viernes, diciembre 20, 2013

Los Papas Francisco y Benedicto XVI, y Siria como imágenes del año 2013


Es un ejercicio falaz realizar resúmenes del año. Se nos olvidan muchas cosas que son importantes y, querámoslo o no, hace casi un año que pasó el último enero, y la impresión de los hechos que sucedieron entonces es mucho menor que cualquier acontecimiento que pueda suceder ahora mismo. Es natural. Los balances, además, son sesgados, ponderan unas cosas sobre otras, y quizás sólo el deporte, sí, que tiene calendarios prefijados con las citas nacionales e internacionales, pueda realizar el ejercicio preciso de rellenar a final de año los huecos que al principio definían quienes serían los ganadores de tal o cual competición.

El personaje del año, en mi opinión, es el Papa Francisco, junto con el dimitido Papa Benedicto XVI. Si hemos vivido un hecho que de verdad pueda calificarse de histórico en este 2013 ha sido el de la renuncia de un Papa por voluntad propia, la elección de otro y la convivencia vital de ambos, cosa que no se producía desde hace muchísimos siglos. La gloria se la ha llevado Francisco, todo un personaje, un cura argentino locuaz, hasta cierto punto desvergonzado, rompedor en el discurso y las formas, generador constante de titulares, que ha sabido abrir el espíritu de la iglesia a los aires modernos del mundo, pero manteniendo un discurso, el de la humildad, la sencillez y la entrega, que a muchos les suena revolucionario, pero que lleva dos milenios impreso en eso que llamamos evangelios. Francisco ha demostrado que volver a lo obvio, al sentido común, es noticia, causa sorpresa, y demuestra lo perdida que se encuentra nuestra sociedad, enredada en tonterías de poco gusto, nulo valor y precio disparatado. Pero si Francisco está ahí es, sobre todo, porque Ratzinger dimitió. El atrevimiento de uno es complementario del valor de otro, del ejemplo dado por un hombre culto como pocos, pero que se vio incapaz de gobernar en medio de una manada de lobos que lo atenazaban. Su gesto de dejar el papado es una señal al mundo como pocas, para que seamos conscientes de que nadie es imprescindible, todos somos necesarios y que los cargos están para servir a los demás, no para servirse de ellos. En España nadie ha aprendido esta lección, y así nos va. Frente a estos ejemplos de luz y humanidad, la guerra de Siria me parece el caso opuesto, la perfecta unión de todo lo repulsivo e indigno que se puede albergar en el corazón humano. Muertes, asesinatos, bombardeos, hipocresía… Siria nos coloca ante un espejo que nos devuelve la peor cara de nosotros mismos. En medio de la total indiferencia de la comunidad internacional, ese engendro que nadie sabe lo que es, son ya cerca de cuatro millones los sirios refugiados que han huido de su país, para escapar de las matanzas que practica el régimen del tirano Basar Al Asad, los islamistas que a él se enfrentan y todos los grupos que, en medio del caos, se dedican a la matanza y rapiña sin control alguno. El episodio al final del verano de la posible intervención norteamericana tras descubrirse, oh sorpresa, el uso de armas químicas por parte del régimen contra la población, alcanzó el colmo del absurdo. El gatillazo con el que finalmente se saldó aquella pantomima dejó la imagen de Obama muy tocada, ha sido un año nefasto para él, y permitió que Putin reforzara su poder internacional y que el tirano Asad se riera de todo el mundo. Meses después la guerra sigue, los muertos se cuentan por decenas al día, hay muchos periodistas secuestrados y, en el fondo, a nadie parece importarle lo que allí suceda. El desastre total.

Si todo va como preveo, este será el último artículo del año. Subo a Elorrio a pasar las navidades y volveré a Madrid la tarde del día de Reyes, por lo que no podré escribirles durante los días festivos. Aprovechen estas fechas para dar rienda suelta a su moralina y buenos sentimientos, ya que quizás son las únicas del año en las que no está mal visto comportarse con amabilidad y buena cara (así es la sociedad que hemos creado) abracen a sus seres queridos, muéstrenles que lo son, que importan mucho en su vida, y den las gracias por todo lo que los demás han hecho por ustedes a lo largo del año, que habrá sido mucho. Yo desde luego tengo mucho que agradecer a muchos, y desde aquí les digo GRACIAS a ustedes, que quizás una vez leyeron mis escritos. Muchas gracias. Felices fiestas y feliz año 2014.

jueves, diciembre 19, 2013

Selección de libros de 2013


“Hay quien toma aspirinas como analgésicos, yo tomo libros" de El francotirador Paciente, de Arturo Pérez Reverte, página 155.

Mejor libro de ficción. "Por si se va la luz" , de Lara Moreno, editorial Lumen, 328 páginas.
* El francotirador paciente, de Arturo Pérez Reverte. Editorial Alfaguara, 312 páginas
* Perdida, de Gillian Flynn, editorial Mondadori, 576 páginas
* Casa de verano con piscina, de Herman Koch, editorial Salamandra, 352 páginas
* Te daba por muerto, de Pete Nelson, editorial Booket, 348 páginas
* El lenguaje de las flores, de Vanessa Diffenbaugh, editorial Salamandra, 352 páginas
* El índice del miedo, de Robert Harris, editorial Debolsillo, 336 páginas.
* Doctor Glass, deHjalmar Soderberg, editorial Alfabia, 195 páginas
* Informe del interior, de Paul Auster, editorial Anagrama, 328 páginas
* 22/11/1963, de Stephen King, editorial Debolsillo, 864 páginas
* Antigua luz, de John Banville, editorial Punto de Lectura, 304 páginas
* Madrid 1921: un dietario, de Josep Pla, editorial Libros del K.O. 270 páginas
* Manu, de Manuel Jabois, editorial Pepitas de Calabaza, 128 páginas

Mejor libro de no ficción. "Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina", editorial Seix Barral,  256 páginas
* Keynes vs Hayek, de Ediciones Deusto, 400 páginas
* Incógnito, de David Eagleman, editorial Anagrama, 352 páginas
* Ulises y la comadreja, de George von Wallwitz, editorial Crítica, 192 páginas
* Promesas de papel, de Philip Coggan, editorial El hombre del tres, 400 páginas.
* En el mapa, de Simon Garfiel, editorial Taurus, 480 páginas
* Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Synder, editorial Galaxia Gutenberg, 624 páginas.
* Necesario pero imposible, de Javier Gomá Lanzón, editorial Taurus, 296 páginas
* En el nombre de Roma, de Adrian Goldsworthy. editorial Bookett, 480 páginas
* Un universo de la nada, de Lawrence M. Krauss, editorial Pasado y Presente, 256 páginas (complementario, “El gran diseño” de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, editorial Booket, 240 páginas)
* Pensar rápido, pensar despacio, de Daniel Kahneman, editorial Debolsillo, 672 páginas.
* La edad de los prodigios, de R. Holmes, editorial Turner, 687 páginas
* Big Data, de Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, Editorial Turner, 278 páginas

miércoles, diciembre 18, 2013

¿Hemos entrado en una fase de economía estancada?


Se acaba el año, y no quiero finalizar los artículos sin echar un vistazo a la situación económica en la que nos encontramos y algunas perspectivas de a dónde nos dirigimos, si es que eso es posible. Lo único que se puede afirmar con seguridad es que a lo largo de 2013 España ha detenido su desastre económico, hemos dejado de bajar, tanto en PIB como en otras variables. La destrucción de empleo se ha frenado mucho, pese a que aún queda bastante para que pudiera empezar a crearse, y las variables financieras se han estabilizado, conteniéndose la prima en el entorno de los 220 – 240 puntos.

¿Lanzamos las campanas al vuelo? Pues no, porque la cosa sigue siendo muy seria, pero es obvio que debemos celebrar que, ante la posibilidad de estar muertos, nos encontremos gravemente heridos. Los ratios de deuda siguen siendo disparatados, y hay cuatro cifras muy fáciles de recordar que, a día de hoy, resumen muy claramente el comatoso estado de nuestra economía. 0% de crecimiento, 25% de paro, 50% de caída del precio de la vivienda y 100% de deuda pública sobre el PIB. La mejoría que pueda experimentar nuestra economía vendrá por un lado de nuestro esfuerzo como país, que es notable pero insuficiente y, sobre todo, del exterior. No nos engañemos, las bajadas salariales y el ajuste en cantidades (paro) registrado en España nos ha permitido recuperar parte de la competitividad perdida en los años de la burbuja, pero a base de un empobrecimiento de la clase media de país, que va a dejar el motor del consumo privado gripado durante bastantes años, y la mejor en variables financieras como la prima de riesgo o la bolsa se ha debido, sobre todo, al efecto de las políticas monetarias expansivas de la FED, los QE y la relajación del BCE, tanto en sus tipos de interés como en sus declaraciones públicas. Recuerden esto, no hemos bajado la prima, nos la han bajado, aunque ya se sabe que muchos son los candidatos a reclamar la victoria cuando esta se presenta. Dado que no podemos controlar el mundo exterior, y que si Yellen, la sustituta de Bernanke en la FED, empieza a retirar los estímulos fiscales, las bolsas perderán parte de lo ganado en la burbujita de 2013, debiéramos centrarnos en las reformas nacionales, que son algo mucho más complejo y profundo que bajar sueldos, que es doloroso pero sencillo. Ayer el gran Luis Garicano incidía en algunos de estos aspectos, señalando como la Administración debiera ser ejemplo de reforma y eficacia, pero que actualmente no lo es. Sin embargo, una pena, 2013 será un mal año para realizar reformas de calado, porque empieza el maldito ciclo electoral, maldito en el sentido que partidos y gobernantes dejarán de preocuparse por las políticas y el crecimiento y se fijarán obsesivamente en lo que les permita arañar votos y ganar. En Mayo tenemos las elecciones europeas, que no son un test muy válido sobre la situación del país porque en ellas la circunscripción es nacional, lo más puro y extraño en nuestro sistema de elección, y sirven para expresar un derecho al pataleo que luego no suele ir más allá. Pero en todo caso no veo al gobierno poniéndose a remodelar sectores y políticas que le puedan generar un coste electoral con la cita de las urnas tan cerca, y un año después son las municipales y luego las generales. Se acabó el periodo de dos años largos sin comicios, y en parte se perdió, como señala Garicano, la ventana de oportunidad para ser valientes y tomar decisiones arriesgadas y profundas. Ello condicionará, y mucho, el crecimiento de ahora en adelante.

