viernes, marzo 31, 2017

Habemus Presupuestos

Hoy Consejo de Ministros aprobará el proyecto de presupuestos de 2017, y es previsible que a principios de la semana que viene sea remitido a las Cortes para su tramitación. Este proceso, en caso de resultar positivo para el proyecto, duraría unos tres meses, por lo que si el gobierno logra los apoyos necesarios las cuentas podrían estar aprobadas para mediados finales de junio, y entrar entonces en vigor. En algunos casos, generarían efectos desde entonces, pero en otros, como la anunciada subida del 1% del sueldo de los empleados públicos, de manera retroactiva desde el pasado 1 de enero, lo que daría lugar a una paga extraordinaria de atrasos debidos, por llamarla de alguna manera.

Este presupuesto es, sobre todo, fruto del pacto del PP con Ciudadanos. Rivera se esfuerza una y otra vez en dejar claro hasta qué punto han influido a la hora de dotar de tres características al proyecto: Contenido social, mediante partidas destinadas a la dependencia y el gasto asistencial; fomento del emprendimiento y la economía, con la extensión de la tarifa plana de la Seguridad Social a los emprendedores y autónomos como principal estandarte; y por último, la no subida de impuestos, siendo en este caso los primeros presupuestos en bastante tiempo que no contemplan aumentos de tipos ni figuras impositivas nuevas, pese a algunos anuncios hechos en meses pasados al respecto (impuesto a las bebidas azucaradas, medioambientales ligados a los vehículos diésel, etc). Lo cierto es que el contenido real de las cuentas y su desglose lo conoceremos a partir de hoy, y habrá que leer a los analistas que los desguacen para saber realmente cuáles son las características fundamentales de los mismos. Me atrevo a señalar algunas de ellas que, a buen seguro, figurarán en el texto, quizás de manera muy clara, puede que de forma más o menos oculta. La más fácil de adivinar es la nueva y masiva oferta de empleo público pactada con los sindicatos para convertir muchos de los empleos eventuales de la administración en indefinidos, oferta que afecta principalmente a los departamentos de educación, sanidad y justicia. Y luego supongo que habrá tres partidas de inversiones que sobrepasarán a todas las demás. Una destinada al, llamémoslo así, Plan Cataluña, que dote de contenido a las promesas de infraestructuras que realizó Rajoy el martes ante el empresariado y otros colectivos sociales en Barcelona. Es fundamental que ese programa, centrado en Cercanías y el corredor mediterráneo, obras necesarias más allá de su oportunidad política, se empiece a concretar en cifras, años de programación y realidades contantes y sonantes. Los otros dos programas de inversión casi seguros serán el completo alicatado del País Vasco y Canarias, porque bien sabemos todos que los votos del PNV y Coalición Canaria son necesarios para alcanzar 175 escaños en el Congreso y, así, rechazar las enmiendas a la totalidad, pero también se sabe que el voto del Diputado socialista canario Pedro Quevedo, que daría la mayoría absoluta de 176 y lograr la aprobación, va a costar muchos millones. Ni el señor Cayo en la novela de Delibes se vio ante tal disputa como la que Quevedo observa desde su sillón, viendo volar millones y millones hacia unas Canarias que ni acertando varios gordos de Navidad serían capaces de recoger tanto dinero. Estas partidas de gasto, seguro e incrementado, deberán conciliarse con una tendencia a la reducción del déficit público, que cerró el año pasado en el disparatado 4,3%, recordemos que con la economía creciendo a más del 3%. ¿Cómo logrará reducir el déficit el gobierno sin subir impuestos y gastando más para conseguir apoyos? Esta es una de las preguntas clave del proyecto que hoy se presenta.


Su finalmente los presupuestos se aprueban, y la lógica parece indicar que así será, se abriría una ventana de tranquilidad política de al menos un par de años, con la única duda abierta de Cataluña, dado que 2017 estaría encarrilado con el presupuesto y 2018, si las cosas van mal, se puede aguantar con la prórroga de este nuevo proyecto que hoy conoceremos. Si la economía se mantiene estos años creciendo por encima del 2%, y es lógico pensar que así sea, salvo desastre proveniente sobre todo del exterior (qué miedo me da Le Pen) Rajoy puede estar más que relajado en la Moncloa hasta dentro de un par de veranos cuando, a la velocidad a la que va esto, nuestro país y mundo puedan ser muy distintos a los que ahora tenemos y, creemos, qué ingenuos somos, conocer.

jueves, marzo 30, 2017

Crece la mortalidad entre los blancos de EEUU

Uno de los signos más visibles, y obviados, de la opulencia en la que vivimos, es la disparada esperanza de vida de la que podemos disfrutar y de la salud que nos rodea. Nuestras posibilidades de vida son enormes si las comparamos apenas con las de unas pocas generaciones. La esperanza de vida en los países occidentales crece a ritmos de más de un año por década, lo que es asombroso, y quizás por eso la aparición de la enfermedad, antaño compañera ineludible, se ve hoy como algo tan repelente y desmoralizador. El cáncer nos tortura, pero sus crecientes tasas indican, sobre todo, la supervivencia de individuos que antaño no hubieran podido tener cáncer, porque hubieran muerto antes de otra causa.

¿Es en todo occidente así? No, como una aldea gala que se resiste a la tendencia, pero con la extensión de un continente, EEUU muestra unos datos que son completamente ajenos al del resto de naciones. Es más, el análisis de dichos datos nos da la imagen de dos EEUU muy diferentes, tan opuestos en lo externo como en este aspecto tan trascendente como es la mortalidad. En un estudio de hace poco más de un año se recopilaban datos sobre mortalidad en distintas naciones europeas, y frente a ellas, segmentos de población en EEUU. Pueden ver aquí los resultados de ese análisis. Las tasas decaen de manera continuada para el tramo de edad analizado, población de entre 45 a 54 años, con una clamorosa excepción, que es el segmento de población norteamericana que conforman los blancos no hispanos, el americano medio de toda la vida. En este caso, su tasa de mortalidad no sólo desciende, sino que tiende a repuntar ligeramente a lo largo de los años de estudio. Frente a ella, la tasa de mortalidad de los hispanos norteamericanos muestra un patrón de descenso quizás no tan acusado, pero sí comparable al de naciones como Canadá, Alemania o Suecia. También muestra el enlace que les incluyo un análisis de las causas de muerte de este segmento de población. Hay variables derivadas de enfermedades que muestran un comportamiento plano, como es la diabetes, o ligera mejoría, como el cáncer de pulmón, fruto de la reducción en el consumo de tabaco, pero resulta asombroso comprobar cómo aumentan los casos derivados del mal comportamiento, o mal estilo de vida, por llamarlo de alguna manera. Las cirrosis y otras enfermedades hepáticas crecen bastante, asociadas sin duda a un aumento en el consumo de alcohol, pero ese crecimiento se queda en nada si lo comparamos con el disparo en los datos de suicidio, que pasan de 10 a 25 puntos, o el desmadre de los datos de fallecimiento por sobredosis de drogas, que más que triplican su importancia en apenas una quincena de años. Es decir, más que la salud y su cuidado, que no es tan bueno en el país como aquí, por motivos culturales, alimenticios o de diseño de los sistemas de salud, los americanos blancos no están muriendo de enfermedades, se están matando entre ellos, de manera individual. Que las muertes por suicidio casi igualen a las de cáncer pulmonar es algo asombroso, pero lo es más que sea el consumo de drogas, sea cual sea el tipo de las mimas, la primera causa de mortalidad entre las aquí analizadas. Estos datos, agregados, son los causantes de que en la gráfica comparativa con los otros países este segmento de población aparezca como una observación anómala, un “outlier” que se dice en el argot estadísticos. Los frenos sanitarios no paran la mortalidad entre estos individuos como en otras naciones y hay aceleradores profundos, y muy oscuros, que hacen que mueran con mucha mayor frecuencia. Estos gráficos y datos son devastadores.

¿Qué está pasando aquí? Moisés Naím lo analizaba con detalle en una columna de este pasado fin de semana, y concluía que, en gran parte, se debe a un problema de expectativas. Muchos de esos ciudadanos se encuentran en una situación económica en declive, provienen de una época dorada, o así la perciben, y están desilusionados con el futuro que les espera. Son ricos, pero saben que van a menos. Frente a ellos los hispanos, que son pobres, saben que van a más y que su futuro pinta próspero, y sus expectativas están disparadas. Y cada uno de estos grupos vota en las elecciones, los primeros a Trump. Lean el artículo de Naím, es muy interesante, y nos habla de un tema que, a menor escala, o más localizado, también puede llegar a pasar entre nosotros.

miércoles, marzo 29, 2017

Hoy comienza el Brexit

Transcurridos nueve meses, en una especie de embarazo con náuseas y mareos incluidos, ayer Theresa May firmó la carta en la que invoca, de manera oficial, el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Hoy esa carta llegará a las instituciones europeas, se hará acto de recepción de la misma y, con ese trámite que algo tendrá de histórico, comenzará de manera oficial la negociación para el abandono de la UE del Reino Unido. La incorporación de este país al club comunitario se produjo en 1973, por lo que han sido 44 años de relación formal, más que muchos matrimonios, con momentos dulces y amargos, y serias discusiones, como muchos matrimonios. Hoy empieza el divorcio, que es como acaban, también, muchos matrimonios.

