sirva de palanca para el desarrollo del país. El año pasado Arabia Saudí cerró sus cuentas con un desatado déficit público y una deuda creciente que, pese a ser aún muy pequeña, evoluciona sin control alguno. Todos estos movimientos económicos tendrán su reflejo, y muy intenso, en el convulso tablero geoestratégico local y, desde luego, global. No olviden tener a Riad y lo que allí suceda en su punto de mira, de allí vendrán noticias y momentos muy importantes, no lo duden.

miércoles, abril 27, 2016

Han fracasado, hemos fracasado

Como última escena de un picaresco sainete cervantino, homenaje no pretendido pero muy sentido al autor, Compromís presentó ayer un miniacuerdo de treinta puntos redactado a todo correr con la idea de que sirviera de punto de encuentro para las (mal) llamadas fuerzas progresistas. El PSOE, sorprendentemente, lo debatió y contrapropuso, como si no fuera consciente de la imposibilidad de sus intentos. A eso de las 12 el ruido mediático era enorme. Para las 14 el último entremés de esta corta legislatura había concluido, y no restaba más que dar fe de ese final de escena, esta vez en Zarzuela, ante un Rey, imagino, triste y asombrado.

Han fracasado, hemos fracasado. Y punto. Así de fácil y cruel. Tras unas elecciones de las que apenas han transcurrido cuatro meses la situación política es de bloqueo total. Es imposible crear una gran coalición, a dos o tres, mi escenario favorito, porque los líderes de los principales partidos se odian entre sí y ninguno de ellos quiere dejar su opción a mantenerse o alcanzar el poder. No ha sido posible un acuerdo (mal) llamado progresista porque el cainismo en las (mal) llamadas fuerzas de izquierda es lo que más prima, y la necesidad de que unas superen a otras puede antes de la posibilidad de cooperar. La única fuerza política que ha mantenido el mismo discurso en estos meses transcurridos es Ciudadanos, pero también es verdad que estaba en una posición en la que ni da ni quita gobierno, con sus cuarenta escaños. Muchos como representación, nulos como fuerza de bloqueo. En esa tierra de nadie ha intentado llegar a acuerdos y alguno ha conseguido, de resultado bastante corto. Podemos entrar ahora en el juego de quién ha tenido la culpa de lo que ha sucedido, de este absoluto desencuentro, de este desastre al que nos vemos abocados, porque repetir elecciones es un desastre. Es acudir a otra convocatoria de examen porque has suspendido la anterior. Depende en qué punto del espectro político se sitúen ustedes y los medios ya tendrán claro el nombre del líder y partido causante de este desaguisado, y un argumentario sólido que justifique esa elección, ese dedo señalador. No voy a entrar en ese juego, porque me parece absurdo. Los líderes de las tres formaciones con opciones de formar gobierno, y sus organizaciones, y sus terminales mediáticas, han fracasado. Es así de fácil. Y por extensión, la sociedad española, que está representada en ellos, en la proporción en la que esa sociedad quiso, y votó, el 20 de diciembre, hace cuatro meses. Ese acto de representatividad, de legitimidad, será arrojado a la basura el 2 de mayo, ninguneado, considerado como nulo por aquellos que, mandatados para ello, no supieron ni quisieron llegar a acuerdos. Es muy triste. Patético. Pero lo peor es que refleja una parte de nuestro carácter, de esa tradición hispánica del enfrentamiento mutuo, de la ausencia de valores compartidos, de aprovechar la oportunidad para pegarle en la cabeza al vecino en dónde y cómo más le duela. En el duelo a garrotazos pintado por Goya nos vemos reflejados como país, siendo esa una de nuestras principales taras, miserias, vergüenzas. Unida al hecho de no asumir la responsabilidad, de no ser valientes para proclamar el error propio, la incapacidad de uno. La culpa siempre la tendrán otros. Y eso es lo que vemos desde hace unos días desde todas las almenas políticas, desde todos los tronos mediáticos, que siguen jugando con nuestras ilusiones, necesidades y, faltaría más, presupuesto.

Ahora, unos pocos días para la basura y el 2 de mayo se convocarán elecciones para el 26 de junio. Dos meses más de espera, ruido y bazofia argumental que, probablemente, desemboquen en un resultado similar al presente (o no) pero emanado por una sociedad mucho más cansada, harta, desilusionada hasta el extremo, y donde la abstención, casi con toda probabilidad, se disparará. Y luego, otra vez a pactar, a negociar, a no acordar. Y de paso el país, su economía y problemas, desatendidos por quienes dicen desvivirse por ellos. Recuerden cuando debatan sobre el tema. Esto es un fracaso colectivo, es un fracaso de todos. De ellos, sí, pero también de todos nosotros. No puedo evitar verlo así.

martes, abril 26, 2016

Treinta años del desastre de Chernóbil

Hoy se cumplen treinta años del accidente nuclear en la central de Chernóbil. En aquellos tiempos lo sucedido pasó en un país llamado URSS, que hoy muchos ni sabrán lo que era, y supuso el mayor desastre de la industria nuclear en toda su historia, provocado además por errores humanos, destruyó las vidas de miles de personas, desplazó a cientos de miles, convirtió enormes extensiones de terreno en zonas yermas en las que la vegetación crece salvaje pero los humanos no podemos vivir, y fue el fin de un sueño de energía barata y segura, que de paso, se llevó a la ya mencionada URSS por delante.

Chernóbil fue el último acto en la tragedia que la población soviética tuvo que aguantar sometida a la crueldad de su régimen. Cuando el reactor colapsa y la radiación se expande no hay información alguna por parte de las autoridades regionales y de Moscú, que saben perfectamente lo que ha sucedido, ni a los habitantes de la zona ni a los trabajadores de la central. Ordenan evacuar aldeas cercanas, entre ellas la icónica Pripiat, la orgullosa y joven ciudad donde residían muchos de los empleados de la central, con un nivel de vida y comodidades que serían el sueño de sus compatriotas. Silenciando el incidente más allá de sus fronteras, el kremlin decidió acabar con la radiación de Chernóbil de la misma manera con la que se enfrentó y ganó a las tropas nazis cuarenta años antes, por acumulación de gente. Miles y miles de hombres, denominados cruelmente liquidadores, fueron llevados a la central y, sin ningún tipo de protección ni medios, trabajaron de manera despiadada para apagar un incendio cuyas brasas seguirán ardientes miles de años. Se turnaban cada pocos minutos y echaban arena sobre los rescoldos del infierno. Tras ello descansaban un poco y volvían a una cola en la que no dejaba de sumarse gente, forzada por los militares. Creían muchos que aquello era un incendio más, grave sin duda, dadas las dimensiones y la presencia de militares, que indican cuándo las cosas son graves de verdad, pero nada sabían de lo que son las radiaciones nucleares, ni de sus efectos. La radiación es invisible. No se ve, ni se huele ni se siente. Nada en tu cuerpo te avisa de ella, pero todo él es invadido y penetrado. Muchos de esos liquidadores fueron liquidados por unas tasas de radiación que nunca se han vuelto a dar en la Tierra, y que exceden cualquier tipo de medida, estándar o graduación. A los pocos días algunos, los más expuestos, empezaron a mostrar síntomas de enfermedad, con vómitos y dolores intensos. Poco tardarían en morir, y con ellos otros muchos, nunca sabremos exactamente cuántos, que en un goteo silencioso, cruel y ocultado por unas autoridades desbordadas, se iban consumiendo en unos cuerpos destruidos por radiaciones, sin que ni ellos ni sus familiares supieran realmente qué es lo que les había sucedido. Cuando en los países nórdicos y en Europa central se empezaron a detectar altas tasas de radiación y, ante la presión internacional, la URSS tuvo que admitir que algo muy grave había sucedido en un remoto lugar llamado Chernóbil, que nadie conocía, ya habían muerto bastantes personas. Vendrían luego muchas muchas más. Y las secuelas de esa radiación se quedarían en los descendientes vivos y en generaciones posteriores que siempre estarán marcadas por ese desastre. Chernóbil es una catástrofe nuclear y, sobre todo, humana.

Hay un libro titulado “Voces de Chernóbil” de la premio Nobel del año pasado Svetlana Aleksievich, que leí pocas semanas antes de que le fuera concedido el galardón, y que se lo recomiendo. Es un largo reportaje periodístico lleno de testimonios de aquellos que vivieron la catástrofe en primera persona, y de los que vieron como los suyos murieron por las radiaciones, la incompetencia y la dictadura soviética, que los mandó a un matadero del que no podrían volver. Decenas, cientos, son las voces que en este libro cuentan su experiencia, y son a ellos a quienes debemos recordar un día como hoy, en el que esa central, ese remoto lugar, volverá a ocupar un sitio, fugaz, en las portadas de los medios.

lunes, abril 25, 2016

Obama, Europa y el Tratado de Libre Comercio

Está Obama de visita en Europa, un viaje que no va a incluir a España, lo que puede hacer que en los ocho años de su presidencia, que ya agoniza, nunca haya pisado nuestro país. Esto ya lo dice todo sobre nuestro nulo papel en el mundo, y la nada que nos importa. La primera parada del viaje presidencial ha sido Reino Unido, donde Obama se ha pronunciado claramente contra el “Brexit”. La salida de los británicos de la UE sería mala para ellos, para el resto de la Unión y para todo el mundo, y pese a las polémicas suscitadas por sus palabras, tonterías racistas de Boris Johnson incluidas, ha hecho bien Obama en decir lo dicho.

