Recuerden que no tienen por qué ser libros editados en este año sino los que más me han gustado de entre los que he leído. Salvo los ganadores de cada categoría, el orden del resto de libros reseñados no indica una mayor o menor calidad, sólo que son los que más destaco.
Mejor libro de ficción. Ha llegado tarde en el año, pero es impactante
Mira esa chica, de Cristina Araújo Gámir, editorial Tusquets, 384 páginas A priori, este libro, primera novela de la autora, tenía todos los motivos posibles para que no le hiciera caso, al tratar un tema muy manoseado por los medios y lleno de sesgos, el de una joven adolescente y una manada, donde ser políticamente correcto y quedar bien en lo más fácil. Leí comentarios de críticos que pensaban eso mismo pero que lo aprobaban con nota, y decidí darle una oportunidad. La verdad, soy tonto. Es excelente. Un libro escrito con un estilo brillante, lleno de diálogos y reflexiones de adolescentes y adultos, de escenas memorables, de dureza extrema cuando se requiere, y totalmente alejado de sesgos, simplicidades, de caracteres planos, de complacencia. Una construcción de personajes asombrosa y una capacidad de relatar la historia que te hacen imposible dejarla. Es una de las mejores novelas que he leído en los últimos años.
- Castillos de Fuego, de Ignacio Martínez de Pisón, editorial Seix Barral, 704 páginas. Martínez de Pisón tiene una excelente obra en la que el realismo social y las décadas de los sesenta a los ochenta se unen de manera natural. Aquí sale de su “zona de confort” y nos lleva, en su libro más complejo y ambicioso, a un Madrid de postguerra arrasado, frío, ruinoso, mísero, en el que un conjunto de personajes, algunos reales, otros de ficción, acaban cruzando sus vidas en una trama en la que cada uno sobrevive como puede. Colaboracionistas, conversos con el régimen, resistentes, supervivientes, jóvenes con ilusiones, arribistas, fracasados… es un libro excelente que retrata una vida y época de una crudeza extrema.
- Tomás Nevinson, de Javier Marías, Ed Debolsillo, 680 páginas. Última novela del desaparecido maestro, es una segunda parte de Berta Isla y, a la vez, no lo es. En ciertos momentos la trama se cruza con sucesos contados en aquella novela y el que Tomás sea el marido de Berta hace que ella aparezca en ocasiones. En todo caso, es una obra independiente y plena, escrita con un total dominio de la forma y que nos lleva al mundo del espionaje contraterrorista con el protagonista apostado en una ciudad española de provincias que se parece mucho a León, tratando de identificar qué mujer forma parte de un comando etarra. El universo Marías en todo su esplendor.
- Una historia ridícula, de Luis Landero, editorial Tusquets, 288 páginas. Si Marías es el maestro de lo rebuscado, Landero va camino de la depuración más absoluta, pero logrando iguales cotas de genio en el uso del lenguaje, con un tono y estilo puramente cervantino. Novela que cuenta una anécdota de poca momta desde la perspectiva del protagonista, un personaje grimoso, pagado de sí mismo, que se cree el centro del mundo y de todo lo que le rodea. Landero logra que alguien de quien huiríamos sin dudarlo nos resulte interesante en su monólogo narrativo y construye una novela brillante.
- Las manos cerradas, de Francisco Bescós, editorial Sílex Ediciones, 334 páginas. Bescós es un autor de novela negra y thriller (suyo también es La Ronda, editorial Reservoir Books) al que he conocido este año. Este libro se sale de su temática habitual y cuenta como es su vida como padre de una niña con parálisis cerebral irreversible derivada de un problema en el parto. Aunque se le incluya en el género de la autoayuda, el libro está lejos de esos manuales nefastos que tanto éxito tienen ahora. Estamos ante el sentido, y literariamente redondo relato de un amor, de una vida complicada hasta el extremo, de la lucha constante por todo, de la gratificación y el dolor. Conmueve
- Yoga, de Emmanuel Carrere, editorial Anagrama, 328 páginas. Carrere es el maestro de contar su vida y hacerla adictiva. Esta obra, dividida en dos partes muy claras, cuenta su adicción al yoga como terapia personal para “buscarse” y encontrar reposo interior, y el lector siente que estamos ante la confesión personal de una autoestafa más que un remedio. En la segunda parte, el autor huye de eufemismos y relata cómo esa búsqueda degenera en una depresión profunda de la que saldrá no por la meditación y el aura interior ni cosas de esas, sino por la eficacia de los medicamentos con los que le atiborran. El argumento del libro es un poco absurdo, pero Carrere escribe tan bien y de forma natural que es imposible no caer en sus brazos literarios.
