lunes, diciembre 22, 2014

Balance de 2014


Hoy, el día de la lotería, en la que nunca juego, como en cualquier otro juego de azar, es momento para recapitular este año, porque si todo va como preveo este será el último artículo de 2014. Para los que nos gusta la actualidad este año ha sido, me atrevería a decir, demasiado intenso. Empezó con recuerdos de centenario, de la Gran Guerra europea, y acaba con una guerra instalada en el este de Europa, siempre en el este, que deja miles de muertos en los territorios del oeste de Ucrania y el resurgir de Rusia como un problema para Europa occidental, que nunca ha estado cómoda con tan inmenso y poderoso vecino.

Cuatro han sido a mi entender las noticias que han marcado este año. A la citada Ucrania se le debe sumar el ébola, esa epidemia contagiosa surgida en África occidental, que existe desde hace décadas, que en febrero rebrotó con fuerza en algunos países cercanos al golfo de Guinea y que, pese a la virulencia y las cientos de muertes que llevaba causados, nos importaba a los occidentales lo mismo que brotes pasados, hasta que la enfermedad llegó a nosotros en forma de cooperantes religiosos repatriados, y se montó escándalo. Y se produjo un contagio, y se montó el gran escándalo, dejando ver las vergüenzas de nuestra sociedad, la incompetencia de los gobiernos de todo nivel, la dedicación de los profesionales y la cobardía de un mundo, el nuestro, acostumbrado a vivir entre algodones, que no soporta perturbación alguna y muestra una cara egoísta que da mucho que pensar cuando algo de este “perfecta sociedad” que hemos creado se resquebraja. El ébola nos definió mucho, y en gran medida para mal. Las otras dos noticas son el surgimiento del Estado Islámico y el derrumbe del petróleo. Los islamistas del EI se han hecho desgraciadamente populares a lo largo de este año, tanto por su habilidad para la propaganda como por su infinito grado de saña y crueldad. Expertos en grabar y retransmitir decapitaciones, su capacidad para el asesinato y la guerra van mucho más allá, y actualmente, controlando parte del territorio de la antigua Siria e Irak, y con abundantes recursos económicos, suponen una amenaza global, no sólo para aquella zona. Su capacidad de captación de radicales en todo el mundo, y el atractivo, incomprensible pero cierto, que genera en ciertas capas de la población, suponen un peligro para nuestras y otras sociedades, que ven como ciudadanos de las mismas son captados, transformados en asesinos, lanzados al combate y, si sobreviven, retornados a sus países de origen convertidos en una bomba amenazante. Su forma de actuar combina la más moderna de las estrategias con el más arcaico de los pensamientos, y suponen una nueva dimensión de la amenaza yihadista que amenaza con ser noticia durante mucho tiempo. El otro asunto, el cuarto, es el derrumbe de los precios del petróleo, tanto por el exceso de oferta (el fracking tiene mucho que decir ahí) como por la bajada de la demanda como por el uso del crudo como arma frente a enemigos (Arabia Saudí suní frente a Irán chií, créanme). El barril ha perdido más del 40% de su valor en tres meses y deja al borde del abismo a países productores que dependen por completo del mismo para su supervivencia, como Rusia, irán, Venezuela, Nigeria y otros. El desmadre monetario del rublo de estas semanas es sólo el primero de los grandes efectos de esta onda de choque que va a condicionar muchas de las noticias que sucedan en el próximo 2015, en donde habrá perdedores y ganadores. Su bolsillo estará entre estos últimos, al bajar el precio de los carburantes, y eso será gasolina para una economía, la española, necesitada de estímulos, que ha tocado fondo, y crece algo, pero sigue viviendo en el páramo devastado por la crisis.

Qué horror, pensarán algunos. Pero no, vivimos en el mejor de los mundos que hasta ahora han existido, con sus imperfecciones, sí, y maravillas, también, de las que ahora nos enteramos al instante, lo que desvirtúa nuestra opinión y la sesga hacia la negritud. Y si no les gusta este mundo, hay otros. En 2014 Rosetta Phillae en el asteroide 67P y Curiosity en Marte nos han mostrado que más allá de la Tierra hay compuestos biológicos y agua que pueden ser indicios o soportes de vida. Casi cada día se descubren nuevos planetas extrasolares, y quién sabe si un día hallaremos un vecino que pueda acogernos. Quizás el año que viene sea el momento adecuado para descubrirlo.

Si todo va bien, el próximo artículo lo escribiré el Lunes 5 de Enero de 2015. Pasen unas maravillosas fiestas, cuídense, sean muy felices y ojalá el espíritu de la Navidad nos dure más allá de estas fechas.

viernes, diciembre 19, 2014

Libros recomendados de 2014


Como todos los años, selección de los que más me han gustado en este 2014 entre todos los que he leído


Mejor libro de ficción. El sentido de un final, de Julian Barnes, editorial Anagrama, 192 páginas
* El adversario, de Emmanuel Carrère, editorial Anagrama, 176 páginas
* Te regalaré el mundo, de Marta Fernández, editorial Espasa, 400 páginas
* El jilguero, de Donna Tartt, editorial Lumen, 1.152 páginas
* Peste & Cólera, de Patrick Deville, editorial Anagrama, 240 páginas
* Canciones de amor a quemarropa, de Nickolas Buttler, editorial Libros del asteroide, 344 páginas
* El intocable, de John Banville, editorial Anagrama, 432 páginas.
* El día de mañana, de Ignacio Martínez Pisón, editorial Seix Barral, 384 páginas
* Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami, editorial Tusquets, 320 páginas
* Años lentos, de Fernando Aramburu, editorial Tusquets, 224 páginas
* Tesla y la conspiración de la luz, de Miguel Ángel Delgado, editorial Destino, 432 páginas 

Mejor libro de no ficción. 1914, de Margaret Mcmillan, editorial Turner, 864 páginas
* El Luthier de Delft, de Ramón Andrés, editorial Acantilado, 336 páginas
* Fuego y cenizas, de Michael Ignatieff, editorial Taurus, 256 páginas
* La urna rota, del colectivo Politikon, editorial Debate, 288 páginas
* La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, editorial Acantilado, 176 páginas.
* Crónica del Tercer Reich, de Richard Overy, editorial Tusquets, 408 páginas
* El exilio imposible, de George Prochnick, editorial Ariel, 416 páginas.
* La señal y el ruido, de Nate Silver, editorial Península, 656 páginas
* Flash boys, de Michael Lewis, editorial Deusto, 304 páginas
* Cómo acabar de una vez por todas con los mercados, de Juan Ignacio Crespo, editorial Deusto, 304 páginas
* Open, de Andrea Agassi, editorial Duomo, 480 páginas.
* Comer sin miedo, de Juan Miguel Mulet, editorial Destino, 264 páginas
* La venganza de la geografía, de Robert Kaplan, editorial RBA, 480 páginas

Y como siempre, el consejo de que busquen, lean, disfruten con ello y compartan la afición a las letras allá donde se encuentren. El Lunes que viene, el último artículo del año.

jueves, diciembre 18, 2014

El deshielo llega a las cálidas aguas del Caribe


Hasta el final nunca des por sentado el resultado. A menos de dos semanas para el final del año, ayer se produjo una noticia que, en el contexto del pasado siglo y el periodo de vida de los seres humanos, sí tiene el acontecimiento de histórica. El anuncio, coordinado, por parte del civil presidente de los EEUU y el uniformado mandatario de Cuba del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países supone el inicio del fin del aislamiento con el que EEUU ha castigado al régimen de La Habana y un paso hacia una distensión en lo que fue uno de los frentes más calientes de la llamada guerra fría. 25 años tras la caída el muro de Berlín, ayer se agrietó, para caerse tarde o temprano, el telón que separa a Cuba de EEUU.

Creo que, aunque es un asunto complicado y lleno de matices, es una buena noticia. Supone la asunción por parte de EEUU, al menos una buena parte de su dirigencia, de una visión pragmática respecto a la isla, que curiosamente tratándose de EEUU, el país donde las cosas que funcionan triunfan, ha tardado muchas décadas en llevarse a cabo. El objetivo último del bloqueo y la ruptura de relaciones era el de provocar la caída del régimen. Décadas después, con Fidel vivo, quizás eternamente, la dictadura castrista se ha convertido, a semejanza de Corea del Norte, el otro reducto de paranoia comunista del mundo, en una suerte de mandato hereditario, en este caso entre hermanos. Durante todos estos años el nivel de vida de los cubanos se ha ido empobreciendo a medida que La Habana trataba de suplir la asistencia de la época soviética, que la controlaba y proporcionaba combustible y divisas. Otros países, entre ellos España, han seguido comerciando con Cuba y estableciendo negocios (Meliá tiene unos cuantos hoteles en la isla, por ejemplo) pero el agravio norteamericano ha sido hábilmente utilizado por la dictadura como excusa para el reagrupamiento patriótico frente al enemigo exterior (un clásico de toda dictadura) y justificación del deterioro económico que vive el país, anclado en muchos casos en los años sesenta, no sólo por la estética de sus calles y coches. Si el objetivo de EEUU era provocar por esta vía el derrumbe de la dictadura hace tiempo que se ha visto que la estrategia ha fracasado, por lo que Obama ha optado por un camino alternativo. Aprovechando que la disidencia cubana que reside en EEUU empieza a pensar cada vez más en la nación de acogida y no en la del exilio, y que el apoyo del régimen venezolano, hasta ahora el gran baluarte de los Castro, se va a ir al garete a medida que el barato petróleo estrangule al gobierno de Caracas, EEUU opta por abrir la mano, dejar de ser una excusa útil para los Castro y propiciar los intercambios comerciales con la isla, a sabiendas de que es cuando caen las barreras y empieza a circular el aire cuando las dictaduras empiezan a perder poder e influencia. Cada caso es distinto, sí, pero en España vimos como en los sesenta, junto al turismo y divisas, llegaban al país nuevas ideas y realidades de un mundo al que los españoles no tenían acceso, pero que existía, y que se daba a conocer. Y esa influencia debilitó mucho a una dictadura que, aunque siguiera instalada en su búnker ideológico, hacía mucho tiempo que había perdido la razón, sentido y contacto con la realidad. No se qué pasará en este caso, porque las dictaduras comunistas han demostrado ser más resistentes que las militares de derechas, pero es lógico comprobar que, si algo no funciona, se debe cambiar para obtener un nuevo resultado.

