martes, mayo 31, 2022

Inflación descontrolada

Desde hace ya demasiados meses, cuando llegamos al final del periodo el INE nos regala un amargo dato que nos hace ponerle cifras redondeas a lo que experimentamos en el día a día de nuestra vida, la imparable subida de los precios. Si el valor de abril reflejó una “moderación” del 8,3%, que fue saludada por algunos como un buen dato, sobre todo tras el 9,8% de febrero, el adelantado de ayer fue otro jarro de agua muy fría a los que ya vendían la burra de que, como en el pasado, habíamos doblado la curva del virus antes de tiempo. Un doloroso 8,7% que nos consolida claramente por encima del 8% y que es dañino se mire por donde se mire. Una crueldad.

Ese dato hace referencia a la inflación general, que se obtienen por la medición de una cesta de bienes y servicios en los que hay muchas cosas y, a partir de ahí, se genera un índice único. Con él, el INE publica la llamada inflación subyacente, en la que, se excluyen, de la cesta anterior, los productos energéticos y los alimentos frescos. ¿Por qué? Se considera que estas variables tienen ciclos de precios propios, sujetos muchas veces a coyunturas particulares, y que introducen mucho ruido en la serie, por lo que pueden distorsionarla. Pensemos, por ejemplo, en las heladas tardías que hubo en abril, y que destruyeron parte de la incipiente cosecha de frutales de hueso. Por ese motivo, pasara lo que pasase, este año el precio de esas frutas subiría en el mercado porque habrá menos, pero el año que viene, sin heladas, la producción volvería a ser normal y el precio de la fruta bajaría, respecto a este. Esa subida y bajada no se debe a factores económicos, y se trata de eliminarla en algún punto para ver cuál es la evolución profunda de los precios. En la gráfica de la nota del INE se ve a esa inflación subyacente en amarillo, debajo de la general, en granate, y se observa cómo es siempre más baja, pero que ya ha cogido una clara tendencia ascendente. ¿Qué nos dice este dibujo? Muchas cosas. La gráfica amarilla muestra cómo la economía productiva, empresas y servicios, ha tratado vía márgenes de absorber el impacto del incremento de precios de la energía derivados de la vuelta a la normalidad tras las restricciones Covid y el posterior shock provocado por la guerra de Ucrania. Mientras los márgenes lo permitían el ascenso de precios era mucho menor que el de la demanda, que se refleja en el tirón de la serie granate ya en la primavera de 2021. Terminamos ese año con una subyacente del 2,1%, que no es poca, pero sí soportable, y se ve cómo ascensos granates muy significativos apenas tuvieron efectos en la subyacente durante meses. Las capacidades productivas ociosas y los márgenes estaban conteniendo la subida, pero febrero y marzo suponen un cambio de escenario. La demanda, tras el final de ómicorn y la sensación colectiva de vencimiento de la pandemia pega otro gran tirón y comienza la guerra, lo que dispara los precios energéticos aún más. Los sectores productivos ya no pueden absorber esos factores sin poner en riesgo sus cuentas y empiezan a trasladar los incrementos de costes a los bienes y servicios que ofrecen. Poco a poco el precio de la energía, desatado, deja de ser un shock puntual para convertirse en un factor estructural, de largo plazo, que se filtra en toda la cadena de producción y que acaba en los precios de todos los productos que vemos en las tiendas. La huelga de camineros y las tensiones de abastecimiento supusieron el primer gran aviso de lo que podría suceder en caso de que los precios energéticos no se moderen, y se solventó con una subvención generalizada, pero el mantenimiento de la guerra y las sanciones asociadas hacen que el petróleo y gas permanezcan en niveles muy altos (el euro en bajos respecto al dólar en que los pagamos) y que su presión siga siendo insistente. Eso hace que la tendencia ascendente de la inflación subyacente sea muy fuerte, y que nos plantemos en este mes de mayo en niveles del 4,9%, altísimos, que empiezan a ser insoportables. El daño que estas variables hacen a la economía real es enorme, y el empobrecimiento que nos causan a todos, inmenso.

¿Perspectivas? Malas. No hay visos de que la energía se vaya a abaratar, sino más bien todo lo contrario, dado que las sanciones van a más y crecerá el uso que el malvado Putin hace de sus recursos y nuestra dependencia para herirnos. Más allá de las medidas adoptadas por España y Portugal para abaratar el gas y así bajar el recibo de la luz, que no se notarán hasta medidos finales del próximo mes de junio, los precios no van a bajar si no lo hace la energía o se frena la demanda. Medidas como las próximas subidas de tipos de interés del BCE, que se esperan en julio, buscan eso, enfriar la demanda, provocando una crisis que haga que los precios caigan, por el camino doloroso de encarecer el dinero. Si la energía se moderase podríamos evitar ese escenario, pero eso, que no está en nuestra mano, no parece que vaya a pasar. Probablemente, la curva naranja aún no ha tocado techo.

lunes, mayo 30, 2022

Cuarenta años en la OTAN

Hoy se cumplen cuarenta años desde que España entró oficialmente en la OTAN, tras un convulso proceso que casi todos recuerdan con sonrojo. Fue una decisión de Calvo Sotelo, el presidente más breve y culto que hemos tenido, que suscitó la oposición de toda la izquierda, encabezada por el PSOE, y que luego éste partido revirtió mediante un referéndum en el que solicitó el sí a la incorporación a la Alianza. Del “OTAN de entrada no” a pedir ratificar el ingreso hay un mundo y toda una pirueta política que Felipe González, maestro en ese arte, realizó con soltura y algo de coste para su imagen personal y política.

En aquel entonces el mundo era muy distinto al de ahora. No había internet y al URSS estaba en pie, con la guerra fría viviendo una época de esplendor. Nadie era capaz de imaginar que sólo faltaban siete años para que el muro se derrumbase, porque Berlín era un nido de espías en un erial sometido a vigilancia y bloqueo. La ciudad seguía siendo el escenario de la confrontación entre occidente y el mundo soviético y la cicatriz que la partía muestra del abismo que separaba ambas concepciones vitales. Los partidos comunistas europeos seguían, en su mayoría, bajo la tutela de lo que se dictaba en Moscú, actuando como meros mecanismos de transmisión de las indicaciones que el KGB consideraba oportunas para desestabilizar a las naciones europeas. El eurocomunismo, una vía propia del comunismo europeo para emanciparse de la URSS había nacido en Italia hacía no mucho, pero apenas tenía recorrido. Sólo aquellos “camaradas” que habían viajado al paraíso socialista y habían comprobado que lo que se vendía como el sueño del proletariado era una estafa trataban, en cada país, de separar sus destinos de lo que Moscú ordenase. En este contexto la OTAN representaba una fuerza de disuasión enorme, encabezada por el despliegue de misiles nucleares en suelo de la Alemania Occidental, que miraban a su vecino del este y al conjunto de naciones sojuzgadas por Rusia. Gran parte de lo que ahora es la UE no eran sino satélites de la URSS, países nominalmente soberanos pero que eran regidos por dictaduras impuestas y controladas desde Moscú, y que en décadas pasadas ya habían experimentado en sus calles, a sangre y fuego, lo que significaba tratar de escapar del dictado de la madre Rusia. En ese contexto la neutralidad europea era imposible, o se pertenecía a un bando o al otro. Aún no había transcurrido medio siglo desde el final de la II Guerra Mundial y el recuerdo de las atrocidades vividas seguía anclado muy firmemente en la mente de los europeos, y su experimento para librarse de los horrores de futuras guerras comunes, llamado por entonces Comunidad Económica Europea, empezaba a coger un vuelo y dimensión que pocos habían imaginado. En España, país que llevaba apenas cinco años de democracia, reincorporarse al contexto internacional tras décadas de aislamiento forzoso era una obsesión, y si bien es cierto que había un consenso absoluto para entrar en la CEE, se lograría cuatro años más tarde, la entrada en la OTAN supuso un desgarro en gran parte de la sociedad. Muchos antifranquistas asociaban a la organización con el colaboracionismo norteamericano con el régimen y el imperialismo yanqui, lo que visto desde sus ojos de izquierdas era algo así como el diablo. Entrar en esa organización era, oficialmente, hacerse enemigo de la URSS, que para no pocos seguía siendo el sueño que España debía perseguir. Una aversión ideológica, traumas del pasado y razones varias, algunas consistentes, la mayoría erradas, llevaron a que el debate de la OTAN fuera uno de los más profundos que se han dado en nuestro país en las pasadas décadas, suponiendo para varias formaciones, especialmente para el PSOE de antaño, una experiencia traumática. El referéndum ratificó nuestra permanencia, no por un gran margen, creo recordar, y el asunto se fue apaciguando poco a poco.

La caída de la URSS hizo que la OTAN se quedara sin enemigo y, tras décadas de reinvención en las que el islamismo ha sido uno de los frentes que ha dado sentido a una organización que corrió el riesgo de deshacerse por inutilidad, la afrenta rusa desatada con la guerra de Ucrania ha vuelto a poner a la Alianza en el centro de todos los focos, y a sacar discursos apolillados en España que ya en los ochenta sonaban carcas en contra de su existencia. Hoy la Alianza es el paraguas que impide que Rusia nos ataque. España, dado su peso internacional y militar, apenas pinta y aporta en esa organización, pero es donde debemos estar, y más en estos tiempos de zozobra y de renovados miedos ante lo que viene desde Moscú.

viernes, mayo 27, 2022

Rusia avanza en el este

Tengo la desagradable sensación de que el ejército ruso ha logrado más avances en esta semana en su ofensiva ucraniana que en todo lo que llevaba transcurrido de mes. Asentada la conquista de Mariúpol tras la caída de Azovstal y con la provincia de Donetsk en manos de Putin, la táctica militar ha sido la de retirarse del entorno de Jarkov para concentrarse en la provincia de Lugansk, la otra que compone lo que se llama la región del Donbas, que es la zona escogida por el Kremlin como excusa para desatar la guerra. Allí, durante semanas, no se han producido movimientos significativos en los frentes, con duros combates entre rusos y ucranianos, pero parece que la resistencia de las tropas de Kiev empieza a debilitarse.

