viernes, diciembre 22, 2023

Fin de 2023. Resumen internacional

Si en España hemos ido degradándonos en este año, el panorama internacional también ha mantenido la senda de desorden creciente que se vio en el pasado, con una inestabilidad acusada en numerosas zonas del globo, y la sensación de lo que se ha ido llamando “orden internacional” naufraga poco a poco. Las potencias, occidentales, que lo mantenían, se están debilitando, y otras naciones quieren un sistema alternativo, junto a algunas otras que parecen no querer sistema alguno. Esferas de influencia, intereses y rivalidades crecientes que, como las grietas en Islandia, avisan de posibles erupciones, que pueden tardar más o menos, pero, finalmente, se producen.

La guerra de Ucrania sigue destruyendo y matando en el este de Europa, y el balance de este año es deprimente. La contraofensiva lanzad por Kiev en verano ha resultado ser muy poco efectiva y el terreno recuperado escasísimo, ya a medida que el otoño se ha ido convirtiendo en invierno la intensidad del apoyo norteamericano a Ucrania ha ido bajando cuanto más han presionado los republicanos para ello. A dos meses del segundo aniversario del inicio del ataque ruso, la situación es de tablas con aparente ventaja para el kremlin. A esa guerra le ha salido una competidora en atención mediática y recursos norteamericanos, que es la de Gaza. Durante el final del verano se habló bastante de la posibilidad de que los llamados acuerdos de Abraham, suscritos por Israel y otras naciones árabes, se extendieran a Arabia Saudí, lo que hubiera supuesto un cambio radical en la diplomacia de la zona, pero los salvajes atentados de Hamas del 7 de octubre trastocaron ese esperanzador escenario. Más de mil israelitas fueron asesinados en una operación de corte yihadista que provocó la conmoción total de Israel y su entrada en guerra contra Hamas en Gaza, operación que a día de hoy sigue, con un balance estremecedor de miles de víctimas civiles palestinas y el destrozo absoluto de ese territorio costero, convirtiéndolo prácticamente en un lugar invivible. Esta guerra ha desatado sentimientos antisemitas en medio mundo y obligado a replantearnos muchas de las cosas que dábamos por sentadas desde hace tiempo, como por ejemplo, la indestructible alianza entre Washington y Tel Aviv. Entre estos dos conflictos abiertos y sangrantes se han producido numerosos hechos que recalcan lo que antes comentaba, el debilitamiento del orden global. Actores poderosos, como China, ven en esta coyuntura una oportunidad para alterar las reglas del juego, y patrocinan alianzas como las del llamado sur global, ente que no existe en la práctica, pero que se expresa como una asociación de naciones cuyo principal objetivo es el de debilitar la primacía occidental y las instituciones globales por ella creada. Rusia, ejemplo de nación salvaje que actúa al margen de toda ley, ha ido extendiendo sus tentáculos más allá del este de Europa, y está presente, de manera directa o simbólica, en los golpes de estado que han sacudido a numerosos países africanos. Naciones de instituciones débiles, graves problemas económicos y población joven sin expectativas han pasado de ser regidas por gobiernos autoritarios socios de occidente a serlo por regímenes de igual corte dictatorial, pero aliados de Rusia y China. Francia, antigua potencia colonial en varios de ellos, ha resultado ser la gran derrotada de la región en este año horrendo para la nación gala. En general, en la zona del Sahel, el yihadismo y las asonadas militares avanzan y provocan una sensación de derrumbe en la zona. Con una demografía desatada, esos países van a ser foco de inestabilidad en los próximos años y, también, origen y ruta de emigración hacia una Europa, lo más rico que tienen cerca, que envejece y se vuelve cada vez más temerosa. El gendarme del orden global, EEUU, vive más ensimismado en sus propios problemas que en sostener un sistema que le beneficia pero genera costes crecientes. Los intentos de reducir la presencia del dólar en las transacciones globales aún no han logrado apenas efectos, pero el mero hecho de que existan, y el fracaso parcial de las sanciones financieras impuestas a Rusia demuestran que las cosas ya no son como eran.

De fondo, permanentemente, las relaciones entre Washington y Beijing, que sufren altibajos constantes. Se ha producido una reunión entre Xi y Biden que ha ayudado a destensar la situación, pero EEUU mantiene un paquete de restricciones a las empresas tecnológicas para que no permitan que China se haga con los mejores chips del mundo. En campos como la computación cuántica o la IA la rivalidad entre ambos es total y se da a una dimensión en la que el resto de naciones no podemos hacer otra cosa que no sea observar con curiosidad. Taiwán sigue ahí, a tiro de la armada china, y con la opción de ser el desencadenante de algo más que una guerra regional. El que la guerra se vuelva a ver como herramienta posible ante cualquier problema indica el feo panorama en el que nos estamos metiendo.

Subo a Elorrio a pasar las fiestas navideñas. Si todo va bien, nos leemos el jueves 4 de enero. Disfrútenlo, pásenlo bien y abríguense. Feliz Navidad y año nuevo para todos.

jueves, diciembre 21, 2023

Libros recomendados Año 2023

Esta imagen anexa es la que ilustró el cartel de la feria del libro de Kiev de este año y, como metáfora, representa una idea brillante. Lamentablemente, no, los libros no son capaces de parar los bombardeos ni salvar vidas, pero quizás sean uno de los mejores lugares en los que encontrar refugio ante la dura realidad que no deja de sobresaltarnos. A veces leer, sumergirse en esos mundos narrados, puede ser la única manera de sentirse a salvo.

Recuerden que no tienen por qué ser libros editados en este año sino los que más me han gustado de entre los que he leído. Salvo los ganadores de cada categoría, el orden del resto de libros reseñados no indica una mayor o menor calidad, sólo que son los que más destaco.

Mejor libro de ficción. Ha llegado tarde en el año, pero es impactante

Mira esa chica, de Cristina Araújo Gámir, editorial Tusquets, 384 páginas A priori, este libro, primera novela de la autora, tenía todos los motivos posibles para que no le hiciera caso, al tratar un tema muy manoseado por los medios y lleno de sesgos, el de una joven adolescente y una manada, donde ser políticamente correcto y quedar bien en lo más fácil. Leí comentarios de críticos que pensaban eso mismo pero que lo aprobaban con nota, y decidí darle una oportunidad. La verdad, soy tonto. Es excelente. Un libro escrito con un estilo brillante, lleno de diálogos y reflexiones de adolescentes y adultos, de escenas memorables, de dureza extrema cuando se requiere, y totalmente alejado de sesgos, simplicidades, de caracteres planos, de complacencia. Una construcción de personajes asombrosa y una capacidad de relatar la historia que te hacen imposible dejarla. Es una de las mejores novelas que he leído en los últimos años.

  • Castillos de Fuego, de Ignacio Martínez de Pisón, editorial Seix Barral, 704 páginas. Martínez de Pisón tiene una excelente obra en la que el realismo social y las décadas de los sesenta a los ochenta se unen de manera natural. Aquí sale de su “zona de confort” y nos lleva, en su libro más complejo y ambicioso, a un Madrid de postguerra arrasado, frío, ruinoso, mísero, en el que un conjunto de personajes, algunos reales, otros de ficción, acaban cruzando sus vidas en una trama en la que cada uno sobrevive como puede. Colaboracionistas, conversos con el régimen, resistentes, supervivientes, jóvenes con ilusiones, arribistas, fracasados… es un libro excelente que retrata una vida y época de una crudeza extrema.
  • Tomás Nevinson, de Javier Marías, Ed Debolsillo, 680 páginas. Última novela del desaparecido maestro, es una segunda parte de Berta Isla y, a la vez, no lo es. En ciertos momentos la trama se cruza con sucesos contados en aquella novela y el que Tomás sea el marido de Berta hace que ella aparezca en ocasiones. En todo caso, es una obra independiente y plena, escrita con un total dominio de la forma y que nos lleva al mundo del espionaje contraterrorista con el protagonista apostado en una ciudad española de provincias que se parece mucho a León, tratando de identificar qué mujer forma parte de un comando etarra. El universo Marías en todo su esplendor.
  • Una historia ridícula, de Luis Landero, editorial Tusquets, 288 páginas. Si Marías es el maestro de lo rebuscado, Landero va camino de la depuración más absoluta, pero logrando iguales cotas de genio en el uso del lenguaje, con un tono y estilo puramente cervantino. Novela que cuenta una anécdota de poca momta desde la perspectiva del protagonista, un personaje grimoso, pagado de sí mismo, que se cree el centro del mundo y de todo lo que le rodea. Landero logra que alguien de quien huiríamos sin dudarlo nos resulte interesante en su monólogo narrativo y construye una novela brillante.
  • Las manos cerradas, de Francisco Bescós, editorial Sílex Ediciones, 334 páginas. Bescós es un autor de novela negra y thriller (suyo también es La Ronda, editorial Reservoir Books) al que he conocido este año. Este libro se sale de su temática habitual y cuenta como es su vida como padre de una niña con parálisis cerebral irreversible derivada de un problema en el parto. Aunque se le incluya en el género de la autoayuda, el libro está lejos de esos manuales nefastos que tanto éxito tienen ahora. Estamos ante el sentido, y literariamente redondo relato de un amor, de una vida complicada hasta el extremo, de la lucha constante por todo, de la gratificación y el dolor. Conmueve
  • Yoga, de Emmanuel Carrere, editorial Anagrama, 328 páginas. Carrere es el maestro de contar su vida y hacerla adictiva. Esta obra, dividida en dos partes muy claras, cuenta su adicción al yoga como terapia personal para “buscarse” y encontrar reposo interior, y el lector siente que estamos ante la confesión personal de una autoestafa más que un remedio. En la segunda parte, el autor huye de eufemismos y relata cómo esa búsqueda degenera en una depresión profunda de la que saldrá no por la meditación y el aura interior ni cosas de esas, sino por la eficacia de los medicamentos con los que le atiborran. El argumento del libro es un poco absurdo, pero Carrere escribe tan bien y de forma natural que es imposible no caer en sus brazos literarios.
  • El italiano, de Arturo Pérez Reverte, editorial Debolsillo, 400 páginas. Reverte va a un ritmo endiablado, de libro por año, preocupado porque el tiempo no le permita escribir todas las historias que quiera contar. Por ahora esta frecuencia de publicación no le resta calidad, y este es un caso especialmente llamativo. Novela encuadrada en Gibraltar Línea de la Concepción, en plena Segunda Guerra Mundial, con unos espías italianos, unos británicos aliados, un régimen franquista en construcción y una población civil que ve, colabora con unos u otros, o ambos o ninguno. Un gran ejemplo del universo narrativo del autor, referencias a los clásicos y trama que engancha.
  • Intento de escapada, de Miguel Ángel Hernández, editorial Anagrama, 248 páginas. Un autor español al que he descubierto este año. Murciano, dos son las novelas que he leído, y reseño esta porque la trama y lo que cuenta se me han hecho más interesante, pero podría referirme a la otra (El dolor de los demás, también en Anagrama). Un relato en el que el arte moderno juega un papel importante, y un creador con aires de divo rompe los esquemas de un joven universitario que quiere introducirse en el mundo del comisariado de exposiciones y va a descubrir algo que no le gustará nada. Amor, sexo, trampantojos en una novela más que interesante.
  • La señora March, de Virginia Feito, editorial Debolsillo, 328 páginas. Una historia donde nada es lo que parece. La señora March es una adinerada residente en uno de esos pisos de ensueño de Manhattan, casada con un escritor que, en su última novela, caracteriza a la protagonista principal de tal manera que todo el mundo lo identifica con su esposa. Ella empieza a sentirse incómoda y, a partir de ahí, empiezan a pasar cosas que nos llevarán a un escenario de tensión con ribetes de película de Hitchcock que impiden al lector dejar de leer.
  • La llama de Focea, de Lorenzo Silva, editorial Booket, XXX páginas. Si antes indicaba que Landero cada vez es más cervantino, también se puede decir que Silva se hace galdosiano. Su serie de novelas de “Vila y Chamorro” son, una a una, episodios nacionales en los que el crimen a resolver está en el fondo de una descripción social del país y su tiempo, y de unos personajes que crecen a pasos agigantados en edad, sabiduría y cicatrices. Enmarcada en el año de la sentencia del golpe sedicioso de 2017, y con viajes intercalados a la Barcelona olímpica de 1992, la novela es excelente. Leerla tras lo sucedido en este 2023 la hace aún más amarga y, sí, necesaria