Lo más importante de todo esto es que seguramente será la población de la isla la que salga más beneficiada de esta decisión. Sometida a un régimen donde los derechos humanos, civiles y políticos no existen, y en un estado de pobreza difícil de imaginar, los cubanos tienen ante sí una oportunidad para prosperar y beneficiarse con los intercambios que surjan del próspero vecino del otro lado del mar. Confiemos en que así sea, y que junto a los dólares llegue la libertad a las calles de La Habana, que la necesitan desde hace ya demasiados años. Por ello, el paso de ayer es importante, y debe ser visto como positivo, y como el primero de muchos otros que tendrán que llegar.

Si todo va como espero, aunque está difícil, mañana les colgaré aquí mi selección de lecturas de este año 2014, tanto de novela como de ensayo.

miércoles, diciembre 17, 2014

132 niños asesinados en Peshawar


Hay días en los que escribir, opinar o hablar sobre algo no sirve para nada. Y hoy es uno de ellos. A medida que se iban conociendo ayer las dimensiones de la matanza perpetrada en un colegio de Peshawar, Pakistán, el asombro crecía a una velocidad mucho menor que la ira y la pena, sabiendo en todo momento que en ese recuento de cadáveres, siempre al alza, casi todos eran niños. Números que eran siempre mayores que la edad de las víctimas que recontaban. Escolares en un día de colegio, con sus profesores, aprendiendo materias varias, y que en un momento dado se encontraron con la visita de la muerte en su aula, encarnada en un comando talibán.

Se que la vida acaba amortiguando las sensaciones de dolor, y eso es lo que nos permite vivir y seguir adelante, pero hay días en los que no parece haber consuelo. Y se que debemos quedarnos con la parte positiva de las desgracias para tratar de encontrar en ellas el consuelo y apoyo para seguir adelante, pero hay veces en las que nada de eso ayuda. En el asalto a la cafetería de Sidney de hace un par de días por parte de un integrista, que se saldó con tres muertos, entre ellos el secuestrador, tras muchas horas de encierro, las otras dos víctimas mostraron comportamientos heroicos. Uno, empleado del establecimiento, falleció tratando de desarmar al secuestrador cuando se inició el asalto de la policía. Otra, cliente del local, lo hizo cuando protegió con su cuerpo a una amiga embarazada de disparos del secuestrador. Ambas murieron tratando de salvar a otros. Es posible que en el colegio de Peshawar también podamos encontrar historias de salvación, de profesores y niños que ayudaron a otros cuando el caos llegó a las aulas y pusieron sus vidas en peligro, o las perdieron, para que alguien pudiera escapar, y sean algunos de esos ejemplos los que permitan que la vida pueda continuar en ese lugar. Pero la sola idea de imaginar a un comando talibán que entra en una escuela decidido a matar niños, con el objetivo explícito de acabar con sus vidas, sin tácticas de negociación ni nada, sólo por el afán de buscar dolor y venganza, me supera. Día tras día vemos actos bárbaros en lugares remotos, cada vez menos en nuestra cercanía, pero también, y siempre surge la pregunta del porqué, porqué alguien es capaz de hacer algo así. Y la pregunta cada vez tiene menos sentido para mi, porque el compendio de maldades y salvajadas que los hombres hacemos, terminando con la de ayer y empezando hace miles y miles de años es tan variado y abyecto que no existe una razón lógica que lo ampare. Excusas hay miles, de tipo ideológico, religioso, moral, social, justificaciones de todo tipo, inventadas o no, maniqueas hasta el extremo, absurdas o irracionales, pero que no hacen otra cosa que tapar el instinto de destrucción que anida en cada uno de nosotros, que refrenamos día a día para tratar de conservar nuestro entorno, pero que bien estimulado se desata y no posee freno alguno. El islamismo es, en estos tiempos, la perfecta máquina de alienación mental capaz de desatar ese instinto, de poner en marcha la maquinaria del odio, que tan bien funciona en nuestra mente una vez que se desboca, y que sirve a su amo ideológico sin temor ni descanso. Como antes fue el comunismo, el fascismo y un montón de etiquetas que, tras ellas, esconden pensamientos totalitarios y fanáticos, es ahora el mensaje de Mahoma, la bandera del islam la que se utiliza para captar adeptos, para adentrarlos en la sombra y convertirlos en lo que ayer fueron los asesinos de Peshawar. Maquinas de matar al servicio de una idea, de un sueño, que sólo produce pesadillas.

Alguien dirá que lo de ayer es un ejemplo de inhumanidad, pero lo peor es que es justo al revés. Sólo los humanos somos capaces de cometer actos atroces como ese, sólo las personas matamos por placer, por gusto, por venganza, por odio, por sadismo, por distracción, por diversión, y sólo las personas enseñamos y alentamos a otras personas a hacerlo. Ayer Peshawar fue otro ejemplo, uno entre miles, de ese reverso tenebroso de lo que llamamos humanidad, que es capaz de dar la vida por otros, sí, y también quitarla sin remordimiento alguno. Y ante eso no me queda consuelo, y todo lo que escriba, incluido este pobre artículo, resulta ser vacío e inútil.

martes, diciembre 16, 2014

El petróleo tumba la bolsa y destroza a Rusia


Ayer fue otro día de pérdidas generalizadas en los mercados, que fueron de regular a algo bien, y se tronaron en desastre a medida que se acercaba la hora de cierre. El IBEX se cayó más de un 2%, la prima de riesgo subió hasta cerca de los 120 puntos y el resto de mercados financieros y de materias primas del mundo soportaron otra sacudida, similar a las vividas la semana pasada. En seis días la bolsa española pierde ya un 8% y, a poco del final, hace que el saldo anual de 2014 entre en terreno negativo. Un año que, con altibajos, se esperaba positivo, se está tornando tenebroso, de forma imprevista, a medida que se acerca su final.

Como siempre resulta sencillo realizar un análisis forense de por qué ha pasado todo esto, siendo casi imposible haberlo podido prever. Creo que hay que mirar mucho al precio del petróleo como el culpable y a Rusia como el detonante de la, quizás, próxima crisis financiera. Ya les comenté hace unos días que el derrumbe del petróleo iba a tener enormes consecuencias, especialmente, pero no solo, para los países exportadores, que viven a cuenta del mismo, y ponía aquí a cuatro de ellos (irán, Nigeria, Venezuela y Rusia) como los más necesitados de un barril caro y los que, por consiguiente, más sufrirían con la bajada. Yo esperaba que el dominó de fichas caídas empezase en Venezuela, pero curiosamente ha sido Rusia el primero de los países que ha sentido el impacto de la tormenta. El banco central ruso ya informó el jueves de que sus previsiones para el año que viene, de mantenerse los precios en la horquilla de los 60 – 70 dólares, implicaban una caída del PIB del 4,5%, una depresión griega de mucho cuidado. Desde hace días la bolsa rusa cae, los capitales huyen y el rublo pierde valor frente al dólar de manera acelerada, dibujando el cambio una figura de cohete que rivaliza con los orgullosos Soyuz. Para tratar de controlar el pánico, que ayer se volvió a vivir, esta noche, de madrugada, como queriendo indicar la urgencia de la medida, el banco central ruso ha elevado sus tipos de interés del 10,5% al 17% (recordemos que en la eurozona vivimos en el 0,05%) con la intención de parar la sangría monetaria. Esta situación empieza a ser clavada a la debacle rusa que se vivió en 1998, que hundió su moneda y economía, y propició el llamado “efecto vodka” que hizo tambalear a las economías de medio mundo, y provocó consecuencias globales. Entre ellas, y no fue la menor, la quiebra del hedge fund LTCM, que estuvo a punto de desencadenar una crisis financiera global como la vivida en 2008, y que requirió una intervención coordinada de bancos y al FED en Estados Unidos, en una demo de lo que se viviría diez años después. Hoy en día Rusia, más poderosa que entonces, se puede convertir en un problema mucho mayor, porque el impacto de su crisis se produce en un escenario económico tambaleante, aún por recuperar de la grave crisis financiera de ese citado 2008, y con niveles de deuda públicos en muchos países más elevados que nunca. Así mismo, en este 2014 hemos visto como Rusia puede comportarse como un actor díscolo, por ser generosos, en los asuntos internacionales. Su apropiación de Crimea e intervención en Ucrania lo ha puesto en primera línea en lo que hace a los problemas de Europa, despertando nuevos fantasmas que se creían enterrados. La popularidad de Putin, por los cielos, puede resentirse a medida que la economía local se hunda en la crisis, pero es muy difícil saber qué respuesta puede obtenerse de un país tan inmenso, misterioso y complejo como Rusia.

Puede que la crisis genere la caída del propio Putin y el inicio de una revuelta democrática, como la vivida en la propia Ucrania hace unos meses, pero al igual que en Kiev, en Moscú, junto a manifestantes democráticos conviven oligarcas ansiosos de controlar el poder, sentimentalistas que añoran el imperio ruso y radicales que pueden ver en la inestabilidad su oportunidad para llegar a hacerse con el control del país. Vimos cómo empezó la revuelta del Maidan y las facciones, enfrentamientos y muertes que desde entonces han teñido de sangre a Kiev y a Ucrania en su conjunto. El petróleo, su precio, es la espoleta que puede hacer reventar la bomba rusa, y eso cotiza en el mercado en forma de miedo.

lunes, diciembre 15, 2014

No, Rajoy, no, la crisis aún no es historia


Nos guste o no, ya hemos entrado en plena campaña electoral, dadas las numerosas y trascendentales citas del año que viene. Por ello, les aconsejo que, declaración que oigan de un dirigente político, la tamicen con cuidado para quitar de ella todo lo que sea mensaje, propaganda, eslogan o argucia electoral. Si con un poco de suerte se quedan con algo pueden darse con un canto en los dientes, que les alimentará mucho más. Jugar a sabiendas a esto durante tanto tiempo es realmente cansino, pero es lo que toca. Es como si las semanas de promoción de perfumes navideños durasen casi un año, pero sin Charlize Theron, claro.