Y todo en un contexto en el que empiezan a surgir voces, creo que acertadas, que señalan que el impacto de la gran recesión de estos últimos años ha podido alterar las bases del proceso de crecimiento económico que se registraban en occidente desde hace alguna década. Ese nuevo paradigma, que algunos llaman estancamiento secular, se caracterizaría por tasas débiles de crecimiento, altos niveles de deuda, escasa creación de empleo y necesidad de crear burbujas más o menos continuas para tratar de que la economía no entrara en otra fase descendente. Un panorama como mínimo sombrío y que, siendo cierto o no, vuelve a recordarnos lo mucho que, en particular, nos va a costar a los españoles salir de la depresión económica en la que nos encontramos y crear el empleo que permita absorber el insoportable paro con el que convivimos.

martes, diciembre 17, 2013

Poniendo límites a la corrupción en el fútbol


Los distintos y sonados casos de corrupción que cada día salpican nuestra actualidad han dejado en la sociedad la sensación generalizada de que la justicia no es igual para todos, que hay sectores y personajes que gozan de impunidad, y esa idea, dura y cruel, socava la legitimidad de la sociedad en la que vivimos. Una vía de escape es tratar de forma despectiva y mordaz a los personajes que nos parecen intocables, cosa de la que viven los semanarios satíricos y gran parte de los usuarios de twitter, pero hay un sector que posee inmunidad total y que vive completamente fuera de la ley y que nadie osa tocar ni criticar. El fútbol.

Hasta ayer. La decisión de Bruselas de expedientar a siete clubes de fútbol españoles por violar las normas de competencia comunitaria y por estar envueltos en presuntas irregularidades en la realización de operaciones inmobiliarias es el primer paso, al que espero que sigan muchos otros, para meter en cintura a un negocio, el del fútbol, en el que la ley, simplemente, no existe, ni se la espera. Las irregularidades que rodean todo lo relacionado con los equipos de fútbol son de tales dimensiones que, simplemente, avergüenza la unanimidad que existe para no destaparlas, ni siquiera osar a decirlas No es sólo que exista impunidad, que es total, sino que se ve con malos ojos, con aspecto traicionero, a quienes denuncian, u osan levantar la voz para denunciar amaños, estafas, contubernios y demás operaciones fraudulentas que, día sí y día también, se producen en el césped y sus aledaños. Incisivos periodistas y cañeros programas de actualidad que presumen ser el azote de políticos corruptos y demás estafadores callan ante las noticias que desvelan regalos, trueques inmobiliarios y pelotazos siderales cuando todo esto se produce alrededor de un balón de fútbol. ¿Es por miedo? ¿por cobardía? ¿por no herir la sensibilidad de una afición que lo da todo por sus colores, hasta humillarse como un borrego?. Quizás sea porque el poder económico y político que rodea al fútbol es poder de verdad, del que puede conseguir que un periodista molesto sea despedido si mete las narices donde no debe, o que un programa sea cancelado sin previo aviso, y todo ello con la garantía de que nadie va a mostrarse solidario con aquel que ha denunciado lo que ensucia “la noble imagen de un club que defiende los colores de la afición por encima de todo”. La ley de la mafia funciona a toda máquina en los vestuarios y despachos de los gerentes deportivos, que además se saben respaldados por todas las autoridades posibles, de todo rango, nivel y color ideológico, que sueñan con fútbol, se colocan mucho más con un pase largo que con la imagen de una señorita ligera de ropa y saben que el fútbol es la perfecta adormidera para anestesiar a una sociedad que requiere de enormes dosis de morfina para soportar su postrada situación. Que nada pare el circo moderno que entretiene a la plebe, que la mantiene callada y sumisa, poseída por la devoción hacia unas figuras, los futbolistas, titulares de oscuros contratos llenos de comisionistas que se embolsan cifras opacas al erario público, que encarnan en muchos casos lo peor de la condición humana, que exhiben chulería, descaro, falta de honradez y orgullo desmedido como seña de identidad y que se saben inmunes ante leyes de abuso de menores, normativas fiscales, reglamentos de tráfico y cualquier otro tipo de norma que a usted o a mi nos hace la vida imposible. Que sigan reinando en los medios y la calle y que se les adore. Esa es la consigna que todos mantienen en pie, y con la que todos los que tienen algo de poder colaboran.

Las recalificaciones que hizo el Madrid con los terrenos de su antigua ciudad deportiva, donde ahora se levantan los cuatro inmensos rascacielos del CTBA, o los enjuagues que practica con el ayuntamiento con las infinitas esquinas del Bernabéu. El dinero público destinado a la construcción de la instalación privada del Athletic, ese nuevo San Mamés, erigido por trabajadores sometidos a condiciones de semiesclavitud, sin derecho laboral alguno. Los avales y fondos sin fin concedidos por la Generalitat Valenciana a los equipos de la región a mayor gloria de sus directivos y que serán, irremediablemente, perdidos. Todos esos casos y muchos más son enormes ilegalidades que dejan la corrupción política convertida en juegos de mesa. Pero tranquilos, las masas y el poder saldrán juntos a la calle y evitarán que se juzguen.

lunes, diciembre 16, 2013

China ya está en la Luna


Desde el mediodía del pasado sábado 14, China se ha convertido en la tercera nación de la tierra que ha hecho aterrizar un vehículo sobre la superficie de la Luna, uniéndose a Estados Unidos y Rusia, heredera de la URSS. La sonda, de nombre Chang’e3, se posó tranquilamente sobre una zona lunar denominada Sinus Iridum, mediante unos retrocohetes que frenaron la trayectoria descendente que desarrollaba la nave alrededor del satélite. No hubo contratiempo alguno en esta fase de la misión, la más peligrosa de todas, y ni el regolito, abrasivo polvo lunar ni incidencias técnicas de ningún tipo supusieron problema alguno. China ya está en la Luna.

Hace treinta y siete años que no se produce nada así, desde septiembre de 1976, cuando los rusos fueron los últimos que posaron un artefacto controlado en la Luna. Los americanos, tras los vuelos tripulados del Apollo, el último de los cuales se produjo en 1972, el año de mi nacimiento, no volvieron al satélite para posarse en él, limitándose a mandar alguna sonda orbital de muy escasa relevancia hasta hace no demasiados años. Es decir, para una parte muy considerable de la población de la tierra, esta es la primera vez que pueden ver imágenes reales, en directo, de un alunizaje. Imágenes en color, que pueden ser descargadas y reproducidas en directo en los móviles y demás dispositivos informáticos que nos rodean. Asombroso. Como señaló el genio de Daniel Marín este fin de semana, el hecho de que hayan pasado treinta y siete años desde el último aterrizaje lunar es, como mínimo, deprimente. Lo que a finales de los sesenta y principios de los setenta se presentaba como una carrera espacial fulgurante, capaz de crear una nueva frontera para el conocimiento y la vida de la humanidad se convirtió, en pocos años, en un espejismo que dio paso a frustrantes misiones, cada vez más modestas y carentes de audacia. Presupuestos menguantes derivados de la crisis del petróleo y de la falta de rivalidad con la potencia soviética, pérdida de interés de la población en un sector, el espacial, que durante unos años fue la panacea del desarrollo y que en pocos se convirtió en algo oscuro y carente de valor comercial, y el cada vez mayor destino de recursos, tecnología y medios humanos a sectores como las finanzas o la informática, capaces de generar dinero de una manera mucho más sencilla y rápida que la astronáutica… A excepción de los forofos que seguíamos cada lanzamiento o misión, las noticias de la carrera espacial en los ochenta y noventa sólo lo eran cuando se asociaban a catástrofes, explosiones y fallecimientos de astronautas. Lo demás eran lanzamientos rutinarios que apenas conseguían unos segundos en el minutaje de unos informativos obsesionados por la banalidad inmediata y carentes, en muchas ocasiones, de personal que pudiera explicar, con rigor y pasión, lo importante que eran esos cohetes que, feroces, rugían rumbo al espacio. Ni siquiera este fin de semana, en el que la llegada a la Luna se ha convertido en un notición, en el que China ha enseñado nuevamente sus garras y dejado claro que está aquí para quedarse, en el que la puesta sobre la superficie de nuestro satélite de la bandera roja y estrellada del gigante asiático lanza un mensaje geopolítico de enorme trascendencia.. ni siquiera por esas los informativos han abierto con esta noticia. Se la ha relegado al tiempo de las curiosidades, de las anécdotas, de lo extraño que quizás es relevante, pero no muy importante. Y hace treinta y siete años que no sucede algo así. Si hechos como este no logran reavivar el interés por el espacio no se cuáles pueden ser capaces de hacerlo.

En lo que hace a la misión china, no se crean que la cosa se queda únicamente en depositar la sonda sobre la superficie. En ella viaja un rover, un pequeño vehículo de seis ruedas, similar a los que la NASA ha enviado a Marte, bautizado como Yutu, que quiere decir “conejo de Jade” (sí, sí, ríanse pero es así) que ya ha salido de la sonda madre y ha empezado a moverse sobre la Luna, dejando la traza de sus ruedas impresa en el regolito. Se estima que posee una vida útil de entorno a tres meses, y que realizará varios experimentos científicos y, sobre todo, numerosas tomas de video y fotos de la zona por la que deambula. En los planes chinos estaba el enviar una misión tripulada al satélite en torno al año 2020, y este fin de semana ha quedado claro que van muy bien encaminados para poder lograrlo.

viernes, diciembre 13, 2013

¿Se debe entrevistar a Miguel Ricart?


Hace ya un par de semanas que, en cumplimiento de la resolución del Tribunal de Estrasburgo que anulaba la doctrina Parot, fue liberado Miguel Ricart, único juzgado y condenado por el asesinato de las tres niñas de Alcasser, cometido en 1992. A su salida, decenas de periodistas aguardaban expectantes a la búsqueda de unas declaraciones que no tuvieron lugar. Ricart se subió en un coche y desapareció, y a los pocos días se supo que estaba en Madrid, protegido por una productora televisiva, que supuestamente le había traído a la capital para ser entrevistado en un programa de máxima audiencia.

