miércoles, abril 03, 2013

Las bravatas de Corea del Norte


Parece que Corea del Norte, envidiosa del protagonismo de la crisis europea en los medios internacionales, ha decidido hacer ruido para llamar la atención y que todo el mundo se fije en ella. Puede ser que estuvieran previstas procesiones de Semana Santa en Pyongyang y se hallan suspendido por la lluvia, o que los altos dirigentes del país tuvieran dinero en Chipre y se han cabreado viendo como ahora ya no pueden recuperarlo. Es poco probable que haya sido por alguna de estas causas, pero es tan difícil saber realmente porqué…

Y es que lo único que se tiene claro del régimen norcoreano es que no se sabe anda. No se tiene ni la menor idea de qué es lo que pasa en el país y, mucho menos, lo que sucede en las interioridades de un gobierno militar extremista, opaco, psicodélico y paranoide. Si no fuese porque todo lo que allí pasa bordea la más infame de las tragedias la situación del país llamaría a la risa y el chiste continuo. Primera monarquía comunista, Cuba tiene el dudoso honor de ir camino de ser la segunda, el actual dirigente supremo, el famoso y jovencito Kim Jong-Un es un chaval que a primera vista parece un candidato a un programa de reducción de peso por el aspecto que tiene de ser adicto a la comida basura. Lo pilla el alcalde de Nueva York y le pone a dieta ipso facto. De edad indeterminada, aunque se sospecha que menor de treinta años, casado y no se sabe si padre o no, que de todo hay rumores, el “comandante brillante” que así es llamado por los medios locales (bueno, el medio, que es una mera extensión del régimen) se hizo con el poder tras la muerte repentina de su padre Kim Jong-Il, el avejentado aficionado al porno y las películas del oeste, que entronizó a su padre Kim Il-Sung como presidente perpetuo del país para siempre jamás, sin importar que llevase muerto ya unos cuantos años. La muerte de Jong-Il nunca ha estado clara, se habló de numerosas enfermedades y derrames, pero es evidente que su hijo estaba muy joven y verde cuando llega al cargo y se hace con el control del estado y el ejército, que viene a ser lo mismo. Es probable que, como pasa en todas las dictaduras, el nuevo regente quiera dar golpes de autoridad para afianzar su liderazgo, y de hecho ha habido rumores de purgas y destituciones en la cúpula militar norcoreana, se dice que con sádicos fusilamientos de por medio, pero nada es seguro, y como esta dictadura es tan especial no está nada claro que ese tipo de comportamientos se den con las mismas características ya comprobadas en otros regímenes totalitarios. Es en este contexto, es decir, en medio de la nada, donde debemos enmarcar la escalada de declaraciones y amenazas que Corea del Norte lleva lanzando las últimas semanas, anunciado el fin del armisticio que mantiene con su enemiga Corea del Sur y llegando a afirmar que arrasará EEUU, Japón y todo lo que se le ponga por delante (sólo le ha faltado mencionar Chipre). Se sabe que el ejército del gordete Jong-Un es uno de los más grandes del mundo por el número de soldados, quizás el primero, con creo recordar seis millones de personas, una cuarta parte de la encarcelada población local, pero se le supone pobre de medios y dotado de una tecnología desfasada. Cierto, tienen el arma nuclear, y por eso se les teme y hace caso, pero en una fase de desarrollo que impide poder cargarla en un misil balístico y lanzarla contra un objetivo, cercano o lejano. Puede ser utilizada en un bombardeo clásico (soltarla desde un avión) pero dados los sistemas de guiado de misiles que tiene instalados EEUU en los países cercanos a la frontera norcoreana esa hipótesis es, como poco, remota. Sinceramente dudo que Corea del Norte esté en condiciones de lanzar una guerra como tal contra Corea del Sur. Sin embargo, a saber.

¿Estamos por tanto ante un riesgo serio de escalada local y, si todo se pone feo, global? ¿O sólo asistimos a una bravuconada de un líder que no controla a sus huestes y quiere hacerse el duro ante ellas? No está claro, pero me inclino a pensar en lo segundo, a sabiendas del enorme peligro que supondría lo primero. Corea del Norte está jugando con fuego y, aunque todo sea un amago, el riesgo de quemarse es elevado. Recordemos que Seul está a escasos cien kilómetros de la frontera norcoreana y que el peso económico y tecnológico de esa zona en el mundo es trascendental (por ejemplo, las pantallas táctiles de todos los móviles se hacen en Corea del Sur) así que habrá que estar atentos a lo que el joven Kim Jong-Un hace después de zamparse cada una de sus macrohamburguesas del desayuno.

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