El que, de momento, ya ha soltado la más gorda, es el propio Rajoy, que se juega su puesto dentro de once meses, y empieza a temer que pueda perderlo. El otro hizo unas declaraciones en las que afirmó que la crisis, en muchos aspectos, es cosa del pasado. Él sabe que eso no es cierto, que la crisis sigue y que durará aún mucho, pero si quiere remontar en votos de aquí a noviembre, pasando por el degolladero municipal de mayo, debe insistir en el mensaje de que la economía funciona y que la crisis ha quedado atrás. Siendo objetivos, ¿en qué situación nos encontramos? Pues como siempre, depende de cómo se mire. Desde la óptica de un gobierno que llegó al poder a finales de 2011 en medio de la catástrofe, el que las cuentas resistan es todo un logro que vender, y que en un contexto europeo de estancamiento España presente tasas de crecimiento superiores al 1% es algo que permite a nuestros dirigentes sacar pecho. La inflación está en negativo y sigue mostrando un pulso económico casi plano. Por el lado del desempleo, pese a que se crea empleo, aunque no de gran calidad, todavía hay millones de españoles en paro con un horizonte muy negro, y sin perspectivas claras de futuro. Los niveles de deuda no dejan de crecer y, aunque es cierto que la prima de riesgo es baja, estamos ya en el 100% del PIB de endeudamiento público. El consumo, uno de los tractores de la economía, parece que empieza a despertarse en estas navidades y las ventas de pisos suben desde hace varios meses, pero aún queda por ver si estos efectos son coyunturales, un rebote o una especie de espejismo estadístico, dado que venimos de niveles muy bajos tras una caída muy grande, y desde esos lugares es relativamente fácil conseguir tasas positivas elevadas. Podemos coger muchas otras variables económicas y nos darán, como ven, signos mixtos, por lo que es difícil saber dónde nos encontramos. Pero con ese análisis no se ganan elecciones. Por así decirlo, a Rajoy le “toca” obviar los riesgos y problemas y vender la recuperación por encima de todo, y a la oposición le “toca” eludir las cifras buenas y convencer a la población de que todo va mal. Personalmente estoy enfadado con el gobierno porque, pese a que es cierto que ha tomado medidas adecuadas, no ha tenido el valor de hacer las reformas que el país demanda y la crisis requería. No se ha tocado la estructura administrativa, ni la productiva, ni las bases económicas del país. Se ha tirado de recetario clásico de recorte donde era más fácil y subida de impuestos, en vez de apostar por una apertura liberalizadora que permitiera que nuevos negocios surgieran para relevar a los caídos. No se han removido estructuras arcaicas, burocracias inútiles ni duplicidades (casi pentalidades) que obstaculizan el crecimiento y el emprendimiento, y la innovación ha sido tratada como un coste, más que como la tremenda oportunidad que es.

Y todo ello en el plano nacional. Rajoy sabe que la economía española depende mucho de lo que suceda fuera, y que la prima de riesgo la ha bajado él un poco pero, sobre todo, ha sido obra de Draghi desde el BCE. Si Europa se estanca, malo, o el precio del petróleo sigue bajando, bueno, es algo que no depende del gobierno y que afectará a su resultado electoral y a nuestras cuentas. Por ello, en definitiva, no se crean los mensajes de los políticos en este año que ya se aproxima, lean mucho, infórmense, calibren las cosas, eviten que su coyuntura, buena o mala, les condicione el juicio, y frente a campañas y demagogos profesionales, con o sin coleta, usen su propio juicio y decidan lo que crean mejor.

viernes, diciembre 12, 2014

Google News cierra en España


Podrá gustarnos o no, parecernos una cosa u otra, apasionarnos o detestarnos, pero la tecnología, cuyo incremento en capacidad y potencia no deja de crecer, lleva muchos siglos cambiando el mundo y cada vez lo va a hacer más y a más velocidad. Poner puertas a un campo que no deja de extenderse es una actitud que no tiene mucho sentido y está condenada al fracaso. Debemos aprender a convivir con la tecnología y usar el tiempo y nuestro raciocinio para intentar regular sus efectos de la manera más sensata, posible y capaz de aunar la mayor cantidad de intereses, ya que será imposible satisfacerlos todos. Debemos ser inteligentes.

Y un ejemplo de cómo no hacer las cosas es el anunciado cierre de Google News en España, consecuencia de la nueva ley de propiedad intelectual. Google News es lo que se llama un agregador, una web, vinculada al portal de Google, que lista las noticias que se buscan a través de su web, ofreciendo los enlaces de los medios que las citan. Así mismo, ofrece un portal de actualidad con las principales noticias y enlaces a ellas, que acaban llevando a los distintos medios (prensa, radio, televisión, etc) que son los que las tratan. Muchas personas y entidades utilizan estas páginas como resúmenes de prensa, para hacerse una idea de la actualidad general, y luego seleccionan la noticia que más les interese, o el medio que deseen, pinchan y van a él. Por ello el agregador canaliza tráfico de la web a las páginas de los medios y, en gran parte, contribuye a su difusión y crecimiento, sobre todo si, tratándose de Google, muchísima gente puede llegar a usarlo. La principal queja de los medios respecto a estos agregadores es que muchos usuarios se pueden sentir meramente satisfechos con el vistazo que dan al portal de noticias y no ir más allá, de tal manera que el agregador les hace una especie de competencia a todos los demás, y llevan tiempo pidiendo una compensación. En el proyecto de ley de propiedad intelectual, que entra en vigor en 2015, se estable que los agregadores pagarán un canon a los medios para paliar ese perjuicio que estos denuncian. Y la respuesta de Google ante ese impuesto a su servicio ha sido fulminante. El próximo martes 16 de Diciembre se cierra Google News España, y no sólo el portal, sino el servicio de direccionamiento de noticias que existe en el buscador matriz, que dejará de enlazar a los medios españoles, por lo que si a partir de la semana que viene uno busca una noticia a través de Google el buscador le ofrecerá referencias de los medios extranjeros, pero en ningún caso de los nacionales, por lo que se convertirán en webs opacas de cara a los miles, millones de usuarios de búsqueda de todo el mundo. Por querer cobrar una tasa para paliar sus problemas financieros Google responde con un uso manifiesto de su poder de mercado y, para no pagar, retira el servicio. Es obvio que esto es un mal acuerdo que es antiparetiano en todos los sentidos, porque todos pierden. Pierde Google porque deja su servicio, pierden los medios porque dejan de existir para gran parte de la web, y pierden los usuarios al no disponer de una herramienta de información y de los enlaces debidos. Un desastre. Y me da la sensación de que el orden en el que he escrito los agentes que salen perdiendo es el mismo que van a seguir en lo que hace a malos resultados financieros. Las cuentas de Google España se reducirán, despedirán gente y el gigante verá a este país como algo más residual de lo que lo era antes, pero para los medios en español, ya sumidos en un marasmo financiero y de negocio, el perjuicio puede ser mucho mayor. De hecho, empiezan a estar asustados por las consecuencias.

Como comenta Enrique Dans en su blog, estamos haciendo el más absoluto de los ridículos. Los medios no pueden pretender que Google les pague por prestar un servicio que no hay manera de cobrar de forma directa, mediante un impuesto similar a las gabelas medievales, y sería necesario que esa tasa se retirase, y todas las partes se volvieran a sentar en torno a una mesa para decidir cómo gestionar este problema de una manera mucho más inteligente y favorable para todos. Sino, serán los medios los grandes perdedores, nuevamente, en un mundo en el que la tecnología no es la que rige, pero impone unas restricciones y normas que obligan a convivir con ella y a espabilarse. Nadie ha dicho que esto sea fácil, es más, cada vez será más complicado, y las soluciones antiguas, directamente, no funcionan.

jueves, diciembre 11, 2014

La transparencia en España y la CIA en EEUU


Ayer se puso en marcha el portal de la transparencia, una página web en la que se va a colgar mucha información, de momento sólo de la Administración Central, sobre cargos, sueldos, funciones, contratos, organigramas y, en definitiva, datos del funcionamiento de dicha administración. Su valor sobre todo va a ser el de servir como portal único, como repositorio general de una información, quizás accesible o no, pero en todo caso dispersa y caotizada hasta ahora en cada organismo. Esta web es un primer paso en el proceso de la transparencia y, aunque tiene fallos y lagunas, nos hace ser como bebes, que empezamos a gatear en ese mundo abierto.

Comparándonos con otros países que andan y corren en esta materia somos, como señalaba, un bebe que apenas ha dado sus primeros gateos en el pasillo de casa. De manera dramática, esta semana hemos visto hasta qué punto la transparencia está asentada en otras naciones y las enormes consecuencias que tiene su uso. En Estados Unidos, que en esta materia tiene la fortaleza de un experimentado corredor de fondo, se ha publicado un informe relatando las torturas que, durante bastantes años, se llevaron a cabo sobre detenidos en el marco de la guerra contra el terror emprendida por el gobierno de Bush tras el ataque y destrucción de las Torres Gemelas. La CIA fue la encargada de utilizar estos métodos con aquellos presos que, capturados en sus países de origen o en operaciones desarrolladas en terceras naciones, se consideraban como claves a la hora de evitar nuevos atentados. El objetivo último era sacar información sobre planes terroristas para abortarlos, usando para ello todos los instrumentos necesarios, y en este caso el término “todos” incluye todos. El informe describe muchas de esas técnicas de tortura, algunas clásicas, otras muy retorcidas, y las consecuencias que tuvieron, tanto en las personas sobre las que fueron utilizadas (alguna de ellas falleció) como en la información que se obtuvo mediante estas prácticas. Viene a decir el estudio que, de manera pragmática, si consideramos que el fin justificaba los medios, la escasa o nula información obtenida da como resultado que debemos valorar estas prácticas como inútiles, más allá de la repulsa ética que pueda generar el conocimiento de su uso. Es decir, que no sirvieron para nada, ni aportaron información relevante. Lo fundamental en este asunto, más allá de la hipocresía global ante el conocimiento de unos hechos que todos suponíamos que se daban, es que los datos y el detalle de esas prácticas ha surgido por parte del gobierno del país que los desarrolló, y no varias décadas o siglos después, remontándose a las torturas medievales y pidiendo perdón por las guerras de religión, no, sino a hechos que sucedieron hace una década, muy pocos años, y en los que una anterior administración, la republicana, está muy implicada, y la presente, demócrata, también. ¿Se imaginan algo así en España? No, imposible, si no somos capaces de saber si quiera cuántos viajes hacen los senadores pagados por el Senado o por su bolsillo, sería impensable que, por ejemplo, un informe oficial español detallara cómo se organizaron los GAL, un asunto que tiene sus similitudes (y diferencias) con el revelado en EEUU, quienes participaron en ello, cómo se decidió, financió y llevó a cabo, etc. ¿A que no son capaces de ni si quiera imaginárselo? O sin llegar a asuntos tan violentos y escabrosos. ¿Sería posible en España, en un plazo de cinco años, un informe oficial que detallara todo lo que pasó con la constitución, salida a bolsa, quiebra y rescate de Bankia? ¿A que les gustaría leerlo y saberlo? Y a quién no, pero dudo mucho, muchísimo, de que algo así se haga. Ojalá me equivoque, pero nuestra transparencia aún está en pañales, que en demasiadas ocasiones huelen a “caquitas” que nadie desea limpiar.

