viernes, septiembre 30, 2022

La bolsa, y el Reino Unido, caen con fuerza

Si usted tiene acciones, fondos de inversión o cualquier otro tipo de producto financiero verá como, día a día, el valor de sus inversiones cae sin que nada parezca ponerle freno. El desplome de las cotizaciones empezó a ser significativo cuando el inicio de la guerra de Ucrania y los primeros datos de inflación desmadrada nos pusieron ante un panorama muy inesperado por casi todos. Fue el anuncio, y las decisiones de los bancos centrales de subida de tipos lo que catalizó el sentimiento vendedor y desde entonces los índices, en Europa y EEUU, caen con ganas. Ayer el Ibex marcó un nuevo mínimo anual, el último, por ahora, de este ejercicio.

Lo cierto es que el marasmo económico en el que estamos no deja de ir a más, y esta semana hemos visto, con sorpresa, como la economía británica es la primera que sufre los embates de lo que parece ser una nueva crisis financiera. Hace ya algunos días que la subida de la cotización del dólar y la debilidad de las monedas europeas habían logrado que nuestro euro perdiera la paridad, y ahora se cambia por unos 0,96 dólares (prohibitivo se ha vuelto viajar a EEUU) y al libra, antaño tan fuerte, empezaba a tener la paridad con el dólar también muy cerca. La presentación de las medidas presupuestarias del nuevo gabinete de Liss Trust ha sido la puntilla para la moneda y deuda británica. Ese proyecto, que recoge una bajada de impuestos y un aumento de la deuda, sería factible en una economía como la norteamericana, en la que la moneda es demandada por ellos y el resto del mundo, pero no en una economía nacional pequeña, que eso es la británica, que posee una divisa que no es menor pero, desde luego, hace tiempo que no actúa como refugio. Fue anunciarse su plan y la libra cayó aún más y el tipo de la deuda británica a diez años se disparó por encima del 4%, superando ampliamente al nuestro, que está en el 3,4%. Al no estar en la zona euro, no existe el concepto de prima de riesgo británico respecto al bono alemán, pero si quieren hacer el ejercicio y restar, nosotros nos encontramos en el entorno de los 120 puntos básicos y Reino Unido está en casi los 200. Asombroso, la economía británica comportándose como una perfecta economía periférica de la zona euro, quién lo iba a decir. Si nosotros no hemos tenido aún esas tensiones se deben a la intención declarada del BCE de sostener la deuda periférica dentro de su política de tensión de tipos, pero el Reino Unido va por libre, y está en medio de la tormenta sin mucho amparo. Su banco central ha salido esta semana a los mercados a comprar títulos de deuda para tratar de contener el tipo de interés, es decir, bajar esa prima de riesgo. Quizás no le haya quedado otra opción, pero ese movimiento revela la debilidad de la economía de las islas, y supone una acción devastadora a futuro. Con la inflación desatada también allí, y con una moneda débil, lo que supone importar más inflación, el Banco Central británico ya había comenzado, como todos, a subir tipos, para tratar de embridar los precios, pero esas compras de deuda para sujetar su valor son un estímulo adicional al gasto, lo que es justo lo contrario de lo que se necesita. Realmente es como si se estuviera pisando a la vez el acelerador y el freno del coche, lo que no lleva a ningún sitio bueno. La reacción de los mercados ante los planes del gobierno Trust ha sido de manual, lo típico que sucedería en un país del sur europeo, pongamos Grecia o España, si su gobierno hace un plan expansivo de deuda y todo el mundo sabe que no tendrá recursos para pagarla. Reitero que lo novedoso es que sea el Reino Unido el país que primero, y con esa fuerza, replica la dinámica de una economía menor y dependiente. Quizás porque realmente lo sea. A los pocos días de empezar su mandato a la primera ministra Trust se le ha muerto una reina eterna y casi se le cae la libra por el sumidero. No está mal como balance, no.

Más allá del Reino Unido, y sin que sepamos qué va a pasar con la guerra en Ucrania, el movimiento global de los mercados cotiza recesión. Materias primas y productos energéticos caen anticipando una demanda menor y todo nos lleva a pensar que, si no es para Navidad, el año 2023 será negativo en casi todas las grandes economías del mundo (ojo con China, sumida en problemas propios derivados de una burbuja inmobiliaria reventada). Es una recesión rara, con toques muy setenteros, con alta inflación y, de momento, bajo desempleo, pero con probable colapso de demanda de familias y empresas ante el incierto panorama. Ahorren y sean precavidos ante lo que pueda llegar.

jueves, septiembre 29, 2022

La voladura de Nord Stream

Nord Stream es el nombre comercial de la red de gaseoductos que unen directamente el territorio ruso con el alemán, por el mar báltico. Hasta su construcción, el gas ruso que llegaba a Alemania lo hacía por tuberías terrestres que transitaban, y abastecían, a otras naciones, como Ucrania y Polonia. Berlín y Moscú firmaron un acuerdo para que se construyese un acceso único y exclusivo, que se denominó con esos términos anglosajones, y era, desde hace tiempo, el principal canal de entrada del gas ruso en Alemania. Hace poco se concluyeron las obras de un segundo tubo, bastante paralelo, el Nord Stream 2. No ha llegado a entrar en funcionamiento.

Hace un par de días se detectó una súbita bajada en la presión del gas del Nord Stream que funciona, al ralentí dado que Rusia ha ido recortando el suministro como medida de chantaje en el contexto de la guerra de Ucrania, pero al poco se supo que esa bajada de presión no era tal, sino una ruptura, un par de explosiones submarinas que habían volado las tuberías de los dos gaseoductos. Como fruto de las mismas, una emisión de gas empezó a aflorar en las aguas del Báltico a medida que el gas contenido en los tubos escapaba, y la salada agua del mar penetraba por ellos. El instituto de sismología sueco estudió las mediciones captadas en las horas de la fuga y determino que habían detonados dos explosivos con varios cientos de kilos de TNT, lo que supone que no sólo estamos ante un acto de sabotaje premeditado, sino ante toda una operación encubierta, llevada en secreto, y que ha resultado ser un éxito para su promotor. El lugar de la explosión, cerca de la frontera entre las aguas territoriales suecas y danesas, lo hace aún más interesante, porque no es un punto de acceso exclusivo de un país, sino una zona de tráfico comercial en las aguas superficiales y, en general, un lugar con ambientillo, por así decirlo. ¿Quién ha sido el autor de esta audaz acción? Descartada Alemania, que debe estar llorando en su fuero interno la pérdida de uno de sus mayores condones umbilicales energéticos, la mayoría de las opiniones señalan a Rusia, como autor poseedor de la tecnología necesaria y beneficiario del corte supremo de la conducción, dado que eleva el chantaje a Alemania, y con ello a Europa, en el campo del gas hasta el máximo posible, y también se ve beneficiado del incremento de precios que se ha producido tras el atentado. Algunas voces, minoritarias, apuntan a EEUU como el autor. Al romper la infraestructura impediría que, sea cual sea el resultado final de la guerra, Rusia vuelva a vender gas a Alemania por una vía ya inutilizada, lo que le arrebataría para siempre un gran mercado, y de paso impediría veleidades negociadoras de Berlín en el futuro. También EEUU resulta beneficiado por el incremento del precio del gas, pero si miramos a los que ganan dinero con esta operación, salvo Schroeder, aparecen un montón de posibles beneficiarios. Los Cataríes también se forran con la subida del gas en el mercado, y los argelinos, y tantos y tantos productores que llevan meses viendo como la rentabilidad de esa materia prima es prodigiosa. En todo caso, el atentado parece ser una obra maestra del espionaje y la contrainsurgencia, y quien lo haya llevado a cabo lo ha planificado y estudiado muy bien para que no sea descubierto y el fruto sea el más efectivo y espectacular posible. Una historia merecedora de película en la que queda no sólo por asignar un reparto sino, sobre todo, elaborar un guion que sirva para saber quiénes, cuándo, cómo, y financiados por quién, llevaron a cabo esta operación. Puede que nunca quede claro quién está detrás del atentado, pero eso no es óbice para que se haga alguna película. No será de las alemanas de sábado por la tarde, no.

Una de las cosas que más lamento a medida que avanza la guerra y se enrevesa es que John La Carré ya no está entre nosotros. Su muerte nos arrebató a un gran escritor y un profundo conocedor del mundo del espionaje y sus miserias, y de los juegos de poder que están detrás y hacen mover a los espías como piezas en los tableros del ajedrez global. No imagino lo que hubiera sido capaz de narrar con la materia prima que está dejando la guerra, y en concreto, con un episodio tan secreto y espectacular como el del Nord Stream. Además, cuando la verdad no se llega a conocer, sólo los novelistas están capacitados para narrar la historia, sea más o menos cierta. Ay, Le Carré, que en tu tumba te revuelves, ansioso por volver y escribir….

miércoles, septiembre 28, 2022

Referéndums a la búlgara

El sábado es 1 de octubre. Hace no muchos años un político xenófobo y sedicioso organizó una consulta trampa en una región española para validar su idea totalitaria de, en este caso, la secesión de una parte del país y la superioridad de los suyos frente a los demás. Lo de siempre. Urnas falsas, censos fantasma, acólitos votando, teatro, victimismo, mentiras por doquier y desgarro. La cosa, afortunadamente, no fue mucho más allá porque los organizadores de semejante bobada no tenían los medos militares que hubieran deseado para llevarla hasta sus últimas consecuencias. Sí contaron con apoyo financiero ruso. Lo suyo se quedó en payasada, peligrosa, pero payasada.

Con Putin las cosas son distintas. El mismo componente xenófobo anida en su mente y las de quienes le rodean, en este caso sustituyen el objeto supremacista por el que ellos representan, da lo mismo. Pero poseen armamento, mucho, y no se cortan en usarlo. Tras varios meses de invasión militar, con parte del este de Ucrania ocupado, miles de civiles asesinados o deportados y la destrucción de regiones enteras como principal fruto visible de la ocupación, durante estos días el gobierno ruso ha organizado unas patrañas de consultas que son ridículas para cualquiera que tenga dos dedos de frente, pero que serán celebradas por los sediciosos locales que entre nosotros existen, que repiten una y mil veces que democracia es votar. Como en Rusia, la URSS y lo que fue su imperio los ciudadanos no han podido votar libremente nunca, los resultados de las consultas se pueden conocer bastante antes de que se produzcan, eliminando parte del interés que tienen las noches electorales. Allí los demoscópicos no tienen trabajo porque, perfección soñada por el Tezanos de turno, sale lo que el gobierno decide que debe salir, y nada de usar porcentajes que den la idea de que existe una cierta oposición. No. La voluntad popular es clara, firme, se debe oír como una sola voz, y no se permiten escrutinios que arrojen porcentajes de aprobación inferiores al 95%. En los tristes teatros que se están desarrollando estos días en la arruinada Ucrania ocupada vemos guarismos que se acercan al 97 o 98%, qué maravilla, pensará el sedicioso huido en Waterloo, el maestro Putin sí que sabe amañar unos comicios, qué profesionalidad. Seguro que el líder supremo emérito de Podemos, desde su dacha de Galapagar también contempla con admiración semejantes resultados, recodándole los amados tiempos de su añorada URSS, donde la unanimidad era plena y el líder no era discutido. Él, que soñaba con ser así, vio su esperanza frustrada por la decadente libertad de opinión burguesa, qué horror, imagino, dirá una y otra vez. Sentimientos parecidos albergará el líder del Voxero partido, que también sueña con un régimen, uno sólo, grande y libre, en el que la libertad es lo que él determina y nadie se sale del regimiento cuartelero en el que rige su pensamiento. En fin, que no faltarán en nuestro entorno y en el de otras naciones iluminados que contemplen con admiración como Putin, al que tanto deben en muchos sentidos, ha orquestado la anexión de los territorios invadidos a sangre y fuego. A la mayoría nos parece aterrador todo lo que está sucediendo en Ucrania desde hace meses y cada paso que da el régimen de Moscú lo contemplamos como una nueva vuelta de tuerca en su política de exterminio, degradando sin cesar no sólo lo que es el uso del poder, sino el mero hecho de la existencia. El mal que se desprende de la camarilla mafiosa que controla el Kremlin no parece tener fin y no hay día en el que no exhiba una nueva muestra de su retorcida comprensión de la realidad. Y esas urnas con votos son lo que son, el horror orquestado en forma de trampantojo democrático.