Mejor libro de no ficción. Varios y buenos ensayos en un año de dudas y sombras.

La guerra de los chips, de Chris Miller, editorial Península, 544 páginas. Casi todo lo que usamos en nuestra vida tiene chips, y quienes los fabrican y diseñan se han convertido en los que dominan el mundo. Concebido como un enorme reportaje periodístico, el trabajo de Miller mezcla los desarrollos de I+D+i que permiten el crecimiento exponencial de la capacidad de los chips con la evolución empresarial de los gigantes que en Asia y EEUU (y en un rincón de Países Bajos) construyen lo infinitamente pequeño que permite que funcione internet, coches, smartphones, lavadoras, la IA, las plataformas de televisión, etc. Negocios, geopolítica, estrategia, tecnología, codicia y muchísimo dinero en una historia apasionante narrada con pulso, gracia y gigahercios. Se aprende mucho, se disfruta aún más.

  • Leonardo da Vinci, de Walter Isaacson, editorial Debolsillo, 584 páginas. Cualquier libro de Isaacson es genial. Experto en biografías, se centra en este caso en la vida del gran Leonardo, del que se sabe tanto como se ignora. El texto sigue un orden cronológico, pero usa las distintas obras que florentino crea a lo largo de su vida como nexo de unión, prestando especial detalle a lo que aportó en pintura, arquitectura, biología, defensa, etc. Destaca de él, por encima de todo, la absoluta curiosidad que nunca perdió, que le permitió explorar en todos los campos del saber, pero sin llegar a sacar todo el rendimiento posible de su genio en ninguno de ellos porque en todos quería estar.
  • Guía para viajar en el tiempo a la Inglaterra medieval, de Ian Mortimer, editorial Capitan Swing, 472 páginas. El título lo dice todo, pero esconde muchas sorpresas. Cómo vivir, cultivar, vestirse, moverse, hablar, creer, comprar, trabajar, divertirse.… la vida común de una época que se nos antoja como un planeta completamente distinto. El autor ha buscado documentarse en fuentes de todo tipo para tratar de mostrar la vida no ya de nobles y cortesanos, sino de los siervos y villanos que deambulaban por un entorno mucho más hostil y vacío que el nuestro. Y sí, por momentos la época medieval es repugnante y muy peligrosa, pero en otras cuestiones la similitud respecto a lo que vemos en el día a día es elevadísima.
  • La guerra ruso ucraniana, de Serhii Plokhy, editorial Península, 544 páginas. De mientras siguen los combates, no son demasiados los libros publicados sobre el devenir de la guerra. En esta obra, densa, el autor mezcla momentos concretos del desarrollo de la guerra, desde febrero de 2022, con la historia que han tenido ucranianos y rusos en el pasado, con especial énfasis en lo sucedido a lo largo del siglo XX y los efectos del dominio soviético. Es un trabajo serio, riguroso, profundo, con conocimiento de causa por parte de un historiador al que le ha tocado sufrir en primera persona los efectos de la guerra.
  • Europa, de Timothy Garton Ash, editorial Taurus, 496 páginas. Pocas veces se da la coincidencia que permite unir vida personal y relato histórico de una manera tan amena y acertada como la lleva a cabo Ash en esta obra, para mi gusto la mejor de las suyas. El libro se centra en la evolución del continente desde la postguerra hasta los tiempos turbulento del Brexit y la guerra de Ucrania, pasando por el cénit de la construcción europea tras la caída del muro y el desencanto fruto de la crisis financiera de 2008 – 2012. Digno heredero del “Postguerra” de Tony Judt, es una obra de referencia para todo amante del concepto de Europa y de su historia.
  • Observar el arroz crecer, de Julio Ceballos, editorial Ariel, 512 páginas. China es ya una variable imposible de evitar para explicar el mundo en el que vivimos, aunque esté atravesando lo que parece ser una crisis económica con toques de burbuja inmobiliaria que le impiden crecer como antaño. El autor, español residente allí desde hace muchos años, cuenta cómo es la vida real en aquella parte del mundo, con sus contradicciones, ventajas, servidumbres y matices. Puede resultar un texto algo complaciente con el régimen, pero me parece de referencia para entender cómo vive el chino, entiende el mundo y cómo, desde fuera, debemos tratar de abordarlos.
  • Vuelta al país de Elkano, de Ánder Izaguirre, editorial Libros del KO, 356 páginas. En obras anteriores (Plomo en los bolsillos, por ejemplo) Ánder ya mostró tanto lo buen escritor que es como lo que le gusta el ciclismo, y aquí vuelve a juntar sus dos pasiones. Aprovechando el centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, se planta en la Getaria natal del navegante y, a partir de ahí, realiza un recorrido en bici por el mundo vasco en extenso, incluyendo Navarra y el sur de Francia. Cuesta arriba y abajo, el relato mezcla historia, reflexiones y descripciones de viaje en un excelente libro que desmonta tópicos, afianza otros y permite aprender mucho.
  • La bóveda y las voces, de Ramón de Andrés, editorial Acantilado, 384 páginas. “Por el camino de Josquín” es el subtítulo con el que el musicólogo y filósofo Ramón de Andrés ha titulado esta obra en la que trata de investigar la vida y creaciones de Desprez, o como se escriba, que no está claro, el mayor de los polifonistas de la escuela franco flamenca y creador de una obra sacra y profana que llevó al arte vocal a las cumbres más altas de su tiempo. Lo poco que se sabe del personaje es un aliciente para imaginar su vida y cómo se relacionó con aquellos que le contrataron a lo largo de una Europa en la que las cortes se disputaban a los mejores músicos.
  • Berlín de Sinclair McKay, editorial Taurus, 504 páginas. Pocas ciudades tienen más historia, y peor si me apuran, que la capital alemana. La idea de McKay no es hacer una biografía enciclopédica de la urbe, sino centrarse en episodios concretos, protagonizados más por ciudadanos anónimos que por grandes figuras, que enlazan desde los años veinte de una ciudad derrotada tras la Gran Guerra hasta la caída del muro, pasando obviamente por el estallido de terror nazi de los treinta y el apocalipsis de los cuarenta. Es ideal para tener un esbozo general de cómo se vivió en la urbe durante esas décadas y, a partir de ahí, profundizar en función de las apetencias del lector.
  • Las ideas fundamentales del universo, de Sean Carroll, editorial Arpa, 352 páginas. La idea del físico y cosmólogo Sean Carroll es escribir tres libros en los que se puedan resumir los conocimientos de la física actual, referida a lo “grande”, lo cuántico y lo complejo. Este es el primero de ellos, en los que se arranca a partir de la física clásica newtoniana, la de los planos inclinados y el tiempo fijo para llegar a la relatividad einsteniana, su modelo espacio tiempo y los agujeros negros. Es un texto accesible, con un gran componente didáctico, y que se puede convertir en la perfecta introducción para los amantes del tema.
  • Camino a la utopía, de J Bradford Delong, ed Deusto, 656 páginas. Este es un libro de historia económica, centrado especialmente en el siglo XX y, sobre todo, en las tres décadas que siguieron al final de la II Guerra Mundial, en las que el mundo, no sólo occidente, vivió un crecimiento económico explosivo que provocó, y se retroalimento, de unos cambios sociales y tecnológicos como nunca se habían visto. El crecimiento de la prosperidad de las naciones, la aparición de los problemas de desigualdad entre los ciudadanos que las componen y la frustración que en los tiempos presentes se vive ante un futuro que antaño se soñó pletórico son las bases de un buen ensayo económico.

