viernes, agosto 30, 2013

EEUU atrapado en el avispero sirio


Ayer, con un resultado que no deja de ser una relativa sorpresa, el parlamento británico votó en contra de la intervención militar en Siria por un estrecho margen. Esto fue debido a que los liberales, socios del gobierno de Cameron, votaron en contra de mismo, uniendo sus votos a la oposición laborista, y a que dentro de las propias filas conservadoras no hay entusiasmo, sino más bien lo contrario, respecto a lo que se está organizando en torno al ataque. Cameron, que no tiene porqué respetar el resultado de la votación, es muy probable que acabe haciéndolo y quitándose de en medio de lo que empieza a ser un marrón más que considerable.

Eso deja a EEU sólo ante la disyuntiva de si atacar o no. Habría que hacer bastantes matices a esta frase, porque sólo lo que se dice sólo EEUU lo está siempre, dado que se basta y sobra para hacer lo que desee. Recordemos que el buscar coaliciones internacionales y apoyo de socios a sus ataques no es sino una manera de otorgar legitimidad a la actuación del único ejército del mundo que, hoy en día, es capaz de intervenir en todo el planeta. Por ello la sensación de soledad es relativa, similar a la que sufren los gobiernos con mayoría absoluta frente a un montón de pequeños partidos opositores. Sin embargo no se puede negar que esta negativa británica es un revés para la situación en la que se encuentra la Casa Blanca, cada vez más encerrada en una dinámica peligrosa que le impulsa a actuar sí o sí. Ayer surgió en la red el debate entre varios expertos, millones de veces más cualificados que yo para opinar al respecto, sobre si finalmente EEUU se lanzará en solitario a un ataque, de reducidas dimensiones y quirúrgicas intenciones, o amagará y se echará para atrás. La mayor parte de los argumentos, tanto a favor como en contra, estaban relacionados con la legitimidad derivada del uso del armamento químico, la tardanza en hacerlo tras dos años de guerra desatada y las potenciales peligrosas e imprevisibles consecuencias que tendría el ataque. Todo eso es cierto, y debe ser ponderado adecuadamente en la balanza, pero hay un argumento de peso que, a mi entender, condiciona el que finalmente sí vaya a haber acción militar norteamericana (David, otra vez haciendo pronósticos en los que te puedes equivocar completamente, no aprendes…) y es la propia imagen del país y la seriedad que puedan tener sus palabras en un futuro. Quizás, ingenuamente, Washington pensó que la mejor manera de no meterse en el avispero sirio era poner para ello una condición, el uso de armamento de destrucción masiva, en este caso química, por parte del régimen, conocedora la Casa Blanca del suicidio que tirar de ese recurso supondría para Asad. El mensaje era más o menos “que se maten cuánto y cómo quieran, pero sin química” y allí, en ese punto, trazó Obama una línea roja que hizo pública y explícita. Lógico, correcto y con sentido, sí, pero a veces la vida es irracional. Nadie parece albergar dudas ya de que la semana pasada sí tuvo lugar un ataque con armas químicas que causo cientos de muertos cerca de Damasco, aunque los detalles son muy confusos. Uno de esos detalles, quién llevó a cabo ese ataque, es uno de los más importantes, y es probable que no lleguemos a saberlo. La cuestión es que, con los cadáveres muy frescos tras los últimos estertores, la línea roja de Obama había sido franqueada del todo, y por ello el gobierno de EEUU se enfrentaba a un complejo dilema. Actuar, en concordancia con sus mensajes pasados, o esconderse. Por usar un concepto de política monetaria, hacer creíbles las expectativas creadas o sorprender a los agentes del mercado y sembrar las dudas sobre la veracidad de su discurso. Inicialmente Obama y su equipo, con Kerry a la cabeza, se lanzaron a cumplir sus amenazas para ser coherentes con lo anunciado en un principio. Ahora creo que ya no tienen margen para volverse atrás.

Y es que, si se arrepienten y no atacan, ¿Cuál será la credibilidad futura de los mensajes que salgan de la Casa Blanca? ¿Cuál su fuerza e influencia en el mundo? Un país irrelevante como España se puede permitir el lujo de incumplir sus compromisos, aunque siempre sea a un coste, pero EEUU no puede quedar en ridículo amenazando con actuar, anunciando el ataque y luego echándose para atrás. Puede que el uso de las armas químicas haya sido un cebo orquestado por vaya usted a saber quién para atraer a EEUU y enredarle en la guerra siria, es una hipótesis retorcida aunque muy sugerente, pero sospecho que, una vez lanzado el órdago, Obama no puede decir que iba de farol. De hacerlo nadie creería ya en su juego ni en sus cartas. Por eso creo que, finalmente, EEUU atacará.

jueves, agosto 29, 2013

Tormenta de verano


Ayer, por primera vez desde que empezó el verano de verdad, y cuando parece que empieza a acabarse, llovió en Madrid. Lo hizo de una manera caprichosa, irregular, con fuertes trombas en la zona noroeste, cercana al aeropuerto, y jirones indecisos en el resto de la ciudad, que mojaron el suelo, refrescaron y aliviaron la sequedad ambiental que llevaba semanas, meses, reinando sin oposición alguna. Parecía por momentos que las gotas, tímidas, pedían permiso al recalentado asfalto para tirarse contra él y, una vez concedido, lo hacían con cuidado, con elegancia, como si no quisieran romper la calma del suelo…. Sí, llovió con cuidado…

Ilusionado por el chubasco y nuevas formaciones nubosas que se encaminaban hacia la ciudad desde el suroeste, llegue por la tarde a casa y cámara en ristre me subí a un pequeño promontorio que está cerca de mis pisos, en una zona que iba a ser la culminación de un gran parque verde que flanquea todo mi barrio, pero que por motivos de agotamiento presupuestario sigue siendo una especie de vertedero que linda con las zonas que sí llegaron a arreglarse. Hay por así decirlo, un punto de transición entre el jardín arreglado y el arenal salvaje que indica eso de “hasta aquí llegó la pasta”. Esa elevación de la zona salvaje no es tan prominente como la del parque de las tetas, ni si quiera como la que se encuentra al final de la zona arreglada, en la que se ha aprovechado para hacer una especie de mirador, pero a cambio está mucho más cerca de mi portal, hecho relevante si, como preveía, una nueva tormenta se iba a pasar sobre mi cabeza. En fin, allí subí, me aposté y esperé. Y como veía por el radar de la web de AEMET un potente chubasco se acercaba a Madrid desde la zona de Toledo, pero no era necesario que prestase atención a la pantalla de mi móvil, no. Ante mi se encontraba una enorme formación nubosa, oscura, que cubría todo el flanco sur y este de mi visión, de la que se descolgaba una columna negra de precipitación, lo que le hacía tomar al conjunto una forma muy parecida a las que adoptan las grandes explosiones nucleares. Aunque parecía estar cerca, la columna de lluvia se encontraba a bastantes kilómetros de mi posición, los suficientes para que se pudiera apreciar toda la base de la nube y su inmensa extensión, al lado de la cual una ciudad enorme como Madrid no es sino una pequeña porción de terreno presto a ser barrido. Se intuían rayos de fondo, pero se veían también lejanos y no se oían. Con el paso de los minutos la tormenta se acercó, y empezó a virar, de tal manera que recorrió una trayectoria en sentido este oeste más que suroeste noreste, por lo que pasó por la parte sur de la ciudad y localidades limítrofes, pero no llegó a afectar a Madrid centro ni a mi barrio, sito al este. Eso sí, estaba mucho más cerca, podía distinguir las cortinas de precipitación y se veían los rayos con mucha mayor claridad, llegándose incluso a escuchar algún trueno, amortiguado por la distancia y el ruido incesante de una ciudad que no para. Y a medida que la tormenta se movía hacia el este dejaba abierto un flanco en el oeste, por el que cada vez se colaban más rayos de un sol al que ya no le quedaba demasiado tiempo para ponerse. A una media hora de su puesta emergió el sol de entre las nubes, inmenso, sin que nada se le interpusiera, y empezó a iluminar las cortinas de lluvia con unos rayos muy horizontales, preludio de su despedida, y la imagen empezó a ser sobrecogedoramente bella.

Pero es que pasados unos minutos, el sol se puso entre los edificios del fondo, y los últimos rayos antes de que llegara el anochecer provocaron un espectáculo maravilloso, en el que la luz, roja, cobriza, de unos tonos y gamas que no soy capaz de describir por no saber ni los términos adecuados, lo inundaba todo, chocaba con la base de la tormenta, que iba a lo suyo, y componía una escena de color y luz como pocas he visto en mi vida. Varios curiosos que estaban cerca de mi posición parecían estar igualmente asombrados, e incluso aparecieron un par de coches de policía por allí cuyos ocupantes, a todo correr, llegaron a mi punto de observación y empezaron a sacar cámaras y móviles para retratar una escena de una belleza total, embriagadora, absoluta…. Créanme, lo de ayer fue un espectáculo difícil de superar.

miércoles, agosto 28, 2013

El, cada vez menor, poder de EEUU


Seguro que alguno pensará que me he equivocado en el título del artículo justo cuando parece que estamos a las puertas del ataque de EEUU y aliados a las fuerzas de Asad como castigo por el uso de armas químicas. Con alta probabilidad vamos a volver a asistir al despliegue del mayor potencial militar de la historia, gobernado desde unas consolas de ordenador, y sin que un solo soldado pise el terreno contemplemos el alcance de misiles, aviones y demás parafernalia salida en apariencia de un cómic, pero poseedora de una capacidad de destrucción difícil de imaginar. Justo ahora, ¿EEUU es débil?