El mismo día que salió de la cárcel lancé un “tuit” en el que me preguntaba, de forma mordaz, por cuánto pasaría hasta que Ricart fuera entrevistado en televisión, cuánto cobraría y cuantos millones de espectadores lo verían. El debate sobre la necesidad de entrevistar o no a Ricart surgió desde el minuto uno de su puesta en libertad, y yo, partidario de que eso no tuviera lugar, he abogado ante unos y otros criticando la infamia de que esa aparición pública tuviese lugar. Sin embargo, aunque no he cambiado de postura, reconozco que enfoqué mal el problema en un principio, y debo reconocer que quien me ha revelado el error que cometí fue Carlos Alsina, el presentador de la Brújula de Onda Cero, en un debate que tuvo lugar en esa emisora hace unos días sobre este asunto. Y es que el problema está en lo que llamamos entrevista y aparición televisiva. Los medios de comunicación, invadidos por la basura, se han convertido en parte en un vertedero donde son arrojados subproductos de nula catadura moral, que tienen éxito mediático, y que emponzoñan todo lo que tocan, empezando por el concepto del periodismo. Todos suponemos que si Ricart va a la tele lo hará en un formato tipo “Miérdame” o similar, en el que la zafiedad, la obscenidad y la cutrez van a ser las reinas de la sesión, todo ello aderezado con un sentimentalismo repulsivo y millones de euros a repartirse entre las productoras, presentadores, colaboradores y el invitado. Un espectáculo infame y nauseabundo, indigno, que por otra parte no difiere demasiado de la mierda que, día sí y día también emiten en ese programa y otros por el estilo, y que son seguidos por pasión por millones de personas, en uno de los actos de estupidez colectiva más inmensos y deprimentes de los que se producen cada día en este país. Eso no es periodismo, eso no es información, y la presencia de Ricart o de cualquier otro sujeto en un programa similar debiera ser despreciada sin excusa alguna. Pero bajo ciertas condiciones Ricart sí puede salir en televisión. En una entrevista de verdad, hecha por un profesional, no un adulador que permita a Ricart redimirse, sino un entrevistador que trate de enfrentar al asesino contra los actos que ha cometido, y sin que el entrevistado cobre un euro por ello. En resumen, una acción periodística de las de toda la vida, de esas que ya no se producen, porque la basura las ha sepultado, o relegado a horarios en las que nadie las ve. De hecho la prensa realiza entrevistas a personajes tan repulsivos como Ricart. Sin ir más lejos el infame dictador sirio Bashar Al Assad ha sido entrevistado este año por numerosos medios occidentales. ¿Se debe renunciar a esas entrevistas dados los atroces crímenes que comete Assad cada día? No, lo que no se puede hacer por parte de los medios es prestarse a servir de coartada para la justificación del régimen del tirano de Damasco, ni para servir de altavoz de asesinos de niñas. Por ello, en condiciones adecuadas, y con la profesionalidad por delante, la entrevista de Ricart tendría su lógica. Sería en todo caso un asunto complejo y debiera estar en manos de profesionales serios y muy experimentados para evitar riesgos de manipulación o de uso interesado de las declaraciones.

Recordemos que, con motivo del desgraciado asesinato de Alcasser, los medios de la época realizaron coberturas especiales en las que se franqueó una línea de respecto e integridad que, en general, no ha vuelto a ser reconstruida desde entonces. A muchos escandalizó, con razón, la cobertura que varias cadenas y profesionales hicieron de aquellos sucesos, pero no fue sino el principio que nos ha llevado a la ración diaria de basura televisiva que, día a día, se cuela en nuestras casas, y que deja aquellas coberturas tan recordadas convertidas en cuentos de monjas ursulinas. Una gran noticia es muy peligrosa si no se trata con cuidado. Ricart ahora mismo es una bomba mediática con mucho peligro para quien se acerque a él.

jueves, diciembre 12, 2013

Cachondeo en el funeral de Mandela


Quizás debió ser así, no lo tengo muy claro, pero puede que fuera el último guiño del destino que la ceremonia de despedida de una de las personalidades mundiales que, sobre todo, es conocida por su gesto sonriente, acabara convirtiéndose en una especie de celebración cachonda en la que nada era lo que parecía y los allí congregados, más que mostrar respeto y solemnidad, parecían estar disfrutando de una velada del estilo del club de la comedia, en la que lo importante no era el homenaje al fallecido, sino la autopromoción, echarse unas risas y pasar un buen rato. ¿Lo hubiera aprobado el propio Mandela? Quizás sí.

A mi desde luego no me parece nada presentable que muchos de los líderes allí reunidos se hayan convertido en noticia de la semana porque se han dedicado a sacarse fotos con su móvil, haciendo lo que se denomina un “selfie” una autofoto, como si fueran adolescentes desatados en una juerga que desean recordar para siempre, o al menos hasta la que tenga lugar dentro de una semana. El caso más sonado ha sido el de Barack Obama y David Cameron, que rodearon a la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning-Schmidt, rubia y atractiva, y se dedicaron a pasar un buen rato, todo ello bajo la atenta mirada de una Michelle Obama con cara de pocos amigos, que veía como la rubia encandilaba a los dos mandatarios que, como colegiales, se pegaban por arrimarse lo más posible a la chica. La escena es curiosa y, hasta cierto punto, patética, dado que no podemos olvidar que todos ellos están en un funeral de Estado, no en la ceremonia de graduación de sus hijos. Me imagino a muchos líderes mundiales, empresarios, representantes de ONGs y de cualquier otro tipo de entidades, que hacen ímprobos esfuerzos por captar la atención de Obama y conseguir una cita en la Casa Blanca de apenas unos minutos para presentarle sus proyectos o ideas, y que ven frustrado ese objetivo día sí y día también, y que contemplan ahora tan asombrados como usted y yo esas imágenes, apercibiéndose de que quizás baste incluir a una rubia llamativa en la delegación que desea visitar la Casa Blanca para que las puertas de la misma se abran de par en par. La que seguro que ha hecho el mejor de los negocios en todo este asunto es la primera ministra danesa, y por extensión su país. Ahora mismo si cualquier empresa danesa quiere un contrato en EEUU basta con que la señora Thorning-Schmidt levante el teléfono, llame a su querido Barack, y este se pondrá a sus pies encantado, incluso puede que sin que la conversación sea espiada, ella tiene preferencias y prebendas que el resto del mundo no posee… En EEUU se ha convertido en uno de los temas más discutidos y controvertidos, especialmente en lo que hace al aparente enfado de Michelle, que al poco rato se da cuenta de que sobra en esa escena, de que es la que no debiera estar allí. Su gesto lo delata, y su pose enfadada no deja mucho recorrido a la imaginación. Es fácil suponer que tras tanta alegría Obama tuvo un viaje de vuelta a Washington bastante más serio, y quizás pareciera que ese era el auténtico momento funeral de todo el viaje, tras la emoción de la ida y el cachondeo de la estancia. No consta que en el Air Force One el presidente norteamericano sufriera agresiones o improperios por parte de su esposa, pero a buen seguro que requirió que su escolta personal estuviera muy cerca de él en todo momento para prevenir atentados provenientes de su entorno, y avisarle si la danesa llamaba para disimular y que Michelle, ojo avizor, nos le pillara de confidencias al menos hasta regresar a la seguridad del hogar.

A todo esto hay que sumar el episodio de ese intérprete de signos que parecía estar traduciendo los discursos a la lengua de sordos pero que ni sabía los signos ni era intérprete. Es el colmo del surrealismo. Ahora resulta que ningún sordo entendió nada porque el supuesto intérprete se limitaba a mover manos y dedos de manera aleatoria, quizás pensando en cómo envolver los paquetes de regalo navideños, y las asociaciones de sordos no le conocen ni tienen referencia alguna sobre su procedencia ni conocimientos (esto último parece sencillo, son nulos). Así, un desconocido se dedicó a hacer teatro en la tribuna de oradores a pocos metros de los que allí estaban hablando, en el colmo del cachondeo, la falta de seguridad y la improvisación. Sería para morirse de risa si no fuera porque ya había un muerto en el escenario.

miércoles, diciembre 11, 2013

Tres periodistas españoles secuestrados en Siria


Esta semana se ha sabido que Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova, corresponsales del periódico El Mundo, permanecen secuestrados en Siria por milicias próximas a Al Queda desde hace más de un mes. En todo este tiempo de sombra la familia pidió discreción al medio de comunicación para tratar de mantener algún tipo de contacto discreto con los captores. A esos dos nombres debemos sumar el de Marc Marginedas, corresponsal de El Periódico de Cataluña, cuyo secuestro se hizo público a finales de septiembre, nuevamente tras un lapso de tiempo impuesto por la familia desde el momento en el que se produjo su desaparición.

Es triste que haya sido la noticia de estos secuestros de periodistas lo que haya hecho que, por un momento, la mirada de los medios y la opinión pública haya vuelto a girarse hacia lo que sucede en esa sucursal del infierno en la que se ha convertido Siria. Si se acuerda, a finales de agosto y principios de septiembre Siria ocupaba todas las portadas y aperturas informativas porque EEUU amenazaba con intervenir para vengar el ataque que se había producido con armas químicas por parte del ejército de Asad sobre la población civil en las afueras de Damasco. Una guerra que llevaba ya más de un año de duración y cerca de cien mil muertos era noticia por el asesinato de unos pocos centenares de personas y la posible implicación de EEUU en ella. Paradójico y cruel. En aquellos momentos resurgió el debate sobre la negativa de ir a la guerra por parte de las potencias occidentales, y quizás muchos descubrieron entonces que en Siria YA había una cruel guerra en marcha. El gatillazo que sufrió Obama, amagando y no dando, y el respiro de alivio que se sintió en los gobiernos occidentales una vez que se veía que los americanos no iban a intervenir volvió a meter a Siria en el cajón de los problemas olvidables, donde se encuentran guerras y conflictos pseudoeternos, de enorme crueldad y trascendencia, pero que en el fondo a nadie le importan. Y claro, la guerra siria siguió su curso. Con la presencia de inspectores de la ONU parece ser que sin el uso de armamento químico, pero no hay problema para matar a cientos, miles de personas, con bombas, fusiles y cañones. Esas son muertes de segunda, que no suponen turbación para nuestras rocosas y firmes conciencias, y que pueden seguir produciéndose sin límite, hasta la extenuación. De tal manera que Siria ya sólo ocupa algunos espacios en los medios cuando, vaya vaya, las muertes son muy numerosas en un día, o una bomba despanzurra un colegio y mata a varios niños, de manera convencional, no vayan a decir nada ustedes, y en un breve en torno a la mitad del minutaje de los telediarios, los que son largos, se muestra alguna imagen tormentosa de esos niños desparramados por el suelo de lo que era su aula de estudio, convertida en una escombrera. Y luego rápido a otra cosa, a ser posible inocua y dulzona, que borre el escaso y amargo recuerdo que la imagen de los niños haya podido dejar en la mente del sufrido espectador. Sólo la presencia de periodistas internacionales, de un grupo de chalados que no disfrutan de buenos contratos ni de protección ni de condiciones nobles, sólo su existencia sobre el terreno es la que permite tener alguna idea sobre lo que está pasando allí, y que de vez en cuando imágenes como esas logren cruzar las barreras que conforman la mediocre actualidad patria que como fosos y alambres de espino, criban todo lo que a ellas llega e impiden que muchas de las noticias que realmente lo son sean tratadas como tales, y consigan asomarse unos minutos por nuestras pantallas.

