miércoles, marzo 28, 2018

Los datos, la privacidad, las decisiones, ¿todo manipulado?

El gran problema que tienen muchas series de televisión y películas es que la realidad las supera con una facilidad pasmosa. ¿Merece la pena pagar suscripciones a canales de pago que dan una oferta de ocio que no es capaz de competir con la realidad?. Black Mirror es una de esas series, anticipatoria, que corre el riesgo de envejecer prematuramente y muy mal. Christopher Wylie, uno de los responsables y cerebro de Cambridge Analytica parece un personaje sacado del guion de esa serie, por su aspecto, sus convicciones y, sobre todo, por su relato. Lean su entrevista, se la recomiendo, encarecidamente. Ofrece una versión del mundo en el que vivimos que es algo distinta a la realidad que creemos percibir, y resulta más o menos siniestra según lo que valoremos conceptos como privacidad, verdad, criterio, libertad, etc.

Afirma Wylie que el Brexit no habría tenido lugar sin la labor encubierta de Cambridge Analytica, con la siembra de noticias falsas en los perfiles de Facebbok y el sesgo introducido en numerosos votantes. Es una afirmación arriesgada, y casi imposible de probar dado que lo pasado pasado está y es muy difícil determinar si realmente hubo movimientos de votos a causa de su labor. Hay varios analistas, con Kiko Llaneras a la cabeza, que ayer mismo rebajaban la importancia de estas declaraciones y lo consideraban más como una estrategia para defenderse y de vender las bondades de su negocio que como una posibilidad real. Llaneras usaba precisamente el que, visto desde fuera, parece el mejor argumento para defender la teoría de Wylie, y es que el Brexit se ganó por la mínima, por un muy pequeño puñado de votos. Todo tuvo influencia y condicionó hasta el último sufragio, y cuando eso es así nada resulta determinante, argumenta Llaneras, que de esto de elecciones y demoscopia sabe una barbaridad. El contrario también puede utilizarse, y es que si el resultado es tan ajustado el valor marginal de los posibles votos alterados por la manipulación de los perfiles de Facebook es muy alto, y no ha sido determinante pero sí muy necesario en conjunto con todo lo demás. Cada patita hace avanzar al ciempiés, y ninguna puede presumir de ser la que le mueve, pero sin todas ellas no caminaría nada. Lo cierto es que las declaraciones de Wylie explicitan algo que todos sabíamos, que es la dimensión de la manipulación informativa que nos rodea y, sobre todo, la explotación de los sesgos que han convertido a muchas redes sociales en guetos en los que los individuos sólo comparten información de aquello que les agrada personal o políticamente. La red iba a permitir compartir ideas pero ha acabado fragmentándolas aún más, creando comunidades de seguidores acérrimos de una determinada ideología que se retroalimentan de prejuicios y consignas para hacer más altas y fuertes las murallas de su castillo. Pada en España y fuera, es un hecho que se repite y acentúa cada vez más. Y en este campo de minas, de trincheras virtuales que imitan la absurda situación vivida en Europa durante la IGM, el pensador mediano, el tibio, el indeciso, el que duda, es tachado de traidor por todos los bandos y asaetado hasta la pasión y muerte (y sin resurrección, de eso no hay dudas). Repartir octavillas entre esas trincheras es sencillo y refuerza los vínculos entre los agazapados en ellas, les hace más fuertes, más convencidos, y cada vez más inmunes a la realidad que les rodea. Si los antivacunas han conseguido crear grupos de presión eficaces ante lago tan científicamente probado y constatable como la eficacia de la medicina, cómo no van a prosperar grupos ideológicos en un mundo, el de la política, donde las verdades siempre son a medias y todo tiene efectos secundarios, a veces conocidos, otras veces insospechados. Quizás el Brexit fue un caso claro de manipulación informativa, y es cierto que la hubo, a la vista de todos, pero sembraba cizaña en terreno ya abonado para ello. Quizás en el margen logró decantar una victoria, sí, pero ya partía de millones de británicos que deseaban salir de la UE.

Wylie es, en todo caso, brillante, sabe muy bien de lo que habla y del mundo real en el que vivimos, que cada vez resulta más condicionado por nuestro uso de la virtualidad electrónica. Debates como los suscitados por este escándalo serán cada vez más frecuentes a medida que la realidad sea determinada por esa virtualidad. Y eso en sociedades como la nuestra donde, afortunadamente, se puede discutir y opinar. China va camino de la opresión perfecta del individuo a través de sistemas de seguimiento, cámaras, IA y normativas que catalogan, puntúan y avalúan al sujeto, que ya deja de ser tratado como individuo, y que nunca fue considerado como ciudadano por el régimen. Allí no se discute el poder del estado (léase partido único) y el uso que hace de la tecnología. Nosotros, al menos, sí discrepamos, pese a que cada vez seamos más sometidos a sus designios.


Subo a Elorrio esta Semana Santa y me cojo festivo el lunes de Pascua. Descansen, ojo a las lluvias de final de la semana y, si todo va bien, nos leemos el martes 3 de abril

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