miércoles, septiembre 03, 2025

China exhibe músculo militar

Hoy se cumple el ochenta aniversario de la firma, por parte de Japón, de su rendición en la IIGM, acto con el que e ponía punto final definitivo a la mayor carnicería de la historia. En Asia este día es muy importante, porque la guerra no acabó en mayo en Europa, sino allí en septiembre, y para las naciones como China, que vivieron en sus carnes las atrocidades cometidas por Japón durante su invasión, esta jornada siempre ha sido muy importante. Normalmente se conmemora con un desfile militar y una exaltación de patriotismo muy controlada por el partido, que busca emocionar a su pueblo, mostrar poder al mundo y, de paso, presumir de sus logros.

Lo de esta vez ha sido especial, el aniversario tan redondo permitía hacer una exhibición muy espectacular, y en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái que les comentaba el otro día, China ha hecho alarde de todo su poderío militar en un desfile majestuoso que ha llenado la plaza de Tiananmen y aledaños, lo que ya de por sí es meritorio dadas las dimensiones gigantescas de ese entorno. En la tribuna presidencial se encontraba Xi Jinping, el máximo dirigente del PCCh y toda su corte de cargos intermedios, y junto a él, los presidentes de Rusia y Corea del Norte. Sólo el hecho de ver a estos tres personajes haciendo alardes juntos en medio de miles de soldados y armas de la mejor tecnología resulta inquietante. De hecho lo es cuando por separado se dedican a hacer estas cosas, desfiles de ejércitos que están sujetos a ciega obediencia ante su líder máximo. De las tres naciones una está en guerra contra nosotros, Rusia. Otra ayuda militar y humanamente al agresor, Corea del Norte, y la tercera, China, no consta que suministre material militar al Kremlin, pero es su principal socio comercial para todo tipo de productos, algunos de ellos de evidente doble uso, por lo que no sólo mantiene con vida a la economía rusa sino que le permite seguir con su agresión. El desfile de hoy es una enorme exhibición de poder duro por parte de una China creciente y una señal al resto del mundo por parte del grupo de naciones que allí se han reunido. Más allá de palabras, están dispuestas a rediseñar un orden mundial que surgió de las cenizas de esa conmemorada victoria en la IIGM, un orden mundial que ha derivado en el dominio económico y geopolítico de occidente de la mano de EEUU. China es la segunda economía del mundo, el segundo país más poblado, su peso global crece sea cual sea el indicador que usemos para medirlo y, al contrario de lo que pasaba con la URSS en la época de la guerra fría, su modelo, mezcla de autoritarismo estalinista y capitalismo salvaje, ofrece unos grandes resultados en lo que a prosperidad se refiere, por lo que más allá de las cuestiones ideológicas, China ofrece al resto de países del mundo una visión alternativa a la de EEUU, y con evidentes resultados económicos. La prosperidad no sólo se puede alcanzar vía democracia, también el autoritarismo puede lograrla. China supone el gran reto al que se enfrenta el mundo hoy en día, con empresas enormes de sectores tan diversos como la tecnología, automoción o farmacia que son capaces de invadir el mundo con sus productos a unos precios de derribo, ante los que muchas empresas occidentales no son capaces de competir. China mantiene unos subsidios a la exportación de sus bienes que los pone por debajo de los costes de producción de nuestros negocios, y les quita cuota de mercado sin cesar, y por si eso no bastara, posee un evidente mercado interno de más de mil millones de personas, de las cuales unos cuatrocientos millones se pueden considerar de clase media tal y como la entendemos aquí. Son más que toda la población de EEUU y se acerca a los registros de habitantes de Europa. Sí, China es un monstruo.

Y ese monstruo, con sus socios, reclama cada vez con más fuerza la remodelación de un mundo cuyas reglas le han sido impuestas y no ve con buenos ojos. La prevalencia de las economías de derecho capitalistas occidentales y sus sistemas de reglas y pactos es vista como algo caduco por parte de la cúpula del PCCh, que cree que su autoritarismo y eficacia son muy superiores a un occidente que asocian a inestabilidad y decadencia. Más allá de los problemas militares que puedan surgir en el sureste asiático, con Taiwán como foco, la gestión de qué hacer con China empieza a ser algo que puede llegar a superar nuestras capacidades como bloque, y ni les cuento en el caso de que EEUU siga haciendo trumpterías. El desfile de hoy es un alarde, también una advertencia al resto del mundo.

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