lunes, febrero 28, 2022

Kiev es el Londres del Blitz

Kiev ha aguantado otra noche de miedo y explosiones, con ataques no sostenidos por parte de unas tropas rusas que llevan una estrategia aparente de cerco a la ciudad, pero no de intervención masiva, sin que esté claro si es porque no pueden o no quieren. Las sirenas suenan de manera esporádica y se escuchan bombazos en las afueras, pero se suceden también horas de un silencio agónico, tenso, en el que la oscuridad se suma al vacío de una urbe abandonada por muchos y en la que los residentes que permanecen viven aterrados por lo que pueda pasar. Las milicias de defensa tratan de luchar pero, sobre todo, en la ciudad hay miedo, mucho miedo.

Kiev es ahora el Londres del Blitz, la ofensiva aérea que Hitler desató sobre la capital británica desde el otoño de 1940 hasta mediados de 1941. Protegida por el Canal de la Mancha, la gran trinchera natural que separa el continente del Reino Unido, planes y más planes de asalto anfibio se agolpaban en la mesa del dictador alemán, junto con ofertas de negociación ante un rival que no veía con el desprecio al que acostumbraba a referirse a los europeos continentales. Dudando entre qué hacer, decidió el exterminador que la Luftwaffe ablandara la resistencia de los británicos, y lanzó esa campaña de bombardeos, que afectó gravemente a numerosos distritos de la capital británica, arrasando por completo varios de ellos. Los londinenses veían cada día y sobre todo, cada noche, como la última, porque no sabían si iban a sobrevivir a una más. Con una superioridad aérea muy elevada, y escasas defensa en tierra, los aviones alemanes arrojaban bombas casi a placer sobre la que entonces era la mayor ciudad del mundo, y la reventaban poco a poco. El esfuerzo militar alemán buscaba destruir la cohesión británica, que el miedo se asentase en su población y que la respuesta del pueblo fuera rebelarse contra sus gobernantes, para exigir una rendición ante Alemania que les garantizase la paz, una paz de imposición, de rendición, de sometimiento. El plan no era nada descabellado, pero funcionó exactamente a la inversa, porque los bombardeos lograron unificar a la sociedad asediada, y la agruparon en torno a la única obsesión que sobresalía por encima del instinto de supervivencia, la de acabar con el nazismo. A ello contribuyó notablemente la figura de Winston Churchill, un líder nato, que en esas horas oscuras dio lo mejor de sí, y se paseó día tras día visitan los restos de las zonas que, por la noche, habían sido golpeadas. Sin dejar de dar aliento a los suyos, Churchill les animaba a plantar cara, no dejaba de pedir a los demás que hicieran lo mismo, y que se mantuvieran firmes. Que una manera de resistir al enemigo nazi era que el día a día de los negocios, el trabajo y la vida de los londinenses siguiera. Muchos niños y otras personas habían sido evacuados a diversas zonas de la campiña del país, alejadas de Londres y otras ciudades objetivo, pero los que se habían quedado en la ciudad debían resistir y mostrar que el miedo no les iba a doblegar, que el maligno nazismo no acabaría con la vida de la ciudad y sus orgullosos habitantes. Ese lema que se ve en tantas camisetas hoy en día, parodiado sin cesar, que reza “Keep calm and carry on” (mantenga la calma y continúe con su labor) nació en esa época, como muestra extrema de una flema británica que iba a ser puesta a prueba de la manera más cruda posible. Durante los meses de bombardeo se sucedieron escenas de dolor, de destrucción, con muertes por doquier y daños en viviendas e infraestructuras que iban golpeando a la urbe, pero a pesar de ello Londres no se detuvo. El metro siguió funcionando, y siendo lugar de refugio para sus habitantes, los hospitales no cesaron de trabajar día y noche, las oficinas de muchas empresas siguieron abiertas, negocios y tinglados del entonces infinito puerto de la ciudad permanecieron abiertos en todo momento, logrando abastecer a la ciudad y otras partes del país de alimentos y bienes industriales, y el Reino Unido jamás se rindió, ni aceptó sumisión alguna frente a Hitler. Si les querían dominar, deberían llegar hasta donde ellos y matarlos a todos.

Hoy, algo más de ochenta años después, Kiev encarna una versión moderna de esa cruel realidad. Sin la defensa que supone el mar para impedir que las tropas del enemigo la cerquen, con la misma escasa capacidad de defensa aérea frente a un enemigo que domina los cielos, las tropas regulares e improvisadas de la defensa tratan de sostener a una ciudad que vive en casi permanente toque de queda, donde la vida urbana prácticamente ha desaparecido, y todo es miedo. Con columnas de blindados rusos a las puertas de todos sus accesos, la capacidad de resistencia de Kiev es mucho menor a la de Londres durante los ataques, y por ello es aún más meritorio que, una noche más, haya sobrevivido. Hoy la libertad, asediada, reside en Kiev. Hoy todos los que anhelamos la libertad como forma de vida somos ciudadanos de Kiev.

viernes, febrero 25, 2022

Ucrania, rodeada

Apenas ha bastado un día de guerra desatada para comprobar hasta qué punto eran enormes las infames mentiras en torno a las que Putin elaboró sus argumentos para invadir al país vecino. Que si genocidio en la zona del Dombas, que si auxiliar a los pobres rusófolos, víctimas de un genocidio perpetrado por las autoridades de Kiev, bla bla bla. Pura cháchara, palabras vacías para esconder lo que el propio Putin dejó escrito días atrás, la idea de que Ucrania es, en sí misma, una aberración y, por tanto, debe ser eliminada. La mera existencia del estado como tal es algo que el Kremlin no contempla y lo que está en marcha es su borrado del mapa, literalmente.

Las noticias que llegan del frente son confusas, como pasa siempre en las guerras, pero sí parece que los avances de las tropas rusas son consistentes. La invasión se ha realizado con el ataque aéreo previo de rigor que ha logrado deshacer la defensa antiaérea de Kiev y el resto de ciudades, lo que permite que las incursiones terrestres tengan mucho menos peligro. Además del frente este que todo el mundo daba por sentado, el capullo de Putin ha sido osado y ha atacado el país desde dos puntos no previstos; uno, de manera anfibia, utilizando las fuerzas desplazadas a Crimea, por lo que las ciudades de Mariúpol y Odesa, en las costas del Mar de Azov y Negro respectivamente, han sido invadidas, en un movimiento que busca eliminar el acceso del estado ucraniano al mar. El otro golpe, cruel hasta el extremo, ha sido invadir desde el norte, utilizando para ello territorio de Bielorrusia. El papel de vasallo fiel que el indeseable Lukashenko está jugando en este proceso es bastante destacable, y vine a significar que la independencia de Bielorrusia no es sino una patraña, una forma de hablar. Ese estado, una dictadura siniestra de la que no hemos sabido casi nada hasta las últimas revueltas democráticas, aplastadas sin piedad, se ha convertido de facto en una nueva provincia de la federación rusa. Las maniobras conjuntas desarrollas por ambas naciones hasta el pasado domingo han sido la puesta de largo de la unificación de sus ejércitos, quizás no de manera formal, pero sí en la práctica, y es obvio que el plan de usar el territorio bielorruso como plataforma de ataque era algo que estaba ya meditado y aprobado por los dos mandatarios desde hacía bastante tiempo. Kiev, desde la frontera de esa otra nación, está muy cerca, a poco más de un centenar de kilómetros. Ayer se mantuvieron duros combates en la zona de exclusión de Chernóbil, que pertenece a Ucrania, pero que está prácticamente en el límite fronterizo, y las tropas rusas lograron el control de la posición, por lo que desde ese punto pueden lanzar un ataque terrestre directamente sobre la capital, entrando por su zona norte. A lo largo de la tarde noche eran confusas las noticias sobre la toma rusa del aeropuerto Antonov, un aeródromo sito al norte de Kiev, a algo menos de veinte kilómetros del centro de la capital. Parece que tuvo lugar un asalto con paracaidistas rusos sobre la instalación, aunque no es seguro. Sí que hubo intensos combates y que, al menos durante un tiempo, ese lugar pasó a ser posición rusa. Sea finalmente tomada o no esa instalación, es evidente que Kiev ya siente el aliento de las tropas de Putin, y que el gobierno ucraniano sabe que si la capital es tomada su posición será la de derrota. Irán a por ellos para detenerlos, y eso puede suceder en el plazo de horas, pocos días. Los bombardeos se han sucedido esta noche en el entorno de la capital y Zelensky y resto de autoridades ucranianas, las legítimas, las democráticas, están camino de verse cercadas. Si las cosas continúan así el gobierno de Kiev tendrá que escoger en breve entre resistir y hacer frente a su captura o escapar en busca de lugar seguro. Ambas opciones serían consecuencia de una derrota militar.

Ante un avance militar tan intenso, que amenaza con lograr el poder nominal de la nación ucraniana en no muchos días, el escenario va cambiando por minutos y las opciones se reducen. Si Putin se hace con el control del país empezaría un proceso de resistencia interna en el que las tropas rusas serían objeto constante de ataques para desgastarlas. La oleada de refugiados que huirían del nuevo régimen impuesto desde Moscú sería enorme y la sensación de inseguridad en Europa difícil de ocultar. La guerra sigue, y la resistencia del ejército ucraniano con ella, y el apoyo de la movilización civil, requerida por Zelesnky, está ahí, pero las cosas no pintan nada bien para el pueblo ucraniano, su gobierno y la libertad. Putin, a tiros, parece ir ganando. Por ahora.

jueves, febrero 24, 2022

Casus belli

Suele usarse la expresión de “casus belli” para definir el argumento que un estado atacante utiliza para justificar, ante los suyos y demás, un ataque militar. Aunque la decisión este tomada desde bastante antes y responda a otro tipo de incentivos, se fabrica una coartada que sirva para cubrir la acción y la venda. En 2003 vimos en directo en el caso de la guerra de Irak, con unos EEUU que fabricaban el asunto de las armas de destrucción masiva para hacer obvia la necesidad de atacar Irak. Lo sucedido el 11 de septiembre, la maldad intrínseca del régimen de Sadam y la necedad con la que desde Bagdad se llevó el asunto contribuyó a que no pocos nos lo creyéramos. El tiempo demostró nuestro error, pero la guerra ya había tenido lugar.

