jueves, diciembre 05, 2013

El ataque de los Drones


Quizás la noticia más comentada de esta semana es la afirmación realizada por Jeff Bezos, dueño de Amazon, ese inmenso almacén de internet, de que pretende sustituir los repartidores de sus envíos por drones en un plazo de pocos años, de tal manera que los envíos saldrían volando de los almacenes y llegarían hasta nuestras casas sin que mensajeros, vehículos ni demás habituales miembros de la cadena logística intervinieran. La mera idea de pensar en algo así ha revolucionado la red y la imaginación de muchos, pensando ya en escuadrillas de multicópteros zumbando por las ciudades cargados de paquetes. Una imagen futurista.

Quizás a muchos de ustedes el término drone les suene extraño, ajeno, pero no debiera. De primeras es interesante observar que, pese a ser un término anglosajón, el Word no lo marca como erróneo en castellano, por lo que puede decirse que esos aparatos ya han conquistado su ordenador personal. Y en breve puede que lo hagan con su vida. Drone es una palabra inglesa que significa zángano, refiriéndose a uno de los tipos de abejas de colmena, y en el caso de la tecnología hace referencia a todo tipo de vehículo volador no tripulado. Quizás se pregunte si esto tiene que ver con el aeromodelismo de toda la vida, y la respuesta es que algo de eso hay, pero no. Los viejos aviones y helicópteros de control remoto se manejaban por radio por parte del “piloto” y aterrizaban y despegaban, y hacían todo tipo de maniobras, sí, pero siempre bajo la atenta observación de la persona que manejaba el radiocontrol. El drone, tal y como se entiende hoy en día, es en esencia un ordenador con alas o hélices, capaz de cargar programas de trabajo, y que utiliza el sistema GPS para evolucionar de manera autónoma. Así, yo puedo programar a uno de estos cacharros para que, por ejemplo, efectúe bucles y piruetas en torno a una farola, y lo hace con una precisión asombrosa, o le puedo introducir unas coordenadas en el GPS del punto de destino y, tras despegar, me olvido de él porque volará hasta allí. Por eso no tiene mucho que ver con las experiencias de vuelo de radiocontrol del pasado. Los hay enanos, del tamaño de un smartphone, y muy grandes, como avionetas, siendo estos últimos los más conocidos por el gran público porque se han utilizado como arma de guerra, sobre todo por EEUU, en Afganistán y Pakistán. De hecho los drones son los principales instrumentos de ataque con los que cuenta en la actualidad el gobierno de Obama en esa zona. Precisos, certeros y limpios, en teoría, claro, permiten eliminar blancos concretos y a personas seleccionadas desde un puesto de control sito, digamos, junto a las bellas playas de Florida, sin tener que mandar tropas al terreno ni arriesgarse a sufrir bajas. Y todo ello por un coste económico muy inferior al de una misión militar convencional. Pero si, como suele ser habitual, es en el ejército donde se ensayan las nuevas tecnologías, es su aplicación a la vida civil lo que las permite despuntar y ofrecer toda su potencialidad, que es mucha. Ya hay proyectos de utilización de drones para el control de cosechas y bosques, que permitan detectar, por ejemplo, incendios forestales en un estadio muy temprano para actuar lo antes posible, o enjambres que se sitúen sobre las carreteras de entrada y salida de una ciudad en hora punta y ofrezcan información detallada sobre cómo se encuentra el tráfico, de manera precisa y mucho más certera que con las cámaras fijas que ahora tenemos, o el uso para el que los quiere destinar Bezos, como sistemas de entrega de objetos, paquetes y demás. Quizás en pocos años si estoy de vacaciones en la costa y me he dejado algo en casa pueda decirle a mi madre que me lo mande por drone y me ahorro tiempo y dinero….

Evidentemente esto puede ser el futuro, pero a día de hoy las cosas están muy verdes. Los drones pequeños, dotados de cuatro o más hélices, no aguantan bien la lluvia ni otras inclemencias, no hay zonas de aterrizaje en las casas ni el GPS ofrece precisión como para atinar en la ventana, las normativas de aviación son muy estrictas y no está nada claro cómo se podría gestionar la existencia de miles de pequeños “bichos” sobre nuestras cabezas en un entorno urbano.. En todo caso, quédense con el concepto, la palabra y la idea, porque los drones han venido para quedarse, y darán mucho de que hablar en el futuro.

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