Ahora no queda mucho para que, con sus amañados resultados en la mano, Putin proclame que esos territorios, por voluntad popular de sus habitantes, son parte de la madre Rusia y, por tanto, ya no pertenecen a Ucrania. Y que un ataque militar dirigido por Kiev contra ellos es un ataque a suelo ruso, lo que le da la excusa para responder con más fiereza. En esos territorios, antaño zonas mineras e industriales pujantes, ahora montañas de escombros y fosas comunes, ya sólo reina el miedo, y los que en ellos residen malviven de una manera que no hubieran sido capaces de imaginar apenas hace siete meses, cuando comenzó la invasión. El horror en forma de urna, la democracia vejada como excusa, el totalitarismo indiscutido. Y tantos tontos útiles con envidia.

martes, septiembre 27, 2022

DART, primer ejercicio de defensa planetaria

Lo del asteroide es uno de los recursos más clásicos en las películas de ciencia ficción y, en general, permite adoptar tonos variados en la historia, que suelen ir desde lo espectacular aderezado con los rasgos que se impusieron en las películas de catástrofes de los años setenta a lo onírico, como ejercicio final de reflexión del destino vital y el absurdo del mundo. En la realidad los asteroides existen, diariamente impactamos con ellos, con los que poseen el tamaño de motas de polvo y poco más, y generan estrellas fugaces. De ahí en adelante el peligro es una mera cuestión de tamaño. Y a partir de unos cien metros de diámetro los riesgos son graves.

Por eso, el objetivo de la misión de la NASA que ha tenido lugar esta noche es tan interesante y, si me permiten el adjetivo, peliculero. DART, que es el acrónimo inglés que da nombre a la misión, es un experimento que trata de ver qué opciones tenemos de modificar la órbita de un objeto que sigue una trayectoria conocida y que, si se acercase a nuestro mundo, sería peligroso. Los científicos de la NASA intentaron buscar en el espacio los objetos más adecuados para ello, y los encontraron en un par de asteroides que orbitan uno en torno a otro en un sistema. Dimorfo, el asteroide pequeño, gira entorno a Didimo, el grande. La idea del experimento se parece a una partida de billar. Se estrella algo contra Domorfo que le cause una pérdida de velocidad y se estudia cómo la órbita del satélite se ve afectada. La teoría dice que, a menor velocidad, la órbita decaerá, es decir, Dimorfo se aproximará a Didimo, y lo que mida esa aproximación será el efecto del impacto. Para ello la sonda DART tenía dos componentes básicamente. Uno de ellos la propia sonda, con el peso relevante y unas cámaras y medidores que lograban mantener su posición y apuntar hacia Dimorfo, permitiéndonos ver cómo ese asteroide se iba convirtiendo, desde un píxel anodino en la pantalla a un objeto rugoso y enorme que lo llena todo. El experimento supone, claro, la destrucción absoluta de la sonda, por lo que llevaba una pequeña sonda acoplada que se suelta antes del impacto, y que será la responsable de medir el efecto del golpe. Respecto a las dimensiones, y aunque estamos hablando de objetos estelarmente pequeños, la cosa es interesante. Dimorfo tiene algo más de cien metros de diámetro, de forma irregular, y se le ha comparado en volumen con el Coliseo romano, o con uno de esos grandes estadios en los que se pegan patadas a un balón, si ustedes quieren. Didimos, el asteroide grande, es una roca de dimensiones montañosas, de unos setecientos metros de diámetro, también con forma no muy redondeada. Frente a ellos DART es una sonda del tamaño de un coche pequeñito, con apenas unos pocos cientos de kilos de peso. No se conoce en detalle la composición de los dos asteroides, pero se estima en miles, millones de toneladas, sus pesos, por lo que el impacto de DART contra el más pequeños, obviamente, no podría destruirlo ni nada por el estilo. Será la elevada velocidad de la sonda al impactar, algunas decenas de miles de kilómetros por hora, lo que le haya otorgado un gran momento y, por ello, efectividad. En el fondo se trata de una inmensa partida de billar cósmico en el que, el primer y gran éxito, es el de haber conseguido llegar hasta ese par de asteroides, en medio de la nada, y acertar en el golpe al que queríamos y en la forma deseada. Eso ya es en sí mismo un logro de enormes dimensiones. A partir de ahora, conseguido el objetivo principal, queda por ver si la misión ha sido exitosa, y se estima que así sería si se consigue alterar la órbita de Dimorfos en sólo un 1%. Parece una ridiculez, pero sería más que suficiente para, en caso de estar ante un riesgo de colisión real, salvarnos. Pese a lo que aparece en las películas, la mejor opción posible ante algo similar no es destruir el objeto que se aproxima, algo casi imposible, sino desviarlo lo suficiente y con la antelación debida para que pase de largo. Y porcentajes muy bajos de desvío pueden bastar para ello.

Sobre los posibles efectos de impactos de cuerpos similares en nuestro planeta, para que se hagan una idea. Un Dimorfos estrellado sobre nosotros volatilizaría una extensión similar a la de la Comunidad de Madrid o el País Vasco, y generaría un cráter de unos dos kilómetros de diámetro. Didimo sería ya, con menos de un kilómetro, un objeto capaz de causar una destrucción decenas de miles de kilómetros cuadrados y alteraciones en el clima global lo suficientemente significativas para considerarlo cataclismo. Los objetos de este tamaño que nos rodean están controlados, pero muchos más pequeños no, y pueden aparecer otros no catalogados que nos sorprendan. Y sí, DART puede ser mucho más útil que Bruce Willis en caso de problemas serios, aunque reconozco que, quizás, no tan molón.

lunes, septiembre 26, 2022

Un par de melonis

Si uno quiere comprobar hasta dónde ha llegado la política moderna en el uso de la imagen y el absurdo frente a los contenidos, no tiene más que ver el mini vídeo que Georgia Meloni colgó ayer en su Instagram, que no les enlazo aquí porque la red del trabajo capa el acceso a todas las redes sociales. En él, la candidata mira a la cámara, que ejecuta un picado, y lleva dos melones en sus manos a la altura de sus propios pechos, dejando poco a la imaginación del espectador sobre a qué se está refiriendo con ellos. Apenas hace referencia a la fecha del día y señala que lo ha dado todo. Y si, desde luego no podía poner más énfasis en sus atributos en menos tiempo. Al menos lleva la ropa puesta.

Parece que el recuento electoral en Italia no va a deparar muchas sorpresas. Cualquiera que hubiera visto las encuestas estos días daba por seguro que el partido de Meloni, Hermanos de Italia, derecha extrema, sería el más votado, y que la coalición registrada entre ellos, la Liga de Salvini y la Forza Italia de un Berlusconi convertido en siniestro muñeco hinchable sería la ganadora por mayoría suficiente de estos comicios. Si uno leía y veía ciertos medios en España podía tener dudas, porque daban más relevancia a los partidos de izquierda, especialmente al Democrático, que a toda esta amalgama de derechas, pero nuevamente la realidad demuestra ser más poderosa que los sesgos. Los resultados porcentuales de voto, traducidos en escaños, otorga a la coalición que encabeza Meloni la mayoría absoluta en la Cámara y el Senado, recibiendo un respaldo en escaños bastante superior al que representan los votos cosechados dadas las características del sistema electoral italiano, donde un tercio de los congresistas se escogen por sistema mayoritario y dos tercios por proporcional, otorgando así un premio extra al ganador para tratar de alcanzar mayorías estables de gobierno. Tras una serie de gobiernos que fueron encabezados por Giuseppe Conte, escogido por el movimiento Cinco Estrellas, el Podemos local, como hombre de consenso para liderar ejecutivos de amplia coalición, y el interregno de Don Mario Draghi, responsable de un gobierno técnico de unidad nacional surgido para afrontar el desastre de la pandemia y la gestión de la recuperación, Italia vuelve a tener varios años después a un primer ministro elegido por votación, esta vez una mujer, la primera en la historia, que se presenta con un programa rupturista, euroescéptico, populista, ruidoso y con evidentes apoyos de fuerzas que poseen grandes vínculos con Putin y desean que Italia abandone el bando común europeo en lo que hace a sanciones y colaboración con Ucrania. La tercera economía del euro pasa de tener como jefe a un europeísta convencido y de un prestigio absoluto a una incógnita en forma de mujer joven, experta en el uso de las redes y la comunicación política en estos tiempos de cutrez pero de la que apenas se sabe qué tipo de gobierno podrá crear y desarrollar. Ha vencido a varios ex primeros ministros, como Conte, Renzi o Letta, y su legitimidad es total. Es de esperar que, llegada al poder, ofrezca un discurso más moderado e integrador, a sabiendas de que sus decisiones ya afectarán a todos los italianos, le hayan votado o no, y de hecho en la campaña, por convicción o interés, se ha visto que ha moderado algo sus palabras y formas. No hemos visto a la Meloni desquiciada que vino a dar un mitin en la campaña suicida de Vox en las elecciones andaluzas, donde asustó a propios y extraños, sino a una dirigente que, a medida que avanzaba la campaña, iba adoptando un discurso más presidencialista. La salida de tono del vídeo de Instagram demuestra que el río populista sigue corriendo por sus venas, por lo que deberemos estar atentos a lo que pueda hacer y a lo que se les ocurra a sus dos pirados socios de coalición, que están más locos que ella, y piensan aún más en melones, de los no cultivables.

