lunes, julio 31, 2023

Golpe ruso en Níger

Níger es un país que está en África que a la mayor parte de la gente no le suena de nada. Su vecino del sur, Nigeria, es algo más conocido, y apuesto lo que quieran a que muchos los confunden pensando que son uno sólo. Su capital es Niamey, situada en la parte sur del país, cercana a Nigeria, Burkina Faso y Mali, por poner algunos vecinos. El norte alejado de esa nación linda con Libia y Argelia es pleno desierto del Sáhara. Forma parte de lo que se llama el Sahel, la franja de países africanos, que van de Somalia a Senegal, que cruzan el continente y se sitúan justo en el lado sur del insufrible desierto. Son naciones ricas en recursos, atrasadas, de alto crecimiento demográfico, inestabilidad política y lugar de acción de milicias islamistas variadas.

A finales de la semana pasada hubo un golpe militar en Níger que destituyó al gobierno vigente y proclamó al típico militar lleno de galones como nuevo hombre fuerte del país. Se decidió suspender la constitución e imponer un régimen marcial de control de la sociedad y sus recursos, una vulgar dictadura. En el discurso que emitió el jefe de la junta golpista se hacía referencia a la inestabilidad que se vive en el norte del país, donde los islamistas atacan de manera esporádica y cruel, y a la necesidad del país de hacerse con un rumbo propio para dejar atrás las relaciones con Francia, la antigua metrópoli, país al que perteneció cuando París tenía un jugoso imperio colonial. En la calle se vieron algunas multitudes alabando la asonada y celebrando el nuevo rumbo del país, probablemente alentadas por los propios golpistas, para dar una cierta pátina de respaldo social a su asonada, y entre los miles de manifestantes que clamaban por las calles de Niamey se veía más de una bandera rusa. Eso, que a simple vista resulta chocante, no lo es tanto si tenemos en cuenta la presencia de milicianos de Wagner en la mayor parte de las naciones de África, especialmente del Sahel, y que el discurso que desde hace un tiempo emana desde el Kremlin hace referencia al pasado colonial de esas naciones, a la opresión que sufrieron por parte de los despiadados europeos, y el beneficio que para ellas va a ser colaborar con una Rusia que las quiere como son, naciones prósperas y soberanas. Este discurso es una patraña, que se basa en los ciertos agravios que las naciones africanas arrastran tras su pasado colonial, pero que no busca redimirlas ni que se recuperen de ellos, sino situarlas en la órbita de otra nación imperialista, Rusia, que en estos mismos momentos libra una lucha de opresión y exterminio sobre su vecina Ucrania. El mensaje de que Putin es bueno y ayuda a los africanos ha calado en parte de esas sociedades, vía préstamos, inversiones, cesiones de grano, suministros de armamento y todo tipo de programas de cooperación en los que Rusia y China han ido de la mano, tejiendo unas alianzas que, en algunos casos, han servido para que los gobiernos locales se inclinen en la balanza de apoyos y miren con rencor a occidente y con alivio a sus nuevos socios. Donde ese movimiento no ha sido voluntario se ha producido asonadas y revueltas, alentadas por el dinero y las armas rusas, como esta que vemos en Níger, y los dirigentes han sido reemplazados por fuerzas pro Kremlin. La verdad es que el papel de los paramilitares de Wagner ha sido muy decisivo en esa región para alentar movimientos en los ejércitos de países poseedores de instituciones débiles y sometidas a tensiones muy fuertes. La presencia cierta de Al Queda y ramas del estado islámico en las zonas limítrofes con el desierto ha ido militarizando cada vez más la lucha contra un terrorismo difuso, pero que es un problema de primer orden para estas naciones, y ha sido por tanto fácil para los ideólogos rusos y chinos usar sus cartas en este escenario convulso para aparecer como los que realmente ayudan a estas sociedades a lograr la seguridad y la paz. Los programas de cooperación europeos apenas son capaces de hacer nada ante la presencia de las milicias islamistas en amplias zonas de las naciones, y las misiones de seguridad encabezadas por Francia ya han fracasado en naciones como Mali, bien por su pequeño tamaño, su diseño inadecuado, el miedo occidental a las bajas propias o el recelo que para la población local supone volver a ver tropas de aquellos que les sometieron en siglos pasados. Rusia y China están sabiendo ocupar el vacío dejado por Europa.

Ayer en Niamey se produjeron violentas escenas mientras una turba de manifestantes atacaba la embajada francesa en la capital y trataba de asaltarla. A gritos contra el colonialismo y deseando larga vida a Rusia y Putin, las gentes, en un movimiento nada espontáneo, dejaban claro cuál es el rumbo que quieren seguir los nuevos dirigentes del país. Productor de un tercio del uranio que emplean las centrales nucleares galas, el papel de Níger en África es importante, y lo sucedido una evidente muestra de su total pérdida de poder e influencia en la zona. No sólo allí, pero en París, desde luego, tienen motivos para estar preocupados.

viernes, julio 28, 2023

Un amor de frío verano

Ayer por la tarde salí algo antes de lo habitual del trabajo, hice mi compra semanal de juguete y, aprovechando que hacía calor, pero sin exageraciones, bajé al parque que está junto a mi piso para leer un poco. Estar sentado en un banco bajo un árbol, leyendo, es uno de los mejores planes de verano que se me ocurren (ay, mis pocos lectores ya están huyendo). Quedaba poco para terminar el libro y en un banco que estaba a mi izquierda, delante, a una cierta distancia de mi como para que todos fuéramos ajenos pero la suficiente como para verlo todo en detalle, una pareja joven, diría que de universitarios, tenía una profunda crisis.

Me di cuenta de que ella estaba muy rígida mientras que él se movía bastante tratando como de decirle algo, cogiéndole las manos, pero sin que ella mostrase reacción alguna. La escena se repetía sin cesar. Hierática, fría, distante, la chica estaba sentada algo rígida, con su faldita, top y melena larga rubia sin moverse apenas, en un gesto de ignorancia. Cuando él le agarraba las manos ella hacía ademán de soltarle, de impedir que le tocase, de sentirse acosada, o sucia si él ponía las manos encima. El chico, un poco más alto, de pelo rizado y gafas grandes, pantalones convencionales y camisa vaquera de manga corta por fuera, no gritaba, no escuché en ningún momento una palabra más alta que otra en todo lo que duró la escena, no hubo exabruptos ni nada por el estilo, sólo distancia infinita. Pareciera que ella estuviera muy enfadada por algo que él hubiera hecho y la petición de perdón por parte del chico no estaba resultando muy fructífera. En un momento dado ella se movió de la esquina del banco que ocupaba a la opuesta, sin decir nada, sin cambiar de gesto, sólo se volvió a sentar manteniendo la postura seria. A los pocos minutos algo en ella se ablandó, no en su gesto, pero sí en el consentimiento para que él le tocase, cosa que hizo en manos y brazos, y que le llevó a abrazarla desde atrás, sin mirarle a la cara. Ella mantenía en todo momento el mismo rictus y sin decir palabra, pero era evidente que él, abrazado, le hablaba, le contaba cosas, le decía no se qué, todo en volumen bajo. Ella no respondía. No trataba como al principio de separar sus brazos de su cuerpo, pero supongo que conseguía que, pese a estar rodeada, no sintiera nada, y que él, pese a estar con ella, se sintiera como abrazado a una farola. La escena se mantuvo, con algunas variaciones de postura pero con la misma sensación de frialdad, durante no pocos minutos, hasta que en un momento dado él debió admitir que allí no pasaba nada, que si estaba tratando de pedir perdón no lo obtenía o que, en todo caso, era como una ola que no hacía más que romper contra un espigón inmutable, que ni se enteraba si le rociaba la espuma o no. Él se separó, siguió sentado junto a ella durante unos minutos, muy cerca, pero sin tocarla, con los brazos apoyados en las rodillas pero el gesto oculto, mirando al suelo. Al cabo de unos minutos se levantó mirando al frente, avanzó unos pasos y se giró para ver como ella seguía sentada en la misma posición, sin mirarle, sin seguirle. Volvió a avanzar y a girarse, dos tres veces el mismo proceso, viéndola desde cada vez más distancia, hasta que él desapareció de mi punto de vista, se introdujo en una zona más frondosa y abandonó la escena. La chica se quedó sola y, durante unos pocos minutos, nada cambió. Sacó un instante su móvil, cosa que ninguno de los dos había hecho en todo el tiempo de la discusión, hizo como que tecleaba algo rápido, pero en un par de minutos lo volvió a esconder en su bolsito, sin tocarlo más.

A los cinco minutos sacó un paquete de pañuelos de papel del bolsito y, sin distinguirlo bien, era evidente que los uso para enjuagare algunas lágrimas que tenía, sin caer en ningún momento en el llanto compungido o el aspaviento, una figura serena, reposada, pero que exhalaba tristeza por todos sus poros. Tras enjuagarse siguió sentada un breve tiempo y, al poco, se levantó del banco, despacio, como cansada, haciendo un leve esfuerzo para enderezarse, y se marchó lentamente en dirección opuesta hacia donde había partido el chico. Desapareció de mi ángulo de visión y la pareja se convirtió en recuerdo de una tarde de verano. Quizás su amor, que lo hubo, sea ahora también un recuerdo sobre el que el tiempo actúe, erosionándolo, llevándolo al olvido.

jueves, julio 27, 2023

Los tipos de interés siguen subiendo

No hubo sorpresas ayer en la reunión de la FED norteamericana con su decisión de subir un 0,25% los tipos de interés. Con este aumento las tasas de interés allí se sitúan entre un intervalo del 5,25 al 5,75, las más altas en dos décadas. ¿Cómo reaccionó el mercado? Algunos botes en los índices bursátiles pero un cierre de lo más plano y anodino, deglutiendo una decisión que se esperaba desde hace tiempo y que casi todos apuestan a que sea la última en este sentido. Ahora sí que sí la FED debe pivotar, el techo de los tipos se ha alcanzado. Es el mantra que repiten todos los gurús allí. Esto no quedó nada claro en el discurso de Powell, pero es lo que todo el mundo cree.

