martes, marzo 28, 2017

Ciudadanos y un señor de Murcia

Me enamoré perdidamente de Ninette, el genial personaje creado por Miguel Mihura, en la encarnación que para la tele hizo Victoria Vera en los ochenta. Francesa, pelirroja, alegre, desinhibida, moderna, Ninette era el paraíso. Hija de unos exiliados de la guerra civil española de origen asturiano que viven en París, se convierte en el sueño hecho realidad de un señor de Murcia, genial Jesús puente, que va a visitar a su paisano que también reside en la capital francesa, con la planta y voz de Alfredo Landa, que cuenta maravillas de su vida en Europa, pese a que el día a día de su existencia no sea nada más que tristeza, excepto cuando ve a la luz, encarnada en Ninette.

La política, que no es tan agradecida como los textos del gran Mihura, escribe estos días un sainete murciano en el que hay poco de Ninette y bastante de tristeza, con un toque de enredo muy propio de la tierra. Hace poco venció el plazo que Ciudadanos dio al PP para que propusiera un candidato nuevo que supliera a Pedro Antonio Sánchez, actual presidente del gobierno regional, e investigado en el caso relacionado con la obra del auditorio de Puerto Lumbreras, municipio del que fue alcalde con anterioridad. Ciudadanos dijo que si Sánchez no se iba apoyaría una moción de censura de la oposición, sumando sus votos a PSOE y Podemos, para desbancar al PP del gobierno y convocar nuevas elecciones. El plazo, cumplido, llega con el PP fijo en su postura y candidato, y el PSOE y Podemos reclamando el voto de ciudadanos ante una moción ya presentada en las cortes, pero que no ven ambos partidos como una vía para convocar elecciones, sino como una forma de quitar el gobierno al PP y lograr el control de la comunidad. En su afán por la transparencia y la dignidad Ciudadanos se ha colocado en la peor de las opciones posibles. Si apoya con sus votos esa moción de censura permitirá un gobierno PSOE Podemos y si no lo hace permitirá que el PP siga gobernando con el imputado Sánchez al frente. Un dilema de los gordos en el que no hay opciones buenas para la formación de Rivera, en el que haga lo que haga será vapuleado por unos y por otros, por las respectivas voces mediáticas de cada grupo y por la sociedad en su conjunto. Ello ha provocado también disensiones entre los naranjas, entre la dirección central del partido, partidaria de no sumarse a la moción dado que no se convocarán elecciones, y los representantes regionales, que no descartan nada, a sabiendas de que serán los primeros y principales perjudicados de la decisión que tomen, en un sentido o en otro. Este caso también está provocando desgarros en el PP, aunque sean livianos, dada la profesionalidad de este partido a la hora de amarrar el poder cuando lo posee y ocultar la corrupción cuando amenaza. Pocos días han pasado desde que Alberto Garre, expresidente murciano, que ocupó ese cargo apenas un par de años desde la marcha de Ramón Luís Valcárcel hasta la llegada de Sánchez, presentara una carta en la que abandonaba la formación popular, y expresaba su queja y decepción por cómo el PP ha gestionado los casos de corrupción, o más bien por cómo no los ha gestionado. Garre en su texto menciona directamente a Rajoy, a su táctica de dejar pasar, de ponerse de lado ante los corruptos, de consentirlo, y se declara no tanto indignado como decepcionado. Su escrito es una llamada de atención ante los comportamientos corruptos que persisten en la política, en todas las regiones, y que se ven alimentados por el dinero negro de la financiación de los partidos, algo a lo que nadie quiere meter mano.


Ante este panorama, ¿qué es lo que va a pasar en Murcia? Ni idea. En principio la moción de censura se debate en el parlamento regional la semana que viene y, salvo sorpresa en el procedimiento judicial que se sigue contra Sánchez, no tendremos nuevas piezas de juego sobre la mesa de las que conocemos ahora mismo. Si Ciudadanos mantiene su postura oficial es muy probable que no secunde la moción, pero quizá opte por una posición de libertad de voto, para tratar de no mojarse en exceso. Lo que parece seguro es que nada sucederá a la altura de lo que, seguro, sería capaz de escribir Mihura con estos mimbres. Lean su obra y, consejo, revisen esa serie televisiva, echa con todo el gusto, gracia y talento posible.

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