miércoles, octubre 31, 2018

El ocaso de Ángela Merkel


Cuando en septiembre del año pasado volvió a ganar las elecciones a la cancillería, el gesto de la noche electoral de Ángela Merkel era el de la más amarga de las victorias de su carrera. Quedó primera, en nombre de su formación, la CDU, pero con el resultado más bajo de las cuatro elecciones a las que había concurrido. El ascenso de los ultraderechistas de AfD era la noticia de la noche, y los resultados no dulces de la CDU eran gloria comparados con el desastre social demócratas del SPD, hundido. Merkel sabía so sólo que tenía que negociar, sino que lo debía hace desde una posición más débil que en el pasado y con un socio tocado y casi hundido. Esa noche Merkel empezó a ver el fin de su carrera. No lo dijo, pero su gesto, impertérrito, hablaba por ella.

El lunes lo dijo en forma de discurso ante los suyos. Un nuevo batacazo electoral regional, esta vez en el Lander de Hesse, ha precipitado las cosas. La escena se repite de manera matemática en cada elección regional, con esa precisión que asociamos a lo germánico. La CDU gana pero no consigue fuerza para gobernar en solitario, los socialdemócratas baten récords de bajada y se hunden sin cesar y los extremistas de AfD y los verdes capitalizan el voto del descontento, situándose ambos como fuerzas preminentes, en el caso de los verdes como segunda opción en más de un estado federado. Las encuestas han anticipado bien estos escenarios, y Merkel, consciente de que la base de su poder omnímodo en la CDU, sus resultados electorales, mengua, ha optado por iniciar la retirada. En su comparecencia del lunes anunció que no se presentará a la reelección como presidenta de su partido en el congreso que tendrá lugar este diciembre, y que no se presentará más como candidata a la cancillería, siendo este su último mandato que, si logra llevarlo a término, expirará en septiembre de 2021. Esto último está por ver, dada la debilidad de la actual gran coalición y la erosión del poder que va a sufrir Merkel una vez que ha anticipado sus movimientos y ha dejado pista libre a sus posibles sucesores. El fin de Merkel es el fin de una era en Alemania y en Europa, y en parte, también en el mundo. Pragmática, seria, austera en forma y fondo, apodada por muchos alemanes como la “mamma”, la madre que los cuida, ha sido Merkel un animal político de primera división que ha regido los destinos de una Alemania que, en medio de la crisis global, se ha convertido en la regente de Europa, haciéndola a ella en cierto modo dueña y señora de los designios del continente. Nada ha sucedido en estos años en la UE sin el permiso, explícito o tácito de Merkel, que ha dejado en evidencia la debilidad de otros posibles aspirantes a ese papel de mando, especialmente de todos los franceses que han pasado por el Elíseo. Criticada por muchos, alabada por pocos, escasamente defendida, su gestión en Alemania ofrece unas cifras económicas que no son todas de oro, pero siguen siendo la envidia de medio mundo y gran parte del otro. En Europa su apuesta por la austeridad le granjeó enormes enemigos, pero en su defensa hay que decir que todos enfrentamos una crisis monstruosa sin los instrumentos adecuados para combatirla y en medio del histerismo global. Muchas cosas pudieron hacerse de manera distinta, sí, peo es muy fácil decirlo a posteriori, y olvidar lo que fueron nuestra prima de riesgo de 600 puntos o la casi salida de Grecia del euro. En esos momentos, con sus aciertos y errores, sólo Merkel mantenía la compostura, entre la debacle de los liderazgos nacionales que eran de quita y pon, sin sustancia ni ideas. Ella determinó el rumbo de lo que actualmente son nuestras economías, para bien y para mal. Quizás todo lo sucedido en torno a la crisis marque demasiado la valoración de su mandato, y eso sería injusto.

En un tiempo de liderazgos populistas, demagógicos y chillones, Merkel ha sido la callada voz de la sensatez que ha servido de punto de referencia para muchos, y de sosiego para casi todos. Su decisión más polémica, la que más costes políticos le creó, fue la de acoger a los inmigrantes sirios hace un par de años, lo que fue utilizado por extremistas de todo el mundo para atacarla. Con la llegada de Trump al poder y el delirio a Washington, Merkel se ha convertido en la líder sensata, a la que asirse. Sus declaraciones a favor de la libertad, el respeto institucional, el multilateralismo y la seguridad jurídica son islas en medio de la pesadilla política que vivimos. Se le echará mucho de menos, muchísimo.

Mañana es fiesta pero no me cojo puente. Nos leeremos, unos poquitos valientes, el viernes 2

martes, octubre 30, 2018

Terrorismo antisemita en EEUU


Pensamos a veces que eso del antisemitismo es algo que se estudia refiriéndose siempre al pasado, a décadas o siglos superados, que se menciona en exposiciones y documentales para recordar horrores pretéritos que buscamos, que no se repitan. Pero no, no es así, un es algo remoto y perdido ni, parce, logramos evitar que vuelva a la actualidad en forma de violencia sectaria, destrucción y muerte. El antisemitismo no es algo vinculado al blanco y negro, sino que adquiere forma corpórea en este mundo de digital multicolor. Se ve que las pesadillas y fantasmas que forman parte de nuestro peor subconsciente no hacen sino aflorar, sea en forma de octavilla o de meme.

El ataque del sábado en Pittsburh, con un balance de once muertos y siete heridos, uno de ellos el autor de la matanza, nos vuelve a poner frente al espejo de esa violencia desatada, terrorista por su forma de ser y actuar, y reabre debates que nunca se cierran en unos EEUU que asisten, entre asustados y desconcertados, al crecimiento de violencias por motivos políticos. El autor de la matanza había dejado mensajes en redes sociales que hacían prever que atacaría a una comunidad judía, por lo que no ha resultado una sorpresa. Cada vez que pasa algo así me surge la pregunta de por qué esas empresas de redes sociales que usan los datos que les proporcionamos son capaces de vendernos de manera precisa lo que deseamos pero no previenen atentados de este tipo, que se anuncian en sus foros con mucha mayor claridad. Y la respuesta es obvia, a esas empresas no les interesan nuestras vidas, sino nuestro dinero. Pero no es ese el tema del que quería hablar, sino el de la violencia antisemita. Así, como quien no quiere la cosa, Robert Bowers, de 46 años, ha perpetrado la mayor matanza de judíos realizada nunca en los EEUU, poca cosa comparado con los pogromos que han salpicado la historia europea a lo largo de siglos, pero mucho, muchísimo, para la tierra de acogida a la diáspora judía que ha sido EEUU, un lugar en el que los miembros de esa comunidad, perseguidos por todas partes, han encontrado refugio y seguridad. La historia de los judíos está llena de matanzas y tragedias, y por ello los que huían de Europa en busca del refugio al otro lado del mar se encontraban alegres por dejar atrás la pesadilla, pero siempre temiendo que algo pudiera sucederles en su lugar de adopción. Ese sentimiento de intranquilidad anida en todos ellos como una parte más de su ser. Los movimientos de extrema derecha norteamericanos han sido, como es obvio, muy antisemitas, pero afortunadamente no han logrado calar en la sociedad ni han podido ejercer la violencia que desearían sobre ese colectivo. Sin embargo, de unos años a esta parte, han aumentado el volumen de sus improperios y las actitudes amenazantes, tanto contra judíos como negros y otros grupos de población, a los que ven como inferiores o despreciables (para un supremacista todo el mundo es inferior a él, no hacen en eso muchos distingos) y las redes sociales y la difusión global de noticias y bulos en el que vivimos les han venido muy bien para fortalecerse. Parte del fenómeno de la All Right americana tiene un fuerte componente antisemita, y algunos de sus inspiradores, como el oscuro Steve Bannon, no lo ocultan. Trump, menos en el poder, más antes de llegar a él, ha colaborado activamente en la difusión de mensajes cargados de odio tanto en contra de los judíos como frente a otras minorías sociales, y ha ejercido precisamente de todo lo que no debe ser un presidente (también) en este aspecto, no ya aumentando la crispación social, que también, sino polarizando por completo el debate, regurgitando viejas heridas que yacen en la sociedad estadounidense y buscando en todo momento señalizar a grupos de población con el adjetivo de “culpables” para achacarles las cosas que le van mal al país. De ese señalamiento a los hechos violentos hay muchos espacio, sí, pero es la manera más directa de emprenden el camino que acabe en forma de ataques o atentados. El disparatado acceso a las armas en aquel país hace el resto.

Bowers, el asesino, se enfrenta a una condena de muerte por la matanza perpetrada, pero la dura que me surge es cuántos Bowers hay esperando a hacer algo similar. Días atrás tuvimos el envío de paquetes bomba a políticos y celebridades de la órbita demócrata, remitidos por un sujeto con pinta de perturbado que parecía miembro de una especie de adoradores de Trump. Todas las ideologías pueden engendrar violencia, y deben ser usadas con sumo cuidado. Confiemos que episodios de este tipo no se repitan en el futuro, pero algo muy oscuro paree estar despertando en ciertos grupúsculos de la sociedad de EEUU, y me da que el actual gobernante del país nada va a hacer para impedir que prosperen. Y, otra vez, el que todo el que quiera pueda armarse hasta los dientes y disparar hace que estos riesgos se materialicen fácilmente en tragedias como las de la sinagoga “El árbol de la vida” de Pittsburgh

viernes, octubre 26, 2018

Ver series alta velocidad


Leo, leo mucho. En ocasiones creo que bastante más de lo aconsejable para mi presupuesto y de lo que soy capaz de gestionar en volúmenes de papel en mi nanopiso. También escucho música, mucha, y en ocasiones simultaneo lectura y escucha, aunque a veces realizo ambas actividades en casa de manera separada, según como me dé. Esas dos aficiones ocupan casi todo mi tiempo de ocio, que es lo que queda tras bastantes horas de oficina y trabajo. A veces es un buen rato, otras no tanto, pero trato de sacar un buen hueco cada día, al menos para leer unas cuántas páginas todas las jornadas. No soy capaz de seguir el ritmo de novedades publicadas ni los objetivos de compra que a veces me pongo a mi mismo.

