En este extraño país nuestro se da por sentado que los medios de comunicación públicos, pagados por los impuestos de todos, deben de estar al servicio del gobierno de turno, sea cual sea el medio y gobierno. El caso más obsceno es el de las televisiones autonómicas, auténticos NO DOs de sus creídos dirigentes, que cuando no retransmiten la boda del alcalde de la ciudad, como este sábado en Telemadrid con el enlace de Almeida, se dedican directamente al proselitismo sedicioso e independentista, como bien saben hacer en TV3 o EiTB. No entiendo, ironía, como alguien puede ver eso y cómo esas televisiones no son, directamente, privatizadas.
La joya de la corona, decadente, es TVE, sometida al más cutre de los mangoneos cada vez que cambia el equipo directivo de Moncloa, que inmediatamente empieza a escoger a candidatos afines para sentarlos en el Consejo de Administración con el único fin de que conviertan a los informativos de la empresa en portavoces oficiales de la verdad, es decir, de lo que al gobierno le interesa decir. Dentro del ente hay grupos de personas de afinidad más que descarada a cada uno de los partidos y bien que se encargan de pregonarlo y sacarle rédito, en forma de sustanciosos sueldos, cuando los suyos mandad, retirándose a los cuarteles de invierno cuando el viento sopla en otro sentido y conviene mantenerse a cubierto. Así, son muchos los empleados del ente que viven, y muy bien, en un escenario de politiqueo, sin importarles lo más mínimo la veracidad de la información, o el mero ejercicio de una profesión, el periodismo, que se está hundiendo en el lodazal del servilismo al partido de manera generalizada. La última gran polémica de la casa ha sido el intento, varias veces frustrado, finalmente logrado, de fichar al cómico David Broncano para que lleve su programa, La Resistencia, de Movistar al horario estrella de la noche. La idea, directamente ordenada desde Moncloa, busca hacerle la competencia al líder de las noches en España, El Hormiguero, en Antena3, considerada como cadena el averno por parte de los especialistas en propaganda sanchista. Pablo Motos, el presentador y creador del hormiguero, y Broncano, realizan un programa que no es muy distinto en el fondo, siendo ambas variaciones del formato de “Late Show” creado por las televisiones norteamericanas hace ya varios años, con enfoques diferentes en cada caso. Si quieren mi opinión particular, ambos programas me parecen un truño, son notablemente insoportables y no me hacen gracia, por lo que no los veo. En el caso de Antena3, financiada por la interminable retahíla de anuncios con la que llena su programación, es libre de hacer las producciones que le de la gana siempre que sean legales, allá ella con su dinero, como el resto de televisiones privadas, pero TVE, que se financia con el presupuesto del estado, con el dinero de todos los ciudadanos, la vean o no, tiene unas servidumbres de programación, estilos y contenidos que sí desarrolla en La2, canal que apenas se ve, pero que viola flagrantemente en La1 a todas horas. Gastar veintiocho millones de euros en un contrato con una productora ajena a la empresa pública, de la que van a sacar notable beneficio empresas amigas del gobierno como el Terrat o Prisa, para hacer un programa de entretenimiento con el que Moncloa quiere hacer la competencia a cadenas privadas y, de paso, recibir coba, es, me parece, malversación, derroche de dinero público, desvío de fondos que tendrían cientos, miles de prioridades antes que esa, algunas en TVE, otras muchas fuera de ella. La idea adiciona, plasmada en el contrato, de reducir el tiempo de emisión del Telediario de las 21:00 para que el programa de Broncano empiece antes es, además de una absoluta traición al departamento de informativos de la casa, una descripción de lo más precisa de para qué quiere el gobierno, en este caso este que padecemos, la tele pública.
Lo más probable, aviso que me suelo equivocar mucho, es que Broncano no triunfe porque el perfil de espectadores que tiene no se acerca nada al público que suele ver TVE, aunque pueda hacerle daño al Intermedio de Wyoming, una versión aún más sanchista de este tipo de espacios, que se emite en La Sexta (del grupo Antena3). Todo este asunto ha dinamitado el consejo de administración de TVE, presidido ahora por una militante socialista orgullosa de serlo, como no podía ser de otra manera, y hará un daño tremendo a la imagen de los informativos de la cadena, que debieran de ser lo más importante, pero que, por contrato, son considerados como meros teloneros de Broncano. Al final sí hay algo en lo que se parecen TVE y BBC. Ambas tienen tres letras en sus siglas.
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