Fin de 2023. Resumen nacional

El proceso de degeneración política en el que llevamos embarcados varios años en España se ha agudizado notablemente en este 2023, alcanzando cotas de degradación difícilmente imaginables. Curiosamente, a medida que el peso electoral de las formaciones sediciosas y populistas va cayendo, la aritmética les convierte en más imprescindibles para lograr mayorías de poder, y su capacidad de chantaje no se ha visto, ni mucho menos, reducida. A esta imparable degradación se suma, con saña, gran parte de eso que en su día se llamó profesión periodística, que hoy está llena de propagandistas a sueldo del que toque, contando loas y falsedades y tuiteando a lo loco sin sentido y fundamento.

Las dos grandes citas electorales de este año eran las municipales y autonómicas de mayo y las generales en torno a diciembre. Eran fijas las primeras elecciones, que arrojaron un resultado claro, con una amplia victoria del PP a nivel nacional y a la hora de hacerse con el poder local y regional. El PSOE sólo conservó Asturias y Castilla la Mancha entre las regiones que votaban, y el Ayuntamiento de Barcelona tras una serie de pactos, sufriendo una sangría de votos y poder muy notable. Tras estos resultados Sánchez jugó a órdago y decidió adelantar las elecciones generales al 23 de julio. Un PP confiado por el éxito electoral de mayo realizó una campaña plana a lo largo de la que fue explicitando sus pactos autonómicos con Vox en las regiones donde no poseía mayoría absoluta. Llegado el día de las elecciones, las encuestas pronosticaban la victoria del PP y una mayoría suficiente a la suma de PP y Vox. Acertaron en lo primero, pero no en lo segundo. Visto a posteriori todo el mundo encontró fallos clamorosos en la campaña popular que nadie fue capaz de ver hasta la tarde noche de ese mismo día 23, lo que demuestra lo difícil que es hacer las cosas por uno mismo y lo fácil que es criticar tras ver lo que otro ha hecho. El resultado era uno de los peores imaginables, con una suma de derecha y extrema derecha que no daba y una suma de izquierda, extrema izquierda y sediciosos que sí daba a cambio de que Sánchez traicionase a su partido y al conjunto del país. Tras algunos segundos de duda, sospecho que pocos, Sánchez decidió traicionar a todos y seguir en el poder a cambio de ofrecer la amnistía a los sediciosos y todo lo que quisieran a los que le apoyasen. Desde julio hasta hoy la política española ha sido un descenso al infierno de la mentira más absoluta, la negación de la realidad y la deslealtad por parte de quien ha sido elegido como presidente del gobierno en una votación legítima en las Cortes hace poco más de un mes. Con un PSOE acobardado, o cómplice, o resignado, os implemente disfrutando de las prebendas que puedan caer de la gestión del poder, y un conjunto de socios que se odian entre ellos, la estabilidad de la mayoría que sustenta al gobierno es muy endeble, y más tras la ruptura entre el Sumar de Yolanda Díaz y lo que queda de Pablemos, convertido en un minúsculo grupo secta al servicio del líder mesiánico y su hipoteca. Se han producido numerosas y multitudinarias manifestaciones en contra de la amnistía que ya está tramitando el Congreso, la inmensa mayoría pacíficas, pero no pocas, de muy reducida asistencia, jaleadas por los descerebrados de Vox, esa formación que no dice ser de extrema derecha, que ideológicamente lo es, y que resulta el mejor aliado de un sanchismo carente de ideas a la hora de buscar estrategias para mantenerse en el poder. La bronca permanente formada ante la sede socialista madrileña de Ferraz por parte de un grupo de imbéciles alentados por Abascal y el resto de sus necios compinches y la sonrisa de un Puigdemont que se sabe garante de la estabilidad del gobierno y que en su mano está obtener la amnistía que le libre de las culpas de los delitos que cometió resumen bastante bien lo que es hoy en día la política española. Dos grandes partidos con bases moderadas que se dan la espalda, poseedores de una inmensa mayoría para hacer lo que la sociedad desea, en manos de una banda de descerebrados populistas que agitan la calle y la bronca, porque es lo único que saben hacer.

Más de mil violadores y abusadores se han beneficiado de la aplicación de la nefasta ley del sólo sí es sí, propugnada por Pablemos y defendida por Irene Montero como uno de los mayores avances posibles. Pocos ejemplos hay mejores del peligro que supone dejar responsabilidades y capacidades de poder a populistas necios e incultos. En un año de degradación, los pisos se siguen encareciendo, las listas de espera en la sanidad crecen, el rendimiento educativo de la educación toca fondo en PISA, el sistema de citas previas de la administración impide a millones de ciudadanos acceder a servicios y trámites que les son necesarios, pero el poder de las administraciones, onanista, sólo se preocupa de en qué manos se encuentra. Así nos va.

miércoles, diciembre 20, 2023

Fin de 2023. Resumen económico

Este año que se acaba ha sido, en lo económico, una sorpresa positiva. Si recuerdan entramos en el otoño de 2022 con una sensación de crisis inminente de grandes proporciones, pero la realidad del primer trimestre de 2023 ya desmentía esos augurios. Las bolsas comenzaron el año con fuertes subidas que moderaron a partir de marzos, pero los PIBs y agregados macro no mostraban, por ningún lado, señales de desplome. A lo largo del ejercicio la sombra de la ralentización económica ha ido aumentando, pero la recesión, una de las más anunciadas de la historia, no llega. Eso es bueno.

No todo han sido alegrías, claro está, y depende en qué situación y país se encuentre uno la película es bastante distinta. Para los endeudados, especialmente los hipotecados, ha sido un año cruel. Las subidas de tipos coordinadas de la FED y BCE han llevado al euríbor a cotas del 4% mensual y a renovaciones hipotecarias que se han ido encareciendo mes a mes. El desplome en la compra venta de pisos registrado en España y otras naciones tiene ahí, en el encarecimiento del crédito, una de sus grandes causas. Para los que van al supermercado y compran cosas la inflación ha sido la pesadilla del año, moderándose en ciertos componentes como los energéticos, pero sin control alguno en productos básicos de la cesta de la compra como aceite o alimentos frescos, que han hecho que las botellas de aceite se equiparen a los perfumes franceses en los estantes de lujo. El alivio energético ha sido una de las sorpresas positivas del año. Pese a los intentos de la OPEP y otros productores de mantener altos los precios de gas y petróleo, y pese a algunos repuntes fruto de la coyuntura internacional, endiablada, el barril no ha logrado sostenerse por encima de los 80 dólares y eso ha supuesto un alivio para los bolsillos de los consumidores, que no han frenado su consumo ni demanda de ocio. Naciones como la nuestra, dependientes sobremanera de sectores como el turismo, han vivido un gran año con récord de visitantes, y eso ha sostenido el PI y el empleo, que sigue creciendo a tasas cada vez más lentas, pero positivas. Sin embargo, otras naciones como Reino Unido, Francia o, sobre todo, Alemania, con sectores productivos expuestos a la competencia tecnológica de naciones como China o al efecto de los subsidios a la inversión de EEUU se han visto fuertemente golpeadas. El contraste entre la evolución del PIB alemán, estancado o recesivo, y el nuestro, es llamativo. Respecto a los dos gigantes globales, cara y cruz. Cara para una economía norteamericana que, dopada por la emisión masiva de deuda de su Tesoro y con un dinamismo que sorprende, mantiene elevadas tasas de crecimiento y una creación de empleo robusta que no deja de batir las previsiones de los analistas. El efecto de subida de los tipos de la FED allí ha logrado contener la inflación sin que el empleo se resienta, y todo el mundo sueña con el aterrizaje suave que suponga que el paro no vaya a crecer. El consumidor norteamericano se está quedando sin ahorros y los tipos a los que paga los créditos al consumo y el descubierto de sus tarjetas está en máximos, por lo que su demanda deberá frenarse en algún momento, pero, como pasa aquí, mientras el empleo se mantenga fuerte, el consumo podrá tirar. La cruz es China. Su intento de rebote tras la reapertura brusca después del draconiano cierre Covid se ha convertido en un camino tortuoso lleno de baches, con una demanda interna que no arranca, y un proceso de derrumbe inmobiliario que suena demasiado a lo que vivimos aquí a partir de 2008. Las tasas de paro, especialmente las juveniles, crecen con fuerza, y sus datos han dejado de publicarse. La perspectiva de crecimiento imparable del gigante asiático se ha torcido y la sensación es que Xi, en su poder omnímodo, no es capaz de conjugar una dictadura férrea con la innovación necesaria para mantener una economía moderna. Hay muchas dudas sobre China.

