Otro día nos fijaremos en el disparo de otra materia prima que es fundamental para nuestra vida, y en parte goce, pero hoy nos centraremos en el petróleo, que también tiene su importancia en la vida, ¿verdad? Si echamos un vistazo al gráfico se puede ver que, por ejemplo, el WTI, referencia en EEUU, (en Europa es el Brent) alcanzó un máximo parcial a finales de septiembre e inicio de octubre de 2023, en el entorno de los 90 dólares, coincidiendo con los ataques de Hamas a Israel. Luego se mantuvo unas semanas en ese entorno y, a partir de ahí, comenzó una senda descendente que lo llevó a perder, por poco, los setenta dólares a mediados de diciembre.
Desde ahí, poco a poco, sin hacer ruido, ha ido subiendo, y ayer cerró a 83 dólares el barril, un precio en la zona alta de lo que se ha visto en los últimos tiempos. El por qué el petróleo sube y baja da para varios libros y pocas certezas, ya que su mercado está tan condicionado por la marcha del ciclo económico global como por el de las expectativas de crecimiento futuro y todo lo relacionado con la geopolítica. Para simplificar mucho, y perder matices, digamos que la bajada navideña pudo ser debida a la convicción de que la guerra de Israel y Hamas no se iba a extender más allá de Gaza, lo que lo convertía en un conflicto regional sin generar riesgos globales, y que las noticias que llegaban de China eran de enfriamiento económico sostenido, con demanda a la baja, deudas inmobiliarias crecientes y riesgo de deflación. Ahora, en marzo, en el primer día de la primavera, ¿cuáles son las causas que impulsan el ascenso del crudo? En Gaza el desastre es total, pero la guerra sigue siendo local. Los ataques hutíes están encareciendo la cadena de suministro global al dejar al mar rojo y al canal de Suez fuera de la mayor parte de las rutas comerciales. La economía China ha mostrado estas semanas algunos datos que podrían indicar que no se recupera, pero sí que no empeora, y la tan temida recesión global que se anuncia desde hace dos años no llega y no llega, sepultada por unos índices bursátiles disparados y economías, como la de EEUU, carburando a toda potencia. El impacto de los ataques ucranianos de estos pasados días a algunas refinerías rusas añade algo de picante, en forma de tensión y reducción de oferta, que presiona los precios al alza. Sea por lo que sea lo cierto es que el barril sube, y esto no estaba en muchas de los modelos predictivos sobre la economía en este 2024. A corto plazo, si la subida se modera, estaremos ante un pico de precios de efectos menores que no irá a más, y no generará muchas consecuencias, pero si el nivel de los ochenta se convierte en un suelo permanente durante bastante tiempo, con picos y valles, sí empezará a generar efectos serios. Para nosotros el petróleo es coste puro, un factor que debemos importar sí o sí y el precio supone un valor que se nos detrae directamente de la renta que generamos. Una bajada del barril es una inyección de dinero en nuestra economía en forma de insumo más barato, por lo mismo que un ascenso es como si nos subieran los impuestos directamente. En el contexto global, una subida del barril supone un incremento de costes productivos y, con el tiempo, una traslación de los mismos a la cadena de precios, por lo que esto se puede traducir en unas tensiones inflacionarias añadidas a las que ya vivimos. Tenemos desde hace tiempo un nivel de precios que está causando graves problemas y destruyendo poder adquisitivo de las clases medias, y sólo en estos últimos meses, por la bajada de productos como la electricidad y algunos alimentos, se está viendo un poco de luz al final del túnel, pero no olvidemos, una luz que supone que los precios, en media, suben mucho menos, habiéndonos comido el escalón de subida que sufrimos en 2022 y 2023 sin visos de poder recuperar el poder adquisitivo que se ha perdido. Si el barril induce a un nuevo disparo de precios el daño sobre el consumidor será intenso.
La posibilidad de una nueva subida de precios en el horizonte puede tener otro efecto no esperado, que es el retraso, aún mayor, en la bajada de tipos de interés por parte de los bancos centrales. Las apuestas en otoño eran que la reducción de tipos sería en primavera, y ahora mismo nadie espera bajadas antes del inicio del verano. La FED y el BCE están muy atentos a los datos de precios, y si observan que la moderación que se ha visto en los últimos meses en principal y subyacente revierten las bajadas se retrasarán. Actualmente tipos como los de los bonos o el euríbor ya anticipan los retrasos que vivimos. ¿Irán a más?. Ahora mismo es muy difícil predecirlo.
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