En su rueda de prensa, Powell fue preguntado varias veces sobre la situación de la economía norteamericana, y la verdad es que fue anodino en las respuestas, pero sí que hizo referencia a una situación algo extraña que se vive allí. Los tipos están muy altos, la inflación nominal cae pero la subyacente se resiste, la demanda sigue fuerte, el mercado inmobiliario va por barrios pero no está muy en auge, el empleo sigue creándose a tasas muy elevadas, el PIB crece y las bolsas están desatadas. Podría uno esperar que el efecto de las subidas de tipos, que llevan ya unos cuantos meses sucediéndose, impactara en la economía real, pero no parece hacerlo por ahora. Es como si algo espolease la demanda allí y fuera inmune a la carestía de los intereses. En primavera tuvimos unas semanas de muchos nervios con el colapso de algunos bancos regionales y fue la subida de tipos, junto a la mala gestión, lo que les llevó al desastre, y no pocos creyeron ver en ese proceso el inicio de la esperada recesión que se anuncia desde hace bastante, pero a las pocas semanas, con un controlado contagio en Europa, la crisis bancaria amainó y volvió la placidez. Y desde entonces las bolsas suben y suben, aquí y especialmente en EEUU. ¿Por qué? Más allá de que por que toca, excusa excelente que muestra el desconocimiento absoluto que nos domina sobre ciertos temas económicos, uno de los factores puede ser el efecto de las inversiones que la ley IRA está generando. Esa norma, que busca luchar contra la inflación y espolear el desarrollo de las energías renovables, está logrando, vía subsidios muy proteccionistas, que la inversión de empresas de todo el mundo se dirija a EEUU gracias a los enormes beneficios fiscales que se obtienen. Captando proyectos de todo el mundo, provocando que incluso algunas plantas se deslocalicen en naciones europeas y se planteen trasladarse allí, la IRA está movilizando unas cantidades de dinero enormes que se traducen tanto en incremento de la deuda del gobierno federal como en empleos y contratos, creando así una fuerza de demanda que tira de la economía del país. De mientras el déficit fiscal pueda ser sostenido por las emisiones del Tesoro, posibles una vez que se acordó la ruptura del techo de deuda, habrá gasolina para financiar subsidios. Una de las vías en las que se está invirtiendo de manera desaforada es en el campo de la IA, y todo lo relacionado con el diseño y fabricación de microchips de muy alta tecnología. TSMC, Nvidia y las empresas del sector han disparado sus cotizaciones en bolsa y plantean la construcción de plantas de chips en suelo norteamericano con cifras de inversión mareantes, de decenas de miles de millones de dólares. ¿Es esta la causa de que la economía tire a pesar de la subida de precios registrada y el posterior disparo de los tipos? Puede ser. En todo caso la demanda de los norteamericanos sigue siendo fortísima. Eventos como este fin de semana cinematográfico, con las recaudaciones de “Barbenheimer” desatadas, la loca subasta de las entradas de los conciertos de Taylor Swift, el colapso parcial de los vuelos internos en el país por la sobredemanda de viajes vacaciones…. Con deudas crecientes que no podrán seguir aumentando sin límite, el gasto sigue y la economía crece.

En Europa las cosas son distintas. Hoy el BCE subirá los tipos el mismo 0,25% y los dejará en el 4,25. La eurozona está en una situación mixta, con economías que avanzan como la española, en medio de una temporada turística histórica, o la alemana, sumida en una recesión con el sector industrial cayendo en facturación desde hace meses. El tono económico de la UE poco tiene que ver con el que brilla al otro lado del Atlántico, y aquí también el daño que nos hace la ley IRA de Biden puede estar detrás de gran parte de la caída de actividad germana. En fin, para variar, incertidumbre económica pero la recesión, tan temida, sigue sin presentarse. Y que siga así.

miércoles, julio 26, 2023

Oppenheimer, el efecto en la historia

La historia que relata la película es real, y aunque conocida, es una de las que menos se valora a la hora de analizar cómo nuestro mundo es como es. El desarrollo de la bomba atómica y su uso cambiaron por completo las reglas de la guerra, y no sólo supuso el final de la II Guerra Mundial y el entronizamiento de EEUU como líder mundial, sino una nueva era en la que, por primera vez en la historia, el hombre sí poseía los medios para destruirse a sí mismo. Todas las guerras anteriores a esta eran, por definición, limitadas, porque el grado de destrucción que se podía alcanzar era cada vez mayor, pero siempre concentrado en un punto. Uno escapaba de allí como fuera y salvaba el pellejo. A partir de Hiroshima ya no hay a dónde escapar.

Uno de los personajes que aparece en la película, Edward Teller, es el creador de la bomba H y el que espolea a EEUU para crear su arsenal de armamento nuclear y el conjunto de vectores que le permite alcanzar cualquier punto del mundo y, en su caso, destruirlo. El proceso de creación de ese arsenal se dio casi en paralelo entre EEUU y la URSS durante las décadas de los cincuenta y sesenta, dando lugar al escenario de destrucción mutua asegurada, lo que en inglés se llama MAD (y que corresponde, que cosas, a la palabra española loco). En este equilibrio del terror cada uno de los contendientes tiene capacidad de destruir no sólo al otro, sino al mundo entero, y sabe que el inicio de una guerra global supone el final de nuestra historia como humanos. El crecimiento de los arsenales de las dos superpotencias se produjo mientras terceros países iban accediendo al club nuclear no tanto con el objeto de atacar a otros sino con la idea, espeluznante pero certera, de que tener la bomba impone el miedo, y eso les protege de las intenciones agresivas de otras naciones. China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel, este último de manera no oficial, son los países que a día de hoy tienen armamento nuclear declarado, con capacidades muy inferiores a las rusas y norteamericanas, pero lo poseen, y eso los hace respetables. Hay un nuevo país que hace no mucho se ha unido al club, que es Corea del Norte. El régimen de Kim llevaba tiempo buscando tener la bomba por ser esa la garantía de su supervivencia, la pieza que infunde el miedo que garantiza la respetabilidad, y en cuanto pudo hizo una prueba subterránea para que todos los que miden en el mundo lo detectase. Y desde entonces Pyongang ha pasado a ser un lugar más respetado, o temido, como quieran. Irán la busca, y su proceso de enriquecimiento de uranio no es sino una cortina de humo vestida de investigación civil con fines energéticos que trata de obtener material fisionable propio para desarrollar la bomba. De tenerla, empataría con Israel y el equilibrio del terror se daría en una de las zonas más conflictivas y llenas de odio del mundo. Oppenheimer crea la bomba como respuesta ante una guerra que no cesa, y en su ilusión está el que ese artefacto sea el que acabe con todas las guerras, pero no tarda demasiado tiempo en darse cuenta de que su creación ha dado a luz un nuevo mundo mucho más peligroso, en el que la caja de pandora de la guerra nuclear se ha abierto y ya no se puede cerrar. Los cerca de 250.000 muertos de Hiroshima y Nagasaki pesan como una losa sobre él, no tanto al principio, pero sí cada día que pasa desde que la IIGM es historia y se da cuenta de lo que ha hecho, y su papel como antibelicista crece en un mundo polarizado en el que el riesgo de una tercera guerra entre occidente y el comunismo es cada vez mayor. Sabe que en esa guerra no ganaría nadie, pero observa atónito como los arsenales crecen, en una acumulación absurda de riesgos, en una carrera en la que la posibilidad de un simple error basta para que la humanidad se consuma en el infierno por ella misma desatada. La película muestra esto con una intensidad mayor a medida que nos adentramos en los últimos años de vida del protagonista.

Ha querido la casualidad, la suerte o vaya usted a saber qué que no se hayan producido errores fatales que nos hayan llevado a la destrucción de manera absurda. En los ochenta hubo alguna posibilidad de que se desatase la guerra entre EEUU y Rusia por falsas señales que, afortunadamente, fueron no tenidas en cuenta. En la crisis de los misiles de Cuba quizás es cuando estuvimos más cerca de la conflagración declarada, pero afortunadamente no sucedió. Pero el armamento nuclear sigue ahí, y vemos como el mafioso de Putin lo utiliza de farol para amedrentar, y el hecho de que ayudemos a Ucrania pero pelee sola se debe, sí, a que en frente el enemigo tiene armas que nos arrasarían en minutos. Oppenheimer cambió las reglas de la guerra y del mundo, y fue de los primeros en darse cuenta de ello.

martes, julio 25, 2023

Oppenheimer, la película

El director Christopher Nolan es un obseso de la perfección, y en cada una de sus obras busca construir la que quede como referencia para el género. Lo ha hecho en el cine de superhéroes, en el de acción y en la ciencia ficción. Sus películas disfrutan en la complejidad, en trucos de tiempo y en no permitir descanso alguno al espectador. Hasta ahora todas sus obras han sido ficción y, aunque Dunkerke se basa en hechos reales, sus protagonistas han sido inventados, seres que no han existido y le han dejado enorme libertad para crear. Salvo Tenet, su filmografía me parece un logro y va camino de ser referencia. Quiere ser el Kubrick de nuestra era.

Para su última obra Nolan no se ha ido a un mundo de fantasía, sino que ha cogido un enciclopédico libro de memorias escrito por dos expertos, que aún no me he leído, y se ha embarcado en la vida de Robert J Oppenheimer, el conocido como padre de la bomba atómica de EEUU. El riesgo que abordaba en este trabajo era enorme, porque someter a un director acostumbrado a la fantasía a los rigores de una historia conocida, llena de personajes famosos a lo largo de parte del siglo XX es la vía más segura para que una forma de trabajar se estrelle contra los muros de la realidad. La expectativa que había en torno a la película aumentaba la sensación de vértigo, la posibilidad de que el estilo Nolan se diera de bruces contra algo que no es a lo que acostumbra. Ya les puedo anticipar que no tengan miedo a este respecto, porque el director sale triunfante de su arriesgada jugada, entre otras cosas porque trata muchas escenas de la realidad histórica con la extraña y compleja manera con la que aborda los viajes espaciales o los sueños anidados. Las tres horas que dura la cinta, rodada en película, por lo que el término “cinta” mantiene todo su significado, son un exigente examen al espectador, que no tiene tiempo para aburrirse en lo más mínimo, que no puede desconectar porque en todo momento se le suelta información relevante, y que siente que la película podía haber sido mucho más larga aún si el estudio se lo hubiera permitido. Tres son las historias que, en la práctica, se cuentan en paralelo durante la trama; La comisión del Congreso de EEUU que estudia avalar a Lewis Strauss, responsable de la agencia de seguridad nuclear del país, como miembro del gabinete; la comisión que investiga las actividades filocomunistas de Oppenheimer con el objeto de si corresponde retirarle la acreditación de seguridad que le permite seguir participando en el desarrollo de armas y tecnología nuclear y el propio proceso de construcción de la bomba en Los Álamos, como una de las partes decisivas del proyecto Manhattan. Cada una de estas historias se desarrolla en un momento del tiempo distinto, de más cercana a la actualidad a más lejana según las he ido presentando, pero al igual que hiciera en Dunkerke, Nolan las solapa y mezcla dando la impresión de que se llevan a cabo de manera simultánea, lo que permite contemplar la experiencia del protagonista de la película no de una manera lineal, sino como un conjunto de bucles que se entremezclan y aportan toda la complejidad posible. Probablemente son las tramas no relacionadas con Los Álamos las más desconocidas para el espectador, que sí sabe algo de la bomba y del resultado de la prueba (Trinity) y de sus consecuencias, y también son las que se pueden hacer más áridas por sus diálogos complicados y la sobreabundancia de nombres, testigos, intervenciones y cruces de parlamentos entre todos ellos. En parte hay momentos en los que estamos en una película de juicios de las que tanto les gustan a los norteamericanos, y algo no nos encaja con lo que esperábamos ver, pero si el espectador es paciente irá componiendo el puzzle que Nolan le muestra y podrá comprobar hasta qué punto las piezas encajan. Tras ello, la figura del Oppenheimer aparece con todas las aristas posibles y asistimos a su transformación personal de una manera como muy pocas veces una película ha logrado retratar. El resultado asombra.

Técnicamente perfecta, sin efectos digitales, con una música constante que puede volverse por momentos machacona, y un sentido del ritmo exagerado, sin descanso alguna, la película es excelente. El reparto trabaja de una forma soberbia, con Cillian Murphy erigido como protagonista absoluto y Robert Downey Jr como el robaescenas perfecto, dando una lección soberbia. Ellos y ellas dan lo mejor de sí en una película que avasalla, en la que el momento culminante, el de la prueba, es de los pocos en los que el silencio es el dominante. La explosión, real, no nuclear, filmada, se plantea no como el culmen, sino como el punto de inflexión de la vida del protagonista. Si disponen de tres horas no lo duden. Eso sí, probablemente salgan agotados.

lunes, julio 24, 2023

Amarga victoria, alegre derrota

Recuerdan que el viernes hacía un pseudovaticinio de las elecciones de ayer, afirmando que el PP las ganaría pero que la gobernabilidad estaba mucho menos clara. Una vez conocidos los resultados, puedo decir que he, curioso, he acertado, porque sí que el PP las ha ganado, pero por mucho menos de lo que señalaban las encuestas. Los 136 diputados que ha obtenido son muchos viniendo de donde venía, pocos para lo que esperaba y nada para ser herramienta de gobierno. La suma de PP y Vox no alcanza los 176 diputados, por lo que el cambio mediante un acumulado del bloque de derechas, que era lo que casi todos los sondeos señalaban, no se puede dar.