Italia tiene una deuda desbocada y, si exceptuamos el breve paso de Don Mario Draghi por el poder, ha visto como su competitividad económica e imagen de país se ha ido degradando sin cesar durante las últimas décadas. Es una nación profundamente desigual, con un norte riquísimo y un sur abandonado en manos de mafias que suponen un estado paralelo. Los retos de gobierno de Meloni serían enormes en condiciones normales, y lo son aún más con la guerra de Ucrania, dado que Italia es un país “gasdependiente” en extremo y sus vínculos con la energía rusa eran de los más intensos, al nivel de algunas naciones del este. A ver lo que hace Georgia, confiemos en que se muestre algo más seria ya capaz de lo que, por ahora, nos ha enseñado.

viernes, septiembre 23, 2022

Segunda fase de la guerra en Ucrania

Transcurridos más de doscientos días de combates en Ucrania, la contraofensiva desarrollada por las tropas de Kiev, que logró derrumbar el frente ruso en Jersón, ha cambiado el escenario, que ha pasado de una situación estática y atrincherada a una de movimientos y nuevas estrategias. Las dos decisiones repentinas tomadas por Rusia, los referéndums exprés para anexionarse los territorios ya ocupados y la decisión de decretar la movilización parcial buscan responder a este descalabro en el frente y reflejan el nerviosismo de un Putin que ve como su guerra no va bien. Es más, está perdiendo.

Se me hace imposible saber cómo van a evolucionar los acontecimientos a partir de ahora. La movilización decretada, se estima en unos trescientos mil los efectivos que se pueden reclutar, no la veo capaz de cambiar el balance de los frentes, porque lo que hemos visto hasta ahora es un vergonzoso fracaso de la intendencia y logística rusa, que no ha sido capaz de abastecer como es debido a sus líneas, dejándolas débiles y expuestas. Aumentar la tropa en el frente supone que crezca también el consumo de combustible, comida, munición y todo tipo de enseres, y me da que eso no se va a dar, por lo que el número de muertos aumentará. La capacidad disuasiva del ejército convencional ruso ha quedado muy mermada, no tanto en sus efectivos, sino sobre todo en su imagen. Es una cutrez de estructura, corrupta y antigua, capaz de masacrar civiles, destruir edificios residenciales y cometer toda clase de abominaciones, pero no es una fuerza de combate decisiva. Eso ya es un enorme fracaso ruso. El que la fuerza convencional no rinda como lo desea el sátrapa del Kremlin aumenta las probabilidades de que se usen fuerzas no convencionales, y eso dispara el miedo en todas las partes. En su discurso de movilización Putin hizo referencia expresa a las capacidades nucleares rusas, y dejó claro que no iba de farol. Como buen mafioso, debe mantener el miedo como una de sus principales fortalezas, e impedir que se note el propio que pueda sentir. El armamento nuclear ha estado, de fondo, en toda esta guerra, porque es lo que la hace distinta a las demás, y es un factor que no se puede obviar. De hecho ES el factor. Es la causa por la que la implicación de la OTAN es expresamente secundaria, el motivo por el que no se ha decretado el cierre del espacio aéreo en la zona, por el que soldados que no sean ucranianos no están sobre el terreno… todo el mundo tiene miedo al armamento nuclear, y saber que Rusia puede ser capaz de usarlo es una baza en manos del Kremlin que le permite jugar con ventaja. Todos lo sabemos. La credibilidad, o el miedo, que esa baza produce está ligada a la sensación de que Putin sea capaz de ordenar que sea empleada, y a cada día que pasa la probabilidad de que un arma nuclear táctica se emplee, una bomba aislada que haga desaparecer una ciudad media, crece. Ya en febrero muchos sospechábamos que Putin estaba jugando de farol, con cartas marcadas, haciendo como que invadía y movía tropas con tono intimidatorio, pero muchos, yo incluido, pensábamos que era un juego de presión, un órdago sin cartas valiosas. El inicio de la invasión demostró que nada de eso era un simulacro, sino un proceso claramente planificado. A Putin no le templó el pulso para comenzar una guerra que no va, ni mucho menos, como esperaba, pero la lanzó. Eso hace que sus amenazas nucleares suenen más creíbles, y mucho más cuanto peor le vaya a Rusia en el campo de batalla. Todos damos por supuesto que Putin no puede permitirse perder esta guerra porque, de lo contrario, su cabeza rodaría, y eso, en términos de la mafia rusa, es algo más que literal. Cuanto más acorralado y desesperado esté más tentado a utilizar lo que sea para salir del paso y ganar la guerra, y sí, ese “lo que sea” es lo que todos estamos pensando, y temiendo. Basta con que un solo hongo nuclear se vea en las televisiones de todo el planeta para que el pánico se desate y el mundo cambie por completo.

La orden de leva de Putin ha aumentado las críticas dentro de Rusia y las movilizaciones en su contra. Es meritorio, heroico, el papel de esos que salen a manifestarse ante un régimen despiadado y que no perdona, pero no veo capacidad de tirar abajo el putinato con revueltas populares. Sólo un golpe interno de la mafia que controla el poder sería capaz de cambiar de líder y, con ello, revertir la guerra, culpando al anterior del actual estado de fracaso, pero eso sólo se producirá si Putin pierde los resortes del poder que, también, le protegen, y la guerra empeora aún más para Rusia. Lo cierto es que puede pasar de todo, y lo único que parece seguro es que, a corto plazo, las cosas empeorarán.

jueves, septiembre 22, 2022

Joven, ruso, treinta y pocos años

Imagínense a un joven ruso, que viva en una de las grandes ciudades del país, Moscú o San Petersburgo, por ejemplo. Un treintañero típico, que acabó sus estudios hace poco, o quizás los prorroga, con másters y cursos para especializarse en la profesión que estudió, o que trabaja desde la mayoría de edad en un oficio o empresa en las proximidades. Quizás casado, puede que soltero, con o sin hijos, una vida relativamente normal, similar a las nuestras, pegada a la pantalla de un móvil, lleno de caracteres cirílicos, y con una elevada demanda de ocio. Con toda la vida por delante y, seguro, bastantes proyectos en su mente.

Ese joven ve ayer el discurso grabado en el que el dictador de su país, que rige la nación desde que es un crío, decreta una movilización parcial y empieza a llamar guerra a lo que oficialmente no lo era pero que, en muchos círculos de su entorno a sí se denominada. Escucha un mensaje amenazante, duro, lleno de rencor por parte de un hombre rígido cuyo rostro expresa frío siberiano y nula empatía. Se siente mal, empieza la mañana de un nuevo día, de camino al otoño, que allí ya es duro, y ese joven, rumbo a su trabajo, sospecha que las cosas siguen empeorando. Desde hace meses varios de los negocios en los que basaba su vida diaria no funcionan, fruto de las sanciones occidentales. Acostumbrado a ellos, ha tenido que buscar sustitutos para seguir gestionando su ocio, compras y demás cosas del día a día, pero nota que las cosas empeoran. Conoce a algún compañero de otra empresa que le ha contado cómo terceros huyeron hace meses, sin avisar. Hicieron una maleta lo más rápido posible y pillaron un vuelo rumbo a Turquía, la gran puerta de salida que aún existe, dejando atrás empleo y familia. No se habla de estos temas en el trabajo, y apenas fuera de él, porque sabe que si la policía lo escucha se puede meter en un lío, y necesita el trabajo, y no quiere saber nada de la política. Los rumores y cuchicheos sobre lo que pasa en el oeste son más o menos constantes y no se parecen a lo que cuentan los medios oficiales, que ya casi son los únicos que emiten a través de la señal de la radio y televisión. A medida que avanza la mañana se empiezan a conocer los detalles prácticos de ese anuncio de movilización parcial decretado por el presidente, y un escalofrío le empieza a recorrer la espalda cuando lee en la pantalla de su ordenador que el reclutamiento tendrá lugar entre los menores de treinta y cinco años, librándose los que se encuentren matriculados en estudios superiores. Eso le incluye. El reclutamiento le incluye. Le pueden llamar. Le van a llamar. Como casi todos los de su edad, hizo el servicio militar obligatorio y es reservista desde entonces. Recibe en su trabajo un par de llamadas de clientes y pedidos, los anota, pero apenas hace caso a lo que le dicen o escribe aceleradamente, con una letra nefasta. Me van a llamar, me van a llamar, se repite constantemente en su cabeza. Empieza a agobiarse, a sentir miedo. Vive en una nación que considera propia, que quiere, en la que ha desarrollado su vida, lazos y emociones, pero no sabe lo que es el combate, ni si es necesario, ni si debe hacerlo. Quiere sacar el móvil y llamar a algún familiar, pero está tan nervioso que se le cae al suelo. Al recogerlo mira al resto de compañeros de su trabajo, algunos de su edad, otros más jóvenes y varios mayores. No es el único de la empresa al que le afecta el llamamiento, y entre ellos las miradas que se cruzan basta para no tener que decir palabra alguna. Consigue tranquilizar sus dedos y escribe algunos mensajes en el Telegram que todos usan para comentar con amigos lo que ha leído, y pese a que la aplicación promete siempre un cifrado seguro y confidencial, lo hace de manera discreta, pidiendo información, no expresando sentimiento alguno. Varios de sus contactos están también en el grupo de los reservistas convocados, y admiten haberse enterado de la noticia, pero poco más expresan. El miedo a que alguien capte sus mensajes es casi tan elevado al que surge de las entrañas. Se levanta y mira por una ventana en dirección oeste, hacia Europa, y siente unas imperiosas ganas de ir al baño. El vómito que apenas puede controlar le hace correr.

Frente al espejo empieza a pensar fríamente. Qué hago, qué hago. Debo decidir si acudo cuando me llamen o huyo, y debo hacerlo ya. Debo contactar con mi familia y decirles lo que he decidido, y debo hacerlo ya. Desde hace poco, desde que leyó el detalle de la convocatoria, el tiempo ha empezado a correr muy deprisa, y tiene la sensación de que lo hace en formato de cuenta atrás, descontando un futuro que ayer existía y hoy se ha convertido en una mera sombra, en la nada, por obra y gracia de la decisión de su presidente. Debe hacer lago, y rápido. Este es el primer día del resto de su vida, y lo que le queda es muy poco en muchas de las opciones que ahora se le abren delante. Se ve reflejado, llora. Tiene miedo. La guerra ha llamado a su puerta.

miércoles, septiembre 21, 2022

El viaje y el hogar (para JLRC y familia)

Uno de los aforismos más repetidos es ese que dice que el nacionalismo se cura viajando y, quizás, como todo lo que se reitera una y mil veces, tiene más de tradición que de certeza. En este tiempo en el que nos movemos muchísimo, por motivos dispersos, y tenemos la oportunidad de conocer naciones y culturas de lo más diverso, el nacionalismo perdura y, tristemente, goza de buena salud, alimentado por los rencores propios que ahí siguen. Para el creyente, salir al exterior no es sino una forma de reafirmarse en lo exclusivo de su pertenencia a la élite soñada, y el viaje refuerza aún más las convicciones. Si conoce a alguno de esos, tenga cuidado.

