Supongo que a muchos de ustedes,
queridos lectores, les chirriará el título del artículo de hoy, porque los
términos “pederastia” e “indulto” son totalmente opuestos, imposibles de
juntar, como agua y aceite. De hecho existen una serie de delitos, como la
citada pederastia, o el terrorismo, para los que el concepto de perdón,
redención y cumplimiento de la pena son algo bastante relativo para la sociedad
que los sufre, y que no ve manera de castigarlos con la seriedad debida para
desalentar esas conductas. Los que realizan semejantes actos nos dan repulsión,
pero como evitar que lo hagan o reincidan es algo que aún no hemos descubeirto.
Viene esto a cuento del sainete,
con bastante más profundidad de lo que aparenta, pero relatado como si de un
culebrón veraniego se tratase, del indulto concedido por el Rey de Marruecos
Mohamed VI a un nutrido grupo de españoles, entre los que se encuentra un
pederasta, de nombre Daniel Galván, de aspecto avejentado y normal, pero que se
torna siniestro una vez que se sabe cuáles son los delitos de los que se le
acusa. Los indultos del Rey Mohamed VI fueron uno de los principales logros de
la visita que El Rey Juan Carlos hizo a Marruecos a finales de Julio, en lo que
supuso su primer viaje al extranjero tras las múltiples operaciones que ha
sufrido a lo largo de los últimos meses. Fue su puesta de largo y vuelta
oficial al trabajo, en medio de rumores de abdicación y con el país estando
como está. YA se comentó en su momento que uno de los objetivos del viaje era
lograr indultos para varios presos españoles que cumplían condena en cárceles
marroquís, que ya se sabe que no son tan modernas y espaciosas como el Barcenas
Resort de Soto del Real, y como en viajes pasados, esa petición se hizo y contó
con el beneplácito del monarca de Rabat, ya que a los pocos días cerca de
cincuenta condenados españoles fueron liberados por obra y gracia de la ídem real.
Sin embargo, a las pocas horas empezó a surgir la polémica, primero a través de
internet, y luego en los medios de comunicación tradicionales, sobre el perfil
de uno de los liberados, que se escapaba bastante del resto de los presos, en
su mayoría condenados por delitos relacionados con el tráfico y consumo de
sustancias estupefacientes (es lo que tiene bajarse al moro, a veces se te sube
a la chepa y no te deja volver). Poco a poco la imagen de Daniel Galván, que así
se llamaba el preso, iba conformando el perfil de un pederasta clásico, cruel y
reincidente, que estaba en prisión condenado por abusar de cerca de una decena
de niños. A partir de ahí surgió una polémica, lógica, en España, y una
movilización social, sorprendente, en Marruecos en contra del indulto real. La
noticia en pocas horas pasó de fijarse en el delincuente a centrarse en que,
por primera vez en muchos años, manifestantes recorrían las calles de Marruecos
protestando contra una decisión de su absolutista monarca, lo que era algo completamente
inesperado. Las imágenes de las calles llenas de manifestantes airados y de
policías cargando ofrecían la imagen de un Marruecos revuelto, inestable, como
no se veía desde hace años, y acabaron por forzar la emisión de un comunicado de
la casa real en el que, en un gesto inédito, se admitía que no se sabía que
Galván estaba acusado de crímenes tan atroces y se anunciaba una investigación
que, sorpresa aún mayor, acabó con la destitución del responsable de
instituciones penitenciarias marroquí y, ojo, la decisión del Rey Mohamed VI de
revocar su indulto a este sujeto y decretar su busca y captura. Ayer
la policía española lo detuvo en Murcia y sigue a disposición judicial a la espera
de dictaminar qué es lo que va a pasar con él, cosa que no está nada clara
porque lo único seguro es que su caso carece de precedentes.
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