Una de las consecuencias directas del aumento de los tipos de interés es el arrastre que provocan en el euríbor, el índice que sirve de referencia para la actualización de las hipotecas variables en España. Los tipos del BCE ahora mismo están en el 2% oficial, y en su cotización diaria, el euríbor ayer cerró en el 2,847%. La media del mes de noviembre se situó ayer en el 2,814% es casi seguro que no bajará de ese 2,8% cuando el mes se acabe. La subida de tipos se traduce directamente en la cuota a pagar mensualmente, y esto hace daño a las economías familiares, potencialmente mucho. De ahí ha surgido la demanda de unas medidas que lo alivien y el acuerdo auspiciado por el gobierno, al que ahora se pueden adherir las entidades financieras.
El acuerdo se centra en las rentas bajas y medias, elimina comisiones de cancelación parcial y reduce otros costes fijos del proceso hipotecario, y su medida fundamental es la posibilidad de que el banco ofrezca moratorias, periodos en los que no se paga, o alargamientos de plazos de las hipotecas ya suscritas. Esto implica que, automáticamente, la cuota mensual que paga el hipotecado se reduce, por lo que una vez realizado el cambio amparado por el acuerdo gubernamental el alivio financiero llega. Bien. Sin embargo, mucho cuidado, porque este alivio tiene un reverso tenebroso, que es que el montante total de lo que se paga de intereses por la hipoteca crece. Si, si uno pide una misma cantidad a distintos plazos de tiempo acabará pagando cuotas distintas y volumen de intereses también diferentes. Si el tipo es fijo, la regla matemática implica que, a mayor tiempo de vida de la hipoteca, treinta años frente a 20, por ejemplo, la cuota mensual a pagar será menor, pero el volumen total de intereses pagados mayor, por lo que al final del pago la hipoteca sale más cara cuanto más largo es el periodo por el que se mantiene viva. Por ello, realizar el cambio acordado por el gobierno y la patronal bancaria es ventajoso a corto plazo para el hipotecado, e igualmente ventajoso a largo plazo para el banco. Así, ahorrar, pagar menos, en la hipoteca no es tan sencillo como ver que, de un mes a otro, el recibo se reduce en determinados euros. ¿Qué hacer? Cada uno es un mundo, las condiciones hipotecarias de cada cual varían y, sobre todo, los ingresos y la situación económica personal son de lo más dispar. Mi consejo siempre es el mismo. Priorice lo importante y luego que venga lo demás. El pago de la vivienda es trascendental, y con ello otros gastos como el de los suministros, alimentación, costes necesarios para poder desarrollar el trabajo y lo relacionado con personas dependientes en el hogar (niños, mayores y, en su caso, enfermos). Todo lo demás es secundario, prescindible o, al menos, se puede alargar mucho en el tiempo las decisiones sobre su gasto. Siéntese consigo mismo y haga números. Si puede hacer frente a subidas de euríbor como las actuales recortando gastos no urgentes no realice cambios en la duración del préstamo y afróntelo de cara. Reduzca todos los gastos de ocio, vestimenta y otras cuestiones que sean necesarias, no le de vergüenza alguna decir, ante familiares o amigos, que no participa en un evento, acto o lo que sea porque lo que eso cuesta se irá a cosas de la casa que lo requieren, y que el dinero no le sobra. Haga su propio presupuesto personal de guerra, vea de lo que puede prescindir, de lo que quiere, y tome sus propias decisiones, sin engañarse a uno mismo, que de nada sirve. Puede que del resultado del ejercicio descubra que tiene una capacidad de ahorro de la que no era consciente, y es capaz de ir tirando. Sin embargo, quizá las cosas no sean así y el límite del euríbor que es capaz de soportar ya se ha alcanzado o se encuentra muy cerca. En ese caso, el cambio de plazos puede ser su única opción para encontrar un alivio financiero. Si es así, tiene que ponerse delante del espejo y concienciarse de que la reducción de cuota que va a obtener es un regalo con una pizca de veneno. Ese dinero extra que se ahorra no puede ser destinado a nuevos gastos que no existían, o a aumentar los que ya tiene. No. Lo más inteligente que puede hacer es acumular la ganancia derivada de la bajada de cuota y, cada cierto tiempo, hacer cancelaciones hipotecarias en tiempo, compensando así el mayor interés que le van a cobrar por alargar el plazo.
Lo cierto es que, cuando las cosas de la economía se ponen cuesta arriba, llega un momento en que hay que hacer el ejercicio de sinceridad con uno mismo que siempre es necesario. Nunca, nunca, nunca, pida préstamos al consumo, y menos en entidades de dinero rápido que se anuncian en los medios. Si esos créditos son carísimos en bancos, se convierten en pura usura en manos de esas empresas que se publicitan como chollos. Si no puede afrontar una compra o unas vacaciones, simplemente, no lo haga, y no sufra vergüenza alguna por ello. Su salud financiera y su futuro son mucho más importantes de lo que nadie pueda opinar.
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