viernes, abril 01, 2016

Dos grandes pérdidas (Imre Kertész y Zaha Hadid)

Quiso la casualidad que ayer, antes y después de que se hiciera oficial la desastrosa cifra del déficit público de 2015, un desbordante 5,2%, se conociera la muerte de dos grandes figuras de la creación que, en distintos ámbitos y con vidas completamente opuestas, llegaron a lo más alto en el arte que practicaban, y obtuvieron el reconocimiento merecido, pese a contar, cada uno de ellos con enormes dificultades de partida. El escritor Imre Kértesz y la arquitecta Zaha Hadid encarnan dos polos opuestos en el mundo de la creación. Su muerte los ha unido.

Kértesz recibió el Nobel de literatura en 2002 por toda su obra, centrada en la atroz experiencia de los campos de concentración nazis. Fue un superviviente de Auschwitz, y con decir eso casi todo lo demás sobra. Sus libros se centraron en expurgar de sí mismo los demonios con los que allí vivió, el infierno que conoció en vida, a expensas de si lo hay o no en el hipotético más allá. Consciente de que fue un privilegiado por no haber muerto, como los miles que le rodeaban, trató de contar su vida como ejemplo de ese horror y como testimonio para que las generaciones posteriores, las que sólo verán el holocausto como un recuerdo, las que enterrarán a personas como él, los últimos testigos del mal, no olviden lo que pasó. Húngaro de nacimiento y nacionalidad, su vida fue discreta, su salud inestable y llevaba ya un tiempo retirado de la literatura y de los focos, de los que nunca fue amante. Como todos los supervivientes de esa experiencia, nunca logró recuperarse plenamente de ella. El caso de Zaha Hadid es casi el opuesto. Iraní de nacimiento, y anglófila de creencia y vida, Hadid llegó a ser la arquitecta más famosa del mundo, en una profesión dominada completamente por hombres, partiendo de una sociedad, la iraní, que en muchos aspectos da más importancia a los muebles del salón que a las mujeres que en la casa habitan. Subida a la ola de los arquitectos estrella, dotada de un genio tanto para el diseño como para vender sus productos y marca, Zaha se elevó al estatus de estrella internacional, de icono de esos que persiguen los políticos de medio mundo para instalarlos en sus ciudades y presumir (y de paso disparar aún más el déficit público), y se embarcó en una vida de lujos, glamour y focos de la que disfrutaba muchísimo, y que le parecía venir tan natural como las orgánicas formas que caracterizaban sus estructuras. Su obra en España no es muy amplia, destacando quizás por encima de todo las construcciones relacionadas con la Expo del agua de Zaragoza, con su puente y torre. Entre sus proyectos paralizados por la explosión de la burbuja se encuentra el edificio de oficinas que iba a ser sede de Euskotren y que se iba a levantar en el solar que ha quedado despejado en Durango, Vizcaya, a nueve kilómetros de Elorrio, tras la eliminación de las vías que cruzaban la localidad. Es poco probable que, con los presupuestos actuales, esa obra se lleve a cabo, aunque si seguimos tan despendolados con el déficit quizás se edifique. Aquejada de una tos permanente, una voz muy grave y una figura deformada por un sobrepeso continuado, Hadid falleció ayer de manera sorprendente a los 65 años, sólo, en Miami por un problema respiratorio

Así, el único nexo común entre la vida de un escritor superviviente y una arquitecta estrella es, como antes señalaba, la excelencia de su obra. Vidas y experiencias diametralmente opuestas, introspección traumática frente a exaltación mediática, pero cuando Kertész se ponía a escribir y Hadid a diseñar el genio que en ambos residía era capaz de generar frases y formas que a todos conmovían, uniendo sus carreras en una curiosa simbiosis de belleza, surgida desde raíces tan dispares, opuestas y, hasta cierto punto, incompatibles. En los registros de obituarios ya siempre permanecerán juntos. De ambos nos quedan sus obras y testimonios de vida. Aprendamos de ellos.

No hay comentarios: