miércoles, marzo 28, 2018

Los datos, la privacidad, las decisiones, ¿todo manipulado?

El gran problema que tienen muchas series de televisión y películas es que la realidad las supera con una facilidad pasmosa. ¿Merece la pena pagar suscripciones a canales de pago que dan una oferta de ocio que no es capaz de competir con la realidad?. Black Mirror es una de esas series, anticipatoria, que corre el riesgo de envejecer prematuramente y muy mal. Christopher Wylie, uno de los responsables y cerebro de Cambridge Analytica parece un personaje sacado del guion de esa serie, por su aspecto, sus convicciones y, sobre todo, por su relato. Lean su entrevista, se la recomiendo, encarecidamente. Ofrece una versión del mundo en el que vivimos que es algo distinta a la realidad que creemos percibir, y resulta más o menos siniestra según lo que valoremos conceptos como privacidad, verdad, criterio, libertad, etc.

Afirma Wylie que el Brexit no habría tenido lugar sin la labor encubierta de Cambridge Analytica, con la siembra de noticias falsas en los perfiles de Facebbok y el sesgo introducido en numerosos votantes. Es una afirmación arriesgada, y casi imposible de probar dado que lo pasado pasado está y es muy difícil determinar si realmente hubo movimientos de votos a causa de su labor. Hay varios analistas, con Kiko Llaneras a la cabeza, que ayer mismo rebajaban la importancia de estas declaraciones y lo consideraban más como una estrategia para defenderse y de vender las bondades de su negocio que como una posibilidad real. Llaneras usaba precisamente el que, visto desde fuera, parece el mejor argumento para defender la teoría de Wylie, y es que el Brexit se ganó por la mínima, por un muy pequeño puñado de votos. Todo tuvo influencia y condicionó hasta el último sufragio, y cuando eso es así nada resulta determinante, argumenta Llaneras, que de esto de elecciones y demoscopia sabe una barbaridad. El contrario también puede utilizarse, y es que si el resultado es tan ajustado el valor marginal de los posibles votos alterados por la manipulación de los perfiles de Facebook es muy alto, y no ha sido determinante pero sí muy necesario en conjunto con todo lo demás. Cada patita hace avanzar al ciempiés, y ninguna puede presumir de ser la que le mueve, pero sin todas ellas no caminaría nada. Lo cierto es que las declaraciones de Wylie explicitan algo que todos sabíamos, que es la dimensión de la manipulación informativa que nos rodea y, sobre todo, la explotación de los sesgos que han convertido a muchas redes sociales en guetos en los que los individuos sólo comparten información de aquello que les agrada personal o políticamente. La red iba a permitir compartir ideas pero ha acabado fragmentándolas aún más, creando comunidades de seguidores acérrimos de una determinada ideología que se retroalimentan de prejuicios y consignas para hacer más altas y fuertes las murallas de su castillo. Pada en España y fuera, es un hecho que se repite y acentúa cada vez más. Y en este campo de minas, de trincheras virtuales que imitan la absurda situación vivida en Europa durante la IGM, el pensador mediano, el tibio, el indeciso, el que duda, es tachado de traidor por todos los bandos y asaetado hasta la pasión y muerte (y sin resurrección, de eso no hay dudas). Repartir octavillas entre esas trincheras es sencillo y refuerza los vínculos entre los agazapados en ellas, les hace más fuertes, más convencidos, y cada vez más inmunes a la realidad que les rodea. Si los antivacunas han conseguido crear grupos de presión eficaces ante lago tan científicamente probado y constatable como la eficacia de la medicina, cómo no van a prosperar grupos ideológicos en un mundo, el de la política, donde las verdades siempre son a medias y todo tiene efectos secundarios, a veces conocidos, otras veces insospechados. Quizás el Brexit fue un caso claro de manipulación informativa, y es cierto que la hubo, a la vista de todos, pero sembraba cizaña en terreno ya abonado para ello. Quizás en el margen logró decantar una victoria, sí, pero ya partía de millones de británicos que deseaban salir de la UE.

Wylie es, en todo caso, brillante, sabe muy bien de lo que habla y del mundo real en el que vivimos, que cada vez resulta más condicionado por nuestro uso de la virtualidad electrónica. Debates como los suscitados por este escándalo serán cada vez más frecuentes a medida que la realidad sea determinada por esa virtualidad. Y eso en sociedades como la nuestra donde, afortunadamente, se puede discutir y opinar. China va camino de la opresión perfecta del individuo a través de sistemas de seguimiento, cámaras, IA y normativas que catalogan, puntúan y avalúan al sujeto, que ya deja de ser tratado como individuo, y que nunca fue considerado como ciudadano por el régimen. Allí no se discute el poder del estado (léase partido único) y el uso que hace de la tecnología. Nosotros, al menos, sí discrepamos, pese a que cada vez seamos más sometidos a sus designios.


Subo a Elorrio esta Semana Santa y me cojo festivo el lunes de Pascua. Descansen, ojo a las lluvias de final de la semana y, si todo va bien, nos leemos el martes 3 de abril

martes, marzo 27, 2018

Expulse a un ruso de su embajada


En este juego en el que cada vez las apuestas son más altas, de momento las cabezas de los diplomáticos rusos caen sin contemplaciones y se ven obligadas a volver al Moscú de sus amores tras ser expulsados de consulados y embajadas. ¿Cuánta gente trabaja para una legación diplomática? Asombran las cifras de personal que se manejan, aunque a buen seguro sólo algunos serán empleados directos, mientras que otros tendrán “relación” con ellos, sea eso lo que sea. EEUU, Canadá y 14 países europeos se han coordinado para dar una respuesta conjunta expulsando a miembros de la diplomacia, directa o “relacionada” como respuesta al envenenamiento del exespía Skripal en Reino Unido. España, que en estas cosas pinta muy poco, ha decidido enviar a dos rusos a casa, justo ahora que el invierno parece tocar a su fin.

Mucho se habla de la vuelta de la guerra fría, pero creo que estamos ante un escenario bastante distinto al que se vivió durante varias (y muy peligrosas) décadas del pasado siglo XX. Empezando por el principio, no, no estamos ante otra situación similar, aunque no tengo nada claro ante lo que nos enfrentamos, y es que las características básicas de la guerra fría del pasado no se dan ahora, y eso invalida el modelo. ¿Y cuáles eran? Principalmente dos. Una era el enfrentamiento entre dos bloques ideológicos, dos visiones contrapuestas del mundo, que enarbolaban cada una la bandera de la superioridad tecnológica, militar, social, política, cultural… el ámbito que ustedes quieran estaba polarizado entre capitalistas y comunistas, y cada uno se lo disputaba al otro. Y hoy esa dicotomía no existe, dado que el capitalismo, de diversas formas y variantes, ha triunfado en todo el mundo, y no existe una ideología o cosmovisión alternativa. La otra característica, muy importante, es que el enfrentamiento se daba entre dos grandes naciones, EEUU y la URSS, que estaban muy lejos de las demás en todos los sentidos. Eran las más poderosas en lo económico, en lo militar, en sus ambiciones globales, en el desarrollo y uso de la tecnología. Era un mundo bipolar con dos grandes polos bien definidos y un conjunto de naciones que, seamos honestos, pesaban muy poco. Cada una de ellas tenía socios y aliados, que eran poco más que compañía decorativa (impuesta en el caso de los países del este de Europa, ocupados por la URSS) y el resto de naciones del mundo no pintaban nada. Eso hoy en día tampoco se da. EEUU sigue siendo el primer país del mundo en muchas variables, económicas, políticas y de poder, pero su ventaja respecto a los demás ya no es tan amplia, y desde luego la segunda nación, que aspira a hacerle sombra, no es Rusia, sino China, que en algunos aspectos ha superado al gigante norteamericano y empieza a aspirar a un trono global. Y sobre todo, tenemos desorden, un batiburrillo de grandes naciones que actúan un poco a su libre albedrío en las áreas de influencia local en las que se mueven y que no siguen dictados de ninguna superpotencia. En este caos en el que vivimos la confrontación de bloques no sólo suena añeja, sino de una simpleza angelical. Era fácil entonces adoptar posturas ante casi todo lo que sucedía, dado que uno era de los suyos o de los otros, y así se justificaban acciones de todo tipo, muchas de ellas indecentes, por el mero hecho de quién las ejecutase. Eso a posteriori ha arruinado la imagen de muchos que entonces se consideraron intelectuales de relumbrón (ay ay, ay Sartre y otros tantos) y nos deja ahora ante una realidad mucho más compleja, gris y difícil tanto de modelar como interpretar. Los frentes ahora son el de la información frente a las noticias falsas y los bulos, la libertad frente al autoritarismo, la privacidad frente al abuso de los que recolectan nuestros datos, las ideologías tradicionales frente al populismo, globalización frente a nacionalismo, etc.

En este tablero global Rusia juega un papel muy importante, sí, pero también decadente. Su economía, demasiado dependiente de los recursos naturales, no innova y pierde mercados a marchas forzadas, su población decrece y la imagen global del país es mala. Su gobierno, con el eterno Putin al frente, vende un discurso de poder duro de cara al interior para mantener erguido el espíritu nacional pero carece de fuerza para imponerse, y sólo en Siria o lugares devastados puede actuar con impunidad. Significa esto que Rusia no es peligrosa? No, y menos para Europa, la eterna vecina, pero la capacidad rusa de desestabilización no es lo que era. Lo que sí parece claro es que el enfriamiento de las relaciones con el Kremlin puede traernos costes a todos, y eso no será bueno. ¿Boicoteará algún país el próximo mundial de fútbol? Ay, cuánto lo dudo.

lunes, marzo 26, 2018

En Francia, un hombre ha dado su vida por salvar a otros

Llevábamos un cierto tiempo de calma tensa en el frente de los atentados yihadistas, sin que hubiera noticas al respecto, lo que es bueno. Cada día sin atentados es un nuevo día ganado a la paz y, probablemente, el fruto de una operación de contraespionaje que disuelve planes de ataque que no se llevan a cabo. Ese éxito policial y de inteligencia tiene el reverso negativo que, como les pasa a las vacunas, hace que pensemos que el mal ha dejado de existir, y nos relajamos. Pero no, no es así. El mal sigue, en forma de virus, bacterias y fanatismos, y debemos combatirlo día a día para que no resurja. Pese a todos los esfuerzos, este pasado viernes se produjo un ataque en el sureste de Francia que dejó un balance de cuatro muertos y el terrorista abatido.

