miércoles, noviembre 30, 2022

Inflación, luces y sombras

Ayer el INE publicó el dato adelantado del IPC de noviembre. Se ha puesto de moda, copiando de los americanos, para variar, presentar un dato adelantado de ciertas estadísticas antes de elaborar el definitivo y preciso, para así aumentar la frecuencia con la que se dispone de información, aunque haya riesgos de que sea imprecisa. Noviembre se acaba hoy, y el dato de ayer tendrá información hasta, como mucho, el viernes 25, por lo que puede haber retoques en los valores definitivos. ¿Compensa el valor de la información adelantada el riesgo del margen de error? Creo que sí, porque salvo que pasen cosas muy raras al final del mes, la tendencia que se ve se suele mantener.

Los precios van mal, pero podía ser peor, es una lectura posible del dato conocido ayer, tratando de buscar consuelo en medio del disparate de precios que vivimos. El dato anual adelantado para noviembre llega hasta el 6,8%, un valor muy alto, pero cinco décimas menos de lo que se calculó para octubre, y cuatro puntos por debajo del máximo de la serie, alcanzado en julio. Parece que la curva de precios empieza a descender desde esos niveles insoportables hasta llegar a una zona muy dolorosa. Esta es la buena noticia del dato de ayer, la mala proviene de la inflación subyacente, que es el IPC al que se le quitan los precios de la energía y los alimentos frescos ¿Por qué? La idea es que esos dos componentes están sujetos normalmente a fluctuaciones irregulares, exógenas, que introducen mucho ruido y no tienen por qué repetirse, de tal manera que, hacia arriba o hacia abajo, mueven la serie de precios de una forma errática. No quiere decir eso que los precios de esas variables no nos cuesten a la hora de comprarlos, pero sí que si que, pongamos, si hay unas heladas fuertes y el precio de unas frutas de temporada se dispara es un fenómeno que no tiene que ver con la economía y que no se va ab repetir en los próximos meses, cuando el precio de esas frutas de temporada ya no se cuente. Al subyacente indica la tendencia de fondo de los precios, es una curva que no tiene tantas crestas y que se mueve más despacio. El dato adelantado de noviembre es del 6,3% y no refleja una caída desde el mes anterior (es más, sube una décima) sino que muestra una meseta que, desde el mes de junio, se sitúa por encima del 6%, con pocos altibajos. Esto indica que, eso que se llama “efectos de segunda ronda” se extienden por los sectores productivos y consolidan un alto nivel de inflación. Supongamos que tenemos un shock de oferta por la subida de un coste exógeno, la energía. El productor que usa la energía intentará inicialmente absorber esa subida de precios en su cadena de valor para no trasladarla a la venta y destruir demanda (la inflación subyacente no sube pero el IPC sí por el aumento del precio de la energía). Si el shock de precios se diluye en breve el productor ha cargado con el incremento de coste, reducido temporalmente su beneficio y la economía ha absorbido el golpe sin muchas consecuencias (la inflación subyacente no se entera y el IPC baja) pero si el shcok se prolonga en el tiempo el margen de absorción del productor se reduce y llega un punto en el que, o sube precios, o los costes le impiden producir, y traslada en su precio de venta ese incremento de coste, que acaba llegando al consumidor final. El IPC sube y la inflación subyacente comienza a hacerlo, y así, cuanto más intenso y prolongado sea el fenómeno que origina el aumento de costes, mayor será el efecto inflacionario, total y subyacente, y es mucho más difícil que los precios bajen en las cadenas productivas que ya han internalizado un coste nuevo. En este ejemplo la causa de la subida de precios es un shock de oferta, pero podría ser otra, como un disparo de demanda, un problema logístico global, un sobreestímulo monetario, un proceso de burbuja en un sector, etc, o todo junto y revuelto.

La inflación destruye valor, es un impuesto injusto que empobrece a la población, y más a las clases bajas y medias, en las que el consumo es un porcentaje mucho más alto de sus gastos que en las altas. Bajar las tasas de inflación es una de las mayores obligaciones de un gobernante, y la obsesión de las autoridades monetarias. Los datos de ayer muestran una cierta luz en el caso español, pero los datos europeos siguen siendo muy graves, en aquellas naciones en las que el peso del gas ruso es mayor que en el nuestro. Va a costar mucho que la subyacente se modere, pero hay que hacer lo debido para que eso suceda. El año que viene esa curva debe caer sí o sí. Más nos vale.

martes, noviembre 29, 2022

Contagio político en China

Lo que más le preocupa al régimen chino no es la salud de sus compatriotas, a los que ve como súbditos, sino su propia pervivencia, y por ello las manifestaciones que siguen sucediendo en distintas ciudades del país son peligrosas. Empiezan a ser algo que se ha escapado del control severo de la dictadura y ha alcanzado una entidad lo suficientemente importante como para tomársela en serio por parte del despotismo que reina en Beijing. No estamos en 1989, ni la China de entonces eran la de ahora ni su papel en el mundo el muy relevante de nuestro tiempo, por lo que sea lo que sea que pase allí nos va a afectar de una manera como no nos podemos imaginar.

Una de las posibilidades es lo que vemos ahora en Irán, otra dictadura en la que se mantiene viva una protesta social contra los clérigos y militares que la rigen. Ahí la respuesta del gobierno de Teherán está siendo la represión pura y dura; encarcelamientos, disparos, palizas… el habitual despliegue de actos vandálicos que una dictadura lanza contra aquellos a los que oprime para que el miedo funcione y las aguas vuelvan a su cauce. Es obvio que en China también se estilan este tipo de comportamientos, pero también que resulta más difícil de creer que Beijing se lance a una ofensiva de violencia pura. Sí, lo hizo en 1989, pero reitero que era otro mundo. Dado que lo que solivianta a gran parte de la población son las restricciones por la covid cero el régimen podía optar por un camino intermedio, de represión policial de las protestas y relajación de las medidas de confinamiento, dando así su brazo a torcer de manera parcial, dejando muy claro que no pasará de cierto punto, y llevando a cabo castigos ejemplarizantes para hacer creíble su política. Ahí entra de lleno el tema sanitario. La baja efectividad de la vacuna china, el que haya grandes franjas de población anciana no completamente inmunizada, y que la inmunización natural fruto de haber pasado la enfermedad de manera leve sea, en la práctica, nula, por los casi nulos contagios habidos desde 2020 hace pensar a muchos expertos que una ola de Covid en China puede generar cifras absolutas de mortalidad disparadas, aunque porcentualmente sean escasas, dado el volumen de población del país. A favor del proceso de relajamiento juega que las variantes que circulan ahora son mucho más contagiosas, pero, también, menos letales, pero no deja de ser un experimento con población real. El régimen podría jugar a abrir la mano y, si luego, la mortalidad se dispara, repetir ese mantra de “os lo dije” y volver a la política de confinamientos estrictos, esta vez con el miedo de la población causado por la letalidad pandémica. Si la mano se abre y la mortalidad es “tolerable” (ahí les dejo a ustedes interpretar el valor al que ese adjetivo pueda referirse) la crisis coronavírica y social puede ir apaciguándose y el régimen mantener el control de la sociedad como hasta ahora. En ambos escenarios se produciría una reapertura inicial de la economía y un disparo de la misma, lo que eliminaría a muchos de las protestas. La solución obvia a este problema, que es la que señalan los expertos, es que el régimen de su brazo a torcer y permita el uso de las vacunas occidentales allí, de eficacia mucho más elevada, y que nos han permitido a nosotros dejar atrás la pesadilla pandémica. Y eso no sucede por orgullo, por nacionalismo chino, por no admitir la valía de lo que hacen los demás. Esa es una de las mejores maneras de estrellarse en la vida, y lo que vemos ahora mismo es a un imperio que sufre graves grietas fruto de la cerrazón de la dictadura que lo rige, que no admite que tecnologías como la del ARN mensajero, que no ha logrado emular / imitar / copiar / comprar son muy superiores a lo que es capaz de desarrollar en sus avanzados centros de investigación. Si se guardaran su orgullo e inoculasen nuestras vacunas a su población hace tiempo que hubieran acabado con esta locura.

¿Es necesario que mueran millones de chinos para que la razón entre en la cabeza de sus obtusos dirigentes? Quién sabe, lo cierto es que a Xi Jinping y el resto de los que le acompañan no le preocupan mucho que muera un chino varios millones, sino lo que eso pueda suponer para la estabilidad del poder que detentan. Si son capaces de mantenerse en él habiendo muertes por Covid, bienvenidas sean, pensará el autócrata y los suyos. No es la primera vez que chinos innumerables mueren por la estrategia totalitaria del Partido Comunista. Si el régimen aguanta, no importa lo que suceda con los no ciudadanos sobre los que manda. Eso deben estar pensando ahora en Beijing, cómo manejar la situación y que, por supuesto, el régimen no cambie.

lunes, noviembre 28, 2022

Revueltas en China por el covid

Desde que el cuarteto de vacunas occidentales demostró su altísima eficacia frente al Covid, la pandemia se ha convertido en un tema superado en nuestras sociedades. Si no fuera por la persistente obligación del uso de la mascarilla en el transporte público que sigue vigente en España, algo ya carente de sentido, apenas nada nos recuerda a la pesadilla pasada durante el año 2020. En este caso el triunfo de la ciencia ha sido tan absoluto que ha provocado el olvido acelerado de lo vivido, y la sensación para muchos, errónea, de que aquello no pasó. En general, en todas las naciones la situación es la misma pero hay una gran excepción, que es justo el país en el que se originó el brote que nos volvió locos a todos.

