viernes, noviembre 02, 2018

Los parapléjicos pueden andar


Hay un viejo dicho que reza que cualquier tecnología lo suficientemente adelantada es indistinguible de la magia, y eso lo percibimos en nuestro día a día. Piense en la cantidad de cosas que hace décadas eran imposibles y hoy en día son habituales, empezando por la conectividad y el acceso a servicios directamente mediante un dispositivo móvil que todos llevamos encima. En décadas el avance ha sido espectacular, y promete serlo aún más en los años venideros, sin que este claro, eso sí, cuál será el rumbo de esos avances y qué serán capaces de lograr. La medicina es uno de los campos que más ha avanzado y promete revoluciones que antes sólo eran sueños.

La imagen de unos parapléjicos volviendo a andar es lo más parecido que uno imagina al concepto de milagro, al mismo nivel si me apuran del de la devolución de la vista a los ciegos, campo en el que, por cierto, también hay avances muy importantes. Esa imagen del milagro se ha dado en un hospital de Lausana, Suiza, y ha sido el fruto de un trabajo de investigación médica y tecnológica que, experimentado antes con animales, se ha probado en pacientes con resultados asombrosos. La técnica consiste en implantar unos sistemas de estimulación eléctrica en la zona de la médula espinal que dejó de funcionar, casi siempre a causa de un accidente. Sesiones intensivas de estimulación y entrenamiento del paciente logran que, poco a poco, las fibras nerviosas dañadas puedan volver a ser operativas, al menos en parte, y el resultado que vemos en las imágenes y vídeos que se han publicado en los medios se produce tras unos meses de duro esfuerzo, en los cuales los pacientes, atención, ya no necesitan recurrir al estímulo eléctrico externo para poder dar órdenes a sus piernas. Esa estimulación ha sido imprescindible a la hora de “arrancar” si se me permite la expresión, pero posteriormente es el entrenamiento, el esfuerzo y la reiteración de los ejercicios del paciente lo que permite recomponer el sistema motor dañado y lograr que las piernas vuelvan a responder. La idea del experimento es que la continuación del proceso de rehabilitación lleve a un punto en el que el paciente sea autónomo de la estimulación externa y sea capaz de prescindir de ella por completo, y que el proceso de andadura y demás capacidades motoras se vayan restableciendo poco a poco y de manera, si no completa, al menos con la calidad necesaria para que la vida diaria del paciente sea normal. Así, esa estimulación habrá actuado como un medicamento, que una vez producido su efecto, puede ser retirado. No me digan que no es asombroso. Para cualquiera de nosotros ver esas imágenes impacta, por lo que no soy capaz de imaginar lo que deben estar viviendo los pacientes y sus allegados. Condenados de por vida, por la fatalidad, a una silla de ruedas, a una dependencia más o menos completa y a ver la vida diaria, diseñada para los que caminamos, como una sucesión de obstáculos, levantarse de la silla habrá sido para ellos el sueño inalcanzable, algo que ya sólo imaginaban y que de noche, dormidos, practicarían en sus fantasías, para llegar cada mañana al despertar y reencontrarse con la silla de ruedas y las piernas inutilizadas. Años de sacrificio y lucha frente a la adversidad, que prometían extenderse para el resto de sus vidas, convertidos ahora en nueva esperanza de camino, peldaños, flexiones y paseos con unas piernas que, otra vez, vuelven a ser suyas. No tengo ni idea de hasta qué punto deben sentirse transformados, felices y, al igual que todos nosotros, asombrados de que la técnica y la ciencia hayan sido capaces de obrar ese milagro. Para ellos, la vida acaba de cambiar otra vez, si en una ocasión anterior lo hizo para muy mal, ahora para muy bien.

Un detalle obvio de este avance que no debemos dejar de reiterar una y mil veces. Lo que estamos contemplando no es el fruto de una casualidad o la intervención de una deidad, sino el trabajo de científicos, médicos, investigadores, ingenieros, técnicos… cientos de profesionales que han dedicado horas, esfuerzo, recursos, cabeza y pasión a buscar una vía para solucionar este grave problema, y la han encontrado. No han sentido fuerzas místicas ni chacras ni armonías espirituales ni dietas milagrosas ni otros cuentos, no. La ciencia, la investigación y el trabajo duro es lo que permite avances como este, es lo que salva vidas y mejora las que ya existen, las nuestras, la suya, la mía y las de los que nos rodean. Esa ciencia, que tanto debe defenderse de los charlatanes vendehumo que nos rodean, es capaz de hacer que los parapléjicos y anden. Hasta la movida ochentera se ha quedado vieja, porque la parálisis ya no es permanente.

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