El protagonista de este cruel ataque, sin embargo, no es el terrorista, no, sino un agente de la gendarmería, un cuerpo galo que tiene similitudes con la Guardia Civil. El atacante intentó atropellar a unos policías que estaban haciendo deporte, fracasó. Luego disparó contra algunos de ellos en su huida y acabó refugiado en un supermercado de las afueras de Carcasone, donde todo terminó al cabo de unas horas de secuestro. Fue en ese tramo final de la acción cuando el agente, que se llamaba Arnaud Beltrame, se ofreció para ser intercambiado por uno de los rehenes que el terrorista mantenía presos en el supermercado. El atacante aceptó el canje y Arnauld pasó de la barrera de seguridad de la calle para introducirse en el peligro mortal del área que controlaba el terrorista en aquel momento. Ni Arnauld ni nadie sabía si ese movimiento iba a ser útil o no para el buen resultado de la acción policial, pero todos estaban seguros del riesgo que se corría, empezando por el propio gendarme, dispuesto a jugársela para salvar a alguno de los retenidos. Durante el tiempo que estuvo retenido, Arnauld dejó su móvil encendido y permitió a los agentes del exterior escuchar las conversaciones que tenían lugar en el supermercado y así hacerse una mejor idea de lo que pasaba allí, de las dimensiones del local, de cómo estaban situados y de muchas otras pistas que, sin duda, fueron de utilidad  En el asalto final al supermercado, cuando el terrorista ya carecía de cualquier opción, se produjeron varios disparos y uno de ellos hirió gravemente a Arnauld, que en la tarde noche del viernes se encontraba en un estado de máxima gravedad. Cuando me levanté el sábado y escuché las noticias, una de ellas era la confirmación de la muerte del agente, dado que los médicos nada habían podido hacer ante la gravedad de sus heridas. Arnauld fue el último de los cuatro muertos que produjo ese ataque en una localidad tranquila de una zona tranquila del país, y la forma en la que ha muerto ha conmocionado a Francia, y no sólo. Supone su caso un ejemplo de entrega absoluto, de dedicación al servicio innegable y de heroísmo cierto, que ha sido subrayado por todos en una de esas ocasiones en las que la palabra héroe adquiere toda su dimensión. Muchas veces escuchamos historias de fallecidos en actos de rescate, de valientes que se lanzan al agua para salvar a personas que se ahogan y que, consiguiéndolo o no, pierden su vida en ello. Son también héroes, pero actúan por instinto, sin pensárselo dos veces. Arnauld tuvo tiempo para decidirlo, pudo no hacerlo, pero se ofreció a ello, consciente del riesgo que corría y jugando a una apuesta en la que sus cartas eran, por así decirlo, muy bajas. Corrió por sus venas el instinto policial, desde luego, pero también la frialdad del sentido del deber, hasta un punto que se me antoja casi inconcebible. La grandeza de su acción desborda por mucho mi escasa capacidad descriptiva.

Su madre, familiares y conocidos lo describen como un servidor público vocacional, como alguien que sabía los riesgos que corría pero que no dudaba ante la obligación de servir y proteger. Las loas a su figura se suceden en su entorno y, cosa curiosa, la dirigencia política de Francia, tan dividida y extrema como lo es en España, y su figura pude llegar a ser ensalzada en un homenaje nacional, como ha propuesto el presidente Macron. Justo a las puertas de la Semana Santa, al sur de Francia, un hombre dio su vida este pasado viernes para salvar la de otra persona, desconocida para él. Como bien señaló Javier Gomá el sábado, ante la pura barbarie del asesinato, el acto de Arnaul supone la pura ejemplaridad del acto, el mayor exponente de grandeza posible.


viernes, marzo 23, 2018

Crecemos y, pese a ello, el déficit no cesa

Ayer, en un nuevo ejemplo de cómo usar las cifras para la política, Rajoy hizo público vía Twitter el nivel de déficit público alcanzado en el pasado año 2017. Es esta, la del uso político de las cifras, una mala costumbre muy extendida en nuestro país, que todo el mundo practica cuando puede y critica a los demás por hacerlo cuando uno no es capaz de ello. Mal, muy mal comportamiento. La cifra de ayer, el 3,07%, queda un poquito por debajo del límite pactado con Bruselas, el 3,1% y supone un cumplimiento de lo acordado con la Comisión por primera vez en bastante tiempo, pero créanme si les digo que me parece un dato tan decepcionante como grave, y es que el problema de fondo, la ineficiencia del sistema de ingresos y gastos públicos, se mantiene.

Vivimos desde hace pocos años una coyuntura fantástica en la que los hados económicos nos han puesto delante del espejo unas cifras que, otra vez, destruyen los manuales clásicos de estudio. La economía española crece, a tasas superiores al 3%, lo que es mucho para una economía madura. Se crea empleo, cierto que no el suficiente ni de la calidad debida, pero las cifras de parados caen poco a poco. Los tipos de interés siguen muertos, en mínimos históricos, por lo que el coste de la deuda se mantiene congelado. Las exportaciones siguen creciendo pese a un euro fuerte, que propicia que facturas obligadas, como la del petróleo, se mantengan controladas. Los ingresos vía turismo no dejan de crecer al batirse récords de llegada de visitantes año tras año. Y la inflación, tan temida, no asoma por ninguna parte salvo, si me apuran, los alquileres y compras de vivienda en determinadas ciudades y zonas. Parece el mundo perfecto. Pues bien, en esta jauja de datos el déficit público se mantiene y acumula, año tras año, un importe a la deuda global, que se sitúa muy cerca del 100% del PIB. Resulta absurdo comprobar que con la economía creciendo, lo que supone mayores ingresos para el gobierno al funcionar los impuestos, tanto directos como indirectos, sobre mayor volumen de rentas y de transacciones, y con facturas como el desempleo reduciéndose, el año pasado el déficit se situó en ese 3,07%. Hemos mejorado desde el 4,3% de 2016, sí, pero es deprimente comprobar como la máquina del estado no logra enderezar sus cuentas. Las cifras van por barrios, y mientras que las CCAA y Ayuntamientos embridan sus gastos y presentan situación de estabilidad, la Administración Central logra un cierto superávit pero, ojo, la Seguridad Social agranda sus agujeros día tras día. Los niveles de inversión pública se mantienen bajos y por ahí no se ve una aceleración de gastos que pueda meternos en problema, y el servicio de la deuda, enorme, está bajando gracias a los intereses reducidos a cero por las políticas monetarias ultraexpansivas. ¿Qué sucedería si, por ejemplo, alguno de estos factores milagrosamente conjuntados dejara de ser tan benigno? Si el crecimiento se frena, o las exportaciones caen, o el ritmo de creación de empleo disminuye, o los precios del petróleo crecen mucho, o se reduce el número de turistas… cualquier variación de esas variables en un sentido contrario al actual supondrá, entre otras cosas, o bien la reducción de los ingresos del gobierno o un aumento de sus gastos, o ambas conjuntamente, añadiendo presión al déficit. La Seguridad Social, dada la evolución demográfica a corto plazo y el aumento del volumen de pensionistas y transferencias, no va a conseguir embridar su déficit en muchos años, me temo, por lo que está siendo muy complicado conseguir lo que se denomina un superávit primario, una cuenta positiva de ingresos menos gastos en la que no se tienen en cuenta los intereses de la deuda, algo que se alcanzó por primera vez en septiembre de 2017, hace apenas seis meses, y no les cuento lo muy difícil que será conseguir un equilibrio presupuestario global. Debemos seguir trabajando para lograrlo, pero presumir de un déficit del 3% en esta coyuntura es, qué quieren que les diga, ridículo.


Hay una variable que antes, cuando he puesto todas al revés, no he comentado, y es la que, vaya vaya, primero se gire y se ponga en nuestra contra, que son los tipos de interés. Las políticas monetarias de la FED ya son de subidas de tipos y las del BCE se encaminan hacia el fin de los estímulos, por lo que antes o después los tipos tenderán a subir, y eso nos puede hacer mucho daño. Y no hace falta añadir que días negros en la bolsa como el de ayer, gracias entre otras cosas a la irresponsabilidad comercial de Trump, no ayudan para nada. El problema de las cuentas públicas españolas, en mascarado durante la burbuja por una artificial subida de ingresos, lleva en nuestras manos desde 2008 y no hacemos más que poner parches. Urge replantearse muchas cosas para volver a una senda de cuentas sostenibles y gasto eficiente.

jueves, marzo 22, 2018

Vivir rodeado de cámaras

Ayer estuve en la Fundación Rafael del Pino para asistir a la presentación del último libro de Mario Vargas Llosa, “La llamada de la tribu” una especie de memorias políticas e intelectuales del Nobel en las que homenajea a un grupo de pensadores liberales que son sus referentes. El acto consistía en un debate entre el escritor y Albert Rivera, moderado por Pepa Bueno. La charla fue amena, distendida y rica, y el acuerdo entre ambos altísimo a la hora de defender las democracias liberales, la discrepancia, la ausencia de dogmas, la lucha contra el nacionalismo y la construcción de Europa como proyecto conjunto que permita a los ciudadanos del continente huir de las pesadillas del pasado y alumbrar un nuevo mundo de prosperidad conjunta.

