lunes, octubre 22, 2018

El supremo lío de las hipotecas


Eso de la seguridad jurídica, como el aire, sólo da problemas cuando falta, y puede convertirse en letal su ausencia para el devenir de la economía y la sociedad. Crear un sistema capitalista de mercado exige, entre otras cosas, reglas claras, e instituciones que las cumplan y hagan cumplir. En ausencia de estas reglas puede desarrollarse una economía, pero de otro tipo, plagada de ineficacias, injusticias y ausente de crecimiento real y sostenido. Lo que hizo el Supremo el jueves y viernes es una chapuza de enormes dimensiones, que abre otra vez en canal el mercado hipotecario y pone en un brete a todos los que en él trabajan y de él echan mano para comprar inmuebles. Pase lo que pase, el desastre ya está hecho. Falta por conocer su completa dimensión.

El jueves una sentencia del alto tribunal declaraba que es el banco (entidad financiera en general) el que debe pagar el impuesto de Actos Jurídicos Documentados, que se incluye entre los gastos de la constitución de la hipoteca. Este impuesto, una cosa puesta por el gobierno en medio del trámite hipotecario para sacar dinero, oscila entre el 0,5% y el 1,5% de la cuantía solicitada como préstamo, cifra determinada por la CCAA en la que se realiza el acto hipotecario y que es ingresada en la cuenta de la CCAA vía Hacienda. El argumento del supremo es, en principio, bastante coherente. La excusa de ese impuesto es la de gravar la constitución de la hipoteca en escritura pública y el trabajo de notarios y registradores al respecto. Y esos actos jurídicos tienen mucha relevancia en caso de impago de la hipoteca por parte del particular, porque son los que permiten al banco proceder al alzamiento del inmueble o a la persecución financiera del moroso. Si el pago es correcto, esos actos jurídicos quedan sumidos en la oscuridad y no son utilizados por nadie, por lo que en principio es el banco el más interesado en que se lleven a cabo y, por tanto, debiera pagar esos costes, que hasta ahora corresponden al solicitante de la hipoteca. Esto implicaría que los bancos debieran devolver los importes cobrados, sin que ese mismo jueves quedara claro el alcance retroactivo de la medida (había opiniones de todo tipo) pero en todos los escenarios las cifras de perjuicio para los bancos se medían en miles de millones, pocos o muchos. La banca lo pagó en bolsa y su capitalización cayó en más de cinco mil millones. El viernes seguía la discusión entre expertos sobre cómo proceder a reclamar y el palao de retroactividad y el Supremo, en una decisión inédita, ordenó parar el reloj y reunir a la sala de Contencioso Administrativo para ver los efectos de la sentencia y determinar si esta era realmente válida o no. Un ligero rebote de la banca en el Ibex, sensación de perplejidad de todo el mundo, y el caos desatado. ¿Qué es esto de que una sentencia firme debe ser estudiada? ¿Qué sucede con las hipotecas que se firman, por ejemplo, hoy? ¿Qué condiciones deben ofrecer los bancos para sus clientes? Cuestiones mil que el viernes por la tarde llenaban foros y redes sociales y que nadie podía contestar, aún no es posible, en una perfecta definición de lo que es inseguridad jurídica. Desde el viernes por la tarde las webs de los bancos no ofrecen información sobre hipotecas, ofertas y condiciones de las mismas, los particulares no saben lo que deben hacer, aunque quieran no pagar ese impuesto, y registradores y notarios están atados de pies y manos, sin poder firmar nada seguros de que vaya a ser real o no. ¿Cuánto va a tardar el Supremo en reunirse y aclarar todo esto? En la práctica, su vaivén ha bloqueado el mercado hipotecario español y, por extensión, el inmobiliario, frenándolo en seco. A buen seguro hoy se producirán cancelaciones o aplazamientos de firmas ya programadas, y las consecuencias económicas de todo esto pueden ser intensas, afectando a particulares y empresas, financieras y no. El panorama es, como pueden ver, desastroso.

¿Qué va a pasar? No lo se, pero sea cual sea la decisión del Supremo, ha perdido parte de su prestigio y ha abierto la puerta para que la banca pierda parte de lo que se ha ahorrado estos años. Tanto si ratifica la sentencia como si la enmienda del todo o se queda en un punto intermedio, asociaciones de particulares recurrirán a instancias europeas y, en ese ámbito, la banca pierde y pierde sin cesar. Los bancos debieran ir provisionando para hacer frente a este escenario, y es muy probable que las hipotecas se encarezcan, al menos lo equivalente al coste de ese impuesto, dado que la entidad puede repercutirlo, como operador intermedio. Y el particular, a esperar y ver qué se decide. Así no hay manera ni de crear mercado ni de que éste progrese. Menudo desastre.

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