La táctica rusa en esta guerra, medieval, deplorable, es la de la destrucción de todo como forma de conseguir el control del terreno. No se realizan incursiones con muchas tropas que buscan hacerse con puestos de control y mando, no, sino un despiadado azote de artillería, especialmente desde tierra, a distancias de unos 20 o 30 kilómetros de los objetivos, con cañones autopropulsados o de arrastre, y poca presencia de la aviación. El terreno es laminado por esos bombardeos indiscriminados que lo arrasan todo y, tras ello, avanzan las tropas blindadas en batallones compuestos por tanques y demás vehículos de transporte y suministro. La reducción de la extensión de los frentes ha permitido que la patética gestión logística de los suministros rusos sea capaz de abastecer a las tropas que se concentran en Lugansk, y ello les ha permitido lograr avances y no quedarse cortados, como se ha visto en tantos y tantos frentes en lo que llevamos de guerra, como Kiev o Jarkov, sin ir más lejos. El coste en vidas e infraestructuras de estos avances es desolador. El pasado fin de semana Zelensky asumía que cada día de guerra estaba costando la vida a unos cien soldados ucranianos, y vista la necedad mostrada por el ejército ruso es probable que su balance no sea precisamente menor. Súmenle a ello las pérdidas civiles de la campaña y podemos tener un balance diario de muertos que supera ampliamente las varias centenas. A las puertas del mismo centenar de días de combates la guerra puede estar ya por cifras de muertes que se acercan al medio centenar de miles, dado que sólo en Mariupol se estima que han podido perder la vida unas 20.000 personas. En las zonas conquistadas del este que ya están en manos rusas no se sabe lo que pasa, no llega información alguna y cualquier cosa es posible. De lo único que nos enteramos de esa zona es lo que trasciende de Jersón, importante ciudad situada al norte de la península de Crimea, que fue conquistada por los rusos hace ya varias semanas, y es la cabecera del corredor terrestre que, con Mariupol, ha convertido al mar de Azov en un lago interior ruso. Allí, en Jersón, las banderas rusas ondean por las calles y presiden edificios oficiales, y el rublo se ha impuesto como moneda de uso. Da toda la impresión de que Rusia considera las plazas conquistadas como una mera extensión de su propio territorio, y dedica ya esfuerzos a la “asimilación” de la población, no sólo mediante la imposición del ruso como única lengua oficial de la zona, idioma que ya era conocido por muchos de los allí residentes, sino a la limpieza de los elementos que o bien colaboraron con el ejército y gobierno ucraniano o mostraron oposición a la llegada de los nuevos conquistadores. Imagino que miles y miles de personas serán deportadas al territorio ruso, a lo profundo de sus estepas y al norte de las mismas, quien sabe si para acabar allí definitivamente sus vidas. Es difícil saber ante qué estamos, pero tiene toda la pinta de que Rusia considera a las zonas conquistadas como ya propias y la posibilidad de convertirlas en monedas de cambio de una negociación con el gobierno de Kiev se reduce a medida que los avances sigan. A lo largo de la semana la posición rusa sobre el terreno se ha consolidado, y no veo intenciones de cesión en un Kremlin en el que no importan las bajas propias, menos aún las de los ucranianos, a los que parece querer exterminar.

Si Rusia logra consolidar la posición en las regiones de Donetsk y Lugansk y el citado anillo que rodea el mar de Azov, la guerra entraría en una nueva dimensión en la que veríamos claramente cuáles son las aspiraciones que mueven a las tropas de Putin. La tentación de usar Jersón como cabeza de puente para lanzarse a por Odesa y cortar la salida al mar de Ucrania, ahogándola económicamente, es muy tentadora, tanto como avanzar desde un posible Kramatork conquistado hasta Dinipro o Zaporiya y lograr establecer el Dnieper como frontera práctica del avance, partiendo al país en dos. Desde luego no parece que la batalla se acabe en breve, y para Kiev esta ha sido una muy mala semana. ¿Cuántas de estas puede aguantar el país?

jueves, mayo 26, 2022

Algoritmos rentables que no salvan vidas

Poco se puede añadir a lo dicho tras la salvajada de la escuela de Uvalde, ante el inconsolable dolor de los familiares de los niños y maestras asesinadas. No hay palabras que les puedan ayudar, o al menos no las conozco. Tampoco merece la pena reiterarse sobre la absurda legislación norteamericana que liberaliza por completo la venta de armas y ofrece la vía perfecta para dirimir disputas y problemas en forma de disparos, causando un número de víctimas por arma de bala que es completamente anómalo comparado con el resto de sociedades occidentales. Si no atajan eso no lograrán arreglar este problema y evitar nuevos dramas.

Pero sí se puede decir algo del papel de las redes sociales y de sus todopoderosos algoritmos, elevados a los altares de la eficiencia y rentabilidad, con motivos sobrados para ello. En este caso, y en tantos otros anteriores, el asesino publicó en las redes que utilizaba información que permitía intuir que las cosas no iban bien; compras compulsivas de armamento, mensajes de odio y venganza, intenciones de hacer daño, manifiestos supremacistas o similares… el asesinato múltiple es, en muchos casos, el último de los pasos que da uno de estos sujetos tras haber autoconfirmado en las redes sus intenciones, dejando constancia escrita y fotográfica de una iniciativa macabra. Es cierto que también hay casos de ataques en los que el asesino no dio muestra alguna en redes, no hizo nada, pero son los menos. Y la gran pregunta es qué hacen los algoritmos de las redes ante esta información. La respuesta que nos ofrecen, visto lo visto, es un nada tan clamoroso como indignante. Resulta que con un par de búsquedas por internet y unas compras de nada el algoritmo de cualquiera de esas redes es capaz de saber cuáles son tus gustos, aficiones, deseos o estados de ánimo, y te propone para comprar aquellos productos que sabe que vas a demandar tarde o temprano. Ese poder de criba de la información escondida en los datos es lo que da el enorme atractivo que tienen las redes para todo tipo de empresas, que las utiliza para direccionar sus productos al consumidor de la manera más efectiva y segura posible. El patrocinio de las redes por parte de la publicidad comercial se debe a eso, a que son la vía más segura para colocar productos de manera personalizada, a maximizar el beneficio por unidad producida de un fabricante que ya no necesita caras campañas de marketing para segmentar, de manera burda y aproximada, su mercado. Pues bien, esos algoritmos maravillosos no son capaces de cruzar la información de la compra de unas armas y unos mensajes de odio para detectar que determinado usuario puede acabar cometiendo una desgracia. Las pistas de información que suelen descubrirse tras estos desastres son mucho más obvias que muchas de las derivadas de patrones de consumo y ocio convencionales, por así llamarlos, y surge la pregunta de si esos algoritmos realmente son tan útiles como parece o son una herramienta fallida. La respuesta parece sencilla, y es que esos algoritmos están hechos para lo que están, y trabajan buscando patrones con el fin con el que han sido diseñados, que no es otro que el beneficio económico de las redes y de las marcas que las patrocinan. El algoritmo recopila información para vender más y mejor, y no se preocupa de nada más porque nada más ha sido considerado en su estructura de funcionamiento. Por ello, otro tipo de datos que, cruzados, pueden dar lugar a informaciones distintas, son invisibles para sus cálculos. Ante la compra de armas por parte de un adolescente es probable que el algoritmo le ofrezca descuentos especiales en cartuchos de los fusiles que acaba de adquirir o en accesorios destinados para ellos, porque para el algoritmo un fusil es como una silla de bebe, un objeto que vale X euros, o dólares, y que genera un margen Z y que asociados con otros objetos puede hacer que ese margen Z aumente. Es tan simple como frío.

¿Es posible hacer que los algoritmos de las redes introduzcan variables y rutinas que permitan detectar estos patrones de comportamiento peligrosos basándose en las rutinas de compra y resto de datos? No soy un experto en la materia, pero sospecho que con trabajo y empeño podría lograrse. Como en el caso de las compras, tendríamos falsos positivos, errores en los que el algoritmo ofrece productos que el usuario no quiere o avisos de peligro ante comportamientos que luego no vayan a ser realmente mortíferos, pero vista la eficiencia comercial alcanzada es un campo a explorar que podría salvar muchas vidas. Y dado que no parece que la legislación de venta de armas vaya a cambiar en aquella nación, esta vía debiera explorarse cuanto antes.

miércoles, mayo 25, 2022

El terror en la escuela

Es primera hora de la mañana, y el recinto empieza a llenarse de coches, que aparcan como pueden en sus proximidades. No estamos ante una oficina, sino un colegio, y no es nuestro país, sino EEUU. Por eso los coches son muy grandes, el edificio algo más lustroso, el césped que lo rodea más verde y las banderas de barras y estrellas lo llenan todo, pero la escena es idéntica a la que se produce a la hora equivalente frente a nuestras escuelas, con una diferencia que no se ve, el miedo de los padres cuando dejan a sus hijos en el recinto por si no los van a volver a ver nunca, el miedo a que sus hijos sean asesinados.

Los críos más pequeños acceden en tropel al edificio, pero los de edad mediana empiezan a hacerlo poco a poco, en colas organizadas no para evitar aglomeraciones, sino para cachearlos e impedir que introduzcan en las aulas armas de ningún tipo, blancas o de fuego. Tanto los alumnos no pequeños como los profesores y demás personal escolar atraviesan arcos de seguridad, instalados en las entradas del recinto que están al máximo nivel posible para detectar lo que sea que pueda estar en las mochilas. Es un ritual de cada mañana el paso y cacheo, a un nivel de detalle que apenas se da en los aeropuertos o en otro tipo de recintos especialmente vigilados. Tras lograr que todo el mundo acceda, comienza la rutina de las clases, que hoy se va a ver alterada por la celebración de un simulacro de asalto al recinto por parte de un pistolero. Es algo que no es rutinario pero que sí se practica varias veces al año. Los niños aprenden desde sus primeros días en el centro cómo se organiza el edificio y dónde se encuentra la salida de emergencia más cercana a su aula en caso de que, si el asaltante no se encuentra en ella, puedan correr para llegar al exterior. El ejercicio es metódico, y trata de enseñar a mantener la calma y a realizar una serie de ejercicios que puedan dar algo de margen de seguridad a las posibles víctimas. Tanto alumnos como profesores ensayan posturas de protección, frases para controlar el estrés, formas en la que poder usar pupitres, libros u otro material que tengan a mano para cubrirse y lo puedan utilizar como parapeto improvisado, etc. Se reitera que no se debe oponer resistencia al atacante porque, armado él y desarmado el escolar, nada puede hacer para salvar su vida el crío frente a un arma homicida. Protección y huida son las claves de un simulacro que se da a la vez en todas las aulas, y que es preparado de manera específica para las distintas edades que se reúnen en el colegio, que afrontan estos riesgos de una manera muy distinta, siendo apenas inconscientes de ellos los más pequeños y estando aburridos de escucharlos caso a diario los mayores. El personal docente y el resto de trabajadores del colegio saben hasta el extremo el riesgo que pueden correr en una situación similar, lo fácil que es que sus vidas se pierdan y que apenas pueden contribuir a ganar tiempo para que, si un episodio de este tipo se da, la policía pueda llegar al recinto con el menor número de bajas posibles. Conocen de memoria los teléfonos que deben pulsar para dar aviso de un incidente armado y cómo advertirlo, y de sus propias medidas de autoprotección, pero saben que ante un hecho así tenderán a cuidar más de la vida de sus alumnos que de la suya propia, y que los ejercicios que hacen para mantener el control se pueden desbaratar completamente ante la mirada aterrada de unos críos que no serán capaces de entender qué pasa cuando el ruido ensordecedor y absurdo de unos disparos se cuele entre sus pasillos. La matanza de Sandy Hook, en 2012, llevó el terror de los institutos y oficinas a los lugares más vulnerables posibles, los colegios, donde menores muy menores carecen de cualquier tipo de protección efectiva ante un hecho similar. Los profesores no saben cómo parar esa ola violenta, y sólo confían en que, si se produce, puedan salvar a cuantos más críos sea posible.