China sigue inmersa en su absurda política de Covid cero y no deja de sorprender al mundo con confinamientos salvajes al más mínimo rebrote de casos, con una desproporción entre contagios y millones de encarcelados que se revela no ya absurda, sino simplemente incomprensible. Hay teorías que señalan que esos confinamientos no son sino una extensión del poder dictatorial del gobierno chino, que ha descubierto que el Covid es la gran excusa para someter de la manera más absoluta posible a la población, de monitorizarla en todo momento, de someterla al más rígido de los sistemas posibles. Amparado en excusa de la salud, el gobierno de Xi ha encontrado en el covid el arma perfecta para retorcer aún más el cuello a la sociedad a la que dirige. El problema de esta visión de la dictadura es que parte de esa población sometida se está hartando. Los chinos ven la televisión y otros medios, y la férrea censura gubernamental no puede eludir el hecho de que, en el resto del mundo, la vida ya no está sometida a controles sanitarios. No hay confinamientos, las aglomeraciones se dan sin freno en calles, estadios y todo tipo de eventos. Solo en China se mantienen restricciones masivas, y eso mosquea, y mucho, a los habitantes del país. Cierto es que, aunque no lo ha reconocido, la vacuna china es bastante peor que las occidentales, ofreciendo un grado de protección menor que las cuatro magníficas, y eso hace que la población del país, que sólo tiene acceso a la vacuna propia, por decisión de su gobierno, se vea en mayor riesgo en caso de contagio, pero no sirve de excusa para la situación que el chino de a pie observa. La muerte de algunas personas en un incendio en una de las ciudades confinadas, que no fueron atendidas a tiempo por los bomberos, ha sido la chispa que ha desatado una ola de protestas y manifestaciones en una nación en la que ambos fenómenos están prohibidos. De momento las protestas son menores, poca gente, y menos aún teniendo en cuenta las masas urbanas que se estilan en aquella nación, pero son significativas, se hacen oír, se enfrentan a los medios policiales y se extienden por muchas de las ciudades chinas. Las demandas de eliminación de las restricciones Covid se unen al grito de libertad frente a la dictadura de Xi, y lo cierto que es asistimos a la mayor de las revueltas registrada en aquella nación desde que el autócrata la gobierna. Recordemos que son ya diez los años que Xi lleva al mando del país y que en el reciente congreso del partico comunista chino ha vuelto a ser reelegido, esta vez sin plazo aparente, por lo que puede ocupar el cargo hasta que le plazca, o algún virus lo retire de la circulación. Durante la década de Xi el grado de autoritarismo de China no ha hecho sino crecer sin freno, aupado por el uso intenso de la tecnología más avanzada. El país se ha convertido, a la vez, en una superpotencia económica y en una supercárcel en la que el gran hermano tecnológico lo observa todo y califica a cada ciudadano para determinar a qué tiene derecho y a que no (bueno, sobre todo a lo segundo). La represión contra las minorías, como el caso de los uigures musulmanes se ha convertido en una barbarie y, en general, la dictadura se ha vuelto más profunda y oscura. Si alguien tenía esperanzas en el aperturismo de China, éstas se han deshecho a cada golpe de mano del régimen, cada vez más poderoso.

¿Suponen estas protestas un cambio en ese proceso? No lo se. La verdad es que, en apariencia, la solidez del régimen chino es muy alta, y la experiencia dice que no dudarán en recurrir a la violencia y la represión para controlar cualquier conato de revuelta. Allí no se estudia, pero nosotros mantenemos en el recuerdo lo sucedido en Tianang men, sin que sepamos aún cuántos fueron asesinados en ese infame momento de la historia china, cuando también se levantó una esperanza de libertad, que fue brutalmente aplastada. En todo caso, habrá que estar muy atento a lo que suceda en el país, al desarrollo de estas protestas. Ojalá sean el germen de un cambio que derrumbe el régimen.

viernes, noviembre 25, 2022

Vox, Podemos y el matonismo político

La incapacidad de Irene Montero para el desempeño de cargo público es manifiesta. Su total desconocimiento de las normas, del funcionamiento del estado de derecho, de llevar el activismo a la forma de trabajo ha conducido a su Ministerio a un callejón sin salida en el que cada norma que de él ha surgido ha sido peor, más destructiva para sus pretendidos propósitos, hasta llegar a la sinrazón de la ley del sólo sí es sí, un disparate que genera el mayor desasosiego posible entre las víctimas de delitos sexuales. Su no dimisión, y su no cese por parte de su jefe, expresan la total irresponsabilidad en la que vive ella y su jefe.

En el anterior párrafo he sido muy duro contra Irene Montero, pero en ningún caso me he metido con su vida personal. He puesto por los suelos la actividad que desempeña y que dice defender, pero no la he insultado ni he criticado sus comportamientos privados. ¿Por qué? Porque eso es algo que no se hace, de lo que uno puede tener una opinión personal de uno u otro tipo, pero que no se debe expresar en público, porque el comportamiento privado de cada uno es el que es, y punto. La crítica a la gestión política de un cargo es una cosa que entra dentro de lo normal, y el matonismo, amparado en unas siglas o ideologías, es otra cosa en la que yo no voy a caer nunca y, por lo visto, cada vez es más frecuente entre nuestra infame clase política. El último caso ha sido el desatado por una portavoz de Vox, secundada por otros miembros de su partido, que han convertido a la vida privada de Irene Montero en el objeto de sus ataques. Como bien saben, mi opinión de Vox no difiere mucho de mi opinión de Podemos, porque ambos son presuntos extremistas ideológicos de unas corrientes desfasadas que dicen defender con ardor, pero que no son sino reencarnaciones de proyectos totalitarios que buscan el poder absoluto y la eliminación del adversario. Podemos fue innovador en su momento en el uso del matonismo, de la crítica personal, del insulto, acoso y seguimiento a aquellos que, según su criterio, no se merecían respeto alguno, y su líder, Pablo Iglesias, sigue ejerciendo ese papel de inquisidor mayor y dictamina quién tiene derecho a opinar de qué y quién no, y sentencia cacerías contra los que, a su juicio, deben ser silenciados. Es un comportamiento repugnante. Vox hace exactamente lo mismo, lo mismo. La misma basura moral, el mismo grado de violencia verbal, la misma crudeza en el desprecio a quien no se ve como merecedor del mismo. Abascal y su tropa de falangistas nostálgicos suponen el reverso perfecto de los antes mencionados, con una chulería y desprecio a las formas que serían objeto de un montón de azotes en caso de ser empleadas en colegios donde se rigiera el código de sanciones que le gustaría a Vox. El último de los episodios vividos ha sido, como les decía, de Vox contra Podemos, pero ambos se han insultado hasta el extremo e insultado a los demás, haciéndose merecedores de la absoluta condena por parte del resto de los grupos políticos y, en general, de cualquiera que tenga un mínimo sentido de educación y urbanidad. En este caso hemos tenido la desgracia de tener dos movimientos opuestos que utilizan prácticas equivalentes, pero daría igual si sólo fuera uno de ellos el que existiría, sería igualmente repugnante, condenable y despreciable. La técnica del escrache, por ejemplo, fue introducida por Podemos, y pocos fuimos los que, desde un principio, la consideramos intolerable, impropia de una sociedad democrática, un ejercicio de violencia que debía ser condenado. Podemos, y algunos otros, que les reían las gracias, no lo vieron así, y lo defendieron. Cuando los dirigentes de Podemos empezaron a ser víctimas de idénticos escraches por parte de totalitarios voxeros fuimos más, los pocos de antes y algunos sumados, los que los condenamos, porque era nuevamente la repetición de una táctica infame contra el entorno personal de alguien que no debía ser atacado.

¿Saben qué es lo peor de este tipo de comportamientos deleznables? Dos cosas; el contagio y que rentan. El contagio se extiende, se normaliza. Una vez que unos y otros realizan actos semejantes, o desatan discursos de odio similares, otros se suman al carro y llevan la misma táctica a su forma de actuar, convirtiendo la política actual en el cenagal del que huye el que tenga un mínimo de sentido de la decencia. Lo otro es que renta, que la sociedad no castiga como es debido (no votando, despreciando) a quienes cometen este tipo de actos. Tienen fans que les jalean, agitan a unas masas que parecen enardecer en medio de insultos y bravuconadas zafias. Eso, quizás, sea lo más peligroso de todo esto. Malditos populistas.

jueves, noviembre 24, 2022

El lado oscuro del acuerdo hipotecario

Una de las consecuencias directas del aumento de los tipos de interés es el arrastre que provocan en el euríbor, el índice que sirve de referencia para la actualización de las hipotecas variables en España. Los tipos del BCE ahora mismo están en el 2% oficial, y en su cotización diaria, el euríbor ayer cerró en el 2,847%. La media del mes de noviembre se situó ayer en el 2,814% es casi seguro que no bajará de ese 2,8% cuando el mes se acabe. La subida de tipos se traduce directamente en la cuota a pagar mensualmente, y esto hace daño a las economías familiares, potencialmente mucho. De ahí ha surgido la demanda de unas medidas que lo alivien y el acuerdo auspiciado por el gobierno, al que ahora se pueden adherir las entidades financieras.

El acuerdo se centra en las rentas bajas y medias, elimina comisiones de cancelación parcial y reduce otros costes fijos del proceso hipotecario, y su medida fundamental es la posibilidad de que el banco ofrezca moratorias, periodos en los que no se paga, o alargamientos de plazos de las hipotecas ya suscritas. Esto implica que, automáticamente, la cuota mensual que paga el hipotecado se reduce, por lo que una vez realizado el cambio amparado por el acuerdo gubernamental el alivio financiero llega. Bien. Sin embargo, mucho cuidado, porque este alivio tiene un reverso tenebroso, que es que el montante total de lo que se paga de intereses por la hipoteca crece. Si, si uno pide una misma cantidad a distintos plazos de tiempo acabará pagando cuotas distintas y volumen de intereses también diferentes. Si el tipo es fijo, la regla matemática implica que, a mayor tiempo de vida de la hipoteca, treinta años frente a 20, por ejemplo, la cuota mensual a pagar será menor, pero el volumen total de intereses pagados mayor, por lo que al final del pago la hipoteca sale más cara cuanto más largo es el periodo por el que se mantiene viva. Por ello, realizar el cambio acordado por el gobierno y la patronal bancaria es ventajoso a corto plazo para el hipotecado, e igualmente ventajoso a largo plazo para el banco. Así, ahorrar, pagar menos, en la hipoteca no es tan sencillo como ver que, de un mes a otro, el recibo se reduce en determinados euros. ¿Qué hacer? Cada uno es un mundo, las condiciones hipotecarias de cada cual varían y, sobre todo, los ingresos y la situación económica personal son de lo más dispar. Mi consejo siempre es el mismo. Priorice lo importante y luego que venga lo demás. El pago de la vivienda es trascendental, y con ello otros gastos como el de los suministros, alimentación, costes necesarios para poder desarrollar el trabajo y lo relacionado con personas dependientes en el hogar (niños, mayores y, en su caso, enfermos). Todo lo demás es secundario, prescindible o, al menos, se puede alargar mucho en el tiempo las decisiones sobre su gasto. Siéntese consigo mismo y haga números. Si puede hacer frente a subidas de euríbor como las actuales recortando gastos no urgentes no realice cambios en la duración del préstamo y afróntelo de cara. Reduzca todos los gastos de ocio, vestimenta y otras cuestiones que sean necesarias, no le de vergüenza alguna decir, ante familiares o amigos, que no participa en un evento, acto o lo que sea porque lo que eso cuesta se irá a cosas de la casa que lo requieren, y que el dinero no le sobra. Haga su propio presupuesto personal de guerra, vea de lo que puede prescindir, de lo que quiere, y tome sus propias decisiones, sin engañarse a uno mismo, que de nada sirve. Puede que del resultado del ejercicio descubra que tiene una capacidad de ahorro de la que no era consciente, y es capaz de ir tirando. Sin embargo, quizá las cosas no sean así y el límite del euríbor que es capaz de soportar ya se ha alcanzado o se encuentra muy cerca. En ese caso, el cambio de plazos puede ser su única opción para encontrar un alivio financiero. Si es así, tiene que ponerse delante del espejo y concienciarse de que la reducción de cuota que va a obtener es un regalo con una pizca de veneno. Ese dinero extra que se ahorra no puede ser destinado a nuevos gastos que no existían, o a aumentar los que ya tiene. No. Lo más inteligente que puede hacer es acumular la ganancia derivada de la bajada de cuota y, cada cierto tiempo, hacer cancelaciones hipotecarias en tiempo, compensando así el mayor interés que le van a cobrar por alargar el plazo.