Periodistas que se juegan el pescuezo, literalmente, para que usted y yo podamos si no saber lo que pasa en Siria, convertida en el caos absoluto y el en reino de la desinformación, tener una imagen que nos permita recordar que allí, a no mucha distancia de nosotros, la gente sigue matándose en múltiples frentes, todos contra todos, que no hacemos nada por evitarlo, y que de lo que suceda en ese país depende en gran parte el equilibrio estratégico de una de las zonas más complejas e influyentes del mundo. Hay veces en las que la profesión de periodista se asoma al abismo de la zafiedad, se mancha en lo vulgar, obsceno y cutre, y ensucia su nombre y trayectoria. Pero en muchas otras ocasiones el periodista no es sino nuestros ojos y oídos allí donde no podemos ver ni escuchar. Un abrazo y todo el ánimo del mundo a las familias de los tres secuestrados. Que vuelvan pronto a casa

martes, diciembre 10, 2013

El vodevil de la Agencia Tributaria


Hacienda somos todos. Estas tres palabras, míticas, son en mi opinión, la mejor definición de lo que es una sociedad moderna. Diferentes cada uno de nosotros, en nuestros gustos, aptitudes, ideas, tendencias, creencias, rentas, pero obligados a confesarnos ante la Hacienda Pública y contribuir al sostenimiento de todo este tinglado que hemos fabricado para que esté a nuestro servicio, aunque casi siempre parezca que es justo al contrario. Decir estas palabras y la gente cambia de aspecto, frunce el ceño, maldice, se ríe amarga y sardónicamente, y empieza a lanzar improperios contra Hacienda, los que se la saltan y todo el mundo en general.

Hacer que esa frase sea cierta cuesta horrores, en medios, profesionales y trabajo de todos los implicados. Y hacer que parezca cierta es aún más difícil. Día tras día descubrimos noticias en las que resulta evidente que hay trampas y agujeros legales que permiten eludir, que no evadir, el cumplimiento con Hacienda. Sociedades pantalla, domiciliaciones fiscales en terceros países, facturaciones cruzadas, régimen de módulos… el asalariado, como es mi caso, y pudiera ser el de alguno de mis queridos lectores, tiene la sensación de ser el pagano del sistema, el que realmente carga con el coste de la sociedad y el que no tiene opción alguna de dejar de pagar nunca. Por ello la seriedad y la profesionalidad de la Agencia Tributaria, que es el nombre moderno que se le ha dado a Hacienda para que no parezca lo que es, son características que deben mantenerse a toda costa. Si a la sensación de engañado que nos domina se suma la de estafado, el cabreo es monumental. Por eso toda la polémica que estos días rodea a la Agencia, sus nombramientos, ceses y demás movimiento de ejecutivos, suponen como mínimo un riesgo de cara a mantener la imagen de seriedad e independencia. Tras la llegada del PP al gobierno se sucedieron cambios en el organigrama director de esta entidad y de otras que conforman la Administración, en los puestos en los que la designación tiene carácter potestativo del gobierno, y es normal que esto suceda. Pasó con los gobiernos anteriores y sucederá con los futuros. El problema es que en la Agencia se lleva asistiendo desde hace meses a un rosario de ceses y dimisiones en cargos de naturaleza muy técnica, de un alto grado de especialización y responsabilidad, ocupados por altos funcionarios del estado, que llevan mucho tiempo desempeñando esas responsabilidades. Mover las piezas directivas de una entidad suele ocasionar roces y movimientos en los planos inferiores, y eso hasta cierto punto es habitual, pero el rosario de bajas que llegan de la Agencia hace mucho tiempo que excede lo que podría considerarse como lógico, y más, como antes comentaba, tratándose de un organismo especialmente sensible. Muy sensible. Toda la polémica salió a la luz a cuenta del expediente que tiene abierto Hacienda sobre PEMEX, multinacional petrolera mejicana, y el cese de una inspectora que, al parecer, se oponía al recurso presentado por la petrolera contra una sanción impuesta por la Agencia. A partir de ahí no hay día en el que un directivo, funcionario, inspector, responsable o alto cargo de la entidad deje su puesto, abandone, sea relevado o cesado. Y la sensación de que existe un cierto descontrol en la entidad, o aún pero, que se quisiera otorgar a la misma un sesgo o un control determinado, empieza a calar en parte de la opinión pública. Y esto es grave. Muy grave. Declaraciones en plan jocoso como las realizadas por el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, durante los corrillos con los periodistas del día de la Constitución, sobre la existencia de muchos socialistas en la Agencia no contribuyen precisamente a tranquilizar a nadie, sino más bien todo lo contrario.

En fin, en este asunto hay que ponerse serios. Y el primero el gobierno. Debe explicar con el mayor detalle y justificación posible todos los cambios que se han realizado en la entidad, ceses, altas y bajas, y el porqué, y despejar del ambiente la sensación de que la Agencia, el sancta sanctorum de la Administración, la que recauda el dinero que permite que el resto puedan gastar, está libre de mancha y mácula política. Mucha gente nunca se creerá eso de que Hacienda somos todos, pero el gobierno es el primer interesado en que esa creencia se extienda, y en gran parte de su propia actitud depende que eso ocurra. Así que aquí, ante todo, luz, taquígrafos, transparencia y seriedad, mucha seriedad.

lunes, diciembre 09, 2013

Mandela, Suárez y las políticas de consenso


La noticia de la muerte de Nelson Mandela ha conmocionado al mundo. Era algo que tenía que suceder tarde o temprano, y los últimos achaques de salud, que con 95 años de edad siempre son graves, hicieron pensar que ya en verano se daría el fatal desenlace. A tres semanas del final del año Mandela se ha ido y las muestras de condolencia son globales. En los funerales de estado de esta semana se reunirán en Johannesburgo una concentración de líderes mundiales como en pocas ocasiones se ha visto. Acudirán con dolor sentido, fingido o disimulado, pero estarán allí.

Tranquilos, no voy a escribir sobre la vida y enseñanzas de Mandela, ni reflexiones a su muerte, porque mucho se ha escrito ya en estos días, y muy bien, y no podría añadir mucho más. Pero si me gustaría sacar aquí una derivada, provocadora sin duda, que nos coge más de cerca y que muestra un poco nuestras miserias vitales frente a las alabanzas, justas, que dedicamos a los que, en el extranjero, logran éxitos como el de Mandela. La muerte del mito ha eclipsado por completo el 35 aniversario de la constitución española, que se celebra el 6 de diciembre, el día posterior al óbito. En esta época de ruido y furia, mediática y callejera, todo son críticas a la Constitución y al proceso de la transición que la hizo posible. El que no se rasga las vestiduras por los acuerdos que se produjeron en aquel momento es un blando, y parece haber una extraña carrera por ver quién es el que se siente más agraviado por el acuerdo que se logró alcanzar en aquel momento. Y en paralelo, todas esas voces que critican el pasado se deshacen en elogios hacia Mandela porque logró la reconciliación en su país. Paradójico, verdad? A mi, sinceramente, estos comportamientos me parecen infantiles y suicidas. No voy a afirmar que vivimos en el mejor de los mundos y sistemas políticos, porque eso sería falsa, ni que nuestro régimen no necesita reformas, que por supuesto que le hacen falta, pero ello no resta ni un ápice de mérito a lo que se logró en los años setenta, en los que las alternativas eran oscuras y peligrosas, y el comportamiento de varios dirigentes políticos fue el que propicio el acuerdo, el mejor de los escenarios posibles, casi el soñado como imposible, que nos permitió alcanzar, por primera vez en la historia, un régimen democrático homologable al de países de nuestro entorno. Y entre todos ellos hubo un personaje que durante años fue vilipendiado, acusado por unos y otros, que tuvo que dejar la política asaetado por la oposición furibunda y las traiciones de sus socios, y que ahora vive rodeado de brumas que le mantienen aislado del mundo, recluido en la prisión de su enfermedad. Me refiero, obviamente, a Adolfo Suárez. Suarez venía del régimen dictatorial, pero fue capaz de convencer a los estandartes de aquella trasnochada dictadura de que debían dejar paso a la democracia, y a los más exaltados de la oposición que debían perdonar y olvidar. Suarez fue la pieza en la que se asentó un proceso que duró años, en el que se sucedieron los atentados terroristas de ETA y de grupos anarquistas y militaristas, en los que el ruido de sables era más o menos constantes y los rumores no dejaban de anunciar desgracias inminentes. Visto en perspectiva resulta casi milagroso que todo aquello saliera tan bien. Con el paso del tiempo muchos de los protagonistas de aquellos años han muerto o, como en el caso de Suarez, viven pero están enfermos y no pueden dar testimonio. Los que si pueden hacerlo recuerdan con nerviosismo, intranquilidad y angustia momentos que parecían destinados al desastre, pero luego esbozan una sonrisa al comprobar que todo aquello acabó en unas elecciones libres, una constitución defensora de derechos y libertades y un régimen democrático y de opinión pública como jamás ha habido en España. Milagroso quizás, pero cierto.

A escala, Suarez logró lo mismo que Mandela. Reconciliar a enemigos aparentemente irreconciliables, convencerlos de que la violencia no conducía a nada, de que la unión y el acuerdo eran los únicos caminos posibles, y que las venganzas no conducen a nada más que nuevas venganzas. Es lo que estos días todos alaban, con justa razón, a Mandela, que lo logró en un escenario aún más convulso y cruel que el nuestro. Por eso, cuando en estos días recordamos la figura del líder negro, de su obra yd e su testimonio, dediquemos unos minutos, uno al menos, a recordar la figura de Suarez, “nuestro Mandela”, el que supo unirnos más allá de la división y nos dio un futuro que nos corresponde a nosotros cuidar y mantener.

jueves, diciembre 05, 2013

El ataque de los Drones


Quizás la noticia más comentada de esta semana es la afirmación realizada por Jeff Bezos, dueño de Amazon, ese inmenso almacén de internet, de que pretende sustituir los repartidores de sus envíos por drones en un plazo de pocos años, de tal manera que los envíos saldrían volando de los almacenes y llegarían hasta nuestras casas sin que mensajeros, vehículos ni demás habituales miembros de la cadena logística intervinieran. La mera idea de pensar en algo así ha revolucionado la red y la imaginación de muchos, pensando ya en escuadrillas de multicópteros zumbando por las ciudades cargados de paquetes. Una imagen futurista.