Pues sí. De hecho todo el transcurso del conflicto sirio ha revelado la cada vez mayor debilidad de EEUU, o si se prefiere, el fin del tiempo en el que EEUU podía hacer lo que quería. Algunos sitúan ese momento en la guerra de Irak, última de las grandes guerras occidentales, o promovidas por, en la que EEUU laminó Irak pero demostró no saber gobernar ni administrar un país ocupado. Yo prefiero situar ese punto de inflexión en la caída de Lehman Brothers, quizás por mi preferencia economicista, pero lo cierto es que, después de años de predominio norteamericano, que tras la caída de la URSS se suponía que iban a ser muchas décadas, el mundo unipolar se está transformando en un auténtico caos en el que EEUU sigue siendo una hiperpotencia militar pero que posee unas bases cada vez más frágiles. Nuevamente es la economía la determinante de esa fragilidad, ya que su crecimiento económico empieza a no ser capaz de absorber toda la deuda que ha originado el desaforado consumismo de la sociedad estadounidense. Con una China que cada día se acerca más a las cifras macroeconómicas de la potencia, pese a que sigue poseyendo una clase social desestructurada y un nivel de desigualdad insoportable, los analistas americanos observan con cautela y temor como poco a poco dejan de presidir las encuestas sobre producción, consumo y demanda de productos, valores prominentes que son ocupados día tras día por China. No sería esta la primera vez que asistimos a un fenómeno similar, dado que en los ochenta Japón ya protagonizó una escalda frente a EEUU que asustó mucho a los norteamericanos. El estallido de la burbuja nipona y su postración económica lo eliminó como rival económico, y bien pudiera ser que China corra un destino similar en breve plazo, dados los evidentes síntomas de burbuja que se observa en su sector inmobiliaria y de producción, derivados de una tasa de inversión monstruosa, pero no es menos cierto que con los años los EEUU, como es normal, empiezan a dar muestras de cansancio en lo que hace a liderazgo global y, sobre todo, estabilidad financiera y macroeconómica. Sus déficits crónicos no pueden mantenerse indefinidamente, sus gastos deben contenerse y proceder a una recapitalización de las infraestructuras del país, que en muchos casos se han quedado obsoletas tras años de liderazgo y uso intenso. Sin embargo no se ve decisión a la hora de elaborar un plan a largo plazo que devuelva la salud económica al gigante. Se parchea y tira de política monetaria, pero eso no generará una recuperación vigorosa. Y sin ella será imposible mantener un potencial militar que permita, sobre el papel, controlar el mundo.

De hecho la presidencia de Obama deja a las claras las limitaciones que acongojan al, supuestamente infinito, poder que emana del despacho oval. Un presidente indeciso y temeroso ante las decisiones trascendentes, que tiene una Cámara de Representantes (nuestro congreso) en manos de los republicanos, que le boicotean muchas de sus iniciativas, y una sensación de parálisis que no abandona Washington DC desde hace años provoca que el poder USA, el enorme poder de ese inmenso país, esté en horas bajas. Súmenle a ello la sorpresa y miedo con la que se observa, no sólo desde allí, el marasmo que se vive en Siria y todo oriente medio y tienen muchos de los ingredientes que definen a este complejo mundo, cada vez más multipolar, en el que estamos empezando a vivir.

martes, agosto 27, 2013

Lo de Siria se pone serio


La comparecencia de ayer del Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ex candidato demócrata ante Goeorge Bush en2004 si no recuerdan mal, elevó la tensión en lo referido al conflicto de Siria y supuso la mayor amenaza que, hasta el momento, ha hecho efectiva el gobierno de Washington frente al dictador Asad. Kerry afirmó que es indudable el uso de armas químicas por parte del régimen de Damasco, término éste no destinado a los sirios, sino a los países que son sus aliados, y prometió una respuesta proporcional a la gravedad de los sucesos. ¿Cuál? ¿Cómo? Eso no se sabe.

El desmadre sirio ha encerrado a EEUU en un peligroso avispero del que cada vez lo tiene más difícil para salir indemne. Al inicio de la guerra, cerca hace ya de dos años, muchos analistas auguraron que la caída del régimen de Damasco sería rápida, y la guerra cruenta pero breve, por lo que no sería necesario intervenir. El tiempo ha demostrado que ese vaticinio estaba profundamente equivocado. Convertida en una cruel guerra civil, Siria se desangra en una enfrentamiento a cara de perro entre un régimen sátrapa y asesino, que no duda en usar toda la fuerza de la que dispone, convencional o no, frente a los que lo atacan para perpetuarse. En frente a él se sitúa una amalgama de opositores cuyo único nexo es desear colgar a Bashar Al Asad en una plaza de Damasco. Milicias regulares, desertores del ejército, combatientes extranjeros, fuerzas de Al Queda, islamistas, soldados de fortuna… el caos. Esa baza, yo o el caos, es la que Asad sigue jugando, sabiendo que su caída pudiera poner al islamismo el país en bandeja, país que recordemos tiene frontera con Israel. Así pues, en este asunto el único que tiene claro qué es lo que quiere es el propio Asad. Los Estados Unidos, por su parte, se debaten en un mar de dudas. Sin ninguna gana de poner tropas en un terreno infestado de peligros, en el que las bajas serían elevadísimas, y sin tener claro en nombre de quién emprenderían una lucha, la postura de la Casa Blanca va virando poco a poco del estilo Rajoy, esperar a que se pudra todo y llevarse el fruto maduro, hacia una visión más intervencionista, pero sin el uso de fuerzas regulares. Es probable que en los planes de ataque que le hayan presentado a Obama el Pentágono haya diseñado una estrategia de intervención quirúrgica, basada en misiles lanzados desde buques de guerra, y bombardeos muy selectivos, quizás mediante bombarderos que partan y retornen directamente de suelo estadounidense, quizás incluso con drones, a algunos de los acuartelamientos y bases de las tropas de Asad, no tanto para decantar la guerra como para lanzar un mensaje del tipo “ándate con ojo, porque sino…” Sería, usando un símil poco pedagógico, algo así como pegarle un sopapo a un niño para esperar a ver si cambia de conducta, antes de darle una paliza de verdad. De esta forma se intervendría, acallando las críticas internacionales que piden una acción cada vez con más fuerza, se haría de una manera suave y controlada, y con un riesgo de bajas para las tropas norteamericanas cercano a cero. En todo caso, sea más o menos aséptica, sería una intervención en toda regle y metería de lleno a Washington en ese avispero, que es exactamente lo que la Casa Blanca no desea. Y recordemos que la situación actual ofrece pocas perspectivas de victoria clara para ambos bandos y sí mucha inestabilidad y juego sucio pase lo que pase.

Además intervenir tendría dos problemas añadidos. Uno sería el tensar aún más las relaciones con Rusia, fiel aliado del régimen de Asad, en un contexto ya muy escabroso tras el caso Snowden, y supondría remover la estabilidad, por decir algo, de una zona convulsa, en la que es casi seguro que Irán no se quedará de brazos cruzados viendo como EEUU ataca a su aliado. Por si esto fuera poco, el frente interno no va bien, dado que las encuestas muestran que no hay apoyo popular a una intervención, cansada como está la ciudadanía norteamericana de guerras en Oriente Medio sin resultados. También está por ver el efecto que tendría una guerra en la débil recuperación económica que vive el país. En fin, un embrollo de los gordos, en la que no hay soluciones buenas. Sólo malas o peores.

viernes, agosto 23, 2013

El año sin verano, jajajaja


Estamos a 23 de agosto, al final de una semana tórrida, la que probablemente haya sido la más calurosa en lo que llevamos de verano, y ha transcurrido lo suficiente del mismo, dos tercios, como para hacernos una ligera impresión de si los agoreros pronósticos que, allá por Mayo Junio se publicaron en la web, anunciando un año sin verano como el de 1816, finalmente se han cumplido o no. Cuando aquella noticia saltó a los medios se organizó un revuelo enorme, y recuerdo el ejercicio de honestidad y profesionalidad que hicieron los del espacio de El Tiempo de TVE mostrando tres predicciones estacionales que daban tres escenarios diferentes.

La realizada por la NOAA norteamericana auguraba un verano algo más cálido y seco de lo habitual, la de la AEMET español preveía un verano normal, sin parámetros destacables, y la de la web francesa preveía, obviamente, un mal verano, con temperaturas por debajo de la media y abundantes precipitaciones. Mostrando los escenarios Albert Barniol, el presentador del espacio aquella noche, dejaba escapar una sonrisa que venía a decir “no se fíen de ninguno de los tres, porque esto no lo acierta nadie”. Y ese es el mensaje con el que deben quedarse cuando vean previsiones a largo plazo y tendencias de estaciones. Sinceramente, con el conocimiento y medios actuales es imposible predecir cómo se va a comportar una estación en una zona del globo. Son tantas las variables que deben ser analizadas, los datos que se necesitan recopilar y, sobre todo, lo que aún se desconoce en relación a la influencia que unos factores pueden ejercer sobre otros que realizar este tipo de pronósticos es un ejercicio muy sofisticado pero que, a día de hoy, no ofrece una información mucho más precisa que la resultante de echarlo a los dados o a cara y cruz. Así de duro, pero así de real. Los modelos meteorológicos han progresado enormemente en lo que hace a pronósticos a corto plazo, de tal manera que hoy en día las previsiones a 72, tres días, tienen un grado de acierto cercano al 95% y las previsiones semanales pueden alcanzar valores de probabilidad muy elevados en determinadas circunstancias, como por ejemplo la que estamos viviendo estos días, con un anticiclón estancado y una masa de aire cálido quieta sobre la península ibérica. En épocas de mucho cambio de tiempo, casi siempre en primavera y otoño, los pronósticos semanales dejan de ser fiables y se limitan a mostrar múltiples escenarios que pueden darse o no, pero con un alto grado de error. Pueden creerme que se dedica mucho esfuerzo, investigación, tiempo de reloj y dinero a predecir la temperie, que es la palabra castellana que significa el tiempo atmosférico, el “weather” español, pero el reto es inmenso. Algunos de los mayores ordenadores del mundo están construidos específicamente para este fin, y apenas son capaces de ofrecer resultados consistentes a los mencionados siete días. Necesitamos muchas más estaciones de seguimiento que nos ofrezcan datos sobre la superficie que tratamos de estudiar, y la proliferación de aficionados y estaciones automáticas conectadas a internet es una maravillosa noticia en este sentido, y webs como meteoclimatic son un ejemplo de lo que es el futuro del seguimiento y la observación, pero como antes señalaba, además de datos y potencia de cálculo, nos falta conocimiento. Por ejemplo, se sabe que unas aguas marinas más calientes tras el verano son condición necesaria para que las tormentas de otoño tengan mayor intensidad, pero aún se desconoce cómo se produce ese fenómeno. Sabemos cómo evoluciona una tormenta, pero no podemos prever, ni con horas de margen, su formación sobre un determinado núcleo de población y hacia dónde se va a desplazar, hecho que en EEUU es la casusa de numerosas muertes debido a los tornados que, muchas veces, están asociados a los núcleos tormentosos. En definitiva, que nos queda un mundo por aprender.

Y a lo que iba al principio. ¿Qué sensación tiene usted de este verano? ¿Ha sido frío, cálido, ni fu ni fa? En esto del tiempo cada uno tiene una impresión que es la verdadera y única, pero estarán de acuerdo conmigo en que ha hecho un verano de verdad, de los de toda la vida, con calor sofocante y sudores. El primer análisis del mes de Julio, publicado por AEMET, habla de un mes muy cálido y seco en España, en el que apenas destacan los episodios tormentosos, que sí están siendo intensos en Agosto, pero localizados en Pirineos y en la zona este del país (sistema Ibérico y Cataluña principalmente). Vamos, que ha hecho un tiempo como para haberles dejado a los de la web francesa sentaditos una tarde sin sombrilla en al puerta del Sol para ver qué sensación obtenían…

Subo el fin de semana a Elorrio y me cojo el Lunes festivo, hasta el Martes!!!!

jueves, agosto 22, 2013

Las matanzas sirias llaman a nuestra puerta


Siempre se dice, y con toda la razón, que la verdad es la primera víctima de una guerra. Si en tiempos de paz estamos acostumbrados a la propaganda y el juego sucio que gobiernos y partidos opositores practican de manera burda y torticera, imaginémonos que puede suceder en materia de bulos, manipulación y mentiras ante una guerra, la prueba suprema en la que se utiliza todo el poder y fuerza disponible para vencer al enemigo. Resulta casi imposible saber qué es cierto y qué no lo es, y la sospecha se extiende sobre todo, como una negro fluido que todo lo emponzoña, impide discriminar y retrasa las decisiones. El arte de la mentira.