Como raro que soy, o fama que tengo, no estoy suscrito a ninguna plataforma televisiva de esas que están ahora tan de moda y no sigo la avalancha de series que nos invaden sin cesar. En las conversaciones de café y otros lugares escucho comentarios sobre unas y otras, y sumando a lo que leo en los medios acabo sabiendo por dónde van los tiros de lo que está ahora más en boga, de lo que parece mejor y de lo que parecía la bomba y se queda en petardos de feria, y uno de los comentarios habituales es el de la imposibilidad de gestionar la avalancha de contenidos, de producción que esas plataformas generan. Se ha convertido en costumbre habitual el pegarse una panzada de temporada completa de la serie que a uno le gusta, dado que ahora esas plataformas estrenan las temporadas con todos los capítulos. Lo de ver uno por semana y esperar a ver qué pasa se ha convertido en una antigualla, y el maratón de consumo es lo que se lleva. Es tal la cantidad de producción que los emisores detectan que empiezan a ser bastantes los que las ven de manera acelerada, a 1,X o 2 de su velocidad normal de reproducción. ¿Qué buscan los que así lo consumen? Quizás saciar su apetencia de dosis televisiva, y en no pocos casos el poder interaccionar con los que saltan al ruedo de las redes sociales para comentar, destripar, criticar, algunos incluso alabar, lo que se está viendo. Parece que hay carreras por ser el primero en devorar la serie, el producto, y tuitear al respecto, en un comportamiento que cada vez me recuerda a los enfermos de bulimia, que devoran la comida con un ansia ciega para luego vomitarla con una mayor intensidad aún. Cada pocos meses prensa y medios audiovisuales publican titulares del estilo de “las tropecientas series que no te puedes perder en los próximos meses” movidos sin duda por el interés económico, dado que algunas de las recomendadas son producidas por sus propios grupos empresariales, pero llamadas de este tipo surgen por doquier y alimentan una especie de carrera desenfrenada por el consumo, convirtiendo la red, plataformas y el salón de las casas en la versión moderna de esas carreras que veíamos antaño al inicio de las rebajas, con consumidores buscando desesperados la ganga para sentirse afortunados por lograrla y, sobre todo, dichosos al arrebatársela al de al lado. Las series se han convertido en una nueva especie de droga, o producto de necesario consumo para poder ser alguien, y eso ha disparado los clientes e ingresos de empresas como Netflix, Movistar o HBo, por citar a las más granes, que juegan con este efecto llamada, ofreciendo además la posibilidad de consumir sus productos en cualquier soporte y ocasión, lo que flexibiliza mucho su uso y favorece que el consumidor pueda rellenar momentos de ocio mucho más allá del salón de su casa. Ya no es raro ver personas consumiendo series en el metro o en cualquier otro lugar. La multipantalla ya es real y funciona a pleno rendimiento, para alegría de consumidores y, sobre todo, de productores y vendedores.

La duda que me surge en todo esto es dónde está el ocio, el disfrute, porque para mi consumir algo de esa manera no tiene nada que ver con el relax. Convertir el visionado de series en una actividad estresante, sujeta a unas necesidades de tiempo que se reducen y obligan a estrujarlas es algo totalmente contrario a mi idea de pasatiempo, de tiempo libre, de consumo de objetos y servicios para pasarlo bien. ¿Se relaja uno con esta manera de ver series? ¿Vivir a 1.7 de velocidad es descansar? ¿Cuántos desearían no vivir atenazados por la necesidad de tuitear o (perodón) instagramear lo que acaban de devorar? Cada vez que pienso sobre esto la sensación que me entra es que, para muchos, ver se ha convertido en un trabajo más, igual de estresante y con obligaciones al que se desempeña en el tiempo de no ocio. ¿Es así o sólo me lo parece?

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el lunes festivo. Llega el invierno, así que abríguense de verdad. Nos leemos el martes 30

jueves, octubre 25, 2018

Arabia Saudí es nefasta, China no es mucho mejor


Tres son los intereses económicos principales que nos unen a Arabia Saudí. Uno de ellos, del que más se habla, es el mercado armamentístico, en el que España se ha hecho un pequeño hueco en el creciente impulso comprador de armas que experimenta Riad, tercer inversor mundial en ese campo. Los otros dos, de los que se habla mucho menos, son las inversiones que los saudíes (y sus naciones satélites del golfo) realizan en España, siendo la más visible por tamaño la Torre Cepsa, la del arco de las cuatro, propiedad del gobierno de Emiratos Árabes Unidos. La tercera, que nadie menciona, es el megacontrato de construcción y explotación del Ave del desierto, entre Medina y La Meca, que acaba de empezar a funcionar como tal.

Esto es geopolítca, y lo demás son tonterías. Todo el mundo sabe cómo es la monarquía saudí, como funciona, qué delitos comete y cuál es su grado de impunidad. Todos somos conscientes de que los derechos humanos en ese país, simplemente, no existen para muchos de sus residentes, y prácticamente para ninguna de las mujeres que allí viven. Pero nos callamos por intereses económicos, porque la vida es así de cruda y dura. No podemos prescindir de sus reservas de petróleo y, asociadas, de capitales. Hace un siglo, antes de que el petróleo condicionara la evolución económica y política del mundo, Arabia Saudí no existía como tal, y eran apenas unas tribus de comerciantes las que vivían en sus vastos y desérticos espacios. Está por ver si, en el futuro lejano, cuando el petróleo sea algo mucho menos importante para nuestra economía, si no vuelve a ser así aquel país y su decadencia no es inexorable. Para que eso suceda debemos inventar y desarrollar tecnologías que arrinconen al petróleo y sus derivados, que posean su impulso energético y que sean accesibles y limpias. Esa es la manera de acabar con el poder de los saudíes y de otros sátrapas que viven encima de las reservas de crudo, pero de mientras eso no suceda, usted, yo y todo el mundo giramos la llave de contacto del coche y el arranque se produce porque quema gasolina o diésel, y los aviones despegan porque queman queroseno, y la industria química consume petróleo para muchísimos de sus desarrollos. Ese es el poder de Arabia Saudí. Si España actúa de manera unilateral y renuncia a los contratos con el reino y boicotea sus acciones, el principal perjudicado seremos nosotros. Observaremos un coro de plañideras internacionales compungidas ante el salvaje asesinato perpetrado en el consulado de Estambul, pero bajo la mesa habrá codazos y carreras para hacerse con los contratos que nosotros dejemos libres. Sólo una acción común, coordinada y sostenida en el tiempo de los países de la UE, y a ser posible en unión con EEUU y otras naciones, sería capaz de lograr que un cierto bloqueo económico penalizase a la dictadura teocrática saudí, y aun así las posibilidades de que eso se mantuviera en el tiempo son escasas, porque el riego de dinero saudí es el mayor engrasador de voluntades, y tarde o temprano, atraído por el enorme incentivo de ser el primero, algún país rompería ese supuesto acuerdo y ganaría mucho por ello. Gobernar es, demasiadas veces, tomar decisiones que no gustan, escoger entre lo malo y lo peor, saber que las acciones que tomas poseen males objetivos, y pese a todo, tener la determinación para llevarlas adelante. Es el crudo, nunca mejor dicho, mundo real. Dijo Kapuscinski que los cínicos no valían para el oficio de periodista, pero para el de político, y más siendo gobernante, el cinismo es condición necesaria para ejercer.

Y es que, pongamos más cartas oscuras sobre la mesa, ¿cuál es la diferencia entre Arabia Saudí y China? Que la segunda es mucho más poderosa que la primera. Ambas son dictadura que oprimen, encarcelan, persiguen la disidencia y ejercen un poder autoritario en el que la democracia y los derechos humanos son fantasías. Eliminar el petróleo puede, como antes señalaba, debilitar el poder saudí, pero el poder chino es ya omnímodo y va camino de ser la primera potencia global ¿Renunciamos a las relaciones económicas con China? ¿Boicoteamos  Beijing? Más allá de la polémica de los astilleros gaditanos y la cercanía de las elecciones andaluzas, debemos ser conscientes de que política internacional y los intereses económicos son mundos que, tristemente, apenas interseccionan con la ética. En ese conjunto vacío nos movemos, nos guste o no.

miércoles, octubre 24, 2018

Bruselas rechaza los presupuestos italianos


Y un eurodiputado italiano de la Liga usa su zapato para pisotear el discurso del comisario Moscovici. La imagen hay que verla varias veces para creérsela y muestra hasta qué punto llega el populismo basura a usar formas obscenas en defensa de sus alocadas propuestas. Era un secreto a voces que los presupuestos italianos no podían ser respaldados por la Comisión, ni por nadie que sepa sumas y restas. Aumentar los gastos y reducir impuestos en un país con una economía que apenas crece y una deuda desorbitada es la receta perfecta para que las variables macro se desestabilicen aún más y hagan entrar a las finanzas romanas en un camino de perdición. El proyecto, como el iluminado del zapato, es irracional y lesivo para todos, italianos y europeos.

En este enfrentamiento entre la Comisión y el gobierno italiano saben los populistas romanos que a corto plazo tienen opciones de victoria y, a medio y largo, ninguna posibilidad. Recordemos, una mil,mil millones de veces, que la UE no es un ente caído del cielo, sino una unión de estados soberanos que ceden soberanía para crear algo diferente a ellos mismos, y por tanto el poder que posee la UE es el que los estados creadores le han otorgado, no menos pero tampoco más. Las armas que la Comisión tiene sobre un estado para hacerle cumplir los compromisos presupuestarios son, sobre todo, morales. Puede hacer declaraciones que dejan en evidencia la irresponsabilidad de los gobernantes, amenazar con la suspensión de los fondos estructurales, dinero que se invierte directamente en los países gracias a compromisos comunitarios, o imponer multas, que si un estado se niega a pagar poco se puede hacer para cobrarlas. Pareciera que la rebelión italiana goza de futuro próspero, pero ay, no es así. Si las cuentas italianas estuvieran saneadas podría experimentar con disparates como estos, pero no lo están. Su deuda es del orden del 130% del PIB, y desde hace muchos años presenta anémicos crecimientos. Posee fortalezas, como un superávit en balanza por cuenta corriente con el exterior y un superávit primario en los presupuestos (que ya lo quisiéramos nosotros) pero la enorme deuda le ahoga. Y esa deuda es su talón de Aquiles. Debe venderla, renegociarla y renovarla cada poco tiempo y acudir a los mercados para ello. Hasta ahora eso no era un problema porque el BCE compra deuda y todo lo que se le ponga a tiro para tratar de lograr crecimiento en la eurozona, pero la barra libre de compras de Draghi y sus chicos se acaba, y so hará tensar las primas de riesgo periféricas, empezando por una italiana que vive asentada en los caros trescientos puntos básicos. Todos señalan a que un disparo en esa prima por encima de los cuatrocientos haría insostenible al gobierno populista, y se espera con impaciencia la respuesta de los mercados, no tanto hoy, como en los próximos días o semanas. Italia, tercera economía de la UE tras la marcha de Reino Unido, es una de las grandes, es un país irrescatable en los términos de lo que se vivió en la época griega y posee tamaño suficiente como para llevarnos a todos por delante, es un “too big to fail” de libro, como lo fue España cuando se puso nuestra prima en el entorno de los seiscientos puntos y el guarismo acompañaba a las moscas de las cadenas televisivas. Esto quiere decir que la subida de las primas puede hacer volverse razonable al gobierno italiano, pero que no va a dejar indemnes a países como el nuestro, muy endeudado, que también necesitan el apoyo del BCE para renovar las emisiones y vencimientos de deuda. Italia es ya un gran factor de riesgo para la eurozona y, para la economía española, una de las principales amenazas de cara a su crecimiento potencial en este año y los siguientes. Nos pilla con los deberes presupuestarios sin hacer, con déficits que no dejan de incumplirse año tras año y con debilidad parlamentaria e institucional. Cóctel negativo.