¿Significa eso que la gobernabilidad está clara? Para nada. El PSOE pierde las elecciones. Obtiene 122 escaños que saben a gloria, porque son dos más de los que tenía, de tal manera que las expectativas de quedar por debajo de los 110 que se preveían por muchos se han deshecho. Sumar cae por debajo de lo que tenía Podemos, pero la suma de PSOE y Sumar se convierte en la primera fuerza parlamentaria. A partir de ahí Sánchez puede reeditar un Frankenstein II con los socios de investidura de la legislatura anterior, y sumando escaños se acerca mucho a la ansiada mayoría absoluta de 176, pero se topa con un obstáculo. Junts per Cat, el partido del prófugo Puigdemont, que cae, alcanza los siete escaños, y se convierte en la clave de bóveda del actual parlamento. Por absurdo que parezca, la investidura de Sánchez, y cualquier votación que se realice en el Congreso que requiera superar a PP+Vox necesitará, como mínimo, la abstención del prófugo de Waterloo, lo que es rizar el rizo. ¿Es capaz Sánchez de pactar con Puigdemont lo que sea con tal de mantenerse en el poder? Nadie tiene ninguna duda al respecto, pero lo que es obvio es que un resultado tan tan estrecho impide la mínima estabilidad necesaria para poder mantener un gobierno longevo. La investidura, a la que Feijóo ha dicho que acudirá, será un proceso largo en el que, tras el más que probable fracaso del candidato del PP, Sánchez tendrá apenas dos meses para amarrar un acuerdo de legislatura con unos socios que le van a exigir un precio alto, como ya adelantó ayer la candidata que actúa en nombre del prófugo. En todo caso, la euforia que se exhibió anoche en Ferraz es más que comprensible. Hasta que no comenzó el recuento el gobierno de Sánchez estaba casi liquidado y sus altos cargos tenían casi un pie ya fuera del gobierno. Ahora la situación es bastante distinta y las opciones de mantenerse al frente de los ministerios existen, y son altas. Por la misma causa, la celebración de ayer de la victoria del PP fue de lo más descafeinado, porque era evidente que ganar las elecciones no servirá, salvo enorme sorpresa, para nada. Respecto a las expectativas creadas, el PP se encuentra ahora en situación de fracaso, de objetivo que creía al alcance de la mano y que se le ha escapado de una manera incomprensible. Ahora comenzarán los análisis y será para muchos obvio lo malo que han sido algunos movimientos de campaña y de gestión de la victoria electoral en las autonómicas y municipales, los mismos movimientos que se consideraron exitosos hasta conocerse los resultados. La única esperanza para el PP, a corto plazo, es que se frustre la investidura de Sánchez por no poder hacer frente a las exigencias Puigdemoníacas o que, tras ser investido, la labor de gobierno sea una pesadilla en la que cada votación signifique un rubicón. ¿Cómo aprobar unos presupuestos con este parlamento? Esa esperanza cogerá a un PP noqueado, medio grogui, que va a sufrir bastante, y que se encuentra con una dirección general que no gestiona poder, y sí un grupo parlamentario que, más allá del ruido, no tiene capacidad para hacer casi nada. La sensación de vértigo se puede apoderar de más de uno en esa dirección popular, con el ruido proveniente de los que consideren a Feijóo como un candidato fracasado que es necesario reemplazar. En Génova hoy, y el resto del verano, serán días de crudo invierno.

La verdad es que salvo el PSOE y Bildu, que gana un escaño, todos los demás fracasaron anoche, aunque en sus discursos pareciera que el éxito benefició a todos. Los mayores desastres fueron para ERC, que pasa de 13 diputados a 7 y para los del Vox, que se derrumban de más de cincuenta a 33, convirtiéndose en irrelevancia absoluta. El fracaso de los de Abascal, una buena noticia, debiera hacer reflexionar a sus votantes, dadas las pocas luces de la dirigencia del partido, y darse cuenta de que su mera existencia es una garantía de que la mayoría de derechas no puede sumar por dispersión de voto, más allá de que el discurso de un partido trumpista y desquiciado apenas le gusta a nadie. En fin, un resultado de lo más complejo. Veremos cómo se trabaja con él después de las vacaciones.

viernes, julio 21, 2023

Se acaba, por suerte, la campaña electoral

Este viernes se acaba la campaña electoral para las generales que, como mínimo, lleva en marcha desde enero, con la intensidad del preludio de las municipales que desde el principio de año se sabía que serían en mayo. Tras el resultado de las locales, la convocatoria al día siguiente de generales nos ha llevado a este triste sprint final en el que no han abundado las ideas, y si los datos manipulados, en el que los candidatos se han arrojado medias verdades, cuando no mentiras, y la ciudadanía acude a votar con una sensación de ciclo de cambio pero, sobre todo, con apatía y deseos de revancha, no de esperanza.

El caso de las pensiones, en el que tanto Sánchez como Feijóo han presumido de que sus partidos siempre las han subido mucho, cuando en determinados momentos ambos han tenido que congelarlas y, siempre, las abonan gracias a la creciente deuda que generan, es un perfecto ejemplo de cómo el proceso de intoxicación por parte de los partidos y sus propagandistas han logrado enfangar un terreno en el que los datos y el discurso han sido completamente orillados. Si uno se muestra forofo de alguna de las corrientes no tiene nada más que apuntarse al argumentario que, cada día, se fabrica en las salas de propaganda de las sedes electorales, se distribuye sin freno en las redes sociales y se repite como loros por parte de todos los cargos y personal que pertenezca al partido. No requiere demasiado trabajo darse cuenta de que no pocos de los datos y consignas que de ahí salen son pura basura, pero ya se sabe, la basura de los míos es oro y todo lo de los demás, mierda. Eso ha conseguido que el barro llegue a límites insoportables y que no haya manera de aguantar, y que quien pretende realizar un cierto juicio con sensatez (no, la neutralidad absoluta no existe) reciba insultos y gorrazos desde todos lados. El caso de Alsina, en Onda Cero, atacado con vileza por parte de algunos de los periodistas de PRISA tras la entrevista que le hizo a Sánchez, la única que el presidente dio a Onda Cero en los cinco años que lleva en Moncloa, ha sido una muestra de hasta qué punto medios serios que antes tenían una ideología, pero que mantenían un cierto rigor que les evitaba caer en excesos propios del populismo más zafio. Ya no es así. Esta semana hemos visto como la Comisión Europea tenía que salir a desmentir un artículo de opinión publicado en el diario de PRISA en el que se vertían declaraciones sobre la opinión de comisarios europeos sobre el futuro electoral español. El articulista, ni corto ni perezoso, ponía por escrito unas cosas que, a las pocas horas, eran directamente desmentidas desde fuentes comunitarias. El País es el periódico español más influyente y el que sigue manteniendo una sección de internacional que está bastante por encima del resto de cabeceras, así que observar cosas como estás es, directamente, triste, y revela la profunda decadencia de un medio y una empresa que, financieramente, está medio quebrada, y que sobrevive a base de favores gubernamentales que paga religiosamente publicando bulo. La presencia de los comisarios políticos en la empresa es tan intensa que, el pasado fin de semana, se llegó al punto de que un Ministro, que se dice de Cultura, retuiteaba un artículo de un nivel indigno hasta para un propagandista, en el que se insultaba a un profesional como Kiko Llaneras, que trabaja para El País, porque en sus simulaciones de resultados electorales no era capaz de dar los valores que debía, que son los que el CIS fabrica con mimo en cada una de sus publicaciones. ¿Les gusta a ustedes este ambiente campaña política? La zafiedad de eso que se llama prensa deportiva, vulgares panfletos al servicio de equipos que pegan patadas al balón y que sólo ven faltas ajenas y goles propios ha asaltado definitivamente a la prensa convencional, y al resto de medios. Me entristece y me da mucha rabia. He bajado bastante el consumo de cabeceras y su compra porque, sinceramente, se han vuelto insoportables. Ojalá a partir del lunes, tras los resultados, las cosas se apacigüen. Lo deseo, pero no se si será así.

Sobre lo que puede pasar el domingo… más allá de que, como siempre, espero que todo el mundo vaya a votar, tengo bastante claro cuál es el partido que va a quedar primero, PP, y segundo, PSOE. La lucha por el tercer y cuarto puesto está más disputada, aunque a priori puede que VOX gane a SUMAR. La gobernabilidad que surja del escenario electoral la tengo bastante menos clara, y dependerá tanto de la suma de PP más VOX (la absoluta son 176 escaños) como del propio margen de victoria del PP. No será lo mismo ganar con 140 escaños que con más de 150. Lo peor que nos puede pasar es una situación de bloqueo, un estancamiento de esos que sabemos que pueden suceder, un riesgo de repetición. Votemos y el lunes lo analizamos.

jueves, julio 20, 2023

A algunos no les gustan las encuestas electorales

Probablemente, la encuesta que nos mida el efecto, si lo ha tenido, del debate de ayer en La1 sea, directamente, el resultado del próximo domingo 23. En los partidos sí se hacen trackings diarios que no se publican, y que tienen ciegos al resto del electorado. Es un anacronismo absurdo el reglamento que impide que la última semana se publiquen sondeos. Es algo con lo que habría que acabar y que responde a una visión infantilizada del mundo, y bastante arcaica, ajena a estos tiempos de velocidad y acceso instantáneo a la información. Los partidos siguen siendo considerados, por principios como estos, como entes superiores al votante, y es justo al revés.

En esta campaña las encuestas han sido numerosas y generadoras de polémica. Casi todas han dado un signo ganador idéntico, el PP, con una ventaja mayor o menor. Hasta la que elabora El País, que tiene un cierto interés de parte sobradamente conocido, ha ido virando desde una posición de victoria de Sánchez a otra en la que Feijóo saca ventaja, que se ha ido consolidando día a día. Es sabido que hay una encuesta que no da ganador al PP, que es la del CIS, pero eso no es una encuesta, sino un caro y delictivo ejercicio de propaganda a cargo de un organismo público secuestrado por el PSOE para que trabaje a su servicio, habiéndolo convertido en el mayor entusiasta del sanchismo que existe en España. No se han dado cuenta en Ferraz no sólo del destrozo que le han hecho a la institución al manipularla de una manera tan burda, sino directamente de la mofa que provoca cada uno de los pronósticos que Tezanos se inventa y que ya nadie toma en serio, ni siquiera en las propias filas socialistas. Bien, a medida que el consenso de las encuestas de verdad ha estado claro ha surgido un movimiento curioso, preocupante, y estúpido, que es acusar a los encuestadores por parte de los partidos que salen retratados mal. El PSOE lleva toda la campaña y la previa poniendo extrañas denuncias a las empresas demoscópicas y a los medios de comunicación, que no han llegado a ninguna parte, y día sí y día también se queja de cómo los sondeos les retratan. Han llegado a utilizar tácticas trumpistas, como el señalamiento que este fin de semana el Ministro de Cultura (vaya vaya) hacía de la figura de Kiko Llaneras, uno de los expertos en demoscopia y en el análisis de datos más solvente y científico de los que publican en los medios españoles, dando carrete a un patético artículo en el que se criticaba con saña al ingeniero Llaneras y, en general, a todos los que no alababan el trabajo de Tezanos. Curiosamente el PSOE no está sólo en estas críticas. La tendencia que todos los sondeos han mostrado de caída de Vox (muy buena noticia que Vox y Podemos se vayan disolviendo en la irrelevancia) ha hecho que Abascal y sus portavoces pongan en solfa los estudios, denuncien campañas de manipulación y pidan que se endurezca la ley que mencionaba al principio para, directamente, no publicar sondeos en todo el tiempo que dure la campaña. Si la situación actual es anómala, lo que pide Vox lo es mucho más, pero bueno, tampoco nos debiera extrañar tanto que un partido intervencionista y con ínfulas dictatoriales quiera eliminar información del debate público y negársela a la sociedad. Vox es más de evitarse sondeos y, ya puestos, si las ha ganado, de elecciones, porque una vez que está en el poder, ¿para qué volver a preguntar a la gente? La de dinero que nos ahorraríamos en sobres, papeletas, correos, campañas y demás. Afortunadamente va a seguir habiendo elecciones, aunque el comportamiento de los partidos las haya convertido en el epílogo de muy desagradables semanas, y tiene pinta de que las opciones radicales van perdiendo adeptos. Ese puede ser el mejor de los resultados del próximo domingo.