Por eso es realmente difícil saber qué es lo que pasó ayer en Siria, igual que resulta casi imposible conocer qué sucedió en ese país hace dos, tres, cuatro días.. el tiempo que ustedes deseen remontarse. Ayer por la tarde los medios de comunicación occidentales se llenaron de imágenes duras que mostraban lo que parecían ser las víctimas de un ataque con armas químicas que el ejército de Bashar al Asad había lanzado contra fuerzas rebeldes en las cercanías de la capital, Damasco. En ellas se podían ver hileras de cadáveres cubiertos por sudarios blancos, junto a personas que mostraban convulsiones, espasmos, irritaciones cutáneas y otros síntomas que suelen asociarse al uso de este tipo de armas. Al poco de empezar a difundirse esta información, asociada a una cifra de víctimas tan elevada como 1.300 fallecidos, empezó el bombardeo de información y contrainformación por parte del gobierno sirio y los rebeldes. El gobierno, indignado y muy serio, calificaba esto como un montaje teatral, una burda patraña, una mentira orquestada por las fuerzas opositoras para que, en coincidencia con la visita de expertos de la ONU en armamento químico al país, que pretenden investigar casos pasados de supuesto uso de estas armas, la comunidad internacional se viera forzada a actuar contra el régimen de Asad. Montaje, en una palabra. Los portavoces de la oposición siria, o al menos de una parte de ella, porque no está muy claro ni quién es la oposición ni quién le representa, salieron en tromba defendiendo la veracidad de las acusaciones, dando algunos detalles más del supuesto ataque y denunciando a voz en grito que, nuevamente, y en medio de la pasividad internacional, el despiadado régimen de Asad ha vuelto a masacrar a población civil utilizando armas que están prohibidas por las leyes internacionales. En su desesperación, Asad no renuncia a nada con tal de mantenerse en el poder y hará lo que sea, exterminará a quien haga falta y de la manera más directa y cruel posible con tal de ganar esa guerra. El espectador occidental, que desde su casa piensa sobre todo en el partido de fútbol de esa noche, ve todo esto, no sabe a que carta quedarse y, en muchas ocasiones, cambia de canal. El gobernante occidental, y del resto de países, al que la guerra Siria le toca un poco de refilón, se siente incómodo ante estas imágenes, y trata de buscar una salida intermedia que le permita salvar la cara pero no le obligue a intervenir en un terreno enfangado donde no hay nada que ganar y sí mucho que perder. Una socorrida solución en estos casos es mostrar indignación en público, y organizar una reunión de urgencia de algo, un organismo con nombre pomposo y utilidad escasa, que permita expresar una opinión consensuada y razonada, y que trata de servir como tapón ante el aluvión de imágenes  y noticias. En el caso de ayer el organismo pomposo reunido fue el de más alto nivel posible, el Consejo de Seguridad de la ONU, que tras varias horas de reunión dictaminó que debe aclararse lo que ha sucedido en Siria, pero reconoció que los inspectores no van a ir allí a hacerlo porque la situación sobre el terreno es muy peligrosa. Vamos, que todos estamos muy enfadados con los niños malos sirios, unos y otros, pero no vamos a hacer anda para evitar que “lo que allí esté pasando” siga sucediendo.

Y se preguntará el señor lector qué es lo que realmente pasó ayer allí, y cual es la opinión de este humilde relator de historias. Pues bien, evidentemente no se si el ataque denunciado ayer es cierto o no, pero es plausible, es verosímil, sobre todo porque en otras ocasiones, ahora y en décadas pasadas, Asad, su padre y el ejército sirio, no han dudado en utilizar el armamento químico que poseen en abundancia para someter regiones, aplastar revueltas y matar a quien se opusiera a sus designios, al igual que también lo hizo Sadam Hussein cuando quiso. El problema de lo de ayer no es tanto si es cierto o no, sino el hecho de que, tanto en uno como en otro caso, en nada va a cambiar en la guerra siria, y en nada va a influir a la hora de que nos impliquemos en ella y evitemos otra nueva matanza.

miércoles, agosto 21, 2013

Despedidas laborales (para IEA y MGG-C)


A veces, cuando estoy bajo de moral o hastiado por cosas que han sucedido y que me han entristecido, me cojo el metro y, rememorando esa escena inicial y final de Love Actually, película muy recomendable, me acerco al aeropuerto de Barajas, me quedo un tiempo en la zona de llegadas, y observo como siempre hay personas que esperan, con nervios y pero alegría indisimulada, la llegada de amigos o familiares. Cada cierto tiempo se abren las puertas de la llegada y aparecen personas solitarias, trabajadores que vuelven de un vuelo corto y corren hacia su casa, pero no tardan en aparecer aquellos que son esperados, y se funden en un abrazo con los que hacían guardia desde hace tiempo. Son escenas bellas.

Ayer volví a hacer esto mismo, me encaminé a Barajas y estuve un rato en la T4, viendo llegadas, abrazos y sonrisas, pero no fui porque hubiera tenido un mal día, que fue normal, ni estuviera triste por algo… bueno, eso último sí. Fui porque ayer por la mañana partían desde el aeropuerto rumbo a sus nuevos destinos laborales dos funcionarios con los que he trabajo una profunda amistad a lo largo del tiempo que hemos compartido juntos en el trabajo y que, tras haber solicitado la posibilidad de irse a un destino en el extranjero, lo han conseguido, en lo que es un ascenso para sus carreras profesionales y su cuenta corriente. Con uno de ellos, IEA, llevo trabajando en mi área desde que vine a Madrid, y se ha ido a Estambul, la perla del Bósforo, que ahora brilla un poco menos tras los disturbios veraniegos de Takshim, pero que sigue siendo una de las ciudades más fascinantes, complejas y variopintas del mundo. IEA se va sólo, dejando a la familia en Madrid, con algo de miedo en el cuerpo pero con la tensión de lo desconocido que, como adrenalina, engancha y vivifica. Deja un recuerdo imborrable entre todos los compañeros por su profesionalidad, competencia, personalidad arrolladora y sentido del espectáculo en grado sumo, y este trabajo será diferente tras su marcha. Con la otra persona, mujer, MMG-C, he estado trabajando algo más de un año, pero de una manera intensa, cordial y con la extraña sensación de que no era mi jefa, aunque lo fuese durante todo el tiempo en el que hemos colaborado. En su caso el destino es el de la canadiense ciudad de Toronto, al norte, en los grandes lagos, donde la CNN tower y el frío de los inviernos de más allá del muro. Ya estuvo anteriormente en destinos muy lejanos, como Sidney, por lo que esto de hacer las maletas y largarse no le es ajeno, pero los nervios inevitables le estaban haciendo las noches aún más eternas de lo habitual. En el caso de MMG-C el traslado es en formato prole, con el marido y las tres hijas. La distancia del destino, la carestía de los vuelos entre Madird y Canadá y la oportunidad que supone residir en una ciudad con la calidad de vida y servicios que ofrece Toronto, unido a la minoría de edad de todas las hijas, ha decantado la elección sin mucha dificultad. Poseedora de una sonrisa casi perenne y un optimismo irracional, MGG-C ha sido durante todo el tiempo que hemos trabajado juntos el contrapunto perfecto a i racionalidad, temores y visión fría de la realidad (IdMA es testigo privilegiado de ello, jeje). El que supiera muchísimo de lo que hablaba y permitiera que tanto yo como el resto de las personas que hemos trabajado con ella hayamos podido desarrollar iniciativas, ideas propias y aportar allá donde nos pareciera que teníamos algo que decir ha hecho que el trabajo, a veces en temas complejos y difíciles, haya sido mucho más sencillo de lo que realmente era. En ese sentido ha demostrado una capacidad de gestión de equipos y personas admirables. Pese a ser jefa y tener cargo, que lo era y tenía, nada malo puedo decir de ella, pero no sólo yo, sino todos los que hemos trabajado en los proyectos y asuntos que ha llevado. He sido afortunado en este caso, y además no es el único de mis jefes del que puedo afirmar que es un placer trabajar con y para él, cosa que se que no es nada habitual. Un privilegio del que disfruto, ciertamente, y del que ayer renuncié en parte.

Pensaba un poco en todo esto la pasada tarde mientras estaba en la T4, sabiendo que a la hora a la que fui IEA ya habría aterrizado en Estambul y estaría, probablemente, dejando sus pertenencias en su nuevo hogar, y que faltaba poco para que MGG-C y su familia llegaran a tocar suelo canadiense. Sospecho que en sus casos nadie fue a recibirles al aeropuerto. Quizás una representación profesional del destino que van a tener que ejercer, pero seguro que nadie que les aguardase con una sonrisa nerviosa y esperanzada. Por un momento me imaginaba que yo, allí, sólo, apoyado en un poste, ejercía virtualmente ese papel de anfitrión, de luz que guía para adentrarse en el nuevo camino. Que tengan mucha suerte en sus destinos, y afortunados los que van a poder a partir de hoy compartir vida y trabajo con ellos.

martes, agosto 20, 2013

El tercer bando en la guerra de Egipto


Si ayer reflexionaba un poco sobre lo que supone el desastre que está teniendo lugar en Egipto en el contexto de las llamadas primaveras árabes, hoy quiero fijarme en el interior de ese inmenso país, con unas ochenta millones de almas, más o menos como Alemania, el más poblado de los países árabes y foco de cultura y tradiciones para todos ellos. Lo que sucede en Egipto, tarde o temprano, es imitado por sus vecinos, y lo que emana de las calles de El Cairo se convierte en un mensaje que se transmite a todo el mundo árabe. Su importancia es vital, pero eso no arregla en nada la situación que vive el ciudadano cairota.