A partir de ahora sí se puede usar con propiedad esa expresión que hace referencia a “aguas no cartografiadas” porque entramos en un terreno desconocido. En el club europeo se sabe cómo agregar países, como unirlos. Se sabe hacer bien ese proceso, incluso se sabe hacer mal, pero establecer la salida y las condiciones de relación posterior es algo de lo que, afortunadamente, no se tiene experiencia, dado que hasta ahora todo ha sido crecer, a veces de manera ordenada, otras a lo loco. Se habla de un plazo de 18 meses a dos años para cerrar un acuerdo, aunque hay opiniones para todos los gustos sobre si esos periodos de tiempo serán suficientes o no. Y sobre el contenido final del acuerdo, las voces consultadas ofrecen tantos escenarios que resulta imposible hacerse a la idea de qué es lo que puede acabar sucediendo. Ambas partes están interesadas, a priori, en que dos aspectos de la relación queden lo más inalterados posibles: la libre circulación de ciudadanos y las relaciones comerciales, y eso sería la base de un acuerdo común rápido y lo que se ha denominado “blando”. Pero también hay intereses para que se produzca una salida “dura”. La UE no puede ofrecer un puente de plata al Reino Unido y dar la señal de que fuera del club se disfruta de muchas de sus ventajas a coste cero. Los británicos, encabezados por May, también pueden querer una salida brusca para contentar a sus bases eurófobas, que no son pocas ni silenciosas, y siempre pueden jugar con la carta de convertirse en una especie de paraíso fiscal, una vez que se escapen de la regulación financiera común, para hacer la competencia a Bruselas y así forzar la negociación. Puede usted poner sobre la mesa uno tras otro los muchísimos temas que tendrán que estudiarse y podrá elucubrar alternativas negociadoras que sean beneficiosas para una parte, parta la otra o para ambas, y tentaciones mutuas para hacerse daño. En el fondo parece que nos enfrentamos a un gran juego, de esos de los que la teoría lleva estudiando décadas, donde será difícil distinguir los faroles de las posiciones ciertas, y que resulta totalmente imposible, a priori, determinar cuál será el punto de equilibrio. Mi opinión es que, sea cual sea el acuerdo al que se llegue, la situación será peor para ambos que la actual, de unión, por lo que me conformo con que se minimicen los daños, pero doy por sentado que los va a haber, en la parte británica y en la comunitaria. Y eso de por sí ya es una mala noticia. Y como fruto de la ola populista que nos zarandeó en 2016 ya tenemos el primero de sus amargos productos, que no sabe a mermelada británica ni a galleta danesa ni a gofre belga ni a croissant francés o torrija española. Sólo es amargo, y de mal sabor para todos.


En todo caso, hay un aspecto básico de la negociación que debiera quedar muy claro para los socios comunitarios, y es la necesidad de mantener una postura común entre ellos y no actuar por libre. Una de las bazas del Reino Unido es ofertar a los distintos países diferentes contrapartidas, la que mejor le venga a cada uno de ellos, para crear una disensión entre los socios e impedir un acuerdo. Debe haber una postura común y sólo Michell Barnier, el encargado por la Comisión de organizar este difícil proceso, debe ser el portavoz y voz autorizada en la negociación. El “divide y vencerás” puede ser muy efectivo en este caso. Hay que evitarlo.

martes, marzo 28, 2017

Ciudadanos y un señor de Murcia

Me enamoré perdidamente de Ninette, el genial personaje creado por Miguel Mihura, en la encarnación que para la tele hizo Victoria Vera en los ochenta. Francesa, pelirroja, alegre, desinhibida, moderna, Ninette era el paraíso. Hija de unos exiliados de la guerra civil española de origen asturiano que viven en París, se convierte en el sueño hecho realidad de un señor de Murcia, genial Jesús puente, que va a visitar a su paisano que también reside en la capital francesa, con la planta y voz de Alfredo Landa, que cuenta maravillas de su vida en Europa, pese a que el día a día de su existencia no sea nada más que tristeza, excepto cuando ve a la luz, encarnada en Ninette.

La política, que no es tan agradecida como los textos del gran Mihura, escribe estos días un sainete murciano en el que hay poco de Ninette y bastante de tristeza, con un toque de enredo muy propio de la tierra. Hace poco venció el plazo que Ciudadanos dio al PP para que propusiera un candidato nuevo que supliera a Pedro Antonio Sánchez, actual presidente del gobierno regional, e investigado en el caso relacionado con la obra del auditorio de Puerto Lumbreras, municipio del que fue alcalde con anterioridad. Ciudadanos dijo que si Sánchez no se iba apoyaría una moción de censura de la oposición, sumando sus votos a PSOE y Podemos, para desbancar al PP del gobierno y convocar nuevas elecciones. El plazo, cumplido, llega con el PP fijo en su postura y candidato, y el PSOE y Podemos reclamando el voto de ciudadanos ante una moción ya presentada en las cortes, pero que no ven ambos partidos como una vía para convocar elecciones, sino como una forma de quitar el gobierno al PP y lograr el control de la comunidad. En su afán por la transparencia y la dignidad Ciudadanos se ha colocado en la peor de las opciones posibles. Si apoya con sus votos esa moción de censura permitirá un gobierno PSOE Podemos y si no lo hace permitirá que el PP siga gobernando con el imputado Sánchez al frente. Un dilema de los gordos en el que no hay opciones buenas para la formación de Rivera, en el que haga lo que haga será vapuleado por unos y por otros, por las respectivas voces mediáticas de cada grupo y por la sociedad en su conjunto. Ello ha provocado también disensiones entre los naranjas, entre la dirección central del partido, partidaria de no sumarse a la moción dado que no se convocarán elecciones, y los representantes regionales, que no descartan nada, a sabiendas de que serán los primeros y principales perjudicados de la decisión que tomen, en un sentido o en otro. Este caso también está provocando desgarros en el PP, aunque sean livianos, dada la profesionalidad de este partido a la hora de amarrar el poder cuando lo posee y ocultar la corrupción cuando amenaza. Pocos días han pasado desde que Alberto Garre, expresidente murciano, que ocupó ese cargo apenas un par de años desde la marcha de Ramón Luís Valcárcel hasta la llegada de Sánchez, presentara una carta en la que abandonaba la formación popular, y expresaba su queja y decepción por cómo el PP ha gestionado los casos de corrupción, o más bien por cómo no los ha gestionado. Garre en su texto menciona directamente a Rajoy, a su táctica de dejar pasar, de ponerse de lado ante los corruptos, de consentirlo, y se declara no tanto indignado como decepcionado. Su escrito es una llamada de atención ante los comportamientos corruptos que persisten en la política, en todas las regiones, y que se ven alimentados por el dinero negro de la financiación de los partidos, algo a lo que nadie quiere meter mano.


Ante este panorama, ¿qué es lo que va a pasar en Murcia? Ni idea. En principio la moción de censura se debate en el parlamento regional la semana que viene y, salvo sorpresa en el procedimiento judicial que se sigue contra Sánchez, no tendremos nuevas piezas de juego sobre la mesa de las que conocemos ahora mismo. Si Ciudadanos mantiene su postura oficial es muy probable que no secunde la moción, pero quizá opte por una posición de libertad de voto, para tratar de no mojarse en exceso. Lo que parece seguro es que nada sucederá a la altura de lo que, seguro, sería capaz de escribir Mihura con estos mimbres. Lean su obra y, consejo, revisen esa serie televisiva, echa con todo el gusto, gracia y talento posible.

lunes, marzo 27, 2017

60 años de la UE. ¡Viva Europa!

Este sábado se cumplió el sesenta aniversario de la firma del tratado de Roma, que dio lugar a la creación de la entonces llamada Comunidad Económica Europea, un pacto de seis países (Alemania Federal, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) germen de la actual Unión Europea. Por tal motivo se han organizado a lo largo del fin de semana una serie de actos conmemorativos en Roma que, por los escenarios escogidos, parecían una recreación de “La gran belleza” de Paolo Sorrentino, con personajes igualmente veteranos deambulando entre la grandeza de estancias y ruinas romanas, que poseen un empaque insuperable.

Llega la UE a una edad respetable, llena de achaques, crisis, dolores, problemas y broncas. Se ha puesto de moda echarle la culpa de todo lo que pasa y, obviando lo mucho conseguido, sentirnos frustrados por lo poco logrado respecto a nuestras aspiraciones. Olvidamos que la UE es algo que no ha existido nunca antes, un “objeto político no identificado” como he leído este fin de semana, en una expresión muy afortunada. No es una federación de territorios que se constituyen en nación, como Alemania o Suiza, no ha sufrido una guerra interna para consolidar su unidad plena, como EEUU. Es otra cosa. Es una agrupación de naciones consolidadas, soberanas, plenas, que conscientemente ceden soberanía a un ente supranacional. Por eso no debemos olvidar nunca, nunca, que Europa existe como idea genérica en la cabeza de algunos europeístas, como este que les escribe, pero que la UE existe por voluntad expresa de los mandatarios y, llegado el caso, los ciudadanos de los países que la conforman. La invocación que Theresa May realizará el próximo miércoles del artículo 50 del Tratado para iniciar el proceso de salida, el Brexit, es una muestra de que la UE no es un proceso irreversible, ni mucho menos, que puede irse al garete, y que se los países que la conformamos decidimos que no nos sirve, pasará a la historia, a la de los buenos momentos, sí, pero a la historia del pasado. Ayer mismo Marine Le Pen, en un mitin de su campaña, anunciaba que su victoria supondría la muerte de la UE, cosa que no es nada descabellado. Lo grave de esas declaraciones no es tanto su expresión, sino que fueron aplaudidas con rabia por parte de un auditorio que las comparte y hace suyas. Este es el principal problema actual de la UE, que varias naciones, con sus dirigentes al frente, la ven como un estorbo más que como una oportunidad. La regresión de los valores europeístas que se observa en el discurso de Le Pen y otros partidos similares se expresa en las decisiones que, día a día, toman gobiernos como el polaco o el húngaro, que decididamente van en contra del proceso de integración europea. Por eso se habla de soluciones a varias velocidades, de que los países que deseen avancen sin contar con el resto, de alternativas para cohesionar políticas entre los que quieran e impedir que minorías de bloqueo o unanimidades imposibles hagan embarrancar el proyecto. Son parches, alternativas, para tratar de salir del atasco en el que ahora mismo se encuentra una Unión que representa, en su gasto, poco más del 1% del presupuesto de los países que la conforman, pero a la que exigimos que sea la solución de todo. Una Unión que, demasiadas veces, es culpada por los políticos nacionales de todo signo de ser la responsable, por acción u omisión, de los problemas de nuestra vida, problemas de todo tipo frente a los cuales “Bruselas” se convierte en el ogro al que echar la culpa, una especie de versión supranacional de ese “Madrid” que tan rentable resulta usar en España.


Somos pocos los que defendemos a la UE, a veces muy ruidosos, pero pocos. Defenderla no significa amparar sus errores y fallos, que los tiene, y serios. Eso sería engañar, pero no es menos cierto que estos sesenta años de Europa unida han sido, quizás, los mejores de los dos últimos milenios, y negarlo sería absurdo. No podemos vivir en la complacencia, pero tampoco en la ilusión de que la magia de invocar a Europa nos resolverá todos nuestros problemas. Ayer leía también que, sobre el conjunto del planeta, somos el 7% de la población, el 25% del PIB y el 50% del gasto social. Esa es nuestra dimensión y responsabilidad. Larga vida a la Unión Europea y, aunque no esté de moda… ¡¡¡Viva Europa!!!

viernes, marzo 24, 2017

EEUU se instala en el desorden

Desde aquella noche de noviembre en la que ganó Donald Trumo ya nada es igual en EEUU. Un halo de incertidumbre, de profunda anormalidad, se ha instalado en la nación más poderosa de la tierra, aquella capaz de otorgar estabilidad si así lo desea o de ser la fuente de malos augurios más formidable que imaginarse uno pueda. Eso es lo que te otorga un gran poder, capacidad de influencia. A lo largo de esta semana dos de los muchos frentes internos que se desataron en EEUU durante la campaña y tras las elecciones han dado mucho que hablar y enrarecido, aún más si era posible, el ambiente político en el país. Y la sensación global de que nada de esto es normal.