Había mucha expectación en el auditorio por la presencia de dos figuras tan llamativas y famosas, y el llenazo era total, pero no sólo por eso. Cuando comenté a algunos a lo largo del día que iba a asistir al acto, casi todos me preguntaron por Isabel Preysler, por si la vería o no, y la verdad, era lo que menos me importaba del todo. Pero sí, Isabel acudió, y se produjo una escena cómica, y que da que pensar, en el momento del inicio del acto. Los tres participantes entraron a la sala, con Isabel, rodeados de cámaras y fotógrafos. Isabel se sentó en primera fila y, a excepción de una o dos cámaras, todas las demás, y había muchísimas, se centraron en ella y la filmaron y fotografiaron a discreción, mientras ponentes y moderadora miraban a un tendido sin tener apenas relevancia. Una periodista de primer nivel, un candidato a la presidencia del gobierno y un Premio Nobel eran completamente opacados, abandonados, por unos medios que sólo tenían ojos para la Preysler, sin que me quede muy claro cuáles son los motivos que provocan algo así. En la sala había algunos comentarios y risas, y lo mismo debieran estar pensando los tres protagonistas, ejem, del acto. Tras un rato de flashes, los periodistas se retiraron y la atención se centró en donde debía estar, en el debate, en el libro y en las ideas. Pero para la mayor parte de medios gráficos lo importante había tenido ya lugar. Ahora comenzaba un largo intermedio en el que se iban a dedicar a esperar, a pasar el tiempo y, ya de paso, aprender, hasta el momento de su nueva entrada en acción, que tuvo lugar cuando Pepa Bueno dio por acabado el diálogo. El aplauso del público congregado fue unánime y los tres se levantaron para unas fotos de rigor, pero nuevamente entró la marabunta de cámaras que se centró, cómo no, en Isabel, y quizás no de una manera tan exagerada como al principio, pero se volvió a ver una escena similar en la que el centro de atención estaba en esa primera fila y no en el estrado. Quizás un mínimo sentimiento de celos surgió entre los presuntos protagonistas, al verse tan desplazados, quizás lo tenían asumido desde el principio, conocedores como todos de lo que vende y lo que no, y de escenas parecidas acontecidas en todo tipo de actos en los que alguien  tan famoso como Isabel eclipsa a todo lo demás. En este caso será Vargas Llosa el que se esté acostumbrando a situaciones diarias de este tipo, dado que su figura ha pasado, en muchos entornos, de ser un Premio Nobel a ser la pareja de Isabel Preysler. Si eres alguien con mucha autoestima o afán de protagonismo, que te pase algo así debe ser una pesadilla. No se si ese es el caso de don Mario, pero a hechos tan raros como estos debe estar ya acostumbrándose, por la cuenta que le trae si quiere mantener la relación.

¿Y Isabel? ¿Qué opina Isabel de todo esto? Ni lo se. Lo que pensaba, además de lo que les he compartido, al ver esa escena, era la pesadilla que supondría para mi vivir siempre con una corte de cámaras que, allá donde vaya, me persigan, me quieran grabar, sin intimidad alguna, sometido a su presión en todo momento. Es el peaje que debe pagar alguien muy famoso, sin que en mi opinión haya hecho nada para merecer esa fama, a cambio de disfrutar de ingresos enormes. ¿Se cambiaría usted por Isabel? ¿Llevaría con comodidad esa vida a cambio del dinero y las posesiones? Por un momento la imagen me recordaba a la de una presa, rodeada de buitres, y parecía cualquier cosa menos algo relacionado con el lujo y la distinción. Daba mucho que pensar todo aquello, desde la óptica liberal y desde cualquier otra.


miércoles, marzo 21, 2018

Facebook, crisis en el muro

Es sabido que el uso de los datos es la principal fuente de ingresos de los gigantes tecnológicos y, también, de todas aquellas empresas que tiene acceso a ellos o son capaces de recolectarlos. Se dice, y es cierto, que cuando un producto se entrega gratis al consumidor es porque el consumidor es el producto final del que se van a obtener los beneficios. Esta práctica, desatada hoy en día, choca con aspectos legales y morales como los relacionados con la privacidad de nuestra vida, intimidades, protección de los datos y el uso fraudulento de los mismos. Los cuatro principios que suelen amparar la creación de estadísticas (confidencialidad, transparencia, especialidad y proporcionalidad) chocan plenamente con la realidad en la que vivimos.

Facebook, uno de los mayores acumuladores de datos del mundo, se encuentra sumido en su primera gran crisis, que de momento le ha hecho perder un 12% de su cotización bursátil, generando así un gran agujero financiero en los inversores, empleados y propietarios de la compañía. El escándalo asociado a la fuga de datos propiciada por la empresa británica Cambridge Analityca ha puesto de manifiesto dos cosas claras. Una, el extendido mal uso de la información que depositamos en las redes por parte de aquellos que tienen fines comerciales o, como era el caso de la empresa británica, políticos o sociales. Otra, que es la que le afecta de pleno a Facebook, es el fallo absoluto en la custodia y salvaguardia de esos datos. Sin que de momento se pueda decir que haya habido una práctica dolosa en la compañía californiana, se ha puesto de manifiesto que el descontrol de la misma hace que posea brechas de seguridad que permiten a otros explotarlas y sacar tajada. De momento, en este caso, el malo de la película es Cambridge, que uso un sistema de encuestas con excusas de investigación para recolectar datos y, oh sorpresa, hacerse con muchos más de los que esperaba, al acceder a la información de los perfiles de los contactos de aquellos cientos de miles que participaron en la encuesta. Esto le permitió poseer información de cerca de cincuenta millones de usuarios de la red social, y por lo que parece, el uso que hizo de semejante cantidad de información fue el de sesgar opiniones y comentarios para alentar al voto populista ante elecciones como las de Trump o el Brexit. Véase que el comportamiento de Cambridge es presuntamente delictivo por tres vías, una por vender como investigación social lo que era una campaña que buscaba manipular opiniones, dos por la apropiación de los datos, dado que encuentra una puerta para acceder a muchos más de los que esperaba y, sin dudarlo, se los queda (es como si usted, robando carteras, encuentra algo de mucho más valor, y decide quedárselo todo, ¿cómo llamaríamos a eso?) y la tercera, y más novedosa, es la de la manipulación de esos perfiles para sesgarlos. Se ha dicho que otras candidaturas también han utilizado Facebook para hacer campañas, y es cierto, pero lo hacían en abierto, por así decirlo, mandando mensajes generales y sin ocultar su procedencia y origen. Con la información que poseía, Cambridge podía segmentar cada individuo y colar en su muro noticias convenientemente manipuladas para sesgarlo, a sabiendas de qué es lo que más motivaba o preocupaba a cada uno de los usuarios, con el objetivo de influir sus decisiones de voto. Millones de personas de todo el mundo tienen en Facebook la principal ventana de acceso a la información diaria, cosa que no entiendo, pero es así. Por lo tanto, esos cincuenta millones de personas tenían cada día, en su perfil de la red, una selección de noticias, ciertas o no, eso es lo de menos, diseñadas para ellas por Cambridge con el objeto de sesgarlas, sin que ninguna de esas personas fuese conscientes de estar siendo manipuladas. “Era Facebook” quien ponía ante ellas la información, o eso pensaba cada uno. Una trampa tan brillante como compleja.


Y claro, el papel de Facebook en todo esto es, como mínimo, trascendental. Pueden los responsables de la red sentirse enojados por haber sido utilizados por Cambridge para engañar a sus usuarios, pero ha quedado clara la vulnerabilidad de la red en la custodia de la información y en algo que se denuncia desde hace tiempo, que es su responsabilidad como medio de comunicación (que dice no ser, aunque también actúe como tal) ante las noticias, ciertas o falsas, que llenan su muro y contenidos. Zuckerberg y compañía van a tener que dar muchas explicaciones sobre lo sucedido y lo que ellos hacen para preservar la intimidad de la información que almacenan, y no está claro hasta qué punto un negocio como el suyo, que vive de la confianza, sobrevivirá a un golpe como el que está sufriendo.

martes, marzo 20, 2018

Primer fallecido por atropello de un coche autónomo

Normalmente hay dos posturas enfrentadas, y a menudo erróneas, sobre el impacto de las novedades tecnológicas. Una, la minusvaloración, las considera poco relevantes, incapaces de cambiar las cosas establecidas y meros añadidos a una vida que es “como siempre lo ha sido”. La otra es la magnificación, considerar que todo avance supondrá una revolución y cambiará por completo el mundo. Esta última postura siempre está en boca de quienes desarrollan el invento, porque eso les permite vender hacer más negocio, cosa que siempre es necesaria, y debemos conocer para valorar las cosas en su justo término. Sobre los riesgos de la tecnología, los primeros sólo los ven y los segundos no aprecian ninguno.

Ayer se produjo, en california, el primer fallecimiento por atropello provocado por un coche autónomo. Una mujer es la víctima de un Volvo de Uber que estaba realizando pruebas en tráfico real. La noticia es de esas que exige estar un poco puesto en la materia y no haber permanecido recluido en la cárcel o en una isla desierta durante los últimos años (pocos). La mera idea del coche autónomo hace no mucho tiempo era mera fantasía y reducto de los cómics y las películas, pero el cada vez más importante avance en la gestión de los datos y la IA empieza a acercarlo, no se si peligrosamente o no, a la realidad. El accidente de ayer es una desgracia, pero no un acontecimiento raro en el desarrollo de cualquier otra tecnología pionera. Piensen ustedes la de gente que se mató en los mundos pioneros de la aviación, a bordo de máquinas destartaladas que, milagrosamente, volaban, pero que eran la fragilidad hecha hierro y tela. Este accidente ha causado un gran revuelo mediático y probablemente enfríe algo las expectativas de evolución de estos vehículos, pero sospecho que no va a detener su avance e implantación. Para lo que sí que va a ser muy útil este suceso es para enfrentar a los ilusionistas de la innovación ante la cruda realidad de que alguno de sus dispositivos falle y cause graves problemas, y por otro lado, casi más importante, para tener un primer caso en el que la ley, los seguros y la justicia puedan determinar cómo se gestionan las culpas en un accidente causado por un coche al que ningún humano conduce. Este aspecto, el de la ley y la asunción de riesgos, que parece menor, es uno de los más sensibles y posibles causantes de retrasos en el desarrollo de estos vehículos. Si fabricantes, diseñadores, programadores, consumidores y demás elementos de la cadena de uso y valor no tienen claro las responsabilidades jurídicas de cada uno ni cómo se van a dirimir los accidentes, que los habrá, no despegará el mercado y eso hará que los beneficios potenciales queden en entredicho. Los amantes del mundo del derecho, los seguros y las pólizas (no es mi caso) tienen ante sí un caso magnífico para aprender, enfrentarse y sacar algo en claro, aunque es probable que el foco mediático ya no esté tan presente cuando los picapleitos se arrojen argumentos no autónomos. En todo caso, debemos hacernos a la idea de que el coche autónomo y, en general, dispositivos que se mueven solos, es algo que poco a poco se va a hacer más y más corriente en nuestras vidas. Probablemente empiece como algo anecdótico, pero luego se irá extendiendo, y tiene un potencial para alterar algunas de las formas de vida, trabajo y ocio que consideramos como establecidas. Y a buen seguro puede producir impactos que ni somos capaces de imaginar, por lo que se me antoja imposible predecir sus efectos. Pero los tendrá, no lo duden.