Y es que en Egipto se está produciendo un enfrentamiento que, con todas las distancias y matices posibles, me recuerda mucho al que se dio en España al inicio de la guerra civil. En aquel entonces el golpe militar se levantó contra un gobierno elegido por las urnas, en unos comicios más o menos limpios, que representaba la corriente ideológica dominante en el panorama internacional, el comunismo, con todas sus variantes. El alzamiento militar degeneró en guerra civil y hundió a España en su mayor tragedia de la era contemporánea. En Egipto el ejército se ha levantado, de una manera más moderna, contra un gobierno elegido por las urnas que representa la corriente ideológica dominante en el mundo musulmán hoy en día, el islamismo. Reconozco que el ejemplo es algo forzado, pero lo más importante que quiero señalar es que entonces, como ahora, dos fuerzas completamente antagónicas, irreconciliables y enfrentadas se levantaron en armas con el ánimo de destruir una a la otra. El ejército egipcio no va a permitir que los islamistas vuelvan al poder (de hecho no creo que permita que nadie que no sea el propio ejército ocupe dicho poder, al estilo franquista) y los islamistas no van a renunciar al poder que creen que es suyo por la gracia de Alá, y que se les otorgó hace un año en un proceso electoral civil. Y en medio de estas dos enormes fuerzas, en medio de la batalla que se plantea día a día en las calles de El Cairo y el resto de ciudades, está el tercer bando, la tercera España, como la han denominado algunos, que es mucha, mayoritaria en ocasiones, que son los ciudadanos ayer en España, hoy en Egipto, que no son islamistas ni militares, que pueden profesar una fe en Alá pero no están radicalizados, que son liberales pero no apoyan un golpe que ha degenerado en una carnicería, que tienen creencias o no, ideologías o no, pero que tratan día a día de ganarse un pan en medio de una economía deshecha y que ven cómo se encuentran entre dos fuerzas cada vez más fanatizadas y violentas que tratan de acabar con todo lo que se interponga en su camino. ¿Qué hacer? ¿Qué camino escoger? Muchos intelectuales españoles, cuando se desató la guerra, vieron horrorizados como su país caía en la locura y ya no había sitio para los argumentos y la palabra, sólo para los disparos. Republicanos, monárquicos, liberales, socialistas... muchos que, desde sus diversas ideologías no estaban dominados por el odio al contrario, se vieron en la tesitura de elegir un bando u otro. Algunos, forzados, así lo hicieron, y se traicionaron a sí mismos con tal de salvarse, otros escogieron trinchera en función de dónde les pilló la guerra. Y otros, los más afortunados de cara a mantener su esperanza de vida, huyeron al extranjero, desaparecieron, se largaron en medio de la desolación y la tristeza. Libros de testimonio como el “A sangre o fuego” de Chaves Nogales o novelas como “La noche de los tiempos” de Antonio Muñoz Molina, retratan ese drama del exiliado, del hombre culto que ve como huir es la única alternativa para escapar de la locura que se ha apoderado de su país y que acaba con los suyos, con lo más querido. Son libros duros, tristes, desesperanzados… necesarios, que cuentan la historia del fracaso de un país, de una sociedad, y de cómo los náufragos que se han arrojado al mar retratan el hundimiento de lo que para ellos era su casa, su patria, en la sombra y la muerte.

Esos libros adquieren, hoy y ahora, especial relevancia en Egipto, porque retratan el sentimiento que, sin duda, sola el corazón de muchos egipcios. Hay una pequeña entrevista en la BBC de este fin de semana al actor egipcio Khalid Abdalla, que hizo de piloto del cuarto avión en la película United 93, que deben ver. En ella Khalid cuenta cómo su país se desangra entre esas dos fuerzas, el ejército que siempre ha tenido el poder y el islamismo, a las que califica como fascistas, mientras que la sociedad civil se ve aprisionada, cercada, sometida, entre ambos bandos. “No quiero escoger entre ellos, son lo mismo” dice a la cámara, reflejando la misma desolación y angustia que Chaves Nogales, el gran cronista, tan bien plasmó en sus escritos. Tristemente, en contextos muy distintos y con protagonistas que parecen no tener nada que ver, la historia tiende a repetir todos sus errores, dramas y miserias.

lunes, agosto 19, 2013

Egipto sumido en la guerra islamista


Las noticias que a lo largo del fin de semana han ido llegando desde Egipto son de una gravedad extrema. Enfrentamientos continuos entre las fuerzas militares y los islamistas, saldados con un balance de muertos cercano a las cien personas cada día, destrozos, quemas de iglesias cristianas, linchamientos… por momentos El Cairo recordaba el paisaje de una ciudad en guerra, y el balance y situación de los focos de conflicto en el mapa de la ciudad parecía dibujar una situación de estrategia de ataque y defensa, con barrios dominados por islamistas levantados en armas, zonas controladas por el ejército llenas de patrullas y controles, y zonas de nadie, manzanas y manzanas de edificios donde reina el caos y la confusión. Eso es, ahora mismo, El Cairo y Egipto en su totalidad.

Las derivadas de lo que allí está sucediendo son enormes, múltiples y muy complejas. Hoy quiero pensar un poco en lo que esto significa para la estabilidad del país, de la zona y de lo que se ha dado en llamar las primaveras árabes, que surgieron como un soplo de esperanza en medio del desierto, real de arena y metafórico de ausencia de libertades, y que poco a poco se han ido marchitando a medida que el verano islamista ha tomado el control de la situación. ¿Se han acabado las primaveras árabes? ¿Han muerto? Creo que sí, al menos tal y como las concebimos en sus inicios. Si recuerdan por aquel entonces, hace un par de años, tampoco ha pasado tanto tiempo, un soplo de ilusión recorría esos países, en forma de revueltas populares que demandaban derechos civiles, libertades y trabajo. Desde occidente se vio todo con ilusión y sonrisas, y pese a que había algunas voces que llamaban a la reflexión y a no dejarse llevar por la inocencia, aplaudimos todos de manera unánime esos movimientos. Hubo, sin embargo, dos factores que no supimos calibrar en su momento, y que a la larga han sido determinantes para llegar al estado actual. Uno es la economía de estos países, medio arruinada entonces, hundida del todo ahora mismo, y la pobreza entre la población, mucha de ella analfabeta o sin estudios, que vive del día a día y quiere que el régimen, sea el que sea, le permita alimentarse. Los países árabes o del norte de África apenas poseen clases medias como las europeas, que puedan dirigir el país y crear las condiciones para que una economía de mercado funcione correctamente, generen crecimiento económico y aumente el nivel de vida de la población. Por ello, una revolución que no es capaz de crear riqueza puede fracasar estrepitosamente. Si el aspecto económico es común en el Magreb y en otras áreas geográficas, como puede ser Centroamérica o África central, el otro factor, decisivo, es propio de los países islámico, y es el islamismo, el integrismo islámico, una concepción total de la sociedad al servicio de la religión y de Ala, basada en planteamientos teocráticos cuasimedievales en los que los derechos civiles, la existencia de la mujer y muchas otras concepciones que para nosotros son básicas y consustanciales a la vida diaria son, simplemente, pisoteadas como muestra de comportamientos infieles al Corán. Durante las primaveras, los grupos islamistas, presentes con mucho peso en todos los países en los que tuvieron lugar las revueltas, no las encabezaron, ni se situaron tras ninguna pancarta. Curioso, y eso debió hacernos sospechar, pero no quisimos o supimos verlo. Agazapados, esperaban a que la revuelta “liberal” acabase con el régimen dictatorial para conseguir llegar ellos al poder. Así, en cada uno de los procesos electorales surgidos tras la derrocación de los viejos regímenes militares, los islamistas han ido ganando gobiernos y poder sin parar. En Túnez y Egipto como principales ejemplos, sus victorias en las elecciones fueron rotundas. Organizados desde hace décadas, acostumbrados a trabajar en la clandestinidad, las organizaciones islamistas sólo tuvieron que alargar un poco el brazo una vez que cayó el dictador que les sometía para hacerse con el poder que quedaba libre. Y lo hicieron, desde luego que lo hicieron.

El golpe de estado en Egipto, como lo fue el de Argelia en los noventa, es la reacción del poder establecido, en el caso egipcio el puramente militar, frente a un islamismo radical que quiere convertir a El Cairo en una nueva Kabul llena de barbudos orantes apoyados en un Kalashnikov. Lo desastroso de la situación actual es que el islamismo está preparado para afrontar víctimas, ofrecidas en el altar del martirio de Ala, y cada vida que siega el ejército es sangre que riega el oasis en que se convertirá la tierra (mejor arena) reconquistada. Más de veinte años después, volvemos al escenario argelino y poco es lo que se ha avanzado. Es más, el radicalismo islamista aún es más intenso ahora que entonces. Egipto, así, ha caído en una de las peores trampas imaginable, que sólo le augura años de sufrimiento, dolor y llanto.

viernes, agosto 16, 2013

¿Puede evitar Egipto caer en la guerra civil?


Lo que el Miércoles a primera hora de la mañana parecía ser una noticia menor, la intervención d ejército egipcio para desalojar los campamentos islamistas, fue adquiriendo dimensión a lo largo de ese día, a medida que el balance de muertos crecía sin control. “Varias decenas”, señalaban los titulares más atrevidos y escandalosos, “innumerables víctimas” los serios y recatados, pero las cifras y la preocupación no dejaban de crecer a lo largo de una mañana en la que el resto de titulares se vieron ensombrecidos por la nube negra que provenía de un Egipto que recordaba más, en sus imágenes y escenas, a Irak o a Libia. Hoy, Viernes, el balance oficial habla de más de seiscientos muertos.

Directamente, ¿va a haber guerra civil en Egipto? No lo se, pero lo dudo. Y el principal motivo de duda es que el ejército sigue poseyendo el control de la situación, casi todo el armamento y parece hallarse unido. Pero una guerra civil es mucho más que el enfrentamiento armado, es la consecuencia de la división social irreconciliable, del odio mutuo y de los recelos acumulados durante mucho tiempo, y todos esos ingredientes sí están ahora mismo presentes en las calles de El Cairo y el resto de ciudades del país. Islamistas frente a laicos, retrógrados frente a liberales, fanáticos frente a aperturistas…. La confrontación es total, y en estas condiciones se me hace muy difícil llegar a imaginar cómo es posible que las aguas del Nilo vuelvan a su cauce. Si no se hace algo, y pronto, la situación se puede enquistar y Egipto se convertiría en la nueva Argelia, que en los noventa pasó por una situación similar. Allí, tras una victoria en las elecciones de los islamistas del FIS, el ejército dio un golpe de estado y los islamistas reaccionaron con una guerra de “baja intensidad” (qué crueles son a veces las palabras) que ocasionó cerca de cien mil muertos, devastó las zonas rurales del país y fue caldo de cultivo de un islamismo radical que empezaba a adoptar la configuración y tácticas que acostumbra a utilizar hoy en día. Como todas, esta analogía posee graves problemas. Las diferencias entre el tamaño de la población y su nivel cultural entre ambos países son inmensas, así como el escaso papel que juega Argelia en el contexto internacional, básicamente es una potencia extractora de gas y nada más, frente a un Egipto que lidera a muchos países árabes, es un aliado estratégico de EEUU, posee el control del canal de Suez y tiene frontera con Israel. Otro mundo. Esas diferencias también juegan a favor de que no estalle una guerra, pero me temo que hemos alcanzado el punto de no retorno para que la violencia islamista, bien mediante enfrentamientos directos, bien mediante atentados de mayor o menor gravedad, se instale en las calles de las ciudades egipcias. La torpeza de un gobierno controlado por los militares, unida al fanatismo islamista, forman el perfecto caldo de cultivo que aseguran inestabilidad, desorden, violencia, venganzas y caos. Y todo ello en un país con una economía arrasada, que tiene cifras macroeconómicas depresivas, a cuenta del cierre del turismo, su principal fuente de divisas, que desde que empezó la revuelta de Tahrir no ha dejado de caer. Recordemos que una de las causas que impulsó la segunda revuelta, la que derrocó al gobierno islamista de Mursi hace apenas unas semanas, fue la pobreza, el paro y la crisis económica que azota con fuerza a la población del país. Si en una coyuntura normal arreglar eso requeriría enormes esfuerzos, lo sucedido esta semana agravará aún más el pozo de la pobreza hacia la que se encamina Egipto. Y aunque este es uno de los menores problemas dado lo que nos muestran las imágenes de televisión, es un factor de inestabilidad más con el que se debe contar para explicar cómo el país ha llegado hasta este punto.