Quizás a muchos de ustedes el término drone les suene extraño, ajeno, pero no debiera. De primeras es interesante observar que, pese a ser un término anglosajón, el Word no lo marca como erróneo en castellano, por lo que puede decirse que esos aparatos ya han conquistado su ordenador personal. Y en breve puede que lo hagan con su vida. Drone es una palabra inglesa que significa zángano, refiriéndose a uno de los tipos de abejas de colmena, y en el caso de la tecnología hace referencia a todo tipo de vehículo volador no tripulado. Quizás se pregunte si esto tiene que ver con el aeromodelismo de toda la vida, y la respuesta es que algo de eso hay, pero no. Los viejos aviones y helicópteros de control remoto se manejaban por radio por parte del “piloto” y aterrizaban y despegaban, y hacían todo tipo de maniobras, sí, pero siempre bajo la atenta observación de la persona que manejaba el radiocontrol. El drone, tal y como se entiende hoy en día, es en esencia un ordenador con alas o hélices, capaz de cargar programas de trabajo, y que utiliza el sistema GPS para evolucionar de manera autónoma. Así, yo puedo programar a uno de estos cacharros para que, por ejemplo, efectúe bucles y piruetas en torno a una farola, y lo hace con una precisión asombrosa, o le puedo introducir unas coordenadas en el GPS del punto de destino y, tras despegar, me olvido de él porque volará hasta allí. Por eso no tiene mucho que ver con las experiencias de vuelo de radiocontrol del pasado. Los hay enanos, del tamaño de un smartphone, y muy grandes, como avionetas, siendo estos últimos los más conocidos por el gran público porque se han utilizado como arma de guerra, sobre todo por EEUU, en Afganistán y Pakistán. De hecho los drones son los principales instrumentos de ataque con los que cuenta en la actualidad el gobierno de Obama en esa zona. Precisos, certeros y limpios, en teoría, claro, permiten eliminar blancos concretos y a personas seleccionadas desde un puesto de control sito, digamos, junto a las bellas playas de Florida, sin tener que mandar tropas al terreno ni arriesgarse a sufrir bajas. Y todo ello por un coste económico muy inferior al de una misión militar convencional. Pero si, como suele ser habitual, es en el ejército donde se ensayan las nuevas tecnologías, es su aplicación a la vida civil lo que las permite despuntar y ofrecer toda su potencialidad, que es mucha. Ya hay proyectos de utilización de drones para el control de cosechas y bosques, que permitan detectar, por ejemplo, incendios forestales en un estadio muy temprano para actuar lo antes posible, o enjambres que se sitúen sobre las carreteras de entrada y salida de una ciudad en hora punta y ofrezcan información detallada sobre cómo se encuentra el tráfico, de manera precisa y mucho más certera que con las cámaras fijas que ahora tenemos, o el uso para el que los quiere destinar Bezos, como sistemas de entrega de objetos, paquetes y demás. Quizás en pocos años si estoy de vacaciones en la costa y me he dejado algo en casa pueda decirle a mi madre que me lo mande por drone y me ahorro tiempo y dinero….

Evidentemente esto puede ser el futuro, pero a día de hoy las cosas están muy verdes. Los drones pequeños, dotados de cuatro o más hélices, no aguantan bien la lluvia ni otras inclemencias, no hay zonas de aterrizaje en las casas ni el GPS ofrece precisión como para atinar en la ventana, las normativas de aviación son muy estrictas y no está nada claro cómo se podría gestionar la existencia de miles de pequeños “bichos” sobre nuestras cabezas en un entorno urbano.. En todo caso, quédense con el concepto, la palabra y la idea, porque los drones han venido para quedarse, y darán mucho de que hablar en el futuro.

miércoles, diciembre 04, 2013

Fernando Argenta ya está en el cielo junto a Bach


Ayer fue un día complicado, en el que sólo trabajé por la tarde a cuenta de la maldita avería de agua. Cuando llegué a casa dejé mis cosas y estuve hablando con varios vecinos sobre lo que habíamos hecho por la mañana y cómo estaba todo, aún sin agua, y volví a mi piso a las 21 exactas, justo para poner la tele y escuchar los titulares de un telediario que se desgranaban con parsimonia hasta que en un momento dado Ana blanco dijo que Fernando Argenta se había muerto. Y al oírlo se cortó no el agua de la casa, sino el latido de mi corazón. Incrédulo, me quedé embobado delante de la pantalla en la que, creo, ya salían cosas de deportes.

Y aún hoy mismo, ya amaneciendo sobre Madrid, no me lo acabo de creer. Miro algunas webs y, en efecto, allí aparece su rostro divertido, despoblado de pelo, con amplias gafas de poca montura y su eterna sonrisa. Y no me hago a la idea de que a sus apenas 68 años, con toda la vida por delante, un maldito cáncer lo haya matado. A él, que tanta vida nos proporcionó a lo largo de años y años de radio. Una muerte que oscurece el panorama en el que su luz brillaba con rebeldía, y que fue luz para miles de velas musicales que hoy brillan con fuerza gracias a sus enseñanzas. El enorme mérito de Argenta no fue el de conducir un programa de radio clásica, que también tiene lo suyo en una cadena no especialista, ni el de hacer una emisión divertida, que es muy difícil. No, su mérito, su gran contribución, fue la de desacralizar esa música, bajarla de un pedestal de supuesto elitismo en el que no se quién la debió subir hace mucho tiempo y que, desde entonces, permanece allí inalterable. Argenta, hijo de Ataulfo Argenta, músico y director de orquesta de carrera tan brillante como breve, debida a un fatal accidente, hizo ver a millones de españoles, corrijo, NOS hizo ver a millones de españoles, que la música clásica es, por encima de todo, música bella. Nos introdujo a los compositores como si fueran uno más de la familia. Bach, Beethoven, Vivaldi, Mozart, Wagner, no eran para él seres adustos, altivos, con cara de enfadados, divos inaccesibles que sólo realizaban trabajos que eran disfrutables para las élites, sino que eran personas reales, que trabajaron y sufrieron, que lograron grandes obras, legados imperecederos, pero que tenían debilidades como todos, que su labor en muchas ocasiones era despreciada por sus contemporáneos, que los tachaban de carcas, modernos o transgresores. Los compositores, como usted y como yo, han sido durante gran parte de la historia asalariados, empleados de las cortes en las que trabajaban, en las que tenían un rango similar al del mozo de cuadras que limpiaba las heces de los caballos. Escasos son los ejemplos de músicos que en vida triunfaron y pudieron independizarse y componer a su gusto, y esos eran los peores vistos por sus coetáneos. Argenta, que sabía una barbaridad de música, y sabía contarlo, relataba anécdotas en la que el viejo peluca de Bach trataba de componer sus maravillas mientras alimentaba a una prole de hijos casi infinita y, casi a diario, recibía una reprimenda por parte de la corporación municipal de Leipzig, donde pasó las últimas décadas de su vida, que le trataba con desprecio, y cuando las contaba Argenta ponía suites de Bach y explicaba cuándo se compusieron y, sobre todo, lo bellas que eran. Y así día tras día con tantos y tantos compositores e intérpretes que pasaron por su programa. En la compañía de Araceli González Campa, Clásicos Populares estuvo tres décadas en antena y, seguro, fue la cuna de la mayoría de los locos que hoy en día seguimos amando a una música que, sobre todo, es bella.

Tuve la oportunidad, hace un par de años, quizás tres, de hablar unos minutos con Argenta en la feria del libro con motivo de la presentación de su obra los clásicos también pecan, donde hacía un recorrido por la historia de la música clásica a través de las anécdotas más picantes y oscuras de los compositores, pero siempre con su infinito buen humor y su sabiduría. Le dije lo mucho que disfrute de pequeño de su programa, de todo el bien que hizo a tantos y tantos que lo escuchaban a diario y que habían hecho un hueco en su corazón a la música clásica gracias a su dedicación incansable a la divulgación, a la enseñanza, a ser un maestro para millones de oyentes y profesionales. Hoy su voz ya no está, pero los sonidos siguen, y seguro que él hubiera querido que este artículo terminase con su grito de guerra, que siempre lanzaba en cuanto podía.

¡¡¡Viva la música clásica!!!

martes, diciembre 03, 2013

Goteras

Es menos impactante una vez que te han llamado para advertírtelo, pero no deja por ello de ser frustrante el momento en el que, con ansia, llegas a la puerta de tu casa tras apenas tres días ausente de la misma, y te encuentras con papeles escritos por los vecinos de los pisos inferiores, afectados a lo largo del fin de semana por una gotera que, a todas luces, parece provenir de mi piso. Abres la puerta y bajo ella, al inicio del pasillo, están esas hojas de aviso que corroboran lo que hace unas horas me avisó el administrador de la comunidad. Y entonces es cuando empiezo a ponerme nervioso del todo.

Tras dejar los trastos, escasos, con los que había viajado, revisé la casa y, al menos, comprobé que esta vez la causa de la avería no provenía, como ocasiones anteriores, del piso de arriba, pese a que nueva grietas han aparecido en el techo de mi baño, que amenazan con reproducir episodios del pasado. No, en mi casa no hay mancha, mácula ni agua. Tras la inspección, bajé deprisa al piso de mi vecina de abajo, una señora madura que vive sola, y que también pasó el fin de semana, de duración usual, fuera de casa y al llegar descubrió el problema. Entre en su casa y cocina, y allí se ubicaba una mancha considerable, en lo alto del techo, pegada a la pared que delimita la cocina y el baño, en el lado más alejado de la entrada, que parece tener todas las papeletas de haber sido originada desde mi vivienda. Así mismo, un pequeño orificio, minúsculo, es lo que queda de la fuentecilla que manaba gotas generosas cuando ella regresó a su hogar. “Glups, esto es gordo”, pensé. “Pero no sólo yo tengo fuga, al del primero también se le ha mojado el techo” me comentó la vecina, y al poco bajé con ella al primero, donde vive un matrimonio jubilado, y repetí la escena de tocar el timbre, entrar en un piso ajeno y meterme en su cocina. Y nuevamente, en el mismo lugar que en el piso superior, con la misma forma pero con un tamaño como a escala reducida, y sin agujeros, estaba la mancha, la condenada y fatídica mancha, símbolo de una filtración que se había extendido sin control a lo largo de la pared que comunica todos los pisos. “Mier…” pensaba y murmuraba para mi, consolado por no tener avería en casa, pero asustado por las dimensiones que tenía todo aquello. Los tres vecinos decidimos comprobar de donde venía la gotera, si de mi casa o de otro lugar, y realizamos algunas comprobaciones con las llaves y pasos del agua, pero que no sirvieron para descartar ninguna posibilidad, dado que la gotera no se reprodujo al abrir los grifos de mi casa, que no presentan fugas aparentes. Tras ello, y dado que nadie se fiaba de nada, decidimos cortar el agua en todos los pisos de mi mano y llamar a un técnico para que viniera a inspeccionarlo. En vista de donde comenzaba el problema y quién no lo padecía, opté por llamar a mi seguro, del que aún no había hecho uso en todos los años en los que llevo viviendo en casa, y se comprometieron a enviarme un fontanero a que inspeccionara todo a primera hora de la mañana de hoy.

