martes, agosto 06, 2013

El pederasta indultado


Supongo que a muchos de ustedes, queridos lectores, les chirriará el título del artículo de hoy, porque los términos “pederastia” e “indulto” son totalmente opuestos, imposibles de juntar, como agua y aceite. De hecho existen una serie de delitos, como la citada pederastia, o el terrorismo, para los que el concepto de perdón, redención y cumplimiento de la pena son algo bastante relativo para la sociedad que los sufre, y que no ve manera de castigarlos con la seriedad debida para desalentar esas conductas. Los que realizan semejantes actos nos dan repulsión, pero como evitar que lo hagan o reincidan es algo que aún no hemos descubeirto.

Viene esto a cuento del sainete, con bastante más profundidad de lo que aparenta, pero relatado como si de un culebrón veraniego se tratase, del indulto concedido por el Rey de Marruecos Mohamed VI a un nutrido grupo de españoles, entre los que se encuentra un pederasta, de nombre Daniel Galván, de aspecto avejentado y normal, pero que se torna siniestro una vez que se sabe cuáles son los delitos de los que se le acusa. Los indultos del Rey Mohamed VI fueron uno de los principales logros de la visita que El Rey Juan Carlos hizo a Marruecos a finales de Julio, en lo que supuso su primer viaje al extranjero tras las múltiples operaciones que ha sufrido a lo largo de los últimos meses. Fue su puesta de largo y vuelta oficial al trabajo, en medio de rumores de abdicación y con el país estando como está. YA se comentó en su momento que uno de los objetivos del viaje era lograr indultos para varios presos españoles que cumplían condena en cárceles marroquís, que ya se sabe que no son tan modernas y espaciosas como el Barcenas Resort de Soto del Real, y como en viajes pasados, esa petición se hizo y contó con el beneplácito del monarca de Rabat, ya que a los pocos días cerca de cincuenta condenados españoles fueron liberados por obra y gracia de la ídem real. Sin embargo, a las pocas horas empezó a surgir la polémica, primero a través de internet, y luego en los medios de comunicación tradicionales, sobre el perfil de uno de los liberados, que se escapaba bastante del resto de los presos, en su mayoría condenados por delitos relacionados con el tráfico y consumo de sustancias estupefacientes (es lo que tiene bajarse al moro, a veces se te sube a la chepa y no te deja volver). Poco a poco la imagen de Daniel Galván, que así se llamaba el preso, iba conformando el perfil de un pederasta clásico, cruel y reincidente, que estaba en prisión condenado por abusar de cerca de una decena de niños. A partir de ahí surgió una polémica, lógica, en España, y una movilización social, sorprendente, en Marruecos en contra del indulto real. La noticia en pocas horas pasó de fijarse en el delincuente a centrarse en que, por primera vez en muchos años, manifestantes recorrían las calles de Marruecos protestando contra una decisión de su absolutista monarca, lo que era algo completamente inesperado. Las imágenes de las calles llenas de manifestantes airados y de policías cargando ofrecían la imagen de un Marruecos revuelto, inestable, como no se veía desde hace años, y acabaron por forzar la emisión de un comunicado de la casa real en el que, en un gesto inédito, se admitía que no se sabía que Galván estaba acusado de crímenes tan atroces y se anunciaba una investigación que, sorpresa aún mayor, acabó con la destitución del responsable de instituciones penitenciarias marroquí y, ojo, la decisión del Rey Mohamed VI de revocar su indulto a este sujeto y decretar su busca y captura. Ayer la policía española lo detuvo en Murcia y sigue a disposición judicial a la espera de dictaminar qué es lo que va a pasar con él, cosa que no está nada clara porque lo único seguro es que su caso carece de precedentes.

Así pues, en un proceso que parece una precisa metáfora de la teoría del caos, la intención del Rey Juan Carlos de propiciar unos indultos a presos españoles ha acabado por provocar un cuasi incidente diplomático entre España y Marruecos y un conato de revuelta en el país magrebí, socavando de paso la autoridad del monarca alauita. Parece que todo se ha debido a la confusión de las autoridades marroquís sobre cuáles eran los presos que se solicitaban indultar y cuáles trasladar a la península para que cumplieran condena en cárceles españolas, pero en todo caso el error ha sido gordo y, por lo que parece, provocará consecuencias en Marruecos, donde la imagen de su Rey, intocable, ha sido puesta en cuestión y su voluntad, inamovible, ha sido doblegada por la presión popular. Alucinante.

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