Quizás debió ser así, no lo tengo
muy claro, pero puede que fuera el último guiño del destino que la ceremonia de
despedida de una de las personalidades mundiales que, sobre todo, es conocida
por su gesto sonriente, acabara convirtiéndose en una especie de celebración
cachonda en la que nada era lo que parecía y los allí congregados, más que
mostrar respeto y solemnidad, parecían estar disfrutando de una velada del
estilo del club de la comedia, en la que lo importante no era el homenaje al
fallecido, sino la autopromoción, echarse unas risas y pasar un buen rato. ¿Lo
hubiera aprobado el propio Mandela? Quizás sí.
A mi desde luego no me parece
nada presentable que muchos de los líderes allí reunidos se hayan convertido en
noticia de la semana porque se han dedicado a sacarse fotos con su móvil,
haciendo lo que se denomina un “selfie” una autofoto, como si fueran
adolescentes desatados en una juerga que desean recordar para siempre, o al
menos hasta la que tenga lugar dentro de una semana. El caso más sonado ha sido
el de Barack
Obama y David Cameron, que rodearon a la primera ministra de Dinamarca, Helle
Thorning-Schmidt, rubia y atractiva, y se dedicaron a pasar un buen rato,
todo ello bajo la atenta mirada de una Michelle Obama con cara de pocos amigos,
que veía como la rubia encandilaba a los dos mandatarios que, como colegiales,
se pegaban por arrimarse lo más posible a la chica. La escena es curiosa y,
hasta cierto punto, patética, dado que no podemos olvidar que todos ellos están
en un funeral de Estado, no en la ceremonia de graduación de sus hijos. Me
imagino a muchos líderes mundiales, empresarios, representantes de ONGs y de
cualquier otro tipo de entidades, que hacen ímprobos esfuerzos por captar la
atención de Obama y conseguir una cita en la Casa Blanca de apenas unos minutos
para presentarle sus proyectos o ideas, y que ven frustrado ese objetivo día sí
y día también, y que contemplan ahora tan asombrados como usted y yo esas imágenes,
apercibiéndose de que quizás baste incluir a una rubia llamativa en la delegación
que desea visitar la Casa Blanca para que las puertas de la misma se abran de
par en par. La que seguro que ha hecho el mejor de los negocios en todo este
asunto es la primera ministra danesa, y por extensión su país. Ahora mismo si cualquier
empresa danesa quiere un contrato en EEUU basta con que la señora Thorning-Schmidt
levante el teléfono, llame a su querido Barack, y este se pondrá a sus pies
encantado, incluso puede que sin que la conversación sea espiada, ella tiene
preferencias y prebendas que el resto del mundo no posee… En EEUU se ha
convertido en uno de los temas más discutidos y controvertidos, especialmente
en lo que hace al aparente enfado de Michelle, que al poco rato se da cuenta de
que sobra en esa escena, de que es la que no debiera estar allí. Su gesto lo
delata, y su pose enfadada no deja mucho recorrido a la imaginación. Es fácil
suponer que tras tanta alegría Obama tuvo un viaje de vuelta a Washington
bastante más serio, y quizás pareciera que ese era el auténtico momento funeral
de todo el viaje, tras la emoción de la ida y el cachondeo de la estancia. No
consta que en el Air Force One el presidente norteamericano sufriera agresiones
o improperios por parte de su esposa, pero a buen seguro que requirió que su
escolta personal estuviera muy cerca de él en todo momento para prevenir
atentados provenientes de su entorno, y avisarle si la danesa llamaba para
disimular y que Michelle, ojo avizor, nos le pillara de confidencias al menos
hasta regresar a la seguridad del hogar.
A todo esto hay que sumar el episodio de ese
intérprete de signos que parecía estar traduciendo los discursos a la lengua de
sordos pero que ni sabía los signos ni era intérprete. Es el colmo del
surrealismo. Ahora resulta que ningún sordo entendió nada porque el supuesto
intérprete se limitaba a mover manos y dedos de manera aleatoria, quizás
pensando en cómo envolver los paquetes de regalo navideños, y las asociaciones
de sordos no le conocen ni tienen referencia alguna sobre su procedencia ni conocimientos
(esto último parece sencillo, son nulos). Así, un desconocido se dedicó a hacer
teatro en la tribuna de oradores a pocos metros de los que allí estaban
hablando, en el colmo del cachondeo, la falta de seguridad y la improvisación. Sería
para morirse de risa si no fuera porque ya había un muerto en el escenario.
3 comentarios:
Como he leído en algún medio: "La verdad es que lo del funeral parecía que lo había escrito Blake Edwards. Sólo faltaba que apareciese Peter Sellers por allí."
Hola, David.
Tienes razón en la ridiculez de la foto con la danesa y en el absurdo del traductor que no sabía traducir. Pero para mí lo más grotesco fue ver a políticos que en sus Estados no respetan en absoluto los derechos humanos y que estaban ahí llorando por la Justicia y la Paz.
En la radio dijeron que fue largo y aburrido, no sé.
Había ayer una web de noticias sarcásticas que decía que una de de las tribunas del estadio se había derrumbado por el exceso de hipocresía que albergaba.... Fue un triste espectáculo, en muchos sentidos. Muchas gracias a ambos
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