Al calor del desastre egipcio hay mucho que dan por enterrada la llamada primavera árabe, que en mi opinión fue demasiado simplificada por parte de políticos y comentaristas occidentales que no fueron capaces de prever la fuerza que los movimientos islamistas tienen en esas sociedades. Algo parecido sucedió en la primavera de Praga de los años sesenta, que sólo floreció cuando el comunismo, la garra que oprimía al país, cayó. En Egipto y el resto de países del entorno, el islamismo es la gran fuerza que controla los resortes de la sociedad. Nada se puede hacer sin él, y muy poco en su contra. Y del pulso entre libertad e islamismo quien pierde, a manos de sus defensores y oponentes, es la libertad.

miércoles, agosto 14, 2013

El Hyperloop y Elon Musk


Ayer se presentó en California el diseño del Hyperloop, un nuevo y controvertido medio de transporte de diseño y prestaciones futuristas del que se llevaba tiempo hablando en la red. De características similares a uno de esos sistemas que en los supermercados sirven para enviar paquetes por tubos de aire a presión, el transporte consta de una serie de vehículos encajados en el interior de un tubo que, gracias a unas turbinas y compresores, usan el aire que les envuelve para desplazarse a velocidades superiores incluso a los 1.000 kilómetros por hora, superiores incluso a las que alcanza un avión comercial, y poco por debajo de la barrera del sonido.

No se si este sistema de transporte será revolucionario, como se anuncia, y dejará obsoletos a los actuales trenes de alta velocidad. Recordemos que el futuro es imprevisible y que anteriores inventos llamados a modificar por completo nuestro concepto del transporte y la movilidad se han quedado en anécdotas de corto recorrido, y el mejor ejemplo de esto último es el sewgay, ese patinete de dos ruedas en paralelo que se anunció como la solución a los atascos de tráfico y que permitiría moverse por la ciudad sin límites ni problemas, y que actualmente es usado sobre todo por empresas turísticas. Tiene su utilidad, sí, pero no ha cambiado el mundo. Del Hyperloop por ahora sólo se puede afirmar que hay un diseño preliminar, poca cosa más. En lo que quería centrarme sobre todo es en la figura de Elon Musk, un sudafricano nacido un año antes que yo, que a sus 42 años ha revolucionado todos aquellos sectores en los que se ha introducido, un innovador como pocos los hay en la actualidad, y que para muchos ha tomado forma y rostro con la presentación de este novedoso sistema de transporte, pero que lleva muchos años en la brecha y que va camino de convertirse en una de las figuras más importantes de nuestro tiempo. Aunque el personaje naciera en Sudáfrica, su carrera es la típica del inventor y emprendedor norteamericano, combinando arrojo, iniciativa, ambición, talento y suerte. Musk, dotado de formación muy avanzada y con las características propias de una inteligencia desbordante, se hizo de oro en la época del boom de Internet gracias al sistema de pago que creo y patentó, el PayPal, cuya empresa y servicios acabó vendiendo a EBay, lo que le hizo millonario. A partir de ahí se dan varias opciones; la de la vida fácil y despreocupada, la del mecenazgo, la del derroche, etc. Musk eligió la más compleja y difícil, que es la de gastarse su fortuna en crear nuevas empresas innovadoras, pero esta vez a lo muy grande. Sus obejtivos desde ese momento han sido dos sectores apasionantes: El aeroespacial y los coches eléctricos, dos retos enormes en los que la tecnología aún no es capaz de generar productos eficientes y mínimamente rentables a bajo coste. Y de momento, pese al enorme reto en el que se ha embarcado, Musk va ganando. En el espacio creo la empresa SpaceX, que está desarrollando sus propios prototipos de nave espacial tripulada (los SpaceX 1 y 2) y cohetes lanzadores (la serie Falcon) y que ya produce las cápsulas Dragón, las nuevas naves que serán usadas en un futuro por la NASA en sus programas tripulados y que de momento son capaces de servir como medio de aprovisionamiento a la Estación Espacial. Es decir, SpaceX ha logrado contratos, produce naves y las naves funcionan. De momento un éxito total en un mercado que, en la práctica, es inexistente en lo que hace a demandantes privados, ante los costes, que siguen siendo prohibitivos. Pero es que en la otra industria, la de los coches eléctricos, Musk está revolucionando el panorama. Su empresa, Tesla Motors, en lo que es un cariñoso homenaje al gran Nikola Tesla, ha logrado con su modelo S enamorar a los californianos y elevarlo en las encuestas de valoración como uno de los mejores coches que ahora mismo se producen y venden en EEUU. Caro, dirigido a las élites, el S se vende mucho y muy bien y empieza a ser tan rentable que la cotización en bolsa de Tesla Motors muestra una curva ascendente que, de momento, es sinónimo de beneficios.

¿Es Elon Musk flor de un día o está llamado a revolucionar estos sectores, y todos aquellos en los que se introduzca? ¿Cuál es su secreto? ¿Por qué él está logrando prosperar donde tantos otros se quedaron atascados? No lo se. Algunos lo califican como el nuevo Steve Jobs, centrado en el mundo tecnológico y no en el digital. Algunos al hablar de él recuerdan a legendarios héroes de la innovación como Edison o Howard Hughes, que triunfaron en sus tiempos y luego tuvieron finales mejores o peores. Algunos lo han visto como inspirador del personaje de IronMan, por su juventud, riqueza, descaro y dominio de la técnica. Veremos a ver, pero mi consejo es que se queden con su nombre, Elon Musk, porque ya ha roto bastantes pronósticos aciagos y, por lo que parece, su futuro aún no conoce límites.

Mañana es fiesta, pero el Viernes trabajo, por lo que tras un día de descanso, nos leeremos el 16.

martes, agosto 13, 2013

El peñazo del peñón de Gibraltar


Todos los veranos tienen su serpiente informativa con la que los medios cubren el agujero que dejan las vacaciones de los gobernantes y demás protagonistas de la actualidad. Pensaba que este año no sería necesario acudir a este clásico dado que los jueces, o al menos Pablo Ruz, el encargado del sumario Bárcenas, parece que no se pillan días de asueto y tenemos comparecencias de dirigentes del PP en la Audiencia Nacional a partir de hoy mismo, 13 de Agosto, pero mira tú por donde que sí ha habido serpiente veraniega, y es un clásico tan viejo que más que serpiente parece un hermanito jorobado del monstruo del Lago Ness. Gibraltar.

La idea del peñón de Gibraltar la tenemos enquistada los españoles desde que somos unos críos. El cómo lo perdimos durante la guerra de sucesión y se consolidó su dominio británico tras el tratado de Utrecht que puso fin a ese conflicto. Recordamos desde nuestros años mozos como el Reino Unido se hizo con colonias en todo el mundo a medida que desarrollaba su imperio, cuyo máximo esplendor tuvo lugar en el siglo XIX, la época victoriana, y cómo poco a poco, por guerras europeas, mundiales y demás cada una de esas colonias iban cayendo de la forja de la corona británica para retornar a sus países originarios o para declarar su independencia. ¿Todas? No. Como un remedo de los cuentos de Asterix, un grupo de soberbios anglos resistían en la punta de España armados de tazas de te y de paraguas, y desafiaban a la soberanía nacional, los tratados de la Unión Europea y el sumsum corda. Y así desde hace mucho mucho tiempo. Cada cierto periodo de años, con excusas más o menos peregrinas, España desentierra ese grito de guerra inmemorial “Gibraltar español”, desde Downing Street el gobierno británico mira hacia otro lado y hace un disimulado gesto de peineta y los llanitos, habitantes del peñón en su parte baja, de ahí el nombre, siguen a lo suyo, disfrutando de las prebendas de ser colonia y los lujos de vivir en un paraíso fiscal. A lo largo de estos años, por tanto, al legitimidad de la reivindicación española no ha disminuido mucho pero los esfuerzos realizados para reclamarla han sido completamente inútiles. Es más, Gibraltar ha ido creciendo mediante rellenos en el mar y, echándolo bastante morro, las autoridades de la roca han transformado el peñón en la sede de miles de empresas de intermediación que no pagan impuestos, trafican con productos legales e ilegales y han transformado el peñasco y sus monos en la estampa de uno de los puertos francos más importantes del mundo. Siendo objetivos, en Gibraltar no se respeta ley fiscal, financiera ni medioambiental alguna, pero resulta evidente que eso no perturba a las autoridades de la colonia. Es más, lo alientan, dado que es la fuente de ingresos que permite que los gibraltareños, desconectados en la práctica de Londres salvo por los lazos emotivos y estéticos, tengan una renta percápita muy superior a sus vecinos de la bahía de Algeciras que, como toda la provincia de Cádiz, soportan unas tasas de desempleo directamente tercermundistas. En estas condiciones es obvio que, encuesta tras encuesta, los habitantes de la roca quieran seguir siendo británicos (es decir, ricos) y no quieran saber nada de España, ese lugar pobre y atrasado. Y de ahí que la situación del peñón, sus residentes y lo que allí sucede se ha convertido en un tema que más o menos resurge cada cierto tiempo, en forma de conflictos por las aguas jurisdiccionales, derrames de crudo por el ilegal repostaje de combustible y limpieza de tanques que se realiza en las aguas del peñón, altercado fruto de interceptaciones a narcotraficantes que usan las aguas de jurisdicción británica para escapar de la policía española…. En fin, el juego del gato y el ratón que nunca se cansan de perseguirse, en este caso con unos monos que lo ven todo desde las alturas.