Se podrá criticar a EEUU por muchas cosas, merecida o inmerecidamente, pero es justo reconocer que, entre los países que practican la tortura, que son muchísimos, es el único que lo reconoce y depura. China, Rusia, las monarquías del Golfo Pérsico… el mundo está lleno de naciones en las que los derechos existen impresos pero no se cumplen en ningún caso. Todos debiéramos recordar en estos días el caso de la periodista rusa Anna Politkovskaya, asesinada por investigar las torturas que practicaba el ejército ruso durante la guerra de Chechenia. La transparencia a nosotros nos cuesta tiempo y dinero, pero en muchos lugares del mundo cuesta vidas. No lo olvidemos

miércoles, diciembre 10, 2014

Bonito castañazo bursátil, vía Grecia


El puente de la Inmaculada acabó con las imágenes de calles repletas y tiendas satisfechas. Créanme que lo primero es cierto, porque en parte lo sufrí. Una cierta sensación de recuperación parece haberse apoderado del consumidor y la economía nacional, aunque debemos ser muy cautos. Jornadas como las de ayer nos obligan a ello. Como si de una etapa del tour se tratase, el corredor hispano demarró en la cuesta económica durante los días festivos pero, como diría Perico Delgado, ayer sufrió la visita del tío del mazo, y la pájara se tradujo en un Ibex 35 teñido de rojo al -3,18% en consonancia con unas bolsas europeas llenas de pérdidas.

Qué sencillo resulta explicar a posteriori lo que ha sucedido, y qué difícil, más bien imposible, intuirlo a priori. Cuando ayer el mercado abrió con bajada del 1,2% se veía que el día venía mal, pero sin saber muy bien porqué. Malos datos exportadores en China llevaron a su bolsa a una caída del 5%, y a medida que la mañana avanzaba y las bajadas se acentuaban las respuestas al por qué empezaron a virar desde Pekín hasta Atenas. Grecia, otra vez Grecia, siempre Grecia, nunca se acaba la crisis de Grecia. Los rumores cada vez más intensos de adelanto electoral en Atenas y la probable victoria según las encuestas de Syriza, la coalición de izquierdas, el Podemos local, que entre otros puntos contempla la reestructuración unilateral de la deuda, un impago parcial de la misma dicho de una manera más clara, volvió nerviosos a los inversores. La prima griega subió setenta puntos en un día, la bolsa de Atenas se vistió a juego de las ruinas que presiden la Acrópolis y se derrumbó más del 12%. Como si de una macabra serie de películas de terror de interminable final, Grecia vuelve a convertirse en un problema para el conjunto de la UE, y nuevamente señala, como el canario en la mina, lo que puede ser una de las fuentes de inestabilidad más importantes de 2015, el plano político. Si durante 2013 y este 2014 la política de acción y palabras del BCE ha logrado controlar las primas de riesgo y dar un margen a los gobiernos para sostener sus políticas, existe el riesgo de que el baile que hasta ahora mantienen dirigentes y BCE pase de ser un “agarrao” a un suelto. La fractura social provocada por los años de crisis, el empobrecimiento de las clases medias, el aumento de la desigualdad, la falta de un discurso político y social desde la dirigencia, los innumerables casos de corrupción que han aflorado en todos los países… muchas son las causas que generan día a día un descrédito cada vez mayor de la ciudadanía con respecto a sus políticos, y el surgimiento como respuesta de formaciones populistas vacías de contenido, pero llenas de griterío, mensajes y aparentes y milagrosas soluciones. Desde espectros políticos muy distintos, al menos en apariencia, Podemos en España, Syriza en Grecia, UKIP en Reino Unido o el Frente Nacional en Francia, responden al mismo patrón tanto en su surgimiento como desarrollo, alentado por los vientos interminables de la crisis. Y es sólo cuestión de tiempo que en cuanto haya elecciones en estos países esas formaciones alcancen resultados que determinen la gobernanza de sus naciones, de manera total o, al menos, muy significativa. Y su mensaje es de ruptura frente a lo conocido, de experimentación, de sublevación frente al BCE, Bruselas, FMI y todas aquellas instituciones que son vistas como causantes de la crisis y responsables del desastre que hemos vivido. Estas instituciones tienen su parte de culpa, es innegable, pero no toda, ni mucho menos. Sin embargo su incapacidad para explicarse y entender a la sufrida sociedad europea les ha convertido en obvios culpables a los que atacar.

Y Grecia, uno de los países más destruidos por años de austeridad, recortes, políticas más gestionadas, corruptelas en todos los niveles y desesperanza, puede volver a ser el primero que, como en 2009, muestre la emergencia de este nuevo riesgo político que haga tambalear nuevamente las primas, las bolsas y las deudas, inmensas tras años de imparable crecimiento. Por eso, y por China, y por el petróleo y por vaya usted a saber cuántas cosas más, bajó ayer la bolsa. Pero no me pregunten qué es lo que va a hacer hoy, cómo se va a comprobar. Si eso mañana les explico lo que haya podido suceder hoy, que para algo soy economista, y eso no deja de tener un tono forense mucho más ajustado que el carácter de visionario.

martes, diciembre 09, 2014

Cuando el metro falla, es que falla de verdad


Normalmente el metro no suele fallar. Es cierto que desde hace un tiempo las frecuencias se han reducido mucho más de lo debido, en una política de ahorro contraproducente que genera menos ingresos de los costes que reduce, y que por lo que he comprobado este puente no se va a rectificar en la temporada navideña, en la que es imposible acceder al centro en vehículo privado. De hecho casi es imposible acceder de ninguna manera. Además, para los que no tenemos coche, el transporte público, en este caso el metro, es nuestro vehículo, salvación y vía única de transporte.

Pues esta mañana esa vía única ha decidido jugar conmigo. He salido de casa a la hora habitual y al coger mi línea ya he visto que el siguiente convoy venía con más tiempo de lo que suele ser habitual a mi temprana hora. Ha llegado, llenito, y hemos tardado unos cuatro minutos en partir de la estación. En la siguiente, con otros minutos parados, el conductor ha avisado de que un tren sito un par de estaciones más adelante se encontraba detenido, por lo que la circulación era ocasional y tenía retrasos, como ya estábamos comprobando todos los viajeros. Al arrancar el tren camino a la segunda estación he decidido alterar el itinerario de todos los días y coger una línea alternativa, que también acaba desembocando en la que me conduce directamente a la puerta del trabajo, y que intercambia con la mía en la segunda parada desde que salgo de casa. A trancas y barrancas hemos llegado a esa segunda estación, y puede que no haya sido yo el único en tener esa idea, porque una riada de personas nos hemos bajado allí, rumbo a unas pobres escaleras que, de ser dibujos animados, tratarían de salir corriendo. Peldaños y pasillos recorridos, he llegado al andén de la segunda línea, y al minuto ha aparecido un tren. Las primeras paradas han transcurrido con normalidad, pero a mitad de trayecto nos hemos detenido un par de minutos en un túnel, sin saber muy bien porqué, y al llegar a la siguiente estación, a tres del segundo intercambio, hemos estado un buen tiempo parados en el andén. Vuelta a arrancar, nueva estación, y otros cuatro minutos parados, hasta que el conductor ha avisado que por un problema de señalizaciones la circulación no se prestaba con normalidad. He mirado al cielo, en este caso disfrazado de fluorescente y celosía atornillada, pensando en cómo es posible que dos líneas a la vez puedan registrar problemas diferentes, intentando calcular probabilidades, pero desistiendo, tanto por lo complejo del problema como por la asunción de que con tanto tiempo perdido tendría hasta margen para haber encontrado una solución. A trancas y barrancas, pero sin los muñecos de la tele, hemos alcanzado el segundo intercambio, la prevista solución alternativa a mi problema inicial, a la que he llegado con más de un cuarto de hora de retardo sobre lo que estimaba inicialmente, y me he vuelto a introducir en una riada de personas, que iban hacia todas las partes inimaginables, atestando pasillos, escaleras, cintas, desvíos y cualquier otro espacio disponible. Finalmente he alcanzado el andén de la línea que conduce directamente a mi trabajo y, al par de minutos, ha llegado un tren que en dos paradas, sin sobresaltos, parones ni incidencia de ningún tipo, me ha depositado en mi destino, donde he podido comprobar al salir a la calle que me he perdido un precioso amanecer, además de una buena minutada.

Cuando uno está parado en un vagón, ahí abajo, sin ver ni saber nada, nada puede hacer. Es una de las situaciones más impotentes que conozco. En un atasco de tráfico se puede mirar por la ventana, intuir en un cambio de rasante o curva si la cosa sigue más allá o no, pero en el túnel nada sabes, nada ves. Sólo el tiempo, que pasa, y las caras de los que te acompañan, que se van avinagrando poco a poco a medida que el transporte que tenía que llevarles a su destino se convierte en un problema de mayor o menor entidad. Metro de Madrid hoy no nos ha regalado nada navideño, más bien un poco de carbón para “calentarnos” a primera hora.

viernes, diciembre 05, 2014

Bankia, las finanzas de una torre inclinada


Trabajo cada día en uno de los pisos superiores de una alta torre del Paseo de la Castellana. Mi mesa de trabajo da hacia el sur, por lo que tengo todo el espectáculo de Madrid a mis pies. Pero si me levanto y ando un par de segundos, y voy al ala norte del edificio, puedo contemplar la sierra y el cierre de Madrid ciudad y comunidad. Y veo las Torres Kio de Plaza de Castilla casi a la altura de sus últimos pisos. En uno de ellos, en la torre izquierda si se mira desde mi posición, hacia el norte, se dibujaba antiguamente un oso verde y ahora luce un rótulo, de un verde más apagado, cuyas letras escriben la palabra BANKIA.