¿Podría haber colado Italia unos presupuestos parecidos a la Comisión? Quizás sí, pero con mucha mano izquierda, negociándolos antes y jugando por debajo de la mesa cartas como su tamaño e influencia, pero no ha hecho eso. Ha optado por la confrontación directa, en un ardid populista de libro que permite a Salvini y demás impresentables (recordemos, el gobierno es algo así como una coalición entre Podemos y Le Pen) señalar a Bruselas como el gran culpable del estancamiento italiano, el perfecto agente exterior que obstaculiza al valiente y trabajador nacional que lucha contra fuerzas oscuras y poderosas. Un discurso basura hasta la nausea, pero que cosecha apoyos, y sirve de palanca a esos populistas (y a otros en todas partes) en su ascenso al poder. ¿Podrá la prima y el euro controlarlos? Veremos a ver, y que en la disputa no nos hagamos demasiado daño.

martes, octubre 23, 2018

¿Vuelven las armas nucleares?


Una importante noticia de este fin de semana ha pasado medio desapercibida. Las riadas de la gota fría en Málaga y sus trágicas consecuencias, o las infames visitas de Pablo Iglesias a sus socios y amigos secesionistas, algunos en prisión preventiva, otros fugados, han acaparado mucha atención, y la merecen, pero ocultan otras cosas que, potencialmente, pueden ser mucho más importantes que el encuentro entre extremistas que se dicen opuestos ideológicos pero que en el fondo comparten una idéntica visión del poder como ejercicio dictatorial por parte del líder, que ellos encarnan como ninguno. Lo sustancial es la vuelta a la actualidad de las armas nucleares y su control.

Realmente el titular que he escogido hoy es erróneo, porque las armas nucleares no se han ido nunca, siguen ahí, estacionadas en sus silos, fijos o móviles, prestas a ser utilizadas. Lo que ha desaparecido de la agenda pública es el miedo a su uso, y se dan como no existentes, pero es necesario recordar, en todo momento, que el arsenal nuclear disponible es más que suficiente para destruir todo el mundo muchas muchas veces. La noticia a la que me refería es el anuncio de Donald Trump, que posee el segundo arsenal nuclear más grande del mundo, de retirarse del acuerdo firmado con Rusia en los ochenta para la reducción de los arsenales nucleares de corto y medio alcance. Considera Trump que Rusia ha violado sistemáticamente este acuerdo, y más aún en los últimos años, por lo que carece de sentido que su país se mantenga atado a él. ¿Tiene razón el presidente norteamericano en sus argumentos? En el fondo sí, en lo que hace a la violación rusa de los tratados, porque no han sido pocas las paradas militares organizadas por Putin en las que se han mostrado, al menos anunciado, nuevas armas de este tipo que suponen una mejora de los arsenales que tradicionalmente ha exhibido Rusia. Además hay un factor que altera la ecuación estratégica en la que se basaba aquel acuerdo firmado entre dos superpotencias, que es China. Inmersa en una carrera armamentística propia, China empieza a tener arsenal suficiente como para ser tenida en cuenta en el escenario global como un tercer actor, y desde luego posee tecnología nuclear propia y misiles de todos los rangos y alcances posible. Mientras hay dudas entre los expertos sobre la capacidad, tecnológica y económica, de Rusia para poder mantener la estela nuclear en lo más alto, nadie duda de que los chinos serán capaces de lograr lo que se propongan, y en medio de estas rivalidades los acuerdos de reducción estratégica, esta vez los de corto y medio alcance, se convierten en papel mojado. ¿Estamos ante el riesgo de una nueva carrera de armamento nuclear? Objetivamente, sí, y eso es poner el término riesgo con una R mayúscula muy grande en el centro de todas nuestras preocupaciones. El recuerdo que tenemos de la guerra fría, los que la vivieron en su totalidad o los que la conocimos en persona ya a al final, en la década de los ochenta, está mediatizado por el temor al enfrentamiento nuclear y la certeza, alivio, de que finalmente no se produjo el apocalipsis que todos temíamos. Pero el que no tuviera lugar ese desastre fue, en parte, fruto de la casualidad. Haya varios sucesos, algunos conocidos como la crisis de los misiles de cuba, otros no tanto, relacionados con errores de información, en los que se estuvo a punto de disparar armamento nuclear como respuesta a lo que parecía una amenaza certera por parte del rival. Decisiones humanas de última hora, llenas de sangre fía y racionalidad, acertaron y evitaron un accidente monstruoso que hubiera podido desatar el fin del mundo tal y como lo conocemos. Los acuerdos entre EEUU y la antigua URSS y el posterior desmoronamiento de la misma aportaron tranquilidad nuclear al mundo y el asunto sobre estas armas se apagó como temor y noticia global. Pero siguen ahí.

El que EEUU y otros países se lancen a renovar y ampliar sus sistemas de armamento nuclear, y los supuestos escudos que protegerían a esas naciones de un ataque, es dar un paso otra vez en la errónea dirección. La estrategia de la destrucción mutua asegurada, MAD en inglés (que quiere decir loco como palabra y no como acrónimo) supo llenar de miedo a toda la población y, en parte, a los dirigentes mundiales. Si esos miedos se han apagado el riesgo de que se produzcan incidentes o errores de cálculo se dispara. Y recordemos que un “accidente” nuclear, un misil o bomba equivocada, aunque sea aislado, supondría por si solo el mayor desastre conocido en los tiempos modernos, y significaría la destrucción del orden económico y global en el que vivimos hoy en día. Los riesgos, por tanto, son excesivos. Mucho ojo a todo esto.

lunes, octubre 22, 2018

El supremo lío de las hipotecas


Eso de la seguridad jurídica, como el aire, sólo da problemas cuando falta, y puede convertirse en letal su ausencia para el devenir de la economía y la sociedad. Crear un sistema capitalista de mercado exige, entre otras cosas, reglas claras, e instituciones que las cumplan y hagan cumplir. En ausencia de estas reglas puede desarrollarse una economía, pero de otro tipo, plagada de ineficacias, injusticias y ausente de crecimiento real y sostenido. Lo que hizo el Supremo el jueves y viernes es una chapuza de enormes dimensiones, que abre otra vez en canal el mercado hipotecario y pone en un brete a todos los que en él trabajan y de él echan mano para comprar inmuebles. Pase lo que pase, el desastre ya está hecho. Falta por conocer su completa dimensión.

El jueves una sentencia del alto tribunal declaraba que es el banco (entidad financiera en general) el que debe pagar el impuesto de Actos Jurídicos Documentados, que se incluye entre los gastos de la constitución de la hipoteca. Este impuesto, una cosa puesta por el gobierno en medio del trámite hipotecario para sacar dinero, oscila entre el 0,5% y el 1,5% de la cuantía solicitada como préstamo, cifra determinada por la CCAA en la que se realiza el acto hipotecario y que es ingresada en la cuenta de la CCAA vía Hacienda. El argumento del supremo es, en principio, bastante coherente. La excusa de ese impuesto es la de gravar la constitución de la hipoteca en escritura pública y el trabajo de notarios y registradores al respecto. Y esos actos jurídicos tienen mucha relevancia en caso de impago de la hipoteca por parte del particular, porque son los que permiten al banco proceder al alzamiento del inmueble o a la persecución financiera del moroso. Si el pago es correcto, esos actos jurídicos quedan sumidos en la oscuridad y no son utilizados por nadie, por lo que en principio es el banco el más interesado en que se lleven a cabo y, por tanto, debiera pagar esos costes, que hasta ahora corresponden al solicitante de la hipoteca. Esto implicaría que los bancos debieran devolver los importes cobrados, sin que ese mismo jueves quedara claro el alcance retroactivo de la medida (había opiniones de todo tipo) pero en todos los escenarios las cifras de perjuicio para los bancos se medían en miles de millones, pocos o muchos. La banca lo pagó en bolsa y su capitalización cayó en más de cinco mil millones. El viernes seguía la discusión entre expertos sobre cómo proceder a reclamar y el palao de retroactividad y el Supremo, en una decisión inédita, ordenó parar el reloj y reunir a la sala de Contencioso Administrativo para ver los efectos de la sentencia y determinar si esta era realmente válida o no. Un ligero rebote de la banca en el Ibex, sensación de perplejidad de todo el mundo, y el caos desatado. ¿Qué es esto de que una sentencia firme debe ser estudiada? ¿Qué sucede con las hipotecas que se firman, por ejemplo, hoy? ¿Qué condiciones deben ofrecer los bancos para sus clientes? Cuestiones mil que el viernes por la tarde llenaban foros y redes sociales y que nadie podía contestar, aún no es posible, en una perfecta definición de lo que es inseguridad jurídica. Desde el viernes por la tarde las webs de los bancos no ofrecen información sobre hipotecas, ofertas y condiciones de las mismas, los particulares no saben lo que deben hacer, aunque quieran no pagar ese impuesto, y registradores y notarios están atados de pies y manos, sin poder firmar nada seguros de que vaya a ser real o no. ¿Cuánto va a tardar el Supremo en reunirse y aclarar todo esto? En la práctica, su vaivén ha bloqueado el mercado hipotecario español y, por extensión, el inmobiliario, frenándolo en seco. A buen seguro hoy se producirán cancelaciones o aplazamientos de firmas ya programadas, y las consecuencias económicas de todo esto pueden ser intensas, afectando a particulares y empresas, financieras y no. El panorama es, como pueden ver, desastroso.

