La noticia de la que más se ha
escrito en la prensa, nacional e internacional, no tiene nada que ver con
Snowden, la crisis, Gibraltar o cualquier otro asunto de portada, sino con algo
relacionado con el propio sector de la prensa, en un ejercicio de onanismo
papelero que podría ser criticable si no fuera porque el hecho noticioso en sí
es muy relevante. Tras
más de ocho décadas, la familia Graham, propietaria del Washington Post, una de
las cabeceras de referencia en el mundo, ha vendido el periódico. Eso de
por sí es noticia, pero que el comprador sea Jeff Bezos, el dueño del imperio
Amazon, y el precio pagado, 250 millones de dólares, lo convierten en algo muy
relevante.
Este movimiento del Post se
enmarca en la tremenda crisis que están sufriendo los medios de comunicación,
crisis que en el caso de la prensa escrita es una auténtica debacle, dado que a
las apreturas económicas se le debe sumar la revolución que internet ha
supuesto en el consumo de noticias y el acceso gratuito a las mismas. No nos
engañemos. Cada vez se venden menos periódicos, la facturación de los editores
cae sin remedio y los ingresos, derivados de la venta y la contratación
publicitaria, no dejan de reducirse trimestre tras trimestre, año tras año.
Cada semana tenemos noticias de una cabecera, regional preferentemente, que
cierra tras años de existencia ahogada en deudas e incapaz de encontrar su
nicho de mercado en medio de semejante transformación. Véalo usted en su
entorno, ¿cuánta gente conoce que compraba prensa hace unos años y lo sigue
haciendo? En España, donde la difusión de internet es menor que en otros países
y su uso no está demasiado extendido por las capas de población de edad más
elevada, las ventas han aguantado algo más pero la crisis económica ha supuesto
su puntilla. Las empresas editoras de El País, El Mundo, ABC, El Correo, La
Vanguardia, El Periódico de Cataluña y de todas las demás banderas señeras de
los quioscos nacionales han ejecutado drásticos EREs que se han saldado con
recortes de plantilla, disminución de sueldos y total incertidumbre. Y aun así
la caída se mantiene. En Estados Unidos, donde la penetración de la web es más
intensa y este problema ha llegado antes, al desaparición de cabeceras
regionales y locales ha sido enorme, y los grandes de la prensa, encabezados
por el New York Times y el Washington Post, se han visto abocados a cierres de
secciones y despidos impensables hace unos años, así como sufrir una abrupta y
continuada caída en el precio de sus acciones en los mercados, hasta
convertirlos en empresas financieramente irrelevantes. Los intentos de cobrar
por contenidos en la web, en los que el NY Times fue pionero, y que parece
ahora van a ser emulados en España por El Mundo y El País, a partir del otoño,
tampoco han resultado ser la panacea que muchos anunciaban dado, entre otras
causas, lo acostumbrado que está ya el usuario de la red a consumir noticias de
manera libre y gratuita. Muchos usuarios no están dispuestos a empezar a pagar
por algo que han disfrutado de sin límites ni costes durante tiempo. Así,
abocados a un futuro sombrío, la venta del Post ha supuesto un aldabonazo en la
conciencia de editores y periodistas de todo el mundo, que ven como “cae” una
de las joyas de la profesión. Y el que sea Jezz Bezos, el dueño de Amazon, un
empresario de la red, que ha transformado el comercio en internet y en el mundo
real, creador de una empresa que acumula ganancias y destroza negocios de venta
tradicionales como las librerías o los propios quioscos, ha sido visto como una
cruel paradoja. Uno de los empresarios más criticados por la prensa tradicional
como enemigo de su modelo de negocio se hace con una de las joyas de la corona
impresa. Paradójico y, hasta cierto punto, cruel. Hay quien ve a Bezos como la
salvación del periódico, dad su capacidad innovadora y su comprobado espíritu
de negocio. Otros lo ven como el sepulturero del periódico de toda la vida. El
tiempo lo dirá.
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