Antes del verano de 2011, con la crisis en todo su esplendor, y con gran parte del país y su clase política y dirigente negándolo aún con saña, BAnkia salió a bolsa, en medio de una campaña publicitaria enorme y la sensación de que si esa colocación salía mal nos íbamos todos al garete, lo que venía a ser la prueba palpable de que andábamos sobre arenas movedizas y cada vez nuestra barbilla estaba más cerca de ser rozada por el fango. Yo no compré acciones, porque esa caja, banco o lo que fuese, me parecía un inmenso Frankenstein elaborado a base de desastres financieros, entre los que destacaban la propia CajaMadrid, cuyas cuentas conocidas eran infames, y Bancaja, una de la que lo poco que se sabía era para salir corriendo y no parar hasta llegar al fin del mundo. Surgida como tabla de salvación de las finanzas de dos de las grandes comunidades del PP, Bankia representaba, por dimensión, lo peor de lo que estábamos generando en el proceso de derrumbe del país. Ya había dejado la presidencia del grupo el inefable Miguel Blesa, del que todo se podía oír en Madrid, y que con el tiempo se ha hecho famoso en toda España, y su puesto lo ocupaba, tras un pulso cerrado en el PP, Rodrigo Rato, mandamás donde los hubiera en el partido, pero con escasos conocimientos de banca. La colocación fue exitosa y el día del inicio de cotización Rato, el PP y el gobierno del PSOE reunieron en la sede de la Bolsa de la Plaza de la Lealtad a lo más granado (no se si también al propio Granados, seguro que sí) de la sociedad financiera, política y social de Madrid y España. Abrazos, sonrisas, y el campanazo, virtual, de inicio de la cotización de las acciones. Yo no dejaba de decir por aquellos días que toda esa operación era imposible, que era un enorme error, que Bankia estaba quebrada por completo y que lo único que estábamos haciendo por aquel entonces era jugar, como esos personajes de los dibujos animados, a patalear en el aire para tratar de no caernos en el vacío que se había abierto bajo nosotros. Y no hacía falta ser un experto en contabilidad y banca, no lo soy, para saber que los activos que tenía la entidad no valían casi nada, porque sus miles y miles de millones de crédito hipotecario y promotor eran incobrables o, siendo generosos, valían mucho menos de lo que figuraban en libros. Sin embargo, como la acción empezó a cotizar bien, por así decirlo, el público y analistas en general dejaron de alarmar sobre el particular. Pocas veces clamaban en el desierto de lo real, y la bola financiera de Bankia seguía avanzando, atrapando en su camino a más y más ahorradores e inversores, que se fiaron de unas autoridades, reguladores, supervisores y auditores que cobraban mucho, se supone que sabían más, y que veían todo con buenos ojos Hasta que, como debe ser, el dibujo animado se cae, pataleando a veces, se estrella y se destroza.

En esas fechas vino de visita a Madrid mi amiga ABG, que ahora reside entre nosotros, y quedé con ella en Plaza Castilla, bajo la torre de Bankia. Nos saludamos al encontrarnos y, entre risas, le dije que esa torre inclinada de ahí, señalando al cielo que cubría el saliente voladizo del edificio, puede caerse cualquier día y arrastrar a todo el país al desastre. Y eso es lo que sucedió más o menos un año después. Ahora conocemos que el día de la colocación en bolsa de la entidad asistimos a una representación teatral basada en falsedades y cuentas manipuladas, pero lo publicado ayer sólo aporta constancia documental, pruebas, a algo que todos intuíamos y, no lo duden, los que celebraban el acto de la Plaza de la Lealtad, sabían.

jueves, diciembre 04, 2014

En la presentación del nuevo libro de Antonio Muñoz Molina


Habla Muñoz Molina con voz apagada, suave, queda, como deseando no molestar al interlocutor, con firmeza y claridad de pensamiento, pero con escasa presencia, necesitado de un micrófono para que sea perfectamente audible, antiejemplo de la ruidosa España que le acoge. Su pose también es de timidez retraída, quizás producto de horas infinitas de lectura en soledad, de introspección entre los párrafos y pasajes de los libros que le han cautivado. Una rara avis en nuestro panorama que apenas duraría un par de minutos en las vocingleras tertulias de nuestros medios. Bendita rara avis.

Asistir a una presentación de un libro, o a un acto, en el que este Antonio Muñoz Molina es para mi un placer y, además, un honor. Su trayectoria literaria no necesita aval ni explicación alguna, sus libros no son sencillos de leer, pero atrapan en su profundidad y belleza, y miles son los lectores que a lo largo de los años le hemos ido encumbrando a un pedestal en el que, como escritor, ocupa una de las referencias, guías o estrellas que, como la Polar, sirven para marcar nuestro rumbo. Pero además Muñoz Molina se ha ido convirtiendo con los años en una figura intelectual de talla internacional, en una persona con un criterio moral absoluto y una profunda visión de la realidad social que le rodea. Inmerso en ella plenamente, podía haber escogido una vida de lujos, de altas esferas, de oropeles incluso, pero no, a medida que su talla literaria, y la fama asociada a la misma ha ido creciendo, Muñoz Molina se ha encerrado más socialmente pero se ha abierto del todo al mundo, a través de sus escritos. Artículos semanales, u otros de periodicidad irregular, le muestran como un profundo crítico de las maldades de este mundo, que son creadas por nosotros, pero no lo hace desde una tronera altiva, desde una posición de superioridad sobre el bien y el mal, no, sino sabiéndose parte de esa sociedad, reconociéndose culpable en la parte que le toca de lo que está mal, o de lo que mal se hizo en su momento, y proponiendo algunas soluciones pero, sobre todo, vías para tratar de perdonar la culpa que le producen sus errores propios. No conozco descripción más mordaz, cruel, dura y certera de la crisis que ha vivido y vive este país que la expuesta por él en su ensayo “Todo lo que era sólido” que debiera de ser lectura obligada en colegios y universidades, porque allí se describe perfectamente cómo es la sociedad española, en su grandeza y en su miseria, en su cultura y su soberbia ignorancia. En esas páginas dijo lo que algunos pensaban, muchos temían y nadie se atrevió a poner negro sobre blanco, y él lo hizo, y como es habitual, de manera insuperable. Por ello, con el paso del tiempo, para muchos Muñoz Molina se ha convertido, se nos ha convertido, en un referente moral, en una guía para saber cómo actuar. Ante muchos problemas y situaciones diarias, personales, políticas o sociales, a veces pienso en mi interior qué es lo que él opinaría para tratar de usarlo como guía, y anclaje, de mi respuesta. Una buena amiga mía decía que para ella fue Delibes el escritor que le servía como referente moral, y su elección me parece óptima. Delibes, trágicamente, ya no está con nosotros, y su ausencia y el vacío que nos dejó se nota cada vez más. Quizás Muños Molina pueda para muchos recoger ese testigo, servir como apoyo en el caminar, y no sólo ofrecer deleite en sus páginas de narrativa, sino también consuelo ante el corazón dudoso, que busca ansioso la ejemplaridad perdida, y que la encuentra en este señor que es lo más parecido que imaginarse uno pueda a la concepción de esa palabra que anida en nuestra memoria.

Tras el acto, presentado por Carlos Santos, se produjo una cola para firmar ejemplares de la novela, titulada “Como la sombra que se va” y al llegar ante él, y agradecerle su trabajo y ejemplo, le señalé que entre el público de la sala se encontraba el arquitecto Rafael Moneo, y le dije que, cómo el premio Pritzker, él era capaz de levantar tanto catedrales como pequeñas estancias a base de palabras, y lograba la magia de que en ambos recintos el lector se sintiera igual de a gusto y acogido. Aún no he leído su novela, quizás lo haga en Navidad, pero creo que en ella encontraré otro edificio, grande, pequeño, no lo se, en el que poder sentirme, como lector, en el cálido hogar.

miércoles, diciembre 03, 2014

El EGM y el examen en el trabajo


Ayer salieron publicados los datos del EGM hasta Noviembre, en cuesta de periodicidad trimestral que, por oleadas, mide la audiencia de los medios de comunicación que no son la tele. Radios, prensa, revistas y webs son los principales interesados en saber cuáles son los datos, que les dicen si sus programas van bien o mal, o cómo se comportan en relación a la competencia. Como hay muchas franjas de competición todos los medios encontrarán alguno en el que, particularmente, salen beneficiados, por lo que como si fuese la noche electoral, todos proclaman su victoria, aunque sepan que hay ganadores y perdedores.

¿Cada cuánto le examinan a usted en su trabajo? Supongo que la respuesta variará mucho tanto en función del trabajo que tenga (y ojalá lo tenga!!) y lo que considere un examen. Un maestro de escuela tiene un examen continuo frente a un público sumamente exigente y, por defecto, nada dócil. Los empleados cara al público sufren esa sensación de examen mucho más intensamente que, por ejemplo, los que trabajamos en oficinas. Tenemos nuestros momentos, como la entrega de proyectos, visitas de control o auditoría, urgencias de los jefes ante las que se debe responder de la mejor y más rápida manera posible, y cosas así, pero es raro que en el día a día la presión sea constante. En los medios de comunicación la cosa va por, precisamente, medios. Radios y prensa tendrán datos propios de manera precisa y continua de cómo les va, pero hasta que salen los EGM no tienen constancia, ni publicidad, de ellos, por lo que pueden experimentar algunas secciones o programas en ese margen de meses que hay entre encuesta y encuesta. Espacios radiofónicos como “la cultureta” sección de cultura que hace unas semanas ha inaugurado La Brújula en Onda Cero en su programa de los viernes son un ejemplo de esta menor presión instantánea, que permite llevar a cabo locuras como esta, que espero que tenga el gran éxito que se merece. Sin embargo, en el mundo de la televisión, eso no es posible. Los datos de audiencia se reciben al día siguiente de la emisión del programa. Cada mañana los ejecutivos de las cadenas tienen en su mesa las cifras que generaron los programas del día anterior, números de espectadores que se traducen inmediatamente en mayor o menor facturación por publicidad, que es de lo que viven las cadenas privadas y para eso emiten. Por ello el margen de actuación es mínimo, a veces ridículo. Si un programa no consigue las expectativas que se previeron en su momento, vaya usted a saber cómo, serán pocos los capítulos o emisiones que se le concedan de margen para que remonte, pudiendo así cancelarse a la mínima, independientemente del mucho o poco trabajo que tenga por detrás y el tiempo que se haya requerido en su creación. En este sentido la tele es un medio sumamente darwiniano, donde si no comes audiencia, te la comen, y desapareces. Ello presiona enormemente para buscar el espectáculo en todos los contenidos que se emitan, provocando en muchas ocasiones, casi todas, la desvirtuación del programa original. Telediarios que se convierten en morbosos contenedores de sucesos, tertulias sometidas a la algarabía griterío y simplismo, ruido en abundancia y, por lo general, poca ropa en el caso de las presentadoras. Así mismo también se produce un triste fenómeno imitativo, y es que si un programa triunfa, estuviera previsto o no, pocas semanas tardan el resto de las cadenas en copiar su formato, cambiando una coma o foto del decorado, y presentándolo como gran novedad, hasta que muchas veces el formato satura a la audiencia y cae por su propio peso.