Si recuerdan, tuvimos una minicrisis bancaria en febrero marzo, que empezó en el Silicon Valley Bank y se extendió a otras entidades norteamericanas y europeas a cuenta de la pérdida de valor de la cartera de bonos de renta fija que estaba en el balance de las entidades, fruto de la subida de tipos de la FED. La crisis pudo contenerse, pero fue un susto intenso. Esto nos tienen que hacer permanecer en guardia. Las perspectivas para 2024, con unas bolsas desatadas en el tramo final del año, son de una macro global que se frene e incertidumbre sobre los efectos de la geopolítica global en los costes, demanda y cadenas de suministro. En todo caso, el balance de 2023 es bueno y, si tiene acciones de Nvidia u otra tecnológica, próximo a la orgía.

martes, diciembre 19, 2023

Quinientos millones de razones

Jon Rahm es golfista, uno de los mejores del mundo. Tiene un enorme número de seguidores y dotes para la comunicación, lo que le ha convertido en una persona popular y querida en gran parte del mundo. En muchas ocasiones declaró que no abandonaría los circuitos oficiales del golf por muy buena que fuese la oferta que recibiera de ligas alternativas, como las patrocinadas por los países del golfo. Un contrato de cuatro años por quinientos millones de euros le han llevado a desdecirse y a vestir con frases estilo “la ilusión de un nuevo reto” un cambio de opinión que ha descolocado a muchos y abierto un cisma en el mundo del golf.

Hay muchos aspectos interesantes en esta historia de Rahm, y el más obvio es que tenemos aquí un nuevo caso de alguien que traiciona sus presuntas convicciones por dinero, una cantidad fabulosa de dinero. Acostumbramos a criticar a los políticos, esa tropa de mentirosos parlantes, que venden sus promesas por poder, pero el dinero es la otra gran vía por la que la gente pierde la cabeza y se altera completamente (hay una tercera, que es el sexo, pero eso es otra historia). Tras el anuncio de Rahm no tardaron ni un segundo miles de seguidores suyos, y no, para criticarle con saña, acusándole de todo, empezando por vendido, y de ahí hacia arriba. Ya saben ustedes, el inútil e infantil desfogo de la mala educación en las redes sociales. Como las cifras de lo que ha firmado Rahm son difíciles de comprender, pongamos algo a escala. La milésima parte de su contrato, reitero, la milésima, es más de lo que puede ingresar uno si tiene un décimo premiado en el sorteo del gordo de este próximo viernes. La milésima parte es más, y por un décimo de lotería, antes del sorteo, sin que valga nada, la gente muestra algunos de los comportamientos más rastreros que imaginarse uno pueda. Por los trescientos y algo mil euros que a uno le pueden tocar este viernes de tener el décimo ¿Cuántos de ustedes serían capaces de hacer maldades? Por ese importe cambiarían su vida, pero, lo que interesa aquí, ¿la venderían? ¿Mantendrían silencio ante sus jefes? Una cifra de cientos de miles de euros ya marea las cabezas y debilita todo tipo de convicciones, e inestabiliza a más de uno, que puede dar rienda suelta a comportamientos que pueden ser sorprendentes, o no, y en ocasiones muy perjudiciales. Imagino que la inmensa mayoría de los que criticaron a Rahm desde las redes harían cualquier cosa por tener un décimo premiado en la mano y, con ese dinero ingresado, pasar de lo que digan los demás sobre ellos, e incluso aprovechar para insultar con más fuerza a otros sabiendo que ahora están sobre un colchón mucho más mullido. Las convicciones y las promesas se testan cuando las circunstancias cambian, igual que la fidelidad a la pareja se pone a prueba no en una reunión de trabajo con Powerpoints llenos de flujogramas, sino ante la presencia del o la amante. El caso de Rahm es una exageración desde el punto de vista material y de la relevancia del personaje, pero en cada uno de nosotros anida un diablillo que, espoleado por cifras de dinero que nos supongan ensueño, puede acabar haciéndose con nuestro control, nos guste o no. En el fondo, y aunque no se quiera admitir, la inmensa mayoría de las críticas a Rahm lo que escondían era envidia, una profunda envidia por el inmenso pastonazo que se lleva el golfista y por la nada de dinero que ve el que, cabreado, tuitea, deseando ser él, él, ÉL, el que se lleve los euros a paladas. Sentimiento humano como pocos, la envidia es corrosiva y muestra un lado amargo de las personas. Aunque en dosis muy moderadas puede ser útil, para nada es buena consejera. Y claro, con el contrato de Raham aparecen envidiosos a millones, a cientos de millones.

La verdad es que a mi lo que más me asombra de la historia de este contrato, y otros similares, es que son rentables. Si Rahm cobra quinientos millones es porque va a generar mucho más, gracias a la adoración global que hay al deporte y a los que, desde la élite, lo representan. No lo entiendo, es lo que más ajeno me parece de esta historia. Para mi Rahm, o uno que pega patadas al balón, o un baloncestista de élite, no hacen nada memorable. Se pasan horas y horas entrenado para ser los mejores en lo suyo y lo consiguen, pero eso que hacen no me aporta nada, no me genera valor personal. No pagaría nada por verlos, de hecho no lo hago. Como yo soy el raro en esto (y en otras muchas cosas) esos deportistas cobran lo que cobran y generan esas envidias.

lunes, diciembre 18, 2023

Vargas Llosa se retira

Este año Mario Vargas Llosa ha publicado una novela de temática peruana, titulada “Les dedico mi silencio” que leeré cuando salga en bolsillo, y su agente editorial hizo saber que será el último trabajo de ficción del autor. Embarcado como está ahora mismo en un ensayo sobre la figura de Sartre, se ha informado también que este será el último texto que componga para ser publicado como libro, dando por concluida una gran trayectoria literaria en prácticamente todos los géneros posibles. A sus 87 años, el Nobel llega la final de su trayectoria y da por terminada la labro realizada a lo largo de toda una vida.

Este fin de semana, tras lo anunciado por su familia el sábado, publicaba El País la que, también, va a ser su última columna en la prensa, una colaboración que el escritor mantenía con la cabecera madrileña desde hace varias décadas, años noventa, y que se publicaba en la edición del domingo con periodicidad quincenal. Afirma en ella que la memoria ya no le funciona como antaño y que empieza a no tener fuerzas para realizar artículos y reportajes, que el tiempo de la escritura se le acaba. Dedica esta última columna a dar algunos consejos a los periodistas, especialmente a los de opinión, necesarios en estos tiempos de doctrina militante en los que la figura del periodista se confunde con la del acólito al servicio de la causa. Demanda Llosa que el columnista sea fiel a la verdad, y a su opinión al respecto, y que, si esta discrepa de la línea editorial que mantiene el medio, que no se achante y mantenga sus convicciones. El articulista debe tener una posición dada sobre el tema del que escribe (lo que no le obliga, por supuestos, a tenerla sobre todos los temas del mundo mundial) y con argumentos y razón debe justificarla. Si eso no es lo que el medio en el que trabaja propugna desde su enfoque editorial, da lo mismo. El propio Vargas Llosa ha sido un articulista molesto para El País en no pocas ocasiones, manteniendo una postura liberal que casaba ligeramente con las bases fundacionales del periódico, pero que cada vez se ha ido alejando más, no por la deriva del escritor, sino por el propio cambio de espectro del diario, que se sigue escorando cada vez más hacia una nada sanchista. Vargas Llosa ha evolucionado ideológicamente a lo largo de estos años y, de una juventud de militancia comunista y “sesenta y ochera” por así llamarlo ha acabado siendo un defensor del liberalismo en extenso, no sólo del económico, que también, sino del social, lo que también le ha enemistado con algunos que se hacen llamar liberales pero que asocian ese concepto sólo a la cartera pero no al sentimiento o la vida personal. Dotado de una cultura aplastante y una saber escribir propio de un genio, disputar una posición escrita por Vargas Llosa era un reto para todos aquellos que disintieran de su opinión, y los hay en abundancia. En muchos de los casos el Nobel no entraba al trapo, no es amigo de polémicas desde las que tuvo en su juventud con autores de su quinta y rehúye el enfrentamiento por encima de todo, sabedor de que en el ruido ni va a ser capaz de argumentar ni va a encontrarse verdad alguna. Muchos son los que admiran las novelas de Llosa pero discrepan notablemente de sus posiciones ideológicas, pero la inmensa mayoría le reconoce una coherencia profunda en las mismas. Uno de sus ensayos “La llamada de la tribu” que es muy recomendable, supone una defensa del liberalismo pero, sobre todo, de la libertad frente a la masa, de la capacidad crítica del individuo en la sociedad frente al poder establecido que siempre busca amordazar a la opinión discrepante. Natural de una nación y continente en el que la libertad siempre está en peligro por las asonadas militares y el populismo, Vargas Llosa llegó a la democracia europea y le fascinó desde un principio la maravilla de equilibro democrático que hemos alcanzado en nuestras sociedades y, pasmado se quedó, la admiración que los intelectuales europeos tenían de regímenes de pesadilla que él conocía muy bien. De ahí su desencanto ideológico y su conversión a la fe de la libertad por encima de todo.

Vargas Llosa es un excelente escritor, autor de algunas de las mejores novelas de las últimas décadas, y como periodista ha sido autor de grandes columnas. Para los que en ello trabajan, y los que, por afición, tratamos cutremente de imitarlos, ha sido todo un referente y ejemplo. Su decisión voluntaria de retirarse es dolorosa para los lectores, pero es el autor el que decide cuándo se ve en condiciones de seguir y cuándo no, y el lector, además de respetar esa voluntad, poco más puede hacer que agradecer el trabajo de estos años y el inmenso placer e ilustración que ha sido pasar horas envuelto en sus páginas. Un maestro sale de la escena y se retira.

viernes, diciembre 15, 2023

Ucrania y el sueño de la UE

En una de sus reuniones íntimas, a la luz de la banca suiza, Sánchez y Puigdemont pueden intercambiar opiniones sobre lo que piensan al respecto de Ucrania. El sedicioso, aliado de Putin y apoyado por él, tratará de convencerle por la vía chantajista al presidente de que las tropas de Moscú liberan y desnacifican, y que eso es lo que debiera pasar en la Cataluña gobernada por su majestad Carles. Sánchez, que miente más que habla, le dirá lo que sea para mantenerse un mes más en el gobierno y, si es necesario, aparecerá con una Z impresa en la solapa de su traje en pleno consejo de la UE si el chantajista Puchi lo exige.