En el caso de Ucrania hemos visto algo similar, de manera acelerada. Putin empieza la creación de argumentos para su ataque unilateral hace unos meses, cuando publica un texto en el que habla de la unidad del pueblo eslavo, al que pertenecen rusos y ucranianos, y la necesidad de que una entidad soberana los cubra, para defenderse de las agresiones que sufren por parte de las fuerzas occidentales. Todo son vulgares patrañas, que nadie se cree, pero alimentan el fuego del nacionalismo ruso, y hacen que pocos, pero varios, sigan el juego y las excusas del kremlin, bien por convicción o por interés. A medida que llegamos al final de 2021 la acumulación de tropas rusas en la frontera ucraniana empieza a ser imposible de ocultar y cualquiera con un poco de lógica empieza a ver que la estrategia de Moscú tiene un componente inequívocamente militar, sólo que resulta casi absurdo plantearse la posibilidad de que una invasión como tal vaya a tener lugar. Los meses que llevamos de 2022 han servido para que Putin vaya escalando en acumulación de tropas, ejercicios de disuasión y recopilación de agravios, en una actitud cada vez más desafiante. EEUU adopta una postura curiosa en la refriega diplomática y tira de la llamada estrategia del megáfono, consistente en no ocultar la información que dice posee y hacerla correr al viento, de tal manera que la intervención militar rusa aparece en todo momento como una decisión prácticamente tomada en la boca de los portavoces de la presidencia de Biden. A medida que pasan los días se produce un cruce de declaraciones entre las partes en el que el ruido va dando paso al miedo, y donde EEUU se empieza a jugar mucha credibilidad al insistir en el ataque ruso sobre todas las cosas. Empieza a crearse una especie de sensación como la del cuento de “Pedro y el lobo” en el que, de tanto anunciarlo y no producirse, al final pierde efectividad la advertencia y el riesgo deja de percibirse. Las naciones europeas, perjudicadas de todo lo que pueda llegar a pasar, ven que poco pueden hacer frente a las intenciones rusas, y los esfuerzos negociadores de Macron se estrellan contra una gran mesa que es objeto de chistes varios y que ejemplifica la distancia que separa los dos extremos del continente europeo. Terminados los juegos olímpicos de invierno organizados en el socio chino, Putin realiza un discurso desquiciante en el que establece todos sus argumentos para un ataque total sobre una Ucrania que considera poco menos que un lugar artificial, gobernado por marionetas pro occidentales, como el las define, en el que se producen constantes violaciones de los derechos humanos de la población rusófila y sobre el que Rusia tiene el derecho a intervenir por razones históricas, que él se inventa, y para imponer una paz que Kiev amenaza gravemente. Desde que termina ese discurso la guerra ha comenzado, se ha hecho explícita la amenaza y ya nada va a detener a Putin en su intención de ataque. El reconocimiento por Rusia de la soberanía de los territorios ucranianos separatistas es un mero paripé sin valor alguno más allá de los muros del Kremlin. Ya sólo importan los planes de ataque, que se despliegan sobre la mesa del único que es capaz de poder pararlo. Y que, obviamente, no quiere.

Pasadas las cuatro de la mañana de hoy, jueves 24, las tropas rusas han penetrado en territorio ucraniano y lanzado una ofensiva con efectivos de tierra y proyectiles aéreos, constando por ahora que regiones del este y sur de ese país han sido las golpeadas. Las sirenas antiaéreas ya han sonado en Kiev y nadie es capaz de predecir hasta dónde va a llegar el ejército ruso en su ofensiva, que por la dimensión de las tropas acumuladas puede ser capaz de crear corredores que seccionen el país en todo lo que se encuentra al este del río Dnieper, incluyendo toda la franja costera del mar negro. Europa, otra vez, está en guerra. Y es casi imposible aventurar cómo puede desarrollarse. El desastre, en todo caso, ya es enorme, y puede serlo mucho mucho más.

miércoles, febrero 23, 2022

La lealtad en política

A medida que avanzaba el día de ayer se podía ver en directo el derrumbe no ya del proyecto, sino de la propia figura de Pablo Casado. Si el domingo lunes, ya muy tocado, se escribía en los medios sobre sus estrategias de aguante y ganancia de tiempo para tratar de construir una defensa, un parapeto en torno a sus fieles y al aparato del partido que controlaba desde Génova. A medida que avanzaba el martes la situación era distinta, con la imagen de una estructura que se derrumbaba, que colapsaba a medida que pilares y forjados cedían ante la presión de las fuerzas externas que los golpeaban y la propia debilidad. Desde un momento estaba claro que asistíamos a una agonía sin sentido, sin otra resolución posible que la marcha del, ya, no líder.

Se ha visto claramente en este caso lo que lleva sucediendo en la política y el poder desde que este existe, y es que la lealtad de los propios depende, casi en exclusiva, del acceso al poder que tiene al que siguen, y de la influencia que son capaces de alcanzar estando a su lado. Todo son amigos y fieles servidores de quien posee los oropeles y fieros adversarios de quien lo ha perdido. Y así era en los tiempos babilónicos y en la era de internet, con la única diferencia de la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos. La creación de un liderazgo requiere apoyos y personas capaces en las que el líder pueda apoyarse, porque un líder sin apoyos ni ayudas no es posible, aunque alguno no se lo crea, pero es inevitable que entorno a la figura de poder aparezcan aprovechados, ventajistas, buscavidas, pelotas y personajes que, en general, buscan a ver qué pueden sacar ellos en claro de la ocasión. De mientras el poder del que se aprovechan se mantenga no descansarán un minuto en sacar tajada y en defenderlo a capa y espada, rasgándose las vestiduras ante todo el que quiera verlo, para así hacer que la tajada sea lo mayor posible. El poderoso sabe que esto es así, y conoce, o debiera conocer, cuáles de sus seguidores lo son por convicción y cuáles por interés, teniendo en cuenta que pocos tendrán el primero de los factores y todos, todos, algo del segundo. El problema es que el poderoso, humano, disfruta con los halagos que recibe de los que le siguen y eso le enorgullece hasta perder el sentido de la realidad, se acaba creyendo que es él la única causa por la que el resto está ahí. Cuando se llega a este punto de divorcio con la realidad las probabilidades de cometer errores se disparan y el poderoso empieza a fastidiarla, acumulando problemas que serán los que, con el tiempo y suma, le levarán al desastre. El endiosamiento no crea líderes, sino payasos. Cuando la figura del líder empieza a perder poder, la capacidad de dar y otorgar, la estructura organizada en torno a él se resiente, y comienza a deshacerse. Los primeros que se van son los más listos, los que, como en la bolsa, venden en lo alto del ciclo y, con ganancia ejecutada, asisten a la bajada de las cotizaciones desde lugar seguro. Los últimos en irse, si se queda alguno, son los suicidas, que acaban siendo arrastrados por el líder derrumbado al final de su carrera. Suelen ser pocos y la historia los trata con la crueldad con la que el siguiente líder describe los años oscuros del que le precedió. Y entre medias, de todo, aprovechados que escapan poco a poco, traidores, oportunistas que al ver que el viento cambia esperan y dudan sobre qué hacer, plegando a veces las velas o tratando de que captar brisa desde todas las direcciones posibles… es fácil distinguirlos en el marasmo de la caída. Un hecho muy común a casi todos ellos es el, por así llamarlo, síndrome del apóstol Pedro, que les permite, cuando el liderazgo ha caído, negar un, dos, tres o miles de veces si hace falta el que ellos estuvieran al lado del antaño hombre fuerte. Sin rubor alguno, reescriben su pasado para tratar de ocultarlo y conseguir que algo les caiga del nuevo liderato. Aunque no lo parezca, esta táctica funciona más de lo que parece y permite engañar a muchos, no a todos, pero si a los suficientes como para seguir viviendo cobijado bajo una nueva sombra de poder.

Casado caía, y los casadistas huían, y se desdecían, en un proceso mil veces visto y que produce tanto asombro como tristeza, visto desde fuera. Cada vez más sólo, el líder empieza a preguntarse qué es lo que ha hecho mal para acabar así, y tardará tiempo, algunos nunca lo logran en averiguarlo. Y sobre todo, en asumirlo. La ventaja respecto a los tiempos pasados, digamos el clasicismo griego y romano, es que ahora no te apuñalan físicamente y tu cadáver sanguinolento no mancha el enlosado del foro, la curia o el escenario que sea escogido para perpetrar la última traición, pero lo cierto es que la imagen, metafóricamente, se mantiene. El cadáver, político, de Casado yace expuesto para el que lo quiera ver.

martes, febrero 22, 2022

Empieza la guerra de Ucrania

Llevaban tiempo advirtiendo los norteamericanos que la decisión de atacar Ucrania por parte de Rusia era firme, y que todo era cuestión de tiempo. La acumulación masiva de tropas en la frontera no tenía demasiado sentido si no era para algo más que la mera disuasión. Se decía también en muchos círculos que Putin no iba a actuar hasta que terminasen los juegos olímpicos de invierno, que se desarrollaban bajo la soberanía del socio chino, y que por ello no iba a restar ni protagonismo ni empañar esa tregua olímpica que se considera clásica en la esfera internacional. El tierno Vladimiro no ha esperado ni un día tras apagarse el pebetero de invierno.

