Se acaba el año, y no quiero
finalizar los artículos sin echar un vistazo a la situación económica en la que
nos encontramos y algunas perspectivas de a dónde nos dirigimos, si es que eso
es posible. Lo único que se puede afirmar con seguridad es que a lo largo de
2013 España ha detenido su desastre económico, hemos dejado de bajar, tanto en
PIB como en otras variables. La destrucción de empleo se ha frenado mucho, pese
a que aún queda bastante para que pudiera empezar a crearse, y las variables
financieras se han estabilizado, conteniéndose la prima en el entorno de los
220 – 240 puntos.
¿Lanzamos las campanas al vuelo? Pues
no, porque la cosa sigue siendo muy seria, pero es obvio que debemos celebrar
que, ante la posibilidad de estar muertos, nos encontremos gravemente heridos.
Los ratios de deuda siguen siendo disparatados, y hay cuatro cifras muy fáciles
de recordar que, a día de hoy, resumen muy claramente el comatoso estado de
nuestra economía. 0% de crecimiento, 25% de paro, 50% de caída del precio de la
vivienda y 100% de deuda pública sobre el PIB. La mejoría que pueda experimentar
nuestra economía vendrá por un lado de nuestro esfuerzo como país, que es
notable pero insuficiente y, sobre todo, del exterior. No nos engañemos, las
bajadas salariales y el ajuste en cantidades (paro) registrado en España nos ha
permitido recuperar parte de la competitividad perdida en los años de la
burbuja, pero a base de un empobrecimiento de la clase media de país, que va a
dejar el motor del consumo privado gripado durante bastantes años, y la mejor
en variables financieras como la prima de riesgo o la bolsa se ha debido, sobre
todo, al efecto de las políticas monetarias expansivas de la FED, los QE y la
relajación del BCE, tanto en sus tipos de interés como en sus declaraciones públicas.
Recuerden esto, no hemos bajado la prima, nos la han bajado, aunque ya se sabe que
muchos son los candidatos a reclamar la victoria cuando esta se presenta. Dado
que no podemos controlar el mundo exterior, y que si Yellen, la sustituta de Bernanke
en la FED, empieza a retirar los estímulos fiscales, las bolsas perderán parte
de lo ganado en la burbujita de 2013, debiéramos centrarnos en las reformas
nacionales, que son algo mucho más complejo y profundo que bajar sueldos, que es
doloroso pero sencillo. Ayer
el gran Luis Garicano incidía en algunos de estos aspectos, señalando como la
Administración debiera ser ejemplo de reforma y eficacia, pero que actualmente
no lo es. Sin embargo, una pena, 2013 será un mal año para realizar
reformas de calado, porque empieza el maldito ciclo electoral, maldito en el
sentido que partidos y gobernantes dejarán de preocuparse por las políticas y
el crecimiento y se fijarán obsesivamente en lo que les permita arañar votos y
ganar. En Mayo tenemos las elecciones europeas, que no son un test muy válido
sobre la situación del país porque en ellas la circunscripción es nacional, lo
más puro y extraño en nuestro sistema de elección, y sirven para expresar un
derecho al pataleo que luego no suele ir más allá. Pero en todo caso no veo al
gobierno poniéndose a remodelar sectores y políticas que le puedan generar un
coste electoral con la cita de las urnas tan cerca, y un año después son las
municipales y luego las generales. Se acabó el periodo de dos años largos sin
comicios, y en parte se perdió, como señala Garicano, la ventana de oportunidad
para ser valientes y tomar decisiones arriesgadas y profundas. Ello condicionará,
y mucho, el crecimiento de ahora en adelante.
Y todo en un contexto en el que empiezan a
surgir voces, creo que acertadas, que señalan que el impacto de la gran recesión
de estos últimos años ha podido alterar las bases del proceso de crecimiento
económico que se registraban en occidente desde hace alguna década. Ese
nuevo paradigma, que algunos llaman estancamiento secular, se caracterizaría
por tasas débiles de crecimiento, altos niveles de deuda, escasa creación de
empleo y necesidad de crear burbujas más o menos continuas para tratar de que la
economía no entrara en otra fase descendente. Un panorama como mínimo sombrío y
que, siendo cierto o no, vuelve a recordarnos lo mucho que, en particular, nos
va a costar a los españoles salir de la depresión económica en la que nos
encontramos y crear el empleo que permita absorber el insoportable paro con el
que convivimos.
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