Lo cierto es que, cuando las cosas de la economía se ponen cuesta arriba, llega un momento en que hay que hacer el ejercicio de sinceridad con uno mismo que siempre es necesario. Nunca, nunca, nunca, pida préstamos al consumo, y menos en entidades de dinero rápido que se anuncian en los medios. Si esos créditos son carísimos en bancos, se convierten en pura usura en manos de esas empresas que se publicitan como chollos. Si no puede afrontar una compra o unas vacaciones, simplemente, no lo haga, y no sufra vergüenza alguna por ello. Su salud financiera y su futuro son mucho más importantes de lo que nadie pueda opinar.

miércoles, noviembre 23, 2022

Frío en Ucrania

Soy friolero. Llevo el calor mucho mejor que el frío, que se que es necesario y debido, pero me aletarga, me molesta. El lujo de la manga corta es impagable. Desde hace unos días el frío ya se ha instalado en España, tras un octubre de tregua, anómalo, que acentuó la sequía pero nos libró de costes energéticos. El viento y la lluvia ya están aquí, esperemos que esta segunda sea generosa. Ayer, casi solo en la oficina, al ser uno de los días en los que mis compañeros teletrabajan, no hacía ningún calor en el edificio, no se si por la ausencia de gente en mi planta, pero la sensación de frío era desagradable. No muy molesta, pero sí persistente.

En un momento dado miraba por la ventana contemplando Madrid, cubierto en un día plomizo de noviembre, con algo de llovizna, y recordaba lo muy privilegiado que soy. Estaba en un edificio protegido, con doble ventana, en una instalación con aire y calefacción. Al fondo, a la izquierda, divisaba mi barrio, donde está mi piso, también guarnecido ante las inclemencias meteorológicas. Y era imposible no dejar de pensar en Ucrania. Imaginaba la misma escena en el llano del este de Europa, en la cuenca del Dniéper, con millones de pisos en los que viven personas que están sometidas a la guerra, y en la que la idea de casa no es la de refugio y protección. Millones de ellas, a esta hora de la mañana, y luego, y ayer, y los próximos días, carecen de suministros básicos. No hay agua corriente, la luz falla, la calefacción no funciona, en muchos casos las ventanas están reventadas por explosiones que han sacudido barrios cercanos, y eso cuando no son los propios edificios o los vecinos los que han sucumbido a los ataques rusos. Las temperaturas siguen cayendo a medida que la luz se acorta, y el camino al final del año es un túnel de oscuridad y frío ante el que apenas hay recursos tecnológicos que sirvan para combatirlo. Con unos inviernos que allí son de verdad, de nieves durante semanas, ventiscas y temperaturas muy por debajo de cero grados, millones de personas no pueden ni cerrar las ventanas de sus hogares para esconderse de un aire que les acribilla. Como muy acertadamente escribió Luis de Vega en su crónica del sábado en El País, los primeros copos en Kiev han sido como disparos de metralla, que no han venido lanzados por el ejército ruso, pero sí que hacen daño a la misma gente a la que las baterías de Putin desean aniquilar. El frío, como en la edad media, es usado por los estrategas del Kremlin para desestabilizar a la población, acorralarla, someterle a un castigo constante día y noche, para el que no está preparada. Las gentes del este son duras, mucho, sobreviven a inviernos que dejan a los nuestros convertidos en tibias primaveras, pero entre otras cosas son capaces de pasarlos porque tienen infraestructuras que lo permiten, sistemas de calefacción pensados para funcionar medio año, reservas de gas y otras fuentes de energía que abastecen a los dispositivos calefactores, fijos o móviles. Con la regresión al pasado que están generando los bombardeos rusos, la capacidad de la población de hacer frente al frío merma muy considerablemente. Aquellos que residan en casas de pueblo podrán hacer uso de chimeneas, y quemar en ellas lo que encuentren, arrejuntarse en torno a ese hogar y pasar noches y días en la confianza de que la violencia militar no les alcance, pero, ¿y los que viven en ciudades? Los que residen en pisos, donde no hay chimenea, donde la calefacción funciona encendiendo y apagando cosas que ya no responden a los interruptores, ¿qué opciones tienen todas esas personas? ¿qué hacer más allá de sepultarse en ropa y mantas? ¿cómo sobrevivir a esos largos meses de frío y oscuridad?

Las autoridades ucranianas empiezan a lanzar mensajes a la población que reside en el este del país, la más próxima a los frentes, que empiece a desplazarse hacia el oeste, donde hay problemas de suministro, pero menos. Se estima que la mitad de la red y capacidad de producción eléctrica del país no funciona, y está destrozada a un nivel que requiere no sólo mucho dinero sino, sobre todo, medios y tiempo de los que Ucrania no dispone. Mi frío de ayer, mi molestia, era el mal menor de un privilegiado que vive en un mundo ajeno a la guerra que se libra a no muchos kilómetros de aquí, en paisajes europeos como los que nos son tan familiares a todos. No sobreviviría a este invierno en Ucrania. Huiría, como un gélido cobarde.

martes, noviembre 22, 2022

FTX y la burbuja cripto

Una de las consecuencias habituales de todo proceso de subida de tipos es el pinchazo de burbujas, o al menos de procesos de subida de valor exacerbados durante la época de tipos bajos, de dinero barato. Esos activos recalentados necesitan la entrada de dinero fresco que los mantenga en auge, y en torno a ellos se originan estafas, negocios piramidales y otro tipo de chanchullos que aguantan hasta que el flujo de dinero barato se frena. A veces los que organizan las estafas, no necesariamente timadores, pero si involucrados en procesos que se han desmadrado, son listos y saben cubrirse y sacar algo de dinero real de todo ello, pero normalmente la vorágine les arrastra. Y ni les cuento a los ingenuos que estaban confiados.

El bitcoin, y en general, el mundo cripto, está viviendo un derrumbe cuya figura es tan similar a la vista en burbujas del pasado que es imposible evitar la sensación de estar ante una repetición de la jugada. La quiebra hace unos días de FTX ha destapado las miserias y cutreces de un negocio en el que todo parecía dorado y no había nada, más allá de un poco de chatarra. Las criptomonedas no dejan de ser archivos informáticos protegidos con contraseñas, pero documentos con la misma solidez que un Word, es decir, que si el disco duro en el que se encuentran se destruye o se formatea se pierden. Perder un documento de trabajo por algo así nos ha pasado a todos y duele, perder archivos valorados en millones de dólares es motivo de suicidio múltiple. Por ello, a medida que en negocio de las criptomonedas empezó a crecer varios portales de internet en los que se cambiaban unas por otras (es un mercado privado, descentralizado y no regulado) empezaron a ofertar la posibilidad de almacenar las criptomonedas de los usuarios en ellos, algo así como el banco que te guarda el dinero, y no necesitas tenerlo en casa en papelitos de colores. Coinbase, binance, FTX y otras empezaron a convertirse en entidades con criptomodenas depositadas, y el valor de esos depósitos crecía sin frenar hasta cifras de miles de millones de dólares. A nadie se le escapa que con esos valores depositados estas entidades empezaban a ser actores interesantes en el mundo financiero real, el de los dólares o los euros, porque con semejantes cantidades como garantía, podían pedir préstamos, apalancarse, operar financieramente y hacer de todo a lo grande. FTX estaba dirigida por un chaval llamado Sam Bankman-Friedy su grupo de amigos, operaba desde el casoplón donde todos ellos vivían en Bahamas, y la fiesta era constante. El volumen de activos que la entidad llegó a manejar es de un valor descomunal, y todo fue bien hasta que el Bitcoin pinchó. A más de 60.000 dólares la unidad la solvencia de FTX era segura, a menos de 20.000 y bajando no. A medida que se erosionaba la base de capital de la empresa el grado de apalancamiento de la misma crecía sin cesar, y llegó el momento en el que, obviamente, ni entraba dinero fresco en la entidad ni había capital suficiente para hacer frente a desembolsos, intereses, pagos u otras operaciones. Sam lanzó un mensaje de socorro, pero era demasiado tarde. En un proceso que recuerda tanto a lo que se vivió en España con Fórum filatélico o Afinsa, la gente descubrió que el valor de las criptos almacenadas por FTX era mucho mucho menor de lo que se creía, y el camino hacia la quiebra quedó despejado. La empresa la solicitó hace pocos días y los encargados de empezar a auditar sus cuentas se han encontrado con un tinglado que no llega ni al estado de chiringuito financiero, con Sam y el resto de sus amigos tomando decisiones de endeudamiento y demás operativas por valor de cientos, miles de millones de dólares, sin apenas contabilidad, registro o cualquier otra herramienta de gestión o seguimiento. El desastre generado por FTX es enorme, y la posibilidad de resarcir algo a los que en eso confiaron, muy escasa.