Aunque uno se vaya pocos días y a una nación cercana, en lo físico y emocional, como ha sido mi caso en estas pasadas jornadas, encuentra a cada paso diferencias en casi todo lo que le parece normal de la vida diaria. Pasa como con el cuerpo, que descubrimos que algo existe cuando no lo hemos notado nunca y, de repente, molesta. Las costumbres en cada sitio son las que en cada lugar se consideran las normales, pero para el que los visita se tornan en novedosas, curiosas, a veces incomprensibles. Es normal verlo así, y el viajero, si es que tiene tiempo y no se encuentra en uno de esos periplos de trabajo que todo lo absorbe, haría bien en poner en marcha su instinto de curiosidad e indagar en las costumbres y hechos locales, y el descubrir algunas de las causas que las originan. Todos vivimos en sociedades fruto de siglos de existencia, convivencia y adaptación a entornos y circunstancias diversos, que han conformado el mundo que consideramos como normal. Los horarios, las comidas, las costumbres sanitarias, la forma en la que se recoge la basura, el mero diseño de las aceras y los elementos con los que se edifica conforman el decorado en el que nos movemos y damos por sentado, hasta que uno traspasa su frontera y llega a un lugar donde las cosas no son exactamente como “debieran ser”. Ese contraste es una de las principales fuentes de placer, a veces de inquietud, que esconde todo viaje. Visitar lugares no debiera ser un mero catálogo de puntos de interés que uno debe cruzar como si fueran metas volantes en una carrera, sino el mero hecho de pasear y ver lo que se pone delante de nuestros ojos. Sí, a veces eso no es precisamente agradable, y el infinito tema de la recogida y gestión de las basuras puede ser uno de los puntos anecdóticos que lleva a zonas más sombrías de las ciudades de lo que uno pudiera imaginar, pero lo cierto es que el viaje supone una sobredosis de estímulos, un ejercicio en el que el mundo real se arma de fuerza y bombardea nuestras mentes con novedades a cada paso para así mantenernos entretenidos. A veces incluso logra que la gente despegue su mirada de la pantalla del móvil, lo que es el éxito absoluto para un paisaje, lugar o monumento dado en tiempos de adicción. No hace falta recurrir a lugares exóticos y lejanos, llenos de misticismo, para encontrar atractivos y sugerentes imágenes que llenen nuestra mente de placer y le hagan preguntarse ¿Cómo hicieron esto? ¿Para qué? ¿Por qué así? Y tantas y tantas dudas que a uno le surgen cuando no pisa terreno trillado. El idioma mismo del lugar que se visita, que siempre es un reto, y más para los que somos cortos en esto del don de lenguas, supone un reto y un mundo que llena de curiosidad a cualquiera, porque sin idioma, sin lengua, no somos, y lo que no podemos decir no existe para los demás. Hacerse entender, equivocarse una, dos, miles de veces, quedarse con la sensación de estar perdido, es uno de los mayores retos cuando uno sale de la zona de confort en la que vive habitualmente, en la que el idioma y la comprensión se dan tan por hechos como el aire que se respira. Y en esta Europa nuestra bastan a veces unos pocos kilómetros para saltar de zonas lingüísticas de tal manera que lo que sirve en una de nada sirve en otra y viceversa. Las letras se revuelven, y el viajero nota como el blando suelo sobre el que creía asentarse se torna aún más movedizo. Toca tirar de ingenio para sobrevivir.

Viajar también es encontrar refugio, lugar de reposo, un punto en el que coger fuerzas, un asidero. Habitualmente, desde la época romana, esto tiene forma de hotel, de lugar más o menos acogedor, casi siempre frío en lo humano, por lo obligadamente fugaz del paso. En otras ocasiones, como la de estos días, esa acogida tiene forma de hogar, de familia que se desvive por quienes le visitan y le trata de una manera desvivida que a uno siempre le hace sentir en deuda. En esos casos ese hogar pasa a ser un faro que, sea cual sea la experiencia vivida, actúa como refugio y guía, la luz segur a la que acudir cuando uno la necesitar. Dar las gracias siempre es necesario, mucho más cuando es tan debido.

jueves, septiembre 15, 2022

Putin en problemas

Cada revés que el ejército ruso sufre en su guerra en Ucrania, cada ridículo que muestra en sus acciones la tropa y mando rusa, supone un varapalo a la imagen de Rusia como gran potencia militar y a las ínfulas de su dictador, Putin, cuyo prestigio y poder se basa en algo tan antiguo como el ejercicio del miedo. El miedo es un gran aglutinador y fuerza para que el poder siga en manos de quien lo ejerce. Dicen los más mal pensados que es realmente la gran herramienta de control, lo que los dictadores de verdad, y los que mandan y desearían serlo, sueñan con tener para someter definitivamente. Funciona en las mafias, también en los palacios presidenciales.

Si ese miedo se desvanece, o se ve que no es tanto como parecía, el poder que en él se soporta corre el riesgo de derrumbarse como la torre de Barath-Dur cuando se funde el anillo único. Y como enseñó la novela de Tolkien, y la cruda realidad, no es nada fácil destruir el anillo. Ahora mismo Rusia está en una posición delicada, la más delicada desde que Putin decidió comenzar esta guerra, y es que transcurridos más de doscientos días de conflicto Ucrania sigue sin ser sometida y nada hace pensar que lo vaya a ser a corto plazo. La ineptitud de la ofensiva rusa, el desastroso estado de muchas de sus armas y el comportamiento desnortado de una tropa reclutada a la fuerza sin que sepa ni para qué lucha ni por qué está allí es una muestra de que el temible ejército ruso es, en parte, una estafa, otro de esos estamentos de aquella nación podridos por la corrupción y la ineptitud más absoluta. Frente a un enemigo que, se supone, era mucho más débil. Sólo hemos visto ejercicios de matonismo, masacre a civiles indefensos y arrasamiento de ciudades por parte de las fuerzas rusas. El número de bajas propias entre las filas rusas, que se estima ya en varias decenas de miles, dice mucho de su absoluto fracaso operativo y la necedad con la que están siendo conducidos. ¿Quiere decir esto que Rusia va a perder esta guerra? Ojalá, pero no lancemos las campanas al vuelo. Seguramente nadie esperaba que, empezadas las hostilidades en febrero, hoy estaríamos donde estamos, empezando porque muchos no esperábamos que, finalmente, las hostilidades empezasen. En el maldito juego en el que se ha metido Putin ha subido mucho la apuesta, y sólo le veo dos alternativas. O obtiene algo que puede vender entre los suyos como victoria, algo muy distinto a lo que ha conseguido hasta ahora, o la derrota se lo lleva por delante, y eso en un estado mafioso como el ruso significa que acaba muerto. En este escenario de todo o nada es obvio que los riesgos crecen para todos, y a medida que Putin se vea más acorralado más tentado estará de utilizar todo tipo de instrumentos de los que nadie quiere acordarse, pero todos estamos pensando. Si el poder de la disuasión militar no funciona porque el ejército ruso es una patraña la tentación de recurrir al poder disuasorio “no convencional” crece muchísimo, y eso nos pone ante un escenario de enorme riesgo. En el fondo de esta guerra y de la implicación relativa, pero no directa, de las potencias occidentales, existe el miedo colectivo a que una guerra total contra Rusia supone el uso armamento nuclear por parte de Moscú como elemento defensivo, y eso es el final del mundo conocido. A medida que la guerra convencional derive en un posible problema interno para el Kremlin, con una oposición interna al curso de los acontecimientos, la rabia de Putin crecerá, al igual que su miedo, y la posibilidad de que se tomen decisiones aún más irresponsables aumentan. Todas las fieras acorraladas son muy peligrosas. De momento nadie sabe cómo va a responder Rusia a los avances ucranianos, ni siquiera si está en disposición de hacerlo con las tropas y materiales con las que aún cuenta en el territorio ocupado. La incertidumbre es total.

Una derivada muy interesante, y peligrosa, de todo esto es que Rusia es el garante de la estabilidad de varias regiones, como por ejemplo el Cáucaso, gracias al recurrente uso de su potencia militar. La debilidad de Moscú ha sido vista por muchos, y los azerbayanos (cuentan con respaldo turco) son los primeros que han movido ficha, reanudando los ataques contra Armenia, respaldada por Moscú, que ahora mismo está “un poco liado” con el tema ucraniano y no le veo en condiciones de prestarle mucho apoyo militar. Si el miedo que Rusia ejerce en esa y otras zonas se desvanece porque la tropa rusa fracasa en Ucrania veremos muchos levantamientos en exrepúblicas soviéticas. Ojo a lo que puede acabar pasando ahí.

Cojo dos días de vacaciones para una excursión exterior. La próxima entrada del blog debiera ser el miércoles 21 de septiembre. Cuídense.

miércoles, septiembre 14, 2022

Éxito de la contraofensiva ucraniana

Comenzar una guerra es abrir una caja de bombones venenosos en la que no sabes cuál te va a tocar, parodiando a Forrest Gump. Los planes iniciales se contrastan con la realidad, en la que el terreno, los errores propios y el enemigo determinan lo que va a suceder. Si Putin pretendía que su operación de asalto a Ucrania fuese un ejercicio relámpago y que descabezara el régimen en horas, a lo sumo días, transcurridos doscientos días de guerra las cosas no es que hace tiempo que se salieron de ese guion, sino que simplemente están mostrando la incapacidad del ejército ruso para desarrollar una operación ofensiva clásica, a la antigua. Es asombroso.

La jugada que han realizado las tropas ucranianas y que ha supuesto el desmoronamiento del frente ruso en Jarkov es digna de estudio en las escuelas de estrategia. Una operación en la que se ha incluido el engaño y se ha contado con muy buen apoyo de inteligencia externa, norteamericana, un fenomenal desempeño de las fuerzas propias y la necedad de los oponentes. Desde hace algunas semanas Zelensky y su equipo de líderes militares empezaron a calentar la idea de una contraofensiva ucraniana para tratar de recuperar territorios, en un frente que llevaba semanas estancado. Todas las miradas se pusieron en el flanco sur, en Jersón, ciudad tomada por los rusos al poco de comenzar la guerra e importante cabeza de puente, que garantiza la comunicación de Crimea con el territorio ucraniano y abre el paso, hacia el norte, a Zaporiya, al este a Mariúpol y al oeste a Odesa. Se empezaron a situar unidades ucranianas en la zona y a realizar ataques, pero resulta que todo era una maniobra de distracción. El objetivo real de la contraofensiva ucraniana era el frente de Jarkov, la segunda ciudad en tamaño del país, sita en el noreste, cerca de la frontera rusa. Allí es donde, tras las escaramuzas de algunos días en Jersón, descargaron su fuerza principal las tropas de Kiev. Y oh, sorpresa, el frente ruso era poco más que unas líneas de control desabastecidas y desmoralizadas. El empuje ucraniano cogió por sorpresas a los rusos que allí estaban y, sin apoyo propio, optaron por la desbandada, dejando localidades a la carrera y abandonando munición y vehículos. Los combates eran escasos, y las tropas ucranianas empezaron a ver que su movimiento se parecía cada vez más a la blitzkrieg alemana, un avance rápido, contundente, en el que la oposición cae por mero aplastamiento e incapacidad de respuesta. Cientos y cientos, miles de kilómetros cuadrados de territorio ucraniano, que fueron tomados por el ejército de Putin con mucho dolor y lentitud eran recuperados por Kiev en poco más de un par de días, en medio del asombro de todos, empezando por el de los propios ucranianos. Llegó un momento, de hecho, en el que el avance se ralentizó porque había sido de tal velocidad en las jornadas anteriores que la cadena logística que lo soporta, eso que es tan decisivo y tanto desprecian los rusos, ya no era capaz de sostener a las tropas. Así mismo, la velocidad y superficie alanzada es tal que el dominio ucraniano sobre el terreno resulta frágil, porque apenas hay densidad de tropas suficientes como para mantener el control nominal de las posiciones principales. La desbandad rusa ha mostrado descoordinación, falta de moral, errores en el mando y una situación, en general, de descomposición impropia de un ejército de tal nombre. No está nada claro cómo se ha podido producir algo así, pero lo cierto es que Ucrania ha dado en estos días el más efectivo y sonoro de sus golpes en el tablero militar desde que comenzó la invasión, y aunque sea un sentimiento más movido por la ilusión que las certezas, lo cierto es que ha pasado a liderar los movimientos y a dar la sensación de que la inexorable derrota de las tropas ucranianas no es el obligado destino de esta guerra, que la pueden llegar a ganar. En estos últimos días el escenario en los frentes ha cambiado más de lo que lo ha hecho en todo el verano.