El trabajo de las empresas de sondeos electorales es muy difícil, por lo que hacen en sí, que lo es, y porque muchas veces tienen que vender derrotas a sus clientes, porque sólo un partido queda primero y otro segundo. Exigen saber de matemáticas, estadística y números, pero también de sociología del país, de acervo de las elecciones pasadas, de conocer las trampas que los electores nos hacemos a nosotros mismos, de detectar cuándo el entrevistado miente y cuándo no. En fin, muchas cosas. El acierto de los sondeos va a más a medida que la tecnología permite hacer análisis numéricos más profundos e intensivos, pero el olfato para la cocina es propio del profesional, y es lo que distingue los buenos guisos de los intoxicados, a lo Tezanos.

miércoles, julio 19, 2023

Calor de día y de noche

Este verano está siendo algo más suave que el pasado, cosa que no tiene ningún mérito dado que el de 2022 fue el exceso absoluto en lo que hace a calor y sequedad. Gran parte del mismo estuvo ocupado por una ola de calor continuada que no dio tregua durante semanas y semanas, en las que la previsión del tiempo era de una monotonía desesperante y cruel. En este año en el que estamos se suceden las olas, que lo son por los pelos por el criterio de duración, no por extensión, y lo cumplen en exceso por intensidad, con picos de calor enormes que dejan la marca de los cuarenta convertida en asignatura María, pero tras el pulso de calor la ola remite y empieza a bajar, dando algunos días de tregua de treinta y pocos.

De los tres pulsos que llevamos, el de esta semana es el más intenso en la zona centro, Madrid. Tanto de día como de noche, las temperaturas son altísimas y a ello se ha unido una capa de calima que, especialmente ayer, lo cubre casi todo, enturbia y ensucia como sólo ella es capaz de hacerlo. No hemos alcanzado los cuarenta grados en la ciudad, con registros en la estación de Retiro que llevan desde el lunes bordeando los 39, pero eso da un poco igual, a pie de asfalto la sensación es de varios cientos de grados. Las noches están siendo duras, y alguna de ellas, como esta recién superada, calimosas, por lo que la bajada de las temperaturas ha sido frustrante. A eso de las 23:30 cuando me fui ayer a la cama, el aire de la calle seguía siendo bastante más caliente del que tenía en casa, que no era muy fresco, por lo que, por segunda noche consecutiva, opté por no abrir ventana alguna. Son estas noches algo absurdas, en los que las personas que dormimos poco de normal vamos a la habitación en la que está la cama a pasar un rato más largo y aburrido de lo habitual gracias al calor. Con un pijama de verano, que no es sino una camiseta y una especie de pantalón de baño sin redecilla, se tira uno encima de la cama, sin nada por encima, y se queda quieto, esperando a que entre el sueño. Desde que me cambié de casa tengo aire acondicionado en el salón y en dos habitaciones, y esta noche he usado unos minutos el de mi habitación, al cuarto de hora de estar en la cama. Lo he encendido un cuarto de hora, más o menos, hasta que he notado que una pequeña brisa circulaba por la estancia, pero luego lo he apagado. Tenía el absurdo miedo de quedarme dormido con él puesto, lo que es malo para la garganta y la factura eléctrica, y tras apagarlo he intentado dormirme, moviéndome lo menos posible en la cama, o haciéndolo de una manera lenta, sin brusquedades, tratando de no forzar ni generar nada de calor. El mantra ese de que el calor seco es más soportable es cierto, pero hasta un punto, y requiere de un estado zen en los movimientos para no generar sofocos que, supongo, se alcanza tras años de práctica en recónditos y caros recintos budistas. Como no es mi caso, me limito a estar estático y a esperar a que el sueño llegue. ¿He dormido? De 01:00 a 03:45 si, por lo menos en ese intervalo de tiempo no he mirado al reloj ni he sido consciente de que podía hacerlo, pero luego ya no. A eso de las 04:00 me he levantado e ido al salón para abrir la ventana y ver si tenía sentido dejarla así, con la persiana subida. Sí, el movimiento de la cama al salón ha sido pausado, como a cámara lenta, sin ejercicio de posturas de caballero Jedi pero con la parsimonia de la sabiduría oriental en las palmas de los pies, buscando no sudar. Al subir la persiana la sensación que me ha dado es que, sí, hacía menos calor que a las 23:30 pero vamos, como la moderación de la inflación, que se mide, pero no se nota mucho. Pese a ello he optado por abrir la ventana y subir la persiana, por rito más que por eficacia. Luego he ido a la cocina, sin ser capaz de levitar en el paseo, y he abierto la ventana que da al patio, buscando generar corriente entre esa estancia y la sala, sin requerir que la corriente fuera fresca, sólo buscando que el aire se removiera, pese a su recalentura. Tras ello he vuelto a la cama y quizás habré echado alguna cabezadita, pero hasta las 06:50 en que me he levantado se me ha hecho el tiempo muy muy muy largo, tan inmóvil y sereno sobre el colchón.

Se levanta uno, desayuna poco y se lava con la sensación de que el descanso previsto y necesario ha sido como esas promesas de amor eterno, que se diluyen a la primera, o las hipotecas asequibles, que directamente no existen. A eso de las 07:00 si notas que hay algo de corriente en la casa, pero no es refrescante, y la luz que entra por las ventanas te indica que, en pocos minutos, además de irte de casa, debes cerrar las ventanas y bajar las persianas para tratar de conservar en las habitaciones un poco del aire que por ellas se ha movido. Sales de casa, coges el ascensor, donde el aire lleva estancado desde el siglo XVII y está horneado, y te preparas para un nuevo día en el que, en la oficina, se estará bastante bien, pero a sabiendas de que no habrá descanso. Ni de día ni de noche.

martes, julio 18, 2023

Fin del acuerdo del grano ucraniano

El domingo caducaba el acuerdo establecido entre Rusia y Ucrania por el que se permitía la exportación desde el país invadido de la enorme producción cerealística que cada año se cosecha allí. Este era el único acuerdo que existía entre las dos naciones desde que comenzó la ofensiva rusa. Principalmente a través del puerto de Odesa, el grano era cargado en barcos ucranianos, rusos o de otras nacionalidades, y atravesaba el mar negro rumbo al Mediterráneo y de ahí a cualquier parte del mundo. Miles y miles de toneladas de cereal han podido salir gracias a este pacto, lo que ha aliviado los precios globales, que se dispararon al inicio de la invasión.

El acuerdo era a tres bandas, porque Turquía, que actuó como mediador, es paso obligado de todo buque que quiera salir del mar negro, dado que controla los dos estrechos, el Bósforo con Estambul y los Dardanelos, y el mar de Mármara, que se forma entre ellos, por lo que si Turquía quiere puede cerrar ese paso a voluntad. Favorable a las tesis de Putin, ya comentamos aquí el otro día el ambiguo juego que está practicando Erdogán, pero en el caso del cereal su postura le permitió ganar muchos enteros ante las naciones del llamado sur global, que ven la guerra como un tema lejano y, lamentablemente, se decantan más a favor de Rusia que de la invadida Ucrania. Durante estos días ha habido conversaciones, auspiciadas por Turquía, buscando prorrogar el acuerdo, pero las cosas no han salido bien. Rusia está cada vez más hostil ante la rebeldía ucraniana y sangra por las heridas de una guerra que no está saliendo, para nada, como esperaba, mientras que Ucrania, que gana con la exportación, sabe que todos sus esfuerzos deben centrarse en la contraofensiva y en aniquilar todos los rusos que pueda, por lo que las posibilidades de cesión del Kremlin en cualquier otro aspecto serán prácticamente nulas. La primera consecuencia de esta ruptura ha sido un repunte en los precios globales del cereal, de momento no muy acusado, pero que habrá que seguir atentamente si se consolida con el tiempo. La escasez de grano y su coste están muy relacionados con el surgimiento de protestas y revueltas en muchas naciones en las que la alimentación de la población tiene escaso margen y es muy dependiente de productos concretos como el pan y sus derivados. Muchas naciones de África y Asia se pueden enfrentar a un problema de suministro de grano a medio plazo si, por lo que sea, lo que hoy es un pacto roto se mantiene así, y el miedo empezará a cundir entre sus poblaciones y los dirigentes si no se encuentran suministros alternativos. De todas maneras, debemos tener en cuenta que este grano que está saliendo ahora es fruto de la cosecha del año pasado, y que las cosechas ucranianas ya están siendo muy debilitadas por los esfuerzos de la guerra. No es sólo que enormes superficies de cultivo hayan sido pasto de los combates o se encuentren en terrenos disputados, sino que la propia población ucraniana encargada de las labores agrarias, principalmente masculina, se encuentra movilizada para hacer frente al esfuerzo bélico. La economía del país se encuentra en modo guerra, derivando todos los recursos posibles hacia las industrias de defensa, por lo que era de esperar que, aun con el acuerdo en vigor, el volumen de las exportaciones fuera cayendo poco a poco a medida que los stocks de producción excedentaria se fueran liquidando. La prolongación de los combates hacia el otoño de 2023 y el invierno del año que viene se traducirá en nuevas mermas en las cosechas de grano ucranianas, y bastante tendrá el país si es capaz de abastecerse así mismo. Para terceras naciones, el efecto de los combates pasará de un suministro menguante como sería de esperar a el corte total del mismo, por lo que desde ya deben buscar alternativas. El precio del grano nos dirá si, en unos meses, estamos ante un escenario de escasez global o no.