Y claro, los profesionales que trabajan en la televisión, famosos o no, saben que de la audiencia de ayer depende mucho el contrato de hoy y el ingreso de mañana, y muchas veces esa presión, que siempre está presente y a veces es implacable, les fuerza a hacer cosas que, como periodistas, nunca harían, con tal de ganar unas cuotas de “share” como dicen los cursis, y así garantizarse una nueva noche en casa con la seguridad de tener que madrugar al día siguiente. Y eso es una losa que puede acabar destruyendo el prestigio de las cadenas y muchos profesionales. Y no se me ocurre muy bien como compatibilizar, en televisión, rigor profesional, ingresos y estabilidad. Las cadenas públicas son una vía pero, bien lo sabemos, tienen “problemas” de otro tipo que algún día comentaré.

martes, diciembre 02, 2014

Dos hombres y un (mal) destino


Seguro que lo que más le interesaba a muchos de los que acompañaban ayer a Rajoy en su visita a Hollande era saber cómo se organiza el mandatario francés sus citas amorosas en el Eliseo, cómo entra y sale Jullie del palacio y en qué habitaciones tuvieron lugar las amargas broncas entre el todavía presidente de la República y su antigua compañera, Valeire Trewieller. Es casi seguro que nadie dijo una palabra sobre estos asuntos durante el encuentro mantenido por los dos gobernantes y sus equipos, pero me apuesto lo que quieran a que fue un tema obligado entre los chascarrillos y comentarios de la delegación española.

Yendo un poco a asuntos más serios, la verdad es que el encuentro de ayer fue curioso, porque reunió a dos presidentes que, según todas las encuestas, caminan de manera firme y decidida hacia el fracaso. Sobre Rajoy sabemos mucho, y de cómo le tratan las encuestas, y del efecto de Podemos, y de la indignación social, y su indolencia a la hora de tratar los problemas (o nombrar ministros, que llevamos casi una semana sin ocupar la cartera de Sanidad y no pasa nada). De Hollande sabemos menos, pero lo que nos llega, cuernos y sentimentalismos aparte, me hace afirmar que su situación es aún peor que la de Mariano, si es que eso es posible. Habiendo cumplido ya la mitad de su mandato de cinco años, el estado de su presidencia es desastroso. Con unos índices de aprobación que no llegan al 20%, una economía riquísima, pero que no crece, una confusión absoluta sobre qué rumbo político tomar y un Partido Socialista desmembrado en facciones cada vez más opuestas, Hollande se tiene que levantar cada mañana con la sensación de que la pesadilla nunca termina. En frente, el inquieto Sarkozy amenaza con volver, seguro que más motivado por la inmunidad que otorga el poder ante los juicios que le esperan que por disfrutar de las mieles del éxito. Vencedor por poco margen de las primarias de su partido este fin de semana, su retorno, polémico y aún discutido por muchos, amenaza con tambalear más a las estructuras de la derecha francesa que al propio Hollande. La UMP, que es el partido de Sarkozy, está aún más dividido que el socialismo, asaetado por casos de corrupción y en un estado de quiebra financiera prácticamente irresoluble. “Sarko” que es megalómano hasta para saludar, promete recuperar el prestigio perdido, pero es difícil que los franceses, y no sólo ellos, que quedaron muy decepcionados con el resultado de su presidencia, le vuelvan a dar un apoyo masivo. Quien observa todo esto desde una barrera muy tranquila es Marine Le Pen, actualmente la política con más poder, mejor imagen y más probablemente vencedora de unas presidenciales. Tan ideológicamente nefasta como su padre, pero mucho más lista, ha vendido su discurso xenófobo y antieuropeo envuelto en el celofán de la solidaridad ante la crisis, llevándose riadas de votos tradicionalmente partidarios del socialismo y conservando los muchos que ha arrebatado a la derecha tradicional. Sin muchas salidas de banco, sin declaraciones ruidosas que generen polémica, pero pensando lo de siempre, el populismo del Frente Nacional encabeza todas las encuestas desde hace meses, y otorga la panorama político francés el dudoso honor de ser ahora el, probablemente, más peligroso riesgo para la pervivencia de la UE. Imaginarse a Marine como presidenta del país es una pesadilla a la que ningún analista quiere siquiera hacer frente, pero entre su astucia, la crisis infinita y la ineptitud de sus rivales, cada día que pasa resulta ser un escenario más realista.

Imagino a Hollande y Rajoy contándose estas penas en privado, y preguntándose ambos cómo han logrado hundirse así en la miseria y elevar a los altares a populistas como Marine o Iglesias, que amenazan con desestabilizar sus países. Los dos, de orígenes e ideologías muy distintas, han acabado juntos en muchas de las iniciativas europeas frente a Alemania, pero sobre todo comparte un probable destino de fracaso, que unas futuras elecciones certificarían de una manera clara, pero que ahora no es sino una leve sombra que invade todas sus acciones y decisiones. Curiosa, sí, y tristona, la cumbre celebrada ayer en París.

lunes, diciembre 01, 2014

La violencia y la impunidad en el fútbol


En la última mañana de noviembre, en torno a las nueve horas, con restos de niebla que surgían de la ribera del Manzanares, citados probablemente por mensajería de móvil, y pertrechados de abrigo e instrumentos contundentes y punzantes, decenas, puede que más de un centenar, de aficionados ultra del Deportivo de la Coruña y el Atlético de Madrid se enfrentaron en una batalla campal que acabó con un saldo de decenas de heridos de diversa gravedad y un muerto, seguidor del grupo gallego, que tras ser apaleado fue arrojado al río como si, en la mente de sus atacantes, ya no fuera más que un cadáver.

El fútbol es ese deporte que en todas partes levanta pasiones, pero que sólo en España parece poseer la inmunidad absoluta para saltarse cualquier normativa, de todo ámbito y competencia. Muchos son los casos de recalificaciones, construcciones, proyectos de ampliación y demás labores de infraestructura que se llevan en los estadios y alrededores que carecen de licencia, o son directamente ilegales, o se han visto envueltos en amaño o comisión, con gran cantidad de beneficiarios con derecho exclusivo al palco. Cuando los presupuestos públicos no dan para arreglar calles o mantener camas de hospitales varios son los equipos de fútbol rescatados, en medio de la algarabía de una ciudadanía que cada vez tiene menos pan pero que por nada del mundo renuncia a su circo. Los presidentes de las entidades, desde las más ricas a las más míseras, son un compendio de figuras que, incluso por aspecto, podrían participar como extras en cualquier serie de televisión dedicada al mundo de la mafia. Y sí, alguno de ellos podría protagonizarla sin problemas, y reciben el aplauso y el saludo de todo el mundo, autoridades y “nicolasetes” de medio pelo que quieren figurar que son algo. Pruebe usted a manifestarse en la calle contra algo y tendrá que pedir muchos permisos y superar controles, pero si hay un partido de fútbol la calle es de la afición, y si se gana un trofeo da igual la protección que tenga el monumento de turno, al que usted nunca podrá acercarse, que una horda lo invadirá, usurpará y, si le da la gana, mutilará sin recato ni pena alguna. Podría poner muchos más ejemplos, pero todos ellos revelarían que en el fútbol la ley, que a usted y a mi nos restringe, no existe. En el caso de los grupos de aficionados ultra la situación es la misma. Todos los clubes de cierto tamaño los tienen, y alimentan y defienden de una manera o de otra. Tratan de hace como que son “chicos simpáticos” con los que nada tienen que ver, pero por detrás les suministran material, entradas, privilegios y otras prebendas que hacen que esos grupos pervivan y mantengan cuotas de poder muy elevadas. Al igual que ocurre con la corrupción y los partidos, todos los clubes denuncian comportamientos intolerantes por parte de los ultras de los otros equipos, mientras que defienden la presunción de inocencia de los suyos, amparados en “el amor a los colores” y otras expresiones igualmente cursis y vacías. Y todo ello, unido a una permisividad de las autoridades, que nunca han querido meter mano en este asunto para no herir al privilegiado y poderoso sector futbolero ha ocasionado que en días de partido bandas de esos grupos ultra merodeen por los estadios y alrededores, organizando desmanes y altercados, de pequeña entidad en muchos casos, pero graves, y que son silenciados por todos. Padres con niños pequeños que se acercan a los campos pueden asistir a los desmanes de estas bandas sabiendo que nadie los parará, y los vecinos y residentes en las proximidades saben que, tras el día del partido, habrá algo roto en la comunidad o algún herido o contusionado por “esos chicos” y que no pasará nada.

Y así, ayer, tras el asesinato cometido en la ribera del Manzanares, asistimos a la lógica, esperada e hipócrita catarata de comunicados de clubes, asociaciones e instituciones, responsables de que existan estos grupos violentos, y que lamentaban la muerte de un aficionado, cuando todos ellos saben lo que hay que hacer para disolver y acabar con estas mafias de camorristas, lo cual no impedirá broncas, muchas veces alentadas por el alcohol y el primitivismo de la masa, pero que sin lugar a dudas evitarían escenas como la vivida ayer. Cuando pasen los días y las “muestras públicas de dolor” todo seguirá igual, los ultras continuarán viviendo a cuerpo de rey y nadie se atreverá a meter mano a todo esto. Espero equivocarme.

viernes, noviembre 28, 2014

Cisne negro, negro de color petróleo


Como la mañana de hoy en Madrid, sometida a un fuerte vendaval de lluvia y hojas arrancadas de los árboles, así fue de violento el desplome de los precios del petróleo registrado ayer en los mercados tras el anuncio de la falta de acuerdo para recortar la producción que se debatía en la reunión de la OPEP de Viena. Había varias opiniones que decían que, aunque modesto, ese recorte se podría acordar, pero finalmente no fue así, y la OPEP, que ya sólo controla un tercio de la producción mundial, se levantó de la mesa mucho más pobre que cuando se sentó, aunque sospecho que las sensaciones serían muy distintas entre todos sus miembros.