Este verano la chispa que ha hecho saltar la polémica ha sido el hundimiento por parte de las autoridades de la roca de unos bloques de hormigón dotados de unos pinchos en el fondo de la bahía para impedir la pesca de los arrastreros españoles. España ha reaccionado con una especie de huelga de celo en los controles que se realizan en la verja (la roca no pertenece al espacio Schengen, de libre circulación dentro de la UE) y la berrea entre los machos nacionales y anglos se ha visto alentada por el calor del verano y al necesidad de distraer al personal del asunto Bárcenas. Al final, lo de siempre. Gibraltar hace trampas, España pone el grito en el cielo, Londres mira, calla y aprueba, y los llanitos se salen con la suya. Y así hasta que nada cambie o, como mucho, se independicen. O les dejamos su estatus de contrabandistas o nunca querrán reincorporarse a España.

lunes, agosto 12, 2013

Las tardes de Agosto


Es Agosto un mes especial. A mi modo de ver, junto a Diciembre, es el único que posee un toque propio, una especie de sensación asociada que lo caracteriza. Si en el último mes del año es la Navidad y, precisamente, esa sensación de que se agota el tiempo la que domina todo, en Agosto es justo lo contrario, el tiempo infinito, la sensación de que las horas se detienen, o que las manecillas ralentizan su avance. La menor actividad laboral y el hecho de que los ruidos sean menores nos traslada a un mundo más relajado, como si por un momento fuera posible, con las comodidades presentes, acudir a una época remota en la que todo era silencio, paz y tranquilidad, o al menos así la imaginamos, pese a que no fuera cierto.

Esa sensación se agudiza por las tardes. Los que tienen vacaciones no distinguirán entre la mañana y la tarde, pero los que habitualmente trabajamos en agosto nos encontramos con que, tras la jornada laboral, llega una tarde larga, inmensa, quieta, en la que se puede hacer de todo aunque a veces lo único que se haga sea nada. Pensaba en esto ayer por la tarde, Domingo, al poco de terminar el Telediario de la Primera. Estaba mirando unas hojas en casa, con las persianas medio bajadas y las ventanas casi cerradas, dado el intenso calor que hacía por la tarde, y en un momento en el que tuve la tele quitada y nada sonaba en mi casa me di cuenta de que tampoco sonaba nada en el exterior. Era el silencio total. En ese instante, por poco tiempo, tampoco las chicharras ni los grillos estaban emitiendo su escandaloso ronroneo al rimo que impone el calor, y se podía captar la sensación de ausencia. Ni un ruido en mi escalera, sospecho que medio vacía, nadie por las aceras de mi barrio, que no son especialmente transitadas, pero en eso momento lo eran aún menos. Abrí la persiana a riesgo de insolarme para mirar la carretera que hace de calle y bordea mi barrio por un extremo, y tampoco. Ningún coche pasaba subiendo y bajando, y la mitad de las plazas de aparcamiento lucían desiertas. Los árboles, orgullosos sufridores, como soldados en vela, aguantaban el sol que les caía a plomo y parecían estar dándose sombra a sí mismos para guarecerse de la inmensa luz que parecía querer abrasarles. Mirando los bloques de enfrente sólo veía persianas bajadas, cortinas corridas y aires de vacío, silencio y sueño. Parecía que todo el barrio se estuviera echando una siesta, todos metidos en casa y bajo un sopor dominado por el calor y el aire calmo. Una imagen de tiempo detenido completamente real, nada imaginario. Los minutos parecían no pasar porque nada cambiaba en el entorno. De mientras leía unas cosas, ya con música puesta en casa, pensaba en cuánta gente estaría despierta en ese momento, y de cuántos no. Seguro que muchos acababan de comer y estaban sesteando tras una sobremesa larga y calurosa. En ese instante la ciudad no existía. Sus habitantes habían desertado. Casas, coches, calles y aceras no eran sino un decorado vacío, una falsa tramoya que permitía oír el ruido de la nada que se podía disfrutar en un pueblo o en un descampado. Es cierto que una ciudad como Madrid posee un rumor de fondo, producido por el tráfico, que nunca desaparece, pero ya que uno se acostumbra a los entornos y los acaba mimetizando ese ruido es para el habitante urbano como un silencio, una base sobre la que edificar los sonidos reales, y a veces hasta hay que hacer un esfuerzo para distinguirlo de entre los demás sonidos. Ayer por la tarde ese fondo, como el de microondas del Big Bang, estaba pero era muy difícil de detectar. Casi invisible, casi inaudible, era lo único que resonaba en la calle.

Seguro que si en ese momento pasa por la carretera un coche ruidoso, o cruzan por la acera un par de chavales haciendo ruido, surgen voces desde el interior de las casas, que antes estaban muertas, reclamando silencio, respeto y calma. Una conversación, el bote de un balón, pegar un golpe a una lata.. algo tan simple como eso hubiera sido suficiente para rasgar un silencio que lo cubría todo, que se había adueñado del entorno, creando con ese gesto tan sencillo un efecto poderoso, como el estruendo que genera un trueno de tormenta en una noche de verano. Esa quietud absoluta era la perfecta definición de lo que es una tarde de Agosto, que era infinita en la infancia y que, años después, también puede volver a serlo a poco que la busquemos. 

viernes, agosto 09, 2013

El Washington Post y el futuro de la prensa


La noticia de la que más se ha escrito en la prensa, nacional e internacional, no tiene nada que ver con Snowden, la crisis, Gibraltar o cualquier otro asunto de portada, sino con algo relacionado con el propio sector de la prensa, en un ejercicio de onanismo papelero que podría ser criticable si no fuera porque el hecho noticioso en sí es muy relevante. Tras más de ocho décadas, la familia Graham, propietaria del Washington Post, una de las cabeceras de referencia en el mundo, ha vendido el periódico. Eso de por sí es noticia, pero que el comprador sea Jeff Bezos, el dueño del imperio Amazon, y el precio pagado, 250 millones de dólares, lo convierten en algo muy relevante.

Este movimiento del Post se enmarca en la tremenda crisis que están sufriendo los medios de comunicación, crisis que en el caso de la prensa escrita es una auténtica debacle, dado que a las apreturas económicas se le debe sumar la revolución que internet ha supuesto en el consumo de noticias y el acceso gratuito a las mismas. No nos engañemos. Cada vez se venden menos periódicos, la facturación de los editores cae sin remedio y los ingresos, derivados de la venta y la contratación publicitaria, no dejan de reducirse trimestre tras trimestre, año tras año. Cada semana tenemos noticias de una cabecera, regional preferentemente, que cierra tras años de existencia ahogada en deudas e incapaz de encontrar su nicho de mercado en medio de semejante transformación. Véalo usted en su entorno, ¿cuánta gente conoce que compraba prensa hace unos años y lo sigue haciendo? En España, donde la difusión de internet es menor que en otros países y su uso no está demasiado extendido por las capas de población de edad más elevada, las ventas han aguantado algo más pero la crisis económica ha supuesto su puntilla. Las empresas editoras de El País, El Mundo, ABC, El Correo, La Vanguardia, El Periódico de Cataluña y de todas las demás banderas señeras de los quioscos nacionales han ejecutado drásticos EREs que se han saldado con recortes de plantilla, disminución de sueldos y total incertidumbre. Y aun así la caída se mantiene. En Estados Unidos, donde la penetración de la web es más intensa y este problema ha llegado antes, al desaparición de cabeceras regionales y locales ha sido enorme, y los grandes de la prensa, encabezados por el New York Times y el Washington Post, se han visto abocados a cierres de secciones y despidos impensables hace unos años, así como sufrir una abrupta y continuada caída en el precio de sus acciones en los mercados, hasta convertirlos en empresas financieramente irrelevantes. Los intentos de cobrar por contenidos en la web, en los que el NY Times fue pionero, y que parece ahora van a ser emulados en España por El Mundo y El País, a partir del otoño, tampoco han resultado ser la panacea que muchos anunciaban dado, entre otras causas, lo acostumbrado que está ya el usuario de la red a consumir noticias de manera libre y gratuita. Muchos usuarios no están dispuestos a empezar a pagar por algo que han disfrutado de sin límites ni costes durante tiempo. Así, abocados a un futuro sombrío, la venta del Post ha supuesto un aldabonazo en la conciencia de editores y periodistas de todo el mundo, que ven como “cae” una de las joyas de la profesión. Y el que sea Jezz Bezos, el dueño de Amazon, un empresario de la red, que ha transformado el comercio en internet y en el mundo real, creador de una empresa que acumula ganancias y destroza negocios de venta tradicionales como las librerías o los propios quioscos, ha sido visto como una cruel paradoja. Uno de los empresarios más criticados por la prensa tradicional como enemigo de su modelo de negocio se hace con una de las joyas de la corona impresa. Paradójico y, hasta cierto punto, cruel. Hay quien ve a Bezos como la salvación del periódico, dad su capacidad innovadora y su comprobado espíritu de negocio. Otros lo ven como el sepulturero del periódico de toda la vida. El tiempo lo dirá.

Un aspecto secundario de la compra que no quiero dejar de señalar. La operación de venta se ha saldado con un valor de compra de 250 millones de dólares. Parece alto, pero es ridículamente bajo. Uno de los periódicos más importantes, conocidos y prestigiosos del mundo se ha vendido por menos de la décima parte de lo que ha ganado el BBVA en el primer semestre de 2013, apenas un 1% de la fortuna personal de Bezzos. Si eso vale el Post, ¿cuánto vale nuestros cuasi arruinados periódicos, de tirada y relevancia mucho menor? ¿Cuánto se pagaría por El País o por El Mundo, lastrados de deudas y pérdidas como lo están? ¿Cuál será su futuro?

jueves, agosto 08, 2013

Snowden congela a EEUU y Rusia


Era posible que sucediera y al final ha pasado. La acogida por parte de Rusia en su territorio al excolaborador de la NSA Edward Snowden ha elevado demasiado la tensión entre los dos países, que ya era alta desde hace tiempo, y ha obligado a Obama a hacer un gesto sonoro, una especie de puñetazo en la mesa, o pataleta infantil. Para ello ha utilizado la prevista cumbre bilateral EEUU Rusia, que se va a celebrar en Septiembre tras la reunión del G20 en San Petersburgo, y ayer anunció que cancela esa reunión bilateral post G20 como señal de protesta oficial ante Rusia.