Ayer por la noche hizo un discurso a la nación rusa en el que se pudieron escuchar cosas asombrosas, dentro de la retórica nacionalista que encarna Putin, que estremecen a la par que resultan aborrecibles. La esencia del mensaje es que Ucrania no tiene derecho a la existencia como nación, porque no es sino un constructo de la era soviética, una entidad artificial creada en su momento y que no tiene sentido fuera de la experiencia de lo ruso. Puede deshacerse de la misma manera que ha sido creada y ese es el fin último de las medidas del gobierno que Putin dirige. Calificó al régimen de Kiev de marioneta al servicio de las potencias occidentales y denunció los genocidios, sí, literalmente, que las autoridades y militares ucranianos practican sobre las poblaciones rusófilas del este del país. Amparado en una retahíla de mentiras históricas pronunciadas con la rigidez y seriedad a la que acostumbra Putin en sus decorados palaciegos del Kremlin, anunció que reconocía la independencia de las regiones de Donest y Lugansk, en disputa desde hace años, otorgándoles una soberanía que él mismo acababa de excluir para el conjunto de la nación ucraniana, y decretando el amparo económico y militar que la federación rusa estaba, desde ese momento, dispuesta a concederles como territorios reconocidos. Con la firma de este decreto Putin se cargaba los acuerdos de Minsk, la base sobre la que se ha mantenido el estatus quo en la zona durante años, que estipulaban la necesidad de conceder un grado mayor de autonomía a esas regiones, pero dejando claro en todo momento que pertenecían a la nación ucraniana, que no eran algo distinto a ella, y que la soberanía de esos territorios no estaba en disputa. Si la gestión y la gobernanza de los mismos, pero no la titularidad de la nación a la que están adscritos. Con el reconocimiento de Putin Rusia directamente viola las fronteras establecidas y reconocidas internacionalmente de una nación, Ucrania, y determina que esos lindes internacionales no son para ella restricción alguna, porque es la propia Rusia la que determina hasta dónde llegan sus lindes y, más allá, su espacio de influencia. De esta manera el kremlin rompe las normas escritas, y tácitas, que rigen en Europa desde el final de la segunda guerra mundial, que basan en la soberanía de los estados y el respeto a las fronteras que resultaron de aquella brutal contienda los datos de partida inequívocos que todos los actores deben respetar. Durante décadas las naciones sometidas al imperio soviético eran títeres, de facto marionetas controladas desde Moscú, pero sus lindes no se vieron alterados. Tras la caída de la URSS se produjeron algunos cambios en esta distribución espacial, especialmente con la pactada separación de Chequia y Eslovaquia y las sangrantes guerras en los Balcanes tras la implosión de Yugoslavia, pero el mapa permaneció relativamente estable. En 2015, tras la revolución del Maidan, Rusia realizó la primera gran modificación de ese mapa con la anexión de Crimea, y hoy hace un segundo intento de cambio, en una jugada de enorme riesgo para todos, estemos a miles de kilómetros del Donbás o justo al lado.

La decisión posterior a la firma de Putin, anunciada por el Kremlin, de movilizar a las tropas rusas sitas en la frontera para que penetren en los territorios recientemente reconocidos para garantizar la paz y estabilidad frente a las agresiones ucranianas no es sino el ejercicio de invasión de la nación ucraniana tantas veces anunciado. Ahora, ya sin soldados de falsa bandera, unidades militares regulares rusas avanzan sobre esas dos provincias fronterizas, en un acto de invasión territorial puro y duro, y no está claro hasta dónde pretenden introducirse en el terreno ucraniano, pero es poco probable que se limiten a los espacios más próximos a lo que hasta ahora era el límite entre las dos naciones. Ucrania, invadida, contestará de alguna manera. Y sí, esto es una guerra, provocada por Vladimir Putin.

lunes, febrero 21, 2022

El PP se desangra

Lo que tienen las crisis de hoy en día es que se desarrollan a una velocidad de vértigo, que arrolla a sus protagonistas y enloquece a quienes la siguen. El viernes la pugna entre Casado y Ayuso estaba en aparentes tablas, con el líder del partido habiendo sido muy duro en una entrevista en la Cope, ventajas de jugar en casa, y la líder popular, con p minúscula no de partido y sí de potestad, respondiéndole a sus acusaciones, mostrando información de las comisiones cobradas por su hermano en los contratos de la polémica. Este pulso en lo alto era ya demasiado intenso como para que se mantuviese sin que uno de los dos cediera, o simplemente cayese. Y eso parece que puede suceder hoy.

El sábado Casado reculó, donde veía un grave problema de corrupción y de imagen empezó a ver algo que no era ni grave ni éticamente reprobable. Probablemente presionado por los mayores de su partido y por cargos de todo el país, que ven como la estructura a la que defienden, y de la que viven, se desmorona, sienten la alarma del vacío bajo sus pies, y desean que todo este espectáculo se acabe de una vez. Ayer domingo, con la resaca de la rectificación de Génova, una manifestación ruidosa tuvo lugar a las puertas de la sede de la formación, en la que los convocados glorificaban a Ayuso y se ciscaban en la madre de todo el que pasase por allí, empezando por Casado, claro, objeto principal de sus odios. Esa manifestación fue puro Berlanga, el uno contra sí mismo, la histeria del fan que adora a su estrella contra el mundo que no la valora, y especialmente contra los jefes de la estrella. A lo largo del día, más allá del ruido generado por esa convocatoria, la figura de Casado empezaba a desdibujarse. Si el sábado parecía que el cese de su segundo, Teodoro García Egea, como responsable de la cutre trama de espionaje, podía ser la pieza de caza que contentase a la jauría, a medida que avanzaba el festivo quedaba claro que el propio Casado ocupaba un liderazgo que se desmoronaba por la vía de los hechos, por el mero rechazo de unos y de otros a su gestión y, también, por el silencio clamoroso de los que, si le apoyan, no se manifestaban. Los medios de la derecha, normalmente disciplinados, empezaron ya el día dejando clara su posición, con El Mundo retirando su apoyo a la ejecutiva de Génova, pero fue significativo que a media tarde ABC sacase en la web una editorial extraordinaria en la que pedía la renuncia de Casado. El resto de medios de esa ideología ya eran ayusistas desde antes de esta crisis, cuando no directamente “voxeros”, y se ha visto cómo los periodistas, sometidos en este caso a la disciplina de voto a la derecha (sí, también ocurre lo mismo a la izquierda, y sí, eso no es periodismo) tenían que escoger bando, y de la división del viernes y los silencios generales se ha pasado a un alineamiento total en contra de la figura de un Casado que ya no manda en el partido, sito en un estado comatoso. La encuesta exprés que publica hoy El Mundo es un clavo más en el ataúd de un dirigente que, o no ha podido o no ha querido gestionar esta crisis, pero lo que está claro es que no ha sabido. Las voces de los mayores del partido, además de su frustración absoluta, abogan por retirar a Casaso y no entronizar a Ayuso, escogiendo una vía intermedia en un congreso extraordinario, en lo que se conoce como la tercera vía o solución Feijóo, de tal manera que sea el líder gallego, experimentado y serio, el que ponga orden en el caos en el que los dos críos celosos han sumido a la formación. Para que eso se produzca un primer paso se puede dar hoy, dado que esta mañana se reúne el comité de dirección en Génova, comité compuesto por fieles a Casado, nombrados por él, pero que empiezan a no ser dirigentes de nada. El único objetivo de un partido político es ganar elecciones y llegar al poder, por eso los que no lo logran con reiteración acaban desapareciendo, y tras lo sucedido estos días el PP se ha dejado millones de votos, algunos con destinos claros, otros no tanto, y su supervivencia está en juego.

Casado y Ayuso han pecado de ser críos ambiciosos, a los que les da igual la ideología, y menos aún los problemas de la sociedad a la que dicen deberse (en esto último no se diferencian de ningún otro político). Elevados a posiciones de poder sin conocimiento ni talla para ejercerlos, los celos mutuos los han consumido, y en esta batalla de infantiles egos Ayuso ha demostrado ser más lista que Casado, tener mejor instinto para detectar cómo hacer sangre y cuenta con un respaldo electoral del que carece el presidente nominal. Corren ambos el riesgo de cargarse el partido que les ha llevado hasta donde están, pero les da igual, sobre todo a Ayuso, cuya marca propia es tal que le permitiría volar por libre si hiciera falta. Su futuro es posible, el de Casado ya no, y cuanto más se resista a ello peor. Así de cruel es esto.

viernes, febrero 18, 2022

PPP, Patético PP

Uno de los problemas que tiene el tratar de analizar la realidad es que, por defecto, tendemos a hacerlo desde supuestos racionales, en los que valoramos las acciones presentes y futuras por lo que pueden ganar y perder quienes las ejecutan, realizando cálculos fríos, y en función de esas estimaciones predecimos lo que puede pasar. Y nos equivocamos una y otra vez, porque esa aproximación racional es una falacia, que puede funcionar en ocasiones, pero que normalmente es vencida por la hibris, la visceralidad que surge del interior humano, lo que Keynes denominó los “animal spirits” que es lo que parece. Y entonces el caos es inevitable.

El suicidio en directo que protagoniza el PP, con episodios puntuales los pasados meses, mediante puñaladas y desgarros en la plaza pública desde ayer, es un buen ejemplo de la irracionalidad más absoluta aplicada, en este caso, a la política, o a lo que sea que creen que practican estos personajes de segunda. El enfrentamiento manifiesto entre Casado y su lugarteniente Teodoro con Ayuso es un ejemplo de hasta qué punto lo que debiera ser la prioridad de estos personajes, alcanzar el poder, sea convertido en la fuente de odios y celos que amenaza con destruirlos. Casado es el presidente del partido pero no arrastra a las masas, sigue siendo el candidato a las elecciones generales y, de ganarlas y poder gobernar, sería el que alcanzaría el soñado sillón de la Moncloa. Ayuso carece de cargo orgánico en Genrova pero arrastra el voto en su región de una manera asombrosa, se ha convertido en la líder de facto de la oposición durante los casi dos años transcurridos de pandemia y no deja de acaparar portadas y titulares. Casado se muere de celos por una Ayuso que, en un concurso de popularidad, le dejaría a la altura del barro y Ayuso desea cargos en el partido que le reconozcan como lo que es y, llegado el caso, le permitan alcanzar el puesto de dirigencia que crea más conveniente. Ambos, que al parecer fueron amigos en el pasado, han sido picados por el aguijón del poder, y sienten que es el otro el que les obstaculiza en su carrera para alcanzarlo. El caso de las presuntas comisiones cobradas por el hermano de Ayuso en un contrato de suministros en la pandemia puede tener su aquel pero, reconozcámoslo, para los estándares de corrupción que se manejan habitualmente en la casa PP es una minucia. Sirve como munición de unos contra otros, y de arma para despellejar al adversario. A medida que la sima entre Casado y Ayuso crecía uno pensaba, tirando de ese estúpido razonamiento racional que les comentaba, que acabarían por ponerse de acuerdo y ocultar todas sus rencillas porque era la única manera que tenían de que la marca que les cubre, el PP, alcanzase el poder. No entendía como estos dos críos se pegaban por un juguete, el gobierno, que no tienen. Si están en política es para ganar elecciones, y luego vine todo lo demás (sí, sí, el interés de los ciudadanos es lo último del todo, para estos y para los otros y los de más allá) por lo que un enfrentamiento descarnado sólo serviría para que ambos perdieron el escaso poder real que, por ahora, han conseguido. Luego, desde la lograda Moncloa, si a eso llegasen, ya se despellejarían, como paso antes con otras familias peperas. Pero no, la histeria y los celos han sido mucho más fuertes que cualquier cálculo político y, tras el decepcionante resultado de Castilla y León, la guerra en la casa popular ha empezado, casi cuando Biden anticipó que lo haría la de Ucrania. En la situación actual, de mensajes de odio y amenazas cruzadas soltadas sin tapujos, y con la ya clásica actuación de un espionaje chapucero digno de tebeo, sólo parece viable que uno de los dos, o Ayuso o Casado, sea el ganador de esta guerra, pero ambos resulten perdedores políticos de un conflicto que amenaza con mandar a la ruina a la marca de la derecha. Es estúpido, pero sí.

