Estamos a 23 de agosto, al final
de una semana tórrida, la que probablemente haya sido la más calurosa en lo que
llevamos de verano, y ha transcurrido lo suficiente del mismo, dos tercios,
como para hacernos una ligera impresión de si los agoreros pronósticos que,
allá por Mayo Junio se publicaron en la web, anunciando un año sin verano como
el de 1816, finalmente se han cumplido o no. Cuando aquella noticia saltó a los
medios se organizó un revuelo enorme, y recuerdo el ejercicio de honestidad y
profesionalidad que hicieron los del espacio de El Tiempo de TVE mostrando tres
predicciones estacionales que daban tres escenarios diferentes.
La realizada por la NOAA norteamericana auguraba un verano algo más
cálido y seco de lo habitual, la de la AEMET español preveía un verano normal,
sin parámetros destacables, y la de la web francesa preveía, obviamente, un mal
verano, con temperaturas por debajo de la media y abundantes precipitaciones.
Mostrando los escenarios Albert Barniol, el presentador del espacio aquella
noche, dejaba escapar una sonrisa que venía a decir “no se fíen de ninguno de
los tres, porque esto no lo acierta nadie”. Y ese es el mensaje con el que
deben quedarse cuando vean previsiones a largo plazo y tendencias de
estaciones. Sinceramente, con el conocimiento y medios actuales es imposible
predecir cómo se va a comportar una estación en una zona del globo. Son tantas
las variables que deben ser analizadas, los datos que se necesitan recopilar y,
sobre todo, lo que aún se desconoce en relación a la influencia que unos
factores pueden ejercer sobre otros que realizar este tipo de pronósticos es un
ejercicio muy sofisticado pero que, a día de hoy, no ofrece una información
mucho más precisa que la resultante de echarlo a los dados o a cara y cruz. Así
de duro, pero así de real. Los modelos meteorológicos han progresado
enormemente en lo que hace a pronósticos a corto plazo, de tal manera que hoy
en día las previsiones a 72, tres días, tienen un grado de acierto cercano al
95% y las previsiones semanales pueden alcanzar valores de probabilidad muy
elevados en determinadas circunstancias, como por ejemplo la que estamos
viviendo estos días, con un anticiclón estancado y una masa de aire cálido
quieta sobre la península ibérica. En épocas de mucho cambio de tiempo, casi
siempre en primavera y otoño, los pronósticos semanales dejan de ser fiables y
se limitan a mostrar múltiples escenarios que pueden darse o no, pero con un
alto grado de error. Pueden creerme que se dedica mucho esfuerzo,
investigación, tiempo de reloj y dinero a predecir la temperie, que es la
palabra castellana que significa el tiempo atmosférico, el “weather” español,
pero el reto es inmenso. Algunos de los mayores ordenadores del mundo están
construidos específicamente para este fin, y apenas son capaces de ofrecer
resultados consistentes a los mencionados siete días. Necesitamos muchas más
estaciones de seguimiento que nos ofrezcan datos sobre la superficie que
tratamos de estudiar, y la proliferación de aficionados y estaciones
automáticas conectadas a internet es una maravillosa noticia en este sentido, y webs como meteoclimatic son un ejemplo
de lo que es el futuro del seguimiento y la observación, pero como antes
señalaba, además de datos y potencia de cálculo, nos falta conocimiento. Por
ejemplo, se sabe que unas aguas marinas más calientes tras el verano son
condición necesaria para que las tormentas de otoño tengan mayor intensidad,
pero aún se desconoce cómo se produce ese fenómeno. Sabemos cómo evoluciona una
tormenta, pero no podemos prever, ni con horas de margen, su formación sobre un
determinado núcleo de población y hacia dónde se va a desplazar, hecho que en
EEUU es la casusa de numerosas muertes debido a los tornados que, muchas veces,
están asociados a los núcleos tormentosos. En definitiva, que nos queda un
mundo por aprender.
Y a lo que iba al principio. ¿Qué
sensación tiene usted de este verano? ¿Ha sido frío, cálido, ni fu ni fa? En
esto del tiempo cada uno tiene una impresión que es la verdadera y única, pero
estarán de acuerdo conmigo en que ha hecho un verano de verdad, de los de toda
la vida, con calor sofocante y sudores. El
primer análisis del mes de Julio, publicado por AEMET, habla de un mes muy cálido
y seco en España, en el que apenas destacan los episodios tormentosos, que
sí están siendo intensos en Agosto, pero localizados en Pirineos y en la zona
este del país (sistema Ibérico y Cataluña principalmente). Vamos, que ha hecho
un tiempo como para haberles dejado a los de la web francesa sentaditos una
tarde sin sombrilla en al puerta del Sol para ver qué sensación obtenían…
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