Por un lado, el tema de “los rusos” o esa influencia del Kremlim en la campaña electoral y la connivencia del equipo de Trump con personalidades de Moscú y de su órbita de influencia. El hasta ahora todopoderoso FBI, cuyo prestigio anda bastante por los suelos, ha anunciado que mantiene abierta una línea de investigación sobre este asunto, y que, pese a que muchas de las informaciones que se rumorean sobre el tema son bulos, algo puede haber de cierto. Sólo la idea de que una agencia federal de seguridad del gobierno de EEUU hable en público de que está investigando si el presidente y sui equipo tuvieron colaboración con Rusia es asombroso, inaudito, e ilógico desde todo punto de vista. Piensen en la época dura de la guerra fría, o en los cercanos años ochenta, cuando quedaba poco para el inesperado derrumbe de la URSS y, por tanto, del final de esa era. Acusaciones mucho más livianas que las que ahora circulan por Washington no sólo acarreaban el final de carreras profesionales, no, sino que eran suficientes para acabar en la cárcel o la silla eléctrica. Trump, desde su visceralidad desatada, niega una y otra vez todas las acusaciones, acusándolas de falsedades promovidas por los medios basura que no le son afines (cuando realmente sólo los basura le siguen) pero su credibilidad es nula, y su palabra, tantas veces usada para mentir de manera descarada, se le vuelve en contra cuando reclama credibilidad a sus afirmaciones. En cierto modo me recuerda un poco a la fábula de Pedro y el Lobo, que de tanto mentir nadie cree a Pedro, ni siquiera el único día en el que dice la verdad. ¿Cuándo no miente Trump? Esa es una pregunta que no se si alguien está en condiciones de contestar. Quizás una voz autorizada del kremlin pudiera hacerlo. El otro tema, más de política interna, pero que revela muchas cosas sobre el estado del país, es la bronca que existe dentro de las propias filas republicanas sobre la reforma sanitaria que quiere aprobar Trump en el Congreso, reforma que, básicamente, supone derogar el Obamacare, que es como se conoce al programa de seguro médico implantado por Obama para aquellos norteamericanos que carecen de él, decenas de millones, y que no pueden acogerse a los dos programas federales en vigor, el que cubre a los muy pobres y a los jubilados (Medicare y Medicaid, no me acuerdo si en ese orden o al revés). El plan de Obama otorgó cobertura médica a más de veinte millones de ciudadanos, y su eliminación era una de las promesas de todos los candidatos republicanos, también de Trump. La reforma de Trump demuele gran parte de la estructura creada por Obama, pero no su integridad, deja sin cobertura a la mayoría de los hasta ahora beneficiados, pero no a todos, y reduce en bastante el coste del programa, pero no lo elimina del todo. Lo deja medio en ruinas, pero no lo derrumba. Esto ha exaltado al ala de congresistas republicanos más cercana a lo que se llamó el Tea Party, que ven en el plan de Trump algo así como una bajada de pantalones ante el populismo, que no olvidemos es lo que le dio la victoria al magnate. Ese grupo de congresistas amenaza con votar en contra del proyecto, lo que unido a la obvia oposición demócrata supondría la derrota de la propuesta presidencial, todo un varapalo a la figura de Trump y algo más que un golpe de atención. Más bien un golpe bajo propinado por parte de “su” partido, siendo ese “su” muy difícil de definir.

Para evitar la derrota segura ayer Trump retiró la propuesta de reforma del Congreso, pero amenaza con llevarla hoy, en medio de un discurso incendiario de sus colaboradores más estrechos contra lo que denominan el “establishment” republicano, lo que vuelve a demostrar que Trump es Trump y su camarilla, y muy poco más. ¿Qué consecuencias tendría un voto en contra del Congreso a la reforma? Lo que es seguro es que un voto favorable demostraría que Trump ha conseguido doblegar al partido para que le sirva como él quiere, pero la alternativa de rechazo abriría un nuevo frente de incertidumbre, uno más, sobre un Washington que, como antes de ser desecado, vive sobre una montaña de fango que amenaza con devorarlo. A ver qué pasa.

jueves, marzo 23, 2017

Terrorismo en Westminster

Pocos lugares habrá más turísticos y cargados de simbolismo oficial en Londres que el puente de Westminster y los alrededores del Big Beng. Miles de personas transitan por ellos no cada día, más bien cada hora, y suponen una de las estampas clásicas de lo británico, tanto como postal de visita como representación de sus instituciones. Allí está el Parlamento, uno de los más antiguos del mundo, la estatua que homenajea a Winston Churchill, el héroe del pasado siglo XX, y la abadía de Westminster, representación del poder eclesial y panteón de las figuras notables del país. Atacar ese lugar es atacar el corazón de la nación.

Y eso lo sabía muy bien el terrorista que ayer sembró el pánico en esa zona, en una acción de la que aún quedan muchas cosas por saber, empezando por la identidad del propio autor, pero que en su forma y procedimiento parece una repetición de actos terroristas yihadistas como los llevados a cabo en verano en Niza y a las puertas de la Navidad en Berlín. El balance de muertos, cinco contando el del propio terrorista, es menor que en aquellas ocasiones (siempre será demasiado elevado ante la presencia de una sola muerte) debido también a las restricciones de tráfico que imperan en la zona, que impiden el paso de vehículos pesados. El atacante recurrió a un coche, un simple y vulgar coche, para embestir a algunos de los muchos paseantes o turistas que se encontraban en ese momento en las aceras del puente, camino al Big Beng, y allí es donde causó el mayor número de víctimas, tres, dejando numerosos heridos, algunos de los cuales se debaten en estos momentos entre la vida y la muerte. Tras ese primer impacto mortal la carrera del asesino es corta, y llega hasta la valla del complejo parlamentario, donde estrella el coche y sale corriendo, cuchillo en mano, en busca de otra víctima, que resulta ser un policía, desarmado, que custodiaba el lugar. Las heridas que le causa son mortales, pese a la asistencia de los sanitarios y de un parlamentario, cuya imagen ha dado la vuelta al mundo. Para entonces el pánico ya es total en la zona, la sesión del Parlamento, que se desarrollaba en el interior del complejo, es suspendida, y miles de empleados y turistas son forzados a encerrarse en los edificios cercanos hasta que pase el peligro. El terrorista es abatido por las fuerzas de seguridad y comienza tras ello la instauración de un perímetro de seguridad, la búsqueda de pistas y posibles cómplices y la extensión de los nervios. La secuencia de actos podría haber sido distinta, pero esta es la que sucedió, y fuera cual fuese la escogida por el atacante, estaba condenada a terminar con su muerte a los pies del que quizás sea el lugar más vigilado de todo el Reino Unido, en dura competencia con el cercano Palacio de Buckingham. De hecho, que el atentado de haya producido precisamente ahí ya es una señal de advertencia, un recordatorio que nos muestra hasta qué punto es cierta esa frase que repetimos como mantra de que la seguridad total no existe. Ni en el corazón de la ciudad, ni allí donde las patrullas de seguridad son constantes, y su vigilancia extrema, la seguridad será plena, parece querer gritar el atacante con sus actos, actos que por su diseño y ejecución no requieren ni logística ni presupuestos ni medios ni nada que genere unas pistas o señales dignas de rastreo. Tan solo hace falta la voluntad de matar, la creencia paradisiaca de la vida en el más allá tras la segura muerte y el odio fanático, sembrado por aquellos que no atentan pero mandan, basado en una pervertida idea de la religión. Un atentado como el de ayer sólo es evitable levantando muros y vaciando espacios. Impidiendo que nadie se encuentre en el lugar. Es absurdo, es duro de admitir, es frustrante.


Hoy Londres seguirá siendo un caos, un poco más de lo habitual en una ciudad que tienen un tráfico infernal. La investigación avanzará y empezaremos a conocer nombres, perfiles, historiales, antecedentes e historias relacionadas con el autor del atentado y sus posibles colaboradores o amigos. Seguramente veremos lugares comunes a otros hechos de este tipo, procesos de adoctrinamiento similares, fanatismo religioso, rigorismo islamista en alguna de sus versiones, y puede que nos volvamos a encontrar ante la sensación de que algo hemos hecho bien, en lo que hace a la seguridad, al lograr impedir que sujetos como este hayan accedido a armamento o explosivos, pero nos volveremos a enfrentar ante el ciego fanatismo, que mata con lo que tenga a mano, porque es su destino, aunque sólo sean las manos sus armas.

miércoles, marzo 22, 2017

Pelea de padres en un partido

Seguro que han visto el vídeo de la escena muchas veces en los últimos días, y es que es un documento gráfico de enorme valor. Aunque la imagen no está enfocada del todo, quien la graba sabe seguir la acción de lo que sucede y muestra la evolución de cómo una disputa entre dos padres se acaba convirtiendo en una tangana, una pelea de bar, en la que faltan las sillas y vasos, pero no los brutos y la violencia, con el fondo de un campo de fútbol y algunos gritos de “qué vergüenza” que exclaman testigos presentes, de voz femenina en ese caso, que describe en su expresión acertada, aunque se quede corta, lo que sucede ante nuestros ojos.