En general, la falta de madurez de los personajes de esta historia es asombrosa. Todo aparenta tanto el ser una bronca entre chiquillos que no saben nada de la vida que resulta tan divertida como impresentable. ¿En quién de todos ellos confiaría usted algo que le resultara importante? A buen seguro, ante semejante pandilla de incapaces lo mejor sería salir corriendo. Escasa decencia, nula capacidad de sacrificio, un mero deseo de alcanzar el poder lo más rápido posible sin tener en cuenta ninguna otra cosa, total desprecio de los problemas reales de la sociedad a la que dicen querer representar…. El PP ahora mismo es un partido en cuya cúpula se pegan un grupo de malcriados que recuerda a adolescentes enganchados al móvil que no son capaces de estar cinco minutos sin conexión. Es todo tan tan tan patético……

jueves, febrero 17, 2022

Duelo en alta mar

A última hora del día de ayer el gobierno canadiense suspendió definitivamente las labores de búsqueda de los tripulantes desaparecidos del pesquero gallego naufragado en Terranova. Las condiciones meteorológicas eran extremas, con viento duro y oleaje que impedía las embarcaciones no ya buscar, sino meramente marcar rumbos y delimitar zonas de rastreo. Convertido en un caos de olas rompientes y espumosas, a una temperatura cercana al cero en el agua, muy por debajo de ella en el aire abatido por el viento, es escenario era de pesadilla, y muy peligroso para los que se habían aventurado a colaborar en el rescate.

Veinte familias siguen esperando en la costa gallega noticias de los suyos, y me temo que las afortunadas serán aquellas que podrán decir que el cuerpo rescatado era el de su familiar, pero son las menos. Once son los desaparecidos a los que, probablemente, ya nadie vuelva a ver. Quizás las corrientes hagan que dentro de un tiempo algunos restos alcancen costas, cercanas o distantes, vaya usted a saber, y se puedan asociar a este naufragio, pero eso dependerá de la fortuna, la que le ha faltado al buque hundido. Las familias de los fallecidos se enfrentan ahora al duelo forzado, no previsto, al luto que siempre ronda en el entorno de las familias que se dedican al mar, que saben que la espada de Damocles del accidente está ahí. Pero una cosa es mantener ese temor y otra materializarlo y que sea la persona que conoces, con la que convives, a la que quieres, la que sea señalada y ocupe el puesto de la víctima. Para eso no se está preparado nunca. Los que no van a tener ni el consuelo de un cadáver para despedir se van a enfrentar a un horror similar al que se vivió durante los meses más duros del encierro, en primavera del 2020, cuando una llamada a la casa del enfermo le ponía en contacto con un hospital en el que una voz informaba que ese familiar que hace pocos días estaba en casa había fallecido, que no se podía hacer nada y que era imposible realizar un funeral o cualquier despedida. Miles de familias se enfrentaron en ese momento a una de las tragedias que a todos nos toca, el decir adiós a los nuestros, de la manera más cruel y absurda jamás imaginada, siendo algo prohibido. Los mecanismos del duelo, que se ponen en marcha de manera natural a pesar de que nuestra parte racional no sea capaz de hacer nada, requieren ritos y certezas, hechos, evidencias. Por eso tanta gente sigue buscando a los suyos décadas y décadas después en cunetas, tras tanto tiempo desde que fueran asesinados en la guerra incivil, y los padres de hijas, sobre todo hijas, no descansan tratando de saber dónde el mal nacido que las violó y asesinó dejó su cuerpo, o lo deshizo. Es algo necesario. En 2020 se prohibió, literalmente, y eso, sin duda, genero duelos inacabados, despedidas truncadas en las que ningún acto, por mínimo y frío que fuera, permitiese exteriorizar un dolor y un adiós. Las familias de esos fallecidos pueden acudir hoy en día a un cementerio, o poseen las cenizas de los suyos, pero un hilo invisible necesario en su momento fue cortado de manera salvaje, y eso será algo que no podrán recuperar. Las familias de los marineros desaparecidos van a tener el consuelo de todos los que les rodean, de todo un país, de todo aquel que se entere de lo que ha pasado. Se realizarán actos de despedida, funerales con gran presencia de personas de todo tipo, y el momento decidido para oficializar el fallecimiento será convenientemente ritualizado, pero no habrá cuerpo, no habrá cenizas, no habrá presencia alguna de quien fue y ya no es. La ausencia del ser querido será total, al haber sido arrebatado a una distancia enorme y de una manera tan absoluta. Una de las exigencias que requiere el duelo no se dará, y el apoyo que esas familias requerirán será enorme. Espero que lo tengan, que alguien esté ahí para cuando lo necesiten.

En las localidades de los marineros, al mirar al mar, se acaba la poesía y el romanticismo, y se ve al montón de agua viva que delimita la tierra firme como un ser del que poder extraer un jornal y futuro, y también como un potencial enemigo. Las novelas nos han relatado muchas veces el trabajo del marinero de manera engañosa, haciéndonoslo ver como una aventura, cuando es un sacrificio enorme asociado a un riesgo elevado. Las familias de los fallecidos quizás vean el mar desde la ventana de sus casas, y sabrán que, si miran al oeste, muchísimo más allá de la línea de horizonte, están los suyos, inalcanzables, arrebatados mientras se ganaban un jornal. Y las olas que nunca cesan les traerán recuerdos de cuando con ellos pasaban el tiempo en la querida tierra.

miércoles, febrero 16, 2022

Tragedia en Terranova

Les escribo, como casi casi siempre, desde la oficina, nada más llegar a ella, en un entorno de espacio abierto con mesas llenas de ordenadores y luces superiores que es clónico respecto a cualquier oficina del mundo. El mayor riesgo físico que tengo en el trabajo es que me tropiece con la pata de alguna mesa, o en las escaleras en alguno de los rincones del edificio, o que me pegue con una esquina de una mesa, o el corte afilado que a veces es capaz de hacer una inocente hoja de papel y que tanto molesta. No hace frío, no hace calor, no hay ruido, el entorno es sereno. Nada se asemeja a peligro.

Amanece en Madrid, y a esta hora sigue siendo noche cerrado en Terranova, en la costa de Canadá. Allí se produjo ayer una enorme tragedia al hundirse un arrastrero de Vigo que estaba terminando su campaña de capturas. En las aguas gélidas del norte crecen especies sabrosas, como la merluza o el bacalao, y esos buques realizan expediciones de varias semanas en las que el trabajo y la convivencia se dan en pequeños espacios donde todo está calculado para controlar costes y riesgos. Varias son las semanas en las que las tripulaciones están lejos de casa, y las familias esperan su vuelta, a sabiendas de que hay una probabilidad, pequeña, pero cierta, de que se produzca una fatalidad. Ayer fue el maldito día en el que esa baja probabilidad se transformó en certeza, y el Villa de Pitanxo, que así se llamaba el buque, se convirtió en el protagonista de una de las mayores tragedias pesqueras que se recuerdan. A estas horas el balance aún es incierto, pero es seguro que hay tres marineros rescatados y diez fallecidos, cuyos cuerpos ya han sido encontrados, mientras que permanecen desaparecidos otros once tripulantes. Es probable que el balance se extienda porque, imagino, las opciones de supervivencia de los desaparecidos son muy escasas en el bravo y frío mar de Terranova, donde las aguas están muy pocos grados por encima de cero y la hipotermia es casi lo que se sufre nada más caer en ellas. De hecho los supervivientes rescatados se encontraron en un estado de hipotermia avanzada que les hubiera llevado a la muerte con facilidad de haber estado un poco más de tiempo en el agua. La tripulación se componía de mayoría española, de localidades de la costa de Pontevedra, cinco peruanos y tres de Ghana, y ahora mismo son veinticuatro las familias que en Galicia sufren. Tres de ellas con el susto aún en el cuerpo, pero el alivio de saber que los suyos se han salvado, pero las demás se dividen entre la certeza de la muerte del allegado, que ya no volverá, y la incertidumbre por el querido, del que no se sabe nada pero se teme lo peor. Sólo la cifra ya confirmada de fallecidos convierte a lo sucedido en una tragedia de grandes proporciones, de las mayores que se recuerdan, y la situación que hoy se dará en las localidades costeras gallegas será de absoluto duelo e incomprensión por lo sucedido. Los trabajos de pesca en esa zona son duros, muy duros, y los barcos que allí se desplazan no son los pesqueros pequeños de colorines que conforman las flotas de bajura. No son habituales hundimientos de este tipo, y sospecho que serán los testimonios de los supervivientes los que permitan saber qué es lo que ha pasado. Estos días había fuertes borrascas entre esa zona e Islandia, sistemas de muy bajas presiones que desarrollan vientos fortísimos y un oleaje enorme que es capaz de desestabilizar a un barco de este tipo y otros bastante mayores. Desde hace ya más de una semana una mar de fondo golpea las costas gallegas y cantábricas, en las que el Sol de la maldita sequía y el día agradable contrastaba con un mar enfurecido, en ausencia de vientos locales. Esos oleajes eran provocados por esas duras y lejanas borrascas. Quizás nunca sepamos qué es lo que ha pasado, pero es muy probable que ese mal tiempo esté detrás de lo sucedido.

