miércoles, agosto 07, 2013

Obama indulta a Apple


El revuelo organizado por el indulto al pederasta español puede hacernos creer que esto de los indultos y las medidas de gracia es algo propio de países autocráticos o dictatoriales, en los que la ley y las condenas son burladas por unos gobernantes que no se someten a ellas. Nada más lejos de la realidad. Pese a que no es muy conocido, el indulto se recoge en casi todos los sistemas legales modernos y es usado por los gobiernos, normalmente con sentido, pero a veces generando intensas polémicas. Seguro que recuerdan la que se organizó hace no muchos meses cuando Gallardón tramitó el perdón para un conductor kamikaze.

Bien, pues algo parecido ha pasado hace pocos días en Estados Unidos, lugar en el que la ley pesa tanto y las arbitrariedades no tienen lugar, hasta que suceden como en todas partes, en este caso ante un pelito de carácter económico e industrial. Es el caso de la guerra de las patentes que mantienen Apple y Samsung por medio mundo, en el que Apple denuncia sistemáticamente que Samsung le ha copiado todo, o casi todo, y trata de bloquear la venta de los dispositivos de la empresa coreana. Es un asunto complejo del que no se casi nada, aunque me da que Apple lucha una batalla que tiene perdida a largo plazo porque, aunque parece evidente que Jobs y compañía desarrollaron la tecnología táctil que ahora todos utilizamos (cómo la obtuvieron es un asunto más complejo e interesante, créanme) el objeto de patentarla sería como si Daimler, inventor del motor de gasolina, hubiera impedido que nadie más hiciera coches que usaran su invento como propulsor. La cuestión es que hace unos meses un organismo regulador del gobierno de EEUU decidió que era Apple la que estaba violando derechos legítimos de Samsung, por lo que le imponía restricciones a la venta de determinados modelos. Fíjense, porque es interesante. Una agencia del gobierno de un país falla en contra de la empresa de ese mismo país frente a un competidor extranjero. Un ejemplo de, a distancia, objetividad, limpieza de juego y ausencia de chovinismo o patrioterismo rancio. Curioso, inaudito por estos lares, o en la misma Unión Europea. Esta decisión no era firme hasta que transcurriera un plazo, siendo sólo la decisión en contra del Presidente Obama la única que podía revertir ese fallo. Y justo cuando expiraba ese plazo, al borde de la campana Obama ha actuado, y ha enmendado a la agencia federal y ha determinado que ese veredicto es nulo. Es decir, ha tomado parte por una de las dos empresas y ha decidido de manera unilateral cuál es la que tiene razón en la disputa. Curiosamente, o no, ha optado por la empresa nacional, la que sin duda más ha aportado de las dos a la financiación de sus pasadas campañas electorales, la que genera más empleo en EEUU, la que es vista como un símbolo de la competitividad industrial y tecnológica de la nación, la dueña de una marca líder en el mundo y expresión de la California idílica casi tanto como una tabla de surf al ritmo de los Beach Boys o una película de Hollywood y, casi seguro, la que más dinero de las dos invierte en lobbys de presión en los aledaños del Capitolio de Washington. Cierto es que la medida no va a tener un gran impacto dado que la disputa hacía referencia a modelo de iphone e ipad de generaciones pasadas, que hace un par de años eran la bomba y ahora languidecen en ventas, pero el mensaje que se lanza al viento es claro: “Empresas norteamericanas, el gobierno está para ayudaros y lo hará dónde sea y cómo sea”. Juntos de la mano, como miembros de la iglesia capitalista, gobierno y empresas en EEUU defienden sus derechos y se intercambian cuotas de poder y dinero en una red de intereses en la que cada vez es más difícil determinar quién está subordinado a quién, quién decide y quién acata… quién manda.

Se me puede argumentar, con razón, que este caso es mucho menos grave que el del pederasta, y que una discrecionalidad no es comparable con la otra, y es cierto, pero en todo caso estamos ante un problema de escala. En el fondo el asunto es el mismo. El regulador, la ley, el tribunal, dictaminó una cosa ante un problema y al final el gobernante ha impuesto su voluntad. No deja de ser preocupante que casos de este tipo se den, afortunadamente es una excepción lo del pederasta, pero sí es mucho más habitual lo sucedido en el caso de las disputas económicas, donde a veces los tribunales y el procedimiento judicial es una mera comparsa ante el apaño que se produce entre gobernantes soberanos, a veces demasiado.

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