¿Qué va a pasar? No lo se, pero sea cual sea la decisión del Supremo, ha perdido parte de su prestigio y ha abierto la puerta para que la banca pierda parte de lo que se ha ahorrado estos años. Tanto si ratifica la sentencia como si la enmienda del todo o se queda en un punto intermedio, asociaciones de particulares recurrirán a instancias europeas y, en ese ámbito, la banca pierde y pierde sin cesar. Los bancos debieran ir provisionando para hacer frente a este escenario, y es muy probable que las hipotecas se encarezcan, al menos lo equivalente al coste de ese impuesto, dado que la entidad puede repercutirlo, como operador intermedio. Y el particular, a esperar y ver qué se decide. Así no hay manera ni de crear mercado ni de que éste progrese. Menudo desastre.

viernes, octubre 19, 2018

El cisne negro saudí


Nassim Taleb es un pensador de origen libanés afincado en EEUU. Estadístico, filósofo, operador de mercados financieros, posee un perfil bastante renacentista, y es amante de las polémicas, en las que muestra unas formas rudas y poco caballerosas. Saltó a la fama en la crisis de 2008 cuando desarrolló su teoría del “cisne negro” que definió como ese acontecimiento poco probable pero poseedor de enormes consecuencias, que de vez en cuando se desata. La caída de Lehman Brothers en ese año, o el asesinato del archiduque en Sarajevo en 1914 son ejemplos de este tipo de sucesos, que desencadenan efectos tremendos y que, por su baja posibilidad de que sucedan, no reciben la atención debida antes de producirse.

¿Es lo sucedido en el consulado saudí de Estambul un cisne negro? Potencialmente, sí. Uno de los problemas de la teoría de Taleb es que le pasa a su concepto como a las burbujas, que sólo sabemos que estamos delante de una de ellas cuando sus efectos se desatan. Antes, en ausencia de los mismos, no podemos calificar como burbuja o cisne a sucesos que pudieran parecer tales, y de ahí el calificar lo que ha pasado en Estambul como “potencial cisne” y de paso prestarle toda la atención que seamos capaces de darle. Poco a poco sabemos más detalle de lo que allí pasó, el número de personas que estuvieron implicadas en el asesinato, y la certeza de que tal crimen tuvo lugar. Ayer, de hecho, se produjo un salto cualitativo en el engorde del oscuro cisne cuando Trump reconoció que, probablemente, el periodista Khashoggi está muerto, y amenazó con represalias. Es un cambio relevante del aliado más fiel y poderoso que poseen los saudíes en el mundo, y un primer mensaje serio por parte de la Casa Blanca a los Saud ha sido la cancelación de la presencia del Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, en el foro económico que va a tener lugar en Riad en unos días, en lo que se calificaba hace unos meses como el “Davos del desierto” por la relevancia de presencias financieras globales que se iban a citar en las arenas saudíes y que ahora ya podemos bautizar como el “Davos desértico” ante la espantada generalizada. Los costes para la monarquía saudí de todo esto empiezan a ser significativos, y la figura del todopoderoso MBS empieza a no ser intocable. Ayer se hablaba de buscar un chivo expiatorio entre alguno de los principales responsables de la seguridad del propio MBS, estableciendo así un cortafuegos que llegase cerca de las alturas familiares y que permitiese dar la imagen de una renuncia de poder por parte de los Saud y reconocimiento de culpa. ¿Es esto suficiente o estaríamos ante una mera representación? Parece más probable lo segundo, y está por ver que sea suficiente. Los saudíes y los norteamericanos (por extensión todos nosotros) estamos agarrados por nuestras partes blandas y si uno presiona y hace daño el otro lo puede hacer igualmente. El régimen feudal de los Saud subsiste gracias al petróleo y a la alianza forjada a principios del siglo pasado entre esa familia y las empresas norteamericanas que empezaban a explotar los infinitos yacimientos que se esconden en la península arábiga. Posteriormente los Saud se hicieron con el poder en el país y nacionalizaron el negocio petrolífero, pero manteniendo ventajosos acuerdos comerciales con las empresas matrices que lo explotaban hasta entonces. Hoy en día Arabia Saudí sigue siendo el país regulador del precio del crudo, con capacidad para bombear mucho o recortar la producción en apenas días, gracias a la tecnología e intensidad con la que explota sus campos, que le ofrecen un margen espectacular por cada barril que produce. Y es uno de los países que más compra a occidente, sobre todo armamento, lujo y comida. Fuentes saudíes han amenazado con hacer disparar el precio del crudo si se producen sanciones o decisiones lesivas para sus intereses. ¿Hará Trump algo? ¿Moverá realmente ficha contra su eterno aliado? Sería, de producirse, un movimiento tan relevante como chocante.

MBS, el príncipe heredero, está en medio de toda esta situación. Su política, agresiva, ha cambiado la estabilidad de la corrupta casa Saud, llevada en silencio durante décadas. Purgas masivas, guerras frecuentes en su vecindario (como la horrenda de Yemen) y una actitud de total impunidad a la hora de tomar decisiones le han dado la sensación, hasta ahora cierta, de ser intocable. ¿Ha llegado el ocaso de MBS? Está por ver, eso sería algo muy serio para el futuro de los Saud y del país que controlan como si se tratase de una finca familiar, pero no es posible descartar nada. Y todo por un asesinato cruel y propio de una película en el consulado de Estambul. No se si será cisne a la manera de Taleb, pero sí que todo pinta de un negro petróleo que no augura nada bueno. Hay que seguir esta historia sin descanso.

jueves, octubre 18, 2018

Brexit melancólico


Al menos se puede uno consolar pensando que la cumbre de ayer en Bruselas no fue tan desastrosa como la Salzburgo de hace unas semanas. En aquel encuentro se evidenció un enfrentamiento claro entre Reino Unido y la UE, con unas formas en las que Theresa May pudo afirmar sentirse acorralada por sus presuntos socios, en una escena que, recordando al clásico que se desarrolla en la zona, no tenía ninguna sonrisas e invitaba a las lágrimas. ¿Fue aquello una pose orquestada para aumentar la presión al gobierno de Londres para evitar la ruptura completa? ¿Se tensó la cuerda más de lo debido para obtener, es el caso de hoy, un encuentro más amable? No lo se, pero la sensación que da la cumbre de Bruselas es de impasse, espera.

El Brexit es un mal negocio para todas las partes, y eso lo sabemos todos, aunque algunos lo disimulen más o menos. La diferencia real ente que se produzca un acuerdo, Brexit suave, o una ruptura brusca, Brexit duro, está en cuánto daño nos queremos hacer a nosotros mismos y a nuestra contraparte, de eso es de lo que se está negociando. Y obviamente, a un europeísta convencido como yo, a alguien que cree que la única solución para nuestros problemas comunes es unirnos, y la única forma de prosperar en un mundo global y lleno de gigantes es aunar fuerzas, todo esto sólo le genera tristeza y melancolía. El tiro en el pie que se dieron los británicos en el populista (y quizás amañado) referéndum de hace dos años, y de rebote el tiro en la pierna que nos dieron al resto, supuso la plasmación de que los fantasmas del pasado siguen ahí, y que Europa debe luchar contra un fuerte movimiento a la contra que no desea ni unión ni integración. El problema de la frontera irlandesa, uno de los principales escollos para el acuerdo, así lo muestra. Si Reino Unido sale de la UE aparecerá una frontera física en la isla de Irlanda y se despertarán fantasmas del pasado, de enfrentamiento y guerra. Si esa frontera no existe y Reino Unido permanece en el mercado único a su salida de la UE no podrá controlar, entre otras cosas, la inmigración, que fue lo que sirvió de exaltado argumento a los partidarios del referéndum, y si son sólo Inglaterra, Gales y Escocia las que quedan fuera de ese mercado único se producirá, de facto, una partición de Reino Unido al poseer Irlanda del norte de un estatus diferente. Ven que en esta discusión hablamos mucho de mercado único, dinero e intercambio, pero el problema que subyace de fondo es el de soberanía, nacionalidad, integridad territorial. Algo tan viejo como el comer y que está en la base de todas las guerras que en Europa han sido. ¿Hasta qué punto Reino Unido es capaz de renunciar a algo en esos temas a cambio de un acuerdo suave? ¿Cuánto daño puede soportar en su integridad, física o emocional, para no verse envuelto en un marasmo económico que le puede causar enormes pérdidas? ¿Puede la UE sostener una posición de fuerza en este tema durante mucho tiempo, a sabiendas de que la inestabilidad puede afectar a Irlanda, miembro del club? Desde un principio se vio al tema norirlandés como un problema muy serio en todas las negociaciones, y las derivadas que de él podrían surgir respecto a Escocia, que mira todo con atención y con no disimuladas ganas de pegar un puñetazo en la mesa y largarse del Reino Unido cuanto más duro sea el acuerdo de salida. Desde el momento en el que la integridad territorial de un país se pone en entredicho empiezan a surgir fuerzas subterráneas, atávicas, que crecen bajo nuestros pies y almas y que lo alteran todo, y una vez que han aflorado a la superficie son muy peligrosas de domesticar, y difíciles de encauzar. Los duros del Brexit poseen una soflama en reino Unido muy coherente, compacta y rocosa, y va a ser muy difícil, para los partidarios de la salida negociada, imponerse a sus posturas. Por eso la idea de prolongar el tiempo de negociación, que no es la peor posible, muestra una situación de atasco que tampoco es buena para nadie.