Ayer, en la escuela elemental Robb de Uvalde, una pequeña localidad tejana cerca de la frontera con México, de apenas 16.000 habitantes, donde a buen seguro nunca pasa nada, se vivió una de las matanzas más atroces que uno pueda imaginar, perpetrada por otro crío de dieciocho años, como el asesino de Búfalo de hace una semana, en el que el desgarrador balance que se ve en los medios es incapaz de describir lo que allí sucedió. Habrá algunas explicaciones que, con el tiempo, traten de aclarar por qué ha sucedido algo así, pero nada podrá consolar a los padres de decenas de niños asesinados, de adultos asesinados, de tanta muerte sin sentido alguno causada por un crío que, hace pocos días, al cumplir años, decidió comprarse un par de armas automáticas sin control alguno y estrenarlas asesinando a su abuela. No se ni qué decir.

martes, mayo 24, 2022

Viajes eméritos

Hay imágenes que lo dicen todo, que apenas necesitan comentarios, y menos aún cháchara tertuliana. Se explican ellas solas. La ausencia premeditada de imágenes puede ser, aunque parezca paradójico, igualmente significativa. Lo que uno no muestra es lo que quiere esconder, para que no se sepa o porque no se quiere que el resto lo vea. Lo que se esconde es por valía o por vergüenza, y resulta sencillo acertar cuál es la causa por la que Zarzuela ha evitado por completo que no se publique imagen alguna del largo encuentro entre Felipe VI y su padre ayer en palacio. El que no veamos escena alguna ya nos dice la opinión del Rey sobre el asunto.

La visita de Juan Carlos no ha sido nada discreta, y quien esperase algo así es que vive en un mundo de fantasías, porque sólo el revuelo mediático que iba a rodar el acontecimiento lo iba a elevar a los altares de la actualidad. Dos años llevaba el Rey emérito sin pisar España, motivo más que suficiente como para que su reaparición despertase todo tipo de comentarios y expectativas sociales. Prensa y todo tipo de medios han colapsado la turística Sanxenxo, o como se escriba, convirtiéndola en el Puerto Banús del norte, con una jet de papel couché algo acartonado que rodea la figura del anterior Rey, en su proceso de ocaso. De las escasas palabras que ha dejado Juan Carlos en estos días se desprende que no parece tener un excesivo propósito de enmienda respecto a todo lo que le ha sucedido en los últimos años, y que le ha llevado a la impropia situación en la que vive. El desistimiento de la fiscalía respecto a las causas abiertas le ha dejado despejado el panorama judicial en España, aún no en Reino Unido, pero ha puesto sobre la mesa un conjunto de irregularidades que afean todo lo relacionado con su persona. Desde el momento que se produjeron varios ingresos por parte de sus abogados para regularizar deudas fiscales quedó impreso, negro sobre blanco, que se había cometido evasión fiscal por parte de Juan carlos, y sea ya punible o no, eso es lo que cuenta. Las explicaciones que el Rey emérito debe sobre sus finanzas no empañan su papel respecto a los momentos de la reciente historia de España en los que trabajó con denuedo para que la democracia se asentase, pero cuando a uno le pillan en delito fiscal, no tiene muchas excusas a las que agarrarse. Juan Carlos ha decepcionado a muchos, todos ellos pagadores de impuestos, y eso es lo que importa. El revuelo mediático de sus visitas a España irá disminuyendo a medida que estas se reiteren, y aparecerán nuevas polémicas que sepultarán a esta en el fondo de los titulares, pero el problema seguirá ahí. Reitero, no el legal ni el fiscal, sino el reputacional, el de la honra que sostiene la imagen de la institución que el representó. Juan Carlos debiera reingresar varios millones de euros a la hacienda española, como gesto de reconciliación no con la sociedad, sino con el fisco, y fijar su residencia en nuestro país, porque es absurdo que resida en Abu Dabi, lo defienda quien lo defienda. Su hijo ha impuesto un cortafuegos legal con él desde que hace dos años renunció a herencias y a todo lo que pueda provenir de su legado personal y familiar, y la no imagen de ayer en Zarzuela es un ejemplo de hasta qué punto el actual titular de la Corona sabe que su puesto depende de cómo se comporte delante de la sociedad, que no es súbdita. España es un país monárquico por lo práctico, no por creencia. Los experimentos republicanos han sido tan desastrosos que no nos vemos embarcados en otra, y la mera idea de tener a un jefe del estado, sea cual sea el poder que se le pueda asignar, que tenga unas siglas políticas por detrás nos espanta a muchos en este país de sesgos y banderizas. Esa es la principal baza con la que cuenta Felipe VI y por ahora, con su actitud responsable y recta, la está jugando con maestría. A buen seguro que con dolor, porque la mera contemplación de su familia allegada resulta ser un rosario de desgracias, dando un sentido muy particular, en este caso regio, al inicio de Ana Karenina.

Lo que también contemplo necesario en la figura de Juan Carlos, y veo con cierto asombro que nadie señala, es la necesidad de que pida perdón a su aún esposa, doña Sofía, reina emérita, que sigue manteniendo un prestigio social y respetabilidad fruto de su discreción y de la sensación general de estar ante una mujer engañada que ha debido de aguantarse por su responsabilidad institucional. Juan Carlos debiera ponerse de rodillas delante de ella y suplicarle perdón por lo que le ha hecho pasar en los años de infidelidad. De esa escena tampoco veríamos imágenes, pero debiera darse. Que sea en la intimidad, pero que se humille y suplique perdón ante la persona a la que, probablemente, más ha hecho sufrir en su vida.

viernes, mayo 20, 2022

Finlandia y Suecia, amigos

Si Putin planteó la guerra de Ucrania como una operación rápida, sorpresiva e incruenta, al modo de lo que fue la toma de Crimea, hace ya muchas semanas que fracasó de la manera más estrepitosa. Si pensó que la ofensiva iba a servir para mostrar las maravillas de su ejército y la sofisticación tecnológica de la que presumía lo que estamos viendo es exactamente lo contrario, la necedad de una enorme y anquilosada fuerza, que es incapaz de crear una cadena logística de suministros apenas a decenas de kilómetros de su propia frontera. Si no fuese por la disuasión nuclear y el inmenso daño en vidas e infraestructuras que está provocando, el ridículo de Putin sería total.

Y si, como argumentaban los portavoces del Kremlin y el coro de pelotas que les siguen la corriente entre nosotros, la ampliación de la OTAN era la causa del miedo ruso y lo que le había obligado a actuar, el resultado de la guerra arroja, de momento, la más que probable duplicación de la frontera de la nación putinesca con la Alianza. La solicitud formal que han presentado Suecia y Finlandia para incorporarse al paraguas defensivo occidental es una de esas noticias que no son captadas directamente dada su enormidad. En estudios internacionales se ha usado hasta ayer, literalmente, el término “finlandización” para hacer referencia al comportamiento neutral y forzado de una nación que busca no estar en ninguna parte para evitar riesgos. Varias han sido las guerras en el pasado siglo XX que los rusos han disputado con los finlandeses, conflictos que se saldaron con ocupaciones parciales del país e incluso con la apropiación de ciudades y regiones fronterizas. Los finlandeses saben muy bien que es eso de que Rusia te ataque y haga daño. Tras la II Guerra Mundial Helsinki opta por un estatus internacional de neutralidad que, en plena guerra fría, le hace ser sede de numerosos casos de espionaje cruzado. Es el miedo de esa nación a las intenciones de su hostil vecino lo que la fuerza a no mojarse. Con poco más de cinco millones de habitantes (menos que la Comunidad de Madrid) una economía saneada y unas fuerzas armadas minúsculas pero modernas, saben los finlandeses desde antaño que apenas podrían hacer nada frente a un ataque decidido de Rusia, pero ese escenario no estaba en su mente. Era una sombra permanente pero no real. Ahora, desde el 24 de febrero de este año, esa sombra se ha materializado en tanques rusos viejos, que son destripables, pero que destruyen y matan, y el miedo a las pasadas invasiones ha vuelto al país de los mil lagos. Comprobar cómo naciones enanas como las bálticas no son tosidas por Rusia porque atacarlas sería hacerlo a territorio OTAN ha abierto los ojos a toda la sociedad finesa, y en una decisión sin precedentes, por enorme mayoría, su parlamento ha solicitado la adhesión formar a la Alianza, en la espera de que ese sea el seguro que impida veleidades rusas en el futuro. Suecia, vecino finés, tradicionalmente neutral pero con más población, recursos y capacidades, también se ha unido a su país hermano y ha puesto su firma en la solicitud de adhesión. No hay frontera física entre Rusia y Suecia, pero sí aguas limítrofes en el mar Báltico y algunas islas en disputa, así como el control de la ruta que da acceso al puerto de San Petersburgo, que ahora puede estar rodeado de territorio OTAN, con Helsinki al norte, Tallín al sur y Estocolmo de frente. Geoestratégicamente, el resultado de la jugada de Putin es un desastre en toda regla, porque de tener algunas zonas limítrofes relajadas ha pasado, ahora sí, a estar completamente rodeado por una alianza occidental que, hace apenas un par de años, languidecía entre el desinterés norteamericano y la incapacidad de los socios europeos. El desastre de Kabul pudo ser la puntilla para la organización, pero ahora va el listo de Vladimiro y le otorga una fuerza y sentido como no la había tenido desde los años ochenta. Asombroso.

Ante las solicitudes de adhesión, la respuesta de los aliados ha sido fulminante, prometiendo un proceso rápido, proceso que, en el tiempo que requiera, deja a esos países sin la protección efectiva del artículo 5 de defensa mutua y, por tanto, más vulnerables ante el enemigo, al haber enseñado sus cartas. Turquía sigue poniendo pegas a que ambas naciones se integren, y es probable que eso se traduzca en el habitual chantaje económico con el que Erdogan acaba transformando sus bravatas. Confiemos en que estos obstáculos se despejen y podamos dar la bienvenida a dos nuevos socios, países con los que ya compartimos pertenencia en la UE.

Subo a Elorrio este finde y me cojo el lunes festivo. El próximo artículo será el martes 24. Mucho ánimo con el calor, empezará a bajar el domingo.

jueves, mayo 19, 2022

A los pies del emir de Qatar

El otro día les hablaba de la hipocresía que nos rodea, absoluta, pero no quiero que piensen en mi como un talibán de la moral, ni mucho menos. Todos tenemos incongruencias y actuamos de manera hipócrita en algún momento, y este que les escribe también, no poco. Si uno vive aislado en una cueva es capaz de llevar a rajatabla los imperativos kantianos que dictan su conducta, pero el contacto con la vida real hace que sólo los fanáticos puedan mantenerse impertérritos ante la realidad con la que viven, y el fanatismo es receta segura para la desgracia personal y, sobre todo, ajena. Se trata de saber negociar y ser conscientes de donde estamos realmente.

