El puente de la Inmaculada acabó
con las imágenes de calles repletas y tiendas satisfechas. Créanme que lo
primero es cierto, porque en parte lo sufrí. Una cierta sensación de
recuperación parece haberse apoderado del consumidor y la economía nacional,
aunque debemos ser muy cautos. Jornadas como las de ayer nos obligan a ello.
Como si de una etapa del tour se tratase, el corredor hispano demarró en la
cuesta económica durante los días festivos pero, como diría Perico Delgado, ayer
sufrió la visita del tío del mazo, y la pájara se tradujo en un Ibex 35 teñido
de rojo al -3,18% en consonancia con unas bolsas europeas llenas de
pérdidas.
Qué sencillo resulta explicar a
posteriori lo que ha sucedido, y qué difícil, más bien imposible, intuirlo a
priori. Cuando ayer el mercado abrió con bajada del 1,2% se veía que el día
venía mal, pero sin saber muy bien porqué. Malos datos exportadores en China
llevaron a su bolsa a una caída del 5%, y a medida que la mañana avanzaba y las
bajadas se acentuaban las respuestas al por qué empezaron a virar desde Pekín
hasta Atenas. Grecia, otra vez Grecia, siempre Grecia, nunca se acaba la crisis
de Grecia. Los rumores cada vez más intensos de adelanto electoral en Atenas y
la probable victoria según las encuestas de Syriza, la coalición de izquierdas,
el Podemos local, que entre otros puntos contempla la reestructuración
unilateral de la deuda, un impago parcial de la misma dicho de una manera más
clara, volvió nerviosos a los inversores. La prima griega subió setenta puntos
en un día, la bolsa de Atenas se vistió a juego de las ruinas que presiden la
Acrópolis y se derrumbó más del 12%. Como si de una macabra serie de películas
de terror de interminable final, Grecia vuelve a convertirse en un problema
para el conjunto de la UE, y nuevamente señala, como el canario en la mina, lo
que puede ser una de las fuentes de inestabilidad más importantes de 2015, el
plano político. Si durante 2013 y este 2014 la política de acción y palabras
del BCE ha logrado controlar las primas de riesgo y dar un margen a los
gobiernos para sostener sus políticas, existe el riesgo de que el baile que
hasta ahora mantienen dirigentes y BCE pase de ser un “agarrao” a un suelto. La
fractura social provocada por los años de crisis, el empobrecimiento de las
clases medias, el aumento de la desigualdad, la falta de un discurso político y
social desde la dirigencia, los innumerables casos de corrupción que han
aflorado en todos los países… muchas son las causas que generan día a día un
descrédito cada vez mayor de la ciudadanía con respecto a sus políticos, y el
surgimiento como respuesta de formaciones populistas vacías de contenido, pero
llenas de griterío, mensajes y aparentes y milagrosas soluciones. Desde espectros
políticos muy distintos, al menos en apariencia, Podemos en España, Syriza en
Grecia, UKIP en Reino Unido o el Frente Nacional en Francia, responden al mismo
patrón tanto en su surgimiento como desarrollo, alentado por los vientos
interminables de la crisis. Y es sólo cuestión de tiempo que en cuanto haya
elecciones en estos países esas formaciones alcancen resultados que determinen
la gobernanza de sus naciones, de manera total o, al menos, muy significativa.
Y su mensaje es de ruptura frente a lo conocido, de experimentación, de
sublevación frente al BCE, Bruselas, FMI y todas aquellas instituciones que son
vistas como causantes de la crisis y responsables del desastre que hemos
vivido. Estas instituciones tienen su parte de culpa, es innegable, pero no
toda, ni mucho menos. Sin embargo su incapacidad para explicarse y entender a
la sufrida sociedad europea les ha convertido en obvios culpables a los que
atacar.
Y Grecia, uno de los países más destruidos por
años de austeridad, recortes, políticas más gestionadas, corruptelas en todos
los niveles y desesperanza, puede volver a ser el primero que, como en 2009,
muestre la emergencia de este nuevo riesgo político que haga tambalear
nuevamente las primas, las bolsas y las deudas, inmensas tras años de imparable
crecimiento. Por eso, y por China, y por el petróleo y por vaya usted a saber
cuántas cosas más, bajó ayer la bolsa. Pero no me pregunten qué es lo que va a
hacer hoy, cómo se va a comprobar. Si eso mañana les explico lo que haya podido
suceder hoy, que para algo soy economista, y eso no deja de tener un tono
forense mucho más ajustado que el carácter de visionario.
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