Si no recuerdo mal, el primer vuelo de los hermanos Wright a bordo de lo que no era más que una cutre bicicleta con un motor y alas recorrió menos espacio que la envergadura de un 747. En su momento la noticia debió ser impactante, y no tardaría mucho en producirse experimentos que lo replicasen, algunos de ellos saldados con la muerte de los intrépidos que se subían a aquellos cacharros. Hoy la aviación es algo a lo que nos hemos acostumbrado y ha cambiado el mundo, pero a buen seguro en aquellos días de diciembre de 1903 nadie sería capaz de imaginar ni lo que se había inventado ni mucho menos los efectos que traería. Sí, el coche autónomo, y otras “cosas autónomas” van a ser una realidad, tarde o temprano. A ver cómo somos capaces de gestionarlo y qué efectos produce.

lunes, marzo 19, 2018

Un quiosco menos

Este sábado, a primera hora de la mañana, me llevé la desagradable sorpresa de descubrir que había cerrado el quiosco de prensa más cercano a mi casa, al que acudo los fines de semana para abastecerme de la prensa. El dueño, que es a quien veía los domingos en el puesto, se jubila y la hermana, que es quien lo atendía los sábados, estaba por allí para advertir a los habituales que el negocio se acababa. Ella estaba cansada, las ventas llevaban tiempo cayendo y la vida laboral a pie de calle es muy dura y sacrificada como para no ingresar mucho, así que con dolor de corazón, echaban la persiana.

¿Se acaba la prensa escrita? No lo se, quiero responder con un no pero temo el sí. Leo muchos artículos de prensa entre semana vía web, de cabeceras distintas, diversas y enfrentadas, y los fines de semana me compro dos en papel, País y ABC, (y si puedo hojeo otros, y vía web leo más) a sabiendas de que cuando subo a Elorrio me esperan muchos ejemplares de El Correo para hacerles una revisión. Considero que es un placer leer el periódico las mañanas del fin de semana, en casa o en una cafetería, con buen o mal tiempo. Alguien, no recuerdo bien, definió esa actividad como una liturgia laica de fin de semana, y comparto la idea. Las mañanas del fin de semana son largas, tranquilas, ideales para páginas de suplementos y artículos en profundidad, y el soporte papel sobre mesa, con un café a mano, es el ideal. Evidentemente esa es una postura que, si durante un tiempo fue mayoritaria, ha dejado de serlo. Tengo la sensación de que los compradores de periódicos somos, en general, o personas mayores o aquellos que llevamos leyendo prensa desde críos y no podemos ni queremos dejarlo, pero que las nuevas generaciones no compran periódicos. Cada jubilado que fallece es un potencial comprador de prensa que desaparece y que, casi seguro, no será relevado por otro cliente. Las tiradas de los diarios llevan años de progresiva, lenta y constante bajada, con registros que son la tercera o cuarta parte de lo que se alcanzaba hace apenas quince años. El cierre de los puntos de venta es un síntoma de que el producto no atraviesa su época más exitosa, siendo generosos, y es a su vez una fuerza que retroalimenta la decadencia en las ventas. Alguno de los clientes de mi “exquiosco” eran personas mayores, que a buen seguro verán con impotencia como, siendo cada vez más difícil llegar al lugar conocido, ahora deben andar mucho más para encontrar su periódico, y seguro que alguno de ellos renuncia a él por la mera distancia y esfuerzo, insalvable a su edad. No me atrevo a hacer cuentas, pero es seguro que un alto porcentaje de los clientes del quiosco cerrado se perderán para siempre con su marcha. Para paliar este problema tengo que andar más, ir a otro quiosco que está más o menos a el doble de distancia de lo que estaba el antiguo, con algo de cuesta abajo en el camino de ida y cuesta arriba en el de vuelta, y ya me va a ser imposible hacer esa macarrada de ir a comprar con las zapatillas de casa, cosa que hacía encantado, por la sensación de absoluta familiaridad que me ofrecía. Ahora deberé calzarme “de verdad” y hacer un paseo más largo, pero lo seguiré haciendo cada fin de semana, cada Sábado y Domingo, quizás hasta que ese nuevo quiosco, que ahora me recibe como a un refugiado, a un exiliado en busca de acogida, también cierre, porque sus clientes mermen, o porque alguna de las cabeceras tenga unas cuentas en el balance tan imposibles de disimular que no tenga otra opción que ser vendida, traspasada, fusionada, cerrada o vaya usted a saber. Las cabeceras pervivirán en la web, donde los costes son mucho menores, pero puede que en unos años veamos la desaparición del periódico tal y como lo hemos entendido toda la vida. Y recordemos con añoranza esa escena de leer en papel las noticias. Ojalá no, pero temo que sí.


Una de las películas de la temporada “Los papeles del Pentágono”, que no fue recompensada en la pasada edición de los Oscar, retrata, por encima de todo, la época de gloria del poder periodístico, en la que un titular impreso hacía tambalear gobiernos y una imprenta lograba retumbar el edificio en el que los periodistas trabajaban. Esas escenas de rotativas enormes, fajos de periódicos repartidos a primera hora y lectores ávidos de noticias lanzados sobre un quiosco son, en cierto modo, un documental para varias generaciones, que observan con curiosidad como eran “esas cosas antes”. Para otros muchos es un sentimiento de pena el que nos llena cuando vemos esas imágenes, pena que no puede ocultar que, así es la vida, lo nuevo suple a lo viejo.

viernes, marzo 16, 2018

Hawking y Patricia, ejemplos de fortaleza y vida

Esta semana que acaba está siendo dura. La el tiempo sigue plomizo, gris y lluvioso, con un frío que no cesa, que es necesario pero aletarga el espíritu, y la actualidad ha tenido como un doble foco, centrado en las muertes del niño Gabriel y el físico Stephen Hawking. Ambas tan distintas que apenas es posible encontrar conexiones. Una fruto de un asesinato, motivado seguramente por los celos, y otra, natural, tras una vida extraordinariamente larga para un enfermo de ELA, tanto que los expertos llevaban años, décadas si me apuran, asombrados por la inexplicable supervivencia del genio de Cambridge. Si existe cielo, en el concepto religioso en el que se utiliza ese término, ambos merecen estar en él.

Pero sí encuentro un nexo entre esos dos casos, y que nos puede enseñar mucho a todos, empezando por el que esto escribe. La unión viene del comportamiento de Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, y del propio Hawking. Distintas, opuestas casi, pero inimaginables, han sido las experiencias de ambos. Sometidos a los avatares de la vida, ésta decidió ponerse en contra de ellos y someterles a una tortura inconmensurable, eterna, incapacitante. Hawking, con 22 años, recibió uno de los diagnósticos más crueles que existen, que condena a una muerte segura o, en su defecto, a una incapacitación tan absoluta como frustrante. En la juventud de la vida, se le arrebató el derecho al futuro. A Patricia, en poco más de una semana, la vida en forma de bruja ha arrebatado a su hijo, generando un drama que, quizás, sólo las madres pueden entender, y dejando su existencia, para siempre, marcada por este hecho. Quizás, siendo retorcidos, y pensándolo con tiempo, podríamos imaginar torturas más dolorosas y lesivas para ellos, o para cualquier otra persona, pero ambos casos me parecen extremos en lo que al sufrimiento humano. ¿Cuál hubiera sido nuestra reacción ante noticias como estás que, en vez de verlas por televisión, nos afectaran en persona? Cada uno puede hacer un pequeño examen interior de cómo cree que reaccionaría si el médico le diagnostica una enfermedad así, o se pone en la tesitura de ver asesinado al ser cercano más querido. Probablemente sea un ejercicio inútil, porque no somos capaces de, realmente, ponernos en el papel del otro ante una conmoción así. Pero es casi seguro que el terror y la angustia fueran las emociones dominantes. Nos derrumbaríamos, nos sentiríamos injustamente maltratados y reaccionaríamos de manera visceral, con odio, con venganza hacia lo que fuera, para tratar de vencer ese miedo que nos paralizaría. La depresión, el suicidio, el oscurecimiento, serían sin duda pensamientos que pasarían por nuestra mente, en una sucesión similar a las nubes negras que cubren ahora el cielo de Madrid, y la luz de la vida ya no las traspasaría. Pues bien, resulta que Hawking y Patricia han actuado de una manera totalmente opuesta y, a la vez, luminosa. Stepehen, cuando se enteró del diagnóstico, se sintió derrotado, y durante un breve tiempo se dedicó a la juerga desatada por si sus días se acababan, pero luego se convenció de que sólo podía luchar, que no debía dejar escapar la vida, la única que tenía, la única que tenemos, hasta que esta se fuera. Cuantas más limitaciones tenía su día a día, con más empeño trataba de vencerlas, y con más éxito lo lograba. Acompañado de su mujer y familia, cada vez más dependiente de ellos, Hawking se fue convirtiendo en un referente de la lucha contra la discapacidad. Su fama le ayudó a conseguir recursos con los que pagar medios y tecnología, sí, pero fue su voluntad la que hizo posible todo. Usted no se, pero yo creo que me hubiera derrumbado y, probablemente, no pasaría de la veintena en su caso.


