viernes, noviembre 30, 2018

Genética a la carta


Si algo demuestra la historia es que todo aquello que resulta posible acaba sucediendo, y que debemos prepararnos ante ello. En el caso de la ciencia esta idea es tan certera que la idea de prohibir descubrimientos resulta absurda una vez que se han dado. Ante la apertura de las cajas de Pandora debemos estudiar cómo gestionar los problemas derivados, como enfrentarnos a ellos, pero asumir que las cajas abiertas no se pueden cerrar. Por poner un ejemplo bruto, el arma nuclear, una vez descubierta, no puede ser “olvidada” salvo que nos extingamos todos, y por tanto su presencia seguirá en nuestras vidas, sociedades y relaciones internacionales, las condicionará y deberemos regularla para tratar de convivir con ella.

La genética es otro de esos mundos en los que los descubrimientos avanzan a toda velocidad y su capacidad de transformar las vidas empieza a verse ya tan prodigiosa como, si me apuran, peligrosa. El número de leyes y normas que regulan aspectos relacionados con la ingeniería genética y su uso no deja de crecer, pero las tecnologías en este campo corren mucho más y nos abocan ante escenarios que, hace no muchos años, eran de película de ciencia ficción. El anuncio por parte del científico chino He Jiaunkui de haber creado los primeros bebes genéticamente modificados, una par de gemelas, ha encendido muchas alarmas y todos los debates científicos y éticos posibles. He ha modificado uno de los genes de las niñas mediante la técnica CRISPR para protegerlas del virus del SIDA, generando así en ellas la mutación conocida que hace que haya personas que sean inmunes a virus de la inmunodeficiencia humana. Así, estas niñas chinas no se contagiarán del SIDA sea cual sea su vida y acciones, y transmitirán esa mutación a su descendencia, por lo que crearán una línea de mutantes inmunes a esa enfermedad. Suena extraño decir eso de mutantes, pero es así, y en este caso mediante la intervención externa de la ciencia. La polémica científica es enorme, y se centra tanto en si realmente He ha hecho lo que dice que ha hecho (un hecho muy relevante demanda pruebas muy relevantes) como la técnica utilizada, el CRISPR y los riesgos asociados a la misma cuando se produce el desarrollo futuro de los embriones. Hay estudios que prueba que esas técnicas pueden dejar secuelas que se manifiesten en forma de cánceres, aunque por motivos obvios, hasta ahora, no había experiencias humanas, y también está sobre la mesa de los expertos la necesidad de esta modificación dado que las niñas, al nacer, no iban a tener esa enfermedad. Como bien señala Javier Sampedro en este artículo, son dos los pasos que He se ha saltado al desarrollar su experimento, al usar técnicas no contrastadas y al efectuar una mejora genética, que no curación. Esas niñas son superiores a sus congéneres y compañeras, se han curado preventivamente de una enfermedad que pudieran contraer (o no) en el futuro, poseen un escudo que no tendrían en caso de haber nacido sin alteración y eso abre la puerta a que se puedan producir no sólo esta modificación, sino cualquier otra que se considere como mejora en la concepción de futuros embriones. ¿Y qué consideramos como mejora? ¿Es la altura o el color de los ojos un aspecto mejorable? Una vez abierta la puerta de las modificaciones, y a medida que se conocen cuáles son los genes que intervienen en la codificación de los distintos aspectos de nuestra existencia, físicos y no, la posible demanda de modificaciones sólo va a encontrar el límite de la responsabilidad profesional de los que desarrollen las intervenciones y, desde luego, del dinero que los padres de las criaturas pongan sobre la mesa, que en estas cuestiones puede ser mareante. ¿Cuánto estaría dispuestos a pagar un millonario por modificaciones que mejorasen a su futuro hijo? El inverso también es cierto, ¿Se podría hacer un cambio que creara una especie inferior para ser usada como mano de obra? Estas frases esconden, en unas pocas palabras, tantos conceptos complejos y sombríos que desborda todos los debates imaginables.

La ética está muy en el fondo en toda esta historia, superada por completo por la misma, pensarán muchos. El problema es que, como antes señalaba, una vez abierta la puerta, debemos empezar a pensar en cómo regulamos este tipo de actividades, qué consideramos permisible y qué no, si debemos perseguir algunas de ellas o no, si se abre la puerta a que el dinero no compre ya salud, sino mejoras (o empeoramientos) y las consecuencias que puede tener todo eso. Debemos estudiar estos temas con rigor y de manera lo más tranquila y detallada posible, porque frente a los rancios y vacíos debates que llenan la actualidad política de, por ejemplo, nuestro país, la genética es uno de esos temas que va a revolucionar nuestro mundo por completo. ¿Estaremos preparados para ello?

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