lunes, julio 07, 2025

La ceguera del poder

Primer fin de semana de julio, temperaturas altísimas, y dos citas políticas de gran calado en Madrid, demostrando que, ante la llamada del poder, nada es freno, ni si quiera la canícula desatada. Lo de ambiciones no es sólo el nombre de una finca patrocinada por la prensa rosa, sino el motor que mueve a personas en todo el mundo a la búsqueda de un poder que ansían por encima de todo. En nuestro país, ese movimiento se desarrolla a través de dos formaciones políticas, PP y PSOE, cuyo estado de ánimo es inverso. La depresión de uno genera la euforia en el otro, y viceversa.

Convocó Sánchez el comité federal de su partido para reorganizarlo ante los escándalos de corrupción que lo acosan. Para arreglar la podredumbre producida por aquellos a los que él eligió ha sido él el que ha elegido a otros, y casi entre aclamaciones. Pocas han sido las voces críticas que han expresado su malestar por lo que pasa, el único relevante ha sido García Page, especialista en amañar y no dar, que puede expresar su opinión porque tiene un poder propio que le defiende de lo que decida el psicótico que se ha atrincherado en Moncloa. El resto de los que acudieron al comité, casi en su totalidad, viven de sueldos y cargos que dependen de que el líder se los mantenga, y evidentemente no expresaron duda alguna sobre las bondades de Sánchez y todas las mentiras, uy, no, quería decir verdades, que no dejan de salir por su boca a cada minuto que pasa. Lo único que ha resultado relevante de esa reunión es que uno de los más estrechos colaboradores de Sánchez, Francisco Salazar, ha sido apartado por conductas inadecuadas ante denuncias de acoso por parte de varias mujeres. Otra de esas historias que todo el mundo sabía en su entorno pero que nadie denunciaba por ser el protagonista alguien con un cargo relevante y protegido de su sanchidad. Era tierno, realmente patético, ver como a la entrada del comité más de uno y una defendía a Salazar, es decir, a Sánchez, que es quien lo había escogido, y a la salida esos mismos despotricaban contra Salazar, alabando a Sánchez el haberle retirado de sus cargos. Esto de decir una cosa y al poco la contraria es algo que se lleva en el fondo de todas estas organizaciones, donde el peloteo al líder es la consigna principal y la vía para ascender, conseguir cargos y, lo más deseado, dinero, en forma de sueldos públicos o de la organización, y a ser posible de ambos. En el congreso que ha celebrado el PP este mismo fin de semana no se han visto cosas muy distintas, en lo que hace a peloteo al líder, pero el ambiente era mucho más relajado. La crisis del enemigo es música para los oídos del partido rival, y eso se notaba en el ambiente de una reunión en la que bastaba con no hacer mucho ruido para que el escándalo constante que se vive en las filas socialistas cubra de expectativas de victoria a todo lo que suene a PP. Feijoo tenía una cita plácida, e incluso los rescoldos que le podían causar un cierto dolor de cabeza, como algunas iniciativas presentadas desde el Madrid de Ayuso o del PP catalán, fueron pactadas previamente al encuentro a la búsqueda de la unanimidad absoluta. La foto buscada era la de la unidad total, la de una máquina engrasada que, ante el derrumbe del contrario, se encuentra en plena forma para coger un poder que se escapa de las filas socialistas. El PP espera alcanzar el poder por incomparecencia del adversario, por la caída del mismo como fruta madura tras la sucesión de escándalos conocidos y los que puedan llegar. Saben los populares que pueden encontrarse con una travesía por el desierto aún más larga de lo esperado porque la decisión de convocar elecciones le corresponde exclusivamente a Sánchez, y él aguantará todo lo que quiera y pueda, consciente de que es su pellejo lo único que le importa, tras demostrar que nada de lo que fue el partido por el que se presentó, el histórico PSOE, le merece respeto alguno. De ahí que la agonía de los de la rosa se extienda mucho más de lo que sea previsible y la ansiedad de los del charrán amenace con crecer durante una temporada larga. Todo en medio de la podredumbre general.

Visto desde fuera ¿Cuál es el aliciente para incorporarse a un partido político? Pasada la época en la que mi ingenuidad me hacía pensar que ahí se defendían una serie de ideas y se trabajaba por el bien del país, los partidos se han convertido en nuestro tiempo en agencias de colocación de los no pocos mediocres que acuden a sus filas a la búsqueda de un empleo que jamás lograrían encontrar con sus propios medios. Con excepciones, que las hay, el nivel de los que forman los cargos orgánicos de estas formaciones ha degenerado de manera inexorable, y más allá del peloteo y la búsqueda del cargo, poco hay. Conseguir el poder, mantenerse en él, cobrar de mientras. Ese es el lema que rige la política hoy en día.

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