viernes, julio 04, 2025

Revolución militar en Ucrania

Aunque hoy sea festivo en EEUU, y en Elorrio, poco podemos celebrar los occidentales dadas las decisiones que emanan de Washington tras la llegada al poder de Trump. Esta semana, por indicaciones suyas, se ha detenido el flujo de armamento que los norteamericanos suministraban a Kiev en virtud del último paquete aprobado en la etapa Biden. Los ucranianos necesitan esas armas como agua de mayo y restringirlas es uno de los mayores favores que se le pueden hacer a un crecido Putin, que redobla los ataques aéreos sobre las ciudades ucranianas con olas crecientes de drones de licencia iraní y producción propia.

Ante esto, Kiev tiene que tirar de ingenio, y en esta guerra estamos viendo cosas que son muy interesantes, no se si el futuro de lo militar, pero a estudiar en todo caso. Es esta una guerra extraña, que mezcla posiciones estáticas y trincheras al más puro estilo IGM de hace más de un siglo junto con toda la tecnología imaginable propia de la época en la que estamos viviendo. Los zapadores y las zanjas se juntan con los operadores de drones y la búsqueda de objetivos de precisión con las armas más avanzadas posibles. En el campo de los drones aéreos hemos visto una revolución en ambos contendientes, con una presencia abrumadora de este tipo de armas, desde las más pequeñas, destinadas a observación o a la eliminación de soldados de manera individual hasta los que actúan como bombas volantes de gran impacto, pero el efecto de los drones va mucho más allá, con la presencia novedosa de robots de tierra que no vuelan, pero tienen un funcionamiento bastante similar a los de los cuadricópteros en cuanto a autonomía, versatilidad y capacidad. Les enlazo aquí dos ejemplos, uno de la empresa Milrem Robotics y otro de la empresa ucraniana Tencore. Las plataformas que fabrican ambas empresas son similares, mayor en tamaño la norteamericana, menor la ucraniana, pero hermanas por así decirlo. Son un juego de orugas con capacidad de desplazamiento tanto mediante diésel como baterías que sirven como base para instalar sobre ellas todo tipo de dispositivos; de observación, vigilancia, carga, armamento de disparo, etc. También sirven como sistema de carga para transportar pertrechos, utilizándolos como carros de caga, recuperar soldados heridos, y cualquier cosa que usted pueda imaginar. Disponen sistemas de GPS y de control remoto de tal manera que pueden ser operados tanto por los soldados que disponen de ellos como de manera remota por operadores que trabajan desde lugares ocultos y a refugio. Su polivalencia es enorme, y fabricados en masa, pueden ofrecer un rendimiento muy elevado a un coste realmente bajo. Sirven para casi todo y suplen, nuevamente, a plataformas caras de gran volumen como tanques, vehículos convencionales de orugas o incluso camiones, todos ellos necesitados de una tripulación humana que puede ser eliminada por parte del enemigo, causando bajas preciosas y pérdida de los vehículos. En este caso, al no estar pilotados presencialmente, no hay pérdidas humanas en caso de que el transporte sea atacado, y el valor bastante menor del aparato respecto a las caras plataformas los hace menos valiosos de cara a su eliminación. Imaginemos una posición de combate en la que varias de estas máquinas operan de manera coordinada suministrando, informando, atacando…. La escena resulta extraña, pero es propia de una visión futurista de una guerra robotizada en la que hombres y máquinas autónomas operan conjuntamente en el campo de batalla. Como es obvio, este tipo de elementos también pueden ser utilizados con sistemas de IA, de tal manera que, al igual que podemos planificar ataques con enjambres de drones, también podemos crear enjambres con este tipo de robots para crear operaciones masivas coordinadas, sin la presencia de soldados humanos. Las posibilidades que ofrecen estos elementos sobre el terreno son enormes, y, también, inquietantes.

Uno de los comentarios que se lee habitualmente respecto a toda esta revolución de drones y equipamientos ligeros es que el terreno no se conquista en una guerra con este tipo de dispositivos, sino con las plataformas convencionales cara, y con soldados, vamos, como siempre. No le falta razón a este argumento, pero no es menos cierto que la capacidad que ofrecen estos nuevos dispositivos para causar daños, bajas y meter miedo al enemigo, sea civil o militar, es enorme. Quizás lo suficiente como para facilitar la toma del terreno, ablandando mucha de la posible resistencia con todos estos dispositivos. ¿La guerra con robots es el futuro? No lo se, pero, desde luego, no lo descarten.

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