Las peleas en el deporte escolar, protagonizadas sobre todo por padres, son un clásico en la vida social de los fines de semana de este país, y de muchos otros. Es algo a lo que yo siempre he sido ajeno, tanto por mi nulo interés por el deporte, ni en lo práctico ni como espectador, como por la dejadez de mi padre, y de muchos otros de su generación en lo que hubiera hecho a ayudar a sus hijos a desplazarse a un campo contrario o a verlos jugar. Pero con el paso de los años amigos y compañeros cuentan escenas que, aunque no tan serias, se parecen mucho a lo que sucedió el pasado fin de semana en Mallorca. Cada cierto tiempo salen a la luz crónicas de palizas a árbitros, amenazas a entrenadores y todo tipo de sucesos que tienen la violencia como denominador común. ¿Por qué? Supongo que las causas serán de todo tipo, como siempre, pero al menos hay dos que no puedo dejar de señalar y que me sorprenden día a día. Una es la sacralización del deporte, en este caso concreto del fútbol, y el valor de la victoria por encima de todo. El equipo al que defendemos, el de “nuestros colores” y cosas por el estilo debe ganar siempre, siempre, siempre, siempre, y como sea. Se dice que el deporte es escuela de valores y sacrificios, sí, pero también de ambiciones desmedidas y de la búsqueda del triunfo por encima de todo. Quizás los chavales que juegan no piensan tanto en la victoria como en divertirse, pero no parece ser ese el comportamiento que muestran los espectadores, y por ello la tensión se desborda. Si hay que pegar, hacer trampas, amenazar al árbitro, que representa la justicia en este caso, se hace. Y a partir de ahí puede uno extender el símil de la victoria más allá del deporte, a la obtención de contratos, a la corrupción política, a donde usted desee, y verá comportamientos muy similares, que se retroalimentan. El otro factor, que afecta más directamente a los deportes infantiles y juveniles, es la sacralización, también, del hijo. Todos los padres pregonan desde sus alturas que su hijo es el más rápido, el más hábil, el más fuerte y, si me apuran, el más listo. Todos los hijos son superdotados y todos se encuentran por encima de la media. Y claro, no puede ser que un hijo que juega no sea capaz de meter gol, que no le pasen los demás el balón porque ÉL es el centro del juego y el que lidera el equipo. Y pobre de aquel que ose meterse contra él, y menos aún tocarlo. El hijo es un ser superior a quien nadie puede osar decir ni ordenar nada. Y mucho menos figuras turbias como árbitros, profesores y otros estamentos, que conspiran contra la grandeza del hijo, debido a la profunda envidia que sienten en cada momento. Este comportamiento, de egoísmo sumo por parte de los padres, está creando generaciones enteras con una muy baja tasa de frustración, que no se han enfrentado nunca a la derrota en sentido amplio, derrota que en la vida diaria se sufre día sí y día también. Y que duele. ¿Cómo van a responder estos chicos cuando sean mayores y nadie salte a “defenderles” pegándose con otro? ¿Cómo responderán? Es una de las mayores dudas que tengo respecto a la evolución futura de nuestra sociedad. Y aviso que pocos consejos puedo dar en base a mi experiencia personal, dado que no soy precisamente el más habilidoso para gestionar y superar esas derrotas de la vida.


No se cómo se puede acabar con estos episodios de violencia, absurdos y muy tristes. Quizás lo mejor sería prohibir directamente a los padres acudir a los partidos de sus hijos. Que se queden en el bar o en otra parte y, a la salida, acudan a recogerlos. Pero seguro que el equipo o colegio que propone esa medida es acusado de todo tipo de conspiración y ultraje sobre los pobres chicos, por parte de una horda de padres exaltados. Lo lógico sería inculcar a padres, e hijos, de que todo es un juego y de que siempre habrá alguien más rápido, hábil, escurridizo y, sí, también, listo, que su hijo, y que el chaval debe aprender de quien le supera para mejorar, pero sospecho que es esta una lección muy difícil de impartir, y más aún de asimilar.

martes, marzo 21, 2017

El último engaño de ETA

Anunció ETA el viernes pasado, en medio de relativa sorpresa, su disposición al desarme completo y unilateral, mediante un comunicado enviado al periódico francés Le Monde, y que luego fue distribuido por medios de todo el mundo. En él ETA anuncia un calendario de señalamiento de zulos a los gobiernos español y francés, y con su pomposa retórica habitual, se erige en garante de un proceso que autocalifica de histórico. Tras la última exhibición de desarme, que consistió en un ridículo paripé que sólo generó chistes y burlas, trata ETA de darle algo de solemnidad a uno de sus últimos actos como banda terrorista. No le concedamos ni eso siquiera.

La historia de ETA, en gran parte escrita a través de sus odiosos actos, es la de un fracaso absoluto. Junto con la guerra civil y el franquismo compone lo peor del pasado siglo XX de nuestro país. Su extensión más allá de las leyes de amnistía supuso el propósito explícito de mantener una postura de violencia, terror y desprecio por los demás, que no hizo sino acentuarse a lo largo de las siguientes décadas. ETA ha sido lo más ruin y zafio de la España democrática, lo más repulsivo, y sus seguidores se han mostrado como los más intolerantes y cobardes de entre los que nosotros han existido. ETA comienza su declive muy tarde, no cuando se dio cuenta de que tenía la batalla perdida, porque nunca la podía ganar, ni cuando sus miembros empezaron a ver que el negocio en el que se habían metido era inviable, no. ETA empezó a decaer cuando algunos sectores de la población vasca empezaron a hartarse, a avergonzarse, a sentir como propio el dolor que ETA infringía en su entorno. Manifestaciones de repulsa de ciudadanos anónimos, valientes, héroes en medio de la nada, sin ningún respaldo político, social o económico. Las fuerzas vivas de la sociedad, los políticos, los religiosos, los responsables sindicales, y un largo etcétera de cargos y atribuciones, no estuvieron presentes al inicio de la respuesta cívica contra el terror, un inicio en el que el componente mafioso de la banda y su dominio de la sociedad, especialmente en los pueblos y ámbitos pequeños, era casi total. Ganar la batalla a ETA fue un proceso de reconquista de la libertad de la sociedad vasca y española, pero de la sociedad en su sentido amplio, conformada por estamentos plurales, ocupaciones diversas, rentas variadas, ideologías discrepantes, que nada tenían en común excepto la sensación de opresión ante la dictadura terrorista. En aquellos años los arsenales de ETA eran plenamente operativos, y sólo caían los que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado lograban incautar, con mucha dificultad, y nula cooperación por parte de quienes, pudiéndolo, en nada les ayudaban. La derrota de ETA fue lenta, dura, desagradable, llena de momentos de dolor, de pena y rabia, y de ninguna alegría. Cuando hace algunos años ETA anuncia el cese de su actividad, ya muy descabezada, el único balance que queda de su trayectoria es el de más de ochocientas personas asesinada, decenas de secuestrados, miles de extorsionados, millones de euros en pérdidas, y lágrimas sin fin. Se empezaba a cerrar un capítulo negro de nuestra historia que ha retratado a muchos, a pocos ensalzando su figura, a tantos poniendo al descubierto su cobardía, a no pocos con un buen saco de nueces como cosecha obtenida. Por eso que ahora, tras todo lo sucedido, y que nada ni nadie podrá reescribir, por mucho que se intente, por parte de algunas autoridades y partidarios de la banda, que ETA se pretenda erigir en juez y parte del proceso de su liquidación resulta, cuando menos, indignante. Y chusco, muy chusco. Casi nada de lo que haga ya los cuatro asesinos que quedan al frente de ese fantasmagórico tinglado será tomado en serio, ni tendrá relevancia alguna. Hace mucho, al menos medio siglo, que pasó su tiempo.


Lo que debe hacer ETA es anunciar su disolución, pedir perdón y emitir un comunicado en el que reconoce que su historia ha sido un fracaso, y que a todos aquellos a los que ha afectado en su vida, sólo ha causado perjuicio. Sus presos, los últimos engañados, vuelven poco a poco a una libertad tras sentir cómo gran parte de su vida ha sido un fracaso, una mentira por la que fueron seducidos para ser usados como peones del terror. Los arrepentidos muestran al resto el camino de lo que deben hacer para redimir, moralmente, no judicialmente, sus penas. Y las víctimas, las cientos, miles de víctimas, sólo recuerdan una placa de mármol bajo la que yacen los suyos, o una esquina en la que el fanatismo nacionalista y xenófobo de ETA los mató. Nada más. Sólo lágrimas y amargos recuerdos llenan sus arsenales vitales.

viernes, marzo 17, 2017

Los estibadores y el abuso de poder

Ayer en el Congreso fue rechazado el decreto ley de la estiba, tras la abstención de Ciudadanos y el voto en contra de casi toda la oposición. PP y PNV votaron a favor, pero no fue suficiente. Según he visto por ahí es la tercera vez que en democracia el parlamento rechaza la convalidación de un decreto gubernamental, muestra nuevamente de la precariedad del gobierno de Rajoy, expresión práctica de que 137 es un número alto, pero insuficiente, y nuevo argumento de fricción en el pacto que el PP tiene con Ciudadanos. El ambiente “preelectoral” sube de grados según algunos analistas. Habrá que ver si los presupuestos con el PNV impiden ese adelanto o no.

Esto de los estibadores va camino de acabar como lo de los controladores, y no sólo porque ambas profesiones rimen, sino porque los dos colectivos han mostrado los riesgos del abuso de poder que les otorga su posición de privilegio. Pero, entiéndaseme bien, no un privilegio salarial, que es de lo que mucha gente habla, y me parece el menor de los aspectos, sino estratégico. Un estibador gana mucho más dinero que yo, y también genera más negocio que yo. No me importa que su sueldo sea diez veces el mío o veinte o siete, eso me da igual. Lo que se está discutiendo aquí es la posibilidad de que yo, si quisiera, pudiera llegar a ser estibador, y las restricciones de mercado que, los ya inmersos en el puesto, ponen a los potenciales candidatos que desean incorporarse al gremio. La estiba, como el de los controladores o los maquinistas, es un trabajo de gran responsabilidad, y crucial para el desarrollo de un país, y que es desarrollado por un número muy pequeño de profesionales. La ausencia de uno de ellos implica enormes restricciones y contratiempos, en lo logístico y lo económico y, por tanto, otorga un poder al trabajador que no existe en otras profesiones como, por ejemplo, la mía. Si yo hoy no vengo a trabajar porque estoy enfermo o hago huelga, la verdad es que poco se notaría mi ausencia. Muchos de mis quehaceres serían desarrollados por compañeros y otros deberes se quedarían a la espera, pero la sociedad no notaría mi ausencia (es así, y pasa con la mayor parte de los profesionales). Un maquinista que no acude a su trabajo es un tren sin conductor y un retraso amplificado en una cadena de convoyes que afecta a miles de personas en una mañana de camino al trabajo. Un controlador que no sube a su torre implica retrasos en los vuelos de un aeropuerto y un efecto que se puede extender más allá. Poseer ese poder implica gestionarlo, y a veces eso se hace con cabeza, y otras no. Normalmente se busca, por parte de los trabajadores, una situación de privilegio, que no es sólo salarial, en forma de derechos adquiridos, días de libranza, condiciones muy mejoradas respecto a otros colectivos y, sobre todo, restricciones al acceso a la profesión, para seguir siendo una masa lo suficientemente pequeña que pueda autocontrolarse y carezca de oposición. Este es el origen de las “licencias” o impuestos privados para acceder a determinados negocios, como el taxi o la farmacia, que no son sino barreras de entrada gremiales diseñadas para mantener cerrado y controlado el coto de una profesión. La ruptura de esas barreras ocasiona conflictos, porque los que viven protegidos por ellas no quiere, como es fácil de entender, renunciar a esa posición de privilegio que han construido con el tiempo. A veces es la normativa o la ideología o un gobierno el que trata de romper esa situación de privilegio, como pasó antes con los controladores y hoy con la estiba. Otras es la propia historia y el avance tecnológico, como puede que en pocos años suceda con el sector de la movilidad ante la llegada del coche autónomo. En todo caso siempre hay disputas y broncas, derivadas de la defensa de una posición privilegiada de poder. Esa es la historia de fondo, no algo relacionado con derechos laborales, disfraz de conveniencia muy utilizado para enmascarar situaciones que nada tienen que ver con el mundo del trabajo.