Más allá de parodias, que hoy en día son mero reflejo de la amarga realidad, la decisión de ayer de la UE de abrir negociaciones formales para la incorporación de Ucrania al club comunitario es una noticia importante, pero más por su simbolismo que por su posible trascendencia, y supone un respaldo político a Kiev, pero poco más. Entiéndaseme, estoy plenamente a favor de que Ucrania entre en la UE, pero el problema de fondo es que, de mientras dure la guerra, no tiene mucho sentido establecer un proceso de adhesión con un gobierno cuya principal prioridad es sobrevivir al asesino que le mata población y arrebata territorio. La UE, quizás, dada su impotencia absoluta en capacidad armamentística, ha optado por una solución de esas que gustan mucho en Bruselas, basadas en las declaraciones formales y la regulación, pero que carecen de poder efectivo cuando en frente se encuentra un actor que no respeta las reglas. Bueno es que haya un respaldo pleno a Kiev, pero ¿en qué se va a traducir ese proceso de negociación? ¿cómo desde Kiev se podrá hacer frente a unas difíciles reuniones y agendas, las impuestas por la UE, cuando la mera existencia de la nación está en juego? El desarrollo de los combates desde otoño está adquiriendo un tono cada vez más oscuro para los intereses de Kiev, y de la UE, dado el estancamiento de las fuerzas ucranianas, el constante martilleo de las rusas y, sobre todo, el creciente bloqueo de los suministros norteamericanos. Kiev, Zelensky y sus tropas agradecen las palabras y los gestos, qué menos, pero lo que necesitan son armas, y en eso la UE está, como era de prever, fracasando estrepitosamente. La capacidad productiva de las fábricas europeas para hacer munición, explosivos y demás elementos militares era, y es, homeopática para las necesidades de un frente que abarca cientos de kilómetros y miles y miles de combatientes. En estos casi dos años de combates ha habido tiempo para que la UE, o los jefes de estado de algunos de los gobiernos más volcados en el apoyo a Kiev (no, el nuestro no está entre ellos) podrían haber buscado las fábricas y empresas más adecuadas para volcar paquetes de inversión y garantizar un flujo de suministros militares mínimos, dado que los stocks almacenados en los ejércitos regulares europeos están casi agotados. ¿Se ha hecho algo al respecto? No, no me consta. Miles son los artículos que se escriben sobre la necesidad de autonomía estratégica europea, lo imperioso que es desconectarse del complejo industrial militare estadounidense, y cosas por el estilo, pero a la hora de la verdad, y qué mayor verdad que una guerra cruel, el músculo europeo sigue plenamente entrenado para escribir declaraciones, memorándums y reglamentos, pero no consta que sea capaz de hacer obuses autopropulsados, drones y munición a millones. Hemos dejado el abastecimiento militar de las tropas de Kiev en manos de EEUU y, a once meses de las elecciones allí, el republicanismo activo ya no se esconde a la hora de torpedear la estrategia ucraniana y trabajar sin descanso en beneficio de Putin.

Y Putin no descansa. Ayer reapareció en la rueda de prensa de final de año que era típica en el kremlin antes del Covid guerra, un encuentro masivo en el que los periodistas nacionales y corresponsales extranjeros intentan hacer su trabajo a pesar del miedo que impone la gélida mirada del tirano ruso. Putin dijo ayer que sus objetivos respecto a Ucrania siguen en pie y que no cesará hasta conseguirlo. Eso se puede traducir como que la guerra no se frena y que si Kiev afloja Rusia conseguirá ganancias en el este. Lo urgente, lo grave, lo imprescindible, es frenar a los rusos y convertir esa guerra en un fracaso para Moscú. La decisión de ayer en Bruselas ayuda a estos efectos, pero de una manera tan liviana como inútil en la práctica.

jueves, diciembre 14, 2023

Milei y las opciones de Argentina

El domingo por la tarde, hora española, Javier Milei tomó posesión como presidente de Argentina en una ceremonia en la que Alberto Fernández, el mandatario saliente, tenía aspecto de asistente a un funeral y Cristina Fernández de Kichner, la que ha reinado durante todos estos años en el país, parecía el cadáver que el peronismo velaba en su duelo. Milei cambió algunas tradiciones de la toma presidencial y, a lo americano, decidió dar su discurso en las escaleras del Parlamento, delante de la muchedumbre concentrada en la plaza. Sus palabras fueron, para lo que ha demostrado ser en campaña, moderadas.

Lo más significativo de lo que dijo, y además cierto, fueron tres palabras: “no hay plata”. Con una inflación del entorno del 150% anual, déficit comercial y fiscal desatados y pobreza creciente, la economía argentina es un enfermo que está gravísimo y cuya supervivencia es dudosa. El reto que tiene el nuevo presidente por delante es enorme, y no va a salir de él motosierra en mano, como hizo durante la campaña, ni con propuestas estrambóticas como la de renunciar al peso y adoptar el dólar como moneda. La única posibilidad de que Milei sea capaz de revertir el desastre que han dejado décadas de populismo peronista es implantar una política seria de ajustes y recortes, con carácter selectivo, que embriden el descontrolado gasto público, permitan la entrada de divisas y den al país una imagen de seriedad mínima en el mundo que lo haga atractivo para la inversión. El problema básico que tienen todo este tipo de medidas es que, a corto plazo, de manera inmediata, generan un daño adicional a la población y causan una gran conflictividad social. Reducir el gasto público son cuatro palabras que se pueden traducir en cientos y cientos de medidas de muy distinto alcance financiero y social, y todas ellas van a perjudicar a algunos sectores y ciudadanos. Si uno es listo y trabajador busca aquellos recortes que sean los menos dolorosos para los que menos tienen y, a la vez, significativos y eficientes. Si uno es vago, aplica idénticos recortes por doquier a la espera de que las cosas vayan tirando. Contablemente, a primera vista, ambas decisiones pueden ser equivalentes. Política y económicamente no lo son. Un gobierno que recorta prestaciones sociales debe empezar por recortarse a sí mismo, por reducir su propio gasto, por dar una señal a los administrados que quien recorta no se está quedando con parte del recorte. Es una vía para hacer las cosas bien y limitar la protesta social, que será inevitable. En Argentina las medidas deberán ser duras porque, entre otras cosas, el margen de la nación es escaso, y para tomarlas Milei cuenta con un Congreso en el que su partido tiene poco apoyo, por lo que tendrá que negociar lo que quiera hacer. Para un político populista que se ha llenado la campaña de soflamas y gritos aterrizar en la política real se le va a hacer muy cuesta arriba a “el loco” como le apodan muchos. Tiene una ventaja en su mandato, que es que viene precedido por el estrepitoso fracaso de todos los anteriores, y por la historia económica de una nación que es el paradigma moderno de la catástrofe, donde todo lo que se ha podido hacer mal mal se ha hecho. Es probable que veamos la marcha de varios de los ciudadanos argentinos, proceso que se da desde hace años por la falta de expectativas en una nación quebrada, y que esa marcha se frenase sería un indicador significativo de que algo está mejorando allí, pero para eso, si se da, queda bastante tiempo. Por ahora la travesía del desierto que lleva la nación sigue y ahora empieza a ser comandada por Milei en otro tramo de ardientes arenas.

¿Puede conseguirlo? Ojalá, pero lo tiene realmente difícil. Empezando por la necesidad de pragmatismo y cabeza fría, que no parece tener en exceso, la labor de su gobierno es todo un reto, y la división de la sociedad argentina entre los peronistas derrotados ávidos de poder, los votantes que demandan un cambio y la inmensa masa de pobres que se reparte entre todos los estratos de voto y demás categorizaciones sociales lo pondrán difícil. Las relaciones comerciales con China, la política cambiaria, con una primera y gran devaluación del peso, el control del gasto público, la explotación de recursos energéticos como los petrolíferos en el yacimiento de vaca muerta… los frentes que tiene el nuevo gobierno son inmenso. Por el bien de aquel país, espero que acierte.

miércoles, diciembre 13, 2023

Polonia está de vuelta

Ayer comenzó en el Congreso de los Diputados el trámite legislativo de la vergonzosa ley de amnistía, el precio infinito ofrecido por Sánchez al sedicioso independentismo para mantenerse en el poder. Como hay un grupo de pequeños partidos y un otrora socialista que suman mayoría la norma acabará siendo aprobada, y, pese a los vetos que se introduzcan en el Senado, podrá ser llevada a buen puerto en un plazo de algunos meses. La ley, la igualdad ante la misma, será mancillada por aquellos que la incumplieron y logran, a través del chantaje político, colocarse por encima del resto de ciudadanos, a los que las normas nos obligan sin escapatoria. Nuestro país es, desde ayer, mucho más injusto.