Patricia, con su comportamiento, declaraciones y actitud, nos ha dado una lección a todos. A los pocos días de saberse el desenlace fatal de Gabriel, con una sociedad lanzada al morbo y el linchamiento, con unas redes sociales que vomitaban sin cesar y unos medios que, en gran parte, han exprimido la carnaza hasta el hartazgo, salió Patricia en algunas radios para dar un mensaje de cariño, de agradecimiento a los que la han apoyado, de amor hacia su hijo y marido. Y una constante petición a particulares, medios y sociedad, para que nos comportemos como seres humanos. Como señaló un articulista, Patricia nos puso a todos un espejo en el que pudimos ver reflejadas nuestras vilezas. Su coraje ha sido enorme, su talla humana, mucho mayor. La ejemplaridad de su comportamiento permanecerá para siempre. Y de ella, todos, tenemos mucho, mucho que aprender.

jueves, marzo 15, 2018

Tillerson cesado, la diplomacia de EEUU en declive

La verdad es que Trump no tiene precio como gestor de un programa de telerrealidad. No me extraña que cuando presentó “El Aprendiz” consiguiera enormes cuotas de audiencia y popularidad. En ese programa Trump tenía una especie de academia de emprendedores, donde los aspirantes trataban de ser un futuro empresario de éxito, como él (se oyen risas de fondo). En esas emisiones el momento de más audiencia era cuando Trump abroncaba a uno de los concursantes, le llamaba de todo por considerarle incompetente y le gritaba muy alto “you are fired”, estás despedido, y el aspirante engrosaba la lista de fracasados sobre los que Trump edificaba su imperio de fama e ingresos.

Algo así le ha pasado esta semana a Rex Tillerson, Secretario de Estado de EEUU, el Ministro de Asuntos Exteriores, el gestor de uno de los departamentos más poderosos en la diplomacia e influencia internacional del mundo, que ha sido despedido por el jefe del “reality” con un simple y cruel Tweet, así, sin más. El nombramiento de Tillerson fue polémico y recibido, en su momento, con gran disgusto por los expertos en diplomacia. Ajeno por completo a ese mundo, la carrera de Tillerson era puramente empresarial, y muy exitosa, llegando a ser presidente de Exxon Mobile, una de las principales compañías petroleras del mundo. Cierto es que tenía contactos en el exterior, y de hecho fue muy mencionado que Putin le condecoró por los acuerdos comerciales con los que su empresa llegó con el gigante ruso GazProm, pero casi todos los analistas veían a Tillerson como alguien ajeno, incapacitado para el puesto, desconocedor de la estructura que iba a gestionar y demasiado centrado en el mundo de los negocios, sin una visión más allá. El tiempo que ha estado al frente de la institución ha dado la razón, en parte, a esta visión crítica. El papel de Tillerson ha sido muy secundario en la administración Trump, porque el ególatra del jefe no deja que nadie le haga sombra ni le lleve la contraria. Muchas de las vacantes diplomáticas generadas tras el cambio de administración no se han cubierto, y la situación de la política exterior norteamericana es, ahora mismo, sorprendente, tanto por su inacción como por la irrelevancia. Ese enorme gabinete de influencias languidece entre la desidia de unos y el torpedeo de otros. También se debe señalar que Tillerson ha intentado ocupar el puesto, y ofrecer un perfil moderado frente a los exabruptos de su jefe, que muchas veces le dejaban en la muy incómoda situación de ser él el que tenía que defender esas posturas ante terceros países. Sonados han sido los rumores de crecientes desavenencias entre ambos, y declaraciones luego desmentidas en las que Tillerson ponía a caldo, por ser finos, a un Trump que no se moderaba ante ninguna coyuntura. ¿Venía parte de su inacción de la conciencia de que nada podía hacer frente a su jefe? ¿Trato de controlarlo y descubrió que era imposible? No se si llegaremos a saberlo, pero háganse una idea de la evolución de la administración Trump en año y medio que el cese de Rex se ha visto como la pérdida de una de las influencias moderadoras y razonables en el entorno presidencial. Las crecientes amenazas comerciales que surgen del despacho oval y el absoluto ninguneo de la diplomacia oficial por parte de Trump a la hora de concertar la reunión con el dictador norcoreano quizás hayan sido la gota final de un vaso en el que, si no llega a haber tweet de Trump, Rex se marcha solo. Quizás lo sepamos en el futuro. O no.


Para sustituirlo, Trump ha nombrado jefe de la diplomacia a Mike Pompeo, anterior director de la CIA, un personaje que todo el mundo tacha de extremista y de trumpista de pro, lo que garantiza que durante un tiempo las directrices que surjan de esa área del gobierno sean plenamente concordantes con las directrices del jefe descerebrado. Y con ello, probablemente, se agudice la crisis que vive la diplomacia norteamericana, entre el estupor de los aliados y la alegría de los rivales, que ven como la ineptitud yanqui deja el campo libre. Pero que no se fie Pompeo. Desde el mismo día de su nombramiento como altísimo cargo, su puesto pende de un hilo, y convertido en uno de los aprendices jefes, su amo y señor no dudará en despedirle en cuanto considere que ha hecho algo que no le satisface. Por usar términos televisivos, Pompeo ya está nominado

miércoles, marzo 14, 2018

Stephen Hawking ha cruzado el horizonte de sucesos

Vi una vez, de casualidad, a Stephen Hawking. En 2006 visité en el Reino Unido a una pareja amiga e hice algunas excursiones breves por el país. Un día fui a Cambridge, para ver la ciudad, universidades, canales y, sobre todo, la capilla del King’s College, joya absoluta del gótico y dotada de una acústica preciosa. Esperando a que el semáforo me dejase cruzar una calle, cerca ya de la capilla, una furgoneta estacionada en frente bajaba una rampa trasera y, a ella, se acercaban dos personas y una aparatosa silla de ruedas que portaba un pequeño hombre, muy retorcido, de aspecto casi infantil en su menudencia. Era Hawking. La silla subió la rampa y se introdujo en la furgoneta, que cerró sus puertas y se fue. Y cruce la calle.

Hawking es, probablemente, la mayor celebridad científica de la era moderna, el sucesor en popularidad del rey Einstein, y uno de los que ha tratado de expandir el conocimiento de las teorías que el genio alemán descubrió en los años de gloria. Su trabajo científico y divulgador es muy notable, y su capacidad para contarlo también, pero es evidente que su enfermedad, su condición postrada, y su aspecto han condicionado mucho al relevancia de su figura. Hawking representa para muchos la simbiosis perfecta entre el hombre y la máquina, el progreso de la tecnología a la hora de dotar a los humanos de capacidades que no poseemos o que, fruto de la enfermedad, hemos perdido. Aquejado de ELA desde la veintena de edad, Hawking afrontó uno de los diagnósticos más crueles e irreversibles que uno pueda recibir, casi una condena segura de muerte, de agostamiento, de putrefacción en vida. La ELA es devastadora para los que la padecen y deja apenas espacio para la esperanza. La longevidad de Hawking, extraordinaria, fuera completamente de lo común para un enfermo como él, es quizás una de las pocas luces que les quedan a los que son diagnosticados con este mal, en la ilusión de que en ellos se produzca también el milagro de una larga vida. Al poco de su diagnóstico, Hawking adoptó una postura derrotista y desenfrenada, como queriendo agotar, de manera salvaje, lo poco que le quedase de vida, pero al poco cambió de actitud. La ciencia, que le ofrecía un mundo por descubrir, y su novia, le ayudaron a encontrar una vía de escape mental, un agujero de gusano para escapar del universo que se plegaba en torno a él con la intención de estrujarlo. A medida que su cuerpo se debilitaba y perdía funciones, y más necesaria era al colaboración de los que le rodeaban para hacer cualquier cosa física, su mente se elevaba y evadía resolviendo ecuaciones, adentrándose en campos como la gravedad cuántica y el origen del tiempo. Sus descubrimientos, de física teórica, nunca han sido galardonados con el Nobel, pero tampoco le ha hecho falta para alcanzar reconocimiento y posteridad. Quizás su teoría más famosa sea la de la radiación de Hawking, que una demostración de que algo puede surgir de un agujero negro. Su fama iba creciendo con los años a medida que su cuerpo se convertía en el mayor peligro para su ingenio. La tecnología fue paliando poco a poco algunas de sus limitaciones, y la pérdida del habla, fruto de una traqueotomía para evitar su muerte por ahogamiento al fallar la musculatura pulmonar, hizo que los ingenieros obraran el milagro de que un sensor detectara el movimiento de sus ojos y, escogiendo términos en una pantalla de ordenador, un sintetizador hablara por él. Los Simpson, Big Bang Theory, La teoría del todo…. Hawking era un icono social, una figura famosa en el mundo entero y que todo el mundo era capaz de reconocer con apreciar un simple gesto de su torturado rostro, alguna pieza de su silla o el metálico sonido de su voz artificial. Su vida personal, agitada, turbulenta, llena de amores, divorcios y sucesos, era tan agitada como su capacidad mental, y nunca dejó indiferente a nadie.


Ha querido la cruel casualidad que Hawking ha muerto en el día internacional de PI, el 3 14 de marzo, dicho en notación anglosajona, una jornada en la que científicos, matemáticos, divulgadores y frikys de todo pelaje hablan sobre ciencia y cuentan chistes sobre números irracionales, circunferencias, radianes y demás. Seguro que Hawking disfrutaba mucho con todo esto. Ahora, sumido ya en la oscuridad del único agujero negro del que, que se haya demostrado, no se emite radiación alguna, su genio es una muesca en la historia de la humanidad, y su figura, un referente. Y su voz sintética, ya apagada, un recuerdo de una persona única, que investigó hasta el final y nos demostró que la vida se lucha día a día, que nunca debemos dar por acabada. DEP, genio.

martes, marzo 13, 2018

Trump y Kim Jong Un se verán las caras

Lo primero que me pasó por el cuerpo cuando me enteré de la reunión entre Trump y Kim Jong Un fue un escalofrío. “La disuasión funciona” pensé, y me di cuenta hasta qué punto llega el poder del arma nuclear. Con sus ensayos y desarrollos de bombas y misiles Corea del Norte se ha convertido en un actor peligroso, realmente peligroso, y mete miedo, y consigue la respetabilidad suficiente (el acojone colectivo si lo prefieren) para que el Presidente de EEUU se reúna con el líder de esa infame dictadura. La lección es obvia. Dictadores del mundo, haceros con armas de destrucción masiva lo más rápidamente posible si queréis perpetuaros en el poder.

