Este viernes se acaba la campaña electoral para las generales que, como mínimo, lleva en marcha desde enero, con la intensidad del preludio de las municipales que desde el principio de año se sabía que serían en mayo. Tras el resultado de las locales, la convocatoria al día siguiente de generales nos ha llevado a este triste sprint final en el que no han abundado las ideas, y si los datos manipulados, en el que los candidatos se han arrojado medias verdades, cuando no mentiras, y la ciudadanía acude a votar con una sensación de ciclo de cambio pero, sobre todo, con apatía y deseos de revancha, no de esperanza.
El caso de las pensiones, en el que tanto Sánchez como Feijóo han presumido de que sus partidos siempre las han subido mucho, cuando en determinados momentos ambos han tenido que congelarlas y, siempre, las abonan gracias a la creciente deuda que generan, es un perfecto ejemplo de cómo el proceso de intoxicación por parte de los partidos y sus propagandistas han logrado enfangar un terreno en el que los datos y el discurso han sido completamente orillados. Si uno se muestra forofo de alguna de las corrientes no tiene nada más que apuntarse al argumentario que, cada día, se fabrica en las salas de propaganda de las sedes electorales, se distribuye sin freno en las redes sociales y se repite como loros por parte de todos los cargos y personal que pertenezca al partido. No requiere demasiado trabajo darse cuenta de que no pocos de los datos y consignas que de ahí salen son pura basura, pero ya se sabe, la basura de los míos es oro y todo lo de los demás, mierda. Eso ha conseguido que el barro llegue a límites insoportables y que no haya manera de aguantar, y que quien pretende realizar un cierto juicio con sensatez (no, la neutralidad absoluta no existe) reciba insultos y gorrazos desde todos lados. El caso de Alsina, en Onda Cero, atacado con vileza por parte de algunos de los periodistas de PRISA tras la entrevista que le hizo a Sánchez, la única que el presidente dio a Onda Cero en los cinco años que lleva en Moncloa, ha sido una muestra de hasta qué punto medios serios que antes tenían una ideología, pero que mantenían un cierto rigor que les evitaba caer en excesos propios del populismo más zafio. Ya no es así. Esta semana hemos visto como la Comisión Europea tenía que salir a desmentir un artículo de opinión publicado en el diario de PRISA en el que se vertían declaraciones sobre la opinión de comisarios europeos sobre el futuro electoral español. El articulista, ni corto ni perezoso, ponía por escrito unas cosas que, a las pocas horas, eran directamente desmentidas desde fuentes comunitarias. El País es el periódico español más influyente y el que sigue manteniendo una sección de internacional que está bastante por encima del resto de cabeceras, así que observar cosas como estás es, directamente, triste, y revela la profunda decadencia de un medio y una empresa que, financieramente, está medio quebrada, y que sobrevive a base de favores gubernamentales que paga religiosamente publicando bulo. La presencia de los comisarios políticos en la empresa es tan intensa que, el pasado fin de semana, se llegó al punto de que un Ministro, que se dice de Cultura, retuiteaba un artículo de un nivel indigno hasta para un propagandista, en el que se insultaba a un profesional como Kiko Llaneras, que trabaja para El País, porque en sus simulaciones de resultados electorales no era capaz de dar los valores que debía, que son los que el CIS fabrica con mimo en cada una de sus publicaciones. ¿Les gusta a ustedes este ambiente campaña política? La zafiedad de eso que se llama prensa deportiva, vulgares panfletos al servicio de equipos que pegan patadas al balón y que sólo ven faltas ajenas y goles propios ha asaltado definitivamente a la prensa convencional, y al resto de medios. Me entristece y me da mucha rabia. He bajado bastante el consumo de cabeceras y su compra porque, sinceramente, se han vuelto insoportables. Ojalá a partir del lunes, tras los resultados, las cosas se apacigüen. Lo deseo, pero no se si será así.
Sobre lo que puede pasar el domingo… más allá de que, como siempre, espero que todo el mundo vaya a votar, tengo bastante claro cuál es el partido que va a quedar primero, PP, y segundo, PSOE. La lucha por el tercer y cuarto puesto está más disputada, aunque a priori puede que VOX gane a SUMAR. La gobernabilidad que surja del escenario electoral la tengo bastante menos clara, y dependerá tanto de la suma de PP más VOX (la absoluta son 176 escaños) como del propio margen de victoria del PP. No será lo mismo ganar con 140 escaños que con más de 150. Lo peor que nos puede pasar es una situación de bloqueo, un estancamiento de esos que sabemos que pueden suceder, un riesgo de repetición. Votemos y el lunes lo analizamos.
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