Mi experiencia marítima es casi nula, aunque me gustan los barcos. Lo más parecido que hecho a navegar, se reirán ustedes, es coger el ferry que va de Manhattan a Staten Island en una gélida mañana de febrero en la que el viento frío lo congelaba todo. No sobreviviría un día en un barco pesquero, no sólo por las condiciones del tiempo, sino también por la dureza de un trabajo físicamente muy exigente, y que exige una atención constante y precisa para no sufrir accidentes de todo tipo, como sucede en otras actividades industriales. Pensaré en ello cuando en la comida de hoy pida pescado, cosa que hago habitualmente, y quizás provenga de piscifactoría, o puede que de un arrastrero congelador como el siniestrado. Desde la seguridad absoluta de mi trabajo, pensaré en ello.

martes, febrero 15, 2022

Lo del CIS es pura corrupción

Es interesante observar cómo las perspectivas de voto de las elecciones en Castilla y León se han ido modificando a medida que avanzaba la campaña electoral. El resultado, que parecía cantado, se intuía complicado día a día y el plan esbozado en los despachos, en este caso en Génova, sufría el habitual choque contra la realidad, quedando desmadejado. Los sondeos electorales ya anticipaban hace una semana un resultado de ganador seguro, pero gobernabilidad muy fea, y en general se han aproximado bastante a la realidad. En este sentido hay que volver a ponerse a los pies de GAD3, que atinó bastante en las previas y lo clavó la noche electoral. Narciso Michavila lleva una racha de éxito espectacular.

Lo del CIS es otra historia. Desde que está al frente de su dirección Jose Félix Tezanos, miembro de la ejecutiva del PSOE, no es que el organismo público no acierte, sino que directamente publica unos datos que todo el mundo sabe que no son correctos, porque el instituto oficial es usado por el gobierno como organismo difusor de estados de opinión favorables a sus intereses y, en general, al espectro ideológico de la izquierda. No hay elección en la que el CIS no sesgue los resultados, inflando las expectativas electorales de PSOE, Podemos y Ciudadanos, y minusvalorando las de PP y Vox. Si exceptuamos las catalanas, en las que el sondeo oficial acertó al atribuir la victoria a los socialistas, el resto de elecciones recientes son un despropósito si uno se ha fiado de los datos del CIS, y en estas de Castilla y León se ha llegado al paroxismo, de la manera que no sólo es que su estimación daba que el PSOE era el ganador (sí, sí, para el actual CIS el PSOE siempre gana aunque se trate de elecciones en las que no se presente) sino que para ninguno de los cinco partidos nacionales los resultados definitivos entran si quiera en las horquillas de procuradores que elaboró la institución. Ni uno sólo de los cinco. Si se hubiera hecho una estimación a boleo por parte de un desconocido quizás alguno de los intervalos sí hubiera permitido que el resultado final entrara en ellos, por mera probabilidad, pero lo que publicó el equipo de Tezanos en su encuesta “flash” de una semana antes de los comicios es, directamente, una estafa. Esto no tendría ninguna relevancia si el CIS fuera una empresa privada, porque dado su nulo nivel de acierto nadie le contrataría y hacía tiempo que hubiera cerrado, pero el CIS es un organismo público que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos, sea cual sea su ideología, y por ello utilizarlo como vocero de una de ellas, sea cual sea, en este caso la socialista del gobierno vigente, es directamente un hecho de corrupción. Haber convertido al CIS, una institución, en el hazmerreír de la profesión demoscópica es mucho más grave que el hecho, serio, del dinero que se dilapida en financiar a un organismo que hace tiempo que ha dejado de cumplir la función que le da sentido. La pérdida de credibilidad del CIS es el peor de los resultados de la nefasta gestión de un Tezanos que, ávido por lo que parece el cumplimiento de las órdenes del partido es el principal culpable de la degradación de la entidad. Ha llegado la manipulación a un nivel tan sonrojante que ya da igual lo que estime el CIS en futuras encuestas, no va a ser tenido en cuenta por nadie. La irrelevancia a la que se encamina es total. Como un eje cedido que hace tiempo que no sirve para que la rueda gire en él, el organismo sufre la más absoluta degradación que se produce cuando el poder político convierte a las instituciones públicas en meros apéndices de sus designios, y eso es el mayor de los grados de corrupción posible. Estamos acostumbrados a ver estas degeneraciones en los medios de comunicación públicos, donde tenemos ejemplos de televisiones al servicio del PP, PSOE, el nacionalista de turno y cosas por el estilo. Asumimos esta infamia como normalidad, y eso se traduce en desplome de audiencias de las emisoras y en costes pagados por todos que sirven para loar al prócer que ha determinado quién se sienta en el consejo de administración de la cadena, y por ello cobra encantado estando al servicio de quien lo nombró. Horrendo.

Las opciones de recuperar el CIS, de rescatarlo del nivel de degradación en el que se encuentra, pasan por el relevo de Tezanos y la creación de una dirección que se siente y se ponga a pensar seriamente como arreglar el desastre que es ahora la institución. En ella trabajan profesionales ajenos a la política, y antaño ha contado con presidentes de prestigio que han hecho una gran labor demoscópica y sociológica, que es la principal de la entidad. Como Tezanos no quiere dejarlo (renunciando a lo mucho que gana) las esperanzas de salvar a la entidad son, ahora mismo, nulas, pero alguien del entorno de Sánchez debiera ser consciente que, de tanto abusar de él, se han cargado al CIS como herramienta de poder. Ya no les sirve ni a los que lo mangonean.

lunes, febrero 14, 2022

Muy amarga victoria para el PP

No voy a lograr superar el ingenioso titular que escribió un tuitero anoche, diciendo que “el PP se ha convertido en un Mañueco en manos de Vox” por lo que, directamente, muestro mi reverencia al creador de la frase y opto por titular de manera más clásica, recordando aquel triunfo de Felipe González que acuño esa expresión que actualiza el sentido de victoria pírrica. Para lograr lo conseguido, con el enorme coste cosechado, no merecía la pena el esfuerzo, y ahora casi todos estamos peor de como partíamos antes de la convocatoria electoral. Si estuviéramos ante unas votaciones forzadas por el final de una legislatura, todavía, pero no, no era el caso.

El PP ha ganado las elecciones en Castilla y León, sí, viniendo de haberlas perdido en 2019, por lo que pueden anotar un triunfo en su lista de victorias, pero conseguir 31 escaños de los 41 necesarios para la mayoría absoluta es un resultado de una pobreza enorme, que no entraba en los cálculos de los que forzaron el adelanto electoral hace unos meses, confiados en alcanzar un registro mucho más cercano a los que le otorgaría a los populares la comodidad del gobierno independiente. Nada de eso. Van a pasar de ser segundos y gobernar en coalición a ser primeros y volver a tener que coaligarse. En los discursos de ayer del partido, en Valladolid y en Génova, dominaba una euforia que no había manera de entender, cantando las loas de una victoria que se daba por hecha pero sin reconocer la frustración de unas expectativas que, infladas, han sido demoledoras. El PP aparece como el ganador pero el fracasado de esta operación, y el liderazgo de su dirigencia, con Casado a la cabeza, sufre un golpe serio. En frente, los partidos de la actual coalición de gobierno nacional sufren un varapalo muy duro. El PSOE ganó las elecciones en 2019 en la región, en un resultado excelente, y que ayer se volvió a confirmar como anómalo. Pasa de 35 a 28 escaños, procuradores se llaman allí, y es uno de los claros derrotados de la noche, pero dadas las expectativas con las que partía en Ferraz podrán hacer un control de daños bastante paliativo, al menos en lo que hace a la representatividad de estas elecciones, pero no al ruido de fondo de que lleva al PSOE de derrota en derrota allá donde vaya, a excepción de Cataluña, con una victoria bastante inútil. Podemos queda convertido en apenas un residuo, con un procurador. Se presentaba en coalición con IU y su resultado no es nada chulo, en palabras de una Yolanda Díaz que apenas ha aparecido en la región, sabedora de las malas expectativas electorales y profesional ya en asomarse sólo a los sitios en los que tiene opciones de recoger premio. La deriva de la formación es clara, y su mengua imparable. Los cargos que posee en el gobierno nacional intuyen que esos sillones que ocupan serán los últimos que vean y tratarán de aguantar en ellos todo el tiempo posible. Ciudadanos logra un escaño de los 12 que tenía, disolviéndose como formación en una región más y caminando sin freno a su extinción. Igea, su candidato, dijo anoche algunas verdades sobre la necedad de la política, y pese a tener el discurso más coherente no realizó una asunción de errores por un resultado que deprime hasta a un adicto al gas de la risa. El panorama para los naranjas es de cierre por extinción del negocio, y nada parece que pueda remediarlo. Hubo dos ganadores en la noche de ayer, muy distintos. Por un lado, Soria ya, que sacó tres de los cinco procuradores que estaban en liza en su provincia. Consiguió la mitad de los votos en la capital, y mostró que el localismo sigue al alza, y su papel como recolector de un voto de castigo a las formaciones tradicionales. Con estos resultados conseguiría uno de los dos escaños que se asignan a esta provincia en unas elecciones generales y accedería al Congreso. El movimiento de la España vacía no ha sido una ola política que ha reconfigurado el tablero, pero sí ha logrado asomar la cabeza y, quizás, indicar a otros qué camino seguir cuando sean las próximas elecciones generales.

El gran ganador de la noche, indudablemente, ha sido Vox, que dispara sus resultados, de 1 a 13, y se convierte en imprescindible para que el PP pueda gobernar, dado que no basta siquiera con su abstención para que Mañueco sea reelegido. Los de Abascal estaban eufóricos, motivos tenían para ello, al ver como su formación coge, definitivamente, el testigo del populismo de extrema izquierda para ser sustituido por el de extrema derecha. Una formación sin programa, sin gestión, con sólo ideología y que aspira a eliminar las CCAA del mapa va a entrar, con muy alta seguridad, en el gobierno de coalición de una de ellas, lo que es tan absurdo como preocupante. Ya ven, el populismo crece y el bipartidismo vuelve a fracasar. Triste panorama.

viernes, febrero 11, 2022

No llueve

Otro amanecer vacío en Madrid, vacío no porque la luz no lo llene todo, sino precisamente porque no hay nada que se lo impida. La secuencia de días perpetuamente despejados que vivimos en este 2022 es tan persistente como tediosa. Hace una semana y media tuvimos algunas nubes que aguataron gran parte de la mañana, pero a medida que avanzaba la tarde se deshicieron, quedándose en apenas susurros a la puesta del Sol, incapaces de servir de fondo de algún contraste cromático. Derrotadas por el anticiclón, se inmolaron al caer la noche y, ésta, volvió a ser despajada y rasa, llena de estrellas.