La mejor solución, quizás utópica, sería que la revuelta en el Reino Unido la ganasen los partidarios de una segunda consulta que revirtiera la primera, de tal manera que el Brexit se acabase convirtiendo en una maldita pesadilla de breve recorrido y aciago recuerdo. ¿Es posible? Sí, pero no probable. Muchos son los partidarios de una segunda votación, y puede que la ganaran, pero sus argumentos están divididos y dispersos frente a la rocosidad del ala dura de la separación. Lo cierto es que ahora mismo el Reino (des)Unido se encuentra sumido en un marasmo político y social de primer orden debido a este proceso, y el daño que sufre, y sufrimos, por la fuerza que lograron los falaces populistas hace un par de años, es enorme, estéril y vano. Como para no sentir melancolía ante todo esto.

miércoles, octubre 17, 2018

Malos presupuestos


Llama mucho la atención, desde un principio, que el acuerdo de presupuestos, que algunos llaman de legislatura, lo ha firmado el gobierno y Podemos, sin que el PSOE aparezca por ninguna parte. Ese ninguneo al partido propio es una nueva muestra del cesarismo en el que no deja de incurrir un Sánchez al que el síndrome de la Moncloa le ha abducido en tiempo récord. Su grupo parlamentario apenas pinta nada, capitaneado por una dirigente, Adriana Lastra, que deja mucho de desear a todos los niveles, y es Moncloa quien rige todas las relaciones con sus socios. En Ferraz deben estar muy mosqueados, pero mientras mantengan el poder no dirán nada, que el poder es lo que une a los partidos.

¿Por qué digo que son malos? Porque son como los que hacía el PP pero con esteroides, y dejarán unas consecuencias similares en todas aquellas variables que el PP no se atrevió a controlar, y que son las que van a determinar el (mal) futuro de las cuentas públicas. El pacto recoge algunas de las peticiones de Podemos, lo que no nos debe extrañar mucho, la aritmética obliga, y supone un incremento notable de gastos y una gran aumento de impuestos, que está por ver si se traducirá en ingresos. Este es el principal problema de las cuentas. Los gobiernos del PP realizaron recortes, esa fama se llevaron, en lo que era fácil y sencillo de recortar, pero no lograron conseguir un superávit primario (saldo positivo de ingresos menos gastos antes del pago de los intereses de la deuda) en ninguno de sus ejercicios. El déficits e fue reduciendo desde niveles disparatados, pero siempre existió. Ahora, probablemente superada la parte alta del ciclo, que ha elevado los ingresos y reducido los costes públicos, el gobierno aumenta gastos y crea figuras impositivas para cubrirlos, pero resulta imposible creerse que la recaudación de esos nuevos tributos compense los gastos previstos. De todos ellos hay dos que pueden ser potencialmente recaudadores potentes, y quizás finalmente sólo sea uno. Me refiero a la subida del impuesto al diésel, combustible que usa una parte enorme del parque automovilístico y que recaudará desde el momento de su implantación, aunque tenga el efecto de hundir aún más las ventas de vehículos de este tipo. La otra subida de ingresos potencial es la del salario mínimo, porque esa medida supone un incremento directo de impuestos a los que contratan trabajadores, pero puede que esta medida se quede en potencial, porque muchos de los contratadores, ante el incremento de costes, se lo pensarán dos veces antes de incorporar a alguien a su plantilla, harán números y verán si les sale rentable o no. Dice al teoría que un incremento de este salario actúa como barrera de entrada para los más desfavorecidos al mercado laboral, que ya es de por sí injusto y disfuncional en nuestro país. Los contratados por el mínimo aportarán más a la Seguridad Social, sí, pero si el volumen de contratados cae la recaudación en su conjunto puede hacerlo. El efecto combinado de todo esto lo veremos con el tiempo. El resto de figuras impositivas creadas, tasa Google, tasa sobre transacciones financieras y otras por el estilo se convertirán en incremento de precios y costes para el consumidor final de los bienes y servicios gravados (usted, todos sus conocidos y yo) y es casi seguro que no lograrán alcanzar las cifras mágicas que las cuentas del gobierno les otorgan. La subida del IRPF es testimonial, dado que afrenta a un tramo de rentas en el que casi nadie tributa por IRPF, sino por sociedades, algo que bien saben muchos de los que se sientan en la mesa del Consejo de Ministros. Da algunos votos de desinformados, pero no produce ingresos. Ni palabra de la profunda reforma fiscal, conceptual y de fondo, que debiéramos emprender, en este proyecto.

Asó, si se aprueba, auguro que la cifra de déficit púbico superará ampliamente el 2% y rebasará cualquier límite, acordado o no, con Bruselas. Detalle importante es si se aprueban, dado que se necesita el voto de nacionalistas vascos y catalanes. Como sucedía con el PP, el acuerdo con el PNV se traduce en dos décimas más de déficit púbico a añadir a la deuda global del país, y dado lo feliz que se le ve a Sánchez en Moncloa, no dudo que sería capaz de salir vestido con una estelada al cuello para conseguir los votos de los independentistas. En su nombre Iglesias visitará a Junqueras en la cárcel, pasando un rato agradable ambos, que se dicen de izquierdas, pero que en el fondo son unos supremacistas, lo que es ser muy muy de derechas. Y el pobre déficit púbico engordará, y la deuda, para usted, para todos sus conocidos, y para mi. Vamos, lo de siempre

martes, octubre 16, 2018

Asesinato en la embajada saudí


A ver, seriéfilos del mundo, que os pegáis zampadas de capítulos a alta velocidad y simultaneando pantallas para poder seguir el ritmo de estrenos, novedades y comentarios que inundan las redes, os planteo un nuevo reto. ¿Cuál de las tramas que seguís posee un argumento con la truculencia, sordidez e intriga de lo que se está desarrollando ahora en el consulado de Arabia Saudí en Estambul? ¿Dónde en vuestros adorados malos de la pantalla se esconden asesinos de lujo árabe y descuartizadores profesionales de cadáveres que viven el día a día con pasaporte diplomático? ¿En cuál de esos guiones se puede llegar a una crisis global y a un disparo en el precio del petróleo por un cruel asesinato de un periodista que buscaba papeles para un divorcio?

Se pueden hacer chistes y bromas, pero la situación es de todo menos graciosa. Sea lo que sea que sucedió en el interior de ese consulado, se ha saldado con la muerte de un periodista opositor al régimen de los Saud, y eso no es sino un asesinato en territorio saudí perpetrado por miembros del régimen. Un crimen político que muestra hasta qué punto la dictadura saudí abre ligera y cosméticamente la mano, permitiendo cosas como la conducción por parte de las mujeres, pero a la vez mantiene un férreo puño cerrado con el que golpea a todo el que no se pliega a su visión teocrática, dictatorial y medieval de la vida. Sin embargo, queda la duda de si esta vez la dictadura regente en Riad ha calculado mal sus fuerzas y se ha pasado de frenada. La desaparición del periodista fue denunciada al cabo de un día por sus allegados, y los rumores de asesinato eran tan intensos al poco tiempo como imposibles de ocultar. Jamal Khashoggi colaboraba con el Washington Post, no era un mindundi de la profesión, y eso sin duda ha hecho que el ruido mediático de este caso sea mucho más elevado de lo habitual, a lo que hay que sumar el morbo por el suceso en sí y por detalles como la presunta descuartización del cadáver, que elevan la imaginación del personal y lo trasladan a mundos de ficción serializados. La polémica es muy intensa, y de ella no han podido huir los mandatarios aliados de Arabia Saudí, que son todos los que en el mundo existen salvo Irán y algunas ramas chiíes. Riad es la ciudad en la que, nos guste o no, se deciden los designios del petróleo, que alimenta nuestros coches en todas partes. Occidentales y orientales, cada cierto tiempo peregrinamos al país de los mil príncipes, quizás muchos más, para saber que esa especie de gasolinera global va a seguir de nuestro lado, controlando el flujo de extracción, los volúmenes del mercado e impidiendo que el barril escale más allá de valores insostenibles para el crecimiento económico global. Es así de crudo, literalmente hablando. La llegada de un nuevo príncipe casi al poder, el famoso MBS, alentó esperanzas en el mundo de que sería este el señalado para modernizar la economía y sociedad del reino. Hacer de Arabia Saudí un país que no sólo viva del monocultivo del crudo y que las libertades personales se abrieran paso entre las arenas, donde ahora yacen yermas, presas de la dictadura de los Saud y del rigorismo suní wahabí que controla el país. MBS ha tomado decisiones inauditas, como las enormes purgas entre su familia, tratando de desterrar la corrupción, o eso se nos ha contado, pero su política gestora del reino ha sido, como mínimo, errónea. Lo ha embarcado de pleno en la guerra del Yemen, una de las mayores tragedias que se viven en la actualidad, en la que los saudíes no logran vencer a los chiíes hutíes, pero sí están llevando a ese ya pobre país a la miseria más absoluta. En su lucha contra Irán, MBS ha perdido casi todos los frentes y la influencia regional de los persas ha crecido en todo su entorno de una manera que ha escapado a las previsiones de muchos. Desde que MBS “reina” sin estar nombrado, el poder de Arabia Saudí ha decrecido y su imagen, deteriorado.

Ahora, según algunos medios, y para salvar la imagen de este poderoso regente, los saudís pudieran otra por reconocer que Khashoggi murió en un interrogatorio en la embajada que salió mal. Curiosa forma de admitir la existencia de torturas generalizadas, que se achacan a elementos incontrolados de la seguridad interna, nada que ver con las autoridades del país. Una cortina de humo para encubrir el caso y acallar la polémica, pero que revela hasta qué punto es Arabia Saudí no ya un aliado incómodo, sino un problema global que existe gracias al parasitismo que provoca su recurso natural. No creo que haya valor para poner a Riad las sanciones que debieran ser obligadas, entre otras cosas por el miedo a su respuesta. De momento, los Saud nos siguen teniendo cogidos por los barriles de crudo. La tecnología que nos haga prescindir del petróleo es lo que acabará, antes o después, con su cruel régimen.

lunes, octubre 15, 2018

El porrazo bursátil ha sido de los gordos


La semana pasada fue mala, muy mala para las bolsas, y entre ellas nuestro Ibex, que vivió una de sus peores rachas de los últimos tiempos. En el año, el selectivo español acumula ya una caída del 11,4%, que se dice rápido. Esta semana pasada ha estado marcado por las caídas de las bolsas en EEUU, que venían de máximos históricos. Su corrección ha sido seria, del entorno del 5%, pero desde lo más alto del cielo, mientras que nosotros, que languidecíamos en el rango de los 9.300 9.800 nos hemos ido a bajo sin piedad, perdiendo el 9.000 y cerrando el viernes en el filo, en los 8.902. En esa sesión de fiesta nacional fueron las eléctricas las que acusaron el golpe fiscal fraguado en los presupuestos y arrastraron el índice.