- El italiano, de Arturo Pérez Reverte, editorial Debolsillo, 400 páginas. Reverte va a un ritmo endiablado, de libro por año, preocupado porque el tiempo no le permita escribir todas las historias que quiera contar. Por ahora esta frecuencia de publicación no le resta calidad, y este es un caso especialmente llamativo. Novela encuadrada en Gibraltar Línea de la Concepción, en plena Segunda Guerra Mundial, con unos espías italianos, unos británicos aliados, un régimen franquista en construcción y una población civil que ve, colabora con unos u otros, o ambos o ninguno. Un gran ejemplo del universo narrativo del autor, referencias a los clásicos y trama que engancha.
- Intento de escapada, de Miguel Ángel Hernández, editorial Anagrama, 248 páginas. Un autor español al que he descubierto este año. Murciano, dos son las novelas que he leído, y reseño esta porque la trama y lo que cuenta se me han hecho más interesante, pero podría referirme a la otra (El dolor de los demás, también en Anagrama). Un relato en el que el arte moderno juega un papel importante, y un creador con aires de divo rompe los esquemas de un joven universitario que quiere introducirse en el mundo del comisariado de exposiciones y va a descubrir algo que no le gustará nada. Amor, sexo, trampantojos en una novela más que interesante.
- La señora March, de Virginia Feito, editorial Debolsillo, 328 páginas. Una historia donde nada es lo que parece. La señora March es una adinerada residente en uno de esos pisos de ensueño de Manhattan, casada con un escritor que, en su última novela, caracteriza a la protagonista principal de tal manera que todo el mundo lo identifica con su esposa. Ella empieza a sentirse incómoda y, a partir de ahí, empiezan a pasar cosas que nos llevarán a un escenario de tensión con ribetes de película de Hitchcock que impiden al lector dejar de leer.
- La llama de Focea, de Lorenzo Silva, editorial Booket, XXX páginas. Si antes indicaba que Landero cada vez es más cervantino, también se puede decir que Silva se hace galdosiano. Su serie de novelas de “Vila y Chamorro” son, una a una, episodios nacionales en los que el crimen a resolver está en el fondo de una descripción social del país y su tiempo, y de unos personajes que crecen a pasos agigantados en edad, sabiduría y cicatrices. Enmarcada en el año de la sentencia del golpe sedicioso de 2017, y con viajes intercalados a la Barcelona olímpica de 1992, la novela es excelente. Leerla tras lo sucedido en este 2023 la hace aún más amarga y, sí, necesaria
Mejor libro de no ficción. Varios y buenos ensayos en un año de dudas y sombras.
La guerra de los chips, de Chris Miller, editorial Península, 544 páginas. Casi todo lo que usamos en nuestra vida tiene chips, y quienes los fabrican y diseñan se han convertido en los que dominan el mundo. Concebido como un enorme reportaje periodístico, el trabajo de Miller mezcla los desarrollos de I+D+i que permiten el crecimiento exponencial de la capacidad de los chips con la evolución empresarial de los gigantes que en Asia y EEUU (y en un rincón de Países Bajos) construyen lo infinitamente pequeño que permite que funcione internet, coches, smartphones, lavadoras, la IA, las plataformas de televisión, etc. Negocios, geopolítica, estrategia, tecnología, codicia y muchísimo dinero en una historia apasionante narrada con pulso, gracia y gigahercios. Se aprende mucho, se disfruta aún más.
- Leonardo da Vinci, de Walter Isaacson, editorial Debolsillo, 584 páginas. Cualquier libro de Isaacson es genial. Experto en biografías, se centra en este caso en la vida del gran Leonardo, del que se sabe tanto como se ignora. El texto sigue un orden cronológico, pero usa las distintas obras que florentino crea a lo largo de su vida como nexo de unión, prestando especial detalle a lo que aportó en pintura, arquitectura, biología, defensa, etc. Destaca de él, por encima de todo, la absoluta curiosidad que nunca perdió, que le permitió explorar en todos los campos del saber, pero sin llegar a sacar todo el rendimiento posible de su genio en ninguno de ellos porque en todos quería estar.
- Guía para viajar en el tiempo a la Inglaterra medieval, de Ian Mortimer, editorial Capitan Swing, 472 páginas. El título lo dice todo, pero esconde muchas sorpresas. Cómo vivir, cultivar, vestirse, moverse, hablar, creer, comprar, trabajar, divertirse.… la vida común de una época que se nos antoja como un planeta completamente distinto. El autor ha buscado documentarse en fuentes de todo tipo para tratar de mostrar la vida no ya de nobles y cortesanos, sino de los siervos y villanos que deambulaban por un entorno mucho más hostil y vacío que el nuestro. Y sí, por momentos la época medieval es repugnante y muy peligrosa, pero en otras cuestiones la similitud respecto a lo que vemos en el día a día es elevadísima.
- La guerra ruso ucraniana, de Serhii Plokhy, editorial Península, 544 páginas. De mientras siguen los combates, no son demasiados los libros publicados sobre el devenir de la guerra. En esta obra, densa, el autor mezcla momentos concretos del desarrollo de la guerra, desde febrero de 2022, con la historia que han tenido ucranianos y rusos en el pasado, con especial énfasis en lo sucedido a lo largo del siglo XX y los efectos del dominio soviético. Es un trabajo serio, riguroso, profundo, con conocimiento de causa por parte de un historiador al que le ha tocado sufrir en primera persona los efectos de la guerra.