Ya les comenté hace unos días que Juego de Tronos es una serie de corte infantil y desenfadado en comparación a la batalla campal que se vive en el mercado mundial de petróleo. A medida que pasan los días y que los precios, lejos de remontar, encaran una espiral bajista, que los hace perder ya un tercio de su valor desde los máximos de este año, las consecuencias no dejan de producirse. Al nivel de entorno a los 70$ a los que cerró el barril ayer parte de las explotaciones de fracking norteamericanas, que son las que han inyectado más petróleo nuevo en el mercado en estos últimos años, empiezan a no ser rentables, por lo que el golpe bajo que, presuntamente, los países del Golfo quieren asestar a las nuevas tecnologías norteamericanas empieza a dar en donde más le duele a Washington. Como la economía norteamericana crece, de manera envidiable para nosotros, posee suficiente músculo para aguantar este envite durante un tiempo, pero no es ese el caso de otros países productores, sean de la OPEP o no. Nigeria, Rusia, Irán o Venezuela, por poner los casos más claros, observan con terror como sus presupuestos nacionales, dependientes como yonkis compulsivos del precio del crudo, se hacen añicos, y sus déficits exteriores escalan a cifras insostenibles. Esos países no pueden aguantar mucho tiempo con estos precios y, de consolidarse a los niveles de ayer, no pasara mucho antes de que sus gobiernos se vean obligados a aplicar duros recortes de gasto y, en paralelo, se produzcan disturbios sociales, revueltas y otro tipo de escenarios similares. En el plano internacional estos países evidentemente van a perder poder, tanto de influencia indirecta como de ejercicio puro del mismo. El conflicto Rusia Europa al respecto de Ucrania, o las negociaciones de Irán con las potencias occidentales sobre su programa nuclear van a verse afectadas muy directamente, por poner dos ejemplos de gran importancia, porque en ambos casos el actor díscolo, por así llamarlo, pierde poder a cada dólar que baja el barril de crudo. Tensar la cuerda en la mesa y dilatar las negociaciones es ahora mismo una buena táctica por parte de occidente para hacer que la quiebra del oponente se vaya cociendo a un fuego cada vez más vivo. En esta partida también hay actores que tienen un corazón “partío” como decía la canción. Un caso obvio es el de EEUU. El bajo precio le hace mucho daño a su industria nacional de fracking, como hemos visto, pero beneficia al conjunto de sus ciudadanos al reducir la factura energética que pagan y debilita, como vemos, a algunos actores regionales con los que se encuentra enemistado. ¿Qué es mejor para los norteamericanos? Pues depende. Las empresas petroleras, muchas de ellas afincadas en aquel país, van a ver cómo sus cuentas de resultados se deterioran a marchas forzadas a medida que el valor de lo que venden y de lo que mantienen almacenado cae con ganas, y muchas inversiones futuras de exploración se frenarán al no ser ni rentables ni necesarias, en un mercado saturado de producto.

Dos aparentes ganadores de este juego, y por vía indirecta, son Europa y China. Ambos consumen mucho, producen muy poco y tienen que comprarlo casi todo, por lo que pueden aprovechar para reducir sus facturas y aumentar sus provisiones, hecho este último que China está llevando a cabo sin perder tiempo alguno. En Europa, sin embargo, hay un reverso negativo, porque este fenómeno agudiza la espiral deflacionista en la que algunas economías, como la nuestra, parecen haberse instalado, y puede tener consecuencias no deseadas, que Draghi observa asombrado desde su torre del BCE. Y miles de derivadas más de un fenómeno que empieza a adquirir dimensiones de cisne negro y que, por definición, tendrá grandes y profundas consecuencias.

jueves, noviembre 27, 2014

El final de Ana Mato


Y ayer Ana Mato dimitió. Pocas personas en España han concitado tantos deseos de verse dimitidas como el caso de la ya exministra de Sanidad. Sin ningún respaldo social, asediada por todos, asaetado por medios propios ajenos, carente de defensas, su permanencia en el puesto era fruto de una obcecación propia respaldada por el inane comportamiento de su jefe, Rajoy, que debió cesarla hace mucho tiempo, cuando cualquiera de los escándalos que han surcado su nombre y familia ya eran mucho más que problemas emergentes. Su marcha, ahora, es una renuncia carente de valor, amortizada desde hace mucho tiempo, demasiado.

Lo cierto es que Rajoy ya cometió un error con su nombramiento, que nunca ha quedado demasiado justificado. Presente en la ejecutiva del PP desde hace mucho tiempo, y rostro de renovación durante la década de los noventa, Mato ocupó varios cargos internos en el organigrama de Génova y, creo recordar, un escaño en el Parlamento Europeo. Su trayectoria como gestora pública no es conocida, y sí las responsabilidades en el partido, coordinando varias campañas electorales, entre ellas la que llevó a Rajoy a la Moncloa en 2011. Ya por aquel entonces su nombre se asociaba a la trama gürtel, dadas las vinculaciones de su exmarido, Jesús Sepúlveda, anterior alcalde de Pozuelo de Alarcón (municipio riquísimo sito al lado oeste de la casa de campo) con los cabecillas de la red corrupta. Rajoy llega al gobierno y en su lista misteriosa de ministros pone a Ana Mato al frente de la sanidad, un departamento muy vaciado de competencias por las Comunidades Autónomas, pero que tiene su importancia ante posibles crisis de gravedad (como se demostró en el caso del Ébola) y que debe coordinar la política sanitaria en toda la nación, en este caso imponiendo recortes de prestaciones dada la situación de quiebra financiera del país. Desde un primer momento Mato muestra una total falta de empatía con la población e incapacidad para enarbolar un discurso, no sólo de manera figurada, sino literalmente, hablando. Sufre algo parecido a ataques de pánico cuando ve a la prensa, la elude en todo momento y, cuando está forzada a comparecer, no logra superar la elocuencia que tendría un alumno de ESO. La gürtel le persigue, y las noticias referidas a las fiestas en su casa, los globos, el confeti y el jaguar le hacen ser el hazmerreír de media España, que se mofa de su pijerío manifiesto o de su ceguera selectiva, o de ambas cuestiones. Su situación en el gobierno se vuelve permanentemente inestable y es un flanco muy fácil para atacar a Rajoy que, sin sentido alguno, la mantiene en el cargo. En este camino de continuado descenso la crisis del Ëbola de hace un par de meses supone, o eso creíamos muchos, su picota. Incapaz de reaccionar, desbordada, asustada por la magnitud del problema me atrevería a decir, Mato es relevada de facto por Rajoy y es escondida de cara a la opinión pública, asumiendo la Vicepresidenta del Gobierno sus competencias y la gestión y comunicación de la crisis, tras unos primeros días de absoluto caos y descontrol. Si no hubiera sido por todo lo anterior, y aunque sólo fuera por la desautorización que este hecho supuso, Mato debió irse por vergüenza propia. Pero no lo hizo, ni se le cesó. Pasaron los días, el Ébola siguió matando en África, pero aquí perdió las portadas, y Mato continuó en su puesto fantasma, sin que se supiera qué hacía ni para qué estaba. El auto del juez Ruz de ayer, que no la imputa, pero la acusa de haberse beneficiado de la red corrupta, era demasiado. Pero aun así no quería irse. Rajoy, que hoy comparece en el Congreso para hablar de corrupción, la destituyó ayer para evitar hoy una imagen bochornosa. Qué final más triste.

Y la verdad es que la menos culpable de toda esta historia, a mi modo de ver, es la propia Mato. Evidentemente incapacitada para ejercer ese cargo, quien allí le puso y mantuvo, Rajoy, es quien carga con la responsabilidad de su ineficacia. Por qué lo hizo y por qué la ha tenido tanto tiempo, en un aparente gesto de obcecación infantil y carente de lógica, sólo él podrá explicarlo. Nuevamente la táctica Rajoy de dejar que los problemas se solucionen por inacción le ha estallado en la cara, mostrando que ni es una manera eficaz de arreglar los problemas ni sirve para controlarlos. Si espera Rajoy ganar las elecciones del año que viene de esta manera ayer tuvo un nuevo ejemplo de lo que le puede estar esperando a la vuelta de la urna.

miércoles, noviembre 26, 2014

La iglesia, el Papa Francisco y la pederastia


Son de momento tres los sacerdotes, junto a un laico, los detenidos en el marco de la operación policial por el supuesto caso de pederastia que se ha descubierto en Granada. El aparentemente líder de la trama, un tal Román, creo una estructura sustentada en el poder y el culto a la personalidad, que se hacía llamar los “Romanes” y que, con tácticas muy próximas a lo sectario, ha tenido sometidos a varios jóvenes durante años, habiendo practicado presuntamente abusos sexuales continuados y de todo tipo. Hay muchos puntos aún por desvelar en este caso, pero esa parece ser, en esencia, la estructura delictiva desmantelada.

Estamos ante otro caso, uno sería demasiado, de abusos sexuales en el seno de la iglesia católica. Cierto es que delitos de abuso sexual se cometen, triste e incomprensiblemente, en muchos otros ámbitos, tanto por parte de criminales que buscan víctimas ocasionales, como el del violador de ciudad lineal, detenido hace pocas semanas, como por depravados que realizan actos viles y continuados amparados en estructuras sociales, colegios e instituciones deportivas, por ejemplo. En el caso de la iglesia el delito es el mismo pero el pecado es, si me permiten, doble, dados los votos consagrados y la pátina de limpieza y pureza que se le supone a los que en ella viven y consagran su existencia. Sin embargo, este caso de Granada puede marcar, afortunadamente, un antes y un después en lo que hace a este tipo de situaciones, y ello debido principalmente a la implicación del Papa Francisco. Sabido es que una de las víctimas de los abusos escribió directamente al Papa para explicarle lo que pasaba, dado que no confiaba en la jerarquía de la Diócesis (punto fundamental en todo este asunto). Y el Papa ordenó a esa jerarquía, al obispo, que actuase para que esto no volviera a suceder. Como las órdenes de Roma no acabaron cumpliéndose y las denuncias seguían, Francisco hizo que la historia saliera a la luz, animó a la víctima a que lo denunciara ante la justicia y el caso estalló para la opinión pública. Esto equivaldría, más o menos, a que fuera Rajoy el que, ante denuncias de un militante, hubiera denunciado a Bárcenas o a Granados, provocando su caída. Inimaginable, ¿verdad? Pues en el caso de la iglesia hasta ahora también era impensable que algo así sucediera. El papado de Juan pablo II, elogioso por tantos aspectos, tiene sombras, y quizás la más oscura fuera la permisividad con la que estos asuntos fueron tratados, tapándolos y buscando que no salieran a la luz, incluso con escándalos tan sonados como el de Marcial Maciel, fundador de los muy rígidos y estrictos Legionarios de Cristo, cuya vida era la de un absoluto delincuente sexual. La llegada de Ratzinger al papado supuso un giro en esta situación. El Papa alemán aborrecía estos comportamientos, pero fue incapaz de hacer virar al trasatlántico eclesial, quizás por su carencia de fuerzas físicas y de apoyos. Se ha especulado mucho con que esta fue una de las razones fundamentales que provocaron su histórica renuncia a la silla de San Pedro. Francisco, cargado de fuerza y respaldo social, consideró la batalla contra la pederastia (y los abusos sexuales en general) como un deber imperioso, una necesidad inexcusable. No basta con pedir perdón ante el delito, aunque sea necesario, no es suficiente implorar un “lo siento” en público. Parafraseando el evangelio, a Dios lo que es de Dios, el perdón, y al César lo que es del César, el juicio y la prisión si se demuestra el delito. Esta es la única manera de luchar para que estas repugnantes conductas no se repitan. Luz, taquígrafos, policía y jueces.

