jueves, febrero 03, 2022

Empadronarse en Madrid

Escribo hoy el blog desde casa, como en los tiempos de confinamiento pandémico, pero no por motivos sanitarios, sino porque en torno a las ocho y media de la mañana tengo cita en una de las oficinas del ayuntamiento de Madrid para darme de alta en el padrón municipal, por lo que tras casi dos décadas de residencia efectiva en la capital, y por culpa del desastre administrativo que aflige a gran parte de los que vivimos en España y que nadie quiere arreglar, me veo forzado a hace este trámite. Dejaré de figurar en el registro del ayuntamiento de Elorrio y pasaré a ser uno de los millones que estamos en el de esta gran y compleja ciudad donde los ex no salen a tu paso, los tengas o no.

Si recuerdan, hace un año le narré el chuco episodio de la solicitud de la tarjeta de desplazado sanitario para poder acceder a la vacunación del Covid, cosa que logré no sin antes recibir una buena reprimenda en el centro de salud en el que hice ese papeleo. Al menos aquel trago sirvió para poder adquirir las dos primeras dosis de vacuna, pero la vigencia de ese desplazamiento caducó bastante antes de que las campanadas acabasen con 2021, y justo el día antes de ese hecho cumplí los seis meses desde el segundo pinchazo, por lo que podía solicitar el refuerzo. Eso intenté, pero para el servicio madrileño de salud ya no existía, mi fugaz paso por él era el de un ser caduco, que  tuvo una vigencia administrativa escasa, impredecible, como la lluvia en la capital, y no había manera de obtener cita para el tercer pinchazo. O me volvía a sacar una tarjeta de desplazado o nada, y vista la experiencia del año pasado y que las autoridades sanitarias pueden decretar que el pinchazo Covid se convierta en una pauta regular anual cuando la enfermedad se gripalice, perdón por el palabro, me planteé que lo mejor era convertirme no en un paria sanitario, sino en un titular de derecho. Desde esos casi veinte años que les comento pago mis impuestos en Madrid, todos los que hay que pagar, que soy un asalariado común y corriente y de ninguno me puedo escapar, lo quiera o no (y añado, no quiero) pero el tener obligaciones no te da derechos, al revés de lo que le pasa a casi todo el mundo en nuestra sociedad de hoy, que vive en los tiempos de los derechos para todo y en la negación de obligaciones. Tenemos un país dividido en diecisiete reinecitos que se dan la espalda unos a otros y cuyo principal objetivo no es sino robarse gente, recelar, crear patrillas de juguete con el que cubrir el cupo de ego que no les cabe en el pecho y permitir que una superestructura burocrática de para vivir a un montón de amiguetes de los que, con la sensación de ser vigías de occidente, presiden esos territorios, llenos de ambiciones y carentes de honra. Nuestro sistema administrativo está bien si uno es un árbol, y nace, estudia, trabaja, veranea, se empareja, reproduce, y fallece en un mismo sitio. En ese caso será algo transparente, no le creará problemas, más allá del caciquismo que sufra en el territorio que le corresponda, pero ay, ingenuo, si encuentra trabajo al otro lado de la raya que separa un reinecito de otro, o se va a vivir a un tercero, o el amor de su vida, o la que le pone por una temporada superior al año fiscal, vive en otra taifa alejada de la suya, y decide que es junto a ella donde quiere yacer, estando muy vivo en ese tiempo compartido. Entonces empiezan a surgir problemas como desinformaciones en internet, y las cosas se complican. Si pretende usted que un médico le vea residiendo en otra CCAA ya puede pagarlo de su bolsillo vía privada, porque sino no hay manera, y ese no es el único, pero sí uno de los más graves problemas a los que se enfrenta. Todos podemos tener accidentes, sea cual sea nuestra salud, que requieran atención médica, pero a las alturas de la vida, cuando la inteligencia artificial es capaz de casi todo, al pesadilla administrativa española es incapaz de generar una tarjeta sanitaria unificada para todo el país y un sistema de compensación de costes que sea transparente para el usuario, esté donde esté. Y no sueñen con pedir algo asé, las tacharán de todo por ello. Al menos diecisiete reyezuelos inútiles se unirán en coro para denigrarle.

Cuando dentro de un rato esté haciendo esta gestión, si todo va bien, habré convertido a Elorrio definitivamente en un lugar de vacaciones, en el que se encuentra la familia y los amigos del alma, pero un sitio en el que el ayuntamiento o el centro de salud son lugares ajenos para mi, como lo eran hasta ayer los de la gran ciudad ,y eso es algo raro, trivial para casi todo el mundo, pero no deja de ser otra ruptura de amarras, un eslabón que se rompe con el origen. Mi empeño en seguir empadronado en el pueblo se basaba en un deseo y convicción personal de motivos políticos, pero la burocracia, bien asociada con el Covid, me ha vencido. Hoy firmaré mi rendición administrativa.

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