Y claro, una vez que algo así se derrumba, el efecto contagio crece, porque el miedo a que el lugar en el que yo estoy sea tan inseguro como ese es cierto. Algunos han denominado a la quiebra de FTX el momento “Lehman Brothers” del mundo cripto, por abrir la caja de pandora del desastre. Otras casas de negocio relacionadas con ese mundo han anunciado su quiebra después de FTX, afectadas tanto por el derrumbe del valor de los activos como por la retirada descontrolada de ahorradores del dinero que en ellos depositaron, temerosos de verse atrapados en una quiebra similar ¿Les suena? Sí, el pánico bancario de toda crisis financiera, pero esta vez no en bancos, sino en tinglados virtuales donde el dinero que se pierde puede ser mucho y muy real. Ayer el bitcoin cerró a la baja, en 15.677 dólares la unidad.

lunes, noviembre 21, 2022

Hipocresía infantina

El deporte en general, y eso que consiste en pegar patadas a un balón, es uno de los ámbitos de la vida en los que sigue habiendo una impunidad absoluta en lo que hace a la comisión de corruptelas. Estamos acostumbrados a ver operaciones que desarticulan tramas en el inmobiliario, las finanzas, los despachos de abogados y, en general, todo tipo de negocios y profesiones, que les voy a contar de la política. Pero curiosamente, o no, apenas tenemos detenciones por delitos financieros relacionados con la corrupción en el deporte, o en eso del balón, cuando las cifras que se mueven en ese mundo son mareantes y la sensación de absoluto descontrol que desprende es hedionda. ¿Hay un pacto tácito para que la ley no entre ahí?

Esa impunidad hace que los sujetos que viven de ese negocio se chuleen al resto del mundo sus fortunas y estulticias sin recato alguno. Estos días ha comenzado una competición internacional de lo del balón en un país del golfo pérsico, Qatar, que no tiene relación alguna con ese deporte, ni con ningún otro, pero que es uno de los mayores productores y exportadores de gas, lo que le permite comprar lo que sea y convertirse en un actor respetado en el mundo. La necesidad energética convierte a las monarquías teocráticas del golfo en incómodos pero necesarios aliados, y uno entiende que los principios morales duran algo más, pero no mucho, que tres meses de frío invierno sin calefacción, pero de ahí al descaro hay una distancia que no conviene cruzar. Qatar organiza el campeonato internacional de lo del balón porque, simplemente, se lo ha comprado. Puso una cifra de dinero inmensa encima de la mesa y, obviamente, los que tenían que decidir dónde se celebraba el evento calcularon el porcentaje de comisión de lo que les tocaba, y votaron sin miramientos. El que fuera una nación sometida a una dictadura islamista y con veranos de cincuenta grados no le importó a nadie. Se cambian las fechas para que se celebre a las puertas del invierno y los derechos se ocultan bajo convenientes fajos de dinero. Bien, esto lo sabemos todos, rasgarse las vestiduras ahora por ello, cuando la decisión se tomó hace años, entra dentro del postureo que queda bien en las redes sociales para enjuagar las conciencias débiles de nuestro tiempo, pero lo que no es admisible bajo ningún punto de vista es el recochineo. Un par de días antes de empezar el evento, un sujeto llamado Gianni Infantino, que debe ser uno de los jefazos administrativos de esto del balón, celebró una rueda de prensa en la que, desde luego, se hizo acreedor ante sus jefes qataríes de la fortuna que ha debido de cobrar para que la competición se celebrase allí. Tirando de hipocresía hasta un grado pocas veces visto, un presunto corrupto, jefe de una banda de presuntos corruptos, con el aspecto de que ya no le cabe más dinero encima, empezó a dar lecciones de comportamiento, civismo y derechos humanos a las naciones que los cumplen en nombre de las que no, argumentando que la explotación colonial del pasado es la causante de que ahora no se respeten derechos en ciertas partes del mundo, entre ellas la que acoge el gran negocio global del balón. Todo serio, sin que en ningún momento en su cara pétrea asomase la mínima grieta producto de la vergüenza, comenzó a embestirse como abanderado de todo tipo de causas progresistas de manual, desde el feminismo a los derechos sexuales y otro tipo de iniciativas, Y lo hizo en un tono abroncante ante unos medios, como siendo consciente de que, en cualquier momento, podía decidir cuál de ellos comprar con la fortuna que ha cobrado de manera ilegal y, tras eso, despedir a quienes se encontraban frente a él en esa sala. El tal Infantino hubiera quedado de cine celebrando esa misma rueda de prensa con los mismos argumentos en una de esas salas rococó que abundan por el Kremlin. El tono mafioso necesario para hablar desde ellas lo posee, sin duda.

Puede parecer el Infantino un sujeto sacado de un lugar extraño, una excepción, pero no lo es. La dirigencia de eso del balón, en cualquier club que tenga un mínimo de representatividad y presupuesto, está llena de sujetos que parecen sacados del casting de una serie de mafiosos: personajes chulescos, atrevidos, algunos barriobajeros, otros sibilinos, pero todos conscientes de su poder, de su inmunidad, de su fortuna, de los modos en que la han conseguido y de la sensación de estar por encima de los demás, desde luego de los millones de personas que son engañadas mediante la estafa que gestionan sin cesar, para seguir robando a manos llenas. Infantino será el más rico y mafioso de todos ellos, pero en nada le distingue del resto.

viernes, noviembre 18, 2022

En necias manos

¿Subiría usted a un autobús conducido por alguien sin carnet? ¿y que además presuma de ello? ¿Dejaría que yo, que nada se ni hago, le preparase una comida? La selección adversa de las élites que domina nuestra política, y no sólo ella, genera que el nivel de los que alcanzan los cargos de responsabilidad sea, cada vez, menos, y esto no sólo provoca burlas y quejas por parte de los administrados, y memes a porrillo, ni ineficiencias económicas cuyos costes los pagamos todos. No, no, esto es directamente peligroso, porque en manos de incompetentes la probabilidad de estrellarse es muy alta, y que de ese accidente provocado genere daños y perjuicios es casi inevitable.

Los letrados del Congreso, expertos juristas, diversas asociaciones judiciales, profesionales del derecho que saben de esto miles de veces más que yo, dijeron una y otra vez que la redacción de la ley llamada de “sólo sí es sí” tenía lagunas y que abría la puerta a que se produjeran algunas rebajas en penas ya impuestas. La unificación de delitos que antes estaban separadas con penas de distinto rango en uno sólo clarificaba el trabajo a los jueces a la hora de condenar ante supuestos donde antaño podía haber dudas de dónde estábamos, pero el nuevo intervalo común de condenas empezaba más abajo para el conjunto de los delitos, y antes alguno de los tipificados como más grave empezaba su condena desde un punto superior. Eso hace que si alguien fue condenado a la mínima del delito mayor por la ley antigua puede beneficiarse del hecho de que en la ley nueva la pena comienza a un nivel inferior. No será en todos los casos, pero varios habrá en los que esto puede suceder. Aquí funciona uno de los principios generales del derecho, que es la retroactividad de las leyes que benefician al condenado, de tal manera que si una norma endurece las penas a un castigado por una norma anterior no se le aplicará el castigo extra, pero si la nueva norma rebaja la pena sí se beneficiará del menor castigo. Por eso Sánchez quiere rebajar la sedición, para que los condenados por ella se puedan aprovechar (y sí, si se endureciera la sedición no afectaría a los ya sentenciados, por el mismo principio antes expuesto) Ante estos argumentos, la respuesta del Ministerio de Igualdad, encabezado por Irene Montero, fue su habitual dosis de displicencia y populismo, acusando de machistas, fascistas y toda la retahíla de insultos habituales a los que no compartan su línea, sean estos quienes sean. Se advirtió una y mil veces de que la ley no estaba bien hecha, pero los que así hablaron sólo recibieron pedradas verbales del Ministerio y acoso en las redes por parte de las hordas que trabajan al servicio de los morados, en uno de esos linchamientos vergonzosos que tanto abundan en el mundo virtual y que de manera tan orgullosa llevan a acabo extremistas de todo pelaje, unidos hasta el final por su incultura, necedad y matonismo. En este caso eran grupos de extrema izquierda, círculos de Podemos y siervos del Iglesias supremo los que encabezaban estos ataques. Durante la tramitación de la ley no se adoptó enmienda alguna, ni se incluyeron disposiciones transitorias que pudieran acotar todo este tipo de problemas, y la necedad soberbia e hizo norma en medio del aplauso de una mayoría que votó sin problema alguno una aberración jurídica. Aplausos entre los que aprobaron el texto y desesperación entre los profesionales del derecho, que temían lo que iba a pasar. La ley ya está en vigor y no son una ni dos, sino bastantes más las sentencias en las que acusados de violaciones, abusos y demás infamias se han visto beneficiados con rebajas de pena, incluso alguno ha podido salir a la calle, tras ser suficiente el tiempo que llevaba en prisión. Las víctimas, nuevamente, agredidas, vejadas, sufriendo el dolor que en su momento padecieron, al ver como el estado que debe protegerles regala a sus crueles abusadores una prebenda a la que nunca debieran haber tenido derecho.

¿Y cómo responde Irene Montero y sus acólitos ante semejante desvergüenza? Pues nada, con el mismo argumentario basura de siempre, con el sectarismo por bandera, con insultos y mentiras, con lo único que es capaz de decir quien no sabe expresarse de otra manera. Ninguna palabra de arrepentimiento, ningún propósito de enmienda. Nada, sólo basura. ¿Y cómo responde Pedro Sánchez, su jefe, ante semejante desvergüenza? Sin insultos, pero con el vacío, sin hacerse responsable de nada, pasando la papeleta a los jueces del caos generado por lo que su gobierno ha legislado. Día que pasa sin que Irene Montero dimita o sin que Pedro Sánchez le cese, día que sumar a la vergüenza y a la humillación de las víctimas. Dicen gobernarnos peligrosos necios.

jueves, noviembre 17, 2022

El derrumbe de la atención primaria (para IMC)

El domingo pasado hubo una gran manifestación en Madrid para denunciar el estado en el que se encuentra el servicio regional de salud, especialmente en lo que hace a la atención primaria. Cientos de miles de personas salieron a la calle para protestar ante la mala gestión que la Comunidad de Madrid hace de esta competencia, que es de su exclusividad. La marcha fue utilizada políticamente por parte de los grupos opositores al gobierno de la Comunidad, cosa que no debiera extrañarnos en una época en la que todo es usado como excusa por la mala política para servir de ariete contra los de enfrente. El pim pam pum político de antes y después de la manifestación no puede servir para eludir un problema, el asistencial que existe, y es real.