En general predominan los comentarios positivos y esperanzadores ante este futuro encuentro, previsto para abril o mayo, y que no tiene lugar de destino, aunque cotiza al alza la zona desmilitarizada entre las dos Coreas. Si estuviéramos hablando de dirigentes normales puede que una reunión así se viera con optimismo, pero estamos muy lejos de la normalidad, y tengo miedo de que ese cara a cara degenere en algo descontrolado. De momento Trump se ha vuelto a saltar a lo que antes era el todopoderoso Departamento de Estado, convertido hoy en una sombra de lo que fue, tomando la iniciativa y anunciando el encuentro de manera personal, mala forma de empezar algo muy serio. Portavoces de la Casa Blanca corrieron detrás para calmar los ánimos y mezclar esa reunión con la necesidad de desnuclearización de Corea del Norte y la renuncia a su programa de armamentos, promesa que era la base de la invitación norcoreana a la reunión, pero eso no hay quien se lo crea. Es precisamente esa política de armamentos la que le otorga el estatus de líder creíble al dictador norcoreano, y es su principal baza, quizás la única, para perpetuar su régimen. No es descartable que la presión china y el daño que producen las sanciones internacionales hayan obligado a Kim a optar por una táctica conciliadora, quizás para ganar tiempo e imagen púbica, pero no veo sinceridad alguna en el delincuente que ofrece entregar su arma cuando ésta es lo único que infunde miedo a los rehenes. El irracional, en apariencia, comportamiento de ambos líderes tampoco invita a ser muy optimistas. Quizás se lleven bien, y decidan hacer negocios a costa de la sociedad norcoreana y sus derechos humanos, cosa que no importa en lo más mínimo a ninguno de ellos, pero también está el escenario en el que la reunión resulta ser un fracaso. Primer encuentro, al máximo nivel, y encontranazo. Y después que, ¿la guerra? Si la reunión sale mal ninguno de ellos tendrá incentivos para volver a establecer un cauce diplomático o vías alternativas de entendimiento, y los cargos a su disposición no podrán contradecir las órdenes que emanen de los líderes y de sus impresiones tras la reunión. Sólo de pensar un escenario así le empiezan a uno a recorrer escalofríos por la espalda, y admite el riesgo enorme que supone dejar la seguridad global en manos de unos sujetos que parecen vivir llevados por sus egos, manías e irresponsabilidades. Con el surgimiento de liderazgos globales fuertes y autocráticos en otros escenarios del mundo (China ya es imperial otra vez y Putin volverá a reinar en Rusia tras las elecciones (jajaja) del domingo) los destinos globales cada vez dependen más de volcánicos personajes, y menos de asesores y equilibrios. Mal panorama.


En definitiva, la reunión de estos dos sujetos puede dejar imágenes realmente curiosas, y la podemos observar como un juego de cara o cruz. Si sale cara y se llevan bien, el escenario en la península de Corea puede cambiar bastante en poco tiempo, si sale mal, quizás acabe desapareciendo parte de la península de Corea en breve tiempo. Doble o nada, un juego de apuestas muy peligroso con millones de personas en medio, susceptibles de verse afectadas por la irritabilidad de personajes de pelo extraño, ideas alocadas y concepciones sociales atávicas y lo más lejanas posibles a lo que entendemos por democracia. Crucemos todos los dedos.

lunes, marzo 12, 2018

La muerte de Gabriel

Se que no soy nadie para llevar la contraria a Tolstoi, pero creo que las familias felices lo son por causas muy diversas, mientras que todas las familias tristes se parecen demasiado entre ellas. La pena, la angustia, el dolor encarnado en rostros serios y enjutos, bañados en más o menos, pero siempre con lágrimas que asoman. Mientras que el jolgorio admite varias formas de celebración, la congoja es universal y el sentimiento que deja no admite otra opción que la de la contemplación y el respeto, a sabiendas de que nada de lo que uno hace o dice sirva para nada. Que me perdone Ana Karenina por osar a discrepar de su fascinante vida desde el principio de su magna obra.

La muerte de Gabriel, el niño almeriense desaparecido hace un par de semanas en una pequeña pedanía rural de esa provincia, conocida ayer al mediodía, ha puesto fin a días de intensa búsqueda y de creciente movilización entre vecinos, allegados y personas de la zona, junto a profesionales de cuerpos de seguridad y de rescate que han peinado un terreno abrupto y complejo en unos días de muy mal tiempo, siempre con la esperanza de encontrar al chaval, sabiendo en todo momento que la opción de hallarlo muerto era posible, y más cuanto más tiempo pasaba. Los padres del crío, que se han hecho famosos en apenas unos días a cuenta de su angustia, eran la expresión de la pena, en unos rostros secos, estrechos, que denotaban humildad y pocos medios materiales. Su cara de pena y las lágrimas, siempre a punto de brotar, especialmente en la figura materna, ejemplificaban la pena y dolor de unos padres que ven como su hijo de ocho años desaparece de un momento a otro sin que nada se sepa. Ahora se sigue sin saber todo, pero ya se conoce lo fundamental, que es que Gabriel ya es un recuerdo, no una persona. La detención de la actual novia del padre del crío como, presuntamente, autora de su muerte, pone fin a la incertidumbre de lo sucedido, y abre la posibilidad de reconstruir lo que ha pasado y saber cómo y cuándo murió el chaval, pero dejará todas las preguntas importantes abiertas, especialmente la que siempre me queda pendiente. Por qué. Quizás ella pueda explicarlo, aducir unas causas que, como en la violencia de género, suelen mezclar el amor con la posesión, los celos y el miedo, y todo ello combinado desemboca en la irracionalidad de lesionar a lo que más se quiere, pero el por qué de fondo siempre me queda, la sensación de no entender nada de lo que sucede en estos sucesos, la absoluta incomprensión ante una maldad que se ceba en lo más próximo y querido para, como tantas veces se argumenta, defenderlo, protegerlo, cuidarlo, causando casi siempre la muerte o la mutilación del ser querido. Eso no se lo que es, pero desde luego no es amor, y abre una sima enorme ante todos, ante mi, que muestra una faceta del ser humano que no nos gusta, que nos aborrece, y que nos da mucho miedo. Esta vez ha sido Gabriel, pero cada día hay alguna mujer que, en soledad, sufre maltratos por parte de un amor impoluto, o un niño que encuentra en su casa, el lugar en el que debiera estar más seguro, el centro de todas sus pesadillas, la sede permanente de su terror, el nicho que alberga los miedos y los hace crecer en forma de gritos, golpes, amenazas o vejaciones. Son los menos, son pocos casos en comparación a los miles, millones de personas que vivimos con normalidad, pero se dan, existen, suceden ahora mismo, mientras escribo estas líneas, mientras usted las lee, y se repiten una y otra vez. Demasiadas veces en silencio, pocas con el estruendo que ha acompañado al caso de Gabriel, tantas obviadas, algunas perseguidas y castigadas, todas depravadas.


Ahora, en el caso de Gabriel, llega el momento del circo, que ya empezó ayer por la tarde. Del despliegue de medios de comunicación en busca de la noticia, y a ser posible del muy rentable morbo para sus turbios intereses, la catarata de ocio e insultos en las redes sociales, las vísceras sangrantes en forma de micrófono impúdico y de titular. Y por encima de todo, otra familia rota. Otra familia desgraciada que nunca podrá olvidar el 11 de marzo, maldito día donde los haya, que tendrá que vivir siempre con el dolor de lo sucedido, que nunca podrá disfrutar ya de la compañía de su crío, y que, quizás, tampoco entienda nunca nada de lo sucedido. En esto también, Ana Karenina, en la incomprensión, se parecen mucho las familias desgraciadas.

viernes, marzo 09, 2018

Trump impone aranceles y desata la guerra comercial

Se veía venir, aunque algunos aún no se lo creyeran. Una de las constantes en el discurso, por llamarlo de una manera, de Trump, es el proteccionismo, la renuncia a los mercados abiertos y la imposición de barreras, en la absurda creencia de que eso protege a los productores y consumidores locales. Lo que puede ser una idea válida en sectores emergentes y economías nacientes, y habría que estudiarlo en detalle, es una idea nefasta en todos los demás casos. Trump, y todos aquellos que despotrican en contra del comercio internacional tienen grabada a fuego una idea errónea. Creen que el comercio es un juego de suma cero, donde si yo gano tu pierdes, pero no es así. En un intercambio todos salimos ganando algo.