Esta semana el emir de Qatar ha visitado España. El recibimiento que se le ha hecho ha sido apoteósico, con todas las autoridades habidas y por haber puestas a sus pis, casi literalmente, en un ejercicio de peloteo que daba algo de grima, y que mostraba quién tiene dinero y quién lo necesita. Qatar es una de las naciones más ricas del mundo, debido a sus yacimientos de gas natural. Enclavada en una pequeña península que da del golfo pérsico, no muy lejos de las costas de Dubai y el resto de Emiratos Árabes Unidos, su régimen es una monarquía feudal, absolutista, regida bajo el designio del integrismo islámico, en su versión chií. Es una vulgar dictadura teocrática en la que los derechos humanos no existen y el sometimiento al régimen te garantiza un nivel de vida asombroso dados los recursos que el reino obtiene de la explotación de sus hidrocarburos. Las finanzas de esta nación son de una enorme simpleza; ingresa por gas y gasta en ocio y seguridad. Como otras pequeñas naciones de ese entorno, lleva un tiempo tratando de diversificar su economía buscando atraer turistas, occidentales ricos a ser posibles, y creando burbujas de disfrute de muy alto nivel económico. Qatar compró hace años el campeonato del mundo de fútbol, que tendrá lugar las próximas navidades, dado que sólo el calor es comparable al rigor de la policía de aquel reino, y se ha gastado miles y miles de millones en la construcción de enormes estadios para eso de pegar patadas a un balón, en el que la mano de obra empleada ha sido, fundamentalmente, semiesclavos del sureste asiático, filipinos sobre todo, habiéndose documentado numerosos casos de muerte y heridas provocadas por un régimen laboral digno del egipcio de los faraones. No se sabe a cuánto habrán ascendido las comisiones que se han llevado los muy corruptos dirigentes de la cosa esa del balón para hacer el campeonato allí y en esas fechas (quizás Rubiales tenga alguna grabación al respecto) pero lo cierto es que los recursos del emir lo compran todo. Ahora que estamos en guerra con Rusia y que el abastecimiento de gas a Europa peligra seriamente todos los productores que en el mundo haya de esa materia prima se convierten en jugosos amigos a los que pelotear para poder sacar algo que permita suplir la producción que viene de Siberia. Lo que han hecho las autoridades españolas esta semana es ponerse a los pies del emir para que aumente su producción de gas y parte de la misma nos la venda, transportada licuada en barcos metaneros, dado que no hay gaseoductos desde el Golfo a Europa. Ponerse de rodillas delante del dictador para obtener un gas que es consumido por empresas, particulares y, en su conjunto, toda la economía. Ante un otoño invierno que se presenta aterrador en lo que hace al suministro de energía (y ya veremos en qué más) España, como el resto de naciones, busca cubrirse las espaldas y aumentar la diversificación de su suministro, tratando de llenar unas reservas que no dejan de encarecerse. El corte de gas ruso, que todo el mundo da por sentado que sucederá, no implicaría un corte de suministro para España, dada nuestra baja dependencia de ese origen, sí lo supondría para otros países de la UE, pero en todo caso implicaría un disparo de precios en los mercados internacionales. ¿Tenemos recursos para hacerle frente a esa carestía?

Así que póngase en la piel del gobernante de turno. Por un lado, tenemos los principios de la democracia, el derecho, la igualdad y todas esas cosas que nos caracterizan, valiosas hasta el extremo, y por otro al ciudadano del país que tiene por costumbre cocinar todo el año y no pasar frío en invierno, y a las empresas, que emplean a los ciudadanos, y el gas es condición necesaria para que todo el sistema económico y social funcione. Principios o supervivencia. Escoja. Seguramente la inmensa mayoría abjurará de sus principios y, con repugnancia, entenderá lo que hemos visto estos días, en la confianza de que en invierno la calefacción funcione. Es así de simple y cruel. La realidad no es lo que deseamos que sea, sino lo que es, nos guste o no.

miércoles, mayo 18, 2022

Terrorismo supremacista en EEUU

La cascada de tiroteos que tienen lugar en EEUU logran insensibilizar al más pintado. Se están recibiendo las crónicas aún frescas del último de los registrados cuando otro, más atroz aún, llega a los medios con el marchamo de “urgente” y sepulta al anterior al minutaje tonto de los informativos, y así masacre tras masacre, en una secuencia espeluznante, casi tanto como la ausencia de medidas por parte de las autoridades y el conjunto de la sociedad para atajar un mal tan profundo y obvio. No es el asesinato indiscriminado algo como la meteorología, que se cuenta y relata pero no es alterable. Se debe combatir como sea, se debe buscar su final.

La matanza de Búfalo, cometida este fin de semana, tiene algunas características especiales que la hacen, aún si cabe, más cruel. No estamos ante el caso del empleado despedido que se venga de sus antiguos compañeros, o el desquiciado que vive un trauma del pasado y lo resuelve a golpe de disparo, no, nada de eso. Se trata de un asesinato múltiple meditado, planificado, organizado con saña y frialdad por parte de un crío de dieciocho años, con la mayoría de edad recién cumplida. Blanco, residente en el sur del estado de Nueva York, en una comunidad mayoritariamente blanca, cogió el coche y se hizo casi trescientos kilómetros hasta el norte, hasta llegar a la ciudad de Búfalo, con mayor presencia negra, y alcanzar uno de los barrios en los que los negros son la inmensa mayoría. No iba sólo en su viaje, le acompañaba un fusil automático que hubiera sido de gran utilidad a los soldados ucranianos que se han tenido que rendir ante los rusos en Azovstal. Con su arma cerca, imagino que en el viaje iría repasando las creencias que le estaban motivando a alejarse cada kilómetro de su hogar en la misión que se había encomendado a sí mismo. Llegó al barrio de destino, entró en un centro comercial que en ese momento, con bastante gente en su interior, desarrollaba su actividad en plena normalidad, y comenzó a disparar. Sembrar el pánico es una frase hecha que se utiliza en demasía, pero creo que esta es una de esas ocasiones en las que se ajusta con precisión a lo que pretende describir el que la emplea. Un entorno seguro, aburrido, anodino, convertido en la tumba de todos aquellos que tuvieron la desgracia de cruzarse con el asesino imberbe. La policía acudió al lugar de los hechos al poco, alertada por llamadas sin fin de testigos y víctimas, que no sabían lo que pasaba, sólo que alguien estaba matando sin piedad, y encontraron al autor de los hechos tan tranquilo. Según algunas fuentes, durante unos instantes, se apuntó a sí mismo con su arma, pero luego la bajó y no opuso resistencia ante su detención. Dejaba un rastro sádico, con diez asesinatos a sus espaldas en pocos minutos, y numerosos heridos. Una matanza en toda regla efectuada de una manera profesional, carente de sentimiento, fría y certera. Un crío de mierda, si se me permite el exabrupto, que ha destruido vidas, familias y futuros en una dimensión difícil de concebir. Y todo esto ¿por qué? ¿se le cruzaron los cables al chaval? ¿le dejó su novia y le dio un arrebato? Nada de nada, todo es mucho más oscuro y peligroso. Antes, al comentar el viaje hasta su macabro destino, les iba contando el repaso a las creencias que motivaban su acto, que en este caso no eran religiosas, sino conspiranoicas. El chaval era fiel seguidor de una teoría denominada “el gran reemplazo” que dice que hay una conspiración en EEUU, y todo occidente por extensión, de negros, latinos, asiáticos y todo lo que usted imagine para ir eliminando a la población blanca que reside en esas naciones. La baja natalidad blanca y su reducción de peso en las comunidades norteamericanas sería fruto de un plan orquestado para eliminarlos del mapa, y hacer que los que ahora son las minorías étnicas del país se hagan con él y manden a los blancos a guetos. ¿Solución? Autodefensa, ataque y lucha de los blancos frente a todos los enemigos, el supremacismo blanco como vía de salvación de la especie, su poder y futuro.

Esta absoluta imbecilidad corre por las redes sociales y medios de comunicación, allí y aquí, junto con otras teorías, a cada cual más absurda, y logra convencer a algunas personas de que es la vía para explicar lo que sucede a su alrededor. Ese crío asesino ha nacido en la nación más rica de la tierra, en un lugar con pleno acceso a la información, y ha acabado siendo abducido por un pensamiento sectario que le ha llevado a cometer un acto terrorista de enormes proporciones. Es una historia tan absurda como cruel, y difícil de entender si uno la lee en su conjunto, pero es real, ha sucedido, y puede volver a suceder. El terrorismo supremacista es un problema creciente en unos EEUU, y un occidente, que en ciertos aspectos parecen haber perdido la cordura social.

martes, mayo 17, 2022

Chanel y la hipocresía

En febrero, creo, TVE organizó el festival de Benidorm para escoger de manera alternativa una canción que representase al ente en el tortuoso festival de Eurovisión, donde nuestros resultados oscilaban desde hace décadas entre lo humillante y, a lo sumo, el bochorno. El festival fue un éxito en redes sociales, algo menos en audiencia, y generó una enorme y, a mi entender, estúpida polémica por algunas de las canciones y la que fue finalmente seleccionada. Como todo en nuestro cutre país, la política vino a ensuciarlo aún más y se juntaron los nuevos evangelizadores de la moral para decidir qué canción debió ser la escogida y lapidar a la que lo fue. Todo era patético, lleno de malas formas, insultos y agresiones verbales.

Tras aquello escuche las tres canciones que estaban en medio de la discusión; la ganadora, de Chanel, la de las tetas, de Rigoberta Bandini, y la de las Tantxugueiras, y ambas, muy distintas entre sí, me parecieron penosas, musicalmente horrendas. Nunca por propia voluntad escucharía algo así. Me da igual el mensaje o las letras de una canción, lo que me importa es la música (¿cuántos en España entienden, entendemos, las canciones cantada en inglés?) y en ese caso mi veredicto era claro, “zero points” para las tres. Pasaron las semanas, el odio fomentado desde las redes sociales por los nuevos obispos de la moral pública, ansiosos por quemar en la hoguera como lo eran los antecesores de los hoy en día consagrados, se fue apaciguando, sepultado por nuevos odios a nuevos asuntos, promovidos por ellos mismos o por otros sujetos igualmente evitables, y llegó la noche de Eurovisión. Como casi siempre TVE vendía que estábamos entre los favoritos, y la gala se presentaba con buenas expectativas para España, y la sensación general de que Ucrania arrasaría en el televoto. Apenas vi las actuaciones en sí, porque musicalmente Eurovisión apenas me dice nada, lo que me interesa son las puntuaciones, y contemplando varias veces el resumen de las distintas canciones que se emitieron en un largo y aburrido intermedio apenas me pareció intuir que la de Reino Unido y Suecia serían algo presentables. Cuando empezaron las votaciones comenzó a suceder algo raro, y es que España no hacía el ridículo. Más bien al contrario, varios “Twelve Points” nos elevaban a los altares de un pódium en el que Reino Unido y Ucrania iban en cabeza. Tras el voto de los jurados España quedaba tercera, algo no visto en décadas, y tras el televoto, la elección desde casa de los Eurofans, que pesa tanto como el voto de jurados, mantuvimos ese puesto, arrasando en ese caso Ucrania y llevándose el premio con una canción que, para variar, no me dice nada de nada. El resultado de Chanel fue excelente, lo mejor en casi tres décadas de participación, y ya desde la noche del sábado empezaron a lloverle elogios de los eurofans, pero es que la cosa iba a más. En la práctica, para España, Chanel había ganado, dado que la victoria de Ucrania se daba por descontada por motivos políticos, y nos habíamos quedado a unos pocos votos del representante británico. Y subidos a una ola de aclamación popular, empezaron las conversiones. Muchos de los que habían lapidado a Chanel en redes comenzaron a felicitarla, a sumarse de la manera más falsa e hipócrita posible a lo que era una ola de triunfo de la que no podían dejar escapar. El movimiento de falsedad más bochornoso visto en los últimos tiempos alcanzó cotas de sonrojo absolutas a lo largo de un domingo 15 en el que aquellos que habían amenazado con querellas en intervenciones parlamentarias insultando a la cantante hacían propio el éxito de España y de Chanel. Era patético. Ante los ojos uno veía cómo tuits de ira de hace apenas tres meses, escritos desde la más patética de las creídas superioridades morales se convertían en escritos de pelota alabanza a la cantante y todo su equipo. No había ni el más mínimo pudor o vergüenza, nada de nada, sólo aprovechamiento.