El último día que llovió en Madrid fue el 5 de enero, en la cabalgata de reyes, que también hay que ser casual para ello, y desde entonces nada de nada. En el resto del país casi se puede decir lo mismo. En el norte llovió con ganas casi después de reyes, registrándose algunas inundaciones locales en pueblos del País Vasco, pero luego apenas nada. Un par de días de esos de sirimiri que medio riegan el césped pero que no calan en el terreno, y nada más. En zonas de levante ha habido jornadas de viento de mar que ha acumulado días de nubosidad abundante, pero sin apenas precipitación, más allá de lo que algún efecto orográfico haya permitido que se condense y caiga, por lo que el balance global para el país es desolador. A esto se le debe sumar que desde el inicio del año hidrológico, octubre, tampoco es que las precipitaciones estuvieran por encima de la media, más bien por debajo, por lo que había ya reservas bajas en determinadas cuencas. Ahora mismo son pocas las que no presentan porcentajes de ocupación que no sean preocupantes. A la falta de lluvia se ha sumado un calor poco habitual, de día, para estos meses iniciales del año. La secuencia de Sol y noches despejadas ha dejado constantes y duras heladas en gran parte del país, pero registros muy altos en las horas centrales del día, que han ido escalando a medida que la duración de la jornada crece, dado que ya hemos dejado muy lejos el mínimo solar de diciembre y vamos corriendo camino del equinoccio de marzo, en apenas cinco semanas. Este fin de semana y lunes un frente atlántico logrará romper la monotonía y hará que llueva algo en gran parte del país, sobre todo en el noroeste y menso en el sureste, como es habitual en estas configuraciones, pero todo apunta a que va a ser un breve paréntesis en medio de la monotonía. Los modelos de medio plazo siguen marcando anomalías positivas de presión que se traducen en forma de persistente anticiclón de bloqueo, que nos afecta a nosotros de lleno y a gran parte de Francia y el Mediterráneo occidental. Existe la probabilidad de que esos modelos fallen, sí, pero la verdad es que es escasa, y que en el rango temporal estimado se produzcan algunos días de lluvia no supondría una alteración de la tendencia. Lo que resta de febrero, una vez que pase el frente de este fin de semana, y marzo, se prevén secos o extremadamente secos en casi toda España, con respecto a lo que es normal según el promedio de datos de 1980 a 2010, así que la situación de sequía que afrontamos no irá sino a peor. En principio el abastecimiento de agua para consumo humano está garantizado en un horizonte de muchos meses, pero recordemos que el principal destino de nuestros embalses no es sólo que los humanos consumamos su agua, que también, sino que sirvan como fuente de riego para cultivos. Las extensiones de regadío son las mayores consumidoras de agua de España, y se enfrentan a unos meses crudos, en los que empieza a verse en riesgo su abastecimiento. Sin el riego esos campos se mueren, y con ellos los cultivos, los negocios, las economías y todo lo que de ellos depende. La sequía puede salir muy muy cara.

Sequía y España son casi sinónimos, el régimen de lluvias en nuestro país es muy irregular y, por lo general, tiende a la crueldad, alternando épocas de escasez con trombas que son muy dañinas. Las sequías son procesos lentos, que no se sabe muy claro cuándo empiezan peor que se perciben plenamente cuando se producen, y que pueden acabarse en un plazo de tiempo rápido si se producen temporales consistentes. Si no llueve poco se puede hacer, salvo ahorrar todo lo posible y tratar de optimizar los recursos que vayan quedando, y pensar que en un escenario de cambio climático el estrés hídrico es algo que va a ir a más. Más nos vale que llueva en primavera, porque lo normal es que en verano no lo haga.

jueves, febrero 10, 2022

Vuelve la prima de riesgo

Aunque estemos viviendo días primaverales, el invierno no se acaba hasta dentro de unas cinco semanas, pero parece que antes que la ansiada primavera va a llegar la prima de riesgo, otro familiar, en este caso no deseado, del que no hablábamos desde hace mucho tiempo, porque había dejado de ser un problema, pero que amenaza con volver a causarnos dolores de cabeza. El tumultuoso episodio económico que vivimos en el, esperemos, tramo final de la pandemia, nos lo ha complicado todo y mostrado que, latentes, los problemas que amenazaban a la economía española antes de la pesadilla del covid ahí siguen.

Este repunte de la prima, que ahora se sitúa ligeramente por encima de los 80 puntos básicos (recordemos que llegó a superar los 600 en el verano de 2012, antes de las palabras del mago Draghi) surge tras unas declaraciones de Christien Lagarde, gobernadora del BCE, que han sido interpretadas como que la institución europea puede ser mucho más estricta de lo que se esperaba a la hora de luchar contra la inflación. Recordemos donde estamos. El escenario que se manejaba hace un año era el de que, con la extensión de las vacunas, la economía real iría remontando y ello haría, poco a poco, innecesarios los estímulos extraordinarios diseñados para combatir los efectos de la debacle causada por el Covid. A medida que la economía acelerase se retiraría el sobreestímulo y el proceso sería suave y progresivo. Eso era sobre el papel, pero la realidad ha sido bastante más complicada. Por el lado sanitario, el Covid nos ha proporcionado desgracias hasta casi ahora mismo, con la ola navideña global de ómicron como exponente, y eso ha hecho que 2021 haya sido un año de altas expectativas de crecimiento parcialmente frustradas. Por el lado de la economía real sí se ha producido el repunte esperado, pero se ha encontrado con enormes problemas “reales” en forma de rupturas de las cadenas de suministro y de atasco global, lo que se ha traducido en rupturas de stock y desabastecimientos variados. Algunos sectores lo han notado más que otros, pero apenas ha habido quien se haya librado, y parte de este problema de atasco global se ha derivado en un repunte general de los precios, que sorprendió a muchos al principio, se consideró como transitorio por casi todos al poco de empezar y, a estas alturas, se ha convertido en un enorme dolor de cabeza para todos. La inflación tiene su origen en problemas de la economía real, el citado colapso en la oferta, y el disparo de los costes energéticos, y en parte está también alimentada por el sobreestímulo financiero que han proporcionado los bancos centrales. Arreglarla, contenerla, sería por tanto un tema tanto financiero como de economía real, pero las autoridades monetarias sólo trabajan sobre uno de los frentes, y nada pueden hacer sobre la oferta de crudo, las restricciones en el suministro de gas, el colapso en los puertos o la escasez de microchips. Sus herramientas son mucho más virtuales, y sólo disponen de ellas. Actuar de manera restrictiva en política monetaria ante una inflación de costes como la que vivimos es un poco absurdo, pero no tienen otra alternativa cuando la variable inflación, la que tienen que dominar, se desmadra. La FED norteamericana empezó ya hace meses a endurecer el discurso, dado que allí el ciclo está más avanzado que entre nosotros y la subida de precios es aún más intensa, y el mantra que se repetía en los medios era que el BCE iría detrás, pero no inmediatamente, sino a un ritmo menor. Se anunciaría la reducción de compras extraordinarias de bonos por motivos pandémicos y las subidas de tipos serían algo que, en Europa, no se verían al menos hasta muy cerca del final de este año, cuando en EEUU se anticipan ya para el mes que viene, pero los datos de inflación no dejan de alarmar y las presiones para actuar sobre Lagarde crecen. Y de ahí que sus palabras fueran interpretadas como una señal de que el BCE se anticipa mucho más de lo previsto.

¿Consecuencias? El mercado de bonos soberanos se ha despertado, y las rentabilidades empiezan a subir, y claro, más las de aquellas naciones, como la nuestra, endeudadas hasta las trancas y que han tenido al BCE como casi único comprador de títulos de deuda, con la que hemos financiado los ERTE y todo el gasto extraordinario que nos ha causado la pandemia. Aunque los niveles que se ven ahora no son preocupantes, la tendencia parece haberse ya girado y encararíamos meses de subidas de tipos en nuestra deuda, por lo que ahí nos surgiría un coste imprevisto y creciente. Ese frente puede abrirse, y sabemos el enorme daño que nos puede hacer. Sí, la condenada prima de riesgo no se fue nunca.

miércoles, febrero 09, 2022

La mesa de Putin

Cuando Hitler llega al poder considera que el edificio de la cancillería no es lo suficientemente grandioso como para su persona y poder, y Albert Speer, reconstruye el complejo y lo dota de aspecto y dimensiones de templo romano, con una galería de acceso de cientos de metros y un despacho para el canciller que puede ser medido en el estándar internacional de campos de fútbol. El objetivo único es el de impresionar, dejar claro quién manda, intimidar a aquellos que allí acuden, sean nacionales o mandatarios de otros países, para hacerles ver que el que posee el poder es el residente en ese palacio.

