Lo que sucedió ayer en Baltimore fue asombroso, increíble, digno de película, de esos tiempos en los que las películas eran más imaginativas que en la realidad. Las imágenes nocturnas en las que se ve el puente sobre la bahía son curiosas, con el negro de la celosía sobre el fondo de luces de la ciudad y el mar. Es difícil apreciar, si no te lo cuentan, que un enorme portacontenedores se aproxima por la parte inferior izquierda, desde el fondo, hacia uno de los pilares del puente. De repente, se percibe el impacto y la estructura empieza a desmoronarse desde el lado izquierdo de la imagen, sin esperanza alguna. En segundos, todo se ha volatilizado.
Va a haber que investigar mucho para saber por qué se ha producido un accidente tan grave, y serán varias, seguramente, sus causas. El enorme barco pudo avisar al puerto en su breve singladura que tenía problemas de abastecimiento energético, que se le estaba yendo la luz si quieren decirlo así, y que eso le hacía perder el control y gobierno de la nave. Si uno vuelve a ver las imágenes nocturnas, identificando dónde está el buque, sí que se aprecia que en un momento dado la fila de luces de una de sus cubiertas se apaga por completo, para volver a encenderse y apagarse ya de manera definitiva. ¿Qué fallo técnico se dio? ¿Por qué el barco tomó un rumbo directo de colisión contra el puente? Si la falta de electricidad se hubiera producido en un rumbo convencional de salida bajo el vano del puente las consecuencias habían sido nulas. Como es habitual en estas maniobras, en el barco se encontraba un práctico, personal del puerto que conoce sus detalles y guía a la tripulación en las maniobras de entrada y salida. Sus declaraciones, las de toda la tripulación y los registros de la “caja negra” que tienen estas embarcaciones serán determinantes para saber qué es lo que ha fallado. Por la parte del puente, nada que objetar. El buque era un portacontenedores de más de doscientos metros de largo, cargado hasta los topes, decenas de miles de toneladas de fuerza bruta con una inercia gigantesca, ante la que no hay pilar o estructura de soporte que pueda hacer nada. Inaugurado a principios de los setenta, lo único que se le puede achacar al puente, por lo que he leído, es que no contase con estructuras defensivas llamadas “duques de Alba” que rodean los pilares para que, en caso de que un barco se desvié se choque contra ellos y el impacto, si llega a las pilas principales, sea el menor posible. Tampoco tenía una estructura que rodease a los pilares en su asentamiento, algo así como una especie de islita artificial, que muchas veces se utiliza para los trabajos de cimentación y construcción, y que se queda con valor algo decorativo, pero, también, protector contra la corrosión del agua y posibles impactos. Una vez que la masa inercial del buque impacta contra la estructura el puente está condenado. El arco de celosía soportaba la carretera de tres carriles por sentido con tirantes que colgaban desde la arquería a la plataforma, y todo el voladizo se sustentaba en dos enormes puntos de apoyo, desde donde se extendía una plataforma de carretera en celosía sin arco hasta llegar al tramo de puente convencional de pilares con vigas de hormigón prefabricadas. Al vencerse uno de los apoyos del arco éste ya no puede realizar su trabajo de soporte y se cae por su propio peso sobre el buque causante del impacto. El equilibrio de cargas de la estructura desaparece y el segundo gran soporte se convierte en un pivote sobre el que los restos de celosía, desequilibrados, se vencen por el lado contrario al del impacto. En apenas segundos todo el enorme entramado de vigas se desmorona y acaba cayendo, fragmentado, sobre las aguas, dejando una imagen en la que parte de las estructuras se ven sobre el mar mientras que otros restos quedan sumergidos, en función del tamaño de los fragmentos en los que, finalmente, ha quedado partido lo que era un puente. El canal de navegación queda bloqueado por los restos de la estructura metálica derrumbada, el barco que impacta permanece dañado, algo escorado por la brecha del impacto, clavado a lo que queda de los soportes contra los que se ha estrellado y el destrozo es absoluto.
Además de los fallecidos, casi todos ellos miembros de una contrata de construcción que reparaban una parte del firme del puente, este desastre bloquea por completo el puerto de Baltimore, el primero del país por comercio de coches y camiones ligeros, y uno de los relevantes en otras cargas como gas natural licuado, contenedores o graneles. Los daños económicos para la ciudad van a ser enormes dado el cierre indefinido de la instalación, y se van a prolongar mucho tiempo. Los efectos para la economía de EEUU, leves, no serán nulos, y el coste de eliminación de los restos del viejo puente y diseño construcción de uno nuevo, significativos y prolongados en el tiempo. Menudo desastre.
Subo a Elorrio por Semana Santa y me cojo dos días. Pásenlo muy bien, parece que va a hacer mal tiempo en todas partes, aunque bueno es que llueva. Si no pasa nada a lo Baltimore nos leemos el miércoles 3 de abril
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