Desde ayer está en Alemania, que sabe que es el país líder de la UE. Varios son los intereses de Obama en una Europa a la que no ha hecho demasiado caso en su presidencia, volcado más en cuestiones internas y, en lo exterior, con los ojos puestos en los conflictos de oriente medio y en las economías asiáticas. Ucrania y Siria son los objetivos políticos del encuentro en Alemania, Ucrania por las fronteras compartidas de la UE y el conflicto latente con Rusia que se da en ese país, y Siria, como fuente de refugiados y origen de mucha de la inestabilidad que golpea a la zona, y que también, en forma de atentados suicidas sanguinarios, extiende su hedor de muerte por Europa de la mano del islamismo de DAESH. Más allá de buenas palabras es poco probable que de las reuniones de Obama surjan compromisos claros y vinculantes en ambos asuntos. El otro gran tema de esta visita a Alemania es el tratado de libre comercio que la UE y EEUU llevan años negociando. Conocido por sus siglas en inglés, TTIP, se ha convertido en una gran esperanza para reforzar los vínculos económicos entre ambas orillas, fomentar el crecimiento y la creación de empleo. Y también es enarbolado por críticos como una herramienta de desregulación peligrosa que puede afectar a la seguridad jurídica y de los consumidores, especialmente de los europeos. Los tratados bilaterales de comercio han surgido en los últimos años tras el fracaso, en la práctica, de la Organización Mundial de Comercio, que es incapaz de lograr acuerdos globales para rebajar aranceles, eliminar trabas proteccionistas y fomentar los intercambios entre países. Así, al margen de una OMC que está moribunda, han surgido varios acuerdos entre distintas áreas comerciales y países que sólo rigen en su ámbito geográfico y en los productos y servicios acordados. En este sentido, el comercio mundial se fragmenta y complica, al depender en cada lugar de tratados distintos, y esto no es bueno. El TTIP puede ser una excelente herramienta para impulsar dos economías, la de EEUU y la UE, que ya están sumamente relacionadas, y se necesitan, pero debe superar obstáculos técnicos e ideológicos muy profundos. Teóricamente la UE protege mejor los derechos del consumidor frente a las tácticas de las empresas y la salubridad de los productos y no quiere oír hablar, por ejemplo, de alimentos transgénicos ni de otras cosas similares. EEUU quiere eliminar privilegios a determinados productos europeos que, como el caso de las denominaciones de origen agrarias, suponen una protección extra y, en muchos casos, ayudas gubernamentales. Y en ambos casos hay recelos sobre el papel que las grandes empresas pueden jugar, tanto a la hora de desarrollar las normas de comercio como al acatarlas. Alegan los críticos que los textos que se están negociando les dan demasiado poder, quizás reflejando el que ya poseen en nuestra vida diaria.

No soy partidario de la desregulación absoluta, eso no tiene sentido, pero si de la apertura comercial, sujeta a normas que no deben ser infinitas pero sí precisas. Menos regulación, mejor regulación, podría ser mi lema en estos casos. Las posibilidades que otorga el TTIP a ambas orillas son enormes, y recordemos que España, que en estos últimos años ha sido una de las grandes potencias exportadoras en medio de la crisis global, puede ser, de rebote, una de las beneficiarias en caso de crecimiento de los intercambios entre ambos polos. En todo caso es un tema complejo, muy técnico, por lo que aconsejo que huyan de los que, con argumentos de dos líneas, lo definen, alaban y descalifican. Frente a los temas políticos antes comentados, en este caso Obama sí puede que logre un compromiso.

viernes, abril 22, 2016

Cuatrocientos años de Cervantes y Shakespeare

Mañana, 23 de abril, se celebra el día del libro. Se escogió esa fecha porque, por mucho azar y algo de manipulación de los calendarios, ese fue el día en el que fallecieron Cervantes y Shakespeare, quizás las dos mayores figuras de la literatura de sus respectivas lenguas, y genios absolutos. Se conmemora además este año el 400 aniversario de su muerte, ya que fue en el lejano año de 1616 cuando, en torno a esta fecha, ambas luces se apagaron, dejándonos tras de sí una obra inmensa, infinita, no tanto por extensión, sino por profundidad.

Es una pena, o quizás no, pero es casi seguro que ambos escritores no se conocieron nunca en vida. Algunas historias fabulan un viaje del bardo a España con una caravana regia y de ahí sacan un posible encuentro, aprovechando que las lagunas biográficas de Shakespeare son mucho más vastas y profundas que las de Cervantes. Sí es probable que, dado el éxito rotundo que alcanzó el Quijote, el inglés lo leyera antes de fallecer, cosa que es seguro que no sucedió a la inversa, dada la tardanza con la que se publicaron las traducciones de los dramas ingleses en España. En todo caso, y más allá de especulaciones sin mucho fundamento, ese encuentro nunca se dio, pero la verdad es que era innecesario, dado que ambos autores vivían en el mismo país, en el de las letras, y muy cerca uno del otro, junto a las más profundas pasiones humanas. Son sus obras las que les unen, dado que en ellas se describe la vida de las personas, sus inquietudes, temores, anhelos y sueños de una manera tan compleja y perfecta como intemporal. Los dramas de Shakespeare adoptan distintos contextos históricos. Algunos se sitúan en Roma, otros en Escocia o Dinamarca, comedias en la toscana… La gran obra de Cervantes toma como decorado una Mancha peninsular, un territorio pobre, agostado, extenso y soleado. Da igual. Sólo son decorados, para dos escenógrafos maestros que sabían lo que querían contar, y buscaron un fondo donde enmarcarlo. La sabiduría que destila Sancho ante las locuras de su señor es la que todo hombre de bien proclama, desde la noche de los tiempos, ante aquellos que iluminados por la gloria y el poder, traman tramas imposibles. La desdicha del alma humana, corroída por los celos, el poder y la fama, y como es arrastrada hasta el abismo puede ser encarnada por Otelo o Macbeth, pero en cada caso de corrupción política que vemos en nuestros días o asesinato de género podemos recrear esas mismas escenas, y poner en la boca de sus desdichados protagonistas las palabras que Shakespeare bordó. La lady Macbeth que hace enloquecer a su marido de sueños de gloria tras haber escuchado la profecía de las brujas aparece en cada banquillo y cuenta fiscal opaca, en forma de sueño de poder que nadie iba a desenmascarar, y así podríamos seguir con cientos de ejemplos que nos llevarían a la misma conclusión que, generación tras generación, se ha repetido ante la obra de estos dos maestros. Escritas en un pasado remoto, nos retratan perfectamente. Describen con una precisión absoluta nuestro mundo. Por eso son clásicos, porque no tienen tiempo ni espacio dado. En todos ellos perviven.

Cervantes lo narró, Shakespeare lo versó, y en ambos casos fue el alma humana la que quedó desnuda ante las palabras que ellos iban tejiendo, en forma de texto, que recubrió lo que ante todos quedó mostrado. Sumergirse en sus obras es enfrentarse a nosotros mismos sin artificios, sin corazas, sin disimulos. Toda nuestra grandeza, miseria y complejidad aparece en sus escritos, y quizás nos asuste vernos así, desnudos, antes grandes escritores que supieron quitarnos las mentiras y engaños con los que tratamos de disimular la vida ante los que nos rodean. Enfrentarse a sus obras es hacerlo a nosotros mismos, sincerarnos. Por eso es un ejercicio necesario, valiente y, una vez iniciado, gustoso. Láncense a ello, compren libros, y sumérjanse en el mar de la lectura. No se ahogarán.

jueves, abril 21, 2016

Muerto en soledad, “acompañado” en lo virtual

La historia es asombrosa, dice muchísimo sobre la vida que llevamos hoy en día, sobre nuestras necesidades y carencias más profundas. Hace unos días encontraron muerto, sepultado por la basura y todo tipo de enseres que atestaban su casa, a un vecino de 51 años en un pueblo de Vigo. Era el típico caso, dentro de su rareza, de lo que se denomina síndrome de Diógenes, una persona solitaria, sin amigos ni familia conocida, que recogía todo lo que encontraba y se lo llevaba al hogar. Que acumulaba inmundicias a la vez que se dejaba a sí mismo, y que al final, por suciedad y abandono, falleció en una casa que parece cómica viendo cómo la porquería le sale por las ventanas.

Jose Ángel, que así se llamaba el fallecido, no tenía contacto con nadie en el mundo real, pero poseía más de 3.500 amigos en Facebook, 3.500 contactos con los que interactuaba, escribía, seguía, mantenía una relación más o menos normal, y daba frecuentes pruebas de vida. En la soledad de su abarrotada casa, rodeado de desperdicios, casi sin sitio para moverse, Jose Ángel encendía el ordenador y ofrecía un perfil público que resultaba atractivo para mucha gente usuaria de esa red social. Nadie de los que le seguían podía imaginarse la infinita distancia que había de la versión virtual a la real, de lo que Jose Ángel tecleaba a lo que vivía. Su soledad real era total, absoluta, forzada, quizás optada en un principio, y puede que para paliarla, se había volcado en la red para ofrecer un perfil que fuera satisfactorio a los demás. ¿Se sintió rechazado por los suyos y encontró refugio en internet? ¿era la manera que tenía de eludir una realidad insoportable? ¿Se escapó a Facebook para huir de la realidad? No lo sabremos, ya no nos podrá decir nada, ni él ni nadie que le conociera en persona. Al leer la noticia no he podido evitar hacerme estas y otras muchísimas preguntas, tanto por el hecho de que yo también tengo algo de la vida de Jose Ángel como por lo que representa del mundo en el que nos encontramos. También mi vida real es monótona, carente de muchos atractivos y, en su mayor parte, solitaria, supongo que más por culpa mía que por el entorno que me ha tocado. También yo realizo parte de mi vida en un entorno virtual en el que me expongo, y este blog es una buena muestra de ello, y ese mundo del otro lado de la pantalla a veces sirve como protección, como escudo para enfrentarse y que sirve de defensa a una realidad paralela que, en la vida normal, no existe. Aunque no miento en la red sobre mi vida, y lo que allí cuento es reflejo de lo que vivo de verdad, todos sabemos de casos en los que lo que se cuenta en las redes sociales es la idealización de nuestras experiencias, el maquillaje que le damos a algunos episodios, los más lustrosos y lucidos, mientras que escondemos todo lo que no nos gusta y, sobre todo, no gusta a los demás. La soledad de Jose Ángel es mucho más común de lo que parece, abunda cada vez más, y aunque la duda me corroe al respecto, creo que la inmersión excesiva que hacemos en nuestros dispositivos y pantallas contribuye a amplificarla. Es este un viejo y complicado debate, al que no encuentro solución, quizás porque no la tenga. El caso de Jose Ángel ejemplifica, quizás, que la red puede paliar la soledad endémica pero, como si fuera un analgésico, disminuye el dolor que provoca sin curarla. Y al final esa soledad real, que nos rodea a tantos, se cobra su precio. ¿Es esto así? ¿Somos cada vez más autistas pegados a nuestro móvil y nos autoevadimos? ¿Por gusto, necesidad u obligación? ¿El egoísmo “selfie” es la forma que tienen muchos de cubrir el vacío emocional? No lo se, pero estas preguntas no dejan de golpearme, y no logro encontrar respuestas válidas. Quizás, les repito, es que no existen.

