Parece que Corea del Norte,
envidiosa del protagonismo de la crisis europea en los medios internacionales,
ha decidido hacer ruido para llamar la atención y que todo el mundo se fije en
ella. Puede ser que estuvieran previstas procesiones de Semana Santa en Pyongyang
y se hallan suspendido por la lluvia, o que los altos dirigentes del país
tuvieran dinero en Chipre y se han cabreado viendo como ahora ya no pueden
recuperarlo. Es poco probable que haya sido por alguna de estas causas, pero es
tan difícil saber realmente porqué…
Y es que lo único que se tiene
claro del régimen norcoreano es que no se sabe anda. No se tiene ni la menor
idea de qué es lo que pasa en el país y, mucho menos, lo que sucede en las
interioridades de un gobierno militar extremista, opaco, psicodélico y
paranoide. Si no fuese porque todo lo que allí pasa bordea la más infame de las
tragedias la situación del país llamaría a la risa y el chiste continuo.
Primera monarquía comunista, Cuba tiene el dudoso honor de ir camino de ser la
segunda, el
actual dirigente supremo, el famoso y jovencito Kim Jong-Un es un chaval que a
primera vista parece un candidato a un programa de reducción de peso por el
aspecto que tiene de ser adicto a la comida basura. Lo pilla el alcalde de
Nueva York y le pone a dieta ipso facto. De edad indeterminada, aunque se
sospecha que menor de treinta años, casado y no se sabe si padre o no, que de
todo hay rumores, el “comandante brillante” que así es llamado por los medios
locales (bueno, el medio, que es una mera extensión del régimen) se hizo con el
poder tras la muerte repentina de su padre Kim Jong-Il, el avejentado
aficionado al porno y las películas del oeste, que entronizó a su padre Kim
Il-Sung como presidente perpetuo del país para siempre jamás, sin importar que
llevase muerto ya unos cuantos años. La muerte de Jong-Il nunca ha estado
clara, se habló de numerosas enfermedades y derrames, pero es evidente que su
hijo estaba muy joven y verde cuando llega al cargo y se hace con el control
del estado y el ejército, que viene a ser lo mismo. Es probable que, como pasa
en todas las dictaduras, el nuevo regente quiera dar golpes de autoridad para
afianzar su liderazgo, y de hecho ha habido rumores de purgas y destituciones
en la cúpula militar norcoreana, se dice que con sádicos fusilamientos de por
medio, pero nada es seguro, y como esta dictadura es tan especial no está nada
claro que ese tipo de comportamientos se den con las mismas características ya
comprobadas en otros regímenes totalitarios. Es en este contexto, es decir, en
medio de la nada, donde debemos enmarcar la escalada de declaraciones y
amenazas que Corea del Norte lleva lanzando las últimas semanas, anunciado el
fin del armisticio que mantiene con su enemiga Corea del Sur y llegando a
afirmar que arrasará EEUU, Japón y todo lo que se le ponga por delante (sólo le
ha faltado mencionar Chipre). Se sabe que el ejército del gordete Jong-Un es
uno de los más grandes del mundo por el número de soldados, quizás el primero,
con creo recordar seis millones de personas, una cuarta parte de la encarcelada
población local, pero se le supone pobre de medios y dotado de una tecnología desfasada.
Cierto, tienen el arma nuclear, y por eso se les teme y hace caso, pero en una
fase de desarrollo que impide poder cargarla en un misil balístico y lanzarla
contra un objetivo, cercano o lejano. Puede ser utilizada en un bombardeo
clásico (soltarla desde un avión) pero dados los sistemas de guiado de misiles
que tiene instalados EEUU en los países cercanos a la frontera norcoreana esa
hipótesis es, como poco, remota. Sinceramente dudo que Corea del Norte esté en
condiciones de lanzar una guerra como tal contra Corea del Sur. Sin embargo, a
saber.
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