¿Nos dice algo esta inestabilidad bursátil sobre el futuro de la economía? ¿Hay algo más que resaca en las bajadas de la semana pasada? Dependiendo de a quién se lea hay opiniones para todos los gustos. Por un lado están los que anticipan ya un duro frenazo económico, preludio de una inminente recesión que tarda en llegar más de lo esperado, y que puede que esté asomando la patita. Por otro están los que comparan este momento con febrero de este mismo año, donde vivimos un intenso episodio correctivo, con disparo de la volatilidad, que hizo perder las ganancias a muchos y dejó a los índices europeos temblando. Pero la cosa no fue a más, y a lo largo del año la economía real no acusó ese golpe, que se fue dejando atrás poco a poco. Los que hacen esa comparación animan y ven en estos días oportunidades de compra y gangas. ¿Quién tiene razón? No lo se, pero tarde o temprano, cada vez más lo último, acertarán los predictores de recesiones, porque siempre acaba llegando una. Muchos de los factores que provocaron el revolcón de febrero siguen estando ahí, aunque es cierto que se han agudizado: El enorme volumen de deuda pública global, las tensiones comerciales, la creciente volatilidad política y al ascensión de populistas al poder por todas partes, las incertidumbres sobre la solidez del crecimiento chino a largo plazo, etc. A estas alturas del año tenemos otros dos factores que agudizan la sensación de incertidumbre. Por un lado, el alza suave, pero continuada, del precio del petróleo, que está ya por encima de los 80 dólares, nivel al que empieza a hacer daño a las economías que lo importan, y la española es una de las que lo hace al 100%. Hay analistas que dicen que esta subida va a ir a más, por lo que lo que fue un pasado viento de cola empieza a soplar de cara para nuestros intereses. El otro factor, el más importante a mi entender, es el de la subida de los tipos de interés en EEUU. Las alzas decretadas por la Reserva Federal han ido acompañadas de una subida de la rentabilidad de los bonos norteamericanos, que ha fortalecido al dólar y ha empezado a provocar un viraje en los flujos de capital de retorno a EEUU, causando un marasmo en las cotizaciones de las monedas emergentes y reforzando el proceso de subida de rentabilidad de los bonos. Este factor es decisivo, y supone una novedad tras años de tipos anormalmente bajos. ¿Llega por fin la normalización monetaria? Parece que sí en EEUU, pero esa normalización se verá acompañada, según aseguran muchos, por sustos y baches, que harán mucho daño a los que en estos ejercicios se han acostumbrado a una financiación y liquidez prácticamente sin coste alguno. Esa montaña de deuda, pública y privada, que comentábamos al principio como factor “viejo” era llevadera a tipos cero, pero empezará a convertirse poco a poco en un pesado lastre a medida que los tipos suban. En Europa el BCE va muy retrasado en esa retirada de estímulos monetarios que la FED ya lleva tiempo poniendo en marcha, y nos pilla con los deberes sin hacer, con un gobierno italiano desmadrado en todos los malos sentidos posibles y una economía (y política) propia que posee flancos muy débiles.

Sí, va a haber una recesión, no se cuándo exactamente, pero se nos presentará, y está por determinar cuáles serán los factores últimos que la desencadenen, aunque pueden ver que no faltan ingredientes para que sea efectiva. Que las bolsas anticipen eso o no es algo que aún no podemos afirmar, sólo el tiempo nos dirá si este octubre será episódico o se convertirá en otro octubre oscuro en la historia bursátil, preludio de la siguiente recesión. De momento las carteras de los inversores se desangran, y las españolas ni les cuento, con unos datos que son demoledores. Estamos en niveles de Ibex de 2016, desandando todo lo ganado desde entonces. Inversores minoristas miran las cotizaciones y sienten, sentimos, la pérdida de nuestros valores, y los nervios crecen. Y es que, para algunos particulares la recesión ya ha llegado a su vida.

jueves, octubre 11, 2018

China, Arabia saudí, y la violencia diplomática


Dos sucesos de estos últimos días muestran hasta qué punto las relaciones internacionales están cambiando, violentándose en fondo y forma, y rompiéndose pactos y estructuras que llevan funcionando desde hace décadas. Los casos son bastantes distintos en la forma, pero ambos nos enseñan que cuando un país se convierte en poderoso será capaz de usar ese poder, y por ello será respetado, si quieren pueden ustedes leer temido, por otros países. Los individuos involucrados en estos sucesos ni pintan ni importan nada, y su destino, si es que aún existen, es el mayor de los castigos posibles. Y todo en medio de un mutismo global.

El periodista Jamal Khashogg entró en el consulado saudí de Estambul hace unos días para pedir unos papeles de cara a su futura boda con una ciudadana turca, y no ha vuelto a salir de allí. Su desaparición fue denunciada por familiares y amigos tras una tarde y noche de espera angustiosa y ninguna noticia sobre su paradero. Opositor al régimen de Riad, Khashogg se encontraba señalado por el poder de la familia real saudí y varias amenazas se cernían sobre él. Según varias fuentes, fue asesinado en la misma legación diplomática y, en un relato que mezcla truculencia con incredulidad, su cuerpo fue troceado para ser sacado del país en valijas diplomáticas. ¿Qué hay de cierto en todo esto? Lo único seguro es la desaparición del periodista y las sospechas de que algo muy turbio ha pasado en ese consulado, pero poco más. Investigaciones del New York Times confirman la hipótesis del asesinato en la legación, por lo que es probable que el gobierno saudí nunca de aclaraciones sobre lo sucedido, y espere a que el ruido mediático se apague, encubriendo de esta manera un crimen contra una persona y, otra vez, contra la libertada de prensa y los derechos humanos, en su nación y en todas las demás. Poco antes de que este suceso se conociera, causó revuelo la desaparición del presidente de Interpol, el chino Meng Hongwei, creándose así una historia algo cómica, porque no deja de ser absurdo que desaparezca el responsable de la organización que coordina las policías del mundo, uno de cuyos cometidos es buscar desaparecidos. El cargo es protocolario y sirve para dar papel a la organización internacional y fomentar la coordinación entre las naciones. Meng viajó a China antes de desaparecer y, pasados los días, se empezó a sospechar que quizás habría sido víctima de una de las tantas purgas que el gobierno de Xi Jinping lleva a cabo de vez en cuando para eliminar opositores, de los de enfrente y de los del propio partido. Meng tuvo cargos orgánicos en el partico comunista chino y ocupó puestos de responsabilidad en el pasado en diferentes gobiernos. Al cabo de unos días, en los que la sorpresa dio paso a la indignación callada y a la petición de explicaciones, el gobierno de Beijing admitió que meng estaba retenido en su país, acusado de varios cargos relacionados con la corrupción, política y económica, y que ante esa situación Meng presentaba oficialmente su dimisión del cargo en Interpol (y de todos los cargos que poseyera en el mundo mundial). Del reconocimiento de un secuestro político al orgullo hay poca distancia para el gobierno chino, y actualmente las autoridades de aquel país se muestran muy contentas por la sensata decisión tomada al retener al corrupto Meng, sin que quede muy clara cuál es la situación vital del expresidente. ¿Está vivo o ya forma parte de las abonadas arenas de Mongolia? ¿Sufrió un destino similar al del pobre periodista Khashogg? ¿Va a ser sometido a juicio (farsa) y luego condenado a varias vidas de encierro y trabajos forzosos o la maquinaria china, eficiente en su ejercicio dictatorial, se va a ahorrar la pantomima de un tribunal, abogados y testigos para un caso que ya ha juzgado y sentenciado? Creo que nunca nos enteraremos del destino futuro, si aún existe, de Meng.

Estas dos truculentas historias, que parecen salidas de un guion cinematográfico o de una novela de espías de la guerra fría, muestran cómo se las gastan algunas naciones a la hora de gestionar la disidencia que amenaza o acusa a sus regímenes. Vivimos en un mundo de reglas, leyes, pactos y compromisos, pero eso es cierto entre potencias iguales, y deja de serlo cuando algunas, las que poseen poder de verdad, y ausencia de complejos, no dudan en ejercitarlo. El caudal de petróleo que cada día bombea Arabia Saudí, y que alimenta la operación salida de este jueves, por ejemplo, o el fantástico peso económico que ya posee la economía china, camino de ser la primera del mundo, les permiten comprar, o crear, un silencio cobarde y cómplice en torno a sus actos, tan viles como los aquí descritos. Sean todos bienvenidos al crudo mundo real.

miércoles, octubre 10, 2018

Mortal tormenta en Baleares


Es noche cerrada, y siguen llegando equipos de emergencia, y las comunicaciones son casi imposibles, por lo que no podemos hacernos una idea cabal del desastre que ha sacudido la población mallorquina de Sant Llorenç des Cardassar, pero los primeros balances de víctimas ya rondan los cuatro muertos y cinco desaparecidos, lo que nos sitúa ante una tragedia en toda regla, enorme para una población del entorno de los ocho mil habitantes. Las huellas que la riada habrá dejado en sus calles y casas se podrán borrar, con tiempo, esfuerzo y mucho dinero, pero las vidas perdidas, segadas por el agua cortante, ya no tienen vuelta atrás. Es hora de confiar en que los desaparecidos estén bien y que el balance de víctimas no crezca.