El ejército ruso apenas ha mostrado una respuesta militar, más allá del envío de misiles sobre Jarkov y el intento de dañar infraestructuras civiles básicas, como la central térmica que abastece de electricidad a la ciudad. Sus portavoces hablan de un “repliegue estratégico” que es una forma políticamente correcta de reconocer una huida en toda regla. La sensación de derrota se ha instalado en parte de las fuerzas rusas y en algunos de sus aliados sobre el terreno, como es el caso de Kadirov, líder de las fuerzas chechenas que trabajan como sangrientos matones del Kremlin. Ucrania lidera ahora mismo el “momentum” de la guerra.

martes, septiembre 13, 2022

Javier Marías, el intelectual libre

Junto a su obra literaria, Marías desarrollo una intensa faceta de articulista, lo que permitió a los que le leyeron acceder a sus opiniones sobre los temas de actualidad. Esa fue casi la única fuente para ello, porque se mostró siempre reticente a entrevistas y no quiso participar para nada en el mundillo literario ni en todo lo que tiene relación con la fama. Su vanidad, que muchos tachaban de elevada, era casi nula, aplastada por la timidez, la corrección en las formas fruto de una elevadísima educación y un resquemor muy profundo hacia las autoridades y, en general, sociedad española, dado como ambas trataron a su padre. Nunca nos perdonó por ello.

Julián Marías, uno de los mayores filósofos de su época, fue delatado ante las autoridades franquistas, y su filiación republicana no le condenó al paredón, pero sí al ostracismo. No pudo enseñar en universidades españolas ni tener contacto con otro tipo de instituciones. Algunos de sus amigos, pocos, que residían fuera, le acogieron, especialmente en EEUU, para darle algunos trabajos y así poder obtener ingresos, y allí que se fue por temporadas, llevando a toda su tropa de hijos, entre ellos a Javier, apenas un bebé que, con sus berridos, despertaba a un tal Nabokov que escribía en el piso de arriba en la casa de la costa este en la que la familia Marías pasaba temporadas. En España, muchos de los que se decían amigos de Julian se encargaron de repartirse su puesto y prestigio, y sacar réditos con ello. Traicionaron su memoria y abandonaron a los Marías de una manera vergonzosa. No fueron pocos, ni durante poco tiempo. Javier aprendió desde pequeño qué es vivir no en el exilio, pero sí en el abandono social. Y se hizo duro. Regreso a España con poco más de veinte años, tras estancias temporales, para residir definitivamente aquí, pero a sabiendas de dónde estaba, y cal era la talla moral e intelectual de quienes con él compartían la existencia. Desde un principio se apoyó en quienes le mostraron nobleza y despreció a los demás, y eso contribuyó a crear la imagen de un personaje algo oculta, huraña y recelosa. El hecho de que escribiera novelas como nadie lo hacía, y que fuera un anglófilo en tierras no afectas a la pérfida Albión aumenta la sensación para muchos de estar ante un personaje oscuro. Decisiones personales como las de ir renunciando poco a poco a los avances tecnológicos aumentaron esa percepción. Escribía a máquina, usaba fax, móvil con SMS, pero se negaba a utilizar ordenador e internet para su trabajo y vida. Renuncias que justificaba en el hecho de que a él le iba bien lo que hacía con los medios con los que los hacía, y que no necesitaba cambiar. Su renuncia más significativa, sin embargo, fue la de la adulación al poder, es decir, al de no ser un pelota del gobernante de turno para obtener réditos. El recuerdo de su padre pesaba como una losa y el desprecio que sufrió, y él lo volcó contra los que ocupaban los cargos públicos de nuestro país, personajes de una talla moral e intelectual cada vez más degradada, a los que sacudía sin piedad. Su independencia económica le hizo tener muy claro desde un principio que sus valores morales serían defendidos a capa y espada, metafóricamente en su caso, y se convirtió en un intelectual de verdad, un personaje dotado de un inmenso intelecto y capacidades, muy alejado de esa imagen del intelectual creada por algunos sujetos menores, primero en Francia, luego aquí, aún más disminuidos, cuyo principal objetivo era y es conseguir migajas financieras del poder público a cambio de loar al gobernante. Él no. Renunció expresamente a premios financiados por el erario público y eso, desde luego, le cerró la puerta a otros, como el Cervantes, que se queda también cojo en su prestigio al no contar con él entre los agraciados. Imposible de ser domesticado por la política, los que ocupaban los cargos pasaron a ignorarle y despreciarle, ya tendrían pelotas más fáciles de amaestrar y someter.

Envuelto en los últimos años en polémicas bobas fruto de las jaurías de basuras que utilizan las redes sociales para volcar en ellas su bilis e ignorancia, Javier Marías siempre dijo lo que pensaba hablara con quien hablase, y los que le conocen recalcan que era una persona de enorme bondad, gran timidez, muy cariñoso, educado, sin accesos de ira hacia los demás, sabio y sensible. En medio del lodazal en el que se ha coinvertido el debate público moderno, en el que los patanes gritones triunfan, alguien como Marías no podía hacer nada, por lo que era obvia su decisión de no participar en él, de expresar sus opiniones de manera diferida en artículos semanales y nada más. Su pérdida también nos arrebata una menta libre e independiente, y de eso no estamos nada sobrados, pero nada. Todo es pérdida con su marcha.

lunes, septiembre 12, 2022

Javier Marías, Rey de Redonda

Llegué tarde a las novelas de Javier Marías, y después de algunos encontronazos y decepciones. Le leía todas las semanas en la columna que iba después de la de su gran amigo Arturo Pérez Reverte, en la revista de El Correo, y luego seguí pasando por sus artículos cuando se trasladó a El País. Me gustaban mucho. Era enrevesado, pero dejaba clara su opinión, y no se casaba con gobierno o poder alguno. Era intelectual sin presumir de ello y renunciando a oropeles propios de literatos vanidosos. Hace ya años intenté leer sus novelas, y en un primer asalto, me derrotó, se me hicieron densas y no me enganchaban para nada. Seguí sólo con el Marías articulista.

Algún tiempo después volví a intentarlo otra vez con las primeras, las que tenían esos títulos tan shakespirianos que a él le encantaban (corazón tan blanco, negra espalda del tiempo, mañana en la batalla piensa en mi) y reconozco que las acabé a trancas y barrancas. Ya era un pope de las letras, pero no veía en él a un autor querido para mi gusto. Me perdía en sus párrafos enormes, divagantes, me llevaba de un lado para otro pero sin que me sintiera a gusto. Pero los artículos seguían gustándome, de hecho, cada vez más. En el tercer intento, un tiempo después, lo hice con una de sus novelas largas, “Los enamoramientos”, premiada y muye elogiada. Si ahí me estrellaba no había manera de recuperarse, llegaba ampliamente a las quinientas páginas. Y me encantó. Acabe la lectura con la sensación de gozo de lo bien que me lo había pasado en ella, pero también con la sorpresa de que, esta vez, los párrafos monstruosos no me habían mareado, sino mecido, en su ritmo de prosa melódica y sugerente. Hice, por tanto, un camino inverso, no volví a intentarlo con las novelas pequeñas y traté de subir a su trilogía “Tu rostro mañana”, que me supuso un gran esfuerzo, son tres volúmenes y unas mil quinientas páginas, y en algunos momentos caí en el riesgo de entrar en pérdida, pero sobrevolé con gusto la obra en la que el autor daba rienda suelta, sin freno alguno, a sus obsesiones, entre las que destaca la vida oculta, el engaño de quien parece ser una cosa pero lo finge, el que lleva una doble vida por gusto o necesidad y enseña a unos una faceta que no tiene nada que ver con la que muestra a otros, sin que esté muy claro que alguna de ellas sea más falsa que la otra. El espionaje era el terreno perfecto para este tipo de sujetos, y abundan los espías en sus obras, pero no piense el lector que estamos ante relatos como los de Le Carre, magistrales por otra parte, sino ante algo muy distinto. Con menos acción pero mucho más sibilino y perverso. Lo siguiente que cayó suyo fue “Ahora empieza lo malo” que es tan brillante como la novela de enamorados especiales a la que me refería hace algunas líneas. Empezaba a ver la dimensión literaria de un autor que crecía ante mis ojos a la vez que empezaba a ser repudiado en ciertos círculos y, sobre todo, redes sociales, por ejercer una libertad de pensamiento y escritura que hoy está penalizada. Marías iba subiendo escalones en el olimpo personal de autores y referentes a los que uno le gustaría preguntar cosas sobre cómo organizar su vida y valorar lo que en ella encuentra a su paso. Recogido en su casa, con unas costumbres rígidas y uso de la tecnología propia de otra época, Marías vivía en este mundo, pero consciente de que, en parte, algo de él ya se le había escapado, y no consideraba necesario hacer esfuerzo alguno para recuperarlo. Le eran ajenas muchas de las modas, costumbres, pleitesías y deberes a los que se nos fuerza en la vida actual, tan centrada en la presión de los demás sobre cada uno de nosotros. Era ajeno, vivía y creaba libre. No le bastaron las mil y algo páginas de su trilogía para explorar los recovecos de la falsedad, y volvió a sacar una novela enorme en la que aparecían algunos personajes de ese magno trabajo y otros nuevos. Berta Isla, que así se llama, acabó siendo la primera de una novela doble, junto a tomas Nevinson, la última de las publicadas, que aún tengo pendiente. Berta Isla es una maravilla absoluta en la que no merece la pena reseñar página alguna porque en todas encuentra uno no sólo contenido, sino sobre todo una belleza y exquisita en la forma, que se entrega en forma de frases tan profundas y ajustadas como yo no seré capaz de escribir en mi vida. Ni una sola de ellas. He releído esa novela un par de veces, cosa que no es habitual en mi, y en cada momento, junto al disfrute, estaba la lástima de saber que, avanzando, me acercaba a un final al que no quería llegar. Se podía vivir en esas páginas y uno sería feliz, o al menos encontraría momentos de felicidad verdadera.