Cuando llegó la crisis financiera y se tuvo que rescatar a los bancos cundió la ira en la sociedad por los privilegios que tenía ese sector frente a otros. Ira razonada, pero sobre todo por la escasa explicación de los gobernantes sobre lo sucedido. Y es que los bancos, como los estibadores, ocupan una posición sistémica en el entramado económico, su derrumbe arrastraría a otros sectores, y no se podía consentir. Esa otorga a los bancos, como a los estibadores, una posición de poder, que usaron y usan en su propio y exclusivo beneficio. Con razón la sociedad ve mal este abuso por parte de la banca y recela de ella. ¿Por qué ve bien, entonces, a los estibadores o los taxistas si, a escala, hacen exactamente lo mismo?.


El Lunes es festivo en Madrid, no habrá artículo. Hasta el martes 21 y muy feliz primavera

jueves, marzo 16, 2017

Tres hurras por Holanda

Por primera vez en bastante tiempo no nos hemos levantado por la mañana, puesto la tele y encontrado con una desagradable sorpresa. Aún recuerdo cómo se me indigestó la victoria del Brexit, que era derrota a media noche, y la maña mañana que me hizo pasar (y las que luego vinieron y vendrán). Esta vez los sondeos a pie de urna no han fallado, las últimas encuestas tampoco, y el resultado de las elecciones holandesas ha supuesto la derrota de las posiciones xenófobas y populistas de Wilders, que asciende en votos y escaños desde su anterior registro, pero que no hace sombra a la victoria del primer ministro, el liberal Mark Rutte.

A lo largo del día se iba viendo que la afluencia a las urnas era muy alta, superior a la de anteriores comicios, y había varias explicaciones posibles a este hecho. Una, la mala, era que Wilders, pese a todo, había logrado movilizar a votantes desencantados, habitualmente abstencionistas, y esa participación reflejaba su aumento. La otra, explicación, la buena, y a posteriori parece la correcta, era que sí se trataba de abstencionistas movilizados, pero con el objetivo de frenar al movimiento xenófobo de Wilders. Una de las lecciones de los dos desastres de 2016, Brexit y Trumo, es que se produjeron no tanto por la gran movilización de los partidarios de estas corrientes políticas, por llamarlas de una manera, como por la desmovilización de los que las combatían, que o bien pensaban que era imposible que algo así llegara a suceder o porque estaban seguros de su propia victoria. Por una u otra causa el electorado moderado estaba, en Reino Unido y EEUU, mucho menos movilizado, acudió menos a votar y otorgó, en su desidia, la victoria al lado oscuro que nunca imaginaba que pudiera llegar a mandar. Y en Holanda no ha pasado eso. La movilización trataba de frenar ese populismo peligroso, y lo ha logrado. Pese a ello, y como se esperaba, el panorama político del país queda convertido en una muy complicada sopa de siglas e ideologías. Rutte ha conseguido 33 escaños, y la mayoría absoluta del Parlamento se alcanza con 73. Sí, sí, el ganador no tienen ni siquiera la mitad de los escaños necesarios para llegar al poder. La existencia de coaliciones, por tanto, no es una necesidad, sino una obligación, como ha sido a lo largo de las últimas décadas de gobierno en los Países Bajos, en otra muestra de cordura que nuestra política debiera interiorizar. Los populistas de Wilders suben y se quedan con 19 escaños, que son muchos para aquel parlamento, pero que saben a derrota, muy cruda, tras las expectativas que se habían organizado. Pero no debemos eludir la amarga realidad de que muchos holandeses han votado a esa formación, y que parte de su discurso nacionalista y abiertamente racista se ha colado en la agenda política de las demás formaciones. Grupos como los de Wilders quizás no lleguen a gobernar, pero su tóxico mensaje logra contaminar el espacio político en el que se encuentran y radicalizar las posturas del resto de formaciones. Y eso, reconozcámoslo, es una victoria moral para esa gente. Y quizás sea el rastro más duradero y difícil de erradicar de estas formaciones, que sufrirán altibajo, como todas. El resto de partidos, muchos y de siglas y nombres impronunciables, muestran comportamientos de todo tipo. Es de destacar el derrumbe de los socialistas, que concurrían bajo la sigla de PvdA, que pasan de 38 a 9 diputados, un desastre sin paliativos, que vuelve a clamar al cielo la crisis en la que se encuentra inmersa la social democracia europea. También destaca, como contrapartida, el ascenso de los ecologistas, que alcanzan catorce escaños, y parecen recolectar el voto desencantado del socialismo clásico. En Holanda, también, se ha producido una radicalización de la izquierda y un estrechamiento del centro político.

No es para abrir el champán, porque estamos como estamos, pero viniendo de donde venimos, hoy es un día de fiesta en Europa y, sobre todo, en Bruselas. Las instituciones comunitarias veían a Holanda como un riesgo serio que, afortunadamente, se ha despejado, y deja ahora libre el camino a las elecciones francesas, las realmente determinantes en este año, aún más que las alemanas, porque el riesgo de una victoria de Le Pen sería demasiado peligroso. El resultado holandés es muy amargo para la candidata extremista francesa, que puede ver cómo la victoria de sus “aliados” en Reino Unido y EEUU ha servido de vacuna para alertar a la población de la llegada, real, de unos líderes desquiciados. Ojalá dentro de algo más de un mes, en París, gane quien gane, se pueda festejar la derrota del Frente Nacional.

miércoles, marzo 15, 2017

Elecciones en Holanda, en juego nuestro futuro

A principios de año eran varias las fechas marcadas en rojo muy intenso en las que se podía poner el lema de “nos jugamos el futuro de Europa” y conformaban juntas una especie de rosario de misterios dolorosos, de estaciones de penitencia, ahora que estamos en Semana Santa, en las que la UE iba a sufrir, no estaba claro si mucho o muchísimo. Como todo llega, de camino al calvario que pueden ser las elecciones francesas de dentro de un mes, y con la vista puesta en el otoño electoral germano, llegan hoy las elecciones en Holanda, un pequeño país del núcleo duro de la UE, de sus fundadores, que nos puede deparar un susto serio.

Las encuestas, a las que hay que dar poca credibilidad visto lo visto, y que aquí son analizadas con el detalle y profesionalidad habitual de Kiko Llaneras, muestran como el apoyo al xenófobo Wilders se ha ido debilitando a lo largo de los últimos días. Pese a ello, es posible que sea el ganador de unos comicios que, en todo caso, dejarán un parlamento muy fragmentado, hasta el absurdo si lo vemos desde nuestra experiencia. Con un total de ciento cuarenta escaños, se considera en los sondeos ganador a aquella formación que alcanza los veinticinco o poco más, por lo que, de darse un resultado así, no es que fuera necesaria la creación de una alianza electoral, no, sino la constitución de un acuerdo al estilo “pentapartito” italiano para dar algo de solidez al gobierno. Esta fragmentación y necesidad de acuerdos es la que, grabada a fuego en nuestra cabeza, elimina casi por completo la posibilidad de que Wilders sea quien pueda encabezar un gobierno, o que su formación sea determinante para condicionar las políticas del país, pero lo que nos han enseñado las elecciones habidas a lo largo de 2016 es que debemos ir quitándonos de encima expresiones como “grabada a fuego” porque puede pasar cualquier cosa. Uno de los errores que cometieron los sondeos en 2016 fue precisamente el de minusvalorar el voto protesta, el voto pataleta, que tan bien han encauzado las formaciones extremistas. ¿Tiene Wilders una masa de voto oculto que no aparece en las encuestas? ¿Alcanzará resultados mejores de lo esperado y será capaz de condicionar el gobierno y sus decisiones? A estas horas de la mañana nadie es capaz de asegurar nada a este respecto. Lo único cierto, y lo que es más grave de todo este asunto, es que Wilders va a cosechar muchos votos, muchísimos, a base de un discurso antieuropeo, xenófobo, islamófobo y lo_que_sea_ófobo que se les ocurra, cargando las tintas en una ideología nacionalista, reaccionaria y turbia que produce mucho miedo. Y como en el caso de Trump y otras figuras por el estilo, lo más grave no es su existencia, sino la masa de votos que han conseguido y lo que arrastran detrás de sí. Holanda ha sido siempre un país muy moderno, abierto al exterior, tanto por deseo propio como forzado por una geografía dura donde las haya, en la que cada metro cuadrado de tierra del país es fruto de una lucha contra el mar. El discurso proteccionista en Holanda es tan absurdo como poner un cartel de “bajo en calorías” a la entrada de una plantación de caña de azúcar. Su economía es sólida, competitiva y moderna, las estadísticas del país en tasas de paro, inflación, inversión en I+D+i, compromiso social y educación son envidiables. En muchos aspectos Holanda es un país a imitar (en otros no, nadie ni nada es perfecto) y en la gestión de los asuntos públicos y la economía nos puede dar bastantes lecciones. Entonces, ¿de dónde surge el votante de Wilders? ¿dónde ve la amenaza existencial a su modo de vida? ¿en los pocos inmigrantes musulmanes que viven en aquel país?. Si los movimientos de voto protesta son dignos de estudio, el caso holandés roza el de fenómeno paranormal.