Tenía José Ángel, entre sus miles de amigos virtuales, una amiga “especial” que vive en Canarias, con la que se escribía frecuentemente. Fue ella la que alertó al mundo “real” de la ausencia de comunicaciones de su amigo virtual, y la policía acabó visitando la casa de un perdido pueblo de Vigo en la que, entre toneladas de mierda, se encontraba el cadáver de alguien que no vivía una doble vida, sino que carecía de la faceta real de la misma. Siempre nos quedará la duda de por qué lo hizo. Ya ni su voz ni su perfil de Facebook nos podrán decir nada. Sólo silencio, vació. Total soledad.

miércoles, abril 20, 2016

Llueve sin cesar en Madrid

Llueve. Una palabra que no se usa demasiado en Madrid, pero que desde hace unas semanas se ha convertido en término común para todos los residentes de la ciudad. A ráfagas, racheada, mansa y suave o, como esta noche, de manera constante, violenta y agresiva, llueve sobre una ciudad y un país que necesita la lluvia por encima de todo y que después de un invierno que no ha sido, en el que el sol dominaba el cielo y los termómetros parecían disfrutar riéndose de los calendarios, a los que miraban desde lo más alto de sus escalas, la primavera ha venido para regar los campos y darles algo de la ansiada agua que siempre demandan.

Sin contar lo que ha caído hoy, mucho, ya ayer llevábamos en Madrid más lluvia acumulada en lo que iba de Abril que en todo enero y febrero, meses que fueron secos, muy secos, y calurosos. Entraba uno a las webs en las que se veían los registros de agua embalsada y la curva descendente que aparecía en todos ellos, muy paralela a la de la bolsa en esas mismas fechas (correlación versus causalidad) era propia de los meses de verano. Empezaron a cundir algunas alarmas porque si en los meses de invierno no llueve y nieva, y dado que en verano es normal que en Madrid no caiga gota alguna, más nos valía que la primavera fuese sobrante de agua. Y mira por donde así parece que está siendo. Pueden ver aquí si quieren los registros de la Comunidad de Madrid, o de la región o cuenca que prefieran, y comprobarán la reversión de la tendencia. Ya desde mediados 2015 empezó, directamente, a no llover, y la curva de las reservas cogió una pendiente negativa que no abandonó hasta el final. A principios del verano alcanza, desde una amplia holgura, al media de precipitación de los últimos diez años y se mantiene paralela a ella durante casi todo el verano y otoño, y cerca del final, mientras que la media sube, producto de las lluvias de finales de año, el registro de 2015 sigue bajando porque no caía nada. Final de año e inicio de 2016 ofrecen unos datos, como les señalaba, preocupantes, con un déficit de reservas que parece el del gobierno. Sólo a partir de mitad de febrero, en medio de bastante calor y floración muy adelantada, empiezan a recogerse precipitaciones significativas, que hacen que la curva del año comience a subir, buscando esa media de diez años que, a pesar del empujón de estas últimas semanas, no acaba de alcanzar. Calculen por lo tanto el déficit con el que comenzamos el ejercicio y la absoluta anormalidad generada por un 2015 que nos trajo un verano extremo, tanto por la intensidad del calor como por su duración. Había algunos que, en mitad de enero, a más de veinte grados, decían que aún no se había acabado el verano del año pasado, que fue tan intenso y se agarró tanto a las calles y casas que no había forma de sacarlo. Estas lluvias, que desde marzo tratan de levantar el registro hasta la media, van a conseguir que, por fin, el verano de 2015 se acabe. Es cierto que casi a las puertas de que, en unas semanas, llegado Mayo, el verano de 2016 empiece a asomar la cabecita, pero el refresco es considerable. Y se agradece.

Madrid, como todas las grandes ciudades, no es agradable con lluvia. El tráfico se vuelve aún más conflictivo, la lucha de los paraguas en las aceras es demoníaca, charcos, baldosas trampa agujeros esperan, llenos de agua, para ser pisados sin previo aviso, y la oscuridad reinante apaga el ánimo de muchos que, por estos lares, saben que el Sol es un vecino más de la urbe. Pero estas lluvias, que serán la ducha y la bebida del verano, lavan nuestra ciudad, limpian el aire, ayudan a respirar y garantizan una floración exuberante en los campos. Son todo un regalo del cielo, y pese a los problemas puntuales que puedan causar, así debemos verlas. Cuidado con el coche y los resbalones, y disfruten de la lluvia.

martes, abril 19, 2016

Las sucias manos limpias

Va a llegar un momento en el que se creará una web de apuestas para ver quién es, cada mañana, la persona que, imputada o procesada, se ve inmerso en un lío judicial o es detenida. Es imposible que la justicia, aunque funcionase bien, fuera capaz de absorber semejante marejada de casos, tramas, procesados y expedientes que, con la c de corrupción, llenan las portadas y titulares de todos los medios. Esto es un no vivir. Los últimos en caer han sido, cosas de la vida, un par de sujetos que iban por ahí de adalides de la libertad, la justicia y los derechos del consumidor. Dime de que presumes y….

Quizás muchos no les conocieran por sus nombres, Miguel Bernard y Luis Pineda, pero sí que les sonarán mucho sus organizaciones, Manos Limpias y Ausbanc. Manos limpias, cuyo nombre se inspira en el movimiento regenerador que lucho en Italia contra la corrupción de la llamada “tangentópolis”, que destruyó al PSI y a la democracia cristiana en los noventa, era una máquina de producir querellas. Se presentaba como acusación particular en todo juicio que tuviera cierto componente mediático y ha adquirido, gracias a ello, relevancia mediática y prestigio, a pesar de que los antecedentes de Bernard, una de las manos derechas, valga la redundancia, de Blas Piñar en Fuerza Nueva, fueran más que sucios. El caso que más bombo les ha dado ha sido el de la Infanta Cristina, donde ellos eran los únicos que la acusaban de delito, habiendo logrado que el tribunal de Palma interpretase que, pese a la (oscura) doctrina Botín, la Infanta debiera estar en el banquillo. Ausban es la denominación de la Asociación de Usuarios de la Banca, otra entidad que en tiempos de finanzas revueltas, cajas quebradas y preferentes malditas ha sabido erigirse como una de las (presuntas) valedoras de los derechos de los usuarios de productos financieros. Representantes suyos están presentes en todos los procesos abiertos en España a entidades de todo tipo, desde el más ruidoso de Bankia a los EREs andaluces y a los de la entidad que se les pueda ocurrir. Su papel en estos casos no ha sido tan determinante como, por ejemplo, el de UPyD, que tiene el mérito de haber logrado que la justicia actuase en el caso de Bankia, pero a lo largo de estos años han sabido moverse con agilidad en los juzgados, adquirir un nombre y reputación, y convertirse en adalides, junto a otros, de los pisoteados por el sistema financiero. Envueltos en esta bandera, quizás la más sencilla de ondear en estos tiempos, junto a otras igualmente populistas y biensonantes, y sin que estuviera muy claro cómo obtenían los recursos necesarios para pagar abogados, costas y demás, ambas asociaciones se habían hecho no ya un hueco, sino un pedestal en parte de la opinión pública y, por su puesto, mediática. Cada aparición de sus dirigentes o empleados en una televisión era garantía de un discurso ácido contra la corrupción y los poderes establecidos, una soflama a favor de los desposeídos y una llamada a la justicia que rivalizaba con el sermón de la montaña de Jesucristo. Consumados actores, su pose televisiva era perfecta, convincente, populista y moralizante. Unos triunfadores, de lo más parecido que teníamos por estos lares a un Robin Hood que hiciera justicia frente al siniestro sheriff de Nothingam, encarnado en la primera sucursal bancaria que uno pudiera encontrarse junto a su portal.

La detención de ambos figurones la semana pasada dio un vuelco muy serio tanto a su imagen como al fondo de su actuación. Estafas, amenazas, sobornos, chantajes… las manos limpias estaban completamente enfangadas de barro corrupto y los que ayudaban a los usuarios de la banca reamente extorsionaban a las entidades para comprar su silencio en tiempos de ira colectiva. Lo que no me podía imaginar es que ambas entidades, comandadas por la fría mente de Pineda, actuasen asociadas para que los chantajes fueran lo más efectivos, caros y crueles posibles. Qué asco. Desde aquí un aplauso a Miquel Roca, abogado de la Infanta, que denunció estas prácticas mafiosas. Y el deseo de que estos personajes pasen mucho mucho tiempo entre rejas.

lunes, abril 18, 2016

Merkel se pliega ante Turquía

Desde esta página, y cuando se me pregunta en persona, la defensa de Ángela Merkel es una de mis opiniones que más rechazo y bronca genera. Creo en su liderazgo y que está haciendo lo que cree mejor para los alemanes y, luego, para los europeos, y finalmente, para ella misma. Pocos dirigentes de sus países pueden decir lo mismo y en el mismo orden. Pero también comete errores, algunos graves, y eso hay que destacarlo. En esta ocasión el fallo es infame, de grueso calibre, y demuestra hasta qué punto eso que llamamos “realpolitik” impera en las relaciones entre naciones, mandatarios y, en general, poderes.