El sábado, justo antes de ayer, leía este precioso cuento de Rafael Narbona en el que, fetichista, deseaba encontrar la vivienda del autor y hablar con él, atreverse a tocar el timbre, entrar en su sancta sanctorum y destripar el cómo se pueden crear maravillas así. Hoy es lunes, han pasado sólo un par de días y, entre medias, se ha muerto el creador de esas maravillosas páginas y el dueño de una mente abierta, lúcida, brillantísima y original, poseedor de una forma muy propia de ver las cosas. No doy crédito, no quiero darlo, no quiero que sea verdad. Como dice hoy Karina Sáín Borgo, ¿qué hago con mi rabia? ¿Qué hago con mi pena? ¿A quién le grito lo tremendamente injusto que es que vivamos en un mundo muchos más zafio, en el que ya no está Javier Marías?

viernes, septiembre 09, 2022

Isabel II, Reina

La imagen de la Reina de Inglaterra ha devenido en un icono global a medida que los años se han sucedido en su reinado de una manera tan eterna que parecía inacabable. Acontecimientos, personajes, hechos, todo se sucedía, cada vez a mayor velocidad, e Isabel II seguía ahí, inmutable, con sus vestiditos conjuntados y el aspecto de ver la vida desde lo alto de un balcón mientras que los mortales se desvivían en la calle, a sus pies, presos de iras y deseos. Su inmensa longevidad y el desempeño del cargo le habían convertido en un mito viviente, en el último personaje proveniente de otra época que seguía ejerciendo un papel público.

Escribir sobre Isabel II en pasado supone estar en un tiempo en el que ya es una más de los miles de millones de fallecidos que ha habido en nuestra historia. El martes se le pudo ver, muy empequeñecida, pero de pie, apoyada en un bastón, recibiendo a la nueva primera ministra Liz Truss en Balmoral, Escocia, y ayer falleció en esa propiedad, quizás la más querida de las suyas, en lo que parece un final de lo más plácido, sin agonías ni estertores que lo dilaten de ninguna manera. La llamada hecha a sus hijos por las autoridades médicas indicaba ya, a primeras horas de la tarde, que lo que parecía que nunca iba a suceder estaba a punto de darse. Setenta años de reinado, el segundo más largo de los conocidos tras el del Luis XIV de Francia, conmemorados en el jubileo de este verano, concluían con la sobriedad y estilo que sólo la BBC y los británicos son capaces de darle a los acontecimientos. Durante siete décadas Isabel ha sido reina de Inglaterra y de un montón de naciones, primero de manera efectiva, luego simbólica cuando el imperio que heredó se deshizo, y esa ha sido su vida. Consagrada a la corona, todo lo demás ha sido secundario, y en ese todo está todo. Vida privada, familia, amistades, gustos, lo que fuera. Su sentido del deber y sacrificio al ejercerlo han sido una señal constante en su vida, y frente a un mundo que ha ido arrinconando algunas de esas virtudes en pos de un hedonismo consumista y desnortado, ella seguía rígida por encima de todo. Rodeada de los escándalos que surgían en torno a sus vástagos y familiares, ella nunca fue motivo de polémica ni de enojo, no sólo porque fuese protegida por otros poderes, sino porque su desempeño nunca cayó en el error no forzado. En los tiempos modernos quizás la muerte de Diana de Gales y su funeral fuesen los días más duros de su reinado, en lo que hace a la relación con una sociedad que ya había cambiado mucho desde que ella se coronó, pero no es posible, como en otros casos de reyes habidos o eméritos, encontrar manchas que sirvan para criticar su figura. La monarquía es una institución extraña, la única encarnada en una personas física, humana, mortal, mientras que todas las demás son ocupadas de manera temporal por personas que van y vienen. El sentido de la monarquía es, hoy en día, cuestionado por muchos, también en el Reino Unido, e Isabel lo sabía perfectamente, y era consciente de que su poder, ausente en lo real, con r minúscula, sólo derivaba de lo que ella pudiera otorgar de dignidad a la figura Real, con R de Reina. O era abnegada y ejemplar o vería como la institución se degradaba hasta su caída. En medio de una sociedad cada vez más dividida, con enfrentamientos sociales y antagónicas visiones de cómo gestionarla, sometida a enormes cambios tecnológicos y morales, decadente en lo que hace a poder global y representatividad en el mundo, secularizada, dominada por el temor al futuro y el olvido cada vez más rápido de todo lo pasado, el Reino Unido es un perfecto ejemplo de cada una de nuestras naciones occidentales. Y durante siete décadas, al menos, han contado con un puntal inamovible, una referencia que les ha servido de guía emocional. Esa referencia falleció ayer, sucedida por Carlos, III, a sus 73 años.

Isabel II es pura historia del siglo XX y parte de este XXI. Su marcha pone fin, de manera simbólica, a la centuria pasada, porque si bien es cierto que quedan vivos personajes notables de ese tiempo, ella, y quizás Henry Kissinger, eran los únicos que ejercían aún un papel relevante en el mundo. Ella a años luz del estratega norteamericano. Hace pocos días murió Gorbachov, que fue muy importante, pero, como casi todos los de su edad, languidecía olvidado. Isabel II no, seguía hasta ayer, literalmente, ejerciendo como Reina. Reino Unido se enfrenta a una catarsis como no la ha vivido en muchas muchas décadas. El mundo pierde a uno de sus mitos.

jueves, septiembre 08, 2022

El BCE subirá tipos, ¿cuánto?

Hoy hay reunión del BCE en Frankfurt y decisión sobre los tipos de interés en la eurozona. Cuando las cosas van bien la política monetaria es un arte fino que exige tocar poco y que apenas se nota. Cuando van mal obliga a tomar medidas duras que hacen mucho ruido e influyen de manera directa, y también indirecta no controlable, en la economía y sus agentes, entre los que nos encontramos usted, querido lector, y yo. Que hoy el BCE vaya a subir tipos significa que el coste de los créditos nuevos y las renovaciones de los existentes se encarecerán, que se cerrará el grifo del propio crédito a particulares y empresas y que, con ello, se frenará la economía.

La gran obsesión de un banco central es la inflación, y ahora mismo la de la eurozona está en unos niveles insoportables. En su estrategia para mantener la credibilidad de sus políticas, una de las principales causas por las que pueden ser efectivas, ya adelantó el BCE que habría subidas en sus siguientes reuniones tras el verano, por lo que el signo del movimiento no es sorpresa. Sí puede serlo la intensidad. Se ha apostado mucho por un aumento del 0,5% pero, desde hace algunas semanas, ha ganado fuerza que la subida sea aún más intensa, del 0,75%, lo que sería el mayor incremento en la serie histórica de decisiones de la entidad desde su fundación. Esta apuesta por una subida tan dura parte de aquellos que ven como la inflación no cesa y contemplan, además, como el euro sigue en una constante senda de depreciación respecto al dólar, con el que ha perdido la paridad. A la inflación derivada de los costes energéticos fruto del chantaje ruso y su consecuencia en los mercados se suma el hecho de que, como se pagan en dólares, el coste de las materias primas energéticas que la UE importa, sí o sí, se encarece de precio por el mero factor del cambio de moneda. Más de un 5% se ha depreciado el euro en estos últimos meses, lo que supone otro factor que calienta aún más los precios en la UE y que complica las cosas. La subida intensa se ve como un intento por parte de la autoridad monetaria de frenar esa bajada en la cotización de nuestra moneda y aplacar así una de las vías por las que los precios inundan nuestro barco. Es evidente, por otro lado, que cuanto mayores sean las subidas de los tipos más intenso será el frenazo que la política monetaria estará imponiendo a la economía europea, y mayores las tensiones entre los títulos de deuda de los países centrales y periféricos, por lo que se corre el riesgo de vestir a un santo para destapar a otro, por así decirlo. Son demasiados los frentes ante los que debe combatir el BCE y pocas sus herramientas, y muy burdas en algunos casos. Jerome Powell, el presidente de la FED norteamericana, el BCE de allí para entendernos, dejó claro en su última comparecencia que las medidas de subidas de tipos que se están dando provocarán daño en la economía, en las empresas, en los hogares. Que lo sabe y siente, pero que hará todo lo que esté en su mano para someter a la inflación, sea cual sea el daño que pueda causar, porque este será menor que el provocado por la subida de precios. El BCE está ante la misma situación. Sólo puede actuar frenando la economía para poder domesticar la inflación, pero aquí la situación es peor que en EEUU, porque allí el chantaje energético putinesco, de efectos globales, se nota mucho menos que en una Europa dependiente por completo de las importaciones energéticas, rusas y no. Si el gas disparado provoca cierres de empresas y una nueva ola de ERTEs, en este caso no por Covid sino por chantaje, ¿cómo los van a afrontar los estados? El abandono de las inyecciones monetarias del BCE creadas por el motivo pandémico ¿acabarán siendo suplidas por nuevos paquetes que financien deuda pública que cubra esos cierres fruto del chantaje? No sólo de tipos de interés vive la política monetaria, pero lo cierto es que la institución y los gobiernos europeos se enfrentan a una crisis de oferta ante la que los disparatados niveles de deuda, exorbitados por los años de la pandemia, han dejado al presupuesto con poco margen de actuación. Y no, los tipos de interés no lo pueden todo.

Putin, que sabe todo esto, y que aunque no quiera verlo contempla como la guerra en Ucrania no va como quisiera, conoce las debilidades de las acomodadas sociedades europeas, y puede hacernos sufrir mucho, no sólo de frío, provocándonos la recesión a la que nos encaminamos con elevada probabilidad. El reto al que se enfrentan las autoridades e instituciones europeas en los próximos meses es enorme, y requiere un elevado grado de consenso social para hacerle frente. De momento, hoy tenemos freno o frenazo en forma de subida de tipos. Si al final suben el 0,75% el día de hoy ya quedaría marcado en la historia monetaria europea. No lo descarten.

miércoles, septiembre 07, 2022

Nueva primera ministra británica

Desde que el condenado David Cameron decidió poner en marcha el referéndum para la independencia de Escocia, salvado con un resultado unitario por los pelos, la política británica ha ido descendiendo sin cesar a un grado de degradación inaudito por aquellos lares, o por lo menos visto desde aquí. En ciertos aspectos se parecen a la nulidad de quienes dicen regirnos a nosotros, y que aquí la política sea un abrevadero de oportunistas incapaces no tiene nada de novedoso, pero allí sí. Cierto, son hipócritas hasta el extremo, pero la dirigencia británica siempre ha sido responsable y no ha hecho tonterías que avergüenzan hasta a sus compatriotas de balconing.