Así que aquí me tienen, en casa, con el telediario puesto, y escribiendo el artículo del blog por primera vez en mi vida desde el salón y no la oficina, en la que a esta misma hora, 7:53 de la mañana, debiera estar a punto de llegar. Confío en que el fontanero esclarezca qué es lo que ha pasado, qué ha fallado y no me supongo más retrasos laborales y los menores destrozos a mis infortunados vecinos, pero en este momento sólo siento una cierta extrañeza por la hora que es, y lo que estoy haciendo ahora mismo…. escribir en una casa que tiene fugas.

viernes, noviembre 29, 2013

Rubalcaba sufrió ayer un atentado contra su libertad de expresión


Ayer tuvo lugar otro de esos actos, que cada vez son más habituales, en el que un grupo de energúmenos, imbuidos de gracia, razón y autoridad concedida por ellos mismos, impidieron la expresión de un líder político y reventaron el acto en el que iba a participar. El hecho tuvo lugar en Granada, en la Facultad de Ciencias de la Universidad, y el político agredido fue Rubalcaba. Los atacantes se autoidentificaban como miembros de la plataforma de stop desahucios y el 15M y no cesaron en su ruidosa e incívica protesta hasta que el acto tuvo que ser finalmente suspendido. Junto a Rubalcaba, el resto de presentes también resultaron agredidos al ver cercenados sus derechos.

No es la primera vez que sucede algo así. De hecho se empezó a poner de moda hace algunos años, y escenas similares las han vivido tanto políticos como otros personajes, de espectro ideológico amplio. Obviamente, el que actos así se repitan sólo es indicativo de que la anormalidad crece. En esta coyuntura en la que vivimos, en la que la ira social está mucho más a flor de piel debido a los desastres provocados por la crisis, existe la tentación de minimizar estos comportamientos, incluso buscarles justificación. No, nunca. Lo que ayer se vivió fue un acto profundamente antidemocrático, que atentaba contra la libertad de expresión de un ciudadano, Rubalcaba, y de paso contra la de todos los que se habían congregado en el lugar para escucharle. Ayer vimos nuevamente como la sinrazón, el griterío, la fuerza y la masa pueden imponerse a la palabra y el debate, y como la sociedad que hemos conformado, basada en unas reglas que nos parecen poderosas e inmutables, es frágil y puede ser derrotada por un grupo que tenga muy claro cuáles son sus fines y no repare en medios para conseguirlos. Impedir que un ciudadano se exprese es una forma profunda y vil de humillarle, y el inicio de un camino muy peligroso, que culmina con la eliminación del ciudadano. Sin expresión nuestra opinión no es que no cuente, es que simplemente no existe, no se oye, y lo que no existe no se tiene en cuenta. Tapar la boca, a los medios de comunicación, a las expresiones políticas, a la ciudadanía, a las personas individuales, ha sido una de las primeras acciones que han llevado a cabo los regímenes dictatoriales, en los que la única expresión es la que emana del poder, y el resto son ahogadas en prohibiciones, palos y amenazas. Ayer esos grupúsculos que enarbolan banderas y consignas en las que se puede leer “democracia real ya” demostraron poseer una vena totalitaria muy clásica, que trata de que sólo su voz se oiga, y no se frena en nada para impedir que el resto la eleven. Ayer sólo tenían pancartas y gargantas, y las usaron hasta el límite para acallar al resto. ¿Se los imaginan con armas y poder de verdad? Como estoy seguro de que no todos los miembros de estas plataformas están de acuerdo con lo que ayer sucedió espero que se manifiesten de alguna manera para condenarlo, reprobarlo y expresar su oposición a los que, amparados en esas ideas, las han pervertido hasta el extremo. Lo malo es que, como sucede en muchas ocasiones, y en el País Vasco tenemos amplia y triste experiencia al respecto, los violentos acallan las voces de los opuestos en sus propias filas, sembrando el temor y convirtiéndose en la vanguardia del movimiento, horrenda expresión que remite al siglo pasado y a ideologías violentas y destructivas, pero que visto lo visto se mantienen demasiado firmes en nuestros días. La lucha por la libertad de expresión debe ser constante y en todo momento. Si nos relajamos vendrán otros que nos la quitarán. Ayer vimos cómo puede suceder algo así.

Un pequeño apunte sobre un aspecto que me parece muy importante. Por la noche, en el debate del 24 horas, casi todos los comentaristas, de ideologías diversas, quitaron importancia a lo sucedido y, al igual que cuando pasó con políticos del PP y otras ideologías, los calificaron como chiquilladas y pataletas. No. Enorme error. La ceguera con la que esos comentaristas, que supongo más cultos y experimentados que yo, trataban algo tan grave casi me asustó tanto como el hecho en sí. Nuevamente, la defensa de la libertad de expresión es sagrada, y un acto como el de ayer fue una violación de la democracia, y si eso no se entiende y denuncia, estaremos perdiendo un terreno valiosísimo frente a los totalitarios. No podemos consentirlo.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el Lunes festivo. Abríguense y hasta el Martes 3

jueves, noviembre 28, 2013

Madrid y su esquiva relación con la nieve


Tímida, recelosa, como sabiendo que es ansiada pero no querida, oculta en la noche, cuando nadie puede verla, salvo los noctámbulos o los perdidos. Como queriendo no hacer ruido, diciendo un “hola” muy bajito, susurrante, de esos que pronuncian las madres a sus hijos pequeños cuando se han dormido para no despertarles, la nieve ha llegado a mi barrio madrileño. Ha cubierto con un fina capa los coches, jardines, copas de árboles aún cargadas de hojas, y ha otorgado una estampa idílica al paisaje tedioso y estático de todas las mañanas.

Pero compruebo, con sorpresa, que al salir de la estación de metro de mi trabajo, sito en la ciudad pero mucho más al norte, a unos 7 kilómetros de distancia de mi casa, la nieve no es sino un recuerdo de la memoria reciente. Los tejados que observo desde mi ventana muestran trazas blancas, pero son el único signo que me recuerda que lo que he visto al levantarme no es ningún espejismo. Jardines, aceras, los árboles y sus aún visibles hojas, los coches estacionados y los que circulan… en ninguno de esos puntos se aprecia copo alguno ni muestra de nieve. Es como si el metro se hubiera transformado en un tren de alta velocidad y el viaje subterráneo que he hecho para llegar hasta aquí hubiera sido, en realidad, un periplo de muchos kilómetros, cientos, que me han trasladado desde la estampa invernal que contemplaba desde la ventana de mi salón hasta un lugar frío, desde luego, pero alejado por completo del blanco espumillón verdadero que se llama nieve, y que a muchos hay que describir porque no tienen claro cómo diferenciarlo de eso que se echa en estas fechas para decorar. “Así que ha nevado en la parte sur y este de la ciudad pero no en la zona norte” me respondo a mi mismo a medida que subo en el ascensor tras dejar la fría calle. “Curioso”. Espero al menos que en los lugares de residencia de algunos de mis compañeros de trabajo también haya nevado, porque como sólo lo haya hecho en mi barrio la cara de incredulidad que pongan cuando les diga que he visto la nieve al levantarme será sustituida al poco rato por el simple cachondeo. Los manchones blancos que se aprecian en las terrazas que diviso desde la ventana pueden servirme como prueba pericial. “¿Reconoce el testigo en esa imagen la presencia de la nieve?” podría preguntarles, como queriendo hacer que un juicio de realidad refrendara mis palabras y otorgara credibilidad a mi testimonio. Quizás esa sea la única prueba a la que pueda agarrarme, más allá de mi credulidad. Pero como poco a poco empiece a circular un coro de voces diciendo que en su barrio no ha nevado, que sí, que han visto unos copos pero ni cuajar ni nada, que algo han oído pero que seguro que no es cierto, y demás expresiones por el estilo, acabaré predicando en el desierto, como esos agoreros que avisan de las inclemencias meteorológicas o económicas y, tras no cumplirse, son tomados por chalados. Yo os juro que he visto la nieve esta mañana sobre los jardines y coches, no en forma de Virgen María aparecida, sino como barniz, capa fina que todo lo cubría, que decoraba y aislaba, que aumentaba la sensación de frío que no se va desde hace muchos días, y que tenía el significado del invierno escrito en cada uno de sus poros, formas y marcas.

Poco a poco empieza a levantar el día, y creo que las manchas que se observan muy al fondo me podrán servir como testigos de que lo que digo es cierto, y de que esta noche, tras muchos días de sol radiante y ausencia de nubes, ha nevado en Madrid, una ciudad en la que la nieve es tan rara como una amante que quiera vivir contigo, en la que la pasión por el copo blanco dura lo que tarda en cuajar en la calle y convertirla en un atasco lleno de coches ruidosos y enfadados conductores. Quizás por eso la nieve no se atreve a tocarnos. Nos roza, insinúa, más como madre que como pasional querida, y dice ese “hola” en bajito para que sepamos que está ahí, pero que no nos importunará….

miércoles, noviembre 27, 2013

Disturbios en Ucrania por querer entrar en la UE


Muchas veces la mejor forma de analizar un problema o situación es abstraerse de él, salirse y observarlo en perspectiva, desde fuera. Es probable que así obtengamos una idea cierta de su dimensión y de lo grave o leve que es. Viviendo inmersos en nuestros problemas tendemos a sobrevalorarlos, a sobredimensionarlos, se nos hacen inmensos, y esto nos impide actuar contra ellos. Esta táctica es válida tanto para los complejos asuntos del día a día de cada uno de nosotros como para los asuntos de otras personas y entidades. También vale para las naciones y, desde luego, para esa entidad de la que formamos parte y llamamos UE.