Putin no es Hitler, pero lo que vimos hace un par de días en su encuentro con Macron buscaba ese mismo efecto. La escena roza lo ridículo, bueno, más bien lo supera. En un salón enorme de grandes ventanales y cortinas como para elaborar vestidos para una recua de princesas saudíes, Putin y Macron se veían en los extremos de una de esas mesas que se pueden usar para hacer el Consejo de Ministros de Sánchez o para celebrar la última cena, y que tanto juego han dado en películas de dibujos animados cuando la bestia se sienta en un extremo y, al otro, bella apenas es distinguible. Alegó el Kremlin motivos sanitarios para salvaguardar la distancia de seguridad, y cierto es que, con semejante distancia, o el Covid aprende a saltar a la pértiga o las posibilidades de contagio son tan escasas como las de acuerdo. Más allá de las excusas, lo que quedaba claro en la escena era el ninguneo a Macron, la sensación de ser recibido en casa ajena como un extraño, como un inferior, como alguien que viene a molestar al dueño del palacio. En todas las reuniones la escenografía importa, y más cuanto menos se sabe del contenido de las mismas, y es obvio el mensaje que quiso trasladar Putin y su camarilla, de dominio de la situación, de superioridad, de que no se estaba ante un encuentro entre homólogos, sino en la visita de un enviado inferior, un segundón. Probablemente, antes de llegar a esa sala, Macron fue paseado por diversas salas y estancias del Kremlin, esa enorme fortaleza que domina el centro de Moscú, y que debe poseer lugares de belleza apabullante. Sin duda la idea sería la misma, pavonearse ante el invitado y mostrarle hasta qué punto el anfitrión exuda poder y él no. Un antecesor de Macron, si se me permite la licencia, hacía los mismo, y qué es Versalles sino la gran cola del pavo real que alardea poder y lo muestra para que el resto se inclinen a admirarlo. Francia siempre ha sido muy pomposa en lo que hace a los signos del poder, empezando por París y la pompa con la que está decorada cada una de sus esquinas. El Louvre, el Quay D’orse y otras sedes del gobierno que se encuentran en la capital son edificios de una majestuosidad aplastante, decorados en su interior hasta lo cargante, y buscan realzar la gloria y el poder de sus ocupantes, dejar claro quién manda aquí. Si Macron esperaba que en su encuentro con Putin las cosas iban a ir bien para los intereses de Europa y, claro está, de Francia, debió darse cuenta muy pronto al ver la escenografía del encuentro que el viaje había sido una pérdida de tiempo. Tras una reunión muy larga, cinco horas, Macron salió anunciando la posibilidad de una vía de desescalada, pero todos los comunicados posteriores del Kremlin han ido desinflando ese soufflé, dejando claro desde un principio que, posibilidades de acuerdo o no, no se considera a Francia como el interlocutor válido, al no ser un país de peso en el conflicto. Para Putin sólo EEUU está a su altura, y no pierde la oportunidad para demostrarlo. Como lección práctica para una UE que no posee poder real de disuasión la imagen de la mesa es muy práctica.

Si tiene usted curiosidad por visitar la imperial cancillería del Reich se va a quedar con las ganas, porque tras la IIGM no quedó nada de ella. Bombardeada hasta el extremo, el edificio desapareció y sólo los jardines, arrasados, y el búnker subsistieron a la invasión soviética de esa zona de Berlín. Ya ocupado, los restos que quedaban se volaron por completo. En los terrenos que ocupaba ese complejo ahora mismo hay un aparcamiento cutre y unos bloques de pisos que tienen el típico aspecto del desarrollismo franquista de los sesenta. La calle de Berlín, Vostrasse, si no recuerdo mal, es decepcionante para el que la visita, pero esconde una lección profunda. El tamaño del despacho, o de la mesa, no importa, llega un momento en que se puede reducir a nada.

viernes, febrero 04, 2022

Esperpento en el Congreso

Quizás no pase mucho tiempo hasta que los políticos actuales maduren y admitan el ridículo que hacían cuando creían ser algo. Los más pesimistas dirán que ese momento no va a llegar nunca, pero confío en que alguno, antes de irse al otro barrio, dentro de varias décadas, lo reconozca. No las tengo todas conmigo. La sesión de ayer en el Congreso, especialmente su rocambolesco final, fue un perfecto ejemplo de lo que no se debe hacer nunca con las cosas importantes, y menos con las muy importantes, y la reforma laboral es una de ellas. Tras días y días de acuerdos a varias bandas, la votación se presumía reñida, pero acabó en un esperpento circense.

Aprobada tras el transfuguismo de los dos diputados de UPN, cuyo partido acordó con el PSOE darle sus votos pero que los titulares de los escaños decidieron, a última hora, incumplir, y con el error de un diputado popular, que emitió un voto telemático que respaldaba el texto, y que ahora se va a convertir en la polémica política las próximas horas, hasta que otra igualmente chusca la suceda en los medios de comunicación. Y todo ello aderezado por la presidencia de la cámara, que se equivocó al contar la suma de los votos emitidos presencial y telemáticamente y dio por un momento derogado el decreto ley, en una escena que parecía un calco de la concesión del Oscar a la mejor película de hace un par de años, cuando Warren Beatty dijo eso de La La Land y los de la peli de Chazell saltaron de alegría para, cuando se encaminaban al estrado a recoger el premio, escuchar que quien había ganado realmente el premio era MoonLight. Chasco monumental para unos y alegría desatada en los otros, como se vio ayer en el Congreso, en unas bancadas de la oposición que festejaron casi con champán la lectura errónea de Batet mientras que las gubernamentales se quedaban heladas para, en unos segundos, volverse las tornas y ser Sánchez y los suyos los que se felicitaban sin límite, aún más tras el trago pasado, mientras que el enojo silencioso crecía sin fin en la bancada de la derecha. Hay momentos escolares en los jardines de infancia que resultan más caóticos, pero desde luego menos divertidos para el que ve la escena, y no sabe de qué se alegran unos y otros, y viceversa, más allá del hecho de hacer morder al polvo al adversario en sus escaños, sin importarles a ninguno el objeto de la votación y el futuro del marco laboral en el país del desempleo perpetuo, los malos contratos y la falta de carrera laboral. Como no soy un experto en derecho laboral no puedo valorar la reforma aprobada en profundidad. Por lo que he leído, no demasiado, se queda corta a la hora de abrir el mercado y desregular, pero no es ni mucho menos la involución que Podemos y otros grupos de izquierda deseaban, lo que ya es un avance. Y en general, coinciden las opiniones que es un texto pensado para empresas medianas y grandes, con estructuras sindicales y patronales clásicas, pero no adecuado para el mundo del emprendimiento, la PYME, el negocio que crece, la startup y todo el sistema productivo que está naciendo ante nuestros ojos y promete ser el gran nicho de empleo del futuro. En todo caso, es una reforma que avalan sindicatos y patronal, es un acuerdo entre ambos, y eso es lo más importante, porque sea como sea el texto ambos trabajarán para que funcione, y prefiero un acuerdo no perfecto a un no acuerdo, por lo que la reforma debía ser convalidada sí o sí, independientemente del color del gobierno que la presentase.

Creo que la mejor estrategia que tenía el PP de cara a la votación de ayer era ofrecer, pongamos, diez abstenciones, y el resto votos negativos, de tal manera que se garantizaba el aprobado de la norma, con las eternas promesas de cambiarla cuando lleguen al gobierno, y retrataba al PSOE colgado, abandonado por los socios a los que no deja de conceder favores y, a cambio, obtiene desprecios. Pero claro, eso es fácil decirlo desde fuera. El PP optó por tora táctica más brusca y ha fallado por un error propio, lo que es aún más cruel, y ahora en Moncloa respiran aliviados y en Génova tienen un cabreo de mil pares de narices. No hay día sin su ridículo político en este país.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo lunes y martes de festivo. Si no pasa nada raro, nos leemos el miércoles 9.

jueves, febrero 03, 2022

Empadronarse en Madrid

Escribo hoy el blog desde casa, como en los tiempos de confinamiento pandémico, pero no por motivos sanitarios, sino porque en torno a las ocho y media de la mañana tengo cita en una de las oficinas del ayuntamiento de Madrid para darme de alta en el padrón municipal, por lo que tras casi dos décadas de residencia efectiva en la capital, y por culpa del desastre administrativo que aflige a gran parte de los que vivimos en España y que nadie quiere arreglar, me veo forzado a hace este trámite. Dejaré de figurar en el registro del ayuntamiento de Elorrio y pasaré a ser uno de los millones que estamos en el de esta gran y compleja ciudad donde los ex no salen a tu paso, los tengas o no.

Si recuerdan, hace un año le narré el chuco episodio de la solicitud de la tarjeta de desplazado sanitario para poder acceder a la vacunación del Covid, cosa que logré no sin antes recibir una buena reprimenda en el centro de salud en el que hice ese papeleo. Al menos aquel trago sirvió para poder adquirir las dos primeras dosis de vacuna, pero la vigencia de ese desplazamiento caducó bastante antes de que las campanadas acabasen con 2021, y justo el día antes de ese hecho cumplí los seis meses desde el segundo pinchazo, por lo que podía solicitar el refuerzo. Eso intenté, pero para el servicio madrileño de salud ya no existía, mi fugaz paso por él era el de un ser caduco, que  tuvo una vigencia administrativa escasa, impredecible, como la lluvia en la capital, y no había manera de obtener cita para el tercer pinchazo. O me volvía a sacar una tarjeta de desplazado o nada, y vista la experiencia del año pasado y que las autoridades sanitarias pueden decretar que el pinchazo Covid se convierta en una pauta regular anual cuando la enfermedad se gripalice, perdón por el palabro, me planteé que lo mejor era convertirme no en un paria sanitario, sino en un titular de derecho. Desde esos casi veinte años que les comento pago mis impuestos en Madrid, todos los que hay que pagar, que soy un asalariado común y corriente y de ninguno me puedo escapar, lo quiera o no (y añado, no quiero) pero el tener obligaciones no te da derechos, al revés de lo que le pasa a casi todo el mundo en nuestra sociedad de hoy, que vive en los tiempos de los derechos para todo y en la negación de obligaciones. Tenemos un país dividido en diecisiete reinecitos que se dan la espalda unos a otros y cuyo principal objetivo no es sino robarse gente, recelar, crear patrillas de juguete con el que cubrir el cupo de ego que no les cabe en el pecho y permitir que una superestructura burocrática de para vivir a un montón de amiguetes de los que, con la sensación de ser vigías de occidente, presiden esos territorios, llenos de ambiciones y carentes de honra. Nuestro sistema administrativo está bien si uno es un árbol, y nace, estudia, trabaja, veranea, se empareja, reproduce, y fallece en un mismo sitio. En ese caso será algo transparente, no le creará problemas, más allá del caciquismo que sufra en el territorio que le corresponda, pero ay, ingenuo, si encuentra trabajo al otro lado de la raya que separa un reinecito de otro, o se va a vivir a un tercero, o el amor de su vida, o la que le pone por una temporada superior al año fiscal, vive en otra taifa alejada de la suya, y decide que es junto a ella donde quiere yacer, estando muy vivo en ese tiempo compartido. Entonces empiezan a surgir problemas como desinformaciones en internet, y las cosas se complican. Si pretende usted que un médico le vea residiendo en otra CCAA ya puede pagarlo de su bolsillo vía privada, porque sino no hay manera, y ese no es el único, pero sí uno de los más graves problemas a los que se enfrenta. Todos podemos tener accidentes, sea cual sea nuestra salud, que requieran atención médica, pero a las alturas de la vida, cuando la inteligencia artificial es capaz de casi todo, al pesadilla administrativa española es incapaz de generar una tarjeta sanitaria unificada para todo el país y un sistema de compensación de costes que sea transparente para el usuario, esté donde esté. Y no sueñen con pedir algo asé, las tacharán de todo por ello. Al menos diecisiete reyezuelos inútiles se unirán en coro para denigrarle.