Había decretados varios avisos por fuertes lluvias, siendo las zonas de Baleares y la costa catalana las más proclives a sufrir episodios torrenciales. Ya por la mañana precipitaciones de cerca de ochenta litros por metro cuadrado anegaban barrios de Barcelona, cortaban líneas de metro y causaban algún susto, afortunadamente sin mayores consecuencias. A lo largo de la tarde esas tormentas iban ganando aún más intensidad y empezaban a distribuirse por el interior de Cataluña, del resto de la península (en Madrid cayó una intensa tormenta ayer de 20:40 a 21:30) y zonas costeras de Andalucía, en especial en Málaga. Pero era el norte de la isla de Mallorca donde se situaban los núcleos más activos, que han acabado por provocar este desastre. Se habla de registros pluviométricos que rondan los doscientos litros por metro cuadrado, que es un dato salvaje. Habrá que esperar a que los datos sean oficiales y contrastados, pero si lo que ha caído se acerca a esas magnitudes, es imposible que no se produzca una catástrofe. Esa cifra, doscientos litros, es casi la mitad de lo que cae en un año entero en una localidad interior como Madrid, o un poco menos de la quinta parte de lo que suele precipitar un año medio en Elorrio, un lugar lluvioso. Precipitaciones de esta intensidad son completamente inmanejables. No es que no haya sistema de alcantarillado que las pueda evacuar, que no existe, sino que no hay río o cauce preparada para soportar una avenida semejante de agua. Allá donde caiga cantidad semejante concentrada en horas se producirá un desastre, sea cual sea la orografía, nivel de desarrollo o características del terreno. Además, y es una pena, precipitaciones concentradas de este tipo son prácticamente imposibles de predecir. Se pueden estimar intensidades de lluvia, de suaves a torrenciales, pero la existencia de núcleos tormentosos tan activos es un fenómeno muy puntual, fruto del azar y que realmente sólo es detectable cuando empieza a producir esas cortinas de lluvia que en el radar de AEMET empiezan a marcarse en tonos amarillos y naranjas. Esas tormentas son muy peligrosas, y muchas veces descargan con toda su virulencia y brusquedad en zonas aisladas, que resultan muy afectadas por ellas, pero que sólo ocasionan daño materiales y, en ausencia de testigos, un vacío de testimonios. Esta vez la casualidad, maldita, ha querido que una de esas zonas activas de lluvia haya descargado en la localidad mallorquina de Sant LLorenc, y el río local y los cauces de la zona nada podían hace para evitar lo que se les ha venido encima. Es conocido que el Mediterráneo en otoño muestra su cara más amarga, en forma de riadas y fenómenos como este, que se dan tanto aquí como en zonas de Francia, Italia y Grecia. El calor latente del mar tras los tórridos veranos y el aire frío del otoño son la combinación ideal para que se den fenómenos como las DANAS, “gotas frías” o sistemas tormentosos de elevadísima intensidad. Es algo casi natural, con años de menor o mayor destrozo. El de este año es, ya ven, muy grave.

Además de las víctimas, inundaciones de este tipo, muy localizadas pero intensas, generan enormes destrozos en las zonas afectadas, porque las riadas de barro y despojos se lo llevan todo, destrozando edificios, infraestructuras, coches y enseres. El número de afectados en la localidad mallorquina puede acabar siendo un porcentaje muy elevado de la población total, y el balance económico ascender a cifras de bastantes millones de euros. Pero eso, el balance, las indemnizaciones y la reconstrucción, vendrán después (y deberán darse). Ahora toca acceder al pueblo, cosa que parece aún imposible, desescombrar y tratar de salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Hoy es jornada de duro trabajo, muy sucio. Ánimo y apoyo a todos los que, desde ayer, no cesan en el esfuerzo para ayudar a los demás.

martes, octubre 09, 2018

Periodistas asesinados en Europa


Hasta ahora contemplábamos con horror como la vida de un periodista crítico con el poder, que es una de las cosas que debieran definir al buen profesional, valía poco en algunos países lejanos. Brasil o México son lugares en los que no existen guerras declaradas, pero en los que asesinar periodistas se ha convertido en una práctica habitual para acallar las denuncias y corruptelas que logran descubrir. En nuestras proximidades, sabemos que la Rusia de Putin es expeditiva con los medios críticos y no se ha cortado un pelo a la hora no ya de cerrarlos o encarcelar a sus empleados, sino directamente eliminarlo. El caso de la periodista Anna Politkovskaya sirvió para que el Kremlin lanzase un claro, y amenazador, mensaje.

Esta semana hemos conocido dos casos de periodistas asesinados, uno de ellos aún no es certeza, pero casi, sucedidos en Europa o su próxima vecindad. En Bulgaria ha sido asesinada Viktoria Marinova, periodista de investigación que al parecer había descubierto algunas corruptelas relacionadas con el uso de los fondos estructurales de la UE, en las que estarían implicadas empresas constructoras locales. Su cuerpo apareció hace pocos días completamente destrozado tras haber sido violada y golpeada con saña hasta más allá de lo aborrecible. Viktoria es la tercera periodista que muere en la UE en los últimos meses, y en todos los casos se repite una secuencia familiar e inquietante. Periodista, de miedo de comunicación establecido o por cuenta propia, que investiga tramas corruptas y logra encontrar las piezas que permiten lanzar acusaciones contra los implicados en los fraudes, revelación de algunas de sus informaciones, desaparición del periodista y hallazgo de su cadáver, como final de una macabra cadena en la que la información, el poder y la verdad se enredan hasta terminar en una escena criminal. Un caso es insoportable, tres lo es triplemente, y las alarmas empiezan a saltar cuando sucesos de este tipo no sólo suceden, sino que quedan medianamente impunes o sin que los gobiernos locales logren esclarecer lo sucedido. Los tres países implicados en estos sucesos, Eslovaquia, Malta y Bulgaria, han sido apercibidos por la Comisión para que pongan todos los esfuerzos posibles en aras de investigar lo sucedido, encontrar a los culpables y juzgarlos como es debido. No sabemos qué respuesta dará el gobierno búlgaro, entre otras cosas porque el último de los crímenes acaba de ser cometido y apenas conocemos detalles del mismo, pero no me consta que los gobiernos de Malta y Eslovaquia se hayan chamuscado las cejas en una investigación sumarísima. Y si crímenes como estos quedan impunes, o sepultados en la indiferencia y la pasividad, el mensaje que manda a los medios, y a la sociedad entera, es horrendo. Supone escribir un “No te metas” en la menta de los profesionales de la comunicación y en los ciudadanos en general, en amordazar de facto a los medios mediante el amedrentamiento y la coacción, y en degradar la democracia a un régimen no totalitario, pero sí opresivo en el que la libertad de prensa e información, uno de los pilares básicos de nuestros regímenes liberales, sería poco más que una declaración de intenciones. ¿Quién sería el valiente que osaría a investigar e informar sobre temas a sabiendas de que le podría costar la vida?. En nuestra historia reciente fue ETA la que optó por esa táctica, asesinando periodistas como Jose Luis López de la Calle e intentándolo con otros muchos, como Gorka Landaburu, y de manera reiterada en los casos de Luis del Olmo o Carlos Herrera. Todo dictador desea una prensa callada, servil, domesticada, y lo logra por las vías de siempre. La amenaza, el chantaje, la coacción y la violencia, hasta el punto que sea necesario para lograr sus objetivos.

No soy un ingenuo, el periodismo no es un mundo ideal, en él conviven profesionales de primera con aprovechados y gente seria y responsable junto a difamadores, como sucede por otra parte con todas las profesiones que en este mundo existen, desarrolladas por personas, que poseen virtudes y defectos. Pero la libertad de prensa es un requisito necesario, básico, que debe ser respetado por todos. Su pérdida es la antesala de la detracción de otros derechos, individuales y colectivos, y da paso a regímenes que hace no muchos años reinaron en esta Europa nuestra. Por justicia, y también por defensa de la libertad y la democracia, estos asesinatos de periodistas deben esclarecerse y ser castigados los culpables. No sólo nos jugamos el esclarecimiento de un delito, sino la esencia misma de nuestros derechos ciudadanos.

lunes, octubre 08, 2018

Montserrat Caballé, la más grande


Poco puedo añadir, la verdad, a lo mucho, bueno y merecido que se ha publicado tras la muerte de Monserrat Caballé. Me pilla además en un tema en particular, la ópera, del que no soy ningún experto. No se si calificarme a mi mismo como melómano, quizás lo sea, pero en esto del arte y sus infinitudes pasa como, por ejemplo, en medicina. Uno puede ser médico, posee una especialidad y tiene nociones del resto, pero mejor que acuda al especialista de lo que sea cuando los problemas son graves. La ópera es todo un mundo dentro del universo musical, y ahí sólo soy un mero aficionado del montón. Caballé me sonaba prodigiosa, pero no pudo yo darles detalles precisos sobre la coloratura y otras características de su voz.

Su muerte ha sido portada en todos los medios nacionales e internacionales, porque sin duda era Caballé la soprano viva más importante, el mito de una época que se apaga, que muta en nuevas figuras, pero que no son tan conocidas ni universales como las pasadas. Caballé reinó en el mundo operístico y su trono, vacante, se halla disperso entre varias figuras sin que ninguna alcance su nivel ni popularidad. Retirada de los escenarios desde hace algunos años, las últimas veces por las que fue noticia se debió a motivos extralaborales, principalmente por sus pleitos con hacienda, en un asunto menor que a algunos les hirió en exceso, y que Monserrat debió vigilar más para que no empañase su figura. Su aparición en el horrendo anuncio de loterías de hace unos años supuso un ridículo nacional, no sólo para ella, que suscitó comentarios de todo tipo, pero eso no son sino meras anécdotas que en los tiempos virales actuales se destacan en exceso. No, Caballé fue mucho más, infinitamente más que eso. No hubo teatro o coliseo de ópera del mundo que no se la disputase y que no se rindiera ante su voz, que no la bañara en infinitos aplausos y que no la elevara a diva, palabra que a ella no le gustaba, y que rechazaba encarnar. El éxito de Caballé a lo largo de décadas de prodigiosa carrera logró aunar a crítica y público como pocos lo han conseguido, quizá Plácido Domingo sea el ejemplo simétrico en el caso de los tenores. Y como antes señalaba, el comportamiento natural del que hacía gala, muy alejado de la imagen de estrella que genios anteriores como Callas o Tebaldi cultivaron hasta el absurdo, la acercó mucho más al público y la sociedad. Era Caballé una cantante de pueblo, una imagen natural del artista que se entrega a su público pero que no vive en pedestal alguno. De orígenes humildes, contó varias veces que se dedicó a cantar para no pasar hambre, argumento que fue el tótem de la generación de los españoles de la postguerra, donde sobrevivir y acallar el ruido de las tripas era el principal objetivo diario. Esa naturalidad nunca le abandonó, siempre tuvo claro de dónde había salido, lo que le había costado llegar hasta arriba, lo mucho que había trabajado y, también, cómo le sonrió la suerte cuando la necesitó, empezando por su debut internacional. Por ello era Caballé una mujer agradecida, que a todo el mundo le trataba con una sonrisa, que no echaba broncas, que se entregaba en los espectáculos más rimbombantes del mundo y en las galas de poca monta, que acudía a conciertos y los daba con la naturalidad de sentirse en casa y entre los suyos, rodeada de música. Los testimonios de todos los que han colaborado con ella coinciden en esa bondad, esa personalidad abierta, extrovertida, simpática y amable. Y eso la hacía mucho más querida. Hoy en día la imagen del cantante lo es casi todo, y Caballé poseía una estética que, a buen seguro, le hubiera impedido ser contratada en muchos escenarios, donde prima la belleza y el tipo frente a la calidad y el conocimiento. Estaba gorda, sí, lo sabía y se reía de ello. ¿Hubiera triunfado Caballé en la dictadura actual de Instagram? Lo dudo, y eso que nos habríamos perdido.