No hubo muchas sorpresas en la elección, conocida ayer, de Liz Truss como la nueva primera ministra del país. En la disputa con su rival, Rishi Shunak, Truss empezó a despuntar en las encuestas internas del partido conservador desde un principio, dada la acusación de traidor que caía sobre Rishi, al ser su dimisión la que precipitó definitivamente el derrumbe de Boris Johnson. Los dos son jóvenes y peso pluma en lo que hace a sus credenciales políticas y de capacidad. No se conocen grandes méritos de sus carreras salvo sus perfiles estudiantiles y una temprana introducción en los círculos conservadores. Truss ha dado bastantes bandazos en lo ideológico y, por ejemplo, ha pasado a ser una defensora de la permanencia del Reino Unido en la UE a ponerse a la cabeza de la manifestación celebrando la salida. Lo que sea capaz de hacer es una incógnita, y más frente a los enormes retos que le esperan. Por de pronto ha decidido arroparse en la imagen de Margaret Thatcher, lo que es un guiño al electorado más conservador y nostálgico, e incluso en algunos de sus mítines ha parecido con vestidos similares a los empleados por la carismática política, pero más allá de unas declaraciones genéricas poco se sabe de lo que quiere hacer realmente. Suple a Boris, el inefable Boris, la estrella de todo humorista y comentarista político, el hombre que, como su pelo, nunca paraba quieto, que consiguió una arrolladora victoria electoral y que él solito la desperdició con un comportamiento más propio de un adolescente gamberro de que de un responsable político. No consta que, frente a las exigencias levantadas en torno a la primera ministra finlandesa, nadie pidiera hacer test de drogas a Johnson y su entorno tras las innumerables e ilegales fiestas que se han dado en las residencias oficiales, pero es probable que el resultado no fuera tan nulo como el balance de su mandato. Johnson ha soñado desde pequeño con la figura de Winston Churchill, se ha llegado a sentar en el mismo lugar en el que el gran Winston comandó la lucha por la libertad europea, y su paso por esos “cabinet war rooms” será recordado como una auténtica parodia del poder, como un desmadre en el que la irresponsabilidad absoluta, la desidia y la total asunción de que las normas no son de cumplida obligación eran la marca de la casa. Si Truss consigue no generar escándalos y sosegar la vida política británica ya habrá hecho méritos para ser mejor recordada que el inolvidable Boris, pero es que eso no le va a bastar, ni mucho menos. Sumida en una crisis económica devastadora por la guerra en Ucrania y la restricción energética, la sociedad británica lleva semanas de constantes manifestaciones en demanda de respuestas ante el alza de unos precios que crecen allí incluso más que aquí, aunque parezca imposible. El autogolpe en la espinilla infringido con el Brexit aumenta los dolores económicos y comerciales en un país que sigue siendo una referencia global en muchos aspectos pero que, también, da muestras de decadencia en otros tantos. La industria y tecnología británica llevan tiempo en franco retroceso, y es la entrada de capitales gestionada por la city y su papel global como gestor financiero lo que mantiene a Londres como uno de los centros del mundo. La ciudad sigue pujante, desatada, pero el resto de la nación no.

Quizás la degeneración a la que estamos asistiendo en la política británica sea otra muestra de la decadencia de la nación, no tanto de sus instituciones, que aguantan, como de esa forma innata de gestionar el poder que los anglosajones han demostrado ejercer con maestría para sus propios intereses el último par de siglos, y que parece estar diluyéndose en medio de desmadres, luchas internas, debates absurdos y cosas por el estilo. Soy más anglófilo que francófilo, empirista que sujeto a las tesis filosóficas de los obtusos intelectuales parisinos, por lo que prefiero un Reino Unido estable y competente a lo que es ahora. ¿Qué hará Truss? Toda una incógnita.

martes, septiembre 06, 2022

Quinientos años de Elcano

Hoy, 6 de septiembre de 2022, se cumplen el quinientos aniversario de la llega de Elcano y un puñado de harapientos acompañantes a Sanlúcar de Barrameda, a bordo de la Victoria. Hacía tres años que una expedición, encabezada por Fernando de Magallanes, había partido de ese mismo lugar, en unos barcos que hoy en día da miedo ver, más imaginar, con el loco propósito de circunnavegar el mundo, demostrar que la Tierra es redonda y volver a ese mismo puerto por el lado contrario del que se partía. Visto en perspectiva, la audacia de aquella misión era tal como lo incierto de su cometido, teniendo en cuenta que, pese a que ya los griegos lo habían probado, casi nadie creía que la Tierra fuera esférica.

El viaje de Magallanes, fallecido en el entorno de las Filipinas, concluido por Elcano, es una odisea a la altura de las mayores gestas que se han dado en la historia humana. Reúne todos los ingredientes para llenar páginas y páginas de épica, emoción, aventura, miedo y sueños, y es, en definitiva, una de las grandes proezas humanas. El hecho de que la mortalidad de la expedición se acercase al 90% indica hasta qué punto era duro aquello, y también lo cerca que pudo estar de no haber concluido, porque el retorno desde Filipinas comandado por Elcano fue una sucesión de desgracias y pérdidas de tripulación que, por momentos, hacía ver el fracaso como el único puerto disponible. Ese viaje es una reescritura perfecta de la odisea homérica, con el agravante que el héroe clásico volvía a casa desandando el camino que presuntamente recorrió cuando partió de ella, rumbo a Troya. En el caso de la expedición de Magallanes, todo era un descubrimiento constante, porque no estaba claro ni si habría un paso que permitiera cruzar el continente americano por su extremo sur ni otro montón de cosas. El estrecho que ahora honra la memoria del navegante luso fue descubierto en ese intento de bordear las costas americanas, y resultó que había paso, pero pudiera ser que no, los mapas que los marinos llevaban en sus tartanas no recogían más allá de las costas orientales americanas, y algunas de las poblaciones que se encontraban a orillas del Pacífico, descubiertas por los aventureros y conquistadores españoles, que se habían adentrado tierra adentro y llegado al otro extremo del continente, pero el sur era lo que se denominaba “terra incognita” misterio, una zona en la que las líneas del mapa se desdibujaban y se convertían, literalmente, en nada. A cada milla que avanzaba la expedición descubría costas, territorios, moradores y paisajes, que nunca antes habían sido observados por europeo alguno. Es imposible hacerse a la idea de lo que eso puede suponer cuando ahora, en nuestros móviles, damos un par de pulsaciones a la pantalla y se nos despliega una vista satelital de todo el planeta con un grado de detalle y precisión que asumimos como normal, pero no lo es. Involucradas tanto la corona portuguesa como la española en la financiación de la aventura, el logro de lo conseguido es de ambas, y Elcano es el primero que puede colocar en su escudo nobiliario el “circumdederunt me” indicando que es el que ha conseguido darle la vuelta al mundo. La corona española fue rácana con los reconocimientos al marino de Getaria, creando la tradición hispana de ingratitud a los hijos que descubren, crean y conquistan, pero no ven reconocida su labor por las autoridades y los que en su tierra habitan. De tratase de otra nación europea Elcano tendría monumentos de talla ciclópea en ciudades y costas, avenidas enormes y su figura sería recordada con el boato que caracteriza a dichas naciones a la hora de recordar a sus hombres ilustres (y sí, también a sus indignos) Aquí no. Es probable que el mayor número de referencias que se den a la figura de Elcano sea en asadores y restaurantes de todo tipo, pero exceptuado el bautizo del buque escuela de la armada con su nombre, pocos son los homenajes y monumentos que recuerdan esta gesta. Hoy mismo, día del aniversario, el Gobierno Vasco ha decretado festivo, cosa que es de señalar como correcta, pero no creo que haya grandes actos en Madrid ni en otras ciudades, salvo probablemente en la citada Sanlúcar. Parece que nuestros políticos y dirigentes están más interesados en un teatral cara a cara que se va a producir por la tarde en el Senado que en rememorar la historia. Ya, de arreglar problemas de verdad, ni les cuento.

Ha habido algunas polémicas en estos últimos años entre el gobierno luso y español sobre cómo abordar el recuerdo de esta gesta, dado que ellos le dan más peso a la figura de Magallanes y nosotros a la de Elcano. Creo que es un error por parte de ambos países enzarzarse en discusiones absurdas ante un hecho que les trasciende completamente. Tripulaciones portuguesas y españolas, con financiación mixta, emprendieron uno de los viajes más alucinantes de la historia de la humanidad, demostraron lo que Eratóstones fue capaz de elucubrar muchos siglos antes con un par de palos de madera y cambiaron nuestra visión del mundo. El mérito es de todos ellos, de los que partieron, llegasen o no. Son héroes absolutos.

lunes, septiembre 05, 2022

Gas ruso cortado

Desde hace meses se habla del uso por parte de Rusia del gas como un arma más dentro de su estrategia militar y política. La posibilidad de que se produjera un corte de los suministros a Europa estaba sobre la mesa de muchos debates, y la mayoría creíamos que eso iba a tener lugar tarde o temprano. No pocos, quizás por ingenuidad, algunos por cálculos económicos y otros por el mero seguidismo a las tácticas rusas, negaban esa opción. Es impensable que Rusia corte la fuente principal de sus ingresos, ni se atreverá ni le conviene. Si lo hace destruye su mercado y se arriesga a un futuro sombrío. No lo hará. Pues bien, ya lo ha hecho.

La excusa para suspender el flujo del Nord Stream 1, el principal gaseoducto que abastece directamente a Alemania desde los campos de extracción de Siberia, ha sido un problema técnico en una turbina, una fuga de aceite, y como prueba, una imagen de un equipamiento lleno de cables en los que hay una mancha. Podría ser el dispositivo que suministra corriente a la vitrocerámica de su casa sobre el que se ha derramado un café, pero dice Gazprom que es lo que es y que supone un problema técnico insalvable, con la misma cara dura con la que el matón de barrio rompe los escaparates a un comerciante y le dice que, con las lunas rotas, no puede vender en su calle. El corte se ha producido cuando Alemania ha anunciado que tiene sus reservas llenas en el entorno del 80%, que es el requisito que había pedido la UE a los estados miembros para poder hacer frente a las incertidumbres de suministro. Lo cierto es que, al menos, las incertidumbres se han terminado, el suministro también. Quedan algunos conductos que abastecen a Europa, atravesando países continentales, uno de ellos por la torturada Ucrania, pero el flujo que aportan es mínimo comparado con el que procedía de la fuente principal. El que ese gran gaseoducto estuviera funcionando el último par de meses a un rendimiento muy bajo, poco más de su quinta parte de capacidad, ha permitido a los alemanes hacerse una ligera idea de lo que se les viene encima, pero ese menor suministro se ha dado en la época de menor consumo, en la que la práctica totalidad del gas es utilizado por las empresas que, para su producción, carecen de alternativa. Algunas de ellas, trabajando de manera liviana al estar en el vacacional verano, no han notado escasez de flujo, si precios disparatados, y han comenzado a cerrar al convertirse en ruinoso su negocio. Eso mismo ya pasa en España. A partir de ahora, con la llegada plena del otoño, la producción a su nivel normal y las temperaturas bajando, el consumo de gas crecerá, tanto para usos industriales como de cualquier otro tipo, y las reservas, que han ido subiendo muy despacio, empezarán a bajar a mayor velocidad. Es obligación, supongo, por parte de los políticos y dirigentes, de lanzar mensajes de calma, de asegurar que con las reservas que se dispone podremos hacer frente al otoño invierno, y que no pasa nada, pero la verdad es que la sensación de estar en un barco que se hunde en medio de mensajes tranquilizadores de la tripulación es tan elevada que resulta imposible no usar metáforas de ese tipo. Todos sabemos que la economía y vida europea no es plenamente viable sin el acceso a la barata energía rusa, y más en naciones como Alemania, que han hecho de ese suministro un monocultivo. La imagen de personas haciendo cola para comprar carbón o leña retrotrae a tiempos pasados, casi de blanco y negro, pero sobre todo pone sobre la mesa a los miles, millones de personas, que carecen de la opción de darse calor al carecer de chimeneas o no vivir en lujosos adosados o urbanizaciones de casas. Los millones de pisos que viven, vivimos, de calefacciones centralizadas o de suministros individuales de gas estamos abocados a restricciones cuando las famosas reservas empiecen a flaquear, pero la situación es mucho más grave para empresas e industrias que no tienen otra alternativa que el gas, y que ven al ERTE de hace un par de años nuevamente en el horizonte. Hornos cerámicos, generación de fertilizantes, cracking, químicas, etc.. el número de industrias que sólo usan gas y no pueden hacer otra cosa es enorme, su impacto igualmente gigantesco. Si con los precios actuales apenas pueden, a medida que se tense el suministro tendrán que ir apagando sus instalaciones. Y entonces el frío no sólo será ambiental.