Desde hace una semana violentos disturbios se suceden en las calles de Kiev y otras ciudades ucranianas, tras la ruptura de las negociaciones que se desarrollaban entre el gobierno ucraniano y los representantes de la UE, de cara a la firma de lo que se denomina un Acuerdo de Asociación, un tratado de colaboración entre ambas entidades destinado en este caso a reforzar los vínculos comerciales, culturales y emocionales entre la UE y Ucrania, un país que no pertenece al club de Bruselas pero que, inevitablemente, sí forma parte de lo que entendemos como Europa. Las causas de la ruptura son complejas, y aunque se ha esgrimido como argumento fundamental la violación de los derechos que sufre la ex primera ministra Yulia Timoshenko, encarcelada de una manera cruel desde hace años, el problema de fondo tiene que ver con Rusia, y con su política expansionista. Ucrania se encuentra en medio de dos mundos. Por un lado posee, como antes señalaba, vínculos ineludibles con Europa, y por otro lado es un país eslavo, que durante gran parte del siglo XX tuvo en Moscú su capital y en Rusia el corazón de su poder. Tras la caída del muro y del imperio soviético Ucrania se independiza como país, se convierte en una enorme potencia agrícola y el lugar por el que, casi de manera inevitable, deben transcurrir los gaseoductos rusos que abastecen de calor y energía a gran parte de Centroeuropa. Por ello las aspiraciones de Moscú de volver a tener una relación privilegiada con Kiev han sido constantes desde el principio de la existencia independiente de ambas naciones. Las encuestas revelan que en el mismo seno de la población ucraniana existe esa división casi en dos mitades entre los que desearían girar hacia Moscú y entre los que miran a Bruselas. Los que estos días salen a manifestarse y expresan su ira y temor son estos segundos. Saben que el amor de Rusia por Ucrania es interesado, y que el régimen que domina en Moscú es democrático en apariencia, pero autoritario en la práctica. Unirse a Rusia sería una vía de, nuevamente, perder la independencia a manos de la antigua potencia, que volvería a considerar a Ucrania como su granero, y a la población del país como sus siervos. Bruselas sin embargo, es vista como sinónimo de libertad, modernidad, apertura y desarrollo económico. Tras décadas de dictadura comunista y años turbulentos de elecciones frustradas y regímenes inestables, colaborar con la UE es visto por parte de la población del país como la salida que les permitiría modernizar a su nación y acercarla a los estándares de vida y de libertades que se disfruta mucho más al oeste de Kiev. La fortaleza económica y el puño de hierro de Moscú frente al aperturismo y la libertad económica de Bruselas. Poder duro frente a poder blando. Un duelo apasionante en el que el más poderoso no siempre es, ni mucho menos, el que más fuerza bruta tiene.

En cierto modo los ucranianos me recuerdan a los españoles que, tras la caída de la dictadura, veíamos en Europa el fin de nuestros males, la modernidad que añorábamos y que aquí no encontrábamos por ninguna parte. La diferencia es que no había un contrapoder alternativo que nos sedujera (o quisiera imponerse). Pero contemplemos, asombrados, como mientras los socios de la UE discutimos entre nosotros y acusamos a la Unión de estar degenerando inmersa en una grave crisis, lo cual es cierto, fuera de nuestras fronteras, miles de personas se arriesgan a ser golpeadas y detenidas por acceder a nuestra maltrecha Unión. Y es que no somos conscientes de lo que hay fuera de nuestras fronteras, de lo mucho que hemos construido juntos y de su inmenso, y atractivo, valor.

martes, noviembre 26, 2013

El porqué del acuerdo con Irán


La trascendencia del acuerdo alcanzado entre, por resumirlo, EEUU e Irán, es enorme. Comentaba ayer un medio extranjero que, utilizando las denominaciones que se han lanzado mutuamente a lo largo de las últimas décadas, el imperio de Satán y el eje del mal se han sentado juntos y han llegado a un acuerdo. Curioso cuanto menos. Visto desde fuera parece que quien más ha cedido en esta negociación es Irán, y hay al menos dos factores que refuerzan esta idea, que son los que me hacen ser optimista sobre el futuro, pese a los riesgos, inmensos, que existen.

Uno de los factores, el menos publicitado pero muy efectivo, es la eficacia de las sanciones económicas que se impusieron al régimen de los ayatolas desde hace unos años. Quizás sea este el caso más exitoso de unas sanciones que, en general, han sido cumplidas de manera estricta por parte de todos los socios comerciales de Teherán. Expulsada del mercado del crudo y sin acceso a los mercados de capitales, la economía de Irán ha entrado en un proceso de deterioro progresivo e imparable, que la ha descapitalizado, y ha generado un gran nivel de paro y descontento social. El país se ha empobrecido mucho en los últimos años, lo que unido a sus disfunciones propias, le ha abocado a una asfixia que, de no acceder a negociar, le llevaría al colapso. Por poner un ejemplo muy significativo, hasta hace pocos años Irán exportaba dos millones de barriles de petróleo al día y se gastaba muchas de esas divisas en comprar gasolina, dado que no era capaz de refinar prácticamente nada (como el tonto de Abundio, sí). Con la puesta en marcha de las sanciones, las exportaciones de crudo han cesado y el racionamiento de combustible ha llegado a las calles de Teherán y otras ciudades, atestadas de coches alimentados de un combustible barato gracias a la otrora mágica subvención al gobierno. La otra causa es el relevo que se ha producido en el gobierno iraní tras el final del mandato del condenado Ahmadineyad, al que aquí me he referido en ocasiones como “Ajma” un sujeto fanatizado, retrógrado, seguidor de una línea ultranacionalista dura y sin concesiones, negacionista del Holocausto y defensor de causas perdidas e infames. Tras no poder presentarse más a las elecciones su puesto ha sido ocupado por el moderado Hasán Rouhaní, un personaje no demasiado conocido por el gran público, pero que en los pocos meses que lleva al frente del gobierno ha realizado un completo viraje desde las posturas fanáticas de “Ajma” hasta un comportamiento mucho más acorde con lo que se estila en el mundo de la diplomacia. Amigo de las palabras suaves y los gestos, su llegada ha supuesto un auténtico proceso de distensión dentro y fuera de Irán, y es casi seguro que de no estar al frente del gobierno este acuerdo no hubiese tenido lugar. En algunos medios ya se le empieza a llamar el Gorbachov persa, porque su mandado es el inicio de una apertura en el férreo régimen iraní comparable a la que supuso la perestroika entre los gerifaltes soviéticos. Está por ver si este proceso, que sería maravilloso de llegar a darse en su totalidad, puede seguir adelante, dado que por encima de Rouhaní y todos los políticos está el Ayatolá supremo, Alí Jamenei, y la corte de clérigos que rige los destinos de la nación. De todas maneras parece obvio pensar que la firma de este acuerdo sería imposible si los duros de Jamenei no lo hubieran consentido, y su cesión pude haber venido precisamente por la presión económica que antes comentaba.

Evidentemente, la situación no es idílica, y los riesgos son enormes. Israel ha declarado que no se siente vinculada por esta firma, que le parece una ultraje y que le da la sensación de que los occidentales se han dejado engañar por un Irán que sólo busca ganar tiempo, quizás porque el proceso de fabricación de la bomba esté más avanzado de lo que nos creemos. Las monarquías del golfo, aliadas tradicionales de EEUU y enemigas de Irán, se sienten traicionadas por un acuerdo que las desbanca como actores principales de la región, y así un montón de actores que pueden hacer que todo descarrile. De momento en Irán la población festeja el acuerdo, lo que puede verse como un síntoma de que vamos por el camino correcto. Veremos a ver dónde acabamos.

lunes, noviembre 25, 2013

Importante acuerdo nuclear con Irán


Este fin de semana se ha alcanzado en Ginebra un importante acuerdo entre Irán y las potencias occidentales, encuadradas dentro del denominado 5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido, más Alemania y la UE) para frenar la expansión del programa nuclear que desarrolla, desde principios de los noventa, el régimen de Teherán. Ha sido la culminación de varias rondas negociadoras públicas y, al parecer, numerosos contactos secretos, desarrollados a lo largo del último año, con el fin de encauzar una situación que llevaba enquistada demasiado tiempo. Y lo cierto es que hace un año el acuerdo parecía imposible, lo que muestra que las cosas han evolucionado a una rapidez no prevista ni siquiera por los propios negociadores.

El acuerdo es un poco extraño, fruto de los inmensos recelos que existen entre las partes, síntoma de esa desconfianza mutua que lleva décadas alimentándose y que tardará mucho tiempo en desaparecer, si es que algún día lo hace. En la práctica, y para no entrar en detalles, Irán se compromete a paralizar el proceso de enriquecimiento de Uranio más allá de un determinado porcentaje de pureza, suficiente para producir combustible para centrales nucleares pero insuficiente para elaborar armamento atómico, y abre la puerta a las inspecciones internacionales a todas sus plantas, tanto mineras como de producción de combustible, enriquecimiento y reactores. El acuerdo establece un periodo inicial de seis meses de prueba que, como en los contratos de trabajo, servirá para calibrar la disposición de las partes, especialmente el régimen de los ayatolás, para cumplir la transparencia y colaboración que implica lo firmado. Si en ese tiempo se ve que los compromisos no se cumplen, o que Irán está jugando a un doble juego de destape por un lado y ocultamiento por otro, las partes romperían sus compromisos y volveríamos al estado anterior. Como contrapartidas Irán ve reducidas notablemente las sanciones económicas que se le impusieron hace ya algunos años, sanciones que han destrozado la economía del país, empobrecido aún más a la población y privado a los jerarcas del régimen de los ingresos que obtenían de la exportación de petróleo. Se le permitirá volver al mercado internacional del crudo y, quizás lo más relevante, dejará de estar entre los regímenes marginados por el mundo, volviendo a ocupar voz y presencia en la escena internacional. No hay que olvidar que, transcurridos más de treinta años desde el asalto a la embajada de Teherán, episodio en el que se basa la famosa película Argo de Ben Affleck, EEUU sigue sin tener relaciones diplomáticas con Irán, y en toda su estrategia exterior desde ese momento Irán figura entre las naciones enemigas, en su momento como patrocinador de terroristas, cosa que se mantiene en los listados internacionales sobre el asunto, hasta miembro activo de lo que en su momento se denominó como el “eje del mal”. En fin, que Irán ha estado toda la vida, y por méritos propios, seamos justos, en el grupo de los países malos. Este acuerdo supone otorgar un reconocimiento, una visibilidad al régimen como no la ha tenido nunca en las más de tres décadas que lleva en vigor. Supone establecer un compromiso, un pacto, con el único país del mundo regido por los chiís, con una teocracia islámica completamente opuesta a los regímenes sunís que dominan en el resto de los países islámicos, y que especialmente en la zona del golfo pérsico son potencias emergentes en lo que hace a influencia diplomática y poder militar. Este acuerdo, desde el momento de su firma, no sólo supone un cambio total en lo relativo al programa nuclear iraní, sino que es todo un cambio en la estrategia de poder en esa zona. Su dimensión es enorme se mire por donde se mire, y sus consecuencias son difíciles de estimar, tanto en la región como en el conjunto del mundo.