En Polonia, sin embargo, ayer fue un día ilusionante. Tras el largo periodo de gobierno del PIS, populismo conservador encarnado en los antaño hermanos gemelos Kazynscky, luego sólo por uno de ellos tras la muerte del otro en un accidente aéreo, el expresidente de la Comisión Europea Donald Tusk logró ser investido primer ministro en el parlamento de Varsovia tras aglutinar una coalición dispar, deslavazada pero, de momento, unida, cuyo principal fin era desalojar al PIS del gobierno, y hacer que Polonia vuelva a la senda de la legalidad europea. Durante los años de gobierno del PIS el ejecutivo polaco ha ido llevando una política a rebufo de lo que marcaba el ultra Orban, dueño y señor de Hungría. La toma progresiva del control de todas las instituciones, la desligitmación del gobierno de los jueces y su independencia, y el intento constante de controlar tribunales en su propio beneficio han sido la clave de bóveda de una política nacionalista, exaltada en los valores propios, obstaculista con respecto a las iniciativas europeas y llena de amenazas de todo tipo a los que no estuvieran de acuerdo con el régimen impuesto. Sí, es algo parecido a lo que hace Sánchez aquí, pero mucho más a lo bestia. De hecho es casi lo mismo que le gustaría hacer a Junts o a Vox si pudiera gobernar. Además, ahí el sesgo ideológico es muy parecido, porque el PIS, Junts y Vox son de la misma familia ideológica, el nacionalismo xenófobo de derechas, basado en la creencia de la superioridad de unos, los míos, frente a los demás. Sancionada por la UE de manera creciente, con paralizaciones constantes en la entrega de fondos estructurales y de recuperación tras el Covid, Polonia se había convertido en un problema de fondo para una Unión que observaba, con alarma, como la expansión al este, que se recibió con ilusión, se había transformado en una de las principales amenazas al propio futuro del proyecto europeo. Que Hungría bloquee decisiones y sea reticente a todo es un fastidio, pero dado el tamaño del país no deja de ser un mal controlado. Polonia es otra cosa, es la “España” de esa ampliación, con una población de más de cuarenta millones de personas, una gran extensión, frontera con Alemania y gran valor estratégico. La historia del siglo XX polaco puede que sea la más desgraciada de todas las posibles y, por eso, la entrada en la UE suponía para esa nación una oportunidad de desarrollo económico y social como no se ha conocido desde hace mucho mucho tiempo. Por eso era aún más incomprensible, más hiriente si quieren, la respuesta retrógrada de su gobierno ante cualquier propuesta europea y todo lo relacionado con su intento de “iliberalizar” el régimen político. Sólo en el caso de la guerra con Ucrania, por ser nación vecina y por lo que supone el recuerdo del yugo ruso en todo el este de Europa, las autoridades polacas han colaborado con las demás naciones de la UE. En todo lo demás (inmigración, presupuestos, justicia, alianzas exteriores, derechos sociales, etc) Varsovia ha sido el gran quebradero de cabeza durante estos años. Eso empezará a corregirse a partir de hoy, y es algo de lo que debemos felicitarnos.

Hay una imagen de la sesión de ayer del parlamento de Varsovia que nos suena mucho, y que contemplo con envidia desde el desastre que vivimos aquí. En las tribunas de la cámara, se puede ver a Lech Walesa, uno de los héroes de la libertad polaca y europea, con una camiseta que suele portar habitualmente, en la que se le Konstytuc Ja, Constitución sí, aplaudiendo la investidura de Tusk. Él sabe lo que es vivir en una dictadura, y veía hasta qué punto el actual régimen del PIS estaba degradando la democracia polaca para aproximarla, desde una ideología presuntamente opuesta, a algo que le recordaba a lo que él tuvo en frente durante los años de la represión. Constitución Sí, en Polonia y en España. Sólo ella nos separa de la dictadura.

martes, diciembre 12, 2023

Hipocresías climáticas en la COP de Dubái

Lo que ya es evidente para todo el mundo es que esto de las COP, las conferencias sobre el clima de la ONU, son un inmenso negocio para el país que las acoge, dejando enormes beneficios por la multitudinaria audiencia que congregan y las rentas que mueven. Se estima que en la que, en principio, se clausura hoy en Dubái, serán entre ochenta y noventa mil los asistentes a un encuentro en el que el número de jets privados de “concienciados” por el clima que están hiperforrados supera a todo lo que uno pueda esperar en estaciones de esquí de lujo o paraísos fiscales tropicales. Al Dios del clima rogando y con el mazo del avioncito particular dando.

El acuerdo final de la cumbre de este año está en el aire por la disputa sobre la necesidad de incluir en él referencias a la renuncia a los combustibles fósiles. Por un lado, los países europeos y otros occidentales, los mayores consumidores de estos combustibles, cargados de hipocresía hasta las cejas y vendedores de un discurso ambientalista que reporta votos, quieren incorporar al texto referencias a esa necesidad, inviable desde el punto de vista tecnológico y económico en la actualidad. En frente, los países productores de petróleo y gas, que viven en gran parte de las rentas de vender esos productos a los países consumidores, no quieren no oír hablar de que lo que mantiene sus economías a flote sea demonizado y puesto en riesgo. Este conjunto de países pasa bastante de los objetivos ambientales, aunque son mucho menos hipócritas que nosotros, los ricos consumidores. Como suele suceder en estos casos, la cumbre puede acabar en fracaso o en un texto acordado lo suficientemente vacío que satisfaga a todos y no diga nada, y de ahí vuelta a los jets privados y de camino a casa a seguir cada uno con lo suyo. ¿Es viable prescindir de los combustibles fósiles? No, imposible. La mayor parte del petróleo se usa para alimentar los motores de combustión que mueven el mundo, y proceder a su electrificación masiva es un reto al que la tecnología actual no puede ofrecer una respuesta ni práctica ni económicamente viable. Un occidental de rentas altas puede comprarse un coche eléctrico que le permite acceder a la ciudad sin emitir y hacer sus trayectos urbanos en el día a día, y tener un segundo coche con el que viajar cuando le plazca sin problemas de batería o recarga. La gran mayoría de la clase media baja tiene un vehículo para todo, y no puede ser eléctrico. Quizás dentro de diez o quince años sí, en función de la tecnología de las baterías, pero hoy no. El resto del petróleo (y gran parte del gas y carbón) se utiliza para usos industriales de todo tipo, entre los que destacan las industrias del acero, cemento, plásticos y amoniaco / fertilizantes, las bases de la tecnología vital que nos sostiene. Electrificar esos procesos, actualmente, es un reto tecnológico no conseguido. El resto del gas y carbón se utilizan, principalmente, para calefacción y generación de electricidad. Es en este último punto donde las fuentes renovables (solar y eólica principalmente) están siendo relevantes a la hora de sustituir combustibles fósiles, pero la electricidad es un vector energético, que debe consumirse cuando se produce, no es un stock que pueda almacenarse, y de noche los paneles no rinden y sin viento los molinos tampoco. En condiciones climáticas óptimas hemos tenido días en España con sobreproducción gracias a estas dos fuentes que han hundido los precios y apenas han generado emisiones de CO2, ideal, pero en jornadas como hoy o ayer, muy cubiertas y con viento, la generación renovable será escasa y el respaldo de las centrales nucleares y de gas será fundamental para abastecer la demanda. La intensidad de uso de derivados del petróleo por parte de las economías desarrolladas sigue bajando desde hace décadas, lo que es un indicativo de que no dependemos tanto como antes de las mismas, pero es iluso pensar que en un plazo de pocos años puedan ser prescindibles.

Realmente estas conferencias sobre el clima son poco útiles porque llenan de política un tema que, en primer lugar, debiera estar liderado por meteorólogos, que saben bien de qué va esto del calentamiento global y sus consecuencias, y luego por científicos, que son los que pueden dar soluciones prácticas que permitan reducir el uso de los combustibles fósiles. Una batería más eficiente y barata, que de autonomía de 700kms sería el santo grial que permitiría descarbonizar el vehículo privado, pero eso surgirá, cuando lo haga, de un centro de investigación, no de un consejo de ministros o una dirección general de funcionarios. El clima es global, y si naciones como China o India emiten cada vez más de poco sirve que otras emitamos cada vez menos. Y sobre eso tampoco nadie dice nada.

lunes, diciembre 11, 2023

Ucrania va mal

Una de las siniestras derivadas de la guerra entre Israel y Hamas (¿alguna hay que no lo sea?) es que la atención informativa global ha virado, abandonando Ucrania y centrándose en Gaza. Parece que la orden ha sido unánime a todos los corresponsales de los medios, dejar el este de Europa y salir corriendo a Israel, por lo que la cobertura que se hace de lo que pasa en Ucrania casi se ha evaporado de los medios. Apenas alguno cuenta un breve perdido, entre toneladas de noticias sociales de nulo interés, sobre lo que pasa en los nevados campos de batalla del este del país, como si fuera otro de los muchos sucesos que no dejan de pasar cada día.

La guerra allí sigue y, por cierto, no va bien para los ucranianos. Rusia ha aprovechado el apagón informativo para no cortarse mucho en sus acciones, pero, sobre todo, está sacando partido de la disensión creciente entre los aliados de Kiev, especialmente en EEUU. Con los paquetes de ayuda a Ucrania congelados en la Cámara de Representantes sabe Moscú que los suministros con los que cuentan las tropas de Kiev son cortos, y que no tiene mucho con lo que responder a sus envites, por lo que aprovecha para lanzar nuevas andanadas de misiles y drones sobre Kiev y otras ciudades del país. El resultado de la contraofensiva ucraniana del verano, a las puertas del final de 2023, se puede calificar como fracaso. El terreno recuperado se mide en escasos kilómetros cuadrados, y los embates de las tropas ucranianas no han conseguido romper realmente el muro defensivo creado por Rusia, una pesadilla de trincheras, casamatas, puestos de control, vallas, concertinas…. Ahora mismo, en el fragor de un invierno que allí ya es riguroso, la situación del frente es de estancamiento, como era de prever, pero con la sensación de que el momentun de la ofensiva está ahora en manos rusas. En Febrero se cumplirán dos años de guerra y el agotamiento empieza a hacer mella en la sociedad ucraniana, que pone muertos a miles y destrozos sin cesar en su país, mientras que a Putin y sus secuaces no les cuesta seguir mandando jóvenes rusos al matadero y la oposición al régimen es testimonial, amedrentada por la represión que las fuerzas de seguridad rusas emplean contra todo aquel que se manifieste. Es de esperar que no haya movimientos en las trincheras hasta, por lo menos, marzo, pero no se duda que Moscú seguirá golpeando Ucrania por vía aérea día sí y día también, tratando de romper cadenas de suministro, infraestructuras energéticas y todo aquello que pueda resultar de valor para la sufrida población de una nación que aguanta con fortaleza inusitada lo que le está pasando pero que no tiene fuerzas infinitas. La resistencia de Kiev se basa, fundamentalmente, en las transferencias financieras que le realiza la UE y la aportación militar que suministra EEUU. A medida que los republicanos norteamericanos empiezan a poner más y más trabas a nuevas raciones de munición y suministros con destino a Kiev una de las dos patas empieza a cojear, y sin ellas el gobierno de Ucrania y su ejército tienen poco que hacer. Rusia, por su parte, sigue obteniendo suministro militar de sucios aliados como Corea del Norte o Irán, ha reestructurado su economía hacia la guerra, creciendo el porcentaje del PIB que supone el sector armamentístico hasta niveles disparatados a cambio de reducir los servicios que presta a una población que no puede protestar. Los ingresos que el país obtiene de la venta de petróleo y gas no se han resentido demasiado por las sanciones internacionales dado que naciones no occidentales, especialmente China y, sobre todo India, compran el crudo ruso en el mercado secundario, y en muchos casos de manera clandestina. Más barato que el precio de cotización, sí, pero Rusia sigue colocando sus hidrocarburos y obteniendo ingresos por ellos. El rublo de vez en cuando se desploma, pero logra remontar y no manda señales de inminente colapso de la economía local.

