Es menos impactante
una vez que te han llamado para advertírtelo, pero no deja por ello de ser frustrante
el momento en el que, con ansia, llegas a la puerta de tu casa tras apenas tres
días ausente de la misma, y te encuentras con papeles escritos por los vecinos
de los pisos inferiores, afectados a lo largo del fin de semana por una gotera
que, a todas luces, parece provenir de mi piso. Abres la puerta y bajo ella, al
inicio del pasillo, están esas hojas de aviso que corroboran lo que hace unas
horas me avisó el administrador de la comunidad. Y entonces es cuando empiezo a
ponerme nervioso del todo.
Tras dejar los
trastos, escasos, con los que había viajado, revisé la casa y, al menos,
comprobé que esta vez la causa de la avería no provenía, como ocasiones
anteriores, del piso de arriba, pese a que nueva grietas han aparecido en el
techo de mi baño, que amenazan con reproducir episodios del pasado. No, en mi
casa no hay mancha, mácula ni agua. Tras la inspección, bajé deprisa al piso de
mi vecina de abajo, una señora madura que vive sola, y que también pasó el fin
de semana, de duración usual, fuera de casa y al llegar descubrió el problema.
Entre en su casa y cocina, y allí se ubicaba una mancha considerable, en lo alto
del techo, pegada a la pared que delimita la cocina y el baño, en el lado más
alejado de la entrada, que parece tener todas las papeletas de haber sido
originada desde mi vivienda. Así mismo, un pequeño orificio, minúsculo, es lo
que queda de la fuentecilla que manaba gotas generosas cuando ella regresó a su
hogar. “Glups, esto es gordo”, pensé. “Pero no sólo yo tengo fuga, al del
primero también se le ha mojado el techo” me comentó la vecina, y al poco bajé
con ella al primero, donde vive un matrimonio jubilado, y repetí la escena de
tocar el timbre, entrar en un piso ajeno y meterme en su cocina. Y nuevamente,
en el mismo lugar que en el piso superior, con la misma forma pero con un
tamaño como a escala reducida, y sin agujeros, estaba la mancha, la condenada y
fatídica mancha, símbolo de una filtración que se había extendido sin control a
lo largo de la pared que comunica todos los pisos. “Mier…” pensaba y murmuraba
para mi, consolado por no tener avería en casa, pero asustado por las
dimensiones que tenía todo aquello. Los tres vecinos decidimos comprobar de
donde venía la gotera, si de mi casa o de otro lugar, y realizamos algunas
comprobaciones con las llaves y pasos del agua, pero que no sirvieron para
descartar ninguna posibilidad, dado que la gotera no se reprodujo al abrir los
grifos de mi casa, que no presentan fugas aparentes. Tras ello, y dado que
nadie se fiaba de nada, decidimos cortar el agua en todos los pisos de mi mano
y llamar a un técnico para que viniera a inspeccionarlo. En vista de donde
comenzaba el problema y quién no lo padecía, opté por llamar a mi seguro, del
que aún no había hecho uso en todos los años en los que llevo viviendo en casa,
y se comprometieron a enviarme un fontanero a que inspeccionara todo a primera
hora de la mañana de hoy.
1 comentario:
QUE TE SEA LEVEEEE¡¡¡
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