Dos últimos aspectos que no puedo evitar mencionar. Uno es la posible influencia de la crisis que el país vive ahora mismo con Turquía, y el cruce de mensajes insultantes entre Erdogan y Wilders, dos personajes que tanto se parecen… ¿a quién le beneficiara? ¿al extremista o al moderado gobierno liberal? (a Erdogan, por supuesto, le viene muy bien). El otro asunto, que no es para tomárselo a risa, es que el recuento y todo el proceso electoral serán manuales, sin la presencia de tecnologías informáticas, para evitar la actuación de hackers rusos o de cualquier otra procedencia. Los votos serán contados a mano para mayor seguridad, lo que probablemente retrasará el resultado. Crucen los dedos, que Wilders no gane y que, como ha sido desde hace años, Holanda forme parte de la solución europea

martes, marzo 14, 2017

Hoy es el día de PI (π)

La notación norteamericana, que hace que el mes preceda al día, al revés de la nuestra, permite hacer algunos juegos de palabras con los números que tienen su gracia. El 4 de Mayo es el día internacional de Star Wars, porque se escribe “May, the four” y al pronunciarlo se parece mucho al “may the force (be with you)” que recitaban los personajes de la saga. Hoy es otro de esos días interesantes, porque el 14 de marzo se escribe 3 / 14, y por eso se le ha llamado, no oficialmente, el día internacional de PI, por la letra griega que representa la constante que mide las veces que el diámetro se contiene en la circunferencia, ese cifra infinita que empieza por 3,14159…. Y no se acaba nunca

Sirva el día de hoy para homenajear a las matemáticas, una de las asignaturas hueso de los colegios, pero que si se tiene la suerte de poseer un buen profesor, como en casi todas las materias, puede ser apasionante. Las “mates” no son sencillas, hay gente muy dotada para ellas (yo no) y luego la mayoría, que las estudiamos y aprobamos con esfuerzo, pero son de lo más necesario y útil en la vida, y cada vez más. Vivimos en un mundo en el que la matemática, el manejo de números, datos, la operación con los mismos, resulta fundamental para cada vez más profesiones, algunas de ellas muy ajenas al concepto numérico. La invasión de lo que se denomina “big data” rompe fronteras y alcanza a los estudiosos del arte y la literatura, permitiéndoles encontrar patrones y reglas ocultas en las obras que estudian desde hace tiempo, pudiendo así observarlas desde una nueva perspectiva y, también, seguir aprendiendo de ellas. La omnipresencia de este fenómeno se da en cada una de las pantallas de nuestros dispositivos, que nos muestran publicidad personalizada en función de las búsquedas y rastros que hemos ido dejando en la red, y son cientos de ordenadores, miles de datos y una enorme cantidad de software el que se encarga, en cada segundo, de traducir la información, mediante el empleo de las matemáticas, en ofertas que se dirijan a cada uno de nosotros, nada más. En este caso las matemáticas no son una vía para hacer negocio, directamente son la fuente del mismo. En cada uno de nuestros bolsillos llevamos un aparato que, además de dominarnos y mantenernos enganchados al mundo del onanismo virtual, posee una capacidad de cálculo jamás soñada. Para reproducir uno de esos vídeos que calificamos como “virales” y que en su mayor parte son memeces, se requiere una capacidad matemática enorme para que el procesador dibuje los polígonos y que van a conformar las escenas que cobrarán vida ante nosotros, lo mismo que para visualizar fotos, que son enormes fórmulas matemáticas comprensibles para un ordenador, que secuencian miles de bits donde se indica, como mínimo, una posición en un tablero y un rango de colores. Las predicciones del tiempo, que vemos cada día, se nutren de una enorme cantidad de datos, y hacen uso no sólo de inmensos ordenadores, capaces de procesarlos, que también, sino sobre todo de fórmulas matemáticas muy complejas, de mecánica de fluidos, que permiten establecer relaciones entre esos números. Muchas de esas ecuaciones no tienen solución real, o al menos una “x” que poder despejarse, y deben ser resueltas mediante lo que se denominan métodos numéricos, algoritmos que una y otra vez iteran con los datos para precisar y, como si fueran escaladores, acercarse cada vez más a un pico en el que las curvas se giran y, allí, poder encontrar un equilibrio. Y podríamos ir viendo aspectos de nuestra vida que, aparentemente, nos parezcan alejados de los números, pero con que escarbemos un poco descubriremos que no es así, que las matemáticas aparecen por todas partes y, también, el omnipresente número PI.

En una entrevista que leí hace unas semanas, no recuerdo donde, el autor francés Frederic Beigbeder se quejaba de que el mundo estaba en manos de frikis enganchados a sus computadores y modelos, ajenos al mundo real de las sensaciones (los calificaba de pajeros compulsivos, frustrados por no haber ligado nunca). No se si eso es así o no, pero es verdad que celebrar el día de PI es algo con un toque friki, quizás más propio de Sheldom y sus compañeros de “The Big Bang Theory” que de otro tipo de personas más “normales” pero coja monedas para pagar el café, unte una galleta en él, y habrá visto tres circunferencias en las que, lo único común a ellas, lo único inmutable, es PI. Ya tiene excusa para hacer su café de hoy algo más sugerente y “nerd” de lo habitual.

lunes, marzo 13, 2017

La pasión turca altera las elecciones holandesas

Rusia y Turquía comparten el sentimiento de ser dos antiguos imperios, venidos a mucho menos, pero que cada día tratan de reverdecer las viejas glorias en medio de discursos populistas y, cada vez más autoritarios. Como grandes vecinos del este de Europa, lo que en ellos sucede acaba influyendo de una u otra manera a nuestro continente. Nuestra relación con Rusia siempre ha sido mejorable, por ser diplomáticos, y con Turquía nos hemos apañado bastante bien desde su incorporación a la OTAN, pero esto está cambiando a marchas aceleradas, y Estambul, o Ankara, que es la capital política, empieza a ser sinónimo de problemas.

Lo sucedido este fin de semana en Holanda es un ejemplo, extraño y algo absurdo, de esto. A mediados de abril Erdogan ha convocado un referéndum, en el que arrasará, para legitimar una reforma constitucional que convierte al país en un sultanato (por referirme a las viejas glorias de su pasado) con él como máxima autoridad, por descontado. El presidencialismo de la república será máximo y, de forma legal, Erdogan se hará con el poco poder que aún no controla, tras la purga llevada a cabo tras el fallido golpe de estado del verano pasado. Con motivo de este referéndum varios ministros suyos están viajando por los países europeos en los que las comunidades turcas son abundantes para hacer campaña entre ellos, dado que pueden votar como no residentes. Ya la semana pasada hubo incidentes al respecto en Alemania, donde fue prohibido uno de estos mítines, alegando las autoridades germanas cuestiones de seguridad, a lo que Erdogan respondió calificando al gobierno alemán, y al país en su conjunto, de nazis y totalitarios, cosa que, como pueden imaginarse, escoció mucho dentro (y fuera) de Alemania. Pero lo de este fin de semana en Holanda ha sido la bronca total. Holanda celebra elecciones este miércoles, en la primera de las citas de “Europa frente a los populismos” y la situación es tensa. El xenófobo Wilders, ese candidato que parece una caricatura del Mozart de “Amadeus” tiene en el islam uno de sus caballos de batalla, y para no fomentar más la bronca ni darle excusas, el gobierno holandés prohibió a la ministra turca de familia el llegar al país para dar uno de los mítines. Pero la ministra no hizo caso, entró en Holanda y se dirigía camino al mitin convocado cuando las autoridades holandesas la detuvieron y obligaron a dar media vuelta hasta alcanzar la frontera con Alemania. La reacción de Erdogán no se ha hecho esperar y, usando un lenguaje igualmente virulento, ha calificado a Holanda de sociedad nazi y totalitaria, lo que viniendo de él suena a sarcasmo, y ha declarado que el gobierno y el país se arrepentirán de lo que han hecho. Y todo esto, como les comentaba, a tres días de las elecciones en los Países Bajos. El extremista Wilders tratará de capitalizar este suceso, incidiendo en su discurso de que todo musulmán debe ser expulsado de Holanda, el gobierno del liberal Rutte buscará obtener rédito de una actitud dura frente al autoritario Erdogan y de la defensa de las libertades naranjas, y todo será instrumentalizado en una campaña electoral que, como bien es sabido, no entiende de sutilezas ni matices. ¿A quién beneficia lo sucedido? No lo se, pero lo cierto es que ahora mismo tenemos abierta una crisis diplomática de primer grado entre dos naciones como son Holanda y Turquía, y una brecha de la misma Turquía con Alemania, y no debemos olvidar que, entre otras cosas, sigue vigente el pacto de la UE con Ankara sobre la gestión de los refugiados y el papel de “policía” y “reserva” que Turquía realiza para evitar nuevas entradas de refugiados en el territorio de la Unión. Como podrán ustedes imaginarse, ese pacto puede ser utilizado como moneda de intercambio, o chantajeo si lo prefieren, de cara a “suavizar” posiciones europeas.

Quizás hoy en su desayuno o almuerzo de media mañana se tome usted un cruasán, ese bollo con forma, si se ha fijado, de media luna. Ese es el aspecto que le dieron los pasteleros vieneses al dulce, recordando cuando la ciudad estaba siendo sitiada por las tropas turcas, y lo oriental estaba de moda (seguro que les suena la marcha turca de Mozart o la ópera “el rapto en el serrallo”). La relación de Europa con Turquía ha sido siempre compleja, en ocasiones sangrientas y, nunca, fácil. La deriva autoritaria de Erdogan, que en abril será una certeza legal, hará que esas relaciones empeoren en el futuro, y la nueva y buena relación entre Ankara y Moscú pone a la UE frente a un nuevo reto (y van…) en el que debe actuar conjunta y decididamente. No, no estamos en racha.

viernes, marzo 10, 2017

¿Peligra el pacto Ciudadanos PP?

En esta semana la actualidad política se ha calentado mucho. Con el runrún del caso tres por ciento de fondo, que ya vemos que era aún más mordida que la que expresa esa cifra, las relaciones entre el PP y Ciudadanos se han agriado más de lo que cabría esperar a estas alturas de legislatura. El detonante ha sido Murcia, la imputación del presidente regional, el incumplimiento de la palabra dada por dicha autoridad y la decisión del partido de Rivera de romper la alianza regional, con un ultimátum al PP para que, o escoge un nuevo candidato a presidencia, o apoyará una moción de censura junto con el PSOE, y el apoyo de Podemos, para convocar nuevas elecciones regionales.