Turquía tiene intereses en que el acuerdo se recomponga, no por lo que le importe a Ankara el suministro de grano al resto del mundo, sino por mantenerse en un papel relevante en el conflicto, pudiendo estar tanto al lado de Putin como de los aliados occidentales, pero desde ayer Erdogan está un poco fuera de juego en este tablero. Como otros actores, su posición ahora es de espera, de calibrar el efecto de la contraofensiva ucraniana, que no avanza como debiera, y ver cómo se posicionarán los frentes de cara al otoño invierno, tratando de sacar partido de los movimientos que puedan surgir en esas fechas. Ucrania pierde una de las pocas fuentes de ingresos que le quedaban y su maltrecha economía, ya totalmente dependiente de nuestro respaldo, sufre un duro golpe.

lunes, julio 17, 2023

Francisco Ibáñez, el maestro

Hace unos meses, en el espacio de La Cultureta de Onda Cero, donde Alsina, rindieron un homenaje a la figura de Francisco Ibáñez, contando con la presencia del actor Carlos Areces, que resulta ser uno de los mayores coleccionistas de Mortadelos que hay en el mundo. En la entrevista que le hicieron a Areces hablaron de su pasión hacia la obra de Ibáñez y, en un momento dado, contactaron con el maestro, que estaba en casa, dibujando sobre su tablero, como siempre, incesante. Su voz era la del hombre divertido y risueño que siempre había sido, que llevaba una vida totalmente oculta tras la montaña de viñetas realizadas. Y así quería seguir.

Supongo que así es como se ha marchado, dibujando. Cuando me llegó un whatsapp en uno de los grupos en los que estoy en el que se me informaba que había muerto Ibáñez lo primero que pude escribir es un noooooo enorme, y tras entrar en internet y confirmar que así era, empezó a surgir de la mente de mi personaje de cómic un bocadillo lleno de cerditos, puaghs, asteriscos y demás simbología que denota ira sin fin. A sus 87 años la muerte es algo que se le acercaba, a él y a todos los que estamos vivos, pero Ibáñez era alguien tan tan especial que uno pensaba que no llegaría ese día. Somos millones de personas en España, muchos millones, la inmensa mayoría, los que nos hemos reído como locos con sus viñetas, devorado los comics que no dejaba de crear y soñado con acumular el tesoro que Carlos Areces tiene en su casa. En las crónicas de este fin de semana, a la muerte del maestro, se repiten una y otra vez escenas de la infancia que nos son comunes a todos. Ese nerviosismo cada vez que salía un ejemplar nuevo y había que hacerse con él, ese portarse lo mejor posible para que en navidades cayera unos cuantos, o el premio gordo, que para todos los niños no se llamaba lotería, sino SúperHumor, uno de esos libros gordos bien encuadernados que eran el trofeo que se exhibía como lo hizo ayer Alcaraz en Wimbledon. Comentaba Suanzes ayer que, cuando era crío, el caía uno en navidades y otro el 1 de agosto, las dos fechas más míticas de su infancia, y todo por Mortadelo y Filemón. Como niño muy petardo que fui, sólo pedía a mis padres dos cosas de regalo; TENTE y Mortadelos. Los primeros eran para hacer construcciones, la gama barata española de unos carísimos LEGOS, y lo otro era el sumun de la diversión. Muchas veces mi madre me ha recordado como, con los mortadelos, me iba al cuarto, los deglutía sin casi respirar y lo único que se oía eran risas, grandes risas, ajenas a si había visita en casa o no, o si mis padres veían la tele o cualquier otra cosa. Era yo en un mundo de diversión absurda, total, descontrolada, en el que cada viñeta era un prodigio de color y efectos, y por todas partes surgían gags sin parar. La historieta tenía un guion, una idea general, pero en cada momento nacían nuevos chistes que eran geniales, y debajo de los pies de los personajes aparecían gusanillos que tenían su propio momento cómico, y así sin parar. Comentaba ayer una columnista que en su infancia los mejores recuerdos surgían, paradoja, de los momentos de enfermedad. Los pasaba en la cama, con muchas mantas, dolor de cabeza y algo de fiebre, pero la gracia estaba en que, cuando se ponía enferma, sus padres le compraban mortadelos para que pasase el rato, y ahí, entonces, ese lecho del dolor se convertía en el paraíso de la risa. Como niño que también se ponía enfermo, a mi también me pasaba eso, y me recordaba ayer mi madre que, por ejemplo, cuando me operaron de filmosis, y las curas en Bilbao fueron dolorosas, me compraron un SuperHumor de manera extraordinaria, de tal manera que, ahí, con mi cosa doliéndome mucho, sólo me importaba lo que los personajes de aquel adorado libro hacían, lo que a ellos les dolían los porrazos que se pegaban en cada uno de sus frustrados intentos de investigar lo que fuera. De esa operación recuerdo las grúas del Euskalduna al fondo, al llegar a un Bilbao gris que ahora sería distópico, las posteriores inundaciones semanas después y el SúperHumor.

Como Ibáñez nos ha hecho reír a millones con sus dibujos y bocadillos, la crítica nunca le ha considerado como el Cervantes moderno que era, creador de un Don Quijote y Sancho en versión cañí tan cachondos como certeros. No le hemos dado el Príncipe de Asturias de las letras, no hemos inaugurado bibliotecas ni colegios con su nombre, no le hemos dedicado avenidas como se merecía, porque sólo hacía reír, porque sólo había conseguido que, en el país en el que discutimos por todo, lo único en lo que somos unánimes es en que Mortadelo y Filemón son geniales. A su muerte los lloros y loas son sinceros, absolutos y, ya, poco útiles. En vida no recibió las distinciones debidas. Todo muy propio de cómo se gestiona la TIA de nuestra nación. No hay palabras para agradecer todo lo que Ibáñez ha hecho por nosotros

viernes, julio 14, 2023

Huelga y problemas en Hollywood

Ayer el sindicato de actores anunció que se une a la huelga que mantienen los guionistas desde hace ya varias semanas, con lo que la paralización de la industria el entretenimiento en Hollywood va camino de ser total. Los guionistas ya han conseguido que los programas de entretenimiento nocturnos tengan que recurrir a vivir de emisiones grabadas, pero las producciones de películas y series se mantenían gracias a trabajos de guion que llevaban ya tiempo consolidados. Ahora todo el sistema de producción y grabación se va a parar, por lo que las consecuencias económicas serán mucho mayores. También en el entretenimiento.

Las causas que aducen los huelguistas tienen que ver con las clásicas reivindicaciones salariales y con aspectos más complejos y modernos, como el papel de la IA en el mundo del espectáculo, donde el recurso a programas de este tipo para desarrollar tramas o crear personajes virtuales es, directamente, una manera de suplir a los efectivos humanos, hasta ahora imposibles de reemplazar. Todo esto coincide con un año en el que las recaudaciones de muchas de las producciones esperadas como exitosas están siendo decepcionantes, siendo muy generosos. Títulos como Flash o Indiana Jones se han estrellado en taquilla, y otras producciones como Elementos, la última de Pixar, que se estrena hoy en España, han sido de las que menos caja han hecho para la mítica productora de animación. Factores políticos propios de esta absurda época en la que vivimos han contribuido a que la última de Pixar se estrelle. También el papel de las plataformas ha cambiado notablemente el ecosistema, y en el caso de Pixar eso es un factor obvio. Las últimas producciones del estudio se estrenaron directamente en la plataforma de la casa, Disney+, por lo que quizás muchas familias, el objetivo de público principal de la casa, se han empezado a acostumbrar a ver el estreno juntas en casa, no en la sala, lo que supone un gran ahorro en transporte, palomitas y demás costes asociados habitualmente a una visita al cine. El coste de pagar la suscripción a la plataforma seguirá siendo el mismo, se vea el estreno allí o en la sala de cine, y el llevar la comodidad de lo novedoso al salón, inevitablemente, retrae gente de las salas. El mercado chino, otra de las grandes fuentes de ingresos en la vida comercial de las películas, está flojeando desde hace más de un año, otra evidencia de que la economía china no avanza como debiera. Uniendo todas estas cosas el panorama financiero de Hollywood de este año pinta bastante más que gris. Cada uno de estos estrenos que no han funcionado han supuesto cientos de millones de euros de inversión para unos estudios que saben que algunas de sus producciones funcionarán y otras no, es la vida habitual de estos productos, pero que no pueden aguantar rachas muy largas de fracasos antes de empezar a hacer recortes. Otro factor, no menor, del que no se habla mucho, es que las galas de los Oscar, que llevan años retrocediendo en audiencia, han dado sus premios en las últimas ediciones a títulos que han generado unas recaudaciones en taquilla realmente bajas. Coda o Todo a la vez en todas partes, por poner los dos últimos, son películas pequeñas en presupuesto, financieramente irrelevantes y que han dado poco más que los costes que supusieron, por lo que no han representado nada en el mundo económico del sector. El año pasado fue Tom Cruise con Top Gun 2 el que logró que las cuentas de la industria se maquillasen, porque fue un título que funcionó muy bien, apelando al espectáculo y a la ya típica nostalgia. Esta semana llega aquí otra edición de Misión Imposible, cada vez más espectacular, que tiene el reto no ya de que el actor sobreviva a los excesos que se impone, sino tratar de hacer un ingreso suficiente para que sea rentable y el estudio no sufra.

La semana que viene se estrenan mundialmente dos producciones enormes, con la intención de comerse el verano y hacer taquilla a lo loco. Y son dos películas muy diferentes. Por un lado, Barbie, la recreación de la vida de la muñeca de Mattel, un proyecto tachado de absurdo desde un principio pero que lleva tiempo creciendo en expectación y ganas. Por otro lado Oppenhemier, de Christopher Nolan, sobre la vida del científico que lideró el proyecto Manhattan que dio lugar a la bomba atómica norteamericana. Nada en común entre ambos títulos excepto sus presupuestos, en cifras de varios cientos de millones de euros, y la necesidad de que recauden al menos dos o tres veces sus costes para que tengan sentido empresarial. ¿Lo lograrán?

jueves, julio 13, 2023

Ucrania y la OTAN

Ayer terminó la cumbre de la OTAN en Vilnius, entre muchas fotos sonrientes y declaraciones de unida en las que el presidente ucraniano Zelesnky era agasajado por casi todos a la hora de recibir los mensajes más profundos. Suecia ya es oficialmente miembro de la Alianza, por lo que de esta reunión sí sale un fruto esperado, hay algo que celebrar. No consta que en Rusia se haya dicho nada al respecto, pero a buen seguro en el Kremlin que los suecos estén ahora unidos militarmente a EEUU es algo que nos les hace ninguna gracia. Menos risa me dan a mi sus amenazas y actos agresivos.

Pero lo importante es lo de Ucrania, y en este caso la cumbre ha sido un poco plof, si me permiten la expresión. Zelensky llegó enfadado, se enfadó cada vez más a medida que las sesiones avanzaban y se marcha dando las gracias a todos pero sabiendo que su país nunca entrará en la Alianza hasta que, al menos, se acabe la guerra. El compromiso de seguir suministrando armamento a Kiev por parte de occidente se mantiene, pero serán los ucranianos que mueran en el frente los únicos sobre los que recaiga la responsabilidad de garantizar el futuro de su país, porque no va a haber soldados occidentales de manera oficial en territorio ucraniano de mientras se mantengan las hostilidades. Kiev sabe que tiene muchos apoyos pero que lucha sola, y que el futuro depende de lo que sea capaz de conquistar en su territorio y lo que pueda repeler de la invasión rusa, de nada más que de eso. La contraofensiva, de la que se cumple más de un mes desde que se puso en marcha de manera un tanto desordenada, avanza muy despacio, y ha conseguido penetrar algunos kilómetros en el frente ruso, pero no está siendo nada parecido a lo que sucedió en el otoño de 2022, cuando parte del frente organizado por Putin se desmoronó por propia incompetencia y presión ucraniana, y las tropas de Kiev pudieron recuperar mucho del terreno perdido. Desde entonces el proceso de desgaste de ambos ejércitos se mantiene sin que haya movimientos significativos, y en esta situación es el ucraniano, el menor, el ejército que más sufre. Los abastecimientos de munición en el caso ruso parecen mantenerse estables, y sus malditos misiles, que según la inteligencia británica debieran haberse acabado hace ya bastante, siguen golpeando de manera irregular pero cruel las ciudades ucranianas. Por el lado occidental, la tensión en los suministros de armas a Kiev es muy alta, porque los stocks que había acumulados en los arsenales están bajo mínimos y la capacidad productiva apenas despierta tras años de letargo. La ventana de oportunidad que tienen Kiev en su contraataque se cerrará en un par de meses, cuando lleguen las lluvias otoñales y todo el campo se convierta en un barrizal que impida el rápido avance de equipos y personal de combate. Allí los inviernos empiezan pronto, y a finales de agosto se pueden empezar a dar las primeras noches de temperaturas realmente bajas. Es cruel decirlo, pero para los analistas occidentales Ucrania corre contra el reloj. Debe presentar éxitos palpables en este movimiento en el que está utilizando todas las piezas de infantería y carros que se le han suministrado, y cuya pérdida sería muy difícil de reemplazar por parte de unos ejércitos, véanse el español, que apenas cuenta con material propio. Si en dos meses las líneas de frente no se han movido de manera significativa hacia el este y la reconquista de territorios no es un hecho, el esfuerzo ucraniano habrá sido bastante poco útil, y la moral occidental se resentirá a las puertas de un nuevo invierno de posibles problemas energéticos, sin que sepamos aún que podamos contar con un frío escaso, aliado que nos ayudó en el pasado, y que no tiene por qué estar en el de dentro de unos meses.