Su amor profundo por la música no le hacía distinguir entre géneros y estilos, sino entre calidad y gusto. Lo que era bueno y le gustaba, lo cantaba y apoyaba, fuera ópera, rock o lo que sea. Esa transgresión fue criticada por algunos, pero sus voces se apagaban cuando Montserrat comenzaba a cantar, y con su tono a todos llenaba de silencio y música. Su relación artística con Freddy Mercury quedará para la historia como la de la conjunción, maravillosa, de dos genios muy distintos, en procedencia, estilo y gusto, pero unidos por el amor a la música, que para ellos lo era todo. La voz de Montserrat ya es historia de la música, nos quedan sus grabaciones, y el recuerdo de su risa, contagiosa y sincera. Nos dio luz musical y, escuchándoles, nos conmovió y nos hizo ser mejores. Cuántas gracias debemos darle por ello.

viernes, octubre 05, 2018

Elecciones presidenciales en Brasil, primera vuelta


Uno podría pasarse la vida saltando de elección en elección a lo largo del mundo, siguiendo campañas electorales y viendo como los comicios, de todo tipo, se suceden por el globo, constatando la feliz anomalía de que así sea. Hace décadas el número de países democráticos era escaso, hoy es mayoritario. Eso debe alegrarnos, pero no podemos perder la perspectiva de lo frágil que es la democracia, y que si no se cuida con mimo y dedicación puede convertirse en una meara apariencia, en una cita con las urnas periódica que refrenda un estilo de gobierno antiliberal, en medio de una polarización social que busca alentar el enfrentamiento. Debemos permanecer alertas.

Brasil, que celebra este domingo la primera vuelta de sus presidenciales, es un buen ejemplo de este proceso. En los últimos años su vida política se ha visto muy alterada por el proceso de destitución de Dilma Rousseff, que tuvo lugar en medio de intensas acusaciones de corrupción en su contra, y que también afectaron a otros candidatos y al sustituto de Dilma, Michel Temer. Posteriormente, y de cara a estas elecciones que se acercan, tuvo lugar la condena por corrupción de Lula Da Silva, su encarcelamiento y, por tanto, imposibilidad de concurrir a los comicios. En un arrebato populista mal calculado, Lula trató de eludir la condena y de no plegarse a la cárcel, pero finalmente, tras un pulso que tensionó al país hasta el extremo, ingreso en la celda y desde ella verá el discurrir de las elecciones. Su partido, el de los trabajadores, la izquierda clásica, ha tenido que escoger un candidato a toda prisa para cubrir el hueco, y ha optado por Fernando Haddad, hombre de perfil más gris, apenas conocido fuera de Brasil, tampoco en exceso allí, y que posee un carácter mucho más suave y perfil técnico que sus antecesores Lula y Rousseff. Haddad no lidera las encuestas, ya que ese puesto lo ocupa Jai Bolsonaro, militar en la reserva que ha formado parte de muchas formaciones políticas, de derechas en general, hasta encontrar a una que le acoja tal y como se siente. Poseedor de un discurso directo, crudo, centrado en la inmigración, el nacionalismo y la revisión positiva de oscuros momentos del pasado brasileño, se le ha comparado desde muchas fuentes con Donald Trump, no tanto por su aspecto como por lo duro de su mensaje, su abierta misoginia, el total rechazo a la homosexualidad y las formas más propias de un hombre fuerte autoritario que de un dirigente democrático. Apuñalado en un acto ante sus seguidores hace unas semanas, y parece que plenamente recuperado, Bolsonaro apenas ha podido participar en el final de la campaña pero las encuestas le siguen dando una cómoda ventaja de cerca de diez puntos sobre Haddad. Sería una enorme sorpresa que la segunda vuelta no se disputara entre estos dos hombres, y a dia de hoy, por lo que he leído, y siendo bastante desconocedor de los intríngulis de la política brasileña, parece más probable una victoria de Bolsonaro en la elección final. Brasil afronta estas elecciones, muy importantes, no sólo inmersa en el marasmo político antes comentado, sino en medio de una crisis económica que se prolonga ya varios años y que ha frenado en seco el crecimiento que vivió el país en años pretéritos. Calificado siempre como potencia emergente (la B de BRIC era de Brasil) la nación carioca se ha dado de bruces con problemas estructurales muy serios que siempre han estado ahí. Excesiva dependencia de la exportación de materias primas, debilidad de su moneda e inestabilidad cambiaria, enormes desigualdades en una población creciente y que no logran ser cerradas, violencia urbana, con tasas de asesinatos en las grandes urbes que ponen los pelos de punta, etc. Durante los años de crecimiento de Lula algunas de estas taras pudieron ser paliadas, pero la crisis actual las ha agudizado, y Bolsonaro ha sido el más hábil para pescar votos en ese río revuelto.

Las empresas españolas han invertido mucho dinero estos años en Brasil, que se ha convertido para algunas de ellas en mercado estratégico de primer nivel. Santander y Telefónica encabezan ese grupo inversor, y los vaivenes, más bien bajones, que ha experimentado el real brasileño en los últimos tiempos han afectado a sus cuentas, cotizaciones y perspectivas futuras. El resultado electoral se espera con interés y angustia en las sedes de esas empresas, y en las economías y cancillerías de medio mundo. Brasil necesita sosiego, cabeza fría, reformas estructurales, un crecimiento económico sólido y un acuerdo social para calmar el ambiente y permitir que las desigualdades que lo asolan puedan ser paliadas. ¿Será algo de todo eso el fruto de estos comicios? No lo se, lo dudo, pero mantengo la esperanza en que el país logre avanzar.

jueves, octubre 04, 2018

Torra el chantajista, Sánchez el débil


Debía saber Pedro Sánchez, desde el inicio de su mandato, que su llegada al poder se producía por un frente de rechazo al PP que gobernaba hasta el momento. Lo único que amalgamaba a todos aquellos votos unidos era el no a Rajoy y a su partido, pero que suscitar un apoyo a un sí, para lo que fuera, iba a ser otra cosa muy distinta. Si entre las fuerzas de izquierdas lograr esa unidas iba a costar una barbaridad, como vemos en el día a día con tirones e imposturas entre PSOE y Podemos, ¿qué esperaba que sucediera con el soberanismo catalán? La llegada de un sujeto como Quim Torra al palacio de la Generalitat sólo iba a significar la cerrazón absoluta. ¿Era consciente Sánchez de eso? Debía, aunque dudo que así fuera.

Aquel Torra, que escribió aquellas lindezas sobre todos los que no son de la sangre pura que él encarna, mostrando su racismo y totalitarismo hasta que no hubiera duda alguna, es hoy el dirigente de un gobierno autonómico que anima a las masas a atacar a las instituciones y que se envalentona cuando grupos incontrolados asedian el Parlament de la Generalitat, la cámara autonómica. Ese es Torra, el que se refleja en sus escritos de toda la vida. Tras los sucesos de este principio de semana, se ha envalentonado aún más el oscuro personaje y ha lanzado un ultimátum al gobierno de Sánchez para que este abra un diálogo que verse sobre cómo alcanzar al autodeterminación, sin posibilidad de renunciar a ella. Curioso concepto de diálogo el que muestra el sujeto, aunque dada la repugnancia que le provocará compartir espacio con subhumanos como Sánchez o cualquier otro que no pertenezca a su estirpe elegida es probable que busque la máxima brevedad en sus encuentros. ¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno? Tibia. Un no expresado por la portavoz Celáa que no ha tenido la fuerza escénica debida, sobre todo por ser el colofón de una serie de declaraciones y posturas de miembros del gobierno y afines en las que se veía una clara connivencia con el independentismo catalán de cara a que éste siga sosteniendo con sus votos la acción del gobierno. Los constantes llamamientos a que los políticos encarcelados sean liberados de su prisión preventiva, sin que el juez pinte nada en ello, han sido tan ridículos como muestra ostentosa de debilidad. Los acuerdos financieros para pagar a la Generalitat, cuando otras CCAA se las ven y se las desean para poder hacer frente a sus gastos y no saben lo que es recibir inversiones del gobierno central también han sido gestos destinados a “comprar” tranquilidad y voluntades. La situación recuerda un poco al desarrollo de la “operación diálogo” que llevó a cabo Sáinz de Santamaría cuando ejercía la presidencia. Táctica suave para no enervar a los exaltados y mostrar buen talante para no poder ser acusado de carecerlo. Aquello, como todos sabemos, salió mal, sobre todo porque en frente estaba un sujeto alocado, desquiciado, un tal Puigdemont, y tras él cientos de miles de ciudadanos a los que se les había vendido un discurso falso de opresión, victimismo, y de independencia sanadora. Como nos enseña Trump cada día, el delirio de un dirigente político es realmente peligroso cuando logra convencer del mismo a parte de los votantes. El derrumbe de aquella operación y el golpe de estado institucional orquestado por “Puchi” y los suyos nos llevaron al 155 y a las elecciones anticipadas, y de ahí hasta aquí. La posición del gobierno actual de Moncloa es aún más débil de lo que lo era la de Rajoy, carente también de mayorías absolutas, que sólo pudo aplicar las medidas extraordinarias cuando la situación hacía tiempo que lo era. Esa debilidad la nota todo el mundo, y más aquellos que pueden sacar mayor partida de la misma. Aunque el chantaje planteado por Torra ha sido recogido con división de opiniones en el frente independentista, es probable que la presión de este desalmado y su banda no afloje en exceso. ¿Qué debe hacer ante ello el gobierno?

Iván redondeo, el poder en la sombra de Sánchez, debe estar haciendo escenarios y encuestas atinadas, no como las del CIS, calculando cuántos votos pierde el PSOE en toda España cada vez que se amilana ante las presiones independentistas, y viendo cuándo le conviene convocar elecciones si estas presiones continúan. A día de hoy el adelanto electoral general gana enteros como opción, quizás dicen algunos emparedado entre unas elecciones andaluzas de final de año y las municipales y autonómicas de mayo, pero tampoco descarten un adelanto de las propias elecciones catalanas si el presunto desacuerdo entre Esquerra y los Puigdemoníacos va a más. En todo caso, cuanto más débil se muestre Sánchez ante ellos, peor para él y para todos los demás. Y eso seguro que lo sabe.