Este clima local de desencuentro se ha trasladado al Parlamento nacional, donde el acuerdo PP Ciudadanos garantiza 170 escaños, que son muchos, pero no mayoría absoluta, y ha generado un cruce mutuo de acusaciones incumplimiento de pactos y un lanzamiento a la cara de comisiones de investigación sobre las corruptelas propias y ajenas que, la verdad, ha resultado bastante patético. Parece obvio que el PP no se ha hecho a la idea de que ya no tiene mayoría absoluta, de que depende del voto de otros para sacar sus iniciativas y ocultar sus trapos sucios. Las declaraciones que cada día realiza Rafael Hernando, portavoz popular en el Congreso, enmiendan, con su tono y forma, cualquier llamada al diálogo que surge, también cada día, de muchos de los altos cargos y ministros del gobierno. En este reparto del “poli bueno poli malo” a Hernando le ha tocado ser el jefe de los “muy malos” y es él el que se reúne con mayor frecuencia con Ciudadanos. El partido de Rivera, por su parte, se encuentra en una posición complicada. Su coherencia, que la ha demostrado en el caso murciano, cojea por su escaso peso electoral. Por así decirlo, es una muleta corta, que se sabe necesaria pero no imprescindible. Sus resultados electorales, buenos, se quedaron en el camino hacia lo excelente, y les ha colocado en una posición incómoda que les permite poco lucimiento. Además, Rivera tiene la estabilidad del gobierno como una de sus metas, y sabe que cuanto más pese ese criterio en sus decisiones menos relevancia aún obtendrán sus propios escaños. Atrapado entre la necesidad y la virtud, Rivera se ve en un brete bastante desagradable. Además hay otros dos factores que le hacen la vida más complicada si cabe. Uno es el caso que sigue existiendo a su izquierda, con un Podemos subido al monte de Iglesias y Montero, con el que casi nada podrá hablar, y menos pactar, y un PSOE en estado comatoso, cuyo liderazgo sigue en disputa y sin que nadie se atreva a hacer vaticinios certeros al respecto. Ahora mismo las relaciones parlamentarias de Ciudadanos con el PSOE son bastante buenas, pero una hipotética victoria de Sánchez en las primarias puede hacer que esas ententes cordiales se desvanezcan. El otro problema añadido es el del llamado “botón nuclear” que es la forma rimbombante con la muchos analistas denominan a la opción que tiene Rajoy de convocar elecciones cuando le plazca, para aumentar la dimensión de su grupo electoral a costa de las crisis y debates internos que viven los demás. Una y otra vez ha reiterado el Presidente del Gobierno que quiere acabar la legislatura, que le parece un disparate volver a las urnas tras el caótico año 2016, y su fama de previsible hace que esta voluntad pueda ser realmente la que se esconde en sus deseos, pero no son pocas las voces de su entorno (sobre todo el mediático) que de vez en cuando sueltan la posibilidad de esa convocatoria, que dejan caer la opción, como amenaza velada.


Es obvio que un destrozo, y no digamos ruptura, del acuerdo PP Ciudadanos nos acercaría mucho a esa convocatoria electoral, pero mi sospecha es que, ante esa disyuntiva, Rivera cedería para evitar el daño de la disolución, campaña y pérdida de tiempo asociada. Lo que puede ser determinante para que haya elecciones anticipadas, o las aleje del todo, es la negociación presupuestaria con el PNV, y sus frutos. Si finalmente hay acuerdo y se aprueban unos presupuestos para 2017, o incluso, prorrogados estos, para 2018, no habrá adelanto electoral. Si ese “pacto del tractor” no se cierra, la tentación para disolver las cámaras por parte de Rajoy será muy alta y, amparado en la ausencia de cuentas públicas, con muchos argumentos. Toca esperar y ver.

jueves, marzo 09, 2017

16 asesinatos machistas en lo que va de año

Entre manifestaciones y gritos de reivindicación se celebró ayer en todo el mundo el día de la mujer trabajadora, una fecha que nos recuerda que la desigualdad, tema que tan de moda está en la economía, se nos presenta a través de una de sus caras más amargas y cercanas en forma de menores salarios para igual desempeño si el trabajo lo realizan las mujeres o injustas asignaciones de la carga de trabajo, y la valoración de su resultado en función del sexo de quien lo realice, y muchas otros ejemplos en los que el sexo es el determinante de la calidad de vida y la profesionalidad, no el desempeño de la tarea. Queda mucho por hacer, mucho.

Una de las facetas más sangrantes de esta desigualdad, y no es ningún chiste, es la violencia machista que mutila, agrede y asesina a mujeres. Este año 2017 está siendo especialmente crudo, ya que a estas alturas llevamos la disparada cifra de dieciséis asesinatos machistas confirmados, y uno del que hay dudas y se está investigando. Son cifras peores que en años anteriores, pese a las campañas de información que no cesan, y nos dejan ante la pregunta de qué estamos haciendo mal para que este odioso fenómeno crezca. Reconozco que esta violencia me deja tan indignado como asombrado, porque no la entiendo. Eso de que alguien mate por amor me parece tan absurdo e imposible, tan contradictorio que se me escapa. Pero lo cierto es que sucede, y probablemente sean los celos y el sentimiento de posesión lo que a muchos les vence para realizar actos de odio tan infames como pegar a su pareja, y de ahí en adelante lo que ustedes sean capaces de imaginar. Se le está denominando al fenómeno “terrorismo machista” y, si bien es cierto que las consecuencias que genera son similares, las causas y la forma de desarrollo de esta violencia difieren mucho de la terrorista, y por ello creo que denominarla así es un error. No hay una ideología pública ni un grupo erigido en su representante que enarbole esa violencia para conseguir unos fines, ambos distintivos ineludibles de todo fenómeno terrorista. No hay un perfil de captación ni de estructuras ni nada por el estilo, que aun siendo todo lo diferentes que podamos imaginar, estaba presente en las bandas terroristas clásicas nacionalistas de Europa, tipo ETA o el IRA, y el actual yihadismo salafista. No, la violencia machista no tiene perfiles ni estructuras ni detonantes externos. Se presenta en hogares de clase media, baja y alta, entre personas letradas e incultas, en entornos rurales y urbanos. Si uno examina los casos se da cuenta de que es imposible encontrar un patrón claro que nos permita catalogar a priori un riesgo y asignar prevención. Cierto es que personas con antecedentes violentos son más proclives a ella, pero también que sujetos considerados como ángeles por su comunidad se comportan como demonios de puertas hacia dentro de su casa. Esto complica mucho, muchísimo, esa labor preventiva que, en otros casos, resulta decisiva a la hora de impedir acciones “terroristas”. En la violencia machista casi siempre se actúa a posteriori, a veces desde el hospital, demasiadas desde la morgue, y eso hace que todos los esfuerzos sólo sean capaces de evitar, si todo va bien, males mayores, apenas eliminar lesiones y dolores ya infringidos. En todo caso, resulta necesario concienciar a las víctimas para que denuncien a su agresor, que el miedo y el amor tan mal entendido no las ciegue, no las frene, no las encarcele. Deben saber que la sociedad pone medios para salvarlas, y que quien bien las quiere no debe hacerles llorar. Sin esa denuncia poco se puede hacer.


Y tras esa denuncia los medios, protocolos y demás herramientas policiales, judiciales y sociales deben trabajar como un reloj, sin pausa, y de la manera más efectiva posible. No pueden repetirse casos en los que la falta de comunicación entre policías y jueces supongo la libertad errónea de quien, habiendo intentado matar, lo volverá a hacer. No podemos permitirnos error alguno en la lucha contra esta violencia, porque los errores se pagan en forma de vidas. Siempre denunciar y, en todo momento, trabajo incansable en defensa de la víctima y persecución del maltratador. Sólo entre todos podremos atajar esta sangría que no cesa. Y en los colegios, mucha educación para que los críos no repitan esos horrendos patrones de conducta.

viernes, marzo 03, 2017

El bus, la libertad y el error

La noticia más comentada de esta semana no tiene que ver con política, economía, ciencia ni nada por el estilo. Es la de ese autobús fletado por la plataforma católica Hazte Oír con un mensaje referido al sexo de los niños y niñas. Previa a cualquier consideración, resulta curioso que, gracias al bombo y ruido en las redes que ha conseguido esta campaña sus impulsores pueden estar plenamente satisfechos. Entre todos hemos hecho que su mensaje triunfe y eso, como mínimo, debiera llevarnos a reflexionar sobre el poder que tienen las redes, el uso que de ellas hacemos y quienes logran aprovecharse de las mismas. Eso daría ya para muchos debates.

No me gusta la campaña de Hazte Oír, ni en las formas ni en el fondo de su mensaje. Pero este asunto me pone ante dos enormes dilemas que, de sencillo, no tienen nada. Uno es de la prohibición de la misma. Prohibir es una palabra seria, que cada vez usamos con menos recato y más firmeza. Si abogamos por la libertad de expresión y, como se dice por ahí, el respeto a “todas las ideas” no tendría mucho sentido impedir que Hazte Oír siguiera con su campaña, pese a que yo pueda opinar que es errónea. Con el mismo argumento debiéramos prohibir a los grupos ultras que, en los estadios y fuera de ellos, gritan consignas xenófobas, a los partidos que promueven la discriminación, a los que enarbolan banderas que consideramos de odio… y eso, en algunos casos se hace y en otros, como bien sabemos, no. Por eso la idea de prohibir circular ese autobús, si se lleva a cabo, debe ser con todas las garantías legales y siendo rigurosos con el procedimiento. La fiscalía ha abierto diligencias al respecto, y si el proceso concluye con la prohibición, estará hecha de una manera consistente, y con todas las garantías posibles para los que, equivocados, enarbolan esa campaña y mensaje. Junto a este dilema se me abre otro aún más profundo, y es mi incomprensión ante la obsesión que tienen los grupos que se califican como religiosos, sea cual sea su fe, sobre la conducta privada de las personas y la laxitud que muestran sobre algunos problemas públicos de inmensa gravedad. La asociación directa y absoluta del concepto de pecado con las conductas humanas, casi siempre relacionadas con el sexo, y la comprensión ante otras conductas que, sin duda alguna, suponen un quebranto de cualquier principio, sea religioso, moral, ético o lo que ustedes deseen. Me preguntaba yo de pequeño, y sigo haciéndolo ahora, por qué los curas no podían dar la comunión a una persona divorciada pero sí a un terrorista, habiendo como había en mi pueblo personas de una y otra condición social. Me cuestionaba, cuando apenas sabía nada, y sigo haciéndolo, ahora que creo que se aún menos, que era ilógico que en un sermón en la iglesia de mi pueblo el sacerdote opinara con tanta claridad sobre temas espinosos como el aborto (luego vendría el tema del matrimonio homosexual) y nunca dijeran nada sobre la violencia etarra, o en todo caso, al referirse a ella, lo hiciera con una suavidad, y a veces disculpa, rayana en el perdón. Y así durante años y años. En los ochenta, en la época de plomo del terrorismo, los curas que bramaban en el País Vasco y resto de España contra el divorcio o la píldora se negaban a oficiar funerales por las víctimas del terrorismo o, si lo hacían, buscaban esconderlos de los ojos del público, como si fuera algo vergonzoso. Esa actitud no cambió apenas en las décadas posteriores, salvo por el mayor número de manifestaciones públicas en contra de algunas medidas sociales y el menor número de funerales por la eficacia policial contra el terrorismo. Hubo excepciones, sí, pero dentro de una regla general, y en ese caso la unidad de criterio que existía entre la iglesia vasca y el conjunto de la española era tan férrea como paradójica.