Ha aceptado Merkel que la fiscalía del país inicie un proceso penal contra un cómico, llamado Jan Böhmermann, que en todo caso puede ser acusado de tener un apellido inabarcable, por una parodia que realizó en la televisión del primer ministro turco Erdogan. Se le acusa de injurias contra el dirigente otomano y, en base a una ley existente en Alemania que protege la figura de los mandatarios, sean del país que sean, se le va a abrir juicio. Ha prometido Merkel que derogará esa ley, lo que puede darse antes de que el cómico de apellido irrepetible sea sentado ante el banquillo, disolviendo así jurídicamente el caso, pero el gesto, la acusación y el proceso ya están abiertos, y son lo importante. Ni he visto el episodio humorístico en concreto y teniendo en cuenta que no se alemán nada entendería del mismo, con o sin subtítulos, pero la cuestión es que a ese señor se le quiere abrir juicio por satirizar a un personaje, Erdogan, que desde hace tiempo vine siendo objeto de críticas muy serias por haberse convertido en un autócrata en un país, Turquía, que representaba una esperanza laica en medio del marasmo musulmán de la región. Con los años, la figura de Erdogan y su ansia de poder han penetrado en todas las esferas de la política turca y se ha convertido en todopoderoso. La libertad de prensa en aquel país es cada vez más frágil, y día a día tenemos pruebas de cómo es violada. La involución de la sociedad turca hacia un islamismo que sirve de excusa para cohesionarla es evidente, y el conflicto con los kurdos, recrudecido por las campañas militares de Erdogan, ha subido mucho de intensidad estos últimos años, justo cuando los kurdos son uno de los principales bastiones con los que cuenta occidente para luchar contra DAESH en, por ejemplo, la vecina Siria. Erdogan ha sabido convertirse en imprescindible para la UE, gracias a su papel de policía controlador de la frontera y receptor de refugiados. El acuerdo firmado hace semanas para que todos los nuevos refugiados que llegasen a Grecia fueran deportados de inmediato a Turquía es la expresión más clara de hasta qué punto este personaje y su régimen son cada vez más poderosos en la orilla este del Mediterráneo y, desde allí, en toda Europa. Muchas han sido las voces que han denunciado este tratado, y tienen razón al poner en el foco los derechos de los inmigrantes, refugiados, que son vapuleados en nombre de la seguridad de las fronteras de la Unión. Sin embargo es esa defensa de las fronteras lo que, encuesta tras encuesta, desean los europeos por encima de todo, mostrándose nada acogedores con los refugiados cuando se les pregunta en privado y muy condescendientes con ellos cuando se manifiestan en público. Para resolver esta esquizofrenia la UE ha subcontratado su seguridad y frontera a través de Turquía, y le ha dado a Erdogan poder, mucho poder.

Y Erdogan lo usa, y muestra, como es el caso, que incluso la todopoderosa Merkel, la que nunca cede ante nada, se pliega como una hoja de papel cuando se ejerce una pequeña presión sobre ella. El caos de refugiados en Alemania y el crecimiento de los votantes xenófobos son lo que pesa a un plato de la balanza, y la libertad de prensa y expresión son demasiado livianas para contrarrestarlo, por lo que se ve. Compareció Merkel para anunciar su aprobación a la decisión de la fiscalía deprisa, sin admitir preguntas, lejos de su estilo, a sabiendas de que estaba haciendo algo mal. Una mancha en su expediente y, de rebote, en el de todos los europeos, que nos estamos luciendo en el tema de los refugiados.

viernes, abril 15, 2016

Hace mucho frío en Soria

Si alguien les pregunta por Teruel o Soria seguro que, por lo menos, les vienen dos pensamientos a la cabeza. Despoblamiento y frío. Lugares en los que no he estado, bellos según cuentan los que los conocen, apenas copan titulares en los medios y a veces llegan a ellos por sus demandas de que no sigan aislados y abandonados. Es difícil ver titulares en los que alguna de esas provincias, aunque si un extranjero llegase hoy a España y hubiera leído a Machado pensaría que la ciudad de la que tanto escribió, a la que iba de camino, sería la capital del país, la urbe más importante de todas. Tristemente, no es así.

Visto fríamente, el ministro Soria está achicharrado y mantenerlo en su puesto es, como otras tantas decisiones similares del PP, una jugada errónea y costosa en términos de popularidad, votos y posibilidades electorales. Su implicación en los papeles de Panamá inicialmente era ruidosa pero algo débil vinculada a familiares, y sobre todo antiguo. Emanaba un mal olor pero no parecía lo suficiente como para desestabilizarlo. Su estrategia de comunicación, que hay que alabar en el sentido de que no se ocultó (digamos que Almodóvar sí, imitando a ese Rajoy que tanto ama en la intimidad) estuvo muy mal dirigida, y de las explicaciones que daba pocas cosas claras quedaban. Y entonces llegó otra exclusiva informativa, que le vinculaba con cuentas no en Panamá, sino en Jersey, que tanto monta monta tanto, también con enlaces familiares de por medio, y mucho más cercana en el tiempo, hasta principios de la década de 2000, cuando Soria ya estaba inmerso en política, en este caso en la municipal canaria. Aquello ya era bastante más sucio y profundo, y la posición del ministro empezó a resquebrajarse. Hubo un momento, esta semana, en el que se anunció una rueda de prensa por su parte en el Congreso que, pocos minutos antes de celebrarse, fue suspendida, a cambio de una comparecencia que se anunció para el próximo lunes, también en sede parlamentaria. Sin embargo, esa suspensión, las imágenes que de esa tarde contaron algunos medios sobre discusiones entre altos cargos del PP y Soria sobre su labor y forma de explicarse y, sobre todo, las pruebas firmadas que los medios siguen publicando, colocaron al titular de Industria en una posición cada vez más débil. A partir de ese momento Soria dejó de convertirse en un activo político para pasar a ser un coste, de una pieza que hay que proteger por lo que vale a un problema del que hay que apartarse porque contamina. Ayer se dieron dos grandes pasos para que su cabeza política se ofrezca ante el cadalso de la opinión pública y mediática. Una información de La Razón, periódico neutral y alejado de todo partido político, como es sabido, afirmaba que el PP empezaba a considerar como factible la marcha de Soria para evitar males mayores. Y pasadas las 22 horas se supo que hoy, en la reunión del Consejo de Ministros, Soria no acudirá, pese a que se le supone en Madrid. Algunos interpretaban ayer esta información como una especie de renuncia en la práctica, dado que estando el gobierno en funciones no puede ser cesado por el presidente ni, creo, dimitir. Conociendo a Rajoy es difícil que le ofrezca la salida de, por decisión propia, marcharse, porque siempre que ha podido y debido Rajoy no ha sido capaz de cesar y apartar a quienes debió, pero a apenas tres semanas de una nueva convocatoria electoral, con el patio muy revuelto y con un PP que no es capaz de limpiarse de corrupción ni con lejía (Granda el Martes, Soria hoy) el tiempo corre muy a la contra para el partido.

Es quizás esa proximidad electoral la única baza a la que se puede agarrar un Rajoy desbordado por las acusaciones contra su equipo para que ejecute una decisión de cortar cabezas, siendo en este caso Soria el pagano de errores propios y ajenos (ahí sigue Rita, para escándalo de muchos y vergüenza de casi todos). Cada información que salga esta mañana y los próximos días puede ser determinante para el futuro de un hombre, Soria, que sonó en algunas quinielas a mitad de legislatura como llamado a cargos mucho mayores y que, pase lo que pase, ha trocado su futuro político por un frío vacío sólo comparable al de la bella y machadiana provincia castellana.

jueves, abril 14, 2016

Pagar impuestos en tiempos corruptos

El jueves pasado hice mi declaración de la renta. Nueve palabras, una frase de lo más corriente, y que encierra en su significado una declaración de principios, unos ideales, un sometimiento y una forma de vida que, aparentemente, no es la que se lleva en la actualidad. Entré en la web de la Agencia Tributaria, di de alta el borrador, asigné la desgravación por la hipoteca de mi pisito (tengan cuidado, el borrador no está muy pulido y no incluye muchas cosas, revísenlo) y tras echar un vistazo a todos, di la orden de validar para que todo se tramitase como es debido.