Vi la actuación después del concurso. La cantante y su equipo de bailarines se entregaron plenamente en un espectáculo que arrebató a los presentes en el recinto turinés en el que se celebraba el evento y lo dieron todo sobre la pista. Acrobacia y coreografía desatada en un tema que, musicalmente, me parece horrendo. Ella y el resto de artistas hicieron su trabajo perfectamente, y jurados y público así lo reconocieron. El resto es, probablemente, la antesala de la canción del verano de 2022, un gran éxito en lo profesional y personal para Chanel y la enésima confirmación del dicho que reza que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. Vivimos rodeados de hipocresía y basura.

viernes, mayo 13, 2022

El agujero negro galáctico

Aunque el título que he escogido para el artículo de hoy se puede aplicar casi en extenso a cualquier campo de la actualidad en la que vivimos, me quiero referir a un agujero negro real, de los que hay en el espacio exterior. Ayer se hicieron públicas las imágenes que demuestran la existencia del que se suponía que estaba en el centro de nuestra galaxia, y ahí lo tienen, con una forma de donut, o de rosquilla de San Isidro si quieren hacer homenaje a las fiestas locales, brillando en medio de la oscuridad. Las pruebas indirectas de la existencia de ese objeto eran muchas, pero hasta ahora había sido imposible observarlo. Desde hoy conocemos el aspecto de lo que se encuentra en el corazón de nuestra galaxia, esa que llamamos Vía Láctea.

Bueno, realmente la imagen tiene trampa. No podemos ver un agujero negro porque, por su propia definición, es invisible. Los agujeros negros son uno de los infinitos frutos que dio la teoría de la relatividad de Einstein, y se encuentran entre los más extraños. Las ecuaciones que describen el comportamiento de la materia en el espacio tiempo relativista permitían suponer que llegado un momento en el que se diera la suficiente concentración de masa en un espacio suficientemente pequeño la gravedad podría ser tan intensa que nada escaparía de ella. Realmente seguimos sin saber qué es la gravedad, pero funciona, y la mejor manera de entenderla es, por ejemplo, pensar en el espacio tiempo como una sábana sostenida en horizontal, como la tela que ponen los bomberos para sostener al que se cae al vacío. Si uno pone un peso en el centro de esa tela el tejido se deforma rodeándolo y cualquier cosa que pongamos en las cercanías del objeto, sobre la tela, “caerá” hacia él, acelerando a medida que se acerca al mismo, allí donde la pendiente de la tela es mayor. Lo que hemos tirado a la tela es “atraído” por el objeto que se encuentra en la mitad de la misma. Vemos a la gravedad en funcionamiento, o algo que es muy parecido. ¿Qué ocurre si ponemos cada vez más peso en medio de la tela? Ese peso cada vez estará más profundo y la pendiente de la tela será mayor, por lo que los objetos que le acercamos cada vez caen con mayor velocidad. La fuerza de atracción crece, la gravedad aumenta. Si queremos sacar algo del pozo que creamos cada vez nos cuesta más a medida que ese pozo se profundiza. ¿Un pozo infinito lo absorbe todo? El resultado de las ecuaciones dice que sí, y eso desconcertó a los científicos en su momento, porque si hasta la luz, según el gran Albert, es incapaz de salir de ese pozo infinito ni veremos el agujero ni sabremos que existe. Llamar agujero negro a este objeto físico es un gran logro científico, porque describe bastante bien lo que resulta ser, pero también poético, porque encierra tanta ciencia como misterio y arte. Realmente los agujeros negros han podido ser descubiertos por los efectos que crean a su alrededor, no por su mera existencia, porque como ya es sabido y comentado, la luz no puede escapar de ellos, y sin luz nada se ve. Podemos alcanzar a ver el llamado horizonte de sucesos, que es la frontera en la que la materia que allí se encuentra no cae por el agujero, digamos que la barandilla que separa el mirador del abismo, pero más allá no hay manera de ver o saber, es lo que se denomina una singularidad. Coja uno y divídalo entre ceo, y se encontrará no con un problema de matemáticas, sino de filosofía. A esa división le otorgamos un valor de infinito por convención, pero salimos deprisa de ese asunto porque nos pone algo nerviosos. Lo que vemos en esa imagen, en el centro de ese donut san isidrero, es la plasmación real del concepto de infinito en el mundo de la cosmología, allí donde la gravedad es tan absurdamente alta que nada escapa. Nada. Nada.

Esta imagen, como casi cualquier descubrimiento científico en la era de la complejidad en la que vivimos, es fruto de un enorme trabajo de cooperación internacional entre científicos, investigadores, técnicos, profesionales de todo tipo e instalaciones repartidas por todo el mundo. Colaborando y con paciencia, la ciencia avanza y hoy, en 2022, vuelve a demostrar que lo que se le ocurrió a Albert Einstein en su cabeza, y plasmó en un papel con un lápiz, es una realidad que corona nuestra galaxia, y que lejos de ser algo anecdótico, los agujeros negros pueden llegar a ser algo bastante común en el universo. Basta uno para propagar un bulo irracional, muchos son necesarios para comprobar la veracidad de las afirmaciones científicas. Es paradójico, pero ahí está el poder del conocimiento.

jueves, mayo 12, 2022

Criptocrash

Enfangados como estamos en las cutres miserias de nuestra vida política, que tan bien nos retratan, no prestamos atención a lo que sucede fuera, que no se si es más sucio, difícilmente, pero desde luego sí importante. La bolsa de Nueva York llega dos semanas de desplomes, especialmente el índice tecnológico Nasdaq, y lo que empezó siendo un año prometedor en lo económico camina con fuerza hacia un destino recesivo cada vez más intenso. Fondos de inversión y carteras asociadas sufren desplomes enormes, dado que todos ellos poseen acciones de estrellas como Apple, Alphabet (Google) Amazon, Microsoft y otras tantas, que llevan varios días perdiendo miles y miles de millones de dólares de capitalización.

Si el marcado convencional sufre un desplome, el de las criptomodenas está viviendo una auténtica sangría, con derrumbes propios del estallido de una burbuja. Ayer el famoso Bitcoin cerró a 26.743 dólares, lo que es mucho, sí, pero apenas la mitad de los 49.744 a los que cotizaba a finales de marzo, y aún más lejos de los 67.000 que marcaba a mediados de noviembre del año pasado. Los que argumentaban sin cesar que en épocas inflacionarias como las que vivimos las criptomodenas iban a servir como activo refugio y demostrar su valor espero que no hayan seguido sus propios consejos y no hayan poblado su cartera de este tipo de activos buscando refugio. Este derrumbe afecta a todas las “criptos” sea cual sea su metodología y características, y lleva a preguntarnos qué implicaciones puede tener este derrumbe en la economía real. Es una pregunta difícil de contestar por la propia novedad de estos activos, pero más allá de que quien haya invertido en ellos pueda arruinarse, podemos hacer una división básica entre dos tipos de criptomonedas. Unas, como el Bitcoin o Ethereum, las más conocidas, son meros soportes de valor y se basan en lo que creen sus compradores que pueden llegar a valer, pero en sí mismas no son nada. En este sentido sí funcionan como el dinero real, porque las monedas y billetes que tenemos en el bolsillo nada valen de manera intrínseca. Lo que en el caso del dinero real genera valor es su obligatoriedad legal de uso y que todos sabemos que funciona y es aceptado. En estas criptos que valen lo que la fe del mercado les pueda otorgar el desplome de su valor arruinará miserablemente a particulares y empresas que se hayan metido en ese mercado, en el que no hay garantías ni nada por el estilo. La sangría puede ser enorme. El otro tipo de “criptos” son las llamadas “stable coin” criptomonedas tecnológicamente parecidas al Bitcoin pero que están ligadas a una moneda real ya existente y poseen un respaldo financiero real por parte de las empresas que las emiten. Theter es un ejemplo. Ahí se supone que la emisión de esa criptomoneda está respaldada uno a uno por un dólar, por lo que el riesgo de perder el dinero se difumina. El creador de la moneda, por así decirlo, se ha inventado un derivado, esa moneda, con la base de un fondo de riqueza real, para así expandir la capacidad financiera de ese fondo, y ofrece al inversor un respaldo seguro que le garantiza que no pierde. ¿Dónde gana el inversor en este juego? Con la rentabilidad que el creador de la moneda le ofrece por invertir en ella, rentabilidad que se consigue aupándose a la moda de las criptomonedas y haciendo así que el valor se infle o prometiendo unos intereses elevados a los inversores. Si uno escarba un poco en este tipo de negocios descubre que algo no está muy claro, porque a medida que el número de inversores crece la promesa de los intereses cada vez pesa más sobre un fondo inicial que sólo se puede enriquecer cuando el mercado sube, como pasaba hasta ahora, o el número de inversores crece, y eso paga los intereses… ¿Suena a estafa piramidal? En gran parte sí, y el miedo es que eso se confirme y arrastre a inversores, criptomoneda y fondo que la respalda, que ante desplomes como los que vivimos es incapaz de garantizar la conversión de un Theter a un dólar. ¿Hasta dónde llegan las ramificaciones de la cobertura de estos fondos? ¿Cuánto pueden arrastrar las “stable coin” en su caída a finanzas solventes que se usaron como avales?

Una de las características que nunca nadie debiera olvidar en esto de los mercados “cripto” es que no son mercados regulados, sometidos a supervisión y garantías. Eso no sólo significa que puede haber estafas y robos, de muchos tipos, sino que, también, no hay volumen de inversión mínimo que esté garantizado por ninguna institución y se pueda rescatar o salvar. No es el antiguo oeste, pero se le parece mucho, y si se pierde la bolsa con las monedas no hay manera de rescatarla. Muchos han entrado ahí al calor de las fulgurantes subidas del pasado y eso despierta voraces apetitos, condición necesaria, no suficiente, para que se organicen castillos de naipes que pueden derrumbarse de manera estrepitosa. Mucho cuidado con este tipo de inversiones, sepa lo que hace y no se meta sino, y no meta ahí cantidades importantes, puede perderlo todo.

miércoles, mayo 11, 2022

Paz Esteban, funcionaria diligente

Ya el domingo El País adelantó lo que iba a suceder. En otro de esos tristes espectáculos en los que periodistas que se lo creen que son y no dejan de compararse con las lumbreras norteamericanas, varios profesionales de la casa PRISA se convirtieron, como es habitual, en meros apéndices del gobierno de Sánchez, dejando claro que Paz Esteban, la directora del CNI, sería cesada para calmar el fuego en el que los independentistas abrasaban al presidente. Un conjunto de argumentos infantiles, insostenibles, coartadas de segundo de primaria impresas en papel prensa y dictadas desde Moncloa para saber lo que esta semana iba a suceder sí o sí. Luego esos que se creen periodistas y cobran por ello seguro que se sienten satisfechos.