Este es el gran chantaje que nos plantea Putin a los europeos. Si seguimos apoyando a Ucrania, política, militar y financieramente, nos hará sufrir, pasar frío y ruina. Si nos rendimos y abandonamos a Zelesnky aflojará la soga, el gas fluirá, los precios bajarán y la energía dejará de ser inflacionaria. Tan sencillo como eso. Está en nuestra decisión moral el que el mafioso del Kremlin nos haga sufrir más o menos. Es tan sencillo y crudo como esto. A medida que su chantaje se haga efectivo las sociedades europeas se empezarán a levantar contra sus gobiernos, reclamando el fin de la guerra. Y Vladimir lo contemplará todo desde su caliente despacho, con su gran mesa. Ese es su plan. Vencerle exigirá un enorme sacrificio colectivo.

viernes, septiembre 02, 2022

Así actúa la mafia rusa

Tiene su relativa gracia ver películas y series de mafiosos, aunque no sea mi género predilecto. Uno de sus problemas es que encumbran a sujetos carentes de escrúpulos y de un sentido extremo del utilitarismo, en el que lo moral estorba. A veces parecen caricaturas, pero la realidad viene a mostrar que los guionistas de esas producciones no se atreven a hacer lo que sí ejecutan los mafiosos de la vida real. Si hay que deshacerse de uno de los nuestros, o que al menos antaño lo fue, se le elimina, sin piedad ni disimulo. Y si ese unos son muchos, no hay problema, siempre hay espacio en las morgues. Se fabrican nuevas si hace falta.

Probablemente a usted no le sonase de nada el nombre de Ravil Maganov, que ayer saltó a la fama en los medios, precisamente mediante un salto. Era el presidente de Lukoil, la mayor petrolera privada rusa, aunque “empresa privada en Rusia” es, en sí mismo, una expresión bastante falsa. Maganov estaba ingresado en una clínica de lujo en Moscú y estaba siendo tratado de una enfermedad cuando, ayer, de repente, se precipitó por la ventana del sexto piso del edificio y murió al estrellarse contra el suelo. Así, de golpe. Uno de los problemas que tiene el lenguaje escrito es lo complicado que resulta transmitir la ironía que, al hablar, se gestiona perfectamente con flexiones del tono de voz y del movimiento de los brazos y manos. Hacerlo por escrito requiere un montón de caracteres, como esos entrecomillados de antes, y acaban saturando. Y es que, muy probablemente, Maganov ni estaba ingresado ni estaba enfermo ni estaba siendo tratado. Incluso eso que se denomina clínica puede que no lo sea, al menos del todo. Lukoil, es decir Maganov, fue una de las pocas grandes empresas rusas que lamentó el inicio de la guerra en Ucrania y deseó que fuera lo más corta posible. Se salió del discurso oficial del régimen, y eso tiene sus inconvenientes. Probablemente quien decidió que Maganov presidiera Lukoil es quien se cansó de él y determinó que podía ser eliminado, y unos sicarios actuaron ayer en la clínica, proporcionando una versión de la eutanasia muy rusa. No es Maganov el último oligarca que muere en extrañas circunstancias, expresión que se usa para no decir asesinato cuando no están claras las pruebas del mismo. Ya van cinco o seis los que han tenido accidentes de todo tipo, aunque es verdad que lo de caerse desde una ventana de un piso alto abunda entre ellos. No tienen pinta de adolescentes británicos, aunque seguramente beban como ellos, por lo que a priori descartaría el balconing como causa de los incidentes. La verdad es que esto que sucede en Rusia no deja de ser la continuación de una arraigada tradición local, que se da allí y en todas las naciones en las que la mafia se hace con el poder y controla todos los tentáculos, pero es cierto que Rusia es una de los países en los que sus dirigentes más y mejor han empleado las políticas del terror a la hora de gestionar bienes y propiedades. En definitiva, son profesionales. Putin y su camarilla se han hecho con el control de todos los recursos del estado y de las grandes corporaciones, y las entregan a arrendadores como manera de comprar sus voluntades, a sabiendas de que quien se meta en este juego puede hacer dinero y fortuna como nunca hubiera soñado, dejando la vida en manos de quien le ha otorgado las prebendas, eso sí. Si en algún momento el agraciado empieza a pensar por sí mismo, se muestra discrepante o dice algo que no debe, no tardará mucho en recibir la visita de los emisarios de quien realmente manda, recomendándole que cambie de opinión. No se cuántas oportunidades otorgarán este grupo de salvajes a sus súbditos para reciclarse y volver al redil. Quizás pocas, espero que al menos una. Si la cosa no discurre como es debido, siempre habrá enfermedades, clínicas, ventanas, venenos o lo que sea a mano. Por liquidar que no sea.

Ayer pudimos ver a Putin, el jefe de todos los capos, en una escena digna de la mejor producción de Hollywood, presentando sus respetos brevemente ante el féretro de Gorbachov. Escena sobria, seca, sin palabras, casi sin color, en la que uno se imagina como el leviatán que sostiene unas hipócritas flores se relame de gusto ante el cadáver de quien trato de reformar el estado totalitario que recibió de herencia y acabó siendo expulsado del poder, dejando vía libre a que mafiosos como Putin se hicieran con él. Con semejantes sujetos estamos tratando en esta Europa en guerra, chantajeada hasta el extremo. No dudarán en buscar cual es la ventana más adecuada por la que arrojarnos.

jueves, septiembre 01, 2022

Empieza el descuento en los transportes

1 de septiembre y se acaba la fiesta. Miro por la ventana de la oficina y veo lo mismo que en julio y agosto, un Sol que nace dominando sin obstáculo alguno, preludio de otro día por encima de los treinta grados, pero si se fija uno en el calendario quedaron atrás ya los meses sin “r” del año y empezamos la segunda tanda de los que la tienen, tercer cuatrimestre y el camino que precede a las noches largas de invierno. Llega el tiempo más temido por muchos desde que, en febrero, empezó la maldita guerra rusa contra Ucrania, y lo que vaya a suceder en este tiempo que se nos abre dependerá, sobre todo, de lo que el dictador Putin desee que pase. El resto reaccionaremos mejor o peor ante sus chantajes y desafíos.

Por de pronto hoy entra en vigor la medida del descuento en los transportes públicos, que se convierte en gratuidad en los abonos de cercanías de RENFE. Recuerden que nada, nunca, es gratis. Si usted no va a pagar por el uso de ese servicio es debido a que el gobierno deriva ingresos obtenidos de los impuestos o de la deuda para cubrir lo que antes usted abonaba, dejando de pagar otra cosa, o emitiendo más deuda para hacer frente al sobrecoste. En todo caso, ya hoy se veían colas en las máquinas de billetes de la red de metro de Madrid, que no se convierte en gratuita, como el resto de servicios de transporte autonómicos y locales, pero sí experimenta una sustancial reducción de precios. Como vivo en Madrid capital y soy usuario de la llamada zona A del servicio, que incluye lo que es la ciudad en su conjunto, el abono de treinta días que cargo en mi tarjeta es válido para todos los trasportes públicos; metro, autobuses y cercanías, por lo que no voy a sacar el abono gratuito para la red de trenes. A la vuelta de mis dos semanas de vacaciones agosteñas tuve que recargar el abono, por el que pagué la cuantía normal, unos 55 euros, así que no me beneficiaré del descuento aplicado hasta bien pasada la mitad de este mes, cuando tenga que volver a recargarlo. En principio, creo, el descuento llegará hasta el 50%, siendo una parte asumida por el gobierno regional y otra por el nacional, pero ya saben que aquí siempre hay discusiones y mensajes de todo tipo, por lo que veremos a ver finalmente qué descuento se aplica. Y sobre todo, para entonces ya podremos ver cómo funcionan los servicios rebajados en el día a día una vez que se produzca la incorporación de la gente que los usa. A lo largo de esta semana el volumen de usuarios de metro ha ido subiendo notablemente, y la siguiente, con la reapertura de los colegios, supondrá la vuelta plena a la realidad. Si los servicios de cercanías ya aducían problemas derivados de una oferta escasa y saturada ante la demanda urbana, su “gratuidad” puede llevarlos a un punto de colapso si RENFE, el operador, no se pone las pilas y aumenta frecuencias, saca a trabajar a todas las unidades posibles y tiene mucho cuidado de realizar con presteza todas las labores de mantenimiento requeridas para evitar averías que, en muchas ocasiones, se deben a la pura dejadez. Si en un día normal de antes un servicio de trenes urbano podía crear un elevado caos en el caso de que se diera una incidencia ni les cuento lo que puede pasar cuando, me imagino, los trenes estén mucho más llenos gracias a esta medida. Espero que alguien haya pensado todo esto, amoldado las frecuencias a la previsión de incremento de demanda y trabajado como es debido para que, aquí y en el resto de los centros urbanos de España que tienen cercanías, la medida no muera de éxito. Otra prueba de fuego para ello será si algún día vuelve a llover, eso que tanta falta hace. La lluvia convierte a las ciudades en un lío, caotizando el tráfico y disparando los atascos, y alentando al uso del transporte público, porque coger una bici o pasear es mucho más incómodo bajo la lluvia que en una mañana semiveraniega. Quizás, puede, ojalá, la semana que viene llueva en Madrid.

El objetivo principal de esta medida es reducir el volumen de tráfico en las ciudades, haciendo que el ciudadano pueda optar por una alternativa que le permita ahorrarse la compra de combustible caro y al gobierno reducir la factura de compra de petróleo, que se importa en su totalidad. Lo “malo” de esta medida es que sólo beneficia a los que vivimos en ciudades que tienen transporte público y que nos sirve tanto para llegar a casa como al trabajo. Sí, no somos pocos, pero no somos todos. Muchos deben seguir usando el coche por obligación, porque por horarios, servicios o mil otras causas el coche es la única manera que tienen de poder llegar a donde deben, sea trabajo, colegios, casa o lo que fuera. Vamos a ver qué tal funciona este experimento.