Es probable que la bandera de la OTAN acabe ondeando en Ucrania, más lo es que, para entonces, Ucrania no sea la nación que era antes de la invasión. Si se produce un enquistamiento del conflicto o una cesión de territorio Ucrania puede asemejarse a una Alemania occidental de postguerra en la que la presencia occidental sirve como tapón para que las tierras del este en manos rusas no se extiendan, manteniendo al oeste del país en una situación de subsidio económico por nuestra parte, permitiéndole seguir vivo pero con escasas posibilidades de futuro. Y eso en un escenario de guerra terminada, cosa que a día de hoy nadie ve como posible a corto plazo. La resistencia rusa a las sanciones se ha mostrado poderosa y sólo la voluntad de los ucranianos de luchar es lo que ha impedido que el Kremlin logre sus planes. Esto va para largo.

miércoles, julio 12, 2023

La cumbre de la OTAN en Lituania

Este año la cumbre de la OTAN, que el pasado revolucionó Madrid, se celebra en Vilnus, capital de Lituania, una ciudad a pocos kilómetros de la frontera bielorrusa y a algo más, pero no demasiado, del enclave ruso de Kaliningrado. No es por casualidad. Organizar la principal reunión anual de la mayor organización de defensa occidental a las puertas del enemigo ruso es una manera de mandar un aviso, una señal al otro lado de la valla, para que el agresor sea consciente de que hay un compromiso mutuo de defensa por parte de los socios. Naciones enanas, de juguete comparadas con Rusia como las bálticas, existen gracias a este compromiso.

La cumbre ha comenzado con un anuncio sorpresa que es positivo y con la constancia de una realidad que se está volviendo cada vez más sombría. La sorpresa ha sido el permiso otorgado por Turquía para que Suecia pueda incorporarse a la Alianza. Durante un año la petición de Suecia ha estado encallada por los caprichos del líder turco, pero el lunes, media hora antes del debate electoral, se produjo el sorprendente anuncio de que Turquía levanta el veto y acepta que Suecia entre. Durante el fin de semana había corrido por los pasillos la noticia de que Turquía elevaba el precio de la adhesión, exigiendo para que diera su sí el que la UE retomase las negociaciones con el país de cara a una futura adhesión, proyecto que lleva embarrancado desde hace muchos muchos años por motivos de todo tipo. A priori era una exigencia inaceptable de todo punto y la sombra de un fracaso en el tema sueco empezó a planear en la pequeña capital lituana. Por eso la sorpresa del anuncio ha sido mayúscula y, que yo sepa, no han trascendido las causas por las que Erdogán ha cambiado de criterio ni qué es lo que ha obtenido a cambio. Ya nos cobra Turquía un peaje a la UE por el control migratorio de la frontera, dinero que pagamos sin control para que Ankara haga de poli malo y evite entradas de inmigrantes desde las costas que controla. ¿Qué habrá obtenido ahora el sátrapa turco? Recién reelegido, afronta Erdogán un largo mandato y la sensación de que juega por libre con unos y otros, convirtiéndose en un socio poco fiable para todos. En uno de sus últimos movimientos inexplicados, ha entregado a Zelesnky, que le visitó, algunos de los miembros del batallón Azov que Rusia capturó tras la caída de Mariupol y que derivó a Turquía para que allí pasasen el exilio. Desde luego esa estancia en Turquía no era vista por el Kremlin como una mera escala de distracción sino como un lugar de encierro permanente. Con su gesto Ankara ha traicionado lo que acordó con Moscú, sin que nadie tenga tampoco muy claro el por qué. ¿Está Turquía tentando hasta dónde puede tensar las cuerdas de cara a llevarse el mejor de los réditos en cada uno de los escenarios? ¿Va de farol? ¿Está desorientada? Sinceramente, es muy difícil apostar por una respuesta ante esta sucesión de sorpresas. La del lunes, desde luego, fuer enorme, y ya sólo eso garantiza un éxito en la cumbre de la Alianza, porque formalizará la incorporación de un importante, estratégico y muy rico aliado. Si el Kremlin pensaba hace un par de años que la OTAN estaba muy cerca de sus fronteras, su despiadada guerra en Ucrania se ha traducido en que naciones que llevaban décadas instaladas en la neutralidad, como las nórdicas, han virado en meses para unirse al bando occidental, al que pertenecen desde hace muchas décadas en lo económico, político y social, pero no en lo militar. Para Rusia su guerra le ha hecho pasar de tener vecinos neutrales, como Finlandia, a vecinos OTAN, por lo que más allá del horror de los combates que se libran en territorio ucraniano, el resultado estratégico del movimiento del Kremlin es, se vea como se vea, un desastre para sus propios intereses.

Si lo de Suecia es lo bueno, lo gris tiene que ver con la incorporación de Ucrania a la Alianza. El cabreo de Zelesnky es creciente al ver como el resto de socios, palabras a parte, está muy de acuerdo en que su país no puede entrar en la OTAN mientras esté en guerra, entre otras causas porque eso supondría la puesta en marcha automática del artículo 5 y todos los países entraríamos en guerra directa contra Rusia. Por tanto, sólo tras el final de la guerra se podrá estudiar la entrada efectiva de Ucrania en la Alianza. El problema es que nadie sabe cuándo ni cómo va a acabar la guerra, y en qué estado estará Ucrania cuando eso suceda. Palabras, suministros, abrazos. Zelensky va a tener mucho de eso, pero no será socio de un club que sigue mirando con miedo lo que pasa en el frente de batalla.

martes, julio 11, 2023

El debate Sánchez Feijóo

En la Cultureta Gran Reserva, que presenta Rubén Amón en Onda Cero los viernes de madrugada, hay una sección en la que Álvaro Imbernón ofrece sus críticas ajustadas de obras de teatro, películas, libros… que no ha visto o no ha leído. Tira de los tópicos elogiosos que llenan las fajas de los ejemplares recién editados, supuestamente obras maestras en todo caso, para realizar una ácida visión de la vida cultural donde a veces hay mucho de impostado, de cartón piedra queriendo parecer sólido mármol. La sección dura unos pocos minutos y tiene bastante gracia, y mala uva.

A mi me falta la mala uva y más la gracia, pero voy a hacer algo parecido al comentar el debate de anoche, que vi de manera fragmentada, a trozos, y que pasadas las once y cuarto de la noche se fue a negro porque apagué la televisión. Ya dije a los que me preguntaron que no tenía especial ilusión ante el evento, y que lo vería forzado. Al empezar, en un plató luminoso, con ambos candidatos sentados en los extremos de una mesa que a Putin le hubiera parecido enana, la estética recordaba a la de las entrevistas de trabajo, o a la reunión de ejecutivos. Creo que es mejor atriles con candidatos de pie, que sufren más, pero supongo que los estrategas impusieron la silla y la distancia controlada. A priori los papeles estaban bastante claros. Feijóo, por delante en las encuestas, y novato en este tipo de encuentros, acudía a la defensiva, a no cometer errores, saliendo a empatar si me apuran. Sánchez, por debajo en las encuestas, con más experiencia en este tipo de encuentros, debía salir en tromba, a usar el debate como la gran palanca para relanzar una campaña que sigue estando basada en la sucesión de entrevistas en medios donde se lamenta de lo mala que es la sociedad con él. Sánchez tenía ayer mucho más que ganar y Feijóo que perder. Por lo que pude ver, que no entender, porque la superposición del discurso de ambos fue constante, la sensación que me dio fue casi la contraria. Feijóo no usó una táctica de ventajista arrinconado, sino que pasó al ataque, eso sí, con sus formas, que no son las de Rajoy, pero tienen un aquel. La seriedad y la falta de tonos elevados es una de las características del gallego, y pese a que no tiene experiencia en debates, hizo un papel muy interesante, tratando de llevar la iniciativa en todo momento. Sánchez tiró de experiencia, pero se le vio incómodo. Necesitaba delante un candidato reactivo, alguien que le siguiera un juego algo bronco, donde las cualidades de aplomo presidencial que le gusta exhibir sacan ventaja, pero no se encontró con ese oponente en ningún momento. En el bloque económico, que fue el primero y es el único que vi en su totalidad, Sánchez tenía más posibilidades de defensa y ataque que en el resto, porque el último año de la economía española ha sido objetivamente positivo, pero ni aún así logró situarse frente a un candidato popular que tiró de números, que ambos se arrojaban sin que nadie fuera capaz de seguirlos ni contrastarlos. En los pactos del PP con Vox, que es donde más daño podía hacer Sánchez, Feijóo tiro de escapismo, de elusión, y se sacó de la manga la firma de un acuerdo que forzase a ambos a abstenerse en caso de que su oponente ganase las elecciones para no depender de extremistas. Era una jugada que, desde una posición de presumible ganador, no suponía riesgo alguno para el candidato popular, y que el oponente que se encuentra en desventaja en los sondeos nunca podría llegar a firmar, pero el efecto de presentarse como una alternativa que busca huir de los populistas (aunque pacte con ellos como se ve en varias CCAA) se logró. El tono general del encuentro, sin llegar a ser faltón, pero con interrupciones constantes y discursos simultáneos no ayudaba a entender nada, y los moderadores pintaban menos que yo en una fiesta de modernos. Me dio la sensación de que ganador del encuentro ya había y, con cientos de grados en la noche madrileña, quité la tele.

Leyendo hoy los titulares de la prensa afín a Moncloa uno extrae esa misma conclusión, que la oportunidad que tenía Sánchez en este debate para dar un golpe en la campaña se ha diluido, por deméritos propios y por éxitos en la táctica de su oponente. Para los medios que apoyan a Feijóo la sensación es de victoria, porque partiendo de escasas expectativas el resultado obtenido ha sido bastante mejor de lo que nadie esperaba. Para los forofos de uno y otro bando poco habrá cambiado. El volumen de voto que se puede mover con un debate similar es escaso, salvo desastre absoluto ante las cámaras, y crece la sensación de que la victoria del PP dentro de dos semanas es un hecho. Otra cosa es la gobernabilidad. Sí, Imbernón lo hubiera contado con más gracia.

lunes, julio 10, 2023

Bombas de racimo en Ucrania

La realidad es eso que hace que nuestros principios se estrellen y dejen de sernos útiles. Es fácil arreglar cualquier problema en una tertulia de café, y no digamos de barra de bar o twitter, pontificando sobre qué habría que hacer sobre lo que sea desde una posición externa, pero luego, a la hora de la verdad, ante los problemas reales, las cosas son mucho más complicadas, nos damos cuenta de que las decisiones que tomamos se ven influenciadas por muchas cosas que no habíamos previsto y tienen consecuencias reales, que van más allá de lo que esperábamos. Esto vale para el día a día de nuestras vidas y para los grandes problemas globales. La realidad no ofrece escapatorias.