En paralelo a esa manifestación, en Cantabria se cumplía una semana de huelga por parte de los profesionales de la atención primaria, y en los días que he pasado en Elorrio se sucedían los comentarios sobre el mal funcionamiento del centro de salud local, la falta de servicios pediátricos y el relevo constante de médicos que cumplen pocos meses en la plaza que, en teoría, les corresponde. Una echa un vistazo y ve que en Aragón, Cataluña, Extremadura o Valencia se están planteando huelgas del sector sanitario a la vuelta de las navidades, porque describen una situación de colapso prácticamente idéntica. Más allá de que todo lo que pase en Madrid está sobrerepresentado en la actualidad nacional y que el infantilismo de nuestro desgobierno pasa por zurrar a Ayuso, su némesis, lo cierto es que el sistema nacional de salud se enfrenta a una crisis enorme en todas partes. Bueno, corrijo, se enfrenta a diecisiete crisis enormes, dada la estúpida fragmentación administrativa en la que ha derivado la transferencia sanitaria a las CCAA, gobiernos de izquierdas o derechas, independentistas y nacionalistas, de todos los colores posibles, y en todos ellos las quejas de los profesionales son idénticas; falta personal, no se cubren las bajas, avalancha de jubilaciones, sueldos escasos, jornadas extenuantes, abusos por parte de los gestores del sistema de unos profesionales que suplen con vocación la falta de medios, desprecio a los derechos laborales, incapacidad de dar servicio a una demanda creciente de los pacientes, ect. Ya antes de la pandemia la situación en primaria estaba tensa, pero el Covid ha acabado por reventar las costuras de un modelo que sobrevivía conteniendo costes en los bajos salarios de muchos profesionales y en la carga de culpa que sobre ellos se lanzaba en caso de no realizar lo que su vocación de servicio les exigía. Tras la pandemia el estado anímico y, directamente, físico, de muchos de los profesionales sanitarios es desastroso. Las bajas por ansiedad se han disparado, ha aumentado el absentismo porque muchos no pueden hacer frente a la avalancha de pacientes que cada día les llega a sabiendas de que les van a dar un mal servicio, por carecer de medios y tiempo, y la fuga de profesionales a países de nuestro entorno en los que la valoración al sanitario y la retribución es mucho más alta crece sin cesar. Por el lado de la demanda, una población cada vez más envejecida no deja de requerir atención más frecuente, continuada y cuyo coste en términos de tiempo, medicamentos y recursos crece y crece. Más allá de la cuestión de la sanidad pública o privada, del fomento que algunas autonomías hagan de una o de otra y de las alternativas que se le dejan a la ciudadanía para tener un buen servicio médico, cada vez más dependientes del nivel de renta del paciente, lo que está claro es que el sistema actual no funcional y que amenaza colapso, y sería una imbecilidad, muy propia de nuestra indigente dirigencia, convertir esto en un mero argumento de debate político, traducir la debacle que vive el sistema de salud en una lucha del “progresismo” frente a los que ven “comunistas” por todas partes. No, nada de eso. Uno de los pilares del estado del bienestar que funciona bien empieza a resquebrajarse, y es responsabilidad de todos poner los recursos necesarios para que eso no suceda.

Como liberal que soy, siempre soy partidario de la economía de mercado allí donde ofrece mejores resultados, pero también creo que la cobertura sanitaria es una de las cosas que permite a los ciudadanos desarrollar sus proyectos de empresa y vida a sabiendas de que existe una red que les va a cuidad y proteger cuando, por accidente o enfermedad, su salud se resienta. EEUU es el perfecto ejemplo de un sistema sanitario que no funciona y es incluso más caro que el nuestro, lo que resulta ineficiente por duplicado. Las consejerías de sanidad autonómicas, y el vaciado e inútil Ministerio de Sanidad, bene sentarse con los profesionales médicos y lograr arreglar un sistema que es importantísimo para la buena marcha de la economía y, sobre todo, de la sociedad. El riesgo de que esto acabe siendo un fracaso colectivo, como ya es la educación, es real. No podemos permitirnos semejante desastre

miércoles, noviembre 16, 2022

Grave incidente en Polonia

Esto de bombardear países es lo que tiene, que a veces alguno de los misiles que lanzas yerra el tiro o es desviado por una batería antiaérea o resulta que el disparo que lo repele es a su vez rebotado, y cae en territorio de un tercer país, causando daños y víctimas. No hace falta discutir mucho, ante un caso como este, de quién es la culpa de lo sucedido, aunque en el terreno de lo práctico el salvaje agresor cuente con aliados incondicionales que defiendan cada una de sus crueles acciones y acusen al tacado de todo lo que le pasa a él y al resto del mundo. Lo de culpar a la víctima siempre se ha llevado mucho, y más por nuestros lares, donde es una profesión que, en vez de generar desprecios, es vista por muchos como algo valioso. Enfermos que estamos.

Hay que saber muy bien qué es lo que pasó ayer por la noche en la frontera de Ucrania con Polonia, y que sea de la manera más rápida y clara posible. Fragmentos, piezas grandes, restos o un misil completo, hay dudas, cayeron sobre una localidad polaca, causando la muerte de dos personas y sembrando el pánico allí y en el resto del mundo. Eso coincidió con una dura oleada de ataques rusos a numerosas ciudades ucranianas, siendo Leópolis, la capital que se encuentra más al oeste del país, una de las más afectadas. El objetivo ruso era seguir destruyendo la red e infraestructuras energéticas del país, tratando de llevar a Ucrania a la Edad Media y sometiéndola a un asedio de frío y hambre. Por ello, el impacto en suelo polaco se interpretó, desde el primer momento, como una consecuencia de esos ataques y una agresión rusa a Polonia, territorio OTAN, con todo lo que ello supone de escalada en la guerra. Los nervios se desataron al poco de conocerse el hecho y de verificarse que sí había víctimas, y a partir de ahí la escalada de declaraciones y convocatorias de reuniones adquirió vida propia. El hecho de que podamos estar ante un ataque ruso a territorio OTAN puso de los nervios a todo el mundo, y lo cierto es que no era para menos. En paralelo, desde las instancias de mayor poder occidental, léase EEUU, se trataba de mantener una calma tensa y destacar dos hechos. Uno, que sí se había producido un impacto de un proyectil proveniente de Ucrania, y dos, que no estaba claro de qué tipo de proyectil se trataba, ni si procedencia exacta, ni a cuál de los dos bandos enfrentados pertenecía. El Pentágono adoptó un discurso de cautela en todo momento, frente a la lógica actuación nerviosa de las autoridades polacas, que son las que han sufrido el impacto y las víctimas, y viven desde febrero con la guerra al otro lado de su frontera. Esa sordina a la hora de atribuir responsabilidades por parte de la inteligencia y la milicia norteamericana fue la que prevalecía a última hora de la noche y primera de esta mañana, tratando de tener lo más claro posible lo que ha pasado antes de tomar decisión alguna. Algunas de las fuentes informan esta mañana que el misil pudo ser de origen ucraniano, disparado en el marco de las medidas de contra defensa antiaérea puestas en marcha ante el ataque ruso. Si así fuera, estaríamos ante un error por parte de las fuerzas ucranianas y el incidente, grave, bajaría muchos grados en su intensidad diplomática, pero a estas horas del día es aún muy pronto para confirmar nada y todas las posibilidades permanecen abiertas. Lo cierto es que a muchos les, nos, recorre un escalofrío en el caso de que se confirme la autoría rusa del lanzamiento, porque tendríamos un caso de agresión manifiesta por parte de Rusia a un país aliado nuestro, y eso abriría la puerta a una implicación directa de la Alianza en esta guerra. Que eso sea lo último que se quiere por parte de EEUU, principal aliado, está en el fondo de toda la cautela que se exhibió ayer desde Washington. Nadie es capaz de prever las consecuencias de toda escalada militar en la zona.

Como ven, el día de ayer fue curioso, porque comenzó con noticias sobre encuentros secretos entre Rusia y EEUU con el desmentido mutuo de que Ucrania estuviera sobre la mesa, por lo que es seguro que estuvo, y la petición conjunta a Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores en el Kremlin, para que cesasen los ataques, a pocos días de la reconquista ucraniana de Jersón. La respuesta rusa, en forma de masivo ataque con cohetes sobre el país vuelve a recordarnos, una vez más, que es el agresor, Rusia, el que tiene en sus manos detener esta guerra en todo momento, y que el agredido, Ucrania, debe hacer todo lo posible para defenderse hasta que esta pesadilla termine.

viernes, noviembre 11, 2022

Rusia se retira de Jersón

Las tropas y el ministerio de defensa ruso han anunciado oficialmente su retirada de la ciudad ucraniana de Jersón, la mayor de las conquistadas en la guerra invasora desatada por Moscú. Es capital de provincia, de lo que allí se llama “oblast” y es una decisión que refleja una derrota sobre el terreno, militar y logística. En un intercambio de pareceres entre el ministro de defensa Shoigú y el general Suriovikin, máximo mando de las tropas sobre el terreno, se justificaba la decisión en la importancia de las vidas civiles y militares, acosadas por la contraofensiva rusa. Además de mentira, el diálogo que hemos visto entre ambos mandatarios es una de las cosas más extrañas que ha hecho el ejército ruso en su loca carrera de errores y absurdeces.