La destitución se hizo oficial ayer, siguiendo al dictado el guion publicado en el acto de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en el que la titular de Defensa Margarita Robles tuvo que mentir como una posesa para decir lo que decía, justificando el cese de quien hasta hace un par de días defendía con orgullo. Seguramente en Presidencia le dijeron que si no caía Paz caería ella, y las lealtades en nuestro país tienen un precio, más o menos el de la nómina que se cobra como alto cargo político. A lo largo de todo el día de ayer el mensaje del gobierno era coordinado, justo como no lo había sido en todas las jornadas anteriores, y descargaba en la cesada Paz, cubierta de farisaicos elogios, la responsabilidad de todo lo sucedido. Infamia a raudales sobre una funcionaria que ha hecho su trabajo, y ha tenido hasta el final la decencia de no dimitir tras haber hecho lo que se le había encomendado, obligando a sus cobardes jefes a echarla. Para completar el esperpento mediático, se desayunaba ayer la cabecera de El País, lo que ha sido y en qué lo han convertido, con una entrevista con el sedicioso Oriol Junqueras, uno de los golpistas de 2017, en la que dejaba claro que estaba dispuesto a seguir apoyando al gobierno a cambio de ceses y de que no se repitiera nunca más un asunto de espionaje sobre él o sobre otras formaciones independentistas. Es cinismo hasta el hartazgo que alguien que ha sido condenado por llevar a cabo un acto de una inconstitucionalidad tal como la que se vivió en 2017 no sólo no muestre propósito de enmienda por lo que hizo, con lo religioso que es Junqueras, o afirme que no va a volver a saltarse la ley para extender su credo supremacista sobre la ciudadanía, en este caso catalana, sino que exija que el estado, que debe defender la primacía de la ley y los derechos fundamentales sea el que no haga movimiento alguno para defenderse de aquellos que lo acosan. El delincuente exigiendo a la policía que no le detenga a cambio de apoyar al jefe de la policía. Absurdo, indecente, pero cierto. Ante un chantaje tan burdo Sánchez tenía algunas opciones dignas, que le implicaban riesgos de cara a mantenerse en el poder, y otras infames, que le aseguraban la permanencia en el cargo. Pocas dudas había sobre cuáles serían escogidas, y es que Sánchez es un político, de los más cínicos y falsos que hemos tendido en nuestra vida reciente, sí, pero no muy distinto a otros, y hará lo que sea por mantenerse en el poder. Las lealtades que pueda mostrar a terceros serán tales mientras le renten ganancias de poder y, en cuanto sea necesario, se prescindirá de quien haga falta, para así mantener la cabeza del que manda en el lugar que le corresponde. Los que presumen de ser aliados de Sánchez, y los que le ríen las gracias (y se las editan en papel de periódico) no parecen ser conscientes de hasta qué punto son meros instrumentos del poder, utilizables y desechables cuando sea necesario. En este caso la cabeza de una alta funcionaria del estado se ha cortado para apaciguar a la fiera independentista, y el honor y prestigio de Paz esteban han sido mancillados, arrastrados por el barro, a sabiendas de quien así lo ha decidido y, también, de quien lo ha publicado. Antaño pasó con otros gobiernos y otros periódicos de cabecera, sí, pero no de una manera tan ruin y descarada.

Supongo que será porque vivimos aquí, nos enteramos del día a día y sabemos todas las mierdas que nos rodean, pero en pocas naciones parece que se da tanto eso de ser castigado por hacer tu trabajo, de ser el fusible cuando, habiendo realizado lo debido, tus jefes tienen un problema y tú te lo cargas. La profesionalidad, la entereza, la integridad y el buen hacer en España se premian con el cese, el insulto, la degradación, el apartamiento. Pasa en la vida pública y en la privada, y es una lección que no pocos aprenden para, llevando al máximo su grado de indolencia e incapacidad, vivir a cuerpo de rey y con buen sueldo mientras que no pocos pringados se esfuerzan para sacar las cosas adelante, cobrando poco y siendo cesados, o despedidos, cuando convenga a los necios para los que se sacrifican. País ruin el nuestro.

martes, mayo 10, 2022

Putin no aclara nada

Difícil saber qué tuvo de espectáculo teatral y qué de real la conmemoración de ayer en Moscú. La liturgia, excesiva, y el despliegue de patriotismo militarista hasta dimensiones norcoreanas escondían el mensaje central de cómo Putin y todos esos señores obesos y llenos de medallas que le rodeaban analizan la guerra que se desarrolla en Ucrania. El líder ni arengó por la movilización general, ni decretó una guerra con ese nombre ni, desde luego, anunció alto el fuego alguno, por lo que nos dejó a oscuras. Se inventó nuevas excusas para justificar su carnicería y, eso sí, atacó a un occidente depravado, inmoral y corrupto, con la típica soflama de un puritano que se escandaliza por lo que ve. La pacatería moral unida a la inmoralidad del sádico violento.

En uno de los actos de la jornada de ayer Putin puso ramos de rosas rojas sobre los pedestales de distintas ciudades que, en su momento pertenecientes al régimen soviético, fueron escenario de duros combates contra el nazismo. No Moscú, a donde las tropas de Hitler no llegaron, pero sí lugares como Stalingrado, o tantas otras urbes masacradas. Era estremecedor ver la frialdad con la que el hipócrita dictador ruso honraba altares en los que se podía leer, por ejemplo, Kiev o Odesa, cuando a la vez, ese mismo día, las tropas rusas volvían a bombardear la ciudad portuaria del Mar Negro causando víctimas mortales. Presuntas honras a víctimas pasadas mientras que, a la vez que las rosas salían de su mano, nuevas víctimas se asociaban a la ciudad honrada. Ese es el cariz del personaje al que nos enfrentamos y el valor que otorga a las palabras y los gestos. Con una campaña militar que va camino del estancamiento y con bajas crecientes por ambos lados, Putin puede tener la tentación de cronificar el conflicto mientras sea capaz de aguantar en el poder y la sociedad rusa soporte las consecuencias económicas de las sanciones, pero no puede sostener una guerra eterna, ni el ni nadie, a media que los recursos se le vayan acabando. Serán los más viejos, sí, pero el ritmo al que los ucranianos destruyen tanques rusos es suficientemente elevado como para empezar a pensar que, aunque infinitos, no van a ser suficientes las reservas como para durar años y años. El número de soldados rusos muertos, muchos miles ya, empieza a ser difícil de enmascarar incluso para los vendidos medios progubernamentales. Mucho se especuló sobre si Putin exhibiría ayer algún triunfo, por ejemplo Mariupol, pero no hubo nada de eso. La sensación que queda tras la jornada de ayer es que hemos vuelto a superar otro punto que parecía clave en esta guerra sin que se haya producido ningún movimiento significativo, lo que me refuerza en la idea que les comentaba ayer de que realmente no tenemos ni idea de lo que pasa por la mente de Purin y de cuáles son sus planes en esta guerra. Quizás pretendía un golpe rápido que ha fracasado y ahora busca una manera de liquidar una situación empantanada, dicen algunos. Otros señalan que le mienten, por miedo, y no es consciente ni de lo que hacen sus tropas ni de lo poco que han conseguido. Los hay que afirman que todo va como suele ir en Rusia, lento pero imparable y que, al igual que en guerras como la chechena, los rusos avanzan muy muy despacio pero destrozándolo todo, de tal manera que la tierra quemada se extiende a medida que dan pasos y el enemigo se repliega, dejando un país arrasado en el que no hay futuro, y que esa táctica, nefasta en una guerra, es efectiva en caso de deseo de venganza. En fin, que no sabemos nada. Sorprendidos como estamos en pleno siglo XXI de ver tácticas añejas que creíamos abandonadas, las tropas rusas siguen sufriendo problemas logísticos impropios de una llamada superpotencia a la vez que el ejército ucraniano lanza contraataques en los que el suministro de armamento occidental cada vez tiene más peso, en medio de una economía nacional diezmada y que se acercará al colapso de una manera inevitable bajo la constante destrucción de infraestructuras. En una guerra de desgaste continuo los rusos tienen las de ganar, pero el desastre es enorme para ambos. De eso nada se dijo en el acto de ayer.

A la vez que Moscú se engalanaba, Zelensky publicaba un vídeo desde las desiertas calles de Kiev, que celebraba así, fantasmal, ese mismo día de la victoria, porque para los ucranianos que, como los rusos, estaban sometidos al poder de Stalin, el 9 de mayo también tiene un significado de liberación ante los nazis. Ahora el enemigo para el pueblo ucraniano no viene del oeste, sino del hermano ruso, del eslavo con el que compartes historia, destino y desgracias, que día a día les mata. Dijo Zelensky, en una arenga para dar moral a su pueblo y tropas, que en breve en Kiev se podrán celebrar dos días de la victoria, y en Moscú ninguno. Todo está por ver, pero yo al menos tengo muy claro por quién estoy dispuesto a sacrificarme, quién representa los valores que defiendo y quién es el agredido. Ayer un nuevo día de guerra terminó. Hoy empieza otro.

lunes, mayo 09, 2022

Triste 9 de mayo en Europa

Hoy es 9 de mayo, el día de Europa. Se conmemora la llamada declaración Schumann, que dio inicio a los trabajos que llevaron a la constitución de la entonces denominada CEE, el acuerdo entre Alemania, Francia. Italia y BENELUX que dio lugar con los años a la UE que conocemos en nuestros días. Es un día de festejo en las instituciones comunitarias y el motivo por el que varias de las instituciones nacionales y municipales de nuestro entorno se engalanan con la bandera azul de las doce estrellas doradas. En un mundo polarizado y confuso, un proyecto de integración como el de la UE adquiere un valor aún mayor si cabe.