La imposición de aranceles al acero y aluminio por parte de EEUU abre un periodo de hostilidades, que pueden ser mayores o menores, pero sobre todo de desconfianzas entre las grandes potencias económicas globales. Su decisión, que excluye a Canadá y Méjico, pero que afecta directamente a China y Europa, será seguida muy probablemente por una ronda de represalias de esos dos gigantes sobre productos norteamericanos, y como antes les señalaba, todos perderemos, porque en estas guerras no hay ganadores. Si observamos las cifras de comercio internacional veremos que, sobre la mesa, Trump tiene un serio problema. En este enlace pueden consultar el balance comercial de EEUU, y verán que en enero de este año el déficit comercial norteamericano ha alcanzado los 56.600 millones de dólares, una señora cifra. El saldo con los dos gigantes antes mencionados es nefasto, siendo el balance con la UE de menos 13.600 millones y con China de menos 36.000 millones, más del doble. Estas cifras de déficit son las que Trump quiere reducir con sus aranceles, y quizás lo logre a corto plazo, pero a medio conseguirá perjudicar a otros sectores de su economía mucho más productivos y empleadores de mano de obra. Si lo vemos desde nuestro lado, el panorama es bastante distinto. Pueden consultar cifras comerciales de la UE en este enlace, y la imagen que se obtiene parece justo la inversa. La UE tiene superávit comercial. El dato interanual de enero de 2017 arroja un saldo favorable de 25.000 millones de euros, por lo que el sector exterior aporta al crecimiento económico de la Unión, algo de lo que sabemos mucho en España en estos últimos años, en los que las exportaciones han salvado parte de nuestro tejido productivo y nuestra ganancia de competitividad ha logrado que el sector exterior sea uno de los motores del crecimiento, algo que no había sucedido jamás. Si pulsan el enlace con el texto “Top trading partners” podrán descargarse un PDF en el que se muestran, con datos de 2016, el balance de la UE con el resto de países del mundo, con los que en algunos casos tenemos superávit y en otros casos déficit. Al que más partido le sacamos es a, vaya, EEUU, con un saldo favorable a la UE de 112.937 millones de euros, una barbaridad. Y es parte de ese saldo el que Trump quiere eliminar con sus aranceles. En el reverso contrario, es China el país que más gana comerciando con la UE, dado que nuestro saldo con ellos es el más negativo, por un valor de, madre mía, de menos 175.225 millones de euros. Vemos por tanto que, en el balance global del comercio entre los tres grandes bloques económicos, China es el gran beneficiado, o el que saca un margen mayor en todos los casos, y EEUU el que más debe, estando nosotros en un lugar intermedio. No tengo las cifras, pero es probable que el volumen e intercambios entre estos tres bloques sea mayoritario en el comercio global, y mucho más si descontamos el efecto de los productos energéticos (nuestro segundo socio al que más debemos es Rusia, menos 46.601 millones de euros, fruto de las importaciones de gas y petróleo, y el cuarto es Noruega, por lo mismo). Esto quiere decir que, para el comercio global, las buenas relaciones y el acuerdo entre estas tres potencias es determinante para que ellas, y por arrastre todos los demás, se beneficien de los intercambios mutuos.


Y el inverso es cierto. La siembra de discordias, agravios, discusiones, vetos y aranceles sólo va a beneficiar a los impresores, que usarán tipos grandes en los periódicos que los describan, y en el mundo digital ni siquiera eso. La historia demuestra que las medidas proteccionistas generan perjuicios económicos globales, y son una vía rápida hacia la desconfianza de las naciones, el debilitamiento de sus lazos de interés y el aliento de conflictos que pueden degenerar en guerras y miserias. Esa lección quedó grabada a fuego para muchos tras lo sucedido en los años treinta y los efectos de los aranceles, como los impuestos por EEUU en su ley Smoot-Hawley. Estamos a tiempo de no cometer errores que pueden costarnos caro, a todos. Ojalá vuelva la cordura.

jueves, marzo 08, 2018

La huelga feminista de hoy

No entiendo gran parte de la polémica que se ha organizado en torno a la huelga feminista de hoy. Nada se estaría discutiendo sobre los convocantes y sus motivos en caso de estar ante, pongamos, una huelga de Iberia, RENFE o cualquier otra empresa o sector. Muchas han sido las huelgas estudiantiles vividas que no han suscitado este debate, por lo que algo me hace pensar que esta misma polémica no es sino una nueva causa que sumar a los agravios que denuncian muchas mujeres sobre cómo son vistas en su vida laboral y personal por parte de quienes debieran ser compañeros e iguales. Aunque se ha avanzado mucho en la igualdad, queda tanto por recorrer….

El ruido de la convocatoria esconde tanto las ganancias de igualdad habidas a lo largo de estas décadas en nuestro país, que puede dar lecciones al respecto a otras naciones presuntamente más avanzadas, como los problemas de fondo, que persisten entre nosotros y en todas las sociedades, sean cuales sean sus ideologías morales de fondo. Hay varios estudios que demuestran que la brecha salarial existe entre hombres y mujeres, que no es un mito, y que se acentúa, de manera salvaje, cuando se produce la maternidad. El tiempo que quita la crianza de los hijos y el que la carga de esa labor recaiga especialmente en ellas es una de las causas principales de estancamiento de la carrera profesional de las mujeres, o directamente de su renuncia a la misma. En mi trabajo, donde los puestos no dependen de un contrato aleatorio, ese factor es menor, pero lo que veo cada día que garantiza la igualdad efectiva y práctica del desempeño de tareas es la guardería. En ella padres y / o madres pueden dejar a sus hijos pequeños, los tienen cerca por si les pasa cualquier cosa y saben que están vigilados y atendidos. Los hijos, durante el tiempo de la jornada laboral, no suponen un problema, ni reducen la productividad. Es más, saberse tranquilo al respecto es, más que probablemente, un acicate para estar más contento y ser más productivo. ¿Por qué no se extienden las guarderías por todas partes? Al igual que la ley establece estructuras de seguridad y protección en el trabajo y equipos obligatorios dedicados a ello en función del tamaño de las empresas o polos industriales, por qué no se crea una red de guarderías que de servicio en los centros de trabajo? No hará subir la natalidad, que creo está condenada a ser muy baja, pero sin duda eliminará uno de los grandes problemas que hoy en día, de manera objetiva, frena la carrera laboral de la mujer y sus ingresos futuros. Medidas como la extensión de los permisos de paternidad y la no posibilidad de que uno de los miembros de la pareja acumule los del otro también sería una manera de igualar los costes que, para el empresario, tiene la contratación de una mujer, costes medidos en tiempo de baja, siendo equivalente contratar a un chico o a una chica en función de estos. La reforma de los horarios de trabajo y de la jornada, con la reducción de la misma, la concentración del tiempo, el ejercicio continuado de las horas con tiempos mucho más pequeños para comer y salir antes de la oficina serían medidas que nos vendrían bien a todos, pero especialmente a las mujeres. Y, desde luego, denunciar siempre las situaciones de abuso, afrenta, injusticia y acoso que se dan en el mundo laboral, que siempre las sufren los más débiles que, en tantos casos, son las mujeres. Muchas podrán decir que nunca han vivido situaciones de ese tipo y que no las conocen en su entorno. El objetivo, entre todos, debiera ser que todas lo pueden decir, que no haya una discriminación, como se da ahora en muchos centros, empleos y desempeños. Es esta una labor de todos.


Así, la lucha contra la discriminación es una labor compleja, difícil y que requiere un empeño continuo. Por eso discrepo de varios de los lemas y argumentos convocantes de esta huelga, que caen en un simplismo más propio de recalcitrantes machistas que otra cosa. Hoy miles de mujeres harán huelga para reclamar justicia y derechos iguales. Otras miles no la harán, y eso es el ejercicio de la libertad en democracia. Y a partir de mañana tocará, cada día, batallar para que el sexo no sea una variable que determine el futuro profesional, laboral o personal de nadie. Cada persona tiene valías, capacidades, sentimientos, ilusiones, fortalezas y debilidades propias, que no dependen de sus aparatos reproductores. Discriminar por sexo, raza, o cuestiones similares no sólo es ilegal y está prohibido. Es, por encima de todo, estúpido.

miércoles, marzo 07, 2018

La Forma del Agua gana el Oscar

Intento, al principio del año, ver la mayor parte de las películas nominadas a mejor cinta en los Oscar, no tanto para hacer una porra, en las que suelo fallar estrepitosamente, como para disfrutar viéndolas y comprobar hasta qué punto mi juicio coincide con el de la academia norteamericana. Este año no he visto alguna de las nominadas, como “Lady Bird” o “Call me by your name” y vi dos que esperaba fueran muy premiadas pero que no se han llevado nada, como “Molly Brown” o “Los papeles del Pentágono” que me gustaron mucho y las recomiendo plenamente. Sí tenía vistas las tres más nominadas: “Dunquerke”, “Tres anuncios en las afueras” y “la forma del agua”.

Ha sido Guillermo del Toro con esta última el que se ha llevado el gato a su querida agua, alzándose con los premios de mejor película y director. Tres anuncios ha conseguido dos grandes premios de actores, mejor actriz y mejor actor secundario, y Dunquerke se ha llevado tres premios técnicos al sonido y nada más. Las tres películas me han gustado mucho, pese a ser muy distintas. Una de ellas relata, de manera muy original, un suceso real acaecido en la II Guerra Mundial, otra realiza una reflexión social en base a un suceso ficticio en una pequeña localidad de EEUU, y la ganadora es un cuento en el que el amor y la estética logran vencer a la maldad. Es esta última la película que se sale del tono social o realista de las otras dos y, por ello, exige ser vista con otros ojos. Con toques de “Amelie” y “Delicatessen” del Toro vuelve a su universo de seres limpios, puros, no contaminados, que se dejan llevar por sus instintos en medio de mundos grises y anodinos. Ha tenido la película algunas denuncias de plagio que no le han restado opciones ni premios, pero la historia que cuenta no es tanto valiosa por ella misma (hemos visto muchas veces el cuento de la bella y la bestia) sino por el cómo, por la atmósfera de irrealidad y ficción que del Toro logra impregnar. Si a alguien hubiera de ser denunciado por esta obra sería el propio del Toro, porque bebe de sus fuentes, y en cintas como “Hellboy” o, especialmente, “El laberinto del fauno” se encuentran las claves que dan lugar a una obra tan redonda como esta que, eso sí, debe verse con la idea de que vamos a asistir a un cuento. Sino, la impresión puede ser errónea. Las otras dos cintas, que también me han encantado, son muy distintas a la obra de del Toro y, pese a sus diferencias, comparten la característica de atrapar al espectador y golpearlo con saña. Poseen también trucos de guion y rodaje que las hacen muy atractivas, aunque hayan recibido críticas precisamente por ello, y también se caracterizan por no ser las esperables historias de guerra o venganza a las que uno está acostumbrado. Recurren a una interpretación psicológica de los conflictos, que no ocultan, y transmiten toda la crudeza de un bombardeo o de una madre herida en lo más profundo de una forma distinta a lo visto hasta ahora. De todas las personas que conozco que las han visto, no tantas con “Dunquerke” muchas más con “Tres anuncios” el juicio es claramente favorable, y cualquiera de ellas podría ser merecedora del premio a mejor película. Contienen además interpretaciones muy notables, de un reparto muy desconocido en el caso de Nollan, y otro más prestigioso en el de los anuncios, que otorgan verosimilitud a la historia, que vuelve a ser el centro de la película. En ningún caso la ambientación, los efectos especiales o el despliegue de medios, apabullante en las playas francesas, suponen un estorbo y son solamente el necesario relleno para que la historia se desarrolle.