Si la retirada es cierta, cosa que queda por ver, a expensas de que haya trampas o lo que sea, el movimiento es un fracaso, como antes señalaba. Rusia pudo tomar ese importante enclave, pero no puede mantenerlo porque su logística es tan necia que no logra abastecer a sus tropas en las zonas que controla a través de retaguardias que, también, son suyas. La logística risa, que tiene ganada su mala fama, está llegando a unos niveles de inoperancia que son difíciles de imaginar, y suponen todo un regalo para sus oponentes. Jersón era importante por el simbolismo de la ciudad, sus dimensiones y el lugar donde está: Al final del Dniéper, el río que divide a Ucrania de este a oeste, es el paso clave s Rusia pretendía extender su dominio a lo largo de la costa del mar negro, con Odesa al fondo, y eliminar toda la salida al mar. Así mismo, era la salvaguardia de Crimea, tanto por ser un parapeto que impedía el avance de cualquier tipo de ofensiva dirigida contra la península como por ser el lugar desde el que se puede asegurar que los suministros de agua y otros bienes de gran importancia llegan hasta allí. Si el ejército ucraniano retoma Jersón es muy posible que se plantee el ataque sobre Crimea pero, en todo caso, está en su mano la posibilidad de someter a asedio a distancia a la península, cortándose suministros, bombardeándola a distancia y, desde luego, sometiéndola a una presión que sería mucho más que psicológica. Los que están siguiendo la guerra en profundidad afirman que esta retirada es la opción menos mala que le quedaba a Surioviki, porque decenas de miles de soldados rusos están en un Jersón que pueden perder en caso de enfrentamiento abierto con los ucranianos y esa tropa puede ser de mucha mayor utilidad en frentes como el del Dombas, donde la situación actual está mucho más igualada, también enquistada. El tiempo dirá lo efectivo del movimiento emprendido por Moscú, pero a día de hoy este es uno de los grandes reveses militares de la campaña desatada por el Kremin, en una sucesión de errores y fracasos que son dignos de estudio. Internamente, para Putin, vender la retirada como una maniobra exitosa es tan parecido a las mentiras que nos cuentan nuestros gobiernos en el día a día (lean hoy algunas vergüenzas al respecto sobre la decisión sediciante de Sánchez) que no se la creen ni los más de los suyos. El poder de Putin se basa mucho en el miedo y en la sensación de que posee los resortes para que la violencia actúe de su parte, a sus órdenes y contra quien él dictamine. Si el ejército, una de las mayores fuentes de violencia posible, no logra cumplir los objetivos que se le han impuesto es un síntoma de que la fortaleza de la dirigencia no es tanta como parece. Poco se puede saber de lo que sucede realmente en Rusia, y menos en el entorno del poder del Kremlin, pero es evidente que un movimiento de este tipo denota debilidad, huele a fracaso, y que, o en breve se produce alguna ofensiva en el frente este o ataques indiscriminados, de esos que tanto gustan a sátrapas como Putin, o la sensación de que la guerra va muy mal para los intereses de Moscú irá calando en lugares donde gente poderosa puede tomar medidas. Sobre el terreno, Ucrania vuelve a tener opciones de reconquistar el país y, aunque la situación es muy mala, la moral crece ante reveses rusos como estos.

Esta semana un análisis de inteligencia norteamericano cifraba en 100.000 los soldados rusos muertos o heridos desde que se inició la guerra, y una cifra muy similar en el lado ucraniano, a lo que añadía unos 40.000 civiles fallecidos. Un cuarto de millón de bajas en lo que van camino de ser ya diez meses de guerra y a las puertas del invierno. El coste humano y material de la guerra emprendida por Putin es altísimo, el destrozo causado inimaginable, y la cerrazón de su soberbia, por lo visto, inalterable ante tanto dolor causado única y exclusivamente por sus decisiones. A partir de la semana que viene, y con restricciones energéticas constantes, las temperaturas máximas de Kiev seguirán siendo positivas, pero ya bastante cerca de cero. El frío horror.

Subo a Elorrio y me cojo dos días de ocio. El siguiente artículo, el miércoles 16, creo que ya bajo tiempo más que otoñal.

jueves, noviembre 10, 2022

Elecciones legislativas en EEUU. Ya hay resultados

Dada la velocidad del recuento en EEUU bien ha venido el día festivo madrileño entre medias para dar un poco de margen a que los datos se aclaren, pero cierto es que las noches electorales allí tienen tiende a ser de dimensiones bilbaínas, inabarcables. Pese a ello ya sabemos lo suficiente como para sacar algunas conclusiones, y la primera es el exceso en el que cayeron las encuestas previas, que daban un resultado mucho más claro de lo que finalmente ha sido. Sólo el hecho de que la ola conservadora que se preveía sepultase la presidencia de Biden no se haya dado es, en sí misma, la gran noticia de estas legislativas.

A estas muy primeras horas de la mañana del jueves 10 de noviembre el recuento en la Cámara de representantes da 201 para los republicanos y 192 para los demócratas. La mayoría del aforo, 435, es de 218, y eso quiere decir que faltan aún por asignar 33 escaños. Si las proyecciones no fallan la ventaja republicana es suficiente como para que se haga con el control de la cámara y obstaculice mucho las decisiones de Biden, pero no con una mayoría aplastante. La ganan, sí, pero por un estrecho margen. En el Senado la cosa está mucho más reñida, con un empate a 48. Quedan por asignar cuatro, y al menos uno, el de Georgia, tendremos que esperarlo hasta diciembre porque se ha decretado un empate y habrá que hacer segunda vuelta. Aquí las probabilidades parecen decantarse por que los demócratas pueden mantener la cámara, lo que les da aire y margen de acción gubernamental. ¿Balance de los resultados? Si a todo esto le añadimos los gobernadores renovados, reelegidos o que han ganado por primera vez, los demócratas pueden decir eso de que viven una muy dulce derrota, porque la debacle temida no se ha dado, y el pabellón se ha salvado con más que honra. En el lado republicano la sensación es amarga. Se pronosticaba una victoria clara, evidente, y eso no ha sucedido. El resultado no es malo, pero está muy lejos de las expectativas creadas, y eso hace que sea visto con decepción. Para dos personas que no se presentaban a los comicios, pero que estaban de fondo en todas las papeletas, la sensación es opuesta. Biden salió ayer orgulloso, no ha recibido el gran castigo que esperaba y ve las cosas como un respaldo a su gestión, lo que no es cierto, pero tiene motivos para sentirse aliviado. Se animó incluso a adelantar su intención de presentarse a las presidenciales de dentro de dos años, aunque para eso queda mucho y el futuro es incierto, y más a su edad. Trump está cabreado, mucho. Su idea de cabalgar la ola victoriosa republicana se ha quedado en una especie de gatillazo ante las cifras obtenidas, y muchos de los candidatos trumpistas por el seleccionados y forzados a ser presentados por los republicanos han perdido. Sintomático el caso de Pensilvania, donde el demócrata Fetterman, que sufrió un ictus hace poco y ha hecho una campaña y debates marcados por las secuelas y el proceso de recuperación, ha sacado el 50,7% de los votos y derrotado a Oz, candidato del ala dura, negacionista de los resultados presidenciales de 2020 y defensor de los asaltantes del Capitolio en la infausta jornada del 6 de enero de 2021. Lo que los datos muestran es que el trumpismo empieza a ser un freno en el crecimiento republicano. Su histeria, su carácter divisivo, su extremismo, empiezan a espantar a algunos votantes, y eso frena las opciones republicanas de hacerse con la presidencia. Cierto es que en unas presidenciales se vota mucho más al candidato que a la marca, pero lo cierto es que el personaje de Trump puede haber tocado techo. Además, el malo de Donald tiene otro problema interno, porque en Florida Ron DeSantis ha arrasado, con un discurso muy trumpista en el fondo, pero con unas formas muy distintas, y ha conseguido que ese estado sea un bastión de los rojos pese a sus antecedentes demócratas. DeSantis se ha convertido ya en el principal activo electoral de los republicanos, el que llena los escaños con sus votos y congresistas. De poco más de cuarenta años, sus posibilidades futuras son enormes, y él lo sabe. También Trump, y por eso le teme tanto como le odia.

A partir de ayer, tras lo visto, empieza la carrera presidencial de 2022. Sí, sí, es un coñazo, pero allí también la política no descansa. Ambos partidos se enfrentan a luchas internas sobre quién será su candidato. Trump, con una muy elevada probabilidad, anunciará su candidatura en los próximos días, y es bastante seguro que se enfrente a DeSantis. En los demócratas ahora mismo el apoyo a Biden es cerrado, pero está por ver que eso sea asía a medida que pase el tiempo y, con ochenta años a cumplir a finales de mes, sea visto por muchas de sus bases como demasiado mayor. Los republicanos utilizarán el poder cosechado el martes para presentar sus propuestas y torpedear las de la Casa Blanca. La división del país se agranda.

martes, noviembre 08, 2022

Elecciones legislativas en EEUU. Hoy se vota

Cada dos años, el primer martes después del primer lunes de noviembre, desde hace más de dos siglos, se vota en las elecciones legislativas de EEUU. Se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes, algo parecido a nuestro Congreso, por sistema mayoritario a lo largo de los más de quinientos distritos en los que se divide la nación, y un tercio del senado, en el que cada estado tiene dos miembros. Además, aprovechando la votación, se renuevan varios gobernadores, ayuntamientos, otros cargos políticos, se hacen referéndums, etc. Y cada dos elecciones legislativas se producen también las presidenciales. Las que no, como la de hoy, se denominan “de medio mandato” o “mid term” en palabras anglosajonas