Por la la hipoteca, contratada en 2004, desgravo y el resultado de la declaración es negativo, por lo que me ingresan unos cuantos euros en mi cuenta corriente, que es de por sí bastante vulgar, y residente en territorio nacional, no sita ni en Panamá ni en ningún otro lugar exótico y dotado de playas sugerentes y laxa legislación fiscal. Como asalariado, mis ingresos están completamente controlados por Hacienda y, dado que mi nómina es bastante vulgar, no tengo opciones reales para plantearme la evasión. Formo parte de la inmensa masa de contribuyentes que, nos guste o no, contribuimos al fisco de manera religiosa todos los meses con nuestras sufridas retenciones. No hay manera de eludirlas. Ese ejercito de contribuyentes es el que sostiene el estado, el del bienestar y el otro, que cada día levanta la persiana del país y paga a funcionarios, jubilados, parados y demás prestaciones que son la forma de vida de muchos españoles, a los que Panamá les suena a “canal” y poco más. Siempre he defendido que pagar impuestos es la manera en la que uno expresa su patriotismo, porque si puede, escoge la patria a la que quiere contribuir. Hay muchas argucias legales para pagar menos, y desde aquí aplaudo a quienes las utilicen, porque entre otras cosas se están aprovechando de la ineficiencia legislativa del gobierno, que crea agujeros y esquinas en complejos textos legales al lado de los cuales los jeroglíficos egipcios parecen simples iconos del whatsapp. Pero el fraude, la evasión, la trampa, el ocultamiento, el engaño, como ustedes quieran llamarlo, no sólo es un delito legal que debe ser perseguido, no sólo es una violación de la norma que, como tal, está penada. Es, sobre todo, una forma muy muy egoísta de actuar por parte de quien lo realiza. Esa persona, que puede tener un discurso hipócrita o no (los hay orgullosos del fraude, e incluso lo justifican) son usuarios de los recursos públicos tanto como usted y yo. Acceden a los hospitales públicos, después de que en la Sanidad privada le digan que “para lo de verdad” vaya a ellos. Acuden a la policía cuando roban en su entorno o hay algún altercado. Transitan por carreteras e infraestructuras construidas por el erario público, cobran pensiones una vez que se jubilen, que servirán quizás de modesto complemento de sus abultados ingresos, pero no se conoce el caso de renuncia alguna a las mismas… y así hasta el infinito. Podría argumentar alguien que, dado que todos pagamos impuestos indirectos ineludibles, en el fondo también el defraudador contribuye, y es parcialmente cierto, pero la verdad es que cuando uno compra una piruleta o rellena el depósito de gasolina está forzado a pagar el IVA (sí, ya se que también hay maneras de eludirlo) y sus actos no están premeditados. Pero sentarse una noche en casa, ponerse a hacer elucubraciones sobre cómo desviar rentas y patrimonios para ocultarlos, y levantarse por la mañana con la misma sonrisa es, como mínimo, un cruel ejercicio de cinismo que a todos nos perjudica.

Los impuestos se llaman así porque son obligatorios, es una de las pocas palabras políticamente incorrectas que sobreviven en este edulcorado y falso mundo en el que vivimos, aunque hay intentos para cambiar el término que son, sobre todo, ridículos. En un tiempo en el que la primavera avanza y, en breve, se supone, las camisetas de todo tipo y lema llenarán parques y paseos, quizás sea una idea estúpida, pero el que exhiba una con el lema impreso que diga “Yo pago mis impuestos” triunfará en medio de la masa. Quizás algunos le hagan la ola, la mayoría se reirá de él y será tachado como el pringado del barrio. Pero gracias a muchos como él, y no a tantos chorizos detenidos, es como se construye una sociedad, un país.

miércoles, abril 13, 2016

El absurdo de unas elecciones en Siria

Vivir obnubilados en el presente y el vuelo raso hace que perdamos por completo la perspectiva de lo que sucede a nuestro alrededor. Las fracasadas negociaciones políticas en casa nos llenan los medios de titulares y declaraciones vacías, y restan protagonismo a otras zonas del mundo (Brasil, Italia, por ejemplo) en las que esta semana están pasando cosas muy importantes. Y desde luego opacan por completo conflictos como el de Siria, que sólo vuelven a portadas cuando el número de muertos y la sangre que impregna sus imágenes es lo suficientemente intensa como para volver a conmovernos. Pero sólo unos minutos, por supuesto.

Hoy en Siria hay elecciones parlamentarias. Sí, sí, ha leído usted bien, elecciones. Con urnas, colegios electorales, censo, candidatos y escrutinio. Si ya resulta algo absurdo celebrar elecciones bajo un régimen que las usa como coartada para legitimar su absoluto poder (miren, Iglesias hace lo mismo en Podemos con sus consultas a las bases) ir a votar en medio de la cruel guerra que vive aquel país es, cuando menos, el colmo del surrealismo. Gran parte del territorio sigue fuera del control del gobierno de Damasco, a pesar de los últimos avances militares de sus tropas y el refuerzo ruso. La tregua, implantada hace algunas semanas, es muy irregular, parece ser respetada en las cercanías de la capital, pero no está ni declarada en las zonas de combate en las que la lucha se centra contra los islamistas de DAESH y Al Queda, y las denuncias por parte de numerosas organizaciones de violaciones flagrantes del alto el fuego por parte de las tropas de Al Ashad son constantes. Señalan esas denuncias que amparados en la decisión de seguir combatiendo al islamismo, Ashad trata de recuperar posiciones en aquellos lugares donde la oposición controla importantes bastiones, especialmente en las ciudades de Alepo y Homs. Por ello, denuncian los opositores, la tregua es utilizada a conveniencia del gobierno de Damasco para reforzar su posición y consolidarla de cara a unas futuras negociaciones de paz, que ahora mismo suenan a chiste. El volumen de población desplazada y huida varía mucho según la fuente que se consulte, pero todas hablan de millones de personas en un país que, antes de la guerra, tenía una población de, creo recordar, en torno a los veinte millones, por lo que los porcentajes de la diáspora siria son espeluznantes. Independientemente de los refugiados que se encuentran en cualquier otro punto del mundo, bien sea frente a las alambradas europeas, en los campos de refugiados turcos o libaneses, o contemplando el cínico cartel que cuelga de la torre del ayuntamiento de Madrid (como no hemos acogido a casi nadie, apenas ninguno podrá sentirse insultado al verlo) hay zonas enteras del país que se han despoblado, o que han sido diezmadas por los combates, y sus antiguos residentes se cuentan en su inmensa mayoría en el balance de los caídos y desaparecidos. Las imágenes de la reconquista de Palmira mostraban, en lo que a la ciudad moderna se refería, una imagen desoladora, igual de ruinosa y desierta que los restos de la urbe romana, pero sin ningún tipo de estilo ni arte. Bloques de pisos reventados, desconchones, paredes asaeteadas a balazos de distintos calibres, muertos por las calles. Palmira, como otras ciudades del país, apenas es un siniestro decorado en el que se mueven tropas armadas, de una u otra facción rival, y en la que los apenas moradores que restan subsisten escondidos, tratando de sobrevivir en medio de una pesadilla inimaginable.

En fin, que en este caos absoluto y dramático en el que vive Siria se celebran hoy, repito, hoy, elecciones parlamentarias. No se ni quienes se presentan ni cuáles son las estimaciones del resultado, pero la verdad es que importa poco. Votar hoy mismo en Siria es un ejercicio absurdo, cínico y cruel. Es el colmo. Las urnas son el parapeto donde un régimen despótico y asesino se esconde y trata de vencer a múltiples enemigos, tan crueles y despiadados como él, y donde el ciudadano, el votante, hace tiempo que dejó de existir como figura política y, en muchos casos, como persona física. Y de mientras eso sucede allí en España, como niños, seguimos jugando a nuestros queridos tronos.

martes, abril 12, 2016

Mario (es)Conde, Luis Ángel Rojo y las instituciones

Mario Conde detenido por fraude…. Cuando lo vi ayer en los medios tuve que pellizcarme para comprobar que no vivía en el pasado. El hecho de leerlo al instante en internet a través de una gran pantalla plana de ordenador me recordaba, cada segundo, que no estaba en 1993 sino en 2016, pero el personaje, el caso y sus andanzas me retrotraían a unos años olvidados por muchos, pero que fueron muy interesantes, y a un personaje que lo fue todo, todo, todo, en lo social, y que quiso serlo en lo económico y político. Estafador profesional y peligro público para los poderosos, en su carrera se labró muchos enemigos y estos, ante sus fraudes, corrieron raudos a derribarle.

No quiero dedicar el artículo de hoy a las andanzas pasadas de Conde, sino a una lección que pudimos extraer en su momento de todo aquel episodio de Banesto y que nos hubiera sido muy útil para afrontar la burbuja inmobiliaria y el desastre que vino después, especialmente en lo que hace a su parte financiera. En el otoño de 1993, con un Banesto ya quebrado, pero ocultamente, Conde era el símbolo absoluto del éxito, y encarnaba un enorme poder duro, desde su despacho de la calle Alcalá con Gran Vía, y gestionaba el mayor poder blando que uno podía imaginar. Admirado por medio país, envidiado por el otro, era el estandarte del éxito, todos los padres querían un hijo como Conde, era el marido soñado, el triunfador total. Pero además de conspiradores en la sombra, había un hombre, gris, austero y serio, que no comulgaba con esa aura que Conde extendía allá donde pasaba. Se llamaba Luis Ángel Rojo, era Gobernador del Banco de España y desde hacía tiempo tenía muchas sospechas que la fachada dorada que exhibía Conde era, como en el caso de muchas casas ruinosas, la antesala del vacío. Sus inspectores le pasaban informes en los que se veía, desde todas las ópticas posibles, como la situación contable y patrimonial de Banesto era un desastre que no dejaba de agrandarse. Era imposible sostener mucho más aquella situación, ya que la dimensión del banco podría convertirlo en un riesgo sistémico para el todas las finanzas españolas (en aquel momento no se utilizaba esa jerga, ni el “demasiado grande para caer” pero la idea era la misma). Y Rojo, valiente, certero y profesional como él sólo, decidió intervenir. Movilizó a todo el mundo en el inmenso caserón de Alcalá Cibeles y planeó una intervención al que entonces era uno de los mayores bancos de España, tercero o cuarto, por ahí, no recuerdo exactamente. Y ejecutó su actuación un 28 de diciembre, que no tuvo nada de inocente. Aquello sacó a la luz las prácticas irregulares que Conde y su equipo habían perpetrado en la entidad, vaciándola, dejándola tan hueca como, curiosamente, se encuentra hoy mismo el antiguo edificio sede por la obra de construcción de un hotel de lujo en su interior. Hubo un susto tremendo entre accionistas, inversores y gente de la calle, depositantes y ahorradores, pero la pericia de Rojo, unida a su imagen y poder, logró que el conjunto de bancos y cajas españolas actuasen en coordinación con el Banco de España y que no se desatase ni un pánico bancario ni un corralito ni nada por el estilo. Lo que pudo ser un desastre no se consumó, y la gangrena de Banesto no se extendió más allá de su entorno. Finalmente, con la figura de Alfredo Sáenz, el Santander se haría con la entidad tras su saneamiento.