Las bombas de racimo son un invento diabólico de efectos letales. Su forma es la de un misil gordo, no tan largo y más obeso de lo que imaginamos a un proyectil de ese tipo. Se lanzan desde un avión. La cola tiene unas protuberancias que, al caer, generan una corriente que permite al cilindro entrar en una muy elevada rotación. Llegado un punto de velocidad de giro, la carcasa del misil se desarma y muestra su interior, una sucesión de bandejas cobre las cuales, como si fueran frutas, se colocan decenas, cientos, de proyectiles, que, por la rotación y pérdida de las paredes del cilindro, salen disparadas en todas direcciones y llegan al suelo. Normalmente se incluyen varios tipos de proyectiles en una misma bomba, pero eso es lo de menos. El área cubierta por el impacto de las cargas es mucho más amplia de lo que sería el producto de un solo cohete, aunque la devastación general será menor. Las bombas caen de manera desordenada, imprecisa, sin posibilidad de controlarlas, arrasando una gran cantidad de superficie, bienes y personas, lo que allá en su camino. Es todo lo contrario a un arma de precisión. Se busca laminar una zona, aplanarla, exterminarla. Por la propia aleatoriedad del proceso, algunas de las cargas llegan a tierra y no explotan, convirtiéndose en la práctica en minas en superficie, visibles, fáciles de detectar, pero igualmente peligrosas. Su efecto en personas o vehículos que se vean afectadas al pasar sobre ellas es letal. Este tipo de armas, por su alcance indiscriminado y por las consecuencias a largo plazo, están prohibidas por varias convenciones internacionales, firmadas principalmente por países que no entran en guerras. Tres de los que no han firmado ningún acuerdo de este tipo son EEUU, Rusia y Ucrania. De los tres es Rusia el que más las ha empleado. Antes de la guerra de Ucrania fue Siria el campo en el que los rusos experimentaron con este y otro tipo de armas de diseño salvaje, cuyo objetivo era asesinar a mansalva y destruir poblaciones. Se mostraron muy efectivas para lograr dichos cometidos. Su empleo llevó a que los organismos internacionales calificaran de crímenes de guerra las acciones del ejército de Al Asad, o menor dicho, las acciones rusas efectuadas en nombre del gobierno de Al Asad, pero ya se sabe, un crimen no existe como condena si no hay juicio ni sentencia, y de esas declaraciones relacionadas con la guerra de Siria nada se ha traducido en hechos juzgados. Asad sigue en el poder y Putin ni les cuento. Desde que comenzó la guerra de Ucrania Rusia ha ido empleando todo tipo de material militar presuntamente condenado por las convenciones que de estos asuntos tratan, sin que le haya importado en exceso. También, desde luego, las bombas de racimo, usadas tanto contra las fuerzas ucranianas como contra asentamientos civiles, como fue el caso de Mariupol o Bajmut. Las víctimas causadas por esos ataques son incontables y, quizás, lo sigan siendo así durante mucho mucho tiempo. Ucrania, dentro de sus peticiones de armamento a los occidentales, también ha pedido este tipo de armamento, y los aliados se han negado reiteradamente a dárselo. Hasta este fin de semana, en el que EEUU ha decidido que se las va a proporcionar.

Países como España y Reino Unido se han mostrado contrarios a esta decisión. Otros, como Alemania y Francia, no la apoyan, pero comprenden. En general, desde la UE, se mira con malos ojos la idea de EEUU, porque la gran mayoría de sus naciones es signataria del tratado que las prohíbe, pero la realidad de la guerra y los ucranianos que mueren día a día vuelve a ponernos ante un dilema real. ¿Dárselas a Kiev para que las emplee como defensa o no? Sabiendo que los rusos sí las usan, ¿tiene derecho Kiev a emplearlas? La legítima defensa del que está siendo agredido, ¿otorga el derecho a realizar actos condenados por los acuerdos internacionales? Preguntas muy difíciles de contestar, incluso desde la comodidad de nuestras vidas, lejos del frente.

viernes, julio 07, 2023

Cierra la librería Lagun

En euskera lagun quiere decir amigo. La gramática y vocabulario vasco y castellano son lo más alejado del mundo, pero ha querido la casualidad que las dos palabras que hacen referencia a ese mismo concepto tengan, en los dos idiomas, un sonido dulce, suave, marcado por esa g melosa, acorde con la grata sensación que nos provoca la amistad de aquellos que apreciamos como propios. Es una coincidencia curiosa, y reseñable. Libro en euskera se dice liburu. Lo lógico sería suponer que la palabra vasca tiene la misma raíz que la castellana, aunque no lo se. También es reseñable que el término vasco dulcifica nuevamente respecto a un castellano algo más rudo. Un libro siempre es un buen amigo (no me atrevo a traducirlo a euskera)

Lagun, la librería, es, como todos los locales que venden libros, un remanso de paz y oasis para los que amamos las letras, y en este caso concreto, un símbolo de la libertad frente a los totalitarismos que en el siglo XX y XXI han tratado de imponer su terror a la sociedad en la que se han desarrollado. Primero frente al régimen franquista y sus secuaces, luego frente al nacionalismo etnicista y su brazo armado, ETA, ese local ha sufrido todo tipo de agresiones, ataques y destrozos y, una y otra vez, el amor y lealtad de sus dueños seguía intacta para reparar los cristales, arreglar las puertas, limpiar ejemplares dañados y hacer que el local volviera a abrir lo antes posible. Ignacio Latierro, María Castells y José Ramón Recalde, estos últimos matrimonio, crearon un negocio que era un reflejo de sus inquietudes políticas y vitales. Si hubieran abierto una mercería, pongamos, quizás se hubieran ahorrado problemas, pero antes que las cuentas de pérdidas y ganancias para ellos había un compromiso social, una necesidad de divulgar y de dar a conocer la cultura, la creación de un espacio de diálogo y esperanza. Los libros eran la forma que ellos conocían para cumplir todo esto, y sin censuras, a ellos se dedicaron en cuerpo y alma. Era inevitable que los intolerantes les odiasen. El cerril fanático que no lee nada, o peor aún, que sólo lee el panfleto que su líder le obliga, tenía en Lagun el centro de sus odios, el espacio que debía ser exterminado, porque allí no se vendían certezas, sino preguntas. No se adoctrinaba a la gente, sino que se le dejaba escoger. No se le obligaba a leer lo que el poder dictase que era correcto, sino lo que se editaba por unos y por otros. Un lugar obsceno para el corto de miras, un sitio donde escandalizarse aquel que sólo cree una cosa y considera al resto inferiores. Un lugar lleno de pecado. Y como todas las censuras e inquisiciones son iguales, comienza con las amenazas, luego los ataques a los bienes y acaban tratando de matar a las personas que se les oponen. Los franquistas y sus basuras armadas hicieron mucho de lo primer y lo segundo, pero fue ETA, la asquerosa ETA, y sus cómplices batasunos, y sus colaboradores sociales, y el mirar para otro lado de tantos, empezando por el gobierno vasco, los que decidieron que Lagun no debía existir y sus dueños morir. Los ataques por parte de los batasunos se hicieron cada vez más frecuentes e intensos, llegando una vez a sacar cientos de ejemplares del local y prenderles fuego en una plaza aledaña, en un acto que es tan puramente nazi que, desde el infierno, Adolf estaría orgulloso de cómo su espíritu se reencarnaba en esa salvaje muchachada tan tan vasca. Pero los dueños de Lagun eran mucho más valientes que sus oponentes. Y por eso ETA decidió asesinarlos. Pegó un tiro a Jose Ramón Rekalde que a punto estuvo de matarlo, pero que no lo logró. Quiso la suerte que la trayectoria de la bala “sólo” le destrozase la mandíbula y le dejase un rostro algo deformado y un habla muy deteriorada, pero el aviso era claro. La escoria etarra y sus socios habían decidido quién tenía derecho a existir y quién no, y Lagun y sus dueños debían desaparecer. Pero no, no lo hicieron. Su valor, enorme, soportó humillaciones sin fin. ETA se disolvió, no el odio social que le servía de cobertura, pero Lagun aguantó.

Este fin de semana que viene, julio de 2023, la librería Lagun cierra por la bajada de ventas, porque el negocio no da para pagar los costes y porque la gente ya no pasa tanto por sus estantes para comprar los libros expuestos. Las cuentas de pérdidas y ganancias se han teñido de rojo y los ahorros de sus propietarios actuales ya no dan para más. Fallecidos ya los dueños históricos del local, la librería era un símbolo de la lucha de la libertad en tiempos oscuros, lucha que siempre hay que mantener porque el enemigo no descansa, y el lunes que viene ese símbolo ya no volverá a abrir las puertas. Mucho me duele afirmar que las poquísimas veces que he pasado por San Sebastián no he comprado allí, por lo que el artículo de hoy, además de ser un homenaje debido, es también un mea culpa por la parte que me toca en la ruina del negocio.

jueves, julio 06, 2023

Sucias campañas políticas

Esta noche, a las doce, comienza la campaña electoral de las elecciones generales del 23 de julio. Si han leído esta frase a lo mejor les ha dado la risa floja, o han optado directamente por la ira, ya que llevamos muchos meses enfrascados en una sucia y dura campaña en la que gobierno y oposición usan todas sus posibilidades para vender su propaganda y demonizar al contrario. De los resultados de dentro de dos semanas largas, que a día de hoy parecen claros, es probable que surja un cambio de gobierno, aunque seguro no lo sea, pero ello no evitará que los reproches y la campaña se mantenga en redes, medios, y altavoces pagados por los propagandistas.

