jueves, abril 28, 2016

El futuro del petróleo pasa por Arabia Saudí

Aunque en estos últimos meses el barril ha recuperado algo de fuelle y cotiza en torno a los 42 44 dólares, tras los mínimos cercanos a los 30 de febrero, es evidente que el negocio del petróleo sufre un duro golpe a estos niveles, y que las alternativas al mismo, especialmente la movilidad eléctrica, empiezan a ser una amenaza al surtidor a medida que la tecnología de las baterías mejora. Allá donde más petróleo se produce y donde más se vive de él es donde va a resultar más necesario realizar reformas profundas para garantizar la pervivencia de la sociedad. Y ese lugar, estratégico, es Arabia Saudí.

Extraño país, reino feudal propiedad de la familia Saud, que hasta lo bautizó como si fuera parte de su estirpe, Arabia Saudí es la más poderosa de las llamadas monarquías del golfo, petroestados regidos por un islamismo radical y cuyo estilo político y social de vida es casi medieval, feudal en todos los aspectos. La inmensa mayoría de los ingresos del país provienen de un petróleo de muy alta calidad y bajísimo coste de extracción, un chollo absoluto, que ha permitido que ríos de divisas afluyan a ese país (en este caso país equivale a familia reinante) y así se puedan subvencionar todo tipo de costes. La economía saudí funciona como un atleta muy muy dopado, y mantiene un artificial nivel de vida por esas rentas. Si el petróleo dejara de ser “el activo” que lleva siendo durante décadas la quiebra de esa nación sería casi instantánea, y el colapso de su sociedad, y no sería aventurado pensar en una guerra entre lo que quede, tras el fin del maná. La bajada del crudo de 2015 2016 ha sido considerada por muchos analistas como un primer aviso de que el mercado de petróleo empieza a llegar a un punto de saturación. Es cierto que el consumo aún crecerá en el futuro por la demanda asiática, pero cada vez lo hará más despacio, y en los países occidentales es de esperar que empiece a bajar por cada coche eléctrico competitivo que llegue al mercado, o por la mera eficiencia en el uso del combustible. El fin del petróleo convertiría a los Saud en lo que eran en el siglo XIX, los jefes de una caravana de beduinos y pastores, que sobrevivían en el rigor de las arenas del desierto y en la intolerante interpretación wahabita del islam. Por ello, y viendo las barbas de sus vecinos pelar, ha anunciado en estos días uno de los príncipes saudíes, hay cientos, que su país va a comenzar un periodo de profundas reformas en lo económico, no en lo social, para tratar de garantizarse un flujo de ingresos alternativos al crudo y que, poco a poco, lo vaya supliendo. Es una buena idea, sobre todo porque el país aún tiene tiempo para poder virar su rumbo, viraje que en todo caso será lento y conflictivo. Uno de los anuncios de esta semana, impensable y que nunca siquiera había sido sugerido en el pasado, es el proceso de privatización parcial y salida a bolsa de Aramco, que es el nombre del monopolio saudí de la explotación petrolífera. La historia de Aramco es impresionante, y en ella participan nombres míticos como la Standar Oil de Rockefeller y otras sagas norteamericanas que, a principios del siglo XX, descubrieron que bajo el desierto saudí se escondía la mayor riqueza del planeta Tierra. Con el paso de los años los Saud nacionalizaron aquella empresa y desde entonces es una especie de ministerio del país. Sobre su valor siempre ha habido especulaciones de todo tipo, pero dando por sentado siempre que es la empresa con mayor valor del mundo. Las últimas cifras la valoran por unos 1,8 billones de euros, billones europeos. Apple, la reina en bolsa (qué palo se pegó ayer) vale más o menos un tercio de esa mareante cifra.

La idea Saudí es hacer una colocación inicial pequeña, de un 5%, y con los ingresos obtenidos, una cifra disparatada, crear un fondo soberano que invierta en tecnologías, negocios alternativos y sirva de palanca para el desarrollo del país. El año pasado Arabia Saudí cerró sus cuentas con un desatado déficit público y una deuda creciente que, pese a ser aún muy pequeña, evoluciona sin control alguno. Todos estos movimientos económicos tendrán su reflejo, y muy intenso, en el convulso tablero geoestratégico local y, desde luego, global. No olviden tener a Riad y lo que allí suceda en su punto de mira, de allí vendrán noticias y momentos muy importantes, no lo duden.

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