Por eso señalaba que un punto fundamental es la desconfianza de la víctima ante su jerarquía, en este caso el Obispo de Granda, porque esa jerarquía es la que ha amparado, ocultado, comprendido o simplemente silenciado estos casos durante años. Bien está que el Obispo y todos los implicados se postren ante el altar implorando perdón, pero mejor estará que testifiquen ante el juez sobre qué sabían sobre todo esto. Desde esta semana se ha terminado la impunidad sobre el delito sexual en la iglesia, y el causante de ello es el propio Papa. Una decisión, que en verdad es justa y necesaria, y que le honra a él tanto como vergüenza debiera causar a tantos otros.

martes, noviembre 25, 2014

De “el pequeño Nicolás” al “gran Fran”


Llegué a casa el sábado por la noche a la hora a la que casi todo el mundo sale de juerga, lo que ya dice mucho del estado de mi vida social, tras una tarde larga fuera. Me cambié y, de mientras cenaba muy poca cosa, puse la tele, y observé como en Tele5 se emitía la ansiada entrevista al llamado “pequeño Nicolás”, que a sus veinte años de edad, mofletes hinchados y melena leonina no aparenta ser tan pequeño. Con unos ojos con aspecto lloroso pero de mirada fija, y ante un grupo de personas que simulaban ser periodistas, Nicolás iba desgranando bombas con una claridad pasmosa. No aguanté mucho delante de la tele.

Tras el plantón que le dio Pablo Iglesias a Tele5 el jueves, y su propuesta de plasma estilo Rajoy, rechazada por la cadena, los directivos de Fuencarral se buscaron un as bajo la manga para derrotar al debate de la Sexta, y se encontraron con una baraja completa. A cada pregunta que le realizaban, Nicolás contestaba con una afirmación aún más gruesa que la que había soltado cinco minutos antes, y al poco tiempo daba la sensación de que él era, como en esas ilustraciones orientales que muestran quién rige el mundo, el que sito en su centro, y con múltiples brazos, movía los hilos y voluntades de toda España. Por un momento me entró la risa, pero a medida que la entrevista seguía y las afirmaciones de Nicolás no dejaban de crecer me empecé a sentir un poco tonto, con la sensación de estar asistiendo a un magnífico teatro, una absurda broma interpretada por un genio del humor, un personaje, el tal Nicolás, que se merece varios premios por su interpretación, que aguató el tipo, que fue capaz de demostrar que en los programas de sábado noche en la tele española hay de todo menos periodistas, y que necesita tanto tratamiento psiquiátrico como sesión de peluquería para mantener las ondas de su pelo (tiembla Paula Echevarría, el próximo pelo Panten es el de Nicolás!!!) era tal el cúmulo de despropósitos y la supuesta gravedad de lo que allí se estaba afirmando que, de ser cierto sólo el 1%, sería motivo suficiente para salir corriendo rumbo a Barajas. Como comentaban muchos en twitter, el espíritu de Orson Welles se estaba levantando, cual cilindro invasor marciano, asombrado y orgulloso de su sucesor, que mantenía a un país enganchado a la pantalla contando una sarta de bulas que tenían un aspecto muy creíble, dado lo que ya sabemos de la cutre vida y sociedad que hemos compuesto entre todos. Un país hastiado y descreído prestaba atención a un jovenzuelo muy bien posicionado, que le contaba a la audiencia todo lo que se quisiera creer sobre las cloacas de un estado, de un país, en el que la mierda hace mucho tiempo que nos anestesió a todos con su olor. De ese deseo de creer en la conspiración surge el éxito de Nicolás ante la audiencia, y de la corrupción que todo lo enfanga su ascenso entre la camarilla de pelotas y sobornadores que tratan de medrar comisionando a quien fuere con tal de llevarse contratos y mucha más pasta de la que le cuestan los sobornos. Es así de simple y obtuso. Surgido al calor de la burbuja, inflado con el dinero fácil, listo para colarse por los huecos disponibles, y megalómano hasta el extremo, Nicolás, en parte como Pablo Iglesias, ha aprovechado la coyuntura y las oportunidades para subir hasta lo más alto, hacer creer a todos su discurso y llevarse la fama y gloria. En su melena no hay u pelo de tonto, y sí muchos de iluminado, y el espectáculo del pasado sábado fue de los antológicos. Vacío y falso, sí, pero espectáculo a fin de cuentas.

Imagino a los directivos de Tele5 abriendo botellas de champán y disfrutando de una noche de juerga y desenfreno, justo la que yo no tuve, a medida que la audiencia de su desahuciado programa se disparaba y derrotaba a todos sus rivales, marcando un máximo absoluto. Muchas veces reiteró Nicolás que no cobraba nada por asistir al plató, como si eso fuera un aval de la sinceridad de sus declaraciones, pero a cada segundo que pasaba la cadena facturaba miles y miles de euros, y los espectadores, asombrados, gozaban con el espectáculo. Y España, en su conjunto, descendía otro peldaño en el camino del sainete cómico a la farsa patética, eso sí, esta vez no vestida de flamenca o torero, sino luciendo la moda de FAES y con una onda en el pelo que para mi quisiera.

lunes, noviembre 24, 2014

El desahucio de Carmen, o nuestro fracaso


Todas las historias de desahucio contienen un inmenso drama del que apenas logramos ver el acto inicial. La pérdida del hogar, la marcha, el dejarlo todo atrás, el abandono del lugar en el que se ha vivido, y con los enseres y recuerdos que nos han acompañado a lo largo de algunos años, muchos, todos quizás. A Carmen, de 85 años, vivir esta experiencia le ha llegado a una edad a la que muchos ni aspiran alcanzar, y donde el descanso y la tranquilidad son la base de una buena existencia. Su hogar, sito en el barrio madrileño de Puente de Vallecas, fue puesto como aval por su hijo para un préstamo que contrató con un particular y, al no pagar, lo perdió.

Madre e hijo cometieron dos errores, graves. El hijo, que no obtuvo préstamo por parte de ninguna entidad bancaria, acudió a canales más informales, como el de los prestamistas privados, o personales, que en caso de problemas están mucho menos regulados y no suelen atender a negociaciones, y la madre, sin duda ilusionada, admitió ser avalista, término que mucha gente no entiende, y que quiere decir que es el piso que pongo como garantía el que pierdo si el crédito no se paga. El avalista pierde su casa si el que tiene que pagar el crédito no lo hace. Errores, excesos de confianza, creencia en un futuro ilusorio… muchas historias como esta son las que llenan las páginas de sucesos y han alimentado la burbuja que hemos vivido en España, y que ahora nos lleva arrastras por el camino de la indigencia. Sin embargo, una vez que todos lo que podía salir mal salió mal, como le gustaría al capullo de Murphy, la sociedad, nosotros, hemos inventado instituciones y sistemas para evitar que una mujer de 85 años acabe en la indigencia de un día para otro. Sobre la casa de Carmen hay un montón de instituciones competentes, como el elefantiásico Ayuntamiento de Madrid, o la no menos crecida en competencias y gastos Comunidad de Madrid, e incluso el cada vez más hueco Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales. Todos ellos cuentan con grandes departamentos, llenos de personal, medios y estructuras generadoras de costes, que muchas veces se solapan unos sobre otros, y que entre sus funciones está, supongo que en un puesto muy elevado, el impedir que una persona de 85 años se vaya a la calle en caso de un desahucio. Nos enteramos de lo que le pasa a Carmen un Viernes 21, hace tres días, y junto a la congoja que da la noticia, uno espera que a las pocas horas haya un respuesta de alguna de esas instituciones que, entre otras cosas, se financian con los impuestos de todos, también los míos. Y llega el Sábado, Carmen ya está en todos los medios de comunicación, y de esos organismos sigue sin saberse nada. Ni palabra. Ni una nota, ni una persona, ninguna institución de las muchas que uno pueda imaginarse mueve un dedo, levanta la voz, emite un comunicado, muestra signos de respuesta. Nada, el vacío. Toda una inmensa estructura legal, burocrática, funcionarial, social, asistencia, como ustedes quieran llamarla, absolutamente inerte ante un problema acuciante. Y entonces es cuando, al menos yo, empiezo a sentir un vacío enorme, una sensación de que vivimos en una sociedad enferma, no sólo porque cosas como las de Carmen puedan suceder, sino porque no funcionan los instrumentos con los que nos hemos dotado para evitar que pasen, o paliar sus consecuencias. Porque “lo de Carmen” demuestra que algo no funciona, algo muy grave y serio.

Llega el domingo, y Carmen da una rueda de prensa en la que, entre lágrimas, recibe el apoyo de los vecinos de su barrio y el compromiso de ayuda financiera por parte de un equipo de fútbol, el Rayo Vallecano, que se compromete a buscarle un hogar y pagare el alquiler y sus necesidades básicas durante el resto de su vida. En equipo de fútbol sale al rescate de un ciudadano, y de todas las instituciones en las que uno pueda pensar, lo único que surge es el más absoluto silencio, cargado no se si de indiferencia, desprecio, indolencia o desgana. Hoy Lunes Carmen, afortunadamente, se levantará más tranquila que el Viernes, y usted y yo mucho más nerviosos, al saber cómo (no) funciona la red de protección con la que nos hemos dotado y que, obligatoriamente, financiamos.