Actualmente la presidencia demócrata tiene mayoría en la Cámara de Representantes y hay un empate en el senado con los republicanos, que se suele saldar con el voto de calidad de la vicepresidenta, que es quien preside esa cámara. Eso ha hecho que, durante dos años, Biden haya tenido apoyo legislativo a sus propuestas y le haya bastado con poner de acuerdo a los demócratas sobre qué querían hacer, cosa que, como se ha visto, no ha sido nada fácil en numerosas ocasiones. La situación puede cambiar radicalmente a partir de hoy si se cumplen las encuestas. La mayor parte de ellas dan por seguro que los republicanos ganarán en la Cámara de Representantes y que tienen elevadas probabilidades de hacerse con el Senado. Ya con la pérdida de una de las cámaras el mandato de Biden quedará tocado, al ser sus iniciativas torpedeadas por los parlamentarios republicanos, pero si llega a perder las dos es casi seguro que los dos años que le restan hasta las presidenciales de 2024 pueden ser una pesadilla para su administración. Y él lo sabe, y se ha involucrado con fuerza en los últimos mítines de campaña, está por ver si con alguna efectividad. En estas elecciones el gran argumento de voto, por encima de los demás, es la economía, y concretamente los precios, la inflación, que destruye el bolsillo del hogar norteamericano de la misma manera que lo hace aquí. Acostumbrados a unos precios más bajos que los nuestros, el disparo de la factura en las gasolineras ha soliviantado a votantes de todo el espectro, y es evidente que en estos casos el pagano es el gobierno de turno, sea cual sea su signo o responsabilidad en el alza de precios. La tasa de paro sigue en niveles históricamente bajos, pero los precios atenazan las expectativas de consumo en una nación en la que esa es la gran fuerza dinamizadora de la economía. Los demócratas han intentado que la campaña gravite en torno a temas sociales como el aborto o los derechos de las minorías, y el peligro que ven para la democracia en las actitudes conspiranoicas de los republicanos. Estos, por su parte, además de la economía, se han centrado en materias clásicas de su partido, como el asunto de la inmigración ilegal y la situación que se vive en la frontera sur, y la criminalidad que sube y sube en las urbes del país. La brecha entre ambos partidos no deja de crecer y lo que antaño eran disputas serias pero con un fondo de unidad colectiva se va convirtiendo, poco a poco, en unas visiones sociales incompatibles, reflejando, y ahondando, en un ciclo que no deja de realimentarse, la división de la sociedad norteamericana. Escuchando a ambos partidos pareciera uno que representan a dos naciones distintas, y ese es el gran riesgo de fondo que existe en aquel país desde hace ya algunos años. La divisiva y nefasta presidencia de Trump no fue un accidente, sino el reflejo de una disrupción social que va a más y que urge que los propios norteamericanos analicen y afronten con madurez y traten de sanar. Nosotros estamos acostumbrados a polémicas divisivas, a antagonismos cerriles, y eso nos frena, nos daña y resta. EEUU debe evitar caer por esa pendiente sino quiere entrar en una dinámica peligrosa.

Trump es el elefante en la habitación de estas elecciones. Ha hecho campaña en la última semana y es más que probable que, si los resultados republicanos son exitosos, se los atribuya y proclame su candidatura a las presidenciales de dentro de dos años, buscando la revancha de una elección que, sigue proclamando con todo el morro, le fue robada. Por ello, muchos ven en estos comicios el inicio real de la campaña de las siguientes presidenciales. Puede que haya algún candidato republicano que trate de hacer sombra a Trump (ojo a De Santis, gobernador de Florida) y los demócratas, si pierden, deben decidir si Biden, que muestra síntomas evidentes de estar sobrepasado, puede ser su mejor opción para ganar la presidencia

lunes, noviembre 07, 2022

No nombrarás el nombre del BCE en vano

Reza el dicho que no hay nada más osado que la ignorancia, pero a buen seguro el sabio que lo dictó no quiso saber qué sucede si al desconocimiento se suma la demagogia, porque en ese caso el atrevimiento del que habla y no sabe alcanza cotas insuperables. Tras el dictamen del BCE, contrario al modelo de impuesto a la banca promulgado por el gobierno, varias voces, empezando por la del propio Sánchez, y seguida por subalternos y demás palmeros mediáticos, respondieron con rabia, centrando sus críticas en Luis de Guindos, vicepresidente de la entidad, pero haciéndolas extensivas a toda la institución monetaria, en un tono de soberbia displicente más propio de chavalería orgullosamente equivocada que de otra cosa.

Uno puede tener una opinión favorable o contraria a Luis de Guindos, faltaría más, o defender o criticar el proyecto impositivo del gobierno, todo es opinable y, hasta cierto punto, defendible, pero es inaudito, intolerable, suicida, atacar a la institución que permite que este gobierno, el anterior, el anterior y los que vengan, sobreviva sin morir ahogado por la montaña de deuda que todos ellos han generado. El BCE actúa como supervisor bancario cuando emite dictámenes como el del otro día, y Luis de Guindos, vicepresidente de la institución, es parte de un consejo de muchos miembros en el que su peso es el que es, enano, y en el que nuestra nación no pinta nada, y visto lo visto, afortunadamente. El dictamen es una recomendación, no una obligación, emitida por una institución que, de supervisión, regulación y resolución bancaria sabe más que cualquiera de los que ha pasado por el gobierno de España en las dos, pongamos tres, últimas décadas, por lo que lo mínimo que puede hacer un gobernante ante ese dictamen es respetarlo y, si no lo comparte, mantener la educación y eludirlo sin respuestas de pataleta. Pero además, el BCE es el garante de que usted, yo y todos los que conocemos, sigamos viviendo en una sociedad estable y relativamente próspera, y lo es porque ha realizado compras masiva, desatadas, de deuda pública de las naciones europeas, especialmente las pobres y periféricas como la nuestra, que ha permitido a las autoridades sufragar los gastos pandémicos, afrontar el rescate bancario del pasado gobierno y otras muchos dilemas ante los que una nación endeudada como la nuestra no hubiera sido capaz de poder hacer frente. Con una deuda sobre el PIB que ahora ronda el 113% el BCE tiene más o menos un tercio de todos los títulos emitidos por el Reino de España, y su papel como comprador en el mercado secundario es el que logra que la prima de riesgo de nuestra nación no se separa mucho más allá de los cien puntos básicos (1%) del bono alemán, la referencia en la eurozona. El tener a ese “primo de zumosol” de fondo es lo que permite que las emisiones que el Tesoro no deja de hacer para renovar títulos pasados o cubrir nuevas deudas sean aceptadas por el mercado de inversores globales, que saben que en nuestro caso juegan con red. La economía española no logra bajar del 4% de déficit anual desde que estalló la crisis financiera, y somos el único país del euro que, desde entonces, no hemos alcanzado un solo ejercicio de superávit primario (más ingresos que gastos sin tener en cuenta el pago de interese de la deuda) por lo que seguimos acumulando más y más en el debe. A finales de 2019 se hablaba de una vuelta de las instituciones europeas a la disciplina fiscal para tratar de encauzar los presupuestos de las naciones del euro, pero llegó la pandemia y, con lógica, todo eso quedó olvidado, y el BCE nos rescató a todos, disparando su balance y permitiendo a las naciones europeas afrontar los enormes gastos derivados de confinamientos, ERTES, líneas de ayuda y todas las medidas paliativas que usted sea capaz de recordar. Los países más saneados, pongamos Alemania, tiraron más de sus propias reservas y los menos, pongamos nosotros, de deuda, pero a todos el BCE nos cubrió, actuó como red protectora y garante, y eso supone miles de millones de euros de ahorro para todos los estados, para todos nosotros.

Por eso, escuchar declaraciones como estas por parte de un gobernante no es que resulte impropio, sino directamente indignante para cualquier que tenga unas mínimas nociones de economía y sepa por el trago que hemos pasado desde que comenzó el derrumbe de 2008. En Fráncfort habrán escuchado las manifestaciones de nuestro gobierno con asombro y, a buen seguro, enfado. Y más de uno habrá tomado nota de la calidad de los personajes que las han emitido y con los que tienen que tratar para asuntos de enorme gravedad. Así es como se dilapida la imagen de un país y se destrozan instituciones. Así actúa el dañino populismo.

viernes, noviembre 04, 2022

Twitter bajo el mando de Musk

Finalmente Elon Musk se ha hecho con Twitter. En el fondo, ha tenido que comprarla por bocazas, porque tras haberlo prometido y hacer una oferta se echó para atrás de manera absurda. Los dueños de la tecnológica vieron el chollo de colocarla por 44.000 millones y se armaron de abogados que pleitearían hasta el infinito. Los letrados de Musk acabaron por convencerle de que sería mucho más caro el litigio, las costas y las penalizaciones que la propia compra, y finalmente el multimillonario entregó la cuchara y, con ella, la disparatada cifra por la que se ha vendido la compañía del pajarito. Elon ya es el dueño de la jaula.

Twitter es un enorme lío, como concepto, como empresa, como entidad capaz de generar negocio y como entorno social. Es la red en la que más domina el odio, en la que la información y la opinión puede frente al hedonismo, la bandera de Instagram, o el cachondeo. Monetizar Twitter es complicado más allá de la inclusión de publicidad y patrocinios, porque hacer que los usuarios paguen por el uso de sus cuentas es algo que no realiza red social alguna. Se supone que las redes sacan el mayor volumen de sus ingresos de lo que conocen a sus usuarios y son capaces de explotar en beneficio de la compañía. Puede que en Twitter, red que funciona por libre frente al conglomerado Meta, ese factor sea secundario, o una simple mercancía que es vendida con o sin el consentimiento de los usuarios, vaya usted a saber. Lo cierto es que la red del pajarito es famosa, sobre todo, por ser el campo de batalla político global, por estar siempre a tiro de políticos y de populistas, que se exaltan y usas los caracteres de que disponen para insultar y acosar sin muchos frenos. El uso de cuentas anónimas, pensadas para que aquellos que escriben desde lugares donde son perseguidos los derechos humanos puedan mantenerse a salvo y expresarse libremente, ha degenerado en una montaña de usuarios fantasma, escondidos en motes, que van por la red pegando zancadillas y puñetazos virtuales a todo lo que se mueve a su alrededor, ejerciendo un matonismo zafio e insoportable. El disparo en el uso de bots, cuentas automatizadas que escriben sin intervención humana, que tiene sus utilidades, ha hecho que miles de ellos suplanten a personas de verdad y que, vía algoritmos, se sumen a campañas de desinformación, acoso, bulo o cualquier otro propósito nocivo. La regulación de los contenidos ha sido, desde el principio, uno de los grandes problemas de Twitter, el cómo llevarla a cabo y hasta dónde, y aquí hay tantas opiniones como personas. Musk ha sido partidario del modelo libertario, nulas reglas, total libertad, que cada uno ponga lo que le de la gana. El problema es que no se cómo se compatibiliza eso con el hecho de que cada uno se haga responsable de las cosas que haya puesto y las denuncias que, en el mundo real, le puedan surgir por ello. Si con un usuario fantasma voy propiciando amenazas de muerte en Twitter soy un evidente capullo, sí, pero además estoy en el limbo de cometer un delito, y gestionar una red en la que hay muchos potenciales delincuentes es un enorme problema para el que no hay respuestas claras. Si la toxicidad sube la lógica y el sentido común se largan, y la red empieza a ser dominada por usuarios basura, mientras que los valiosos o se callan, o directamente, se largan del pozo de fango. Por eso, también, la monetización, que es tan obvia en el caso de Instagram, se complica mucho, porque anunciantes de todo tipo no desean unir su marca a un entorno que pueda ser considerado como tóxico, viciado, sesgado, nada atractivo. Alguna empresa ya ha dicho que suspende sus campañas de promoción en Twitter y si son muchas más las que lo hacen el negocio que acaba de adquirir Musk ya tienen una enorme vía de agua.