¿Cuál es la lección que nos dejó Rojo? Que siempre habrá pillos que quieran hacer trampas, es inevitable, pero si frente a ellos se sitúan instituciones serias, competentes y profesionales, el daño que esos pillos puedan realizar se limitará. Sin embargo, si esas instituciones no actúan como deben y fracasan, los pillos tendrán rienda suelta y el desastre no conocerá límites (la lección de Acemoglu y Robinson). La crisis de 2008 nos mostró, junto a un montón de pillos, a un Banco de España que, entre otras muchas instituciones, no realizó su labor de supervisión e inspección, por miedo o por sumisión política o por falta de profesionalidad o por lo que fuera. Luis Ángel Rojo y su espíritu ya no estaban ahí. Su ausencia nos costó carísima.

lunes, abril 11, 2016

La ruptura

Toda ruptura de relaciones genera destrozos, de mayor o menor grado. Cuanto más intensa ha sido la relación previa es de esperar que mayores sean los daños y el tiempo necesario para curarlos. En política, sin embargo, estas normas no se aplican siempre. Hay rupturas muy dolorosas tras apenas una legislatura de acuerdo y hay divorcios pactados muy civilizados después de años de convivencia. Y también, como en el amor, hay escenificación, teatro, disimulo, impostura, apariencia y mensajes que dicen una cosa y realmente son otra. Esa es la mejor manera de destruir una relación para siempre. Para que no surja nunca.

¿Hasta qué punto hay teatro en todo lo que estamos viendo en las conversaciones PSOE Podemos? No lo se, pero me atrevería a señalar que domina frente a la realidad. La reunión del pasado jueves mostró un entendimiento muy escaso entre ambas partes, no digamos ya Ciudadanos, el pepito grillo de la sensatez en una mesa en la que el descontrol del gasto y de otras cuestiones estaba más que presente. Las ruedas de prensa tras la reunión dejaron claro que el acuerdo era muy difícil, media resultante del imposible para Ciudadanos y el posible para el PSOE. De hecho cada uno de los dos portavoces parecía que habían estado en reuniones distintas dadas las conclusiones que extrajeron. Podemos, que siempre necesita ser la vedette de todas las funciones, convocó a los medios para el viernes por la mañana, para ser protagonista único que de lo fuera a decir. Con retraso, y la puesta en escena coral que le caracteriza, para así arropar su infinito liderazgo, el líder supremo reencarnado en Pablo Iglesias destrozó en pocas palabras la reunión del jueves, coincidiendo así con Ciudadanos, y no dejó de dar pullas a un PSOE al que acusó de todo lo posible. A medida que hablaba imaginaba yo los sudores crecientes de una ejecutiva en Ferraz que se veía traicionada, como tantos le habían advertido, por un personaje, un estilo y unas formas que no son propias ni de nuestro tiempo ni contexto. Iglesias escenificó la ruptura de un acuerdo que nunca había existido, convocó a sus bases para que, por aclamación, que para eso se les llama, ratifiquen su propuesta, y dio el pistoletazo de salida para la campaña electoral de las elecciones del 26 de Junio, salvo sorpresa de última hora. Un PSOE rabioso salió a las pocas horas para descargar en Podemos toda la responsabilidad de no haber podido llegar a un acuerdo, y anunció que, como ellos son serios, responderían al documento de propuestas que Iglesias llevó el jueves a la mesa de negociación. El enfado de Hernando y el resto de portavoces socialistas era patente, junto a la ausencia de Pedro Sánchez, que nada ha dicho desde hace unos días, quizás compungido por ver como se esfuma su única opción de acceder al gobierno, y así librarse de los enemigos propios que en su partido buscan su cabeza para cortarla. Ayer, en otra escena, el PSOE contestaba al documento que presentó Podemos a la mesa, diciendo que estaba de acuerdo en un 70% de las ideas de los de Iglesias, dando por sentado con ello que el programa económico del PSOE es una filfa, y acusando otra vez a los podemitas de ser los culpables de la falta de acuerdo y de que Rajoy siga en la Moncloa. El argumentario ya conocido.

¿Es todo teatro? Quizás. El PSOE, a sabiendas de que nunca podría aceptar una propuesta de Podemos, los cita para escenificar una ruptura violenta y así cargar a Iglesias la culpa de una falta de acuerdo, responsabilizarle de que Rajoy siga y conseguir con ello el relato necesario para presentarse a las elecciones como la única fuerza que quiso el cambio pero los antisistema no lo permitieron. Y Podemos, que nunca ha querido pactar con nadie, porque ellos son la verdad revelada, busca en esas nuevas elecciones superar de una vez a un PSOE que se escora a la derecha con su pacto con Ciudadanos, frente a ellos, la izquierda verdadera, única, grande y eterna. Sí, quizás todo sea falso.

viernes, abril 08, 2016

La muerte de un bombero (para Eloy)

Se llamaba Eloy y tenía 56 años. Ayer libraba, era su turno de descanso, un día perdido entre semana que, como les pasa a los que trabajan a relevos, sirve para que puedan recuperarse pero apenas para compartir la vida con los suyos, a sabiendas de que para ellos eso del “fin de semana” es una expresión hecha que carece de valor en sus trabajos. No se cuáles eran los planes de Eloy para un lluvioso y frío jueves de abril como el que ayer se abatió sobre Oviedo, pero todos ellos quedaron en suspenso cuando se enteró de que ardía un edificio en una de las calles comerciales de la ciudad y sus compañeros debías acudir a extinguirlo. Y allí se fue él a ayudarles.

La estructura, de planta baja y cuatro alturas, de noble fachada con amplios ventanales, mostraba un aspecto amenazante, con lenguas de fuego saliendo por los cristales y marcos de unas ventanas que ahora servían para alimentar de oxígeno a un fuego feroz que lo devoraba todo. En compañía de otro bombero, Eloy se subió con la escalera del camión a lo más alto del edificio. Mientras las mangueras regaban las fachadas desde la calle cortada, los dos valientes trataban de encaramarse a lo alto del edificio para atacar desde allí las llamas y tratar de que no se extendieran, vía tejados, a los bloques colindantes, dado el elevado riesgo de que algo así pudiera suceder en vista de las dimensiones del incendio. Dejando su plataforma protectora Eloy y sus compañero pusieron pie en el edificio incendiado y empezaron a trabajar desde lo alto, siendo conscientes de que todo a su alrededor era peligroso, de que el riesgo estaba por todas partes y de que necesitaban que algo de suerte les librase de una fatalidad que, en su profesión, siempre ronda. “A ver si esta vez somos capaces de contarlo, como en otras anteriores” pensaron quizás en medio de un infierno de humo, fuego, rescoldos y ardiente oscuridad. De repente, el suelo en el que están los dos compañeros, resentido por las llamas que lo roen desde hace tiempo, no puede más, y se agrieta y vence. Los bomberos ya no hacen pie y caen con una estructura que, planta a planta, viga a viga y forjado a forjado, maderas sin fin, colapsa de manera irregular hasta llegar al nivel del suelo, dejando la fachada como siniestra máscara de un cuerpo derrumbado. Gritos, horror, miedo, compañeros que, desde la calle, observan atónitos como los cascotes del voladizo del tejado caen a la acera mientras las ventanas revientan por la presión de los forjados que se derrumban, llanto entre los que contemplan la escena y que asisten impotentes a ella, sabiendo que son dos las personas que ahora se encuentran dentro de esa prisión, de la que ya sólo se puede ver una cruel fachada como si de barrotes se tratase. Prisas y nervios entre los compañeros, que ahora se encuentran en la obligación de realizar un rescate de los atrapados en el fuego mientras siguen sin descanso con las labores de extinción y protección de los alrededores. El tiempo, que antes jugaba en su contra, ahora corre despiadado sin ninguna misericordia. Saben que cada minuto que pasa la vida de sus compañeros es más débil. No tienen ni idea de cómo ha podido afectarles la caída, ni de en qué estado se encuentran ahora, pero saben que siguen en el peor de los mundos posibles, en el mayor infierno que un bombero es capaz de imaginar, y que de ellos depende el poder rescatarlos. Ahora es su mayor prioridad, es su obsesión. Todos se lanzan a ello, y con enorme esfuerzo consiguen rescatar a uno de ellos, al compañero de Eloy, que se ahoga cuando se le ve a través de la televisión, llevado a uno de los balcones del edificio, y es la máscara de oxígeno que le ponen la que, como un ángel, le salva de una muerte que ya estaba demasiado cerca.

Nada pueden hacer por Eloy. Sale cadáver. En la imagen vemos como su cuerpo, ya envuelto y sobre una camilla, es sacado por otra ventana y subido a una escala, la misma que horas antes le sirvió para llegar a lo alto del edificio, la misma a la que se agarró cuando llegó al lugar del incendio para, en compañía de los suyos, tratar de sofocar las llamas, la misma con la que, en otras pasadas ocasiones, pudo rescatar, salvar vidas y ayudar. Eloy dio ayer su vida por sus compañeros, por los habitantes de Oviedo y por su profesión. Eloy es, en medio de tanto mal ejemplo de vida, obra y pensamiento, el ejemplo eterno de lo que es la profesionalidad y la abnegación. Desde aquí mi agradecimiento a su memoria y mi sentimiento a sus familiares y amigos. Qué orgullosos debéis estar de él!!!!

jueves, abril 07, 2016

Lamentable espectáculo el de ayer en el Congreso

Comparecía ayer Rajoy en el Congreso, a petición propia, para explicar los acuerdos de la cumbre sobre inmigración celebrada en Bruselas hace unas semanas, de la que surgió la resolución de deportar a Turquía a los refugiados sirios que traten de llegar a territorio UE, externalizando en el gobierno de Ankara la presunta solución a ese drama. Era una comparecencia muy importante por el tema mismo y porque, dada la postura del gobierno de no someterse al control del Congreso, suponía la posibilidad, rara, de ver a Rajoy explicándose ante sus señorías.