De esta manera, Snowden se convierte en un nuevo episodio que contribuye a enfriar aún más unas relaciones que en los últimos tiempos no dejan de deteriorarse. Tras la caída del comunismo y el desmembramiento de la URSS, las relaciones de EEUU con Rusia, el país que en cierto modo heredó los restos del imperio soviético, mejoraron espectacularmente. Décadas de hostigamiento, incomunicación, guerra fría y tensiones larvadas o dirimidas a través de guerras regionales dieron paso a una relación cordial, amable y, por momentos, amistosa. Entonces Rusia estaba postrada, con una economía arrasada y un potencial político y militar devaluado, y EEUU era la única superpotencia, la hiperpotencia, el todo, como lo quieran ustedes denominar, pero no tenía rival a la vista. Sin embargo a lo largo de la última década las cosas han cambiado un poco y la relación se ha ido agriando. Para EEUU estos últimos años han sido duros. El 11S, la guerra de Irak y la crisis económica desatada desde 2008 han supuesto una pérdida de poder y credibilidad de la nación tal que sólo a lo largo del último par de años ha empezado a detener su sangría. La aparición de China en el contexto internacional como una nueva superpotencia ha hecho añicos el sueño de los analistas norteamericanos de un mundo regido desde Washington, y poco a poco se vuelve a levantar una cierta estética de tensión de la guerra fría, esta vez con el pacífico de por medio, entre un EEUU dolorido y una China orgullosa que crece sin fin (hasta que sus bases no aguanten tanto desarrollo y colapsen, sospecho). ¿Y Rusia? La respuesta en el caso ruso es más compleja si cabe que en el norteamericano, tanto por lo poco que se sabe realmente del país como por el hecho de que, al menos, existen dos rusias, la de los dirigentes, oligarcas y controladores del poder y la del ciudadano de a pie, inmensamente mayoritario. Si para este último los años transcurridos desde los noventa han sido un lento pero inexorable proceso de empobrecimiento y pérdida de derechos y libertades, para las clases dirigentes, oligárquicas es un término que aquí encaja a la perfección, se puede afirmar que las últimas dos décadas han sido paradisíacas para sus intereses. La simbiosis entre un gobierno corrupto, aparentemente democrático pero sometido a un férreo control por parte de Putin, y un grupúsculo de empresarios y hombres de negocio afine sal kremlin ha otorgado un enorme poder a ambos, tanto en lo político como en lo económico. Aprovechando su vasta extensión y abundancia de recursos naturales, Rusia ha transformado parcialmente su economía para convertirla en exportadora de materias primas, un poco como si de un país en vías de desarrollo se tratase. Las inmensas rentas que le proporciona, por ejemplo, ser el primer exportador mundial de petróleo le permite mostrar un enorme poderío en lo que hace a su ejército, y el mensaje ultranacionalista que Putin y sus peones destilan en el día a día, añorando una madre Rusia fuerte y poderosa, ha hecho que necesario reverdecer parte de la retórica del enfrentamiento de los años setenta, porque no hay nada como un enemigo para compactar al país, para unificarlo. La autocracia de Putin, partidaria de regímenes que a lo largo del mundo usan el nombre de la democracia pero actúan como dictaduras, ha hecho que Rusia y occidente se enfrenten cada vez más en asuntos como el de Corea del Norte, Irán, Libia o, ahora mismo, el desastre de la guerra Siria. Pero Putin, dueño de la mayor gasolinera del mundo, compra voluntades con barriles y aguanta en el poder.

Así, Snowden, llegado de rebote a Moscú como etapa de un supuesto viaje a Latinoamérica que parece aplazada sin fecha, se ha convertido en una perfecta piedra con la que poder fastidiar a los EEUU, usando al técnico de la NSA como arma arrojadiza de una Rusia oscurantista y orwelliana para denunciar el espionaje que se practica desde Washington, en una maniobra tan cínica e hipócrita como rentable de cara a los intereses del Kremlin. Es poco probable que las cosas vayan a más, pero es muy difícil que, con el actual régimen de poder en Rusia, se pueda volver a reconstruir una relación de confianza mutua entre los dos países que, no lo olvidemos, siguen detentado el poder militar absoluto y la capacidad de mandarnos a todos al otro barrio en menos tiempo de lo que usted acaba en leer esta última frase.

miércoles, agosto 07, 2013

Obama indulta a Apple


El revuelo organizado por el indulto al pederasta español puede hacernos creer que esto de los indultos y las medidas de gracia es algo propio de países autocráticos o dictatoriales, en los que la ley y las condenas son burladas por unos gobernantes que no se someten a ellas. Nada más lejos de la realidad. Pese a que no es muy conocido, el indulto se recoge en casi todos los sistemas legales modernos y es usado por los gobiernos, normalmente con sentido, pero a veces generando intensas polémicas. Seguro que recuerdan la que se organizó hace no muchos meses cuando Gallardón tramitó el perdón para un conductor kamikaze.

Bien, pues algo parecido ha pasado hace pocos días en Estados Unidos, lugar en el que la ley pesa tanto y las arbitrariedades no tienen lugar, hasta que suceden como en todas partes, en este caso ante un pelito de carácter económico e industrial. Es el caso de la guerra de las patentes que mantienen Apple y Samsung por medio mundo, en el que Apple denuncia sistemáticamente que Samsung le ha copiado todo, o casi todo, y trata de bloquear la venta de los dispositivos de la empresa coreana. Es un asunto complejo del que no se casi nada, aunque me da que Apple lucha una batalla que tiene perdida a largo plazo porque, aunque parece evidente que Jobs y compañía desarrollaron la tecnología táctil que ahora todos utilizamos (cómo la obtuvieron es un asunto más complejo e interesante, créanme) el objeto de patentarla sería como si Daimler, inventor del motor de gasolina, hubiera impedido que nadie más hiciera coches que usaran su invento como propulsor. La cuestión es que hace unos meses un organismo regulador del gobierno de EEUU decidió que era Apple la que estaba violando derechos legítimos de Samsung, por lo que le imponía restricciones a la venta de determinados modelos. Fíjense, porque es interesante. Una agencia del gobierno de un país falla en contra de la empresa de ese mismo país frente a un competidor extranjero. Un ejemplo de, a distancia, objetividad, limpieza de juego y ausencia de chovinismo o patrioterismo rancio. Curioso, inaudito por estos lares, o en la misma Unión Europea. Esta decisión no era firme hasta que transcurriera un plazo, siendo sólo la decisión en contra del Presidente Obama la única que podía revertir ese fallo. Y justo cuando expiraba ese plazo, al borde de la campana Obama ha actuado, y ha enmendado a la agencia federal y ha determinado que ese veredicto es nulo. Es decir, ha tomado parte por una de las dos empresas y ha decidido de manera unilateral cuál es la que tiene razón en la disputa. Curiosamente, o no, ha optado por la empresa nacional, la que sin duda más ha aportado de las dos a la financiación de sus pasadas campañas electorales, la que genera más empleo en EEUU, la que es vista como un símbolo de la competitividad industrial y tecnológica de la nación, la dueña de una marca líder en el mundo y expresión de la California idílica casi tanto como una tabla de surf al ritmo de los Beach Boys o una película de Hollywood y, casi seguro, la que más dinero de las dos invierte en lobbys de presión en los aledaños del Capitolio de Washington. Cierto es que la medida no va a tener un gran impacto dado que la disputa hacía referencia a modelo de iphone e ipad de generaciones pasadas, que hace un par de años eran la bomba y ahora languidecen en ventas, pero el mensaje que se lanza al viento es claro: “Empresas norteamericanas, el gobierno está para ayudaros y lo hará dónde sea y cómo sea”. Juntos de la mano, como miembros de la iglesia capitalista, gobierno y empresas en EEUU defienden sus derechos y se intercambian cuotas de poder y dinero en una red de intereses en la que cada vez es más difícil determinar quién está subordinado a quién, quién decide y quién acata… quién manda.

Se me puede argumentar, con razón, que este caso es mucho menos grave que el del pederasta, y que una discrecionalidad no es comparable con la otra, y es cierto, pero en todo caso estamos ante un problema de escala. En el fondo el asunto es el mismo. El regulador, la ley, el tribunal, dictaminó una cosa ante un problema y al final el gobernante ha impuesto su voluntad. No deja de ser preocupante que casos de este tipo se den, afortunadamente es una excepción lo del pederasta, pero sí es mucho más habitual lo sucedido en el caso de las disputas económicas, donde a veces los tribunales y el procedimiento judicial es una mera comparsa ante el apaño que se produce entre gobernantes soberanos, a veces demasiado.

martes, agosto 06, 2013

El pederasta indultado


Supongo que a muchos de ustedes, queridos lectores, les chirriará el título del artículo de hoy, porque los términos “pederastia” e “indulto” son totalmente opuestos, imposibles de juntar, como agua y aceite. De hecho existen una serie de delitos, como la citada pederastia, o el terrorismo, para los que el concepto de perdón, redención y cumplimiento de la pena son algo bastante relativo para la sociedad que los sufre, y que no ve manera de castigarlos con la seriedad debida para desalentar esas conductas. Los que realizan semejantes actos nos dan repulsión, pero como evitar que lo hagan o reincidan es algo que aún no hemos descubeirto.

Viene esto a cuento del sainete, con bastante más profundidad de lo que aparenta, pero relatado como si de un culebrón veraniego se tratase, del indulto concedido por el Rey de Marruecos Mohamed VI a un nutrido grupo de españoles, entre los que se encuentra un pederasta, de nombre Daniel Galván, de aspecto avejentado y normal, pero que se torna siniestro una vez que se sabe cuáles son los delitos de los que se le acusa. Los indultos del Rey Mohamed VI fueron uno de los principales logros de la visita que El Rey Juan Carlos hizo a Marruecos a finales de Julio, en lo que supuso su primer viaje al extranjero tras las múltiples operaciones que ha sufrido a lo largo de los últimos meses. Fue su puesta de largo y vuelta oficial al trabajo, en medio de rumores de abdicación y con el país estando como está. YA se comentó en su momento que uno de los objetivos del viaje era lograr indultos para varios presos españoles que cumplían condena en cárceles marroquís, que ya se sabe que no son tan modernas y espaciosas como el Barcenas Resort de Soto del Real, y como en viajes pasados, esa petición se hizo y contó con el beneplácito del monarca de Rabat, ya que a los pocos días cerca de cincuenta condenados españoles fueron liberados por obra y gracia de la ídem real. Sin embargo, a las pocas horas empezó a surgir la polémica, primero a través de internet, y luego en los medios de comunicación tradicionales, sobre el perfil de uno de los liberados, que se escapaba bastante del resto de los presos, en su mayoría condenados por delitos relacionados con el tráfico y consumo de sustancias estupefacientes (es lo que tiene bajarse al moro, a veces se te sube a la chepa y no te deja volver). Poco a poco la imagen de Daniel Galván, que así se llamaba el preso, iba conformando el perfil de un pederasta clásico, cruel y reincidente, que estaba en prisión condenado por abusar de cerca de una decena de niños. A partir de ahí surgió una polémica, lógica, en España, y una movilización social, sorprendente, en Marruecos en contra del indulto real. La noticia en pocas horas pasó de fijarse en el delincuente a centrarse en que, por primera vez en muchos años, manifestantes recorrían las calles de Marruecos protestando contra una decisión de su absolutista monarca, lo que era algo completamente inesperado. Las imágenes de las calles llenas de manifestantes airados y de policías cargando ofrecían la imagen de un Marruecos revuelto, inestable, como no se veía desde hace años, y acabaron por forzar la emisión de un comunicado de la casa real en el que, en un gesto inédito, se admitía que no se sabía que Galván estaba acusado de crímenes tan atroces y se anunciaba una investigación que, sorpresa aún mayor, acabó con la destitución del responsable de instituciones penitenciarias marroquí y, ojo, la decisión del Rey Mohamed VI de revocar su indulto a este sujeto y decretar su busca y captura. Ayer la policía española lo detuvo en Murcia y sigue a disposición judicial a la espera de dictaminar qué es lo que va a pasar con él, cosa que no está nada clara porque lo único seguro es que su caso carece de precedentes.