En Rusia hoy se conmemora el día de la victoria en la II Guerra Mundial. Hitler se suicida en su búnker de la cancillería el 30 de abril de 1945 y las tropas alemanas firman la rendición ante los ejércitos occidentales en Reims el 8 de mayo, pero el sanguinario Stalin quiere un trato especial para él, y exige una rendición ante el mariscal Zhukov, que es quien tomó la capital alemana, y ese acto se produce al día siguiente, el 9, motivo por el que antaño la URSS y hoy Rusia conmemoran la victoria ante la barbarie nazi con un día de diferencia. Evidentemente la celebración de hoy está marcada por la guerra de Ucrania, y por lo que pueda decir Putin al respecto. Normalmente este suele ser un acto de exaltación patriótica rusa, en el que un enorme desfile militar llena las calles céntricas de un engalanado Moscú, y los gerifaltes presiden todo desde las tribunas del Kremlin. Esta vez es diferente, porque parte de las tropas y material que sean exhibidos puede que acaben en unas semanas o meses en el frente de batalla ucraniano, donde las cosas no están saliendo como Putin quisiera. Por eso, hay una enorme expectación sobre el discurso que el autócrata ruso va a dar ante sus huestes. Es probable que Mariupol, las ruinas de esa ciudad, sembrada de cadáveres civiles, sean exhibidas como trofeo de guerra y símbolo de victoria por parte de un Putin necesitado de coartadas para mantener vivo el pulso militar. Es obvio que hoy no va a hacer frente a protesta alguna, y que el ambiente patriotero y militarista que envuelve el acto lo protegerá en todos los sentidos, pero con miles de soldados muertos en el frente, algunas fuentes los elevan a 20.000 empieza a ser necesario que el Kremlin de algunas pautas a su nación sobre cómo va a evolucionar lo que sigue denominando “operación especial”. Todo son especulaciones sobre lo que pueda suceder hoy en Moscú, y las apuestas están muy divididas; desde los que afirman que se anunciará una victoria sobre el mal ucraniano y el repliegue de la ofensiva hasta los que creen que, como las cosas van mal, Putin declarará oficialmente la guerra ante un enemigo que les pone en riesgo y decretará la movilización general de reservistas. Como ven, escenarios muy dispares, de fin del conflicto y de profundo agravamiento, y que poseen en su interior todas las variantes posibles de una guerra sostenida y cronificada, de desgaste continuo. La dispersión de criterio sobre lo que puede anunciar Vladimiro es tal porque, en el fondo, no tenemos ni idea ni de lo que pasa por su cabeza ni de lo que realmente sabe ni de lo que pretende. Recuerdo que en la época de la URSS había un nutrido grupo de “kremlinólogos” que analizaban este tipo de actos para, en función de quiénes estaban en las tribunas, la posición que ocupaban o las ropas que llevaban, dilucidar si el personaje en cuestión estaba en alza o en riesgo de caída en el opaco y secretista régimen soviético. Aquello paso un poco de ser un arte a una patraña en la que se veían purgas y ascensos por meros gestos o rictus, provocados en ocasiones por las gélidas temperaturas a las que se de desarrollaban los actos. Lo cierto es que los kremlinólogos sabían mucho sobre Rusia y su historia, pero nada de las luchas intestinas de poder entre los mafiosos que salían a escena en esas ocasiones. Pues un poco lo mismo nos pasa hoy con Putin. En función de la pose con la que se le vea se juzgará su salud, intenciones, estado mental y un montón de variables más que nos son desconocidas.

¿Mis apuestas? Más allá de que un armisticio cotiza muy a la baja no tengo ni idea de lo que puede anunciar el sátrapa. Difícil veo que vaya a bajar su apuesta en una guerra ya iniciada en la que tiene que ganar sí o sí, y ahora mismo no se puede decir que sea muy victoriosa para las tropas rusas. Con la economía de la nación empezando a sentir las sanciones económicas y el rechazo occidental haciendo que Moscú sea una ciudad nada apetecible, Putin puede enrocarse aún más en una apuesta muy peligrosa en la que sólo puede salir como vencedor, ya que sabe que una derrota en esa guerra también es la derrota de su poder. ¿Qué hará? ¿qué dirá? ¿qué rictus y señales veremos? Día intenso el de hoy. Y de poca fiesta en una Europa, otra vez, en guerra.

viernes, mayo 06, 2022

Putin y el Vaticano

De las pocas cosas buenas que está teniendo la guerra de Ucrania está el que uno puede ver la actitud real de partidos, personas y naciones ante el drama que allí se vive, y así juzgarlos por los hechos, no por la presunta ideología que dicen enarbolar o se les atribuye. Tenemos en España partidos que se suponen opuestos en sus idearios, extremos cada uno en lo suyo, y que comparten sintonía con el sátrapa de Moscú y, encubiertamente, desean la derrota de los ucranianos, a los que desprecian soberanamente. Estos partidos y sujetos, bastante despreciables, son lo mismo, y lo vuelven a demostrar, a pesar de que, como les digo, luzcan o se les pongan etiquetas muy diferentes.

En todo este drama uno de los actores internacionales que suele ser relevante y que está fuera de juego es el Vaticano. El perfil adoptado por el Papa Francisco desde que comenzó la guerra ha sido escaso. Obligadas y suaves llamadas al diálogo y a la paz en medio de unos bombardeos y agresión unilaterales que suenan a chiste cuando no a sarcasmo, eso es lo único que ha salido de las portavocías vaticanas. ¿Era de esperar algo más? Pues sí y no. Me explico. Sí, por la relevancia de lo que estamos viviendo, por el absoluto drama que Rusia causa en Ucrania y por los miles de muertes, heridos y desplazados que se producen día a día. Sí, porque estamos muy lejos de un dilema moral, sino ante la presencia de un ataque de uno frente a otro, y aquí el evangelio permite pocas escapatorias. Y sí, porque ante guerras pasadas las posturas del Vaticano han sido mucho más claras y contundentes. Sólo tiene uno que recordar lo que expresaban desde ese estado ante las intenciones de invasión de Irak por parte de EEUU y la posterior guerra. La Santa Sede se unió a un clamor global con contundencia y poca diplomacia. Nada de eso se ha visto en esta ocasión. ¿Por qué? Las causas del no son variadas, y pasan desde la hipocresía profunda de la iglesia católica al miedo. Ante crisis de refugiados como las vividas en el Mediterráneo el Papa ha dicho palabras duras, necesarias, y ha acudido a lugares como Lampedusa para presenciar el desastre. Hoy, principios de mayo, más de dos meses de guerra después, al Papa ni se le espera, ni se le desea, en Kiev. No ha ido allí, ni si quiera a la frontera polaca a visitar a las autoridades que desde allí tratan de organizar los flujos de los que huyen de las matanzas. Intentó el Vaticano organizar un encuentro entre el Papa y el patriarca de Moscú, el infame Kirill, un clérigo al servicio de Putin que ha bendecido la guerra santa que el ejército ruso ha emprendido, y a tiempo, el encuentro se canceló, porque resultaba demasiado obvio que ese encuentro era un respaldo a las soflamas del Kremlin. En la Semana Santa el Vaticano, en el vía crucis que se realiza en el Coliseo, juntó el Vaticano en una de las estaciones a una ciudadana ucraniana ya a otra rusa, como gesto de reconciliación entre ambas naciones, pero casi todo el mundo, empezando por las autoridades ucranianas, entendieron que el gesto era ofensivo porque no estamos ante una guerra mutua entre ambas naciones, sino en el ataque unilateral de una sobre al otra y el intento de legítima defensa del agredido frente al poderoso agresor. Caín atacó a Abel, por usar símiles bíblicos, y no veo a los prelados de la iglesia juntando a ambos hermanos en un ejercicio de confraternización, sino que siguen considerando culpable al asesino, como lo es. Ante estos errores de bulto, demasiado serios y evidentes en una de las mejores diplomacias del mundo, el Papa ha optado por el silencio ante el tema, las declaraciones melifluas, vacías, y el ponerse de perfil. Sorprendentemente fue mucho más duro en un discurso de hace unos días con las suegras que con la dictadura putiniana. ¿A qué se debe esta actitud, este comportamiento tan decepcionante?

Lo cierto es que no voy a acusar al Papa de ser pro Putin, aunque creo que tiene más afinidades en su corazón por el Kremlin que por otros lugares, pero todo lo que vemos estos días es un nuevo ejercicio de la nauseabunda hipocresía que la iglesia practica, casi siempre, ante el poder y la violencia cuando ella misma puede ser víctima de ella. Criticar a EEUU es gratis para el Vaticano, y para cualquiera, pero oponerse a Putin puede costar la vida, y lo saben bien los familiares de los asesinados. El discurso eclesial ante Putin se parece muchísimo a las llamadas a la paz de la iglesia vasca, y nacional, ante los asesinatos de ETA, a la compresión de los prelados a los matones y a su desprecio a las víctimas. Salvaron así su pescuezo, pero no su alma. Y nuevamente, creo, se repite esa actitud vergonzosa.

jueves, mayo 05, 2022

La FED sube los tipos de interés

Ayer la FED, la Reserva Federal de EEUU, su banco central, actuó como estaba previsto y subió medio punto los tipos de interés, dentro del movimiento anunciado hace meses de subidas de tipos que pretenden elevarlos hasta valores en el entorno del 3%. Con el ascenso de ayer el tipo de interés en EEUU sube hasta el 0,75% y cada vez contrasta más con el 0% en el que sigue viviendo el interés en Europa. El ciclo norteamericano está mucho más avanzado que el europeo y, aunque padecemos problemas comunes, su economía ya está en una fase mucho más madura que la nuestra. Eso justifica el ascenso de tipos para tratar de crear un freno controlado.

Eso y la inflación, claro. A ambas orillas del charco los precios están disparados, y en ambos casos las fuentes que alimentan esa espiral son las mismas; un exceso de demanda que sigue saliendo tras el fin de las restricciones Covid, un desmadre en la cadena productiva y logística global que reduce al oferta de numerosos bienes o les encarece por escasez de suministros y una tensión desatada en los mercados energéticos, agudizada por la guerra de Ucrania, que hace que la energía sea muy cara y su coste se acabe filtrando por todas partes. Y todo ello aderezado con las inyecciones monetarias que los bancos centrales llevan haciendo desde antes de la pandemia y, sobre todo, desde que el maldito virus llegó hasta nuestros días. La misión principal de un banco central es la del control de precios, y ahora mismo esa variable está fuera de control en casi todas las economías occidentales. Cierto es que, como hemos visto, la mayor parte de las causas que alimentan la inflación no son estrictamente monetarias, aunque sobre esto hay discusiones intensas, pero el BCE o la FED nada pueden hacer para aliviar el caos en las terminales de contenedores donde no salen los chips y piezas necesarias o para que las bombas de extracción de crudo de otras naciones que no sean Rusia trabajen con más intensidad para suplir la oferta que se rige desde Moscú. Los bancos centrales sólo tienen herramientas monetarias, y les pasa un poco como a un carpintero, que tiene instrumentos adecuados para trabajar con la madera pero que, si se aplican a piezas de hierro, resultan poco operativos. Si se busca bajar la inflación el manual dice que hay que hacer caer la demanda para que la presión de los precios baje, y eso un banco central sólo sabe hacerlo vía subida de tipos. Eso tipos más altos encarecen el crédito, retiran dinero de la circulación y enfrían la economía, por lo que se acaba logrando que la demanda caiga. ¿Qué es absurdo actuar con estas herramientas ante una crisis producto de un shock de oferta? Sí, algo de razón hay en esa crítica, pero lo que no pueden hacer las autoridades monetarias es quedarse de brazos cruzados ante una inflación que se preveía temporal y lleva ya mucho tiempo destrozando las cuentas y economías de familias y empresas. El daño que hace esa subida de precios a la economía de un país es devastador, y es preferible un frenazo en seco antes que mantener un nivel de precios como el actual. Eso sí, estas medidas dejan ganadores y perdedores, como todas, y suponen un correctivo muy serio para aquellos que están endeudados, que hasta ahora han visto como su morosidad no les penalizaba en exceso en un mundo de tipos al 0% o, incluso, negativos. Hipotecas, deudas empresariales, bonos del gobierno, etc todo se va a encarecer y sus costes financieros, que vienen de mínimos históricos e irracionales, van a ir subiendo a medida que los tipos crezcan, a un ritmo distinto en unas economías que en otras, pero de una manera sostenida. Sin haberlos tocado en EEUU el euríbor ya se ha puesto en positivo, reflejo del cambio de ciclo.