Con una Rusia que está logrando eludir parte de las sanciones y una Ucrania dependiente de ayudas exteriores cada vez más complicadas, el panorama de la guerra se ensombrece para Kiev, donde las tensiones entre Zelensky y algunos de sus generales crecen, tras el magro resultado de la contraofensiva veraniega. Muchos empiezan a lanzar el mensaje de que Ucrania debe renunciar a los territorios que ha perdido y pactar un alto el fuego, que a buen seguro sólo serviría para que Rusia recupere fuelle y reanude sus ataques en un futuro posterior. Si esas presiones crecen y los suministros menguan, las opciones ucranianas para el año que viene se verán críticamente disminuidas. Pinta mal.

jueves, diciembre 07, 2023

Desastre en PISA y excusas

Cada vez que salen los resultados de los test educativos PISA en España asistimos a la misma ceremonia, convertida ya en tradición. Aunque hay disparidades notables entre CCAA, los resultados globales son malos, lamentables, no dejan de empeorar, y ante eso los responsables de la gestión educativa, nacional y regional, echan mano de todo tipo de excusas baratas para salir al paso, justificar sus altos sueldos y exculparse del fracaso de unos indicadores que, sí, son mejorables, pero son los que son, y que retratan nuestro sistema educativo como uno de los peores de occidente. Sin paliativo alguno.

Lo de esta semana ya ha sido de traca, ante la publicación de una nueva oleada de este estudio internacional. Los datos obtenidos han estado condicionados, en todas partes, por el efecto de la pandemia de Covid y los confinamientos, el abuso sin medida de los dispositivos telemáticos como herramienta sustitutiva de una presencialidad inviable y todo el marasmo que recordamos bien respecto a cómo gestionar en las aulas una enfermedad nueva. Era de esperar que los resultados globales cayesen, y es lo que ha sucedido. En España hemos marcado un nuevo mínimo histórico en nuestra puntuación del test, por lo que, usando notas de esas que sirven y ahora no se suelen utilizar, hemos pasado del suspenso al muy deficiente. Pero hete aquí que la necedad que nos rige ha encontrado una vía de consuelo, y es que los datos del resto de naciones desarrolladas de occidente han empeorado más que los nuestros, por lo que la ventaja que nos sacaban se ha reducido. Nosotros hemos pasado de graves a muy graves y ellos de bien a graves, saltándose el escalón de “mal” por usar una analogía, por lo que la distancia mutua se reduce. Que nuestra capacidad de empeoramiento permanezca desde los tristes niveles en los que nos situamos es, la verdad, meritorio, pero que los encargados de diseñar las políticas educativas sigan cobrando fracaso tras fracaso, lo es más. Literalmente han aplicado el refrán ese que reza “mal de muchos, consuelo de tontos” para reconocer que sí, nos hemos hundido aún más en el pozo de la mediocridad, pero ya no estamos tan solos, porque otros se nos han acercado. Genial. Los alumnos, las principales víctimas de este fracaso colectivo que es nuestro sistema educativo, empeoran sin cesar, el profesorado cada vez se encuentra más abandonado y sin capacidad para imponer su criterio y autoridad en los centros, pero los que dictaminan cómo se ejecutan las políticas educativas, los responsables de dejar al alumnado en la incultura y sin herramientas para poder desenvolverse en la sociedad competitiva del futuro, encantados porque otros no lo han hecho bien. Es para cesarles a todos y que devuelvan los millones de euros que han cobrado de nóminas públicas en estos años de indolente gestión. Si exploramos los datos de PISA, vemos que hay bastante disparidad por regiones y naciones. En general, los países asiáticos vapulean a los occidentales, tendencia que se lleva registrando desde hace años, muestra de que esas naciones se han tomado en serio lo de la educación, poseen un sentido de la disciplina y el esfuerzo que aquí se ha perdido y tienen la convicción de que el futuro puede ser suyo, y para ello estudian con fuerza frente a un occidente ensimismado en problemas menores que le mantienen distraído. Dentro de España, por CCAA, también hay grandes diferencias, con un norte que presenta datos comparables a las naciones avanzadas y un sur que está muy a la zaga. De entre las regiones que destacan, Castilla y León lo hace con fuerza, lleva ya varias ediciones de PISA siendo la mejor en aspectos como comprensión lectora y matemáticas, y sus números son perfectamente comparables con los de Finlandia y otras naciones que suelen liderar el ranking. Algo se está haciendo bien en esa región. Por el otro lado, Andalucía y Extremadura vuelven a marcar valores muy bajos, y destaca sobremanera el desplome del País Vasco y, sobre todo, Cataluña, que obtiene, de largo, sus peores registros en este estudio. Su rendimiento es sinónimo de derrumbe.

Aquí, en Cataluña, se ha llegado al rizar el rizo de la excusa. Los portavoces de la consejería de educación de la Generalitat achacaron los malos resultados del estudio a la presencia excesiva de inmigrantes en las muestras de estudiantes analizadas, lo que, con razón, ha sido considerado un argumento completamente xenófobo por parte de otras formaciones políticas, no de la ERC que rige el departamento. Supongo que al supremacismo que marca la pauta educativa allí, y en otras regiones, le encantaría que todos los alumnos fueran catalanes de purísima cepa y que recitaran al unísono las consignas que emanan del gobierno. Con sujetos como estos al mando no es que la educación esté condenada al fracaso que muestran los datos, es que sólo sirve para adoctrinar. Seguro que eso es lo único que buscan. Pobres alumnos, pobres profesores.

martes, diciembre 05, 2023

Biden y el avispero de Gaza

Puede que la asociación entre EEUU e Israel sea una de las más firmes y sólidas de las que existen en el panorama internacional en los tiempos modernos. Sea por el peso del lobby israelita en la política norteamericana o por el complejo de culpa de unos EEUU que no hicieron lo debido para evitar el holocausto cuando aún era posible, o por la causa que fuere, Israel sabe que en Washington tiene a su más fiel aliado, que le va a defender de lo que pase sea cual sea su actitud, y que le proporcionará apoyo financiero, militar, de inteligencia o de lo que sea ante las circunstancias que surjan. Así mismo, Israel será el brazo que actúe en nombre de EEUU en su zona de influencia.

Teniendo esto en mente, resulta de sumo interés comprobar como la evolución de la guerra de Gaza está abriendo una fractura hasta ahora no vista entre las relaciones de ambos países. De cara a la galería el discurso oficial de EEUU se mantiene firme: Israel tiene el derecho a la autodefensa tras los salvajes atentados del 7 de octubre y como aliado ahí estaremos para apoyarle. Por debajo, la preocupación crece entre los mandos militares y civiles del gobierno norteamericano a medida que las operaciones de las IDF en Gaza se extienden sobre la franja, disparan las víctimas civiles y dejan un saldo de destrucción que no permite imaginar cómo puede ser el día después de la guerra. Destruir Hamas, el propósito enunciado por el gobierno de Netanyahu, es compartido por EEUU y el resto de naciones occidentales, pero desde la capital del imperio se empieza a cuestionar que la manera de lograrlo sea reducir Gaza a escombros y convertir a su población civil en una masa de refugiados sin destino. Eso desde el lado práctico, si así me lo permiten definirlo, pero es que desde el lado de los intereses políticos de la administración Biden también empiezan a surgir dudas y temores. La ración diaria de sufrimiento palestino que retransmiten todas las televisiones ha hecho que la respuesta social en las calles de EEUU sea mayoritariamente a favor de esos palestinos, y el apoyo a Israel sea simbólico, cunado no directamente inexistente. En el partido demócrata la situación es de fractura total, con un grupo dominante, por poco, compuesto por las figuras de toda la vida, que son claramente pro Israel, en las que abundan vínculos económicos, políticos y sentimentales con la nación hebrea, y una fracción creciente, compuesta en su mayor parte por jóvenes, que se muestran claramente a favor de los palestinos y cada vez critican con más fuerza la acción de Israel. A esta división se le debe sumar el hecho de que poco, pero el voto musulmán que existe en EEUU se ha decantado tradicionalmente por los demócratas, que se han especializado en recolectar el voto de minorías, diluyendo en parte su discurso programático, en la idea de que agrupar a esas minorías les dará para alcanzar la mayoría suficiente. Los representantes de la comunidad musulmana en EEUU están tan horrorizados como indignados por lo que pasa en Gaza, y en sus protestas dejan claro que, frente a lo que sucedió en la campaña de 2020, no van a pedir el voto para un partido demócrata que ven coaligado con Netanyahu y su política belicista. El voto de este colectivo es pequeño en número, pero recordemos que hay ciertos estados, los llamados “swing states” en los que el balance entre demócratas y republicanos está muy ajustado y suelen oscilar entre uno y otro por escasos miles de votos. Si Biden pierde los sufragios del colectivo musulmán eso le puede costar alguno de esos estados, y con ello la reelección presidencial dentro de once meses, que en el fondo es lo que más le importa. No lo único, pero sí por encima de todo lo demás.