Hecho curioso de estos Oscar, o más bien de los últimos años. Tres directores mejicanos se han llevado casi todos los premios a mejor película. Alfonso Cuarón con “Gravity” Alejandro González Iñárritu con “Birdman” y “El Renacido” y Guillermo del Toro con “La forma del agua” han logrado algo que no creo que se haya producido nunca con directores extranjeros en Hollywood (quizás sí, hablo de memoria y no soy experto) y justo cuando la embestida de Trump, su ceguera y su muro, no hacen sino enturbiar las relaciones de EEUU con su vecino del sur. Estos galardones reconocen a artistas, creadores, intérpretes y figuras de un arte que no conoce fronteras, sólo la calidad y originalidad de quienes a él se dedican. Unos premios, supongo, que no le habrán gustado mucho al inquilino de la Casa Blanca.

viernes, marzo 02, 2018

El domingo, elecciones inciertas en Italia

¿Se acuerdan de esas elecciones que, cada poco tiempo, ponen el destino de Europa en sus manos y nos obligan a todos a aguantar la respiración? Pues este fin de semana toca una y media. La “media” es el resultado de la consulta a las bases del SPD alemán sobre la gran coalición, que se supone que saldrá que sí, pese a que hay un fuerte movimiento de protesta entre los afiliados más jóvenes del partido. Si el resultado es afirmativo, el nuevo gobierno de coalición, presidido por cuarta vez por Ángela Merkel, echará a andar en pocos días. La elección completa, sin eufemismo alguno, es la que va a tener lugar en Italia, con un resultado bastante incierto y garantía de componendas y juego sucio una vez conocido el resultado.

Tres son las formaciones que encabezan los sondeos, cada una de ellas con sus particularidades. El movimiento Cinco Estrellas, fundado en su momento por el cómico Beppe Grillo, ha sido el favorito para la victoria desde hace meses, aunque ahora parece aflojar algo en su fuerza electoral. Preferido por los jóvenes, supone la representación del populismo “moderno” que algunos equiparan a la versión italiana de Podemos, aunque es una formación más ecléctica, menos sesgada a la izquierda tradicional y, también, menos dependiente de la figura carismática y purgadora de su líder. Frente a ellos se encuentran dos formaciones clásicas, que vienen de pasar malos momentos. El exprimer ministro Mateo Renzzi se presenta nuevamente con el Partido Democrático, la versión italiana de la social democracia tradicional, apoyada por algunos grupos de izquierda moderada. Renzzi quedó muy tocado tras el referéndum que supuso su salida del poder, y la llegada de Paolo Gentiloni al poder, un hombre gris proveniente de las filas del Partido Democrático y que suscita apoyos en muchos sectores del país para seguir en el cargo como una especie de figura de consenso, cosa que a Renzzi no le haría ninguna gracia. Por la derecha se presenta el Polo de la Libertad, amalgama de partidos en el que destaca, entre todos ellos, la Forzza Italia del incombustible Berlusconi. A sus ochenta y un años, inhabilitado para presentarse por sentencias judiciales, con el rostro cada vez más estirado e impersonal, y aspecto anormalmente rejuvenecido, Berlusconi ha conseguido centrar la campaña en el tema de la inmigración y movilizar a muchos italianos preocupados por ese asunto, que allí es de máxima actualidad desde la crisis de Lampedusa, que se prolonga desde hace demasiado tiempo. En este asunto ha contado con la inestimable ayuda de sus socios, la Liga Norte, que han escondido parte de sus discurso independentista de los ricos, el de siempre, para vestirse de xenófobos y duros frente a lo no italiano, contribuyendo a crispar la campaña y convertirla en una de las más sucias y feas de los últimos tiempos. Junto a estos tres bloques se presentan otras formaciones, sobre todo extremistas, que tanto por la izquierda como por la derecha ya no ocultan sus mensajes, directamente tóxicos, y muestran la creciente polarización de la sociedad italiana en un momento en el que, tras años de estancamiento económico, el país crece ligeramente pero no parece tener nada claro cuál será su futuro y papel ni en Europa ni en el mundo. Salvo gran sorpresa, ninguna de las tres fuerzas logrará una mayoría suficiente para proponer un gobierno estable, y como ha pasado en Alemania se abriría un largo periodo de negociaciones, marcado inicialmente por las amenazas de vetos cruzados que se han lanzado los partidos unos a otros. Y no es descartable que, como pasó en España, se llegue a un punto de bloqueo y haya que volver a repetir las elecciones.

Dudo mucho que suceda algo así, porque la capacidad de la política italiana de llegar a pactos florentinos es realmente asombrosa, y puede ofrecernos escenarios de acuerdos que no somos capaces ni de imaginar. Lo único seguro es que algunos incidentes habidos en los días previos a estas elecciones, como el grave tiroteo de tintes racistas acaecido a principios de febrero, han mostrado un fondo amargo en la sociedad italiana que empieza a emerger, y un radicalismo ideológico que resulta peligroso. Para Europa una Italia paralizada no es buena noticia, pero sería “soportable” si Francia y Alemania son capaces de ponerse de acuerdo para empezar a implantar reformas de calado, pero tras la salida del Reino Unido, el marasmo de la tercera economía de la UE mostraría, otra vez, como la deriva política actual no ayuda a la Unión ni a sus ciudadanos. A ver qué pasa el domingo, seguro que hay sorpresas.


Subo hoy a Elorrio y me cojo dos días festivos. Si todo va bien, nos leemos el miércoles 7. Descansen y disfruten de la lluvia

jueves, marzo 01, 2018

Protestas de jubilados, dudas de las pensiones

La subida del 0,25% de la pensión de este año, idéntica a la del pasado y, creo recordar, el anterior, ha soliviantado a miles de jubilados en toda España, que han salido a manifestarse para mostrar su enfado ante lo que consideran un aumento indigno, que no va a servir de nada ante la inflación, que amenaza con ser este ejercicio más elevada que en los pasados. Resulta curioso ver movilizaciones en este sector de la población, no muy dado a ellas, y que supone uno de los caladeros de voto más importantes para toda formación política. Tradicionalmente conservadores, amantes del bipartidismo, son PP y PSOE, por este orden, los más preocupados por estas manifestaciones.

Ahora que no me oye ni lee ningún jubilado, les recomiendo que no se quejen mucho, porque probablemente estos son y hayan sido los años en los que mayores han sido sus pensiones, y los próximos supondrán un declive claro de las mismas, y se lo digo desde la pena que me produce, y con la sensación de enojo de saber que, cuando me jubile, a saber en qué año y con qué edad, es probable que, si no cambia mucho el mundo, la pensión que pueda cobrar sea una de auténtica subsistencia. Creo que los jubilados yerran en el destinatario de su protesta, que no es exactamente el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el que les ha mandado esa carta, cuyo coste podía ahorrarse y convertir en una centésima de aumento de pensión. No, los jubilados y los activos debiéramos empezar a protestar contra este gobierno y los anteriores, por tratarnos como a críos. Si todos los activos que conozco, sin duda alguna, pensamos que vamos a acabar cobrando cuatro duros de pensión porque el sistema no dará para más, ¿por qué seguimos aguantando la cantinela gubernamental de que las pensiones están aseguradas y no hay que temer miedo a un futuro sin ellas? En España, como en otros países europeos, el sistema se basa en el concepto de reparto, mediante el cual los activos en este momento y nuestros empleadores pagamos un impuesto llamado cotizaciones sociales, que se destina al abono de las pensiones de los jubilados. Muchas variables influyen sobre los flujos financieros que rigen este sistema, pero las más obvias son que las cosas irán bien si somos muchos los que trabajamos en relación a los que cobran la pensión, si el tiempo de trabajo es mucho mayor que el tiempo de cobro de la pensión y si los sueldos de los que trabajan son bastante más altos de los ingresos que reciben los pensionistas. Estas tres variables, en ese sentido, garantizan un sistema de reparto sólido, excedentario y sostenible, y si alguna se empieza a torcer la cosa se pone fea. En este momento las tres variables juegan a la contra. El mercado de trabajo se recupera de su pozo negro de la crisis, sí, pero la tasa de paro sigue siendo muy alta y el ratio cotizante / pensionista es muy pequeño. La longevidad, bendita, provoca que aunque se esté alargando livianamente la vida laboral este efecto sea mucho menor respecto a los años totales de vida, creciendo a pasos agigantados el tiempo en el que se cobra una pensión. Otro factor demográfico perverso en este sentido es que, con una natalidad casi extinguida en nuestro país, el envejecimiento de la población es muy acelerado, lo que aumenta el número absoluto de pensionistas y disminuye el de cotizantes. Y el tema salarial también va a la contra, con contratos nuevos de salarios cada vez más bajos, y con ellos cotizaciones muy reducidas, frente a pensiones altas generadas en las décadas de alta cotización. Es un cóctel explosivo, manida expresión que en este caso se ajusta bastante bien a lo que estamos viviendo. Además, problema añadido, todas estas variables tienen mucha inercia, es decir, son difíciles de cambiar y sus efectos se notan en el largo plazo. Por ejemplo, no se cómo podríamos aumentar la natalidad pero, de hacerlo hoy mismo, pasarían décadas antes de que los niños trabajasen y cotizaran.

Cierto es que esta visión del problema la tenemos hoy en día, con los datos que conocemos y el mundo que nos es familiar. No está nada claro cómo será el mercado de trabajo en unos años ni el impacto que ciertas tecnologías (robótica, IA, etc) puedan tener, pero eso lo iremos descubriendo con el tiempo. Lo único seguro es que, a día de hoy, la Seguridad Social es deficitaria y sus pérdidas no parecen ir a menos, sino todo lo contrario. Urge pensar en serio como atajar este problema y, sobre todo, tratar a la población como adultos. En España hemos logrado que las pensiones sean un salvavidas para muchos en tiempos de crisis, mientras que millones de empleados han perdido su trabajo y, con él, todos sus ingresos. Toca sentarse entre todos, hacer un acuerdo intergeneracional y lograr, juntos, salvar en lo posible las cuentas de jubilados y empleados.