Cuando dentro de un rato esté haciendo esta gestión, si todo va bien, habré convertido a Elorrio definitivamente en un lugar de vacaciones, en el que se encuentra la familia y los amigos del alma, pero un sitio en el que el ayuntamiento o el centro de salud son lugares ajenos para mi, como lo eran hasta ayer los de la gran ciudad ,y eso es algo raro, trivial para casi todo el mundo, pero no deja de ser otra ruptura de amarras, un eslabón que se rompe con el origen. Mi empeño en seguir empadronado en el pueblo se basaba en un deseo y convicción personal de motivos políticos, pero la burocracia, bien asociada con el Covid, me ha vencido. Hoy firmaré mi rendición administrativa.

miércoles, febrero 02, 2022

Cien años del Ulises de Joyce

Hoy, dos del dos del veintidós, se cumplen cien años de la publicación del Ulises, de James Joyce, una de las novelas más importantes de la historia de la literatura, cumbre del inglés escrito según los que dominan esa difícil lengua. El texto fue polémico desde un principio y causó división de opiniones, que aún hoy persisten. Narra, inspirándose en el relato homérico, un día en Dublín de Leopold Bloom, el odiseo encarnado en un hombre de la brumosa Irlanda, y de lo que le pasa en todo su caminar por las calles de la ciudad. En el fondo el libro apenas cuenta nada, y resulta sobre todo un ejercicio de estilo, una forma de llevar el lenguaje hasta el extremo y hacer que sea el protagonista absoluto de la narración.

Pudiera contarles cosas sobre mi experiencia al leerlo, y de cómo me fue, y de si me gustó, pero les engañaría, porque soy de los pocos que no han leído ese libro y lo admiten. Hay otros dos grupos de personas en el mundo, uno también pequeño, que son los que dicen que sí lo han leído y, en efecto, lo han hecho, y el mayoritario, que afirma haberlo leído cuando no ha pasado de uno o dos párrafos de la Wikipedia para poder decir de qué va. Es una obra que me impone respeto y no me he lanzado a por ella, y por lo tanto no puedo, en este aniversario, expresarles opinión personal alguna. De Joyce sólo he leído dublineses, que es una obra pequeña, que me gustó, y vi la película que John Houston hizo sobre ella, que es excelente. El caso del Ulises será, quizás, el paradigma de la gran obra culta, elevada a los altares, que resulta de obligada visita y que es ineludible afirmar conocer para tener algo de relevancia en una conversación con los demás, a pesar de que, comentaba, es mucho menos leída de lo que se afirma. ¿Por qué se produce esto? No lo se, quizás porque hemos convertido la cultura en, parcialmente, algo de estatus sobre lo que presumir y en una especie de carrera de fondo para acumular trofeos sobre los que construir el prestigio en ese mundillo, y creo que es una visión profundamente errónea. Cada obra que se considera como genial en el mundo de la literatura, de obligada lectura, tiene una historia propia en la que en un tiempo fue considerada buena o mala, triunfó o fue olvidada, y ahora, en nuestra época, posee el estatus de “ocho mil” que la hace inexpugnable, pero eso es independiente del gusto de cada uno y a alguien, al leerla, le puede resultar atractiva o no. Nada suscita unanimidades absolutas, y cuidado con lo que se imponga con ese fin. Hay libros excelentes que, impuestos como obligatorios y forzados a edades que no son las adecuadas pueden generar un rechazo casi absoluto por parte del que se ve obligado a transitar por sus páginas, y esa es la mejor manera de acabar rechazando esa obra y, de paso, el mundo literario. El Quijote es una excelente novela, la primera como tal, la mejor quizás, pero leerla cuando uno es un crío es, con elevada seguridad, el mejor de los caminos para estrellarse contra el molino de su narrativa. Hay que ir dosificando estos materiales de alta cultura para que el lector se los encuentre cuando tenga un poso, no sólo de textos transitados, sino de vida recorrida, y eso le permita entenderlos mucho mejor. Y es que, al final, leyendo buscamos muchas cosas, pero sobre todo dos; aprender, en el caso de que nos enfrentemos a un ensayo, y entretenerse, sea cual sea el tipo de libro que leamos. Entretenerse puede parecer un verbo vulgar, rebajado, indigno para los que elevan la cultura a rangos de sacerdocio, pero es lo que los humanos buscamos, y necesitamos. Queremos que nos cuenten buenas historias y que nos las cuenten bien, algo tan sencillo como difícil, y por eso la literatura es un arte, porque conjugar esas dos premisas es muy difícil. No puedo decirles si Joyce lo logró, en mi caso, con el Ulises, pero parece que para la mayoría de los que sí lo han leído sí fue placentero, y eso es lo que ha hecho que perviva en el tiempo.

Usted, como lector y consumidor que compra y paga por la obra, es el soberano, y es el que debe dictar si, independientemente de lo que la crítica opine sobre ello, la obra le gusta o no. No tenga rubor para decir que algo aclamado por todos también le encanta o le parece algo con lo que no puede, a todos nos ha pasado con obras que nos debieran gustar y no es el caso. Hágase con un criterio propio, que una lectura que le ha gustado le lleve a otra y así vaya construyendo no sólo su propia biblioteca, física o virtual, sino historia narrativa, de aquellos textos que le emocionaron y llegaron. Si entre ellos se encuentran las obras que por muchos se consideran obligatorias, pues bien, y sino, también. Es su mente la que lee y encuentra sentido a lo escrito.

martes, febrero 01, 2022

Mayoría absoluta socialista en Portugal

A medida que avanzaba la campaña electoral portuguesa, cuyas elecciones tuvieron lugar el domingo, las encuestas iban reduciendo el margen con el que partía el socialista Antonio Costa, el anterior primer ministro, y avanzaban un escenario cercano al empate técnico con el partido social demócrata, que es como allí se llama la derecha convencional. El anticipo electoral, fruto del abandono de los socios de extrema izquierda al gobierno socialista, podía ser un enorme error para la izquierda lusa, que permitiría hacer ese chiste fácil al calificarla de ilusa por el error que podía llegar a cometer. Rui Río, candidato de la derecha, tras algunos fracasos, veía opciones para, sino gobernar, sí al menos intentarlo en función de los resultados.

La realidad ha resultado ser muy distinta, y sorprendente para casi todos. El partido socialista de Costa ha obtenido una clara y espectacular mayoría absoluta, tan rotunda como inexistente en ninguno de los pronósticos, y el resto de contendientes han obtenido resultados peores de los que tenían antes de los comicios. Río, la derecha, se ve abocado a dejarlo tras unos datos que le garantizan varios años de oscura oposición y muy escasas opciones de relevancia. Es probable que se retire, como dejó ver en su comparecencia del domingo. La extrema izquierda ha sido otra de las grandes derrotadas de estas elecciones. Causante de las mismas, al dejar caer el proyecto de presupuestos que llevaba el gobierno de coalición en el que estaba, ha sido castigada por un electorado que la ha visto como lo que era, culpable de obligarles a ir a votar otra vez. Los daños en esas formaciones son graves y van a tener que replantearse sus estrategias de cara al futuro, les esperan años en la sombra tratando de aprovecharse de los errores que cometa el gobierno socialista, y así poder conseguir el perdón y la vuelta de su electorado. El único partido que ha mejorado sus resultados, además del vencedor, ha sido la Chega, la extrema derecha, que ha aumentado notablemente sus escaños en el parlamento de Lisboa. Ese movimiento sí lo anticipaban las encuestas, pero ha sido aún más intenso y, sobre todo, ha logrado sobrepasar al resto de fuerzas minoritarias, por lo que aún a gran distancia, la extrema derecha es ya la tercera fuerza en Portugal. Hasta ahora los vecinos del oeste no tenían presencia significativa de este tipo de formaciones políticas, eran una excepción, pero la ola de populismo de derechas, proveniente del este de Europa, ha ido llegando hasta occidente y tras su consolidación entre nosotros ha brotado en Portugal, por lo que se acabó su excepción. Una pena. El que el gobierno Costa disponga de mayoría y no necesite a nadie para llevar a cabo sus políticas hará que este movimiento extremista tenga pocas opciones reales de condicionar nada de nada, pero como pasa en otros lugares, aquí desde luego, se abre un proceso de competición en la derecha, fragmentada, entre los clásicos conservadores y los extremistas, siendo estos últimos más activos en redes y en la creación de mensajes llamativos que consiguen la atención mediática. El panorama de la derecha portuguesa es, como mínimo, complicado, con los años de oposición por delante y la lucha banderiza por un espectro de voto que va a ver frustrados sus deseos y una doble oferta que trata de seducirlo. En este marasmo, la posición de Costa es de una comodidad envidiable, una solidez en el gobierno como no existe prácticamente en toda Europa, lo que sin duda generará envidias de todo tipo. Frente a eso, sin ir más lejos, el desastre que vivimos en España de desgobierno y oposición, o la frustrante elección presidencial habida en Italia estos pasados días, que ha mostrado la absoluta incapacidad de los partidos italianos para conseguir una figura de consenso que pueda relevar al ya anciano Matarella. Portugal, en el extremo del continente, es una excepción luminosa de estabilidad.

¿Lecciones prácticas de lo sucedido allí en nuestra política? Algunas, aunque las diferencias sociológicas y de sistema electoral las alteran bastante. La principal, para los socios del gobierno de Sánchez, es que más les vale no forzar la máquina y dejar que el gobierno aguante todo lo que pueda, porque un adelanto electoral, más si es forzado por Podemos, puede traducirse en el castigo que las encuestas aquí también les auguran. La derecha española también haría bien en pensar en que alcanzar la mayoría puede ser un logro posible, pero ni mucho menos sencillo, y fragmentada como está, venenoso. Y los encargados de las encuestas debieran analizar que es lo que ha fallado en Portugal para que los vaticinios acierten menos que un inexistente comité de expertos epidemiológicos.