Al respecto de la publicación de
“Patria”, la última novela de Fernando Aramburu, que aún no he leído, pero ardo
en deseos de hacerlo, tanto en La Cultureta como en
artículos de prensa se ha debatido sobre el curioso hecho de que a veces es la
novela, ficción, la mejor manera de acercarse a una realidad histórica y
comprenderla. Los ensayos nos pueden desmenuzar, por ejemplo, los avatares de
las guerras napoleónicas, pero “Guerra y Paz” nos hará sentir en plenitud cómo
vivieron las personas de esa época las batallas, conquistas, derrotas y
sufrimientos que “La Grande Armé” iba extendiendo por el este de Europa. Es
curioso, pero es verdad, la ficción a veces es la realidad encarnada.
En el marco de esta absurda
campaña electoral en EEUU, como el jueves se concede el Nobel de literatura, y
sigo rezando para que se lo den de una vez a Philip Roth, usaré aquí una de sus
novelas para hacer un paralelismo entre lo que en ella se cuenta y la realidad
potencial a la que se enfrenta el electorado norteamericano y la que empieza ya
a conocer el británico de primera mano. La novela se titula “La conjura contra
América”, es un texto que se aleja un poco de las novelas clásicas de Roth,
pero que tiene, en lo más profundo, su sello. Se trata de una ucronía, género
que se encuadra dentro de la ciencia ficción y que consiste en crear una
historia alternativa a partir de un punto real de la secuencia de
acontecimientos. En la novela, nos encontramos en 1940. Charles Lindbergh, el
famoso aviador que cruzó el Atlántico, consigue ser nominada como candidato
republicano a las presidenciales (este es el punto ficticio a partir del que la
historia se altera) y logra vencer al demócrata FD Roosevelt. A partir de ese
momento el gobierno de Washington comienza a practicar una política severa de
aislacionismo respecto a los aliados que combaten en Europa, y realiza una
propaganda constante a favor del régimen nazi, por el cual Lindbergh nunca ha
ocultado sus simpatías a lo largo de una campaña electoral en la que las esvásticas
y, en general, el paramilitarismo ha sido uno de sus armas de propaganda más
utilizadas. Los Roth viven en la Newark que siempre aparece en los libros de
Roth. Son una familia judía que, junto con otras, residentes en la zona o
llegadas hace poco provenientes de una Europa que les ha expulsado, observan
con terror cómo la pesadilla aria y el antisemitismo que eran el relato de los
refugiados se empiezan a convertir en realidad en el suelo americano. Distintivos,
encarcelamientos, opresión, silencio cobarde de los vecinos que hasta ayer
saludaban... escenas que eran contadas por los que huían y que sonaban a
cuentos de pesadilla empiezan a volverse comunes en unos Estados Unidos en los
que el gobierno, policía y ejército empiezan a adoptar un tono que recuerda,
preocupantemente, al de un estado totalitario. En el texto Roth va desgranando
con maestría el oscuro tornar del sueño americano en pesadilla, lo frágiles que
pueden ser las convicciones democráticas cuando el poder establecido decide
destruirlas y usar la fuerza para acabar con ellas, y la necesidad de mantener
los lazos de familia y amistad cuando todo empieza a derrumbarse alrededor. Centrado
en la visión judía, el texto también muestra el derrumbe de los mitos
americanos y los emblemas de la nación, que eran compartidos por todos, fuesen
judíos o de cualquier otra procedencia, y como la presidencia del país pasa de
ser un referente de gobierno y legitimidad a ponerse a la cabeza del
envilecimiento de la nación. Poco a poco la conjura de los que se unieron para
destruir América va cerrando su tenaza sobre una sociedad que no cree lo que ve
pero que no sabe cómo responder.
Dirán algunos que esto es sólo una novela, pero
lo cierto es que ya pasó en nuestro continente hace no demasiadas décadas, y que
nuevos vientos de invierno soplan sobre nuestras libertades, procedentes de
esos mismos negros reductos desde donde en el pasado fueron capaces casi de
destruirnos. ¿Quién iba a imaginar que el gobierno de Reino Unido propusiera
elaborar listas de trabajadores y alumnos no británicos? Para señalarlos, para
diferenciarlos, para separarlos. Trump puede sonar a chiste, a farsa, y quizás
sea el personaje más histriónico de esta nueva ola de populismo nacionalista
que se nos echa encima, pero no es sino el reflejo de ese mal. Les aconsejo que
lean la novela de Roth, esa y todas las demás, pero a cuatro semanas de las
elecciones norteamericanas, ese me parece el mejor de los textos posibles.
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