Nunca un grupo de confesión católica integrista, y no pocos son los que hay también en el País Vasco, fletó un autobús en el que, aún en minúsculo, pusiera ETA NO. Por miedo, por cobardía, por dejación, por “comprensión”, por acojone…. Nunca lo hicieron. Por eso ETA nunca asesinó a ningún religioso. Quizás los miembros de esos grupos, como sugiere el evangelio en las acusaciones de Jesús a los fariseos, disfrutan siendo fuertes con los débiles y débiles con los fuertes, a sabiendas de que en ninguno de los casos corren riesgos. Y todo eso, vestido con el ropaje de la religión, que es un mensaje de amor y paz, hace que no entienda nada de nada.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo tres días festivos. Si no pasa nada raro, el siguiente artículo será el Jueves 9 de marzo. Descansen y ojo al cambio de tiempo de este fin de semana.


jueves, marzo 02, 2017

El Ibex se apunta a las subidas

Jornada plena de ganancias en las bolsas la de ayer, con un Ibex35 que subió un 2%, cifra considerable, reconquistó el nivel de los 9.700 y lleva ya unas ganancias en el año interesantes. Parece mucho, y lo es, pero ante el disparado rally alcista que vive la bolsa de Nueva York todo palidece. Hace pocas semanas hablábamos de la conquista de los 20.000 puntos, y ayer, con una subida del 1,6%, alcanzó los 21.000. Cifras mareantes, pero piensen que 1.000 sobre 20.000 es un 5%. A medida que las cifras del índice crecen, los valores numéricos pesan menos, y en porcentaje, son más fáciles de alcanzar.

Decían los analistas a principios de año que este sería un buen ejercicio para las bolsas y, de momento, transcurridos ya (¡¡ya!!) dos meses ese vaticinio se está cumpliendo. No tengo muy claras ni las causas ni la solidez de estas subidas, pero ahí están. Si uno lee artículos al respecto se puede encontrar de todo, desde las visiones apocalípticas hasta las confiadas. Se ve que, de momento, ganan estas últimas. Y lo cierto es que los índices de bolsa de todo el mundo suben en un escenario de complacencia, con volatilidades bajas y escasa sensación de miedo, lo que es la condición necesaria para darse un tropezón. ¿Responden los fundamentales de la economía, los datos macro, a estas subidas? ¿Son su causa? En esto soy muy receloso, creo que la bolsa y mercados son mucho más volátiles y acaban reaccionando ante el comportamiento macro, pero tienen dinámicas y tiempos propios, que muchas veces van muy alejados, bien por delante o por detrás, de la economía real. El contexto internacional es de crecimiento moderado, desde hace ya varios trimestres, más acelerado en España que en otras naciones, más débil en Europa que la media, pero mejor de lo esperado, y sostenido en EEUU pese a que, estadísticamente, su expansión se acerca a lo exagerado en el tiempo, y cada vez son más los datos y estudios que indican que debiera darse un frenazo en su crecimiento, aunque sea por mero agotamiento. Ahí es donde puede estar ejerciendo influencia las declaraciones de Trump sobre economía, no tanto por el progreso y crecimiento, sino por la anunciada cada cinco minutos gran reforma fiscal en forma de bajada de impuestos. Pareciera como que los mercados han comprado a Trump este anuncio, mucho antes de que lo haya concretado y, desde luego, llevado a cabo, y hayan descontado preventivamente las ganancias de beneficios que para las empresas va a suponer un recorte de impuestos. A medida que pasen los meses se irá viendo si Trump va de farol en esto o no, y sobre todo, lo que las Cámaras le aprueban de su reforma. Un recorte de impuestos sin una reducción de gasto, a pesar del crecimiento económico, dispararía aún más el déficit fiscal norteamericano, y no veo a los republicanos votando en masa unas reformas que endeudarían aún más si cabe a la nación. Por ello el tema fiscal norteamericano debe analizarse en detalle y seguirse día a día, también por el mero morbo de ver cómo se van a llevar los halcones de Trump con los republicanos clásicos del Capitolio, obligados a entenderse pero que, la verdad, ocupan posiciones políticas y personales muy opuestas, aunque pudiera parecer lo contrario. Otro aspecto importante de la política económica de EEUU que condicionará el futuro de los mercados es la actuación de la Reserva Federal, la FED. Todo el mundo apuesta ya por un par de subidas de tipos para este año, lo que antaño hacía caer los mercados, y ahora se interpreta como una señal de fortaleza de la economía, que empieza a no necesitar estímulos para crecer. Ambas visiones son aparentemente opuestas, por lo que, como verán, no tengo las cosas muy claras.


Descontando esas dos subidas de tipos, lo más interesante al respecto de la FED, y relacionado, como no, con Trump, es la permanencia al cargo de la misma de Janet Yellen. Seleccionada para el puesto por Obama, se la ve claramente incómoda con el actual gabinete presidencial, y es probable que las presiones para cesarla cuando venza su mandato, o antes, arrecien, así como las tentaciones de influir, desde el Ala Oeste, en las decisiones de política monetaria. En una época como la actual, tan dependiente de la figura de los bancos centrales, cambios de esta magnitud debieran influir en la evolución de los mercados…. o no, que diría el otro. De momento, los índices ganan, y con ello las carteras de clientes e inversores, por lo que podemos celebrarlo

miércoles, marzo 01, 2017

Bacterias peligrosas y antibióticos

Una de las maravillas del tiempo en el que vivimos, y de la que no somos conscientes para nada, es la victoria que hemos infringido a las bacterias, y los millones de vidas que, cada día, se salvan a cuenta de ello. Hasta hace menos de un siglo las tasas de mortalidad eran disparadas, las infantiles inimaginables y la esperanza de vida sumamente reducida. Varios eran los factores que influían, pero el más determinante eran las enfermedades, que se cebaban sobre una población indefensa. La selección natural funcionaba, al inmenso coste de vidas perdidas antes citado, y los individuos resistentes sobrevivían mientras que el resto moría. Cánceres, problemas cardiacos y otros males eran mucho menores porque muy pocos llegaban a la edad de poder padecerlos.

Esta segura existencia en la que vivimos se asienta en dos patas: la vacunación y los antibióticos. La efectividad de ambas armas frente a la enfermedad es inmensa, pero también la necesidad de usarlas con cabeza y criterio para que rindan como es debido. El caso de las vacunas es muy sencillo, hay que ponérselas y punto, y frente a las irracionales y peligrosas campañas de antivacunación, promovidas por incultos, o aún peor, iluminados, debemos insistir una y otra vez en la necesidad, la absoluta necesidad, de que toda la población se vacune de las enfermedades para las que existe esa herramienta. Sin excepciones. Los antibióticos presentan un problema distinto, y es el uso generalizado que se hace de ellos. Si ante las vacunas debemos luchar para que se prescriban y utilicen en masa, ante los antibióticos debemos adoptar una estrategia opuesta, reduciendo el uso masivo que hoy en día se hace de los mismos y prescribiéndolos sólo en los casos en los que resultan necesarios, y obviamente sólo ante enfermedades. El uso masivo de antibióticos en nuestros días no se da en las farmacias y hospitales, no, sino en las granjas de animales, donde miles, millones de ejemplares conviven en espacios muy pequeños y son atiborrados de esas sustancias para que no enfermen, con el riesgo económico que una pandemia, transmisible casi al instante a poblaciones tan concentradas, podría tener. Pero también se abusa, y muchísimo, de los antibióticos en el consumo humano, bien por excesiva prescripción como por automedicación, dos de los males farmacéuticos de nuestro tiempo. Como su propio nombre indica, el antibiótico sólo es efectivo ante enfermedades bacterianas, pero nada hace ante los virus. Por ello de nada sirve tomarlo ante, por ejemplo, la gripe, que es una enfermedad producida por un virus que cada año cambia. Repito, no sirve de nada, pero ¿cuántas personas habrán tomado, o solicitado, antibióticos para tratar esa enfermedad a lo largo de este invierno? Cada una de ellas no ha obtenido resultado alguno de la ingesta del medicamento, ninguno, se lo crea o no, pero habrá contribuido a debilitar la eficacia del medicamento. ¿Por qué? Nuestro amigo Darwin tiene la respuesta. El ciclo de vida de las bacterias es corto, su tasa de reproducción alta y, por tanto, sus generaciones no se miden en décadas como es nuestro caso, sino a veces en días. Esa espectacular tasa de reproducción hace que la selección natural funcione a cámara rápida, muy aceleradamente. Si en todo momento, sin necesidad en muchas ocasiones, enfrentamos a muchísimas generaciones de bacterias a un antibiótico llegará un momento en el que uno de los individuos, por mutación o por suerte, quizás sea capaz de resistir el efecto nocivo del medicamento, y con ello sus descendientes pueden ser capaces también de sobrevivir. Y eso que con un uso normal de la prescripción, acabaría sucediendo, pero en un plazo de tiempo lejano, se da ya en nuestros días, gracias sobre todo al referido mal uso, por el abuso, de unas herramientas tan fantásticas como los antibióticos.


La OMS ha presentado recientemente en sociedad doce familias de bacterias, doce, que a día de hoy resisten a todos los antibióticos conocidos y desarrollados por la industria. Esto quiere decir que si esa bacteria nos ataca, hay bastantes probabilidades de que nos mate, porque todo dependerá de cómo trabajen EN SOLITARIO las defensas de nuestro cuerpo. Si hay suerte, bien, pero sino, al hoyo. Las proyecciones futuras de mortalidad de estas bacterias son para asustarse, por lo que urge actuar en dos direcciones. Una, la de la ciencia, buscando nuevas herramientas, antibióticas o no, para derrotarlas. La otra, médica y social, limitando el abuso en el consumo de antibióticos para que el zoo de bacterias malignas no siga creciendo. Este asunto es mucho más serio y grave de lo que parece.