La
semana pasada fue mala, muy mala para las bolsas, y entre ellas nuestro Ibex,
que vivió una de sus peores rachas de los últimos tiempos. En el año, el
selectivo español acumula ya una caída del 11,4%, que se dice rápido. Esta
semana pasada ha estado marcado por las caídas de las bolsas en EEUU, que
venían de máximos históricos. Su corrección ha sido seria, del entorno del 5%,
pero desde lo más alto del cielo, mientras que nosotros, que languidecíamos en
el rango de los 9.300 9.800 nos hemos ido a bajo sin piedad, perdiendo el 9.000
y cerrando el viernes en el filo, en los 8.902. En esa sesión de fiesta
nacional fueron las eléctricas las que acusaron el golpe fiscal fraguado en los
presupuestos y arrastraron el índice.
¿Nos
dice algo esta inestabilidad bursátil sobre el futuro de la economía? ¿Hay algo
más que resaca en las bajadas de la semana pasada? Dependiendo de a quién se
lea hay opiniones para todos los gustos. Por un lado están los que anticipan ya
un duro frenazo económico, preludio de una inminente recesión que tarda en
llegar más de lo esperado, y que puede que esté asomando la patita. Por otro
están los que comparan este momento con febrero de este mismo año, donde
vivimos un intenso episodio correctivo, con disparo de la volatilidad, que hizo
perder las ganancias a muchos y dejó a los índices europeos temblando. Pero la
cosa no fue a más, y a lo largo del año la economía real no acusó ese golpe,
que se fue dejando atrás poco a poco. Los que hacen esa comparación animan y
ven en estos días oportunidades de compra y gangas. ¿Quién tiene razón? No lo
se, pero tarde o temprano, cada vez más lo último, acertarán los predictores de
recesiones, porque siempre acaba llegando una. Muchos de los factores que
provocaron el revolcón de febrero siguen estando ahí, aunque es cierto que se
han agudizado: El enorme volumen de deuda pública global, las tensiones
comerciales, la creciente volatilidad política y al ascensión de populistas al
poder por todas partes, las incertidumbres sobre la solidez del crecimiento
chino a largo plazo, etc. A estas alturas del año tenemos otros dos factores
que agudizan la sensación de incertidumbre. Por un lado, el alza suave, pero
continuada, del precio del petróleo, que está ya por encima de los 80 dólares,
nivel al que empieza a hacer daño a las economías que lo importan, y la
española es una de las que lo hace al 100%. Hay analistas que dicen que esta
subida va a ir a más, por lo que lo que fue un pasado viento de cola empieza a
soplar de cara para nuestros intereses. El otro factor, el más importante a mi
entender, es el de la subida de los tipos de interés en EEUU. Las alzas
decretadas por la Reserva Federal han ido acompañadas de una subida de la
rentabilidad de los bonos norteamericanos, que ha fortalecido al dólar y ha
empezado a provocar un viraje en los flujos de capital de retorno a EEUU,
causando un marasmo en las cotizaciones de las monedas emergentes y reforzando
el proceso de subida de rentabilidad de los bonos. Este factor es decisivo, y
supone una novedad tras años de tipos anormalmente bajos. ¿Llega por fin la
normalización monetaria? Parece que sí en EEUU, pero esa normalización se verá
acompañada, según aseguran muchos, por sustos y baches, que harán mucho daño a
los que en estos ejercicios se han acostumbrado a una financiación y liquidez
prácticamente sin coste alguno. Esa montaña de deuda, pública y privada, que
comentábamos al principio como factor “viejo” era llevadera a tipos cero, pero
empezará a convertirse poco a poco en un pesado lastre a medida que los tipos
suban. En Europa el BCE va muy retrasado en esa retirada de estímulos monetarios
que la FED ya lleva tiempo poniendo en marcha, y nos pilla con los deberes sin
hacer, con un gobierno italiano desmadrado en todos los malos sentidos posibles
y una economía (y política) propia que posee flancos muy débiles.
Sí,
va a haber una recesión, no se cuándo exactamente, pero se nos presentará, y
está por determinar cuáles serán los factores últimos que la desencadenen,
aunque pueden ver que no faltan ingredientes para que sea efectiva. Que las
bolsas anticipen eso o no es algo que aún no podemos afirmar, sólo el tiempo
nos dirá si este octubre será episódico o se convertirá en otro octubre oscuro
en la historia bursátil, preludio de la siguiente recesión. De momento las
carteras de los inversores se desangran, y las españolas ni les cuento, con
unos datos que son demoledores. Estamos en niveles de Ibex de 2016, desandando
todo lo ganado desde entonces. Inversores
minoristas miran las cotizaciones y sienten, sentimos, la pérdida de nuestros
valores, y los nervios crecen. Y es que, para algunos particulares la
recesión ya ha llegado a su vida.
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