Hace unas semanas, en un artículo de la revista XLSemanal, Pérez Reverte justificaba el por qué ha ido, con el tiempo, dedicando menos artículos a analizar la actualidad política. Decía el maestro que se ha hartado de pregonar en el desierto, de estar en un ecosistema de unos y otros que te obligan a ser militante ciego. Que todo está juzgado por el ciego servilismo y que no hay debate ni nada. Y que, visto lo visto, prefiere dedicar sus esfuerzos a otras cosas que le proporcionen más gustillo y satisfacción. Le entiendo, y comparto bastante su opinión. Si ustedes siguen habitualmente esta columna (millones de gracias, debiera pagarles por ello, pero ya saben que no es posible) habrán notado también que la actualidad internacional va haciéndose con más hueco en el listado de artículos y que los comentarios sobre el día a día de la política nacional empiezan a ser escasos, y el motivo es muy similar al que señalaba Pérez Reverte. El puro hastío ante el sectarismo inculto que nos rodea. La exigencia de prietas las filas que se está llevando hasta extremos absurdos que resultan insultantes si uno ha leído algo más que la hoja parroquial de turno. Periódicos antaño señeros, que no engañaban a sus lectores sobre su compromiso político pero seguían manteniendo un rigor y nivel elevado en sus articulistas y reportajes se han convertido en meros vehículos de propagan de los mensajes que se crean en Moncloa o Génova. Las tres cabeceras de referencia que se editan en Madrid son, en este sentido, un triste reflejo de lo que llegaron a ser, y la degeneración que, por ejemplo, El País, ha sufrido en estos años de Sánchez en la Moncloa es digna de estudio como muestra de decadencia de un medio. Si ustedes quieren forofismo a ultranza a favor de un partido vayan a muchos de los que escriben en esos medios a sueldo de ese partido, y siéntanse satisfechos. En el fondo, se ha dado una conversión de la opinión en un mero griterío sin escrúpulos. Suelo usar dos símiles que me parecen adecuados. Las cabeceras de prensa política se han contagiado de las de la prensa deportiva, donde, desde un principio, estaba claro de qué equipo era cada periódico y nunca el penalti pitado en contra de sus colores de cabecera sería justo, y siempre lo sería el pitado a favor. Me sonrojaba de pequeño, aún lo hace, que hubiera gente que defendiera ese sector y lo llamase periodismo, o incluso llegara a comprar ejemplares editados, en lo que no eran sino bandos parroquiales al servicio del forofo, vulgar onanismo mental basado en el peloteo, nunca mejor dicho. Pues bien, ese absurdo se ha trasladado al resto de cabeceras, y los graves errores cometidos por el sanchismo durante sus años de gobierno no son sino brillantes aportaciones para el forofo articulista que cobra de Moncloa, y las meteduras de pata de Feijoo cada vez que habla de número son creatividad contable para el que así escribe y aspira a medrar si las tornas cambian en el gobierno. Como la responsabilidad del poder siempre es más elevada de la de quien no la tiene, peor caso es el primero, pero de todo hay, y si, como les comentaba, el gobierno cambia tras el 23 de julio, veremos cómo los errores cometidos desde una Moncloa pepera son elevados a altares de eficacia por los otros y los aciertos que tenga el gobierno serán síntoma del final de los tiempos y de la degeneración democrática para otros.

El otro ejemplo es el de Sálvame. El nauseabundo programa de Telecinco se acabó hace unas semanas, siendo esa unas de las mejores noticias del año. Comprobé, estupefacto, que para cierta línea de opinión que se autodefine como progresista, y dicta quién lo es y quién no, esa mierda televisiva resulta que encarnaba grandes virtudes y acompañaba a muchos, y su desaparición era síntoma de regresión. Asombroso. Una bazofia televisiva basada en el ruido, la mentira, la explotación de la mujer, el alardeo de la incultura y la drogadicción y otras tantas mierdas incorporada al debate político con prescripción ideológica fabricada para catalogarlo. Pues no. Y de paso, con orgullo, digo que soy uno de los muy pocos españoles que no ha visto eso en televisión en su vida.

miércoles, julio 05, 2023

Héctor Abad Faciolince y la guerra

La escena es de lo más habitual. Un periodista cultural, en este caso Carlos del Amor, entrevista a un escritor consagrado, el colombiano Héctor Abad Faciolince, en una terraza de verano, diría que en el Paseo de Recoletos de Madrid. Calor, camisas, bebida y conversación en una tarde calurosa de estío. Pero ahí se acaba la normalidad. La relación entre ambos es cordial, íntima, pero les une la tragedia que el escritor acaba de vivir, que trata de relatar la periodista de la manera más fría y serena posible, pero con la sensación de que está hoy en Madrid de milagro, como de prestado, de que por muy poco no pertenece ya al mundo de los vivos.

Hace una semana la escena era relativamente similar, aunque con algo más de bulla, en la terraza de una pizzería en Kramatorsk, Ucrania. Allí Faciolince había acudido para mantener contactos con escritores locales y expresarles su apoyo en el devenir de la cruel guerra de agresión rusa. Pocos días antes había tenido lugar la asonada de Prigozhin y, a buen seguro, las posibles consecuencias de ese episodio y sus efectos en los combates dominaban las conversaciones. Y, de repente, el mundo cambió. Imagino un ruido fino, producto de algo muy veloz que se acerca por el aire, y luego el estruendo brutal fruto del bombardeo ruso que asoló el restaurante y aledaños. Faciolince, conmocionado, logra salir de allí cubierto de polvo y heridas superficiales, en las que gotea sangre propia y de otros heridos que se encontraban junto a él. Una de las anfitrionas del encuentro, la escritora ucraniana Victoria Amelina, yace inconsciente entre los escombros de lo que, hasta hace apenas segundos, era un animado local de restauración. Las asistencias que llegan al lugar tratan de ayudarle a ella y el resto de heridos, comprobando quienes entre los que yacen en el suelo, entre ruinas, ya no son sino cadáveres. Victoria está viva, pero mucho peor de lo que parece, y la trasladan a un centro médico de las proximidades para tratar de auxiliarla. Casi nadie en ese momento es capaz ni de hacer balance de lo sucedido ni de entender nada, sólo pueden dar gracias, los que están vivos, por así seguir, pero los cuerpos desmembrados que jalonan el local muestran la dimensión de la carnicería que allí se ha producido. Entre cinco y diez fallecidos son mencionados por las primeras crónicas periodísticas que relatan el nuevo ataque ruso a la castigada ciudad ucraniana, el enésimo lanzado contra la población civil por parte de las crueles fuerzas de Putin. Quizá el dictador ruso, aún herido en su orgullo por la asonada del sábado, quiere resarcirse mostrando sangre de ucranianos para que quede claro que puede matarlos cuándo y cómo le da la gana. Quizás el ataque estuviera preparado de antemano. Quizás lo hicieron los rusos simplemente por hacer el mayor de los daños posibles allí donde sabían que se congregaba gente sin escapatoria. Sea como fuere, Faciolince acaba de convertirse en superviviente de guerra y en víctima de un trauma. Las siguientes horas son de asimilación, de sentarse sólo, fríamente, y temblar por sentir que la muerte le ha rozado y a otros que junto a él estaban se los ha llevado, y que ha querido la suerte que él no esté entre los sacrificados. La suerte de victoria Amelina se juega en un centro hospitalario, pero la espera no dura mucho. La escritora fallece apenas tres días después del bombardeo, fruto de las heridas sufridas. Una prometedora carrera literaria, una voz de aquella nación, se apaga para siempre, y ya no producirá textos ni sentirá, ni vivirá, ni reirá ni amará, como miles y miles de compatriotas, asesinados en la guerra que Putin no deja de sostener contra ello. Faciolince le dedica un artículo como obituario y sigue sintiéndose afortunado por seguir vivo, pero sin entender nada de lo que ha pasado.

Ayer, a Carlos del Amor, Faciolince le cuenta un hecho estremecedor que, puede, le condicione para siempre. Al parecer es un poco sordo de un oído, y respecto a la posición en la que se sentaron originalmente en la pizzería, pidió trastocar los sitios con la escritora Amelina para poder escuchar mejor. En la posición en la que se sentó Faciolince tras el cambio se salvó y en la que quedó Amelina murió. Un cambio de sillas inocente, inocuo, que la maldita fortuna convirtió en el juego de la ruleta rusa. Sin ese movimiento Amelina estaría viva y el escritor colombiano sería el fallecido en ese escenario. La muerte, cruel, lanzada por el ejército ruso, jugó sus cartas con los humanos que en ese momento cenaban, y Faciolince jamás podrá evitar pensar hasta qué punto es absurda la vida que vivimos, que en nada se convierte en esa misma nada.

martes, julio 04, 2023

Francia en llamas

Poco a poco parece que decae la ola violenta que ha asolado Francia en estos días, pero el número de detenidos sigue aumentando noche tras noche, los actos vandálicos, más escasos, persisten, y la sensación de impunidad por parte de los atacantes aún es lo suficientemente amplia como para permitirles organizar ataques coordinados en los que el pillaje es la tónica común, aderezado con destrucción de bienes públicos y siembra de miedo entre el conjunto de la población. Se han producido ataques propios de mafia terrorista ante instituciones, alcaldes y cargos electos, destruyendo sus propiedades en auténticos intentos de asesinato.

La chispa que ha prendido todo fue la muerte, a manos de la policía, de un chaval menor de edad parado en un control en Nanterre, un barrio periférico de París, que se localiza algo más allá del barrio de la Defensa, el complejo de oficinas que domina el este de la capital francesa. Justo detrás de la opulencia de los rascacielos se extiende ese barrio, ejemplo práctico de lo que se denomina la Banllieu, la conurbación que se extiende más allá de París y que la rodea, un lugar de urbanismo duro, en el que la población mayoritaria o es inmigrante llegado en los últimos años o descendiente de aquellos que pertenecieron a las colonias francesas del siglo XIX y XX. Los niveles de renta de esos lugares son mucho más bajos que los de la capital que tienen a tiro de piedra, las condiciones de vida tienen poco que ver con las que asociamos a las capitales occidentales y la creencia religiosa de muchos de ellos, islámica, les enfrenta a una sociedad francesa que antaño era muy católica y ahora va, como muchas otras, camino del laicismo descreído. Los problemas sociales que aquejan a estos barrios son conocidos desde hace tiempo, y son serios, y los distintos gobiernos de la república no han hecho mucho para solucionarlos. ¿Es eso excusa para la ola de violencia que se ha desatado? No. Hay que tener claro que la respuesta violenta, en democracia, nunca es legítima. Nuestras sociedades pueden tener problemas de todo tipo, algunos de ellos son serios, enquistados, extendidos, y no se puede negar su gravedad, pero responder quemando, destruyendo y robando sólo sirve para eso, para quemar, destruir y robar. El caso ucraniano es aquel en el que la violencia se vuelve legítima, porque existe una agresión externa de otro estado, pero en nuestros países, en los que se da una burbuja de seguridad, derecho y procedimientos, actuar como hordas es algo que carece de sentido. Todos los movimientos sociales albergan en su seno a extremistas que buscan la violencia, la necesitan y la usan alegando excusas de todo tipo, para enmascarar su deseo de agredir a otros. Una de las cosas que todo movimiento debe hacer es confinar a esos violentos, separarlos, impedir que se hagan con el estandarte que une a todos. En Francia la actitud violenta es una de las características más llamativas de toda protesta, que acaba generando unos disturbios que en España, afortunadamente, son difíciles de ver. Sea cual sea la causa de la protesta, social, cultural, religiosa o de otro tipo, tras una manifestación convencional empiezan a aparecer exaltados que buscan bronca, y la montan ante una policía que en el país vecino está más que harta de ser ninguneada y despreciada por varias de las formaciones políticas. Con cultura y sociedad muy distinta, resulta llamativo ver como algunos de los comportamientos que vemos a diario en las urbes norteamericanas, donde los niveles de violencia son inmensos frente a los europeos, se trasladan a la periferia de un París convertido en el Minneapolis que ardía tras la muerte de George Floyd. En ambos casos, brutalidad policial mediante, la ira social arrasó con todo sin justificación.

Francia muestra, con estos incidentes, que hay algo profundo que no funciona en la sociedad, y lo peor es que los más beneficiados tras olas de ira como estas son los movimientos políticos que abogan por la simple mano dura como única respuesta. Es necesaria, sí, pero sola no basta. Es probable que las encuestas reflejen como Le Pen es la gran ganadora en estimación de voto tras lo sucedido, lo que agudiza la sensación de división social y enfrentamiento. Europa no es posible como proyecto sin una Francia centrada, próspera y que piense en el futuro, y ahora mismo el país vecino, cada vez, se encuentra más sumido en un marasmo que su enorme riqueza enmascara, pero que no es capaz de ocultar.