- Europa, de Timothy Garton Ash, editorial Taurus, 496 páginas. Pocas veces se da la coincidencia que permite unir vida personal y relato histórico de una manera tan amena y acertada como la lleva a cabo Ash en esta obra, para mi gusto la mejor de las suyas. El libro se centra en la evolución del continente desde la postguerra hasta los tiempos turbulento del Brexit y la guerra de Ucrania, pasando por el cénit de la construcción europea tras la caída del muro y el desencanto fruto de la crisis financiera de 2008 – 2012. Digno heredero del “Postguerra” de Tony Judt, es una obra de referencia para todo amante del concepto de Europa y de su historia.
- Observar el arroz crecer, de Julio Ceballos, editorial Ariel, 512 páginas. China es ya una variable imposible de evitar para explicar el mundo en el que vivimos, aunque esté atravesando lo que parece ser una crisis económica con toques de burbuja inmobiliaria que le impiden crecer como antaño. El autor, español residente allí desde hace muchos años, cuenta cómo es la vida real en aquella parte del mundo, con sus contradicciones, ventajas, servidumbres y matices. Puede resultar un texto algo complaciente con el régimen, pero me parece de referencia para entender cómo vive el chino, entiende el mundo y cómo, desde fuera, debemos tratar de abordarlos.
- Vuelta al país de Elkano, de Ánder Izaguirre, editorial Libros del KO, 356 páginas. En obras anteriores (Plomo en los bolsillos, por ejemplo) Ánder ya mostró tanto lo buen escritor que es como lo que le gusta el ciclismo, y aquí vuelve a juntar sus dos pasiones. Aprovechando el centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, se planta en la Getaria natal del navegante y, a partir de ahí, realiza un recorrido en bici por el mundo vasco en extenso, incluyendo Navarra y el sur de Francia. Cuesta arriba y abajo, el relato mezcla historia, reflexiones y descripciones de viaje en un excelente libro que desmonta tópicos, afianza otros y permite aprender mucho.
- La bóveda y las voces, de Ramón de Andrés, editorial Acantilado, 384 páginas. “Por el camino de Josquín” es el subtítulo con el que el musicólogo y filósofo Ramón de Andrés ha titulado esta obra en la que trata de investigar la vida y creaciones de Desprez, o como se escriba, que no está claro, el mayor de los polifonistas de la escuela franco flamenca y creador de una obra sacra y profana que llevó al arte vocal a las cumbres más altas de su tiempo. Lo poco que se sabe del personaje es un aliciente para imaginar su vida y cómo se relacionó con aquellos que le contrataron a lo largo de una Europa en la que las cortes se disputaban a los mejores músicos.
- Berlín de Sinclair McKay, editorial Taurus, 504 páginas. Pocas ciudades tienen más historia, y peor si me apuran, que la capital alemana. La idea de McKay no es hacer una biografía enciclopédica de la urbe, sino centrarse en episodios concretos, protagonizados más por ciudadanos anónimos que por grandes figuras, que enlazan desde los años veinte de una ciudad derrotada tras la Gran Guerra hasta la caída del muro, pasando obviamente por el estallido de terror nazi de los treinta y el apocalipsis de los cuarenta. Es ideal para tener un esbozo general de cómo se vivió en la urbe durante esas décadas y, a partir de ahí, profundizar en función de las apetencias del lector.
- Las ideas fundamentales del universo, de Sean Carroll, editorial Arpa, 352 páginas. La idea del físico y cosmólogo Sean Carroll es escribir tres libros en los que se puedan resumir los conocimientos de la física actual, referida a lo “grande”, lo cuántico y lo complejo. Este es el primero de ellos, en los que se arranca a partir de la física clásica newtoniana, la de los planos inclinados y el tiempo fijo para llegar a la relatividad einsteniana, su modelo espacio tiempo y los agujeros negros. Es un texto accesible, con un gran componente didáctico, y que se puede convertir en la perfecta introducción para los amantes del tema.
- Camino a la utopía, de J Bradford Delong, ed Deusto, 656 páginas. Este es un libro de historia económica, centrado especialmente en el siglo XX y, sobre todo, en las tres décadas que siguieron al final de la II Guerra Mundial, en las que el mundo, no sólo occidente, vivió un crecimiento económico explosivo que provocó, y se retroalimento, de unos cambios sociales y tecnológicos como nunca se habían visto. El crecimiento de la prosperidad de las naciones, la aparición de los problemas de desigualdad entre los ciudadanos que las componen y la frustración que en los tiempos presentes se vive ante un futuro que antaño se soñó pletórico son las bases de un buen ensayo económico.
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