¿Qué tipo de debate vimos? Ninguno. ¿Qué caso se prestó al drama de los refugiados? Ninguno. ¿Alguno de los intervinientes dijo algo relevante sobre el tema? Ninguno. Toda la sesión fue una continua y escenificada bronca que sólo prestaba su atención y existencia a la reunión a tres prevista para hoy entre PSOE, Podemos y Ciudadanos. La intervención de Iglesias, en su ya habitual estilo macarra, faltón y chulesco marcó el tono de un debate deprimente, en el que cada uno de los intervinientes tomo su tiempo en la tribuna como si de una oportunidad se tratase en una nueva y virtual sesión de investidura. Todos contra todos y alabando las cualidades que cada ponente tendría en caso de llegar al gobierno. A medida que pasaba el tiempo la sensación de bochorno que crecía entre los comentaristas políticos era ya indisimulable y el resultado final del encuentro, nulo por completo, lo dice todo. De entre las crónicas de la sesión se puede tratar de buscar palabras y párrafos que aludan a los refugiados, pero cuesta mucho, disueltas en un mar de reproches en el que, nuevamente, los sirios acaban hundiendo y desapareciendo. Todas las televisiones centraron sus informativos ayer en las acusaciones que se lanzaron Iglesias y Rivera, nuevamente pensando, ellos y los informadores, en el encuentro de hoy. El arte del líder supremo y omnisciente de Podemos para embarrar cualquier diálogo es brillante. Lanza la piedra, insulta sin piedad, acusa a todo el mundo de todo lo posible, desde la posición de la verdad absoluta en la que reside desde que el mundo lo es, y luego señala a los demás como alterados y nerviosos cuando tratan de responder a unas acusaciones que, lanzadas en otro lugar y por cualquier otro personaje, serían como mínimo objeto de querella. Marrullero y sucio, pero efectivo. Iglesias no quería hablar de refugiados, se la soplan, como al resto de parlamentarios, y derivó el debate de ese tema a su enfrentamiento con Ciudadanos para que la reunión de hoy llegase ya calentita y prehorneada. Rivera estuvo listo y acertado en sus respuestas, pero gracias a ellas obvio por completo el tema del debate, y poco aportó. Su rifirrafe con el líder salvador de la patria se saldó en una victoria obtenida en medio de mucho barro, un triunfo inútil. Mientras tanto Rajoy y Sánchez escenificaban sus vetos y cada uno trataba de arrimar el ascua refugiada a su sardina electoral, pero sólo al principio, luego ya, sin disimulos, los sirios fueron puestos en el rincón del olvido y hablaron de lo que realmente les interesa, que es lo malo que es el otro y lo necesario que es cada uno de ellos para el gobierno de España y, aunque no lo dijeran, para su propia y respectiva supervivencia política.

Y los sirios, a ser posible que se ahoguen en el mar o se les mande a Turquía, pero por favor, que no molesten. Este es el mensaje más nítido del debate de ayer sobre el asunto. Así de cruel me parece. Y lo más impactante de todo es que esa idea de fondo (de asesino mar) es la que comparte la mayor parte de la población española y europea. Nos escandalizamos con las imágenes, colgamos pancartas falsas para lavar nuestras conciencias pero no queremos hacer esfuerzo alguno para con los necesitados, porque pueden ser competencia para nuestros propios empleos y servicios sociales. Lo peor del sucio debate de ayer es que, esta vez sí, conectó con el sentir de la población.

miércoles, abril 06, 2016

Lecciones islandesas

Es Islandia un extraño pero sugerente país. Sito en una isla en una posición inverosímil, muy al norte y lejos de todo, su terreno es el afloramiento de la gran falla que separa las dos orillas atlánticas, lo que hace que esté lleno de volcanes y aguas termales. Sus poco más de trescientos mil habitantes viven sometidos, en un entorno de belleza inigualable, a un clima hostil y a una economía de subsistencia, basada en la pesca y apenas unos cultivos, escasos dada la latitud y la meteorología. En Islandia situó Verne el inicio del camino al centro de la Tierra y allí resonó también el terremoto de la crisis de 2008.

Islandia quebró entonces, eso seguro que lo recuerdan. Quizás lo que hayan olvidado es que sigue quebrada. Sus ciudadanos sufren constantes restricciones de salida de capitales del país y viven en una especie de semicorralito, dado el desastroso estado, aún, de sus finanzas públicas y privadas. El rescate de las mismas y la decisión de impagar a los acreedores fue vista por muchos como un gesto de rebeldía por parte de los indómitos ciudadanos islandeses. En España Islandia era un ejemplo a seguir por muchísimos, especialmente los que se hacen llamar progresistas. El hecho de que la quiebra islandesa no afectase a ahorros de ciudadanos españoles nos permitía, por decirlo de una manera, apoyar gratis esa rebeldía isleña. En ese reducto del norte se luchaba contra la especulación y el poder del capital, y otro montón de lugares comunes se podían oír y leer todos los días. La realidad, mucho más prosaica y compleja, en cuya base está el fracaso del modelo económico emprendido por Islandia y su sociedad, se obviaba por completo. Hace un par de años, todavía con una elevada marejada financiera (que sigue ahí, no lo olviden) Sigmundur David Gunnlaugsson, líder del Partido Progresista, un PP de centro populista, ganó las elecciones con el mensaje fundamental de que no iba a permitir que los islandeses se sometieran a las finanzas internacionales y que les liberaría del yugo del rescate. Sigmun, para abreviar, arrasó. Su discurso era el del populismo de siempre, el de la respuesta simple y directa, que es la que busca la gente sometida a presión y dificultad. Esa respuesta suele ser falsa, pero se vende como rosquillas y puede llegar a aupar al poder a quien la enarbola. Y a Sigmun le funcionó. Las elecciones islandesas fueron cubiertas en aquel entonces por varios medios internacionales, entre ellos los españoles, y la llegada al poder de un partido antirescate fue saludada, otra vez, como la victoria del pueblo islandés frente al poder financiero internacional, en una especie de cómic de Astérix en el que los galos vivían no en una aldea perdida sino en una isla (muy muy perdida) y el imperio usaba euros y dólares en vez de sestercios. Otra bella historia, muy falsa, pero que fue comprada por muchos. Nada supimos después del amigo Sigmund y de sus revolucionarias políticas (realmente hace mucho mucho frío en Islandia como para ir allí a hacer varios reportajes) hasta que este Domingo se supo que, gracias a los papeles de Panamá, poseía una sociedad en dicho país que ocultaba cuatro millones de dólares. No se puede negar que Sigmund luchó contra el rescate islandés y, desde luego, empezó por salvarse a él mismo. Pese a ello, sus ciudadanos no captaron la profundidad de ese mensaje y exigieron su dimisión. Tras una espantada televisiva ayer hizo pública su espantada política.

Siglos de aislamiento en lo más recóndito del norte han convertido a Islandia en un excelente laboratorio natural de genética. Casi toda la población es pariente en un grado o en otro y hay genes que permanecen encerrados en la isla y sus generaciones desde tiempos inmemoriales. Así los islandeses pueden gritar, a su pesar, que literalmente, en un pequeño porcentaje, “todos son Sigmun”. La historia política y económica del país, bastante triste la verdad, nos vuelve a poner ante el espejo de lo complejo que es lidiar contra los problemas modernos, los peligros del populismo y, sobre todo, lo corrompible que es el alma humana cuando la tentación llama a la puerta. Y si es de un lugar cálido y confortable, tanto para el dinero como para las personas, más.

martes, abril 05, 2016

Los sastres de Panamá

Darse una vuelta por el listado de personalidades, que así les llaman, que figuran en los papeles de Panamá es reconocer a gran parte de la élite de nuestro mundo. Si eres “alguien” las probabilidades de figurar en esos registros son muy elevadas, casi tanto como el importe de las cuentas corrientes que los respaldan. A escala es lo que pasa en España con las investigaciones por corruptelas, cuando hay un imputado, ahora investigado, en tu entorno, es que empiezas a conocer a quienes realmente controlan y gobiernan el país, quienes deciden qué parte del pastel es suya y, sin miramientos, se la apropian.

Lo único que revelaciones como la de esos papeles no causa es, tristemente, sorpresa. Que un montón de dirigentes políticos de naciones de todo tipo practiquen el fraude fiscal, a la vez que exprimen a los ciudadanos de sus países con impuestos y sanciones, es chocante, vergonzoso, infame, y un montón de adjetivos hirientes que pueden ponerse uno detrás de otro, pero pillan al ciudadano de a pie con el colmillo retorcido y descreído de todo tras años de golpes económicos en la barriga y bolsillo. La sorpresa sería que, por ejemplo, ningún político español figurase en esos registros. Eso sí sería llamativo. Tampoco debiera extrañar que adalides que se han significado tanto por la igualdad social y otras causas de izquierdas, como los Almodóvar o el primer ministro islandés aparezcan en la lista. Son comprometidos, sí, pero de boquilla, no de pasta, como casi todos los que, teniendo posibles, hacen declaraciones para quedar bien. El fraude fiscal no entiende de ideologías o creencias, sólo de cantidad de dinero disponible. Si uno tiene pocos ingresos, poco podrá defraudar, si uno tiene mucho, más podrá hacerlo. En esos caso la ética personal del dueño del dinero será la que determine si se lanza a defraudar o no. Nada más que eso. Y nada menos. Lo que es cierto es que a medida que aumenta la cantidad de dinero de que se dispone, la tentación del fraude y las ganancias derivadas del mismo crecen, más rentable resulta hacerlo por así decirlo, y la ética, de existir en la mente de algunos de estos personajes, se resiente. Y puede llegar a ser franqueada. Más allá de la indignación que esto genera, póngase por un momento en la piel de algunos de los implicados en este asunto, piense que dispone de varios millones de euros (millones, millones, millones de euros) y relevancia y prestigio social ¿Usted defraudaría? ¿Fijaría en España su residencia fiscal, pondría los negocios a su nombre y tributaría en IRPF y sociedades a los tipos marginales máximos? ¿Qué haría cuando abogados y otros profesionales le detallasen los miles y miles de euros que podría ganar dejando apenas un par de firmas sueltas en unos documentos? ¿Resistiría a la tentación? Esa es la gran pregunta. O al menos la que cada uno de nosotros, los que como yo somos asalariados de ingresos medios o bajos, y estamos completamente controlados por Hacienda, debiéramos hacernos. Imaginar una situación como esa y determinar cómo nos comportaríamos, hasta qué punto nuestra ética sería capaz de frenar la ambición que anida en todos (todos) nosotros y probar cómo sonarían en nuestra voz las siempre falsas e iguales disculpas que se usan cuando te pillan en estos fregados, basadas en la ignorancia, la mala fe, el no saber nada y las conspiraciones exteriores. Prueben a ponerse delante de un espejo y reciten, a ver qué tal les sienta el traje de corrupto pillado.