¿Cómo nos pilla esta subida de tipos? A España lo hace con unos niveles de deuda pública escandalosos, de entorno al 120% del PIB. Ya eran elevados antes, pero la pandemia nos obligó a endeudarnos aún más, con títulos de deuda que el BCE compró a lo loco dentro de sus programas especiales por motivos pandémicos. Esas compras extraordinarias terminan a principios del verano, y con ello las primas de riesgo de las deudas periféricas empiezan a subir. La nuestra ya está en el entorno de los 100 puntos básicos (1%) y hace que el bono español a diez años se sitúe en el 2%. La retirada de estímulos y subidas de tipos nos va a llevar a escenarios que este gobierno nunca imaginó pero que la población aún recuerda, de aquel 2012 de infarto. Sí, el viento financiero empieza a ser frío y soplar de cara.

miércoles, mayo 04, 2022

El sórdido mundo del espía

Atando cabos y analizando fechas no es nada descabellado suponer que Marruecos está detrás del asalto a los móviles de Sánchez y Robles. Aquí pueden ver como algún medio digital muy afín al gobierno se lanza a esa piscina sin disimulo, regalando de paso la cabeza de la responsable del CNI a los sediciosos. Es probable que haya agua en la que zambullirse. El historial de incidentes en los que han estado implicados los servicios secretos marroquíes es amplio, ni mucho menos sólo en España. Su carácter agresivo y la profesionalidad de la que hacen gala los acredita como elementos de primera división en el tema, y no sería nada de extrañar que estuvieran detrás de todo este asunto. Ello, obviamente, no exime al gobierno nacional de dar muchas explicaciones sobre un tema que, como mínimo, es sucio.

El mundo del espionaje tiene mucho glamour y prestigio, pero a la hora de la verdad creo que es un asunto donde lo sórdido triunfa y la traición está a la orden del día. Que las naciones y empresas se espían entre ellas es algo conocido desde tiempos inmemoriales, porque lo que uno sabe del otro y logra ocultarle son dos de las armas más poderosas que cualquier agente tiene en un conflicto, negociación o guerra. El cine ha contribuido notablemente a elevar la imagen el espía al estatus de personaje que causa envidia por las intrigas en las que se mete y, de paso, las señoritas que se liga y beneficia, pero aunque puede haber algo de esto, creo que todo es mucho más prosaico. Si uno lee novelas sobre el tema escritas por personas que saben de esto comprobará que el poso que dejan estas historias es muy triste, porque el riesgo y la tensión están ahí, sí, el sexo bastante menos de lo que se muestra en la pantalla, pero la ocultación de la vida propia y el temor a saber que nadie es de fiar lo llenan todo hasta el punto de convertir la vida del espía en algo que da mucho repelús. Quizás sea John LeCarré el maestro en este género, sabedor del tema en carne propia y creador de personajes e historias excelentes. Sus novelas, centradas en la época de la guerra fría y la posterior caída de la URSS, revelan sujetos amorales, sucios, clandestinos, taimados y fríos, que saben que el fracaso es lo que les ha esperado a todos los que les han precedido y tratan de ser ellos los que se libren de una traición que siempre merodea por los pasillos. Graham Greene o Frederick Forsyth son también maestros del género, aunque creo que LeCarré está por encima de ellos. En España Javier Marías ha hecho del espionaje, con raíces británicas, un creciente protagonista de sus novelas, donde las tramas de acción son un poco lo de menos, pero en donde se vuelve a mostrar un mundo del que dan ganas de huir, de no ser parte de ninguna manera. El enorme éxito que tuvo Kim Philby en su papel de agente encubierto soviético en la Inglaterra de la postguerra fue el culmen del espía, la figura que reflejaba los sueños que existían en la sociedad sobre los agentes, propios y ajenos, que se multiplicaban por doquier en medio de la guerra fría. Era un momento de gloria en el que las potencias reclutaban personal sin límite para todo tipo de operaciones de información y contrapropaganda. Con la caída de la URSS cundió la sensación de que el espionaje era algo que se quedaba atrás, propio de una época superada, pero era evidente que quienes así opinaban conocían poco de la historia humana y de los insaciables deseos de superación de unos frente a otros. Simplemente el espionaje se reconvirtió, se alteró en sus modos y objetivos, se tecnificó y diversificó. Las maneras de acceder a la información han cambiado estos años a medida que la tecnología lo ha dominado todo, simplificando curiosamente la capacidad de robo y apropiación de datos que antes, sólo en soporte físico, exigían medidas igualmente físicas de intrusión, pero la cada vez mayor complejidad de la sociedad y sus actores ha disparado las ganancias derivadas de una política de control de la información y de acceso a la ajena, y quizás hoy sea cuando más se espía de toda la historia, empezando por el hecho de que cada uno de nosotros ya somos objeto de espionaje comercial por las marcas que, vía smartphone, intentan sacarnos hasta el último euro posible.

Los antecedentes de espionaje en España, los conocidos, se rodean de la chusca presencia de personajes como Villarejo y la glamourosa, por contraste, de Francisco Paesa y, entre medio, mucha oscuridad. El que haya accedido a los móviles gubernamentales, sea Marruecos o no, triunfó en su intento, y puede que también en los objetivos que tenía en esa misión. Fuera o no el reino alauí, la situación actual de las relaciones entre ellos y nosotros, tras el bandazo de hace no muchas semanas de Sánchez, demuestra hasta qué punto Marruecos tiene poder e influencia en su entorno, y es capaz de torcer la voluntad del gobierno que reside en Madrid, sea cual sea el color político. Cuadra que fueran ellos, tanto como descuadra que sea ahora cuando se publicite, como cortina de humo para tratar de salvar al desgobierno de sus propias crisis.

martes, mayo 03, 2022

¡Pegasus, espíame!!

Curiosamente, muy curiosamente, en medio de la bronca política que el gobierno mantiene con sus socios sediciosos a cuenta del espionaje que, según la prensa norteamericana, habrían sufrido los “indepes” con el software Pegasus, ayer Félix Bolaños, el Ministro de la Presidencia, anunció que el Presidente del Gobierno y la Ministra de Defensa, la pieza que los sediciosos quieren cobrarse, fueron espiados por ese mismo software israelí hace más o menos un año. El que el hecho se haya podido dar, algo que sería grave, debe deslindarse de que el anuncio se haga precisamente ahora, en medio de la enorme crisis surgida en la mayoría que invistió a Sánchez y que peligra, salvo que todos los implicados en ella quieran seguir cobrando cada mes.

Es perfectamente posible que Sánchez y Robles hayan sido espiados, principalmente porque son candidatos obvios para ello, por la información que manejan, y porque ya se han conocido otros casos de espionaje a mandatarios, y nada lejanos. Merkel, Macron o Johnson han sido víctimas de este mismo software hace ya varios meses y no ha quedado claro en ningún caso, o al menos no ha trascendido, ni quienes fueron los ejecutores del espionaje ni la información obtenida, aunque se supone que quien lo hizo algo sacaría de provecho, y hay algunas hipótesis plausibles sobre quiénes pudieron estar detrás de algunos de esos incidentes. En el caso que nos ocupa, la información que se ha dado es escasa, y se limita a decir que no ha sido ninguna institución nacional la que ha realizado las intrusiones en los móviles, lo que da pie a que sean, o bien alguna gran empresa o un gobierno extranjero. Sobre lo sustraído, sabemos menos, sólo el volumen a peso de los datos, escasos megas en el caso del terminal de Margarita Robles, varios gigas en el de Pedro Sánchez, pero sin que se haya comunicado qué tipo de archivos se pueden esconder tras esas cifras. Los expertos que hablaban sobre el tema ayer en los medios señalaban que incluso un análisis forense del dispositivo infectado puede tener muy difícil saber qué es lo que se ha sustraído y qué no, ya que la intrusión puede tener objetos muy diversos y distintos métodos de actuación. Piense usted que en la memoria del móvil dispone de archivos de todo tipo, tanto fotos y vídeos como de sonido, contactos, texto, ejecutables, etc. También tiene cámara y micrófono. Supongamos que uno de esos vídeos es interesante para el espía y, por ello, le infecta para robárselo. Pongamos otro supuesto, en el que usted acude a una reunión importantísima donde se va a tratar de algo muy secreto, y el espía consigue, vía infección, abrir el micrófono de su dispositivo y grabar el contenido de esa reunión, o fragmentos importantes de la misma, y luego se hace con el archivo de audio que los contiene. En ambos casos los datos se medirán megas o gigas, pero corresponden a cosas muy distintas, operativas de espionaje diferentes y archivos distintos, y está por ver si, a posteriori, resultan distinguibles e identificables. Las fechas en las que se ha señalado la existencia de esa intrusión coinciden con dos momentos importantes del gobierno de Sánchez; la decisión de indultar a los sediciosos del procés y la crisis diplomática con Marruecos, todo ello entre ola y ola pandémica. Si uno quisiera ir a lo verosímil se fijaría, de entre todo eso, en cierto gobierno regido por una monarquía alauí, que posee unos servicios de inteligencia de gran eficacia y que no descansa en su labor de zapa y chantaje (el periodista Ignacio Cembrero puede contarles muchas cosas al respecto de primera mano). De hecho, en el caso que antes les comentaba del espionaje a Macron se dijo en su momento que Marruecos era el país que estaba detrás de la intrusión. Evidentemente nadie confirmó nada, porque en estos casos nada llega a ser seguro y certero nunca, pero no era una hipótesis nada descabellada. Hay expertos que indican que, en función de cómo se haga el ataque, puede identificarse el origen del mismo, pero que a veces ni eso puede ser determinado del todo, por lo que a saber. En todo caso difícilmente usted y yo nos enteraremos de qué es lo que realmente ha pasado.

Evidentemente, al hacerse pública ayer esta noticia, empezaron a surgir chistes y memes variados, en los que se jugaba tanto con la egolatría de Pedro Sánchez y el número de autofotos que puede poseer en su móvil como con el hecho de que si Pegasus no te espía no eres nadie. Cuando, tras colgar este artículo, vuelva a proporcionar conexión de datos a mi móvil lo miraré con cariño, pensando que él no va a estar entre los espiados por la nula relevancia de la persona que lo porta o, porque si se diera el caso y algún personaje en gabardina (y quizás chilaba) me ausculta el móvil, sabrá de mi poco más de lo que saben quienes me rodean, y se hará a la idea de que mi vida no es nada emocionante ni atractiva. Poco durará la intrusión en ese caso.