El deseo de la administración Biden sería que la guerra de Gaza concluyese mañana, mejor aún, esta tarde, y que todo lo que está pasando se fuera disolviendo en el tiempo, amortiguándose de cara a las presidenciales de 2024, pero la falta de una estrategia de futuro sobre el desarrollo de los combates y lo que va a pasar en la franja después por parte del gobierno de Israel hacen que la inquietud siga subiendo en un partido, el demócrata, que se la juega el año que viene de una manera casi decisiva. Cada día de guerra son votos que Biden se arriesga a perder, y sabe que no le sobra ninguno, y menos con unas encuestas que siguen poniendo a Trump en cabeza.

Esta es una semana extraña, pero no me cojo puente, así que el jueves aquí nos leeremos.

lunes, diciembre 04, 2023

Segunda fase de la guerra en Gaza

Tras los siete días de tregua que lograron alcanzar Hamas e Israel, han vuelto los combates a Gaza. En esos días de parón se produjo un intercambio de rehenes en una proporción aproximada de cuatro palestinos por cada secuestrado que liberaba Hamas. Israel entregó principalmente a jóvenes capturados recientemente, en ningún caso implicados en delitos de sangre, y Hamas liberó a mujeres, ancianos y niños, de diferentes nacionalidades. Los reencuentros entre los capturados y las familias que les esperaban fueron muy emotivos y, a la vez, desgarradores para los que aún siguen esperando la llegada de los suyos, que ven cada vez más lejana.

Tras el final del descanso, la violencia ha vuelto con fuerza. Las IDF, considerando que el norte de la franja se encuentra ya suficientemente castigado, empiezan a dirigir sus ataques al centro y sur del territorio, donde la desgracia ha hecho que se concentre la inmensa mayoría de la población civil, la ya residente con anterioridad más la que se desplazó del norte cuando comenzaron los bombardeos. Más de un millón y medio largo de civiles pueden encontrase apretujados en la mitad del espacio que quedaba al sur del corte que Israel realizó en el terreno de Gaza, seccionándola en dos partes. Las opciones de supervivencia de esa población civil se reducen a medida que se hacinan y disponen de recursos cada vez más escasos. El mero hecho de que los bombardeos tengan a tanto civil cerca provoca un número de bajas crecientes y el balance de fallecidos se empieza a acercar al millar desde el reinicio de las hostilidades, superándose los 15.000 desde que Israel comenzó su ofensiva tras los ataques del 7 de octubre. Las escenas que nos llegan a través de los medios de comunicación vuelven a ser de una dureza extrema, con un paisaje urbano arrasado, con escombreras donde antes había viviendas y calles, ausencia total de vegetación y personas, muchas de ellas jóvenes y niños, que lloran junto a lo que antaño fueron restos de viviendas, convertidas ahora en montañas de cascotes. Resulta imposible precisar cuántas vidas se pueden esconder bajo esas cumbres de piedras y forjados reventados. El movimiento en la zona se realiza con carros tirados por burros, dada la ausencia de combustible y el cada vez peor estado de unas vías por las que pocos coches serían capaces de transitar, y la sensación general es que la vida en la franja se derrumba a medida que lo hacen las infraestructuras que la permiten. Miles y miles de viviendas perdidas ya no podrán alojar a quienes las habitaron, y las opciones de vuelta a casa para muchos de esos palestinos se reducen a nada, porque ya no hay casa a la que volver. En su ofensiva Israel cuantifica en cientos los accesos a túneles descubiertos y se está esforzando en volar toda esa infraestructura subterránea que ha servido de refugio y depósito de armas a Hamas. Al hacerlo, la estructura urbana que se sitúa sobre ella sufre la voladura de esa especie de red de metro sita bajo sus pies, y no pocas de las construcciones ya dañadas por los bombardeos se desploman al temblar, cuando no hundirse, el suelo bajo el que se asientan. El estado ruinoso en el que se encuentra Gaza impide cualquier opción futura de reconstrucción en un plazo de tiempo previsible, y eso una vez que la guerra concluya, cosa que no está claro cuándo va a ser. Si el proceso de avance de las IDF se mantiene como hasta el momento, es probable que en un par de meses o tres no quede una ciudad gazadí en pie y los refugiados de las mismas, los dos millones de población que la habitaban antes del inicio de las hostilidades, se encuentren apiñados junto al paso de Rafah, en la frontera con Egipto, en un estado de desesperación absoluto, y con una tierra baldía a sus espaldas, con muchas dudas sobre lo que significa volver a un territorio que ha dejado de existir en la práctica.

La sucesión de imágenes crueles que deja cualquier guerra está siendo especialmente severa en este caso, con los medios de comunicación de todo el mundo sirviendo sin cesar escenas en las que los civiles palestinos sufren sin límite en medio de los combates. Algunos soldados israelíes y miembros de Hamas fallecen, pero son los palestinos comunes, ajenos al terrorismo, la población de la calle, la que pone la inmensa mayoría de los muertos y hace frente a la destrucción de su entorno. Usados como escudos humanos por Hamas, asediados y destruidos por Israel, los palestinos cargan con el dolor y destrozo de una guerra en la que tienen todo que perder.

viernes, diciembre 01, 2023

Kissinger, el poder absoluto

Hay veces en la historia en la que se juntan la capacidad y la oportunidad, y eso permite llegar a conseguir que las ambiciones se conviertan en realidades, que se pueda moldear la realidad en función de los deseos. En el estudio de la historia una de las grandes disputas es hasta qué punto los hechos están condicionados por la presencia de grandes hombres que cambian el destino frente al caos y la aleatoriedad propia de los hechos. Cada vez se le da más peso a lo segundo y menos a lo primero, pero es verdad que personas especiales pueden llegar a marcar los hechos y crear, a su manera, la historia.

Henry Kissinger es una de esas personas. Ayer, a los cien años de edad, falleció en plenas facultades mentales, con un aspecto físico propio de su edad y reconocido por todo el mundo como una de las personalidades fundamentales para entender lo que ha sido la historia desde el final de la IIGM. Publicó su último libro este año, en el que analizaba la trayectoria de varios líderes políticos de finales del siglo XX, y seguía siendo perspicaz sobre lo que sucedía en la actualidad. Secretario de Estado con Nixon y asesor de seguridad nacional en ese mismo gobierno, ya antes ejerció influencia sobre presidencias y después fue tenido en cuenta por todos los que han ocupado el despacho oval, siendo una presencia permanente en el entorno del gran poder que rige en Washington. Kissinger diseñó un mundo de guerra fría en el que los bloques, inevitables, trabajasen para mantener el poder de unos EEUU que iban siendo cada vez más relevantes en el mundo. Práctico, con pocos escrúpulos y con visión de futuro, no reparaba en costes, fueran económicos o vitales, para lograr ese objetivo de preminencia de lo norteamericano, de contención de lo soviético y de extensión del poder imperial de la nación que le había acogido tras una infancia europea que le dejó muy claro lo que el fanatismo es capaz de hacer. Amado por unos y odiado por otros, Kissinger aplicó las doctrinas maquiavélicas desde el punto en el que más efecto podían llegar a hacer, y nunca renunció a la capacidad de mover los hilos tal y como le pareciera para lograr los objetivos. Frutos suyos son el viraje norteamericano frente a China, que permitió al régimen de Beijing desconectarse del régimen soviético y emprender un camino, dictatorial en lo político, capitalista en lo económico, que le ha llevado a convertirse en la superpotencia que es. También es resultado de sus ideas el aliento a los golpistas del cono sur norteamericano, con Videla en Argentina y Pinochet en Chile como principales exponentes de la extensión de la doctrina Monroe en el final del siglo XX. Si Henry consideraba peligrosa la democracia en naciones sudamericanas y creía que un régimen salido de las urnas podía ser una vía de inserción del comunismo soviético en el patio trasero de EEUU nada dudaba en apoyar asonadas que acabasen con las democracias de esas naciones, fuera cual fuese el coste que ello supusiera, en lo económico, en las vidas sacrificadas, en el marasmo en el que se sumergieran esas sociedades, etc. En la mente de Kissinger los países no principales (EEUU y Rusia) eran peones, piezas de un ajedrez global en el que él indicaba a los que jugaban cómo mover las piezas, qué hacer con las estrategias y, llegado el caso, si convenía sacrificar o no. Latinoamérica y el sudeste asiático fueron las áreas en las que la influencia de Kissinger más se tradujo en acciones violentas, con víctimas de todo tipo. El premio Nobel de la paz que recibió en su momento resultó ser de los más controvertidos de la historia de un galardón lleno de destinatarios anómalos.

Kissinger buscaba la paz, pero una paz basada en el predominio norteamericano, consciente de que sólo en un mundo donde existe un liderazgo fuerte se puede garantizar la estabilidad. Si ese predominio requería acciones violentas o ilegales, se llevaban a cabo, y punto, porque el objetivo final era superior. El fin justificaba los medios. El marasmo que se produce en el mundo a partir de los errores norteamericanos y la emergencia china en las últimas décadas le tenía preocupado, porque veía como la arquitectura de estabilidad que él había contribuido a crear empezaba a fracturarse. En gran parte el último y largo medio siglo ha estado confirmado por sus ideas. Su vida ha sido asombrosa y determinante.