lunes, febrero 15, 2021

El PSC gana, pero no gobernará

Votar en pandemia es una pesadilla, y sigue quedándome la duda de hasta qué punto es una irresponsabilidad convocar unas elecciones bajo este escenario, pero lo cierto es que ayer tuvieron lugar las previstas en Cataluña, con una bajísima participación, fruto sobre todo del miedo de muchos al contagio, lo que les impidió salir de casa. Es probable que esta bajada de asistencia haya sido más intensa entre el votante constitucionalista, pero no parece ser una excusa para adulterar o interpretar de otra manera los resultados, contundentes en algunos casos, vistos ayer. Por cierto, bastante cercanos a las encuestas previas y las del propio día.

El efecto Illa era cierto, y Sánchez, por candidato interpuesto, es el gran ganador de lo sucedido ayer, con un PSC que queda primero en votos y empatado a 33 escaños con Esquerra. El PSC prácticamente duplica su número de asientos, recogiendo voto constitucionalista y moderado que huye de la marca naranja, una de las grandes derrotadas de la noche, y alcanza un resultado encomiable. ¿Le va a permitir gobernar? No, porque es ERC la que tiene la llave. En su conjunto el independentismo logra un gran resultado, con esos 33 de ERC, 32 de los Puigdemoníacos y los 9 de la CUOP; que también sube. El arco parlamentario queda dividido, por sus resultados, en tres grandes formaciones y un conjunto de pequeños satélites a gran distancia. La cuarta formación del parlamento, una desatada VOX, con once diputados, es triplicada en número de escaños por cualquiera de las tres grandes formaciones, y los 11 de VOX parecen un cielo en comparación con lo conseguido por Podemos, que repite con 8 parlamentarios y no saca rédito alguno de su presencia en el gobierno nacional, y sobre todo con lo que han sacado Ciudadanos y el PP. La debacle naranja es apoteósica. Ganó las anteriores elecciones autonómicas con 36 escaños en un resultado histórico que su entonces dirigente Albert Rivera no supo, o no quiso, rentabilizar, y hoy, con un sexteto de asientos, se encuentra en una situación agónica que pone en entredicho su propia viabilidad como formación política. Señaló ayer un analista en una radio que Ciudadanos salió de Cataluña, y de ahí saltó al resto del país, y que quizás, desde ayer empieza, también desde Cataluña, el camino inverso para su posible desaparición. El resultado del PP sería el normal en una fuerza minoritaria, pero para sus siglas e historial es un fracaso tan vergonzoso como injustificable. Partiendo de los 4 escaños que tenía pierde uno, y ha superado por poco el corte del 3% d voto en la circunscripción de Barcelona. Su papel en la política autonómica catalana ha sido reducido a la absoluta inexistencia, y contempla con asombro no sólo que los extremistas de VOX han dado el sorpasso que tantos temían, sino que casi les cuadruplican en escaños. Si hoy puede haber fiesta en las reuniones que se celebren en la sede socialista de Ferraz en Génova las caras serán bastante más largas que en muchos funerales. El candidato del PP no era malo, en el sentido de una persona abierta, natural y de apariencia honesta, pero el resultado cosechado es tan desastroso que no hay por dónde cogerlo. Casado, desde hoy, tiene su liderazgo mucho más tocado, sometido a una enorme presión interna, mientras que Sánchez contempla lo sucedido ayer como una gran jugada en la que su marca sale muy fortalecida, la de su desleal socio de coalición debilitada y la de la oposición a su gobierno vapuleada. La estrategia le ha salido redonda a Iván Redondo, y no es un detalle menor que estuviera ayer en Barcelona y que Illa le agradeciese de manera expresa su apoyo. Sólo el PdCAT, la antigua Convergencia, que no ha logrado representación parlamentaria, puede dolerse más del resultado que un apaleado PP.

¿Quién va a gobernar con estos datos? Sólo se me ocurre un nombre, Pera Aragonés, de ERC. Hay tres opciones posibles. Una vez que IIla se presente a la investidura, como ha dicho que va a hacer (y debió hacer Ciudadanos hace tres años) y probablemente la pierda, se presentará ERC, y con dos opciones. La “natural” si así se quiere es con una reedición del acuerdo independentista con los Puigdemoníacos, pero el odio entre ellos es lo que nos ha llevado a estas elecciones. Otra posibilidad “interesante” es que el que PSC permita un gobierno de ERC con los Comunes de Podemos, a cambio del apoyo de ERC al gobierno nacional, y claro, está la alternativa de que no haya acuerdo y se repitan las elecciones, cosa que nos llevaría por la conocida senda melancólica de 2019. Toca esperar y ver.

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