Así pues, en un proceso que parece una precisa metáfora de la teoría del caos, la intención del Rey Juan Carlos de propiciar unos indultos a presos españoles ha acabado por provocar un cuasi incidente diplomático entre España y Marruecos y un conato de revuelta en el país magrebí, socavando de paso la autoridad del monarca alauita. Parece que todo se ha debido a la confusión de las autoridades marroquís sobre cuáles eran los presos que se solicitaban indultar y cuáles trasladar a la península para que cumplieran condena en cárceles españolas, pero en todo caso el error ha sido gordo y, por lo que parece, provocará consecuencias en Marruecos, donde la imagen de su Rey, intocable, ha sido puesta en cuestión y su voluntad, inamovible, ha sido doblegada por la presión popular. Alucinante.

lunes, agosto 05, 2013

La dura receta del FMI


El viernes por la tarde, tras el final de una semana de transición entre Julio y Agosto que ha sido más intensa que muchas del periodo laboral, cuando miles de españoles iniciaban su ritual viaje hacia el atasco y dejaban sus atestadas ciudades para abarrotar las playas, el FMI publicó la versión actualizada de su informe para España, en el que recalcula las previsiones de distintas variables macroeconómicas hasta el lejano, hoy en día infinito, horizonte de 2018, y en base a los números que ofrece pinta un oscuro panorama para la economía nacional, con tasas de crecimiento muy bajas, paro altísimo aunque en suave descenso y deuda que no deja de crecer. Menuda manera de aguar la sangría a muchos.

El informe pinta un panorama sombrío, sí. Viene a decir que hemos tocado fondo, y que nos esperan varios años en los que nos toca reptar por él hasta encontrar la salida. Frente al fin de la crisis en V con el que sueñan todos los eonomistas y gestores mientras se encuentran en el gobierno, el FMI prevé que tras la horrible W que hemos dibujado, sin la barra / del final de la letra, claro, nos espera una figura de L, con una base muy larga. Estancamiento, atonía de las variables y, sin destruir anda, una buena tanda de años en los que el crecimiento será lánguido, rácano y, desde luego, insuficiente para abordar los dos graves problemas que nos ha dejado la maldita crisis: el paro y el nivel de endeudamiento público y privado. Es decir, una forma de salir tan cutre que tardará bastante tiempo en parecer que salimos. ¿Qué recomienda el fondo para acelerar esta salida, crecer más y crear empleo? La verdad es que no han sido muy originales, y es que su receta pasa por la bajada de salarios, y este ha sido el principal titular que el informe del fondo ofreció a los medios, que como en este ejemplo, pusieron casi todo el acento de la noticia en la reducción salarial. Tras unos años de contención y bajada, el FMI considera que nuestra única opción sigue por el camino de la llamada devaluación interna, la reducción de costes y de nivel de vida, y esa bajada de salarios es lo que ellos calculan sería suficiente para aumentar la contratación de manera significativa y dinamizar el maltrecho mercado de trabajo. Como corolario, sugieren una reforma de la reforma laboral, para que la contratación y el despido sean más asequibles, rebajando en algún punto las cotizaciones sociales que abonan trabajadores y empresarios, y subiendo el IVA para paliar el efecto de la menor recaudación derivada de las bajadas en las cotizaciones. En definitiva, más o menos lo que lleva proponiendo el FMI desde hace algunos años, antes de que se incorporara a la troika y después de ser parte de ella. Si se acuerdan un poco hace algunos meses tertulianos de esos que hablan sin saber y no callan alababan el nuevo giro que detectaban en el FMI al respecto de las políticas de austeridad. Bastaron unas palabras amables de Lagarde en contra de la excesiva presión hacia Grecia y Portugal para que salieran en tromba alabando el mensaje que llegaba de Washington, frente a los intransigentes dictados de Bruselas, y proclamaban el fin de la austeridad como política económica en la eurozona, a la vez que llenaban de brotes verdes y demás especies vegetales los campos de una España en recuperación y una Europa cuasiflorida. Supongo que muchos de esos analistas se sintieron el vienes como si se les hubiera cortado la digestión tras su primer baño de verano, tras no haber hecho caso a los consejos de la madre (o madrastra) Lagarde, y haberse tirado al agua mucho antes de lo que marcaba la prudencia y el sentido común. Y es que el mensaje del FMI del viernes para España es el mismo que el que emitió hace unos días para Portugal, y el que lleva lanzando los últimos años. Más allá de declaraciones a la galería para apaciguar a periodistas incautos, el FMI no ha cambiado de discurso desde que estalló la crisis del euro.

¿Y tiene razón el FMI? Como suele ser habitual, depende. En mi opinión acierta en la idea de que, si hemos tocado fondo y no surgen nuevos problemas en el horizonte (beban champan ahora, en unos meses a saber) nos esperan años de estancamiento, que es no perder más, sí, pero no es crecer ni empezar a recorrer el camino de vuelta en el mercado laboral. Y en la bajada de sueldos creo que se equivoca. Se puede recuperar competitividad recortando sueldos, sí, pero también desregulando, eliminando organismos superfluos, abriendo a la competitividad sectores que siguen regulados, bajando cotizaciones y persiguiendo el fraude fiscal, eliminado estructuras políticas y de gobierno redundantes… hay otras vías que no pasan por el (aún mayor) hundimiento de la demanda interna, pero creo que mi extra navideña quedó sentenciada el viernes. El tiempo lo dirá

viernes, agosto 02, 2013

Rajoy tenía ayer una cita sin fin…


Ayer Rajoy tenía una cita que no podía eludir. Una cita con el Congreso, con los medios de comunicación, con los ciudadanos, con la opinión pública española e internacional. Todos ellos le habían, habíamos, reclamado explicaciones por el asunto Bárcenas y todo lo relacionado con la financiación del PP. Forzado por las circunstancias, en contra de su voluntad, a regañadientes, y sólo sintiéndose obligado a hacerlo cuando el Financial Times se lo exigió, Rajoy acudió a la cita y ofreció una sesión parlamentaria de más altura de la esperada en la que admitió errores pero no aclaró todo lo que se le pedía.

Lo cierto es que el debate de ayer, o la sesión plenaria, porque debate como tal no existe cuando el formato se basa en un intercambio de monólogos, fue mucho más interesante de lo que preveía en un principio, principalmente porque Rajoy cambió de estrategia. Seguramente asustado por las dimensiones que alcanza el caso, forzado por la mayor parte de sus colaboradores, y tras llamadas procedentes del exterior, Rajoy viró su estrategia de callada y negación y habló para admitir que se equivocó al confiar en un sujeto como Luis Bárcenas, que ha demostrado ser toda una caja de malas sorpresas. Adoptando una táctica que podemos asimilar a la usada por el Rey tras el desastre de Bostwana, entonó Rajoy en el Congreso, realquilado temporalmente en el Senado, un “Lo siento, me equivocado, no volverá a suceder” que supone la admisión de un grave error, lo cual es un avance. Sin embargo el discurso de Rajoy, mucho más encendido y consistente que en ocasiones anteriores, posee tres graves problemas de fondo que pueden hacer que esta nueva estrategia no sirva para otra cosa que para comprar tiempo por un plazo no muy alargado. Uno es que si el rey puede disculparse y pagar el pato de su error en forma de encuestas de valoración negativa, un político con cargo en ejercicio no puede despachar un error de estas características sin ofrecer ceses, cabezas cortadas o piezas de caza de uno u otro tipo para conseguir enmendar en parte su desacierto, y de esto nada dijo Rajoy ni se sabe a ciencia cierta. El segundo problema es que la negación de todas las acusaciones que realizó ayer en sede parlamentaria corre el grave riesgo de volverse contra Rajoy en caso de que Bárcenas posea munición de gran calibre (¿se imaginan algunas grabaciones, o papeles con la firma de Mariano, o algo similar?) que desbarate ese firme NO que entonó ayer Rajoy sobre la tribuna desmintiendo cada una de las acusaciones que caen sobre su persona y partido. Y el tercer problema, más de fondo, es que la credibilidad del presidente no atraviesa su mejor momento, por ser generosos. Rajoy admitió ayer mismo que las acusaciones de Bárcenas son creídas por mucha gente porque pintan un escenario plausible, que tiene sentido, que no es disparatado suponer que pudiera haber sucedido en la realidad, y tras años y años de escándalos de corrupción que han destrozado la imagen de la clase política la ciudadanía no necesita demasiadas pruebas para sospechar que la financiación del PP se ha ejercido de manera fraudulenta vía comisiones, gestionadas desde Génova por la mente gris de un sujeto, Bárcenas, que de paso se quedaba con una buena parte. Desmentir esta historia, llena de documentos más o menos verosímiles, exige que la palabra del presidente esté fuera de toda duda. ¿Lo está? No, evidentemente, no sólo por motivos de corrupción, sino por la propia gestión económica de la crisis, que ha obligado a Rajoy a desdecirse de cada una de sus promesas electorales, que eran falsas, y hacer todo lo contrario. Es esa falta de credibilidad de la palabra presidencial y, en general, de la de cualquier otro político, uno de los más graves problemas que atraviesa ahora mismo nuestro sistema, fruto en gran parte del mal uso y abuso de la palabra (y de la mano en la caja) de quienes más cuidado debieran haber tenido en utilizarla. Los políticos.

El resto de grupos parlamentarios sospecho que tuvieron que cambiar parte de sus discursos ante la asunción de culpa no prevista de Rajoy (Mariano sorprendiendo a la cámara, cosas veredes…) pero en general demandaron su dimisión y , en el caso de Rubalcaba, mostraron una dureza que hacía tiempo no se veía en el hemiciclo, por parte de un político que tiene poco de que presumir en lo que a honradez, limpieza y transparencia en la gestión. En definitiva, el debate fue largo, bronco, y acabó con la sensación de que dio más de lo que de él se esperaba pero que dejó muchos flecos abiertos, entre ellos la figura de un presidente tocado que debe enfrentarse aún a más de dos años de legislaturas y a muchas pedradas que puedan llegarle desde Soto del Real. Está por ver si será capaz de aguantar.

Fin de la cita