Es lo menor en este asunto, pero nuevamente es la prensa, los periodistas, uno de los sectores profesionales más golpeados por la crisis y que avanza hacia la destrucción de gran parte de su modelo de negocio, quien ha permitido conocer estos datos. No ha sido ningún gobierno ni organismo oficial ni ONG (¿por qué? Pregunta nada inocente) La exclusiva va a reportar ingresos a los medios que la van a gestionar, permitiendo a unos ganar dinero gracias a la pérdida del dinero de otros. No hay santidad en la prensa, como no existe en ningún otro negocio, pero hay que agradecerle, otra vez, su trabajo en pos de que usted y yo sepamos lo que ya intuíamos. Esa es su labor. Y recuerde, sólo un periodista es quien puede hacerlo.

lunes, abril 04, 2016

El inmenso poder de la música (para Bine Bryndorf)

Todos hablamos una lengua, a la que llamamos materna, que aprendemos de niños sin ser consciente de ello. Mejor o peor, la dominamos, nos sentimos cómodos en ella y nos permite entender y hacernos entender. Cuando nos ponemos a estudiar otro idioma el esfuerzo que ello nos supone (y para los que somos torpes en esto como yo ni les cuento) nos hace ver la importancia brutal que tiene el poder comunicarse y entenderse, el usar otras palabras, sonidos y expresiones para dar a entender nuestros gustos y sentimientos, y lo frustrante que resulta muchas veces no ser capaz de hacerlo.

Hay, sin embargo, un segundo idioma que casi todos tenemos y entendemos, y que tampoco nos lo han enseñado, y es la música. Cada uno de nosotros puede tener gustos radicalmente diferentes, opuestos, pero todos sabemos lo que es sentirse atraídos por una melodía, un ritmo, emocionarse por unas notas, distinguir cuándo un tema es alegre y es triste…. ¿Y cómo lo sabemos? ¿Por qué? Ni idea. Pocas cosas hay en la vida más abstractas que la música. Oímos unos violines en tono menor y nos ponemos melancólicos, unas trompetas en fanfarria y nos volvemos marciales, y así miles de experiencias que, a lo largo de casi cada día, nos ofrecen la oportunidad de vernos influenciados por un lenguaje del que la mayoría es completamente analfabeta. ¿Cuántos de ustedes son capaces de leer una partitura? Ese nivel de abstracción hace a la música un lenguaje mágico, lo más parecido que tenemos en la realidad a las palabras que en las obras fantásticas poseen poder al pronunciarse y generan efectos en personas y objetos. Cuando oímos algo que nos gusta y nos conmueve estamos tocados por esa especie de varita que nos llega hasta el fondo. Y nuevamente podríamos preguntarnos el por qué se produce este fenómeno, a qué se debe ese efecto. Y es casi seguro que no lograríamos encontrar una respuesta clara. Lo asociaríamos a momentos del pasado, a un instante que ese sonido nos ha devuelto, a sensaciones que trataríamos de anclar a algún instante o persona, pero quizás llegaría un momento en nuestra búsqueda de argumentos en el que nos veríamos obligados a parar, y a admitir que realmente no tenemos ni idea de cuál es la fibra que ese sonido, esa pieza, ha tocado en nosotros. Y ante ese vacío de la razón sólo queda el sentimiento y el goce. Nos da, me da, miedo admitir que muchos de nuestros actos no tienen justificación alguna, que suceden y que no podemos explicarlos, que nos inventamos excusas y argumentos para tratar de darle sentido a lo que en el fondo sabemos que no lo tiene. El arte, y más concretamente la música, nos enfrenta muchas veces antes este vértigo (i)racional y nos arrastra. Por eso nos gusta tanto y, a la vez, es tan poderoso. Y bien usado es una enorme fuente de felicidad, y mal utilizado puede servir para alterar y manipular a las personas como pocas fuerzas son capaces de ello. En un mundo cada vez más racional, economicista y medido, en el que la técnica se ofrece como la alternativa para suplir todas nuestras carencias, y donde nos hemos convertido en dependientes de la misma, reencontrarse con estas sensaciones primarias, motivadas por una obra de arte, resulta conmovedor, rupturista y genuino. Y dada la vida que vivimos, muy transgresor.

Este sábado, en el Auditorio Nacional, dentro del ciclo Bach Vermut, volví a experimentar esa sensación de placer musical. Apareció ante el escenario Bine Bryndorf, organista danesa a la que no conocía de nada. Alta, espigada, delgada. Se puso al teclado e interpretó una hora de concierto sin fallo alguno, pero , sobre todo, con un gusto y una delicadeza asombrosa. Piezas como la BWV 577, 768, 622 o 550, por reseñar algunas, fueron ejecutadas con todo el cariño y perfección posible, ofreciendo unas versiones que, para mi, fueron, sin más, perfectas. Acabé llorando como un tonto, pensando en usar una falsa alergia como excusa si alguien me veía así, y ese sentimiento de belleza alcanzada aún me dura hoy. Solo puedo dar las gracias por ello.

viernes, abril 01, 2016

Dos grandes pérdidas (Imre Kertész y Zaha Hadid)

Quiso la casualidad que ayer, antes y después de que se hiciera oficial la desastrosa cifra del déficit público de 2015, un desbordante 5,2%, se conociera la muerte de dos grandes figuras de la creación que, en distintos ámbitos y con vidas completamente opuestas, llegaron a lo más alto en el arte que practicaban, y obtuvieron el reconocimiento merecido, pese a contar, cada uno de ellos con enormes dificultades de partida. El escritor Imre Kértesz y la arquitecta Zaha Hadid encarnan dos polos opuestos en el mundo de la creación. Su muerte los ha unido.

Kértesz recibió el Nobel de literatura en 2002 por toda su obra, centrada en la atroz experiencia de los campos de concentración nazis. Fue un superviviente de Auschwitz, y con decir eso casi todo lo demás sobra. Sus libros se centraron en expurgar de sí mismo los demonios con los que allí vivió, el infierno que conoció en vida, a expensas de si lo hay o no en el hipotético más allá. Consciente de que fue un privilegiado por no haber muerto, como los miles que le rodeaban, trató de contar su vida como ejemplo de ese horror y como testimonio para que las generaciones posteriores, las que sólo verán el holocausto como un recuerdo, las que enterrarán a personas como él, los últimos testigos del mal, no olviden lo que pasó. Húngaro de nacimiento y nacionalidad, su vida fue discreta, su salud inestable y llevaba ya un tiempo retirado de la literatura y de los focos, de los que nunca fue amante. Como todos los supervivientes de esa experiencia, nunca logró recuperarse plenamente de ella. El caso de Zaha Hadid es casi el opuesto. Iraní de nacimiento, y anglófila de creencia y vida, Hadid llegó a ser la arquitecta más famosa del mundo, en una profesión dominada completamente por hombres, partiendo de una sociedad, la iraní, que en muchos aspectos da más importancia a los muebles del salón que a las mujeres que en la casa habitan. Subida a la ola de los arquitectos estrella, dotada de un genio tanto para el diseño como para vender sus productos y marca, Zaha se elevó al estatus de estrella internacional, de icono de esos que persiguen los políticos de medio mundo para instalarlos en sus ciudades y presumir (y de paso disparar aún más el déficit público), y se embarcó en una vida de lujos, glamour y focos de la que disfrutaba muchísimo, y que le parecía venir tan natural como las orgánicas formas que caracterizaban sus estructuras. Su obra en España no es muy amplia, destacando quizás por encima de todo las construcciones relacionadas con la Expo del agua de Zaragoza, con su puente y torre. Entre sus proyectos paralizados por la explosión de la burbuja se encuentra el edificio de oficinas que iba a ser sede de Euskotren y que se iba a levantar en el solar que ha quedado despejado en Durango, Vizcaya, a nueve kilómetros de Elorrio, tras la eliminación de las vías que cruzaban la localidad. Es poco probable que, con los presupuestos actuales, esa obra se lleve a cabo, aunque si seguimos tan despendolados con el déficit quizás se edifique. Aquejada de una tos permanente, una voz muy grave y una figura deformada por un sobrepeso continuado, Hadid falleció ayer de manera sorprendente a los 65 años, sólo, en Miami por un problema respiratorio

Así, el único nexo común entre la vida de un escritor superviviente y una arquitecta estrella es, como antes señalaba, la excelencia de su obra. Vidas y experiencias diametralmente opuestas, introspección traumática frente a exaltación mediática, pero cuando Kertész se ponía a escribir y Hadid a diseñar el genio que en ambos residía era capaz de generar frases y formas que a todos conmovían, uniendo sus carreras en una curiosa simbiosis de belleza, surgida desde raíces tan dispares, opuestas y, hasta cierto punto, incompatibles. En los registros de obituarios ya siempre permanecerán juntos. De ambos nos quedan sus obras y testimonios de vida. Aprendamos de ellos.