Como es obvio, son precisamente las monarquías sunís vecinas de golfo pérsico de Irán las que han recibido con peor cara este acuerdo, descontando a Israel, ya que ven como su enorme, poderoso y eterno enemigo consigue un respaldo internacional del que estaba muy necesitado. Ahora el aliado norteamericano no tiene ojos sólo para lo que pasa en Riad o en Doha. Teherán vuelve a ser un polo de atención para Washington, y se ha establecido un canal de comunicación entre ambas ciudades que puede ser muy dañino para los intereses de los sátrapas sunís que gobiernan en al lado suroeste del Golfo. Y en Jerusalén este acuerdo ha caído como una bomba muy sucia. A ver si mañana puedo analizar el porqué.

viernes, noviembre 22, 2013

Yo no maté a Kennedy


Un tirador dentro de una habitación destinada a almacenar cajas, en lo alto de un almacén de aspecto deteriorado, con un fusil en sus manos, comprado por correo a un precio ridículo y con varias balas a la espera de ser cargadas y disparadas. El extrarradio de una ciudad en la que los descampados permiten que el tirador tenga una visión perfecta de las calles aledañas a su posición. Y la presencia de un coche descapotable en el que, en la parte de atrás, un elegante matrimonio, vestido de gala, sonríe con apariencia de dominar el mundo, y de sentir que todos se pliegan a su lado. Los elementos de una escena que está a punto de suceder.

De repente, en medio del silencio, se oye un disparo, que rompe la tranquilidad del día, soleado, radiante y más veraniego que otoñal. Quizás haya sido un petardo, comentan los que en el coche lo han oído y nada han sentido, pero un nuevo estallido saca a todos de dudas, y al instante, el hombre que se encuentra en la parte de atrás del coche siente el impacto de una bala y grita de dolor. La mujer que le acompaña, que resulta ser su esposa, cambia drásticamente de gesto, pasando de la alegría a la incredulidad y el terror ante lo que acaba de suceder. Se gira lo más rápido que puede hacia su marido, que ha resultado herido por lo que parece un disparo… un disparó? Nos están disparando? Quién? Dónde? Los gritos y las preguntas se agolpan en su mente y en las gargantas de todos los que viajan en ese coche, hasta entonces símbolo del poder, a partir de ahora lugar de confusión y miedo. Nerviosos, todos los pasajeros miran a su alrededor para descubrir de dónde ha llegado ese disparo, y entonces una nueva explosión, la tercera, se transforman en un endiablado proyectil que impacta sobre la caravana. Da de lleno al hombre ya herido, al que todos llaman Presidente, alcanzándole en el cráneo y causándole heridas mortales de necesidad. El caos, confusión, gritos, histeria, carreras, nervios.. el sol que brilla en el cielo y que hasta hace unos minutos decoraba una escena idílica se convierte en silencioso testigo de la muerte de un hombre en los brazos de su mujer, a causa de los disparos de otro hombre. El coche corre desenfrenado, huyendo del lugar del tiroteo, camino de un hospital en el que entrará el hombre herido, y del que no saldrá con vida. Su mujer, sin entender nada, llora y recoge en su regazo al marido, del que parte de su cabeza, destrozada, se desparrama en sus brazos y cae en su regazó, dejándola perdida de sangre y restos orgánicos, pero ella no es consciente de nada de eso. El miedo la posee, el horror ante lo que ha sucedido, el no entender nada. En minutos el caos que hasta ese momento domina el coche y sus ocupantes extiende su reinado a todos aquellos que viajan en la comitiva presidencial, que apenas entienden nada de lo que ha sucedido ni logran imaginarse que sus vidas acaban de cambiar para siempre. La desorganización cunde y los nervios dominan a todos. Dallas, que es el nombre de la ciudad norteamericana en la que han sucedido los hechos, empieza a estar dominada por un rumor que se expande a una velocidad comparable a la de las balas que lo han originado. ¡Han disparado al Presidente! ¡Han disparado al Presidente!. Miles de personas que hasta hace pocos minutos se agolpaban en las calles del centro para contemplar el paso de la comitiva presidencial oyen esos gritos y los retransmiten por doquier, sin saber si son ciertos o no, pero dominados por la angustia de quienes los pronuncian y por el temor que, de ser ciertas, se esconde en esas palabras. Periodistas incrédulos, desbordados por los rumores y gritos, empiezan a llamar a sus redacciones para contar lo que allí puede haber sucedido, y de repente se dan cuenta de que lo que iba a ser una jornada rutinaria se transforma, para muchos, en el día más importante de toda su carrera profesional. En un momento alguien se atreve a pronunciar las palabras que nadie quiere oír. ¡Han matado a Kennedy! Y la historia cambia para siempre.

Y desde ese momento nada es cierto ni seguro. Nada es como parece ser. Miles, millones de historias, hipótesis y conspiraciones se entremezclan para explicar lo que no tiene sentido. El sentimiento de conmoción de los EEUU es total, y el resto del mundo asiste, asustado y asombrado, al magnicidio por excelencia, al asesinato del hombre más poderoso y, quizás, famoso del mundo ante los ojos de todos. Su muerte cruenta lo eleva a los altares de la popularidad, su imagen será siempre joven, inmaculada, sin tacha de arrugas ni salpicada de escándalos, sin que la vejez y las venganzas la destruyan con el tiempo. Kennedy entra en la historia por la puerta que abren tres balazos y ahí sigue, eternamente envuelto en el misterio.

jueves, noviembre 21, 2013

El abrazo de consuelo del Papa Francisco


Vivimos en el mundo de la imagen. Todo nos entra por los ojos, y lo que nos atrae nos llega por ellos, y también lo que nos repele. Somos bombardeados a cada instante por mensajes que tratan de alterar nuestros gustos, apetencias y formas de vida en aras a mejorar nuestra imagen, y los que se mueven por la plaza pública del mundo, sean dirigentes, empresarios, famosos de tres al cuarto o sujetos extrañaos de fama volátil, cuidan su imagen como lo más preciado. De hecho da igual que tras esa imagen se esconda un valor real o no. Lo importante es que la imagen epate, impacte y convenza. El resto no importa. Cutre pero real.

El Papa Francisco, desde que fue elegido tras la renuncia de Benedicto XVI allá por Marzo de este año, ha generado una sucesión de imágenes en apenas ocho meses que sería prácticamente imposible resumir en unas cientos de páginas. Se le acusa por algunos críticos de ser eso, un hombre centrado en la imagen, pero yo creo que es lo contrario, que es un hombre centrado en su fe y mandato, y el ser consecuente con ello es lo que está generando imágenes que llaman la atención, sobre todo porque contrastan con lo que estamos acostumbraos, no sólo en el ámbito religioso, sino en el resto de órdenes, especialmente en lo que hace a las instituciones políticas y de poder. La imagen del poder se asocia a la fuerza, al dominio, a la grandeza entendida como aplastante sensación de control y superioridad. Y Francisco ofrece un modelo completamente inverso, en el que el poder se muestra humilde, en el que el dominio es inexistente y en el que la grandeza se mide por la dimensión moral y humana de los actos, no por el tamaño de los estrados o la potencia de los focos y altavoces. Esa es la causa por la que su actitud genera recelos e incomprensiones por parte de muchos, porque no la entienden, más allá de que compartan la fe que proclama. Quizás la imagen que resume mejor todo esto es la que se produjo hace unos meses en la plaza de San Pedro en una audiencia con enfermos. Allí Francisco decide no sólo hablar y recibirles, sino abrazarles, tocarles, unirse físicamente a ellos, y se produce esta escena, en la que se ve a un Papa compungido que acoge entre sus brazos a un hombre, del que sólo vemos la parte trasera de su cabeza y el pelo. Y el hombre es un ser deforme. Decenas de protuberancias, bultos, como enormes ampollas, cubren la poca piel que podemos distinguir de su cara y mandíbula. A muchos un cuerpo así nos produciría rechazo. Sí, es políticamente correcto decir que no, pero piense fríamente en su intimidad, imagínese en el metro, o en otro lugar público, e imagine que se encuentra con un hombre a quien la enfermedad ha convertido su cuerpo en el depósito de todas esas marcas. ¿Cuál sería su respuesta instintiva? Pues la de Francisco es la inversa. Se acerca, lo coge, lo acoge, no sabe si eso es contagioso o no, si puede suponer un peligro para su propia salud. Ese enfermo está allí porque, por su fe, implora ayuda y consuelo, y Francisco se la ofrece. La escena está completamente alejada de los cánones de belleza que nos dominan. Más bien es justo lo contrario. Ese hombre es, para nuestra sociedad de la imagen, un apestado, un leproso de la era de los romanos, un ser feo que debe permanecer escondido, alejado para no enturbiarnos con su fealdad, para no estropear el decorado de diseño en el que hemos convertido nuestras vidas. Y Francisco rompe esas cadenas que nos esclavizan, que no se ven ni sienten, y por ello son las más poderosas, y acoge al excluido, al apestado, al que no debe entrar en nuestro mundo. Por eso esa imagen es tan rompedora, posee tanta fuerza, llama a la extrañeza, y genera una sensación de compasión y misericordia a todo aquel que la vea, tenga fe o no. Por eso esa imagen es poderosa. Por eso es símbolo de grandeza.

Ese hombre enfermo se llama Vinicio Riva, sufre una extraña enfermedad llamada neurofibromatosis de tipo 1, de la que lo desconozco todo, que no se limita a dejarle el rostro y cuerpo cubierto de deformidades, sino que también le agrede los órganos internos y los daña con igual fiereza. Vinicio vive en el norte de Italia, sostenido por una pensión asistencial y la ayuda de su hermana, oculto a gran parte del mundo para no asustar, para que no le llamen monstruo. Al ser abrazado por Francisco encontró el consuelo que hacía tiempo que no hallaba, y su vida cambió. Su historia es preciosa, y hace pensar que, sea por la fe o no, la bondad humana aún es capaz de cambiar el mundo en el que vivimos, la vida de todos nosotros. La de Vinicio ya nunca será igual.