Es interesante observar cómo las perspectivas de voto de las elecciones en Castilla y León se han ido modificando a medida que avanzaba la campaña electoral. El resultado, que parecía cantado, se intuía complicado día a día y el plan esbozado en los despachos, en este caso en Génova, sufría el habitual choque contra la realidad, quedando desmadejado. Los sondeos electorales ya anticipaban hace una semana un resultado de ganador seguro, pero gobernabilidad muy fea, y en general se han aproximado bastante a la realidad. En este sentido hay que volver a ponerse a los pies de GAD3, que atinó bastante en las previas y lo clavó la noche electoral. Narciso Michavila lleva una racha de éxito espectacular.
Lo del CIS es otra historia. Desde que está al frente de su dirección Jose Félix Tezanos, miembro de la ejecutiva del PSOE, no es que el organismo público no acierte, sino que directamente publica unos datos que todo el mundo sabe que no son correctos, porque el instituto oficial es usado por el gobierno como organismo difusor de estados de opinión favorables a sus intereses y, en general, al espectro ideológico de la izquierda. No hay elección en la que el CIS no sesgue los resultados, inflando las expectativas electorales de PSOE, Podemos y Ciudadanos, y minusvalorando las de PP y Vox. Si exceptuamos las catalanas, en las que el sondeo oficial acertó al atribuir la victoria a los socialistas, el resto de elecciones recientes son un despropósito si uno se ha fiado de los datos del CIS, y en estas de Castilla y León se ha llegado al paroxismo, de la manera que no sólo es que su estimación daba que el PSOE era el ganador (sí, sí, para el actual CIS el PSOE siempre gana aunque se trate de elecciones en las que no se presente) sino que para ninguno de los cinco partidos nacionales los resultados definitivos entran si quiera en las horquillas de procuradores que elaboró la institución. Ni uno sólo de los cinco. Si se hubiera hecho una estimación a boleo por parte de un desconocido quizás alguno de los intervalos sí hubiera permitido que el resultado final entrara en ellos, por mera probabilidad, pero lo que publicó el equipo de Tezanos en su encuesta “flash” de una semana antes de los comicios es, directamente, una estafa. Esto no tendría ninguna relevancia si el CIS fuera una empresa privada, porque dado su nulo nivel de acierto nadie le contrataría y hacía tiempo que hubiera cerrado, pero el CIS es un organismo público que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos, sea cual sea su ideología, y por ello utilizarlo como vocero de una de ellas, sea cual sea, en este caso la socialista del gobierno vigente, es directamente un hecho de corrupción. Haber convertido al CIS, una institución, en el hazmerreír de la profesión demoscópica es mucho más grave que el hecho, serio, del dinero que se dilapida en financiar a un organismo que hace tiempo que ha dejado de cumplir la función que le da sentido. La pérdida de credibilidad del CIS es el peor de los resultados de la nefasta gestión de un Tezanos que, ávido por lo que parece el cumplimiento de las órdenes del partido es el principal culpable de la degradación de la entidad. Ha llegado la manipulación a un nivel tan sonrojante que ya da igual lo que estime el CIS en futuras encuestas, no va a ser tenido en cuenta por nadie. La irrelevancia a la que se encamina es total. Como un eje cedido que hace tiempo que no sirve para que la rueda gire en él, el organismo sufre la más absoluta degradación que se produce cuando el poder político convierte a las instituciones públicas en meros apéndices de sus designios, y eso es el mayor de los grados de corrupción posible. Estamos acostumbrados a ver estas degeneraciones en los medios de comunicación públicos, donde tenemos ejemplos de televisiones al servicio del PP, PSOE, el nacionalista de turno y cosas por el estilo. Asumimos esta infamia como normalidad, y eso se traduce en desplome de audiencias de las emisoras y en costes pagados por todos que sirven para loar al prócer que ha determinado quién se sienta en el consejo de administración de la cadena, y por ello cobra encantado estando al servicio de quien lo nombró. Horrendo.
Las opciones de recuperar el CIS, de rescatarlo del nivel de degradación en el que se encuentra, pasan por el relevo de Tezanos y la creación de una dirección que se siente y se ponga a pensar seriamente como arreglar el desastre que es ahora la institución. En ella trabajan profesionales ajenos a la política, y antaño ha contado con presidentes de prestigio que han hecho una gran labor demoscópica y sociológica, que es la principal de la entidad. Como Tezanos no quiere dejarlo (renunciando a lo mucho que gana) las esperanzas de salvar a la entidad son, ahora mismo, nulas, pero alguien del entorno de Sánchez debiera ser consciente que, de tanto abusar de él, se han cargado al CIS como herramienta de poder. Ya no les sirve ni a los que lo mangonean.
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