Venía ayer en Microsiervos el enlace a una web que mide el nivel instantáneo de odio en Twitter, el odiometro, que funciona en castellano, y que ahora mismo, 08:10 de la mañana, registra un nivel de 75 – 80 tweets de odio por minuto. Imaginen por la tarde y en medio de cualquier boba polémica de cada día. Más allá de despedir ingenieros y adoptar sus políticas de trabajo intensísimas, Musk tiene una bomba en las manos que nadie tiene muy claro cómo desactivar o, por lo menos, controlar. Y todo en un entorno, que comentábamos ayer, de tipos de interés al alza, de problemas financieros crecientes y de dolor en las cotizaciones de las tecnológicas. Está por ver si Musk ha hecho un buen negocio o se ha metido en un marrón de dimensiones inabordables.

jueves, noviembre 03, 2022

Suben los tipos, cae la economía

Pocas sorpresas en la reunión de la FED norteamericana de ayer. Como era de esperar, la autoridad monetaria de aquel país subió los tipos un 0,75% y mantiene el durísimo ritmo de ascenso que lleva desde que se empeñó en doblegar la inflación. Las bolsas de EEUU, que llevan un par de semanas de rebote descontando el final de la subida de los tipos, lo que el mercado llama el “pivote” el punto de giro de la dureza monetaria, se atragantaron con el discurso de Powell, que fue tipo halcón, y dijo no sólo que las subidas seguirán, sino que alcanzarán cotas más altas de lo previsto dado el desmadre inflacionario que se vive en el país. El porrazo del Dow o el Nasdaq no se hizo esperar, y cerraron con abultados números rojos.

Lo de las bolsas es un poco lo de menos, lo importante es que la política monetaria sigue pisando el freno con fuerza para tratar de controlar una inflación que no se deja, entre otras cosas porque esa inflación está causada por tres factores, de los que las autoridades monetarias sólo controlan uno. Los tres son la expansión monetaria previa, que es lo que puede embridar la FED o el BCE, la subida de los precios energéticos por la guerra de Ucrania y la excesiva demanda fruto del ahorro acumulado tras la pandemia y las ganas desaforadas de gastar tras el final de la misma. Los bancos centrales sólo tienen un instrumento para actuar, y lo deben aplicar sea cual sea el problema al que se enfrenten. La inflación que vivimos tienen causas complejas, monetarias y no, pero no está en la mano de los bancos centrales hacer que el precio de la gasolina caiga, determinado como está por las decisiones oligopolísticas de los países productores y las tensiones globales. La receta de la FED es sencilla. Para bajar los precios, encarezco el dinero en la economía, aumento los costes financieros de las operaciones de crédito, retiro efectivo de la circulación, y eso presionará a la demanda para que se caiga, y con ello, al final, los precios. En el camino se produce una caída generalizada de la actividad económica, en la que se juntan tanto los esfuerzos monetarios para aplacarla como la creciente alarma de consumidores y empresas por el incremento de costes, el daño de la inflación, y la necesidad de refrenar su consumo. Como ven, y como sucede siempre en economía, todo se enreda en una madeja en la que tirar de un hilo lleva a tensar otros y luego otros, y así hasta el final, con lo que es casi imposible calibrar cuáles deben ser las dimensiones de las medidas a tomar para que sus efectos sean los deseados. Powella ha adoptado la estrategia de dureza, de meter miedo al mercado para que sus decisiones de política monetaria sean más creíbles, buscando que si ese miedo actúa parte de la subida no sea necesaria. Con unas tasas de inflación desbocadas la autoridad monetaria está fracasando en su labor del control de precios, y eso es una presión que se vive con crudeza en los despachos de Frankfurt, Londres y demás sedes de política monetaria occidental. A medida que los tipos suben aparecen problemas que se sabía que estaban ahí, como la disputa entre divisas y la ganancia del dólar frente a ellas, o el encarecimiento abrupto de los préstamos hipotecarios y el frenazo en el mercado inmobiliario, que ya es palpable en EEUU, o la supervivencia de ciertas empresas que se han endeudado sin freno y a costes nulos en la época del dinero barato (o regalado) y que ahora ven su solvencia en peligro… en definitiva, las decisiones monetarias empiezan a crear consecuencias en el mundo real, y cada subida, cada endurecimiento, agudiza algunos de los problemas y provoca grietas peligrosas. Como es sabido no está claro si alguna de ellas degenerará en fracturas y destrozos, pero a medida que crecen la probabilidad de que así sea no deja de ascender.

Y con todo esto, la temida recesión de la que tanto se habla se nos viene encima sin prisa pero sin pausa. Ayer salieron los datos de los PMI de manufacturas de España y la UE, es un índice que mide las expectativas de los gestores de compras de cientos de empresas industriales, y es un excelente termómetro de las expectativas del sector. Los datos fueron nefastos. En Europa la caída tiene el ritmo de la vivida en la Navidad de 2021 y en España la cosa es peor aún, con niveles de desplome que nos llevan a registros de la salida del confinamiento. La industria se está frenando de forma brusca, agotada por los costes energéticos, las perspectivas globales y las primeras señales de demanda desplomada. Los frenos monetarios empiezan a notarse en la economía real, y no va a ser agradable sentir sus consecuencias, no.

miércoles, noviembre 02, 2022

Bolsonaro no admite, pero cede

El resultado de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas ha sido el esperado, pero con mucho menos margen del previsto. Ya en la primera elección las encuestas, que incluso vaticinaban una mayoría de Lula superior al 50% fracasaron, y la diferencia entre el Lula ganador y el presidente Bolsonaro fueron mucho menores. En la segunda Bolsonaro encabezó el recuento hasta superarse ligeramente el 60% del escrutinio, que es cuando Lula se puso por delante. Finalmente, casi dos puntos de diferencia han separado a uno y otro, y en el caso de una elección presidencial a cara o cruz, da igual el margen para determinar el ganador. Lula será el próximo presidente del país y Bolsonaro dejará de serlo con las campanadas de nochevieja.

Desde que terminó el recuento electoral, noche del domingo en España, todo el mundo se había pronunciado menos el propio Bolsonaro, lo que ha hecho crecer a lo largo de estos días el miedo a una insubordinación desde las más altas instancias del estado brasileño. El carácter populista del hasta ahora presidente ha sido testado en demasiadas ocasiones como para no temer lo que puede ser capaz de hacer y, sobre todo, hay precedentes. Brasil sabe lo que es que un golpe de estado por parte de los militares haga descarrilar a las instituciones democráticas y, sobre todo, tenemos en la memoria lo sucedido en EEUU hace casi dos años. Trump, el maestro, al que tantos populistas adoran por encima de todo enseñó como uno puede no reconocer una derrota electoral, como crear una corriente de opinión a favor de un presunto fraude y, sobre todo, exaltar a las masas para que realicen actos no ya de insubordinación, sino de puro golpismo, como se vio en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. El silencio de Bolsonaro ha sido estos días el caldo de cultivo que ha permitido a algunos de sus seguidores empezar a realizar actos de protesta, en forma de cortes de carretera, que afortunadamente no han derivado en disturbios, pero que son una señal de las fuerzas que un Bolsonaro insurrecto podría empezar a desatar en caso de empecinamiento. No paree que vaya a ser así. Ayer por la noche, dos días después, el presidente compareció ante los medios en una declaración muy breve en la que, lo relevante, afirmó que cumpliría con sus obligaciones constitucionales, por lo que, sin decirlo, acata el resultado que le desaloja del poder. Eso sí, ninguna palabra de reconocimiento de su derrota ni de felicitación al ganador. El habitual discurso, llamado de concesión, en el que el perdedor de una carrera electoral felicita al ganador y contribuye a que la sucesión del poder sea lo más plácida y segura posible estuvo completamente ausente en las palabras de Bolsonaro de ayer. No hubo improperios trumpistas, ni llamamientos a la insurrección, pero desde luego nada que mencionase el por qué ya no va a seguir siendo presidente. Supongo que conociendo al personaje era difícil pedir algo más elevado y democrático, y si cumple su palabra y el traspaso se realiza podemos darnos por satisfechos. A lo largo de estos dos meses se verán los obstáculos reales que los equipos que se mantienen en la presidencia ponen a los que van a relevarles, y si se producen movimientos en las calles por parte de bolsonaristas que azucen el clima de división social que se ha instalado en el país. Dadas las dimensiones del país y de sus problemas, gigantescos, lo único que no necesita una nación como aquella es aumentar el nivel de violencia callejera, que ya es elevadísimo, y la resistencia de ciertas parcelas del poder establecido a la transición a un nuevo ejecutivo, que será rupturista con el anterior en muchos aspectos pero que, en otros, tendrá poco margen de maniobra para alterar cosas. De momento, Lula contará con oposición en el legislativo, donde los bolsonaristas han logrado mayoría, y eso dificultará sus planes.

Decía al principio que en una elección presidencial a cara o cruz da igual el margen del ganador para saber que lo es, pero una vez dilucidado eso, el margen nos indica cuál es ese mismo margen de gobernabilidad que tiene el candidato elegido. La división social en Brasil es tremenda, la polarización inmensa, y el nuevo presidente sabe que casi una mitad de la población le teme y odia tanto como un poco más de la mitad ama. En el arte de la política está el saber apaciguar estas tensiones o, al menos, no contribuir a que se desaten aún más. Si en los últimos años asistimos a líderes que se suben a la ola populista para reventar a las sociedades y partirlas, con el objetivo de así poder cabalgarlas mejor, Lula tiene la posibilidad de bajar los decibelios políticos en un Brasil lleno de retos y necesidades.